gonzalo arango
CARTAS A JULIETA (1950)
gonzalo arango
CARTAS A JULIETA (1950)
medellín - colombia, 2015
Arango, Gonzalo, 1931-1976 Cartas a Julieta (1950) / Gonzalo Arango. -- Medellín: Fondo Editorial Universidad EAFIT, 2015. 182 p.; 16 cm. -- (Rescates) ISBN 978-958-720-280-9 1. Cartas colombianas – Siglo XX. 2. Autores colombianos - Siglo XX - Correspondencia, memorias, etc. 3. Arango, Gonzalo, 1931-1976 – Correspondencia, memorias, etc. I. Mejía Arango, Juan Luis, Prol. II. Tít. III. Serie C866 cd 21 ed. A662 Universidad EAFIT- Biblioteca Luis Echavarría Villegas
CARTAS A JULIETA ( 1950)
colección rescates
Primera edición en la colección Rescates: abril de 2015 Cuarta reimpresión: marzo de 2018 © julieta gonzález de hooper © fondo editorial universidad eafit carrera 48A No. 10 sur - 107 tel. 261 95 23, medellín
http://www.eafit.edu.co/fondoeditorial e-mail: fonedit@eafit.edu.co
diseño de colección: ilustraciones : isbn :
Alina Giraldo Y. Alejandro García Restrepo
978-958-720-280-9
Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio o con cualquier propósito, sin la autorización escrita de la editorial.
En busca de gonzaloarango Las cartas de amor que por primera vez publica el Fondo Editorial de la Universidad EAFIT, gracias a la generosidad de su destinataria Julieta Gonzá lez Ospina, fueron escritas entre enero y junio de 1950 por Gonzalo Arango Arias, por entonces un estudiante de diecinueve años que se había desplazado de su natal Andes para culminar el bachillerato en el Liceo de la Universidad de Antio quia en Medellín. Las cartas tienen una doble lectura. Una, la más obvia, permite adentrarnos en el corazón enamorado de un joven romántico que cree haber encontrado el amor definitivo luego de unas vaca ciones de fin de año en su población natal. Los textos destilan pasión, dudas de amor, promesas de triunfo. Fueron escritas por un joven provinciano que además enviaba a su amada “complacencias” por Radio Nutibara que incluían canciones como Peregrino de amor, Rondalla o Instante; que escucha ba No niegues que me quisiste en el tocadiscos de
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las tías de Julieta y enviaba vistas de los paseos realizados en las vacaciones donde surgió el idilio. Pero entrelíneas se puede hacer seguimiento a la búsqueda espiritual e intelectual del joven Gonzalo Arango. En primer lugar, surgen sus dudas religiosas. En marzo de 1950, en vísperas de Semana Santa, realiza unos ejercicios espirituales de los cuales expresa en una de las cartas: “sin ceramente los necesitaba, ya que de mis ejercicios intelectuales tenía residuos perjudiciales al buen desarrollo de mi alma”. La lucha interior queda reflejada en un artículo titulado “Espiritualización de la vida”, publicado el 29 de febrero de 1950 en la revista Letras Universitarias. En ese texto, el autor plantea sus dudas a través de un diálogo entre dos personajes denominados Raúl y Carlos. El primero, “pálido y nervioso”, expresaba su “Cruel escepticismo… en imprecaciones contra el Ser Superior, que así trataba de miserablemente a la mejor de sus criaturas; ya no tenía esperanza en el futuro, porque veía el irremisible fracaso del hombre frente a la muerte…”. Por el contrario, el otro yo del joven Gonzalo, denominado Carlos e influenciado por las lecturas de Nietzsche,
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responde a esa visión pesimista de la vida: “Somos como el águila que desciende a la tierra, pero somos más que el águila, porque nos levantamos algo más sobre el escarpado pico y palmos arriba de la abrupta montaña, más que el firmamento, que el espacio; lo superamos todo porque llega mos al infinito, nos acercamos a Dios, el ideal de lo que sabemos existente, pero creemos posible”. En otra de las cartas, anuncia a Julieta que está escribiendo un texto sobre el Existencialismo, y agrega: “tengo la convicción de que si llego a interpretar bien esa doctrina filosófica mi es peranza de llegar a ser algo, será una realidad indiscutible…”. El estudio se publicó en la edición de mayo de la revista Letras Universitarias y está dedicado a Benigno Mantilla Pineda, profesor de la Universidad de Antioquia y quien le permitía asistir a sus clases de Filosofía en la Facultad de Derecho. Con el título de “El Existencialismo, Filosofía de la renovación”, el joven autor de muestra haber leído con detenimiento a autores como Kierkegaard, Unamuno y Ortega y Gasset. Una obsesión que se desprende de la lectura de las cartas es la de “llegar a ser algo”. Se esfuerza, lee,
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estudia hasta la madrugada para poder sobresalir gracias a sus capacidades intelectuales. Entre los requiebros de amor, en las cartas se reiteran frases como: “Yo tengo que triunfar ”, “fe inquebrantable en mis destinos”, “Aceptáme pues este triunfito, que es más tuyo que mío”, “te brindaré triunfos superiores”. Esos logros los constituían hechos como haber sido incluido en la terna para representar a la Universidad en el Comando Central de las Juventudes Conservadoras, ser elegido presidente del Centro Literario Porfirio Barba Jacob o la designación como redactor de la publicación Colombia Joven. En una carta del 10 de agosto de 1950, su amigo Raúl Vélez le anuncia la decisión tomada por Julieta de ingresar a un convento de monjas. Hasta allí llega la correspondencia. La última carta es de despecho y resignación. Queda la incógnita de saber si es Julieta la muchacha a la cual se refiere Gonzalo en una carta escrita a su madre unos años después, y en la cual le comenta su transformación positiva en la vida: “Esta tras formación tan favorable se la debo totalmente a ‘La Monja’, una muchacha que adoro y que
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tuvo más talento que yo para darme conciencia de mi propio valor. Su estímulo ha sido para mí un elemento de superación en mi vida y en mis ideas y su amor le ha devuelto un equilibrio a mis emociones y a mi inteligencia, tan perturbadas por mis desvaríos y mis actitudes demenciales. Tengo que bendecir a esta mujer, cuyo amor me ha restituido a la vida, dándole un sentido mara villoso. Yo la quiero y admiro mucho, mamá, porque casi ha hecho conmigo un milagro”. Estas cartas de amor preludian también el gran escritor del género epistolar que sería en el futuro gonzaloarango, como lo comprueba la selección de cartas realizada por Eduardo Escobar bajo el título Correspondencia violada. Juan Luis Mejía Arango
Nota: las citas diferentes a las cartas han sido tomadas de Gonzalo Arango. Nada de Antología, compilación de José Luis Restrepo Uribe (Medellín, Lealón, 2010).
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NOTA DE EDITOR Para esta edición se actualizaron algunos aspectos ortográficos de acuerdo con la Ortografía de la len gua española de la Real Academia Española, como las tildes en palabras agudas y monosílabos. La puntuación se respetó, por ello se conservan las preguntas sin el signo de interrogación inicial. Aquellas palabras que han sido de dudosa lectura por fisuras, tachones o deterioro en los manuscritos se han marcado con un asterisco (*). Y se usan los corchetes con puntos suspensivos incluidos […] para indicar espacios muertos por rasgaduras en los originales, grandes vacíos por páginas perdidas y palabras añadidas para aclarar algún sentido de contexto. Respecto al orden de las cartas, primero apa recen aquellas fechadas de enero a junio. Luego, las que no tienen ningún tipo de indicación cro nológica. Esta secuencia se estableció debido a que el archivo en el que fueron entregadas las cartas carece de orden. -11-
Se encontró que algunas de las cartas tienen notas al margen, están ubicadas al final de cada carta separadas por una viñeta y en cursiva.
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CARTAS A JULIETA
medellín, enero 10 de 1950 Señorita, Julieta González Insustituible amiga: las amistades cuando son buenas, no se olvidan ni mediando el tiempo y el espacio, y mucho menos cuando en esas amistades se ha contraído una deuda de gratitud, como en su caso. Ya se lo había manifestado, en aquellas tardes de delectación amistosa, en que nada dije sin sentirlo íntimamente; a veces involuntariamente me expresé en una forma que, conscientemente no lo habría hecho, esa que a veces el mismo corazón me traicionaba, abandonando los límites de la modestia o del mismo silencioso cariño que les profesaba. Lucía aceptaba aquellas palabras, creyendo que eran un recurso de mi conversación, pero muy alejada de la verdad estaba ella; si despreciaba los temas comunes para hablar de ustedes mismas, era porque no podía contener esa fuerza de atracción que ustedes obraban sobre mi espíritu, o tal vez porque de la abundancia del corazón -15-
hablan los labios; yo veo a Lucía riéndose de estas palabras, no con un tono despectivo, sino con el malicioso que acostumbraba a usar, cuando ante la escena de mi ingenuidad decía, con una frase que profundamente me atormentaba: “Este Gonzalo siempre es muy vasto*”. Más me hacía sufrir cuando le manifestaba un sentimiento y me correspondía con un gesto de aceptación, de esos que merecen las palabras que se arrojan al aire para que se las lleve el viento. Sin embargo, al lado de ustedes, mis momentos de felicidad plena, de posesión casi mística no me faltaban; yo experimentaba con ustedes el goce del éxtasis, que arrebata el espíritu para elevarlo a regiones superiores; era algo fantástico Julieta, créamelo sinceramente. A Lucía la impresioné con esa embriaguez espiritual que se siente al lado de ustedes, ella osó preguntarme si estaba ebrio, a lo cual yo le respondí que no sólo el licor nos embriagaba. Yo he de ser sincero siempre, a lo cual ustedes deben siquiera ser consecuentes conmigo una sola vez en la vida y creerme que entre mis amistades, no hubo quien cautivara* el aprecio que puedo dar a quien lo merezca, no porque yo sea superior a nadie, sino porque los demás sí pueden ser superiores a uno, como lo fueron -16-
ustedes y entonces yo puedo decir que, amor con amor se paga. Mis demás relaciones obedecieron a mi condición de estudiante de vacaciones, era socialmente necesario el roce con las demás amigas, pero ello no implicó jamás, que yo les reservara en mis recuerdos el lugar tan prefe rente que ustedes conquistaron y que yo procuraré cultivar insistentemente para honra de mí mismo. Porque, qué otra cosa puedo yo pensar* estando al lado de ustedes, sino la de que estoy honrado? Yo he hecho un paralelo entre mis escasos méritos y la riqueza de virtudes de ustedes y he sacado como conclusión que, necesito superarme mucho para merecer la amistad de ustedes dignamente. El tiempo es el supremo reformador de las cosas, por eso, yo espero en el veredicto justiciero del tiempo; si algún día mereciera esa amistad, entonces yo la tendría como una de mis mejores conquistas. Julieta, ahí le envío el libro que usted bien sabe apreciar y espero que en lo sucesivo tendré la misma devoción, para amortigüar [sic] esa deuda de gratitud que contraje, al usted brindarme su amistad. Afectuosamente,
Gonzalo Arango Arias.
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medellín, febrero 20 de 1950 Señorita, Julieta González O. Inteligente monita: que estimo tanto tu belleza como tu talento, es un hecho; a veces se me hacía imposible encontrar un ser en quien se unieran tan admirablemente estas virtudes. Cuán to no hubiera dado yo por saber que de ti era posible recibir esa palabra con que te despides en tus cartas, y que me causa no sé qué extraña sensación. Perdí inútilmente mis vacaciones en Andes, yo, a decir verdad, sí tenía en mi intimidad esa* palabra, pero la modestia, o mejor, lo pobre que soy espiritualmente para adquirir un tesoro, me impedían expresarme. Sin embargo, yo soy de esos seres que como el avaro, mira solo y de lejos su riqueza por el te mor de que la roben. Esa fue mi actitud en Andes hacia ti: contemplativa, acariciando una ilusión noble, pero quizá irrealizable, a no ser que seas tan bondadosa para concederme una estimación, “un cariño” que nunca tendré con qué pagarlo. No sabes Julieta, lo eternas que se me han vuelto las horas, esperando la carta que me anun cias y en la cual “tienes muchas cosas que contar”. -18-
Esas cosas que tanto me interesan son las que me preocupan y me tienen lleno de temores o de felices presentimientos. Si esas cosas significaran para mí una esperanza, yo, sinceramente te digo, sería el ser más feliz y más rico, porque debes admitirme este poquito de descaro, como tú lo llamarías, eres un tesoro. Nunca había tenido impresión tan agradable como esos días en que tu compañía fue para mí un estímulo y en la cual comprendí que eras un ser completo, íntegro. Exigir más belleza, más talento, más bondad en ti, sería una intransigencia imperdonable. De ahí mi temor a expresar ese tumulto de simpatías que por ti sentía y que hoy siento como nunca. Me era imposible creer que un ser superior como tú, fijara sus ojos en cosas tan de poca significación. Yo te pido, tú que eres reina de mi espíritu, un poco de compasión por los humildes, y que esa com pasión entre* primero por mí, que comparado contigo, soy el más humilde de los humildes. Monita adorable, no sabes cuánto estimo tus cartas, son las únicas que por primera vez llegan a mí como un consuelo, siempre las llevo conmigo y cuando quiero descansar de mis
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labores intelectuales, yo las leo con una emoción indecible, sobre todo las últimas palabras que para mí son como un evangelio de salvación, porque tu cariño, Julieta, significa para mis sentimientos, tanto como Dios para mi salvación, perdóname que te compare a Dios, pero sea ello dicho en honor a la verdad; no creas que trato de profanar un ser que para mí es sagrado, pero es que para mí existen dos seres superiores que pueden ase gurarme la felicidad: Dios en la eternidad, y tu amable personita, en la tierra, por eso, yo los estimo a ambos con igual reverencia (créamelo reinita, si es que acaso hay verdad en este mundo falso). Escríbeme con frecuencia, ya que yo sólo puedo hacerlo cuando puedo, si mis cartas no te llegan, haz como yo, que no necesito que lleguen tus cartas porque no te has ido, eternamente estarás en mi memoria, no en la que olvida, sino en la otra, en la del corazón, que siempre recuerda.
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medellín, marzo 1 de 1950 Señorita, Julieta González O. Julieta, Bien mío: precisamente me sirve de apoyo al escribirte esta carta, un libro cuyo tí tulo se rotula La muerte, de Mauricio de Maeter lick [sic]. En parte acepto sus ideas, en parte no, o mejor, según mi estado de alma, las acepto integralmente. Vivir, cuando no aparece en el horizonte de nuestra vida, el vislumbre del triunfo que la aliente? Para qué existir si carecemos del estímulo fundamental, el amor? Haría varios días* habría desaparecido yo, de mi circunstancia existencial, a no ser por ese amor místico que le profeso a lo bello, en el arte. Y qué fatalidad la mía, Julieta, tener que hacer la distinción entre la belleza artística y la tuya, que confundiéndose con aquella la superaba; porque, qué otra cosa puedo pensar, sino que por tu silencio me fue negado tu cariño, que tanto me había emo cionado? Yo esperaba en tu carta que no llegó, el aliento y la vida para las empresas* del futuro. Triste consolación es la de tenerme que acomodar a una realidad amarga. La negación de tu carta es para mí, Julieta, como la negación de la misma -22-
vida; sí, porque para mí no es vida, buscar una cosa querida y no encontrarla, sino más bien negación, desesperación, angustia; y esta es la realidad última de mis días; yo esperaba tu car ta con entusiasmo y con fe y hacía de los días, tiempo eterno; es que lo que se quiere, se espera con impaciencia desde que haya una esperanza, acaso la tenía y me la robó el azar?, me la ne gaste tú?, no, Julieta, perdóname, fue el azar, la fatalidad de mi vida predispuesta al dolor. Tú no serías capaz aunque pudieras, de dar a nadie la amargura que me envuelve, mezcla de lágrimas, aunque no lloro, de lamentos aunque no gimo, de dolor aunque no sufro. Fue el destino el que trazó a mi vida un camino tortuoso; nadie tiene la culpa de que yo haya sido señalado a llevar ese destino. ¡Oh Dios que no sufres, porque no tienes alma humana! Cuánto no diera yo* por ver a Dios en la desesperanza y la miseria de sus hijos. Se tendría que tener entrañas de acero, para que alguien no se conmoviera ante la desilusión de un hombre que está solo, introvertido en su miseria. Qué convicción tan íntima la que acompaña a estas palabras; yo preferiría que me torturaran, a afirmar que son infieles a mi pensamiento. Sí,
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Julieta, noble amiga, estoy viviendo una soledad aterradora, desesperante, separa* de lo que se quiere, y se esfuma con ello el objeto de la vida. ¡Por qué me haría Dios tan sensible a mis fracasos! Te voy a contar algo de lo mucho que he pen sado en ti y de las esperanzas que en ti he puesto; fue precisamente al despertar una mañana, cuando el trabajo arduo y monótono de mis estudios, me reclamaba: no sé exactamente por qué regiones viajaba mi imaginación en el ensueño; lo cierto fue que cuando llegué a la posesión de mi conciencia, me hallé con este pensamiento que era como la […]1 cad áver enterrado por la filosofía, encontrar nuevamente su resurrección. La razón me ha conducido pausadamente al sepulcro, locali zándome en trances de muerte definitiva. Qué amable fue la vida cuando transcurría a tu lado sin otra preocupación que existir en medio de tan modestas vivencias. Todo era para mí, regocijo y conformidad y muy exigente fuera si le pidiera
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En el archivo original, a esta carta le falta una página (N. del E.).
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otra cosa a la vida; me satisface como nada tu compañía y es lo único que me basta para creer en los placeres del mundo; existir en ti, es agotar el último recurso de felicidad posible. Me gustan las alternativas de nuestro cariño, que seas cortejada por hombres de valor, al fin sabré si puedes darme el cariño que necesito y si el simple estudiante en trance de formarse, vale más que los valores efectivos. Todo está seguro por nuestras almas y por nuestros afectos, el tiempo y la distancia no serán en nuestro amor más que simples barreras físicas* impotentes para penetrarnos*; el destino de nuestro cariño está en nuestras manos; de nosotros depende la determinación de nuestras vidas. La brújula de mi espíritu no marca sino dos direcciones: Julieta y la muerte. Yo no dudo que tenga aún, con tu promesa, alguna estimación por la vida. Total que en lo porvenir vas a ser el objetivo de todos mis actos, y tú sufrirás con resignación cristiana (filosófica?) este largo tiempo que distancia la unión de nuestras vidas mientras tanto será suficiente la unión mística de nuestros corazones que vivirán sin extinguirse alimentados por la llama del amor. Yo también sabré sostenerme en medio de las vicisitudes
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que me presenta la vida y mezclaré las dos re signaciones para sostenerme. Que un entusiasmo por nuestro cariño, sea ahora más ardiente, ahora, que mi lucha es fatigo sa y soportable sólo por las esperanzas que tenga mi alma* en ti; ayúdame con tu cariño a ser lo que soy incapaz por mis propias fuerzas y así saldrás de la duda que te mortificó al corresponder mis amores por ti; te convencerás que eres definitiva en mis destinos terrestres y de ultratumba. Por ahora te envío un suspiro lleno de sen timiento, recíbelo y ello será como un beso puro, enviado por el amante a larga distancia.
Tu Gonzalo.
P. D. Mis saludos cariñosos para Amelia… Hazle comprender mi profunda estimación. G.
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medellín, marzo 3 de 1950 Señorita, Julieta González O. Amable niña: muy diferente es hoy mi estado de alma, cuando supe la razón de tu silencio. Te escribí no hace mucho una carta con Fernando Vélez, cuya respuesta me llenaría de esperanza y tras de mucho esperarla no llegó. A qué se debería entonces? Desprecio, indiferencia, olvido? Nada de esto cabía en la pureza de tu espíritu; inexplicable misterio entonces. Pero todo se hizo tristemente claro al fin: resulta que el mismo día de la llegada de Fernando, lo llamé con insistencia para recibir las agradables noticias de tu personita; pero me encuentro con la triste y desalentadora noticia de que no habías respondido mi carta, no quise escuchar más porque esto era suficiente para darme un violento choque sentimental. Me quedé entonces solo, con mi tristeza; pasaron dos días amargos y sin objeto, sin concentración a* mis estudios y a* mis ideas; el objeto de mi vida eras tú, perdiéndote lo perdía todo, hasta los ritmos vitales de mi corazón tan activo y animado. Fue entonces en este período de crisis espiritual,
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cuando escribí una carta amargada y angustiosa, ella es un reflejo exacto de la vida que vivía; yo quisiera que no llegara a tus manos vírgenes y puras, porque esa carta está llena de dolor y de sufrimiento moral, y tú sabes que el dolor es semejante a la muerte, y tú, monita, eres toda vida y yo no quiero que llegue a tu espíritu la expresión de un ser que desespera. Pero a la tormenta debía sobrevenir la bo nanza, es decir, a mi angustia, el consuelo y la satisfacción. No fue ninguna noticia prometedora desde luego, pero al menos sí consoladora: Fernando había perdido la carta y no me lo quiso manifestar por temor o pena, aún no me lo ha referido perso nalmente, pero sí se lo dijo a G. Gallón quien me lo refirió. Te entregó el librito de Rubén Darío? En fin, dejemos todos estos paréntesis que tratan de alejarnos injustamente. Tratemos más bien de comprendernos mutuamente, y no nos importen los designios del destino, que siempre trata de robarnos lo que amamos. Cuánto diera yo por adquirir la carta per dida, o más bien, cuánto no diera porque hu bieras leído dicha carta. Hoy te puedo expresar
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el mismo contenido de aquella, pero no su for ma, perdóname esta falta* de modestia, pero esa vez lo hice en una forma bella, la sangre de mis venas brotaba con facilidad y recuerdo que tenía una inspiración de místico, fue que, a la vez que te escribía, recibí un grato estímulo de mis quehaceres intelectuales. Cuán bella es para mí, la armonía entre la inteligencia y el corazón, sobre todo, cuando por aquella se busca la posesión de la cosa amada. Ya a mi vida han entrado nuevas luces, se renovaron mis deseos de triunfo, el ideal fue en tonces claro y la esperanza de triunfo, alentadora. Empecé a creer que era posible mi ilusión, la que tengo en ti, pero que no merezco. Quién sabe si aquello que tanto me impresiona no dejará de ser más que mera ilusión. A mí no me pertenece decidirlo, porque para mí todo lo grande se me vuelve inalcanzable. Lo decidirá el tiempo, monita? Confío en él? Imposible? Probable?... Oh, no, dejémonos de plantearnos incógnitas, de amargar la vida, más de lo que es en sí; para qué adelantarnos a una realidad que tal vez será trágica? Es imposible desentrañar los misterios del porvenir; nadie sabe nada de nadie.
