Proyecto de Extensión Periodismo en la Universidad y la Escuela Secundaria / Año 8 ‐ N° 9 / Paraná, Entre Ríos, diciembre 2014
Mal de Ojos
Año 7 / N° 8 FCE | UNER Noviembre 2014
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JÓVENES EN TENSIÓN Consumos problemáticos Los adolescentes y la relación con las drogas Los adolescentes y el alcohol Los jóvenes y las tecnologías
Equipo de Mal de ojos DIRECCIÓN Y EDICIÓN GENERAL Aixa Boeykens CORRECCIÓN Y SELECCIÓN: Aixa Boeykens Ignacio González Lowy Elías Moreira Aliendro María Cecilia Soliz DISEÑO: Rosina Espiro Colaboración: Yanina Morini Fotogra a de tapa: Mauro Gö e PROFESORES DEL TALLER DE PRODUCCIÓN PERIODÍSTICA: Aixa Boeykens Oscar Bose Ignacio González Lowy Elías Moreira Aliendro María Cecilia Soliz Mariana Bolzán Antonella Carrizo Mariano Sagardoy AUTORIDADES UNER: Rector: Jorge Gerard Secretario de Extensión Universitaria y Cultura: Daniel De Michele. AUTORIDADES FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN: Decana: Gabriela Bergomás Vicedecano: Alejandro Ramírez Secretario General: Mauro Alcaráz Secretaria Académica: Virginia Kummer Secretario de Extensión: Juan Manuel Giménez Secretario de Inves gación y Posgrado: Mario Sebas án Román ALUMNOS DEL TALLER DE PRODUCCIÓN PERIODÍSTICA ‐ Año Académico 2014‐ Nahuel AMORE Geraldine BREZAN Diego CIORCIARI Patricia CORRADINI Rosina ESPIRO Gonzalo GADEA BRITOS Mauro GOTTE Evangelina LOPEZ CONCION Leonardo MENSA Franco OBERLIN María José OVIEDO Paulo Ignacio PALACIOS Natalia PEREZ ASCUA Antonella SOBRERO Marlene VALLEJOS Jorgelina VILLAR Laura ZAPATA
Editorial
Los jóvenes y los consumos problemá cos: miradas que nos interpelan Por Aixa Boeykens
A
bordar como temática los consumos problemáticos de los jóvenes resultó un desafío que en principio nos incomodó. ¿Desde qué lugar situarnos para plantear los excesos con el alcohol, las drogas prohibidas o el juego sin tiempo en los cibers, sin caer en visiones reduccionistas? ¿Cómo investigar y dar cuenta de las distintas voces de una manera que consiga transmitir la complejidad de la problemática pero que –además- nos ayude a pensar? Hay varios aspectos para mirar el problema. Por un lado, la interpelación que provoca el hecho de que, para una franja de jóvenes, el consumo en exceso abusivo de cualquier sustancia se erija como sinónimo de un único proyecto de vida posible. Sobre todo si asumimos que, como adultos, somos responsables de construir una sociedad que les brinde un lugar, los reconozca y les otorgue pertenencia. Cuando nos referimos a los adolescentes y jóvenes aludimos principalmente al sector de la población al que generacional y simbólicamente atribuimos la fuerza, la alegría y la rebeldía para actuar en este presente y en el porvenir cercano. Es por ello que nos conmueve y moviliza el modo en que el consumo de drogas ilegales se ha instalado como parte de las relaciones cotidianas de diversos lugares de nuestras ciudades. Armas y drogas se vuelven sinónimos en una situación que marca el día a día de los barrios y las escuelas. El asesinato de personas que tienen entre 15 y 24 años parece habérsenos vuelto natural. Drogas, armas, violencia y miedo urden la trama de cada jornada sin que hasta el momento una política de estado fuerte consiga inte-
rrumpir esta postal. Lo cierto es que, como bien explica el periodista rosarino Carlos del Frade en su libro Ciudad Blanca, Crónica Negra, en la medida en que el poder que genera esta actividad y la expansión vinculada a una forma de vivir, tener trabajo y o consumir, se cierne sobre los espacios públicos, la democracia se debilita. Esta etapa del sistema capitalista en donde algunos hacen ganancia fácil a expensas de tener a los jóvenes de bajos recursos como sicarios de un gran negocio, debería interpelar sin dilaciones a todos los actores sociales y políticos. Hay madres, jóvenes, maestras, profesores, vecinos, religiosos que se juntan para decir que así no, que es necesario terminar con la violencia que impone la venta ilegal de drogas. Así pasó, por ejemplo, en la Escuela Secundaria número 6 Lomas del Mirador en Paraná. Los actores de esta institución ubicada en una zona en que distintos hechos violentos provocan temor entre los vecinos, se organizaron porque desean mostrar que es posible pensar otros proyectos de vida. En estos informes periodísticos intentamos acercarnos a estas problemáticas. No escribimos desapasionadamente. Como docentes y estudiantes del Taller de Producción Periodística de la Licenciatura en Comunicación Social apostamos a que estos informes contribuyan a reexionar, a cuestionar a un sistema que busca naturalizar a la muerte y la violencia de los jóvenes como parte de la agenda diaria. Contra eso, reivindicamos lo colectivo; apostamos a un modelo de sociedad en donde la vida digna y no la violencia configuren nuestra trama cotidiana. 3
LOS ADOLESCENTES Y LA RELACIÓN CON LAS DROGAS ILEGALES
Los jóvenes en los barrios de Paraná: cuando la droga se enreda en la vida co diana
Tras el velo del consumo se oculta una trama compleja La droga es parte de un entramado que se teje en lo cotidiano y se visibiliza en las esquinas con los más vulnerables: los adolescentes. Paraná V es apenas un punto de partida para comenzar a desenredar una problemática que desborda a la ciudad y se extiende al país. Cuál es el rol que cumplen los diferentes actores sociales y por qué muchos jóvenes no sólo consumen, sino que son cooptados por un negocio sin escrúpulos. Por Nahuel M. Amore
P
or calle Artigas en sentido sur, tras pasar Santos Domínguez, se puede apreciar sobre la margen derecha una postal de Paraná V. A simple vista, el barrio se muestra diferente a lo que fue en sus orígenes. Los tonos amarillos, rojos, rosados y celestes chillones de las paredes, rejas y aberturas, se combinan con los frívolos grises y verdes musgos de la humedad. Las losetas de hormigón que conforman las veredas, son extractos mixturados entre charcos y algo más. En contraste con los años noventa, hay un detalle que brilla por su ausencia: las decenas de zapatillas que supieron colgar del enredo de cables en la cortada Intendente Brugo, ya no están. Sin embargo, ello no es símbolo de que la droga haya desaparecido con la muerte de Jaimito en 2006 dentro de la cárcel de Coronda, Santa Fe. Se trata del referente de la familia Larrosa, cuyos hermanos también estuvieron involucrados en causas por tráfico de estupefacientes. Para los vecinos, la venta de sustancias ilegales mantiene su vigencia. El ujo de propios y extraños se dirige hacia un determinado sector: desde lo alto, en un segundo piso, tras subir los 16 escalones de una estructura de caños oxidados con forma de caracol, una dealer se encarga del negocio. La escalera esconde un entramado que, por sus implicancias, resulta complejo y perverso. Algunos jóvenes son los destinatarios principales de la cadena más frágil del narcotráfico, que excede al propio barrio y a la ciudad.
Consumo social En diferentes momentos del día, algunos grupos de adolescentes se sientan en los cordones de la calle o se recuestan contra las paredes lindantes, las mismas que grafitean con mensajes de
Estudiantes de la escuela secundaria del barrio Paraná V /Fotogra a: R. Espiro amor y venganza. De mano en mano, ya no sólo se pasan cigarrillos y bebidas alcohólicas en botellas de plástico recortadas, sino que cada vez con más frecuencia circulan porros de marihuana y otras sustancias. En muchos barrios de Paraná el consumo de drogas resulta cotidiano. Los tiempos cambiaron, y el ritual también establece demarcaciones entre lo público y lo privado, lo que se muestra y lo que no. Porque no todos participan y las sustancias tampoco corren del mismo modo; porque “fumar” marihuana no es lo mismo que “tomar” cocaína. En las distintas conversaciones, los entrevistados nos ayudan a conocer qué opinan sobre la problemática. Para resguardar su identidad, los nombres fueron modificados. De este modo, Nelson nos cuenta: —Lo veo más sociable al porro. Es más normal ver un grupo de chicos fumando, incluso en la puerta de mi escuela —señala este joven de 15 años, que vive en Paraná V y revela haberlo probado dos veces. —Yo me junto con amigos, en la esquina, voy fumando un porro mientras camino o en mi pieza… —cuenta Marcos, de 17 años que 5
vive en barrio Consejo. —Yo fumo habitualmente y me deja estar en paz, como en un mambo, colgada; parecido a cuando estás en pedo, que te cagás de risa de todo. Pero me gusta fumar con amigos, aunque no con todos —advierte Gisela, de 15 años, que habita el Paraná XX. Las cifras oficiales dan cuenta de esta tendencia. Según estudios epidemiológicos realizados en 2012 por la Secretaría de Lucha contra las Adicciones (Selca) de nuestra provincia, la marihuana es la droga ilegal que más consumen los jóvenes entrerrianos. Asimismo, el cannabis es el estupefaciente mayormente incautado por la Dirección de Toxicología de la Policía de Entre Ríos. De los 133 procedimientos efectuados a nivel provincial durante los primeros siete meses de 2014, se secuestraron 251.137 Kg. de marihuana, contra 4.319 Kg. de cocaína. El compuesto de polvo blanco, reconocido porque se inhala, está segundo en ambas estadísticas. Por el precio elevado y sus efectos, suele ser más restringido entre los jóvenes. Su consumo deja de ser social y se reserva a espacios cerrados. . “Tomar no es tan público; es más denigrante, es como un extremo”,
opina Nelson mientras su amiga interviene para ejemplificar lo que dice. Gisela es oriunda de Buenos Aires, una adolescente expresiva y despreocupada, que se anima a relatar una experiencia reciente. “Cuando tomaba se me dormía la boca. Después me acuerdo que se me abrían los ojos enormes. Y estaba atenta, con energías, impulsiva. Pero me dejó aquísima —exclama— Pero no me sentía bien, así que no lo volvería a hacer”, remata.
no ser excluidos —manifiesta Carla, de 15 años, que vive en Paraná I y asegura no haber probado siquiera un cigarrillo. —En general están los que fuman porque todos fuman. Te dicen: “¡dale, fumá, dale!” Podés decir que no, pero depende con quién estés —afirma Nelson.
Motivos que se ocultan
“Cuando la organización familiar es anómala y permanecen ausentes la contención social y los afectos, se genera un estado de vulnerabilidad que los hace permeables al consumo de drogas”, explica Pablo Barbiro o.
De día o de noche, así haga un calor aplastante o un frío tajante, hay quienes fuman en las esquinas o entre las tiras de casas, estrechas y desoladas, de muchos barrios populares de Paraná. ¿Qué los motiva a compartir pitadas? ¿Qué los impulsa a vivenciar estados emotivos diferentes, que llegan incluso a transformar sus rostros en expresiones evasivas, indiferentes, huidizas del contexto? —La mayoría lo hace para conservar el grupo de amigos, para
Los adolescentes plantean la importancia que asume el grupo de pares en esta particular etapa de la vida. Así pues, “la junta” pareciera ser la voz más escuchada, ante la necesidad de liberarse de las cargas institucionales que establecen límites. Las investigaciones de la Secretaría de Lucha contra las Adicciones confirman que la edad de iniciación en las drogas promedia los 11 y 12 años.
