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RESUMEN gENERAL

Resumen generalresumen General

En España la formación ocupacional se creó en los años setenta para cualificar rápidamente a los trabajadores que necesitaban los crecientes sectores industrial y turístico. Era hija de los programas del denominado PPO. La instauración de la democracia coincidió con la crisis económica, la reconversión industrial y el incremento del paro. Para dar respuesta a la situación, se creó el Instituto Nacional de Empleo (INEM).

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En 1985 se firmó el Acuerdo Económico y Social (AES), a partir del cual surgió el Plan de Inserción y Formación Profesional (Plan FIP), que consolidó la formación para los desempleados y, especialmente, para los que padecían graves carencias de cualificación profesional. Al mismo tiempo se inició el proceso de descentralización de la gestión de la formación ocupacional mediante las transferencias de competencias a las comunidades autónomas.

En la década de los años noventa comenzaron a desarrollarse itinerarios formativos que conducían al establecimiento de los primeros Certificados de Profesionalidad. y a partir de 1995 el plan FIP comenzó a incorporar en sus programaciones los certificados de profesionalidad.

Desde el año 1993, la formación y el reciclaje profesional de los trabajadores ocupados se ha regulado a través de Acuerdos Nacionales de Formación Continua (cuatro hasta el momento), suscritos entre las organizaciones empresariales y sindicales más representativas, y entre éstas y el gobierno. Estos Acuerdos se han caracterizado por el protagonismo de los agentes sociales en el diseño e implantación de la formación continua. También han permitido dotar de recursos financieros a las empresas y sus trabajadores, y consolidar un modelo basado en la concertación social y en el desarrollo de instituciones paritarias sectoriales y territoriales.

En 2007 se regularon las distintas iniciativas de formación que configuran el actual Subsistema de Formación Profesional para el Empleo, su régimen de funcionamiento y financiación, y su estructura organizativa y de participación institucional. Todo parte en 2007 con un proyecto ambicioso de la Unión Europea basado en los principios de igualdad y movilidad: Marco europeo de las Cualificaciones (EQF). Es una estrategia europea que pretende crear una red con los diferentes sistemas de cualificaciones profesionales de los países miembros obteniendo una red compuesta de sistemas independientes pero relacionados entre sí con una lógica común.

La lógica que utiliza para interconectar estos sistemas es muy clara: medir los resultados de aprendizaje en competencias y habilidades. El EqF establece 8 Niveles de competencia que van desde las básicas al experto o doctorado.

Actualmente, la Formación Profesional es un universo de aprendizaje bastante amplio que abarca muchas modalidades y vías para adquirir competencias y habilidades, incluidos los programas de Escuelas Taller, Casas de Oficio y Talleres de Empleo. A esto, hay que unir el interés general por la FP como herramienta para mejorar la empleabilidad y la salida a la situación socioeconómica que atravesamos. Un ejemplo de ello es la reciente Formación Dual. Conviene destacar la importancia del reciclaje y la formación a lo largo de la vida para conseguir una continua adaptación al mercado y a los cambios cada vez más frecuentes en todo perfil profesional. La formación basada en el desarrollo de las competencias de las personas, es hoy día una de las herramientas más eficaces para afrontar cambios con éxito.

Entre los valores de la FP en España, destacan:

- Fomentar la formación a lo largo de la vida.

- Combinar contenidos teóricos y prácticos, enseñando a “hacer cosas” sin quedarse en el plano puramente teórico.

- Afianzar el espíritu emprendedor para el desempeño de actividades e iniciativas empresariales.

- Enseñar a aprender por sí mismo y a trabajar en equipo.

- Aprender a trabajar en condiciones de seguridad y salud, así como prevenir los posibles riesgos derivados del trabajo.

- Facilitar la movilidad internacional de estudiantes y trabajadores.

- Fomentar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres para acceder a una formación que permita todo tipo de opciones profesionales.

- Ajustarse a las necesidades e intereses personales.

- Nuestra FP se encuadra dentro del marco europeo a través de nuestro

Sistema Nacional de Cualificaciones.

Los certificados de profesionalidad se enmarcan dentro de una filosofía compartida en el territorio europeo con objeto de facilitar la movilidad y transparencia en las relaciones laborales comunitarias.

En la actualidad existen 26 familias profesionales a las que encuentran vinculados los Certificados de Profesionalidad, que viene definidos como un perfil profesional en el que se establecen las competencias profesionales a desarrollar en el sistema productivo.

