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Descubre UMH | Plantas pirófilas y tipos de agua

¿Cuál es la diferencia entre el agua dura y blanda?

Carmen Estevan Martínez, profesora del área de Toxicología Aplicada UMH

Diferenciamos entre agua dura o blanda según su concentración de sales carbonatadas. El agua dura es aquella que tiene cantidades de carbonatos más altas que las blandas. Esta diferencia se debe a las características de su lugar de origen y a la acumulación de sales minerales en los acuíferos de donde se extrae. En la zona del Levante, donde nos encontramos, las aguas tienden a ser duras. En general, presentan grandes cantidades de carbonatos debido a los tipos de suelos de nuestro entorno. En otras zonas de la península, como en Sierra Nevada o en zonas de alta montaña, las aguas suelen ser blandas. Las aguas duras pueden tener como inconveniente la acumulación de sales en las tuberías, que pueden causar desperfectos en los electrodomésticos que tenemos en casa. No obstante, esta concentración de sales no afecta a la calidad de las aguas para el consumo humano. Toda el agua que se suministra a la población y sale por nuestros grifos es perfectamente potable. Aunque pueden existir diferencias respecto a su sabor, y por tanto preferencias personales, la dureza del agua no influye ni en la calidad ni en la seguridad del consumo.

¿Qué son las plantas pirófilas?

Esther Berrendero Gomez, profesora de Botánica UMH

Las plantas pirófilas son especies vegetales que pueden resistir al fuego gracias al desarrollo de adaptaciones morfológicas y fisiológicas. Existen tres estrategias de resistencia diferentes. En primer lugar, se encuentran las plantas con resistencia pasiva, capaces de soportar fuegos con un avance rápido y bajas temperaturas. Es el caso de plantas suculentas como el Aloe vera, que acumula grandes cantidades de agua en sus hojas, o el alcornoque, que presenta una corteza muy gruesa y suberosa que actúa como aislante térmico. En segundo lugar, están las plantas rebrotadoras, capaces de sobrevivir a un incendio si sus raíces no se ven afectadas. Algunos ejemplos son la encina o el palmito, especies que producen nuevos brotes aunque el resto de la planta esté quemada. Por último, se encuentran las plantas germinadoras, cuyas semillas pueden resistir al fuego. En el caso del pino carrasco, natural de la Cuenca del Mediterráneo, las piñas se abren con el calor y liberan las semillas a gran distancia gracias a la existencia de un apéndice alado. Una vez finalizado el incendio, éstas pueden germinar sin encontrar competencia a su alrededor. Sin embargo, la especie pirófila más destacada es el pino canario, ya que combina las tres estrategias y es la única conífera capaz de rebrotar tras un incendio moderado. Aunque las plantas pirófilas están adaptadas a la presencia del fuego, la periodicidad con la que se producen los incendios dificulta su supervivencia.

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