Master Thesis ǀ Tesis de Maestría submitted within the UNIGIS MSc programme presentada para el Programa UNIGIS MSc at/en Interfaculty Department of Geoinformatics- Z_GIS Departamento de Geomática – Z_GIS University of Salzburg ǀ Universidad de Salzburg
Sistemas de Información Geográfica Participativos para el reordenamiento del espacio físico. Caso: Cartografía Social en la Misión Wichí Lote 75 Tierras Fiscales, Embarcación, Salta, Argentina.
Participatory Geographic Information Systems for the rearrangement of the physical space. Case Study: Social Cartography in Mision Wichí Lote 75 Fiscal Lands, Embarcación, Salta, Argentina. by/por
MSc. Shagira Antonela Cortez Chaín Fraymuth 01524631 A thesis submitted in partial fulfilment of the requirements of the degree of Master of Science– MSc Advisor ǀ Supervisor: Carlos Mena PhD 31 de enero de 2020 - Salta, Argentina
AGRADECIMIENTOS La Investigación realizada recorrió un camino largo y complejo que, sin la colaboración y el apoyo de múltiples personas e instituciones, no hubiera podido llegar a buen puerto. En primer lugar, el agradecimiento más grande de todos es a mi mamá, María de Jesús Fraymuth. Sin su apoyo espiritual y material no hubiera podido formarme en Sistemas de Información Geográfica. Gracias, mamá por haber estado en cada una de las etapas que recorrí para finalizar la tesis, tus mates con menta para favorecer la inspiración y la escritura, las palabras de aliento necesarias cuando ArcGIS no me funcionaba y por acompañarme en los viajes a Embarcación para trabajar con la Comunidad Wichí. Sos un gran pilar para mí. A mi papá, Fernando Cortez Chaín, quien me habló por primera vez de los Sistemas de Información Geográfica. Gracias por el apoyo y el ánimo que me diste para seguir más allá de los obstáculos que se me presentaron desde el cursado del primer módulo. Me hiciste entender que más allá de una formación en Ciencias Sociales o Ciencias Exactas, cuando hay voluntad y compromiso nada se interpone en el aprendizaje, aunque a algunos nos tome un poco más de tiempo. La Comunidad Wichí Lote 75 Misión Tierras Fiscales merece un especial reconocimiento pues de manera desinteresada y con una gran amabilidad, asistió a las jornadas de mapeo comunitario regalándome su tiempo y saberes gracias a los cuales hoy la tesis presentada tiene un sentido. El compromiso con ellos sobrepasa la redacción de estas páginas ya que se ha entablado un vínculo de colaboración a través del cual trabajaremos conjuntamente para avanzar en el proyecto de reordenamiento del espacio físico que la Comunidad elaboró. A Bruno López, concejal de la ciudad de Embarcación, le agradezco profundamente el haberme ayudado de manera comprometida y desinteresada con la logística para realizar las jornadas de mapeo en el Lote 75. Sin su ayuda, no hubiera sido posible concretar las reuniones con la Comunidad Wichí. Mi director de tesis, Karl Atzmanstorfer, ha sido una guía imprescindible quien, con mucha calidez humana, me brindó el apoyo y la calma necesaria para poder avanzar
en la escritura, alimentando la confianza en lo que había realizado y facilitándome de manera clara y acertada elementos que fueron de gran utilidad para la consecución de la tesis. Gracias, profesor por tanta predisposición y por creer en mis capacidades. No puedo dejar de mencionar a mis compañeros de generación sin los cuales tampoco hubiera podido avanzar. El agradecimiento a ellos va por la generosidad y la amabilidad con las que me acompañaron cada vez que lo necesité tanto para el desarrollo de los módulos como para la tesis misma. Hemos construido una red latinoamericana de amistad y compañerismo que comparte el interés por los SIG y que va más allá de la duración de la maestría. Por último, pero no menos importante están quienes, desde arriba, aun cuando no sepa exactamente desde que sistema de coordenadas geográficas, me acompañan en cada paso que doy y en cada desafío que me propongo atravesar. A mis abuelos Gilberto, Shagira y Enrique, mis tíos Gilberto y Silvia y mi madrina Ana María, gracias como siempre. Sé que están ahí al igual que Ulises, mi compañero de largas madrugadas que supo desvelarse conmigo mientras yo descargaba imágenes satelitales o leía alguna lección y que aún hoy, aunque desde otro plano, sigue esperando que guarde los mapas en mi computadora para irnos a dormir.
A todos ellos y a Dios, Gracias.
5
RESUMEN La identidad para la Comunidad Wichí Lote 75 Misión Tierras Fiscales, ubicada en la ciudad de Embarcación, provincia de Salta, Argentina, se halla arraigada a las demandas territoriales que tienden al alcance de la autonomía en el manejo del espacio que habitan. El vínculo entre espacio físico y ejercicio cultural se halla limitado tanto, por la situación de peirurbanidad en la cual se encuentran asentados los miembros de la Comunidad como por la falta de diálogo con el municipio para poder decidir sobre el manejo del lugar que habitan. El presente estudio se asentó en la incorporación de herramientas informáticas que proveen los Sistemas de Información Geográfica Participativos (SIGP) a través de las cuales fue posible descentralizar la producción y el manejo de la información espacial, habilitando la participación del conocimiento local en el diagnóstico y la generación de escenarios alternativos. La producción de cartografía social comunitaria y su posterior digitalización se constituyeron en una ventana oportunidad en el camino hacia la democratización de la información y el ejercicio de la autonomía territorial ya que se trató de procesos dirigidos y/o ejecutados por la misma Comunidad. La aplicación de herramientas SIGP se planteó como un puente hacia la consecución de la territorialidad Wichí en el Lote 75. PALABRAS CLAVE: Cartografía Social, Ordenamiento Territorial, Pueblo Wichí, Sistemas De Información Geográfica Participativos, Territorialidad.
ABSTRACT For the Lot 75 Misión Tierras Fiscales Wichí community, located in the city of Embarcación, Salta Province, Argentina, identity is deep-rooted in their territorial demands tending towards attaining autonomy in the handling of the space they inhabit. The bond between physical space and cultural exercise is limited both by the community’s periurban situation as well as by the lack of talks with the town hall in order to decide about the handling of the place they inhabit. The current study is based on the incorporation of computer tools provided by Participatory Geographic Information Systems -PGIS-, thanks to which it was possible to de-centralize the production and handling of the spatial information, enabling the participation of local knowledge in the diagnosis and production of alternative scenarios. The production of social community mapping and its subsequent digitalization constituted a window of opportunity in the road towards democratization of information and the exercise of territorial autonomy, given that they were processes directed and/or executed by the community itself. The application of PGIS tools was posed as a bridge towards attaining Wichí territoriality at Lot 75. KEY WORDS: Participatory Geographic Information Systems, Social Cartography, Territoriality, Indigenous People, Territorial Ordering.
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LISTADO DE SIGLAS Y ABREVIATURAS CEOT
CARTA EUROPEA DE ORDENAMIENTO TERRITORIAL
CNAIG
CENTRO NACIONAL PARA EL ANALISIS DE LA INFORMACION GEOGRÁFICA
ENDEPA
EQUIPO NACIONAL DE PASTORAL ABORIGEN
EST
ENFOQUE SOCIO-TERRITORIAL
FILAC
FONDO PARA EL DESARROLLO DE LOS PUEBLOS INDIGENAS DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE
FODA
ANALISIS DE FORTALEZAS OPORTUNIDADES DEBILIDADES Y AMENAZAS
GT
GESTION TERRITORIAL
GOT
GESTION Y ORDENAMIENTO TERRITORIAL
IAP
INVESTIGACION ACCION PARTICIPATIVA
IGN
INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL
INAI
INSTITUTO NACIONAL DE ASUNTOS INDIGENAS
INDEC
INSTITUTI NACIONAL DE ESTADISTICA Y CENSO
NOA
NOROESTE ARGENTINO
OIT
ORGANIZACION INTERNACIONAL DEL TRABAJO
ONU
ORGANIZACION DE NACIONES UNIDAS
OT
ORDENAMIENTO TERRITORIAL
OTBN
LEY DE ORDENAMIENTO TERRITORIAL DE BOSQUES NATIVOS
SIG
SISTEMAS DE INFORMACION GEOGRÁFICA
SIGP
SISTEMAS DE INFORMACION GEOGRÁFICA PARTICIPATIVOS
SIGPP
SISTEMAS
DE
INFORMACION
GEOGRAFICA
PUBLICOS
PARTICIPATIVOS SIPI
SISTEMA DE INFORMACION PARA PUEBLOS INDÍGENAS
SISPPI
SISTEMA
DE
INDICADORES
SOCIODEMOGRAFICOS
POBLACIONES Y PUEBLOS INDÍGENAS VIC
VIVERO INICIATIVAS CIUDADANAS
DE
7
INDICE Resumen – Abstract………………………………………………………………
5
Listado de siglas y abreviaturas………………………………..……………..…..
6
CAPÍTULO 1: INTRODUCCION………………………………………….………
10
1.1 Antecedentes……………………………………………………………….....
12
1.2 Objetivos………………………………………………………….....………...
16
1.2.1 Objetivo General……………………………………………..…………..
16
1.2.2 Objetivos Específicos……………………………………….…………..
16
1.3 Preguntas de Investigación………………………………….………………
17
1.4 Hipótesis………………………………………………….……………………
17
1.5 Justificación……………………………………….………………………......
18
1.6 Alcance………………………………………………………………….……..
20
CAPÍTULO 2: REVISIÓN DE LA LITERATURA…………………….…………
22
2.1 Marco Teórico Conceptual…………………………………………….……
22
2.1.1 El Enfoque Comunitario del Espacio: aproximaciones al concepto de Geografía Comunitaria..………………………………………………..…………
22
2.1.2 Cartografía Social y Sistemas de Información Geográfica Participativos: Hacia la ruptura de la hegemonía del espacio y su narración……………………………………………………………………………..
26
-
Cartografía Social………………………………...…………………….
29
-
Sistemas de Información Geográfica Participativos………………..
32
2.1.3 Tierra, Territorio y Territorialidad: la recomposición de la espacialidad indígena………………………………………………………………
35
2.1.4 Análisis del Enfoque Socio-Territorial: una lectura espacial desde la complejidad multidimensional…………………………………………………….
38
2.1.5 Gestión y Ordenamiento Territorial Indígena: recomposiciones identitarias en la periurbanidad……………………………………………………
41
Indigenismos Periurbanos…………………………..………………...
44
2.2 Marco Histórico……………………………………………..…………………
47
2.3 Marco Metodológico…………………………………………………………..
52
-
8 2.3.1 Investigación Acción Participativa – IAP.……..………….……………
52
2.3.2 Relevamiento bibliográfico……………………………………...………
53
2.3.3 Entrevistas………………………….. ……………………………………
54
2.3.4 Mapeo Colectivo……………………….…………………………………
56
2.3.5 Análisis FODA……………………………………………………………
58
CAPITULO 3: METODOLOGÍA……………………………..……………………
62
3.1 Área de Estudio…………………………………………………………….…
63
-
La Provincia de Salta………………………………..…………………
63
-
El Departamento General José de San Martín……………………..
64
-
Datos y características de la etnia Wichí……………………..……..
68
-
La Ciudad de Embarcación………………………………..………….
72
-
El Lote 75……………………………………………………..…………
77
3.2 Descripción Metodológica……………………………………………………
84
3.2.1 Relevamiento bibliográfico y casos de estudio…………………….…
87
3.2.2 Revisión de fuentes históricas……………………………….…………
88
3.2.3 Entrevistas……………………………………………………...…..…….
89
3.2.4 Mapeo Colectivo…………………………………………………………
91
3.2.4.1 El Mapeo Comunitario………………...………………………...…
92
3.2.4.2 El Análisis FODA……………………………………………………
95
3.2.4.3 Digitalización de la Cartografía Social……………………………
96
CAPITULO 4: RESULTADOS Y DISCUSIÓN…...……………………….…….
97
4.1 Resultados Obtenidos………………………………….…………………….
97
4.1.1 El Mapeo Comunitario…….……………………………….………….…
97
4.1.2 El Análisis FODA……..………………….…………………………….....
107
4.1.3 Mapeo digitalizado…………...…………………………………………..
109
4.2 Discusión………………………….…………………………………………...
112
CONCLUSIONES…………………………….…………….………………….…...
136
ANEXOS……………………………………………………………………………..
144
BIBLIOGRAFÍA……………………………..……………………………………….
150
9
INDICE DE IMÁGENES, MAPAS Y TABLAS
IMÁGENES Imagen 1: Flujograma de la Investigación…………………………………………………
85
Imagen 2: Cacique de la Comunidad en el Mapeo Colectivo….…………………………
98
Imagen 3: Mujeres de la Comunidad en el Mapeo Colectivo………………….…….......
99
Imagen 4: Jóvenes de la Comunidad en el Mapeo Colectivo…………………………….
99
Imagen 5: Ilustración de un niño de la Comunidad Wichí……………………...………… 100 Imagen 6: Ilustración de un niño de la Comunidad Wichí…………………….………..... 101 Imagen 7: Ciudad de Embarcación en Google Earth…………………………......……
101
Imagen 8: Lote 75 en Google Earth…………………………………………………...…… 102 Imagen 9: Lote 75 empleado como Mapa Base…………………………….……………. 103 Imagen 10: Mapa de la Comunidad con base blanca…..…………………………..……. 104 Imagen 11: Mapa de la Comunidad con base Imagen My-Maps……………………...... 105 Imagen 12: Mapa de la Comunidad modificado con base blanca…………….………… 106 MAPAS Mapa 1: Ubicación de la Provincia de Salta……………………………….………….…...
63
Mapa 2: División político-administrativa de Salta…………………………………....……
64
Mapa 3: Ubicación del departamento General José de San Martín…………………..…
65
Mapa 4: División por municipios en el departamento San Martín……………..………...
66
Mapa 5: Municipio de Embarcación…………………………………………….……….…
72
Mapa 6: Plano de la Ciudad de Embarcación Año 2018…………………...…………….
76
Mapa 7: Ubicación del Lote 75 (Misión Tierras Fiscales)………………………………...
77
Mapa 8: Digitalización Mapa Comunitario ……………………………….……………….. 110 Mapa 9: Digitalización Mapa Comunitario intervenido por la Comunidad……………... 111 TABLAS Tabla 1: Presencia de indígenas en barrios y asentamientos de la ciudad de Embarcación………………………………………………………………………………….
74
Tabla 2: Resultados de Análisis FODA………………………………………………….… 108
10
1. INTRODUCCIÓN El desarrollo de la Geomática en las últimas décadas ha desembarcado en diferentes niveles y áreas temáticas. En el caso de los Sistemas de Información Geográfica – SIG- estos han abarcado cada vez a más sectores ya que se ha podido observar el uso de aquellos no solo en el ámbito privado, sino que también los gobiernos y dependencias públicas han hecho uso de estos. En ambos casos, la intención ha sido la de generar proyectos condensando la participación de diversas disciplinas para construir bases de datos, realizar mapas o modelar la realidad y que todo ello pueda responder a problemáticas previamente identificadas. La georreferenciación ha tomado dimensiones cada vez más extensivas en tanto se han reconocido las ventajas de conocer el espacio desde múltiples perspectivas. Entre ellas, la aplicación de herramientas SIG para el desarrollo de proyectos de ordenamiento territorial ha adquirido gran relevancia en tanto permitió nuevas formas de trabajo donde los equipos multidisciplinares han sido cada vez más frecuentes (Molina, López y Villegas, 2005). De manera paralela, se ha producido un impacto de aquellos proyectos en el entendimiento ciudadano sobre su entorno y como consecuencia, el valor del dato geográfico ha sido reconceptualizado y revalorizado, entendiendo que el mismo no solo ha resultado clave en el diseño y la planificación de políticas públicas, sino que también ha contribuido a generar mayor conciencia en la ciudadanía respecto de las fortalezas y debilidades o limitaciones del espacio que ocupan. Uno de los más insistentes pedidos de la ciudadanía en los últimos años ha sido el de la transparencia de la información ya no solo circunscripta a la rendición de cuentas sino a qué es lo que se está haciendo en el espacio que habitan. Es de este modo que la accesibilidad a la información se ha convertido en un eje sobre el cual múltiples instancias públicas y privadas trabajan (Morales, 1998). A modo de ejemplo, el portal del Instituto Nacional de Estadística y Censo de la Argentina – INDEC- ha ido más allá de la carga de tablas de Excel para pasar a difundir mapas temáticos y datos más amigables a la vista. Esto ha permitido a la ciudadanía no solo ver, sino también comprender distintos aspectos de la realidad y ello representa un gran avance en lo que hace al empoderamiento ciudadano: ser conscientes de
11 lo que sucede en nuestro entorno y consecuentemente generar acciones para atender al mismo. En este proceso de democratización del acceso a la información que las distintas perspectivas de los SIG han facilitado – SIG como base de datos, como mapas o como modelos- quedan entre los grandes pendientes el de resolver con urgencia la brecha existente entre los pueblos indígenas y no indígenas en lo que respecta a la visibilidad y conocimiento del espacio con todas las variables que allí convergen. Mientras gran parte de la población puede hacer uso de tecnologías de geolocalización, hay zonas y grupos humanos que se encuentran incluso “al margen del mapa”. En el caso de esta investigación, el acento esta puesto específicamente en las Comunidades Indígenas Originarias de la Provincia de Salta, al Norte de Argentina. El hecho de no estar en una base de datos, en un mapa o en cualquier otro formato o soporte o de estarlo, pero no haber formado parte del proceso ni ser partícipe de la comprensión de información sobre su entorno, profundiza la brecha en un doble nivel: por un lado acrecienta la condición de vulnerabilidad, marginalidad e invisibilidad en la cual los pueblos indígenas se encuentran sumergidos y por el otro, vuelve
abstractas
y
paradójicamente
distantes
a
las
dependencias
gubernamentales encargadas de trabajar con y por este colectivo social. La problemática de la información sobre los Pueblos Indígenas se asoma en este sentido, como un mapa en blanco que los SIG pueden ayudar a trazar y colorear para facilitarle tanto a las comunidades indígenas como a las dependencias gubernamentales señalar el “Donde”, un interrogante que sigue sin poder ser respondido con certeza cuando se trata de conflictos territoriales o de carencias sanitarias, educacionales, nutricionales e hidrológicas entre tantas otras y señalar un “Como” en tanto se trata de incluir voces plurales en el proceso. Se asiste a un presente injusto en términos sociales, económicos y políticos para las comunidades indígenas y que se mantiene en la medida que lo hace el vacío informativo que las rodea formando así un círculo que se retroalimenta, debido al impacto que tienen los datos geográficos sobre la planificación para el desarrollo y ordenamiento territorial indígena en el nivel gubernamental y sobre la toma de
12 conciencia para hacer valer los derechos de los pueblos indígenas en el nivel comunal. En ese sentido, el plantear espacios de construcción informativa y hacerlo desde una perspectiva participativa y colaborativa donde los SIG se posicionen no como el “deber ser” sino como el espacio de convergencia entre saberes técnicos y saberes indígenas, se constituye como un paso necesario en el proceso de lograr una democratización informativa e intercultural y una mayor justicia social. A continuación, se realizará un acercamiento al contexto que rodea la cuestión relativa al territorio indígena, su propiedad, manejo y ordenamiento desde la perspectiva política y cultural.
1.1
ANTECEDENTES
El departamento General José de San Martín, ubicado al Noreste de la Provincia de Salta, se encuentra habitado por siete de las nueve etnias que el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas –INAI- reconoció que existen en Salta y entre las cuales la más numerosa es la etnia Wichí. El caso que se tomó para la investigación se basa en un estudio del Lote 75, también llamado Misión Tierras Fiscales, Barrio Fiscal 75 o Comunidad Wichí Lote 75 en el cual se hallan asentadas familias que se identifican con la etnia Wichí. Se trata en principio de más de 300 hectáreas que inicialmente eran tierras fiscales y que fueron cedidas por el gobierno a familias Wichí que comenzaron a asentarse en zonas aledañas a la ciudad de Embarcación, principalmente desde la década de 1960 como resultado del desplazamiento que se veían obligadas a hacer por la presión que generó el corrimiento de la frontera productiva y que se asienta en el desmonte. Ubicado a una distancia aproximada de tres kilómetros del centro de la ciudad de Embarcación, la realidad que se vive en la Comunidad difiere de aquel centro en múltiples aspectos. Inicialmente se debe destacar que la Comunidad del Lote 75 está señalado como un paraje del departamento General José de San Martín, pero su cercanía a la ciudad de Embarcación la ha convertido en un barrio más de la misma con ciertas particularidades a la hora de su tratamiento por parte de instituciones gubernamentales ya que se trata de habitantes de etnia Wichí. La
13 calidad de vida, las posibilidades de desarrollo y la proyección a futuro en el Lote 75 no son las mismas que las de los otros barrios de la ciudad. La falta de servicios básicos como el acceso a luz eléctrica o desagües, la escasa conectividad y comunicación interna o con agentes externos y las políticas asistencialistas sumadas a la fragmentación de los vínculos sociales dentro del mismo Lote, constituyen un marco condicionante negativo en el desarrollo de una comunidad indígena verdaderamente autónoma y con la capacidad ya no para resistir desde la marginalidad sino para poner en práctica las formas de organización cultural propias. Las generaciones jóvenes, si bien se posicionan como las encargadas de mantener vivas las formas culturales que han heredado, se hallan interpeladas por los vicios culturales criollos y la discriminación por el ejercicio cultural a través del idioma o algunas costumbres. Estos vicios terminan minando la posibilidad de proyectar a futuro la continuidad de la cultura Wichí ya que se arraigan con mayor fuerza en sus miembros dada su condición de marginalidad y vulnerabilidad. El alcoholismo y la drogadicción junto al analfabetismo y el desempleo se transforman en un paquete destructor para los adultos y de manera más peligrosa, para los jóvenes Wichí quienes no encuentran un espacio en la ciudad para trabajar o para recrearse de una manera integrada y no estigmatizante. En los últimos años, se ha elevado la cantidad de casos en los que jóvenes Wichí fallecieron por causa del alcohol y la droga, vías de escape falsas para la discriminación, el sedentarismo, el desempleo y la imposibilidad de poder recrearse de manera sana en espacios compartidos. (Observatorio Argentino de Drogas, 2016). El diálogo intercultural es el gran ausente en el ordenamiento territorial que afecta tanto a la ciudad de Embarcación como a quienes residen en el Lote 75 y en otros barrios pluriétnicos que allí existen: el hacinamiento, las carencias, la marginalidad social y la dependencia económica de la asistencia gubernamental para alimentos son algunas de las consecuencias que resultaron por la falta de planificación desde una perspectiva que contemple el factor intercultural. En la actualidad el Lote 75 subsiste desde la periferia urbana de Embarcación como un barrio de bajos recursos que ha trazado calles internas y el uso de la tierra se dispone de manera exclusiva
14 para viviendas, además de contar con una escuela, un centro comunitario de usos múltiples renovado hace muy poco tiempo y una sala pequeña que funciona como centro de salud, pero no se encuentra en pleno funcionamiento debido a las deficiencias estructurales y la falta de recursos y personal. Se han realizado proyectos empleando Sistemas de Información Geográfica contemplando la cuestión cultural y la perspectiva participativa en distintas partes del mundo. En la Amazonía Ecuatoriana, se llevó adelante la iniciativa ‘AmazonGISnet’, que busca apoyar a las diversas naciones indígenas de dicha región con el uso de los Sistemas de Información Geográfico y la gestión de sus territorios (Atzmanstorfer, 2016). Un estudio de la demarcación de tierras en Nicaragua describía la aplicación y el desarrollo de Cartografía Comunitaria como método para prevenir y resolver conflictos ligados a la tierra y el acceso y uso de los recursos naturales (Jardinet, 2006). En Camerún se llevó adelante un estudio exploratorio empleando SIGP como herramienta para mejorar el conocimiento local y su uso en la planificación comunitaria del carbono forestal (Minang y McCall, 2006). En Brasil se llevó adelante un análisis epidemiológico empleando SIG y salud dirigido a los pueblos indígenas (Garnelo, Brandão y Levino, 2005). Se encuentra además el caso del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe, que ha creado el Sistema de Información Sociodemográfica de Pueblos y Poblaciones Indígenas –SISPPI- y un Sistema de Información Geográfica que cuenta con mapas temáticos sociodemográficos y de referenciación geoespacial; entre otros. En lo que respecta a la Argentina, el empleo de herramientas SIG para realizar mapeos temáticos y geo-referenciados ha estado en manos de iniciativas públicas y privadas –principalmente organizaciones no gubernamentales o fundaciones- y han trabajado con relevamientos de tierras indígenas, en algunos casos de manera conjunta o colaborativa, pero en la generalidad de las iniciativas, se han destacado las propuestas de ordenamiento y manejo territorial con preponderancia del técnico y del experto, es decir, con un verticalismo característico de los discursos hegemónicos que abordan a los pueblos indígenas. Considerando que los casos de comunidades indígenas que se encuentran en posesión de sus títulos de tierras no
15 son los mayoritarios en la actualidad y la situación de aquellas que sí los poseen, difiere en función del lugar donde se encuentran, se vislumbra la necesidad de proyectar espacios de encuentro sobre todo si se trata de comunidades indígenas asentadas en las periferias de una ciudad, con vistas a construir un ordenamiento territorial que no anule las expresiones culturales diferentes sino, que permita potenciarlas sin que ello resulte en conflictos por el espacio. Hasta la fecha no se cuenta con antecedentes que señalen la implementación de Sistemas de Información Geográfica Participativos como medida de apoyo en lo que hace a la gestión del ordenamiento territorial intercultural en la región que se seleccionó para llevar adelante este estudio de investigación. Solamente se pueden señalar relevamientos de parte de las instituciones pertinentes en la materia – Ministerio de Asuntos Indígenas y Desarrollo Comunitario y la Municipalidad de Embarcación en conjunto con la Universidad Nacional de Salta-.
16
1.2
OBJETIVOS
1.2.1 OBJETIVO GENERAL
Se plantea como el objetivo fundamental en esta investigación: Analizar la influencia de los Sistemas de Información Geográfica Participativos – SIGP- en el proceso de recomposición de la territorialidad de la etnia Wichí a través de la aplicación de herramientas SIGP como apoyo a la generación de un reordenamiento espacial participativo en el territorio ocupado por la Misión Lote 75 Tierras Fiscales en Embarcación, Provincia de Salta, Argentina.
1.2.2 OBJETIVOS ESPECÍFICOS
Para alcanzar el objetivo general de la investigación, se contemplan lo siguientes objetivos específicos: 1.
Definir las estrategias y ventajas de los Sistemas de Información Geográfica
Participativos como método colaborativo de construcción del Espacio y de validación, democratización e institucionalización de la información espacial. 2.
Conocer los basamentos teóricos y las relaciones que sostienen la noción de
territorialidad entre los pueblos indígenas que habitan el Chaco Salteño. 3.
Conocer el estado actual de la Comunidad Wichí Misión Lote 75 Tierras
Fiscales en materia demográfica, social, económica, política y territorial a través de un diagnostico multidimensional. 4.
Demostrar las ventajas y limitaciones en la utilización de los Sistemas de
Información Geográfica Participativos en la gestión del espacio pluriétnico y en condiciones de periurbanidad para favorecer el desarrollo de la Comunidad Wichí Lote 75.
17
1.3 PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN 1.
¿Cuáles son las características de los Sistemas de Información Geográfica
Participativos como método colaborativo de construcción del Espacio y de validación, democratización e institucionalización de la información espacial? 2.
¿Cuáles son los elementos conceptuales y relacionales que sustentan la
noción de territorialidad para los pueblos indígenas que habitan el Chaco Salteño? 3.
¿Cuáles son las características demográficas, sociales, económicas,
políticas y territoriales de la Comunidad Wichí Lote 75 Misión Tierras Fiscales? 4.
¿Cuáles son los factores que obstaculizan y/o limitan el proceso de
ordenamiento territorial y la consecución de la territorialidad en la Comunidad Wichí Lote 75 Misión Tierras Fiscales? 5.
¿Cuáles son las ventajas y limitaciones de los Sistemas de Información
Geográfica Participativos para reordenar el espacio físico en la Comunidad Wichí Lote 75 Misión Tierras Fiscales?
1.4
HIPOTESIS
En la presente investigación, se parte de la siguiente hipótesis: La posibilidad de reorganizar físicamente el espacio habitado por la Comunidad Wichí apoyándose en el uso de herramientas vinculadas a los Sistemas de Información Geográfica Participativos, permite recomponer la identidad territorial hacia el interior del Lote 75 Misión, Tierras Fiscales, y la comunicación con el Estado en sus diferentes niveles, facilitando de esta manera el desarrollo integral de los miembros de la comunidad y contribuyendo con la consecución de la autonomía indígena.
18
1.5
JUSTIFICACIÓN
En la Misión Tierras Fiscales Lote 75 y en otros barrios pluriétnicos de la ciudad de Embarcación, Provincia de Salta, residen familias Wichí y de otras etnias que lejos de haber encontrado un espacio en el cual poder desenvolverse de acuerdo con lo que sus pautas culturales expresan, se encuentran en una situación de marginalidad, abandono y carencia, estando a tan solo metros de la ciudad. Las percepciones que entran en juego a la hora de pensar, diseñar y ejecutar políticas públicas para estos grupos sociales, es unívoca. No hay espacios institucionales mediante los cuales se pueda congeniar la visión indígena y la visión gubernamental principalmente en lo que respecta a la gestión de las tierras que habitan los Wichí. A fin de poder contribuir con respuestas a la problemática que se expuso anteriormente, surge la necesidad de buscar nuevas herramientas, ponerlas en práctica y que permitan construir un ordenamiento del espacio con enfoque intercultural para el Lote 75 en este caso particular, pero que podrá ser una plataforma de trabajo para otros “asentamientos indígenas” que existen en las inmediaciones de la ciudad de Embarcación y que se encuentran en similar situación. En el Lote bajo estudio conviven familias Wichí en condiciones de riesgo, exclusión, vulnerabilidad y pobreza debido a la falta de diálogo entre ellas y quienes se encuentran “encargados” de llevar adelante la gestión territorial. La falta de servicios básicos como agua y desagüe, la falta de mantenimiento de otros como la luz y la falta de espacios para el desarrollo pleno de niños, jóvenes y adultos termino por confinar una comunidad indígena a una parcela, cortando las posibilidades de desarrollar las actividades que mucho tiempo atrás supieron realizar y generando guetos enclavados en las afuera de la ciudad. De alguna manera, contar con la titularidad de las tierras supone un avance de gran impacto con respecto a otros colectivos que todavía continúan siendo perseguidos. Sin embargo, en las condiciones presentes el terreno asignado a la Comunidad Lote 75 no es funcional. Es por ello que este trabajo plantea un estudio de investigación en el cual sea posible el diálogo entre los SIGP y el conocimiento tradicional de la comunidad indígena con la que se trabajó logrando así que el espacio que habitan permita el desarrollo integral desde una perspectiva cultural, sustentable y
19 ordenada. Así también, lo que se buscó fue el acercamiento de herramientas tecnológicas a un colectivo que –como otros tantos- se encuentra en situación de analfabetismo tecnológico en pleno siglo 21. El abordaje de la cuestión indígena debe producirse desde una plataforma que contemple las particularidades culturales de cada pueblo y el trabajo debe asentarse fundamentalmente en potenciar y fortalecer el protagonismo de las comunidades en la forja de su destino. En este sentido, se destaca la necesidad de trabajar en colaboración con las comunidades indígenas lo cual permite indagar y elaborar diagnósticos más precisos de esas particularidades. El proyecto investigativo que aquí se plantea, propone abrir la puerta de los Sistemas de Información Geográfica Participativos a la Comunidad Wichí Misión Tierras Fiscales Lote 75 en la ciudad de Embarcación a partir de Cartografía Social elaborada por la misma comunidad indígena como herramienta para contribuir con la planificación territorial y el ordenamiento y gestión del espacio que habitan, hechos que de manera agregada permitirán generar empoderamiento en ellas.
