LEER ES ESTAR ADELANTE Dr. Marino Latorre Ariño Universidad Marcelino Champagnat, Lima, Perú Mayo, 2019 He leído algunos libros de una serie, patrocinados por el banco BBVA, que resumen el trabajo de un proyecto realizado durante varios años en colegios públicos de diversas regiones del Perú, cuyo título es: “Leer es estar adelante”. También he leído en la entrada de la biblioteca de mi universidad este anuncio: “Leer es divertido”. Las dos expresiones son ciertas. Una es más utilitaria –la primera-- y la otra es más romántica y placentera. Aristóteles decía que “la educación es un refugio para los tiempos de calamidad”. Cuando llegan los tiempos difíciles, al que tiene educación, se le abren más caminos y posibilidades. Si esto es cierto, también podemos decir, mutatis mutandis, que aquel que sabe leer de forma comprensiva y rápida, va muchos pasos por delante sobre aquel que no es capaz de leer de la misma forma. La lectura comprensiva es la puerta que da acceso al conocimiento y a la sabiduría. En el siglo XXI, ¿hay algo que se pueda aprender si no es a través de la lectura? “Más que nunca, la función esencial de la educación es conferir a todos los seres humanos la libertad de pensamiento, de juicio, de sentimientos y de imaginación que necesitan para que sus talentos alcancen la plenitud y seguir siendo artífices, en la medida de lo posible, de su destino” (Delors, J. 1996). Es salir de la minoría de edad para ser libre y responsable. Octavio Paz dice de la lectura: “La lectura es peregrinación, es un “ir hacia…”. El lector no solo descifra las letras, sino que camina por los senderos que traza la escritura. Al caminarlos sale del claustro que lo encierra y vaga por espacios libres. La lectura es libertad y el lector, al leer, reinventa aquello mismo que lee; participa así en la creación universal de la cultura…” (Paz, 2010, p. 121). Hoy no leer es morir intelectualmente. Leer no es fácil porque requiere atención, compromiso y optar por entrar en esos mundos maravillosos en que nos introducen los mejores autores de todos los tiempos. Es apropiarnos de las vidas, historias y fantasías del mundo de los personajes que nos han precedido. Solo quien ha descubierto la felicidad que le proporciona la lectura es capaz de dedicarse a ella de forma sistemática y prologada. Gustar de la lectura y aprender a leer desde niño de manos de los padres, abre un sinfín de posibilidades en la vida de las personas, pues un niño que lee será un adulto que piensa. “Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba. Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado en la vida” dijo Vargas Llosa, en el discurso en la Academia sueca de Estocolmo, 2010, al recibir el Premio Nobel). Ciertamente, un niño que lee será un adulto que piensa.
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“De los diversos instrumentos inventados por el hombre el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo […] Solo el libro es una extensión de su imaginación y de su memoria […] Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quien no puede imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere, no puedo imaginar un mundo sin libros”, dice Jorge Luis Borges. Nada enriquece tanto los sentidos, la sensibilidad, los deseos humanos, como la lectura. Una persona que lee de forma comprensiva, disfruta mucho en la vida. Sin los buenos libros, seríamos peores de lo que somos, más confor-mistas, menos inquietos e insumisos, y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría, pues toda buena literatura es un cuestionamiento radical de lo que somos, de cómo vivimos y de qué estamos haciendo con el mundo en que vivimos (Vargas Llosa). "El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”, decía Cervantes, porque leer es conocer otras realidades para comprender mejor nuestra propia realidad. La lectura es una gran proveedora de ideas, argumentos, hechos, historias, etc. para hacer que los demás nos escuchen con placer. Cuanto más se lee más se sabe y mientras más se sabe más lejos se llega en la vida, pues la lectura da al hombre información, con la información puede producir conocimiento y con el conocimiento puede llegar a la sabiduría. “Un libro abierto es un cerebro que habla, un libro cerrado es un amigo que espera, un libro olvidado es un alma que perdona y un libro destruido es un corazón que llora”, dice un proverbio hindú; leer buenos libros es refugiarse en esos mundos donde vivir era exultante, intenso, una aventura tras otra, y donde uno puede sentirse libre y feliz. Recuerdo que, siendo