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La Importancia del Registro en el Diseño Industrial
from ActitUDES No. 33
Por: Lic. José Gabriel Zawadzki Balcazar
La tecnología juega un papel crucial en el desarrollo de las civilizaciones y precisamente cada gran paso que ha dado, ha sido de la mano de esta y de la influencia de las invenciones.
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Etimológicamente la palabra en sí misma guarda una riqueza que ilustra con claridad la importancia de su existencia. John H. Liengard, señala que la etimología de tecnología tiene su origen en el griego y que es construida por dos voces que son el sufijo Techni, que puede ser interpretado como arte y/o destreza y el sufijo ología (Lienhard), cuyo significado puede entenderse como conocimiento o un quehacer. Siguiendo esta lógica, podemos establecer que el significado de tecnología es la destreza de hacer algo y/o el arte del conocimiento, tomando esto en cuenta, si no fuera por el estímulo de desarrollar algo para resolver aquello, la tecnología no existiría.
Históricamente podemos establecer que la tecnología no solo le ha sido útil al individuo, sino que le es útil al estado. Dos ejemplos claros que podemos señalar para sostener esta circunstancia, son: Thomas Jefferson, que fue el primer comisionado de patentes, quien decía eran “la locomotora que mueve a la industria”, de acuerdo con el autor Oscar Javier Solorio Pérez. Frase cuyo espíritu refleja con claridad el por qué la oficina de patentes norteamericana es una de las más trascendentes en el mundo.
Y el segundo ejemplo, le corresponde al México independiente, que siguiendo el ejemplo del vecino del norte, estableció en la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1824, al introducir en el artículo 50 que “las facultades exclusivas del congreso general son las siguientes (...) 2. Fomentar la prosperidad general (...) asegurando por tiempo limitado a los inventores, perfeccionadores o introductores de algún ramo en industria derechos exclusivos por sus respectivos inventos, perfecciones o nuevas introducciones; (...)” (Solorio, 2010). Idea que prevalece en la actual constitución política.
Ahora bien, establecida la necesidad histórica, social y política de registrar invenciones, es importante que tomemos estas ideas para entender la necesidad de impulsar la creación de diseños industriales; pero primero comprender qué podemos registrar para ser protegidos.
En nuestro país existen dos categorías de diseño industrial susceptibles de protección: los dibujos y los modelos industriales. Mismos que son definidos por la ley, el primero: “son toda combinación de figuras, líneas o colores que se incorporen a un producto industrial con fines de ornamentación y que le den un aspecto peculiar y propio” (Ley de la Propiedad Industrial, 2018); y el segundo: “toda forma tridimensional que sirva de tipo o patrón para la fabricación de un producto industrial” (Ibidem), que le de apariencia especial en cuanto no implique efectos técnicos.
Para ilustrar esto un poco mejor, la diferencia esencial radica en la cantidad de dimensiones en las que se encuentra el diseño, los dibujos existiendo en una segunda dimensión y los modelos existiendo en tres dimensiones.
Teniendo certeza de qué podría yo registrar ante el Instituto Mexicano de Propiedad Industrial, tengo que saber por qué quiero registrarlo, la respuesta es sencilla, una moneda de dos caras, la primera es fundamentalmente económico y la otra esencialmente progresista, el primero para mi propio beneficio, lo que se traduce en la posibilidad de la explotación de un diseño industrial durante un mínimo de cinco años hasta un máximo de veinticinco. Y la segunda, en el progreso del diseño, ya que un registro como requisito tendrá la necesidad de contar con la cualidad de novedad, impulsando al diseñador a replantearse la manera en la que diseña cada que pretenda obtener la protección de una combinación de figuras, es decir, un diseño.
Es por esto que los aspirantes a ser diseñadoras o diseñadores industriales deben comprender el valor intrínseco que el registro ante el IMPI implica, siguiendo el mismo orden de ideas con la posibilidad de autoemplearse y de reinventarse así mismos. Creatividad y ambición son el espíritu que mueve a un diseñador que se enfrenta a un proceso de registro.