Revista Campos Vol. 1 No. 2

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Contenido De la Dirección

Padre Jorge Ferdinando Rodríguez Ruiz, O. P.

Mercado y consumo: economía política de las telecomunicaciones en Colombia Ancízar Narváez Montoya

en Ciencias Sociales

El manejo informativo del desplazamiento forzado en dos medios electrónicos colombianos: eltiempo.com y semana.com

Vol. 1 - No. 2

Alejandra Salamanca Rodríguez

La construcción discursiva de un genocidio en Colombia: una aproximación a la versión de las Fuerzas Militares en el caso de la Unión Patriótica Liliana A. Silva Bello, Mauricio Poveda Pineda

en Ciencias Sociales

Patrimonio cultural y turismo en San Pedro de Atacama Andrea Hurtado Quiñones

Hermenéutica de los cuerpos Constanza Gómez Gavilán

A la zaga de una propuesta para la combinación de metodologías de investigación

María Victoria Rugeles Gélvez, Eliana del Rosario Herrera Huérfano, Carlos Andrés Muñoz Sandoval

El uso de la imagen como herramienta de investigación Mónica Eliana García Gil

Doscientos años de un periódico no tan feliz Jaime Alberto Rojas Rodríguez

Memoria, prácticas artísticas y espacio público: posibilidades frente al conflicto armado colombiano Santiago Jiménez Mojica

Convocatoria para la próxima edición de la revista

Comunidad, acción y comunicación DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES

Certificado SC 4289-1

Campos | Bogotá, Colombia | Vol. 1 - No. 2 | pp. 215 - 418 | Julio-diciembre | 2013 | ISSN: 2339-3688


en Ciencias Sociales Campos | Bogotá, Colombia | Vol. 1, N.° 2 | pp. 215-418 | Julio - Diciembre | 2013 | ISSN: 2339-3688

Campos en Ciencias Sociales es una publicación semestral de la División de Ciencias Sociales de la Universidad Santo Tomás, orientada a propiciar el interés y la discusión académicas en torno al conocimiento producido por las ciencias sociales.

COMITÉ CIENTÍFICO Francisco Osteau Delafont León, Ph. D. Universidad Externado de Colombia Alfonso Torres Carrillo, Ph. D. Universidad Pedagógica Nacional Janeth Aldana Cedeño, Mg. Pontificia Universidad Javeriana Richard Ducón Salas, Mg. Universidad Santo Tomás María Teresa Suárez González, Mg. Universidad Santo Tomás Alba Lucía Lucumí Silva, Ph. D. Universidad Santo Tomás

COMITÉ EDITORIAL Guillermo A. D’Abbraccio Kreutzer, Ph. D. Universidad Nacional de Colombia

Dirección: P. Jorge Ferdinando Rodríguez Ruiz, O. P. Subdirección colegiada: Piedad Rocío Goméz Castillo María Ligia Herrera Navarro Juan Camilo Ruiz Salazar Edición general: Juan Guillermo Arias Marín Coedición: Ángela María Ruiz Gaona Juan Carlos Duque Ballén Dirección de Publicaciones: Fray Javier Antonio Hincapié Ardila, O. P. Supervisión editorial: Eduardo Franco Martínez Asistencia editorial: Daniela Bejarano Bríñez Nicolás León Amaya

Adriana María Ángel Botero, Ph. D. Ohio University, Estados Unidos

Correción de estilo: Ediciones USTA

Álvaro Diego Herrera Arango, Mg. Université de Montreal, Canadá

Sandra Liliana Osses Rivera, Ph. D. Universidad Santo Tomás

Ilustración de cubierta: “Mirad las aves...” Técnica digital, de Luis Fernando Rincón Martínez, a partir de fotografía original de Sandra Patricia Rendón Restrepo

Jorge Iván Jaramillo Hincapié, Mg. Universidad Santo Tomás

Diagramación: Alejandra Anzola Bravo

Luz Gabriela Arango Gaviria, Ph. D. Universidad Nacional de Colombia

Hecho el depósito que establece la ley © 2013 Universidad Santo Tomás Vicerrectoría Académica General Unidad de Investigación Derechos reservados Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra sin la autorización expresa del Editor. Las opiniones contenidas en los artículos son responsabilidad exclusiva de sus autores y no necesariamente reflejan la posición ni la filosofía de la Universidad Santo Tomás. Universidad Santo Tomás Ediciones USTA Carrera 13 n.° 54-39 Teléfono: 249 7121 - 235 1975 http://www.usta.edu.co Correos electrónicos: editorial@usantotomas.edu.co revistacampos@usantotomas.edu.co Carrera 9.ª n.° 51-11, Chapinero, Bogotá, D. C. PBX: 5878797 extensiones 2992 o 2990 Impresión Panamericana Formas e Impresos S.A. Bogotá, D. C., Colombia 2014


CONSEJO EDITORIAL: P. Carlos Mario Alzate Montes, O. P. Rector General P. Eduardo González Gil, O. P. Vicerrector Académico General P. Luis Francisco Sastoque Poveda, O. P. Vicerrector Administrativo y Financiero General P. Érico Juan Macchi Céspedes, O. P. Vicerrector Universidad Abierta y a Distancia, VUAD Dr. Henry Borja Orozco, Ph. D. Director Unidad de Investigación Fr. Javier Antonio Hincapié Ardila, O. P. Director Departamento de Publicaciones Dr. Eduardo Franco Martínez Editor


Contenido

De la Dirección..................................................................................................221 Padre Jorge Ferdinando Rodríguez Ruiz, O. P.

Mercado y consumo: economía política de las telecomunicaciones en Colombia ................................231 Ancízar Narváez Montoya

El manejo informativo del desplazamiento forzado en dos medios electrónicos colombianos: eltiempo.com y semana.com............................................................251 Alejandra Salamanca Rodríguez

La construcción discursiva de un genocidio en Colombia: una aproximación a la versión de las Fuerzas Militares en el caso de la Unión Patriótica..................279 Liliana A. Silva Bello, Mauricio Poveda Pineda

Patrimonio cultural y turismo en San Pedro de Atacama....................................299 Andrea Hurtado Quiñones

Hermenéutica de los cuerpos..............................................................................313 Constanza Gómez Gavilán

A la zaga de una propuesta para la combinación de metodologías de investigación..................................................................................................335 María Victoria Rugeles Gélvez, Eliana del Rosario Herrera Huérfano, Carlos Andrés Muñoz Sandoval

El uso de la imagen como herramienta de investigación.....................................363 Mónica Eliana García Gil


Doscientos años de un periódico no tan feliz .....................................................373 Jaime Alberto Rojas Rodríguez

Memoria, prácticas artísticas y espacio público: posibilidades frente al conflicto armado colombiano..........................................387 Santiago Jiménez Mojica

Convocatoria para la próxima edición de la revista.............................................415


Contents

From the Direction ...........................................................................................221 P. Jorge Ferdinando Rodríguez Ruiz, O. P.

Market and consumption: political economy of telecommunications in Colombia......................................231 Ancízar Narváez Montoya

The handling of information on forced displacement in two Colombian electronic media: eltiempo.com y semana.com....................................251 Alejandra Salamanca Rodríguez

The discursive construction of a genocide in Colombia: an approach to the version of the Military Forces in the case of the Patriotic Union...............279 Liliana A. Silva Bello, Mauricio Poveda Pineda

Cultural heritage and tourism in San Pedro de Atacama.....................................299 Andrea Hurtado Quiñones

Hermeneutics of the bodies................................................................................313 Constanza Gómez Gavilán

Chasing the proposal for the combination of research methodologies.................335 María Victoria Rugeles Gélvez, Eliana del Rosario Herrera Huérfano, Carlos Andrés Muñoz Sandoval

The use of the image as a research tool................................................................363 Mónica Eliana García Gil


Two hundred years of a not so happy newspaper................................................373 Jaime Alberto Rojas RodrĂ­guez

Memory, artistic practices and public space: possibilities in the Colombian armed conflict.....................................................387 Santiago JimĂŠnez Mojica

Summoning for the next issue............................................................................415


De la Dirección Padre Jorge Ferdinando Rodríguez Ruiz, O. P.

Director de la revista Campos en Ciencias Sociales Decano de la División de Ciencias Sociales

La presentación de este segundo número de la revista Campos en Ciencias Sociales pretende destacar, entre otros muchos aspectos, uno de los temas de reflexión de la División de Ciencias Sociales y al cual debe su título el dossier: “Comunidad, acción y comunicación”. El propósito actual de nuestra comunidad académica consiste en vislumbrar un horizonte de encuentro de las diversas voces que tienen algo por expresar, experiencias por compartir y rumbos por proponer en torno a un tema que, como el que nos convoca, plantea aspectos pertinentes para el devenir de nuestra sociedad en su realidad presente y futura. Desde esta perspectiva, quiero proponer tres campos introductorios a los cuales me remite el presente número, a saber: el papel de las ciencias sociales en las universidades católicas del mundo actual, la reflexión desde la experiencia de nuestra Facultad de Comunicación Social para la Paz y los elementos que nos proponen los autores en este ámbito específico y las maneras particulares en que cada uno de ellos plantea un conjunto de propuestas que nos cuestionan e incitan a asumir posturas más críticas. En primer lugar, es necesario reconocer el contexto actual de las discusiones en ciencias sociales, referidas a los marcos económicos y culturales que determinan el desarrollo de las comunidades humanas, especialmente el espectro de la globalización frente a la cual hay que plantear que no es, a priori, ni buena ni mala; será lo que la gente haga de ella. Ningún sistema es un fin en sí mismo, y es necesario insistir en que la globalización, como cualquier otro sistema, desde la mirada de la Iglesia, debe estar al servicio de tres aspectos centrales: la dignidad de la persona humana, la solidaridad entre las personas en relación con las comunidades y el bien común.
 En tal sentido, una de las preocupaciones centrales con respecto a la globalización es que se ha intensificado el intercambio mercantil como mecanismo de producción, innovación, legitimación y consumo culturales.