20
1.6
ALCANCE
A través de este trabajo se busca lograr la inclusión de una herramienta que hasta el momento no ha sido utilizada para la planificación del ordenamiento territorial en la región que se toma para la investigación que se presenta. El empleo de los Sistemas de Información Geográfica Participativos se plantea como una herramienta que permite la reconstrucción espacial a partir de nuevos parámetros – los propuestos por la misma comunidad- mediante la cual se socializan conocimientos en diversos niveles y ello representa un crecimiento en materia de gobernabilidad y gestión de lo público tanto para el gobierno municipal como para la población que habita o colinda con el Lote 75, que es nuestra área de estudio y que se ubica en la ciudad de Embarcación, Provincia de Salta, Argentina. Se puede decir que la investigación permite emplear Sistemas de Información Geográfica Participativos para realizar un ordenamiento del espacio físico en el cual la planificación recae fundamentalmente sobre los miembros de la comunidad en cuestión y al mismo tiempo sirve como plataforma de diagnóstico y análisis del espacio que puede replicarse en otros barrios/asentamientos indígenas de la ciudad de Embarcación que comparten la condición del Lote 75. Se realiza un diagnóstico y posterior caracterización del estado del Barrio/Comunidad y se procede a pensar y resignificar el espacio, contemplando la visión de quienes lo habitan, las potencialidades de aquel y las facilidades o acompañamiento que pudiera brindar el gobierno municipal. En la instancia investigativa que se presenta, los beneficios se visualizan fundamentalmente en la descentralización del trabajo que permea a los habitantes del Lote 75 y aunque el enfoque está puesto en las comunidades indígenas, la investigación supone un proceso que puede ser replicado en cualquier círculo social urbano o rural con sus respectivas modificaciones. Se debe destacar que la delimitación espacial se enfoca en el Lote 75 debido a su peculiaridad: se trata de una comunidad indígena que producto del crecimiento urbano de Embarcación, terminó siendo absorbida como parte de la ciudad, convirtiéndola en un barrio más de la misma. El alcance de la investigación llega hasta una etapa que podría denominarse “de diseño” en tanto se lleva adelante la reorganización del espacio en papel y formato digital. La ejecución de dicha
21 planificación territorial supone la culminación de este proceso en el cual los SIGP no son más que herramientas facilitadoras para alcanzar un desarrollo integral del espacio, acorde con las necesidades del colectivo que lo habita. Finalmente, en lo que respecta al acercamiento que se realiza entre los SIG y la Comunidad Indígena Wichí, se distinguen dos instancias: una de ellas responde a la socialización de elementos para manejar información espacial y la otra se trata del contacto de la comunidad con el software empleado. El acercamiento del manejo de plataformas y software a la Comunidad que formó parte de la investigación fue interactivo pero limitado –por el momento- debido a la falta de un espacio fijo por medio del cual los miembros de la comunidad pudieran aprendan más sobre el empleo de aquellos. Sin embargo, el paso de los SIG por la Comunidad les ha dejado múltiples ideas y dudas sembradas sobre los alcances que el empleo de herramientas - informáticas o no- puede tener para que ellos mejoren su comprensión sobre el espacio y lo que es mayor, puedan comunicarse mejor con otros espacios e instituciones.
22
CAPÍTULO 2: REVISIÓN DE LITERATURA
2.1
MARCO TEÓRICO-CONCEPTUAL
Se presenta a continuación una revisión conceptual que enmarca el proyecto presentado y que permitirá una comprensión adecuada del mismo.
2.1.1 El Enfoque Comunitario del Espacio: aproximaciones al concepto de Geografía Comunitaria.
Decía Henri Lefebvre que son las relaciones de poder, de dominación y de apropiación, las que constituyen los territorios (Conti, 2016). En esa misma línea, la representación del territorio en un mapa es una forma de contar una historia que de alguna manera institucionaliza relaciones de poder (Diez Tetamanti et al., 2014). En un sentido marxista se puede incluso decir que el mapa, en tanto historia discursiva cristalizada, evoca una suerte de “superestructura del espacio”. La incorporación y difusión del mapa por parte de organismos o instituciones oficiales que representan una instancia de poder permea a las sociedades con mayor fuerza a través de la Educación como una plataforma que encapsula discursos cerrados y que escasas veces son cuestionados. La representación del territorio es un modo de narrar la historia y el mapa en tanto forma de modelar el espacio, se incorpora en el imaginario colectivo a través de la institución educativa, configurando nociones poderosas sobre los límites, las fronteras, los habitantes y las experiencias (2014). El hecho de recibir desde chicos imágenes “dadas” que al mismo tiempo sustentan un discurso, no deja lugar a la duda o el debate de una posible modificación en la interpretación. Se aprende desde muy pequeños que los límites y las fronteras son intocables y es de este modo que se adquiere una concepción del espacio como algo estático e incluso sin vida. Lo que aquí sucede es que se entabla una correspondencia estrecha entre Mapa y Poder donde el primero funciona como el sustento visual del segundo y además lo fortalece (Diez Tetamanti y Rocha, 2016)
23 El eje que atraviesa de manera transversal lo anteriormente mencionado se encuentra desdoblado por un lado en la existencia de un emisor que genera un discurso y por otro lado en las discursividades mismas que se emplean para pensar, significar y consecuentemente representar el espacio. Respecto de las discursividades, resulta significativo tomar las palabras de Milton Santos las cuales expresan que el Territorio es una Construcción Social (Benedetti, 2011). Siguiendo esta línea, así como aquel se construye, puede deconstruirse y volver a tomar forma y significado. Entonces, la idea del espacio como algo estático o inmodificable comienza a perder estabilidad. Respecto del emisor y a raíz de la idea de un espacio que puede tomar diversas formas o significados, es de gran ayuda entablar una analogía entre un mapa y una historia: ambos son relatos que cuentan algo y detrás de ellos hay una voz, un narrador que, siguiendo criterios, decide enfocarse en determinados detalles u obviar otros. De esta manera, la idea del Mapa como algo objetivo o que no puede ser discutido, también pierde sustento. El enfoque con el cual es abordado el Espacio tiene de esta manera un rol preponderante: definir quien cuenta la historia y que es lo que se va a contar, son dos disparadores que, en función de cada enfoque, generaran cartografías más o menos inclusivas, participativas y si así fuera el caso, interculturales. Históricamente se ha asistido a una visión unívoca sobre aquel, en la cual los mapas resultantes no han sido cuestionados sino más bien aceptados como un discurso oficial y objetivo. De un tiempo a esta parte han ido tomando mayor relevancia y difusión diversas teorías, movimientos y enfoques que plantean el abordaje del espacio desde una perspectiva comunitaria, esto es, teniendo una mirada más horizontal y participativa a la hora de pensar el Espacio Geográfico y consecuentemente de representarlo. Es en este proceso que la Comunidad que lo conforma y lo vive se presenta como una voz protagónica al momento de reconstruirlo y posteriormente plasmarlo en cualquier formato ilustrativo. El desafío actual respecto de la modelación y representación espacial sugiere la incorporación de una pluralidad de voces. En esta línea, Raffestin lleva adelante una crítica a lo que entiende es la óptica unidimensional y vertical de la geografía donde es el poder estatal en sus distintas escalas lo que termina definiendo el
24 territorio, el cual es entendido por aquel como una reordenación del espacio en la cual los criterios empleados dejan poco lugar a la pluralidad y se encarga de mantener la discursividad homogeneizante que se encuentra en la base constitutiva de casi todos los Estados Nacionales (Conti, 2016). Aquella óptica unidimensional se encuentra fuertemente ligada a la concepción de Lefebvre sobre el espacio en tanto resultado de superestructuras sociales como el Estado y cada una de las instituciones que lo componen, las cuales plantean un ordenamiento de acuerdo con sus requerimientos específicos (Torres, 2016). En este marco las líneas discursivas –mayoritariamente provenientes de estructuras de poder- no solo han monopolizado el manejo de los diversos espacios de la sociedad junto con su planificación y ordenamiento, sino que por extensión los efectos de ello tienen eco en la vida misma de aquellos que hacen uso de los espacios en cuestión. En este entramado conceptual se sitúa la noción de Geografía Comunitaria en tanto núcleo conceptual que condensa las diversas experiencias evolutivas que las sociedades han venido desarrollando y en las que confluyen diversas instancias donde la geografía ha sido y es repensada y en las que se ha venido discutiendo las dinámicas de espacialización que no contemplaron hasta el momento la voz de quienes formaron o forman parte del espacio que habitan a la hora de diseñar, organizar y planificar el ordenamiento del mismo. La posibilidad de darle un enfoque comunitario a la Geografía sugiere abrir la puerta del intervencionismo social del espacio que polemiza lo que hasta el momento se da por sentado, interrogando sobre nuevos tipos de conocimiento construido con las comunidades y abriendo fisuras conceptuales que cuestionan la práctica cartográfica tradicional (Diez Tetamanti et al, 2014). En términos generales, Diez Tetamanti define a la Geografía Comunitaria como el método de estudio geográfico que incluye a los conceptos, las observaciones, los valores, la memoria, los proyectos y gráficas que parten de la comunidad y que implican un esfuerzo organizado, sistemático, voluntario y decidido de la población participante como cartógrafos sociales (2014). Considerando que el motor de la Geografía Comunitaria se asienta en la posibilidad de pensar y generar la intervención de la comunidad para lograr la transformación socio-territorial de
25 manera reflexiva y comprometida, resulta de gran utilidad poner a dialogar dicho concepto con las conflictividades espaciales actuales y que son a fin de cuentas una ventana de oportunidad para repensar el espacio y lograr un ordenamiento territorial más democrático y abarcativo. Colocando la vista fundamentalmente en aquellos casos donde existe una hibridación urbano-rural –sea por la cercanía de ciudades con el campo producto del crecimiento de sus márgenes o por la presencia en las urbes de comunidades indígenas- en la búsqueda de acomodarlas a la urbanización existente, es de esperar que finalmente terminen decantándose elementos culturales que forman parte de sus prácticas, lo que significa en última instancia, abandonar aspectos propios de lo que son por presiones externas para amoldarse a discursos preestablecidos. En este sentido, la noción de Geografía Comunitaria propuesta por Díez Tetamanti, sugiere que la cartografía es una herramienta transformadora en tanto permite discutir realidades que se creían dadas abriendo el espacio a la pluralidad de voces. En el marco de lo que Ricoeur llama Pertenencia Participativa, esto es, el estar inmersos en el mundo y los contextos, vivenciándolos y experimentándolos directamente sumergidos en su devenir, la Geografía Comunitaria, retoma las nociones del Intervenir y el Vivenciar el espacio como los puntos de fuga a partir de los cuales se puede esbozar el bosquejo inicial de lo que será finalmente la representación gráfica del reordenamiento del espacio físico (Martínez Ravanal, 2006). El complemento conceptual de esta Pertenencia Participativa requiere desterrar la noción de espacio como un marco o caja que debe ser rellenado con elementos siguiendo un serie de pasos que reproduzcan de manera uniforme un discurso pues termina generando como resultado un agregado de funciones separadas que quiebran el sentido latente que quienes habitan el espacio le han asignado y en su lugar se requiere percibir al espacio como un conjunto de relaciones sociales atravesadas por relaciones simbólicas internas y/o ajenas a las mismas que no se hallan limitadas o encapsuladas sino interpeladas o yuxtapuestas (Lefebvre, 2013). La Geografía tiene una veta comunitaria en tanto hay múltiples voces que aportan valor y significado al espacio.
26 2.1.2 Cartografía Social y Sistemas de Información Geográfica Participativos: Hacia la ruptura de la hegemonía del espacio y su narración. (…) Jorge Luis Borges nos cuenta la historia del emperador que encomendó un mapa exacto de su Imperio. Insistió en que el mapa debía ser fiel hasta el mínimo detalle. Los mejores cartógrafos de la época se empeñaron a fondo en este importante proyecto. Al final de muchos trabajos consiguieron terminarlo. Produjeron un mapa de exactitud insuperable, puesto que coincidía punto por punto con el Imperio. Con todo, verificaron con gran frustración, que el mapa no era muy práctico, puesto que era del tamaño del Imperio. (Boaventura de Sousa Santos, 1991 p.22)
Brian Harley menciona que existe un amplio consenso de aceptación hacia aquella cartografía realizada por técnicos o especialistas asumiendo que éstos parten de una forma científica y con ella objetiva, para crear conocimiento en este caso, sobre el espacio (1989). El imaginario colectivo entonces, asocia la cientificidad con objetividad y por extensión, con neutralidad. En consecuencia, se crece con la idea de que los mapas son una representación exacta de la realidad en tanto están hechos por expertos. El cuento de Borges al que hace referencia Boaventura de Sousa Santos en la cita del comienzo del apartado se titula “Del Rigor de la Ciencia” y deja entrever que no es posible capturar de manera “textual” y con alto grado de fidelidad, el espacio que nos rodea. No al menos sin distorsionar la realidad (de Sousa Santos, 1991, p.22). Pero entonces los mapas con los que generaciones completas han crecido en la Escuela ¿no son exactos? ¿No conllevan dentro todo lo que en verdad contiene el espacio como tal? Detrás de cada mapa, se encuentran arraigados diversos procesos que distorsionan esa realidad a los fines de representarla: selección, omisión, simplificación, clasificación, creación de jerarquías y simbolización (Harley, 1989). Estos pasos/procesos se encuentran fuertemente condicionados por objetivos y propósitos que lejos de ser neutrales, se encuentran sostenidos por diversas pretensiones subjetivas que emanan de distintos sectores de poder. En este sentido, es de crucial importancia reconocer las cualidades narrativas de las representaciones cartográficas tal y como lo menciona Dennis Wood (Harley, 1989) La Cartografía es un discurso. Karl Offen dice que los mapas son testimonios tejidos a punta de signos y símbolos que, en conjunto, constituyen una visión del mundo específica, es decir, una política geográfica (2009). El registro informativo que
27 antecede a la elaboración propia del mapa, desde sus inicios toma una serie de decisiones de manera intencional, hay una conciencia en la selección, el direccionamiento, la reducción o la ampliación de determinados detalles o elementos pero, dado que el mapeo ha estado encasillado como un saber científico neutral del cual uno podía fiarse, tal y como lo hizo en el pasado el Imperialismo europeo, toda representación cartográfica que se moviera de las reglas del orden, de la geometría y la razón era desestimada (Harley, 1989). Este menosprecio hacia las expresiones no occidentales sobre el espacio en particular contribuyó a un sometimiento cientificista en busca de la presunta objetividad de la representación. Los mapas son historia contada y es sabido que la historia engloba en la mayor parte del relato, las luchas por el manejo del espacio. Offen menciona que históricamente los mapas han servido como instrumentos del imperio para desposeer a los indígenas de sus tierras (2009). Es por esto que gran parte de lo que hoy se conoce a partir de libros de historia y geografía no es más que la versión de “los que vencen”. Sin embargo, durante las últimas décadas del siglo XX ha habido una ola deconstruccionista respecto del silenciamiento estructural del subalterno dentro de la narrativa histórica capitalista (Chakravorty Spivak, 2009). Considerando que no existe una sola forma de ver el mundo y consecuentemente no puede haber una sola forma de contarlo, se presenta como necesario abrir la puerta a las voces acalladas durante gran parte de la historia y conocer su versión, pero dándole valor a sus conocimientos. Ahora bien, aquí resulta de gran utilidad retomar una crítica realizada por Gayatri Chakravorty Spivak respecto de los peligros del trabajo intelectual que pretende hablar “por” el subalterno debido a que esto solo termina reforzando esa condición de Subalternidad (2009). Es por ello que el camino del empoderamiento de los grupos históricamente marginalizados y desplazados de la historia no puede contar con intelectuales que hablen “en nombre de” sino que en verdad les otorguen un lugar a partir del cual puedan desplegar su conocimiento, su voz y su percepción para construir su propio relato y que éste tenga un rango de validez no menor a los demás discursos que se han difundido sobre el espacio.
28 La posibilidad de obtener validez en un relato que en este caso narra al espacio, viene enteramente de la mano de la necesidad de democratizar la información espacial para “desplazar la cristalización de los espacios” y dejar de depositar la credibilidad en un único enfoque o modo de ver el espacio (Diez Tetamanti, 2014). Entonces democratizar la información no puede reducirse solo a la circulación y redistribución de ésta sino también a la producción del conocimiento que permita la diversificación de fuentes de saber y conocimiento. Es así como el subalterno puede romper con la hegemonía del espacio y su relato cartográfico. Susana Morales expresa que democratizar la información es democratizar el poder y apostar al desarrollo (1998). La noción de la democratización informativa apela a que las ideas, las opiniones, la diversidad cultural, los saberes y la educación sean accesibles de manera universal (Human Rights Action, 2003). De esta manera a través de la democratización de la información, hay un efecto contrahegemónico en el manejo y producción del conocimiento sobre el espacio que se desdobla en dos niveles. Por un lado, se abre la puerta a la pluralidad de voces a partir de lo cual se pretende generar participación en el abordaje del espacio para diversificar los lentes a través de los cuales se observa el entorno dando lugar, además, a la producción de conocimientos alternativos. Pero, el proceso de democratización no puede solo quedarse en una posición de multiplicar los discursos, sino que precisa socializarlos y hacerlos circular dentro de la sociedad para sacarlos de esa marginalidad silenciadora que genera esa Subalternidad y de esta forma, volverlos parte de una superestructura plural y diversa. Esto, dicho de otra forma, supone lograr institucionalizar esa diversidad, rompiendo aquella concepción de que la validez viene de una presunta neutralidad cientificista que se materializa mediante el producto cartográfico estatal porque el criterio estatal en sí mismo tampoco es objetivo. Y finalmente esa institucionalización que puede materializarse con la presencia de producciones cartográficas al alcance de todos, reafirma la validez inicial de la cual se hablaba respecto de la información espacial. En este contexto, tanto la Cartografía Social como los Sistemas de Información Geográfica Participativos son herramientas que permiten lograr ese quiebre hegemónico respecto del espacio y su narración. Mediante aquellas, quienes
29 participan ya sea de manera directa o indirecta, contribuyen a cuestionar las suposiciones de las convenciones cartográficas, desafiando y alterando las relaciones de poder que cada mapa relata (Harris y Hazen, 2006 p. 115). Ello por extensión se convierte en una contribución para hacer de la Geografía, una Geografía Comunitaria.
La Cartografía Social
Existe en el espacio algo más allá de la precisión geométrica, la ubicación de sitios y el reconocimiento de patrones y geografías topográficas, que no es posible asentar cartográficamente si no se permite abrir paso a una nueva forma de elaboración de conocimiento espacial (Harley, 2005). La Cartografía Social forma parte de una nueva corriente que busca deconstruir lo preestablecido y romper esquemas hegemónicos respecto del manejo del espacio dando lugar a nuevas variables. La misma, se constituye como un método de producción de mapas sociales de manera horizontal, colectiva y participativa y trasciende la geometría pura posándose sobre el intercambio, el debate y el consenso que se genera en el proceso cartográfico a través de lo cual salen a la luz diversos saberes sobre el lugar; los cuales van más allá de la representación territorial. El mapa resultante de aquellos debates y consensos deja entrever el orden relacional que allí existe (Diez Tetamanti y Rocha, 2016). Esta experiencia participativa y horizontal en la cual, el protagonismo y la fuente de conocimiento se asientan sobre todas aquellas personas que viven y perciben el espacio que habitan, constituye un ejercicio colectivo en el cual se exploran las percepciones territoriales de las comunidades locales para luego plasmarlas en un mapa (Oslender, 2017). Estos mapas participativos constituyen de este modo, una lucha por la representación la cual, llevada al ámbito de colectivos históricamente vulnerados como los pueblos indígenas, ha permitido fortalecer significativamente sus derechos (Offen, 2009). Uno de los potenciales de la Cartografía Social, es justamente que la misma pretende ser una herramienta para desafiar representaciones cartográficas
30 dominantes (Oslender, 2017). En tanto la cartografía fue una herramienta clave para el imperialismo europeo a través de su discurso absoluto y unívoco, monopolizó la narración ilustrada de la historia y del espacio y desde entonces se generó una percepción generalizada respecto de los mapas como si en verdad se tratara de espejos o representaciones gráficas exactas de algunos aspectos del mundo real, siendo de esta manera la función del mapa, la de presentar una imagen factual de la realidad geográfica (Harley, 2005). La Cartografía Social viene a derribar la idea de los mapas como algo neutral y pone de manifiesto la existencia de entramados narrativos que se hallan detrás de cada línea trazada en el papel. Casi como un mago develando sus trucos, esta modalidad participativa lleva entre líneas la idea de que todos pueden ser cartógrafos y relatar su espacio plasmándolo en el papel en tanto todos viven y perciben el espacio de una determinada forma. De esta manera, se derriba la idea de un único discurso posible en cuanto a la significación del espacio y con ello, pierde fuerza la cartografía tradicional como única forma legítima de representarlo. El objetivo de la Cartografía Social puede leerse en un doble nivel. Por un lado, se lleva adelante un proceso interno de territorialización consciente a través del cual quienes participan del proceso conocen mejor su territorio y, por otro lado, hay un proceso externo de articulación y comunicación de sus territorialidades hacia afuera, como por ejemplo en su comunicación con las organizaciones del Estado (Oslender, 2017 p.255). Este desdoble interno-externo es, en definitiva, la materialización de esa democratización e institucionalización de la información espacial mencionada anteriormente: por un lado a través de la participación abierta se genera una pluralidad que desconcentra tanto el manejo como la significación de la información espacial y por otro lado la socialización de los resultados en diálogo con instancias organizacionales pertenecientes al ámbito público o privado, generan esa legitimidad social que las experiencias colectivas no podían alcanzar debido al monopolio que la cartografía tradicional tuvo durante gran parte de la historia respecto del manejo de la información y consecuentemente del poder que la misma llevaba intrínseca en cuanto a dotar de significado el espacio.
31 Una de las consecuencias más sustanciales de la Cartografía Social es el empoderamiento que genera sobre aquellos que la llevan adelante. El proceso permite la toma de conciencia respecto del espacio que se habita dado que se plantea como una herramienta participativa que permite acceder al conocimiento de un territorio particular y que es construido y re-significado por sus habitantes, generando de esta manera, una interacción que permitirá identificar problemas del presente o del pasado e imaginar futuros deseados, lo cual favorece la construcción del conocimiento colectivo y el intercambio de saberes en relación al territorio (Carballeda en Duarte, Jaimes & Porciel, 2014). Quienes viven el espacio, se encuentran envueltos en un entramado de simbolismos y significados ligados a las vivencias que se producen en el espacio que ocupan. Si se trata de pensar o planificar el ordenamiento de aquel, las perspectivas locales no pueden quedar afuera. La importancia de la Cartografía Social entonces se asienta en que la misma funciona como un nexo articulador entre el lenguaje de la comunidad que vive y experimenta el espacio de una manera y el lenguaje científico social que lo percibe de otra (Fernández, Ávila y Taylor, s.f.). La búsqueda de descentralizar el monopolio de la palabra por parte de sectores dominantes que históricamente se apropiaron de la ciencia como un instrumento afín a la mantención del orden opresor y excluyente y que los mantuvo en esa posición durante mucho tiempo, supone incorporar instrumentos conceptuales, herramientas y metodologías que rompan con la cultura del silencio de los sectores subalternos y que generen fisuras en el status quo (Freire, 1973). Es aquí donde los efectos del poder que ejerce el discurso cartográfico en la sociedad, así como el rol de los mapas en las luchas para alterar las relaciones de poder, cobra un valor inconmensurable: los mapas son imágenes acreditadas que pueden reforzar y legitimar el status quo pero también pueden ser agentes de cambio (Harley, 2005). En la Cartografía Social, el cartógrafo es colectivo y todos los participantes del proceso conocen mejor el territorio, ampliando de este modo las posibilidades de comando y acción comunitaria para emprender juicios sobre el mismo que deriven en cambios o propuestas (Diez Tetamanti y Rocha, 2016).
32 La posibilidad de plasmar los matices y las particularidades que existen en los territorios que, como dice Carballeda, son espacios de contención de los escenarios sociales, remite a la necesidad de incluir las voces de quienes habitan el espacio y lo conocen para instrumentar un orden que en verdad permita un desarrollo pleno de las comunidades (Duarte, Jaimes & Porciel, 2014). Al mismo tiempo revela la maleabilidad del producto final –el mapa- en tanto es un relato dinámico que puede y debe ser cambiado constantemente ya que alberga comunidades que llevan adelante relaciones en y con el territorio generando cambios en ambas direcciones, es decir en la misma comunidad y en el territorio; la Cartografía es un filme colectivizado como dice Diez Tetamanti, y por tanto no tiene final (2016).
Sistemas de Información Geográfica Participativos
Uno de los desafíos que conlleva la democratización de la información es el de la alfabetización digital, lo cual implica reconocer el papel protagónico que tienen las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en el siglo 21(Halm, 2018). En este sentido, la búsqueda de romper con el monopolio de la palabra ya no abarca solo el abrirse a una pluralidad de voces que se supo silenciada durante gran parte de la historia sino también socializar las herramientas y metodologías que vinculan el manejo de la espacialidad con la tecnología. Los Sistemas de Información Geográfica – SIG- constituyen una tecnología informática que, mediante datos geográficos provenientes de diversas fuentes, permite un análisis espacial y cuyos resultados se difunden principalmente en forma de mapas (Abbot et al, 1998). Siguiendo esa línea, Christine Dunn menciona que ha habido un crecimiento en enfoques SIG que han buscado darle más privilegios y legitimidad al conocimiento local o indígena, denominados SIG Participativos – SIGP- o SIG Públicos Participativos –SIGPP- y que se caracterizan principalmente por estar impulsados por los contextos antes que, por la tecnología en sí, colocando el énfasis en la participación de la comunidad tanto en la producción como en el uso de la información geográfica (2007).
33 Los SIGP buscan emplear la tecnología de los SIG en el contexto de las necesidades y capacidades de las comunidades que se verán involucradas y estarán afectadas por el desarrollo de proyectos y programas basándose en la diversidad de experiencias asociadas con el desarrollo participativo e involucrando a las comunidades en la producción de datos SIG y en la toma de decisiones espaciales. (Abbot et al, 1998). El uso de los SIGP por parte de grupos marginados o subalternos favorece la articulación de lenguajes y universos simbólicos en tanto permite que los miembros de la comunidad que participa comuniquen información local y sus propias percepciones espaciales, empleando el lenguaje cartográfico comúnmente reconocido (Corbett & Keller, 2004). Por consiguiente, la participación de grupos excluidos en la práctica del reconocimiento espacial a través de los SIG rompe con la noción de discursos unívocos ya que exalta la multiplicidad de realidades geográficas que pueden emerger dejando en un segundo plano las soluciones desarraigadas, objetivas y tecnocráticas, características de diversas aplicaciones SIG que son más convencionales o que se encuentran más enfocadas en los datos duros o la tecnología propiamente (Dunn, 2007). El eje de los SIGP, no se encuentra tanto en los datos geográficos, el hardware y software empleado o el grado de expertise a la hora de emplear tecnologías. Es el empoderamiento de las comunidades a través de la participación del proceso de construcción y resignificación de la información obtenida y de la toma de conciencia que genera el acceso y la socialización de la información en procesos participativos lo que le otorga su protagonismo. Una de las fortalezas de los SIGP se encuentra en la capacidad de integrar múltiples perspectivas en un medio visual espacial que permite a los grupos locales participar en la toma de decisiones espaciales con los distintos organismos oficiales sobre una base más equitativa (Cinderby, 1999). Siguiendo esa misma línea Weiner, Harris y Craig consideran que los SIGP permiten obtener una mejor información y desarrollar respuestas adecuadas a los problemas existentes, de este modo, una organización que emplea los SIG de manera participativa, aumenta su grado de participación en la sociedad en tanto accede a información o la produce y la analiza y ello implica que pueda ser
34 considerado a la larga por el Estado como un interlocutor válido, pudiendo así colaborar con la toma de decisiones (2002). Los SIGP permiten entonces acceder a tecnologías espaciales por parte de colectivos y grupos marginados para socializar la información tanto hacia adentro de la comunidad como hacia afuera y el núcleo de dicha metodología reside en la participación. En este punto debe destacarse que el objetivo al que se intenta arribar es a una participación más activa puntualmente en el proceso de planificación y ordenamiento territorial a través de la integración del conocimiento local con el conocimiento técnico (Dunn, 2007). En el mismo sentido, los SIGP permiten a los participantes interactuar dinámicamente con la información resultante y en tanto admiten una comprensión profunda de las dinámicas internas de las comunidades, pueden generar mejoras en la gestión del espacio (Sieber, 2006). En consonancia con lo expuesto sobre la Cartografía Social, los SIGP funcionan como un contra-mapeo digital que cuenta historias espaciales de personas y comunidades hasta el momento marginadas y en tanto metodología de investigación, funciona como una plataforma que permite integrar información cuantitativa y cualitativa, contextualizando el análisis del espacio (Weiner, Harris y Craig, 2002). Los SIGP se perfilan como una herramienta socialmente incluyente que representa los intereses, valores y prioridades de los grupos y las comunidades que se encuentran menos integradas a las estructuras de poder y las empoderan a través de su capital técnico, social y político (McCall, 2011). El uso de SIGP es un puente para la construcción de conocimiento científico, pero de manera socializada y con bases conceptuales diversificadas ya que el trabajo colaborativo entre la comunidad y los investigadores arroja como resultado información intercultural, científica, válida y entendible que podrá ser utilizada por más personas que las que integraron el proceso (Diez Tetamanti, 2014). La posibilidad de democratizar el espacio, implica construirlo de manera democrática. En ese sentido, tanto la Cartografía Social como los SIGP son instancias de descentralización y empoderamiento que permiten avanzar en ese camino de democratización. Ambas en tanto herramientas y metodologías de trabajo colaborativo, permiten el acceso de minorías o grupos marginados a los
35 diversos escalones que conducen a la toma de decisiones en tanto representa esta un ejercicio pleno de poder y que involucra diversas etapas desde la producción y/u obtención de información hasta su análisis y la consecuente generación de alternativas sobre el manejo del espacio. En el marco de las diversas instituciones estatales, la planificación y el ordenamiento territorial que se presumen participativos requieren de la contemplación de las percepciones y significados que quienes habitan el espacio, le atribuyen para generar diagnósticos y alternativas que sean en verdad adecuadas a los llamamientos y necesidades de dicha comunidad. En esa misma línea, la inclusión de herramientas tecnológicas fortalece el proceso de participación y empoderamiento ya que acerca herramientas de vanguardia a diversos colectivos y contribuye a construir mayor equidad en el acceso a la tecnología y el conocimiento. Mediante la articulación de técnicas etnográficas empleadas para llevar adelante la indagación territorial y la generación de mapas participativos empleando herramientas SIG, es posible arribar a una gestión socio-territorial que reivindique el derecho pleno y la autonomía de quienes habitan el territorio sobre el mismo. En este sentido, los SIGP vienen a reforzar y renovar las nociones de territorialidad, espacio, identidad cultural y configuración del espacio desde una perspectiva más atractiva y representativa de la sociedad (Diez Tetamanti, 2014). Al mismo tiempo, el empleo de los SIGP abre un canal inclusivo en el cual la tecnología empleada potencia la participación de los agentes interesados en la toma de decisiones locales (Janowski, en Sastre Merino, Dorado Martín & de los Ríos Carmenado, 2010).