“En el barrio hay gurises que están fumando y hay otros que todavía están jugando a la pelota”, distingue un joven de 26 años que habitó hasta hace poco en Paraná V. Su testimonio convoca a interrogarnos sobre por qué algunos jóvenes ingresan en el consumo de estupefacientes.
Una trama compleja “¿Cuánto querés?”, le preguntan a Sofía, de 16 años, cuando va a comprar marihuana. Ella conoce muy bien, como otros tantos jóvenes, que esa droga se comercia por enteros (25 gramos), medios (12,5 gramos) o bochitas, que alcanzan para dos porros. Sabe también que a la cocaína la venden, básicamente, por tiza (pura) o por alita de mosca (procesada). Pero los valores entre ambas drogas son totalmente diferentes. Mientras una bochita cuesta $10, el gramo de cocaína ronda los $100. Paraná V es un punto de partida para examinar una parte pequeña del entramado del narcotráfico en algunas zonas de la
EN BUSCA DE EXPLICACIONES
que no están pudiendo soportar”. Asimismo, la profesional analiza la problemática de los adolescentes en el marco del hiperconsumismo de la sociedad capitalista, que impulsa constantemente a satisfacer necesidades a través del mercado. “La droga es una búsqueda de placer ya, ahora. Es una cuestión del momento”, explica y acota que es en ese instante en que aparecen las ofertas a la vuelta de la esquina. Pablo Barbirotto, defensor de Pobres y Menores N° 8 de Paraná, advierte que cuando la organización familiar es anómala y permanecen ausentes la contención social y los afectos, se genera un estado de vulnerabilidad que los hace permeables al consumo de drogas. En una entrevista que brindó a El Diario el 23 de marzo de 2014, el abogado especializado en Derechos de la Niñez y Adolescencia consideró que en muchos casos las sustancias se convierten en su familia “ortopédica”.
Profesionales de distintas disciplinas intentan explicar qué aspectos inciden en que muchos jóvenes se inicien en el consumo problemático. Maricel Fabre, licenciada en Trabajo Social, pone el acento en preguntarnos acerca de “lo que la sustancia tapa, lo que hay detrás”. En este sentido, no sólo se interroga por la inuencia de la familia en los jóvenes, sino también por aquello que del barrio, de sus vínculos, de sus proyectos, incidió para que se instale el uso y abuso de sustancias. Por su parte, Gabriela Rodríguez Allende, psicóloga que integra la División de Prevención de Conductas Adictivas de Toxicología de la Policía de Entre Ríos, añade otros elementos socioeconómicos y culturales para comprender el consumo: “Cuando no tienen expectativas de nada, tienen ocio y carecen de proyectos, son factores de riesgo para caer en las drogas. Necesitan alterar algo que no les da tranquilidad. Hay estímulos exteriores 6
capital entrerriana. Algunos vecinos señalan a una señora que vende en su casa, situada arriba de una escalera caracol. Tiempo atrás, habría estado vinculada sentimentalmente con Javier Jaimito Larrosa, histórico transa del barrio que fue condenado por el crimen de Jesús Gómez. Tras su dudosa muerte por ahorcamiento en la cárcel de Coronda, el negocio habría continuado de la mano de esta mujer. Según Barbirotto, detrás de todo siempre hay un adulto que se aprovecha de la vulnerabilidad de los adolescentes para hacer dinero. La comercialización por menudeo y el consumo son apenas la punta del iceberg. Por debajo, se oculta una trama que resulta más compleja de lo que parece. —Hoy un supuesto buen vecino te vende droga como si te estuviera vendiendo pan. ¡Se vende como caramelo! —compara un agente de la Policía de Entre Ríos, que prefiere mantener su nombre en reserva. ¿Por qué resulta cada vez más “natural” para los adolescentes acceder a las ofertas de drogas ilegales? Evidentemente, el narcotráfico se ha extendido en la Argentina desde hace varios años. Instituciones a nivel nacional, como la Sedronar, dicen realizar tareas de investigación y descifrar redes ilegales organizadas en grados y jerarquías que producen y comercializan estupefacientes. Por ello, ya no se caracteriza a nuestro país sólo como un lugar de tránsito, sino también de consumo y fabricación. Su correlato a nivel provincial se puede observar a partir de las pesquisas que lleva a cabo Toxicología dentro de las fuerzas entrerrianas de seguridad. Según informa su director, el Comisario General Fernando Manuel Alsina, los operativos se intensificaron: en 2009 se hicieron 107; en 2010 fueron 165; en 2011 realizaron 203; en
Adolescentes en el polidepor vo de Paraná V / Fotogra a: Rosina Espiro 2012 efectuaron 245 y en 2013 fueron 249. De toda la provincia, la Costa del Paraná es la zona donde más drogas incautan. A pesar de que esas tareas son de público conocimiento, continúan los rumores sobre el accionar sospechoso de algunos efectivos, emparentados con otros actores sociales. ¿Cuánto habrá de cierto de la relación entre policías y funcionarios públicos en el encubrimiento de este negocio? Estas dudas suelen generarse en Paraná V, tras los espectaculares operativos de secuestro de drogas que efectúa la Comisaría 10°. ¿Por qué resultan negativos si en aquella vivienda todo parece indicar que efectivamente hay actividad? —Hay personal que avisa cuando se están por producir allanamientos contra un transa, porque se conocen —resume, reservándose su nombre, otro oficial de la fuerza. Desde el organismo, de manera oficial, Alsina desacredita estos comentarios. Considera que son “cosas que se dicen desde hace años y sin nada en concreto”. Además, agrega: “Siempre hablan de la Policía porque es la que está más en contacto con la sociedad. Y como la droga es un delito federal, olvidan que también interviene Gendarmería, Policía Federal, Prefectura y Policía de Seguridad 7
Aeroportuaria. Ellas son todas fuerzas nacionales, pero a la única que le pegan es a la Policía de Entre Ríos”.
El lugar de los adolescentes en el negocio Pero lo cierto es que la problemática social se complejiza cuando aparecen los hechos delictivos, incluso cuando se producen entre los mismos vecinos. Según Barbirotto, que trabaja la delincuencia juvenil relacionada con las drogas, algunos adolescentes, una vez iniciados en el consumo a través de muestras gratis, necesitan procurarse de dinero para seguir fumando o tomando. Allí es cuando encuentran una salida fácil fundamentalmente en los arrebatos. Asimismo, para el defensor de Menores, que analizó estos aspectos en el II Congreso Provincial de Adicciones de Entre Ríos que se realizó el 18 de octubre de 2013, la trama se agrava más cuando aparecen involucradas sus vidas. En distintos barrios populares de la ciudad se está dando con mayor frecuencia que los jóvenes ya no son meros consumidores, sino parte de un negocio usurero. Barbirotto sostiene que grupos de adolescentes son reclutados por los narcos para la venta y defensa de los territorios. De ese
La marihuana es la droga ilegal más consumida por los jóvenes/ Foto: N. Amore
modo, ellos acceden a las armas y comienzan a proteger las zonas contra otros distribuidores. —Lo buscaban para vender droga, como pasa ahora con un montón de gurises que andan armados —dijo Nélida, tras la muerte de su hijo Ulises Nani Aguilar, el joven de 15 años que fue sorprendido por la espalda con seis disparos durante la tarde del 25 de marzo de 2013, en la esquina de Sudamérica y Vicente del Castillo. Desde su despacho ubicado en Villaguay 245, el director de Toxicología de la Policía de Entre Ríos ratifica estos dichos cuando informa que, en algunos procedimientos que se realizaron en Paraná, se encontraron menores que eran utilizados para la venta de estupefacientes, lo que aumentó la condena para los imputados. Los tiroteos diarios en el barrio Lomas del Mirador generaron la reacción de jóvenes del Centro de Estudiantes de la Escuela número 16. La propuesta tuvo el apoyo del equipo directivo y de organizaciones sociales que el 9 de setiembre de 2014, convocaron a una Jornada por la Paz. De este modo, se buscó mostrar que la mayoría de los habitantes tienen un proyecto de vida y no quieren vivir con miedo a salir a la vere-
da. La intención era enviar un mensaje de rechazo a la violencia cotidiana que surge como consecuencia del enfrentamiento entre jóvenes que provoca la venta de droga.
El rol del Estado En la minúscula y calefaccionada Oficina 16 del edificio central del Ministerio de Salud —situado en calle 25 de Mayo 139—se encuentra un equipo interdisciplinario que conforma el Programa Provincial de Alcoholismo y otras Adicciones, de la Dirección de Salud Mental de Entre Ríos. Maricel Fabre y Nadia Teruel responden preguntas sobre la relación entre las drogas y la adolescencia, desde la perspectiva asistencial que hacen los hospitales y centros de salud en toda la provincia. Por otro lado, en una vieja casa refaccionada sobre calle Corrientes al 536 de Paraná, la Selca, perteneciente al Ministerio de Educación de Entre Ríos, aborda la drogodependencia —término que utiliza la Organización Mundial de la Salud— poniendo el foco en la prevención. El médico Mario Elizalde, titular de la Secretaría, coordina acciones en torno a las adicciones como parte integrante de las políticas públicas, 8
tal como lo dispone la Ley Nacional de Salud Mental 26.657. Sin embargo, a medida que se interroga sobre el modo de abordaje de las adicciones, las disidencias aparecen. Elizalde señala que “todo fenómeno adictivo es pasible de tratamiento, de rehabilitación. Pero es una enfermedad crónica que amenaza permanentemente con la recaída”. Respecto a ese punto, Fabre considera que las reincidencias se producen porque desde los ´90 se concibió al tratamiento desde la lógica de instituciones privadas. Allí, los adictos son encerrados y despojados de su entorno social. La nueva mirada pública apunta a trabajar en contexto, “porque si uno dice que la problemática es social, enferma socialmente”. Se suele representar al adicto como aquel ser cuyo cuerpo permanece inmóvil, arrojado en algún recóndito margen del barrio, al poco tiempo de su inicio en el consumo. No obstante, el titular de Selca advierte: “La droga no es una topadora que cae en la integridad física de un individuo y lo destroza. Su efecto es muy larvado. Es más, el consumo está buscado a partir del narcotráfico para que sea progresivo. Porque, a mayor tiempo de sobrevida del consumidor, mejores dividendos”. Una vez más, el análisis conduce a interrogarnos sobre quiénes están detrás del velo. Correrlo implica mirar con otros ojos a esos grupos de jóvenes que, vulnerables y vulnerados, se convierten en protagonistas de un complejo engranaje que señala la debilidad de las políticas públicas y socioeconómicas, para proponer un presente que brinde sentido y oportunidades. Correr el velo exige mirar más allá de la fachada, obliga a pensar qué hay detrás de esa particular combinación de colores que hoy caracteriza a Paraná V.
¿Mayor tolerancia? Rosina Espiro. Fragmento del Informe Periodís co.