Los certificados de profesionalidad se estructuran en unidades de competencias que conducen a módulos formativos y unidades formativas a través de las cuales se alcanzan los objetivos explicitados en las unidades competenciales.

Los certificados de profesionalidad tienen validez en todo el territorio nacional, aunque cada Comunidad Autónoma puede publicar las convocatorias que estime oportunas para desarrollar este proceso.

Existen múltiples vías de obtención del certificado, en función de las características de la persona solicitante: su formación, experiencia laboral…; superando todos los módulos, acumulando acreditaciones parciales…

Las acciones de formación ofertadas por las Administraciones Públicas adoptan múltiples formas de impartición: mixta, a distancia, presencial, etc… que serán impartidos por los centros previamente acreditados y que reúnan los requisitos especificados en los reales decretos que regulan cada certificado.

Igualmente esta formación deberá ser impartida por profesionales que reúnan las condiciones formativas y de experiencia que describa el real decreto, siendo acreditadas mediante la titulación y/o experiencia profesional en el campo de las competencias relacionadas con el módulo formativo.

La persona formadora será la responsable de realizar la evaluación de los módulos, mediante técnicas y pruebas que garanticen la objetividad y fiabilidad de las mismas. De los resultados de esta evaluación dependerá la obtención de la acreditación de unidades competenciales, expresados en términos de apto y no apto

Antes de que la formación llegue a los individuos que están dentro del aula, tiene que haberse realizado un importante proceso en el que se habrán decidido desde los objetivos generales, hasta las personas que asistirán al mismo, pasando por los conceptos a transmitir y los medios que se van a utilizar para lograrlo, todo esto se hace durante la programación.

Cuando nos refiramos a programación formativa, diferenciaremos tres niveles:

• Programación de políticas de formación: la realiza el departamento de formación de la empresa y se materializa en planes generales y en sus programas correspondientes. Constituye el marco de referencia dentro del cual se desarrolla la actividad formativa de la empresa.

• Programación de cursos: la realizan los técnicos adscritos a la formación y se materializa en las correspondientes programaciones del curso, en las que se establece lo que podríamos llamar el esqueleto de curso o, lo que es lo mismo, los objetivos, las orientaciones, la metodología, los medios y la duración del curso.

• Programación de clases: esta labor es específica del docente y consiste en el desarrollo concreto y detallado de los elementos del curso.

También diferenciamos tres categorías en las que englobar la programación:

• Según su duración en el tiempo. La programación será larga o corta según hayamos establecido una previsión a largo plazo (curso o ciclo de cursos) o a corto plazo (clases, unidades didácticas).

• Según la unidad organizativa. Será una programación amplia la que se refiera a un período de enseñanza completa (ciclo formativo compuesto por varios cursos) y reducida, la que se refiera a una sola acción formativa.

• Según la participación del profesorado. Encontraremos programaciones coordinadas, realizadas por un equipo de profesores e individuales, realizadas por un solo docente.

Las diferencias entre programaciones radican en el detalle con que se especifiquen los elementos que la conforman, de esta manera una programación de un curso será un tanto más general que una programación para una sola clase.

La programación de un curso de formación ocupacional ha de realizarse bajo criterios laborales y no académicos. No olvidemos que el objetivo básico de un curso es el aprendizaje, por parte del alumno, de las tareas, operaciones y detalles que le llevarán a realizar su trabajo con plena eficacia. Podemos definir programación como la actividad o el proceso mediante el cual podemos dar unidad o estructura a la labor educativa, teniendo en cuenta los siguientes elementos:

• Introducción. Es recomendable que todo proyecto o programa vaya precedido por una breve introducción en la que intentaremos exponer los motivos que nos han llevado a proponerlo, además en este apartado señalaremos los datos obtenidos del análisis de necesidades que habremos realizado previamente.

• Análisis de necesidades formativas. Todo proceso de enseñanza debe tener su origen en cierta necesidad, habrá pues que diagnosticar la realidad en la que se va a actuar, teniendo en cuenta:

- Condiciones socioculturales del alumno - Problemas e intereses - Conocimientos - Capacidades (lo que pueden llegar a hacer o a comprender) - Habilidades que dominan

Objetivos de formación. Hace algún tiempo, la didáctica se orientaba meramente hacia los contenidos, sin embargo, hoy es mayoritaria la idea de centrar la actividad formativa en la consecución de objetivos. La formulación de objetivos se convierte así en la base de toda programación, ya que los objetivos son los que determinan qué contenidos son importantes y cómo hemos de ordenarlos. El objetivo de aprendizaje es, en esencia, el enunciado del resultado que esperamos obtener de la acción formativa, algo que prevemos y de lo que el alumno debe cumplir un mínimo porcentaje en una actividad de formación. Los objetivos son el soporte para las estrategias didácticas y también para la selección de contenidos y para la evaluación.