2.1.3 Tierra, Territorio y Territorialidad: la recomposición de la espacialidad indígena. Las intervenciones espaciales que pretenden ser funcionales y significativas, requieren necesariamente comprender las construcciones conceptuales y dotaciones de significado que rodean el espacio que se quiere permear. Ello exige incorporar la voz de quienes habitan el espacio, entablando una distinción conceptual que resulta trascendental para abordar, en este caso, a los pueblos
36 indígenas en su compresión y consecuentemente en la implementación de políticas, programas y proyectos que se encuentran ligados al manejo del espacio. Durante mucho tiempo, los gobiernos asociaron las demandas indígenas a una cuestión de reforma agraria en la cual se interpretaba que las diversas comunidades reclamaban tierra sobre la cual asentarse entendiendo que el eje del reclamo radicaba más en la ubicuidad que en la posibilidad de reivindicar su historia e identidad (Offen, 2009). En este sentido, el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo –OIT- sobre pueblos indígenas y tribales introduce en su artículo 26, una distinción que ha generado controversias y discusiones en su interpretación pues menciona en el inciso 1 que los pueblos indígenas tienen derecho a las tierras, territorios y recursos que han poseído, ocupado o utilizado (2014). La distinción entre tierra y territorio ha tendido a pasar desapercibida al punto de llegar a considerar inclusive que ambos conceptos se trataban de sinónimos en tanto el reclamo territorial fue absorbido principalmente por los movimientos campesinos que, radicados en un entorno rural, efectivamente reclamaban por el medio de producción, es decir la tierra (Martínez Valles, 2016). Las comunidades indígenas levantaron entonces la voz para dejar en claro que los fundamentos de su reclamo iban más allá de un loteo o la solicitud de nomenclaturas catastrales y alcanzaban un universo simbólico que si bien había sufrido ciertas pérdidas en detrimento de lograr persistir y resistir a lo largo de la historia, no se encontraba anclado necesariamente a una asignación de tierras desprovista de significado. Por este motivo la presencia indígena aún incluso en los márgenes urbanos seguía y sigue manteniendo vigente el foco del reclamo indígena: la Demanda Territorial, que apela a cuestiones de poder, reconocimiento de autonomía, afirmación de identidad y autogestión (Offen, 2009). ¿Cómo es posible pensar que las comunidades indígenas puedan recomponer su identidad estando distantes ya no solo en un entorno físico, sino también dinámico que se presentaba como más familiar a aquellas? Aquí es cuando emerge el tercer concepto que permite emprender una comprensión más profunda de la situación de los pueblos indígenas que se hallan dispersos ya no solo encapsulados en espacios rurales sino
37 también en hibridaciones como los denominados espacios periurbanos y es la noción de territorialidad. Inicialmente la capa más superficial en el abordaje de la cuestión indígena es la Tierra. Cuando se hace referencia a la Tierra, se apela a la superficie físicogeográfica, la cual, se constituye en un segmento material y palpable del asidero de los pueblos indígenas siendo esta, el espacio en el cual pueden llevarse a cabo las diversas labores de la cotidianeidad, sin embargo, debido a que alberga actividades que permiten la subsistencia se ha visto revalorizada por su función de medio de producción social (González Muñoz, 2010). En segunda instancia, se halla la noción de Territorio, que pertenece al segmento inmaterial de aquel asidero indígena y que conforma un espacio impalpable que engloba la simbología y la cosmovisión de las comunidades (González Muñoz, 2010). El Territorio es un concepto más amplio que abarca al conjunto de relaciones y representaciones que se construyen a partir de la tierra (Fajardo en Braceras, 2012). Dentro de las relaciones, encontramos diversos tipos: sociales, que refieren a las que se producen entre los miembros de la comunidad que habita la tierra; culturales, que implican la puesta en práctica de sus costumbres y creencias; políticas, vinculadas al ejercicio de poder y el grado de autonomía; económico-sustentables, materializadas en la capacidad de producción, uso, intercambio y transformación de bienes y recursos para subsistir;
y
ambientales, que implican el uso y conservación de los recursos que se encuentran en la tierra que habitan (Coronado en Braceras, 2012).2 En este marco, se puede interpretar que las demandas territoriales de los pueblos indígenas buscan imponer nuevas territorialidades que intentan redefinir relaciones, esto es, generar estrategias espaciales que afecten o influyan las dinámicas de organización y significación espacial (Sack 1986 en Offen 2009). Como corolario dentro de la trilogía que permite conocer y comprender con mayor profundidad las relaciones de los pueblos indígenas con los espacios, se encuentra la noción de territorialidad entendida como el proceso de simbolización que convierte espacios neutros en territorios, creando textos en los cuales se asocian atributos reales e imaginarios, recuerdos, emocionalidades y experiencias individuales y colectivas (Barabas, 2004). Este concepto trae aparejado la
38 posibilidad de contribuir con la autonomía de los pueblos indígenas al permitir la reproducción y/o recreación de la síntesis que emerge de la tierra y el territorio ya sea que se trate de una parte o de la totalidad de la naturaleza simbólica y empíricamente modelada en el espacio. La Territorialidad funciona como un organizador de la vida social al articular la frontera entre individuo y colectividad, afianzando de esta manera la identidad colectiva que se construye en relación con el medio (2004). El proceso de territorialización implica la apropiación simbólica y material de un espacio determinado, inscribiendo en él su identidad, dotándolo de significado y convirtiéndolo así en territorio y esto es posible en tanto los territorios indígenas no son entidades inmutables y ahistóricas sino más bien objetos geográficos dinámicos y en constante redefinición (Sepúlveda y Zúñiga, 2015). Resulta de gran apoyo conocer y comprender los conceptos anteriormente expuestos fundamentalmente porque la presencia indígena se halla fragmentada en múltiples representaciones culturales y dispersa en diversos entornos, esto es, diversos aspectos del ser indígena – vestimenta, lenguaje, alimentación, creencias, entre otros- se despliegan en el campo, la ciudad y los espacios de transición entre estos. La migración y los desplazamientos forzados de los pueblos indígenas hacia diversos puntos generaron reubicaciones espaciales y aunque la tierra fue el aspecto material más afectado en términos de reproducción, es el acervo cultural intangible el que permite inscribirse y dibujarse en otros entornos, contribuyendo a recomponer las identidades y los territorios indígenas incluso, fuera de los contornos históricamente preestablecidos.
2.1.4 Análisis de Enfoque Socio-Territorial: una lectura espacial desde la complejidad multidimensional.
Pierre Bourdieu entabla una distinción analítica entre espacio físico y social, lo que empleando conceptos que ya se han abordado, podría ser una distinción entre tierra y territorio. Para el autor, las estructuras del espacio social están inscriptas en el espacio físico de forma tal que el primero es aquel lugar en el cual se afirman y se ejercen relaciones (1999). En la misma línea, Mançano Fernandes hace referencia
39 a un espacio social que se encuentra contenido en el espacio geográfico, el cual es creado originalmente por la naturaleza y transformado por las relaciones sociales y que producen otros tipos de espacios materiales e inmateriales como los políticos, culturales y económicos, entre otros (2005). En este sentido, hay más en el espacio de lo que se puede ver y como lo menciona el autor, al estar conformado por elementos de la naturaleza, pero también por una dimensión social, el espacio se presenta como una completitud y abordarlo implica entonces un enfoque que pueda abarcar esa multidimensionalidad para no correr el riesgo de realizar análisis parciales o lecturas espaciales fragmentadas que al final terminan escondiendo desigualdades e inequidades (2005). Es de esta manera que el Enfoque Socio Territorial se presenta como una herramienta metodológica que puede abordar dicha completitud. Emprender un análisis que siga un Enfoque Socio Territorial –EST-, requiere la construcción sobre la base de los conceptos anteriormente expuestos, de una plataforma analítica que permita deconstruir y posteriormente reconstruir el espacio habitado por las comunidades indígenas de manera integral para comprender lo que allí sucede. En principio, el EST se nutre de modelos de intervención propios del desarrollo rural y busca integrar diversas perspectivas y actores que conviven en el territorio para definir los problemas existentes en el espacio y de manera participativa construir soluciones para aquellos, siempre sobre una base integral e interdisciplinaria (Trama, 2008). El EST evita naturalizar las diferentes perspectivas e intereses, así como las asimetrías de recursos -sean estos materiales o simbólicos- que existen entre los actores y entre estos y el territorio y lo hace contemplando al conflicto como un elemento constitutivo de las relaciones sociales que construyen un territorio determinado (Altschuler, 2013). El EST trasciende las perspectivas meramente topológicas y mueve el encuadre desde un análisis estático y parcial que revisa datos acopiados hacia un análisis relacional en el cual dialogan diversos órdenes de un mismo espacio como lo son los recursos, la población y sus necesidades, entre otras (Rozas et al, 2001). Lo socio-territorial abarca dimensiones geográficas y demográficas pero alcanza también un sinnúmero de variables relacionadas a vínculos sociales y a lazos
40 subjetivos que se forman en él; por ello entablar un diagnóstico y/o un análisis en el que la indagación socio-territorial es la base, implica posicionarse desde una perspectiva en la que se exaltan las oportunidades creativas de los actores del espacio para construirlo y configurarlo a través de las significaciones que aquellos le atribuyen (Salas, Kong y Gazmuri, 2017). Un análisis espacial integral requiere develar una a una las capas que lo cubren condicionan y moldean, es por ello que el EST cobra mayor protagonismo. Este enfoque se instituye como una noción que permite explicar el papel de los entornos en los que se encuentran insertos las comunidades y aborda al espacio social, como un factor de desarrollo permeable a las nociones de gobernabilidad, concertación social y coordinación de intereses entre actores establecidos en un territorio (Schneider y Peyré Tartaruga, 2006). Mientras que el desarrollo con perspectiva socio-territorial supone generar consensos respecto del espacio, el diagnostico que acompaña a un análisis con EST busca más bien detectar y actuar sobre puntos críticos en el espacio, dejando descubiertas asimetrías o conflictos que se desprenden de una posición desventajosa o crítica y que resulta de una tensión entre lo territorial y lo social ya sea por dinámicas internas o externas (Altschuler, 2013). Los territorios no son espacios aislados aun cuando se encuentran alejados de otros territorios. De hecho, las distancias y el estado de los mismos hacia su interior y la existencia –o no- de relaciones con otros espacios ya sean geográficos o sociales terminan por condicionar su desarrollo. Consecuentemente, forman parte de esa batería de factores y agentes que deben ser contemplados a la hora de abordar un territorio. En el caso de los pueblos indígenas, fundamentalmente de aquellos que se encuentran cercanos a ejidos urbanos, resulta de crucial importancia conocer los nexos y vínculos que el espacio indígena tiene con su geografía inmediata. Es por ello que resulta necesario considerar el abordaje de dichos espacios a partir de perspectivas multidisciplinares e integrales como lo propone el Enfoque SocioTerritorial y que fortalece las dinámicas participativas mencionadas en apartados anteriores.
41 2.1.5 Gestión
y
Ordenamiento
Territorial
Indígena:
recomposiciones
identitarias en la periurbanidad. El concepto de Gestión y Ordenamiento Territorial –GOT- en principio requiere pensar por separado la Gestión y el Ordenamiento para comprender de manera más integral no solo de que va el GOT indígena sino también cuales son las implicancias de éste en la recomposición de la identidad indígena, específicamente en un contexto de periurbanidad. A continuación, se realiza el desdoble conceptual. La Carta Europea de Ordenación del Territorio –CEOT- define al Ordenamiento Territorial – OT- como la expresión espacial de las políticas económicas, sociales, culturales y ecológicas de la sociedad el cual, en tanto disciplina científica, se constituye en una técnica y política concebidas como enfoque interdisciplinario y global entre cuyos objetivos se encuentra la organización física del espacio a partir de conceptos rectores (Consejo de Europa, 1983). En esta misma línea y respecto del alcance y contenido del OT, la CEOT considera que la preocupación central de aquel son las personas y su bienestar por lo que se puede inferir que en definitiva el OT pretende ofrecer un marco y calidad de vida que aseguren el desenvolvimiento de aquellos en un ambiente organizado (1983). La definición expuesta por la CEOT deja entrever la importancia de contemplar múltiples variables al mencionar las diferentes dimensiones que se expresan espacialmente y de modo indirecto la revalorización del capital humano en la intervención del espacio en tanto la misma se realiza con el fin de generar mejores condiciones para desenvolverse. El OT tiene como fin último vincular a la población y sus actividades, con el territorio y sus atributos siempre poniendo atención a los valores e intereses de quienes habitan dicho espacio por lo cual el fin último es el planteo de una propuesta que se base en la percepción de los valores, los intereses y las aspiraciones de la sociedad, los conocimientos existentes acerca de los sistemas territoriales involucrados y los instrumentos disponibles para su intervención (Sánchez en Rivera Rojas, 2015, pág. 25). Pensar en la vinculación entre población y espacio requiere, en los términos en los que se presenta esta investigación, que se mantenga constante la idea de que existen tantas voces como agentes intervinientes en el espacio desde niveles
42 individuales o básicos hasta niveles colectivos o institucionales y que sin lugar a duda tienen injerencia en el ordenamiento y disposición del espacio. En concordancia con la línea de un OT multidisciplinar y plural, Romero y Vásquez expresan que aquel se erige como una forma fundamentada y democrática de decidir el devenir de los territorios al tiempo que tiene como eje central a las personas en sus distintas dimensiones y en tanto sujetos de derechos (2005). Es por esto que las conflictividades que se erigen sobre los espacios, principalmente en zonas alejadas de los centros –ya sean urbanos o rurales- emergen de no comprender ni incorporar la esencia que mueve al colectivo social que se asienta sobre el territorio en cuestión. La OT se compone entonces de un brazo ideológico y que se evidencia principalmente en la elaboración de juicios de valor al momento de llevar adelante una elección de alternativas sobre el uso que debe darse al territorio (Pujadas y Font en Olcina Cantos, 2001). El otro brazo es el político; la OT tiene carácter político en tanto está conectado con el contexto político que envuelve a la sociedad en cuestión y en tanto son las instituciones políticas las que definen tanto el estilo de desarrollo, así como las actividades permitidas que pueden desplegarse sobre el espacio (Sánchez en Rivera Rojas, 2015, pág. 26). En este sentido uno de los grandes vicios del OT es la sobrevaloración de la mirada “experta” y externa respecto de cómo llevar adelante un proceso de reordenamiento físico del espacio y el menosprecio de las particularidades que las comunidades y colectivos sociales mantienen en sus imaginarios produciéndose de esta manera, fragmentaciones no solo hacia el interior de aquellas sino con respecto a las instituciones políticas y el resto de la sociedad. El espacio se convierte no en un territorio que permite relaciones sociales y afianzamiento identitario sino más bien en una fuerza con tendencias centrípetas en dirección a la homogeneización y que termina por generar situaciones de marginalidad y exclusión. El OT es un proceso transformador y en función de la diversidad cualitativa de los agentes intervinientes en el proceso, el mismo derivará en una herramienta que permita hacer del espacio un lugar en el cual se pueda afianzar la identidad y revalorizar los significados territoriales de las comunidades, en este caso indígenas, o se constituirá en un mecanismo de exclusión socio-territorial. En este sentido, la
43 construcción de una base participativa que conduzca el despliegue del OT definirá al espacio como un Territorio Excluido, esto es un espacio con funcionalidad básica y mínima con servicios públicos primarios, escasa conectividad y accesibilidad y niveles bajos de organización socio-territorial o, como un Territorio Incluido, esto es con altos niveles de funcionalidad, lo que se traduce en dinámicas organizacionales que permiten la satisfacción de una mayor cantidad de necesidades, mayor participación en diversos niveles político-institucionales y consecuentemente, mejores posibilidades de desarrollo individual y comunitario (Toledo Olivares y Romero Toledo, 2006) La otra parte del abordaje conceptual que se entabla en este apartado es el de la Gestión Territorial. Siguiendo a Rosa, Gómez y Kande, la Gestión Territorial –GThace referencia a un proceso a través del cual se posibilita la ampliación del control, el manejo y el poder de decisión del uso de los recursos que existen en un determinado espacio por parte de sus actores (2003). Esta acepción va más allá de una delimitación territorial en términos administrativos o geográficos y alcanza aspectos que se relacionan con la capacidad de influencia y control de los diversos medios, instrumentos y recursos que se hallan en el espacio que se pretende gestionar. En este sentido, la GT tiene un claro componente político pues el efectivo control e influencia al cual se hace referencia va más allá de la tenencia y ocupación del espacio y alcanza la movilización de capital humano, así como el desarrollo de vínculos intra y extracomunitarios que permitan consolidar la autonomía de espacio desde lo discursivo y lo vivencial. La posibilidad de pensar la GOT en clave indígena, implica preocuparse por los derechos de los pueblos indígenas, su revalorización y su reposicionamiento como actores con capacidad de decisión y acción en una sociedad que necesariamente debe tender hacia la integración intercultural brindando espacios para empoderar a través de información y herramientas que les permitan gestionar y planificar su porvenir en un territorio que consideran propio y significativo. Se vuelve necesario entonces, colocar el acento en la concepción indígena del territorio y de la noción de territorialización como experiencia replicable en otros espacios que no son lo ancestrales, sobre todo en el período histórico actual atravesado por migraciones y desplazamientos forzados de las comunidades,
44 producto de modelos económicos que se desligan de la significación del espacio otorgada por los diversos colectivos sociales que los habitan y los vuelven un factor de producción.
Indigenismos periurbanos
La posibilidad de pensar el espacio y generar diagnósticos con un enfoque socioterritorial que permitan una comprensión integral del mismo, forma parte de un recorrido que desemboca en mejor calidad de vida y el desarrollo integral para las comunidades indígenas y cuyo siguiente paso consiste en gestionar el territorio mediante un ordenamiento que contemple elementos y características indígenas de trascendencia para las comunidades y que de esta manera permita trasladar esa territorialidad envuelta en un universo simbólico complejo, al espacio que ahora habitan. En este marco, algunas preguntas que pueden surgir son ¿Cómo construir una territorialidad periurbana indígena? O ¿Cómo reproducir la identidad indígena en el medio urbano? Siguiendo a Sepúlveda y Zúñiga, es necesario problematizar las representaciones hegemónicas de lo indígena en tanto identidad anclada en un espacio y una tradición que son a-históricos y constitutivos de una forma de exclusión socioespacial en tanto se piensa a las comunidades como lejanas física y culturalmente (2015). Este ejercicio otorga mayor facilidad para inscribir en la ciudad y sus alrededores, diversas manifestaciones culturales e idiosincráticas y consecuentemente exigir mayor representatividad y participación de estas manifestaciones en los procesos de transformación y gestión del espacio. El hecho de circunscribir el pensamiento a una forma de vida indígena que en los términos actúales no es posible como antes –fundamentalmente en los casos de comunidades reubicadas en geografías distintas a las tradicionales, producto del corrimiento de la frontera agropecuaria- no permite comprender que del mismo modo hay nuevas identidades indígenas afianzadas en esas nuevas bases territoriales, pero que no por ello dejan de ser indígenas. En tanto grupo humano, las comunidades indígenas se han adaptado a los devenires de la historia para
45 poder resistir y persistir -al igual que lo han hecho múltiples grupos que conforman a las sociedades presentes. No es posible pensar la humanidad del siglo XXI llevando adelante las mismas prácticas que en el siglo XIX y lo mismo sucede con las comunidades indígenas. El principal problema para abordarlas de manera actual radica en la incapacidad de acompasar a la historia de gran parte de los Estados Nacionales de América Latina, el reconocimiento de la existencia de pueblos y comunidades indígenas, quienes en las narrativas vigentes se hallan envueltos en un manto de lejanía, mito y ficción. La memoria colectiva de la historia argentina relató la perdurabilidad de las comunidades indígenas hasta finales del siglo XIX, época en que se llevaron adelante las últimas luchas directas entre el incipiente Estado Nacional y diversas etnias por la ocupación del territorio para consolidad la unión nacional en términos geográficos y cerrar las fronteras estatales. Por esta razón, una parte considerable de la memoria de la historia argentina se halla sumida en anacronismos a la hora de pensar lo indígena que llevan a desacreditar las adaptaciones que las comunidades indígenas deben realizar para mantenerse vivas en el contexto de un Estado que se fundó sobre sus territorios y la opresión de sus expresiones culturales. El Wichí que habla español, o que viste una prenda considerada moderna o cuyos bienes de consumo no son los que tradicionalmente adquiría se ve desacreditado en su identificación como tal por parte del “noindígena” al ver que no mantiene esa imagen histórica de siglos pasados que aprendió en el colegio. Esta adaptabilidad que permite la territorialización en tanto proceso de vinculación identitaria a un espacio en el cual pueda generarse un sentido de pertenencia, posibilita un desarrollo pleno en tanto las instituciones externas a la comunidad, no solo piensen en términos interculturales, sino que también incorporen la voz y visión de quienes habitan el territorio y se despeguen de esas visiones indígenas mitificadas y anacrónicas. Solo de esta manera es posible generar entre la comunidad un sentido de apropiación del espacio y de identificación colectiva contextualizado (Toledo Olivares y Romero Toledo, 2006). La presencia indígena en las ciudades se halla circunscripta a los espacios periurbanos, esto es a los asentamientos irregulares que se sitúan a orillas de las
46 zonas urbanas y aunque se encuentran bajo la administración de los municipios urbanos, la presencia de éstos es escasa y poco especializada (Rivera Espinosa, 2015). La falta de un enfoque efectivamente participativo y descentralizado para gestionar y ordenar el territorio que en definitiva pertenece a las comunidades indígenas que lo habitan, termina por generar un proceso de guetización en el cual se genera una segregación socio-residencial que limita la integración de las comunidades con el resto de la sociedad generando exclusión, discriminación y constriñendo la posibilidad de recomponer la territorialidad en tanto se avizora de manera espuria que el desligue cultural es finalmente una forma de reinsertarse en la sociedad que los ha marginado por su condición étnica. El efecto inmediato de dichas dinámicas es la generación de una estratificación social y consecuentemente territorial: la periurbanidad se erige como una zona de auténtica exclusión en la cual se confina y concentra a las comunidades indígenas, hechos que se ven facilitados por barreras de tipo físicas y de tipo urbanísticas –presencia de descampados, distancias respecto de lo centros urbanos, falta de servicios básicos- y que en definitiva responden a políticas de concentración y segmentación cultural (Marchioni, 2013). En términos generales la esencia de la Gestión y el Ordenamiento Territorial Indígena consiste en la posibilidad de pensarlos como un proceso a través del cual, las comunidades indígenas organizadas y en posesión de un territorio titulado, pueden manejarlo desde una perspectiva participativa, apoyada en el consenso interno y con vistas a ejecutar las decisiones tomadas en su interior con el objetivo final de mejorar su calidad de vida sin por ello dejar de lado sus valores y herencia cultural (Confederación de los Pueblos Indígenas de Bolivia, 2008). La Gestión y el OT indígena en el marco de la periurbanidad supone, además, un consenso externo que permita derribar las barreras físicas e ideológicas y que genere espacios de encuentro institucionales que posibiliten “desguetizar” dichos asentamientos, rompiendo con los estigmas y prejuicios etnocentristas que impiden la recomposición territorial e identitaria indígena.
47
2.2
MARCO HISTÓRICO
La posibilidad de conocer el espacio habitado y poder moldearlo y resignificarlo mediante el empleo de herramientas y técnicas como las provistas por los Sistemas de Información Geográfica –SIG-, es una realidad que está tomando alcance en distintas regiones del mundo a través de proyectos orientados hacia objetivos específicos –cuestiones hidrológicas, epidemias, despliegue de infraestructura para necesidades de educación o salud, demografía, entre otras-. En Latinoamérica el componente indígena también ha empezado a ser incorporado en lo que refiere a aplicaciones SIG, sea para censar poblaciones de comunidades indígenas o realizar delimitaciones territoriales entre las aplicaciones más difundidas. Uno de los máximos ejemplos de aplicación SIG en la región es el realizado por el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe – FILAC- organización que ha elaborado un Sistema de Información de Pueblos Indígenas –SIPI- que engloba datos censales, geográficos y culturales. En lo que respecta a la Argentina, diversos estudios de investigación y proyectos de políticas públicas han intentado poner en práctica los SIG para realizar diagnósticos y relevamientos. Sin ir más lejos, el censo nacional que se realiza cada 10 años incluye mapas temáticos, aunque no sobre pueblos indígenas. De manera más específica, la Provincia de Salta, de la mano del Ministerio de Primera Infancia inicialmente y luego con la colaboración del Ministerio de Asuntos Indígenas y Desarrollo Comunitario, se encuentra relevando información geo-referenciada sobre datos relativos a tierras, salud y nutrición desde que dichas carteras fueron creadas. El caso de las tierras se debe a la necesidad de cumplir con la ley 26.160, la cual se sancionó en el año 2006 y declaraba la emergencia en materia de posesión y propiedad de las tierras tradicionalmente ocupadas por las comunidades indígenas debido a la escalada de sentencias y actos procesales por parte de privados – grandes hacendados, dueños de tierras y empresarios de la soja principalmenteque exigían el desalojo y desocupación de dichas tierras. El caso del relevamiento sanitario se comenzó a realizar debido a los episodios de desnutrición y mortalidad infantil que vienen dándose en los últimos años de manera intensificada en gran
48 medida como consecuencia de la imposibilidad de asentarse en un territorio y llevar adelante prácticas culturales necesarias para su supervivencia (Corbalán, El Tribuno, 9 de enero de 2017). Además de la Ley 26.160 que se constituye en el marco referencial legal que permite empujar la ejecución del relevamiento –que involucra el despliegue de SIGes posible encontrar trabajos realizados por diversas organizaciones como el informe del Equipo Nacional de Pastoral Aborigen –ENDEPA- que plantea un análisis respecto de las tareas realizadas en torno al relevamiento de tierras indígenas, destacando la descentralización y demora de este como aspectos negativos (2011). La Ley de Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos –OTBNsupone otro trabajo realizado en el marco de los SIG. Dicha normativa, luego de sucesivos y numerosos reclamos exigía la suspensión de desmontes en varios departamentos de Salta debido a que afectaban los territorios indígenas. Para ello se generó una serie de mapas que contaron con una semaforización demarcando la urgencia de la situación de los Bosques Nativos en Salta por el avance indiscriminado de los desmontes1. En esos mapas semaforizados, el rojo correspondía a aquellas zonas que se encontraban gravemente vulneradas por lo cual se indicaba la prohibición de realizar desmontes y las zonas en amarillo se encontraban en una situación que, de continuar con los desmontes, quedaría afectada fuertemente. Una de las cualidades a destacarse en la Ley de Ordenamiento era su carácter participativo, sin embargo, el sistema de participación previsto en la ley terminó fracasando producto de los sucesivos cambios en el sentido y significado de algunos artículos contenidos en la Ley como el que expresaba que las zonas mapeadas en color amarillo no podrían ser desmontadas cuando de hecho las topadoras estaban avanzando. Por intereses económicos en juego, el poder político de cada departamento terminó cediendo a las exigencias empresariales de los hacendados y el desmonte sigue avanzando en la actualidad. Sumado a ello, el conflicto que se suscita es que, si bien las zonas en amarillo no
La Ley Nacional 26.331 es la denominada “Ley de Bosques” que instaba a cada provincia argentina a realizar un ordenamiento territorial de bosques nativos. Salta es una de las primeras provincias en hacerlo a través de la Ley 7.543 1
49 permiten desmonte, si dejan abierta la posibilidad de llevar adelante actividades para la producción agroganadera y las comunidades indígenas deben continuar en su situación de nómades forzados mientras encuentran un espacio que puedan considerarlo territorio propio (Ferrer, El Tribuno, 30 de marzo de 2017). Existen múltiples estudios que abordan desde diversos enfoques tanto los conflictos por la tierra entre el Estado en sus distintos niveles, el sector privado y las comunidades indígenas, como el manejo del territorio y su ordenamiento. Algunos trabajos han puesto el énfasis en los criterios legales o la normativa jurídica que rige las temáticas como lo son los trabajos de Schmidt (2015), Rivera Rojas (2015) y Garcés Hidalgo (2013), llevando adelante análisis cuya variable principal es el manejo del espacio en función de determinadas leyes y convenios que impactan en el desarrollo de las comunidades indígenas. Otros trabajos se han centrado más bien en el análisis de las tensiones que existen entre las miradas y nociones de los Estados Nacionales y las concepciones indígenas respecto del manejo de la tierra donde se exponen las diferentes discursividades y los efectos de la hegemonía estatal frente a las identidades culturales a partir de la recopilación de información y su respectivo análisis. En algunos casos se incorpora el uso de cartografía como soporte para visualizar la realidad de las comunidades. Son los casos de Betancourt, Hurtado y Porto Gonçalves (2013) y Duarte (2013) quienes llevan adelante análisis sobre la posesión de las tierras. En el marco de estas tensiones hay trabajos comparativos donde se describen las dicotomías simbólicas y conceptuales que envuelven a las visiones indígenas y no indígenas respecto del territorio, entendiendo que la comparación representa de alguna manera un mecanismo que busca posicionar en un mismo nivel a ambas por lo cual se asiste a una superación de acepciones hegemónicas que solo son sujetas a ser cuestionadas para entablar diálogo con otras formas de percibir, concebir y gestionar el espacio. Estos son los casos de Vissaús, Posada y Díaz Perdomo (2016) y Martínez Ordoñez (2018) quienes se enfocan puntualmente en el ordenamiento del territorio en el marco de las presiones de agentes externos que limitan las expresiones de lo indígena en el abordaje de la territorialidad.
50 Siguiendo en el camino de la incorporación de la perspectiva indígena en tanto discurso invisibilizado, se encuentran disponibles algunos manuales y estudios de caso que con mayor especificidad añaden a la recolección de datos, discursos y procesamiento de aquellos a partir de una mirada “profesional”, la participación activa de la comunidad bajo estudio donde los saberes propuestos y señalados por aquella, motorizan la investigación y contribuyen a alimentar el marco conceptual del territorio que se dispone como objeto de estudio. Aquí se pueden encontrar trabajos destinados a generar recomendaciones y/o reflexiones sobre el Mapeo Colectivo, Participativo o Comunitario y casos de aplicación de dicha metodología. Entre ellos se destacan los trabajos de Lafuente y Hornillos (2017) y el grupo Iconoclasistas de Ares y Risler (2013) en cuyos escritos es posible encontrar una guía metodológica y conceptual para trabajar con diversos colectivos de manera participativa y horizontal. El trabajo se encuentra redactado en un formato manual que permite su adaptación a diversos grupos sociales y contextos. De manera paralela, encontramos las investigaciones que llevan adelante aplicaciones del mapeo participativo o colectivo a través de estudios de caso en América Latina donde es posible apreciar la puesta en marcha de la metodología como forma de obtener información y alcanzar resultados diferentes de los que arrojan otras formas de obtención de datos que no dan lugar a la incorporación de significaciones otorgadas por las mismas comunidades. Entre estos estudios están Sletto, Bryan, Torrado, Hale y Barry (2013); Padrón Alonso e Ysunza (2016); Tipula (2008) y Rodríguez y Glauser (2014). Estos trabajos se apoyan en la elaboración de información de la mano de la población que no solo se posiciona como objeto de estudio sino también como sujeto protagónico, dando lugar a análisis desde ópticas que no son las tradicionales. Finalmente, como extensión de los trabajos basados en el mapeo colectivo, hay un brazo académico que incorpora como soporte metodológico los Sistemas de Información Geográfica en su versión convencional y su variante Participativa al análisis sobre las realidades territoriales y los discursos en debate. Algunos de los casos de estudios se enfocan en la cuestión del ordenamiento territorial en espacios rurales o urbanos como son los trabajos de Fernández, Ávila y Taylor (sin fecha);
51 Silva Ferreira Milagres (2011); Duarte, Jaimes y Porciel (2014) y Gonzales, Miguel, Rosso, Toledo López y Toledo López (2016). Otros trabajos están enfocados puntualmente en la implementación de dichas metodologías para abordar la cuestión indígena propiamente. Tales son los casos de Chapin, Lamb y Threlkeld (2005) y López Urrego (2008 y 2010). En la región bajo estudio, una de las iniciativas que se destacan ya que conllevan en su interior la formulación de estrategias para promueven la participación activa de las comunidades indígenas a partir de los Sistemas de Información Participativos es la que emprendió la organización FUNDAPAZ de la mano de las Comunidades aborígenes y organizaciones criollas del departamento de Rivadavia, Provincia de Salta y organismos públicos de investigación y funcionarios públicos en torno a la gestión del agua que inició en 2007 y se constituye como un proyecto de gran envergadura. A partir de la normativa argentina que permitió iniciar el proceso de regularización de tierras a través de la cual algunas comunidades han podido acceder a la ocupación efectiva de los territorios, Fundapaz emprendió la conformación de un SIG institucional a través del cual es posible llevar adelante consultas, proyección y planificación de obras para lograr el abastecimiento de agua apta para consumo mediante relevamientos en la zona que incluyeron mapeo participativo a través del cual las comunidades indígenas, que son en definitiva las benecifiaciarias ,diseñan, recolectan
y analizan información que luego será
articulada con la formulación de políticas públicas efectivas que en este caso particular buscan garantizar el derecho básico al agua. El conjunto de los estudios anteriormente mencionados centrado en herramientas metodológicas que incluyen tanto el análisis de datos existentes así como la recolección de información con participación activa de la comunidad que forma parte de la investigación a través del mapeo colectivo y la sistematización de la información a través del empleo de herramientas de SIG en clave participativa, conforman una base metodológica que resulta afín y pertinente al caso de estudio propuesto en esta investigación que busca poner superar las miradas enunciativas sobre conflictos y discursos y busca poner a dialogar algunos de los vértices fundamentales de la sociedad como son la información, las instituciones políticas y
52 la comunidad indígena en cuestión. En este sentido, el trabajo de investigación presentado se propone entablar un diálogo intercultural mediado por los SIGP con la intención de romper el patrón vertical en el diseño de políticas públicas y la parcialidad existente en los distintos organismos públicos y privados a la hora de escuchar los discursos y voces que entran en juego donde el discurso indígena termina siendo relegado a un segundo plano. Los SIGP se presentan como el espacio para la sinergia técnico-cultural que permite integrar las distintas voces generando un discurso visual de gran impacto como lo es un mapa.
