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El suelo: cómo salvar la vida en la Tierra

Dilcia A. Tuozzo

El suelo alberga vida y la sostiene. En él viven millones de microorganismos y, por si fuera poco, permite el crecimiento de cultivos que alimentan y plantas que aportan oxígeno. El suelo transforma la muerte en vida. Sin embargo, el uso del suelo sin medidas, hace que poco a poco vaya muriendo. Utilizar de forma sostenible este recurso no renovable es una responsabilidad de las generaciones presentes hacia las futuras. Ante la posibilidad de agotar la capacidad regeneradora del sustrato, varios proyectos de la Uni- versidad Miguel Hernández (UMH) de Elche proponen soluciones que permitan recuperar la vida en la tierra -con minúscula- al mismo tiempo que contribuyan a crear un modelo económico circular de reaprovechamiento de los recursos.

Puede que no parezca tan vital como el aire que respiramos o el agua que utilizamos para beber, lavar o cocinar. Sin embargo, el suelo es uno de los recursos naturales más importantes que permiten la vida en la Tierra. Proporciona nutrientes, agua y minerales para las plantas y los árboles. Sustenta el 90% de toda la producción de alimentos, fibras y combustibles y es el hogar de miles de millones de pequeños animales, bacterias y microorganismos. Adicionalmente, es parte fundamental del ciclo de nutrientes, debido a su capacidad de absorber y almacenar carbono, nitrógeno y fósforo proveniente de la materia orgánica. Además, en la situación actual de crisis climática, al ser un sumidero mundial de carbono, desempeña un papel relevante en las posibles formas de frenar el calentamiento global.

El suelo es un recurso no renovable. No se puede regenerar de forma natural con la rapidez necesaria para cubrir las necesidades de consumo humano. Con la cantidad de actividades que dependen de él, gestionarlo de forma sostenible es importante para aumentar su resiliencia. La disminución de la materia orgánica, la contaminación y la erosión del suelo, merman su capacidad de sostener las demandas de la sociedad.

Evitar fertilizantes industriales

Como recurso agrícola, la cantidad de suelo fértil ha disminuido a un ritmo rápido y constante. Con una población mundial de ocho mil millones de personas, la capacidad de los agricultores de cultivar alimentos suficientes se ve comprometida. Trasladar la economía circular al campo puede ser una opción para aumentar la productividad del sector agrícola de una forma sostenible.

El proyecto Agrocompost de la UMH y la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica de la Generalitat Valenciana tiene como objetivo experimentar con diferentes tipos y métodos de compostaje para descubrir las mejores mezclas para cada explotación. La iniciativa permite elaborar un compost de alta calidad con ingredientes óptimos según los recursos disponibles en cada lugar.

Los agricultores del proyecto Agrocompost comparan la efectividad de sus propias recetas con insumos de otras marcas comerciales.

Todo comienza con el interés de los agricultores que solicitan la asistencia de los investigadores de la UMH, quienes visitan la localización y analizan el material orgánico disponible. El agrocompostaje local permite la generación de fertilidad en la propia plantación, recircula los nutrientes del suelo y evita las quemas.

Si bien los abonos comerciales se utilizan para optimizar la producción de la agricultura intensiva a corto plazo, esta práctica afecta la fertilidad y la productividad del suelo a largo plazo. Según el catedrático de Edafología y Química Agrícola de la UMH Raúl Moral, “los fertilizantes industriales han servido, sirven y servirán para dar de comer a la humanidad, pero tienen un elevado coste energético en su producción y transporte. Además, su uso indiscriminado lidera los impactos sobre la hidrosfera, en forma de nitratos, y sobre el suelo, ya que produce salinización, compactación, etc.”.

La iniciativa Agrocompost cuenta ya con 131 pilotos en 125 municipios de toda la Comunitat Valenciana. Con el estudio de los más de 270 procesos de compostaje con mezclas personalizadas, los investigadores de la UMH han conseguido formular y validar composiciones adaptadas a los sectores oleícola, vitivinícola y hortofrutícola.

De residuo a compost

En esta misma línea, el proyecto NEOCOMP estudia nuevas formas de hacer compostaje local a nivel principalmente urbano utilizando la economía circular como referencia. Una práctica que se ha ido implantando en los últimos años y que ha supuesto un cambio en los modelos de gestión de residuos orgánicos que ven como recurso lo que antes era considerado directamente basura. Hasta ahora, lo habitual en el tratamiento de los residuos, a excepción de algunos considerados como de alto valor, eran las operaciones de ‘recolección y eliminación’. Esto se traduce en la recogida de residuos mixtos urbanos y su posterior eliminación, ya sea en vertederos o por medio de la incineración.

La visión de NEOCOMP es justamente ir más allá de un modelo que se centre en ‘limpiar el desorden’ que dejan los productos que utilizamos y llegan al final de su vida útil. El objetivo es cambiar la percepción de ‘residuo como un problema’ a ‘residuos como recurso’. En este caso, el uso de la economía circular en la producción de compostaje a partir de residuos urbanos no solo permite reducir la contaminación ambiental que deriva de los vertederos a cielo abierto. También, es una oportunidad de recuperar nutrientes esenciales para la producción de cultivos, mejorar el rendimiento de los mismos y reducir el uso de fertilizantes químicos.