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Muchos pensadores han advertido el carácter intruso, y hasta invasor, de la lógica de mercado, que reduce cada vez más a la comunidad humana el área disponible para la actividad voluntaria y pública en todos los niveles. El mercado impone su modo de pensar y actuar, e imprime su escala de valores en el comportamiento. Los que están sometidos a él a menudo ven la globalización como un torrente destructor que amenaza la pervivencia de las normas sociales que los han protegido y los puntos de referencia culturales que les han dado una orientación en la vida. Lo que está sucediendo es que los constantes cambios en la tecnología y en las relaciones laborales se están produciendo tan rápidamente que las culturas no pueden incorporar de modo fácil dichas transformaciones. La perspectiva de las ciencias sociales en el pensamiento católico nos propone, entonces, insistir en la defensa de las garantías sociales, legales y culturales resultantes de los esfuerzos por defender el bien común, un ideal necesario para que las personas y los grupos intermedios mantengan su centralidad; sin embargo, la globalización entraña el potencial de destruir las estructuras construidas con esmero y exige la adopción de nuevos estilos de trabajo, de vida y de organización de las comunidades. Además, todas las sociedades reconocen la necesidad de controlar este desarrollo y asegurar que las nuevas prácticas respeten los valores humanos fundamentales y el bien común. Otro aspecto que el pensamiento católico reafirma es la prioridad de la ética como una exigencia esencial de la persona y de la comunidad humanas. Pero no todas las formas de ética son dignas de este nombre; están apareciendo modelos de pensamiento “ético” que derivan de la globalización misma y llevan la marca del utilitarismo. Con todo, los valores éticos no pueden ser dictados por las innovaciones tecnológicas, la técnica o la eficiencia, pues se fundan en la naturaleza misma de la persona humana. La ética no puede ser la justificación o legitimación de un sistema; más bien debe ser la defensa de todo lo que hay de humano en cualquier sistema. La ética exige que los sistemas se adecúen a las necesidades del hombre, y no que el hombre se sacrifique en aras del sistema. La Iglesia, por su parte, sigue afirmando que el discernimiento ético en el marco de la globalización debe basarse en dos principios inseparables.
El primero es el reconocimiento del valor inalienable de la persona humana, fuente de todos los

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derechos humanos y de todo orden social: el ser humano debe ser siempre un fin y nunca un medio, un sujeto y no un objeto, y tampoco un producto comercial; es decir, la persona humana nunca debe estar reducida en su dignidad antropológica.
 El segundo es el valor de las culturas humanas, que ningún poder externo tiene el derecho de menoscabar y, menos aún, destruir. La globalización no debe constituirse en un nuevo tipo de colonialismo, sino que
debe respetar la diversidad de las culturas que, en el ámbito de la armonía universal de los pueblos, son las claves de interpretación de la vida. En particular, la globalización no tiene que despojar a los pobres de lo que es más valioso para ellos, incluidas sus creencias y prácticas religiosas, puesto que las convicciones religiosas auténticas son la manifestación más clara de la libertad humana. Desde esta perspectiva, reconocemos que la humanidad, al embarcarse en el proceso de globalización, no puede, por menos, dejar de contar con un código ético común. Esto no significa un único sistema socioeconómico o una única cultura dominante que impondría sus valores y sus criterios sobre cuestiones éticas. Las normas de la vida social deben buscarse en el hombre como tal, en la humanidad universal nacida de la mano del Creador. Esta búsqueda es indispensable para evitar que la globalización sea solo un nuevo nombre de la relativización absoluta de los valores y de la homogeneización de los estilos de vida y de las culturas. En todas las diferentes formas culturales existen valores humanos universales que deben manifestarse y destacarse como la fuerza guía de todo desarrollo y progreso, al servicio de esa experiencia repetida en tantos momentos de la historia de la Iglesia: “Para todas la personas y de toda la persona”. En segundo lugar, encontramos los aspectos relacionados con el enfoque de nuestra Facultad de Comunicación Social para la Paz y las grandes líneas de desarrollo en las cuales está comprometida actualmente. Gran parte de la dinámica moderna de la comunicación está orientada principalmente por preguntas en busca de respuestas. Los motores de búsqueda y las redes sociales son el punto de partida, en términos de la comunicación, para muchas personas que buscan consejos, sugerencias, informaciones y respuestas. En nuestros días, la red se está transformando cada vez más en el lugar de las preguntas y de las respuestas; más aún, a menudo el hombre contemporáneo es bombardeado por respuestas a interrogantes que nunca se ha planteado y a necesidades que no siente. La División de Ciencias Sociales propone favorecer el necesario discernimiento entre los numerosos estímulos y respuestas que recibimos, para reconocer e identificar las preguntas verdaderamente importantes.

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Sin embargo, en el complejo y variado mundo de la comunicación emerge la preocupación de muchos hacia las preguntas últimas de la existencia humana: ¿quién soy yo?, ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?, ¿qué puedo esperar? Es importante acoger a los estudiantes y maestros que se formulan estas preguntas, para abrir la posibilidad de un diálogo profundo, hecho de palabras, de intercambio, pero también de una invitación a la reflexión y al silencio que, a veces, puede ser más elocuente que una respuesta apresurada y que permite, a quien se interroga, entrar en lo más recóndito de sí mismo y abrirse al camino de respuesta que Dios ha escrito en el corazón humano. Considero que esta es la propuesta fundamental con la que estamos comprometidos como maestros de este valioso grupo de futuros comunicadores, sociólogos y diseñadores. Considero también que este incesante flujo de preguntas manifiesta la inquietud de los estudiantes, siempre en búsqueda de verdades, pequeñas o grandes, que den sentido y esperanza a la existencia. Nuestros estudiantes no pueden quedar satisfechos con un sencillo y tolerante intercambio de opiniones escépticas y de experiencias de vida: todos buscamos la verdad y compartimos este profundo anhelo, sobre todo en un tiempo en el que “cuando se intercambian informaciones, las personas se comparten a sí mismas, su visión del mundo, sus esperanzas, sus ideales”, al decir de Juan Pablo II. Un reciente documento de la Iglesia habla de la dinámica que se establece entre la palabra y el silencio. Qué bien nos hace aprender a comunicar, lo cual surge más profundamente del aprender a escuchar, a contemplar, además de hablar, y esto es particularmente pertinente para los miembros de la Facultad de Comunicación: silencio y palabra son elementos esenciales e integrantes de la acción comunicativa de la Facultad para un renovado anuncio de determinados valores en el mundo contemporáneo. Y es esta una responsabilidad con las comunidades del país, especialmente con las comunidades que se encuentran en estado de vulnerabilidad o que requieren ejercicios de visibilización como elemento imprescindible de subsistencia, grupos humanos a los que históricamente se les ha quitado hasta su voz; en perspectiva de un horizonte que les permita autodeterminarse. En tercer lugar, encontramos plasmadas en este número de la revista Campos las experiencias de los autores, quienes nos abren un conjunto de posibilidades de reflexión en relación con las dinámicas actuales de la sociedad, referidas a la misma

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experiencia, pero pensadas desde distintas dimensiones. Deseo destacar algún aspecto que, a modo muy personal, encuentro valioso en los aportes de cada autor. El profesor Ancízar Narváez nos presenta una radiografía y un análisis muy especializado en torno a lo que llamamos “las políticas económicas de las telecomunicaciones” en Colombia, acompañados de una mirada cuestionadora del modelo implementado en Colombia, el cual, se deduce, está mucho más centrado en los intereses de las empresas privadas de las comunicaciones que en la posibilidad de un servicio público estrechamente pensado en clave del bien común. A la vez, despliega un análisis de la radio y los medios impresos, para situarnos en una postura crítica frente a la deficiente formación de ciudadanos, en función de permitir un nivel crítico de participación a la cuestionada democracia colombiana. Uno de los aspectos que considero más relevantes es la invitación a construir “versiones de nación alternativas”, para despertar de un letargo pasivo de ciudadanos y redimensionar las formas de la participación histórica que nos muestra la realidad actual, como fruto de las limitantes permanentes de la participación. Alejandra Salamanca nos da un sustento epistemológico, aun sin saberlo, para lo que en la historia de la Facultad de Comunicación denominamos el Proyecto de Voces Ausentes. El texto aborda los deberes del periodista en el marco de una perspectiva de comunicación orientada a la paz, y en tal sentido se adentra en los fundamentos mismos de la opción pedagógica del proyecto de comunicación de la Universidad Santo Tomás. El artículo reflexiona sobre los mandatos éticos de la labor periodística y los contrasta con realidades actuales del desarrollo de la comunicación en los actuales medios de comunicación del país. De manera específica profundiza en el manejo periodístico de eltiempo.com y semana.com, para encontrar evidencias reveladoras del modo tan limitado en el que se analiza un tema tan importante como el desplazamiento forzado. Algunas de sus conclusiones llaman la atención sobre la ausencia de categorías relevantes para contextualizar el conflicto y facilitar a los ciudadanos conocerlo más profundamente. De modo lapidario y sustanciado expresa cómo “el manejo informativo de los medios de comunicación no atiende a la gravedad del fenómeno”, lo que constituye un llamado de atención para los responsables de la vida académica de la comunicación, los responsables de formar esos profesionales de la comunicación, especialmente para aquellos en los que “sobresale el interés mercantil sobre el deber ético y social de su profesión”.