2.3
MARCO METODOLÓGICO
La Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los Pueblos Indígenas expresa entre otros, el derecho de aquellos a practicar y revitalizar sus tradiciones y costumbres culturales -Articulo 11-, el derecho a participar en la adopción de decisiones en las cuestiones que afectan a sus derechos -Articulo 18y el derecho a determinar y elaborar las prioridades y estrategias para el desarrollo o la utilización de sus tierras o territorios -Artículo 18- (ONU, 2007). El denominador común de los artículos mencionados anteriormente es el de la participación, un planteo recurrente entre los pueblos indígenas principalmente en lo que se refiere a la gestión/intervención en materia gubernamental y de ejecución de políticas públicas interculturales. 2.3.1. Investigación Acción Participativa – IAP
Sobre la base de aquel reclamo se tomaron como referencia para el desarrollo de la Investigación, los elementos constitutivos de la Investigación Acción Participativa – IAP- que, siguiendo a Ander-Egg, consisten en la democratización y socialización del conocimiento para producir cambios sociales, la revalorización y consecuente involucramiento de sectores de la población para que conozcan el porqué de sus problemas y necesidades y descubran sus recursos y posibilidades de cambio y,
53 finalmente, la participación consciente de la comunidad que forma parte la investigación no como objetos de estudio sino como sujetos activos que contribuyen a conocer y transformar la realidad que los rodea (pág. 33 y 34, 1990). En palabras de Peter Park, la IAP surge como “una manera intencional de otorgar poder a la gente para que pueda asumir acciones eficaces hacia el mejoramiento de sus condiciones de vida” (pág. 137, 1990). La IAP es definida como un proceso mediante el cual, una comunidad que se encuentra oprimida, colecta y analiza información y consecuentemente actúa sobre sus problemas, con la intención de encontrarles solución y promover transformaciones sociales y políticas (Selener en Balcázar, 2003). Desde esta perspectiva, el apoyo de la investigación sobre los postulados de la IAP se encuentra relacionado con la posibilidad de generar transferencia de tecnología social a los sectores que se hallan implicados en la investigación y contribuir con el protagonismo y autonomía que las comunidades indígenas reclaman al Estado constantemente. La participación y socialización del proceso de investigación es el eje transversal del estudio que se ha realizado. En términos concretos, el abordaje de la investigación se encuentra apoyado sobre tres instancias de recolección de información de tipo primaria y secundaria, a saber: un relevamiento de bibliografía, casos de estudio y fuentes históricas; entrevistas a miembros de la Comunidad Wichí pertenecientes a la Misión Lote 75 Tierras Fiscales y, en el marco de las jornadas de Mapeo Colectivo la elaboración de un mapa comunitario y un análisis de Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas –FODA-. A continuación, se describe de manera genérica los métodos empleados, así como las guías utilizadas para la obtención de información.
2.3.2 Relevamiento bibliográfico
El relevamiento o revisión bibliográfica se refiere a la consulta de diversas fuentes de información que pueden ser catálogos, bases de datos o buscadores entre otras, y recuperar documentos en diferentes formatos de una manera sistemática (Martín y Lafuente, 2017). En este sentido, se realiza un registro de fuentes de tipo académicas y/o profesionales con respecto a la temática seleccionada y que abarca
54 libros y revistas en formato papel o digital, sitios web y soportes audiovisuales que brindan una mirada general sobre el tema seleccionado. Este mecanismo es de gran utilidad para introducirse en los aspectos teóricos del tema. Al identificar conceptos claves se procede, en un nivel de mayor especificidad, a la búsqueda de casos de estudio que aplican o analizan dichos conceptos en contextos particulares o con enfoques diversificados. Siguiendo a Eisenhardt en Martínez Carazo, el método del estudio de caso resulta una estrategia de gran valor que se dirige a comprender las dinámicas presentes en contextos singulares (pág. 174, 2006). En este sentido el estudio de caso proporciona a través de su metodología un conjunto de elementos y herramientas que permiten comprender el modo en que puede ser llevada adelante la investigación y al mismo tiempo la bibliografía citada en los mismos alimenta o contribuye al relevamiento bibliográfico mencionado al inicio. Ambas estrategias de recolección de datos resultan de gran funcionalidad para los objetivos que buscan indagar sobre teoría y análisis práctico del tema seleccionado. La revisión de Fuentes Históricas o Historiográficas comprende la indagación de información que, a través de documentos escritos y no escritos, puede conocer y construir una explicación sobre el pasado y los modos en que sus huellas acontecen o no en el presente (Meschianv en Montanares Vargas y Llancavil-Llancavil, pág. 87, 2017). El abordaje de las temáticas sociales requiere, necesariamente, un apoyo en la historiografía para conocer dinámicas, prácticas y discursividades previas y que en algunos casos siguen vigentes y en otros no. Esta revisión permite no solo conocer información, sino que habilita el contraste inter-temporal, necesario para entablar rupturas y/o continuidades de determinados grupos humanos junto con sus prácticas culturales en niveles materiales y/o simbólicos. Es por ello que, la consulta de documentos, testimonios o relatos históricos en diversos formatos se constituye en un pilar esencial para la obtención de información.
2.3.3. Entrevistas
La Entrevista se constituye en una técnica de recolección de datos que apunta a complementar o profundizar la información disponible que se obtuvo luego de haber
55 indagado entre los datos existentes a través de las formas anteriormente detalladas. Siguiendo a Gainza Veloso, la entrevista se presenta como una técnica social que pone en relación de comunicación directa a un investigador y un entrevistado con el cual se establece una relación de conocimiento que se presenta como dialógica (pág. 219, 2006). Al tratarse de una investigación de carácter cualitativo, la entrevista no busca reducir la información verbal a datos numéricos o cifrables estadísticamente, sino que, contrariamente, busca lograr la mayor densidad de material lingüístico. Esto lleva a la posibilidad de profundizar la entrevista mediante la aplicación de preguntas denominadas de tipo abiertas en las cuales el entrevistado recibe la pregunta elaborada por el investigador y expresa con la mayor amplitud y sinceridad sus respuestas, lo que significa la primacía de los significados y sentidos a la hora de la recolección de los datos. En cuanto al modo de entablar la conversación que supone una entrevista, se distinguen tres tipos dentro de ésta: estructurada, semiestructurada y no estructurada. La primera presupone un orden previo, preguntas definidas, un orden en la interrogación y la rigidez en su aplicación, caracterizándose por buscar los más altos niveles de objetividad; el segundo tipo de entrevista conlleva mayores grados de flexibilidad con respecto a la primera, mantienen el planteo de preguntas ya definidas y preestablecidas sin embargo, posibilitan la adaptación del interlocutor a la situación o al entrevistado mediante la reducción de formalismos, la aclaración o simplificación de conceptos o términos e incluso la identificación de ambigüedades y, por último, el tercer tipo de entrevista denominada no estructurada se caracteriza por la informalidad, la flexibilidad y la posibilidad de desviarse del plan original con gran libertad (Díaz Bravo et al. 2013). Finalmente, para la realización de la instancia correspondiente a las jornadas de Mapeo, que contemplaron el desarrollo de una Cartografía Social y la elaboración de un análisis FODA.
Ahondando sobre el esqueleto metodológico de la
investigación que se vincula con el empleo de Cartografía Social y la complementación con herramientas informáticas, se encuentra en primera instancia el Mapeo Colectivo.
56 2.3.4 Mapeo Colectivo
Esta herramienta se vislumbra como una práctica de reflexión mediante la cual se facilita el abordaje y la problematización del territorio generando una instancia de intercambio colectivo y que habilita la impugnación de aquellas narraciones que históricamente se posicionaron como hegemónicas. El Mapeo Colectivo se constituye de este modo en una herramienta que facilita la irrupción de los pueblos originarios en los procesos de escritura y descripción del espacio desde una postura reivindicadora. Es una mirada crítica de la geografía que le recuerda a quien lo mira una verdad: el mapa no es el territorio sino una representación parcializada y estática del mismo; en consecuencia no puede plasmar los cambios y la constante mutación así como tampoco las distintas subjetividades si no es a través de sucesivas construcciones y reconstrucciones del mismo permitiéndole a quienes lo habitan, transitan, perciben y crean desde la cotidianeidad, plasmar esas visiones en un medio gráfico (Ares y Risler, 2013). Dado que el mapeo permite construir una narrativa colectiva, se visibiliza el modo en que se encuentra desplegada la relación del territorio y quienes lo habitan permitiendo de este modo entablar contrastes entre la historia, el presente y abre la puerta a evaluar las posibilidades de retorno hacia aquel pasado atravesado por fuertes vivencias culturales (Lafuente y Hornillo, 2017). Como se mencionó en apartados anteriores del capítulo, los mapas son representaciones ideológicas a través de las cuales un poder dominante –que se arroga la potestad de poder realizar el mapa- produce representaciones hegemónicas decodificando un territorio y generando una mirada incuestionable y objetiva que disimula el carácter discursivo y sesgado de un discurso que se halla afín a determinados intereses (Ares y Risler, 2013). En ese sentido el mapa comunitario que emerge luego de un ejercicio cartográfico colectivo posibilita pensar en el advenimiento del discurso propio de la subalternidad, es decir, la comunidad pensando su propio territorio y definiéndolo de manera paralela y/o contrastante con respecto a otros actores en posición dominante potenciando así la idea de los mapas no solo como ecos del espacio sino como productores del mismo (Montoya
57 Arango, 2007). Siguiendo al grupo Iconoclasistas el Mapeo Colectivo supone un proceso de creación que subvierte el lugar de enunciación para desafiar los relatos dominantes sobre los territorios partiendo de los saberes y las experiencias cotidianas de los participantes quienes, sobre un soporte gráfico y visual visibilizan problemáticas que consideran necesarias abordar (Ares y Risler, pág. 12, 2013). En este sentido la horizontalidad que juega un papel clave a la hora de reconstruir el espacio ya que permite generar miradas plurales atravesadas por la variabilidad de las vivencias, haciendo del discurso cartográfico un lugar más amplio. Para la aplicación de los talleres de mapeo colectivo, se han tomado como referencias las guías y manuales provenientes de dos iniciativas, una española denominada Vivero de Iniciativas Ciudadanas –VIC- y otra argentina, perteneciente al grupo Iconoclasistas. En el caso de la guía propuesta por el VIC, titulada “Cómo hacer un Mapeo Colectivo”, la misma se presenta como un recurso simple, conciso y listo para ser replicado en el cual, luego de una breve introducción sobre el marco social que envuelve a esta forma de geografía no tradicional, enumera los recursos necesarios para desarrollar el mapeo colectivo, los pasos que deben seguirse para llevar adelante el despliegue de los talleres. De manera complementaria cuenta con un apartado de consejos que se basan en experiencias a partir de las cuales se emiten un conjunto de recomendaciones respecto de la planificación y, además, presenta un listado de recursos digitales y plataformas para descargar y utilizar mapas base (Lafuente y Hornillos, 2017). La iniciativa del grupo Iconoclasistas de la mano de Ares y Risler, presenta un manual más extenso con respecto a la guía del VIC debido a que incorpora además de las definiciones, reflexiones sobre la cartografía social y describe los distintos talleres de mapeo que pueden realizarse en función de criterios temporales y de profundización de información; cada uno de ellos con los materiales y etapas necesarias para que puedan ser realizados (2013). Las ilustraciones del manual permiten un acercamiento a los distintos métodos y formatos propuestos, incrementando la comprensión de lo que se espera realizar y/u obtener a través de la aplicación de los talleres. Asimismo, se mencionan experiencias de talleres realizados en Latinoamérica -Argentina, Colombia, México y Venezuela- y Europa
58 –España, Portugal y Austria- donde varían las temáticas, así como la duración de las jornadas. Finalmente, al igual que la guía del VIC, se presenta a modo de sugerencia, iconografía que puede imprimirse y utilizarse en los talleres (2013). Apelar a un recurso atravesado por múltiples dinámicas, complejidades a la hora de atender detalles y un sinfín de emociones que se encuentran rondando la escena puede llevar en ciertas ocasiones a perder de vista que el mapeo colectivo es una herramienta metodológica que forma parte de una red procesual articulada en el marco de una investigación y que facilita la generación de diagnósticos así como la elaboración de respuestas que vislumbren soluciones a las problemáticas (González et al. 2016). En este sentido es necesario destacar el carácter de medio y no quedarse con el mapeo y las producciones cartográficas como un fin en sí mismo. Ambos requieren necesariamente enmarcarse en un proceso mayor, una estrategia que permita la reflexión y discusión dejando en evidencia disputas de espacios hegemónicos, problematizaciones, falencias, carencias, relaciones de poder, desbalances y muchas otras cuestiones que surgen a raíz del intercambio que se produce en el proceso de construcción de un discurso consensuado como lo es el mapa comunitario.
2.3.5 Análisis FODA
Dentro del planteo que enfatiza el hecho del Mapa como eslabón y no como objetivo, el análisis FODA se convierte en un elemento que refuerza aquella categorización. En términos generales, se define como análisis FODA a una evaluación que abarca fortalezas y debilidades, las cuales, en su conjunto, permiten diagnosticar la situación interna de una organización, agrupación o comunidad y a la evaluación de las oportunidades y amenazas que refieren a la situación externa de aquella organización (Ponce Talancón, 2006). El proceso que recorre el análisis FODA conlleva un trabajo de reflexión colectiva en el cual se requiere pensar la situación de esta desde distintas perspectivas: internas, externas, positivas y negativas. Cuando se apela a las Fortalezas de la comunidad u organización, se intenta conocer que capacidades, habilidades y recursos le generan una ventaja positiva;
59 las debilidades, por el contrario, suponen los factores que le generan una posición desfavorable a la comunidad como carencias, habilidades con que no cuentan, actividades sin desarrollar, entre otras. Respecto de la situación que desde fuera afecta a la comunidad, en términos positivos se encuentran las oportunidades que se refieren a las posibilidades de capitalización de recursos externos que pueden generar un beneficio interno si se explotan como, por ejemplo, políticas públicas, normativa, etc. En términos negativos, las amenazas abarcan los obstáculos que desde fuera no permiten el desarrollo o crecimiento interno (2006). Gran parte de la esencia del Mapeo Comunitario o Colectivo es la dinamización del proceso de reconstrucción espacial de manera horizontal y participativa por lo cual, además del mapeo y el análisis FODA, la incorporación de tecnologías de la información y diversas técnicas y herramientas de georreferenciación enmarcadas en los SIGP son herramientas que permiten reforzar el carácter dinámico de la cartografía social al tiempo que permiten a
la comunidad incursionar en la
plataformas de manejo de datos en formato digital y potenciar y ampliar el impacto que tienen los ecos y efectos del mapeo dentro de la comunidad y fuera de ella (Ares y Risler, 2013). Como lo menciona Renee Sieber, inicialmente los SIGP fueron planteados como una vía para poner al alcance de diversas comunidades, un conjunto de herramientas que permiten la toma de decisiones a través de la medición, representación y análisis de información espacial a partir de su propia percepción (2006). La incorporación de tecnologías de la información en la era digital para analizar datos geográficos provenientes de representaciones no euclidianas supuso durante su aplicación inicial conflictos para conectar ambas herramientas sin convertirse en un filtro de las percepciones y manifestaciones culturales; justamente la principal dificultad para conectar a la cartografía social con los SIG se asentó sobre aspectos de la territorialidad y las relaciones de poder (Barrera Lobatón, 2009). Consecuentemente el advenimiento de los SIGP se consolidó como un puente entre las representaciones euclidiana y no euclidiana del espacio, esto es, entre la cartografía institucional y la cartografía social respectivamente
atendiendo
cuestiones
de
democratización
distribución de poder y visualización de discursos alternativos (2009).
participativa,
60 Respecto de la cuestión Participativa en los SIG es válido recordar siguiendo lo que se mencionó en el capítulo anterior, que existen diferentes niveles los cuales se extienden desde el ámbito de la consulta, repuesta y verificación de datos –en un plano más pasivo- hasta la posibilidad de intervenir en el análisis y la toma de decisiones partiendo de aquellos datos. Esto último se halla fuertemente ligado al espíritu de los SIGP que el Centro Nacional para el Análisis de la Información Geográfica –CNAIG- en el año 1996 imprimió al discutir el impacto de los SIG en materia de empoderamiento sobre los sectores marginales: los SIGP permiten una redistribución del poder respecto de la significación, manejo y diagnóstico del espacio, desplazando el monopolio histórico de las distintas instituciones encargadas de tomar decisiones (Barrera Lobatón, 2009). Los SIGP no solo se convierten en una forma de empoderar a la comunidad involucrada en el proceso mediante la participación que implica sumergirla en el manejo de los datos, su análisis y la posterior toma de decisiones. También se convierten en una vía de comunicación integral que genera un impacto considerable en tanto permite la visualización de los debates internos y la resignificación y planificación espacial que se realiza en el proceso de mapeo colectivo y se basa en criterios ideológicos propios a través de la generación de cartografía digital la cual puede institucionalizarse debido a la fusión con bases cartográficas preexistentes difundidas y aceptadas por gran parte de la población y las instituciones que representa. La introducción de SIGP como complemento de mapeos sociales presenta el plus generar una base democratizadora de la información espacial no solo porque permite acceso a la misma sino también porque habilita su producción desde otros sectores. En el marco de los giros teóricos posmodernos donde se cuestionan las verdades objetivas, el conocimiento absoluto, los discursos políticos universalizantes, la imposición de esquemas y valores políticos dogmáticos así como todas las manifestaciones que la modernidad presento con tintes elitistas y restringidas a un sector que consideró válida únicamente la manera occidental de conocer, la cartografía digital producto de consensos y disensos intra y extra comunitarios concede espacio a las especificidades culturales en tiempos de posmodernidad
61 avanzando en el cuestionamiento hacia las macro-políticas y la promoción de micropolíticas sustentadas en la pluralidad y la alteridad (Best y Kellner, 1998). El trasfondo de estos planteos supone una batalla por la institucionalización de esa pluralidad donde las decisiones que se toman a partir de manifestaciones espaciales cartesianas oficiales a través de las instituciones estatales, es decir la macropolítica, se abran al dialogo y la convivencia con otras formas de concebir, vivir y entender el espacio, es decir la micropolítica (Barrera Lobatón, 2009). Pero además de la batalla por la institucionalización, aquellos planteos cuestionan la fragmentación en los vínculos de la comunidad y su territorio al no considerar trascendental que aquella participe en su repensar. Los SIGP descentralizan y democratizan la construcción y desarrollo de nuevos discursos y posiciones vinculadas a la información espacial y el manejo del espacio ya que en lugar de privilegiar y sacralizar el conocimiento experto lo ponen a disposición, desapegado de los intereses o concepciones previamente fijadas por las instituciones de poder para pasar de un discurso centralizado a un discurso contextualizado y que aun cuando se manifieste en cartografías que se asemejan a las representaciones espaciales cartesianas oficiales, lleve impresa la impronta comunitaria.
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CAPITULO 3: METODOLOGÍA En el presente capítulo se realiza una contextualización del caso de estudio que comprende una descripción de la zona en la cual se encuentra el foco de la investigación, la ubicación y alguna de sus características, complementado con mapas que permiten una mayor comprensión visual. Seguidamente, se realiza en detalle una descripción multidimensional del área bajo estudio: la jurisdicción en la cual se enmarca la comunidad indígena, datos característicos e históricos sobre la etnia Wichí en general y de manera específica sobre la Comunidad Wichí Misión Tierras Fiscales Lote 75, abarcando aspectos geográficos, legales y socioculturales a partir de los cuales será posible tener una mejor comprensión del caso de estudio. Aquí también se complementa la información con mapas sobre la ubicación de la Comunidad. En tercer lugar, se produce una descripción del Ordenamiento físico del espacio ocupado por aquella, que será complementada con fotografías, mapas y planos del estado actual. En cuarta instancia se despliega un flujograma donde se expone el recorrido metodológico realizado que demarca el camino hacia la consecución de los objetivos propuestos y las preguntas planteadas al inicio de la investigación Finalmente se procede a describir la aplicación de las herramientas y recursos metodológicos empleados en el caso de estudio de la investigación.
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3.1
ÁREA DE ESTUDIO
La Provincia de Salta. Salta es una de las 23 subunidades estatales –denominadas provincias- que componen a la República Argentina. Se ubica en la región Noroeste –NOA- del país, cuenta con una superficie de 155.488 kilómetros cuadrados y una población de 1.212.441 habitantes (INDEC, 2012). Su capital es la ciudad homónima de Salta, ubicada en el centro geográfico de la provincia. Es una de las 10 provincias que forma parte de la ecorregión denominada Gran Chaco Americano la cual se extiende en el caso de la Provincia de Salta, sobre la franja Este y se conoce como Chaco Salteño (Mapa 1).
MAPA 1: Ubicación de la Provincia de Salta. Fuente: Elaboración Propia basada en los datos del Instituto Geográfico Nacional -IGN-.
64 En términos político-administrativos, la Provincia de Salta se compone de 23 departamentos siendo el más poblado el Departamento Capital con 536.113 habitantes (Mapa 2).
MAPA 2: División Político-Administrativa de la Provincia de Salta. Fuente: Elaboración Propia basada en los datos del IGN.
El Departamento General José de San Martín
A 278 km en dirección al Noreste, se encuentra General José de San Martin, el cuarto departamento más grande en superficie -16.257 kilómetros cuadrados- y el segundo más poblado después de la capital provincia con 159.910 habitantes (INDEC, 2012). Sus coordenadas geográficas se ubican entre los 63°06’33” de longitud oeste y los 23°39’12” de latitud sur. Limita al Norte y al Oeste con el Estado Plurinacional de Bolivia, al Oeste con el departamento de Orán, al Este con el
65 departamento de Rivadavia y al sur con Orán y Rivadavia, todos ellos departamentos pertenecientes a la provincia de Salta, ubicados en la región denominada Chaco Salteño. (Mapa 3).
MAPA 3: Ubicación del Departamento General José de San Martín. Fuente: Elaboración Propia basada en los datos del IGN.
Creado en 1948 mediante la ley 947 en la cual se establecía el desprendimiento del departamento de Orán y la creación de uno nuevo, General José de San Martín se compone administrativamente de 6 municipios: Tartagal, que es la capital del mismo y la tercera ciudad más importante de la Provincia, Aguaray, Embarcación, General Ballivián General Mosconi y Profesor Salvador Mazza (Mapa 4). Las características geográficas de la zona se corresponden en un 75% con un relieve de llanura, esto es, relieve bajo con clima tropical de estación seca y biomas de bosque y monte.
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MAPA 4: División por Municipios en el Departamento General José de San Martín. Fuente: Elaboración Propia basada en datos del IGN.
En términos económicos, la actividad productiva más importante es la hidrocarburífera en tanto actividad industrial. El departamento supo tener un protagonismo en las décadas de los setenta y ochenta gracias a la producción de hidrocarburos de la mano de Tartagal hasta que en los noventa con la privatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales –YPF- produjo recortes en el empleo y ello redujo el dinamismo inicial, pero continúa siendo una actividad productiva de gran consideración. Además, se encuentran las actividades primarias: agricultura donde se destacan los cultivos de granos –especialmente poroto, sorgo y de manera extensiva, soja-, hortalizas, cítricos, frutas tropicales y caña de azúcar y ganadería enfocada en los vacunos. También se producen algunas explotaciones forestales a lo largo de la ruta 34. En términos generales, se debe destacar que a partir de la década de los setenta y de manera intensiva hacia la actualidad, se ha producido la expansión de la frontera agraria a través del desmonte extensivo sumado a
67 inversiones de capital para la producción de soja (Braticevic, 2017). El ecotono2 que se forma en la región del Chaco Salteño y del cual el departamento General José de San Martín forma parte, se materializa en una mayor riqueza ambiental con un régimen de lluvias que supera al promedio de la región lo cual ha convertido a la zona en una región atractiva no solo para las comunidades indígenas que allí se establecieron históricamente sino también para las inversiones agrícolas, lo que ha motivado cada vez mayores desmontes, cercamiento de tierras y conflictos por la ocupación de la misma y de los recursos que hay en ella. Al respecto, resulta de gran importancia mencionar la cuestión del acceso al agua que es un problema crónico y al cual la población criolla accede a través de la instalación de bombas o construcción de pozos, mientras que las comunidades indígenas dependen de los ríos. Al realizarse loteos y cercamientos a manos de privados, el acceso a los ríos y lagunas que se forman como producto de las intensas lluvias de verano, queda en múltiples casos restringidos, motivo que impacta severamente sobre la calidad de vida de las comunidades indígenas presentes en la zona. En términos socioculturales el departamento San Martín, al igual que la zona del Chaco Salteño, cuenta con una presencia demográfica indígena significativa cualitativa y cuantitativamente, con respecto al resto de la Provincia. En principio se debe destacar que Salta es la provincia que mayor diversidad étnica alberga al estar habitada por nueve etnias diferentes3 de las cuales siete se encuentran presentes en el departamento San Martín: Guaraníes, Chané, Tapieté, Wichí, Chorote, Chulupí y Toba. De las etnias mencionadas, se destacan numéricamente los guaraníes y los Wichí al ser los grupos de mayor peso demográfico en la ecorregión del Chaco Salteño.
2
Se denomina ecotono a la zona de transición entre dos ecosistemas diferentes. En este caso, se trata de la conjunción del ecosistema Chaqueño que se se asoma de oeste a este en la provincia y del ecosistema Selvatico que lo hace de Este a Oeste. 3 Etnias reconocidas por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas –INAI- y que forman parte del Consejo de Participación del organismo que aglutina representantes de aquellas.
68 Datos y características generales de la etnia Wichí
Las primeras crónicas de la historia sobre el pueblo Wichí, hacen referencia a aquellos como “Matacos”, un vocablo proveniente del quechua y que alude de manera despectiva a una especie animal común en la zona, el armadillo. La mención de aquellos pobladores como matacos fue impuesta por los conquistadores. Posteriormente, se modificó el nombre y se los llamó “Wichí”, vocablo que significa gente o pueblo. El Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas del año 2010 dio como resultado que 50.419 personas en Argentina pertenecían a la etnia Wichí siendo esta la tercera etnia más numerosa después de los Mapuches y los Tobas (INDEC, 2012). Al respecto no existe información oficial desde el Instituto de Estadística y Censo que pueda determinar de esa cantidad de personas, cuantas corresponden a las provincias de Chaco, Formosa y Salta, es decir la región argentina del Gran Chaco, que es donde se encuentran asentados los Wichí en territorio argentino. La Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas –ECPI- realizada en el 2004 y que justamente complementaba el Censo de 2001 con datos sobre pueblos indígenas, estableció que más del 65% de la población perteneciente a la etnia Wichí residía en localidades rurales y que aquellos Wichí establecidos en entornos urbanos conservaban igualmente la organización comunitaria, dato que resalta de manera significativa el grado de identificación que aquellos tienen con su cultura y que alude al proceso de territorialización mencionado en apartados anteriores, entendiendo a este como la posibilidad de recrear la identidad cultural en otros espacios que no son los que tradicionalmente ocupaban (INDEC, 2004). A comienzos del siglo XIX, los Wichí fueron empleados como esclavos de los terratenientes o en los ingenios azucareros que había en Jujuy, Tucumán y Salta. A fines del siglo XIX, a partir de la década de 1880 aproximadamente, se inició el proceso de modernización en los ingenios de Salta y Jujuy, principalmente los ingenios La Esperanza – cercano a las localidades de San Pedro y Ledesma, en la provincia de Jujuy- y San Martin del Tabacal –en el departamento de Oran, provincia de Salta- (Tollo & Camacho, 2007). La mecanización de la producción azucarera
69 permitió que la misma sea extensiva, lo cual requería aumentos en la mano de obra. Ello conllevó a que se produzcan migraciones estacionales de marzo a noviembre de diversos pueblos indígenas –entre ellos los Wichí- hacia los ingenios y que duraron hasta mediados del siglo XX. Este proceso generó cambios significativos en la calidad de vida de los Wichí que abarcaron desde la organización de las comunidades –que sufrió fracturas internas en lo que respecta a la “forma comunidad”- nuevos patrones de relacionamiento en el trabajo y la introducción de elementos nuevos en su cotidianeidad destacando la alimentación y el consumo de diversos bienes (Cipolloni, 2016). El desplazamiento de las comunidades de los territorios que ancestralmente ocupaban como resultado de los desmontes y el deterioro ambiental, generó impactos negativos y en muchos casos irreparables en lo que hace a la calidad de vida Wichí, dando como resultado un desmejoramiento visible en la salud por la naturaleza de los trabajos que debían realizar en condiciones infrahumanas y por la desnutrición, sobre todo en los niños debido a las modificaciones forzadas en la dieta, siendo este último un mal que se convirtió en marca de los pueblos indígenas al día de hoy (Leake, 2008). Las actividades económicas tradicionales –caza, pesca y agricultura principalmente- fueron desplazadas y al no haberse podido generar actividades alternativas, se produjo una dependencia respecto de aquella situación de empleo asalariado que significó mayor vulnerabilidad dada la inestabilidad de los trabajos y la paga reducida (Buliubasich y González, 2009). La imposibilidad de mantener la dieta tradicional y de realizar actividades que ancestralmente se llevaban a cabo, en las cuales la comunidad cobraba sentido, dio como resultado un proceso de pauperización indígena que derivó en marginalización, vulnerabilidad y exclusión crónicas. Esto es lo que se conoce como desterritorialización. Una vez despojados de sus territorios, debido a las nuevas condiciones en las que debían desarrollarse cotidianamente, el proceso de acomodamiento a nuevos hábitos fue complejo y el acompañamiento estatal para entonces, no estaba presente. A partir de 1960, el Ingenio como polo productivo perdió fuerza y tomo impulso la cosecha de granos, en ese entonces el poroto específicamente. Aquella se convirtió en la nueva captora de mano de obra Wichí
70 hasta entrado el siglo XXI. Asimismo, las necesidades cada vez mayores empujaron a los Wichí al mundo del trabajo informal en el formato de “changas”, esto es, trabajos temporales con paga escasa de la mano de los criollos ganaderos (Cipolloni, 2016). Una cuestión relevante sobre los pueblos indígenas y en este caso particular de los Wichí, es la presencia que tuvieron las misiones de las Iglesias protestantes, fundamentalmente la iglesia anglicana que ya a partir de la década de 1940 se asentó en la zona cercana a la ciudad de Embarcación, a la vera del Rio Bermejo y se fue extendiendo por la zona y que entablaron fuertes lazos con las comunidades indígenas. Entre las actividades que llevaron a cabo con las comunidades indígenas estaban la enseñanza de catequesis, escuelas para alfabetizar en Wichí y castellano y llevar adelante actividades productivas –principalmente carpintería-. El proceso de acercamiento de los Wichí y las misiones de la Iglesia protestante anglicana tiene un matiz de seguridad y resguardo en tanto la iniciativa de que se creen misiones surgió de los mismos Wichí, quienes concibieron el hecho como una herramienta a través de la cual podrían ampararse bajo una institución reconocida por la “sociedad blanca” y evitar persecuciones o nuevos desarraigos territoriales (Cipolloni, 2016). Un cúmulo de hechos históricos que impactaron sobre la economía y la cultura Wichí como los ingenios, el ferrocarril, la creación de pueblos, misiones y parajes, la instalación de servicios públicos como puestos de salud, agua potable, luz y la conformación de barrios periféricos en distintas localidades como consecuencia del corrimiento de la frontera agrícola, fue modificando no solo la composición de los distintos grupos que conformaban las comunidades Wichí sino también las dinámicas internas y los patrones de relacionamiento con los agentes externos. La introducción de pensiones estatales que significaba una entrada fija mensual de dinero derivó en consumo de artículos nuevos para las comunidades como celulares o motocicletas, la generación de normativa que reconocía a las comunidades dentro de los marcos legales del Estado a través de la asignación de personerías jurídicas, jugó un papel clave para las comunidades en tanto le asignaba mayor autoridad a aquellas frente al Estado, sin embargo generó quiebres y conflictos al interior de la
71 misma pues dio paso a que emergieran figuras paralelas al cacique como el delegado, el presidente de la asociación o los punteros políticos (Buliubasich y González, 2009). Los cruces y acercamientos al resto de la sociedad significaron un crecimiento en el empoderamiento indígena en tanto creció el grado de participación de las comunidades en organismos de representación indígena creados por el Estado Nacional y Provincial como lo son el Consejo de Pueblos Indígenas y el Instituto Provincial de Pueblos Indígenas de Salta –IPPIS- respectivamente.
