ED I C IÓ N N RO . 4 E NERO 2 0 1 6 B I ME N S U AR IO D I G IT A L GR A T U ITO D E ES CR I TO R ES U LT R A VERS A LES
Homenaje Reseñas Poesía Prosa Entrevista Humanidades Artículos Fotografías Ilustraciones
Staff
Sumario
EDICIÓN NRO. 4 ENERO 2016
Dirección general Gavrí Akhenazi Subdirección Silvio Manuel Rodríguez Carrillo Redacción Arantza Gonzalo Mondragón Eva Lucía Armas Isabel Reyes Elena Morgana de Palacios Rosario Alonso Diseño & diagramación Jorge Ángel Aussel
pág. 6 In memoriam » Homenaje a Alejandro Sahoud » Por autores ultraversales pág. 16 Reseña » Tinta China » Por Roberto Quesada pág. 18 Poesía » Volver a sentir / No bastan / Distancia / Esas marcas » Por Ruffo Jara pág. 20 Prosa » La abuela » Por Juliana Mediavilla pág. 22 Poesía » De: A partes iguales / De: El último deseo / Tú sabes que te debo... / De: El último deseo » Por Vicente Vives pág. 24 Entrevista » Mirella Santoro » Por Rosario Alonso
Ilustración de tapa Ovidio Moré Autores que aparecen en esta edición Arantza Gonzalo Mondragón Enrique Ramos Gavrí Akhenazi Gerardo Campani Héctor Reyes Juliana Mediavilla Mariví González Miguel Ángel Palacios Mirella Santoro Ricardo Esteban Fernández Ricardo López Castro Roberto Quesada Rosario Alonso Ruffo Jara Silvana Pressacco Silvio Manuel Rodríguez Carrillo Vicente Vives Sitio web http://revista.ultraversal.com
cc 2016 Revista Ultraversal está bajo una licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 internacional (CC BYNC-ND 4.0).
pág. 28 Poesía » Un año más o menos / A Rogelio Oficialdegui, in memoriam / Viajar con lentitud / Lunático que fui » Por Ricardo Esteban Fernández pág. 30 Prosa » Fiebre / Cavilaciones » Por Mirella Santoro pág. 34 Poesía » Si llorar eso y esto / Hay para qué / Sigo siendo / Vivir de cerca » Por Silvio Manuel Rodríguez Carrillo pág. 36 Reseña » Color Sepia » Por Arantza Gonzalo Mondragón pág. 38 Prosa » Esos lugares que quedan lejos del corazón / De historias para no dormir y otras vellocidades II » Por Gavrí Akhenazi pág. 44 Poesía » Por un buen recuerdo / Prioridades / Contigo es más fácil / Me da lo mismo » Por Silvana Pressacco pág. 46 Humanidades » Hipótesis provisional del pie quebrado » Por Gerardo Campani pág. 48 Artículo » El qué y el cómo en los textos literarios » Por Juliana Mediavilla pág. 52 Poesía » Qué queda de ti I, II, III & IV » Por Ricardo López Castro pág. 54 Artículo » La metáfora » Por Enrique Ramos pág. 60 Poesía » Haikúes » Por Miguel Ángel Palacios
Por Rosario Alonso
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N
escritor que se precie debe tener su estilo propio,
o sea, un sello distintivo que no resulte una copia del estilo de otro autor. Es lógico que en los comienzos se produzca cierto mimetismo con los autores de referencia y, por esta razón, los trabajos presenten ese aire a “esto ya lo leí”, pero eso forma parte del proceso de aprendizaje donde paulatinamente, al afianzar conocimientos, se irá logrando una voz con mayor identidad. Esto suele ocurrir hasta tal punto que incluso si el escrito no apareciera firmado podríamos reconocer a su autor por los rasgos inherentes a su forma de expresión. Pero no caigamos en la trampa de pensar que logrado este estilo único e inconfundible los trabajos tienen necesariamente que ser buenos; aquí el talento tiene mucho que decir pues también se puede reconocer a un autor por la mala calidad de su obra. En este punto muchas veces el cine ha contribuido a elevar el nivel de una pésima obra literaria que, trascurridos años y años, sigue ocupando un buen puesto en las estanterías de cualquier librería. En cuanto a la poesía, surge una corriente que avanza cada vez con más fuerza por las redes sociales, y que, cargada de snobismo, apunta en la dirección del “todo vale”, anclada en la creencia de que innovar consiste en componer obras llenas de palabras malsonantes, en cortar los versos aleatoriamente, o en apelar a construcciones sintácticas que pecan mucho más de desconocimiento que de novedad. Estos autores, normalmente, carentes de autocrítica, ignoran que para romper las reglas hay que conocerlas y que es necesario labrarse un criterio sobre lo que es gato y lo que es liebre porque en caso contrario quedarán anclados en ese estilo de tercera. En Ultraversal pretendemos que cada autor logre expresarse con voz propia, o al menos que alcance su techo para desenvolverse de una manera digna, tanto a nivel teórico como práctico. Unas veces el proceso de consolidación es rápido y otras más lento, pero siempre edificante. Pensando en ellos, en los que empiezan, resultan muy útiles las lecciones de preceptiva que vamos incluyendo número tras número. En esta ocasión, igual que en las ediciones precedentes, ofrecemos una amplia diversidad de voces. Espero que sean del agrado del lector. ◣
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Por autores ultraversales
Homenaje a
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El día que me sangre la boca por tu nombre llegará el fin del mundo llegará como llegan las cosas presentidas con una carta, un rito, un último hundimiento. Se hará, quizás, de sangre mi saliva y sangre correrá despacio hecha sudor o lágrima o esperma quizás también insulto por todo lo sangrado anteriormente. Pero no importa el borde de las cosas. Solamente ese fondo a corazón abierto es capaz de cavar la tumba con sus uñas y liberar un pájaro que no quiere vivir en este mundo absoluto y ridículo. Que me lleguen las venas a la boca el día que me corte los labios con tu nombre y la lengua y el alma y los testículos. Y me castre por fin las ganas de estar vivo donde no sirvo a nadie. Si me muero en tu sangre algún crepúsculo ... odio los crisantemos.
Gavrí Akhenazi
Y ahora ¿qué me queda? Vagar entre tus cosas como un fantasma blando que arrastra su sollozo entre tus versos tus libros, tus canciones, tus nostalgias y la mía, de vos, eternamente. Qué me queda del día de las risas más que este gesto amargo pintado con cenizas y con niebla de pájaros que huyen hacia nadie. Otra vez amputada luciendo este muñón de carne viva que espera en un alarde de estoicismo por otra cicatriz que no se forma. Al final, soy toda cicatrices. ¿No te das cuenta que es terriblemente idiota morirse sin cumplir cincuenta años? Pa...maldita tu ocurrencia.
Eva Lucía Armas
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Quién hará del desierto un vergel de vocablos ahora que negándote a tí mismo me adelantas un mar de soledades. Quién, que no seas tú, mi Señor de los Tristes, me gritará en los ojos, mientras calla la eternidad entera. Me vas a seguir dando aunque sea un suspiro, una arcada, un ahogo, la apertura del ojo a la mañana herida, un pensamiento lúcido, un instante de rebeldía endógena que entronque con la médula del aire que te une a nosotros en la ausencia final. Ya lo ves, porque sé que lo ves, me guardo las promesas, las lealtades todas, tu boca de cristal que lleva tantos días jugando al escondite con la muerte con tal de seducirla, como a mí, como a tantas, que cruzaron tu vida hipnotizadas por esa voz caliente de tragedia. (Pobre muerte, ma vie, no sabe con quién juega). Yo sigo en Vendavalia y no tuerzas el gesto que no pienso ejercer de plañidera (siempre te dieron asco las lloronas que no ponen remedio a sus desdichas). Hoy no ha salido el sol y se me agrisa el alma pero oyendo tus pájaros, te siento, así que ya lo sabes, queridísimo loco —esta vez no te sales con la tuya— para mí no te has muerto.
Morgana de Palacios
Eterno Requiem. Ahora mismo quisiera recitarte poemas como entonces. Ver caer sobre el mar aquella lluvia que calaba tan hondo en nuestros cuerpos. Poder tomar tu nombre entre mis manos y grabarlo sin prisas en mi piel cuando duele el poniente de febrero. Ahora mismo que pronuncio tu nombre como un salmo la creación entera se pone de rodillas para abrirte el hueco que merece tu universo. Mis manos balbucean y siento que el amigo es un requiem eterno que me llora por dentro. Y me quedo callada mientras sigo buscando los porqués a esta nueva manera de perderme contigo en el recuerdo. Pero sigo buscando el rayito de sol —como decías— con palabras que nacen de lo hondo y edifican por dentro el corazón. Vivirás siempre en mí por llevarme la mano en el camino. Jamás estarás muerto. Firmado y rubricado por tuamigadelalma de los ojos azules
Isabel Reyes
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Horacio, Salvador, dos veces Alejandro, y Aragón, y Sahoud, y Ángel de la Niebla, y Zugzwang, cuántos nombres, cuántas formas distintas de nombrar al amigo, de llamar al poeta. La tinta gris del chat, la tinta azul del foro, el avatar heráldico que le regaló ella; el escueto discurso de las charlas nocturnas y la prodigación en sus mejores letras. Registros, los registros en tus discos a salvo, registros en la Red —al pulsar de una tecla— de la alta poesía, de la prosa sangrada, de la flagrante crítica que derriba y enseña. Me llevo otro registro (y yo soy el soporte), el registro más hondo y el que más me consuela: la huella memoriosa que al pasar por la vida algunos pocos hombres en el alma nos dejan.
Gerardo Campani Muerdo túnicas en el silencio al extirpar una palabra de todas tus sombras, bajo pliegos de auras sobre lunas y soledades. Enlazo en las estrellas su letargo a tu ausencia, para colgar al hombro esa luz sin tus ojos, esas semillas de alientos y esas raíces de tus dedos. Ahora con lágrimas de ríos, abro los caminos del alma entre el lodo y las huellas, quizás pintando un embrión de tus versos en un poema, quizás para llegar a mis labios y dejarme mudo de asombros.
Leo Fabián Zambrano
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Comienza aquí tu luz. Aquí comienza el eco de tu voz en los paisajes como un grito sin fin en el recuerdo.
Es duro ser escéptico cantas tu dolor en un violín que sangra
Comienza aquí la historia no contada,
de las cuerdas
el final nunca escrito en los andenes donde alzaron sus vuelos los pañuelos. Tuvo que ser así, con tanta magia demoledoramente redimida
que lo engrandecen.
Héctor Michivalka
labrando sin cesar en las llanuras los últimos ocasos de febrero. Tuvo que ser así, como fue siempre que inventaste en un verso las estampas que se quiebran al bies de los cristales, mientras pasan los trenes del invierno.
Enrico Espino
A golpes de badajo que al luto nos congrega va la tarde morada y las palabras secas y los ojos mojados mas el alma serena y el corazón alegre porque te siente cerca, que no nos has dejado que eres polvo de estrellas que se posa en nosotros y en nosotros se queda. Yo no quiero llorarte, hacer de plañidera; trascendiendo la vida vuelves tu vida eterna y poco a poco, amigo —será corta tu espera—, a golpes de campana con las puertas abiertas nos irás recibiendo cuando llegue la fecha que habrá de reunirnos para escribir poemas o todas esa prosas que nuestras vidas cuentan. ¿Qué más puedo decir para burlar mi pena, para que no se note que todo esto es tristeza?