En los últimos años el consumo de marihuana en los barrios paranaenses se ha hecho más evidente. Si bien es mayor que una década atrás, muchos especialistas sostienen que el cambio se ha producido, en gran medida, por una creciente tolerancia social a su consumo.
Según la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), en nuestro país, el consumo de drogas ilegales entre los estudiantes de nivel medio ha ido aumentando en los últimos años, en especial el consumo de marihuana. El resultado de las encuestas realizadas desde la Sedronar a estudiantes secundarios en 814 escuelas determinó que, en apenas una década, el consumo de marihuana pasó de 3,5% en el año 2001 a 10% en 2011; es decir que se triplicó en diez años. Paralelamente al aumento del consumo de marihuana, fue decayendo la percepción sobre el daño o peligrosidad que ésta provoca en las personas que consumen. Esto significa que cuanto menos riesgosa se considera el
uso de una droga, mayor es su aceptación y, por ende, su consumo. La comparación de los cinco sondeos realizados con estudiantes de nivel medio por el Observatorio Argentino de Drogas desde 2001, marca que en cada ocasión fue decayendo la connotación negativa sobre lo que provoca su consumo. En 2005, el 30,8% de los jóvenes aún asumía como riesgoso el acto de fumar marihuana; para 2010, sólo un 14,7% consideró el uso experimental de la marihuana como peligroso. Es decir, las cifras comparativas permiten pensar que existe una relación básica entre el incremento de consumidores de marihuana y el nivel de riesgo percibido. —¿Por qué nos vamos a esconder para consumir? ¿Quién nos va a
a decir algo? Nosotros nos portamos bien, nadie hace nada malo con esto. Estamos en la nuestra y no bardeamos a nadie. Además, ya todos saben que fumamos; a mi vieja, por ejemplo, le molesta más cuando tomo alcohol que cuando me fumo un caño —expresa uno de los jóvenes consultados. Al respecto, el titular de la Secretaría de Lucha contra las Adicciones de Entre Ríos (Selca), Mario Elizalde, afirma que “una de las cosas más preocupantes del problema con las drogas, no sólo es el aumento de la cantidad de consumidores, sino también la sociabilización de determinada sustancia, que provoca la pérdida del sentido de perjuicio a la salud. Cuando eso pasa, se comienza a tolerar o a naturalizar el consumo; es lo que está pasando en muchos barrios”.
¿Uso, consumo o adicción? Marlene Vallejos. Fragmento del Informe Periodís co.
sustancia sino que lo hace cuando siente que lo necesita. En el caso de la adicción existe una historia de consumo que abarcó las dos etapas anteriores”. Clari señala además que nadie se convierte en adicto de un día para otro, sino que tiene en su propia historia personal, social y escolar, cuestiones que van contribuyendo. La adicción hace que el sujeto no pueda vivir sin el consumo de esa determinada sustancia. La persona adicta no puede desenvolverse en la sociedad de una manera normal, no puede asistir a la escuela ni trabajar.
Paola Clari, integrante del equipo técnico del Programa de Adicciones del Consejo General de Educación (CGE) de Entre Ríos, hace una diferenciación entre uso, consumo y adicción; explica que “hablamos de uso cuando se realiza un uso ocasional de determinada sustancia. Puede tratarse de alguna bebida alcohólica o un psicofármaco por ejemplo. En el consumo ya se registra una repetición de la conducta en base a un objetivo en sí mismo, que puede ser la búsqueda de placer. Este consumo puede ser casual o esporádico y el sujeto no está tan atado a esa 9
LOS ADOLESCENTES Y LA RELACIÓN CON LAS DROGAS ILEGALES
Los adolescentes santafesinos y los contextos que caracterizan al consumo de drogas
Cuando el consumo se interpone en el proyecto de vida El circuito que genera la venta de drogas ilegales atraviesa cada vez más la cotidianeidad de nuestra sociedad. En los barrios, la problemática del narcotráfico se muestra en la violencia del día a día, ya sea por lo que provoca la adicción o por lo que se crea alrededor de la venta. ¿Qué mueve a los jóvenes a consumir y cómo este problema social afecta a las personas en tantos aspectos de su vida diaria? ¿Cuál es la visión u opinión de los adolescentes frente a lo que genera el consumo? Por Paulo Ignacio Palacios
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E
n la esquina del barrio, un joven solitario y ese inconfundible aroma de humo “picantón”. En el parque, la ronda de amigos que se amontona alrededor de la guitarra, que ríen a carcajadas y ese desprolijo y fino “cigarro” que pasa de mano en mano. En el baño del pub, un anónimo con su remera de Los Redondos y la pregunta que jamás espera a ningún tipo de presentación: “Che amigo, ¿no tenés un pase para convidarme?”. Una considerable cantidad de adolescentes de Santa Fe ha tenido o mantiene algún tipo de relación de cercanía con las drogas: ya sea porque consume, porque algún familiar o sus amigos lo hacen o porque es algo que observa en su barrio, muchos jóvenes santafesinos saben y conocen de esta cuestión que se encuentra tan instalada en nuestra ciudad.
Uso, abuso y dependencia Existen diferencias entre uso, abuso y adicción o dependencia respecto a las drogas. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), se cae en adicción cuando un individuo llega a un estado de intoxicación crónica y periódica originada por el consumo de una droga, natural o sintética, y se caracteriza por crear un impulso incontrolable a continuar consumiendo, y por una tendencia a aumentar la dosis y sufrir consecuencias perjudiciales tanto para el individuo como para su entorno. Cristian Dougaluk es licenciado en Psicología y trabaja en el Centro de Día Cambio de Hábitos de la ciudad de Santa Fe. Ubicado en la esquina noreste de la intersección de las calles Obispo Gelabert y San Lorenzo, este centro de rehabilitación para drogodependientes pasa desapercibido, ya que en su frente nada lo identifica. Instalado sobre una casa de dos pisos, este lugar llama la aten-
Proceso de armado de un cigarrillo de marihuana / Fotogra a: Paulo Palacios ción por la cantidad de personas que lo habitan: pacientes y trabajadores que se mueven de un lugar al otro y saludan cordialmente a los que se cruzan. En el segundo piso se encuentra la austera oficina de Dougaluk, amoblada solamente con un escritorio, una estufa y una pequeña estantería de madera en la que se encuentran algunos libros y manuales de psicología. Aunque cierra la puerta para evitar interrupciones, el canto de feliz cumpleaños que proviene de otro espacio se cuela en la oficina. El psicólogo treintañero, de mirada tranquila y gesto amable, se sienta, se acomoda y comienza: —Para llegar a una dependencia el consumo tiene que alcanzar una frecuencia y una periodicidad con tiempos cada vez más cortos, pero lo que determina este estado fundamentalmente es que haya abstinencia en relación a la sustancia que se consume. El uso, por otro lado, es eso que se conoce comúnmente como consumo social, lo que no significa que no repercuta en la persona o no genere efecto psicoactivos —expresa Dougaluk con un tono sereno y pausado—. La diferencia primordial radica en que cuando se llega a una dependencia estamos hahablando de un cuadro psicopa11
tológico concreto en el cual se torna necesaria una ayuda terapéutica que pueda sacar a la persona de ese estado; el efecto negativo se ve afectado por el consumo, la sustancia va generando una alteración en la sensopercepción y al mismo tiempo trae consecuencias en la capacidad cognitiva, de razonar, y genera dificultades en el establecimiento de relaciones interpersonales, sobre todo en el poder de desarrollar habilidades sociales concretas y de comunicación. —Teniendo en cuenta que cuando cae en el abuso de sustancias el individuo, además de verse afectado en lo psicológico y lo físico, también sufre consecuencias en su entorno y vida cotidiana, ¿cómo sería esta relación y cómo se produciría ese proceso? —El consumo debe ser muy esporádico para que no repercuta en el desempeño, la productividad y la vida cotidiana de un sujeto. Cuando empezamos a hablar de abuso o dependencia de una sustancia, sin duda la vida de ese individuo se verá afectada, desde su capacidad cognitiva hasta su habilidad de relacionarse con otras personas; entonces si esa persona tiene un trabajo, o va a la escuela o a la universidad, seguramente su productividad y su rendimiento
en lo que haga todos los días se verá afectado. El psicólogo habla de dependencia y nunca utiliza el término adicción. Explica que esta problemática es mucho más compleja de lo que a simple vista supone: aclara que la dependencia es una enfermedad que forma parte de un sistema más amplio de problemas en donde el consumo aparece como un síntoma más de dicha patología, por eso él habla de familias enfermas o adictas, en donde la persona que llega al abuso de drogas es el detonante del conicto en ese sistema interno de relaciones disfuncionales o problemáticas.
Los adolescentes, su mirada y sus voces Durante el año 2011 el Observatorio Argentino de Drogas, dependiente de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), realizó un complejo estudio titulado Quinta Encuesta Nacional a Estudiantes de Enseñanza Media entre alumnos de la provincia de Santa Fe. El objetivo fue recabar información sobre la magnitud, características y factores asociados al consumo de sustancias psicoactivas en estudiantes de entre 14 y 17 años. De los resultados más importantes se conoció que las drogas ilícitas que más consumen los adolescentes en la provincia es la marihuana, en primer lugar; seguida por la cocaína, aunque en un porcentaje bastante menor. Estas sustancias resultan de fácil acceso para una gran cantidad de jóvenes. A su vez se detectó que la proporción de varones que hace uso de sustancias psicoactivas es mayor a la de las mujeres, y que la edad en la que ambos sexos comienzan a consumir es a partir de los 15 años. Por último debe aclararse que si bien este estudio data del
año 2011, al compararlo con estudios anteriores realizados desde 2001, se llegó a la conclusión de que el porcentaje de utilización de los dos tipos de estupefacientes ya mencionados mantiene una tendencia a aumentar progresivamente año tras año. Sin embargo, más allá de los fríos números, existen adolescentes santafesinos que tienen sus propias ideas sobre esta problemática, que suelen conocer de cerca. Damián, Sofía y Luciana son alumnos del anexo de la Escuela Nº 264 Constituyentes, ubicada en la intersección de calle Iturraspe y La Paz, a la cual asisten alumnos que en su mayoría provienen de barrio Villa del Parque y Barranquitas. Tienen entre 16 y 18 años, son enérgicos, se mueven, preguntan y —sobre todo— hablan. Hablan sin titubeos, sin vueltas y van directo al grano: “¿Droga? Droga hay en todos lados y es algo de todos los días. Yo lo veo mucho adentro del baile, ahí se ve cómo se drogan y que hay personas que la entran escondida y la venden. Aunque te revisan todo, ellos se las ingenian para poder pasarla”, expresa Sofía. Entre risas y miradas cómplices explican cómo lo viven día a día: ellos no consumen y hasta admiten que ni siquiera fuman cigarrillos. Sin embargo, comentan que tienen amigos que han llegado a niveles de adicción y
la pasan mal o “están perdidos”. Además, expresan que suelen observarlo mucho en los jóvenes que habitan en sus barrios y que se juntan en las esquinas a fumar porro u otras sustancias. Damián comenta que en su vecindario “lo que más se mueve o se consume es marihuana o 'la alita', la cocaína. Aunque se ve más la marihuana, porque pasás por cada esquina y hay alguien que está fumando faso. Además porque la otra sale más cara, está como cien o ciento cincuenta pesos el capuchón”. Los jóvenes admiten que estos problemas no se tratan en la escuela, no tienen clases ni talleres de educación o prevención respecto a esta cuestión, y comentan que lo hablan con algunas profesoras pero de manera muy superficial. A pesar de esto, Luciana tiene su propia opinión formada por las vivencias que ella ha tenido: “Los responsables de que esto pase es primero el Estado, que no hace nada y no controla. También está la policía, que tampoco se mueve, y al final son los que más consumen y roban. Esto empeora cada vez más, hoy no se puede ni andar, a mi barrio no se puede entrar porque está muy peligroso. A mí me conocen porque vivo ahí, pero algunos se drogan, se olvidan de quién sos y te roban igual, no tenés derecho a nada”, relata con indignación la joven.