Al mismo
tiempo, la falta de políticas estatales que fomenten la autonomía y la organización bajo criterios y patrones culturales propios signo un techo de cristal en el alcance de ciertos derechos. En el caso del territorio, la reasignación de Lotes de tierra se planteó como el comienzo del proceso de reivindicación indígena, pero se vio consumido por la lentitud burocrática y la interposición de intereses empresariales que ralentizaron el proceso, dejando a las comunidades presas de la carencia, la exclusión y el utilitarismo político principalmente en los casos de las comunidades asentadas en las zonas más periféricas de algunas ciudades como el caso de Embarcación. El pueblo Wichí pasó de la caza, la recolección, la pesca y el cultivo de manera rotativa en función de la variación estacional a la dependencia de la informalidad y la pensión estatal para obtener bienes básicos de subsistencia que impactaron en la diversificación alimenticia. Al mismo tiempo la cosmovisión que entrecruza flora, fauna, seres humanos y espíritus perdió fuerza ya que la misma se encontraba fuertemente arraigada a un entorno natural articulado con actividades que en los términos actuales imposibilita una autentica resignificación del espacio (Cipolloni, 2016).
72 La Ciudad de Embarcación
A unos 263 Km de la ciudad de Salta capital en dirección al Noreste se encuentra Embarcación (Mapa 5) uno de los seis municipios que conforman al departamento General José de San Martín y que componen a la Provincia de Salta. Ubicada en las coordenadas 23°13’00” S - 64°06’00” O, La ciudad es la segunda localidad más importante del mencionado departamento después de Tartagal y se encuentra situada sobre los márgenes del Rio Bermejo.
MAPA 5: El Municipio de Embarcación. Fuente: Elaboración Propia basada en datos del IGN.
Con una Población de 43.357 habitantes (INDEC, 2012), Embarcación se caracteriza por estar rodeada de monte, tener un clima húmedo y un régimen de lluvias intenso en verano, lo que ha provocado graves inundaciones en reiteradas ocasiones –agravadas por el desmonte excesivo-. La población se encuentra ligada a trabajos de sembrado en la zona –porotos, soja, maíz, caña, cítricos y frutas
73 tropicales, principalmente-. El trabajo en la administración pública, el comercio, las changas y las asignaciones estatales conforman el resto de las actividades que permiten generar entradas económicas a las personas que viven en la ciudad. El despliegue urbano de Embarcación se encontraba inicialmente concentrado al suroeste de la Ruta Nacional 34. Posteriormente comenzó a ocuparse el lado norte de la misma con barrios y asentamientos, cementerios, un vertedero de residuos, canchas deportivas y se encuentra en desarrollo actualmente la construcción de una Escuela Técnica. Gran parte de los asentamientos que se encuentran del lado Norte de la Ruta son familias pertenecientes a comunidades indígenas que se reubicaron en esa zona –provenían de la zona Oeste que es una zona baja- para evitar las lluvias e inundaciones que arrasaban con sus viviendas. En la actualidad la ciudad de Embarcación despliega la distribución de su urbanización en 45 barrios, la mayoría al sur –sureste de la Ruta 34. Cuenta con una estación terminal, destacamento policial, dos cementerios, ocho escuelas, cuatro institutos privados y dos colegios, una Iglesia de culto católico frente a la plaza principal y al lado del edificio municipal y diversas iglesias de culto evangelista distribuidas por los barrios de la ciudad. Hacia el sur de la ciudad se encuentra el ramal C-25 del ex Ferrocarril Belgrano que funcionaba como tren de carga y nace en Embarcación conectándose con la vecina provincia de Formosa al este de Salta. El mismo se encuentra sin actividad, pero en proceso de reapertura desde el año 2010. Se debe destacar el carácter pluriétnico del despliegue urbano en Embarcación ya que dentro de los 42 barrios que se encuentran contabilizados, se hallan asentamientos de comunidades indígenas. En este punto, es de gran relevancia destacar el hecho de que algunas comunidades cuentan con personería jurídica y la titularidad de sus tierras por lo que son contempladas como espacios autónomos, en algunos casos bajo la categoría de parajes y en otros como poblaciones rurales dispersas –tal es el caso de la Unidad de Estudio de la presente investigación, el Lote 75- sin embargo debido a la cercanía al ejido urbano se ven absorbidas por el municipio bajo la forma de barrio, generando con esto un escenario más complejo.
74 La interculturalidad presente en Embarcación se ilustra específicamente a través del conjunto de asentamientos –fundamentalmente Wichí y en algunos casos guaraníes y tobas- que están escasamente integrados a la vida urbana de Embarcación. La ubicación de estos, la calidad y/o ausencia de los servicios prestados y la relación clientelar de las instituciones políticas con las comunidades signan un patrón de dependencia en algunos casos y de rechazo a la intervención del “pueblo blanco” como lo llama la comunidad en otros. En el plano se identifican los siguientes números como asentamientos o barrios que se encuentran poblados por distintas etnias indígenas y en algunos casos comparten espacio con la población criolla:
N° Referencia y Barrio 01 – Eva Perón 04 – Cherentarareta 05 – San Juan 06 – La Loma 07 – El Tanque 08 – Misión Franciscana 13 – Primavera 14 – Tenta Piau 15 – Lote 75 Tierras Fiscales 16 – Cristo Arriba 17 – Cristo Abajo 23 – El Tráfico 26 – Matadero 1 y 2 35 – San Cayetano
Composición demográfica Guaraní – Wichí – Criollo Guaraní Guaraní – Wichí Guaraní Wichí – Toba Wichí Wichí – Criollo Guaraní – Criollo Wichí Wichí Guaraní – Wichí Wichí – Criollo Guaraní – Wichí – Criollo Wichí – Criollo
TABLA 1: Distribución de barrios indígenas en Embarcación. Fuente: Elaboración propia con base en las entrevistas realizadas a la Municipalidad de la Ciudad.
75 En el plano que se expone a continuación (Mapa 6), es posible ver que a ambos lados de la Ruta Nacional 34, se encuentran distribuidos los barrios en la ciudad de Embarcación, cada uno identificado con un color y un número diferente para tener un reconocimiento visual más fácil. El plano en cuestión es el que otorga la Municipalidad de la ciudad y se encuentra expedido por la misma. Al respecto es un detalle relevante el hecho de que existen ciertas discrepancias –fundamentalmente en lo que hace a las distancias y la escala- entre lo señalado el plano de la ciudad y las imágenes satelitales que pueden consultarse. Ello de alguna manera representa un traspié en términos de política pública ya que ilustra una planificación territorial integrada que en la realidad no existe, al menos con respecto a los asentamientos de comunidades indígenas Wichí.
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MAPA 6: Plano de la Ciudad de Embarcación actualizado al año 2018. Fuente: Municipalidad de Embarcación
77 El Lote 75
Ubicado en las coordenadas 23,2261° S y 64,0911°O, el Lote 75 Misión Tierras Fiscales se trata de una comunidad indígena Wichí asentada sobre el denominado Lote 75 - que pasó a formar parte extensiva de la urbanización de Embarcación debido a su cercanía con la ciudad (Mapa 7).
MAPA 7: Ubicación del Lote 75 Misión Tierras Fiscales. Fuente: Elaboración Propia
El Chaco Americano ha sufrido de manera intensa la degradación de los recursos naturales presentes en la región, debido principalmente a la agricultura que, en el caso de Argentina, se asentó durante las últimas décadas en el monocultivo de la soja posibilitado por los desmontes intensificados que han desplazado comunidades indígenas y cercado las tierras (Carrasco, Sánchez & Tamagno, 2012). Justamente el avance de la apropiación de tierras para cultivo y ganadería a manos de privados
78 –que ha sido acelerado de manera específica en Salta4- se materializó en los desmontes y cercados de alambre de grandes extensiones de tierras ancestralmente ocupadas por los distintos pueblos indígenas, lo cual desencadenó graves consecuencias socioambientales. Puntualmente esta situación generó un estado de persecución y desterramiento constante que llevo a las familias de distintas etnias, entre ellas las Wichí, a relocalizarse en las periferias urbanas de ciudades como Embarcación donde se encontraban las tierras fiscales. La asignación del Lote 75 a las familias que allí se asentaron permitió la conformación de una reserva indígena en la cual se establecieron las familias que ocuparon dicha tierra desde la década de los ’70 y algunas familias que, conociendo la situación, migraron al lugar posteriormente conformando una comunidad Wichí que en el año 1988 obtendría la personería jurídica y que actualmente cuenta con la titularidad de las tierras que ocupan. La historia y cronología de la conformación de la Misión Tierras Fiscales Lote 75 se remonta al año 1973 cuando un grupo de siete ancianos liderando a cuarenta familias se movilizaron hacia la actual zona del Lote 75 y solicitaron la tramitación de tierras –alrededor de 350 hectáreas- al Estado provincial. El proceso de instalación de las familias en el Lote 75 contó con el apoyo económico de la Iglesia Anglicana que cedió 250,000 pesos argentinos -aproximadamente 5,760 dólaresque permitió el desmonte de 35 hectáreas empleadas entonces para establecer las viviendas y conformar espacios de sembradío de hortalizas –sobre todo maíz y zapallo- con fines de autoconsumo. Con el correr de los años, más familias Wichí se fueron anexando al Lote hasta llegar a ser en el presente cerca de 150 familias –poco más de 900 personas- según los censos internos que la misma comunidad 4
Un informe de la ONG Global Forest Watch ubica a Salta en el puesto número 11 de los lugares con mayor deforestación habiendo sido desmontadas 1.101.739 hectáreas entre 2001 y 2014. Además la tasa de deforestación en Salta fue la más alta del mundo en los últimos años: mientras en la provincia el ritmo de desmonte fue del 2,5% de bosques nativos remanentes por año, el promedio de Latinoamérica fue de 0,51% y la media mundial de 0,20% Diario La Gaceta, 18 de Marzo de 2017 en: https://www.lagacetasalta.com.ar/nota/76255/actualidad/tasa-deforestacionsalta-fue-mas-alta-mundo-ultimos-anos.html. Una larga sucesión de reclamos suspendió los desmontes en varios departamentos de la Provincia de Salta, tras una serie de imprecisiones relacionadas con el ordenamiento territorial; en especial la negativa del Poder Ejecutivo Provincial de revisar casos concretos de autorizaciones aprobadas durante el debate de la Ley de Bosques que afectaban gravemente las tierras y territorios indígenas, así como el fracaso del sistema de participación previsto en el Ordenamiento que se encuentra expresado en la Ley.
79 llevó adelante en los últimos meses. Esto significó que los espacios desmontados tuvieron que destinarse a más espacios de vivienda y la falta de recursos e inversión hizo que las prácticas de cultivo mermaran. Respecto de las características de la Comunidad, las principales actividades económicas a las que se dedican sobre todo los varones es la de jornaleros en las quintas para cosechar diversos granos y/o frutas. Las pensiones y asignaciones estatales son una entrada de dinero muy importante para los miembros de la comunidad. El caso de las mujeres resulta delicado por la pérdida de costumbres y tradiciones culturales; históricamente se dedicaron a la artesanía sin embargo la falta de recursos y apoyo estatal no permite que el conocimiento sea transmitido a las nuevas generaciones lo que lleva a perder valiosos elementos propios de la cultura Wichí como lo es la producción de artesanías que está en manos de las generaciones de mujeres más ancianas. Este motivo lleva a que las mujeres sean el sector que menos sale de la comunidad y menor contacto tiene con la ciudad de Embarcación. No obstante, se destacan algunos cursos de oficio como el trabajo con máquinas de coser que se dictan en el centro de Salud dado que el mismo solo está abierto dos veces a la semana y cuenta solamente con un médico clínico. Respecto de los niños y jóvenes adolescentes ambos asisten a la escuela primaria y secundaria respectivamente. En este último grupo etario se destaca nuevamente la lamentable pérdida del idioma en tanto una considerable mayoría asiste a escuelas del centro de Embarcación –fundamentalmente los niños de 8 años en adelante- y el aprendizaje es en castellano. Los más pequeños asisten a una escuela que se encuentra en la Comunidad donde el Wichí se mantiene vivo pero la misma resulta pequeña y en las condiciones actuales genera hacinamiento –hay cerca de treinta chicos por aula-. Al respecto se destacan las palabras del cacique de la comunidad quien menciona que se ha perdido el idioma en un ochenta por ciento y el mismo ya no tiene sentido sobre todo en la comunidad Lote 75 por la cercanía con el “pueblo blanco” como lo denominan sumado a la marginalidad que produce la distinción étnica en la ciudad por la falta de políticas que generen interculturalidad en diversos niveles. El contacto con las instituciones se lleva a cabo en castellano y las nuevas generaciones ya no aprenden la lengua materna. No
80 ocurre lo mismo en otras localidades pertenecientes al municipio de Embarcación donde las comunidades Wichí que allí residen, están más alejadas de la ciudad como las comunidades asentadas en las localidades de Dragones o Hickman- y en este sentido, la distancia o escaso contacto con el hombre blanco permite que se mantenga el Wichí como lengua principal. Completa el espacio del Lote 75 un salón de usos múltiples recientemente refaccionado en el cual se imparten cursos de oficios y apoyo escolar a niños u jóvenes además de meriendas los días sábado. Más alejado del centro del Lote se halla una cancha de fútbol que no cuenta con mantenimiento ni instalaciones que la hagan funcional. Con respecto a los servicios públicos con que cuentan hay luz –las viviendas cuentan con medidor por lo que abonan la tarifa- y agua con ciertas restricciones mientras que la ambulancia con dificultad llega a la zona. Por otro lado, la lista de carencias es mayor: falta un servicio de desagües cloacales, recolección de basura, mantenimiento de calles y alumbrado público. El transporte desde y hacia la Misión Tierras Fiscales depende de la movilidad con que cuente cada familia, en algunos casos hay familias que poseen vehículo -principalmente motocicletas- pero la gran mayoría se moviliza a pie. El Lote 75 no cuenta con divisiones catastrales para cada una de las viviendas que allí se han construido ya que el mismo se asignó bajo el régimen de Propiedad Comunitaria. Así mismo el ingreso para vivir en el Lote es exclusivo para familias de la etnia Wichí y depende de las decisiones del presidente de la comunidad elegido por los miembros de esta.
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Salón de Usos Múltiples
Calle principal de acceso al Lote 75 luego de 21 días de lluvia.
82 La Comunidad en cuestión luego de haber obtenido su personería jurídica, accedió a la titularidad de la tierra que actualmente conforma a la Misión Tierras Fiscales. No obstante, el Lote 75 en tanto Comunidad autónoma y otros asentamientos indígenas que figuran como barrios de la ciudad, constituyen una nueva forma de urbanización muy característica de otras ciudades del Chaco Salteño en las que hay espacios poco definidos por la confluencia urbano-rural. Esta es una de las características más notables en el despliegue urbano de Embarcación: la ciudad cuenta con asentamientos periurbanos pluriétnicos. La periurbanización que se menciona hace referencia a “la extensión continua de la ciudad y la absorción paulatina de los espacios rurales que le rodean” (Ávila Sánchez, pág.93. 2009). En este sentido observando el plano anteriormente señalado de la ciudad de Embarcación erigida a un costado de la Ruta Nacional N°34, es posible observar que los barrios y asentamientos donde hay presencia indígena son aquellos que se encuentran o cruzando la Ruta en dirección Norte-Oeste o en los límites de la urbanización y que, aunque inicialmente no formaban parte de la ciudad por la cercanía con la misma, terminaron por constituirse en barrios de aquella. En el marco de la Ley 26.1605, la cual exige el otorgamiento de la titularidad de la tierra a las comunidades indígenas que la reclaman, la comunidad del Lote 75 logró adquirir los derechos sobre la tierra mas no sobre el territorio ya que no logra reproducir las relaciones caracterizadas en el capítulo anterior y que hacen referencia a las vivencias que pueden darse en distintos ámbitos. Ello implica que la Comunidad pese a tener instrumentos legales que le asignaron la propiedad de la tierra que ocupa, no puede aún ejercer la territorialidad. Siguiendo a Buliubasich y González, en la relación entre las comunidades Wichí y el territorio, operan una serie de vínculos como lo son pensar la tierra como fuente de recursos indispensables para vivir y preservar biológica y socialmente al grupo al que
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La Ley 26.160 declara la emergencia en materia de posesión y propiedad de las tierras que tradicionalmente ocupan las comunidades indígenas originarias del país, cuya personería jurídica haya sido inscripta en el Registro Nacional de Comunidades Indígenas o en el organismo competente o aquellas preexistentes. Fue sancionada en noviembre de 2006 y establecía la duración de la emergencia por cuatro años. Sin embargo, ya lleva tres instancias de prorroga sancionadas en el Senado debido a la lentitud con que el proceso se ha llevado adelante en distintas provincias del país.
83 pertenecen; poner en práctica el conocimiento del ambiente para convivir con el hábitat desde una perspectiva sustentable y ejercer todo tipo de prácticas culturales indispensables para su supervivencia (2009). Frente a ello, la realidad de las prácticas Wichí es que se encuentran fuertemente constreñidas y limitadas. El eje fundamental sobre el cual se ciernen tales limitaciones se asienta en el hecho de que el Lote 75 no constituye una tierra ancestralmente ocupada por aquella comunidad. Su asignación respondió a un pedido de un grupo de familias en la década del ’70 que venían siendo perseguidas por la presión de los sectores empresariales del agro y el consecuente corrimiento de la frontera agrícola. Consecuentemente y atendiendo a la Ley Nacional 26.160 de Emergencia en materia de posesión y propiedad de las tierras se les termina dando la titularidad del Lote en cuestión. El modo en que se encaminó el proceso inicialmente fue pensado como contribuyente a la consecución de la reivindicación indígena y las pretensiones de autonomía, sin embargo, la ejecución de aquel terminó abordando a la Comunidad Wichí Lote 75 como un barrio más de Embarcación y así es como se encuentra asentada en los planos de la ciudad. En el desarrollo del proceso que llevo a la constitución de la Comunidad en el lote fiscal se dejaron de lado desde las instituciones públicas, dos cuestiones fundamentales: el factor cultural y el derecho de consulta y participación activa de los pueblos Wichí, ambos vinculados a la noción de autonomía. Ello derivó en la configuración de un espacio geográfico diferenciado que se materializó por un lado en una suerte de gueto ya que el ejercicio de la practica cultural se cerraba hacia el interior del Lote y por otro lado en un bastión político –fundamentalmente en tiempos de campaña electoral- que generó fracturas internas en los patrones de relacionamiento debido a prácticas clientelares y la imposición de referentes no reconocidos por la comunidad, pero que resultaban funcionales y afines a los políticos y candidatos. El lote más allá de las caratulas y etiquetas jurídicas y sociales, quedó consolidado como un barrio carenciado y marginal de la ciudad de Embarcación debido a la falta de participación de la comunidad en el proceso de planificación y ordenamiento del espacio y la inexistencia de políticas que generen canales interculturales de comunicación para revertir esa situación.
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3.2
DESCRIPCIÓN METODOLÓGICA.
A continuación, se presenta el flujograma (Imagen N°1) que ilustra la estructura metodológica empleada en la investigación, contemplando los objetivos, las preguntas de investigación y las herramientas metodológicas empleadas como técnicas de obtención de datos y los resultados conseguidos. Seguidamente, se detalla el modo en que fue aplicada la metodología.
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Imagen N° 1: Flujograma de Investigación.
86 En términos generales, la Investigación adopto un carácter cualitativo de corte analítico y diferenciado en una doble dirección: por un lado, se buscó conocer las aplicaciones de SIG en procesos de construcción participativa del espacio y por el otro se buscó comprender el complejo mundo de la experiencia vivida desde el punto de vista de las personas que la viven, contrastando escenarios (Taylor & Bogdan, 1987). Concretamente se pretendió un acercamiento a la experiencia vivida por los habitantes del Lote 75 y el modo en que aquellos percibían al espacio, así como la relación y/o el contraste con los distintos agentes institucionales en dos escenarios diferentes: el presente y el alternativo. Al respecto, resulta de gran consideración destacar lo relativo a las discursividades hegemónicas que prevalecen por sobre otras voces -hecho que se ha mencionado en el capítulo anterior- para comprender que en las bases del proceso de recopilación de información hay dos grandes pilares: por un lado, los métodos para relevar información existente y publicada y por otro, relevar información existente pero que no ha sido plasmada o expresada formalmente. La información existente y publicada, responde de alguna manera a las discursividades oficiales o institucionalizadas, mientras que la información no plasmada de manera expresa, es la relativa a los pueblos indígenas propiamente. Como resultado de aquel desdoble, se produjo una diferenciación marcada en los canales de información: lo referente a la elaboración de un marco teórico-conceptual y al conocimiento de la situación presente del Lote 75 abordada desde las instituciones, requirió la implementación de técnicas de recolección de datos de manera pasiva, esto es, mediante una recopilación de fuentes históricas e institucionales, así como de casos de estudio que abordaron una temática similar. Aquí, la información estaba lista para ser revisada y procesada. En cambio, en lo referente al conocimiento del Lote 75 y de la significación y simbolismos que la comunidad le atribuye al mismo en primera persona, se procedió a implementar técnicas más activas y participativas que pudieran incluir la voz de la propia comunidad Wichí. A continuación, se realiza el proceso de la descripción metodológica que se llevó adelante en la Investigación sobre el caso del Lote 75 Misión Tierras Fiscales.
87 3.2.1 Relevamiento bibliográfico y de casos de estudios
El puntapié inicial de la investigación se centró en los SIGP y el uso de estos como una herramienta que permite contribuir con la apropiación del espacio por parte de quienes lo habitan mediante su carácter participativo. Para conocer las características de los SIGP, su rol en la construcción del espacio de manera democrática y las posibilidades de validar e institucionalizar discursos con información espacial provenientes de colectivos marginales, se llevó a cabo la lectura y relevamiento de artículos académicos que se hallaban disponibles en línea, sobre conceptualizaciones y teorizaciones referentes a los SIGP así como de experiencias y estudios de caso que definieron y/o aplicaron SIGP en contextos similares y que se mencionaron en el Capítulo anterior. A tales fines se procedió a la búsqueda de bibliografía, en primera instancia enfocada en definir y comprender que son los SIGP ya que se trata de una rama específica en lo que respecta al empleo de los SIG tradicionales. Una vez obtenido un corpus teórico referido específicamente a los SIGP, se procedió a la lectura de estos y la identificación de determinados conceptos claves y subyacentes que permitieron construir una base conceptual con denominadores comunes en torno a la Cartografía Social, la Participación y la Descentralización en el manejo de la información con tendencia hacia la Democratización de esta. Esta selección conceptual permitió avanzar en la comprensión y clarificación de los procesos y agentes que los SIGP conllevan e involucran en tanto herramienta. Seguidamente se profundizó en la comprensión de aquellos desde una mirada pragmática a través de casos de estudio que aplicaron Cartografía Social o analizaron procesos de aplicación de aquella. En el relevamiento de casos de estudios se obtuvo información sobre mapeos colectivos en distintas regiones del mundo y con fines diversos tanto en ámbitos rurales como urbanos, todos ellos vinculados a la gestión del espacio físico en relación con diferentes variables. Una vez realizada la búsqueda de casos se profundizo, a través de una selección de elementos, sobre el contexto y la metodología de aquellos que fueron realizados en América Latina y que incluyeron la participación de colectivos marginales- especialmente pueblos indígenas-. De esta manera, fue posible trazar
88 paralelismos con respecto al caso de estudio presentado en la Investigación y tener una visión respecto de los puntos de partida y procedimientos que debieron tenerse en consideración.
3.2.2 Revisión de fuentes históricas
La posibilidad de conocer y comprender el constructo simbólico que envuelve el universo de relaciones y significados propiamente indígenas dependió en primera instancia, del abordaje que ha hecho la historia que se difunde de manera institucional, respecto de aquel universo y significaciones propiamente indígenas. Es por ello que, la consulta de fuentes históricas que han reconstruido el pasado indígena en la región y/o han teorizado sobre concepciones indígenas respecto del entorno que los rodea, ha sido la puerta de entrada a la comprensión de algunos conceptos empleados por aquellos. Debido a que la hegemonía de la palabra ha estado, desde la fundación de los Estados-Nación, en mano de los defensores de su consolidación, el acceso a conocer los modos de vida de los pueblos indígenas ha estado en manos de los historiadores que se dedicaron a relatar el paso de aquellos por la historia. De manera más profunda, los trabajos antropológicos, que ahondaron en la historia y apuntaron a la comprensión de los universos y simbolismos conceptuales de las comunidades indígenas, fueron elementos de consulta indispensable para obtener una mirada general. En este sentido, los trabajos de historiadores y antropólogos que apuntaron a la revalorización de la madre tierra, la reivindicación del territorio y la búsqueda de autonomía respecto de aquel dentro de los Estados consolidados en América Latina, fueron la plataforma base. Sobre ella, se ahondó en las categorías analíticas de tierra, territorio y territorialidad. En este punto, se procedió a indagar sobre el significado de dichos conceptos a través de estudios y artículos académicos que abordaron la temática. Finalmente, se realizó un filtro que decantó los significados específicos para las comunidades Wichí, mediante la consulta de fuentes de historia sobre el Estado argentino y la Provincia de Salta, incluyendo los datos estadísticos escasos pero existentes sobre aquellos, referentes al reconocimiento de su existencia y la
89 cuantificación de su presencia demográfica. Mediante esta revisión histórica, fue posible realizar un primer acercamiento respecto del significado de la tierra, el territorio, las relaciones que allí se producen y el rol que ocupan dichas nociones en la vida y la cotidianeidad de las comunidades indígenas.
3.2.3 Entrevistas
El recurso de la Entrevista cumplió una doble función: por un lado, brindar información concreta y concisa, mediante la aplicación de preguntas formuladas con anterioridad y planificación y, por otro lado, entablar canales de participación abierta a actores que hasta el momento se encontraron fuera de la construcción de discursos institucionales y/o históricos y que fueron empleados como fuente de consulta en la Investigación. Con vistas a profundizar sobre la mirada genérica respecto de lo que significa la tierra y el territorio para las comunidades indígenas, así como las relaciones que se dan sobre aquellos y que fue posible conocer primeramente mediante una revisión de lo que la historia en sus distintos discursos oficiales a nivel regional y estatal ha relatado, se procedió a entrevistar a miembros de la comunidad Wichí, agentes municipales y vecinos de la ciudad de Embarcación, para profundizar la investigación y lograr una mirada más cercana respecto de aquellos temas. La entrevista semiestructurada de tipo abierta jugó un rol trascendental en todos los casos ya que permitió observar en tres grupos diferentes –representantes de la función pública municipal, vecinos de la ciudad y miembros de la Comunidad Lote 75- cómo aquellos tenían referencias diversas sobre el espacio y su significado o su modo de concebirlo en términos prácticos. En primer lugar, la entrevista aplicada a los miembros del Lote 75 Misión Tierras Fiscales estuvo destinada a incluir la voz de sus miembros –incluyendo de manera particular la de su referente y su cacique-. Las preguntas abiertas fueron el modo de generar un espacio que habilite la elaboración y recepción de discursos no oficiales para evitar la hegemonía del círculo académico que hace historia y habla en nombre de otros –principalmente en nombre de colectivos marginales y/o vulnerables- tal y como Gayatri Spivak lo mencionaba cuando se pregunta si el
90 Subalterno puede hablar (1998). De este modo y bajo la premisa de buscar la democratización en el uso de la palabra, se ahondó en la historia de la Comunidad, la relación interna de sus miembros, el pasado de la misma, el presente, la relación con agentes externos y las concepciones y significados que le atribuyen a las nociones base de la Investigación: tierra, territorio y territorialidad. Así también fue posible tener conocimiento sobre las proyecciones y aspiraciones que el Lote 75 Misión Tierras Fiscales tiene respecto del manejo y la gestión de la tierra que actualmente ocupan. La entrevista con la comunidad tuvo lugar el día anterior a las jornadas de mapeo colectivo y se realizó citando a los miembros de la comunidad, su referente y su cacique en el Salón de Usos Múltiples para entablar una charla sobre ellos. Luego de una presentación personal de los presentes, se procedió a comenzar con las preguntas (Anexo 1) que si bien estaban destinadas al grupo en su conjunto, se caracterizaron por una distribución tácita de respuestas: aquellas relacionadas a la historia, fueron respondidas por el cacique, que es el miembro más antiguo de la Comunidad; aquellas preguntas vinculadas a las relaciones con agentes externos, específicamente con la municipalidad, así como aquellas vinculadas a datos concretos, fueron respondidas por el referente de la Comunidad que es el miembro encargado de aspectos legales o representativos de la misma y, las preguntas relativas a las necesidades o problemáticas de la Comunidad en el presente fueron acaparadas por las mujeres que son quienes mayor tiempo pasan dentro del Lote 75 Misión Tierras Fiscales. Las respuestas a preguntas referidas a escenarios futuros fueron construidas por el conjunto del grupo presente. De esta manera, fue posible complementar la información genérica que se tenía sobre algunas nociones pertenecientes al universo conceptual que manejan los Wichí y al mismo tiempo indagar sobre el pasado y estado actual del Lote 75 Misión Tierras Fiscales. En segunda instancia, se entrevistó a trabajadores de la Municipalidad y del Concejo Deliberante6 para conocer su perspectiva sobre la interculturalidad presente en la ciudad de Embarcación, así como el manejo y gestión de la misma y el conocimiento 6
En Argentina, el Concejo Deliberante es el Poder Legislativo de los Municipios. Se compone por un cuerpo de concejales que sesiona, presenta proyectos y emite Ordenanzas y Resoluciones de alcance municipal.
91 o desconocimiento de la realidad de aquellos mediante datos demográficos, sociales, económicos y políticos. En lo que respecta a los trabajadores de la Municipalidad, se dialogó con miembros del Área de Desarrollo Social y las preguntas (Anexo 2) fueron de tipo abiertas y en este caso el formato fue más estructurado ya que se buscaban datos duros y concretos. En el caso de los concejales, la entrevista se realizó con preguntas más específicas (Anexo 3) que arrojaron respuestas más amplias y profundas debido a que los entrevistados llevan adelante trabajos e intervenciones de tipo social en el Lote 75 desde hace varios años. Finalmente, se realizó una entrevista también de tipo semiestructurada y con preguntas abiertas (Anexo 4) a vecinos de dos sectores de la ciudad: por un lado, el centro y por otro la barriada que antecede el ingreso al Lote75 Misión Tierras Fiscales. De manera aleatoria se solicitó a algunos transeúntes de dichas zonas que respondiesen consultas respecto de la presencia de comunidades indígenas, si tenían conocimiento sobre características de aquellas o vínculo con las mismas, para poder comprender algunas dinámicas interculturales de la ciudad de Embarcación y comprobar la segmentación y marginalización que, en reiteradas oportunidades, la comunidad Wichí había mencionado que sufría.
