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Contexto histórico
El término “impresionista” se le atribuye al crítico de arte francés Louis Leroy, quien lo habría empleado de manera despectiva, frente a un cuadro de Monet llamado (1873), expuesto junto a los cuadros de otros artistas jóvenes en el Salón de Artistas Independientes de París entre abril y mayo de 1874. Jugando con el título del cuadro, Leroy arremetió en la prensa contra los treinta y nueve “pintores impresionistas” expuestos, dándole nombre sin saberlo al movimiento.
Sin embargo, el impresionismo gozó de aceptación en los circuitos artisticos europeos de la época. La París de la época era lugar de peregrinación artística para Europa toda, y allí tuvieron lugar numerosas exposiciones universales, por lo que el movimiento nació en el mero centro del arte del momento.
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Tuvo como precursores a los paisajistas ingleses románticos de inicios del siglo XIX, para los que eran frecuentes las escenas que trascendieran la forma, tales como J. M. William Turner y John Constable. Sin embargo, será Édouard Manet quien siente propiamente las bases para el surgimiento del impresionismo.
El impresionismo aspiraba a plasmar la luz en sus pinturas, mediante la combinación de colores y pinceladas, en vez de formas y siluetas. La pincelada impresionista, bautizada posteriormente como “pincelada gestáltica”, era breve y usaba colores puros, sin importar que en solitario no fueran pertinentes al modelo real, ya que una vez completa la imagen, se podría percibir globalmente la obra y reproducir así una totalidad bien de nida, con mucha luminosidad y vibrancia. Esta técnica inspiraría posteriormente a los neoimpresionistas o puntillistas.
Otro de los avances del impresionismo fue la creación de nuevos pigmentos para obtener colores más puros. Gracias a ello los pintores pudieron replantear muchas leyes cromáticas de la época, entendiendo el color en relación a sus acompañantes y al contraste que con ellos generan. Por eso los impresionistas hacían juegos de sombra rompiendo con la dinámica usual del claroscuro, en favor de sombras hechas con colores complementarios que dotaban de mayor profundidad a la obra.
De modo similar, los impresionistas relegaron la forma a un segundo plano, pre riendo explorar en cambio los paisajes. Los panoramas abiertos permitían la justa de luz y colores para sus métodos pictóricos.