Idella Estevez
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A retazos. Sólo con la palabra. Con un nombre quizá envolviendo la música. Con un cuchillo hondo, plenamente clavado más allá de la sangre. Con los ojos del hijo que le arañan donde crece la vida, camina en el perfil de las horas. No hay tiempo cuando Alejandro viene y va y aún vuelve y gira entre verbos y espacios consagrados y entre amaneceres totalmente dispersos como su voz ahora, como su mano ahora; al igual que sus labios, que ya son nuestro enigma y son nuestro silencio y nuestro son y el canto que nos mostró en la sombra. Y con él nuestros pies, dibujando su arena, y nuestro lloro, un río, donde se lava entero de esa muerte maldita que le muerde; y así, con nuestras flores, se dibuja parterres en la carne y le brotan olivas de los ojos y un madrigal de pájaros le anida entre las cejas. A retazos, partiéndose, donándose de nuevo como hizo en la vida, y siendo nuestro amigo hasta el fin de los mapas y las leyes.
Dolors Alberola
Contemplo las espigas del alba: el viento las mece sin ti, ágil canto ido en la prisa de las horas; haces que germinen lirios en mis ojos, me vistes de madreselvas y corales, me alistas de armaduras y de guerra. De espaldas al cielo que me ignora siembro flores en tu lecho, mis brazos buscan tu soledad inagotable. Te faltaban por contar tantas estrellas... Pesadas piedras de mi mente: molino que rueda en un ayer de memorias circulares. Busco, en su doliente girasol, el dulce timbre de tu voz de bronce, la liviana herramienta de tu abrazo. Bello ingenio —antifaz del tiempo—, mueres, y aún así vence tu ausencia. Humedad terrosa y fértil, guardiana de sueños duraderos, muéstrame hacia dónde se marchó en silencio. Ando tras la huella de sus pasos mortales.
Antonio Rojas
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Dónde estarás ahora? Cómo encontrarte si la luz que iluminó esa ruta siempre fue tu mano extendida? Nos ha embargado tu frío al reunir tus recuerdos. Dónde estará tu voz? El silencio, que reclama tu nombre, al acercarse a nosotros se nos ha ahojado en la mirada. Es irreal la noche, pero parece buscarte. Hacia atrás hemos mirado. Es que tal vez, tan sólo, te has detenido un momento viendo sonriente cómo nosotros verificábamos si nuestros pasos, alguna vez, serían tan grandes como tus huellas. Ven, amigo, ha de quedarte algún poco de tiempo sobre los hombros. Continuemos juntos el viaje.
Edwin Solano Reyes
Escribo poquito a poco cuando la risa se espera cuando se aleja la pena cuando del alma las voces hacen nacer el poema. Escribo desde la sombra de un álamo en la pradera de una nostalgia en la hierba de alguna una luz temblorosa si las lágrimas se espesan. Si muere la primavera si el amor ya no está cerca si mirando hacia mi izquierda el tuntún de unas esquinas vienen y me traen fuerza. Más quisiera morirme escribiendo un poema como escriben los buenos, los valientes, los poetas. Como Alejandro y Villena yo quisiera morirme… como muere un poeta.
Gloria Forasté Giravent
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Ojalá que las hojas resbalen por tu cuerpo cuando caigan para que así las puedas convertir en cristal. Ojalá que la lluvia regrese a ser milagro que baja por tu cuerpo. Ojalá que la luna vaya pronto a por ti. Ojalá que la tierra te devuelva los pasos. Ojalá que retorne tu mirada constante, tu palabra precisa, tu sonrisa perfecta. Ojalá pase algo que te traiga de pronto: una luz cegadora, un disparo de nieve. Ojalá por lo menos que me lleve la muerte, para no verte tanto, para no verte siempre en todos los segundos, en todas las visiones: ojalá si pudieran tocarte mis canciones Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda. Ojalá que tu nombre no la olvide mi voz Ojalá las paredes retengan tu sonido de camino cansado. Ojalá mi deseo se vaya tras de ti, a tu nuevo gobierno de difuntos y flores.
Teresa Vento
No sé por qué te cuento si tú lo sabes todo sobre estas cosas, pero de vez en vez, de tarde en tarde, me dan ganas de venir pausadamente —como una insidia— para dejarte un fárrago que ya conoces. Quizás, te contaría, que aquí vuelven las voces extranjeras para llenar mis playas de bellas sombrillas de colores, de pieles blancas en los bares, de expuestas damas entre las dunas o te diría, aunque lo sabes, que alguna vez [subrepticiamente] regreso a tus lugares y sin pensarlo te escribo en los cristales algunos fárragos por si fuera que fuese que no estés haciendo nada y te distraes.
J. Azimut
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Torrenteras sin cauce bañan hoy los cristales más profundos, los espejos que aún traduce el alma porque la pena rueda más allá del hueco de tu ausencia, cuando paseo por tus versos y, sin alzar la vista, me muerde la impotencia del tiempo adormilado, punzante sentimiento que buscando las huellas del silencio te nombra y al hacerlo me dice: no esperes más palabras, están todas aquí. Leo, leo y te leo... Y al levantar la vista, presiento la gran fiesta que han de tener ahí, al otro lado.
Ahora me pasa que no hallo palabras
Alcya Miguele
en algún extremo loco de geografía literaria
que no estén significadas que contenga tus pasos y los de esta música. Va dejando una estela en tu perfume —adviertes— como encargándote de que no exista el nunca en que te olvide. ¿Acaso puede un corazón desoír ese pálpito de folcklore, sonata o jazz que le ha respirado más allá del infinito nombre en que te quedas amigo, hermano, padre, poeta amado? porque para mí no habrá suficiente música con que interpretarme en un ¡Gracias! y ser tu farfallina sul fiore di sangue.
Solange Schiaffino
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Llora el bandoneón y llega un rumor de tango dulce y lastimero como un poema de amor inmortal, hermoso y frágil como un recipiente de alargado cuello celeste… Infinitas cosas lo evocan y él evoca infinitas cosas. Y llora el bandoneón por el guerrero que duerme. Y era de barro y era de viento y la palabra sangraba belleza en su pluma eterna. Sacó oro del estiércol, amor del odio y nobleza de la inquina. Era sobre todo, un levantador de almas. Se han quedado solos todos los pájaros. Se han quedado más solos Los Solos.
Arantza Gonzalo Mondragón
Por Roberto Quesada
Un libro de Héctor Reyes
Consíguelo en: www.lulu.com
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esa "bonsaica" (si se me permite inventar palabras) poesía japonesa.
Título: Tinta China Autor: Héctor Reyes
El lector se prende ante la Tinta China de Hector Reyes, y después no importa si es tinta verde, azul, blanca o roja, sino lo certero de
Publicado: 6 de enero de 2014
sus dardos, ya sea cuando aborda la desilu-
Género: Poesía
sión, por ejemplo:
Edición: Primera Editor: Héctor Reyes Editorial: Lulu Páginas: 77 Encuadernado: Libro en rústica con encuadernación americana Tinta interior: Blanco y negro Peso: 0.36 lb
No creo En la mala suerte Ella insiste En creer en mí O en el amor, a veces confundiéndose con sutil humor:
Amor... En tu piel aprendí el Braille.
Dimensiones en pulgadas: 6 de ancho x 9 de Y lo que es una constante, la reflexión, la
alto ISBN: 9781304867414
búsqueda en sí mismo que a la vez somos todos, toda esa especie humana, la que utiliza el cerebro aunque no lo vea, en el constante desafío no de preguntarse sino el difícil reto
Poemas breves, de vida, filosofía, esperanza, etc.
de encontrar a veces respuestas y asumirlas
Sarcásticos, irónicos, profundos y humorísticos;
sin flagelarse por andar buscando lo que no
aforismos, frases cortas, reflexiones que se leen
debía. Tampoco escapa esa clase ya estigma-
de un suspiro y causan suspiros en cadena.
tizada, sobre todo en nuestros países tercer-
Un bosque de bonsáis.
mundistas, la política, que no hacen política sino que ˜polisaquean" a nuestros pueblos y así los presenta Reyes:
No le hables con señas a un político Porque creerá que ya lo descubrieron. O
me gustan las sorpresas, pero exis-
ten. Y una de ellas es el descubrimiento de un nuevo escritor, poeta sin duda, Héctor Reyes, quien me tatuó con su Tinta China, y eso que tampoco me
Y aunque no creo, ni me gustan las monarquías, no me queda sino quitarme el sombrero ante este libro Tinta China de este que no salió singular sino plural, Reyes, Héctor Reyes. ◣
gustan los tatuajes. Su libro Tinta China, divisado desde mi perspectiva, lo sepa él o no, sin duda que se desprende de los breves y fulminantes Haikú,
Roberto Quesada Ozone Park, Nueva York, 26 de febrero de 2014
Por Ruffo Jara
No creí que volvería a estar enfrente de ti dibujando historias en mi mente, colgado de un planteo imaginario, dudoso, pero tan real en mi sangre, mientras tú abrazada a tu guitarra, vibrando las cuerdas en antiguas melodías,
No bastan las cosas que crees suficientes,
me devuelves a un pasado
cuando lo que haces no roza
del que nunca salí del todo ileso.
el precipicio de lo imposible.
Es así
No bastan los momentos vividos,
que miro a través de mis temores,
cuando lo que el corazón reclama
de mis heridas secretas que no adivinas
es morder el polvo con violencia,
ni en tus sueños más lúcidos,
a fuerza de insistir y agotar las posibilidades.
de mis ansias por alcanzar un pedazo de lo que a ti te roza
No alcanza con decir un nombre que te incluya,
en esta desavenencias de destinos
cuando estás imposibilitado
que marcan el ritmo de nuestros pasos,
de encontrar el tuyo propio
en donde ya no sé si eres tú la que se aleja
en la maraña de ecos que te perturban,
o soy yo el que se marcha.
ni bastan los adjetivos, los pronombres, los verbos, si el predicado pierde conexión con el sujeto de tu llama eterna. Tampoco bastan las heridas de una emoción pasajera, desde que eres incapaz de sangrar por dentro, y aun así, recomenzar otra vez, ni romperte en mil pedazos, si no puedes reconstruirte en el día a día de tu constante caminar. No basta el hastío de las lamentaciones, si no te decides a marcharte para permanecer, ni ganar soledad para generar compañía. No basta la torpeza de perder para caer, cuando desconoces que la derrota la podrías convertir en victoria. No bastan.
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Al fijar en un punto mi mirada puedo ver la distancia que divide el dolor masticado en soledad, de lo que se desprende de esas cosas tan nuestras, que aunque extrañas entre sí, se parecen. Siento lo inalcanzable y el anhelo interior de seguir, aun al precio cruel de abandonar uno por uno todos mis arraigos en el altar de cada huella sobre la arena.