niño, en los duros inviernos del Maestrazgo de Aragón (España) los sábados y domingos por la tarde leía, al calor del hogar, tebeos, historias, aventuras, miraba a través de los cristales de la ventana y aunque afuera había nieve o hacía frío, yo, arropado por el calor del hogar y la lectura, me sentía exultante navegando por mundos inimaginables, identificándome con los héroes de las historias a quienes admiraba. Ciertamente amar la lectura es cambiar horas de hastío por horas de inefable y deliciosa compañía. Qué razón tenía quien dijo que “una persona que lee vive mil vidas y el que no lee solo vive una”, por eso Ralph Waldo Emerson dijo: “Si encuentras un hombre de ingenio pregúntale qué libros lee”. Leer es pensar con la cabeza de otra persona, en lugar de con la propia (Arthur Schopenhauer). El que mucho lee piensa con muchas cabezas y su visión de mundo empieza a ser más holística y le permite comprender su propia vida, la de los demás y el devenir de la sociedad. Aquel que dice que no le gusta leer es porque nunca ha leído; si lo hubiera experimentado empezaría a leer. Nunca es demasiado tarde para nada; todo es cuestión de empezar.
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Hay muchas razones para leer: puedes viajar por el mundo desde un sofá puedes participar en aventuras y convertirte en un héroe puedes conocer personas de carne y hueso que vivieron tu misma vida puedes aprender otros idiomas puedes experimentar todo tipo de emociones, pues los libros son como abejas que llevan el polen de una inteligencia a otra. Te has preguntado ¿cuál es tu razón para leer? Cuando oigo decir que un hombre tiene el hábito de la lectura tengo la predisposición de pensar bien de él, decía un conferencista de cuyo nombre no me acuerdo. Ciertamente hoy en día se lee poco porque hay medios para distraerse y entrar en el mundo de lo inimaginable, etc. son los medios audiovisuales, como la TV y otros. Yo concuerdo con Groucho Marx cuando dice que “la televisión es muy educativa, tanto es así que cada vez que alguien la enciende me retiro a otra habitación y leo un libro”. Pero la lectura no debe ser obligatoria; el placer no es obligatorio pues el placer es algo buscado y así debe ser la lectura. Leer es una opción personal que procede de la pasión por saber, porque “los verbos leer, amar y soñar, no soportan el modo imperativo”, decía Jorge Luis Borges. La lectura es una de las formas de ser feliz y no se puede obligar a nadie a ser feliz. No se trata de leer por leer, tragándose páginas y páginas sin comprender lo que se lee. Es una pérdida de tiempo. La lectura y la comprensión de lo que se lee se parece a los minerales cuando cristalizan; necesitan tiempo, espacio y reposo. No ocurra lo que decía Woody Allen: “Hice un curso de lectura rápida y conseguí leer Guerra y paz en veinte minutos. Creo que trataba algo de Rusia”. La lectura implica decodificar para comprender el significado de los signos lingüísticos que son las palabras. Leer es establecer una comunicación entre el lector y el texto a través de la búsqueda de significado. El texto en sí mismo no tiene significado, el significado se lo da el lector apoyado en sus conocimientos previos. Al leer se crean imágenes mentales que, a su vez, estimulan el pensamiento (García-Huidobro et al. 2000, p. 62). En nuestra época nadie puede aprender sin leer; esto lo podemos afirmar de cualquier persona y más aún de cualquier profesional. Pero aprender es comprender y comprender es asignar significado a lo leído. Me pregunto: ¿Cómo va a asignar significado a un texto (palabras) si no conoce el significado de las palabras? Dicho de otra forma: ¿Cómo comprender si no tiene riqueza de vocabulario? La lengua española tiene unas 300.000 palabras; el Quijote utiliza unas 23.000; un profesional medio utiliza entre 3000 y 5000 palabras; la mayoría de los jóvenes utilizan entre 300 y 500 palabras, de las cuales 78 son groserías y 37
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son emoticones. ¿Les podemos pedir comprensión lectora, pensamiento crítico, creativo, argumentar…? “La lectura rápida y eficaz, dice Schaill (1963), depende ante todo de un abundante vocabulario. No se puede leer rápidamente si el cerebro no reconoce al instante las imágenes de las palabras y frases que se perciben a través de los ojos”. Si el vocabulario es limitado será difícil comprender de forma rápida el significado de un texto. Esto nos conduce al tema de ¿cuántas palabras leemos por minuto y cuánto es el término medio de palabras que hay que leer de forma comprensiva.