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Liliana Silva y Mauricio Poveda se adentran en la reflexión histórica del fenómeno de la Unión Patriótica y las dinámicas de exterminio a que fue sometida, especialmente desde el análisis del discurso de ciertos actores, lo que nos permite situar la experiencia del genocidio por el que esta apuesta política fue reducida. Aquí aparece la comprensión de una dinámica histórica en la que el Estado colombiano ha sido uno de los principales protagonistas en la violación de los derechos humanos. Especialmente se desarrollan diversos argumentos explicativos que permiten comprender los profundos daños contra el tejido social, evidenciados en el discurso de las Fuerzas Militares, lo que puede contextualizarse en las grandes doctrinas hegemónicas que han atravesado la historia de las últimas décadas en el continente latinoamericano. Puedo calificar de clarividente la lección histórica para el momento actual, en el contexto de los diálogos de paz de La Habana, Cuba, y subrayar, a propósito, la necesidad de seguir insistiendo en garantías de no repetición, en aspectos que nos permitan otra postura humana y una nueva perspectiva del desarrollo, centrada también en la compresión y respeto del otro. A partir de una experiencia concreta en San Pedro de Atacama, Chile, Andrea Hurtado Quiñones plantea los efectos del turismo hoy, los cuales pueden ser interpretados y aplicados a nuestro contexto colombiano, especialmente en algunos de nuestros municipios. Deseo resaltar el empleo de dos grandes categorías de análisis: entorno natural y entorno cultural, a partir de las cuales se inicia una profunda reflexión sobre la construcción artificial de elementos de nuestra sociedad. La pregunta sobre la definición del concepto de patrimonio conlleva todo un conjunto de aspectos para profundizar esta investigación. Sumado a lo anterior, la autora plantea la pregunta por la mirada que se posa sobre las comunidades, vistas frecuentemente como “objeto”, y la reflexión en torno a las tradiciones para dejarlas de considerar, desde la perspectiva del turismo, como una realidad exótica. Un elemento profundo que otorga una postura explícita para las comunidades es la obligación del autoconocimiento como una manera de construir su identidad. Finalmente, de la experiencia se manifiesta lo que la autora ha llamado “la paradoja del control cultural”, la cual consiste en que mientras, por un lado, los Estados intervienen en las decisiones sobre los pueblos nativos, estos tienen cada vez menos capacidad de determinar su propio destino. Constanza Gómez Gavilán nos invita a pensar el cuerpo como un elemento primordial en el papel de lo que hoy se conoce como las “escrituras sociales”, y para ello nos

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guía por un recorrido histórico a lo largo de las etapas de la civilización occidental, de cada una de las cuales extrae los elementos relevantes para una comprensión de los fenómenos actuales: Antigüedad, Medioevo, Modernidad y Contemporaneidad son los escenarios a través de los cuales muestra la construcción colectiva en torno al cuerpo y los significantes que para cada momento histórico se expresan. Hablar del cuerpo implica relacionarse con distintas disciplinas; sin embargo, acudimos a la sociología como la disciplina llamada a discernir los significados que la sociedad, en la lógica de un imaginario, suele otorgarle en perspectiva de las comprensiones actuales. María Victoria Rugeles, Eliana Herrera y Carlos Andrés Muñoz se aventuran a mostrarnos el proceso de definir y poner en marcha una estrategia metodológica dentro de un proyecto de investigación denominado “Experiencias de comunicación y desarrollo sobre medio ambiente en la región andina de Colombia”. Una perspectiva muy profunda, especialmente para quienes se adentran en ese camino, sobre el “cómo hacerlo”, no a modo de fórmula o receta acabada, sino desde un desarrollo argumentativo, a partir de los cuales se describen los elementos que llevan a determinar un modo de desarrollo, con una descripción muy oportuna sobre los aspectos que para las comunidades se constituyen en experiencias de dificultad en su relación con las instituciones. Es un maravilloso aporte, cargado de anécdotas constructivas en los procesos investigativos, que nos muestran, por un lado, el esfuerzo de quienes se comprometen con las comunidades y, por el otro, el conjunto de dificultades que siguen teniendo las instituciones en el adecuado desarrollo de estos proyectos. La comunicadora Mónica García nos remite a los temas relacionados con el espacio público y la reflexión sobre la convivencia ciudadana, especialmente en los grupos juveniles que habitan en Bogotá, y las formas narrativas a través de las cuales dan a conocer sus experiencias y expresan sus cosmovisiones del mundo. Mediante el uso de los instrumentos de la cartografía social se accede a visibilizar lugares, dar cuenta de los desplazamientos y las distintas formas de expresión que nos ayudan en una comprensión más específica de la realidad. La fotografía, comprendida como imagen constituida de significados simbólicos, nos permite dar cuenta de construcciones narrativas que transmiten un discurso y una comprensión. La expresión de la

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convivencia y formas narrativas modernas, no siempre comprendidas socialmente, nos permiten decodificar las maneras en que dichos grupos se adentran en la resolución de conflictos. El texto identifica los elementos que sugerentemente nos manifiestan una manera de abordar los conflictos hasta con los mismos espacios de la ciudad, la comprensión de lo estético como una forma de representarse desde el ser jóvenes y la indagación de las expresiones meramente externas. Particularmente, resalto una de las muchas conclusiones, referida a la manera en que la participación y las distintas formas de encuentro transforman los entornos sociales de la ciudad. Dos artículos finales, por la originalidad de sus aproximaciones al fenómeno de la comunicación, a la vez que cierran este dossier, anticipan el tema del que se ocupará Campos durante el próximo año: la memoria social y las formas como esta se construye, se incorpora en el presente y anticipa el futuro. Se trata, pues, en primer lugar, del artículo de Jaime Alberto Rojas, un texto que puede calificarse de “cautivador”, puesto que nos adentra de manera amena en la lectura crítica de los primeros periódicos del Nuevo Reino de Granada, los que a primera vista pueden parecer distantes o complejos, pero sobre los que el autor logra proponer una forma de lectura con un sentido crítico del periodismo y asumir una postura que nos obliga a comprender de otra manera la realidad de ser ciudadanos, en la medida en que visibiliza el modo en que se generaba la “opinión” a partir de lo que se publicaba en la prensa de la época. En tal sentido nos propone importantes lecciones para los jóvenes comunicadores, de cara a los actuales retos del periodismo en Colombia, especialmente en un momento para la paz como el que actualmente atravesamos, mediado por la crítica a los actuales medios periodísticos del país. Por último, el investigador Santiago Jiménez propone introducirnos en el análisis de las prácticas artísticas y performativas actuales como una alternativa de concientización sobre los fenómenos políticos y sociales, práctica que a su vez sirve en la construcción de la memoria para las víctimas de los regímenes dictatoriales de América Latina. A tal conclusión llega luego de mostrar distintos elementos que expresan la necesidad de elaborar herramientas alternativas que, desde lo simbólico, abran espacios para conocer el pasado de manera diferente, para recapitular la historia con otra lectura, especialmente la de los grupos sociales que han vivido más directamente las experiencias como víctimas. La narración de diversas vivencias

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P. Jorge Ferdinando Rodríguez Ruiz, O. P. De la Dirección

nos lleva a fijar la mirada en el encuadre del espacio, especialmente del espacio público como un lugar de “la disputa, la confrontación, la tensión”. Sin embargo, el autor logra ponernos en tensión al preguntarnos cuál es la noción de memoria en ámbitos como los actuales, en donde los ejercicios de memoria se encuentran en perspectiva de hechos inacabados o narraciones sin un final próximo previsible. También esboza la discusión entre memoria y memorias como nociones que deben construirse en perspectiva de futuro. La incorporación del enfoque cultural y sus interpretaciones nos instan a incorporar esas nuevas definiciones. Un elemento estructural es la experiencia de correlación entre el arte, la realidad de lo simbólico y la experiencia de lo estético, a partir de lo cual nos presenta las nuevas narraciones y relatos que provienen de otras comprensiones. Maravillosas y sobresalientes las lecciones que provienen de las experiencias como El siluetazo, Lavando la bandera, Los ladrillos de la memoria o Teatro efímero, entre otros, que ejemplifican modos contemporáneos de leer el mundo y de otorgarle otro sentido. Al invitarlos a continuar colaborando en este proyecto, deseo manifestarle el interés de que la experiencia progresiva de nuestro proyecto educativo en el ámbito de las ciencias sociales nos permita acercarnos a nuevas comunidades humanas, como en el actual contexto de nuestra División, en el que a través del proceso de extensión del programa de Comunicación Social nos aproximamos a las regiones de Meta y Boyacá. Esperamos que este número de Campos nos permita madurar en la construcción de elementos que aproximen a los miembros de nuestra comunidad educativa con proyectos cada vez más pertinentes para el país.

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Mercado y consumo: economía política de las telecomunicaciones en Colombia Market and consumption: political economy of telecommunications in Colombia Ancízar Narváez Montoya Doctor en Educación, Universidad Pedagógica Nacional anarvaez@uni.pedagogica.edu.co

Artículo de investigación Fecha de recepción: 7 de octubre de 2011 • Fecha de aprobación: 3 de noviembre de 2011

Resumen Con base en los estados financieros reportados por las principales empresas de telecomunicaciones y radiodifusión de Colombia, se muestra la concentración de la oferta y a la centralización de la propiedad, así como una jerarquización de los sectores involucrados, según su importancia económica. Adicionalmente, con base en el estudio general de medios, EGM, del segundo semestre de 2010, se pondera la importancia política de cada sector de telecomunicaciones; esto es, la infraestructura y la radiodifusión en cuanto a su contribución en la esfera pública. Palabras clave: Colombia, telecomunicaciones, radiodifusión, mercado, consumo mediático.

Abstract Based on financial statements reported by the main media and radio companies in Colombia, this article demonstrates supply and property concentration, as well as the existence of a hierarchy of sectors involved, according to their economic relevance. Additionally, based on a general media study –EGM– of the second semester of 2010, the article assesses the political importance of each sector in telecommunications: this is, infrastructure, radio diffusion and their contribution to the public sphere. Keywords: Colombia, telecommunications, broadcasting, market, media consumption.