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Monita, si recibiste la carta última del 1.°, te darías cuenta que me sirvió de apoyo para escri birla un libro titulado La muerte y en realidad, yo trataba de buscar un consuelo en lo único que es real* y vital, sí monita, vital, porque la muerte nos hace pensar en serio en la vida. Pero los es tados de ánimo se han sucedido en mi espíritu; hoy en cambio, he vuelto a creer en la vida y en el triunfo y a ti te pongo por delante como a mi mayor estímulo; me negarás acaso tus palabras de aliento, la fuerza inexplicable de tus ojos? Dime que no, por favor, si es que no puedes conce derme algo superior, que si yo alcanzara, tendría como la mayor conquista de mi vida. No me niegues cuando vaya a mi pueblo, tu presencia de reina, si yo viajara a ese, mi objetivo sería verte, es decir, proyectar mi vida, que hoy tiene su valor en ti, y no te asombres. Bueno vida de mi vida, te dejo de escribir, porque ya se me hace incómodo escribir sobre una banca del parque de la Universidad, donde suelo gastar mis ratos de ocio cuando a las diez me echan de la biblioteca. Perdóname estas cartas tan conceptuosas, que parecen ser de persona que piensa y no que siente.
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Pero es que en mí* están tan indisolublemente unidos el pensamiento y el alma, que unas veces pienso lo que siento y siento lo que pienso. De todas maneras, falta tu carta, para poderte hablar confiadamente de mis intimidades. A los tuyos, a Lucía y Rocío, mis renovados saludos, a ti, el cariño de un modesto admirador y amigo. Gonzalo.
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medellín, marzo 9 de 1950 Señorita, Julieta González O. Reinita: cuando ya la esperanza de recibir tu car tica, se hacía desesperada, llega en un momento en que se me hacían dolorosos los presentimientos: pensé que el amigo que te estima infinitamente, ya no volvería a rec ibir notic ias del ser más precioso del universo; pero tu bondad persiste y se refleja en mi vida, abriéndole nuevas perspectivas de triunfo y nuevos continentes de esperanza. Cuánto* te agradezco esta noble generosidad y estos estímulos que llegan a mi espíritu para eternizarlo en la emoción feliz. Hay sensaciones que no se pueden describir por su significación en el destino de un hombre, de esas fue la que causó en mí, tu carta, dándole a mi vida un valor. Yo te veo en el horizonte de mi conciencia, tan bella, tan virtuosa, tan espiritual, tan triste en su expresión alegre, tan cariñosa y tan humana y me dan deseos de cantarle un salmo a la vida y creer que ella sí tiene una razón de ser, que sí merece la pena de vivirse. Ahora todas las acciones de mi vida son como un arco, cuyas flechas miran en ti un objetivo. Yo seguiré tus sabios consejos, -33-
pero sin abandonar totalmente mis propósitos, tomaré estos años como un exilio, en donde sufro la pena de no verte, ni gozar de los dones de tu personita; la vida no será muy cruel y ella me dará cortos espacios para contemplarte, ellos serán mis momentos de eternidad y de felicidad suprema. Yo asumiré la conducta del cazador, que pacientemente espera la oportunidad para atrapar su víctima, o como el minero que se introduce en las entrañas telúricas para esperar el vislumbre del metal precioso. Pero a mí se me hará más incierta esa esperanza; el cazador está al acecho de su presa, el minero llegará hasta el metal inmóvil, dormido en las profundidades oscuras de la tierra; ellos a no dudarlo, alcanzarán su cometido, pero yo, mi vida y la de dos mil millones de seres que pueblan este falso universo, están expuestas a raras vicisitudes*; sabemos que existimos, pero no sabemos lo que mañana será nuestra existencia. Por eso, en este caso, la esperanza no es para mí un bien, sino una desesperanza; todos vamos por los caminos de la vida, buscando en una alma semejante a la nuestra, la felicidad; como yo, piensa el resto de la humanidad, por eso, yo me impresiono cuando pienso que otro que no sea
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yo, encuentre en ti el tesoro que busca. Nada de esto se me hace extraño, si pensamos que no hay hombre sin sentimientos* y sin capacidad de contemplar la belleza; los demás serán en ti una belleza de superficie y tienen razón, no creo que lleguen a descubrir ese misterio inefable que es tu vida, más llena de oro que los más ricos tesoros. Quién duda también, que yo esté predestinado a descubrir para poseerlo, ese rico tesoro de tu alma? El tiempo puede ser el eslabón que nos conduzca, con un poco de paciencia, a lo que aspiramos poseer. Tengo fe entonces para salvarme y así cumplir un precepto de San Pablo, ojalá la fe, sea la cuerda que me sostenga, para no dejarme preci pitar en el abismo. Sí monita, tu luz entró hoy más viva a mi corazón, llenándolo de inmensa alegría; fue todo un rayo de aliento, vivificador, como esos del sol que se filtran por la espesura de un árbol para iluminar el ambiente, o como uno de esos pálidos reflejos de la luna que despiertan el misterio de la noche, o la marcha fría de la oscuridad. Están estos sentimientos tan exaltados, que no puedo retener la pluma, perdona mi romanticismo, hoy
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como en Semana Santa, me he vuelto a emocionar con la meditación de lo que eres en mi vida. Ya es tarde Julieta, he devorado largos ca pítulos de un libro, estoy en medio de un gran silencio y de una relativa oscuridad, excepción hecha de un foco que ilumina tenuemente para la escritura de estas líneas de amor. Estoy mi rando la ondulación de las estrellas, qué juegos tan bellos forman en el horizonte. El lucero de hoy me ha dicho muchas cosas, está muy brillan te, me ha inspirado grandes pensamientos*. Los mensajes de mi lucero, hacen un poco amable mi vida despejándole su misterio; entre sus* íntimos secretos me ha dicho, que tu vida está predestinada a juntarse con la mía, será ello cierto muchachita?, yo creo que las estrellas no mienten. De tu parte, como tu mensajera, hay una que por sus ondas de luz parece decirme tus secretos, por qué no intentas expresarle tus intimidades? Permítele, para yo dialogar con las estrellas. Tengo por ti, cariñito, una vocación irresis tible, espérame, que mi camino para llegar a ti, está pronto a concluir. Lo que falta es un momento, algo fugaz que nos llevará a la eternidad, y qué felices seremos
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cuando unamos nuestros destinos. Creo en la vida y en Dios y en la inmortalidad y en mi destino, si tu cariño ha de ser efectivo en mi vida, si ello no es así, ella será una débil caña que puede quebrarse al más leve viento. No creas Julieta que estoy acudiendo a los recursos de mi vocación, yo quisiera que no fueran* palabras la forma de manifestarte este inmenso cariño, exígeme un sacrificio, un imposible, para manifestarte con un hecho, lo mucho que te quiero. Por ti podría inmolar la vida y ello sería un gran honor. Bueno monita, lo que hasta hoy he hecho y lo que haga en lo porvenir, exigen un premio, este consistirá en verte con merecimientos y en ganar uno de tus…
La bendición, mocosita, y buenas noches.
Tu Gonzalo.
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medellín, marzo 17 de 1950 Señorita, Julieta González O. Queridísima niña: mi deseo por comunicarme contigo me enloquece y esto basta para com prender lo mucho que te… estimo. Tengo que poner esta palabra para cumplir con tu voluntad, la mía es otra, te lo aseguro, pero de ello se encargará el tiempo y la paciencia que me insinúas debo tener, para no desesperar. Te manifestaba pues, mis anhelos por escribirte y estar contigo en palabras, porque en cuanto a mi pensamiento*, tú estás siempre conmigo y en cuanto a mi alma con mayor razón; pero no siempre podemos hacer lo que queremos y he aquí que, apenas hoy puedo cumplir mis deseos, eso sí, con gran cariño, como acostumbras a poner en tus carticas, que no parecen escritas por mano humana, sino por inspiración divina, claro, es el ángel que hay en ti, el que las inspira y escribe. No te dé esto pie, para juzgarme como adulador, yo soy* como tú, enemigo de esas personas, porque el que adula finge y a mí me encanta la verdad y la sinceridad en todo. ¡Qué semejanza de sentimientos entre el noble espíritu tuyo y el -39-
modesto mío! Por algo será que yo insisto en mi admiración hacia ti, de eso no me culpes, pues yo no hago sino obedecer a una inclinación estimativa que me dio la naturaleza, tan sabia en sus cosas y que me ordena querer un alma semejante de la mía. Si me reprochas esta aspiración tan alta, de quererte, no es a mí a quien debes hacerlo, es a la naturaleza, que todo lo dispone. Monita, el viernes pasado te envié una cartica con Octavio, el marido de mi hermana Adela, junto con una revista de Letras Universitarias, no sé si te fue entregada; yo dudo de cumplimiento en personas ajenas a las cuestiones sentimenta les, cuando los negocios llenan la vida de una persona, hay que desconfiar de que se preocupen por lo que es, como mis cartas, un mensaje* del alma. Habrás estado entonces ocupada para no contestarla? Aún no he recibido noticias tuyas, tal vez el destino se opone a mi felicidad y no quiere que yo reciba tus mensajes de amiga como dirías tú y de reina como diría yo. No te imaginas pues, lo pendiente que he estado de tus cartas, las espero con un delirio indecible, mi preocupación por ir a la casa después de los estudios, no es tanto por descansar, como por saber si* llegaron tus cartas,
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pero en esta semana ha sido inútil toda espera; se agotó tu bondad?, se acabó tu cariño? Pasó ya la sensación de la amistad? Para mí si se acabó esto, se ha acabado todo, el máximo ideal de mi vida, como puse en la revista a manera de dedicatoria. En fin monita, tendrás tus razones, y lo que tú haces, es para mí como un mandamiento, yo lo recibo con obediencia y con afecto, viniendo de ti. Mañana viernes tengo un examen de química, después de él te escribiré. Pídele a tu Divinidad, Divinidad de mi vida, para que ayude a triunfar a este tu siervo.
Gonzalo Arango A.
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medellín, marzo 18 de 1950 Señorita, Julieta González O. Muchachita: voy a escribirte como te lo había prometido ayer, pero hoy lo hago con todo mi cariño, ya que este se hace todos los días más intenso. El jueves te escribí y no sé si llegó mi carta a tus manos, pero la hice con una enorme preocupación, porque para el día siguiente tenía un examen de química; a la preparación de ese, le puse algo de cariño, pues todo ello, contigo especialmente, se roban todas mis simpatías y lo* que puedo dar de mi alma. En verdad me preocupan poco estas materias experimentales, que no alcanzan a llegar a mi espíritu y que en nada deciden mi porvenir. Yo tengo que triunfar y para ello tengo dos amores: a las letras uno, y el otro… a la belleza misma, éste, resume aquél. Yo tengo las letras, como un medio de expresar sentimientos, emociones y te tengo a ti, en pensamiento, como la belleza suma. Durante toda la semana acostumbraba es tudiar por las noches, con algunos amigos de mi preferencia, en el parke [sic] de San Ignacio; cuando se hacía fatigosa la tarea, yo les pedía -42-
excusas para aislarme un poco y descansar, ellos comprendían mi poco afecto por esa materia y a la vez, mi amor por la meditación y el retraimiento. A veces les decía que iba a fumar, otras, con mucho romanticismo, que iba a mirar una estrella que me apasionaba por su luz tan viva. Loco me decían a veces, otras, poeta, enamorado, en fin, ellos lo decían sin conocer el escenario íntimo de mi ser; pero sin conocer mi vida, mi circunstancia afectiva, se expresaban con mucho acierto, de todo tenía a la vez: algo de loco, por aspirar a lo que no puedo alcanzar (ya sabes de qué hablo), algo de poeta, por ser un eterno enamorado de la belleza, sobre todo de la que no se encuentra comúnmente en las almas, y he aquí mi estimación por ti. No siempre me dedicaba al descanso con templativo, sino que me concentraba a leer tu última carta, tan preciosa, tan valiosa, tan noble, y ello me servía de descanso, de ensoñación y me llenaba de estímulos; la lectura de tu carta, me recuperaba las energías perdidas; a veces se triunfa en la vida con una palabra, con un recuerdo, con la sola esperanza de tener cerca un alma buena, grande y noble, de la cual, la tuya es modelo. Yo regresaba como rejuvenecido a la labor; y a uno
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que por adivinación o por penetración psicológica, nadie se le escapaba, me preguntaba por el cambio de ánimo: “te alegraron las musas”, “qué* secretos te contó el lucero”; eran las expresiones con que me recibían, a lo cual yo contestaba que, realmente el lucero me había llenado de una gran luz, fortificando mis fuerzas, alegrando mi tristeza y acompañando mi soledad. Y era cierto Julieta: tu llegabas en recuerdo, toda entera, a poseer mi espíritu. A la noche siguiente, estudiando como de costumbre en el parke [sic] de la Universidad, nos sorprendió el agua, (“nos cogió el H2O”, dijo uno de los compañeros; ésta es la fórmula del agua en química) y fuimos a refugiarnos a uno de los salones que estaban abiertos. Poco después dejé la química y me puse al trabajo de la evocación, ello me era fácil desde luego, porque no tenía que ir a buscar lejos los recuerdos, pues ellos estaban dentro de mí, como prisioneros. Tu carta que llevo siempre conmigo, me sirvió una vez más de grato estímulo. Pero no sabes lo que sucedió; mis buenos amigos quisieron saber qué leía y me compro metieron diciéndome que entre la barra no -44-
podía haber secretos, yo les concedí razón y se guidamente* les leí la cartica, sin darme celos, porque sabía que no te conocían, porque has de saber que hasta en… la amistad, cuando es buena como la tuya, hay celos. No alcanzas a imaginarte la impresión que les causó la belleza de tu carta, “hombre Arango, es un caso excepcional”, me decían entusiasmados y tenían razón. Me perdonarás esto, si ello es falta?, ya te veo con el corazón en los labios diciendo que sí. Monita, hasta hoy ha sido inútil la espera de tu carta, tenía la esperanza de que llegara hoy viernes y no ha sucedido así. Al fin se agotaron tus bondades? O fue que acaso te moriste? Si prevés la muerte, avísame con anticipación para mandarte a cantar las misas, y si tu muerte para conmigo es la del corazón, tu silencio, avísame también para enterrarme vivo y en ese caso, seas tú la de las misas. Julieta, si ya estás cansada, no te presiono moralmente para que me escribas, que sea ello por tu espontánea y franca voluntad. Tú sabes que es muy difícil escribir fingiendo; yo no quiero
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causarte el más mínimo sacrificio, no hay como la sinceridad en todo, verdad… amiga mía? Bueno monita, no quiero robarte tu tiempo precioso, ni que tú lo pierdas leyendo mis inge nuidades, mis cosas de soñador enamorado. Recuerdos a los de tu casa, especiales para Lucía y Rocío. Qué hay del niño, tan bonito como tú? Imposible, nadie te iguala. Hasta lue go monita, hasta cuando te vea a través de tus palabras.
Una vez más mis sinceros afectos.
Gonzalo Arango A.
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medellín, marzo 25 de 1950 Señorita, Julieta González O. Noble amiga: la espera de tus cartas ha sido inútil; ellas, que son un consuelo, no llegan precisamen te cuando más las necesito. Ahora te escribo, con fuerzas que solamente puede dar el amor; no sé hacia ti, cuál de mis sentimientos puede definirse; a veces creo que todos menos dos: el olvido y el odio, que son sentimientos negativos. Realmente estimada Julieta, estoy viviendo una inmensa agonía, un sufrimiento inconsolable. Se trata de que en ese mi pueblo, había un ser humilde y sencillo, pero noble y grande, que había convivido largo tiempo en casa de mi mamá y luego en la mía. Yo era para esa alma buena, un contemplado, toda la vida sintió admiración y preferencia por mí. Cuando vine a esta, más la quería y no dejaba de escribirle, ella llenaba mucha parte de mis vivencias y de mis recuerdos. Siempre cuando viajaba a esa, a pesar de mis vacaciones, sentíamos recíprocamente una inmensa alegría; en ella tenía yo la justificación de mis vacaciones. Anciana, sometida por el peso de los años, yo la admiraba como nunca, ella a su vez no dejaba de -47-
manifestarme el deseo de que yo fuera un hombre grande. Muy en cuenta tendría yo ese deseo y realmente pienso coronarlo. Lo que más me en tristece es que ese ser haya desparecido sin ver totalmente el triunfo de mis ideales; en parte ella estaba satisfecha cuando le enviaba mis escritos y se emocionaba con mis cartas, que eran cartas de hijo; claro, todo lo de los hijos, para las madres, es superior, ya me veía dentro de su escaso mun do, con la conquista de la gloria; realmente no es así, pero será en honor a sus cenizas; no es una promesa, es un juramento. Judith me llamó por teléfono el viernes a las diez de la mañana, para decirme su enfermedad y el deseo que ella manifestaba por ver la última vez a Paquito, como cariñosamente me llamaba, yo, naturalmente ofuscado arreglé mis problemas con la Universidad, conseguí* unos libros y estaba dispuesto a madrugarme el sábado, pero cuando llegué a la casa por la noche, comprendí en las lágrimas de mi mamá, que todo era irremediable, con esa noticia de la muerte de aquel ser que lo era todo para mí, llegó a mi espíritu un tanto deses perado, la angustia y casi la muerte; no creía que la evocación de los recuerdos de un ser querido,
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trajeran tanta tristeza. He pasado* inconsolable, entregado a la pena, procurando aislar esos re cuerdos que me llenan de tristeza; ahora sí estoy entregado a las lecturas graves, algo que me compense mientras dure, la vanidad de esta vida, que se justifica por otra en la eternidad. Cuando desaparecen estos seres buenos y nobles, entonces sí veo la necesidad de que exista un premio eterno. Yo debo ir pronto a rezar a la tumba de ese ser, que fue para mí una madre. Feliz ella que rompió con el dolor, para unirse con la felicidad en el paraíso.
Te recuerdo mucho:
Gonzalo Arango A.
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medellín, marzo 28 de 1950 Señorita, Julieta González O. Niñita: tomando en cuenta la muerte como un fenómeno natural, como un designio que ema na de la Providencia, e inclusive, teniendo la esperanza en un destino superior que compense las miserias de este mundo, he optado por una resignación cristiana, para no caer en la deses peración. No podemos vivir de los muertos, abandonando nuestra propia vida; feliz ella que se desligó de las ataduras* de la muerte, para juntarse a las del Paraíso. Julieta, hoy salí a vacaciones de Semana Santa, pero con la condición de hacer en la Universidad unos ejercicios espirituales, que sinceramente los necesitaba, ya que de mis ejercicios intelectuales tenía residuos perjudiciales al buen desarrollo de mi alma. Es bueno una purgadita religiosa, a tan diferentes contenidos como los que componen mi espíritu en la actualidad. Yo espero aprovecharlos* bien, para llegar a los caminos que conducen a la perfección y a Dios, el Bien Supremo. (Bien que también se puede encontrar en la tierra en un momento dado). -51-
No sé si concluidos esos ejercicios, pueda viajar a esa a cumplir primeramente con un com promiso de gratitud, visitar la tumba de aquel ser que lo constituía todo para mí. Simultáneamente aprovecharía la oportunidad de solucionar algo relacionado con mi último año de estudios en el bachillerato, para el cual el Ministerio es muy exigente. Tendré que traer algunas decenas de certificados de los primeros años de estudio en ese. Además, si no hay nadie que se oponga a que yo visite mis buenas amigas, sería para mí muy agradable. Con tu silencio, he llegado a dudar en la perennidad de tu amistad, a veces desprecio más bien los presentimientos, para no dudar de que sí fueron sinceras tus promesas. He esperado la respuesta a una de mis muchas cartas y ha sido inútil, no sé cómo justificarte. En los intermedios de descanso entre las conferencias de ejercicios, no hago sino leer, pero ya estoy falto de energías; fue que las lágrimas Julieta, se robaron muchas de ellas. Quisiera viajar a esa para restablecerme, pero los compromisos con mi porvenir me hacen difícil ese viaje. Yo sé que en Andes tendría estímulos amistosos, filiales y sentimentales que me confortarían.