Velocidad lectora Se entiende por velocidad de comprensión de lectura “el ritmo de adquisición del significado de los textos escritos” (Alliende, Chadwich, y Lilicic, 1987). Leer rápido "es leer más, leer mejor y retener lo leído". Leer rápido es conseguir mayor rendimiento en menos tiempo, comprender mejor y conseguir mejores resultados. No se trata solamente de llegar a leer dos o tres veces más rápido de lo que se lee en un momento determinado, sino de acrecentar la velocidad de tu lectura hasta conseguir un ritmo adecuado a las posibilidades de comprensión. El promedio de palabras leídas por minuto es de unas 250-300 palabras. Leer 500 palabras por minuto no significa que se pueda mantener siempre ese ritmo. La velocidad lectora depende de muchas variables. En la lectura rápida sucede como en el manejo del auto; en una carretera bien afirmada y asfaltada, sin mucho tráfico y con un buen carro, etc., se pueden alcanzar altas velocidades, cosa que no se puede hacer en el centro de una ciudad o en una carretera saturada de camiones y autos o simplemente en una carretera en mal estado. Las diferencias individuales en este campo son inmensas. En el lenguaje ordinario se emplean normalmente entre 3000-5000 palabras; pero los textos, especialmente los científicos o literarios, emplean términos que obligan a acudir frecuentemente al diccionario. Es decir, ciertos textos permiten una lectura de alta velocidad, que no podrá hacerse con un texto de Filosofía, de Ciencias naturales o con otra lectura llena de vocablos nuevos (neologismos) o simplemente desconocidos. Los artículos informativos de los diarios permiten alta velocidad de lectura, pero se debe frenar el ritmo cuando se trata de un artículo de fondo o de la editorial del diario. Lo importante es llegar a incrementar la velocidad de la lectura sin perder la comprensión del texto.
Número de palabras leídas por minuto (p/m) El estándar para países en desarrollo es el que indicamos en la tabla. La prueba se realiza al final del año escolar correspondiente y se utilizan lecturas de un
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texto oficial de comunicación del grado concluido; la lectura se realiza en voz alta, con adecuada vocalización y pronunciación de las palabras. Exponemos en el cuadro siguiente la velocidad de lectura comprensiva expresada en palabras por minuto, leídas en voz alta.
Cuadro de velocidad de lectura comprensiva en estudiantes de Primaria (Palabras /minuto) Velocidad Muy rápida Rápida Medio alto Medio bajo Lento Muy lento
1º grado 56 47-55 38-46 29-37 22-28 21
2º grado 84 74-83 64-73 54-63 43-53 42
3º grado 112 100-111 88-99 76-87 64-75 63
4º grado 140 125-139 111-124 97-110 85-96 84
5º grado 168 150-167 136-149 120-135 104-119 103
6º grado 196 178-195 161-177 143-160 125-142 124
Fuente: Díaz, (2014, p. 65). Nuevas tendencias y desafíos de la gestión escolar. Lima, Perú: SM
Estándares de lectura de palabras leídas en voz alta exigidos en México y propuestos por otros autores (García-Huidobro et al. 2000, p. 63). Años del niñoadolescente 7 8 8 10 11 12 13 14 15
Palabras leídas por minuto* 35-59 60-75 85-95 100-114 115-125 125-135 135-150 150-165 165-180
* Se deben usar texto contenidos en el libro de Comunicación integral del año escolar correspondiente, haciendo la prueba en la segunda parte del año escolar.