Esas marcas que llevas en las manos y que muy pocos sabrían leer,
Y a mitad de camino
no fueron consecuencias de andar por ahí
entre lo que fue y lo que no será,
cazando vientos en tardes de lluvia.
sabiendo que transito un viaje interminable, percibo el brutal ritmo, el que ha sido forjado
Más que nada, más que todo,
por nuestros prisioneros, que amos de nuestras penas
ellos se plegaron a ti porque eres
necesitan mostrarnos lo que aún no alcanzamos,
más que un simple recuerdo que se autoalimenta.
que con lejano grito impulsan a cruzar
De ser, polvareda que se levanta,
el desierto y la noche más oscura,
espinas que se clavan y tiempo
el frío y el calor,
como eterno devenir.
el cansancio y la sed, para dejar de ser tan sólo sensaciones
Nadie lo ve, todos lo sienten,
y erigirse inmutables en partes de la puerta
el azul de un crepúsculo cuyo sol
por la que pasaremos desnudos ya de heridas.
ha perdido su pigmento, para cedértelo a ti, a tu espejo de plata incorruptible que refleja el oro de tus mil pétalos solitarios. Me rompe, me despierta de este sueño imposible, de esta soledad que bebe de una lejanía de frío que desmaya su alma de tumba y silencio. Muero hasta que me ves y me tiendes esas manos, esas marcas, ese tiempo, esa forma definida por contornos de geometría antiquísima, y entonces no sé lo que en mí nace.
Por Juliana Mediavilla
A
abuela Severiana era bajita y
bien plantada. Vestía a la vieja
suelo, descubriendo apenas unos pies diminutos.
usanza, con su chambra y su to-
Debajo de la chambra la abuela llevaba el
quilla y sus interminables sayas
justillo, que solía colgar en el cabezal de la
bajeras y encimeras. Un elemento
cama cuando iba a dormir y que se colocaba
esencial en su indumentaria era el
laboriosamente por las mañanas, estirando
pañuelo, prenda que solo se quita-
las cintas una y otra vez hasta juntar los ex-
ba para dormir. Atado debajo de la barbilla,
tremos de la prenda.
caía airoso por detrás formando un pico a la
La abuela vestía de negro y tenía, eso sí, su
altura de la espalda, con ligeras variaciones
ropa para los días de cutio, de un negro api-
que dependían del humor de la abuela: hacia
mentonado y desvaído, y la ropa que se ponía
atrás cuando estaba de buen talante, descu-
las fiestas de guardar y que solía meter otra
briendo su frente ancha y la raya que separa-
vez en el baúl cuando venía de misa.
ba simétricamente las dos mitades de su pelo,
En su cara redonda, destacaban la nariz
pero en los días de migraña, echado hacia
respingona y los ojos claros salpicados de
delante, formando una especie de visera en-
motitas negras. En la boca le blanqueaba co-
cima de los ojos, detrás de la cual se parape-
mo único superviviente un diente que había
taba sin decir ni mu hasta que se le aclaraba
formado un surco en el labio inferior. Los
la jaqueca.
otros dientes los había perdido la abuela en
Esta dolencia le venía a ramaladas y coin-
su juventud, siendo moza de labranza en un
cidía –según ella— con la aparición de “La
pueblo por detrás de La Campiña: una mula se
Caballería” en la Campiña, unos nubarrones
los mandó al tragadero, esta era la expresión
blancos que se encaramaban en las monta-
de la abuela cuando lo explicaba, como si aún
ñas y traían con ellos un ventarrón seco y frío
recordara el impacto de la coz: “No sé cómo
de mil demonios. Así que “La Caballería”, el
no me quedé en el surco” –decía. Pero sola y a
viento y la jaqueca de la abuela estaban en
mucha distancia del pueblo, se lavó en un
estrecha relación y aparecían y desaparecían
cubito, se apretó la boca con el pañuelo para
simultáneamente. Un delantal remataba la
impedir la salida de la sangre y no perdió el
vestimenta, atando su cintura breve y per-
jornal.
diéndose en lazadas en los innumerables
Su carácter férreo y voluntarioso permane-
pliegues de las sayas que llegaban hasta el
ció incluso cuando le cogió la chochera y
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contrastaba con una ternura enfermiza y
A la abuela se la llevaban los demonios: “¡Re-
desmesurada que sentía por nosotros. Aco-
diós!” Hacerle eso al chico…” Déjelo, cosas de
bardaba a mi madre, menos enérgica por na-
muchachos –decía mi madre. Había una bue-
turaleza, e incluso a mi padre que nunca se
na nevada y no acostumbraba a salir cuando
atrevió a volverle los ojos. Fue, mientras vivió,
el suelo estaba poco seguro, porque andaba ya
el mejor aliado que tuvimos; era como tener a
muy torpona, pero no pudo aguantarse y bajó
alguien que siempre estaba de tu parte, in-
la cuesta del juegopelota con las manos en
condicionalmente. Y si alguna vez a mi ma-
jarras; al final de la calzada, patinó en el hielo
dre se le escapaba la mano, porque éramos
y no fue capaz de levantarse; la trajeron a ca-
todos de la piel del demonio y la volvíamos
sa entre dos hombres y estuvo enyesada el
loca, salía la abuela: “¡Madrastrona, que eres
resto del invierno. Luego vino lo del paralís:
una madrastrona! ¡Me valga Dios…! Parece
un día vistiéndose se quedó paralizada de
mentira que los haigas parido” Y nosotros,
media parte y mal que bien se fue defendien-
parapetados tras las sayas de la abuela,
do, aunque mi madre la tenía que peinar y
cruelmente conscientes del poder de sus in-
vestir. Al año siguiente le repitió y ya no se
tervenciones, minábamos una y otra vez la
movió del sillón de mimbre. Allí junto al fuego
paciencia de mi madre.
pasaba la abuela horas y horas, golpeando
La abuela Severiana era miope, aunque
rítmicamente el suelo con el pie derecho,
nunca llevó gafas ni la vio un especialista, eso
produciendo un ruido acompasado en las
no encajaba con ella. Tuvo siempre una
maderas viejas que solía acompañar con una
atracción irresistible por la letra impresa y
especie de cantinela ininteligible, algo remo-
leía todo lo que encontraba, acercándose a las
tamente parecido a una nana. En los baldosi-
letras hasta taparse prácticamente los ojos.
nes del fogón, frente al sillón de mimbre,
Los periódicos llegaban al pueblo con el
dormitaba el gato hecho una bola y, cuando la
consiguiente retraso, pero la abuela los leía y
abuela interrumpía el ritmo parando su pie
releía sin importarle la mayor o menor actua-
derecho, abría los ojos como si la vigilara.
lidad de las noticias. Estaba al tanto: “Hoy no
Luego, a los finales, la lengua se le empezó a
ha venido el papel “, decía, y repasaba el del
entorpecer y apenas hablaba. Mi madre tenía
día anterior o las hojas con que en la tienda
con ella cuidados especiales (entonces para
nos envolvían el género, ya fueran del “ABC” o
comer plátanos o pescadilla había que poner-
de “El diario de Burgos”.
se malo), pero la abuela, cada vez más inape-
Con lo del paralís se le acrecentó la miopía;
tente, se guardaba los plátanos y las galletas
a nosotros nos distinguía por instinto, pero
en los bolsillos del delantal y, adosada al
cuando la sacábamos al sol en el sillón de
sillón, nos buscaba con la mirada para
mimbre y las mujeres se acercaban para pre-
dárnoslos cuando escapaba del control de mi
guntar: “¿Cómo andamos, Severiana?” solía
madre.
decir cuando se iban: “Pues velay que no la hi conocido”. Antes de lo del paralís, se rompió un brazo y
Un invierno se llevó a la abuela y, durante mucho tiempo, me dio respeto entrar en la cocina y ver su sillón vacío junto al fuego.
desde entonces ya no hizo nada bueno. Un
La abuela Severiana murió hace muchos,
día llegó el Pedrito sangrando de la escuela,
muchos años, y todavía desfila por los sende-
con un desgarrón en la oreja, de un mordisco
ros del recuerdo dejando tras sus pasos dimi-
que le había dado un muchacho del tío Vidal.
nutos un leve susurrar de enaguas. ◣
Por Vicente Vives
Era como mi sombra y me miraba oscura desde el centro a la cabeza. Enroscándose donde el miedo empieza, a la muerte que soy me recordaba.
Mañana volveré para enterrarme vivo y volveré con esa tierra nueva
Hecha de negras voces me llamaba
con olor a humedades y a verano.
—arrodillado yo como el que reza— El color de sus manos, la pobreza —el odio de su aliento deformaba—
Iniciaré ese rito de apagarme un poco cada cinco de mayo.
Detrás de mí corría y con sus brazos encadenándome se parecía al diablo más feroz y más hambriento.
Topo de mis verdades y ciego entre mis gestos de silencio, cavaré hasta retener las sombras
Su cuerpo era mi cuerpo hecho pedazos
de lo que fuimos.
y mi sangre sobre su sangre olía a la piel putrefacta de su aliento.
Mañana, ni la Luna descubrirá mis buenas intenciones. Será profundo el hoyo donde seque mis lágrimas. Y en mi caparazón de hierro y cubierto de oscuridades y acurrucado descenderé a tus abismos para poder amarte hasta las noches. No creo en los deseos por eso los escribo sin guardarme los envoltorios. Te creo sólo a ti porque escuchas y callas sin boca, ni nariz, tapándote los oídos con los huesos que te quedan. Me creo solo a mí porque sin conocerme Soy lo único que reconozco.
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Tú sabes que te debo un pedazo de mí y otro pedazo de ambos. Yo no te pido nada pero quiero asumir tu voz de medianoche y quiero que lo intentes por ti aunque susurre, otra mirada ajena a la que nos define. Para mí sigues siendo ese fugaz poema de diminutas alas y una palabra a tiempo y una verdad a tientas, vivida desde el ser que nos proscribe. Atado a tu garganta te gritaré mil veces, no importa dónde estés o hasta cuándo y si la vida busca una luz en tu ombligo, será porque en su fondo nació cualquier mañana ese eterno rugido grabado a fuego, entre las dos mazmorras de los ultraversales. Naciste aquí blandiendo tus espadas y vivirás aquí por mucho que te alejes.
Hay sangre que te hiere y muertos a decenas en tus ojos, y tristeza y olor a desengaño en tus pobres caricias. Te niegas a vivirte como un escarabajo entre desechos y me pides que sueñe y que decida entre tu risa imbécil y mi carne invencible. Hoy puede que no lleguen mis manos a tu vientre y puede que me ría hasta de ti, y no lo haga contigo. Juzgarme a mí callando resulta tan gracioso como partirte el alma con tu acero de estúpidas certezas. No me vengas con eso y ríete del tiempo que te queda perdido en el espacio de tus ojos. Riámonos del calco de tu espejo y de cada segundo entre segundos y vívete y olvídame
Por Rosario Alonso
“Siento a la literatura como la expresión artística más completa”
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Mirella Santoro, una italiana nacida en Parma y que en la actualidad vive en Buenos Aires, le gustan las cosas sencillas. Ella sabe cómo sacarle punta a los sentidos y por ello nos comenta el placer que le supone caminar al atardecer por callecitas arboladas y solitarias, leer mientras toma un cappuccino en un café, mirar el río y la puesta de sol desde el balcón, tener largas charlas con amigos, disfrutar de los colores del otoño, escuchar música, bailar. Cosas pequeñas, tal vez, que contadas por ella, mujer de una sensibilidad muy fina, adquieren grandes proporciones. Mirella, que adora la montaña y el mar, se remonta en el tiempo para explicarnos que en una época recogía caracolas, trozos de corales que encontraba desperdigados por la playa y piedras tipo ágatas de las montañas. Una hermosa afición, sin duda. En cuanto a las películas le gustan todos los géneros menos el de terror. Es una mujer inquieta, a la que le gusta aprender cosas nuevas. Nos comenta que su última afición es hacer videos, y os aseguro que están muy bien realizados. Aprendió hace poco con un programa de escasas posibilidades que le sirve para aguzar la creatividad y además le resulta muy terapéutico, nos dice. También se dedica al dibujo, la escultura y la fotografía, pero por encima de todas sus aficiones, ella, una prosista de gran altura, nos asegura que al escribir es cuando se siente más plena. Mirella es sincera, afable, se la percibe cercana. Por ello no me extraña descubrir que entre las cosas que le disgustan se encuentra la falta de solidaridad y la mentira. Nos confiesa que le desagrada, al igual que el caos de la ciudad o el calor excesivo del verano, “sentirse a veces tan sapo de otro pozo”. ◣
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1. ¿Qué es para ti la literatura?
policial negro, el cuento fantástico, el relato
Nunca me hice esa pregunta, tal vez porque la
costumbrista. Con el tiempo mi búsqueda fue
literatura entró en mi vida desde muy peque-
cambiando, me pulí, aprendí a tener una voz
ña, en un proceso natural como el de respirar
menos “desafinada”.
o dar los primeros pasos. Simplemente era —y
Creo que el elemento en común que aparece
es— algo vital para mí. Siento a la literatura
en muchos de mis cuentos es el atisbo de un
como la expresión artística más completa, es
mundo mágico en la realidad cotidiana.
un modo de conocimiento, un estímulo para la reflexión. Involucra a la mente, mueve las
5. ¿Y tu poesía?
emociones, despierta el espíritu, imagina o le
Casi no escribí poesía, le tengo demasiado
busca un sentido al mundo.
respeto y me muevo más suelta en la prosa poética. En mis escasas experimentaciones el
2. ¿Y la poesía?