Habitualmente el flujo de residuos orgánicos es tratado en instalaciones centralizadas de compostaje a la que llegan los residuos o materiales para realizar, después de su tratamiento, el compost. Sin embargo, existen determinados sectores, como las zonas rurales o semi-rurales, donde la gestión de los residuos orgánicos, en especial los domésticos, se dificulta, ya sea por su recogida o transporte. En este contexto, aparecen nuevos escenarios de compostaje descentralizado, es decir compostaje de proximidad.

El proyecto NEOCOMP, transforma residuos urbanos en insumos

Sin embargo, la calidad final de un compost depende tanto de los materiales iniciales como del proceso de compostaje desarrollado. Un compost realizado con materiales y métodos no controlados puede presentar unas características a nivel químico que puedan suponer un riesgo para la salud y/o el medio ambiente. El principal objetivo del proyecto NEOCOMP, liderado por las profesoras de la UMH Mª Ángeles Bustamante y Mª Dolores Pérez Murcia, del grupo de Investigación Aplicada en Agroquímica y Medio Ambiente (GIAAMA), es el seguimiento y control de estos nuevos modelo de gestión de residuos orgánicos. Además de la definición de indicadores clave para ser utilizados en nuevas normativas que garanticen la calidad y seguridad del compost obtenido en estos nuevos modelos descentralizados de proximidad. Todo ello para ser utilizado de forma segura en la agricultura.

Del mar a la tierra

Si bien la legislación europea está avanzando en cuanto a la reutilización de los residuos orgánicos domésticos, otros potenciales recursos renovables todavía no cuentan con un marco legal de recuperación. Por ejemplo, en España no está permitido utilizar la materia orgánica del lecho marino como abono agrícola. Sin embargo, una alternativa a la problemática de qué hacer con los sedimentos que se dragan habitualmente en los puertos sería aprovecharlos como sustrato natural. Actualmente, la Comisión Europea estudia su viabilidad a partir de nuevos estudios científicos, entre los que se halla el proyecto LIFE Subsed en el que participa el Instituto de Investigación e Innovación Agroalimentario y Agroambiental (CIAGRO-UMH) de la Universidad Miguel Hernández. El objetivo de la iniciativa es utilizar los sedimentos marinos como sustrato ecológico en el crecimiento de cítricos y otros árboles frutales.

Subsed ha estudiado con un estricto control el comportamiento de los sedimentos marinos en el tronco, las hojas, los frutos y hasta el agua sobrante del drenaje de los árboles.

Según la ingeniera agrónoma del CIAGRO-UMH Pilar Legua, quien lidera el proyecto en España, además de solucionar el problema de qué hacer con los sedimentos, utilizar los dragados marinos es una oportunidad de abaratar la actividad de las explotaciones agrícolas con un nuevo material rico en nutrientes y sin perjuicio para la salud. No obstante, para utilizar estos materiales es necesario un mínimo tratamiento de los sedimentos en el mismo puerto con el uso de plantas herbáceas.

A raíz de los estudios realizados en la UMH, los investigadores consideran el sedimento marino un material de ‘alto valor’. Creen que es una gran alternativa a los sustratos comerciales habitualmente importados que suponen un elevado coste. Por una parte, por el precio en sí. Por otra parte, debido al alto impacto ambiental derivado de la contaminación en forma de dióxido de carbono que se emite durante el traslado desde sus lejanos puntos de origen. Legua asegura que al utilizar los sedimentos marinos extraídos de los puertos se da “un uso con valor comercial a un residuo que hoy en día genera un problema ambiental a los puertos y muchos gastos para su transporte y depósito en las plantas de residuos” n sQaPP: ¿cuál es la calidad del suelo que pisas? Esta app, desarrollada por el proyecto europeo ISQAPER, en el que participa el laboratorio de Edafología Ambiental GEA-UMH, ofrece datos sobre las características del suelo en una localización determinada, además ofrece sugerencias para mejorar su calidad. n calculadora de compostaje:

En esta iniciativa participan, además del CIAGRO-UMH, la empresa de viveros Caliplant, de San Javier (Murcia), junto a varios institutos tecnológicos y empresas de Italia. En el proyecto se ha estudiado cómo se comportan los sedimentos en el tronco, las hojas, los frutos y hasta el agua sobrante del drenaje de los árboles. Todo ello, con el fin de determinar la hipotética peligrosidad de ese material procedente del fondo marino, sin que se haya detectado ninguna consecuencia contaminante.

El suelo es mucho más que tierra inerte. Es un sistema simbiótico complejo de materia orgánica, minerales, gases, líquidos y organismos vivos que generan vida. Según la Organización de las Naciones Unidas, sólo se dispone de suelo cultivable para los próximos sesenta años. La buena noticia es que la situación todavía es reversible y que la ciencia está poniendo su granito de arena para remediar la salud del suelo.

Calculadora de compostaje: ¿Cómo hacer tu propio compostaje?

Esta app, desarrollada por el proyecto de investigación y experimentación en compostaje AgroCompost de la Generalitat Valenciana y la UMH, funciona como una calculadora que ayuda a saber las características del compost que se puede hacer a partir de los residuos orgánicos de la cocina o los derivados después de las podas en el jardín.

sQaPP: ¿cuál es la calidad del suelo que pisas?

Esta app, desarrollada por el proyecto europeo ISQAPER, en el que participa el laboratorio de Edafología Ambiental GEA-UMH, ofrece datos sobre las características del suelo en una localización determinada, además ofrece sugerencias para mejorar su calidad.

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