Chico (¿?) dice que es competente en lectura el escolar que pronuncia sin vacilar, sin tropiezos y a determinado ritmo (por ejemplo, a 30-40 palabras por minuto al iniciar la enseñanza Primaria, --a los 6 años--, y a unas 180 al terminar Primaria (12 años). Según García-Huidobro (2000, p. 64) el al., la relación velocidad/calidad para una lectura silenciosa, para personas adultas o estudiantes universitarios, viene dada por la tabla siguiente:
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Lectura
Velocidad Baja
Media
Alta
1. Lectura de entretenimiento
250
350
500
2. Lectura de investigación-cultural
160
250
350
3. Lectura de estudio –libros de texto--
125
200
275
En la universidad lo aconsejable sería leer de forma comprensiva unas 200 p/m en voz alta y unas 250-300 en lectura silenciosa, dependiendo del tipo de textos (Uriarte, 2008, p. 66-68).
Comprensión lectora La comprensión va más allá de la simple retención. Comprender es captar no sólo las ideas y los hechos principales de una lectura sino relacionarlos, penetrar en la mente del autor, concentrarse sobre la línea del pensamiento que éste expone paso a paso. En este sentido es evidente que la persona que ha leído mucho lleva gran ventaja sobre la persona que no ha leído, porque cada nueva lectura es un acopio de nuevos datos y una extensión de la cultura personal. Por otra parte, la experiencia ayuda grandemente a la comprensión. Así, una persona que ha vivido o que por lo menos ha visitado y conoce por experiencia la sierra del Perú, estará en mejores condiciones para comprender "Todas las sangres" de José María Arguedas. Conviene tener en cuenta además que, así como cada uno tiene su cociente intelectual (CI), tiene igualmente un sentido muy personal de asociación, de imaginación, comprensión e intuición. Se trata de otras tantas funciones psíquicas que intervienen en la lectura. La diferencia entre un lector y otro se ve agrandada, además, por la calidad y cantidad de estudios realizados anteriormente: siempre se alcanza mejor comprensión contando con un duro trabajo previo de ejercitación mental. Según investigadores1 la lectura potencia la empatía y abre la mente del lector para ser más receptivo a los estados mentales de los otros. La lectura posibilita adaptarnos a vivir en la aldea global donde lo común es lo diferente. Nos hace salir de nuestra pequeña aldea y transportarnos a la aldea global y valorar otras culturas, otras costumbres, otros paisajes, otras historias y otras vidas, etc.
1 New School for Social Research en Nueva York,
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La lectura ilumina la mente pues conecta las diferentes áreas del cerebro que involucran el lenguaje y la decodificación de los signos lingüísticos. Por eso, el psicólogo Marty Nemko sugiere que, si lo que queremos es inspirarnos, leamos biografías, de esa manera escucharemos a alguien que nos está diciendo cómo debemos manejar nuestra vida al 100%. Algunos libros de la literatura universal Vargas Llosa dice que "un escritor no escoge sus temas, son los temas quienes le escogen a él”. Lo mismo podemos decir de la lectura; todas las personas que quieren ser cultas tienen el deber de leer, pero al mismo tiempo tienen el derecho de leer lo que quieran leer. Pero hay que leer buenos libros; mi recomendación es empezar por los clásicos de todos los tiempos; allí está la solera de la sabiduría acumulada por la humanidad a través de siglos de Historia. Leer otros libros no vale la pena, pues “la vida es demasiado corta como para leer un libro malo”, decía James Joyce. He consultado varias selecciones de las obras inmortales de la literatura universal. Siguiendo mi criterio y en función de las que he leído, visto sus representaciones o estudiado, ofrezco una selección de obras que pueden servir para alimentar nuestra ansia de leer. - La Iliada y La odisea, de Homero. - La Biblia - Edipo Rey, de Sófocles - El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes - Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez - La Regenta, de Leopoldo Alas “Clarín” - Rimas y leyendas, de Gustavo Adolfo Becquer - Niebla, de Miguel de Unamuno - Ana Karenina y Guerra y paz, de Leon Tolstoi - Crimen y castigo, de Fedor Dostoiesky - El Conde de Montecristo, de Alejandro Dumas - En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust - Los Miserables, de Víctor Hugo - El principito, de Antoine de Saint Exupery - Madame Bovary, de Gustav Flaubert - Ivanhoe, de Walter Scott - El libro de la selva, de Rudyard Kipling - Hamlet y Rey Lear, de William Shakespeare - Ulises, de James Joyce - Un mundo feliz, de Aldous Huxley - 1984, de George Orwell - Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll Quiero terminar con un texto del discurso que el poeta granadino, Federico García Lorca, pronunció en septiembre de 1931, durante la inauguración de la