énfasis estuvo puesto en bucear en mis pro-
Es el género literario más elevado y complejo,
pios sentimientos y vivencias.
que suele brotar de lo más hondo de uno mismo. Es una forma de vivir y de percibir la
6. ¿Qué influencias literarias han marcado tu
realidad.
forma de escribir? Inconscientemente, casi todos los autores
3. ¿Desde cuándo escribes y qué motivación
que me impactaban y que se renovaban a
tienes para continuar?
medida que conocía otros. En forma cons-
Empecé apenas supe escribir. Pero antes vino
ciente —y con absoluta alevosía— me acerqué
el dibujo, mi primer gran amor. Dibujaba co-
al estilo narrativo de Julio Cortázar, Abelardo
mics inventados por mí y les agregaba diálo-
Castillo, Italo Calvino, Hemingway, J.D. Salin-
gos, textos aclaratorios. Con el tiempo se in-
ger, Juan Rulfo, Clarice Lispector, Virginia
virtieron los papeles: escribía historias que
Woolf, etc. etc.
después ilustraba. Cualquiera de los experimentos artísticos
Pienso que son procesos que se van dando hasta encontrar una voz propia.
que exploré, el dibujo, la fotografía, la escultura, se originaron por la necesidad primordial
7. ¿Crees que un escritor debe estar compro-
de expresarme, de comunicar, probablemente
metido con el tiempo que le toca vivir?
por ser tímida y callada.
Un escritor primero debe estar comprometido
En la escritura es donde mejor pude y supe
consigo mismo y con la vocación de escribir.
volcar mis miedos, las ansias, lo que me apa-
Si lo está a fondo y honestamente, la conse-
siona o lo que detesto.
cuencia lógica y natural será el compromiso
Concuerdo con lo que nos decía Abelardo Castillo en su taller, que el mejor lugar donde
con la realidad que le toca vivir y que reflejará en sus textos.
el que escribe logra comunicarse es en sus textos y los personajes que forja son los que
8. ¿A qué público pretendes llegar?
hablan por él.
Al que le interese lo que escribo, no tengo preferencias. Cuando abrí el blog lo hice con un
4. ¿Cómo definirías tu prosa?
prejuicio: si es que llegan a leerme, segura-
No sabría definirla. Como soy una buscadora
mente será alguna mujer. El primer seguidor
probé distintos géneros: la ciencia ficción, el
que tuve fue un hombre y hubo un período en
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el que la mayoría que opinaba y dejaba co-
las actividades y profesiones, es una faceta
mentarios eran hombres.
del ser humano que ha ido creciendo en estos
Ahora la balanza se ha equilibrado.
tiempos. O por lo menos se manifiesta más abiertamente, quizás por el deseo imperioso,
9. Para ti ¿qué condiciones debe cumplir un
propio de esta época, de exposición y éxito.
escritor para ser considerado como tal? Tener algo que decir y saber decirlo. Tener la
12. ¿Crees que la poesía vende?
vocación, ese “ansia” o hambre, a veces voraz,
En la Argentina ni prosa ni poesía venden.
que lo inciten a buscar palabras para saciarse.
Los escritores suelen tener otras fuentes de
Y, por supuesto, el amor por la palabra. Hace
ingresos: coordinan talleres, colaboran en
falta la dedicación, el respeto, la paciencia
revistas o periódicos, dan seminarios, partici-
para extraer el término justo, el que exprese
pan como panelistas en programas culturales,
cabalmente la idea, la descripción o el senti-
en más de una oportunidad sin remuneración
miento que se quiere comunicar.
alguna.
10. ¿Cuál es tu proceso creativo, te sientas a
13. ¿Cómo ves la literatura en la sociedad ac-
escribir poesía o esperas que la inspiración
tual?
llegue?
La mayoría de los lectores a la hora de com-
No creo en la “inspiración”, más bien en insti-
prar elige “best sellers”, libros de autoayuda,
gaciones tanto internas como externas. Si lo
biografías de personajes famosos o supuestos
de afuera nos incita es porque tiene una co-
análisis políticos escritos por periodistas me-
rrespondencia en nuestro interior. El impulso
diáticos. Si ventilan datos escabrosos esos
más fuerte lo proporciona el dolor y la nece-
libros salen como pan caliente.
sidad de sacar lo que nos hirió. También los sentidos me traen temas. Las imágenes, los olores o el verso suelto de una
Los clásicos de la literatura duermen un sueño injusto en las estanterías, velados con el polvo del olvido.
canción logran desencadenar una catarata de emociones que, en una fase posterior, intento
14. ¿Qué opinas del formato digital con vistas
ordenar más racionalmente.
al futuro?
Como me gusta arquitectar historias, el de-
Lo acepto, como una opción más. Hay que
sarrollo es más largo. Debo encontrar las vo-
adaptarse a los avances tecnológicos actua-
ces de los personajes, en qué tiempo y lugar
les, aunque prefiero tener en mis manos el
suceden los hechos, armar la trama y sobre
libro de papel, con su tacto y su olor particu-
todo encontrar el final, lo más arduo.
lar. Lo importante es que no se pierda el hábito de la lectura.
11. ¿Piensas que hay mucho egocentrismo en el mundo poético o que, por el contrario, es
Mirella, ha sido un placer hablar contigo.
un mito?
Agradezco tu amabilidad y espero que poda-
Conocí a pocos poetas, sí a escritores, algunos
mos repetir la experiencia.
con cierto prestigio, otros apenas conocidos,
Me despido agradeciendo el espacio que me
también artistas plásticos y unos cuantos se
han brindado, el interés por conocer facetas
creen más de lo que realmente son.
mías y desde ya estoy dispuesta para lo que
Pero considero que hay narcisismo en todas
necesiten o quieran saber de mí. Besos, Rosario. ◣
Por Ricardo Fernández Esteban
Cuando se muere un año y nace otro no cambia nada más que el calendario. Eso de que la vida fluye como los ríos es mucho más que una metáfora, nunca es la misma el agua que contemplas ni podrás alterar lo ya vivido cauce arriba. Preocúpate, barquero, por el tramo restante y navega caudales con tu brazo al timón. No está lejos el mar que todo iguala, del que nada conoces, porque nadie retorna por mucho que te vendan paraísos e intenten corregirte con infiernos. Por eso, no te importe una fecha concreta, qué más nos da que acabe en cinco en vez de en cuatro, lo que sí cuenta es que disfrutes de las, ojalá muchas, singladuras que aún ruedan en el bombo donde mora el destino. Un año más o un año menos es sólo una medida y la felicidad, por suerte, nunca supo de métricas. Siempre llega la muerte tras la vida, pero a veces nos roba de repente sin dejarnos siquiera despedida, conjugando lo duro del presente. Rogelio, buen amigo, quién pudiera ponerle alas de pájaro a ese avión, no dejar que cruzases la frontera, volver a oír tu voz y tu razón. Nos queda tu nobleza, tu bondad, esa fina ironía, esa prestancia, buscando mitigar la soledad, queriendo hacer cercana la distancia. Lo que nos queda es mucho, compañero, el recuerdo de todo un caballero.
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Hay que saber viajar con lentitud dejar que los paisajes derroten a las prisas, acortar singladuras, paladear lo bello y disfrutar en paz cada rincón. Dar pasos, no zancadas, parar, hacer un alto en el camino, contemplar y admirar, en vez de ver, y no perder el tiempo en las fotografías. Si aprendes a viajar de esta manera el destino del viaje no será lo importante; en cambio lo serán esas pequeñas cosas, que sólo llegarás a descubrir cuando camines a su mismo ritmo. Lunático por ti, fui hombre lobo o cordero pascual, si lo pedías, mas constato que tú, como la luna, te creces y descreces en pasiones. Hoy toca que estés llena y todo vale, hasta que pronto mengües y los celos te lleven a la nueva discusión que olvidarás, voluble, cuando crezcas. Este fiel selenita, mi lunática, deja de ser satélite de ti cansado de tus fases, el licántropo echa el diente a las otras del astral. Llevas razón, la fiera ha despertado y abandona tu cárcel. De luneo salgo de caza en busca de una estrella y en vez de tibia luz encuentro un sol. Tierno cobijo en cada amanecer que me da rienda suelta por las noches. ¿Lo entiendes, cielo? ¡Cómo no escoger pasión con libertad y sin reproches!