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Introducción Hablar de economía política de la comunicación en una aproximación tan breve y tan modesta puede parecer pretencioso, puesto que no se abordan en rigor las relaciones capital-trabajo en las comunicaciones, el monto de la plusvalía y la distribución del valor; pero si tenemos en cuenta la siguiente observación de Golding y Murdock (2000), es posible afirmar que algunos de estos temas sí se abordan, aunque someramente: [La economía política crítica] difiere de la corriente económica principal en cuatro aspectos centrales: primero, es holística; segundo, es histórica; tercero, está interesada principalmente en el balance entre empresa capitalista e intervención pública; y finalmente —y tal vez lo más importante de todo—, va más allá de los asuntos técnicos de la eficiencia para involucrarse en las cuestiones morales básicas de la justicia, la equidad y el bien público (pp. 72-73).

En este caso no solo se aborda el problema de la estructura de la propiedad, la relación entre Estado y empresa privada, y el grado de centralización de la propiedad y de concentración de la oferta y control del mercado, sino también la relación entre capital extranjero y capital nacional y, por tanto, la manera como se sitúa Colombia en la relación centro-periferia del sistema. Metodológicamente, se trata, en primer lugar, de delimitar en forma amplia el concepto de telecomunicaciones, incluyendo no solo la telefonía e internet, sino también el sistema de radiodifusión del país (radio y televisión); en segundo lugar, se intenta una aproximación a la estructura de propiedad en cada sector; en tercer lugar, teniendo en cuenta las cifras de ventas y a veces de utilidades, se intenta establecer la jerarquía entre los diferentes sectores, dada su importancia económica y política. Por otro lado, se trata de establecer la estructura del consumo mediático, para determinar la importancia política y cultural de los diferentes medios y, al mismo tiempo, definir la participación de la oferta pública y privada en ese consumo, de tal suerte que se pueda identificar no solo el tamaño de la esfera pública mediática (cuántos agentes están en juego), sino además la importancia de cada agente y, por tanto, la orientación democrática o totalitaria de aquella.

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Ancízar Narváez Montoya Mercado y consumo: economía política de las telecomunicaciones en Colombia

En mi texto Puentes tecnológicos, abismos sociales había mostrado cómo el régimen de acumulación de la economía informacional se basaba en la jerarquía que se establece entre sus diferentes subsectores industriales (Narváez, 2002, pp. 92-93). Dicha jerarquía parte de las empresas de infraestructura de telecomunicaciones y termina con las empresas propia y exclusivamente de internet, pasando por las empresas de la industria cultural o productoras de contenido, siguiendo con las de hardware informático (procesadores y sistemas operativos), como se muestra en la siguiente tabla. Tabla 1. Convergencia económica en internet Telecomunicaciones

Convergencia

Telefonía fija

Televisión por cable

Telefonía móvil

Televisión satelital

Industria cultural Televisión, radio, impresos Cine-video, discos Espectáculos, publicidad

Convergencia Informática Convergencia

Internet

CD-Rom

Procesadores

Navegadores

Manejo de dominios

DVD

Hardware

Protocolos

Dominios

Videojuegos

Software

Servidores

Datos

Sitios, motores de búsqueda, portales

Fuente: Narváez (2002)

Como sector intermedio entre las primeras y las segundas encontramos la industria de la televisión cerrada (satelital y por cable), que no es en rigor productora de contenido, sino una manera de circulación de los productos en forma de servicios. Entre las segundas y las terceras encontramos la industria de los juegos electrónicos, el DVD y el CD, también maneras de circular los productos culturales en forma de bienes y no de servicios. Finalmente, entre las terceras y las cuartas se hallan todos los software y protocolos que permiten la navegación y la existencia de la red como espacio de interactividad. Esta jerarquía se basa en su importancia económica y política. Entre la infraestructura y la producción de contenido se debaten las jerarquías en Colombia, es decir, se decide cuál es el sector más rentable y, por tanto, de mayor acumulación.

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Las empresas de telecomunicaciones y el mercado nacional Infraestructura Habrá que diferenciar la infraestructura de telecomunicaciones de la infraestructura de radiodifusión, o broadcasting, pues aunque en rigor ambas son telecomunicaciones, la primera no implica contenidos adheridos a su naturaleza, mientras que la razón de ser de la segunda es justamente la transmisión de contenidos. En ese sentido, la infraestructura de telecomunicaciones tiene un valor estratégico en términos económicos, políticos y de soberanía (hacia dentro, porque es presencia física del Estado, y hacia fuera, porque marca independencia y control del territorio), más que un valor cultural. Sin embargo, la radiodifusión no puede existir sin una infraestructura de telecomunicaciones que la soporte; en consecuencia, aquí se incluyen ambas. Con la venta de Telecom en 2004 se quebró lo que debía ser un monopolio natural, es decir, una sola red de telecomunicaciones encabezada por Telecom que administrara tanto la conexión satelital como el espectro electromagnético a través de las diferentes estaciones terrestres. Técnicamente, se supone que Telecom debería ofrecer el soporte tanto para la telefonía fija, en caso de ingresar otros operadores (como lo hicieron Orbitel y ETB a partir de 1997), como para la telefonía móvil. Asimismo, debía ofrecer los servicios satelitales a Inravisión, instituto cuya función radiodifusora podría, a su vez, extenderse a la operación de los canales privados de televisión, en caso de hacerse la concesión (como efectivamente se hizo). Sin embargo, lo que hoy tenemos es una infraestructura segmentada en varias redes independientes. Por un lado, para las telecomunicaciones tenemos la red matriz de Telecom, cuyo cubrimiento nacional le permite precisamente ser matriz de los otros dos operadores de telefonía fija, además de las tres redes independientes de los operadores móviles: Comcel, Telefónica y Colombia Móvil; por otro lado, para la radiodifusión tenemos la red pública de la Radio Televisión de Colombia (RTVC), que sirve a los tres canales públicos de alcance nacional y a los ocho regionales, además de la red privada nacional administrada por el consorcio RCN y Caracol Televisión.

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En primer lugar, esta situación resulta económicamente irracional, pues una sola infraestructura podría cumplir la función de las cinco; en segundo lugar, desde el punto de vista político es inconstitucional y arriesgada para la seguridad nacional, pues en la práctica, el control del espectro y de la infraestructura terrestre está en manos de agentes privados y extranjeros. En efecto, desde el punto de vista de la pura economía, la situación colombiana se caracteriza por dos fenómenos: por un lado, el cuasimonopolio de los extranjeros; por otro, el cuasimonopolio de los poseedores de redes. Así, en Colombia, según la Superintendencia de Sociedades, existen sesenta empresas de telecomunicaciones por lo menos entre las cinco mil más grandes del país. Sin embargo, la concentración en este sector es enorme: de los 22 billones 21.000.631 millones de pesos (U$ 11.917,3 millones) facturados en 20091, equivalentes aproximadamente al 5,5 % del producto interno bruto (PBI) de Colombia, las primeras ocho concentraron 14 billones 934.000.877 millones (U$ 7.864,6 millones), es decir, el 67,8 % (tabla 2). Por otro lado, entre estas ocho empresas, la mayoría son privadas (cinco); sin embargo, la mayor concentración se da en términos de propietarios: Comcel y Télmex Colombia son en realidad la misma empresa (Télmex, hoy Claro), lo cual quiere decir que ella sola factura 6 billones 947.000.642 millones de pesos, o sea, aproximadamente el 1,75 % del PIB de Colombia en un año. Lo mismo puede decirse de Telefónica y Colombia Telecom, pues son ambas de Telefónica España. Su facturación de 3 billones 823.000.207 millones (U$ 2.013,27 millones) equivale casi al 1,0 % de PIB. Es decir, más de 2,5 % del PIB de Colombia pasa por las manos de dos empresas extranjeras de telecomunicaciones. Finalmente, Orbitel es el operador de larga distancia de EPM y ETB; o sea, en realidad tenemos dos empresas públicas en vez de tres. En síntesis, tenemos dos empresas públicas y tres empresas privadas en el mundo de las telecomunicaciones, pero mientras las privadas tienen el negocio de la telefonía celular y compiten en el de la telefonía fija, las públicas son vanguardia en la fija, pero no compiten en el sector del futuro, que es 1 Se calcula con precio promedio del dólar en 2010, que fue de 1.899 pesos por dólar (www.preciodeldolar. com.co).

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la telefonía móvil. Pero lo más destacable es que lo que les permite a estas empresas ser las líderes de la telefonía es que poseen la infraestructura física de redes y torres, lo que les posibilita no solo ser operadores sino también propietarios y productores (tabla 2). Tabla 2. Principales operadores de telecomunicaciones por ventas y utilidades Ventas (millones de $)

Ventas (millones de U$)

Utilidades (millones de $)

Comcel

5.849.180

3.080,13

1,209,964

637,15

Colombia Telecom

2.041.075

1.074,81

–341,946

–180,06

Telefónica Móviles

1.782.132

938,45

–572,148

–301,29

UNE (EPM-Telco)

1.525.940

803,54

120.298

63,34

ETB

1.437.700

757,08

202.957

106,87

Télmex Colombia

Empresa

Utilidades (millones de U$)

1.108.062

583,49

–19.586

–10,31

Colombia Móvil

845.550

445,26

–50.356

–26,51

Orbitel (servicio internacional)

345.238

181,79

–141

–0,07

14.934.877

7.864,60

549.042

289,12

Total

Fuente: cálculos del autor con base en la revista Dinero (2010, p. 296)

Televisión En cuanto al negocio de la televisión, hay que tener en cuenta que esta es a la vez una tecnología y una narrativa, una empresa y una institución. En consecuencia, se deben distinguir tres clases de agentes: los que tienen producción e infraestructura de difusión, los que tienen solo producción y los que tienen solo redes. Como negocio, hay que tener en cuenta que las que funcionan como tales son, formalmente, los operadores con ánimo de lucro; pero, informalmente, las televisiones locales y comunitarias son pequeños negocios que no alcanzan a estar registrados en la Superintendencia de Sociedades. Sin embargo, el grueso del negocio está en los primeros. En efecto, aunque la Superintendencia de Sociedades incluye todos los tipos de empresa como televisión, sobre todo por el papel que desempeñan en la financiación de la televisión pública, de las trece empresas que clasifican entre las cinco mil más grandes del país, podemos hacer la siguiente discriminación:

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1. Empresas con producción y frecuencia: Quiere decir que tienen canal propio o tienen espacios en concesión en el canal (un espacio) y, por tanto, son responsables de su propia programación (tabla 3). Las que tienen canal propio son responsables, además, del flujo. Tabla 3. Televisión (programadoras, productoras y difusoras) Empresa RCN Televisión Caracol Televisión Teleantioquia CEETTV (City Tv) CM& Televisión Total

Ventas (millones de $) 464.613 446.696 28.345 25.437 19.093 984.184

Ventas (millones de U$) 244,66 235,22 14,92 13,39 10,05 518,26

Utilidades (millones de $) 25.113 22.790 2431 –5134 2516 47.776

Utilidades (millones de U$) 13,22 12,00 1,28 –2,70 1,32 25,15

Fuente: revista Dinero (2010)

2. Empresas productoras: Estas suelen producir para las anteriores y, eventualmente, para los canales que se ofrecen por las empresas de televisión cerrada. No son responsables de la programación ni del flujo (tabla 4). Tabla 4. Televisión (empresas productoras) Empresa RTI Teleset Fox Telecolombia Coltevisión Vista Productions Total

Ventas (millones de $) 51.471 51.250 50.010 28.900 25.093 206.724

Ventas (millones de U$)* 27,0 26,98 26,33 15,21 13,21 108,85

Utilidades (millones de $) 5384 –1384 4179 887 690 9756

Utilidades (millones de U$) 2,83 –0,73 2,20 0,47 0,36 5,13

Fuente: revista Dinero (2010) * Tasa promedio de 1.899 pesos colombianos por dólar (2010).

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3. Empresas difusoras: Solo poseen la infraestructura, no son responsables de la producción, ni de la distribución, ni del flujo. Tienen la obligación de producir y programar un canal propio dentro de la oferta, especialmente informativo (tabla 5). Tabla 5. Televisión (empresas difusoras) Empresa DirectTv Colombia

Ventas Ventas Utilidades Utilidades (millones de $) (millones de U$) (millones de $) (millones de U$) 116.686

61,44

–42.056

–22,14

Cable Unión Occidente

53.691

28,27

145

0,80

Supercable Telecomuniciones

17.551

9,24

–3178

–1,67

187.928

98,96

–45.089

–23,74

Total* Fuente: revista Dinero (2010)

*Aquí no aparecen los datos de Télmex Hogar, que tiene más de 1.700.000 abonados y facturó en 2008 más de 600.000 millones de pesos; el 2009 parece haber consolidado esa facturación con Télmex Colombia. Tampoco aparecen los de UNE-EPM, con algo más de 700.000, ni los de Telefónica Colombia, porque aparecen como agregados a los de telefonía e internet en las empresas de telecomunicaciones.

Como se puede ver en cifras (tablas 3, 4 y 5), el negocio de la televisión en términos de producción y programación no es el más rentable. Las ventas de todos los operadores aquí registrados suman, en 2009, alrededor de 1 billón 300.000 millones de pesos (684,5 millones de dólares), lo cual no alcanza a ser sino aproximadamente el 0,3 % del PIB del país. Desde luego que el grueso de la facturación está en los grandes operadores de televisión por cable, que, como ya se vio, son Télmex, Telefónica, UNE-EPM y ETB; pero, entonces, su negocio son las redes, la infraestructura, y por eso existen primero que todo como empresas de telecomunicaciones. En cuanto a la televisión pública, existen cuatro modalidades de financiación universales: el canon, el presupuesto público, la publicidad y la tarifación. En Colombia, esta se financia, por ley, de las siguientes fuentes: 1. Televisión abierta: De estos operadores se obtienen el valor de la concesión, desde luego por una sola vez, y el 1,5% de los ingresos brutos como ingreso permanente.

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Esta es la única fuente verificable y calculable. Según las cifras vistas aquí, en 2009 los tres canales privados sumaron ingresos por aproximadamente 950.000 millones de pesos (500,3 millones de dólares), lo cual significa ingresos para la televisión pública de unos 13.500 millones de pesos (U$ 7,1 millones). 2. Televisión cerrada: De aquí se obtienen el valor de la concesión o derecho de entrada y el 10% de los ingresos brutos por las suscripciones, así como el 10% de la facturación por publicidad del canal propio que debe programar cada concesionario. Con las cifras que tenemos en la tabla 2 y con la facturación de Télmex Hogar de 2008, la única cifra cierta que tenemos son los $ 615.177 millones que facturó por sus más de 1.700.000 afiliados, más los $ 187.928 de los restantes operadores, es decir, cerca de 800.000 millones (U$ 423,2 millones) (revista Dinero, 29 de mayo de 2009). En cálculos proporcionales, si en 2008 UNE-EPM tenía 739.260 suscriptores de televisión cerrada, DirectTv (ETB) tenía 214.830 y Colombia Telecomunicaciones (Telefónica) 132.808, estamos hablando de casi 1.100.000 suscriptores entre los otros tres operadores, lo que significaría una facturación aproximada de 390.000 millones de pesos (U$ 205,3 millones). En total, estaríamos llegando a una suma cercana a 1 billón 200.000 millones (U$ 631,9 millones). En consecuencia, deberían pagar a la Comisión Nacional de Televisión unos 120.000 millones (U$ 63,2 millones). 3. Televisión comunitaria: El 7% que debería recibir por los pagos de los afiliados de los canales comunitarios es casi imposible de calcular. Con la cantidad de canales comunitarios existentes, casi 700, los que como mínimo debían tener 200 afiliados, estaríamos hablando de por lo menos 100.000 afiliados. Pero ya vimos que el promedio de afiliados es de 15.000 o más, o sea, más de 7 millones de afiliados, lo que convertiría a esta modalidad de televisión en la principal fuente de financiación de la televisión pública; sin embargo, la precariedad económica en que sobreviven y el hecho de ser realmente negocios particulares les impide reportar la cantidad real de afiliados para evadir estos pagos. Esta es más o menos la regla. Si la televisión pública se compone de tres canales nacionales y ocho canales regionales, esto quiere decir que con la cuarta parte de los ingresos de uno solo de los canales privados tendríamos que hacer funcionar once canales públicos. ¿Habrá alguna posibilidad de competir?

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La radio El negocio de la radio se presume como uno de los más rentables en el país, pero la información al respecto es también de las más opacas. Lo primero que hay que recalcar es que su gran dispersión hace difícil saber el agregado de ingresos o de ventas que realizan los miles de operadores de todas las modalidades en el país. En consecuencia, hay que conformarse con los datos sobre los agentes más formalizados, como las grandes cadenas de alcance nacional o los concesionarios de frecuencias comerciales. Aun así, el acceso es restringido. En efecto, hemos visto que hay más de 600 concesionarios de radios comunitarias. Su financiación es un completo misterio, pues cada concesionario parece ser un empresario, un gestor o lo que sea; pero no está claro en ningún registro estatal cuántos son los ingresos y de dónde provienen. En cuanto a las radios de interés público, no está cuantificado tampoco el valor total de los presupuestos asignados a cada emisora por la institución que usufructúa la concesión. En el caso de las radios universitarias, tampoco hay aún algún ente que haya desagregado, en el presupuesto de las universidades, lo asignado a las emisoras ni, mucho menos, cuánto suman estos presupuestos juntos. Así las cosas, nos quedan solamente las cuentas de las empresas dedicadas a la radio comercial. En este caso, hay un número cercano a 200 concesionarios, de los cuales solo los más grandes, esto es, unos 42, reportan estados financieros a la Superintendencia de Sociedades. El monto de los ingresos de estos 42 operadores es una tarea pendiente. De estos, solo tienen información pública los 3 más grandes ya mencionados, por cuanto se clasifican entre las 5.000 empresas más grandes de Colombia; es decir, entre las 5.000 empresas solo hay 3 radiales y únicamente 2 entre las primeras 1.000, medidas por sus ingresos: Caracol Radio, que facturó $ 140.000.682 millones (U$ 74,1 millones); RCN Radio, que facturó $ 140.000.408 millones (U$ 73,9 millones), y, muy lejos de las anteriores, la Organización Radial Olímpica, que facturó $ 34.000.663 millones (U$ 18,2 millones) en 2009, una cuarta parte de la facturación de las anteriores (revista Dinero, 2010). En cuanto a las utilidades, las 42 empresas radiales que reportaron en 2009 a la Superintendencia de Sociedades sumaron ganancias por $ 59.000.062 millones; pero de

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esas utilidades, solo 3 empresas (RCN, Caracol y Radio Continental) se quedaron con $ 53.000.721 millones (U$ 28,3 millones), o sea, el 91 % de las ganancias (Superintendencia de Sociedades, 2010). No es necesario hacer comentarios adicionales sobre la situación oligopólica del mercado de la radio en Colombia; no hay manera, por ahora, de cuantificar su contribución al PIB en tanto no se conozcan sus ventas totales.

El consumo, la audiencia y la nación Si, como se ha visto, la televisión, como producción y como programación, no es el gran negocio, el cual se halla mejor remunerado en la circulación a través de la infraestructura de telecomunicaciones, entonces, ¿cuál es la razón para que haya tanto interés en acceder a frecuencias, a nuevos canales, etc.? La explicación puede estar en el hecho de que es el medio con mayor audiencia en el país y, por tanto, en el que mejor se pueden legitimar los distintos relatos de la nación. Según el Estudio General de Medios (EGM, 2010-II), las audiencias en Colombia se distribuyen como sigue (tabla 6): Tabla 6. Medios y audiencias en Colombia* Medio Televisión Radio Revistas independientes Prensa Internet Revistas prensa Cine

Audiencia (EGM, 2010-II) 94,7 64,7 42,8 33,3 35,9 21,0 5,9

Fuente: CNTV (2010b), ACIM, EGM *Las audiencias de los medios se midieron así: televisión, espectadores por día; radio, oyentes por día; revistas independientes y de prensa, lectores por periodo de publicación; prensa e internet, usuarios por día; y cine, espectadores por semana.