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biblioteca pública de su pueblo natal, Fuente Vaqueros. El discurso que pronunció se ha convertido en un manifiesto a favor de los libros y la lectura, cuyo mensaje sigue vigente. Solo a través de la “cultura se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz." […] No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan, sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social. Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros? ¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: “amor, amor”, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita, y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: “¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!”. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua; pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida. Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: “Cultura”. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz" […]. Y no olvidéis que lo primero de todo es la luz. Que es la luz obrando sobre unos cuantos individuos lo que hace los pueblos, y que los pueblos vivan y se engrandezcan a cambio de las ideas que nacen en unas cuantas cabezas privilegiadas, llenas de un amor superior hacia los demás [...] Una biblioteca es una reunión de libros agrupados y seleccionados, es una voz contra la ignorancia; una luz perenne contra la oscuridad. Nadie se da cuenta al tener un libro en las manos, el esfuerzo, el dolor, la vigilia, la sangre que ha costado. El libro es sin duda la obra mayor de la humanidad. ¡Y
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cuánto esfuerzo ha costado al hombre producir un libro! ¡Y qué influencia tan grande ejercen, han ejercido y ejercerán en el mundo! Ya lo dijo el sagacísimo Voltaire: “Todo el mundo civilizado se gobierna por unos cuantos libros: la Biblia, el Corán, las obras de Confucio y de Zoroastro. Y el alma y el cuerpo, la salud, la libertad y la hacienda se supeditan y dependen de aquellas grandes obras” […] Libros de todas las tendencias y de todas las ideas. Lo mismo las obras divinas, iluminadas, de los místicos y los santos, que las obras encendidas de los revolucionarios y hombres de acción. Que se enfrenten el Cántico espiritual de san Juan de la Cruz, obra cumbre de la poesía española, con las obras de Tolstói; que se miren frente a frente La ciudad de Dios de san Agustín con Zaratustra de Nietzsche o El capital de Marx. Porque, queridos amigos, todas estas obras están conformes en un punto de amor a la humanidad y elevación del espíritu, y al final, todas se confunden y abrazan en un ideal supremo. […] Y ¡lectores!, ¡muchos lectores! […] No olvidéis este precioso refrán que escribió un crítico francés del siglo XIX: “Dime qué lees y te diré quién eres”. He dicho. Federico García Lorca Septiembre de 1931
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REFERENCIAS Alliende, F., Chadwich, M. y Lilicic, N. (1987). La lectura: teoría, evaluación y desarrollo. Santiago de Chile, Chile: Andrés Bello. Chico, P. (¿?). Aprendizaje significativo. Madrid, España: Bruño Delors, J. (1996). La educación encierra un tesoro. Madrid, España: Santillana. Díaz Díaz, H. (2014). Nuevas tendencias y desafíos de la gestión escolar. Lima, Perú: SM García-Huidobro, C., Gutiérrez G., M. C. y Condemarín G., E. (2000). A estudiar se aprende. Metodología de estudio. Santiago de Chile, Chile: Pontificia Univ. Católica de Chile. Paz, O. (2010). Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe. México D. F, México: Fondo de Cultura económica. Schaill, W. S. (1963). Cómo leer más rápido en siete días. México D. F., México: Diana. Uriarte, F. (2008). Metodología y técnicas de estudio para el trabajo universitario. Lima, Perú: Editorial universitaria.
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