Por Mirella Santoro
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A
mujer, con andar tambaleante, salió al balcón y
apoyó la espalda contra la pared. Hacia el oeste la ciudad se extendía igual que un cementerio, nichos y más nichos se apretujaban como una aglomeración de panteones decadentes. La muerte antes de la muerte. Hacia el este el horizonte estaba delineado por el río: un pálido león recostado bajo las nubes. Un alivio en la grisura del paisaje urbano. La mujer se tocó la frente, la fiebre no había cedido. La brisa de esa primavera inconstante le produjo un escalofrío, sin embargo, no se movió. He llegado a la etapa en que todo me da lo mismo. Lo que no te mata te hace más fuerte. Un avión cruzó el cielo como un pájaro apurado. Acababa de despegar de Aeroparque, dibujó un semicírculo y fue deglutido por el celaje. Ella estiró un brazo y con los dedos arañó el aire. En su percepción creyó que recogía nubes. Es linda la fiebre después de todo, te instala en una dimensión donde todo es posible, que este balcón se desprenda del edificio, atraviese el río y alcance otras tierras. Del otro lado puede estar el país de Nunca Jamás, basta que gire en la segunda estrella a la derecha y vuele hasta el amanecer. O mejor aún, tal vez consiga aterrizar en mi pueblo natal, a los pies de los Apeninos. Entonces estaré bien, me sacaré de encima la nostalgia de algo inexistente, que nunca viví. Se aferró al marco de la puerta. El mundo era una girándula que chisporroteaba luces, colores y, gracias a la fiebre, la llevaba lejos de la cama demasiado grande y vacía que la esperaba del otro lado de la pared. ◣
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E
sentís envejecida y no es solamen-
te cuestión de años. La vida te va diluyendo en matices abstractos. Te empuja hacia adelante para terminar en el mismo punto de partida: una noche de agosto que no querés recordar ni olvidar y que flota en tu memoria como un cadáver hinchado en una ciénaga. Quedó a medio hundir, aún asoma su putrefacción, siempre a medias, no se va y emerge cuando menos lo esperás. Leíste que la rabia es un gran consuelo. Falso. Puede servir al principio, después, si se instala, te carcome como una polilla angurrienta en un canibalismo espiritual improductivo. Como si fuera poco, ahora se le agrega lo físico, que encaraste con un tratamiento no tradicional al que resultaste alérgica: una en un millón y te tocó a vos. Las inyecciones en el abdomen embadurnan su palidez con ron-
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chas enormes, que viran del rosa oscuro al violáceo, duelen, pican e, impertinentes, se estiran por toda la panza. Tu destino sería la cama, un sitio del cual escapás. Tus últimos escritos se refieren exclusivamente a hechos tristes que ocurren en dormitorios. Por eso preferís apoltronarte en el sofá, ubicado junto a la puerta ventana que da al balcón. Desde allí observás la amplitud del cielo, sentada también alcanzás a ver el fragmento del río que no ha sido ocultado por la proliferación descontrolada de torres. Te preguntás en qué devino este blog que el mes próximo cumplirá tres años. De los relatos iniciales no quedan rastros y cada vez más se asemeja a un diario ambiguo de tus estados anímicos y corporales. Tenés la necesidad de compartir virtualmente aquello que nadie sabe de vos en la realidad, salvo esa amiga de oro. Qué pasó con la tana reservadísima, de mirada intensa y sonrisa gentil, que ahora desviste sus emociones en un striptease sin sentido, ni siquiera literario. Expone su miedo, la incertidumbre, la decepción, la melancolía que la conduce de la mano y no la abandona, el escepticismo que nunca experimentó y que ahora la envuelve en un halo amargo. Quién es esta que aparece. No podés escribir sobre otra cosa y te estás planteando la posibilidad de no publicar más hasta que salgas de esta jaula, encuentres temas que te saquen del ensimismamiento y que tu ombligo enronchado deje de ser tu limitada visión del mundo. Hay demasiado dolor afuera como para añadirle tus egoístas gotas de hiel. A través del vidrio comprobás que ha regresado una especie de golondrinas —de la que desconocés el nombre—, que todos los años vienen para esta época. Son pequeñas, revoltosas e incansablemente vuelan en círculos. ¡Ojalá logres escribir algo sobre ellas! ◣
Por Silvio Manuel Rodríguez Carrillo / Fotografía: Arantza Gonzalo Mondragón
No, yo jamás me apuro tan solo voy venciendo pronto al tiempo, talando mi apellido como también mi nombre desde la pena cruda hasta la inconfesable risa rota, como se tala un árbol construido con piedras con sólo gestos mudos.
sobre el muro del mundo lo posible de lo que llega y parte sin ser pleno, y es así que me triunfo del asco de los días sin llorar eso de ser carencia y todo esto de amar sin un destinatario.
Si me digo te nombro sin querer y a conciencia, como lo hacen los solos, desprovistos de un corazón insano como manso, masticando el sonido que no habla y que sueña su canto vuelto carne. Y si te nombro huyo del centro de mis cosas y mis juegos, como si consiguiendo dibujarte logre también callar tanto demonio gritando en mis tobillos su prisión. No, yo jamás comulgo ni con la virgen pura ni con la puta santa ni con la tradición ni con lo nuevo, vomito —simplemente— el escándalo cruel de lo que me rebasa o que me sobra cuando me faltan manos para tocar la piel que más me falta. Y danzo alegremente mi tristeza poblada de granates indecibles cuando siento que el límite me anuda los tendones, y apago por afuera cada uno de mis ojos cuando mi lengua lame el sabor de lo intenso fatalmente encerrado en un beso de fruta que nunca tuvo cifra. Me pierdo del nosotros... pero es así que tiendo sobre mí el alambre de púas que escribe en mis espaldas el ritmo de la luz latiendo entre lo oscuro, es así que yo escribo
Hay un eco en mis manos sosteniendo tu nombre, una tristeza simple acurrucada y muda detrás de mi garganta que se calla el pasado, y una canción tranquila que te imagina cerca. Hay una noche inquieta de calor y bichitos agolpándose fieros detrás del ventanal, un dolor reprimido que sin victimizarme me aleja un poco más de cualquier gesto burdo. Para que así me encuentre con el balance abierto marcando los vacíos que tanto significan y que yo simbolizo desprovisto de formas. Para que nuevamente me acompañe la luna en este juego inútil en el que siempre vences con tu voz que no llega y mi piel que zozobra.
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Yo me caigo fácil y reboto sencillo. Me rompen los dientes en un saludo mientras yo, anciano, mantengo mis ansias al límite de los almanaques. Con un gesto, frase o mirada arranco la alfombra roja del suelo y escupo sobre el ropaje que cubre esa desnudez tranquila que alienta a mierda. Si me compadecen o me admiran es algo que me importa mucho, tanto, como a la mayoría le importa qué siente el desconocido de siempre, —ese que tiene un rostro ignorado y un nombre que no se puede verbalizar—. Me canso y me repongo desde la risa de correr de mí y hacia mí, me repongo y me abastezco de un sueño que tuve y te nombró, con el cuello más allá de las citas que dicen los doctos y que escupen desde el púlpito los no aptos para el fracaso programado. Yo soy dispersión —¿recuerdas?— el grito que desafía a su posibilidad de paz porque en el ego no encuentra destrucción sino al potro más hermoso de domar sin ayuda. Sigo siendo la sintaxis que no se persigna ante las formas que admira impunemente y sobre las que defeca sin posibilidad de lástima. Y en esta pulsión, ridícula, inexacta y precisa
siento que no necesito ni necesité nunca a nadie para desafiar a la estatura del tiempo con la poquedad infinita e inasible de mi boca en tu cintura.
Refugiarse de todos, solo, en uno, en ese que palpita turbiamente el principio de Dios y su destino, desde el primer rugido liberado al sumar impotencias y perfidias junto con luminosas explosiones tras la dura derrota de los doctos. Dejar atrás tejados rotos, sucios y el polvo de las calles bajo un cielo sonriente de dolor y de vacío, las canchas donde el tedio desganado nutre con descarada altanería la cruenta dualidad de los idiotas empujados a un ocio sin final mientras sienten que nada dura tanto como una tarde infecta de victoria. Con el torso desnudo entre murallas empujar el presente hasta el pretérito con pétrea fortaleza y sin pudor, por quebrar con orgullo vanidoso el puente que sujeta las acciones al ajeno deseo de conquistas allí donde no cabe sino sed por despertenecer a lo común. Y vivir estas cosas de más cerca palpando a los opuestos con los ojos como palpa la izquierda a su contraria en el mismo momento en que sin dudas se saben una parte del sentido que quiere gobernar aprisionando el último bastión de lo honorable, la prescindencia recia e incompartible que sostienen los solos con sus manos.
Por Arantza Gonzalo Mondrag贸n
Un libro de Juliana Mediavilla
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conocimiento de lo que significaban los distintos toques de campana, las malas hierbas
Título: Color Sepia Autor: Juliana Mediavilla Publicado: 2015 Género: Poesía Edición: Primera Editorial: Alkaid Ediciones ISBN: 978-84-942649-5-5
A
magia de la infancia reside en que
el niño descubre todo por primera vez, por eso los recuerdos de esa época se graban en la memoria como los surcos del arado en la tierra. Hubo un tiempo en que nos cuidaban, un tiempo donde estábamos exentos de responsabilidad y éramos pequeños dioses descubriendo el mundo. Pero la infancia se va, no solamente por mandato biológico sino por la consciencia del primer zarpazo, el primer dolor del que ya no podemos escapar. Juliana Mediavilla fue una niña de posguerra en un pueblo de Burgos. Su extraordinaria sensibilidad, su sencillez y su dominio de la técnica poética hacen de este libro un paseo emocionante por aquellos años perdidos en el tiempo y sin embargo, perennes en la memoria. Sus recuerdos han despertado los míos porque todos llevamos un niño dentro que se reconoce tomando sopas de leche, mirando las estrellas en agosto o viendo coser a la madre. Inolvidable en la voz de Juliana el primer beso que encendió el amor, las grandes nevadas de entonces que siguen abrigando el recuerdo, la escuela y su crucifijo observador, el
que borraban los caminos, las margaritas rojas, el homenaje a Edmundo. Y la muerte, ese látigo que rompió la infancia, la deforestación de la arboleda. Tras una fotografía en Color Sepia hay siempre una historia que contar:
Detrás está la vida y el instante: sobrevuela la sombra de la guerra que no vivimos impresa en el ambiente, en la calle, en la escuela y en las casas. un río de silencio entre los padres, una herida de ausencias sin retorno, una desmesurada cicatriz. Juliana escribe que no ha de callar su canto porque su madre la parió mujer y la parió poeta. Así sea. ◣
Por Gavrí Akhenazi
“Cuando ellos se conocieron, los dos estaban
Luego ella murió y yo también me quedé so-
solos. La de él era una soledad compuesta de
lo y ya no me fui buscando novias que no fue-
soledad y de violencia. La de ella era una so-
ran para compartir. Toda la vida compartimos
ledad donde acampaba un hambre que des-
todo de una manera natural aunque las muje-
pacio se quedaba sin dientes.
res siempre las proveyó él, dado que con mi
Yo, por entonces, tenía una novia que era
primera elección (y debo decir en mi favor
sólo mía. Él nunca me la disputó ni ocupó mi
que era muy joven) fallé de plano. Nos divor-
lugar porque entendió que la novia que yo me
ciamos –ambos y enseguida– de una france-
había buscado necesitaba de alguien como yo
sa hermosa que se asustó de él y sufrimos los
y no de alguien como él. Se lo agradezco, por-
dos, no solamente yo. Sufrimos, digo, porque
que no llegó a hacerle nunca daño. A su mo-
él se volvió mucho más él después de aquella
do, la cuidó para mí.
herida que recién ahora, luego de treinta años
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se ha curado en nosotros.
re los espacios que la religión ha prohibido.
Esta mujer de hoy es toda suya aunque a
Entonces practicamos el ver cuánto puede
veces ella apele a mí para que imponga la
tener de rabia el sexo y hasta dónde somos
cordura en ambos”.
capaces de llegar al provocar y recibir placer.
Tengo a esta mujer madura y rubia montada sobre mí.
Siempre llegamos lejos, a veces demasiado porque lo nuestro es ver quién es el domina-
Su piel entre mis dientes es la ruta de un
dor y quién el dominado, ya independiente-
canto que se ahoga y, su boca, su boca es una
mente de lo que uno y el otro representan en
vulva y su vulva una boca, y ambas se abren
otros escenarios que no quedan aquí.
con algo de flor ácida, para mi lengua que ex-
Yo soy el más fecundo si ella busca dolor. Y
plora en la humedad. Murmullan suavemente
ella es la más sabia para ciertas torturas con
una pasión grávida que yo he ido olvidando
las que el oficio que ejercemos nos tienta por
en este largo tiempo de no explorarla al borde
igual.
del desastre.
Es buena torturando pero yo como torturado
Ella me llama “mi bestia dolorosa” cuando
soy atroz porque el juego se transforma no ya
busca que el sexo le haga daño. Tiene algo de
en una puja con esa mujer que me tortura,
sadomasoquista su cintura que ya no pueblan
sino conmigo mismo que resisto y así los ro-
hijos y su fuerte cadera leonina, de hembra de
les cambian. Ella se frustra y yo me fortalezco
pradera que anda cazando a un macho por las
una vez más.
sábanas.