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Haré lo que esté a mi alcance, siempre que no crea comprometerme*, ni comprometer a nadie. Yo quiero ser siempre una expresión común como cualquiera, menos en el espíritu, en lo que soy muy egoísta, quisiera introducirlo todo, en los estrechos moldes de mi cerebro, pero inútil ambición, ya que ni siquiera la grandeza de tu ser puedo contenerla. Recuerdos a los tuyos, a Lucía y Rocío, ca ricias para el niño y todo mi afecto para ti, mu chachita.
Veneración de tu amigo,
Gonzalo.
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medellín, marzo 31 de 1950 Señorita, Julieta González O. Noble amiga: no hace mucho recibí una de tus bellas cartas, que me ha traído de nuevo la esperanza en el porvenir y la confianza en mí mismo. Ya el tiempo de tu demora se hacía desesperante y era apenas para llenar a uno de aterradores presentimientos. Pero todas esas in certidumbres se han desvanecido con el calor de vida que traen tus palabras, que no consuelan mi insatisfacción, pero que me animan y estimulan para conservar* mi amor por el ideal, aunque para mí, el otro ideal es superior. Realmente Ju lieta, tus cartas traen extrañas sensaciones, es seguramente que dentro de tus palabras, viene a saludarme tu espíritu, como a traerme un mensaje de vida, con su dosis de consolación y de esperanza. Te agradezco en el alma, los efectos que surten tus cartas en mi espíritu; me llegan tan bien porque las necesito, porque llenan todos mis vacíos y consuelan todas mis aflicciones. Es un gesto caritativo* que no merezco, pero que tú lo concedes bondadosamente; entonces, Dios será quien te lo ha de pagar todo; yo creo que para la -54-
excelsitud de tu alma, hay un Cielo especial di ferente del común, si no es así, Dios está ciego a la justicia, porque bien te lo mereces. He tenido sensaciones especiales esta semana, algo obraron sobre mí, los ejercicios espi rituales, me alegro de esta unión sincera que tuve con el Dios del universo, ese que niegan algunas filosofías, pero que para nosotros es el origen de la vida y el fin de ella y el objeto supremo de la felicidad; estoy de nuevo dispuesto a hacer frente a los filósofos, sin que implique ello la perdición de mi fe, fe que necesito para salvarme, si es que mi salvación, mi felicidad, no está en este mundo. Hace algunos días te manifestaba el proyecto de escribir algo extenso sobre “El Existencialis mo”, aún estoy entregado a ello; tengo la convicción que si llego a interpretar bien esta doctrina filosófica, mi esperanza de llegar a ser algo, será una realidad indiscutible, mi voluntad de continuar la* obra, no declinará, temo sólo un decaimiento cerebral por falta de energías, un síntoma de esto lo experimenté en esta semana, cuando irreflexivamente me entregué a la lectura de dos obras concernientes a lo que te decía, me dejé dominar por la pasión de ascender, de realizar los
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ideales de mi espíritu, sin considerar que soy una débil máquina, susceptible de sufrir consecuencias por exceso de trabajo; ello no volverá a suceder. Julieta, abrí tu cartica y se me abrieron qué interrogantes; realmente fáciles de contestar: yo he comprendido tus intenciones y sé el noble contenido que ellas encierran, pero respecto a mí, te manifiesto que, no quiero comprender, parece contradictorio, pero no, Julieta, es que no quiero matar tan injustamente mi ilusión, déjamela vivir, es hacia ti, pero al fin, es mía. Cuánto duran en mí las sensaciones? Depende de donde provengan: un segundo si no me interesan, una eternidad si son tan amables, como cuando se recibe a tu lado la impresión de estar frente a un ser superior. Recuerdos a los tuyos, Lucía y Rocío, caricias para el nene y especiales cariños para ti. Gonzalo.
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medellín, abril 13 de 1950 Cariñito: Frente a ti, lo mejor es no hablar para no perder la contemplación de tanta belleza, he creído que lo mejor es admirarte en silencio y hablarte con el alma, pues sólo ésta, puede decir todo lo que siento por ti; yo, en palabras soy incapaz de manifestarte mi inmenso cariño, es algo que en lenguaje hu mano no tiene forma de expresión, para hacer esto sería necesario la ayuda de los dioses, y tú bien sabes, eres mi Divinidad, mi tabla de salvación, de modo que mi silencio es consecuencia […] mi grande amor. Te habré dicho algo, pero es nada […] con lo que tengo por decirte, en una frase inglesa, “I love you […] y lo hice así para no profanar el sagrario de tu […] a quien sólo se puede dirigir con frases divinas, perdona […] te divinice, pero ya sabes, deificarte es poco, y es lo único que […] hacer, emocionado al encontrar en ti, to talmente mi felicidad. Yo la buscaba en “El Ser Supremo”, pero se me había negado, yo espero que por medio de ti, la alcance, tengo la esperanza de que al lado de un alma noble y bondadosa co mo la tuya, la mía se contagie y en la imitación -57-
pueda salvarme. Tu cariño va a definir muchos aspectos de mi vida, vida que antes de conocerte, no se justificaba con un noble sentido de existir, apenas estaba como sumergido en una profunda inconsciencia, sin luz alguna que me condujera al puerto seguro de mi felicidad. Yo en ti encontré esa luz, esa estrella tan esperada que llegó a mi espíritu para redimirme, y hacerme ver cuán excel sa y amable era la vida. Ahora, ante la presencia de ese hallazgo, se me abren todos los caminos, veo en la vida una cosa noble, con grandes motivos para vivirse, veía en el porvenir una incógnita que me espantaba por su misterio y ahora la veo con seguridad, como una conquista llena de atracciones; él me invita al triunfo, porque ahora en la mitad de mi vida estás tú, como mi mayor trofeo, al cual quiero llegar dignamente. La conquista del futuro es una de mis grandes pasiones y ya lo miro con seguridad, como algo propio de mi vida, ya no le temo y por el contrario debe temerme*, pues no alcanza a comprender que pienso robarle más de lo que puede darme. Ahora, contigo en mi vi da, como parte de mí mismo, como alma de mi pobre ser, el porvenir es mío, y si quieres que te
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manifieste lo que siento, ¡es todo nuestro! Porque desde ahora, nada se va a agitar en mi alma sin que te pertenezca; mi vida está en ti, mi salva ción es un hilo que está colgado de tu vida, según lo retengas, yo viviré para la inmortalidad o para el fracaso, ya te dije que los móviles de mis ideas, lo que me lleva a coronarlas, no es otra cosa que merecer una de tus miradas dignamente. A ti llego con honor, con dignidad y cargado de méritos, o no llego; es verdad que ante tu imagen soy el ser más egoísta, pero por el mismo amor que te tengo, sería capaz de sacrificarme, en bien de tu felicidad yo no quiero que tú llegues a mi vida para que encuentres en ella tu desgracia, es lo contrario, si en mi, puedes hallar tu felicidad, yo te anticipo la bienvenida. Adiós, Julieta, me queda sólo tinta para escribirte, que te quiero y que me retribuyas con igual sentimiento.
Con todo mi cariño,
Gonzalo.
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medellín, abril 14 de 1950 Cariñito: No sé si al escribir estas palabras de introducción a mi despedida, siento alegría o tristeza, nada defi ne mi estado de ánimo, porque simultáneamente vivo las dos cosas: estoy profundamente triste, porque tenerme que separar de ti, es entrar en una gran soledad, el estímulo de tu compañía fue un placer que no se vuelve a sentir, sino estando de nuevo a tu lado, voy a sufrir esta separación, con resignación, esperando con anhelo el momento de tenerte muy cerca de mí. A la vez siento alegría, entusiasmo, porque estoy convencido de tu cariño sincero para mí, esto será mi mayor compensación para soportar la separación, la distancia que nos va a separar, una distancia geográfica que nos va a separar físicamente, pues sería imposible que algo se opusiera a la fuerza de tenerte espiritualmente con migo. No habrá nada que se oponga a mi inmenso cariño, a mi grande amor por ti; Dios sería el único que pudiera oponerse a la realización de mis proyectos, pero Él, bondad infinita*, no me negaría la felicidad, que la encuentro toda en ti. -60-
Yo voy a triunfar, para cumplir con una obli gación moral que contraje contigo, tus palabras, más que nobles y sinceras, me darán la energía suficiente para resistir las pruebas más duras en mis estudios; unido a tus frases cariñosas, yo llevo la confianza absoluta en la sinceridad de ellas, sé que son un brote espontáneo de tu alma y eso me llena el corazón de esperanzas y me llena el espíritu de energías. Hoy rompí toda relación que pudiera tener el tiempo en mis sentimientos, para hacer Eterno mi amor hacia ti, que nunca ha sido sensación de momento, visual, sino hondo sentimiento de amor puro, noble y sincero, con origen en lo más íntimo del alma. Yo espero alimentarme en el tiempo de exilio moral, con tus gratos recuerdos, en ellos encontraré una fuente de inmensa consolación; mis pequeños ratos de descanso, los dedicaré a pensar en ti, te escribiré frecuentemente desde que me sea posible, escucharé tu música con gran delectación, asociándola a lugares y momentos en que estuvimos juntos; voy a tenerte siempre dentro de mi pensamiento, para no olvidarte jamás; estoy tan convencido de mi amor por ti,
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que antes renunciaría a mí mismo, que olvidarte; dejar de ser lo que sería sin ti, sería cosa insig nificante, porque mi vida, si vale algo, la explica tu cariño. Con mis propias fuerzas, poca cosa haría para la historia, ahora a mi alma, se ha juntado la tuya y así, con dos almas, se me harán fáciles los caminos por recorrer en mi ascensión a la cumbre del ideal. Ojalá tú me recordaras como yo a ti, para no morir pronto en tu vida; la seriedad de tus he chos es lo que más se ha ganado mi admiración, he comprendido también que tu cariño por mí, viene del alma y confío en que ha de perdurar en ti este sentimiento. Pídele a la virgen que te ayude a recordarme mucho, para que así, con una ayuda divina, yo sea algo permanente en tu corazón, por mi parte estarás en el mío eternamente. No olvides te suplico, la promesa de tus vistas, espe raré estas imágenes de tu ser, con el mismo anhelo con que esperaré siempre tu persona.
Dios te guarde, vida mía.
Tu Gonzalo.
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medellín, abril 18 de 1950 Julieta González O. Cariñito: siento la separación de tu lado, como si separaran mi alma de mi cuerpo; ya eres en mi vida algo esencial sin lo cual no podría vivir. A mi despedida de tu lado, lloré interiormente, sin poder conciliar mi tristeza; inútil era espe rar que la distancia me iba a consolar, sucedió lo que pensaba, mi amor por ti fue más grande y más intenso, lo que me hizo convencer que mi cariño no era efecto de la grata sensación que experimenté en compañía de tu personita, sino sincera manifestación de un alma emocionada al hallar su felicidad, porque comprende reinita, soy el ser más afortunado del universo, al haberte encontrado en la mitad de mi marcha en la conquista del futuro, la vida me da hoy las energías suficientes para triunfar, a ningún obstáculo temo, teniéndote como escudo en mi lu cha. Mis presentimientos pasados, que tanto me amargaban, han desaparecido, tus promesas me han abierto los caminos para la conquista de un porvenir brillante, el cual quiero regalarte, en unión de mi inmenso cariño, eres tú la que estás
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definiendo mi vida de hoy y las situaciones a que esté destinado vivir en el futuro; la influencia benéfica de tu cariño, la he notado y los amigos de inquietudes literarias me han hecho caer en cuenta de una cosa, de que me estoy manifestando tan bien, que parece estuviera alentando mi alma, un espíritu superior, y es cierto monita, el lucero que buscaba infatigablemente en las noches oscu ras de este Medellín, se ha posado en mi alma y está invadiendo en ella su efluvio de luz, yo sé a qué puerto me va a llevar esa estrella tan viva, que en buena hora se ha interpuesto en mi camino, ojalá no palidezca en su emanación de luz, verdad* luz de mi vida, que no me negarás tanta felicidad como me proporciona la luz de tu cariño? Di que no cariñito, para que yo, el “Romeo” de tu almacén, el soldado fiel de tu “imperio”, no muera. Con tu olvido mi vida se disolvería en la nada, la oscuridad de mi vida me conduciría al abismo, y tú sabes, vida mía, yo no busco los precipicios, sino las alturas, ayúdame a alcanzar la cima soñada por mi espíritu, para poder entronizarte en ella como mi mayor conquista. Es verdad que me has hecho falta, te he echado de menos en el repertorio de mis vivencias, pero
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estoy confiado en la sinceridad de tus palabras, que han sido para mí, como un mandamiento de salvación, tú eras el juez que en* mi vida debía dictar mi sentencia y la has dictado de vida, de eternidad, brindándome tu amor; este tu amor es en mi alma el primero y será el último, porque he llegado a la posesión total de la felicidad; espero sólo el paso definitivo de mi vida que es el triunfo, para hacer esa felicidad toda mía, de los dos. Me prometiste tus vistas y quiero que me las mandes porque las necesito, ellas deben hacer parte de mi alma, objeto de mi admiración por ti, luz de mi vida, reina de mi felicidad. Salúdame a tu papá, a tu amable mamacita, a mis estimadas Lucy y Rocío. Para ti, mi amor, el corazón entero.
Tu Gonzalo. Í “Estudia, joven, sin cesar estudia”, es la voz del deber. Amor, espera y triunfarás, es la voz de mi alma.
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medellín, abril 29 de 1950 Señorita, Julieta González Ospina Cariñito: acabo de tener mi actuación como Presidente del Centro [Literario] Porfirio Barba Jacob, ante un público muy selecto, lo más re presentativo de nuestra cultura. Con esa grata emoción de mi triunfo, te estoy escribiendo esta carta y no podría ser de otra manera, porque eres tú la dueña de todas mis alegrías y no sólo la dueña, sino el motivo de todas ellas; debes saber, monita, que la fuerza de tu cariño, unida a mis modestas capacidades, me hacen producir cosas superiores*; me basta pensar en ti un momento, para que se abran a mi vida amplios horizontes de esperanza. Acéptame pues este triunfito, que es más tuyo que mío, porque él contribuye a la realización de nuestros propósitos, tanto en la inteligencia como en el corazón. Monita, no sé si le has pedido a Dios, me ayude en estos exámenes, lo cierto es que estoy saliendo maravillosa mente y esto es una consecuencia de mi enorme cariño por ti: antes de que te adueñaras de mi corazón o mejor, yo del tuyo, pocos motivos de justificación encontraba a mi vida, a no ser el -66-
estudio; pero hoy, con el estímulo que me dan tus recuerdos, y la sinceridad con que me quieres, mi vida tiene ya como un porvenir más despejado, un motivo muy grande por qué luchar para con quistarlo; ese motivo eres tú, por ahora toda mi lucha es por merecerte, una vez alcanzado esto, mi vida en ti y tú en mi vida, daré lo que tengo que dejar a la historia, pero este destino para el cual nací y que tengo que llenar, depende de ti, no permitas que se malogren todos mis proyectos. Esta inconsolable tristeza que sufro, es causa de nuestra separación, me haces una gran falta, no puedo consentir en que estés lejos de mí. Sin embargo, padezco todo esto, con una gran resig nación y así lo acepto monita, porque tú me lo exiges, o porque me lo exige, “nuestro destino”; pero el tiempo va pasando y mi oportunidad de verte será pronto, con qué deseo espero estar cerca de ti, gozando de tu cariño, que para entonces será más grande, definitivamente mío, si es que todavía no me lo has dado. Ahora estuve donde tus adorables tías, con* ellas paso muy conten to, porque me recuerdo de ti y eso me da una gran alegría. A través de Matilde te veo tan bella, tan amable y tan cariñosa y creo estar contigo.
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Mi único ratico de descanso, es para escuchar “nuestra música” y para estar con tus amables tías. Hoy me dieron una grata sorpresa, ima gínate que me recibieron con “No niegues que me quisiste”; resulta que Matilde compró un radio con tocadiscos y todo el tiempo lo pasamos escuchando música y hablando de “la mocosita”, ¡qué divertido!, sabes? Ayer viernes tuve mi más grande impre sión, lo que hace que me separé de ti, mi noble amigo Raúl, un artista en la pintura, me trajo para obsequiarme un cuadro grande, sacado de tu bello retrato, casi lloro viéndote tan hermosa, tan expresiva, llegué a creer que eras tú misma y que me ibas a decir muchas cosas bellas, como las que acostumbras. Te daré una sorpresa cuando te lo muestre, no es tu retrato, eres tú misma, tan noble y tan buena, reservándome el poquito de cariño que tanto necesito. Recuerdos a Lucy y Rocío y toda mi alma para ti, mocosita.
Tu Gonzalo.
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medellín, abril [s. f.] Julieta González O. Cariñito: no hace mucho terminé la primera se mana de estudios, lejos de tu lado; me haces una falta aterradora y mi deseo de estar contigo es indecible; sin embargo, la confianza que tengo puesta en ti, es suficiente para consolarme, mi única diversión la constituye la evocación de los gratos recuerdos que pasé a tu lado; mi des canso espiritual, el intermedio de alegría que doy a mis arduos estudios, lo consigo poniendo en ti mi pensamiento y toda mi alma, bien te decía que ibas a definir muchos aspectos de mi vida especialmente el de mi felicidad. Ahora mi entusiasmo por el estudio, mi pasión por superarme y realizar mis proyectos, son efectivos, ya nada puede contenerme en mi marcha ascen dente, siempre que tenga seguro tu cariño, la conquista más bella que nunca haya soñado tener en mi vida. Estoy íntegramente consagrado a hacer productiva mi labor, porque yo lo quiero y tú, con el afecto que me tienes, me lo exige [sic] moralmente. Tus presentimientos de que me perjudicarías dándome tu cariño, no son reales; la -69-
convicción de que me quieres, me da la concen tración que requieren mis estudios, tú ya no estás en mi pensamiento, sino en mi alma y lo que hay en esta, no es necesario pensarlo, porque a todo momento se siente, forma parte del ser. Tú eres en mí, una realidad que se identifica con mi espíritu, tu alma ya es inseparable de mi vida y nada podría arrancarla de ella. Monita linda, acabo de regresar del café donde anteriormente acostumbraba a escuchar la música de tu preferencia, primero lo hacía por amor a la música, como un descanso a la pesada faena de existir; ahora, acompañado a todos estos motivos, lo hago con un placer más grande: tu música me hace recordar de lo amable de tu compañía, del éxtasis con que contemplaba la belleza de tu ser físico y la admiración que me causaba la riqueza de tu espíritu. Me da tristeza asociar tan gratos* recuerdos a esta soledad tan aterradora que vivo, yo mismo me consuelo con la esperanza de que no sea muy tarde el momento de volverte a ver y de enriquecerme con ese tesoro tan rico de tus sentimientos. Mi personal tristeza la ha calmado un poco tu cariñoso telegrama que hace confirmar más en la creencia de que me -70-
quieres, yo, que te quiero tanto, sólo pensé a mi llegada, después de viaje tan fatigoso, ir direc tamente a ponerte mi telegrama de amor, que no expresó mi sentimiento, porque lo que yo siento por ti, es inexpresable; después de haber cumpli do con el primer ser que hay en mi vida, con mi cariñito, llegué a la casa, y con el ánimo que me dan tus recuerdos, me predispuse a madrugar a las cinco, para asistir a las seis a clase; todos los pensamientos que he puesto en ti y la recordación de tus cariñosas palabras, me han dado una fuerza sobrenatural, con la cual pienso hacer frente a lo posible y a lo imposible, con tal de que tu cariño por mí, sea sincero para siempre. Esperando la vida de tus palabras, me quedo pensando en ti y en mi porvenir.
Tu Gonzalo.
Í “Estudia joven, sin cesar estudia”.