Aquí se presenta la primera muestra cultural protuberante de las características de la nación: consiste en que el consumo de medios es descendente en la medida en que los medios son más alfabéticos, o en la medida en que exigen erogaciones económicas. Si la televisión es el medio nacional por excelencia, el que fija la agenda y el que

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reúne las características culturales más populares (oralidad, iconicidad y narrativa), no tiene nada de extraño que sea el medio por excelencia de una sociedad poco alfabetizada (tevecéntrica en vez de diariocéntrica). Asimismo, la radio, además de las características narrativas orales, tiene una característica adicional que viene con la oralidad: en ella se logran identificar las hablas regionales. Pero, ¿qué decir de las revistas independientes? Empecemos por el ranking de estas (tabla 7). Según esta clasificación, hay que hacer, en primer lugar, un poco de justicia con Semana, pues aunque la medición se hace por edición, no es lo mismo una edición semanal que una quincenal o mensual. Para equiparar la lecturabilidad, tendríamos que ponerlas a todas en el mismo lapso de tiempo. Esto significa que, en realidad, quincenalmente esta revista tendría 2.036.000 lectores y, por tanto, sería la primera revista del país, como efectivamente lo es. Ahora bien, hecha esta salvedad, busquemos los factores culturales. Aunque parezca sorprendente que un medio supuestamente alfabético como las revistas tengan más audiencia que los periódicos e internet, se puede aventurar una hipótesis: vistas las primeras diez revistas del ranking, estas no son en rigor alfabéticas, sino icónicas; no son analíticas, sino narrativas, y en general no requieren competencias alfabéticas para ser consumidas. Tabla 7. Revistas independientes según lecturabilidad Revista TV y Novelas (quincenal) Soho (mensual) Semana (semanal) 15 Minutos (mensual) Cromos (quincenal) Caras (quincenal) Coomeva (bimestral) Vanidades (quincenal) Tú (mensual) National Geographic en Español (mensual)

Lecturabilidad 1.265,9 1.130,9 1.018,6 912,0 805,0 693,7 525,9 515,7 448,9 447,5

Fuente: EGM, 2010

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Tal vez lo más problemático sea confrontar tal hipótesis con el caso de Semana; sin embargo, en tanto los principales personajes mediáticos, por su condición de poderosos y exitosos, son los gobernantes y los políticos, esta revista lo que hace es prolongar el protagonismo de los mismos personajes en un documento menos efímero. Es decir, quien ve televisión y escucha la radio sabe de qué está hablando Semana. Es una prolongación de la cultura mediática en un medio impreso. El caso de Coomeva sugiere una revista especializada para afiliados, que no se vende en el mercado, de circulación restringida, con una baja frecuencia en comparación con las demás y, por tanto, no comparable en ningún sentido. En cambio, las siete siguientes sí tienen una característica en común: son revistas típicas de farándula, es decir, en donde salen los mismos personajes que pueblan la más extendida cultura mediática: la del entretenimiento. Por lo mismo, son demasiado icónicas, demasiado narrativas y, a veces, orales; por tanto, no solo son una prolongación de la cultura mediática de la farándula, sino que, en rigor, ni siquiera se necesita saber leer para consumirlas, pues la identidad entre personajes televisivos y de revista hace al televidente absolutamente competente para leer el relato impreso en ellas. En cuanto a la revista National Geographic en Español, no hay que engañarse con su origen ni con su nombre. Esta no es una revista científica, sino periodística; allí no aparecen artículos científicos, sino más bien relatos de viajes; y no funge como una guía investigativa, sino casi como una guía turística. En rigor, su discurso es más icónico-narrativo que alfabético-analítico. En consecuencia, no hay que extrañarse de su popularidad, pues en términos de competencias exigidas es bien popular. Más allá de las características de las revistas independientes, su consumo está rigurosamente estratificado, pasando del 25 % en el estrato 1, al 80 % en el estrato 6, con una correspondencia exacta entre estrato y consumo cuantitativo. No está claro cuáles son las revistas que consume cada estrato. En cuanto al consumo de prensa e internet, que comparten más o menos la misma audiencia (una tercera parte de los usuarios), se podría aventurar que comparten también dos características: tienen un origen cuasialfabético, es decir, gráfico: una

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amalgama entre alfabetismo y diseño; y al mismo tiempo son medios de pago (por compra y por tarifación, respectivamente). Además de eso, son hoy el punto de encuentro entre la circulación individual y en línea. El cine, por su parte, como sustancia y como institución, siempre ha sido minoritario, no solo por los costos, sino que ahora, con la facilidad de ver las películas en televisión, internet o en DVD, etc., su consumo se hace más un asunto social y de prestigio que de posibilidades técnicas o económicas. Ahora bien, si la oferta es predominantemente oral-icónica, más exactamente televisiva, ¿quién tiene mayor sintonía con la audiencia? Pues bien, esa audiencia se distribuye como muestra la siguiente tabla.

Tabla 8. Audiencia del último mes (noviembre de 2010) en canales nacionales, regionales y locales Canal RCN Caracol City TV Señal Colombia Canal 1 Teleantioquia Canal 13 (Andina) Telecaribe Canal Capital Telepacífico Telemedellín Canal Institucional TRO Telecafé

Audiencia 89,1 86,8 32,3 18,1 16,2 15,3 15,0 11,1 10,5 8,4 5,7 4,2 3,8 3,0

Fuente: CNTV (2010b), EGM 2010-II, módulo de televisión 2009-II a 2010-II

Tal vez valga la pena aclarar que este estudio se hace sobre un universo nacional de más de 16 millones de personas mayores de 12 años, en más de 50 ciudades y municipios.

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Con esto se quiere ponderar que las audiencias son de carácter nacional, y por tanto la significación de la más pequeña audiencia, que es la de Telecafé, es muy distinta regionalmente, teniendo en cuenta que ello implica unas 480.000 personas mayores de 12 años en una región que tiene alrededor de 2 millones de habitantes. Lo que indican estas cifras es que los canales privados nacionales están llegando a más de 14 millones de personas diariamente, y CityTV a unos 5 millones aproximadamente. Estos son los canales de tres de los más grandes grupos económicos del país; es decir, son de empresarios y son empresas; son los voceros del capital; es el capital dirigiéndose a la sociedad. Entre tanto, los canales públicos nacionales, en conjunto, suman un 38,3% de la audiencia, lo cual significa más de 6 millones de personas. Esta no es una audiencia para nada desdeñable, teniendo en cuenta las precarias condiciones de financiación que vimos en el apartado anterior. Esta, se supone, es la voz del Estado y del interés común (interés público). Pero si a ello le sumamos las audiencias de los canales regionales, llegamos a una audiencia del 70%, lo cual significa que el mensaje del Estado a la sociedad llega por lo menos a 10 millones de personas, aunque sea de forma fragmentada entre nacional, regional y local. Si esto se logra con una financiación prácticamente diez veces inferior a la financiación (según ventas) de los canales privados, es posible pensar que con una apuesta seria por la televisión pública sería posible tener versiones de nación alternativas a las exclusivas del capital. Otro dato por tener en cuenta es que en cada una de las capitales sedes de los canales regionales –excepto en Manizales, donde Telecafé ocupa el cuarto lugar–, el canal regional es el más visto después de RCN y Caracol; es decir, Teleantioquia, Telepacífico, Telecaribe, TRO y Telecafé son parte de la esfera pública regional en mayor medida que los canales públicos nacionales (CNTV, 2010b). Ello significa que sí tienen legitimidad como instituciones. ¿Cuáles son las posibilidades de contrarrestar esta visión tevecéntrica de la sociedad y, más aún, esta visión mistificadora de los medios privados que quieren hacer aparecer intereses corporativos como intereses comunes? Desafortunadamente, el comportamiento de las audiencias no da mucha esperanza. Si bien la audiencia de los medios públicos indica que estos, como lenguajes y como relatos, son maneras

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de contraponer visiones excluyentes, las versiones de la televisión no son confrontables solo ni principalmente desde la misma televisión, sino desde otras alternativas culturales críticas. Para eso sería necesario que el consumo de televisión fuera equiparable con otros medios; sin embargo, las cifras son desalentadoras (tabla 9). Esta estratificación del consumo mediático nos sugiere algunas ideas, no por obvias menos interesantes. Aunque la televisión y el cine parecieran hablar el mismo lenguaje (imágenes en movimiento, relatos, sonido, música, escenografía, dramaturgia, etc.), se encuentran en los extremos del consumo cultural. El más elitista es el cine, y el más popular es la televisión. Podríamos decir que la asistencia al cine ha dejado de ser un consumo mediático, es decir, un consumo para informarse o divertirse, y se ha convertido en un consumo artístico y, por consiguiente, distinguido. La distancia entre el estrato seis y el uno es de nueve a uno en cuanto a consumo, y la distancia entre los estratos altos y bajos es de siete veces. Tabla 9. Consumo de medios por estrato social Medio

Estrato 1

Estrato 2

Estrato 3

Estrato 4

Estrato 5

Estrato 6

Televisión

93

94

94

94

93

94

Radio

65

68

68

71

69

72

Revistas independientes

26

37

47

62

75

80

Prensa

33

30

35

43

49

53

Internet

12

23

33

61

70

79

Cine

2

3

6

13

14

18

Fuente: ACIM (2010)

En el otro extremo del análisis, como ya dijimos, el consumo de televisión y radio no hace prácticamente ninguna diferencia entre los estratos sociales. El otro medio que hace una diferencia profunda entre estratos es internet, que se supone es el democratizador de la comunicación mediática. Mientras que en el estrato seis

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se consume más internet que radio y se acerca a la televisión, en el estrato uno la diferencia entre consumo de televisión e internet es casi de ocho a uno. La diferencia en el consumo de internet entre el estrato uno y el seis es de más de seis veces, y entre los estratos bajos (1 y 2) y los altos (5 y 6) agregados es mayor a cuatro veces. Esto, desde luego, tiene que ver con dos características ya mencionadas de internet: es de pago y exige competencias alfabéticas. Algo parecido se puede decir de las revistas independientes. En los estratos altos se consumen más que la radio, y se acercan al consumo de televisión. En el estrato 1, la diferencia entre consumo de televisión y revistas es de casi cuatro a uno. La diferencia en el consumo de revistas entre los estratos altos agregados y la de los bajos también agregados es de dos veces y media a favor de los primeros. Esto se debe a que la mayoría de las revistas, no las más vendidas, son especializadas, son alfabéticas y tienen un precio de mercado. En resumen, lo que preocupa de todo este panorama es que siguen siendo los mismos alfabetizados, los de altos ingresos, los que tienen consumos culturales que les permiten contrastar los relatos de la televisión y de la radio, que son casi la fuente exclusiva de información y entretenimiento para los estratos más pobres.