Programa de formación. Conlleva una selección de contenidos, así como una organización de los mismos y de las actividades a realizar.

Selección de contenidos: la selección de contenidos supone una respuesta amplia a la pregunta ¿qué contenidos concretos deben saber, desarrollar o sentir los alumnos para alcanzar un objetivo? Debemos establecer criterios racionales para determinar qué se debe enseñar, en cuántas unidades didácticas se desarrollará y qué abarcará cada una de ellas. En formación ocupacional, esta selección tendrá en cuenta las necesidades y exigencias del puesto de trabajo (información que habremos obtenido a partir del APT) y la relación de esto con la naturaleza de los contenidos. Estos podrán referirse a conocimientos, habilidades, destrezas y aptitudes que se deben aprender.

Organización de los contenidos: los contenidos y las posteriores experiencias deben ser organizados de modo que permitan alcanzar los objetivos previstos. A veces la programación resulta ineficaz, no porque el contenido sea inadecuado, sino porque se organiza de un modo que dificulta el aprendizaje. Se hará una ordenación de los módulos que resulte de la estructuración del curso y después se ordenarán las unidades que componen cada módulo. Por tanto, lo ideal es organizar contenidos de manera secuencial, de modo que exista un avance de lo conocido a lo desconocido, de lo inmediato a lo remoto, de lo concreto a lo abstracto.

Selección de actividades de aprendizaje: las experiencias o actividades deben organizarse de tal modo que no interrumpan nuestra programación, ya que corremos el riesgo de que esta resulte ineficaz porque las experiencias en el aula pueden estar organizadas de manera que resten actividad al aprendizaje. La práctica será el desarrollo de la teoría, cada práctica responderá a una necesidad definida y no debe propiciarse la actividad por mera actividad. En el diseño de la práctica habrá que procurar:

- que sea satisfactoria para el alumnado.

- que, en la medida de lo posible, una misma práctica contribuya al logro de varios objetivos.

• Propuestas metodológicas: los puntos clave que a continuación se detallan han de servir como marco referencial para la confección de nuestra programación, hemos de intentar que las ideas expresadas en ellas no contradigan los principios metodológicos siguientes:

- Realizar sesiones activas y participativas. Favoreciendo que el alumno elabore materiales derivados de la sesión, estimulando la participación de los alumnos en la dinámica de cualquier clase o sesión, favoreciendo el diálogo docente – alumno y alumno – alumno, alentando la acción de los mismos mediante refuerzos positivos y aprobatorios.

- Fomentar el “aprender a aprender”, introduciendo el aprendizaje por descubrimiento (el docente facilita instrumentos prácticos y de análisis) cuando sea posible, para que el alumno descubra por sí mismo la aplicación y finalidad de los objetivos.

- Dinamizar el grupo e individualizar la atención hacia el alumno, favoreciendo el trabajo en grupo con tareas concretas que sean susceptibles de evaluación tanto por el docente, como por los alumnos, sistematizando el seguimiento de la marcha de cada alumno a través de sus relaciones y actitudes con los demás, manteniendo informado al alumno de sus progresos individuales.

- Priorizar las prácticas, utilizando métodos demostrativos (enseñar a hacer).

• Presupuesto provisional. Hacemos en este punto una estimación de los gastos que tendremos a lo largo de la acción formativa, estableciendo:

- Salarios de los docentes - gastos en materiales fungibles - Inversiones en materiales no fungibles - Visitas, excursiones y otros gastos de “difícil justificación” - Cualquier otro gasto que consideremos adecuado y justificable con la acción formativa.

• Calendario de actuación. Estableceremos el número total de horas del curso y la distribución de las mismas en jornadas, así como la duración de éstas. Tanto este apartado como el anterior suelen venir predeterminados por la entidad que gestiona las acciones formativas, de modo que no dejan mucha libertad para los docentes.