Es raro que caigamos en lo convencional de
Sus pechos son macizos y constantes, con
dos amantes que se reencuentran, porque
un sabor ligero a grasa humana que me gusta
nuestra relación es laboral. Por eso me asom-
lamer con lentitud. Lamo y lamo sus pechos
bra cuando esa boca suya, entreabierta y
como masas sudadas, manoseadas y tensas,
acústica, vuelve a quebrar su voz sobre mi
que mis manos estiban en mi boca con juegos
pecho con un: “Te extrañé tanto, tanto. Te
simples que la hacen reír.
amo tanto”, mientras sus ojos lloran.
Ella también me lame. Con su lengua y sus
Yo cierro los oídos y los labios y mastico el
ojos me lame la piel y las ideas, agazapada
quejido como una implosión liberadora de
como un devorador. Tiene ojos densos por los
todos los anclajes, allí, donde esta mujer rubia
que asoma un clítoris mental que mis ojos
se derrumba conmigo en un derroche de
provocan al orgasmo. Mucho hay de mental
cuerpos satisfechos.
en nuestra química aunque parezca toda hecha de piel.
Prefiero no pensar en sus palabras, ni siquiera ahora que ambos respiramos esta cal-
Hay más mente que piel en nuestra quími-
ma sobre la piel viciosa que va perdiendo agi-
ca, como una fantasía que podemos realizar
tación despacio, porque las palabras que esta
más de una vez y siempre a nuestro gusto
mujer ha dicho no están en el libreto ni son
porque ni ella ni yo somos monógamos, aun-
parte del show de los orgasmos, de esos or-
que quizás tengamos algo de endogámicos.
gasmos que provocan que una hembra –a la
Pertenecemos al mismo grupo de desajustados y nos comportamos como tales, en la
cual no amamos– se abra y a pesar de nosotros, nos diga su verdad. ◣
cama y la vida por igual, aunque ella es más formal que yo de cara al sol. Sin embargo, cuando estamos solos, me permite que explo-
De: Animal de tormenta - Los diarios de Aivan Jaid
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Dentro de este lugar el silencio es un inmensurable eco que se hace maquinalmente pulcro en los rincones y ambiguo y anchuroso mientras flota pegado sobre el aire. La elección de hacer las cosas sucias me está permitida en el contexto de la desolación, como a la luz se le ha concedido volverse magia refractando en un prisma. Se ausentaron las moscas y los peces son gotas de alabastro panza arriba, o redondeles de mercurio cósmico, enredado en el moho de un agua podrida por cadáveres. Me lavo los pies en ese charco quieto, donde la bruma verde se ha adherido a la cárcel del vidrio y el olor a abandono trepa todos sus muertos a mi olfato. Dejé morir los peces del demiurgo como murió la luz cuando trabé con maderas las ventanas que siempre dan al viento y abandoné las plantas a un desierto cerrado hecho todo de muebles y sin sol. Profano los recuerdos como un bárbaro. Dentro de la pecera caen lágrimas.
Sólo esta vacuidad. Sólo este ambiguo soporte de destrezas. Sólo la soledad. Sólo lo que está solo en un paisaje solo en el que soy el solo que existe solamente. Hacerme viento. Hacerme Sinaí. Sólo desierto
Después llega lo trémulo. Tiembla la carne que tiembla en la palabra que se vuelve mordible.
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Cárnica boca llena de una lengua tan húmeda como lamiblemente lujuriosa y apenas invisible en esa ocultidad de los recatos. Asesino en silencio ese idioma que niega sus orígenes y se vuelve rebelde, reveladoramente irreversible ante la paradoja de sí mismo sin un consigo acorde ¿O un conmigo? O algún otro un que cruce, con alas inventadas, el puente derribado por la sola costumbre de aquel aislamiento en el que somos libres. Es mejor estar solo que este ser vulnerable en compañía.
La luz se ha derrumbado. Debajo de la luz, soy una sombra que escapa por un hueco. La luz se ha derrumbado sobre mí, igual que la memoria. Anaqueles de luz se han derrumbado con sus libros monótonos encima de mis libros y todos confundidos, somos papeles viejos. Pero no llega el viento a hacer limpieza. La luz no existe más. Tampoco el aire.
Luego vendrá la escoba a poner orden en el sitio impedido de las manos. Barrerá los cerebros que acumulo, el hambre de beber, la sed del daño, la impúdica y reñida mansedumbre de lo que persevera y nunca ceja. El dolor está listo y embalado, pero se hallan de huelga los correos y bajo el brazo pesa su gratuidad, temblando. ¿En qué buzón comprado depositar la ofrenda que agoniza con su propio holocausto entre mis dientes? La luz no vuelve más desde la aurora.
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Le pertenece sólo a las estrellas.
Larga piel de agonía. Subluxación del alma que no se amolda al hueco en que le sobra espacio porque es poca y se retuerce, tratando de agrandarse hacia la vastedad de estar sin nadie. ¿Quién entiende de luz en estas sombras en la que el grito es una flecha opaca y mata ciervos de tela y de peluche? Sólo ambulan dragones de Komodo en la parafernalia de esta boca con más dientes que aquellos de lo humano y una lengua infecciosa como un antro de prostituir ángeles de vidrio. Igual estoy en paz desde el retorno. Toda sombra es aquello de lo impune.
Que todo sea un apagón de sangre. Un sitio de metales que rodean un latido penúltimo y disparan —fiera violencia rota— destiñendo la boca de la carne hacia un cementerio de cerámicos. Que todo sea un apagón de sangre. Una boca deshecha que se abre con hondo estremecimiento muscular y tiembla, precipitada como alguien que corre, boqueando como alguien que gotea su último estertor amurallado y acaba, dulcemente, en un sopor de charco que coagula. La sangre es lo más íntimo de un hombre. Pinto en rojo tu nombre sobre el karma y luego resucito, ya vacío. ◣
De: Pósthomo, Written in black
Por Silvana Pressacco
Me conoces y sabes que me duele dolerte que mis palabras duras son cobardes pues dejan la tarea difícil a mis ojos que siempre me delatan. Nos resulta imposible apagar los incendios de todas las verdades. Nuestro círculo asfixia mientras nos convencemos que es normal que el arco iris pierda sus colores. Ninguno admite frente a frente el desencanto que habita dentro desde que la rutina echó raíces en la tumba de los sueños. Nuestra historia merece ser una buena historia
Mi agenda es un exceso de palabras
por eso mi mirada suplicante
y de cruces severas sobre las ilusiones.
se detiene en la puerta de salida.
Las horas son caudillos que cubren los paisajes mientras se multiplican mis deberes. A veces continúo por inercia agregando renglones, manteniéndome ciega a las señales, con el asombro preso en los bolsillos para no distraerme con otras trayectorias. Las letras de mi nombre se fugaron con la imagen que nunca pintaron los espejos, los años se escurrieron vestidos de uniforme sin conseguir aliados ni una bandera blanca. Elegí estar detrás de la fila de hormigas para llevar el peso que las demás negaban y acopiando basura me crecieron jorobas. Mientras el conformismo siga siendo mi escudo sobrevivo apretando las alas impacientes que anhelan el regreso de mi voz en primera persona. Mi pecho estallará cuando suelte las aves.
45
De pronto las salidas se me esconden detrás de raros muros que crecen en las calles. Mientras el sol burlón se muda hacia el oriente para llevarme repetidas veces a las coordenadas de tu nombre, mi compás sigue haciendo pie en la misma sentencia y el radio empequeñece acercando el infierno. Nunca supe tomar atajos de mentiras y las alas están presas por mi condena.
Hoy estoy triste y de nada me sirves, poesía. Tal vez encuentre versos con metáforas claras para hablar de mi fondo más penoso que hoy presiento, fugaz y fugitivo. Será que estoy cayendo por la garganta inmunda de la impotencia. Mis manos acarician las paredes porque aborté las uñas. Es algo rutinario un viaje sin boleto, y ya me da lo mismo adonde lleva.
Por Gerardo Campani
N
las coplas de pie quebrado no debe
considerarse el concepto de pie como unidad de escansión (como en la poesía griega y latina) ni como en la actual castellana, que supone también una unidad menor (como, por ejemplo, cuando se habla de "pie de rima"). En la época de Jorge Manrique, el concepto de pie era asimilable al de verso, en su sentido métrico. Así lo registra el DRAE: m. desus. Cada uno de los metros que se usan para versificar en la poesía castellana. Entonces cabe preguntarse qué es lo que se quiebra cuando se habla de pie quebrado. Porque el ya quebrado es el verso corto, pero se ha quebrado del anterior largo. ~ quebrado. 1. m. Verso corto, de cinco sílabas a lo más, y de cuatro generalmente, que alterna con otros más largos en ciertas combinaciones métricas. ¿Y por qué cuatro o cinco? ¿Aun tratándose de estrofas octosilábicas? ¿A capricho del poeta? Propongo una explicación. Cuando el verso largo anterior (octosílabo) es grave, el quebrado es de cuatro sílabas. Si los sumamos a ambos, tenemos un dodeca acentuado en séptima. Ejemplifico con el más célebre poema de esta forma, poniendo en la misma línea el verso quebrado:
47
Recuerde el alma dormida, [8] avive el seso y despierte contemplando [12] cómo se pasa la vida, [8] cómo se viene la muerte tan callando [12] Aquí, el verso quebrado mide exactamente la mitad del largo (cuatro sílabas), pero no pasa igual cuando el largo es verso oxítono (agudo), pues al contar realmente de siete sílabas, requiere de una más (cinco) en el quebrado. Ver:
¿Qué se fizo el rey Don Juan? [7+1=8] Los infantes de Aragón [7+1=8] ¿qué se ficieron? [5] Que vendría a ser:
¿Qué se fizo el rey Don Juan? [8] Los infantes de Aragón ¿qué se ficieron? [12] Cierto es que el mismo Manrique no es siempre consecuente con esta norma, pero creo que deben considerarse algunas cuestiones: + que las estrofas en las que no se atiene a lo señalado no suenan tan bien como las otras; + que desconocemos la exacta entonación de la época (casos de distintos recursos o licencias usuales, por ejemplo); + que en 1476 (probable año de su composición) la normativa era incipiente. Supongo que el asunto de cuándo el quebrado es de cuatro sílabas o de cinco estará estudiado, pero no encontré nada al respecto, y por eso me he animado a proponer esta interpretación. Si algún paciente y generoso ultraversal encuentra algo más (y mejor, preferentemente), agradeceré el dato. ◣
Por Juliana Mediavilla
El qu茅 y el c贸mo
49
Quiero desmantelar todos los limbos, extirparle su sílaba a la fe y que la ingenuidad cierre sus piernas de ninfómana virgen. Pero me está costando fusilar a la párvula que cree que una mota de arena puede agarrarse al mar como una isla. Siempre vuelve a confiar en un mayo minúsculo, en el hueso de un pétalo, en verbos inconclusos y en abortos de puentes. Y siempre le despista un sol de humo. No comprendo por qué no muere de una vez esta inocencia, si tiene el cuerpo lleno de disparos.