“Capuchón” de cocaína /Fotogra a: Paulo Palacios 12
Las escuelas y la difícil tarea de enfrentar el problema Las instituciones educativas no se encuentran exentas de esta compleja problemática. Muchos alumnos que asisten a las escuelas provienen de barrios que sufren un alto riesgo social en donde la droga, entre tantos otros problemas, golpea con mayor ímpetu. Un caso representativo es el de la Escuela Nº 1.299 Padre Osvaldo Catena, ubicada en Boulevard Pellegrini 3811, una primaria a la que asisten en su mayoría chicos de Villa del Parque y Villa Oculta. Viviana Caballero, vicedirectora de la escuela, comenta que sus alumnos, sobre todo los de séptimo grado, que tienen entre 12 y 15 años, suelen hablar de este problema, pero que a ellos como institución les resulta muy difícil abordarlo. “No existe un programa a nivel ministerial que trabaje el tema drogas. Solamente viene un médico una vez al año a dar una clase sobre esta cuestión, pero desde el Ministerio de Educación no se baja ningún programa ni nada”, comenta Caballero con la mirada pensativa. Luego agrega: “Lo único que tenemos es un protocolo, que eso sí viene desde el Ministerio, para actuar en caso de encontrar un chico que esté drogado en la escuela. Nos brindaron un teléfono al que debemos llamar para recibir apoyo pedagógico y que nos digan cómo proceder, qué pasos seguir. Lo que debe hacerse es llamar a sus padres y al 107, que es el Servicio de Emergencias Médicas, para que el estudiante sea llevado al Hospital Cullen o si es menor al Hospital de Niños, para que allí lo revisen y se encarguen de él”. En este mismo sentido Roxana Palacios, docente de la escuela, expresa que les resulta muy difícil afrontar esta problemática. “La droga hoy en día ya está en las escuelas, es un agelo que viene atacando desde hace rato.
Muchos jóvenes se manifiestan en contra del consumo de paco / Foto: P. Palacios
Actualmente uno lo puede ver mucho más acentuado porque observás a los chicos fumando marihuana en la vereda del colegio, ves que pasan drogándose y a lo mejor no son nuestros alumnos pero sí sus hermanos o amigos, que tienen más o menos la misma edad”, comenta la maestra. Ella tiene a su cargo un séptimo grado con muchos estudiantes que han repetido de grado, y manifiesta que se preocupa mucho por la naturalidad con la que los estudiantes tratan el tema: “Ellos en clase suelen hablar y contarme cosas que pasan en el barrio de una manera muy naturalizada, te cuentan esas historias como si fueran cosas normales de todos los días”.
El rol del Estado y una nueva y esperanzadora ley En Avenida Freyre 2074 funciona la Dirección Provincial de Prevención y Asistencia de Comportamientos Adictivos que depende del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia de Santa Fe. Emplazada en una oficina del segundo piso, esta Secretaría se encarga de abordar la atención, prevención y tratamientos por consumo o abuso de sustancias psicoactivas, en personas menores de 18 años. Carolina Silvestre, psicóloga y coordinadora encargada del espacio, explica que en este lugar la prioridad es mejorar la calidad de vida de niños y adolescentes que 13
presenten una situación de consumo problemático. Ante esto, el inicio de un proceso de recuperación se pacta con el joven y su familia y a su vez con la institución a la que se deriva. Todas las acciones de esta Dirección se enmarcan en lo que establece la nueva Ley de Salud Mental Nº 26.657, sancionada y promulgada durante 2010. Esta normativa representa un gran avance por parte del Estado en la lucha contra las adicciones ya que, en el artículo 4 establece que “las adicciones deberán ser abordadas como parte integrante de las políticas de salud mental”. Esto genera enormes cambios a la hora de afrontar la drogadicción ya que, por ejemplo, las obras sociales a partir de esta nueva ley deben brindar una cobertura total o de un porcentaje considerable de los costos del tratamiento. Esto permite que personas que antes no podían tener acceso a un proceso de rehabilitación y recuperación de este tipo, ahora puedan. La implementación de esta nueva ley representa un primer paso para afrontar la compleja trama de problemas que encierra el consumo y abuso de drogas. Sólo una política firme de Estado en donde se involucren de manera firme las autoridades estatales, las instituciones educativas, las familias y los jóvenes, permitirá hacer frente a esta difícil situación que apostamos a no naturalizar.
En primera persona: organizaciones que contribuyen a dejar el consumo Diego Ciorciari. Fragmento del Informe Periodís co.
Esteban tiene 19 años y vive en El Pozo, el barrio construido por el Programa del Fondo Nacional para la Vivienda (Fonavi) en 1988, al costado de la Ruta Nacional 168. Su infancia se desarrolló en un contexto familiar complejo y gran parte de su tiempo lo pasaba en la calle. Salía con sus amigos y al principio comenzó a consumir drogas por diversión. “Me drogaba con mis amigos pero después empecé a consumir cada vez más, solo, y comenzó a ser un problema”. En ese ir y venir las organizaciones y personas que encontró en diversas instituciones fueron clave para ayudarlo en el complejo proceso que significa dejar de consumir. Uno de ellos fue el Centro de Acción Familiar (CAF) N°19, que permitió que pudiera “pensar en otra cosa”. Este espacio, que depende de la Subsecretaría de Derechos de la Niñez, Adolescencia y Familia del Ministerio de Desarrollo Social de Santa Fe, está en la Peatonal Vera Peñaloza 4066, frente a la torre 10 de Barrio El Pozo. Salomé Menvielle, de 46 años, hace seis que trabaja allí. “Nuestro Espacio” es un área dedicada exclusivamente a los adolescentes. En este lugar Esteban empezó a ocupar su tiempo, conoció nueva gente y comenzó a olvidarse por momentos de su adicción. Menvielle reconoce que la relación de los jóvenes con las drogas se agravó en los últimos años. Algo similar sostiene Estela Susana Santa Cruz, presidenta de la Vecinal Barrio El Pozo. “A medida que van pasando los años estamos notando que los chicos
empiezan a drogarse a más temprana edad. También se está viendo, como otros años no se veía, que lo están haciendo en lugares públicos, en la calle, en las plazas, delante de la gente”. Menvielle considera que es importante tomar conciencia de que los niños y adolescentes son producto de la sociedad que formamos los adultos. Se esperanza entonces en poder brindar espacios que permitan a los jóvenes encontrar presentes y futuros que los habiliten a tener otras perspectivas de vida. La organización religiosa “Remar” fue otro de los espacios que permitió a Esteban alejarse del consumo problemático. Una mañana en que caminaba por la Peatonal le entregaron un folleto de esta organización evangelista cuyas siglas en inglés significa Rehabilitación de Marginados. “Al principio no le di mucha bola, y lo guardé en el bolsillo. Cuando llegué a casa, lo empecé a leer y me di cuenta de que era mi oportunidad para salir de esto. Estaba indeciso, no sabía si llamar por teléfono. Al otro día me decidí, fui y ahí empezó todo”. Esteban cuenta que lo recibie-
ron con los brazos abiertos. Ingresó en agosto de 2013 y actualmente se encuentra trabajando allí. Una de las directivas de Remar, Adelina Elvira Machuca, tiene 51 años y fue adicta a las drogas durante 23 años. Según explica, esta organización se financia con apoyos de la gente. Además venden los productos que ellos mismos fabrican en la carpintería, panadería y talleres mecánicos. Actualmente hay aproximadamente 25 chicos en la granja de rehabilitación ubicada en Santo Tomé. “Cada uno, además de cuidar a los animales, hace un trabajo que se le asigna. Acá no se usa ningún tipo de pastilla, sino el trabajo físico, para mantener la mente ocupada. A la mañana siempre hay un chico, ya recuperado, que lleva la palabra, que es el nuestro alimento diario para enfrentar esta realidad. Y después cada uno hace la tarea que le corresponde, así el día de mañana salen con un oficio”. Hace casi un año que Esteban no consume drogas y, si bien todavía le faltan algunos meses de recuperación, ha encontrado modos que le permiten proyectarse en el día a día.
Frente del Centro de Acción Familiar N°19, Santa Fe/ Fotogra a: Diego Ciorciari 14
LOS ADOLESCENTES Y EL ALCOHOL
Los jóvenes de Crespo: entre la aceptación cultural del alcohol y las acciones que buscan un consumo responsable
Permiso para tomar, ¿permiso para beber sin control? La ingesta de alcohol forma parte de los consumos socialmente aceptados. En Crespo, la idea de diversión de los jóvenes está muy vinculada a la práctica de beber sin límites. Qué se hace y cuáles son los abordajes que se buscan desde los distintos organismos e instituciones locales para prevenir la problemática y para contener a los jóvenes que abusan de una sustancia legitimada.
Por Mauro Gö e
T
odo parece orquestado dentro de esta localidad de 20.000 habitantes. Durante la semana las actividades se mueven al compás de una cuidada rutina que se desanda entre el horario de trabajo, la siesta y la plaza como lugar de encuentro. Crespo, una ciudad agroindustrial que se ubica a 42 km. al sur-este de Paraná, baña sus calles de un murmullo ordenado que tiene permiso para quebrarse el fin de semana. La noche de los viernes y sábados los jóvenes encuentran su lugar en plazas o parques como reunión previa al boliche. Los domingos a la tarde estos mismos espacios los reúnen para compartir mates. El ritual sigue siendo el mismo: juntarse con amigos. La ciudad habilita a los jóvenes para disfrutar estos dos días. El problema surge cuando divertirse está muy relacionado a la práctica de beber alcohol sin límites. Al respecto, Evelyn Acebedo, psicóloga y docente, afirma: “Si cada vez que vos incurrís en una conducta de consumo, terminás en la del abuso y no lo estás pudiendo manejar, ahí estamos hablando de una adicción. Es decir, si me decís que no te podés juntar con tus amigos sin tomar alcohol, hay patrones de adicción muy presentes”. La Organización Mundial de la Salud explica que la adolescencia es el período de la vida que transcurre entre la niñez y la adultez, que se ubica entre los 10 y 19 años. Se caracteriza por ser una etapa de constantes cambios donde surgen y se afianzan conductas, algunas de ellas vinculadas con excesos que se ven socialmente aceptados, más aun si se trata de sustancias legales en la que las tradiciones y el aparato publicitario juegan su parte. Ivana Tonutti, trabajadora social e integrante de la ONG Asociación Por Una Nueva Fami-
lia (APUNF), señala los obstáculos que se dan en los talleres vinculados a la problemática: “la dificultad que se genera cuando hablás estos temas es que el consumo está tan naturalizado y socialmente aceptado, que quedás como una persona anticuada o aburrida”.