3.2.4 Mapeo Colectivo
El trabajo de campo realizado en el Lote 75 Misión Tierras Fiscales, se completó con la realización de los talleres de mapeo colectivo que se llevaron adelante durante tres jornadas y que tuvo tres instancias claramente diferenciadas: la cartografía social del Lote 75, el análisis FODA y la digitalización de lo producido. De la mano de la Guía elaborada por el Vivero de Iniciativas Ciudadanas – VIC- se trabajaron las funciones del mapeo colectivo como puente para generar comunidad, propiciar la transferencia de conocimiento y experiencias, visibilizar discursos de colectivos marginados, socializar la cartografía como un recurso de gran ayuda para la obtención de información y hacer diagnósticos participativos que a la larga generasen respuestas (2013). El VIC ha señalado como exitoso, aquel mapeo que permite componer una base de datos que contenga agentes, conceptos, lugares e
92 iniciativas que pueda ser relacional y exportable a otros territorios, que genera un banco de prácticas y que documenta y fomenta encuentros. Por ello, la aplicación del Mapeo Colectivo en el Lote 75 siguió dichas recomendaciones. Se tomo como referencia organizacional para el taller los cinco ejes materiales sobre los cuales se asienta el Mapeo según el VIC: un Plano Base, el Recurso Humano –desdoblado en quienes realizan el mapeo y quienes documentan el proceso- Infraestructura – es decir espacio físico- Recursos de Papelería y la Selección de Temáticas – derechos, economía, vivienda, transporte, medio ambiente, entre otros-. Dichos elementos y recursos se planificaron con anticipación para evitar contratiempos durante el desarrollo de las jornadas de Mapeo y fueron enlistados para mayor organización (Anexo 5). Se llevaron impresas tres imágenes satelitales, una correspondiente a la Ciudad de Embarcación y otras dos del Lote 75 Misión Tierras Fiscales. Además, se contó con copias de los planos de la ciudad de Embarcación provistos por la Municipalidad y Google Maps7. Se contó con múltiples recursos de papelería destinados al grupo de trabajo principal de la comunidad que fueron los jóvenes y adultos y se contempló la necesidad de incluir una actividad para los más pequeños8 por lo que se destinó una mesa aparte para sentar a los niños y niñas y que el taller se pueda realizar de la mejor manera. El proceso de mapeo para su ejecución completa contempló una serie de etapas descriptas a continuación.
3.2.4.1
El Mapa Comunitario
Inicialmente se procedió al acercamiento de la propuesta a la comunidad – incluyendo la realización de una entrevista previa a las jornadas de Mapeo-; se delimitó el derrotero a seguir y los objetivos del proyecto y se pautó la fecha de la 7
Los mapas y planos que aquí se han mencionado como base material para la jornada de mapeo, equivalen al Mapa N° 6 señalado en un apartado anterior y las Imágenes 6, 7 y 8 que se muestran en el capítulo siguiente. 8 Durante la Entrevista previa a las jornadas, se observó que quienes asistieron, lo hicieron con sus hijos y la presencia de niños menores a los 7 años fue considerable. Los mismos requerían atención constante de parte de sus madres específicamente por lo cual se contempló la necesidad de armar una actividad para ocupar a los más pequeños en los mapeos y que las mujeres de la Comunidad pudieran participar más activamente sin preocupación.
93 reunión. Esta etapa contó con la difusión oral y mediática a través de la radio por lo que distintos sectores –no solo los involucrados de manera directa en el mapeoestuvieron al tanto de las actividades y ello generó múltiples facilidades para llevar adelante el mapeo en cuanto a logística y obtención de ciertos recursos. Una vez que se difundió la actividad, se procedió con el despliegue del taller propiamente dicho. En el Salón de Usos múltiples – SUM- se organizaron las mesas de manera tal que los participantes estuvieran cercanos y en semicírculo para que pudiesen escucharse entre todos. En la pizarra que se encontraba en el SUM, se pegaron algunos carteles (Anexo 6) que funcionaron como disparadores para comenzar la reunión y algunos elementos básicos para el armado de una cartografía que incluyeron la noción de mapa base y las referencias o leyendas. Una vez listo el espacio de trabajo, arribaron al lugar los miembros de la comunidad, conformándose así un grupo de trabajo que contó con hombres y mujeres, niños, adolescentes y adultos. Se dio inicio a las actividades comenzando con dinámicas para promover un ambiente de confianza y participación abierta que incluyeron la presentación de cada uno de los miembros y algunas referencias que dejaban sentado el significado de participar activamente del proceso, tomando como base algunas indicaciones del manual del grupo Iconoclasistas (Anexo 7) y colocando el énfasis en que no habrían respuestas o intervenciones que estén mal porque las expresiones y percepciones de cada uno de los presentes son igual de válidas que las que pueda tener un funcionario de la Municipalidad e incluso más acertadas aún 9. A través de una charla distendida, el cacique y el referente iniciaron un relato sobre su llegada al Lote 75 y el mismo fue avanzando hacia el presente con descripciones de actividades cotidianas a partir de las cuales emergieron algunos esbozos sobre el despliegue del ordenamiento con que cuenta el espacio bajo estudio. Luego de esta instancia oral, se referenciaron algunas nociones sobre la cartografía social, la reconstrucción del espacio de manera comunitaria, el empleo de los mapas base y
9
En la Entrevista realizada previamente con los miembros de la Comunidad, emergió en reiteradas oportunidades la frase “no se si estará bien lo que digo, pero creo que…” o “tal vez el gobierno puede decirlo mejor”. Por este temor al error, se intentó rectificar el miedo a participar y equivocarse, apelando que no existen respuestas correctas o incorrectas de su parte ya que ellos antes que otras personas, conocen mejor su territorio y entorno.
94 la generación de mapas comunitarios.
Una vez que se socializaron dichos
conceptos, se procedió a trabajar activamente con las imágenes satelitales y los mapas bases. Se solicitó que en la mesa central se acercasen los presentes para comenzar con el proceso de reconocimiento de los planos e imágenes satelitales. La lectura cartográfica dejó emerger el conocimiento que el grupo de los jóvenes tenía sobre los mapas y que ya había sido notado cuando en el despliegue del taller, algunos adolescentes de la comunidad explicaban a quienes tenían al lado, cuestiones vinculadas a la referencia, la simbología o la toponimia. Esto fue empleado como
un elemento a favor del despliegue del taller y la dinámica,
debido a que los jóvenes amparados en la confianza que les generó saber ciertas cuestiones relativas la cartografía participaron con más confianza. En la lectura, también resultó interesante que los participantes más pequeños –niños de entre 8 y 11 años- identificaron con facilidad sus casas, su escuela en la ciudad y otros espacios públicos aun cuando no estaban señalados en las imágenes de referencia –hecho que habla de un fuerte vínculo con el espacio que habitan-. Este hecho derivo en que la mesa de trabajo con los pequeños fuera para que ellos contribuyeran con interpretaciones sobre la construcción del mapeo desde su perspectiva de manera individual. Posterior al reconocimiento que el grupo de trabajo realizó, se procedió a ilustrar el espacio físico sobre el cual se asienta su comunidad. El trabajo estuvo asentado en mapas bases, específicamente planos e imágenes satelitales provenientes de Google Earth y Open Street Map y sobre papel vegetal y acetato, se llevó adelante un trabajo que simuló las capas temáticas evocando las layers de los softwares que emplean los SIG. Inicialmente fueron perfilando las manzanas internas del Lote y las fincas colindantes con el Lote 75. Posteriormente señalaron espacios con funcionalidades específicas y comunes a todos como la Iglesia, el SUM, el centro de salud, la escuela y la cancha de fútbol. Luego de haber señalado dichos espacios, la comunidad comenzó a delimitar las parcelas hacia el interior de cada manzana dejando al descubierto el grado de relación intracomunitario y el conocimiento respecto de quienes conforman a la Comunidad ya que, a medida que delimitaban el perímetro, en voz alta indicaban el apellido de
95 las familias que habitaban cada terreno como forma de verificar lo que se encontraban dibujando. En esta instancia, se alcanzó un grado de autonomía y participación muy elevado debido a que la información que estaban asentando en el mapa relativa a la ubicación de las familias, la conocían exclusivamente los miembros de las familias del Lote 75 Misión Tierras Fiscales que se encontraban presentes. Una vez que señalaron los terrenos dentro de cada comunidad, dieron por finalizada la primera parte del proceso de Cartografía Social. La instancia que completó la ejecución del taller fue la que buscó que los miembros elaboren el escenario alternativo en el cual se empleó una lámina de acetato que a modo de layer, dejaría sentadas las modificaciones que la Comunidad planteó como necesidad.
3.2.4.2
El Análisis FODA
Entre medio de la elaboración de capas se produjo una instancia reflexiva bajo el formato del Análisis FODA. Luego de la elaboración del mapa que reflejaba el estado actual del Lote 75, se presentaron los resultados ante el grupo de trabajo que a partir de una serie de preguntas disparadoras (Anexo 8), participó de una instancia reflexiva. A través de cuatro carteles –uno para cada sección del análisis FODA- se explicó sintéticamente que significaba cada uno de los conceptos y se fijaron una serie de preguntas orientativas (Anexo 9) para que pudiesen identificarse con mayor facilidad las Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas de la Comunidad. La reflexión y respuestas a las preguntas realizadas consolidaron una base a partir de la cual la comunidad diagnosticó de manera no planificada, el estado del Lote 75 al tiempo que se consensuó respecto de las necesidades que afrontan las familias Wichí que componen la Comunidad y que finalmente se plasmaron en la capa de acetato que señalaba un escenario alternativo con modificaciones que consideraron necesarias para generar impactos positivos en su calidad de vida.
96 3.2.4.3
Digitalización de la Cartografía Social
La última etapa del proceso que conformo al Mapeo Colectivo fue la digitalización de los resultados obtenidos en el proceso de mapeo empleando Quantum GIS – QGIS- un software libre de código abierto como complemento para la presentación y visualización del trabajo realizado. El proceso de digitalización, si bien no estuvo a cargo de los miembros de la comunidad en términos formales, fue un proceso incluyente en el que cada acción llevada adelante fue socializada. Empleando una computadora portátil que ya contaba con QGIS instalado y un proyecto creado con una imagen de Google Earth del Lote 75 vinculada al mismo y que sería utilizada como el mapa base, se procedió a la construcción de una capa lineal para señalar las calles y demarcar las manzanas, una capa de polígonos para las parcelas y espacios comunes y una capa de puntos que identificaba los postes de luz existentes en el Lote 75 Misión Tierras Fiscales. Luego de realizar el primer mapa, el mismo se sometió a un control para que la comunidad pueda emitir su conformidad con el resultado de este. Posteriormente, se realizó lo mismo con la capa que plantea el escenario alternativo. El proyecto en QGIS se imprimió y se otorgó una copia a la Comunidad, así como también un archivo guardado en un dispositivo de pen drive.
97
CAPITULO 4: RESULTADOS OBTENIDOS Y DISCUSIÓN Como resultado de la aplicación de técnicas para la recolección de datos, con vistas a responder las preguntas de investigación planteadas inicialmente fue posible elaborar marcos teórico-conceptuales que sustentaron la investigación y llevar adelante un recorrido histórico-normativo sobre ciertos aspectos vinculados a la territorialidad Wichí, particularmente en el Lote 75. Así mismo se produjo la generación de datos primarios mediante talleres de mapeo colectivo que dieron como resultado, planos y mapas realizados íntegramente por la comunidad y que fueron digitalizados posteriormente empleando el software QGIS.
4.1
RESULTADOS
Se despliega a continuación lo obtenido en las tres instancias del trabajo que se llevó adelante en la ciudad de Embarcación de manera consecutiva. Cada una supuso la profundización o complementariedad de información respecto de la anterior. Estas instancias fueron: el taller para la elaboración de mapeo comunitario, la realización de un análisis FODA y finalmente, la digitalización a través del software QGIS de los mapas colectivos
4.1.1 El Mapeo Comunitario
Como resultado del trabajo de campo llevado adelante en el Lote 75 se realizó un taller de mapeo comunitario en el que junto a mujeres y hombres de distintas edades pertenecientes a la Comunidad Wichí se logró reconstruir el espacio que habitan. Los encuentros se realizaron en el Salón de usos múltiples que tiene la Comunidad y fue posible a través de aquellos, conocer las nociones y percepciones del espacio, la tierra, el territorio y el ejercicio de la territorialidad que tienen las familias Wichí que habitan el Lote 75. Se plantearon una serie de pautas y lineamientos para llevar de manera ordenada el despliegue de dichos encuentros. Se destacó en esta
98 instancia la apertura a participar por parte de las familias Wichí, así como la claridad respecto del espacio y su manejo e interpretación no solo con los dibujos sino con la lectura de los mapas base empleados para el taller. Los mapas resultantes en esta etapa fueron íntegramente realizados por los participantes. Respecto de la concurrencia y participación, los talleres se llevaron a cabo por la tarde pudiendo contar con la presencia del Cacique de la Comunidad y de su Referente. La presencia en términos de género fue dispar: hubo más mujeres Wichí que hombres. Esto responde a que gran parte de aquellos se encontraban realizando trabajos y/o changas en la ciudad o en los campos de sembrado. Por otro lado, las mujeres concurrieron con algunos de sus hijos quienes expresaron conocer la plataforma Google Maps a través de sus celulares. Ello significo que en algunas oportunidades se acercaron a la mesa donde estaban expuestas las imágenes satelitales y supieron identificar varios elementos en la misma.
Imagen N° 2: El Cacique de la Comunidad al inicio del trabajo con las imágenes satelitales, añade relatos históricos sobre el inicio del asentamiento de las familias en el Lote.
99
Imagen N° 3: Las mujeres toman la iniciativa de dibujar sobre el papel vegetal asentado en el Mapa Base la comunidad, identificando viviendas, calles e instalaciones específicas del Lote 75.
Imagen N° 4: Los jóvenes, que asisten a la escuela en la ciudad se hallan familiarizados con la lectura de imágenes satelitales a través de la aplicación de Google Maps en los teléfonos celulares y participaron del proceso de identificación espacial para la elaboración del mapa comunitario.
100 Un detalle en el proceso de mapeo fue la intervención de los más pequeños -niños y niñas Wichí de entre 4 y 6 años- quienes frente a las imágenes presentadas expresaron cuestiones como que “no se veía el cielo” y ello era importante “porque no se podía ver la lluvia”. El hecho se destacó debido a que durante aproximadamente tres semanas previas al encuentro de mapeo la lluvia fue constante, anegando calles e ingresos e interfiriendo con el desarrollo de actividades como ir a la escuela o jugar fuera de sus casas. Así también expresaron que las imágenes satelitales se encontraban incompletas “porque falta el Bermejo”, un río muy importante para los Wichí históricamente debido a que de allí extraen alimentos a través de la pesca. Estos dichos también destacaron que la importancia de ciertos espacios o actividades en términos culturales y sociales redefinía las distancias por lo que, para algunos, el Río Bermejo –que se halla a unos seis kilómetros del centro de la Ciudad-, les resulta en algunas oportunidades más cercano –y familiar- que el mismo Centro. Estos elementos fueron incluidos en los dibujos que los niños y niñas realizaron sobre sus viviendas, donde además brindaron detalles que también declararon en falta en las imágenes empleadas de base como las flores o las frutas tropicales en los árboles –que abundan en la zonaelementos que forman parte de la cotidianeidad y de lo que diariamente observan en su espacio más cercano.
Imagen N° 5: Aún cuando el Río Bermejo no se encuentra al lado de su casa, el niño deja sentada la importancia de la actividad pesquera al dibujarla como parte de su espacio próximo.
101
Imagen N° 6: La importancia nuevamente del Bermejo así como de los arboles frutales muy comunes por la zona.
A continuación se exponen las imágenes con las cuales se dio inicio al taller de mapeo y que dieron lugar a reflexiones e intervenciones por parte de los participates respecto del espacio que ocupan.
Imagen N° 7: Vista de la Ciudad de Embarcacion y Lote 75 obtenida de Google Earth.
102
Imagen N° 8: Vista del Lote 75 obtenida de Google Earth.
El mapa base empleado para elaborar el Mapa Comunitario se obtuvo de la plataforma MyMaps-Earth10 debido a que permitía una imagen con ángulo perpendicular al Lote 75 y la cobertura de vegetación tenía escaso contraste y baja definición, hecho que favoreció el dibujo del mapa sobre la misma.
10
Mapas de la Tierra. Visión de la Tierra y 360°. www.mymaps-earth.com
103
Imagen N° 9: Imagen satelital de Lote 75 empleada como Mapa Base.
Luego de trabajar sobre el papel vegetal asentado en el mapa base, se realizó el mapa comunitario que representa el estado actual del Lote 75. Una vez finalizado el mismo se llevó a cabo una mesa de discusión en la que se expusieron de manera oral las dificultades o limitaciones del espacio con la disposición que tienen en la actualidad las distintas instalaciones e infraestructura presente en el Lote vinculándolos con algunas de las problemáticas o carencias que aquejan a la Comunidad Wichí. En forma paralela, se plantearon alternativas y escenarios de mejora que el espacio permitiría realizar y que supondrían un impacto positivo en el desarrollo de las familias Wichí que allí residen, contemplando variables y factores culturales que la disposición actual –por la falta de planificación intercultural- dejó de lado. Esta discusión oral se enmarcó en los lineamientos que proponen los análisis de Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas –FODA-.
104
Imagen N° 10: Mapa de la Comunidad representando el estado actual de la distribución espacial el Lote 75 con base blanca.
105
Imagen N° 11: Mapa de la Comunidad representando el estado actual de la distribución espacial en el Lote 75 con la base de la Imagen obtenida de My-Maps
106
Imagen N° 12: Mapa de la Comunidad con las modificaciones propuestas en la distribución espacial del Lote 75. Base Blanca.
107 4.1.2 El análisis FODA.
La instancia de mapeo constó de dos etapas: la primera ilustró el estado actual del Lote 75 y la segunda plasmó el escenario alternativo que las familias Wichí consideraron adecuado para mejorar la calidad de vida. Entre ambas, se llevó adelante el análisis FODA. Para tales fines, se realizó una charla debate sobre la reconstrucción del espacio propiamente. Se socializó el resultado de la primera etapa y a medida que se iba recorriendo el dibujo, fueron surgiendo las carencias que en algunos casos se planteaban con respecto a distintos barrios de la ciudad y en otros casos, con respecto a las limitaciones que les significaba en el desarrollo cotidiano de su calidad de vida. Este intercambio de apreciaciones y opiniones que tenían los miembros del Lote 75, se profundizó mediante un análisis FODA que sirvió como una plataforma de diagnóstico para la misma comunidad ya que mediante la implementación de este, fue posible articular la percepción de las familias sobre su espacio, su relación con la ciudad de Embarcación y las posibilidades de cambio y desarrollo que podrían llevar adelante. Las respuestas se desplegaron en la siguiente tabla:
108 FORTALEZAS
OPORTUNIDADES
- Apertura de la Comunidad para trabajar por la preservación de la cultura y las tradiciones. - Buena relación entre la mayoría de los miembros de la comunidad. - Recurso de Suelo: espacio Físico amplio y óptimo para desarrollar infraestructura. - Existen espacios creados para funcionar como centro de salud, cancha, escuela y salón de usos múltiples. - Manejo del idioma castellano para comunicarse con agentes externos. - Conocimiento del espacio y sentido de pertenencia a la etnia. - La posesión de la titularidad de la tierra permite plasmar la autonomía en proyectos sobre el espacio físico sin la preocupación de un posterior desalojo o desplazamiento provocado por factores o agentes externos.
- Existe relación con algunos representantes de instituciones pertenecientes al espectro político. - Existe una relación cordial con los dueños de las fincas vecinas. - Hay fundaciones enfocadas en abordar la cuestión del espacio desde una perspectiva intercultural. - Hay dependencias políticas (como el Ministerio de Asuntos Indígenas) que tiene competencias para apoyar un trabajo de reordenamiento del espacio físico en conjunto con la Municipalidad. - Al estar concebido como un barrio más de la ciudad, el Lote 75 se encuentra en condiciones de recibir atención y recursos (Allí habitan cerca de 900 personas y las carencias son amplias).
DEBILIDADES
AMENAZAS
- Existen ciertas fragmentaciones internas en la comunicación con algunas familias. -El estado de las calles que abarcan desde el ingreso al Lote como las calles dentro del mismo se encuentran sin mantenimiento lo que dificulta el acceso o salida del Lote. - El centro de Salud solo funciona dos veces por semana, pero se encuentra en desuso. - Existe sobrepoblación en las aulas de la Escuela (Alrededor de 25 a 35 alumnos por aula). - No existen espacios verdes para esparcimiento y/o recreación. - La cancha se encuentra alejada del “centro” de la Comunidad y no cuenta con mantenimiento ni iluminación. - El alumbrado público es deficiente o inexistente en algunas zonas. - No hay servicio de recolección de basura. - No hay espacios destinados a la preservación de aspectos culturales de manera intergeneracional. - No se cuenta con mecanismos de seguridad o protección, lo cual genera actos vandálicos de parte de personas que no residen en la comunidad. - Hay problemas nutricionales con los niños de la Comunidad.
- La participación de funcionarios políticos de manera unilateral, acentúa la fragmentación en los patrones de relacionamiento de la Comunidad generando punteros o referentes de los políticos dentro de la misma que en ocasiones no permiten llegar a acuerdos colectivos o que hacen uso de recursos existentes para práctica clientelares. - No existen políticas que fomenten una convivencia intercultural respetuosa y pacífica de manera que la población “blanca” no segmente a los Wichí, lo cual produce marginación hacia las comunidades que se reconocen como indígenas en algunos espacios claves como la escuela primaria o el secundario, generando que se pierdan elementos importantes de la cultura como el lenguaje. - No hay instancias de comunicación oficial entre la Comunidad y los representantes de la política (ya sea de los ámbitos ejecutivo o legislativo) por lo cual, los acuerdos se realizan de manera fragmentada, vertical y no participativa generando un desequilibrio que va en perjuicio de la Comunidad Wichí.
TABLA N° 2: Resultados del Análisis FODA
109 4.1.3 La digitalización del mapeo Finalizada la jornada de mapeo y de discusión, se llevó adelante una última instancia en el proceso de reordenamiento espacial participativo que llevaría a la digitalización del mapa comunitario. El proceso de digitalización reproduce lo que se realizó en el mapeo, es decir, toma como punto de partida las mismas imágenes satelitales para llevar adelante la primera capa de información donde se encuentran desplegadas las calles internas, las viviendas –o terrenos- que pertenecen a cada familia, los espacios con utilidad específica –como el centro de salud- los espacios verdes y las fincas vecinas. Posteriormente en una nueva capa, se introduce la información que plantea la incorporación de los nuevos espacios. Si bien el manejo de la digitalización no se materializa por los miembros de la comunidad, el proceso es socializado en cada punto para que sea comprendido por la comunidad. A continuación, se exponen primeramente el Mapa que muestra el estado actual de la distribución del Lote 75 y seguidamente, el Mapa que añade elementos nuevos para reordenarlo y asignarle una mayor funcionalidad al espacio disponible.
110
MAPA 8: Digitalizaciรณn del Mapa Comunitario sobre el estado actual del Lote 75. Fuente: Elaboraciรณn Propia.
111
MAPA 9: Digitalización con el Reordenamiento del Espacio Físico propuesto por la Comunidad del Lote 75. Fuente: Elaboración Propia
112
4.2
DISCUSION
Con vistas a analizar la influencia de los SIGP en el proceso de recomposición de la territorialidad de la Comunidad Wichí Lote 75 a través de la aplicación de herramientas SIGP para generar un reordenamiento espacial participativo, se planteó la siguiente hipótesis:
La posibilidad de reorganizar físicamente el espacio habitado por la Comunidad Wichí apoyándose en el uso de herramientas vinculadas a los Sistemas de Información Geográfica Participativos, permite recomponer la identidad territorial hacia el interior del Lote 75 Misión, Tierras Fiscales, y la comunicación con el Estado en sus diferentes niveles, facilitando de esta manera el desarrollo integral de los miembros de la comunidad y contribuyendo con la consecución de la autonomía indígena.
Para comenzar el camino hacia la comprensión de la influencia de los SIGP en la recomposición de territorialidades, se plantearon una serie de preguntas de investigación, las cuales fueron respondidas a través de diversos mecanismos de recolección de datos e información y que a continuación se discuten y contrastan para poder comprobar la hipótesis anteriormente mencionada.
1) de
¿Cuáles son las características de los SIGP como método colaborativo construcción
del
Espacio
y
de
validación,
democratización
e
institucionalización de la información espacial?
El abordaje de las territorialidades que se plasman en las diversas representaciones cartográficas se enfocó en los distintos elementos de la discursividad que rodean el relato de la geografía espacial, esto es, quiénes relatan, qué relatan y con qué medios lo hacen. De este modo el punto de partida para contestar la primera
113 pregunta planteada en la investigación fue conocer las críticas de distintos autores hacia la óptica unidimensional y vertical de la geografía y la concentración de los relatos sobre el espacio en ciertos grupos que, por lo mismo, se constituyeron en grupos de poder dando como resultado cartografías poco participativas con los impactos negativos sobre los sectores excluidos de dicho proceso. Paralelo al monopolio del relato, las estructuras de poder que se fueron consolidando como tales - en parte por aquella concentración- también fueron monopolizando el manejo de las herramientas para ilustrar y relatar el espacio. En ese sentido, se constituyeron en discursos oficiales los relatos de quienes se presentaron como vencedores en la historia y, en la misma línea, los métodos de trazado cartográfico científicos y occidentales, dejaron en un lugar de poca validez a las expresiones que distintos colectivos realizaban respecto del espacio que habitaban o habitan. En este punto, se destaca que el mapa como discurso ilustrado, se despojó de significaciones y dinamismos con vistas a alcanzar una universalidad que pudiese evitar cuestionamientos y atraer con mayor facilidad aceptación, construyendo así la institucionalidad que se trasladaría a todos los ámbitos y espacios sociales, específicamente en el marco de los Estados-Nación. El mapa se pensó en términos bidimensionales y ello sumado a la noción de que el mapa es un fiel reflejo de la realidad, condujo al imaginario colectivo hacia la idea de que el espacio no cambia y que por ello, todos perciben lo mismo, reforzando así la idea que consideraba innecesaria abrir la producción cartográfica hacia sectores hasta el momento excluidos, bajo la premisa de que cuentan con una mirada sesgada del mismo y un modo no válido de representarlo porque emplea otros parámetros que la ciencia occidental no contempla como válidos. Sin embargo, frente a estas concepciones, teóricos contemporáneos como Milton Santos, abrieron la geografía del espacio mediante premisas como la de pensar que el Territorio es una construcción social y, por lo mismo, su representación cartográfica debería estar abierta a serlo. La apertura de la modelación y la representación espacial se realizó de la mano de la geografía comunitaria que planteó el abordaje del espacio desde una plataforma más horizontal y participativa, otorgando mayor protagonismo a quienes viven el espacio en cuestión. En este sentido, la Cartografía Social adquirió un rol
114 preponderante en el proceso de apertura discursiva, generando espacios a través de los cuales, distintas expresiones podrían socializar nuevos discursos y miradas. Sin embargo, no representaba un elemento de ruptura hegemónica pues continuaba manteniéndose al margen de las expresiones cartográficas consideradas institucionales o válidas. El sentido de la participación, cobra mayor fuerza en tanto la misma no solo se manifiesta, sino también es escuchada o recibida por otras instancias. Por ello la generación de cartografía social en sí misma, seguía siendo la proyección de subalternidad y exclusión bajo la cual, múltiples colectivos que conforman a la sociedad han vivido sumergidos. Este hecho, fue reconocido por la propia comunidad Lote 75, como se mencionó en el apartado anterior cuando los miembros de las familias Wichí cuestionaron de alguna manera, la validez del mapa comunitario resultante. En este marco, el debate planteado alrededor del monopolio del espacio que supone la concentración de su trazado y significación en manos de superestructuras como el Estado y sus distintas instituciones, giró en torno a modificar esa distribución desde un plano en el cual no se cuestione si la cartografía estatal-institucional era adecuada o no sino más bien, cuestionar que la representatividad de la misma, en tanto excluyera de su proceso a quienes constituyen el espacio y con ello a los significados que le atribuyen al mismo, no podía considerarse válida en su totalidad. Por consiguiente, la apertura y ruptura que se buscó generar apuntó a permear los métodos y herramientas que hasta el momento solo estaban restringidos a grupos y estructuras dominantes para, de esa manera, emplear un mismo lenguaje y contar relatos diferentes. En ese marco de apertura y ruptura, los Sistemas de Información Geográfica, fueron expandiendo su alcance hacia distintos espacios y sectores y una rama de éstos denominada SIG Participativo, buscó darle mayores privilegios y legitimidad al conocimiento local de grupos indígenas. Los SIGP se constituyeron en tecnología informática contextualizada y con un componente de inclusión muy significativo para romper esquemas hegemónicos. En primer lugar, los SIGP son un método colaborativo de construcción del espacio en tanto involucran a un grupo o colectivo en el desarrollo de proyectos. Basándose en la participación de aquellos y al priorizar los contextos antes que la tecnología en
115 sí misma, los SIGP permiten incorporar conocimiento local en las definiciones espaciales y ello implica la valorización de las percepciones comunitarias que tienen sobre el espacio aquellos que lo habitan. A diferencia de la Cartografía Social que se realiza de manera aislada, la información espacial se sistematiza y emplea tecnologías georreferenciadas que permiten partir de una misma base: los mapas e imágenes satelitales. Estos se constituyen en una herramienta a través de la cual, el conocimiento local puede ser expresado y son los mismos elementos que emplea el discurso hegemónico que se halla institucionalizado. En esa misma línea, los SIGP se presentan como una herramienta que democratiza recursos y participación ya que permite no solo el acceso por parte de la comunidad a la tecnología sino también, facilita su apropiación al convertirse en una plataforma que permite canalizar nuevas voces y presentarlas hacia espacios que tradicionalmente han estado concentrados en grupos con intereses y discursos diferentes. Por último, los SIGP permiten validar e institucionalizar la información que condensan los discursos subalternos en tanto permiten articular lenguajes y universos simbólicos posibilitando la participación de la comunidad para comunicar información a través de percepciones locales cotidianas que emplearían un contenido propio a través de un lenguaje cartográfico comúnmente reconocido y familiar.
2)
¿Cuáles son los elementos conceptuales y relacionales que sustentan
la noción de territorialidad para los pueblos indígenas que habitan el Chaco Salteño?