Mariví González
50
polimétrico que consta
aquí la tercera persona mediante “la párvula”
de 15 versos distribuidos en
que no deja de ser un desdoblamiento del “yo”:
OEMA
cuatro estrofas: dos de cuatro versos y dos de tres. Entre la
Pero
tercera y la cuarta aparece un
me está costando fusilar a la párvula…
verso aislado. La combina-
siempre vuelve a confiar…
ción métrica es de heptasíla-
siempre la despista un sol de humo
bos, endecasílabos y alejandrinos, con un predominio de
La tercera parte que abarca la última estrofa
endecasílabos: 8 frente a 5 heptasílabos y solo
tiene un carácter conclusivo. Encontramos
2 alejandrinos.
una pregunta indirecta, en la que otra vez
Está escrito en verso blanco, aunque pode-
desde el yo, la poeta no llega a entender esa
mos encontrar algunas asonancias, pero su
persistencia de la ingenuidad a pesar de su
distancia no perturba la lectura:
lucha por perderla:
é (versos 2, 6, 13)
é-a (versos 3, 7)
ú-o (versos 9,12)
á-o (versos 4, 15)
No comprendo por qué
no se muere de una vez…
La estructura es por tanto lineal y clara, podríamos decir que responde a las tres par-
La voz poética nos introduce, en primera persona, el tema de su deseada pérdida de la
tes clásicas del texto: exposición, nudo y desenlace.
credulidad, ya insinuado en el título: IN-
Es un texto diáfano que se entiende en pri-
CRÉDULA y reforzado después con palabras
mera lectura, pero es muy rico en recursos e
precisas como ingenuidad o inocencia. No es
imágenes genuinas de la autora, dándonos la
un tema tópico ni en su planteamiento ni en
clara impresión de estar ante un poema nue-
su desarrollo.
vo, diferente como lo es su voz.
Analizando la estructura interna, vemos que
Los recursos más destacados se encuentran
dicho tema aparece ya de forma clara en la
dentro del campo semántico. El poema parte
primera estrofa, con la introducción de esa
de la personificación de la ingenuidad, ya en
primera persona verbal:
la primera estrofa:
Quiero
desmantelar todos los limbos
extirparle su sílaba a la fe
que la ingenuidad cierre sus piernas…
…la ingenuidad cierra sus piernas / de ninfómana virgen
Una imagen inesperada que nos introduce de lleno en el terreno sexual y que resalta aún
Una segunda parte abarcaría la segunda y la tercera estrofa y el verso que se intercala entre ambas, mediante la oración adversativa: Pero me está costando…
más por esa paradoja entre los términos ninfómana - virgen. El recurso de la personificación se consolida en la segunda estrofa en la que la ingenui-
En esta parte se nos explicarán las dificul-
dad se convierte en párvula. A partir de ahí
tades para conseguir dicha pérdida. Aparece
tomará esa identidad, mediante una metáfora
51
en la que el término imagen: ingenui-
Quiero desmantelar
dad=párvula tiene, además de la belleza poé-
Pero me está costando
tica, una relación semántica clara.
Siempre vuelve a confiar
Dentro del campo metafórico destacamos
y siempre la despista
ya en la primera estrofa la hermosa plastici-
No comprendo por qué
dad de las imágenes: Si nos detenemos en el campo semántico
desmantelar todos los limbos
veremos que si el tema era el deseo de elimi-
extirparle su sílaba a la fe (muy acer-
nar la ingenuidad, hay una serie de palabras,
tada, dentro del concepto lingüístico).
abundantes para la extensión del poema, que hacen alusión a esa eliminación:
Otra serie de metáforas girarán en torno a la personificación:
Desmantelar
Extirparle
Fusilar
vuelve a confiar en un en un mayo
Muere
minúsculo
Disparos.
Párvula
en el hueso de un pétalo
en verbos inconclusos
El poema refleja esa lucha contra la perma-
en abortos de puentes
nencia de la ingenuidad a la que se combate
siempre la despista un sol de humo
como a un enemigo y a la que se le da una identidad mediante el recurso de la personifi-
La siguiente imagen incluye también una hipérbole y una antítesis:
cación. Los recursos más notables son, como decíamos antes, los recursos semánticos que,
que una gota de arena / puede agarra-
partiendo de la personificación abarcan imá-
se al mar como una isla
genes, metáforas y sentidos figurados. Son recursos originales y en ningún momento se
Al margen de la belleza de las imágenes, encontramos también abundancia de recursos morfosintácticos como los paralelismos:
recurre a los estereotipos. La disposición formal del texto, aireada y muy fluida, así como la claridad sintáctica, contribuyen a que el poema sea atractivo no
en un mayo minúsculo
solo por su belleza estética, también por la
en el hueso de un pétalo
coherencia textual y el equilibrio, que son
en verbos inconclusos
tanto de agradecer a la hora de leer y comen-
Algunos, como en estos casos, prece-
tar un poema.
didos por la anáfora.
El qué y el cómo (qué se dice y cómo se dice) tienen aquí el perfecto maridaje forma-
Es notable también la aparición de los ver-
fondo y es esa relación indisoluble de ambos
bos en el inicio de cada estrofa. Algunos for-
aspectos la que nos habla de la calidad del
mados por perífrasis y que contribuyen a es-
poema. ◣
tructurar el poema:
Por Ricardo López Castro
Los paisajes redoblan sus esfuerzos; puedo verlo, se sacrifican en su quietud. Siento cómo las cosas se pelean por no querer caer en el olvido —incluidos también todos esos "te quiero" que creíste—. A veces lo que uno quiere no es lo que desea. Te quería. Quise que me quisieras a mi modo, pero no fue posible. Todavía no acepto que el amor sea diferente para cada persona y prefiero pensar que muchos me mintieron, entre ellos tú. La vida sigue y todo lucha por moverse —yo me resisto, y nunca mejor dicho—; entre ayer y mañana sólo un pronombre consigue su propósito, y los demás se agitan, se preguntan si forman parte de ti.
El amor sabe a uno, y no existen maneras de decir lo que expresa. El silencio y el tiempo confluyen en lo diáfano cuando sentimos, tímidos, pudorosos. Y nos callamos todos los colores para poder amarlos. Y el instante se vuelve y nos mira, pero no nos importa. La vida que creímos nuestra es de todos y es entonces que salen las palabras.
53
Si lo que vemos es lo que observamos descubrimos sin ánimo de lucro la vida, nos hacemos partícipes a pesar de los males que nos unen. Al fin y al cabo todo se desdice, me cuestiono nombrando mi silencio cuánto eco tendrá mi eternidad.
Los amores, en su fugaz simpleza nos absorben la carne y nos hielan los restos. Vienen sin preguntar, y nosotros les respondemos abriendo nuestras puertas. Quizá sepan lo indómito de la memoria y por eso conmueven haciendo los honores de guardarse. Son un guante de seda para los pensamientos y por eso resuenan, y por eso se esconden hasta que al fin, vencidos, recordamos.
Por Enrique Ramos
55
esta palabra de origen griego,
lo imposible con tanta naturalidad que parece
que significa transposición, se
posible. Esa es la razón por la que la metáfora,
designa al tropo que consiste en
cuando está bien construida, tiene tanta fuer-
trasladar el sentido recto de las
za expresiva.
ON
voces a otro figurado, en virtud de
En la metáfora, el plano figurado enriquece
una comparación tácita.
con sus cualidades al plano real, lo dota de
La metáfora implica, pues, la susti-
matices de los que inicialmente carece, a di-
tución de un término propio por otro en virtud
ferencia de la comparación, que únicamente
de la similitud de su significado o de su refe-
resalta la semejanza, sin añadir nada. Con la
rente. Se aplica el nombre de un objeto a otro
metáfora se superpone la fuerza poética del
objeto con el cual se observa alguna analogía;
plano figurado con la fuerza poética del plano
el autor, utilizando su sensibilidad y su inte-
real, dando lugar a una imagen mucho más
lecto, establece entre estos objetos una com-
poderosa, mucho más expresiva y sorpren-
paración y designa a uno con el nombre del
dente que cada uno de los términos separa-
otro, eliminando cualquier rastro gramatical
damente.
de la comparación.
La metáfora supone sugerir en el término
Tradicionalmente se habla de A y de B co-
real rasgos que sólo están en el término ima-
mo los términos real e imaginario, y como
ginario. Según decía Ortega y Gasset, “la
fundamento la característica que hace a A
metáfora es un procedimiento intelectual por
semejante a B (igual que decíamos en el caso
cuyos medios conseguimos aprehender lo
de la comparación). De esta manera, si deci-
que se halla más lejos de nuestra potencia
mos “tus ojos son estrellas”, el término real
conceptual. Con lo más próximo y lo que me-
sería “ojos” (A) y el término imaginario, “estre-
jor dominamos, podemos alcanzar contacto
llas” (B); el fundamento sería el brillo de las
mental con lo remoto y más arisco. Es la
estrellas, al que veo idéntico al de tus ojos,
metáfora un suplemento a nuestro brazo inte-
tanto, que identifico unas y otros.
lectivo”.
Es fácil observar que una metáfora puede
La metáfora es un recurso de muchísima
ser una comparación en la que se omite el
fuerza expresiva, pero debe ser utilizada con
enlace o nexo. En cualquier caso, la metáfora
una cierta prudencia que le poeta debe saber
es mucho más audaz que la comparación, ya
medir. Debe huir del uso tópico de las metáfo-
que establece una identidad entre el plano
ras, ya que cuando se utilizan metáforas gas-
real y el plano figurado. No se dice que A es
tadas o muertas, el lector no siente la extra-
como B, sino que se va más allá y se afirma
ñeza que se persigue con su uso, sino más
que A es B. Se pueden expresar los dos pla-
bien un gran aburrimiento cercano a la náu-
nos, siempre sin partículas comparativas que
sea. No tiene ya sentido hablar de “correr un
los unan, pero también es posible (y muy fre-
tupido velo”, de “el manto de la noche”, de “la-
cuente) que se eluda el plano real y se expre-
bios de coral” y lugares comunes similares.
se tan sólo el plano figurado.