Educación y prevención A esa hora de la noche, la Escuela Secundaria para Jóvenes y Adultos (ESJA) N° 97 parece ser el único lugar de la ciudad en donde hay movimiento en ese martes que ya duerme. Frente a ella, la plaza observa en silencio. Recién el fin de semana se transformará en sinónimo de encuentro. Adentro, en la sala de informática, dos compañeras tratan de resolver un trabajo práctico. Al costado, en un box, la psicóloga Evelyn Acebedo, que da clases de tutorías disciplinarias, trabaja en torno a los consumos problemáticos de alcohol u otras sustancias. La docente explica que abordar estas temáticas en el aula requiere de muchísima paciencia y respeto
ya que, por lo general, no es un tema sobre el que se esté habituado a conversar. Se trabaja desde un abordaje sistémico que ve al sujeto dentro de su entorno. “Trabajar en forma netamente individual es imposible y de forma general también, porque no es para todos la misma información. Invitamos a algún profesional de un área específica para que hable de un tema, y muchas veces sirve de disparador para después poder charlarlo más en el aula”. Al referirse a la diversidad del grupo, explica que los varones son más cerrados al diálogo y a las mujeres se las interpela sobre el abuso del alcohol vinculado con la sexualidad, ya que muchas de las parejas ocasionales están muy ligadas a esta problemática: “Tratamos de no ir tan profundo cuando están todos juntos, a la gente mayor le cuesta aceptar los diálogos que se producen, así que se habla desde otro punto de vista, de acuerdo a quienes están y cómo es la relación entre ellos”. Acebedo, que es oriunda de Buenos Aires y está casada con un
La cerveza es la bebida alcohólica más consumida por los jóvenes /Foto: Mauro Gö e 16
crespense, señala que la ciudad tiene rasgos particulares que son propias de esta colectividad. La mayoría de los 20 mil habitantes desciende de inmigrantes conocidos como alemanes del Volga. Previo a emigrar hacia el continente americano esta colectividad vivía desde 1763 en los márgenes del Río Volga, en Rusia. Tanto su lengua como las sólidas costumbres que se han transmitido a través de los siglos, conforman una identidad cuyos rasgos son particulares. En este sentido, la psicóloga explica que hay aspectos relacionados con la forma de consumo de alcohol que están vinculados con las características de los habitantes de Crespo. “En esta población está muy arraigada la costumbre de ingerir alcohol desde muy temprana edad. Además, hay una cultura del no-diálogo. Acá nunca hemos tenido problemas de consumo porque no lo asocian con un problema”, asegura. Para Acebedo, la práctica de consumir alcohol se torna un problema entre los habitantes de esta ciudad sólo si comienza a obstaculizar el ámbito laboral. —El trabajo en la cultura de los alemanes del Volga es lo prioritario. Vos podés tomar de más pero si cumplís con tu labor, no importa que todo lo demás deje de funcionar. No digo que no lo vean como un problema, el tema es que no lo alcanzan a percibir hasta que empiezan a fallar en el trabajo. El fin de semana es el mejor espacio para el consumo porque les da el tiempo para recuperarse. Acebedo comenta que desde la escuela no se busca sancionar al alumno sino hablarlo para que tome conciencia. Sin embargo, destaca que hay límites y reglas. “Se ha llegado a pedir que se retiren de la institución y vuelvan cuando no estén alcoholizados”, afirma.
Los pubs son el punto de encuentro mediado por el alcohol/ Foto: P. Corradini
Una ciudad chica con problemas grandes Crespo es una ciudad en constante crecimiento demográfico y económico. Esto provoca que parte de sus estructuras y organismos queden desbordados o atrasados ante las nuevas problemáticas que surgen. En la actualidad, no hay un espacio para tratar las adicciones de manera interdisciplinaria. Existe un convenio, en este sentido, con el Sanatorio Adventista de Villa Libertador General San Martín. El área de Acción Social de la Municipalidad es el organismo que trabaja las problemáticas del alcohol y el tabaquismo. La psicóloga Sonia Goette, integrante del equipo técnico, sostiene que a pesar de que no haya estadísticas oficiales, el alcohol es la principal droga de consumo en la ciudad. Goette destaca a los Juegos Evita dentro de los distintos programas y actividades que se proponen, porque asegura que un chico que hace deporte tiene menos posibilidades de entrar en el consumo. Además, desde el área trabajan conjuntamente con la Secretaría de Lucha contra las Adicciones (Selca) en relación a la prevención primaria del consu17
mo de drogas, porque “hoy en día se está empezando a tomar el alcohol como una droga”, comenta el director de Tránsito, Luis Hartmann. El principal medio de transporte de los jóvenes son las motocicletas y luego los automóviles. Es común que giren por la ciudad pasando varias veces por los mismos lugares. Ese camino de hormigas que suele acompañarse de un trago, finaliza cuando el boliche abre sus puertas. El Área de Tránsito lanzó una campaña denominada Conductor Responsable, en la que se sortearon vales de combustible entre las personas que no estaban alcoholizadas en los controles. Esta propuesta se llevó adelante durante tres meses. En cuanto a la contención de los jóvenes, hay un circuito de trabajo desde el municipio que comienza cuando se acerca el padre preocupado, se lo recibe y se charla con él; luego se ve cuál es la demanda que plantea, cuál es el problema y qué posibilidades tiene de acceder a algún tipo de tratamiento a nivel privado. Si no puede pagar, el área se encarga de la contención psicológica. Desde la Dirección de Desarro-
llo Social se trabaja con un grupo de autoayuda de prevención de drogodependencias, que funciona los viernes en Villa Libertador San Martín dentro del Sanatorio Adventista del Plata. Es un espacio gratuito y desde el organismo de Crespo llevan y traen a la gente en un vehículo municipal. Al mismo asisten unas 17 personas. Los más jóvenes que participan tienen 16 años. La psicóloga Goette afirma que no hay una única causa por la que se generan las adicciones, ya que cada persona es diferente y está en un contexto distinto. —El trabajo siempre es interdisciplinario y con la familia. Por ejemplo, desde Tránsito, cuando a una persona se le hace una multa por consumo de alcohol, se le sugiere consultar con nosotros para hacer un tratamiento, iniciar un proceso terapéutico o un acompañamiento a un grupo de autoayuda. Eduardo Llovet, uno de los médicos de guardia del Hospital San Francisco de Asís, reconoce que la mayoría de los que llegan con heridas de accidentes son jóvenes. Señala que muchos de los accidentes de tránsito de los adolescentes están vinculados al consumo de alcohol; la gran mayoría son varones, mientras que las mujeres suelen llegar con cuadros de intoxicación. Para Hartmann, el director de Transporte, los mayores problemas no son los chicos, sino los padres que “les enseñan a manejar desde muy jóvenes y naturalizan el consumo de alcohol”.
Ley Seca En la Capital Nacional de la Avicultura, rige la Ordenanza Municipal Nº 42/12 que restringe la venta de alcohol desde las 00:00 hasta las 8:00, así como el expendio de bebida fraccionada. Quedan exceptuados los comercios habilitados para la comercialización de bebidas alcohólicas que
El Parque Urquiza de Paraná es un punto de reunión de jóvenes / Foto: M. Gö e consuman los clientes dentro del local. Esta normativa adhiere a la Ley Nacional de Lucha contra el Alcoholismo Nº 24.788. Mariela Britos, abogada y concejal por el partido Proyecto Ciudad de Todos, explica que esta ordenanza surgió como modo de dar respuesta a los reclamos sociales y la preocupación que se vieron reejados en los medios de comunicación. Desde el Área de Acción Social del municipio, Sonia Goette sostiene que esta normativa apunta a prevenir situaciones que se generan en la calle: “Los chicos estaban sentados en la plaza tomando cerveza hasta las 3 de la mañana; eso ya no se ve, no está permitido”. Sin embargo, Hartmann señala que en el boliche no hay límite de edad para el ingreso y allí se les vende a todos aunque tengan menos de 18 años. Esto se debe a que hay comerciantes inescrupulosos, reexiona. De todos modos, los profesionales consultados coinciden en señalar que estas restricciones no modifican la cuestión de fondo que está relacionada con la ingesta de alcohol sin límites.
La palabra de los jóvenes La voz de los adolescentes se hace sentir en las aulas; critican, debaten y reexionan sobre el por qué de ciertas conductas. 18
Una de las justificaciones que otan en el aire está referida a la diversión: “Me divierte fumar, el cigarrillo es un compañero, no puedo hacer otras cosas sin fumar”, se justifica un alumno. “Si vas al boliche, te dan más ganas de hacerlo”, completa su compañero. Para Acebedo, muchas de estas respuestas están vinculadas con que es una edad en que los jóvenes son muy vulnerables al temor a quedar afuera del grupo. —Te plantean que el día que tomás menos, te aburrís porque todos están borrachos menos uno. Entonces se transforma en una cadena, porque el alcohol los hace partícipes de un circuito: todos rotan el vaso y, si te pasan de largo, quedás afuera.
“No se puede dar rápidamente un por qué del consumo, pero cuando indagás, hay historias muy duras de violencia, abandono, adicciones en el núcleo familiar, desocupación y falta de afecto”, dice Ivana Tonu .
La docente pretende desnaturalizar las conductas que generan el abuso del alcohol. Asegura que es muy difícil decirles “no, no tomes” porque lo ven como un puente a la diversión. Esto vuelve dificultoso mostrarles que aunque ellos no tomen siguen for-
mando parte. Asegura que su tarea apunta a que puedan ver que el consumo desbordado, provoca consecuencias que no son deseadas por ellos.
A la espera de entrar al boliche El boliche, al igual que la plaza, es el lugar donde ciertos rituales se hacen carne. Aunque el mate se cambia por un vaso con fernet, el rito que une en un círculo a los amigos sigue siendo el mismo. En una larga cola que no parece avanzar, Matías, de 17 años, espera junto a sus amigos afuera de Diba Disco. Una botella de plástico cortada a la mitad que hace las veces de vaso, acompaña la tediosa espera. — ¿Alguna vez saliste sin tomar? —No sé, no me acuerdo, es algo que me gusta y cuando me junto siempre tiene que estar. Igual no me gusta tomar solo, me aburre. La fila avanza y el vaso queda olvidado al lado de un árbol. El ritual no termina allí sino que
sigue dentro del boliche, donde esa espiral parece durar lo mismo que la noche. Ivana Tonutti, miembro de Asociación por una Nueva Familia (APUNF), la ONG que nació como respuesta a la inexistencia de organismos vinculados a problemas intrafamiliares, menciona las justificaciones que se encuentran al charlar con los jóvenes: —No se puede dar rápidamente un por qué de su consumo, pero cuando indagás, hay historias muy duras de violencia, abandono, adicciones en el núcleo familiar, desocupación y carencia de afecto —destaca la trabajadora social. Hay que replantear si mostrar las consecuencias de tal o cual sustancia en el cuerpo es eficaz, tanto a manera de táctica pedagógica o de comunicación. Según señala el médico Eduardo Llovet, el consumo de tabaco y alcohol no genera en los primeros años efectos mayores sobre el cuerpo. El cigarrillo sólo produce temprana-
mente problemas vinculados a bronquitis, mientras que afecciones más graves como el cáncer, el enfisema pulmonar y la cirrosis (en el caso del alcohol) devienen luego de varios años de abuso de estas sustancias. La ciudad sufre, al igual que los jóvenes que la habitan, los cambios del crecimiento y la escuela es clave en cuanto a su carácter de formadora, pero no debe ponerse camisetas que no le correspondan. Es decir, que haya un gabinete donde puedan hablar sobre las adicciones, sirve para que los jóvenes se sientan escuchados y como vehículo de derivación a organismos que se encargan específicamente del tema. Los especialistas coinciden en que reconocer una adicción como un problema, es un buen primer paso; quizás sea tiempo de que tradiciones crespenses tan antiguas, empiecen a revisar algunas de sus costumbres como la vinculada a que disfrutar es sinónimo de tomar alcohol sin límites.