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medellín, abril [s. f.] Julieta González Ospina Cariñito: a mayor transcurrir del tiempo, mayor alegría provocada por el presentimiento de que realizaré pronto mis propósitos. Estoy dando un rendimiento en mis estudios, extraordinario; el estímulo de tu cariño, dado gratuitamente, por que no lo merezco, me ha hecho incansable en la labor que me empeño; precisamente para me recerte dignamente, mi vida está puesta por en tero al cultivo de mis ideas y al deseo de que ellas fructifiquen abundantemente, para asegurar mi porvenir, el porvenir de los dos. Nuestra separación, no sé a cuál de los dos le ha dado más duro, si tú has sufrido tanto como yo, te compadezco. En verdad, como te anticipé, la distancia que iba a existir entre los dos, no era sino geográfica, porque, parece que ahora cuando no gozo de tu amable compañía, te pienso más, te siento más íntimamente en mi alma, más cerca a las palpitaciones de mi corazón que no palpita sino de amor por ti. Hoy el objetivo de mi vida tiene un doble sentido: mi interés por el estudio, mi amor por -72-
las ideas, eran antes un placer personal; ahora, tú has entrado a formar parte mi vida, al regalarme tu cariño y ya estoy luchando, no por mi placer personal, sino por definir nuestra posición frente a la vida, en situaciones venideras. El triunfo mediocre que vislumbraba en mi vida del pasado, se ha cambiado por la cierta posibilidad de una victoria plena, grande, que corresponda a tu grandeza; mi compromiso con el destino que* es superior, porque aunque tú no exiges, tú mereces lo superior; ese silencio tuyo, es para mí de una significativa elocuencia: tú no reclamas nada, precisamente porque lo mereces todo. Yo haré lo imposible, agotaré mis posibilidades, por ser algo digno de ti. No digas que soy pesimista y que no tengo razón de expresarme así, es que no te has dado cuenta, que tú tienes un contenido humano superior a toda sabiduría; tus sentimientos, tus virtudes, ese retraimiento que tanto me gusta, ese amor por lo bello y lo noble, hacen de ti, la personita con quien siempre había soñado. Re cuerdo* que un día cuando te expresaba mi gran cariño y mis bellos propósitos, tú me dijiste que eso era un sueño y que estos no se realizaban. Pues ya ves, había soñado tanto con mi cariñito ideal*,
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y la vida me lo regaló generosamente, luego mi sueño es hoy una realidad. Todo lo que hoy hago, es para hacer verdaderos mis proyectos, los sueños como tú los llamas. Teniendo la esperanza en ti, mi porvenir está asegurado y a tu lado mi eterna salvación también lo estará. Nada de lo que sea extraño a mi cariño por ti, ha vuelto a ocupar mi vida, teniéndolo todo en ti, para qué buscar más cosas, si ya nada existe para mí, excluyendo mi porvenir y mi propia vida que se resume en tu cariño? Continúa dándome este cariño, para yo no morir en la vida y en el espíritu. Estoy deseosísimo de recibir tus noticias, tus impresiones, los detalles de tu vida, que hacen parte de la mía, mándame lo que me prometiste para acompañar mi soledad y alegrar mi tristeza. No le niegues la vida a este ser que se muere por ti y que ve en tu cariño el objeto de existir. Quiéreme mucho.
Tu Gonzalo. Í Recordarte es vivir, así vivo.
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medellín, mayo 6 de 1950 Señorita, Julieta González Ospina. Mona fea: si supieras lo mucho que sufro con tu silencio, te pesaría amargamente demorar tus cartas. Ahora en exámenes, cuando necesito más de tus estímulos, tú eres más avara con ellos; claro, tu egoísmo no te deja mirar sino tu interior, sin preocuparte que de ti hay pendiente una vida, con destino y todo lo que ella encierra. Por qué no eres más pródiga con tu Gonzalo, si bien sabes que lo que tú me des, es del todo necesario a mi vida? Medita en estas verdades, y considera la de pendencia que tiene mi vida de la tuya. Estoy ofuscado sin saber noticias tuyas, resulta que nada sé de lo que es para mí más querido, y que en unión de mis libros es mi única preocupación y el objeto de todo lo que pueda dar mi alma. Cada dos días presento un examen, buenos resultados he obtenido, estoy por ello satisfecho; tú en parte, con ese cariño* tan silencioso y tan inexpresivo, eres causa de estos pequeños triunfos; -75-
pienso tanto en ti, en mí y en los dos, que ello es un resorte moral que me impulsa imperativamente a lograr lo más posible; de ahí, que estando tú en mis acciones, no me extraña que esté recorriendo caminos de victorias. Con gran alegría me siento al ver cumplido con un deber de conciencia; al salir de mis exámenes, me dirijo a la casa con un anhelo indecible y con el objeto de ver si llegaron tus carticas, pero qué inmenso desconsuelo me llevo a diario. A esa indefinible alegría, la sustituye un gran desaliento; con tus cartas buscaría reponerme de las grandes fatigas del estudio, pero a todo ello se agrega una pena más. Algo de cruel van te niendo tus acciones y no te has dado cuenta; qué bueno haber podido encontrar en tu personita una pequeña flaqueza; en esa divinidad que eres tú, hallé por fin algo de humano (olvido, desinterés, indiferencia en tus sentimientos?, di que no, monita, para que no causes la tragedia de mi vida). Acaso se operó en ti, esa máxima filosófica que me expresabas en tu única carta y que en síntesis quería decir, que la intimidad engendraba el desprecio? Si me he expresado ingenuamente y con espontaneidad, es porque
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no acostumbro ocultar lo que siento, me que marían esos sentimientos si no les diera salida; no quiero que mis cariños para ti, dependan de una fórmula filosófica, para mi alma sin ningún valor; mientras menos parecido sea mi amor a los demás, tanto más excepcional y original serán mis sentimientos; ellos son míos y son para ti, nadie puede limitármelos, ni tú misma, porque ellos son un volcán incontenible. ¡Qué cansado estoy monita!, toda la noche y lo que va corrido de este día sábado, lo he gastado estudiando, serán las tres de la mañana, este reloj mío está tísico y ya no da las horas, horas de angustia sin tus cartas; ya no puedo conciliar el sueño por la fatiga y tendré que resignarme a permanecer esclavo de este escritorio, o mejor, saldré a estas calles solitarias, a divisar “mi lucero” aún me ilusiona; no sé cómo he hablado, pero me preocupa tu actitud, no te culpo, soy el Gonzalo que te prometió un cariño eterno.
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medellín, mayo 13 de 1950 Señorita, Julieta González Ospina Mi cariñito: con un tanto de angustia te escribo esa cartica, no sé los motivos de esta aterradora tristeza, no encuentro consuelo en nada, a no ser en tu recuerdo y en mi propio dolor, yo estoy condenado a sufrir, Julieta, y ojalá tú estuvieras predestinada a salvarme de este mal. Me he anticipado a la vida y la he encontrado demasiado inútil; la muerte lo desvanece todo: las ilusiones, las esperanzas, lo que nos es más querido, todas estas* verdades me atormentan. A tales inquietudes, la única solución que yo veo eres tú, muchachita linda. Yo te aseguraba, no con juramento porque este se puede violar, sino con mi propio honor, que a mi vida no llegará otra luz ajena a tu cariño; por eso, de no ser tú, quién entonces será la consolación y la esperanza de mi pobre vida? Siempre serás la dueña y señora de mis sentimientos, yo te aseguro que ellos permanecerán vírgenes a sensaciones extrañas que no dependan del cariñito que quisieras tenerme. Ojalá yo sea quien haga palpitar tu cora-78-
zón y que esas palpitaciones sean más. Dame todo tu cariño Julieta, para yo aumentar más mi pasión por el porvenir y por la culminación de mis ideas. De este cariño tuyo, depende que tú seas mía, porque yo no me llegaré hasta ti, sin la dignidad que me den los méritos para merecer siquiera una de tus miradas. Ya mi vida no tiene otro objetivo ajeno a tu personita, mis ideas son una consecuencia del cariño que me tienes, si tú me sostienes ese afecto, mi triunfo será una bella realidad. No es mucho lo que hay que esperar, para alcanzar una felicidad que será eterna. Haz lo posi ble por no dejar de quererme y de no apartarme con ello la gran luz que me ilumina y alienta; tenga la paciencia que yo tengo para esperarte, yo te aseguro la seriedad de mis promesas y el amor tan puro que hay en mi alma para ti. Dime una vez más, con toda la fuerza de que seas capaz, que tu cariño es sólo mío y que nadie sustituirá el lugar de preferencia que he tenido hasta ahora dentro de tu corazoncito. Será necesario recordarte que te acuerdes de “Paquito” en tus oraciones?, no sé si tienes en cuenta ser tan insignificante, pero si acaso, te -79-
ganas un amor más grande y mi eterna gratitud, dime, si rezas por mí, con qué intención pides? Yo te insinúo cariñito, que pidas por la de mayor significación en mi vida, que me quieras mucho, hasta el Cielo que Dios te tiene destinado para ti, tan buena y generosa. Dependerá esto de ti, monita, o será necesario acudir a fuerzas sobre naturales para que se opere un milagro? En todo caso, haz el esfuerzo de quererme mucho, más de lo que pueda darme tu corazón. Ayer, como todos los sábados estuve visitan do tus tías, especialmente a la mía “a Matilde”, que aunque muy escéptica de nuestro amor, siempre se entusiasma con él; el tema de siempre, “la mo cosita”, de la cual dice Matilde, ya no hay nada porque se convirtió en una reina. ¡Qué verdad tan bien expresada! Me tiene afligido la razón que me enviaste con Elvira, de que no has recibido mis cartas y la tan dolorosa de que si me olvidé de ti. Esto me ha causado un gran sufrimiento, pero con dolor llega la felicidad. Paquito.
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Í Has recibido lo que además de frases cariñosas, he incluido en mis cartas? Cómo te pareció “la mocosita”?; bueno, desesperado me tiene también la demora de tus cartas, dime si vas a hacer el sacrificio de escribirme semanalmente? Necesito tus cartas, para curar ésta terrible enfermedad de la ausencia, me curarás? Abre tu boquita y di con un suspiro, “¡Sí!”
Tu Gonzalo.
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medellín, mayo 14 de 1950 Julieta González Ospina Mi cariñito: tras un largo tiempo sin estímulos para mi vida, porque no he recibido los men sajes de tu corazón, llega el día de la madre como único consuelo a esta soledad del alma. Yo he creído siempre en tu cariño y tengo una fe irresistible en él, tus cartas me hacen una gran falta y a ese deseo de tenerlas he puesto toda mi vida. Dios quiera que esta cruel demora no dependa de ti, sino de circunstancias ajenas a tu cariño; yo seguiré con la* esperanza de que tus sentimientos de antes aún rigen en tu corazón. Este presentimiento es lo único que me consuela. Esta es mi condición: no te exijo sino la validez de tus promesas cariñosas, son lo único que me interesan [sic] porque son lo más definitivo de mi vida. Yo he cultivado siempre grandes ideales, pero necesitaba fuertes motivos para coro narlos; he considerado emocionado que mi vida se moverá de cima en cima, siempre que tú me ilumines para no precipitarme en el abismo. Tú eres el resorte que en adelante movilizará mi vida, hacia mis grandes destinos, a los cuales -82-
tácitamente me veo llamado. Tengo un com promiso de cumplimiento indispensable, prime ramente contigo, porque ya te manifesté que tú eres mi mayor conquista, a la cual sólo me es dable llegar con grandes merecimientos, este es el mayor compromiso, porque es de la sangre y del corazón. Mis otros compromisos son con la Patria y con el deber que todos tenemos de dejar un mensaje de amor a la humanidad, contribuyendo a los ideales superiores de la especie. Ya estas, son misiones que derivarán como consecuencia de la realización de nuestro amor. Él es, el eslabón que ha de unirme a la historia. Tengo una clara noción de mi destino, pero lo considero irrealizable, sin que me des todo tu cariño, él me es indispensable a toda acción grande que emprenda, porque él es un estímulo que encierra no sé qué misteriosa fuerza para triunfar. Considera todos estos sentimientos, monita, y date cuenta, de que mi vida depende más de ti, que de mí mismo, y que mi destino será realizable, siempre que sea realizable nuestro cariño. Hay almas en la humanidad que contraen compromisos indirectos con el destino de los hombres, de esas es la tuya, que al ser excepcional, ha impresionado enormemente la
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mía, hasta el punto de que ninguna palpitación de mi alma se realice, sin que tú seas* el aliento que la origine; este corazón dejaría de palpitar, si el tuyo no palpitara por mí; que los suspiros de tu alma sean míos, para yo dejar a la historia los suspiros de mi inteligencia; en cuanto a este corazón mío, sobra decirte que íntegramente te pertenece y que estés segura de la fidelidad con que te hablo; yo te venero y respeto como si estuviera ante algo muy sagrado, ante mi propia divinidad; créeme cariñito que yo estoy tan íntimamente confundido en ti, que si me aislaran del amor que te tengo, yo no me reconocería como el Gonzalo que tiene conciencia de su destino y de su ser. A mí no se me haría extraño seguir la suerte de Romeo, si se malograra “mi cariñito”; tengo una fe en ti, que es mi única esperanza de salvación eterna y mi única esperanza de dejar algo a la posteridad para proyectarnos en ella. Bien amorcito, dejo hablarte de ello, porque ya me requiere mi estudio y porque sé que tú me quieres lo suficiente para tener en ti la esperanza de toda mi vida. Mi muchachita: ayer al amanecer del sábado, ofuscado por tu silencio que tanto me hace sufrir
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y tal vez fatigado y con la preocupación del próximo examen, escribí una carta en la cual reflejaba mi amargura y mi inconformidad con tu silencio. Yo te aseguro que soy inconsciente de muchas cosas que dije, obré irreflexivamente; me acuerdo y me apeno de haberte dicho que tenías un personal egoísmo, porque no considerabas la amargura* de tu Gonzalo, que tanto necesita de tus cartas, pero recuerdo también para mi con suelo que te manifesté lo mucho que te quería; discúlpame de este error y quiéreme más con este arrepentimiento. Me absolverás mocosita? Salí bien en mi examen y rezaba de felicidad con este triunfo, entonces fue cuando compren dí las flaquezas de esas palabras. Yo te necesito Julieta, y esta necesidad es la que me ha hecho triunfar en estos días. Yo espero que sea una cir cunstancia ajena a tu voluntad lo que provoca la demora de tus cartas, yo las esperaré con una gran fe y creo que vendrán. Ayer sábado envié un mensaje cariñoso pa ra tu mamá y para ti monita, fue con todo mi corazón. Estuve con tus tías y gocé como siempre. Matilde es para mí la mujer más querida después
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de la “mocosita”, visitarla, es mi único descanso en este Medellín donde mi vida consiste en re cordarte. A Matilde le llevé un […] fue un cuadrito de la monita cuando tenías una […] feura; ¡qué expresión tan romántica tenías entonces! Bueno cariñito, afectuosos saludos para Lucy y Rocío […] de nuevo manifiéstale a tu mamá mis sentimientos […] los siento de veras; a ti te doy todo lo que tengo un […] inmenso amor que no cabe dentro de mi alma y que apenas podrá albergarse en la tuya, además muchos… de tu Gonzalo. P. D. Monita fea: he sido muy despreocupado en no guardar mis modestas publicaciones, no merecen la pena, pero es bueno ver sobre qué bases fui edificando un porvenir cuya realidad empieza a ser efectiva. Si tienes lo que te he enviado, con sérvalo, nada guardo de ello; ahí te envío esta otra primicia de mi modesto ingenio, algún día te regalaré algo que sea digno de ti. G.
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medellín, mayo 18 de 1950 Señorita, Julieta González Ospina Mi cariñito: imagínate mi sufrimiento al no po derte contestar tu noble y cariñosa cartica, hasta hoy miércoles. Mis muchas ocupaciones llenan casi toda mi modesta vida. Ayer martes, monita, tuve una de las más gratas sensaciones que haya recibido, no recuerdo de ninguna que me haya conmovido tan profundamente, se trata nada menos que de tu carta. Qué cambio tan radical el que se operó en mi vida. Había tenido una larga expectativa por tu carta y tu larga espera me hizo desesperar; demuestra ello, una carta llena de amargura y tristeza. Pero no creas mi cariñito, que por un momento pensé en que hubieras dejado de quererme, nunca concibe mi mente tan malos pensamientos para valorar nuestro cariño. Sólo sentía la necesidad de tenerte por medio de tus cartas, como una cosa indispensable a mi vida; yo presentía la llegada de este gran mensaje que hoy me estimula y me regocija, nunca dudé en que hubiera dejado de palpitar tu corazón por mí; imposible monita tanta crueldad en un ser tan bueno como tú; es un extraño destino el que -87-
hace retardar tus mensajes de amor, parece que se divirtiera viéndome con tanto sufrimiento; pero al fin llegó tu carta o mejor llegaste tú misma, con toda tu belleza, con tu gran cariño (que aún insisto en haberlo ganado gratuitamente, porque no lo merezco), con tus delicados sentimien tos y con tus grandes virtudes, qué dulce deleite me causó tu sinceridad, qué deliciosa emoción me produjeron tus suspensivos, nunca cinco punticos habían sido tan expresivos, no dejes de incluirlos en tus cartas; aunque son en rayitas, causan a mi alma un gran deleite, me los negarás? No monita, haz que penetren a mi alma tan delicados suspiros. De nuevo me insinúas que tus cartas sean “para mi solito”; tú crees que te he desatendido?; después de nuestra inolvidable Semana Santa, nadie sabe de nuestras intimidades, a no ser tu corazón y el mío; en un principio emocionado por la belleza* literaria de tus cartas, las mostré a unos amigos de mi confianza y aprecio, ellas no manifestaban el sentimiento que expresan las últimas. No creas que voy a compartir mis goces de corazón con personas que no saben de eternidad en el amor y que confunden sensaciones
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con divinos sentimientos. No monita, no creas que esos suspiros de tu corazón pasan* de mí, soy muy avaro con estos tesoros de tu alma, no dejaré que otro los contemple, yo pienso como el avaro* que cree que sus riquezas desmerecen dejándolas contemplar por otros. De modo mocosita, que manifiéstame esos pensamientos y sentimientos íntimos, que son para mi corazón y que tampoco te reservará nada. A mis amigos les daré las primicias de mi inteligencia, pero respecto a otro ser, sólo hay un alma que siente, esa es la mía. Tengo un deseo apasionado por verte, pero no será antes de mis vacaciones, por nuestro propio bien, hay que resistir las pulsa ciones de este inmenso corazón. Te entregaré toda mi alegría y mis triunfos cuando te vea, a la vez tú me darás tus alegrías, tus tristezas, tus confidencias, que yo creo me pertenecen, y me contarás todos los detalles insignificantes que es lo que hace más interesante una vida. Te habrán resultado admiradores, es muy justo, no todos mis paisanos pueden ser ciegos a la belleza. Pero sí hay uno monita que te quiere tanto, que es imposible siquiera una imitación por parte de los demás.
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Mocosita, pídele a la virgen de tu devoción, me ayude en algo que será trascendental en mi vida; es la representación de la Universidad al “Comando Central de Juventudes”, sabías que estoy en la terna que considerará el Directorio De partamental? De esa terna saldrá el que representa a la Universidad; que tu devoción y tu cariño me ayuden a triunfar, ¡son mis esperanzas! En esta semana termino exámenes, estoy agotado, he tenido grandes fatigas, he amanecido varias noches o dormido a lo sumo tres horas, ello es un sacrificio necesario que requiere mi destino y que con gran resignación lo sufro por ti y por nuestro cariño. Raúl te retribuye el saludo que le enviaste, se alegró de que me hubieras escrito y me felicitó; ¡es un amigo noble y generoso! Bueno cariñito, me acostaré en seguida para amanecer mañana con la inteligencia un poco despejada. Pero me olvidaba de algo, espera, saldré a ver si mi lucero, tiene que manifestarme algo; sí tiene una luz muy viva, es tu cariño que se refleja en él, penetrando mi alma de una gran luz; qué felicidad tan inmensa siento al recordarte.
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Bueno monita, aún no he perdido la devoción de pedirle a mi mamá la bendición, es muy tarde y estará rezando dormida o soñando con sus temas místicos; varias veces ha venido a hacerme acostar, pero ante mi insistencia, se cansó la pobrecita, no comprende que te tengo a ti y que tú eres algo muy grande por qué luchar. A falta de ella, me darás tú la bendición? Buenas noches Julieta, procuraré soñar contigo, a ver si abandono estas temibles obsesiones* y preocupaciones; que tu cariño me guarde. Mis afectuosos saludos para tu mamá, Lu cy y Rocío, para mi mocosita, mi gran cariño, acompañado de mis… Gonzalo.