Esbozo de conclusión Si la televisión es la que tiene, junto con la radio, el cuasimonopolio del relato de la nación, y si los estratos más desfavorecidos de la población, que son la mayoría, no consumen ningún otro medio, quiere decir que el concepto básico de nación se está haciendo desde la televisión. Pero si miramos quienes cuasimonopolizan la audiencia, encontramos que no son ni el Estado ni mucho menos los grupos alternativos, sino, de lejos, las empresas privadas tanto de televisión como de radio, nacionales y extranjeras. En consecuencia, el relato de la nación no alcanza a ser siquiera el oficial, sino mucho menos que eso: el empresarial. Ello significa, en rigor, que la esfera pública no existe y que la educación mediática no se dirige a los ciudadanos sino a los consumidores; por tanto, no es tan importante la nación como el mercado.

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Desde luego, esto hace legítimo el discurso antiestatal y privatizador, como corresponde a los intereses del capital. El concepto de esfera pública en la que los particulares discuten asuntos públicos, distintos a sus asuntos privados (Habermas, 1999), pierde aquí su contenido democrático, pues en rigor los medios privados han llevado la discusión al mero reclamo publicitario (publicidad comercial) o a la mera propaganda política (Habermas, 1994). En efecto, si son la televisión y la radio las únicas fuentes de información para los estratos económicamente más pobres (que son más del 60 % de la población), quiere decir que la esfera pública se reduce a aquellos que sí consumen otros medios en casi igual medida que la radio y la televisión, como ocurre con el alto consumo de cine, internet y revistas independientes en los estratos altos. Las diferencias entre los estratos altos y bajos en cuanto al consumo de internet lo que está mostrando es que, al contrario de lo que piensan los tecnoutopistas, la esfera pública no se está ampliando, sino que se está estratificando y va quedando reducida a los segmentos más privilegiados de la sociedad, pues son ellos los que disponen de alternativas informativas distintas a la radio y la televisión.

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El manejo informativo del desplazamiento forzado en dos medios electrónicos colombianos: eltiempo.com y semana.com The handling of information on forced displacement in two Colombian electronic media: eltiempo.com y semana.com Alejandra Salamanca Rodríguez Comunicadora social, joven investigadora de Colciencias halegitazr9@hotmail.com

Artículo de investigación Fecha de recepción: 21 de noviembre de 2011 • Fecha de aprobación: 23 de enero de 2012

Resumen Este artículo recoge las conclusiones de una investigación en torno al tratamiento informativo de medios electrónicos colombianos sobre el tema del desplazamiento forzado, para evidenciar que, a pesar de que los medios son la fuente de información a la que recurren la mayoría de las personas, son pocos los que ofrecen información precisa, por lo que alejan a sus audiencias de conocer el panorama completo y dificultan que se emprendan acciones al respecto. Palabras clave: medios de comunicación, observación de medios, ética periodística, desplazamiento forzado, análisis de contenido.

Abstract This article presents the conclusion of an investigation about electronic media information in Colombia about forced displacement. The objective is to suggest that in spite of the fact that mass media is a source of information that most people use, only a few outlets offer precise information. This trend contributes to hinder full information delivery and social action. Keywords: communications media, media monitoring, media ethics, forced displacement, content analysis.

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Un Observatorio de Medios de temas para la paz Dentro del ejercicio de Observatorio de Medios desarrollado por la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Santo Tomás, se llevó a cabo una serie de estudios de caso que, a partir de la observación, investigación y análisis, permitiera plantear conclusiones para diseñar estrategias y diálogos, a fin de encontrar nuevas maneras de desarrollar la labor periodística. Este artículo surge como resultado de uno de estos estudios: “Desplazamiento forzado en medios electrónicos colombianos. Dos casos: eltiempo.com y semana.com”, que además sirvió a la autora como monografía de grado para optar por el título de comunicadora social en la Universidad Santo Tomás. El estudio indagó por el tratamiento que dan los medios a la información sobre desplazamiento forzado, para conocer las coherencias o contradicciones existentes entre el deber y el quehacer del periodista, y para proponer soluciones dialógicas para potenciales fuentes de disputas en el marco de una perspectiva comunicativa orientada hacia la paz.

El desplazamiento en Colombia: una problemática más allá de cifras

Las expresiones de violencia en Colombia han variado con el tiempo, derivadas de una u otra causa; no obstante, puede encontrarse una problemática que atraviesa la historia de nuestro país desde la Conquista hasta la actualidad: el control y la tenencia de la tierra. Como consecuencia, el desplazamiento forzado ha sido una constante que constituye hoy una de las realidades más preocupantes. Las masacres, amenazas y asesinatos no solo suman cadáveres, sino que además extienden sus consecuencias a los miles de familiares que, por causa de la violencia, resultan desplazados, sin ingresos o con problemas de salud física y mental. En 2003, 1.150 familias desplazadas interpusieron tutelas acusando a diferentes organismos del Estado por no brindar la ayuda humanitaria de emergencia de manera

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oportuna o completa, lo cual llevó a la Corte Constitucional a revisar las acciones del gobierno para la atención y la garantía de los derechos de la población en situación de desplazamiento, y a declarar en 2004 el estado de cosas inconstitucional1. En los últimos años, el desplazamiento ha variado levemente, presentando, en el periodo 2007-2008, la mayor concentración en los departamentos de Magdalena, Nariño, Antioquia, Tolima, Valle del Cauca, Caquetá, Cauca, Bolívar, Putumayo y Meta. El 96 % de los municipios del país se convirtieron en zonas de expulsión de población. A pesar de este panorama, el ejecutivo ha intentado, en numerosas oportunidades, levantar el estado de cosas inconstitucional, argumentando que la medida debería ser temporal y que tal estado podría considerarse superado, a causa de las constantes acciones que realiza el gobierno, las cuales garantizan los derechos de la población en condición de desplazamiento. Por su parte, la comisión de seguimiento que designó la Corte para informar sobre las políticas del Gobierno y reportar la situación de las personas en condición de desplazamiento se opone a que se levante la medida y argumenta, entre otras cosas, que aunque algunas personas han retornado o superado el estado de desplazados, las acciones del Estado para prevenir el desplazamiento y garantizar la atención de emergencia no son efectivas. Las cifras sobre el fenómeno se constituyen en una de las principales disputas entre el Estado y las organizaciones sociales que trabajan el tema del desplazamiento. Así, mientras Acción Social asegura que en 2006 se presentaron 1,9 millones de personas desplazadas, la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes) y la Conferencia Episcopal insistieron en que la cifra superaba los 1 La Corte Constitucional, teniendo en cuenta la situación de vulnerabilidad de las personas desplazadas, las problemáticas que enfrentaban debido a la atención que tenían sus solicitudes, el prolongado tiempo que había transcurrido sin obtener ayuda, la cantidad de tutelas y la reiteración de los problemas que se presentan como causantes de estas; y luego de estudiar la respuesta del Estado a la situación crítica de las personas en condición de desplazamiento, los problemas de la política pública para la atención de los(as) desplazados(as) y la insuficiencia de recursos destinados; decidió declarar en la Sentencia T-025 el estado de cosas inconstitucional, y le pidió al gobierno corregir la discordancia entre la gravedad de la situación de la población desplazada y los recursos y acciones destinadas para la ayuda de dicha población.

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3,8 millones. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) consideró, en 2009, a Colombia como el segundo país en número de desplazados internos, superado solo por Sudán. Con este panorama confuso, lleno de contradicciones y disputas por cifras, los medios deberían actuar como fuentes de información atendible, veraz y precisa, de acuerdo con su deber ético y social. La responsabilidad que recae sobre un periodista no puede despreciarse, pues el acceso a la información atribuye una gran carga de poder: “Los actores sociales con poder, además de controlar la acción comunicativa, también hacen lo propio con el pensamiento de sus receptores” (Van Dijk, 1997, p. 21). A pesar de que los medios son la fuente de información a la que recurre la mayoría de las personas, son pocas las publicaciones que ofrecen información precisa, presentan diferentes fuentes, profundizan en temas controversiales, denuncian y hacen seguimiento a problemáticas sociales. La información se caracteriza hoy en día por ser superabundante, extremadamente rápida y, sobre todo, porque no tiene valor por sí misma, sino que cobra valor como mercancía sometida a la oferta y la demanda (Ramonet, 1999). La información que ha empezado a adquirir tintes de mercancía se aleja de señalar los hechos relevantes y de posicionar temas de interés en las agendas públicas, lo que contribuye a que las audiencias desconozcan profundamente la realidad, y la comprendan en una dimensión completa y amplia, negándose así la posibilidad de adoptar una posición y emprender acciones. A partir de lo anterior, se quiso plantear un ejercicio investigativo de observación y análisis mediático para entender cómo es el tratamiento que dan los medios a la información sobre desplazamiento forzado y reconoccer las coherencias o contradicciones existentes entre el deber ético y social y el desarrollo del quehacer periodístico en Colombia.