CIFRAS Y CONSECUENCIAS DEL CONSUMO DE ALCOHOL Por Franco Oberlin
Según el Informe Mundial 2014 sobre la situación de la salud y el alcohol presentado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), durante el año 2012 se produjeron 3,3 millones de defunciones provocadas por el uso nocivo de alcohol. De esa investigación, se desprende que Argentina es el segundo país de América Latina con mayor consumo de bebidas alcohólicas. Con un promedio de 9,3 litros ingeridos por persona en un año, se destaca el dato de que uno de cada cinco bebedores se emborracha una vez por mes. “Encontramos que en todo el mundo alrededor del 16% de los bebedores tiene un fuerte consumo de alcohol, que es el más perjudicial para la salud", explicó Shekhar Saxena, director de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS a la agencia oficial de noticias Télam. En nuestro país, el consumo episódico excesivo o intermitente se observa sobre todo en jóvenes a partir de los 15 años. Tanto en Argentina como en toda América, el consumo esporádico pero
fuerte supera el promedio mundial, lo que no sólo lleva a una nociva dependencia y a un aumento de la violencia, sino que está relacionado con el riesgo de desarrollar dos centenares de enfermedades. En los adolescentes, el consumo de alcohol que se da sobre todo en los fines de semana, se caracteriza por un modo de beber compulsivo que provoca la ausencia de percepción del riesgo. La Asociación Argentina de Pediatría explica que el consumo de alcohol es el desencadenante de la mayoría de los accidentes de tránsito pero también de otras conductas violentas como disturbios públicos, heridas graves por peleas callejeras, relaciones sexuales ocasionales y sin protección, infecciones de transmisión sexual o embarazos no deseados. En los casos de mayor consumo, puede producirse una intoxicación alcohólica aguda que, en ocasiones, finaliza con la muerte por ahogamiento, debido al estado de ebriedad. 19
Santa Fe
Normas que apuntan a regular la noche Geraldine Brezán. Fragmento del Informe Periodístico.
Luego de diversos accidentes provocados de manera directa o indirecta por el consumo excesivo de alcohol en los locales bailables, el gobierno de Santa Fe intentó poner orden a la diversión de la noche. En 1999 el Concejo Deliberante de Santa Fe declaró la Emergencia Nocturna Santafesina a través de la Ordenanza 11.622. En ésta se delimitó el horario de ingreso y egreso del boliche: hasta las 2 de la mañana para entrar y a las 6 para salir. Además, estableció que la venta de alcohol se cortaba a las 5. Al mismo tiempo, se aprobó la Ordenanza 11.653 que estableció otros lugares en que debían ubicarse los locales bailables. En setiembre de 2012 el Concejo Deliberante ratificó la relocalización de éstos. Estas normas impactaron directamente en los horarios de ingreso y salida de los boliches bailables así como en el expendio de bebidas alcohólicas. Se buscaba acortar el tiempo de consumo de alcohol en lo que se conoce como “la previa” al ingreso a las confiterías. También se apuntaba a ordenar y descongestionar el centro de la ciudad durante la madrugada. En abril de 2011, la provincia sancionó la Ley de Emergencia Nocturna que rige en la actualidad. La misma es similar a la municipal. Alicia Molina, concejal del Frente Progresista, Cívico y Social, fue una de las que impulsó estas ordenanzas. A pesar de sostener que, aún hoy, queda mucho trabajo por hacer, valora que enseguida se
Paraná
percibió el aspecto positivo de estas reglamentaciones. “Siempre hay cuestiones que resolver. Creo que quizás tendríamos que trabajar un poco más todo lo relacionado con el tema de las adicciones, que nos parece que es un problema importante dentro de las temáticas juveniles; no solamente las adicciones de alcohol, sino también de algún tipo de droga”. Por su parte, “Cuco”, el responsable de Relaciones Públicas de un local bailable de esta ciudad, recuerda cuando el cambio llegó a la noche santafesina. “En el momento en que se comenzó a aplicar la normativa de Emergencia Nocturna estaba todo muy descontrolado. Funcionaba mucho el barrio de la Recoleta de Santa Fe y habías problemas. Antes, había bares en los que se podía bailar, estaba Afrika, Insomnio. Al adelantar los horarios de entrada al boliche, desaparecieron. Y los dueños se quedaron sin trabajo. Además, incorporaron los controles de alcoholemia. La norma dio resultados. Las cosas han cambiado y hoy la noche de Santa Fe no es lo mismo que antes”. En su momento, fue una medida revolucionaria que tuvo muchas críticas de los dueños de locales bailables. De alguna manera “atentaba” contra los espacios de entretenimiento que estaban en el centro de la ciudad. Años después, las opiniones cambiaron. La mayoría de los santafesinos sostiene que sus resultados fueron más que positivos.
La polí ca educa va en la capital entrerriana Evangelina López Conción. Fragmento del Informe Periodístico.
En el tercer piso del Consejo General de Educación, en calles Córdoba y Laprida de Paraná, funciona el Programa Educativo de Prevención en Adicciones (Predpa). La responsable del área es Paola Clari, quien trabaja junto a cinco integrantes. El Programa propone tres lineamientos: el primero es la formación del docente en prevención de adicciones; el segundo, las asistencias técnicas en las instituciones educativas; y el tercero el trabajo intersectorial y la investigación. Esto supone llevar adelante actividades con distintos organismos del Estado como el Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia (Copnaf) y la Secretaría de Lucha Contra las Adicciones (Selca).
En este Programa, se trabaja sobre el lugar que los adolescentes le dan a la prevención de estas adicciones. En las escuelas secundarias se busca conocer si los espacios de tutorías que se les brindan para erradicar las conductas de consumo, los ayudan. “Se habla de consumo problemático, porque el adolescente consumidor no sólo se perturba a si mismo, sino que también afecta al entorno”, expone Clari. A su vez, también agrega que “lo que se busca en la prevención primaria en las escuelas es que los adolescentes vean las habilidades para la vida y las repercusiones de las sustancias en el cuerpo, no desde una clase teórica porque no se llegaría a ningún resultado”. 20
Percepciones de los jóvenes sobre el alcohol en San Jerónimo Norte, Santa Fe
Diversión no es sinónimo de beber sin límites Por Franco Oberlin
En San Jerónimo Norte, un pueblo de 7 mil habitantes ubicado a 45 kilómetros de la ciudad de Santa Fe, una ordenanza buscó limitar el consumo de alcohol en espacios públicos. En dos aulas casi pegadas del Colegio San José, adolescentes de entre 13 y 16 años responden a preguntas variadas acerca del consumo de alcohol.
De los 60 estudiantes que concurren a la Escuela de Enseñanza Media Particular Incorporada Nº 8.093 —más conocida como San José— sólo dos jóvenes manifiestan no haber consumido nunca alguna bebida alcohólica. El resto, dice beber los fines de semana y siempre en compañía de algún amigo. Los cumpleaños de 15, las fiestas en casas particulares y los boliches, son los lugares más elegidos para tomar en grupo; mientras que, sobre todo los varones, la plaza central del pueblo es el lugar de encuentro. La suboficial Ana Zanutigh dice que antes era habitual que los jóvenes se reunieran en la plaza. Autos con música estridente, comida y, sobre todo, alcohol eran postales comunes que se veían durante los fines de semana. En 2009, la sanción de la Ordenanza 800 prohibió el consumo de bebidas alcohólicas en la calle y lugares públicos. —¿Ustedes, qué piensan de la reglamentación que indica que en la plaza no se puede tomar? —pregunta la profesora de Lengua y Literatura. “Que está bien”, “que puede ser una mala inuencia para los niños”, “que así se pueden prevenir accidentes de tránsito”. Sin embargo, dicen los estudiantes, nadie cumple la norma. Las opiniones se dividen cuando se indaga si consideran al alcohol como una droga. Para los jóvenes, éste sólo se transforma en problema cuando pasa a ser
una adicción. Los excesos y las consecuencias físicas y psíquicas que genera no se advierten como un hecho alarmante. Las normativas educativas ubican a las escuelas como organizaciones fundamentales en la promoción y prevención del consumo de alcohol. Sin embargo, en los hechos son escasos los proyectos de trabajo sobre esta problemática. “Por lo pronto, no tenemos un proyecto establecido acerca de cómo ocuparnos del tema y desde ningún área de gobierno nos han mandado materiales ni propuesto ideas para saber manejarnos”, comenta Fabiana Fiereder, reciente licenciada en Psicopedagogía que desarrolla tareas en el Colegio San José. Para Daniel Ackhar, el presbítero y asesor de la Pastoral en Prevención de las Adicciones de la Provincia de Santa Fe, “el alcohol es la droga legal más perjudicial junto con el tabaco, y que denota un ritmo creciente día a día; es una especie de previa al mundo de las sustancias psicotóxicas.” Para el sacerdote, el problema es que la atención sólo se concentra en el consumo de sustancias psicotóxicas y se deja de lado lo que sucede con el alcohol o el tabaco. —A nivel local faltan proyectos que incluyan a los jóvenes. La demanda cotidiana nos excede y nos dificulta pensar algo más productivo —reconoce la asistente social Carolina Inwinkelried, integrante del Gabinete Psicope21
dagógico de la Comuna sanjeronimense. Desde esta “falta” reconocida por los propios organismos estatales, se desprende por qué tienen mayor preponderancia en el tratamiento de estas temáticas las entidades religiosas. En San Jerónimo Norte, “Línea de Escucha”, es un espacio semanal donde tres personas formadas por la Pastoral en Prevención de las Adicciones se dedican a oír inquietudes planteadas por las familias de la localidad. —Funcionamos no como especialistas, sino como oídos y consejeros, y establecemos un nexo con algún profesional si es que se lo requiere —señala Ana Cignetti, maestra jardinera e integrante del equipo de la Pastoral. A su vez, las propias escuelas reconocen un mayor acercamiento de la Parroquia local, debido a que es desde allí donde se han generado charlas y encuentros entre profesionales y adolescentes. —Pero el problema no es el alcohol. El problema es el qué los lleva a los jóvenes a tomar esta decisión, y es necesario problematizar sobre ese qué. El alcohol es un síntoma, lo que nosotros vemos, pero en realidad hay un trasfondo detrás que es lo complejo —señala la asistente social de la Comuna. Y éste, se transforma en el punto de encuentro entre las miradas de las distintas instituciones que, en mayor o menor medida, intervienen en la prevención de las adicciones.