• Sistemas de evaluación. El término evaluación abarca varios significados y puede ser aplicado a diferentes parámetros sobre todo a lo objetivos, pero también a los alumnos, al docente, condiciones del centro, materiales, métodos…

Una vez que nuestro plan general ha sido completado por escrito es necesario verificar la compatibilidad entre sus partes integrantes y lo averiguaremos planteándonos preguntas como: ¿corresponden las ideas al tema general? ¿Brindan las actividades de aprendizaje una oportunidad auténtica para desarrollar los contenidos? ¿Son útiles los objetivos propuestos? ¿Se produce con facilidad la secuencia entre los contenidos y las experiencias de aprendizaje?

Es indispensable volver a examinar todo el programa para verificar que no existen descuidos. También es necesario considerar el peso total de las actividades con relación al tiempo disponible, intentando evitar a una vez la carga excesiva y también la austeridad en exceso. De darse alguna de estas situaciones nos pudiera ocurrir que:

• Se dé una exigencia de habilidades para la que los alumnos no están preparados.

• El contraste entre el grado de iniciativa y autosuficiencia esperado y el que existe en realidad pueda ser demasiado brusco.

• No hayamos sido lo suficientemente flexibles en alguno de los puntos, de modo que no haya resultado una programación equilibrada.

Estructuración inicial del curso.

Lo primero que debemos hacer es plantear el nivel del curso y su objetivo. El nivel puede ser básico o de especialización. En el nivel básico se ofrece al aprendizaje desde cero, los alumnos receptores tienen poco o ningún conocimiento de las materias o destrezas que ofrece el curso. El nivel de especialización ofrece el perfeccionamiento en todas o algunas de las tareas contempladas en el nivel básico. Los alumnos llegan al curso con unos niveles o destrezas adquiridos en el trabajo o en la realización de cursos.

A continuación, realizaremos el aPt. Si el curso es básico, se tendrán en cuenta todas las tareas, sin embargo, si el curso es muy específico, se trabajará con las tareas concretas a las que se incorporarán los contenidos y técnicas que conlleven dichas tareas.

En tercer lugar, hemos de agrupar las tareas en bloques, para conseguir homogeneidad temática. El número de bloques estará en función de la diferencia funcional, así un APT con 20 tareas puede dar lugar a 2 bloques y otro con 6

tareas puede dar lugar a 3 ó 4 bloques e incluso, en ocasiones, puede darse el caso de que las tareas no se puedan diferenciar y se constituya un único bloque. El siguiente paso que daremos será el desarrollo inicial de cada bloque, cada uno de los bloques dará lugar a un módulo y seguiremos este proceso:

1.Buscar una denominación clara y representativa. 2.Redactar el objetivo específico de cada bloque. 3.Determinar las unidades didácticas. 4.enumerar el tipo de actividad que se desarrollará dividiéndolas en unidades o en bloques o módulos. 5.Determinar criterios de evaluación.

Por último, realizaremos la ordenación de módulos, del modo más conveniente para el proceso de aprendizaje. Una vez ordenados los módulos, se numeran, se hace lo mismo con las unidades didácticas y tendremos ya la estructura inicial del curso. Solamente quedaría por realizar el desarrollo de cada una de las unidades didácticas.

Redacción del programa.

Todo el trabajo anterior nos llevará al paso fina: la elaboración del programa. Un programa es el instrumento que informa de una manera suficiente y organizada, sobre conocimientos teóricos, métodos formativos, etc. que se desarrollan en un curso. Tiene una estructura básica, podemos decir que es el esqueleto que organiza la acción formativa.

Los partes de las que ha de constar la programación son:

1.Título del curso. Escribiremos el título del curso, sin olvidar que debe ser un nombre que exprese de qué va el curso de modo concreto, indicando además su nivel.

2.Objetivo general del curso. Debemos tratar de exponer en un solo objetivo general todas las capacidades y tareas que el alumno deberá desarrollar al final del curso.

3.Requisitos de acceso. Debemos responder a las preguntas:

• ¿Qué nivel académico o profesional mínimo requerimos? • ¿Qué experiencia profesional será necesaria? • En general, cualquier aspecto que consideremos recomendable o imprescindible para que el alumno pueda asistir.

4.Número de alumnos. Se indicará el número de alumnos que es aconsejable para el desarrollo efectivo del curso.

5.Evaluación inicial. Se indicará si se hace algún tipo de prueba y con qué finalidad.

6.Contenidos y temporalización. Nombre de los módulos que componen el curso, objetivo específico de cada uno de ellos; unidades que componen los módulos, objetivos operativos de las mismas y actividades prácticas (de ellas debemos decir cuándo se harán y con qué finalidad).

7.Metodología. Describiremos la metodología que vamos a utilizar, no es necesario expresar pormenorizadamente los detalles metodológicos, podemos hacerlo de forma breve y global, reseñando los métodos utilizados.