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medellín, mayo 23 de 1950 Señorita, Julieta González Ospina Mi mocosita: ayer lunes recibí con gran emoción tu amable cartica; has traído con ello una gran consolación a mi alma, te agradezco estos peque ños sacrificios, son definitivos en mi vida; tus palabras de amor me han hecho recordarte y quererte mucho, no sé si te podré querer más, ya he rebozado toda medida, continuaré amándote tanto, sin retroceder, no puedo, no debo olvidarte, si lo que persigo en ti es mi felicidad. Así te quería ver de expresiva, de* tierna, vertiendo tus íntimos sentimientos a mi vida, que tanto necesita de ellos. Cuando los fatigosos estudios me dejan un momento para respirar un aire fresco, que no esté viciado de abstracciones y razonamientos, me dedico a recordarte, a evocar los momentos inolvidables que gastaba, admirándote tan bella, tan elocuente, tan silenciosa en las palabras, pe ro tan expresiva en las miradas; a veces aparecías tan indiferente y me llenabas de gran amargura; si hubieras* sabido lo que sufría, no habrías retardado tanto ese cariño que hoy me sirve de salvación y que más tarde me servirá para -92-
penetrar modestamente a la historia, si es que estoy predestinado a entregar algún mensaje a la humanidad. Qué rumbo tan firme tomó mi vida cuando tú empezaste a conducirla con la viva luz de tu cariño; tú eres el resorte que me conducirá a una vida fecunda en ideales y en realizaciones, como también en alegría. ¡Oh!, que deleitoso es pensar en el momento en que nos alleguemos recíprocamente; será una felicidad eterna, como jamás se ha registrado en la historia. Qué desti no tan inteligente el que fue capaz de buscar dos almas semejantes y unirlas eternamente; siempre tendré que agradecer a ese bondadoso destino que nos relacionó; porque desde ese momento noté a mi vida una razón de ser. Nunca te darás cuenta de la acción decisiva que ejerces sobre mi presente y sobre mis destinos futuros, los hechos te manifestarán algún día cuán verdaderas y sentidas son mis palabras… Hoy he tenido, monita, un pesado trabajo, no porque sea una* obligación que cumplir, sino porque me lo proporciona un deber moral, enormemente comprometedor; ya sabes, es tu cariño; mis actos están todos dirigidos a la corres pondencia de ese cariño. He leído y meditado
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bastante, escrito, un poco, estoy francamente agotado, no dejas de ser, muchachita linda, un gran descanso y objeto de mi felicidad. He te nido un deseo irresistible de verte, pero me es imposible, además, tú no verías bien que por mi pasión de verte, perdiera algunos días de es tudio*, esta meditación me ha contenido a muchas tentaciones; tu retrato no deja de ser el paño donde enjugo todas mis lágrimas de tristeza y de soledad, lágrimas que no salen de los ojos, porque son del corazón; tú eres en verdad mi único consuelo, mi divina compañía. Espera, te contaré lo que me sucedió el último día de examen: es taba completamente penetrado con mi estudio por la noche, era enorme mi obstinación y mi insistencia; sin embargo, llegó el momento en que era imposible continuar, estaba apartado, pero no me vencí voluntariamente, me recosté entonces en mi cama con intención de proseguir el estudio, pero fue inútil, me dormí. Ruth, muy exigente con la luz, se dio cuenta de mi cansancio y se levantó para apagarla, ella sabe como todos en la casa, donde todos te aprecian, lo mucho que te quiero, y por molestarme, colocó el portarretrato cerca de mí, (rozándose con mi cara). Esa noche no pude
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soñar contigo, me lo impedían las preocupaciones del día siguiente; cuando me desperté, vi que tu retrato misteriosamente se había pasado a dormir conmigo, como para hacerme compañía. Por un momento creí que era objeto de sonambulismo, que inconscientemente te había tomado para trasladarte a mi lecho. Me alegré de ello y quedé convencido, me impresionó agradablemente. Más tarde se levantó Ruth y me dijo: “Paquera, amaneciste muy bien acompañado?”, al instante comprendí y le contesté, “claro que sí” y ¡con una sonrisa! Luego sentí no haberme dado cuenta de tu compañía, para haberte acariciado y besado con besos del alma. Llegará el momento en que esto deje de suceder en sueños, para ser en la realidad?, res póndeme, te lo suplico. Bueno, cariñito, hoy he luchado bastante por nuestro porvenir, no quiero hacer más intensa esta gran fatiga; ya es tarde, estoy en una gran soledad; perdona, miento, aunque muy fría y muy oscura la noche, mi lucero parece decirme con una viva luz lo mucho que me quieres, es la única luz que se ve en el horizonte, es la nuestra, porque
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a estas horas, sólo yo puedo contemplarla como mi fiel centinela. Alguna estrella de mi pueblo, no se te habrá mostrado como confidente de mis secretos?, no habrá una que te diga lo mucho que te quiero? Arráncale secretos a las estrellas, que ellas son amigas de los hombres que aman. Dejemos por hoy esta amable inspiración, el sueño ya no espera, me devora. Dame tu bendición y buenas noches, recibe el último suspiro de este día, en unión de mis…
Tu Gonzalo.
P. D. Niñita: el lunes 29 de mayo sintoniza “Radio Nutibara” de seis a seis y media, te dedicaré un programa musical, con tres de nuestras canciones: “Peregrino de Amor ”, “Rondalla” e “Instante”. Todas las palabras parecen escogidas para ti.
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medellín, mayo 27 de 1950 Julieta González Ospina Mi cariñito: sólo puedo celebrar mis triunfos es cribiéndote, siento como el premio en este acto. Muchas cosas prometedoras han sucedido en mi incipiente vida intelectual; no te diré algunas por temor de faltar a la modestia, tú sabes que no la voy bien con la ostentación, aunque soy un romántico por la gloria, la siento vivamente en mi espíritu y hervir en mi sangre, algún resultado deberá tener esta pasión y eres tú la llamada a de sempeñar en la escena de mi vida, el papel que me ayude* a conquistar este objetivo. He meditado en la acción que tu cariño representa en mi vida, y la he considerado francamente superior a mis personales posibilidades de triunfo; ya te lo había manifestado antes con un profundo sentimiento, tú eres el eslabón que ha de conducirme modesta o gloriosamente a la historia. A nadie he comuni cado este presentimiento, más que a ti, que eres mi confidente. Si alguien que no supiera la trayec toria de mi vida, escuchara esto, me dirían pedante despreciativamente*, o loco si tuvieren alguna piedad. Pero no, Julieta, todos son extraños a los -97-
sucesos de mi vida, sólo tú sabes la dirección que doy a todos mis actos y el destino que busco. Yo no espero nada gratuitamente de la historia, sería indigno, si ella me da un juicio favorable y consagratorio, es porque he correspondido con mi fe, con mi interés, con la obstinación en mis estudios, a tales* merecimientos. Conservaré como hasta ahora, la fe inquebrantable en mis destinos; claro vidita, siempre que sea una realidad tu promesa de servirme como peldaño a mis conquistas futuras; yo no he de olvidar tu gran apoyo espiritual, ese apoyo y esa personita que lo presta, se confundirán para siempre con mi vida. Mis triunfos tendrán algún sentido, si empiezas tú como el primero. Mi compromiso con tu vida, es algo del honor y del corazón, yo tengo la fe y la convicción de ser fiel a mi dignidad, yo creo también que tú me miras con igual cariño y por eso la razón justa de mi presentimiento, mi vida ha tomado una relativa felicidad. Inútil sería, monita, expresarte lo de la semana: el mismo* drama, o mejor, la misma tragedia, la rutina de mis estudios me causan grandes disgustos, he querido darme una relativa independencia para dedicarme a la lectura de mis
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autores favoritos, encuentro en ello un placer de indecible regocijo; unido a este deleite intelectual, llegan los del alma, los de tus recuerdos, estos sí me animan totalmente, a veces los combino con un poco de música sentimental y no encuentro licor más embriagador, me exaltas, me haces ver continentes* maravillosos en el ideal; veo posible todo intento de conquista; das a mi corazón y a mi espíritu un aliento de eternidad; si mi vida tiene un sentido valioso, es porque tu afecto le da ese sentido; sin los suspiros de tu corazón, el mío daría palpitaciones débiles, moribundas, agónicas, ya me haces falta para vivir; qué hacer? Continuar queriéndonos mucho y conservar una fe profunda en nuestras vidas, es la mejor manera de resistir a los impulsos de un corazón que no puede contenerse ante las fuerzas de un ser tan bello y virtuoso. Mis compromisos contigo serán estas senti das palabras: a nuestro cariño soy incapaz de jugar con cartas falsas; te complace este fondo afectivo de mi amor por ti? Mi muchachita, por qué te obstinas tanto en que pierda inútilmente mis vacaciones, si ningún placer iguala al de tu compañía?; si en este tiempo
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he hecho algo que tenga tranquila mi conciencia, mi premio será verte, yo no cambio una emoción de mi corazón frente a ti, por ningún otro placer existente y quién duda que pueda recibir la im presión de tus…? Bueno, ello dependerá de ti; los besos de tu alma no me los podrás negar, los necesito; yo estaré contigo, si no se impone la muerte, aunque mi amor es más fuerte que ella. Bueno niñita, si no te agoto con mis sen timientos, a mí sí me va dominando el cansancio, estoy muy triste, no tengo en el horizonte el es tímulo y la luz de mi lucero, se interponen unas nubes muy negras a mi vista, llueve, tengo la nostalgia de todo, hoy no hay secretos, prefiero descansar* a ver si los encuentro en el sueño, pero no me iré sin dar una mirada al infinito, por si acaso en el espacio se encuentra con una de tus miradas, pero será inútil, qué harás*?; presiento estás profundamente dormida, en una gran inconsciencia, te imagino tan bella, tan inocente, tan virgen; envidio tu reposo sin preocupaciones, algún día me contagiaré de él, te quiero, te amo, serás mía, eres la única a quien he de unir mi destino, nadie existe merecedor de mis sentimientos, temo que sean pocos para ti; lo eres -100-
todo en mi vida, lo mereces todo, me esforzaré para darte lo más; espérame, soy tuyo, nací para ti. Te doy un nuevo triunfo, es muy modesto, lo conquisté para ti, para los dos; pero todo lo que se quiera hacer grande, tiene un pequeño comienzo: ¡me nombraron redactor de “Colombia joven”!, ¡Regocíjate!, te aseguro que es pequeño pero sig nificativo, tiene un valor intelectual, pero es más valioso sentimentalmente porque es tuyo, me han felicitado, te felicito en nombre de los que lo han hecho; te brindaré triunfos* superiores posteriormente, sufro la evolución en el espíritu, me perfeccionaré con el tiempo. Y qué opinas, gordita, de mi artículo político?, te lo ofrezco, es un esfuerzo por merecerte, es indigno, pero acéptalo. He notado en ti una bella inquietud, la lec tura, quiero que leas mucho, te proporcionaré los medios; te remito a Zweig, tu autor preferido, gozarás mucho, te lo anticipo, nos parecemos en los gustos literarios, eres perfecta, te envidio, incluyendo* que eres mocosita, pero no importa, te lucen. Lee a Bécquer, son historias deliciosas, inspiran, te darán descanso. He pasado entreteni do con la visita de mi hermano Jorge y de su
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señora, los quiero mucho y creo me tienen buena estimación; Beatriz es muy amable, se quieren mucho, son felices, yo también lo soy, al ver la felicidad de mi hermano, su vida me preocupa, tengo la seguridad que ha unido su vida con un ser que lo merece. Bueno cariñito, es tarde, el sueño se hace irre sistible, lo mismo que el frío. Dame tu bendición, a cambio de ella te entrego mi vida, soñaré con tigo. Buenas noches.
Tu Gonzalo.
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medellín, junio 2 de 1950 Señorita, Julieta González Ospina Mi vidita: últimamente no sé qué pensar sobre el tiempo, este es definitivo en nuestra vida y sin embargo somos indiferentes a él. El momento de verte es mi mayor anhelo, quisiera agotarlo todo para alcanzar esa felicidad, es un tormento para mí, vivir horas tan largas y días que pare cen eternos; toda esta monotonía me va llenando de una gran nostalgia; tengo sangre y tengo un corazón que clama* por verte, no me bastan las ideas, te necesito, no puedo resistir a la fuerza de este* gran cariño; los mismos recuerdos son insuficientes a este inmenso amor. Mi espíritu tiene una inquietud, un delirio: verte pronto; nada me tiene satisfecho en las acciones de estos días, modestos triunfos, adquisiciones, todo está revestido de cierta vanidad, es poco ante mis aspiraciones; la gran luz de mi vida eres tú y apenas te he visto a través de rayos muy tenues, nunca había sentido en la sangre la necesidad de un ser. Sin embargo, a las cosas imposibles hay que hacerles buena cara; la mejor esperanza es confiar en el tiempo, y en este tengo todas mis
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ilusiones: amor, grandeza, felicidad, todo lo que es dable alcanzar a un espíritu de nobles ambicio nes. Seguiré sufriendo con resignación las horas tan largas que nos separan, tendré la esperanza de verte muy linda y como siempre amable; si merezco un premio por lo hecho, consistirá en verte, elijo esta compensación voluntariamente (siempre aspiramos a lo que no merecemos, ¡qué animal tan egoísta es el hombre!). Me esperarás monita, con tu cariñito que me pertenece y yo aspiraré todos tus suspiros, me llenarán de vida y de eternidad; me anticiparé con tu compañía a las delicias del cielo; hay unos que viven su fe licidad en el más allá, y otros como yo, encon tramos aquí nuestro Paraíso; empiezo a soñar desde hoy con los grandes deleites que me esperan, tú los harás posible mocosita, verdad? Muchachita, el retrato pintado es cada vez más hermoso, a veces noto que me hablas, noto tu sonrisa, tu perfume, tus dulces palabras, creo poseerte cuando te miro, te vuelves irresis tible*, penetrante y muchas veces arrimo el cuadro a mis labios, y me da la impresión de besarte en carne viva, entonces te conviertes para mí en una obsesión, continúo besándote; acaso será esto
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profanarte? Perdón, Julieta, temo haber cometido un sacrilegio. Te disgusta? Contéstame, seré obe diente a tus consejos. Tu imagencita está en la cabecera de mi cama, la sustituí por un santo que por largo tiempo me había vigilado, estaba ya cansado de verlo y no estaría enojado con mi indiferencia. Lo cierto es que tu retrato me inspira y me llena de gratos sentimientos, ahora es él quien está definiendo y salvando mi vida. Cuando el sueño me devora, me dejo dominar por él, paso* mirándote, es la última impresión de todos los días. No es profanación, cariñito; qué va a saber el santo de mis tragedias y de mis necesidades, en cambio tú, con las miradas y sonrisas, me ayudas a triunfar de todo ello. Bueno niñita, ni modo de mencionarte el lucero, todo está oscuro, excepto esta alma que está llena de luz para mirarte. Dame tu bendición y tu cariño, ojalá llegara hasta ti, un suspiro que he entregado al espacio, en unión de cariñosos besitos.
Tu Gonzalo.
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[s. f.]
Señorita, Julieta González Ospina Amor mío: en este inmenso dolor del cuerpo y del espíritu, te escribo estas líneas de amor. He estado muy decaído a causa de una enfermedad, Dios quiera no sea grave, haz que la Virgen de tu devoción así lo disponga… la vida se me ha vuelto últimamente una carga pesada, difícil de sostener por mis propias fuerzas; te necesito y te amo con una proporción que sobrepasa toda medida, sigo agotando todas las posibilidades de amor para quererte. A mis* grandes crisis de espíritu, eres la única en quien encuentro un objeto de felicidad y consuelo. Cariñito, ya siento un poco de hastío por la insistencia con que trato los libros, es pasión y locura lo que siento frente a ellos; en vacaciones me voy a liberar un poco de esta esclavitud no ble, pienso solamente existir para ti, tenerte como la imagen de toda mi veneración, de todo el amor que pueda dar mi alma; tú me vas a lle nar* nuevamente de esperanzas, a renovar mis energías, la fe en mis destinos, me darás una vez más tus promesas, gozaré teniendo la promesa -106-
de tan valioso tesoro. Mis vacaciones significa rán en mí, una nueva vida con nuevos motivos; procuraré hacer de tu vida el objeto de la mía, que sea el corazón el que guíe todos mis pasos y miradas; las ideas al fin esterilizan el sentimiento para recibir toda sugestión emocional, pero la razón no ha podido matar mi cariño, porque tú no has estado un momento fuera de mí, yo te siento muy cerca, te evoco en mis horas de felicidad y de tristeza, espiritualmente has compartido de todo lo que ha sucedido en mi vida; con tus recuerdos, mi corazón se ha acelerado con un rit mo constante de vida, de amor por lo grande, de delirio por el tiempo; en todas estas esperanzas va implícita tu personita, tan amable y tan ca riñosa; si he conquistado algo superior a mis posibilidades, ello obedece al hecho de que yo me muevo en función de tu cariño, siendo tú mi más grata esperanza. Realmente mi vidita, todo esto me llena de felicidad; pensar que me esperan tan gratos servicios, es el premio que nunca creí alcanzar en mis ilusiones y sueños de estudiante. Yo he creído siempre que todo merecimiento tiene su recompensa, tu cariño es mi premio y viajaré
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pronto para participar de él. Será cierto que me corresponde? Mi oportunidad de verte será pronto, mi deseo por estar al lado tuyo, en “tu Imperio”, se me vuelve desesperante, los minutos se me convierten en días* y estos en eternidades; estoy sufriendo con resignación cristiana este lento transcurrir del tiempo; algo costosa tiene que salir mi próxima felicidad; en esta larga espera encuentro la muerte, la angustia, la desesperación, será algo muy noble lo que me espera, porque nada grande se alcanza que no cueste sacrifi cio y sufrimiento. Un bautismo para mi vida, será tu primera mirada. Qué efecto causará la mía en tu alma?; yo presiento un vértigo hacia mi ser, en nuestro primer encuentro. Empieza a abrirme tu corazoncito, porque pienso resucitar a la vida robándome nuevamente tu cariño. Que el último resto de tinta, sea para escribir la palabra que resume mi vida: te quiero.
Tu Gonzalo.
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[s. f.]
Señorita, Julieta González Mi dulce criatura lejana: al despertar, después de una noche tranquila y de una recepción apaci ble y cariñosa por parte de los míos, mi primer pensamiento fue tuyo. Antes de levantarme para seguir el curso de mis labores intelectuales, cansado aún por las alternativas del viaje, sentía en todo mi ser como un gran vacío, en algo esencial que reclamaba las fuerzas de mi vida, faltabas tú, personalmente y verte era una necesidad insustituible; pero para consolarme* de esta falta, acudí a mi memoria sentimental, al corazón y no tuve que esforzarme para tener tu recuerdo, porque estabas ahí con migo, confundida con mi ser en la intimidad de mi alma; te sentí como una fuerza dulce que me invadía totalmente y felizmente yo aceptaba esta invasión afortunada. Así has transcurrido estos días de ausencia, aferrada al fondo de mi alma, no sé por qué el recuerdo de tu ser insiste en permanecer en morada tan pobre; sin embargo*, mi gran cariño lo transforma todo y de ese mo desto rincón, hacer puede para ti un santuario -109-
donde residas como mi divinidad; ahí te tendré siempre encerradita, oculta como un tesoro, esquivando para ti las miradas del mundo, como que me ponen celoso las miradas de quienes son inferiores a comprenderte y no ven en ti, más que un ser físicamente bonito, (claro que eres feíta). Yo acepto en ti, más la belleza que perdura que la belleza mutable y contingente; yo dudo que sean mis sentidos los que vean en ti un ser extraordinariamente excepcional; es mi alma, Julieta, la que te quiere con un cariño que rebasa toda medida, como nadie te puede querer, porque cada ser es feliz cuando se identifica con un alma semejante; todos tenemos una Julieta, o mejor, una Dulcinea que idealizó Cervantes en su novela y en ella situamos nuestras esperanzas y nuestros destinos. Con mayor razón yo, que he puesto en ti mis ideales literarios y que no busco otra gloria a la de merecerte, a la de encontrar mi eternidad* en los fugaces momentos que mi alma se una a la tuya definitivamente. Qué otra cosa puede pedir el egoísmo del hombre que su felicidad? He transcurrido por algunos caminos en la vida y he palpado amargas dulzuras, me ha repugnado todo, me son chocantes las presuntas glorias literarias y sólo veo en la literatura, un -110-
medio para satisfacer mis inclinaciones románti cas, para regocijarme en mi silencio, conmigo mismo y con la naturaleza, que nadie goce de mis intimidades, además, nadie habrá que se intere se por lo mío, soy el ser que significa menos en el universo, estoy decepcionado de mi propio valor y mi vida sólo tomará algún sentido en ti, que eres la que resucitas mi ser de la muerte. Mi convencimiento es definitivo, Julieta, yo no existo para nadie más que para ti y si acaso me equivocase en mis presentimientos, mi vida marchará vertiginosamente hacia la muerte. En fin: en ti espera* este. Qué has visto en el simple estudiante, que haces por él el mayor de los sa crificios? Te has convencido que aunque menos efectivo inmediatamente, es abundante en cariño y en sentimientos emocionales? Que te com pense esa elección infortunada, el pensamiento de que mi cariño es sincero y perdurable. Cariñito: voy a hacerte una confesión íntima que no te había expresado, no sé si por temor o por modestia. Se trata, aunque te parezca una anticipación a mi madurez intelectual, que estoy hac iendo una novela, la llevo muy adelante y he puesto en ella todas mis energías y mi mayor entusiasmo; espero poder concluirla en diciembre -111-
y creo que me llevará algún tiempo recluido en la Biblioteca de la Universidad, antes de que definitivamente me dedique a gozar de nuestro cariño, que para entonces estará más vivo y más intenso. Tiene ella un hondo sentido social y existencialista, pero no creas que voy a exponer allí teorías filosóficas o sistemas*, ella será el primer brote de mi temperamento romántico. No es biográfica, pero el motivo de nuestro cariño es un tema imprescindible en ella; dime vida mía, insinúame un nombre que sea de tu simpatía, que corresponda en mi novela al nombre de Julieta, la protagonista. Es una exigencia que yo te hago, quiero saber el nombre de tu preferencia, donde concentraré todo mi entusiasmo. Ahí va el retrato que pintó Raúl, el hermano de mis pensamientos, para aquel entonces, tenía una gran angustia, que hoy está superada* por tu silencio, ponle de tu parte un poquito más de amargura y ahí encontrarás desnuda mi alma. Te envío por correo un beso, para que no se muera nuestro cariño, en él te va la más noble emoción de que sea capaz mi alma.
Tu Gonzalo.
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[s. f.]
[...]3 No estoy resignado a creer que estamos realmente separados, cuando quiero creerlo, me digo entonces que estamos confundidos en la distancia; estás gravitando siempre en mí, como parte de mi desgraciada existencia; a veces me parece un crimen quererte, comprendiendo la amargura y el dolor de mi vida; debes darte cuenta Julieta, no has conocido en mí sino el ser feliz y conforme en tu presencia; soy el hombre agitado por tempestades de angustia; es verdad, en ti encuentro siempre el bálsamo de mis* amarguras; eres la única que me ha reconciliado hasta hoy con la vida; en ti ha tomado ésta su sentido. Cariñito: las grandes temporadas del estudio no me satisfacen, a veces las veo inútiles y me dan deseos de sustraerme a las fórmulas y con vencionalismos universitarios. Pues no Julieta, sacrifico por ti este romanticismo de querer vi
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Carta sin páginas iniciales (N. del E.).