LOS ADOLESCENTES Y LAS TECNOLOGÍAS
Los cibers como espacios de encuentro en Santa Fe
Cuando el juego en red desdibuja las horas Los jóvenes de la generación 2.0, como se los conoce en el lenguaje digital, mantienen con las tecnologías una relación intensa. En algunos casos, el vínculo con las pantallas adquiere tanta relevancia que comienza a debilitar la vida social y hasta puede generar trastornos psicológicos. Los cibers, un lugar de encuentro y de diversión para jóvenes, dan cuenta de la tensión que surge cuando limitar el tiempo que se dedica al juego en red cuesta. Por Jorgelina Villar
A
las 2 de la tarde, Martín sale corriendo de la escuela para dirigirse hacia su casa. Tiene suerte. Para él la distancia es corta, son pocas cuadras. Tarda aproximadamente tres minutos en llegar; tira la mochila en el sillón, agarra unas galletitas que hay en la cocina y sale de nuevo. Pero no va a la clase de gimnasia, se dirige al lugar donde lo real y lo virtual dejan de estar desvinculados. Después de la crisis de 2001, el ciber fue uno de los negocios que proliferaron. En la actualidad, estos mismos sectores que generaron grandes ganancias en una época, hoy se reinventan para poder sobrevivir. En este contexto, sus dueños saben que no pueden competir contra la comodidad de la conexión en casa pero algunos han encontrado la manera de mantenerse vivos. Desde que abrió en 2003, Rock and Feller, nunca sufrió bajas en su negocio. De lunes a lunes aglutina decenas de adolescentes en la zona norte de la ciudad de Santa Fe.
Un espacio de encuentro Treinta computadoras con treinta auriculares, posters en las paredes que retratan los personajes de los juegos, sillas con almohadones y buenos respaldos, un cartel con los precios y una heladera con gaseosas. Estos y otros elementos pueden verse como una típica postal de Rock and Feller Ciber. Que las treinta computadoras estén ocupadas no es suficiente. Siempre, hasta los domingos y los feriados, hay jóvenes esperando en la entrada del local para sentarse en la próxima PC que se libere. La utilización de los videojuegos puede estimular operaciones mentales como asimilar y retener información; puede construir y aplicar estrategias cognitivas y desarrollar habilidades psicomo-
trices; y, entre otros aspectos positivos, puede permitirle al adolescente tomar decisiones y ejecutar acciones. —Hubo cambios históricos gracias a la aparición de las nuevas tecnologías. Hay un autor que es Jesús Martín-Barbero que dice que hay un cambio antropológico en la relación de los jóvenes con las nuevas tecnologías porque forman parte de su identidad. Ha habido modificaciones en sus modos de subjetivarse, en la identidad de los sujetos, en los modos de comunicación y los modos de estar juntos. Hay un antes y un después de la tecnología. Afecta en particular a los jóvenes porque son nativos digitales, nacieron con esta tecnología —relata Silvina Francchino, psicopedagoga y docente de la escuela media Juan Bautista Bustos, de Santa Fe. Para Martín, un joven de 16 años, la tecnología es lo más lindo que le pasó. Si bien nació con internet, en sus primeros años de vida no tenía la posibilidad de interactuar en la Red. Recién entrando a su adolescencia pudo tener su primera computadora personal en la misma habitación donde dormía. De pelo lacio y oscuro, con un mechón que le tapa el ojo izquierdo, alto y de brazos delgados y hábiles, no deja de mirar la pantalla cuando habla. Clikea constantemente, lo que provoca que el sonido se torne como una música de fondo a la hora de conversar. De vez en cuando observa de reojo pero solo para dirigir su mirada hacia el monitor contiguo, donde está jugando Andrés, su mejor amigo. —En tu casa tenés computadora, pero ¿por qué seguís viniendo al ciber? —No es lo mismo viciar desde mi casa. Al jugar acá estás con amigos, es como un ritual. Hay gente a la que le gusta jugar al fútbol 5, se reúnen y van a la canchita. Y en el ciber pasa igual, venimos, nos 23
tomamos una gaseosa y jugamos entre todos. Martín juega al League of Legend, mejor conocido entre los gamers como LOL. Es un videojuego y, muy recientemente, se lo considera como un deporte electrónico debido a que se practica acorde a reglamentaciones estipuladas tanto por los desarrolladores del juego como por sus comunidades. Bronce, Plata, Oro, Platino, Diamante y Challenger. Parece que enumeramos minerales y piedras preciosas, pero no. El último de los niveles —challenger— revela que hablamos de las posiciones del juego. Dentro de cada una de ellas, existen más categorías. —Hay algunas personas que saben jugar más que otras. Todo depende del equipo que tengas también, porque vos solo no podés hacer todo, tenés que tener por lo menos dos compañeros que jueguen al mismo nivel que el tuyo —cuenta Federico, adolescente de 17 años y nivel Platino. El League of Legend es el juego que atrae más jóvenes pero no es el único. Rodrigo, aburrido de ganar tanto en el LOL, se pasó al otro bando: juega al Word of Warcraft, más conocido como WOW. —¿En qué consiste el videojuego? —Acá —dice por el Word of Warcraft— no se habla de partidas, son duelos. Llegar al duelo conlleva un montón de otras cosas, te preparás con los vagos. Decimos: “Bueno ¿a qué hora empezamos? Quedamos a las cuatro de la tarde”. Vos estás presente. Pasan diez minutos más de las cuatro hasta que los chicos se preparan y después arrancamos. Si hacemos bien las cosas podemos tardar 5 o 10 minutos y después nos vamos a tomar una gaseosa y hablamos de lo que hicimos. —¿Qué es lo bueno de venir a jugar al ciber? —Vengo acá por el hecho de que estoy con mis amigos. En mi casa
no es lo mismo, además mi vieja me pide que haga algo y no puedo jugar en paz. Me dice: “Ponele pausa”, pero no se puede. Y ahí todo se transforma, cuando no se puede poner stop.
La otra cara de la moneda Los videojuegos ocupan un espacio importante en el proceso de socialización de los adolescentes y logran inuir en ciertos comportamientos y actitudes. En consecuencia, la psicología, como ciencia y como práctica profesional, no puede permanecer ajena a esta transformación. —La tecnología forma parte de la cotidianeidad de los jóvenes del día a día; tienen una relación muy uida con las TICs, lo cual no es una cuestión neutra. Por un lado, acerca y por el otro, te hace tomar distancia. Tiene sus riesgos, puede despersonalizar los vínculos, generar una distancia entre el mundo real y el sujeto. Y, además, la computadora no muestra la realidad —explica Silvina Francchino. Las horas que un joven pasa frente a la pantalla revela la inuencia que puede tener el videojuego en sus hábitos y costumbres. —¿Cuánto dura una partida? —Hay distintos modos, hay uno que se llama Ranked que puede durar como máximo 30 minutos o una hora. Después, hay otras partidas que te pueden llegar a durar dos horas –cuenta Nicolás, de 17 años, nivel Plata. —¿Y cuántas veces jugás? —Depende. Yo estoy como siete horas, así que más o menos juego seis partidas por día. Soy level (nivel) 30 y tengo que mantenerme. Me llevó un mes llegar hasta ahí pero cuando empecé jugaba muchísimos más que ahora, como 12 horas. Otros adolescentes eluden la respuesta porque de alguna forma se dan cuenta del gran espa-
Gráfico de un clásico torneo de videojuego en el ciber/ Fotogra a: J. Villar cio que los videojuegos ocupan en su día a día. El tiempo que utilizan frente a la pantalla no es el único factor que revela la existencia de una problemática en común. Cristina Potiuska es psiquiatra y por su consultorio transitan decenas de adolescentes. Sus días se distribuyen entre la atención personal, el trabajo en el Hospital Psiquiátrico de Santa Fe y la docencia en la Universidad Católica de la misma ciudad. “Con la pantalla fomentamos el dis‐ tanciamiento con el otro, el bajo ren‐ dimiento escolar, déficit de atención y disminución de ac vidades depor‐ vas”, afirma Cris na Po uska. Potiuska aclara que la palabra adicción viene de adicto y en latín adictum significa esclavo. —Lo que sucede con la tecnología y los adolescentes es que hay una gran dependencia, un gran apego. Y por supuesto que es una desventaja porque con la pantalla fomentamos el distanciamiento con el otro, el bajo rendimiento escolar, el déficit de atención y la disminución de actividades deportivas, entre otras cosas. Polibyus es un claro ejemplo de videojuego que puede generar trastornos en un adolescente que, para la psiquiatra, todavía está 24
desarrollando su cerebro. Fue lanzado en 1981 por una empresa llamada Sinneslöschen, que en alemán significa "pérdida de los sentidos". El juego consistía en manejar una nave que disparaba a una serie de enemigos mientras las fases se desarrollaban con una temática tipo puzzle. La particularidad de esto fue que la nave no se movía con el mando, sino que la pantalla rotaba alrededor de ella. En aquella época Polibyus fue una revolución y su aspecto gráfico, de colores vivos y efectos luminosos, fue una gran atracción para los aficionados y los profesionales. Por estas combinaciones el juego produjo afecciones neurológicas en los jugadores, como mareos, tics nerviosos, vómitos, pérdidas de memoria, alucinaciones auditivas y ópticas, ataques epilépticos y pesadillas.
Escala de grises en los juegos Los videojuegos reciben críticas desde su aparición y siguen siendo vistos con la misma desconfianza e inquietud que hace más de treinta años. Las críticas más frecuentes son pérdida de tiempo, conductas impulsivas, agresivas y egoístas en los usuarios, y la cuestionada dependencia. Sin embargo, hay aspectos favorables a los videojuegos: entretie-
nen y divierten; estimulan la coordinación óculo-manual; promueven procesos cognitivos complejos como atención, percepción visual, memoria y secuenciación de información; refuerzan el sentido del dominio y control personal; potencian la autoestima y facilitan las relaciones sociales entre jugadores. Por lo tanto, está claro que con demonizar o, por el contrario, enaltecer a los videojuegos, no llegamos a ningún lado. Si consideramos que son los culpables de todos los problemas que padecen los adolescentes, estamos errados. Pero también nos equivocamos si pensamos que no existen consecuencias por el abuso de los videojuegos. Alejandro —un profesional en el lenguaje gamer—, de 23 años, no sólo conoce la creación de las primeras consolas, sino también las que próximamente vendrán. Para él, apasionado de los juegos,
no todo es blanco o negro en lo que respecta a esta temática. Sin embargo, cree que detrás de cada game hay otros aspectos más interesantes que el mero entretenimiento. Por ejemplo, la política: “Los primeros videojuegos surgieron como programaciones con lenguajes básicos y pantallas planas. Con el tiempo empezaron a evolucionar obteniendo una manera real de representar el mundo hasta que hoy en día llegamos a juegos como el Word Of Warcraft o el League of Legend, por ejemplo. Son videos que tienen política y son de estrategia, como un ajedrez moderno. En el WOW hay un mapa del mundo con muchísimo terreno. En cada región hay distintas culturas, enanos, trolls, y cada una de estas aldeas tiene su idioma y tiene una diplomacia que puede ser agresiva o neutral. Pero esto se va decidiendo a medida que se va desarrollando el juego y dependien-
do de las decisiones que tomes. Hay clanes donde se ve reejada la ideología de los jugadores. En fin, te podés imaginar la complejidad que lleva jugar a esto. Conlleva mucho tiempo y sacrificio”. Para Alejandro, muchos videojuegos son juegos de mente, donde la mente domina al juego. Pero si no ponemos pausa, puede suceder lo contrario: que el juego domine a la mente. Son las 10 de la noche; Martín sale del ciber para dirigirse hacia su casa. No tuvo suerte, perdió tres partidas de las cuatro que jugó. Aunque la distancia es corta, tarda aproximadamente 15 minutos en llegar; en su cabeza sigue pensando las estrategias. Llega , tira las llaves en el sillón y agarra el celular. Una vez en su habitación, cree que lo real y lo virtual se desvinculan. Pero no, continúa conectado; ya no con el nombre de Oro, sino como Martín.