También es cierto que el poeta debe tener
La metáfora supone una trasgresión del
una cierta prudencia con la oscuridad de las
orden racional de las cosas; revela una evi-
metáforas. Cuando en un poema en el que el
dencia intuitiva, a veces irracional, saltándo-
poeta utiliza muchas metáforas éstas son
se los límites de la interpretación lógica de la
oscuras, de forma que el lector es incapaz de
realidad. La metáfora supone la afirmación de
encontrar un plano real detrás del plano ima-
56
ginario, el lector se pierde, bucea. Es cierto
b.3) METÁFORA DEL ADJETIVO
que una metáfora exige del lector una actitud
b.4) METÁFORA DEL ADVERBIO
activa, dispuesta a descubrir su sentido profundo, pero no es menos cierto que si a pesar de esa actitud activa la metáfora se resiste a
A continuación, haremos un pequeño análisis de cada uno de estos tipos de metáfora:
ser interpretada, o bien sólo permite vislumbrar un sentido (con mil dudas) tras una ar-
a) METÁFORAS PURAS, entendiendo por
dua meditación o después de muchos razo-
tales aquellas en las que se omite el plano
namientos, el poema se convierte en un je-
real, ofreciendo sólo el plano figurado. Suelen
roglífico, en un ejercicio propio de filólogos
ser mucho más difíciles de escribir de forma
más que de lectores inteligentes. En este ca-
que se asegure su comprensión por parte del
so, el poema fracasa, a mi entender. La res-
lector. Sin embargo, son las de mayor fuerza
ponsabilidad de que la comunicación no sea
expresiva. Su fórmula es B en lugar de A, de
eficaz no es nunca del receptor del mensaje,
forma que A no se menciona. Veamos este
sino del emisor. Si a un buen lector le resulta
ejemplo de Miguel Hernández, en su “Elegía”:
imposible entender un poema porque está plagado de metáforas oscuras, el problema es del poeta, no del lector. Una metáfora que sólo entiende el poeta que la escribió no es una
Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado
buena metáfora. Recalco aquí que estoy hablando de metáforas, tal y como se han
En el que el término real es la muerte y el
definido al principio, no de “imágenes”, que
término imaginario, compuesto, como se
son otro recurso poético bien distinto que
puede apreciar fácilmente.
responde a otras pautas y que se sustenta en otras razones, como veremos en otro apartado.
b) METÁFORAS IMPURAS, en las que se expresan ambos planos, real y figurado, identificándolos entre sí. Admite muchas varian-
Clasificación
tes, como las siguientes:
Existen muchas clasificaciones de las metáforas, atendiendo a diferentes criterios.
b.1) METÁFORA DEL NOMBRE:
Yo he elegido una (en realidad, cualquier clasificación que facilite su estudio es buena,
b.1.1.) Metáfora de reclamo: el término B
pues todas son convencionales), que clasifica
sustituye a un contenido A antes menciona-
las metáforas en dos grandes grupos:
do. Puede adoptar las formas de aposición (A y B separados por una simple coma), vocativo,
a) METÁFORAS PURAS
por paralelismo o demostrativa. A veces se
b) METÁFORAS IMPURAS
trata de una sinonimia de dos expresiones, de
b.1) Metáfora de nombre
las cuales una es metáfora de la otra.
b.1.1.) Metáfora de reclamo b.1.2) Metáfora copulativa
Por ejemplo, estos versos de Juan Ramón Jiménez, con el esquema A, B:
b.1.3) Metáfora metamórfica b.1.4) Metáfora de genitivo b.2) METÁFORA DEL VERBO
¡Oh, mar, azogue sin cristal; mar, espejo picado de la nada
57
El ruiseñor, pavo real facilísimo del pío
y de mis noches. Hambre y cebolla, hielo negro y escarcha grande y redonda
donde el ruiseñor (A) es un pavo real (B)
O en estos otros de Cernuda:
O éste de J. Guillén, con el mismo esquema:
que canta bien. Sugerente la metáfora siguiente, en unos versos de "Irene", de Luis García Montero:
Y la distancia, esa divinidad que medita en el agua de los puertos (...) Bellísimos estos de Alberti, con el esquema A, B, B...
Buen marinero, hijo de los llantos del norte, limón del mediodía, bandera de la corte mosa del agua, cazador de sirenas
El mar es un olvido, una canción, un labio; el mar es un amante, fiel respuesta al deseo (...) Sus caricias son sueño, entreabren la muerte, son lunas accesibles, son la vida más alta O estos versos, maravillosos, de Ana Rossetti, en “Domus Aurea”:
¡Ah, si aquel otro despertar, la muerte
Es la casa perfecta y mi amor vendaval, es aguacero, alondra que no encuentra lugar donde quedarse
Y éstos de Bécquer, con el esquema B, B, B, A:
O ésta metáfora, muy conocida, de Antonio
En éste, Borges emplea el esquema contrario, B, A:
Machado en su “Retrato”:
dos ideas que al par brotan; dos besos que a un tiempo estallan; dos ecos que se confunden: eso son nuestras dos almas
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el limonero Guillermo León, nos dejó disfrutar en Ul-
b.1.2) Metáfora copulativa, en la que A es
traversal de hermosas metáforas de este tipo
(parece, significa, se convierte en) B, o en la
en su poema “Elegía a un no nacido”, como
que B es A. Es la fórmula gramatical más sen-
ésta:
cilla de metáfora. Por ejemplo, en estos versos de Miguel
La vida es un ocaso que pierde su memoria
Hernández, intensísimos, de las "Nanas de la Cebolla", en los que A es B:
También lo hizo José Luis J. Villena con metáforas de este tipo con un esquema A es
La cebolla es escarcha cerrada y pobre. Escarcha de tus días
B, B, B... en su poema "El Animal":
Yo soy el animal y tú la selva húmeda
58
la raíz que endereza el tesón de los árboles, el calor sofocante, la tormenta, la lluvia salvaje eres, aire, la comida del hambre. María José, nuestra compañera de foro,
O en estos de Antonio Colinas:
Después del sueño lento del otoño, después del largo sorbo del otoño, después del huracán de las estrellas...
nos obsequió esta metáfora, también con esquema A es B, B... en su poema “Mis líneas”:
Otra variante, en la que el esquema es B de A, como en este verso de Juan Ramón Jimé-
Eres pájaro en el viento cantar del mañana duda que adormece la sospecha que no acaba
nez:
En las paredes de mi alma abandonada O en estos versos de F. García Lorca:
Famosos son los versos de Jorge Manrique en sus Coplas a la muerte de Don Rodrigo Manrique:
Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar que es el morir
El jinete se acercaba tocando el tambor del llano (Tambor (B) del llano (A) [= tambor] Otra variante, en la que A es el B de C, como en estos versos de Álvarez de Cienfuegos:
En estos versos se pueden distinguir dos metáforas, ambas copulativas:
Nuestras vidas son los ríos (A es B) que van a dar en la mar que es el morir (B es A)
Tendido allí sobre la verde alfombra de grama y trébol [=prado] b.2) METÁFORA DEL VERBO Se trata de un tipo de metáfora mucho más sutil que la metáfora del nombre; está en to-
b.1.3) Metáfora metamórfica, en la que C
das partes, discreta, casi sin llamar la aten-
cambia A en B, como en estos versos de Mi-
ción, pero dotando a los poemas de una ex-
guel Hernández:
presividad sorprendente, enriqueciendo el poema de sentidos, emociones y sensaciones
En su mano los fusiles leones quieren volverse
que contribuyen decisivamente a generar emoción, a conmover al lector. Veamos algunos ejemplos, como éste de Aleixandre:
b.1.4) Metáfora de genitivo, con variantes: una, en la que el esquema es A de B, pero en la que A y B se asimilan, como en estos versos
Aunque la sangre mienta melancólicamente (...)
de Miguel Hernández: O éste de Miguel Hernández:
Un cadáver de cera desmayada y un silencio de abeja detenida
Un muerto nubla el camino
59
O este otro de Luis Antonio de Villena:
a las desalentadas amapolas
ese mar que rasgan los delfines como en nosotros prende la tristeza
b.4) METÁFORA DEL ADVERBIO En el mismo sentido que las anteriores, pero en este caso con adverbios, como en el si-
O éste, bellísimo, de la “Elegía”, de Miguel Hernández, poema que como vemos, está lleno de
guiente
ejemplo
con
versos de
Miguel
Hernández:
metáforas de todo tipo, como casi toda su poesía:
pajareará tu alma colmenera
Murcianos de dinamita frutalmente propagada
b.3) METÁFORA DEL ADJETIVO
O en estos de Goytisolo:
Se puede considerar la sinestesia como el tipo más importante de metáfora del adjetivo; sin embargo, hay otro tipo de metáforas que, sin ser sinestésicas, es decir, sin centrarse en
que después de quitarle el sonido al televisor saco la lengua a las autoridades naturalmente norteamericanas
las características sensibles de los objetos, contagian un sustantivo con los atributos de
Para terminar, quisiera reproducir aquí
otro, como en este ejemplo de Juan Ramón
“Morticia”, un poema de Isabel Reyes, nuestra
Jiménez:
compañera, cuajado de metáforas bellísimas que pueden ejemplarizar muchos de los tipos
Del blando pinar umbroso; serían más hondos los céfiros, el soñar se hará más hondo... O en este otro de Gil de Biedma, en el que la calificación de la compañía de “frondosa” la imprime de alguna manera de un carácter vegetal:
Y está la compañía que formamos plena, frondosa en presencias El efecto más común de este tipo de metá-
de metáforas arriba comentados. Me resisto, espero que con el visto bueno de su autora, a no reproducirlo completo, por su hermosura:
Tiene que ser —mirándote— la muerte una mujer muy bella y muy distante. La voz, susurro cálido, y los ojos, vendimia azul e inmensa y agua verde. Tiene que ser la muerte parecida a la hierba que en vilo te mantiene. Contemplarte mujer es admirarla en tapias de creciente enredadera.
foras es la humanización de los objetos o de los animales, como en estos versos de Gerardo Diego:
A los púdicos tomates, soles les tornen granates O como en éste de Miguel Hernández, en su ya citada “Elegía”:
La muerte crece en ti, llega radiante de frutas misteriosas y de enigmas maduros de fragancia. Se enamora de la vida en tus ojos, es alegre igual que una tristeza clara y dulce. Tiene que ser la muerte como eres: compendio de milagros y sorpresa. ◣
Por Miguel Ángel Palacios
Haikúes Soy un lucero
Desde la cuna,
y al llegar la mañana
regalando alegrías
voy...y me muero.
una por una.
Tú, mi tormento,
Umbrío, bruno,
acaparas de lleno
tiznado de amargura.
mi pensamiento.
Calor ninguno.
Tú y yo imbricados,
Cara sirena,
desmadejando versos.
expectante del cambio
Concatenados.
te vuelves plena.
¡Qué golosina!,
Como batracio
tomada de tus labios,
emergiendo del agua.
crema divina.
Quiero tu espacio.
Evoluciones
Corta se hará;
forjaron en mi mente
si la vives conmigo
las prohibiciones.
perdurará.
Claustro severo,
Etéreo ser
ostracismo agobiante.
oxidas lo que tocas,
Asaz austero.
es menester.
61
Mujer de hielo,
Mantén tu calma,
al calor de la noche
para un logro mayor
te vuelves fuego.
preserva el alma.
Mujer fatal,
Flor tan hermosa
destila su veneno.
se merece mil dones
Trampa mortal.
más que una diosa,
Mujer de hielo
Mas si tu quieres
se licúa tu ser
compartirás el sino
bajo mi anzuelo.
de las mujeres.
(te fundes, de repente, si yo te anhelo).
En plenilunio
Mujer o diosa,
tu risa, y mi dolor
en derredor de ti
del infortunio.
vega frondosa.
Amor eterno,
¡Llegué a buen puerto!
duraste lo que dura
No tendré que dar voces
todo un invierno.
en el desierto.
Yo no te hago
En la astronave
en sitio tan profundo
jugamos a ser dioses.
y tan aciago.
Perdí la llave.
Si existes tú
Y el firmamento,
no necesitas karma.
tan lleno de agujeros,
Karma eres tú.
ríe contento.
62
Con tu presencia
Alma mojada ,
se avivan las ideas.
discurre por tu ser
Despiertas ciencia.
la madrugada.
En abstracciones,
Tienes belleza
quisiera zambullirme
y en la boquita el dulce
sin emociones.
de la cereza.
Tienes razones
Y tu candor
que a veces yo confundo
me sirve de refugio
con ilusiones.
acogedor.
Gran osadía,
Va tu mirada
cuando es "subliminar"
con la mía ya siempre
el alma mía.
concatenada.
Ya están dorados
Atemporales
el trigo y el centeno.
persisten en su sitio
Días contados.
todos los males.
Con armonía,
Dentro del marco
da paso el horizonte
que encierra nuestras vidas
al nuevo día.
fleté mi barco.
Tras de tus huellas
Tu casa es una,
te anduviste buscando
su influjo te rodea,
por las estrellas.
te da fortuna.
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Por am♼r al arte