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vir mi propia vida, de darle rienda suelta* a mi pensamiento y a mis sentimientos, tú eres la brida, me retienes con una fuerza inexplicable; sólo dos intenciones me acompañan: la inmediata es la de verte en mis vacaciones y vivir contigo en medio de ese regocijo que siento en tu sincera compañía; mi interés remoto, imposible de determinar exactamente, es la suerte de nuestro cariño en las próximas situaciones de nuestra vida. Estos pen samientos me retienen para no vivir una vida egoísta, errante, solitaria, aventurera, sufrida y por demás interesante. Desde luego, cada uno viajará a Francia por su cuenta, tú rehusaste mi compañía, te acuerdas cariñito? Ahora mi estudio como el cultivo de mis disciplinas es bien intenso estoy casi ahogado en una atmósfera totalmente intelectual; la esperanza de vacaciones contigo me sostiene y anima, eres el polo espiritual adonde se dirige siempre la brújula de mis sentimientos. Pero no quiero entusiasmarme desde ahora, me mortifica mucho pensar en la lejanía que nos separa; estos minutos sin ti, monita, son francamente de eternidad, pero venciendo el tiempo me resignaré
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a esperarte; el tiempo no existe para mí* sino* porque él nos separa; sin embargo tú me acompañas, porque más cerca estoy de ti, cuanto más lejos sea la distancia que se marca entre Andes y mi corazón. Yo destruiré lentamente estas lejanías con el deseo de verte y con la ilusión que tengo en que tu amor me pertenece. Cariñito: no sé por qué tácita designación me he abandonado un poco a la filosofía, será acaso que han hecho efecto en mí, tus consejos?, saldría* sin querer, aquel deseo que expresé en la mulita de tu papa, de que cambiaba* mi filosofía por aquella montada? Realmente fue sincera en aquel momento en que la naturaleza ejercía una gran influencia sobre mi alma: el río que parecía vertiente de plata, aquellos bosques espesos, aquel cielo azul, aquella soledad encantadora, aquellos horizontes casi insondables, las compa ñeras de viaje la gracia y risa de Lucy viendo mis ingenuidades y tu cariño, parecían llenar mi espíritu de inmenso regocijo y conformidad con la vida aún perduran tan gratas sensaciones ¡Dios te pague!
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Adiós cariñito, te envío en estas letras todo mi amor y la palabra que tu recatamiento no me permite expresar.
Tu Gonzalo.
P. D. Ahí acaba de captar Rául, un poco alicorado, uno de mis momentos de angustia, no sé si captó mi espíritu o puso* el suyo más amargado…
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[s. f.]
Señorita, Julieta González Ospina Mi muchachita: al fin terminé esta fatigosa labor de los exámenes, estoy satisfecho de los resultados, te alegrarás con ello?, es muy modesto el triunfo, pero por muy insignificante no deja de pertenecerte, en alguna de tus carticas me insi nuabas no dejara de participarte en todo lo que sucediera a mi vida; he aquí que si el resultado de esta primera jornada significa un triunfo, te lo obsequio, prometiéndote otros superiores en lo sucesivo. Ya te había dicho Julieta, que mi vida con la esperanza de tu cariño, se moverá siempre de cima en cima. Hoy viernes hice mi último examen, por un momento creí encontrar en la lectura el premio de mis modestos triunfos, aspiré a las ideas que se han anidado en mi cerebro, pero no encontré el alivio que necesitaba mi alma; ese algo necesa rio, estímulo y compensación de mis luchas y de mis esfuerzos, eras tú indudablemente. Combiné entonces estos dos placeres de mi espíritu: la lec tura y tu personita y llené ese gran vacío, claro, -117-
no podría estar contenta mi alma sin tenerte en cuenta. No hace mucho vinieron a visitarme algunos compañeros, rebozaban de una satisfacción que se les veía en el rostro, tenían la intención de in vitarme a los placeres del tan adorado dios Baco, al cual tu papá y yo rendimos una moderada pleitesía. Yo por supuesto no la acepté, eran amigos admirados que querían disiparme de es ta insistencia con que miro el estudio; además comprendí el poco provecho que podía aportarme tal invitación y entonces era inútil aceptarla; mis aspiraciones van más allá de lo común y ésta es otra de las razones. Pobres espíritus vulgares, se entregaron a los placeres como si hubieran gana do la más difícil lucha; se contentan con un paso, sin darse cuenta que en la vida lo que hay que recorrer es toda una jornada. Cómo te parece la actitud que asumí por el bien de los dos? Yo también quise embriagarme, pero con un* licor más delicado; acudí a la reflexión y comprendí lo insignificante de esta victoria, había mucho que hacer para el porvenir y resolví internarme de nuevo en la Biblioteca de cuya soledad me da miedo y a veces creo quedarme en ella por su
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extensión. Sin embargo, la compañía espiritual de mi mocosita no me desampara, qué alegre me pones cuando estoy solo y triste, ya no hay espacio ni tiempo que se opongan a que estés íntimamente en mi alma. Como te dije cariñito, el libro no me dio el regocijo que era necesario a la satisfacción de mi conciencia, acudí entonces a las fuentes de mi pro pia vida, a los latidos de mi corazón, que intenta salirse de mi pecho cuando te evoco, y encontré en esa fuente de tu cariño, el consuelo del corazón solitario que no encuentra quien aplauda sus victorias. Hoy has estado más cerca, en la intimidad de mi ser, cuán grata me ha sido tu compañía espi ritual y cuán atormentado me tiene la falta de tu compañía personal, ¡ya me llegará el momento de que sienta ese placer inefable! [...]4
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Carta sin página final (N. del E.).
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[s. f.]
Señorita, Julieta González Ospina Cariñito: muy intranquilo me ha tenido la demora de tus cartas, no sé qué extraño destino han corrido, pero para mí desgracia no me han llegado. Toda esta semana estuve pendiente esperando la gran felicidad de leerte. Pero no creas que estoy desesperado; la sinceridad de las palabras que me expresaste en Andes, son suficiente [sic] para mantenerme sin cuidado. Si en tus oraciones a Dios, recuerdas incluirme, hazlo con la intención que yo quiero: de que no me niegues tu cariño, lo único que ha podido transformar mi vida y dirigirme a la consecución de un gran destino. Ayer necesité mucho de esa carta, porque tenía una actuación oratoria interesante, que de haber llegado hubiera estado superior. Sin embargo, pensé en el porvenir tan grande que tengo que conquistar “el nuestro”, y saqué recursos de esos que tengo en el alma y que me dan tus promesas; pensar en ti y en la realidad de tus sentimientos es suficiente para lograr lo que tengo en proyectos, todos los tengo que realizar porque es de la única manera que puedo merecerte.
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Convéncete de una cosa monita, que mi amor por ti es cada vez más intenso, más grande, eterno, ya sólo podrían matarlo o la muerte o tú, yo te ruego que la muerte de mi amor no dependa de ti, porque muriendo para ti, yo moriría para la vida y para mi porvenir, sálvame entonces no negándome tu cariño, que hoy lo es todo para mí. Monita, siempre tan devota de tus santos? Tan virtuosa y tan buena? Dime que sí para yo pedirte algo. Se trata de esto cariñito, yo ya no estoy viviendo sino para ti y como lo que yo hago te pertenece, mi porvenir, mis triunfos serán todos tuyos. Pero yo quiero una retribución de tu parte y es que como estoy tan íntegramente ligado a mis proyectos, mis oportunidades de tener la devoción que necesito para salvarme son pocas, yo quiero entonces que tu compenses esta necesidad que yo no puedo cumplir; Dios* tomará en cuenta las súplicas de un alma buena y noble como la tuya y entonces mi segunda salvación, será otro triunfo que tú me vas a ayudar a conquistar. No me niegues este cariñito, haz por mí esta misión ante dios, mientras yo hago la nuestra ante el porvenir. Empieza desde ahora monita, por-
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que en esta semana iniciamos los exámenes, yo no les temo, porque me favorecen todas las circunstancias: tengo el apoyo de tu cariño*, he cumplido con mi deber y tengo la esperanza en que Dios, por medio de tus súplicas me ayudará en esta prueba. No dejaré de escribirte para participarte de mis alegrías o desgraciadamente de mis fracasos, que no creo; de estos no te participaré, porque sólo quiero brindarte triunfos. Monita, escuchaste el programita que te dediqué? Donde tus tías lo escucharon y yo también; ¡cómo me acordé de ti! Envíale por medio de Judith, saludes y besos a mi viejita y que nos está haciendo mucha falta. Salúdame con todo cariño a Lucy y Rocío. Recibe tú, el cariño de tu Gonzalo, que tanto te ama.
Í Ahí ten envía un regalito mi mejor amigo. Matilde me hizo un gran regalo, inmensamente bello: “cuando eras mocosita, como dice ella”.
G.
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[s. f.]
Qué inquieto me pusiste con la noticia de que est abas enfermita, me habría desesperado si luego no me hubieras dicho que estabas mejor; la naturaleza pone a prueba las almas buenas como para hacerlas superiores en el dolor, pero no termina con sus vidas, especialmente cuando ellas tienen la misión de salvar a otras almas. Yo insisto en la creencia de que son verdaderas las existencias sobrenaturales porque tiene que haber un Ser que produzca una creatura [sic] tan bella, tan noble y tan perfecta como ti [sic], también se me hace imposible considerar que no exista un cielo al cual estás destinada, todo premio y toda ventura son dignos de tus merecimientos. Ya estoy llenamente satisfecho porque pronto voy a verte, te imagino cómo vas a estar de bo nita y de amable conmigo, mi paraíso será ese y el premio, estar contigo, cómo me voy a honrar de tener un ser tan interesante a mi lado, pero no menos se va a emocionar mi corazón al tener a su frente un alma semejante; nada podrá oponerse a la gran felicidad* que nos espera, vamos a ser
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todo amor y nada nos va a negar estos estímulos que trae la vida a los seres que se aman. Monita, ayer se me presentó la oportunidad feliz de conocer a Alberto Ruiz, francamente es un muchacho interesante y amigo muy noble, nos encontramos en la amistad por más de un aspecto, parece que nos identificamos tanto en el espíritu como en el sentimiento; nos manifestamos inti midades y me felicitó por la novia que tenía, a mi vez lo felicité por el gusto tan refinado que me manifestó, siente gran simpatía por Lucía y está muy interesado en ella, si se comprenden, quisiera que fuera progresivo este cariño. Muchachita, ahí te envío esa fotografía con el interés exclusivo de que veas tu cuadro, él, como ves, es mi única compañía o como he dicho, mi ángel de la guarda, espero que te gustará, no sobra decir que estás preciosa. Bueno mocosita, ya pronto tengo la esperan za de verte, por ahora me quedaré con tu recuer do, estudiaré mucho para merecer todo lo que me tengas guardado, serán muchos secretos* e intimidades. Cuando salga, te avisaré, quiero en contrarte como un ángel, me darás una sorpresa, la de quererme mucho, esa es la recompensa con -124-
que he soñado toda mi vida. Recibe todo el cariño de quien tanto te desea.
Tu Gonzalo.
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[s. f.]
Monita adorada: Te escribo cuando necesito más de tu lejana com pañía; es un domingo, día de amarga soledad para mi espíritu, hoy cierran las bibliotecas, los santuarios de mi adoración y de mi inteligencia. Ningún deseo de diversión existe para mí; las ambiciones nobles y profundas no se llenan con motivos inferiores y mezquinos. Me entristezco en exceso, ningún albergue de soledad existe para mi temperamento inquieto e inconforme; el ambiente de mi hogar me repugna, el ruido me enloquece, lo mismo que las conversaciones pueriles y superficiales de la casa, ciegos para las sugestiones bellas e insensibles a las impresiones de la música, de la lectura y a las atracciones de la soledad. Siento náuseas de esta atmósfe ra opuesta a mi espíritu y a mi temperamento contemplativo y ensimismado. Salgo de la casa trastornado de angustia; perdí el tiempo que dediqué en ella a mis disciplinas, fue inútil, im posible conciliarme con aquel bullicio familiar.
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Acompañado sólo de un libro, sintiéndote en mi alma, anduve buscando un lugar que agradara a mi espíritu reconcentrado; me es difícil encontrar un sitio de estos, en ciudad tan artificiosa y co mercial; qué gran esfuerzo hago para soportar esta privación esencial de mi vida. Pero al fin tuve que resignarme con algo, un café modesto de los barrios bajos; aquí estoy solo, al menos indiferente a algunos seres humildes que también lo visitan. La soledad, el cansancio, mi angustia, mi insa tisfacción, me llevan a escribirte, quiero por lo menos dialogar contigo destruyendo los límites físicos de espacio y tiempo que nos separan. Conversando contigo, en estas letras, me hago la ilusión de que estás a mi lado, tan linda y tan seria, con tu recatamiento exterior, con tus “rositas”, con tus mortificadores crucigramas que tanto tiempo de conversación* me robaron. Aquí te siento imaginativamente a mi lado, haciéndo me compañía, compadeciéndote de mis grandes angustias; siento que mi momento feliz es este en que te hallo, llenando mi alma desierta y estéril, pues últimamente no he recibido ninguna sensación; la última la marcó [sic] aquellas
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palabras de “tus recuerdos, única compañía” y que llegaron a mi alma como un bálsamo que mitigara grandes dolores*; agradézcote esta preocupación por la suerte de mi vida y de mis destinos, yo te corresponderé con igual sentimiento. No comprendes muchachita, lo impresionan te que ha sido tu ausencia, aún no me he con formado con nuestra separación; es tan brusco eso de apartarse uno de la cosa amada, donde uno no vive en sí mismo, sino en ella, aún siento en mí los vestigios de tu belleza espiritual y de tu fuerza física, culminación de aquello que era tan prometedor, pero tan vano, porque precisamente fue inconsciente. Aquel pensamiento que me dio infinitas energías fue el siguiente: “En Julieta, yo encontraré mi inmortalidad”, ya ves con qué descanso desplazo las divinidades, para ponerte a ti en su lugar, pero no te ruborices, noble amiga, que bien te lo mereces. Ojalá yo pudiera levantarte una estatua sobre el imperio de mis sentimientos, para deificarte y adorarte eternamente a cambio de mi salvación, porque créeme Julieta, a mí me tienen que salvar; porque soy impotente para alcanzar lo que
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esté por sobre mí; no me ocurrió eso contigo? O dime pues, algo que me consuele. O dime que me precipité para expresar mis lamentos. En fin, en ti está la luz para mis negros horizontes, la esperanza para mis ilusiones, la fe para mi escepticismo, el consuelo para mis su frimientos, la vida íntegra para mi muerte y mi vacío. De ti depende [sic], en parte, los caminos* que he de recorrer en el porvenir y en mi ascensión a la gloria, si es que ella no es como todas las vanidades del mundo, empezando por el amor. ¡Oh triste condición humana! Perdóname monita, si te hago poner triste con estas reflexiones amargas de la vida; tú eres realmente un ser destinado a merecer lo superior, cuando tú naciste a la vida, tu compañera fue la suerte. Yo digo que tú eres, no sé por qué don in finito, un alma pura, noble y bella. A los tuyos como siempre, mis recuerdos, especialmente a las deidades mayores de tu casa. Todo mi afecto de amigo y mi devoción de admirador en estas palabras cuyo contenido supe ran la capacidad de un ser humano.
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Recibe esta expresión de cariño, como viven cias de mi corazón emotivo y ambicioso. Gonzalo.
P. D. Lee “El pájaro azul”, en el libro de Rubén Darío y ahí encontrarás a* Garcín como un hermano de mi espíritu. Perdona a los que te admiran sin merecerte.
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Julieta González Ospina Mi muchachita: escribirte y hablar contigo, es la única compensación a estos trabajos fatigosos de mis estudios. He luchado rebasando toda po tencia que me acredita como humano; yo tengo a diferencia de muchos, una pasión irresistible por lo que amo, o tal vez sea que la fuerza con que lo hago se deba a mis escasos pero nobles amores: tu personita y los libros. Mi vida de hoy es como un péndulo que no se moviliza si no entre estos dos extremos; yo no quiero que la vida me traiga nuevas sensaciones, ajenas a estos dos objetos amables. Para* mí toda lucha y todo esfuerzo humanos, se resume en buscar y encontrar la felicidad; si ella aparece o se presenta en perspectiva, para qué más inquietudes y complicaciones? Pues a [sic] mi vida sí aparece esa felicidad como un vislumbre claro que me anima desde el porvenir. Esa sugestión noble de mi es píritu que me impulsa irresistiblemente hacia el futuro, eres tú, con el cariño que le tienes a quien se siente orgulloso de merecerte. Sé que mi vida transcurre ahora llena de sinsabores, con fuertes -131-
dosis de trabajo y sacrificio, pero yo seguiré al amparo* de tu recuerdo mi indeclinable marcha ascensional; mi destino tiene su significación en tu cariño y en él tengo confianza, ojalá no sean en vano mis esperanzas; poco a poco la luz de la fe se ha ido alejando de mi corazón dejándome en una temible oscuridad, sin embargo, la fe en mi amorcito, he permanecido contra la oposición de las circunstancias, venciendo el tiempo, supe rando el espacio, esfuerzos realizables sólo bajo la imaginación de un amor eterno, que no necesita de sensaciones porque lo anima el sentimiento. Monita: no sé qué misterio encierra el tiempo último que he vivido, me da a veces la impresión de que se resiste a transcurrir; si supiera que comete un homicidio sentimental con esa marcha lenta y perezosa, se retractaría de ello; y es, cariñito, porque la necesidad de verte se vuelve cada vez más exigente, se me hace injusto vivir tan largo tiempo sin gozar de ti, de tus dones excepcionales, de tu hermosa feura, de tus esquivas miradas, de tus virginales sonrisas, de tu recóndito cariño… Pensar en ello me causa emoción y tristeza al mis mo tiempo*. Pero ya la realidad de verte será próxima, yo quiero eternizar esos días, porque nos
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vamos a amar intensamente, lo más fuerte que puedan nuestros corazones, sin piedad de que se enfermen, en la ausencia nos restableceremos; yo por lo menos quiero enfermarme por la emoción con que te ame, seré feliz porque pienso ser correspondido en las exigencias de mi corazón que pronto latirá a tu lado, con el sonido de la sangre y con la emoción pura del sentimiento. Cariñito, hace veinte días que no llega a mi alma ninguno de tus mensajes; qué destino tan inhumano el que así me trata, como si yo no me inquietara ante la ausencia del corazón; no obs tante mi intranquilidad, confío en que tal demora la ha causado un accidente ajeno a tu voluntad y a tu cariño. Tengo la confianza y la seguridad de que eres fiel a tus promesas, eso me basta para no desesperar. Sufriré con resignación cristiana, esta espera insoportable. Adiós mocosita, me quedaré muy solo, pero a la vez muy bien acompañado: con tu recuerdo y con un poco de estrellas que al irradiar su luz, me traen gratos mensajes de amor.
De quien tanto te quiere,
Tu Gonzalo.
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[s. f.]
Julieta González Ospina Cariñito: esperando la llegada de tus cartas, he estado como esperando la vida, pero ya no me desespero como antes, porque ahora tengo una fe en ti, que sólo la muerte puede quitarme. Es cierto que quisiera tener tus cartas con frecuencia, porque son para mí la sustitución de tu compa ñía y la expresión de tu cariño, pero si ello no es posible, tendré que resignarme o contentarme con tu recuerdo, que es mucho para vivir. Yo no pierdo la esperanza de que* ese mensaje de vida y de cariño, me llegará pronto. Monita, como tú me insinuabas al darme sinceramente tu afecto, mi estudio es hoy una realidad más efectiva, ya tengo fuerzas y entu siasmo de los cuales antes carecía, creo que sea tu presencia constante en mi espíritu, lo que me ha hecho como surgir a una vida más grata y más amable; Dios te pague por la salvación en que me inicias. Mi vida se resume toda en ti, ya no encuentro otro medio* de regocijo, a no ser recordarte y quererte mucho; estoy consagrado -134-
íntegramente a mis estudios, nada me preocupa teniendo mis libros y teniéndote a ti en mi pensamiento. Yo te aseguraba que con tu cariño se iba a definir mi vida toda y así ha sucedido, ojalá tú no declinaras la promesa de que en terminando mi carrera (una realidad próxima) definiríamos nuestra situación frente a la vida, por mi parte, la expresión de mis sentimientos ha tenido un fondo de sinceridad que los hace eternos, yo siento lo que te dije, hoy y lo sentiré mientras viva; aun que estoy seguro de tu seriedad y cariño, no deja de atormentarme el acecho de los egoístas que ven en ti un tesoro y quisieran poseerlo; unido a esta natural aspiración de los que no estamos ciegos a la contemplación de la belleza y la virtud, persisten continuamente en mi mente, los presentimientos de que no pueda brindarte un cariño que no te satisfaga y que mi amor por ti haya sido inútil; pero tú serás tan buena que en la próxima carta desvanecerás mis atormentadoras dudas y me expresarás* que seguiremos comprendiéndonos tan bien y queriéndonos tanto como hasta ahora; yo te amaré siempre, hasta que me sea imposible quererte más, entonces sí te amaré eternamente.