La siguiente pregunta de investigación planteada en el camino para conocer la influencia de los SIGP en la recomposición territorial de la Comunidad Wichí, se centró en conocer cuáles eran los elementos conceptuales y relacionales que sustentan la noción de territorialidad entre los pueblos indígenas, dado que la misma es un eje sobre el cual gira el despliegue de la vida indígena en múltiples aspectos. En esta línea, se debe destacar que el contenido que se ha volcado en las representaciones
cartográficas
estatales
e
institucionales
ha
sido
fundamentalmente lineal, genérico y unívoco. Ello en gran medida responde a una
116 de las funcionalidades que el mapa ha adquirido históricamente que es la de ser una “representación de la realidad” que avala, en tanto argumento y justificación, a las discursividades paralelas que buscaban mantener una estructura de poder y consecuentemente preservar el status quo. De esta manera, pensar en más de una forma de ver el espacio traería aparejados posibles cuestionamientos hacia las estructuras vigentes y con ello, un debilitamiento de aquellas significaciones que permearon las instituciones estatales como versiones oficiales y válidas para ver, conocer y comprender el espacio. Con vistas a generar una recomposición de la territorialidad mediante los SIGP, era necesario comprender las bases conceptuales que rodean a aquella sin despegarse del contexto y la coyuntura política, social y jurídica en la cual las comunidades indígenas también se hallan inmersas. El siglo XX fue el escenario en el cual emergieron con mayor fuerza y visibilidad una multiplicidad de demandas territoriales indígenas. Éstas coincidieron con las demandas
agrarias
de
los
movimientos
campesinos
principalmente
en
Latinoamérica y que con mayor proyección, fueron cobrando protagonismo a partir de mediados del siglo XX. Este proceso llevó a englobar en el mismo espacio los reclamos indígenas y campesinos por parte de los gobiernos de turno bajo la consigna de una necesaria Reforma Agraria y que tuvo como eje central brindar tierras a ambos grupos con vistas a que puedan asentarse y producir. Si bien múltiples grupos indígenas accedieron a las tierras que algunos gobiernos les asignaron, el reclamo continuó. No fue sino hasta la declaración del Convenio 169 de la OIT donde se realizó una distinción entre tierras y territorios, que sobrevino una oleada indigenista para remarcar que el reclamo por la tierra era parte del movimiento campesino en tanto la considera un medio de producción mientras que, para las comunidades originarias, la lucha era por el territorio entendiéndolo como una categoría más amplia que excedía el loteo o las nomenclaturas catastrales y se extendía hasta elementos intangibles, simbólicos y vivenciales. La demanda indigenista se situó en un espacio fundacionalmente diferente del movimiento campesino ya que el reclamo territorial tenía puesto el foco en un reconocimiento de autonomía que abarcaba la posibilidad de definir las prioridades y necesidades en función de criterios propios a través de la cual, se reafirmaba la identidad y la
117 autogestión. Frente a esta situación, tanto las instituciones como las sociedades encontraron inviable devolverles a las comunidades indígenas un espacio en el que pudieran desplegar su identidad y sus tradiciones ya que se hallaba en el imaginario de aquellas, la cristalización de escenas históricas en lugares determinados que hoy albergaban otras situaciones y otros paisajes. En ese contexto, la aparente incompatibilidad
que
instituciones
y
sociedades
encontraban
se
debía
fundamentalmente al desconocimiento de tres elementos conceptuales que tenían aparejada la adaptación indígena como condición necesaria de su resistencia para mantenerse vivos durante cinco siglos. Estos elementos conceptuales son la tierra como entorno físico, el territorio como segmento inmaterial que condensa patrones de relaciones sociales, culturales, económico-sustentables y ambientales y la territorialidad que es el elemento que permitió la adaptabilidad, es decir, la generación de estrategias espaciales que, afectando o influyendo las dinámicas y patrones de relación del territorio, buscan convertir espacios neutros en territorios. Es justamente la territorialidad indígena, la que permite comprender la existencia de comunidades indígenas en entornos urbanos, periurbanos o rururbanos tal y como se ha observado en los planos de la ciudad de Embarcación donde se despliegan barrios o asentamientos que en algunos casos se hallan compuestos exclusivamente por comunidades indígenas. La territorialidad se ha constituido en un concepto que permite comprender la posibilidad de pensar y visualizar a las comunidades indígenas en pleno siglo XXI en espacios diferentes a los de hace varios siglos atrás y esto mismo resulta un pivote en dos sentidos. Por un lado, las propias comunidades pueden recomponer su identidad estando distanciadas de los entornos físicos que tradicional o históricamente han ocupado, lo cual les brindó un abanico más amplio para demandar derechos al Estado en cualquiera de sus niveles y por otro, las instituciones y sociedades han dejado de encapsular elementos –en su mayoría tangibles o materiales como la vestimenta o los paisajes tradicionales-
como
condiciones para reconocer a las comunidades indígenas originarias como tales. La territorialidad entonces apunta a evitar el desarrollo y ejecución de políticas asistencialistas o paternalistas que afectan o anulan las posibilidades de desarrollo
118 indígena al fragmentar ese segmento inmaterial que es el territorio y reducirlo a uno de los múltiples aspectos que el mismo representa. En su lugar, plantea la posibilidad de generar políticas que afiancen la identidad colectiva mediante la reconstrucción conjunta entre las instituciones y las comunidades indígenas, de los imaginarios, los simbolismos y las relaciones que la memoria colectiva de los pueblos originarios mantiene viva en tierras diferentes o lejanas. La noción de territorialidad ha dotado de dinamismo a un colectivo que ha luchado contra la idea de estatidad ya que fue encasillado en un cúmulo de elementos materiales que en la actualidad han ido decantándose por el paso de los años y las ajustes que tuvieron que realizar para subsistir dentro de los Estados Nación. Como lo mencionaron Sepúlveda y Zúñiga, los territorios indígenas no son entidades inmutables y ahistóricas sino más bien objetos geográficos y dinámicos en constante redefinición y ello se debe a que lo indígena es en sí mismo algo en constante redefinición (2015). La territorialidad Wichí se encuentra fuertemente arraigada a los ríos Bermejo y Pilcomayo y al bioma denominado bosque chaqueño con una flora y fauna que permitieron a múltiples comunidades abastecerse de agua para consumo personal y cultivo de autoconsumo, así como una flora y fauna que conformaron actividades de caza y pesca y que proveyeron de materia prima a familias Wichí para realizar artesanías. Con el tiempo, el corrimiento de la frontera productiva de la mano de las grandes empresas dedicadas al agro, desplazaron a los pueblos y los llevaron a habitar espacios que en muchas ocasiones no eran familiares. El caso particular de la comunidad Wichí Lote 75 Misión Tierras Fiscales en tanto comunidad con personería jurídica y titularidad de las tierras que habitan y poseen, constituye un caso que, si bien se encuentra en proceso de recomponer la territorialidad en un ambiente muy familiar al que históricamente ocupaban, presenta condicionamientos en múltiples aspectos que no han sido atendidos por las instituciones de gobierno y que la sociedad desconoce debido a la falta de apertura a la participación de las comunidades. La reconstrucción espacial realizada en los talleres de mapeo y las entrevistas que complementaron la información, dejaron emerger que las necesidades de la comunidad radican en la búsqueda de apoyo para alcanzar la
119 autonomía y de alguna manera retornar a ciertas actividades tradicionales como la agricultura o la producción de artesanías. El gobierno municipal de Embarcación ha dispensado un tratamiento de barrio a una comunidad que es un espacio política y administrativamente diferenciado y por lo mismo, abordando de igual manera tanto al Lote 75 como a los demás barrios de la ciudad aun cuando las matrices y aspiraciones -en ambos casos- son esencialmente diferentes. Hasta el momento, el trabajo de las instituciones gubernamentales se ha agotado en la aplicación de planes y programas que se han caracterizado por ser desagregados. El abordaje de lo indígena se ha venido realizando a través de la segmentación de unidades temáticas que para la comunidad Wichí forman parte de un mismo universo. El caso de las ayudas sociales particularmente apunta a que las familias de las comunidades reciban un dinero mensual para costear alimentos básicos y que no suele alcanzar para una dieta completa y diversificada. El caso de los trabajos –en su mayoría informales al estilo changas- ha generado rupturas en las vinculaciones familiares cuando los hombres se ausentan de la comunidad durante largas jornadas o incluso semanas para trabajar en actividades vinculadas a las cosechas. El caso de los jóvenes ilustra el comienzo de la desintegración cultural que padece la comunidad ya que tienen la posibilidad de acceder a una educación primaria donde aprenden o preservan algunos elementos culturales tradicionales e históricos, pero ya en el nivel secundario se vive un quiebre con respecto a esa cultura. El acceso a dicho nivel educativo solo es posible en la ciudad de Embarcación y las enseñanzas que allí se imparten no se encuentran vinculadas a lo aprendido en el primario y no contemplan las actividades tradicionales Wichí. Los abordajes diferenciados o desagregados por ramas de actividades a partir de concepciones no indígenas son producto de la visión sesgada que separa dichos aspectos y los analiza por separado en tanto se busca enmarcar la problemática en el organigrama estatal -ya sea provincial o municipal- que distingue carteras ministeriales o secretarías encargadas de temáticas específicas como salud, trabajo, educación y acción social -entre otras- y que se caracteriza por una falta de diálogo entre aquellos. Ello forma parte de una manera de ver la realidad que no es compatible con el modo en que las comunidades indígenas perciben al entorno y lo
120 que sucede dentro de él donde prima la noción de totalidad interrelacionada. Los Sistemas de Información Geográfica Participativos contemplan la posibilidad de interrelacionar variables en un mismo plano o capa y al ser participativos, permiten elevar la voz -en este caso de la comunidad Wichí Lote 75- para que sea ella la que defina las prioridades en función de un modo relacional de percibir el espacio con múltiples componentes culturales e históricos. Ello, en definitiva, permite plasmar la territorialidad con el dinamismo que ésta conlleva y suplantar la estaticidad que deviene en anacronismo con que han sido representados los pueblos indígenas y sus tierras en los mapas y planos. Así también, es compatible con la segmentación temática propia de los gobiernos ya que puede integrar la información con la que cuenta cada área en un formato de capa y elaborar un mapa integral de la situación.
3)
¿Cuáles son las características demográficas, sociales, económicas,
políticas y territoriales de la Comunidad Wichí Lote 75 Misión Tierras Fiscales?
Con vistas a atender el objetivo general de la investigación, se planteó la importancia de conocer las características demográficas, sociales, económicas, políticas y territoriales de la Comunidad Wichí Lote 75 Misión Tierras Fiscales. La información que arrojaron tanto las entrevistas realizadas con algunos miembros de la Comunidad, la Municipalidad, el Concejo Deliberante y los vecinos, como la información obtenida a través de los mapeos, permitió comprender de manera más concreta y clara, los planteos que se mencionaron anteriormente alrededor de la territorialidad y la importancia de no desagregar aspectos de la vida y atenderlos de manera aislada o separada. En términos demográficos, la Comunidad Wichí Lote 75 se encuentra conformada por aproximadamente 150 familias que se traducen estimativamente en casi mil personas habitando el Lote 75. La distribución por género presenta ligeramente una mayoría de mujeres y en términos etarios se destaca la franja de 10 a 17 años como la más poblada. En cuanto al aspecto social y económico, históricamente los Wichí se caracterizaron por dedicarse a la caza, la pesca y la agricultura y en ese sentido
121 una de las principales características fue la movilización y el asentamiento en los territorios cercanos al río. Sin embargo, actualmente las familias del Lote han modificado las actividades que con anterioridad ocupaban la mayoría de su tiempo. El presente alejó a los jóvenes y adultos varones de su Comunidad para ocupar empleos de jornaleros en las quintas o lotes que rodean a la ciudad de Embarcación e incluso en aquellos que se encuentran más alejados de la misma para trabajar en la cosecha. Por lo mismo, las mujeres han pasado a ocupar un rol de defensa cultural dentro del Lote 75 ya que son quienes mantienen el idioma Wichí y lo transmiten a las nuevas generaciones aun cuando éstas se encuentran cada vez más reticentes a aprenderlo debido a la discriminación que manifiestan padecer en la ciudad cuando lo utilizan. La falta de recursos ha impedido el desarrollo de actividades tradicionales como los cultivos o la producción de artesanías ya que el área desmontada del Lote 75 se encuentra ocupada casi en su totalidad por viviendas y no hay espacios disponibles para otras actividades. Si bien algunos terrenos familiares tienen huertas comunitarias, las mismas no son sostenibles debido a algunos problemas con el acceso al agua. Aun cuando cuentan con una escuela y un centro de salud, los miembros de la Comunidad han manifestado la necesidad de reacondicionar dichos espacios ya que actualmente las condiciones edilicias de ambos no permiten el aprendizaje o una atención correcta ya que existe sobrepoblación en las aulas y falta de insumos en el puesto sanitario. Entre las “changas” –prestación de servicio circunstancial a cambio de un pago inmediato- los programas sociales de ayuda económica que brinda el Estado y las jornadas extendidas de trabajo en la cosecha, las actividades que en otro tiempo permitían el desarrollo de los Wichí, hoy no son posibles ya que más de la mitad de los habitantes del Lote 75 se encuentra fuera del mismo por largas horas al día y ello no permite sostener prácticas culturales ni mucho menos transmitirlas. En la misma línea, los desmontes del monte chaqueño han modificado el ecosistema por lo cual es más difícil obtener a través de la caza el alimento, sumado a las restricciones generadas por los alambrados de las tierras en la zona del Chaco que impiden el tránsito a quienes deciden recolectar por el monte diversos elementos para consumo o producción de vestimenta y/o artesanías. Al no ejercer las
122 actividades que tradicionalmente realizaban, hoy la transmisión de la cultura está llegando a ser meramente anecdótica y ello supone una pérdida en el acervo cultural irreparable. En términos políticos, la comunidad cuenta con una organización interna que ha tenido que adaptarse a la falta de un Estado accesible y cercano a ella ya que el cacique es el miembro más anciano de la Comunidad pero ha tenido que compartir la autoridad en cierto modo con el representante de la comunidad, un hombre un poco más joven y que maneja el idioma castellano lo suficientemente fluido como para encargarse de ir hasta el centro de la ciudad y tramitar documentos o elevar peticiones así como realizar los seguimientos de expedientes iniciados por diversos temas. Lo que destacan los miembros de la Comunidad de manera negativa, es la falta de apoyo estatal en el proceso de fortalecimiento de la autonomía territorial ya que la relación con el Estado es asistencialista y tanto el manejo de recursos como las decisiones sobre el ordenamiento espacial del Lote 75 no cuentan con mecanismos que promuevan o faciliten la participación de las familias Wichí. De esta manera, la Comunidad se ve obligada a aceptar lo que la Municipalidad dispone para ella. Finalmente, en cuanto a la territorialidad, la Comunidad se percibe como rural aun cuando se encuentra a poco más de tres kilómetros del centro de la ciudad de Embarcación y posee el dominio de las tierras bajo un régimen de propiedad comunitaria lo que no permite una subdivisión catastral interna ni el desprendimiento de parcelas del Lote 75. El principal conflicto que la comunidad menciona respecto de la territorialidad es la falta de funcionalidad que hoy tiene el espacio ocupado ya que desde que se asentaron en el terreno hace casi cuatro décadas, se fueron anexando familias hasta conformar la Comunidad actual y con ello perdieron espacios libres para realizar otras actividades. Este hecho es fuertemente señalado por la propia comunidad como el proceso no intencional de conversión hacia un barrio o asentamiento urbano situado en los márgenes de la ciudad en el que solo hay viviendas y que se encuentra profundamente empobrecido por la falta de presencia estatal. De este modo, conviven con la ausencia de servicios básicos como desagües, recolección de residuos, alumbrado público que brinde mayor
123 seguridad, falta de transporte, falta de mantenimiento de las calles y un acceso restringido al agua –fundamentalmente en verano-. Como corolario de esta situación, no perciben contención estatal ni apoyo para el desarrollo y frente al desempleo o la constante estigmatización del resto de los habitantes de Embarcación, los jóvenes se encuentran constantemente amenazados por los vicios que atentan contra su salud como la droga y el alcohol.
4)
¿Cuáles son los factores que obstaculizan y/o limitan el proceso de
ordenamiento territorial y la consecución de la territorialidad en la Comunidad Wichí Lote 75 Misión Tierras Fiscales?
En el recorrido hacia conocer el alcance de los SIGP en el proceso de la recomposición territorial, se contempló la necesidad de conocer cuáles eran los factores que estaban obstaculizando o limitando el proceso de ordenamiento territorial y la consecución de la territorialidad en la Comunidad Wichí Lote 75. En este punto, inicialmente se destacó el hecho de que la Misión Tierras Fiscales es una comunidad que cuenta con personería jurídica lo cual la convierte en sujeto de derecho y obligaciones para el Estado argentino y posee la titularidad de las tierras que ocupa, hecho que posiciona a la comunidad en un lugar de autonomía desde lo legal y lo formal. Sin embargo, existen rupturas en cuanto al ejercicio de dicha autonomía dese su posición como Comunidad Indígena y como barrio de la ciudad de Embarcación. El denominador común en ambos casos es que no existen espacios de consulta y participación que permitan la injerencia de las familias Wichí en el proceso de construcción de territorialidad y la variable que acentúa esta estratificación, es el factor cultural. Las concepciones y patrones de relacionamiento difieren del discurso hegemónico que mantiene el Estado en sus distintos niveles y no existen mecanismos de integración en la ciudad, que eviten la segregación a la cual se encuentran expuestas hoy las comunidades indígenas. El abordaje que ha venido haciendo el municipio de Embarcación con el Lote 75, como si se tratara de un barrio más de la ciudad, ha generado una forma de dependencia espacial aun cuando la tierra que habita la Comunidad Wichí le
124 pertenece a la misma por ley. En este sentido, están en juego mecanismos de control espacial y humano que han venido superponiendo políticas de contención y de estratificación territorial mediante barreras físicas y urbanas e instrumentos de comunicación discursivos en distintos formatos –como los planos y mapas institucionales- que buscaron mantener el status quo del territorio y todo lo que lo atraviesa o sobre él se representa. Como se ha mencionado anteriormente, existe en la forma en que se encuentra desplegada actualmente la urbanización de Embarcación, un conjunto de impedimentos materiales y simbólicos que no permite al Lote 75 el ejercicio de una territorialidad íntegra y autónoma. Entre aquellos impedimentos, se contemplan barreras físicas y urbanas que refieren a distancias o segmentaciones a través de calles y caminos sin mantenimiento y que con facilidad se ven impedidos de transitar, así como descampados que anteceden el ingreso a las Misión Tierras Fiscales donde además los servicios básicos no llegan. Estos elementos en su conjunto conformaron un marco que ha venido comprimiendo las posibilidades de desarrollo interno y no han favorecido el reconocimiento y ejercicio de sistemas de organización interna, así como de formas autonómicas de funcionamiento y relación con el Estado en cualquiera de sus niveles. A través de las entrevistas realizadas, tanto en los discursos institucionales como el boca a boca de la calle, se pudo comprobar que se encuentra muy presente la idea de que las comunidades indígenas son autónomas por lo cual deben autogestionarse. Sin embargo, el Convenio 169 de la OIT expresó que son los gobiernos, quienes deben tomar las medidas necesarias para garantizar a los pueblos indígenas la protección efectiva de los derechos de propiedad y posesión respecto del territorio. En este sentido no se constituye como argumento válido contemplar el distanciamiento o la no injerencia estatal sobre los asuntos de las comunidades como un modo de respetar la autonomía de aquellas. Contrariamente a ello, el Lote 75 viene exigiendo la colaboración horizontal entre el Estado y la Comunidad donde se reconozca la legitimidad del conocimiento y las estructuras locales y que, sobre dicha base, se generen canales de participación y construcción tendientes al desarrollo y pleno ejercicio de la territorialidad.
125 Pese a que la ciudad de Embarcación tiene una fuerte presencia interétnica e intercultural, está atravesada por discursos tendientes a la homogeneidad, la fragmentación de simbolismos indígenas y la atenuación de la diversidad y no trabaja por proteger la diversidad cultural que se pierde de manera acelerada. Algunos de los miembros del Lote 75 entrevistados, manifestaban que la pérdida del idioma materno, por ejemplo, se debía en gran medida a que las nuevas generaciones de niños y jóvenes optaban por no aprenderlo ya que lo percibían como un estigma. En la misma línea, los vecinos de Embarcación que fueron entrevistados expresaban que los Wichí debían integrarse más y acercarse al idioma castellano. Dado que los niños y jóvenes de la Comunidad Wichí asisten al colegio mayormente en la ciudad, solo aprenden el idioma materno y algunas costumbres en la escuela que se encuentra dentro del Lote 75. Sin embargo, la imposibilidad de utilizar esos conocimientos sin sentirse discriminados ha conducido a la comunidad hacia la pérdida de un acervo cultural que cada vez es mayor ya que la cultura se mantiene viva mientras se transmite y practica y en las condiciones actuales, las nuevas generaciones prefieren dejar de lado los elementos que los diferencian del resto de los habitantes de Embarcación. Al no contar con puntos de encuentro -ya sean físicos o simbólicos- en términos interculturales que permitan la coexistencia de la diversidad sin caer en prácticas hegemónicas que colocan en un lugar de subalternidad y marginalidad a las manifestaciones culturales indígenas, la subsistencia de la cultura Wichí se halla confinada hacia el interior del Lote 75. En estos términos, hay una guetización de la cultura que ha llevado a concebir el espacio físico sobre el cual se encuentra asentada la Comunidad Wichí como una fortaleza antes que como un espacio para el ejercicio de la territorialidad Las distancias o falta de infraestructura han funcionado como muros invisibles que dejaron marcadas distinciones sociales y culturales en la periferia urbana de Embarcación, profundizando la exclusión de aquellas comunidades indígenas que residen en dicha periferia. En las entrevistas a vecinos, éstos demostraban pleno conocimiento respecto de la presencia de familias pertenecientes a distintas etnias indígenas y el estado de precariedad en que aquellas se hallan sumidas. La naturalización con la que la municipalidad y los vecinos de Embarcación relataron
126 el estado de las familias del Lote 75 específicamente, se hallaba atravesada por una estratificación social anclada a una estratificación territorial que se desprende de un repliegue estatal en distintos niveles. Debido a la persistencia de anacronismos que mantienen vigente en la memoria institucional y colectiva una noción del “ser indígena” anterior al siglo XVIII y a la consolidación de los Estados nacionales, existen planteos y discusiones sobre la participación estatal que es vista por el mismo Estado –en cualquiera de sus niveles- como una interferencia en el ejercicio de la autonomía y la identidad indígena. Por consiguiente, el alumbrado público, los servicios de agua potable o las calles en buen estado son algunos de los derechos que hoy el Lote 75 tiene a medias en un espacio físico que no se encuentra adaptado para el ejercicio de la territorialidad indígena en pleno siglo XXI porque el Estado, a través de sus instituciones, no se encuentra capacitado para abordar las problemáticas indígenas en este siglo. La impronta asistencialista que hasta el momento viene aplicando el Estado a su relación con los pueblos indígenas, es una de las causas principales por la cual la Comunidad Wichí no puede alcanzar la autonomía plena y no permite al Estado diversificar el acercamiento con las etnias. La matriz que sustenta estas falencias responde en gran medida a la concentración de recursos simbólicos y materiales que tiene el Estado y que, al no distribuirlos, impide la participación de Lote 75 en la construcción de su desarrollo y porvenir. Las desigualdades territoriales de la Comunidad Wichí con respecto al resto de la ciudad de Embarcación se resumen en una situación de exclusión institucionalizada que ha cristalizado de manera errónea un vínculo entre pueblo indígena y pobreza. El núcleo de la asimetría social que se profundiza en la ciudad entre indígenas y no indígenas se encuentra arraigado en el desbalance que existe en las disputas políticas por el manejo del espacio donde la distribución espacial se planteó y se realizó desde una perspectiva culturalmente fragmentada y excluyó del proceso de planificación espacial a quienes habitan el espacio. En este sentido, la condición de plurietnicidad que identifica a la composición de la población de Embarcación, así como la situación de periurbanidad que caracteriza a la mayoría de las comunidades indígenas de la ciudad, no se encuentran contenidas en el discurso espacial materializado en la cartografía institucional, el imaginario colectivo y las políticas
127 públicas. Por tal motivo, el Lote 75 se encuentra incapacitado para articular su universo simbólico en el espacio que actualmente ocupa y ello es una expresión de la falta de democratización en el control del espacio y consecuentemente en las dinámicas y patrones de acción política en términos espaciales y simbólicos. Con vistas a facilitar la consecución de la autonomía territorial del Lote 75, se precisa de una democratización espacial que dé lugar al protagonismo de quienes habitan el espacio a través de la socialización de herramientas que permitan la expresión de la voluntad de la Comunidad y con ello, sus concepciones sobre el territorio y el manejo de éste en función de las significaciones que le atribuyan. La articulación de políticas tendientes al ordenamiento del espacio requiere que el Estado emplee los recursos necesarios para hacer partícipes a quienes viven en el espacio, del proceso de definición y toma de decisiones y que, al mismo tiempo conozca los efectos positivos y negativos que los flujos demográfico-sociales tienen sobre los distintos grupos culturales que conforman a la ciudad y sus identidades.
5)
¿Cuáles son las ventajas y limitaciones de los Sistemas de Información
Geográfica Participativos para reordenar el espacio físico en la Comunidad Wichí Lote 75 Misión Tierras Fiscales?
Finalmente, para comprender el rol de los SIGP en la recomposición territorial, se buscó conocer las ventajas y limitaciones de estos en el reordenamiento del espacio físico de la Comunidad Wichí. En este sentido, se analizaron los resultados de la Cartografía Social, el análisis FODA y la digitalización de los mapas comunitarios. Inicialmente, tres jornadas de trabajo intenso que incluyeron encuentros de participación y conversación con las familias de la Comunidad Wichí Lote 75 Misión Tierras Fiscales, fueron el escenario de construcción de conocimiento a través de las cuales se generaron nuevos mapas sobre los que se plasmaron las concepciones disidentes respecto del territorio que tenía la Comunidad. En el desarrollo de los talleres de mapeo, se pudo observar que el Lote 75 se hallaba fuertemente atravesado por la periurbanidad, una condición en la que viven desde hace más de 35 años. Frente a la verticalidad que la Comunidad percibe en la
128 política y la falta de integración de las diversidades culturales en los discursos oficiales, la base de trabajo cartográfico se asentó en un amplio arraigo a la narrativa oficial relacionada al espacio, el manejo de recursos y el ordenamiento territorial que proyectaron las familias Wichí. En este sentido, el carácter esencialmente colaborativo de los SIGP se constituyó en el puente que permitió la deconstrucción del espacio y la recomposición territorial, con base en la experiencia de la vivencia cotidiana y las memorias del pasado. El empleo de los SIGP permitió desafiar las representaciones cartográficas dominantes a través de la Cartografía Social, herramienta que dejó emerger el modo en que el discurso estatal ha venido interpelando e invalidando las expresiones de diversidad cultural anulando los basamentos conceptuales y culturales diferentes a los que conforman la narrativa que se encuentra institucionalizada y que convirtió al Lote 75 en una extensión de la ciudad de Embarcación bajo la forma de un barrio marginal y empobrecido. La ejecución de la Cartografía Social permitió comprobar que la toma de conciencia sobre el territorio con los conflictos y carencias que lo atravesaban se encontraba presente y arrojó resultados en términos intra y extracomunitarios. Por un lado, en un sentido intracomunitario, el ejercicio del mapeo posibilitó la identificación de los potenciales, las carencias, las coincidencias y/o disidencias del despliegue territorial en el presente, lo que se tradujo en un conocimiento más profundo del espacio que habitan. Por otro lado y en un sentido extracomunitario, la Cartografía Social contribuyo a romper la barrera del silencio ya que los participantes del mapeo fueron irrumpiendo de manera progresiva con cuestionamientos hacia las imágenes y mapas bases empleados. “Disculpe, aquí tengo que marcar una calle que tenemos entre estos dos terrenos, pero en el mapa base no está, tampoco en el plano de la Municipalidad, ¿puedo hacerlo igual?” fue una frase recurrente que expresaron en varias oportunidades los participantes en el proceso de elaboración del mapa comunitario. Aquel interrogante dejo ver con claridad la relación entre mapa y poder -en términos fáctico y simbólico- que envuelve a los procesos de territorialidad encabezados por las instituciones en distintos niveles y que se cristalizan en la cartografía y la distribución espacial, así como en la gestión del territorio. El trazado del territorio sobre el cual se constituye el Lote 75 si bien tuvo como guía referencial
129 un conjunto de imágenes satelitales y el plano de la Municipalidad, terminó desafiando la hegemonía del discurso estatal, así como develando la inexistencia de neutralidad en la práctica cartográfica. El marcado de calles que en los planos “oficiales” no estaban, pero en la realidad de la cotidianeidad sí, despertó en la comunidad participante del proceso de mapeo colectivo, la fuerte creencia que los mapas oficiales no son tan exactos como se cree por lo que pueden modificarse y, fundamentalmente, la creencia de que su conocimiento sobre el espacio resulta válido. Esta creencia se profundizó cuando se realizó un breve ejercicio comparativo que consistió en mostrar dos planos de la ciudad emitidos por la Municipalidad, uno correspondiente al año 2015 (Anexo 11) y otro actualizado al año 2018 (Ver Mapa 6). Lo que allí se pudo observar fue que en el plano del año 2018 se realizaron modificaciones, se señalaron nuevos barrios o instalaciones, pero el Lote 75 no sufrió cambios en el papel, pero sí en la realidad y ello a fines prácticos en materia política implica errores de diagnóstico y consecuentemente, de acción. El contraste entre el espacio percibido por las instituciones y el espacio vivido por la comunidad –haciendo uso de las categorías de análisis propuestas por Lefebvreya había sido expuesto por los niños y niñas Wichí quienes con amplia libertad manifestaron que los mapas e imágenes empleados como base, se hallaban incompletos demostrando así la escasa permeabilidad de los discursos externos sobre sus concepciones del espacio. Las expresiones de los más pequeños y el proceso de desapego progresivo respecto de las definiciones dadas desde afuera que se dio entre los jóvenes y adultos de la Comunidad se constituyeron en el puntapié inicial para no solo modificar los planos añadiendo lo que ya existía, pero no estaba asentado, sino que además fue la ventana de oportunidad para pensar qué podría añadirse de nuevo y generar más bienestar y desarrollo dentro de la propia Comunidad. La premisa fundamental de la Cartografía Social rondaba en torno a la participación por lo cual se fue esbozando un marco de libertad y apertura para comenzar a recomponer la territorialidad, una libertad que fue in crescendo. Paulatinamente fueron surgiendo cada vez más consultas sobre la posibilidad de demarcar calles que existían, pero no se hallaban presentes en los planos o mapas base, hecho que
130 demostraba el fuerte constreñimiento y la influencia que la cartografía “oficial” estaba ejerciendo sobre las familias –fundamentalmente sobre aquellos que tenían mayor contacto con el “pueblo blanco”-. En este aspecto, fue notorio que quienes tenían este vínculo con “el pueblo blanco” como denominaban las familias Wichí a las personas que no se identificaban como indígenas, eran quienes más limitados se sentían para pensar el espacio. Mientras los jóvenes que asistían al colegio en la ciudad y un grupo de varones se cuestionaban respecto de si no resultaba poco veraz demarcar algo que en los planos de la municipalidad no estaba asentado, varias mujeres expresaban con firmeza que el mapa que estaban elaborando tenía que registrar lo que existe y en todo caso que debía ser la municipalidad quien debía modificar su plano porque estaba incompleto. La insistencia de las mujeres por liberarse de la mirada institucional para reelaborar su mapa constituyó un paso importante en el proceso de deconstrucción espacial y recomposición territorial sentando una base firme para considerarse a sí mismos como sujetos del territorio capaces de narrar en forma gráfica su entorno y con mayor grado de precisión que cualquier agente externo. Finalizada la etapa de mapeo sobre el estado actual del Lote 75, quedo entre los presentes un conjunto de cuestionamientos que a modo de interrogantes en impersonal buscaban exteriorizar las inconformidades sobre el Estado tanto en su rol como en su ausencia a la hora de acompañar el desarrollo de la Comunidad Wichí. ¿Por qué hay tan poco alumbrado público para nosotros? ¿Por qué no podemos tener un lugar donde nuestros niños y jóvenes puedan jugar sin que nos preocupemos? ¿Por qué no empezamos a aprovechar tanto terreno para cultivo propio? ¿Por qué no puede haber un servicio que nos junte la basura? ¿Por qué tan chico nuestro centro de salud? ¿Por qué no podemos contar con un policía? “Mirá, hay espacio para más escuela”. Una lista de Porqués fue el disparador que los llevó a pensar en las necesidades y la funcionalidad de aproximadamente 300 hectáreas poco aprovechadas. Dichos interrogantes fueron seguidos por la realización del análisis FODA que condensó largas horas de debates y cuestionamientos, así como la elaboración mental de escenarios diferentes al del Lote 75 en los términos actuales. Una vez terminado el FODA, se avanzó en la generación de
131 modificaciones a la organización del espacio físico de la mano de lo que la Comunidad consideraba necesario o adecuado. Nuevamente, en el paso de la oralidad a la realización por escrito, se asomó una vez más la duda respecto de si alguien que no fuera la Municipalidad o en sus palabras “gente más capacitada”, podría hacer modificaciones en el ordenamiento físico del espacio. Ante la consulta que indagaba sobre qué acciones o modificaciones deberían llevar adelante en el Lote 75 para generar mejoras, una de las respuestas más generalizadas por los miembros de la Comunidad que participaron en el taller expresaba “¿Esas cosas no las sabe hacer mejor la Municipalidad?”. Este tipo de interrogantes dejó entrever que el ejercicio de la territorialidad en un marco de diversidad cultural no solo requiere contar con la titularidad de las tierras que ocupan sino también depende del trato y apoyo que diversas instituciones tienen para con la comunidad, los cuales pueden generar dependencia –en diversos grados- o contribuir con la autonomía. Sobre esa base se da el salto de la formalidad al pragmatismo en el camino hacia la recomposición territorial. En esa línea, el mayor desafío en el proceso de mapeo colectivo se acentuó en la posibilidad de modificar lo existente y fueron principalmente las mujeres –quienes además son las que mayor tiempo pasan dentro de la comunidad y menor contacto tienen con la ciudad de Embarcación- las que dieron el puntapié inicial expresando inconformidad con la sobrepoblación de chicos en la escuela. A partir de allí comenzaron a plantear la falta de espacio y disfuncionalidad del centro de salud, la posibilidad de que hubiese un depósito común a la entrada del Lote en el cual se acumularan los residuos –que dado el contacto con nuevos patrones de consumo ya no solo incluía residuos orgánicos sino también inorgánicos como el plástico- y se incluyera un servicio de recolección, la necesidad de un espacio común de esparcimiento y/o contención para evitar que los jóvenes incurran en vicios como vía de escape al aburrimiento y que los niños tengan que ir hasta el centro de la ciudad para acceder a una plaza. Así también, remarcaron la importancia de un sector destinado a la agricultura para el autoabastecimiento –considerando los problemas de desnutrición o malnutrición principalmente en los más pequeños
132 debido a los costos de una dieta balanceada- y el requerimiento de una posta de seguridad o vigilancia. El conjunto de elementos que contemplaron como necesarios en la generación de un escenario futuro alternativo resulto distintivo en tanto dejo entrever cómo la territorialidad, lejos de anclarse en las concepciones y tradiciones puramente ancestrales, se acopló de manera contextualizada a la condición de periurbanidad en la que se encuentra en el presente la Comunidad Wichí. Desde un enfoque socioterritorial, la capa correspondiente a las modificaciones sobre el ordenamiento físico del espacio comunitario representa la ruptura con respecto a las representaciones hegemónicas de lo indígena que anclan la identidad en un espacio y tradición ahistóricos, así como también ilustra un cuestionamiento hacia la aparente inconsistencia que supone pensar de manera conjunta y simultánea a la modernidad, el indigenismo y el urbanismo. Supone un anacronismo asociar lo indígena exclusivamente a lo rural siendo que este espacio se encuentra en el presente acaparado por la modernidad de la economía agroexportadora y la industria. En esa línea el Lote 75 no se encuentra aislado del flujo urbano que condensa la ciudad de Embarcación, sino que se halla permeado por ésta dando lugar a una geografía periurbana indígena en la cual la ciudad vista desde la comunidad Wichí ya no se constituye como una barrera de contención para la expresión de la territorialidad, sino que se convierte en un espacio de referencia para la reafirmación identitaria. Como resultado se contempló la posibilidad de retornar a la práctica de determinadas actividades tradicionales como la agricultura, pero al mismo tiempo, conscientes no solo de las dinámicas urbanas sino de que están insertos de manera más o menos cercana en ellas, surgió la necesidad de pensar en medidas de seguridad sobre los bienes materiales así como la instalación de una posta de seguridad o destacamento policial para impedir que se repitan actos vandálicos como los que sufren esporádicamente y que incluyeron destrozos por parte de personas ajenas a la comunidad hacia el limitado alumbrado público con que cuentan y que actualmente se encuentra fuera de funcionamiento o así como el robo de elementos de la escuela y del salón de usos múltiples.