LA VIGENCIA DEL CIBER EN CRESPO Gonzalo Gadea Britos. Fragmento del Informe Periodís co.
La distribución de netbooks a adolescentes de escuelas públicas a través del Programa Conectar Igualdad redujo la cantidad de asistentes a los cibers. Sin embargo, los lugares que decidieron mantenerse concentran un número importante de jóvenes que se congregan en el ciberespacio. Este es el caso de Cyber Smart, local que está ubicado en la esquina de Avenida Independencia y Calle San Martín de la localidad de Crespo. Carlos Aldana trabaja en Smart desde su surgimiento. —¿Cómo ves al ciber hoy en relación a los adolescentes? —La tecnología es algo muy importante, pareciera que no pudieran estar sin ella. Desde que se crearon los cibers, los adolescentes son los que más vienen y hoy, pese a lo que se cree, esto se mantiene igual; de 14 años para arriba son los que más están. —¿Cuáles son las actividades que realizan? —Juegos y redes sociales. El Counter y después, todos los juegos online. En las redes sociales, más que nada, el Facebook es el de mayor uso. Los juegos
en red son los que mantienen al ciber, porque en tu casa no podés jugar en red con otra persona. Aunque el chico tenga una buena computadora, dice: “papi llevame al ciber porque allá puedo jugar en red o puedo estar con mis amigos”. —¿Por qué creés que muchos de los adolescentes pasan acá tantas horas? —En general, los chicos que están todo el día en el ciber se están escapando de algo. Si suelen tener problemas familiares, vienen y se despejan un poco. Si les va mal en la escuela, a la culpa no la tiene el ciber; hay un conjunto de cosas que uno se tiene que poner a estudiar. Los que vienen acá tienen problemas en la casa. Te lo digo porque hablo con ellos, me cuentan sus cosas —expresa Aldana. Con la mirada puesta en el monitor, los nativos digitales casi no parpadean. Sus rostros estáticos se empalidecen con la luz de las pantallas. Éstas pueden ser herramientas para comunicarse y conectarse con el mundo, pero también parece ser una excusa para estar lejos de lo que pasa en el día a día. 25
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El presente del Conectar Igualdad en las aulas Leonardo Mensa. Fragmento del Informe Periodís co.
La implementación del Plan Conectar Igualdad (PCI) en 2010 modificó el escenario de las escuelas públicas secundarias del país. La entrega de netbooks introdujo algunos cambios de hábitos. Hoy, es común ver en los patios escolares a jóvenes que juegan o escuchan música con sus computadoras personales. A la vez, la utilizan para obtener información al momento de realizar trabajos prácticos. Ahora bien, este uso que realizan los estudiantes no está necesariamente vinculado a su utilización en el aula. En la mayoría de las escuelas, la dinámica de clases no tuvo grandes modificaciones. El estudio de Seguimiento y Evaluación del Programa Conectar Igualdad que se realizó en 2012, intentó conocer el impacto del Plan en las escuelas. La Universidad Nacional de Entre Ríos fue parte de la segunda etapa de este trabajo, que se realizó junto a otras 14 universidades del país. Los resultados de la evaluación aún no se dieron a conocer oficialmente. En 2011 el primer trabajo permitió conocer el diseño y la implementación del programa en las distintas instituciones escolares. Gabriela Bergomás, ex Coordinadora General de TICs del Consejo General de Educación (CGE) y actual Decana de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER, brindó infor-
mación sobre algunas características de lo que se observó en la segunda etapa de esta investigación. —¿Cómo se desarrolló el trabajo de campo? —A La Universidad Nacional de Entre Ríos, en conjunto con la Universidad Nacional de Misiones, le tocó hacer el trabajo de campo en tres jurisdicciones: Misiones, Formosa y Ente Ríos. Esto también incluyó una encuesta auto-administrada a treinta alumnos de cada escuela que visitábamos. La encuesta intentó conocer el uso que le daban a la máquina, la apropiación que se estaba haciendo de la misma y en qué materias se usaba. En relación al modo en que se utilizan las netbooks en el aula, Bergomás explica que “todavía hay una relación bastante conictiva entre quien propone el uso de la máquina, o si se usan o no para los fines que estaban previstos. La mayoría de los docentes dicen que los chicos no las llevan, y a su vez los chicos dicen que los docentes no se las piden. Por otro lado, sabemos que el cambio no es mágico.” Tanto desde la Universidad como desde el Plan Conectar Igualdad se tiene conciencia de que se trata de un proceso complejo que lleva tiempo. “El hecho de tener las netbooks no necesariamente implica que de un día para el otro se van a usar”, reexiona Bergomás.
¿Qué pasa en las escuelas con las TICs? Natalia Pérez Ascúa. Fragmento del Informe Periodís co.
Estudiantes del Colegio Secundario N° 35 Cesáreo B. de Quirós, de entre 15 y 17 años, se miran entre ellos, sonríen con timidez, celulares en mano, mientras se les pregunta sobre el uso que hacen de las diferentes herramientas tecnológicas. Walter, de 15 años, opina que le parece importante que el Gobierno les haya entregado computadoras, porque no solamente las usan para la escuela, sino también como un medio de comunicación con sus amigos. A su lado se encuentra María, castaña, de estatura baja y con apenas 16 años, quien comenta que utiliza el grupo de Whatsapp para comunicarse con sus amigas. “Así estamos conectadas y podemos hablar todo el tiempo. Además, con el celular no me aburro.” Santiago, de 15 años, tiene en su casa una Play Station y su hogar es el lugar de encuentro, donde se
reúne con sus amigos y pasan el tiempo jugando a juegos de fútbol. Micaela, de 17 años, utiliza mucho el celular para sacar fotos, filmar, y subir todo a la red social Facebook y manteniendo a sus amigos actualizados. Josefina, de 16 años, utiliza Twitter para seguir al grupo musical estadounidense, One Direction. Gracias a esta red tiene información actualizada de lo que sucede con su grupo preferido. Si bien todos los entrevistados aseguran que realizan un buen uso de estas tecnologías, aceptan que las relaciones cara a cara a veces se pierden y que el contacto se termina convirtiendo en algo virtual. Por cuestiones de tiempo y de comodidad, prefieren realizar trabajos prácticos en sus hogares, estando cada uno conectado sin la necesidad de trasladarse a otro lugar. 26
PROYECTO DE CURRICULARIZACIÓN DE LA EXTENSIÓN Producciones Periodís cas en la Escuela y la Universidad. El derecho a la comunicación en acción. A partir de 2014, el Taller de Producción Periodística, asignatura correspondiente al quinto año de la Licenciatura en Comunicación Social con mención en Periodismo, comenzó a desarrollar el Proyecto de Curricularización de la Extensión. Se promueve que el proceso de aprendizaje se construya con prácticas de periodismo escrito, radial y mediante la realización de talleres de comunicación con estudiantes de escuelas secundarias. De este modo, la reexión teórica se conjuga con el ejercicio de producciones comunicacionales, el trabajo conjunto con estudiantes y docentes de escuelas secundarias, la relación con otros sectores sociales y la generación de una agenda informativa. Estos son los proyectos que llevamos adelante y que se pueden consultar en el blog unertppblogspot.com.ar.
“Va con Onda” La escuela secundaria hace radio Jóvenes de escuelas secundarias condujeron el magazine radial “Va con Onda” acompañados por estudiantes del Taller de Producción Periodística. El ciclo se realizó en FM 100.3, la radio de la Universidad Nacional de Entre Ríos.
Los martes de setiembre y octubre se abordaron temáticas vinculadas con la escuela y los jóvenes. Estuvieron presentes las escuelas Provincia de Neuquén, Liceo Paula Albarracín de Sarmiento y Nuestra Señora de Guadalupe.
Diseñando “El Faro” Los alumnos de quinto año del Liceo Paula Albarracín de Sarmiento de Paraná produjeron el periódico escolar El Faro”. Desde el Proyecto de Extensión realizamos el diseño gráfico de este periódico y compartimos un taller sobre pautas de diseño de una publicación escolar.
Taller sobre lenguaje radial Compartimos un taller con estudiantes de la escuela Pancho Ramírez de Sauce de Luna. En el encuentro, trabajamos junto a estudiantes y profesores del Taller de Producción Periodística en torno al lenguaje radial. Después de leer, practicar y guionar, grabaron cuentos sobre fútbol de Alejandro Dolina y Eduardo Galeano. Ese material fue compartido en el programa de radio “Va con Onda”.
“Parte del Aire” Una hora de radio con los pies en la erra Parte del Aire es un programa realizado íntegramente por los estudiantes del Taller de Producción Periodística, que semanalmente producen información de nuestro país, la región y el mundo. Informes periodísticos, entrevistas, radiodramas, efemérides y las agendas culturales de Paraná y Santa Fe son algunas de las piezas comunicacionales que se materializan en este espacio radial. El programa se emite los viernes de 18 a 19 por FM 100.3 de Paraná, la radio de la Universidad Nacional de Entre Ríos.
“Maldito Lunes” Este ciclo radiofónico es producido de manera integral por estudiantes y docentes del Módulo de Radio del Taller de Producción Periodística. Se trata de una Revista Radiofónica que durante sesenta minutos repasa los temas más trascendentes de cada semana a través de Informes Periodísticos y Entrevistas en profundidad a los protagonistas de los sucesos abordados. Se emite por Radio Cualquiera FM 94.3, los lunes de 20.00 a 21.00.
ÍNDICE
3 Editorial Aixa Boeykens 4 Los jóvenes en los barrios de Paraná: cuando la droga se enreda en la vida co diana Nahuel Amore 9 ¿Mayor tolerancia? Rosina Espiro 9 ¿Uso, consumo o adicción? Marlene Vallejos
20 Normas que apuntan a regular la noche Geraldine Brezán 20 La polí ca educa va en la capital entrerriana Evangelina López Conción 21 Percepción de los jóvenes sobre el alcohol en San Jerónimo Norte Franco Oberlin 22 Los jóvenes en Santa Fe y los cibers como espacios de encuentro Jorgelina Villar
10 Los adolescentes santafesinos y los contextos que caracterizan al consumo de drogas Paulo Palacios
25 La vigencia del ciber en Crespo Gonzalo Gadea Britos
14 En primera persona: organizaciones que contribuyen a dejar el consumo Diego Ciorciari
26 El presente del Conectar Igualdad en las aulas Leonardo Mensa
15 Permiso para tomar, ¿permiso para beber sin control? Mauro Gö e
26 ¿Qué pasa en las escuelas con las TICs? Natalia Pérez Ascúa
19 Cifras y consecuencias del consumo de alcohol Franco Oberlin