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El sábado saqué un ratico a mis lecturas para escuchar tu música, me llenó de gratos recuerdos, estuviste muy cerca de mí, yo contemplándote y tú tan bella y tan cariñosa. Sólo a la música, a tu música, dedicaré momenticos de descanso*, tú sabes que estoy más estudioso que siempre, porque ya no me interesa tanto mi propio destino, como el destino de los dos, nuestro será el porvenir que yo conquiste al amparo de tu cariño. En una de mis cartas anteriores, te manifesté sintonizaras el sábado “Radio Nutibara”, de seis a seis y media, te dije que era una pequeña sorpresa y lo es, es un programa de tu música, que te dedico con todo mi cariño. “Rondalla” es mi canción preferida, escúchala y recuérdame. Salúdame a los tuyos, para Lucy y Rocío mis recuerdos, para ti, monita linda, todo mi amor, mi vida misma si la quieres.
Tu Gonzalo.
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Señorita, Julieta González O. Mi muchachita: ya estoy presintiendo lo feliz que voy a estar en tu compañía, noto la necesidad de verte, se me hace difícil vivir sin lo que más quiero en la vida; tengo un corazón muy cariño so para quererte, pero a la vez una inteligencia que ha contenido los impulsos del sentimiento; mi responsabilidad no me permitía verte antes, faltaría a mi deber, pero es más grato un descanso cuando se sabe la tranquilidad de la conciencia; hoy miro el camino recorrido y veo un saldo fa vorable* que me acredita ante ti, para merecer tu cariño; cuando te vea, comprenderé que mis esfuerzos quedan recompensados. Te llevaré algo que sea como un tributo que exprese mi admiración por ti, pero lo que sí será una sorpresa es el inmenso amor que te llevo, es un cariño que mi corazón ya se resiente* a contenerlo, te lo voy a regalar íntegro para que se confunda con el que me tienes; si tú me vas a obsequiar con un poco del tuyo, ¡con qué estimación lo guardaré!, lo ten dré* como un tesoro y bien escondidito, para que -137-
sólo pueda poner en él las miradas. Me admiro del egoísmo que manifiesto con mi cariñito, pero lo que pienso, es que nadie como yo te sabe valorar en la justa medida. Espero que al lado tuyo voy a aprender muchas cosas, serás el diccionario que ha de resolver todos mis problemas; yo me he considerado como una gran incógnita, pero presiento que en ti está la solución de ella. La obsesión por los libros y por el pensamiento me ha desviado de mis buenos caminos, la filosofía, como la meditación me vuelven escéptico y amargado; tú serás mi libro preferido, la sabiduría abierta de mis vacaciones; en ti aprenderé a amar nuevamente la vida, verle sus amables motivos; en ti también recuperaré el terreno abandonado de mi salvación, amaré nuevamente mis devociones y me reconciliaré con mis divinidades, he sido ingrato e indiferente; yo quiero recuperar el terreno perdido y santificarme un poco a tu lado; mi alma es lo que más necesita de luz, está oscura, sola y terriblemente desprevenida, si rezaras conmigo, la fe me vendría por el hecho de estar con un alma buena y noble; tu ejemplo me va a inspirar nuevos motivos de existencia, con una esperanza más cierta en mí mismo y en mis supremos destinos; -138-
te confieso queridita, que si me has olvidado en tus devociones, estoy terriblemente perdido; mi esperanza eres tú, lo que puedas interceder con tus virtudes y bondades ante Dios; eres el alma cuya súplica, yo siendo Dios, recibiría como mandato; en fin mi cariñito, de lo que sí estoy seguro, es de mi salvación en este mundo, donde tú eres consuelo y esperanza de mi vida; me inspiras un irresistible deseo de poseerte, pero ello será cuan do haya correspondencia entre mi deseo y mis merecimientos, tú debes conservarme el cariñito que me tienes, lo necesito para triunfar en las jornadas del espíritu, donde está el porvenir de los dos; ya mis deseos de superarme se justifican, porque eres tú el motivo de mis luchas. Que duermas monita, soñaré contigo para atenuar un poco las fatigas del día. Nuestro lucero está muy vivo, parece que está lleno con la luz de nuestros apasionados corazones.
Te quiero hasta el cielo.
Tu Gonzalo.
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[s. f.]
Señorita, Julieta González Ospina Esperanza mía: nunca había sentido tan pro fundamente la necesidad de verte como hoy; es dom ingo, el día de mis amarguras y de mis tristezas; he pasado inconsolable, nada me seduce ni me consuela, es la más grande amargura que haya experimentado en mi vida; se me vuelve inexplicable su origen, pero sí sé que está acabando con mi conciencia. Creo que este insoportable estado de ánimo va a subsistir en mí, hasta que llegue tu carta y lo interrumpa; es posible* que la demora de tu carta, sea el origen de esta congoja. Por qué te obstinas tanto en demorarlas?, te digo monita, soy incapaz de vivir quince días sin saber de ti; a mí se me hace necesario ver el tesoro que tú eres, ese tesoro es el que me da las fuerzas para lograr todo lo que sea definitivo en mi vida, no puedes con tu demora, hacer estériles mis esperanzas; accede a esta súplica, vida mía, y escríbeme con más frecuencia, son el único aliento de mi vida; haz este* pequeño sacrificio, es una súplica irresistible de mis sentimientos. -140-
Ahora que se me ocurre nombrar sentimientos, tan sinceros y nobles como los que hay en mí para ti, te digo que, los sentimientos no son esta dos del alma que se dan definitivamente y para siempre en la persona, ellos, para sostenerse, requieren el aliento, el estímulo de la otra alma con quien se tiene la relación amorosa; si esos sentimientos no se estimulan, van perdiendo su calor hasta que se mueren. No quiero decir esto mi muchachita, a manera de exigencia, yo sé cómo me los has dicho, que haces todo lo posible por complacerme; te agradezco la preocupación por este ser, que tanto te quiere, sin merecer nada de ti; sigo creyendo que la luz de tu cariño, ha sido concedida gratuitamente, carezco de toda virtud que pueda emular* con las tuyas; es posible que el poco de espíritu, me haga valioso ante tu corazón. Cariñito, desde el viernes inició la Juventud* sus fiestas conservadoras; la convención que hicimos, en unión de los otros delegados depar tamentales, fue un éxito, me codié mucho con estos jóvenes* copartidarios, expusimos puntos de vista y situaciones políticas con mucha cor dialidad, quedé entusiasmado con estos jóvenes valores; el partido y la Patria, tienen en ellos una
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auténtica promesa; el viernes en la noche, hubo un baile en la casa conservadora para los conven cionistas y los estudiantes, yo fui invitado, pero no asistí, preferí comprarme un Diccionario fi losófico, él me servirá para la realización de mis ideas; además, he querido huir de todo contacto femenino por dos razones: primero, porque* se opone a mis proyectos y segundo, porque se opo ne a mis sentimientos, ya te dije que, a nuestro cariño, soy incapaz de jugar cartas falsas, yo quie ro seguir siendo fiel a mis promesas. Monita, mis exámenes fueron un éxito, a ti te lo debo y quiero que sea para ti, ya sabes que mi lucha se resume en un pensamiento: merecerte, y que obro en función de tu cariño. Niñita, todo parece revelarse contra mí, el deplorable estado de tristeza interior en que me encuentro, tu largo silencio, y la espantable soledad de mi espíritu, unido a la aterradora obscu ridad de la noche; en el horizonte no despunta mi lucero, todo está perdido; excepto lo único que me sobra: tu amor. Gonzalo.
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[s. f.]
Monita, mi saludo para Jorge y Beatriz, fue una pregunta: cómo les pareció mi novia?, Jorge cuando se impresiona por algo dice “¡formidable!”, así me contestó con un acento más admirativo; además me dijo, “Gonzalo, por allá está todo muy bien”; acaso manifestaste recatadamente que me querías? Beatriz me expresó también la ad miración por tu personita; “es lindísima”, unida a otras elogiosas frases muy merecidas, fueron los conceptos de su apreciación. Siempre te haces acreedora de una gran simpatía; en mi casa todos te quieren*, mi mamá me dice, “con tal de que sea juiciosa, muy bueno que tengas interés en tu novia y lleves las cosas con seriedad”; mamá y yo conversamos mucho sobre ti; siempre me acuesto con ella para acariciarla y contarle mis proyectos y lo mucho que te quiero; ella se entusiasma con mis románticas conversaciones y me dice aconsejándome, “termina tus estudios y haz todo eso”. Tendrás la confianza en mí para esperarme? Amparo, la monita, es muy solidaria* con nuestro cariño, ella me guarda las cartas cuando llegan y
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me da grandes sorpresas; a veces cuando estaba aburrida, le decía: espérame cinco añitos y te hago mi secretaria, a lo cual me contestaba: “¡no mijo, yo acaso soy tan boba como Julieta que lo va a esperar!”; ella lo dice con tono de charla, porque si hay algo cierto en mi vida, es la realización de nuestro cariño; Amparo ha oído escuchar tu nombre cuando estoy contento o adquirido algún triunfo; también me ha visto meditar cuando estoy triste y me dice: “¡Ola [sic] Chalo, estás pensando en Julieta!”, realmente no pensaba en ti, sino en los problemas de mi estudio; entonces salía a flote de mi interior una sonrisa. Hernán me tiene algún respeto por mi seriedad, por mis preocupaciones intelectuales, es muy aficionado a la radio; a veces cuando escribo o leo, me in terrumpe un sordo grito de Hernán, “¡Gonzalo! ¡Oiga tu canción!”, se escucha entonces la propa ganda aquella donde mencionan tu nombre; cuando estamos almorzando y cantan la canción, Hernán me mira y no puedo contenerme*, me tengo que retirar de la mesa muerto de risa, los demás preguntar: “qué pasa?”. Y Hernán les dice: “oigan la canción de Gonzalo”, todos ríen, empezando por mi papá. Cuando llegan tus cartas,
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este me dice: “¡A ver pues Chalo, qué te dice ‘la mona’”, “secretos y cosas íntimas papá, tú debes saber, aunque ya pasaste estos romances”. Me estoy riendo de lo que te escribo, pero es como mejor se puede expresar el cariño, en los hechos insignificantes y familiares. Bueno cariñito, ya es corto el tiempo que nos separa, tengo que verte, es irremediable mi decisión, iré a gozar de tu cariño y de tus miradas. Perdona el romanticismo de mis cartas pasadas, me gusta que me hayas insinuado tu descon tento, yo declinaré estos arrebatos del corazón por darte gusto, seré siempre tu servidor, de modo que puedes mandarme como esclavo de tu corazón
Siempre tuyo,
Gonzalo.
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[s. f.]
Señorita, Julieta González Ospina. Mi cariñito: apenas hoy martes tuve el tan espe rado placer de recibir tu bella y amable cartica; para hacerme entristecer, el destino la retardó un poco, pero no fue tan cruel del todo, porque al menos la hizo llegar. Una vez más me he afirmado en la creencia de que me quieres un poquito (hasta el cielo?) y eso me ha hecho volver amable la vida y prometedor mi porvenir, que también es tuyo. Mi exagerada concentración a la lectura me tenía un poco cansado; Raúl es* el amigo que en parte sustituye la falta de tu compañía, me preguntó si mi tristeza era intranquilidad por la demora de tu carta, como solía decirme antes de Semana Santa, pero hoy le respondí que mi situación contigo era distinta, que mi confianza era absoluta, la misma que debes tener tú, respecto a mí. Lo cierto monita fue que en mí se operó un cambio de ánimo tan de repente, que sólo a ti puedo atri buirlo, tus nobles sentimientos, el sincero afecto que* me tienes, me han dado gran resistencia para proseguir mi lucha, incansable hasta cuando alcance todo lo que quiero obsequiar a mi cariñito. -147-
Tu cartica la leí diez veces, ya me la sé de memoria, ahora recuerdo que me insinuabas quererte con medida, a ti se te vuelve fácil esto (limitar el cariño) porque no eres tú quien lo siente; yo te quiero con un cariño infinito, si no es más grande es porque no puedo, mi corazón es ín tegramente tuyo, sólo mi vida está consagrada a ti, a quererte y a procurar merecerte, este es el sentido que ha tomado hoy mi vida, triunfar en mis estudios para triunfar en tu cariño. No me pidas monita linda que te quiera menos, si hago esto, sería robarle a mis fuerzas una energía que necesito para vencer todo obstáculo que se oponga a mi camino de triunfo. Yo te ruego lo contrario, quiéreme más, para ser el hombre más feliz del universo. Te voy a hacer una confesión muy íntima: casi me haces llorar de felicidad cuando me manifiestas en tu cartica, tu propósito de ayudarme* a triunfar en mis estudios, yo te agradezco ese gesto de bondad y de cariño; sabré corresponder a tu nobleza y te aseguro que mi vida será un triunfo, si continúas obsequiándome tu ayuda espiritual. Cariñito, los sábados que he pasado sin ti, los aprovecho para ir donde tus tías, paso muy
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entretenido con tan simpáticas compañías. Ma tilde (la niña de tu abuelita) siempre tan sencilla y tan encantadora, me hace gozar mucho con su humorismo*, se preocupa porque pase divertido y me colma de atenciones. Me obsequió el retrato que me prometiste, es maravilloso, estás lin dísima, ahora estás frente a mí, adornando mi escritorio y mirándome con una mirada alenta dora. Mis intermedios en el estudio cuando me agoto, los dedico a contemplarte y ello me vuel ve confiado y altruista. Haré mal si te digo que cuando salgo a mis estudios, colmo tu retrato de... y hasta te pido la bendición para sustituir a mi mamá? Porque siento y hago mías unas palabras del “Salmo” que dicen: “lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino”. Cuando recibas ésta, bendíceme y encomiéndame a tu Dios.
Cariños de tu Gonzalo. Í
Cómo te pareció el retratico que te obsequió mi amigo? Escuchaste el programa que te anunciaba?, si lo escuchaste perdona una canción que entrometieron para completar el tiempo, no es para nuestra circunstancia, ni para nuestro gusto. Si
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puedes sintonizar la misma emisora y a la misma hora, te dedicaré las dos primeras del programa: “Rondalla” y “Niña” (el sábado). Un favorcito monita, me escribirás una vez por semana? Di que sí, cariñito.
G.
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[s. f.]
Señorita, Julieta González Ospina Cariñito: me ha tenido triste la vida últimamente, una de mis mayores inconformidades es la tan prolongada demora de tus cartas. Han pasado días y semanas enteras y ninguna expresión de tu cariño se me presenta, no sé por qué permaneces como indiferente ante mi circunstancia afectiva. A mí me repugna pensar que tú esperas el transcurrir monótono de quince días para escribirme, tal vez no has considerado que hay una vida pendiente de ti; que necesita de tus estímulos* cariñosos para sostenerse en un camino difícil, amenazante de precipicios; yo espero tus cartas como algo insustituible para mi vida, las espero con la fe de que al recibirlas encuentro nuevas perspecti vas de triunfo y realmente es como si trajeran a mi alma alientos y esperanzas. Cuando se me vuelve inútil la espera, mi inteligencia es como estéril para producir, porque no se emociona con los estímulos que me rodean; sólo tú vienes a despertar esas energías latentes * que a veces
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exteriorizo en modestos ensayos. A veces me enojo con mi monita y me dan deseos de decirle insensible, pero te has manejado tan bondadosa, que mi corazón no me permite; créemelo Julieta, nunca me ha abandonado la creencia de que eres muy cariosa conmigo y que como dices, “tratas de darme gusto” he tenido siempre el presenti miento de que las circunstancias se oponen a las grandes cosas de la naturaleza, a nuestro cariño por ejemplo; pero por la misma fuerza de este amor que nos tenemos vamos a superarnos, no permitiendo que nuestro cariño sea algo que tenga que marchar de acuerdo con los ciegos de signios de la fatalidad. Ojalá sea cierta mi creencia de que son factores externos lo que ocasiona la demora de lo que me hace tanta falta y de lo que constituye un pedazo de mi vida. Lo único que te pido suplicante es que no me olvides, me daría mucha dificultad volver a encontrarle objeto a mi vida, si es que desesperado no renunciara a todo. En fin monita, veinticinco días de espera es algo que me llena de fatales presentimientos, es tan débil el corazón que no bien ama una cosa para luego enterrarla; yo he creído por parte de
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los dos*, en lo eterno de nuestro cariño y en la seriedad de nuestras palabras, por eso continúo siendo fiel a estos recuerdos. Mi vida, que en algo te ha de interesar, ha transcurrido como siempre entregado [sic] íntegra mente a estas obsesionantes disciplinas, sin las cuales mi existencia es imposible; estoy luchando estos últimos días con un gran afán y entusiasmo para merecer honradamente mis vacaciones, me hago la ilusión de verte pronto y me consuelo de las infructuosas esperas que he tenido con tus cartas*; creo que merezco la gran felicidad que me espera si acaso no se ha marchitado la flor que dejé prendida en el jardín de mi pueblo. Verdad que si aún estás viva y fértil me vas a renovar mis exhaustas energías?, yo espero que sí, porque tienes una bondad que no cabe en tu corazón; yo necesito tanto de ti, que nada es en mí tan definitivo como tus palabras, lo único que me ha sostenido con fe, son aquellas palabras que tengo grabadas con sangre que al despedirme me dijis te: “estudia, sea muy juicioso y espere en mí”. Con la significación de esta frase, yo encontré a la vida una nueva razón de ser, porque incluía en mi existir un ser bueno, bello y amable. Julieta,
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perdona mis angustiados sentimientos, soy tu Gonzalo de siempre. Í Muchachita: ni las circunstancias, ni Dios, ni tú misma, pueden destruir el apasionado cariño que te profeso.
G.
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[s. f.]
Señorita, Julieta González Ospina Mi muchachita: mi único objeto de felicidad en este Corpus [Christi], será escribirte; encontrar en ti, el regocijo que nada ni nadie pueden darme. He pasado relativamente disipando un poco de nostalgia; tú sabes que la melancolía me invade cuando se me cierran las bibliotecas, allí en cuentro la dosis de soledad suficiente para realizar tantos proyectos y el porvenir que para los dos estoy conquistando; allí no me seduce ni el mundo ni las mujeres, sino felizmente solo* en compañía de un libro, de una idea y de tu recuerdo; es todo lo que me ocupa cotidianamente. A pesar de todo, hoy tengo una bien fundada tristeza: mi pensamiento era verte en estos días de Corpus [Christi] y sucesivos; desafortunadamente nos asignaron un examen para el lunes; tú misma te hubieras enojado si te hubiera cambiado por mi deber, un deber que implica el destino de los dos; bien sabemos los pasos que estamos dando y hacia* dónde. Todo momento de intervalo en mi lectura, me pregunto: qué estaría haciendo con -156-
Julieta; ganándome el Cielo tal vez rezando con ella, conquistando la felicidad con ella, sonriendo, mirándola, regañándome por el romanticismo de mis últimas cartas, que son como una progresiva realización del amor; en fin, tantas cosas buenas como pueden suceder en nuestro cariño; bastaría solamente tu presencia para que yo fuera el ser más feliz del universo; te imagino en “tu imperio” tan linda, tan llena de gracia y de virtudes, con tu elocuencia sentimental, a veces muda, a veces con palabras recatadas, pero generalmente con tus miradas que llegan a lo más íntimo del alma; en tus ojos es donde más he visto tu cariño, son como dos rayos de luz que penetran a mi alma, iluminándola; te imagino también con tu seriedad varonil, una de tus muchas virtudes que más me encanta, en fin, con todo lo que de bueno y hermoso puede tener un ser privilegiado, con todo eso te imagino; yo creo que tu belleza está predestinada para mí, porque no hay nadie que* tenga un sentimiento tan puro y tan profundo de ella, yo no te admiro tanto por tu belleza de afuera, que es enorme, es tu belleza espiritual lo que más me emociona, tienes un espíritu tan delicado, que mi mayor ambición es imitarlo; creo
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estar alcanzando este deseo y de ahí que también nos estemos comprendiendo; yo tenía un gran delirio por una “Dulcinea”, de la cual tú eres la representación, pero ya se me había hecho caer en la desesperanza, me creían incluso como Don Quijote; a la verdad, yo creía imposible el hallazgo, pero no era tal broma, “mi Dulcinea” sí tenía una existencia real sobre la tierra. Debemos apartarnos de esas parejas famosas de la Literatura Uni versal; Romeo y Julieta no cuentan en nuestro cariño, porque en él no hay odios haciéndolo imposible; tampoco cuentan Don Quijote y Dulci nea, porque ellos son personajes imaginados de una mente creadora; ¡Gonzalo y Julieta son una realidad indiscutible, cuyo amor no puede ser imitado por ninguna creación del pensamiento humano! Que hay un martirio espiritual, como lo hay físico, es innegable, en ambos se sufre con igual intensidad; yo lo tengo y es causado por el deseo de verte, de estar contigo, tú eres el sacramento de mi espíritu, como la Eucaristía es el de mi alma. Sin embargo, la falta que me haces, a pesar de ser un sufrimiento, es a la vez un estímulo, en cuanto que con ello tengo la esperanza de triunfar
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y luego gozar de ese triunfo en tu compañía; yo te participaré de mis alegrías pero debes correspon der a este sentimiento con tus amables* cartas, con palabras sinceras, yo te pido que nunca me digas lo que no sientas y perdóname esta sugeren cia, pero es que me aterran las incertidumbres de que me vayas a estimular con tus palabras, por caridad y por compasión o por deseo de que triun fe. Tienes un alma tan noble, que nada extraño se me hace viniendo de ti. Incansable es la labor que desarrollo, las lec turas en la biblioteca, es la inversión que hago de mis ratos de ocio, a nada ni a nadie* le dedico este tiempo valiosísimo (excluyendo los momenticos que dedico a recordarte, ¡qué tiempo tan bello y bien empleado!). Te voy a hacer una confidencia íntima: estoy trabajando constantemente en la formación de un extenso trabajo, alrededor de una filosofía contemporánea llamada “El Existencialismo”. Al profesor de filosofía B. Mantilla Pineda, le mostré mis concepciones sobre dicha escuela filosófica y me llenó de esperanzas, seguiré investigando a ver a qué resultado llego. Tengo fe en mí mis mo, porque teniéndola en ti, todo está salvado.