133 “Este mapa está hecho a mano”, “Es como si cualquiera pudiera hacer un mapa”, “¿Esto es válido para que nos atienda alguien?” son algunos de los cuestionamientos con que la comunidad demostraba que aún faltaba algo para creer que el proceso realizado en aquellas jornadas era legítimo, genuino y valioso. Fue en este marco que los SIG vinieron a reforzar la producción cartográfica. La aparente inconformidad con el producto del taller de mapeo colectivo fue una forma más en que se manifestó la subalternidad en la que se hallaba sumergida la comunidad y que le impedía pensar en la legitimidad de la recomposición que realizo de la territorialidad, ahora inserta en un contexto de periurbanidad. De este modo, la incorporación de tecnología SIG con enfoque participativo vino a complementar un proceso discursivo permitiendo la integración de información social proveniente de la comunidad con datos del territorio para elaborar una propuesta formal en la cual se visualizasen las dinámicas sociales y aquellas cuestiones que afectan de manera directa o indirecta a la Comunidad Lote 75. El empleo de la tecnología de procesamiento de datos habilitada por los SIG tuvo como propósito la integración de un conocimiento “experto” con las necesidades y capacidades de las comunidades locales que se encontraban involucradas. Este hecho estuvo intrínsecamente arraigado al fortalecimiento de la participación ciudadana en el proceso de planificación y ordenamiento espacial desde una perspectiva que otorgó protagonismo a la comunidad ya que aquella participación fue la base para el proceso de digitalización y formalización cartográfica. En este sentido, los SIGP se constituyeron en el impulso tendiente al empoderamiento ciudadano indígena, en tanto contribuyeron a incrementar el potencial creativo y narrativo de los miembros de la Comunidad Wichí al incorporar su conocimiento en la elaboración de cartografía digitalizada. Además, se colocó el énfasis en la participación de la comunidad para la producción de información geográfica posicionando a la Comunidad como una fuente de información certera. El planteo de la inconformidad que se mencionó anteriormente llevaba consigo de manera implícita, la consideración de la premisa casi obligatoria de emplear el mismo lenguaje visual para considerar que el producto cartográfico generado por la Comunidad fuera un discurso sujeto de ser considerado por agentes externos a la
134 misma. A través del software QGIS, se procedió a la digitalización de un mapa realizado íntegramente por la comunidad que incluyó las referencias elaboradas por ellos y que sintetizaba un conjunto de discusiones, debates y aprendizajes que fueron el resultado de los encuentros de mapeo en los que el poder de narrar estuvo en manos de los verdaderos protagonistas del espacio: las familias Wichí que lo habitan. El empleo de los SIG aportó la cuota de institucionalidad que la comunidad Wichí consideró, le faltaba al mapa para que éste se constituyera en una imagen acreditada. Asimismo, la posibilidad de emplear un software libre de código abierto posibilitó acercar a la Comunidad una herramienta que posteriormente pudiera ser reutilizada de manera irrestricta. En cierta forma, las convenciones respecto de lo que la cartografía debe ser y hacer se hallaban fuertemente arraigadas en el imaginario colectivo de la comunidad. Por ello supuso un acto de apertura y democratización discursiva el poner a disposición de la Comunidad Wichí Lote75 herramientas como los SIG para “traducir” el mapa comunitario a un lenguaje visual que en los términos actuales se considera más formal y se acerca a un discurso institucional pero que no por eso pierde la esencia colaborativa y descentralizada que el pluralismo periurbano indígena requiere para salir de la marginalidad. En términos generales existió una barrera de accesibilidad a tecnologías de información que implicaban acceso y manejo de hardware, software y un know how en lo que respecta al manejo de interfaces que, por cuestiones de tiempo para el desarrollo de esta investigación y de recursos que abarcan niveles que exceden a la misma, no fue superada en la totalidad. Las limitaciones no se centraron tanto en la comprensión de los resultados de la aplicación SIGP ni de su impacto en distintos ámbitos, sino que las barreras fueron principalmente técnicas y materiales. Al finalizar el taller, el interés de los más jóvenes en volver a interactuar con mapas e imágenes satelitales quedó evidenciado cuando consultaron sobre la posibilidad de repetir la experiencia. Este grupo etario expresó la voluntad de interiorizarse más en el manejo de aplicaciones que permitan visualizar y analizar información ya que plantearon que si más adelante comenzasen con modificaciones en el Lote, querrían tener los conocimientos para actualizar los mapas. En este sentido, quedó abierto como un espacio de oportunidad la consideración en el mediano y largo
135 plazo de dejar planteada la inquietud en dependencias ministeriales e institucionales para formular espacios extracurriculares donde se acerque esta tecnología a la juventud en general, pero de manera específica a los niños y jóvenes de la Comunidad Wichí Lote 75. De este modo, la hipótesis planteada para la investigación fue aceptada. Tanto los mapas comunitarios como la digitalización de estos a través de QGIS, materializaron la manera en que la intervención comunitaria puede lograr la transformación socio-territorial desde una perspectiva comprometida y reflexiva, plasmando la esencia de la Geografía Comunitaria como el puente que permite expresar la diversidad y el pluralismo a través de la generación de discursos e iniciativas locales. El proceso pudo ilustrar que los saberes técnicos y los saberes locales cuando apuntan a un mismo objetivo se complementan y no se superponen, logrando maximizar los recursos con vistas a generar desarrollo. La deconstrucción espacial, la recomposición territorial y la participación que atravesó las jornadas de mapeo colectivo hizo de los mapas, herramientas y agentes de cambio que alteraron las relaciones de poder. Esto no es tanto porque las modificaciones realizadas en el papel fueran a ser materializadas de manera inmediata sino más bien porque dejaron entrever que el control del ejercicio cartográfico por parte de las instituciones– y todos los impactos que genera el mismo sobre la identidad y la territorialidad- se ve debilitado cada vez que una voz “no oficial” se anima a desafiar el status quo cuestionando discursos de los que no puede apropiarse por ser poco representativos y generando contra-narrativas con las que puede sentirse identificado. Los mapas, lejos de constituirse en discursos neutrales ni mucho menos objetivos, son un ejercicio político que plasma intereses, valores y significados condicionados por las estructuras simbólicas de quienes los realizan. Como pudo observarse en el caso de estudio, la influencia de los SIGP, fue efectivamente un puntal en el proceso de construcción de autonomía indígena.
136
CONCLUSIONES La posibilidad de ser parte del proceso de construcción de conocimiento y de la puesta en práctica de dichos saberes para resolver problemas coyunturales, constituye una deuda pendiente para las comunidades indígenas en general y del Norte Argentino en particular. En este sentido, la experiencia participativa profundizada a través de los talleres de Mapeo Colectivo desarrollados con la Comunidad Wichí Lote 75 Misión Tierras Fiscales, despertó un interés y compromiso entre los participantes de la investigación al reconocerse como beneficiarios directos del despliegue investigativo que se realizó en el Lote 75 y que permitió entre otros logros, reforzar el conocimiento sobre su comunidad, introducirse en el manejo de datos geográficos a través de la lectura de imágenes satelitales, mapas y planos y profundizar estrategias de comunicación con instituciones, basadas en la cartografía para generar acciones colectivas con vista a incrementar el desarrollo interno del espacio que ocupan. La herramienta metodológica que funcionó como catalizador de la acción participativa fue el Mapeo Colectivo. El uso de Cartografía Social fue el puente que posibilito el arribo a un nuevo escenario de planificación del espacio físico atendiendo cuestiones culturales que surgieron de boca de quienes participaron del proceso. La población de la Comunidad formó parte de la investigación de manera activa en un doble nivel: por un lado, aportando datos que se transformarían en información y, por otro lado, en el proceso de repensar su historia y su presente para poder, sobre la base de esos datos, idear nuevos escenarios. De lo que se trató fue de abordar la realidad no solo para investigarla y conocerla sino también para transformarla. La aplicación de las herramientas cartográficas participativas en el desarrollo de la Investigación se apoyó en el acercamiento entre saberes locales y saberes técnicos que contribuyeron a romper el esquema de hegemonía estatal a la hora de pensar y decidir sobre el espacio. En este sentido, la convergencia antropológica y geográfica para representar el espacio sobre el cual hoy se despliega la vida del Lote 75 y que se materializó empleando los SIGP, pasó de ser un escenario posible
137 a uno necesario. Considerando que el Lote 75 –en tanto espacio físico y político a través del cual la Comunidad Wichí esperaba poder ejercer sus derechos-, no siguió un desarrollo planificado ni ordenado y que la gestión política e institucional priorizó criterios de ordenamiento generales concibiendo al Lote 75 como una extensión de la barriada de Embarcación, la generación de apertura plural y horizontal a través de los ejercicios cartográficos mediante los cuales se intentó repensar el espacio, que incluyeron leer los mapas base, graficar el estado actual del Lote en un mapa comunitario, participar de un análisis FODA y pensar un escenario alternativo en el Lote, dejó entrever que la Comunidad no solo tuvo plena conciencia del proceso de diagnóstico y diseño cartográfico sino también de la importancia que tiene generar una complementariedad en el lenguaje para cuestionar discursos institucionales. El final de las jornadas destinadas a realizar reconstrucciones espaciales a partir de la perspectiva y el punto de vista de la Comunidad Lote 75 dejó un conjunto de planos
dibujados
que
plasmaron
debates,
concepciones,
rupturas
y
cuestionamientos. Sin embargo, las capas que contenían información sobre el estado actual del Lote 75 y la reconstrucción de un escenario en el que primaron las nociones, decisiones y proyectos provenientes de las percepciones y vivencias de la comunidad atravesadas por la memoria y las pretensiones de reivindicación históricas, se vieron amenazadas recurrentemente por el fantasma de la validez, la idoneidad y la institucionalidad que la concentración unívoca del discurso espacial ha dejado en el inconsciente de las familias Wichí. En este sentido el proceso de apertura deconstructiva del espacio que se planteó como base para esta investigación y que tuvo como horizonte el aporte hacia una Geografía Comunitaria, asumió como mayor desafío el desapego de la subalternidad discursiva en que se hallaba la comunidad Wichí, la cual se materializó en la aceptación de lo vigente desde una posición pasiva y en un cúmulo de sensaciones de incomodidad e inseguridad para cuestionar mapas e imágenes sobre el espacio que habitan. Los resultados digitalizados del mapeo generaron dentro de los participantes de la comunidad, la creencia de que no se trata tanto de decir algo diferente sino de hacerlo en un lenguaje similar para que sea tenido en cuenta. Por ello, el paso de un mapa hecho a mano a la digitalización de aquel empleando una base con
138 imágenes satelitales fue el salto de conciencia y creencia de que es posible mejorar los canales de escucha con el Estado municipal y plantear reclamos o necesidades de una manera más directa. Mediante los resultados obtenidos fue posible analizar la influencia de los SIGP en el proceso de recomposición de la territorialidad de la etnia Wichí aplicando dichas herramientas como un apoyo a la generación de un reordenamiento espacial participativo en el territorio ocupado por la Misión Lote 75 Tierras Fiscales. Al definir las estrategias y ventajas de los SIGP como método colaborativo de construcción del espacio, así como de validación, democratización e institucionalización de la información espacial, fue posible dar cuenta de la apertura que los SIGP permiten, para romper con el esquema hegemónico discursivo que los mapas vienen ejerciendo sobre la Comunidad Wichí y que ha condicionado el desarrollo de las familias que viven en el Lote 75 de manera negativa. La posibilidad de unificar en el lenguaje empleado por los SIG, el bagaje teórico y cultural Wichí, constituyó a aquel en una plataforma través de la cual se desafió la hegemonía discursiva que la cartografía condensa y permitió el avance hacia una democratización del espacio que implicó no solo el conocimiento y la comprensión de la información sobre el entorno sino también el manejo del espacio y la modificación del mismo de una manera autónoma mediante la participación activa de las familias Wichí como grandes conocedoras del espacio que habitan. En ese proceso, fue clave la revisión teórica sobre los elementos conceptuales y relacionales que sostienen a la noción de territorialidad indígena entendida como la posibilidad de recrear o recomponer la cultura vivida, en un espacio físico diferente al tradicionalmente ocupado. Ello, permitió anclar el proceso de mapeo a un marco que doto de significación y argumentos las decisiones que las familias Wichí fueron tomando y que estuvo presente desde el diagnóstico hasta la consecución de los mapas finales. Conocer el universo simbólico y relacional que envuelve al territorio de la Comunidad Wichí se convirtió en una cuestión fundamental para comprender qué lugar ocupa el espacio en el despliegue de sus vidas y en qué manera los limita. Mediante las entrevistas realizadas se pudo generar un acercamiento con algunos elementos conceptuales y conocer la posición de la Comunidad dentro del Lote y
139 fuera de aquel. La cercanía de la Comunidad con respecto a la ciudad de Embarcación se había convertido en una barrera para la expresión cultural generando marginalización y discriminación hacia afuera y segregación hacia adentro. El rol de la periurbanidad en el despliegue de su cotidianeidad fue un factor que inicialmente no se tuvo en cuenta como variable de peso, pero el desarrollo de los talleres de mapeo y los debates subsiguientes demostraron el modo en que la comunidad se halla integrada a esa condición socioespacial. En este marco, los debates posteriores a la realización del primer mapa mostraron dos situaciones: por un lado posiciones que se anclaron en un papel de subalternidad y dependencia de la autoridad estatal materializada en las opiniones de los miembros que iban con mayor frecuencia al centro de la ciudad –varones y jóvenes principalmente- y un choque de estos con aquellos que no se encontraban tan permeados por las instituciones y más arraigados al Lote como un territorio autónomo –mujeres y niños- quienes se mostraron con mayor libertad para cuestionar o modificar los mapas y planos institucionales. Las entrevistas con los miembros del Lote 75 permitieron conocer el estado actual de la Comunidad en materia demográfica, social, económica, política y territorial y en este sentido el mapeo comunitario desde los dibujos iniciales hasta el análisis FODA permitieron conocer los factores que obstaculizan e incluso limitan un ordenamiento territorial y que al final no permiten la consecución de la territorialidad. La ejecución de los talleres de mapeo colectivo se constituyó en una instancia de intercambio de saberes académicos y comunitarios que permitieron ahondar en las concepciones que atraviesan el territorio, así como su resignificación. El mapeo colectivo asomó como la oportunidad de emprender un trabajo colaborativo de reconstrucción del espacio y como plataforma para la elaboración de proyectos que faciliten el desarrollo integral de la Comunidad Wichí a través de la reorganización física del espacio, visibilizando un colectivo con sus necesidades y abriendo la ventana de la toma de decisiones sobre las respuestas que consideraron, podrían ayudar a salvar los problemas o conflictos detectados en el proceso de diagnóstico participativo. Finalmente, respecto de las ventajas y limitaciones de los SIGP en el reordenamiento del espacio físico, se había
140 contemplado de antemano las restricciones en el acceso a software o conectividad, que se presuponía, se iba a encontrar en la periferia urbana de Embarcación. Sin embargo, en el despliegue de dichas herramientas, fue posible conocer las ventajas y el interés que despertó el trabajo geográfico entre los miembros de la Comunidad, quienes llegaron a solicitar nuevas experiencias de trabajo similares o la posibilidad de replicar la experiencia en otros barrios pluriétnicos o parajes cercanos a la ciudad, debido al impacto que se produjo sobre la concepción espacial y su rol más activo en el proceso de recomposición. Con base en este recorrido, la hipótesis planteada fue aceptada en tanto se pudo afirmar que la reorganización física del espacio habitado por le Comunidad Wichí apoyada en el empleo de SIGP permitió recomponer la identidad territorial dentro del Lote 75 y la comunicación con el Estado municipal. El despliegue de los SIGP fue un paso hacia el avance en la autonomía territorial y consecuentemente hacia la recomposición territorial. Desde dentro de la Comunidad, emergieron propuestas con base en sus propios diagnósticos a través de las cuales se pudo pensar la refuncionalización de la realidad presente en función del andamiaje cultural que se apoyó en el ejercicio de memoria comunitaria. Si bien las familias Wichí no estaban familiarizadas con las tecnologías de la información propiamente, mostraron pleno conocimiento y conciencia del espacio y las necesidades que el mismo presenta en la actualidad. En esa línea se comprobó que la territorialización -entendida como la posibilidad de hacer de la tierra un territorio- es posible en tanto el proceso de recomposición involucra el conocimiento local y hace de la participación un baluarte para elaborar un proyecto de reordenamiento territorial indígena. Los SIGP se constituyeron en un apoyo que permitió traducir a un mismo idioma, las transformaciones espaciales sin dejar de lado el conocimiento local y ese es su principal valor en el proceso de democratización de la información. La indagación sobre formas no convencionales de mapeo en la sociedad, así como su puesta en práctica estuvo –y aún continúa estando- envuelta en un manto de descrédito en tanto no es producida por expertos y/o instituciones estatales o privadas y cuando se realiza, requiere de aprobaciones o validaciones institucionales. Este hecho deja de lado la subjetividad del proceso de registro del
141 espacio que se extiende en la realización de todo tipo de mapa pues ya sea que se trate de mapas “oficiales” o “no oficiales”, en ambos casos hay una selección de variables y una ponderación en cuanto a la información que se desea mostrar. Más allá de los logros y avances obtenidos en materia de reconocimiento estatal, la asimetría histórica de los pueblos indígenas frente al Estado que se visualizó como la convivencia de vencedores y vencidos, ha afectado el desarrollo de aquellos en múltiples aspectos siendo el más destacado el que se vincula a la validación del reclamo territorial. En este sentido, además de las legislaciones vigentes, cada provincia -y dentro de ellas cada departamento y municipio- ha abordado de manera diferente la cuestión territorial producto de que la situación de las comunidades indígenas difiere ampliamente en cada región. El caso del Lote 75 que surge como una especie de paraje en el que se asienta una comunidad con personería jurídica y posterior titularidad de la tierra pero que con el desarrollo urbanístico de la ciudad de Embarcación termina siendo absorbido por ésta como un barrio más de aquella, demostró que más allá de las formalidades en cuanto al territorio, el pragmatismo de la norma solo es posible si ciertas bases son modificadas y entre los cambios necesarios, la participación activa y la posibilidad de tener una voz resonante dentro de las instituciones estatales se constituye en una de las máximas pendientes para el colectivo indígena pero también para los distintos grupos marginales y vulnerables que aún persisten desde los márgenes del Estado. El ejercicio de la cartografía social puso en marcha procesos de deconstrucción no solo espacial sino también de poder a través del trabajo colaborativo y que, mediante la incorporación de los SIG, cerró un círculo de validación, legitimidad e institucionalización por tratarse de una tecnología de la información que se consideraba exclusiva de técnicos y expertos y que operaba con datos oficiales. Dado que en esta oportunidad la aplicación del software tomaba como base un trabajo colectivo realizado íntegramente por los participantes del taller, el proceso de empoderamiento y valoración de las capacidades locales alcanzo un punto culmine con la digitalización mediante QGIS de un discurso cartográfico que lejos de buscar competir con el oficial, se presentó como una narrativa más cercana y certera sobre el espacio ya que fue realizado por quienes lo habitan. De esta manera
142 el eco de la cartografía social y el SIG fue la generación de una micropolítica que señaló otra forma de concebir, vivir y entender el espacio y que en un futuro no muy lejano podría formar parte de una macro-política que contemple la diversidad y de la cual el Estado se sirva para generar respuestas más adecuadas. Continúa pendiente universalizar las herramientas informáticas en la era de la geoinformación.
La
posibilidad
de
democratizar
el
espacio
implica
fundamentalmente, construirlo de manera democrática y, en ese sentido, tanto la Cartografía Social como los SIGP son instancias de descentralización y empoderamiento que permiten avanzar en ese camino de democratización. Ambas en tanto herramientas y metodologías de trabajo colaborativo, permiten el acceso de minorías o grupos marginados a los diversos escalones que conducen a la toma de decisiones. Ésta representa un ejercicio pleno de poder que involucra diversas etapas desde la producción y/u obtención de información hasta su análisis y la consecuente generación de alternativas sobre el manejo del espacio. En el marco de las diversas instituciones estatales, la planificación y el ordenamiento territorial que se presumen participativos requieren de la contemplación de las percepciones y significados que quienes habitan el espacio, le atribuyen para generar diagnósticos y alternativas que sean en verdad adecuadas a los llamamientos y necesidades de dicha comunidad. En esa misma línea, la inclusión de herramientas tecnológicas fortalece el proceso de participación y empoderamiento ya que acerca herramientas de vanguardia a diversos colectivos y encauza hacia un horizonte con mayor equidad en el acceso a la tecnología y el conocimiento para llevar adelante transformaciones territoriales que conduzcan a una gestión socio-territorial donde se reivindique el derecho pleno y la autonomía de quienes habitan el territorio sobre el mismo. Los mapas y todo lo que representan, no deben ser filtros culturales ni decantar los significados divergentes sino más bien, catalizar la esencia de la memoria y potenciar la libertad. Para ello, se hace necesario extender derechos relativos a la alfabetización digital y los SIGP son un pilar fundamental en ese proceso. El eje de aquellos, no se encuentra tanto en los datos geográficos, el hardware y software empleado o el grado de expertise a la hora de emplear tecnologías. Es el
143 empoderamiento de las comunidades a través de la participación del proceso de construcción y resignificación de la información obtenida y de la toma de conciencia que genera el acceso y la socialización de la información en procesos participativos, lo que le otorga su protagonismo. La potencia de los SIGP se encuentra en la capacidad de integrar múltiples perspectivas en un medio visual que permite a los grupos locales participar en la toma de decisiones espaciales con los distintos organismos oficiales sobre una base más equitativa. En este sentido, los SIGP se perfilan como una herramienta socialmente incluyente que representa los intereses, valores y prioridades de los grupos y las comunidades que se encuentran menos integradas a las estructuras de poder y las empoderan a través de su capital técnico, social y político. El trabajo en el Lote 75 junto a los resultados obtenidos, es una muestra de que el acercamiento técnico y político es la gran deuda pendiente que las comunidades indígenas si bien, no reclaman formalmente, lo consideran necesario en el camino hacia la autonomía territorial que se termina de institucionalizar cuando queda asentada en un mapa comunitariamente apropiado.
144
ANEXOS ANEXO 1: PREGUNTAS PARA LA ENTREVISTA A MIEMBROS DE LA COMUNIDAD WICHÍ LOTE 75 MISION TIERRS FISCALES
1. ¿Cuántas personas conforman a la Comunidad Wichí Lote 75? 2. ¿Cómo llegan a asentarse en el actual Lote 75? 3. ¿Cómo se realizó la distribución de los terrenos entre los miembros de la Comunidad? 4. ¿En qué aspectos podrían decir, que se vio modificada la vida con el cambio de ubicación? 5. ¿Qué significa para ustedes alcanzar la autonomía territorial? 6. ¿Cuáles consideran que son los principales problemas que tienen en el presente? 7. ¿Qué servicios poseen? 8. ¿Cómo es la relación con los propietarios de los lotes vecinos? 9. ¿Qué otras actividades o espacios hay dentro del Lote 75? 10. ¿Cuáles son las principales fuentes de ingreso para las familias? 11. ¿Cómo es la relación entre los niños y jóvenes con la cultura ancestral? 12. ¿Aprenden el idioma? 13. ¿Lo utilizan? 14. ¿Se transfiere el conocimiento sobre la agricultura, las artesanías y otras prácticas a las nuevas generaciones? 15. ¿A que se dedican los niños y adolescentes cuando no asisten a la escuela? 16. ¿Cómo es la relación con el Estado provincial y municipal? ¿Y con los vecinos? 17. ¿Qué consideran, le hace falta al Lote 75 para alcanzar la autonomía territorial que mencionaron al principio?
145 ANEXO 2: PREGUNTAS PARA LA ENTREVISTA CON EMPLEADO MUNICIPAL CIUDAD DE EMBARCACIÓN
1. ¿Cuáles son las principales etnias que habitan la Ciudad de Embarcación? 2. ¿Dónde se encuentran concentradas la mayoría de ellas? 3. ¿Cómo caracteriza al Lote 75? 4. ¿Cuántas familias habitan el mismo? 5. ¿Qué tipo de asistencia brinda la Municipalidad a las familias Wichí que forman parte del Lote 75?
ANEXO 3: PREGUNTAS PARA LA ENTREVISTA A CONCEJAL DEL CONCEJO DELIBERANTE DE LA CIUDAD DE EMBARCACIÓN
1. ¿Cómo define a la ciudad de Embarcación en materia demográfica y social? 2. ¿Cuántas etnias conviven hoy en la ciudad de Embarcación? ¿Cuáles son? 3. ¿Cómo caracteriza el abordaje en materia cultural del Estado municipal, considerando
la
presencia
significativa
de
múltiples
comunidades
originarias? 4. ¿Qué consideraciones puede hacer sobre el Lote 75?
ANEXO 4: PREGUNTAS PARA LA ENTREVISTA A VECINOS DE LA CIUDAD DE EMBARCACIÓN
1. ¿Conoce las etnias que residen en la ciudad de Embarcación y sus alrededores? 2. ¿Comparte usted o algún familiar, espacios o actividades con miembros de alguna Comunidad indígena?
146 ANEXO 5: LISTADO DE MATERIALES PARA EL MAPEO
Recursos Cartográficos - Imagen Satelital de la Ciudad de Embarcación - Imagen Satelital del Lote 75 - Plano de la Ciudad de Embarcación Infraestructura - Salón de Usos Múltiples para la reunión - Mesón y Sillas - Pizarrón - Computadora Portátil Selección de Tópicos para abordar - Tierra, Territorio y Ordenamiento Territorial - Estado, Sociedad y Pueblos Indígenas - Memoria y Prácticas culturales - Infraestructura en el Lote 75
-
Recurso Humano Miembros de la Comunidad Wichí Lote 75 Misión Tierras Fiscales Fotógrafo
-
Recursos de Papelería Cartulinas y hojas blancas Papel vegetal Lámina de acetato Fibrones y lápices de colores Cinta de papel
-
ANEXO 6: DISPARADORES PARA EL TALLER DE MAPEO
147
ANEXO 7: RECOMENDACIONES ICONOCLASISTAS
148 ANEXO 8: PREGUNTAS DISPARADORAS FODA
1. ¿Cuáles son sus percepciones sobre el estado actual del Lote 75? 2. ¿Qué consideran que habría que cambiar o modificar del mismo? 3. ¿Cómo piensan que podrían hacerlo? 4. ¿Qué impedimentos ven para llevar adelante cambios en el Lote 75 actualmente?
ANEXO 9: DESCRIPCIÓN DEL ANÁLISIS FODA
La sistematización del debate que se generó posterior a la elaboración del primer mapa comunitario se asentó en el desarrollo del análisis FODA y se plasmó en un cuadro. Se procedió a encauzar el debate sobre el espacio, su funcionalidad, su uso, sus recursos y su significado en función de los siguientes parámetros: ➔ Fortalezas: Aquellas capacidades o recursos con que cuenta la Comunidad Wichí y el espacio físico que habitan y que permiten recomponer y/o ejercer la territorialidad en diversas dimensiones. ➔ Debilidades: Aquellas capacidades o recursos de los que carece la Comunidad Wichí y el espacio físico que habitan y que no permiten recomponer y/o ejercer la territorialidad. ➔ Oportunidades: Aquellos factores externos al entorno que resultan positivos para la consecución del objetivo de la Comunidad. ➔ Amenazas: Aquellos factores externos al entorno que resultan perjudiciales en tanto condicionan o limitan el desarrollo de la territorialidad. Tanto las Fortalezas como Debilidades, se presentan con relación a la misma Comunidad y el espacio físico sobre el cual se encuentran asentados. En cuanto a las Oportunidades y Amenazas, estas se pensaron con respecto a agentes y recursos externos como las instituciones públicas.
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ANEXO 10: PLANO CIUDAD DE EMBARCACIÓN - AÑO 2015
150
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