8.Recursos pedagógicos y materiales. Expondremos qué recursos utilizaremos, haciendo referencia de forma global a elementos tales como libros, transparencias, retroproyector… Dividiremos el material en fungible (es decir, agotable) y no fungible (aparatos y utensilios que podrán volverse a utilizar). En el caso de que vayamos a necesitar el apoyo de material didáctico ya elaborado lo llamaremos material anexo y aportaremos un bibliografía.

9.Evaluación. Se hará constar tanto la evaluación formativa o continua (observación sistemática), como la evaluación inicial y final.

10.Por último, el docente adjuntará una hoja complementaria al finalizar la programación, esta hoja contendrá:

- Evaluación general del curso. - Comparación de los resultados con los objetivos propuestos. - Modificaciones que se han dado a la largo del curso. - Modificaciones que serán necesarias para futuros cursos.

Es evidente que la herramienta troncal en todo proceso formativo es el ser humano. Los departamentos de formación de las empresas poseen normalmente su personal “formador” aunque para determinados aspectos de la formación se requiere a profesionales especialistas en una determinada materia para impartir la formación.

Pero en el terreno de la formación, el formador trata con adultos profesionales y debe cumplir una serie de características personales y profesionales para que su mensaje formador llegue al destinatario receptor. El hecho de ser un profesional excelente en su materia no implica que sea capaz de transmitir conocimientos a otros profesionales.

Ofrecemos a continuación un perfil psicopedagógico tipo o estándar del formador. Ni que decir tiene que, a partir de este perfil troncal, se pueden establecer aquellas modificaciones que una determinada cultura empresarial o acción formativa requiera en cada momento.

ÁREA FISICA

– Buena presencia, limpieza e higiene. – Elegancia en el vestir. – Ausencia de defectos físicos sensoriales que dificulten o impidan la comunicación. – Buena salud. – Edad no inferior a la media del grupo en formación. Las personas de mayor edad suelen ser reticentes ante formadores más jóvenes que ellos.

ÁREA INTELECTUAL

– Nivel intelectual alto con respecto al grupo – gran capacidad metodológica. – Desarrollo cognitivo lógico. – Flexibilidad mental. – Capacidad de análisis y síntesis. – Creatividad. – Memoria. – Comprensión verbal. – Facilidad para la expresión verbal. Capacidad de adaptación a la problemática particular de cada formando.

ÁREA CARACTERIAL

– Concepción optimista del hombre, del mundo y la vida – Interés por la acción pedagógica. – Capacidad de escucha activa. – Aceptación incondicional de grupo y sus personas. – Empatía. – Honradez científica e intelectual. – gran sentido de la responsabilidad. – Altruismo. – Energía vital. – Dominio de sí mismo. – Buen auto concepto y autoestima – Madurez personal. – Tendencia extrovertida. – Capacidad para el trabajo en equipo. – Dotes de liderazgo mantenido por su valía personal y profesional.

ÁREA PROFESIONAL

– Amplio conocimiento profesional de la materia a impartir. – Amplia experiencia profesional y humana. – Categoría profesional no inferior, ni muy superior a los formados. – Prestigio profesional. – Amplio espectro cultural – Inquietud intelectual – Dominio de las técnicas de formación y aprendizaje. – Dominio de los medios de formación y la logística de su empleo. – Dominio de nuevas tecnologías.

A la hora de decidir qué tipo de modalidad formativa escoger para implementar una acción formativa, habrá que tener en cuenta algunas variables, entre ellas podemos destacar las siguientes:

¿Cuenta el alumnado con la suficiente madurez y motivación para dirigir autónomamente sus propios procesos de aprendizaje?

¿Posee el alumnado las conductas prerrequisitos para manejar un sistema tecnológico como el que queremos implementar?

¿Es posible aprender los contenidos teóricos, prácticos y actitudinales propuestos en nuestro programa de formación en la distancia?, ¿se requiere de cierta presencialidad o es necesario estar permanentemente en el aula?

¿Disponemos de los recursos tecnológicos suficientes para implementar los contenidos y herramientas didácticas de manera eficaz en un sistema virtual de enseñanza?

¿Dispondrá el alumnado de los recursos tecnológicos para poder hacer un seguimiento adecuado del curso?

De las respuestas que demos a estas preguntas, podremos obtener una idea clara de la modalidad o modalidades en las que podremos implementar las acciones formativas que hayamos programado.

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