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Bueno monita linda, ya que tuviste la pa ciencia de escuchar tantas palabras, yo quiero que en una comprendas lo que ellas significan, todas no las podrías recordar, grábate éstas: “Te quiero”, recuérdala en su significado y en su contenido, pues como tú sabes, va llena de sinceridad y de afecto. Ya me llaman mis libros, porque cumplí una exigencia del corazón, este corazón que en ti ve una luz muy viva. Salúdame a los tuyos, especialmente a Lucía y Rocío, como* quien dice, “las otras dos Marías”, tú, que eres la tercera, más noble y más bella, re cibe lo que alma alguna no te podría ofrecer: el amor, y con él, la vida íntegra, de este modesto admirador de la bondad y la belleza.
Todo en estas palabras,
Gonzalo.
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[s. f.]
Señorita, Julieta González O. Mi niñita: la expectativa de mi viaje ha sido para mí, toda una novela; qué tramas las que he elaborado para simular* mi viaje de excursionis ta; pero ha sido inútil toda sugestión de amigos y profesores, estoy decididamente resuelto a vi sitarte. No comprendo por qué tenga que ser más interesante un viaje que un motivo que me va a dar la impresión nuevamente de lo agradable que es la vida; yo creo que todo es pequeño compara do con ese mundo de sentimientos y de cariño que me tienes. Todos estos días me han enseñado a tener resignación, he deseado locamente el momento de mi salida; ya es un imperativo de mi corazón que te vea, no se puede resistir tanto tiempo sin que volvamos a estar juntos en el amor, a mí lo que sí se me vuelve necesario es el sentimiento de la vida misma, cuando me separé de ti, comprendí que mi existencia perdía como su base, el re sorte que impulsaba mi vida; todos estos meses me han dado la sensación del desterrado, como algo indefinido y fluctuante; una terrible tristeza, -161-
como angustia, ha invadido todo mi ser. Pero veo que ya llega la compensación a tanto sufrimiento, el hecho de volverte a tener cerca de mí, es la mayor exigencia del corazón; francamente que el ritmo de mi vida se acelera cuando tengo con quien compartir los nobles motivos que encierra. Con quién si no contigo, he de participar de alegrías y regocijos?; la eternidad para mí es la manifestación de los momentos que pase a tu lado, todos tenemos que encontrar un medio de felicidad, el mío lo constituyes tú, y es a ti a quien debo acudir, porque tú eres Buena, repleta de virtudes, con una fuerza inmensamente Bella y con un cariño que, gracias a Dios tengo el privilegio de merecer, por estos motivos tú eres el centro de mi vida, el objeto de mis ideas, el fin de mis propósitos; yo creo que los mismos vínculos cariñosos te unen a mi modesta existencia, que no puede corresponderte sino con un amor inmenso. Mi cariñito: no hace mucho te puse un mensaje que nada tiene de felicitación sino de sentimiento mío frente a lo que significas en mi vida. Realmente monita, tú naciste como pre destinada a llenar las exigencias de mi corazón; como te expresaba, el día de tu nacimiento daba razón de ser a mi vida; ahora, yo vivo en ti, por -162-
ti y para ti; lo último resume mis esperanzas, todas mis luchas y mis aspiraciones, es el mayor objetivo por realizar y yo creo que nada ni nadie se opone, al menos yo espero que tu determinación sea semejante a la mía. Tu día de cumpleaños me puso muy triste, porque medité en el pasado, en el tiempo que he vivido sin ti y francamente cómo no he de ponerme angustiado, si a tu lado yo aseguro para siempre mi felicidad? Dejar transcurrir el tiempo sin que nuestros dos seres sean uno es un crimen que no le perdono yo a las circunstancias. Hasta cuándo tendremos que soportar esta injusta separación; ojalá mi destino se decida pronto, para definir nuestras vidas. Entretanto, querámonos mucho, hasta el cielo, hasta el éxtasis, donde por lo menos idealmente podemos confundirnos. Mi salida será pronto, quiero encontrarte feí ta como siempre, te participo desde hoy la gran felicidad que tengo por verte; no importa que desde tan lejos te envíe un abracito, me lo aceptas?
De quien te ama,
Tu Gonzalo.
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Señorita, Julieta González O. Mi monita: acabo de tener noticias tuyas, lle gó tu cariñosa cartica y ella ha sido motivo de mucho consuelo y alegría; Dios te pague el afecto que le tienes a este Gonzalo que tanto te quiere. Había esperado tu carta con un an helo indecible, la demora me había llenado de falsos presentimientos; ahora la vida se ha como reincorporado nuevamente en mí, todo lo que había perdido lo recuperé: energías, ideas, optimismo, esperanza en ti. Siempre he creído en tus promesas, pero no deja de atormentarme el pensamiento de que lo que tengo es un tesoro y que por tanto está expuesto a la mirada común de los ambiciosos; por lo mucho que vales, más temo de tu seguridad, porque entonces no seré yo el único que estime ese valor. Sin embargo, no creo que haya quién supere el concepto de la estimación que tengo por ti y esto me alienta para cuidarte más, para encerrarte en mi alma y esconderte a las pretensiones de los demás; tú* quieres llamar egoísmo a este inmenso amor, llá malo y tendrás razón, yo me ilusiono creyendo -164-
que sólo existes para mí, y que he de corresponder a este deseo, viviendo también sólo para ti. Creo monita que dentro de mis grandes aspiraciones, lo único que me será fácil conquistar es tu cariño, yo no quiero que gratuitamente me lo regales, sino que yo lo merezca, aunque me será imposible por mis propias fuerzas, pero podré con un po quito de bondad que me des, en fin, al calor de tu cariñito, lo iré conquistando todo, empezando por ti. Hoy sábado pensaba escribirte, manifes tándote como una gran impaciencia del corazón, estaba tristísimo, solo e inconsolable, como fuera de una vida que mereciera vivirse, era imposible resignarme a tan larga espera, bien creía que, apenas un imposible retardaría tus mensajes ca riñosos que son como pedazos de mi vida; lo que amo, Julieta, me preocupa mucho, con tu cartica he vuelto a sentir lo amable que se me hace la vida esperándote, eres mi mayor consuelo, el único ser en quien puedo situar todas mis intimidades, mis grandes sufrimientos y mis pequeñas alegrías, la única a quien puedo expresar por qué vivo y para qué vivo. He leído varias veces tus frases cariñosas y en cada lectura encuentro nuevas
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alegrías y sensaciones; guardaré la carta entre mis libros y cuando quiera descansar pondré mis ojos en ella, creo que atenuará el sufrimiento que me produce esta larga espera sin verte, con gran resignación he sufrido la eternidad de este tiempo que ha transcurrido, como desterrado de mi propia felicidad, pero Dios es muy bueno y la justicia llega, el momento de verte va siendo cada día que pasa, una realidad más emocionan te, presiento una felicidad tan inmensa que no voy a ser capaz de resistir; tu belleza, tus dones, todo lo que tienes de mujer y de ángel, me va a “repletar este corazón de vida”; yo sé que el apoyo de mi vida eres tú y que en estas vacaciones vas a darme el complemento que necesito para concluir esta fatigosa labor en que me veo com prometido, viviremos el uno para el otro, ambos como dueños de un sólo universo. Ya te había dicho en carta anterior, que tú eres para mí, la divinidad, y sólo en un Dios se tiene fe, por eso, tus has adquirido con el ser que más te aprecia un forzoso compromiso (perdóname este egoísmo). Monita, ya te he manifestado sentimientos íntimos, en los cuales han participado también
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mis pensamientos, es decir, todo mi ser; ahora quiero hablarte de mis vivencias, del transcurrir monótono de mi vida: el contorno de mi ser, sentimentalmente, es nulo, nadie, excepto tú, se asoma* a la intimidad de mi conciencia o mejor, de mi alma; nadie como tú, recibe en mi corazón esa acogedora bienvenida que se da a los seres que se quieren. Yo vivo como sonámbulo, buscando con* sólo ser; será esto un hecho que no traspasa la realidad del sueño? ¡Oh!, terrible incógnita que yo no puedo resolver, porque te pertenece. Bien mío, la consagración a mis estudios, ha dado un hecho de realidad efectiva, algo pues, se hace, por esta parte* del espíritu, que no constituye totalmente mi felicidad, porque en la intimidad de mi alma, hay un rocío que está reservado al ser que más estimo, si esto no fuera posible, ese espacio lo llenaría un libro, una página, una idea que expresara la angustia de un amor frustrado, que tenía más de sueño que de realidad. Hay en la vida imposibilidades que pueden ser posibles, mi caso podría ser uno de ellos, quién lo duda? Acaso, lo más genuinamente bello del universo? Tú lo dirás monita, aunque me sonó a muerte esa frase de que “más allá de eso, nada”.
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Julieta, “El corazón nos engaña a veces sin quererlo” me decías en una de tus cartas, yo te diría que los mejores propósitos se alcanzan raras veces, y te expreso esto, porque tu cartica busca para mi vida, un bien y un triunfo; no dudo en la sinceridad de este sentimiento, pero en vez de lograr el renunciamiento de mis propósitos, me has hecho quererte y estimarte más. Pero no te enojes muchachita, déjame por lo menos la ilusión de quererte, hasta que sea posible la realidad de hacerlo*, si es que de aquí a eso me hago digno de ello, o si un minero que busque felicidad, no encontraría* en ti su tesoro. Tomaré en cuenta tus consejos respecto al obstáculo que puedan ponerme las mujeres en mi ascensión al ideal, pero con una excepción, monita, de que entre las mujeres no estés tú, que eres un ser extraordinario y superior, que no me explico su valor. Como ves, Julieta, nada soy, si no pongo en ti mi razón de* existir, pero no te preocupes, yo no pongo trabas a tu libertad, que es tan sa grada como tú. Seguirás siendo para mí, la con ciencia de mi ser, el centro de todas mis acciones, y el deseo de toda mi vida. Si no quieres compartir mis sentimientos, deja entonces que ellos sean
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solamente míos; róbamelos si quieres, pero no me los mates. Perdóname tanta sinceridad, bien mío, ima gen de mi adoración, reflejo de los dioses. Recuerdos a Lucía y Rocío, felicitaciones para tu mamacita y caricias para el niño. Dame vida con tus cartas, vida mía.
Con inmenso cariño,
Gonzalo Arango A.
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[s. f.]
Muchachita bonita: Una inclinación casi instintiva mueve mi espíritu a escribirte. En lugar de responder con una indi ferencia a la tuya, yo dejo más bien que se hiera mi amor propio o el prejuicio que tenemos de contestar tan sólo cuando recibimos. A veces me doy cuenta que cuando te escribo, lo hago por un egoísmo, siento un desahogo, como una liberación de algo que me tenía sin capacidad de vi vir, como una cadena que me ataba al* dolor y entonces, la expresión de este caudal del senti miento, me deja el alma con deseos de un nuevo vuelo, de una nueva vida. Me ha sido tan hondamente amarga tu ausencia, que he visto en ella las profundidades del abismo. Nunca ha estado mi alma tan sola, como hoy, cuando ni siquiera la única compañía me asiste y desde ñosamente se aleja, sin importarle que el aliento de sus palabras son definitivas y trascendentales en mi destino. En fin, haz lo que quieras, a ti no te afecta mi soledad, ni mi suerte, tú por lo menos encuentras compañía con tus pretendientes y no pareces exigir otra cosa. Yo sin embargo, a pesar -170-
de estar acompañado, estoy más solo, porque no son las imágenes lo que me satisfacen sino los espíritus y el tuyo, monita, parece ser el gemelo del mío. Seguiré solo bebiendo la copa de mi soledad, pareces insensible a la compasión. O es que no me amas?, o has dejado de amarme? Pero esto se me vuelve inconforme con la realidad o tal vez es mi amor o el deseo de que me ames lo que no me permite juzgar las cosas con un sentimiento pesimista. Por qué inclinación tu pareces expresar el cariño con el silencio?, el amor necesita también el estímulo de las palabras; haz el sacrificio Julieta, mira tu alma y si tienes un sentimiento por mí, ¡escribe! Si no tienes nada que decirme, deja entonces que tu silencio se haga para mí más prolongado y más amargo*, prefiero un olvido sincero a un sentimiento fingido. Evocar nuestros recuerdos de vacaciones me provoca ya sufrimientos, no he tenido en estos días más que ese consuelo y a la vez que regocijo por lo que fueron, siento pesar porque ya no son; esperando tus cartas, con un anhelo que llega al infinito, he querido vivir nuevas sensaciones, pero no sé por qué te resistes con una obstinación criminal, no sé si te diviertes con mi dolor, o si me amas a
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través del sufrimiento. Di Julieta, cuándo pien sas escribir y exprésalo a la luna, ella brillará para mí con una luz muy viva y si no piensas escribir, díselo también, que ella me traerá tu mensaje, mostrándome su oscuridad. Mientras tú te resuelves a definir mi vida con tus palabras, ali mentaré mi cariño con recuerdos, aunque sé que al hacerlo dispongo mi propio dolor. Dime monita, aún sigue mi cariño superando los demás?
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[s. f.]
Julieta González O.5 Recordada amiga: qué cosas extrañas e inima ginables irás a pensar, cuando de nuevo vuelva a tus ojos la sensación de esta letra que algunas veces recibiste con regocijo, otras con indiferencia, mas ninguna vez con desprecio. Qué cosa tan misteriosa es el corazón; no hace mucho iban para ti mis frases sinceras, apasionadas y enardecidas por el fervor y el entusiasmo y el amor más bello que haya tenido jamás hombre sobre la tierra; porque nadie que conoció mi cariño puede juz garlo como engaño, como sentimiento vulgar o mezquino. Yo te veneraba poniendo en ti to do el calor de mi alma, toda la nobleza de mis sentimientos, toda la ternura del corazón y tam bién toda la admiración de mi inteligencia. Tú
En carta inédita de Raúl Vélez, amigo de Gonzalo Aran go, fechada el 10 de agosto de 1950, dirigida a Julieta González, se aclara que ella había tomado la decisión de iniciar vida conventual. Por eso, en esta carta, Gon zalo Arango se lamenta del final de la relación entre él y Julieta (N. del E.).
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eres la menos llamada a desconocer estas cosas ingenuas del amor que te tuve porque mis cartas y todas mis manifestaciones de aquel entonces son el testimonio inconfundible que demuestra a los ojos de la razón y del corazón, que siempre fui sincero contigo, que te di todo lo bueno que tenía, que hice un renunciamiento total de mi ser para entregártelo y por ti si hubiese sido necesario habría llegado hasta las puertas del sacrificio pa ra inmolarme y morir en la cruz del amor, donde mueren los hombres que aman más a los demás que a sí mismos. Tú no puedes poner a tus ojos claros y puros una cortina de humo o de odio pa ra nublar tu razón y ni acudir a los llamados de la evidencia. Tú no puedes desconocer por todo lo expre sado que fuiste para mí la más bella esperanza, que llenaste mi vida de la más dulce ilusión, que te quemé muchos granos de incienso para venerarte, que estuviste presente en mis venas, en mi sangre, en mis nervios, en mi cerebro, que me ayudabas a pensar cosas grandes, que me dabas las más fuertes e intensas emociones, que dignificaste mi vida, que le diste compañía, que la llenó de esperanza, de fines y de rumbos,
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que le diste una razón de ser y la llenó de pure za y virtud, alejándola del mal y del vicio; tú me convenciste de cuán grato es el vivir y el luchar cuando se tiene algo grande para me recerlo, y mejor, todo puede resumirse en que mi existencia cansada y desesperada tomó un impulso cuando llegaste a mi vida llenándola de esencia y significación. Yo me complazco y me lleno de lágrimas al recordar estos bellos días, único tiempo donde he sentido el amor en toda su fuerza, en toda su grandeza y en lo trascendental que era para un ser que jamás lo ha bía conocido y que jamás volverá a tener la esperanza de encontrarlo, porque ya no lo merece, porque ya es ruin y desgraciado y porque ya no se atrevería a mirar como antes sin llenarse de pesar y de remordimiento. Yo he consignado a nuestro amor perecido el más noble y grato de los recuerdos, él ha recibido la consagración con la pureza y la gratitud que queda todavía en mi alma. No niegues este hecho absoluto Julieta, he sido el hombre que más bellamente y que más amor ha puesto a una mujer sobre la tierra. No me pesa monita haberte amado porque lo hice tan sinceramente que no da lugar al remordimiento
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y has quedado en mi ser como un dulce ideal, como una bella revelación que nunca en estos meses de indiferencia me ha abandonado; tus retratos y tus cartas no han dejado de ocupar mis libros, mis cuadros y siempre está presente tu imagen como vigilándome y recordándome el cumplimiento de mis grandes y tácitos destinos. Y también en mis noches desesperadas, de odio a la vida, de hastío, de nostalgia del pasado, me ha sorprendido el aire musical de las canciones que alentaron nuestro amor como una hoguera en la noche; y cuántas veces “Peregrino de Amor”, No niegues que me quisiste, han arrancado a mis ojos cansados y turbios las más sinceras lágrimas, los más dolorosos recuerdos, los más puros y tier nos sentimientos, y me han hecho inclinar sobre la mesa, como recostándome y abandonándome a las emociones del pasado. A ti te debo Julieta, que con la base de mis esperanzas en ti, yo haya iniciado una obra de proporciones que solamente podrá medir el porvenir, que sólo el tiempo podrá dar la justa medida; yo te agradezco este estímulo sobre el cual yo he dirigido y orientado mi vida, hasta entonces sin motivos que le dieran una justa valoración. Pero hasta ahora te lo he dicho todo
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y no el objeto de mi carta; es que cuando hablo de mi pasado contigo, me dan deseos de escribir la historia de un hombre que amó como nadie y que jamás volverá a amar tan puramente. Pero terminemos esta carta con lo que la motivó. Hoy he sentido el vacío más grande dentro de mí ser, el desengaño más doloroso, la más desgarradora desilusión. Un día me encontré casualmente y con gran alegría una carta que escribiste para Amparo; la apreté, la besé y lloré sobre ella, después de leerla, de regocijarme con tu bella literatura de amiga, encontré un concepto que hasta este funesto día no había comprendi do; ahora recuerdo que decías “que yo hablaba mucho de ti”, a mí no me sorprendió el concepto, porque sin entenderlo en el sentido que le querías dar, lo había considerado como cierto. Sí Julieta “he hablado mucho de ti”, pero he hablado con entusiasmo de haberte tenido y con tristeza de haberte perdido, he predicado tus virtudes a mis amigos, a mis familiares, te he elevado ante todos por tus merecimientos, por tu bondad, por tu recatamiento y seriedad; a todos les he mostrado lo que vales y lo que significas, sin odios, sin rencores*, sin venganza, esto no es para
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mi alma, donde nace sólo el sentimiento de la gratitud. Para hablar de ti, he empleado el lenguaje de los corazones agradecidos y esto tranquiliza mi conciencia ante lo que hoy he escuchado de un amigo, paisano por demás, quien reservadamente me manifestó que estabas disgustada conmigo, aduciendo como razón que yo decía cosas ho rribles de ti, odiosas, despreciables y como ven gativas. ¡Qué infamia y qué absurdo Dios mío! O tú no me conociste si crees esto de mí, o yo no te conozco si he de pensar que lo crees posible. De todas maneras, si dudas de mí, ódiame, que yo te estimaré por encima del mundo.
Te recuerda invariablemente en la amistad,
G.
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GONZALO ARANGO
Poeta, ensayista y periodista colombiano nacido en Andes, Antioquia, en 1931, y fallecido en un accidente automovilístico en 1976. Su nombre está asociado con la fundación de uno de los movimientos culturales y poéticos más importantes de la literatura colombiana del siglo xx: el na daísmo. Entre los escritores nadaístas se cuentan Jaime Jaramillo Escobar (X-504), Amílkar Osorio, Eduardo Escobar, Jota Mario Arbeláez y Elmo Valencia. Arango trabajó como periodista en El Espectador y en la revista Cromos. Entre sus libros publicados se destacan: Manifiesto nadaísta (1958), La consagración de la nada (1964), Prosas para leer en la silla eléctrica (1965), Providencia (1972) y Obra Negra (1974). Póstumamente se han publicado otros libros que reimprimen o recogen partes inéditas de su obra, tales como Reportajes (1993) y Teatro (2001). En 2006, el Fondo Editorial Universidad EAFIT publicó Cartas a Aguirre (1953-1965), su epistolario con Alberto Aguirre.
esta obra se terminó de imprimir en marzo de 2018 en x-press para el fondo editorial universidad eafit