Una metodología de observación y análisis El trabajo investigativo estuvo basado en el análisis de piezas informativas sobre desplazamiento forzado publicadas en los portales eltiempo.com y semana.com, entre

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enero de 2008 y julio 2010. Las piezas se recolectaron en los buscadores de los medios bajo el criterio desplazamiento forzado. La investigación estuvo orientada por el objetivo de analizar la construcción de la información sobre desplazamiento forzado en los portales y el periodo en mención, para lo cual se indagó por las temáticas recurrentes que presentaron los medios, y se establecieron diferencias y similitudes en el tratamiento informativo. Asimismo, se analizó la correspondencia entre los mandatos éticos de la labor periodística y el tratamiento de la información en el caso del desplazamiento forzado. El estudio se desarrolló bajo una metodología de carácter cualitativo de interpretación de datos, con la técnica de análisis de contenido. Los datos se organizaron en tablas que sirvieron como punto de partida para el análisis desarrollado en dos momentos: el primero consistió en el análisis de cien piezas periodísticas (correspondientes al 10 % del total encontrado en los buscadores), a partir de la organización en cuatro tablas, correspondientes a igual número de indicadores de análisis; el segundo correspondió al análisis a profundidad de doce piezas por temáticas, lo que permitió explorar la conformación de la información de los medios de estudio y agotar las categorías propuestas en la primera parte del análisis. Para la totalidad del análisis se tuvieron en cuenta las reglas de enumeración de Laurence Bardín (1977): presencia, ausencia o frecuenta de ciertas categorías dentro del texto; y las leyes del discurso de Dominique Maingueneau (2009): un conjunto de normas implícitas a las que las partes de todo acto comunicativo se adaptan para participar en dicho acto2.

2 Dichas normas son la ley de la cooperación, que manifiesta que las leyes del discurso son conocidas y aceptadas por los participantes de todo acto comunicativo; la ley de la pertinencia y sinceridad, que afirma que toda información debe ser pertinente al contexto en el que se produce y que toda comunicación le concede al emisor el compromiso de sinceridad; este implica que lo que se afirma en un acto comunicativo tiene un carácter de veracidad; la ley de informatividad, que indica que los enunciados deben contener información nueva para el destinatario: no debe hablarse para no decir nada; las leyes de modalidad, que indican que el emisor de un enunciado debe ser cuidadoso en aspectos como pronunciación, elección de las palabras, complejidad de las frases, etc., a fin de hacer claro su mensaje; y la ley de preservación de las caras, que afirma que todo individuo tiene dos caras: una cara positiva, que corresponde al lado social, y una cara negativa, que corresponde al aspecto personal de cada ser; un acto comunicativo debe cuidarse de no afectar las caras de uno u otro participante.

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Los indicadores de la primera parte del análisis fueron los siguientes: Indicador de construcción de información: Este indicador permitió organizar y analizar la información en función de su construcción. A cada pieza informativa le fue asignado un número que permitió ordenarla y clasificarla en todas las tablas. Para este indicador se tuvieron en cuenta las categorías de análisis: fecha, sección, titular, autor y cuerpo de la noticia. Siguiendo las reglas de enumeración de Bardín (1977), se quiso indagar por la presencia, ausencia y frecuencia de las categorías en los textos informativos. Indicador de fuentes: Se trató de un indicador que tuvo en cuenta las fuentes consultadas para la construcción de información, los sujetos de información a los que refieren los textos noticiosos y, en caso de encontrarse, los sujetos de información visual. De nuevo se acudió a las reglas de enumeración de Bardín: presencia, ausencia y frecuencia (tabla 1). Tabla 1. Modelo de encabezado para la sistematización del indicador de fuentes n.°

Tipo de fuentes Sujetos de información Sujetos de información visual Fuente Organi- ComuOrgani- ComuOrgani- ComuOficiales Otros Oficiales Otros oficial zaciones nidades zaciones nidades zaciones nidades

Fuente: Observatorio de Medios, Universidad Santo Tomás (Colombia).

Indicador de mensaje: En este indicador se atendieron los aspectos correspondientes al mensaje noticioso. Teniendo en cuenta las señaladas reglas de enumeración de Bardín, se analizaron dos categorías: asunto de la información y contexto informativo. Además, se revisaron los antecedentes del hecho de desplazamiento y el contexto en el que ocurrió el hecho, y se revisó si la información contenía cifras sobre las personas desplazadas, si se mencionaban nexos con otros hechos y si existía coherencia entre lo que refiere el titular y el cuerpo de la información. Por último, se revisó la condición de victimario(a) y víctima, y la categoría causas de desplazamiento (tabla 2).

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Tabla 2. Modelo de encabezado para sistematización del indicador del mensaje Asunto de la información

Contexto informativo ‒ Antecedentes ‒ Contextos ‒ Cifras ‒ Nexos ‒ Desplazamiento entre otros delitos ‒ Coherencia entre titular e información

Victimario(a)

Víctima

− Ejército − Guerrilla − Paramilitares − Bandas emergentes − Delincuencia común

Causas de Zonas desplazamiento geográficas − Conflicto armado − Lugares de − Desastre natural expulsión − Fumigaciones a − Lugares de cultivos ilícitos recepción

Fuente: Observatorio de Medios, Universidad Santo Tomás (Colombia).

Indicador de palabras claves: Este indicador pretendió analizar, a partir de la repetición de palabras clave dentro de los textos noticiosos, los conceptos e imaginarios sobre desplazamiento forzado y refugio que se transmiten a través de la información. En este indicador se tuvo en cuenta: número, desplazamiento, migrantes, despojo, refugiados y palabras repetidas.

Resultados Después del análisis de las piezas, se pudo observar que aunque los tratamientos informativos de eltiempo.com y semana.com difieren en extensión y complejidad, se presentó en los dos medios información inexacta o incompleta, omitiendo datos que podrían llegar a ser importantes para que los ciudadanos y ciudadanas conozcan a profundidad la problemática del desplazamiento forzado. A continuación se desarrolla el análisis efectuado a partir de la organización por indicadores.

Indicador de construcción de la información Al consultar los portales web del diario El Tiempo y la revista Semana con el criterio de búsqueda desplazamiento forzado, se encontraron 1.000 registros, correspondientes a 860 piezas de El Tiempo y 140 de Semana. La diferencia

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en la cantidad de piezas se debe a que mientras el portal eltiempo.com publica información diariamente, semana.com actualiza su portal en promedio cada siete días. La figura 1 muestra el volumen de piezas publicadas en el periodo de estudio. Figura 1. Proporción porcentual de piezas informativas sobre desplazamiento forzado publicadas en eltiempo.com y semana.com, periodo 2008-2010

Valores porcentuales

50 40

49% 42%

30

35%

eltiempo.com

30% 23%

20

21%

semana.com

10 0

2008

2009 Años

2010

Fuente: elaboración de la autora.

Se evidencia una notable diferencia entre los porcentajes de publicación de los medios en cada año, como si cada uno atendiera a una realidad diferente sobre el fenómeno de desplazamiento forzado. Mientras que eltiempo.com publicó la mayoría de sus piezas en 2008, semana.com publicó más información en 2009. Además, se encontró que los porcentajes disímiles se mantienen en los meses de cada año. Por ejemplo, en 2010 se presentó una gran diferencia en el volumen de publicación en los meses de enero y de julio: en el primero, eltiempo.com publicó el 14% de sus piezas, mientras que semana.com publicó solo el 3%; en julio, eltiempo.com publicó 12%, mientras que semana.com publicó el 31%. Coherencia entre sección e información

Se pudo observar que eltiempo.com publica su información en secciones que parecen corresponder a un aparente deseo del medio por concederle al lector la información

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bajo criterios de organización. Así, se encontró que el diario publicó la mayoría de la información en la sección Nación (33% en 2008, 41% en 2009 y 33% en 2010), seguida por Justicia (23% en 2008, 15% en 2009 y 20% en 2010) y EditorialOpinión (19% en 2008, 14% en 2009 y 15% en 2010). Las demás secciones se reparten la información de manera relativamente similar. Solo se registra una pieza informativa en las secciones Vida de Hoy y Economía, porcentaje que no alcanza el 1% (figura 2).

2008 2009

Ed i

to

ria

Bo

N ac

go l-O tá p Vi inió da n de Cu H ltu oy ra y E Eco n nt om re ía In ten fo im rm i en ac to ió n G en er al O tro s Ju sti cia Po lít ica Bl og In s ter na cio na l

2010 n

45 40 35 30 25 20 15 10 5 0

Valores porcentuales

Figura 2. Distribución por secciones de las piezas informativas sobre desplazamiento forzado publicadas por eltiempo.com, entre 2008 y 2010.

Secciones

Fuente: elaboración de la autora.

En atención a la ley de la preservación de las caras, el medio supuestamente da valor a la cara positiva del lector (entendiéndose desde Maingueneau, la cara positiva corresponde a la fachada social) y, a la vez, valoriza su propia cara positiva, pues se muestra como preocupado por el bienestar de sus lectores (Maingueneau, 2009). Asimismo, el lector como sujeto receptor del mensaje atenderá a la ley de pertinencia esperando que la información sea publicada en la sección que resulte más pertinente. Sin embargo, según los datos que se obtuvieron, el medio publicó piezas en secciones que no siempre resultan las más adecuadas para la información que se presenta.

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Así, por ejemplo, pocas piezas informativas se publicaron en la sección Política. A pesar de los múltiples hechos de desplazamiento, la situación de las víctimas y el persistente estado de cosas inconstitucional, para eltiempo.com el desplazamiento no se configura como un tema político prioritario; incluso, en 2010 se publicaron más piezas en la sección Cultura y Entretenimiento que en Política. Teniendo en cuenta que las publicaciones de Cultura y Entretenimiento se relacionan con eventos y actividades culturales o de esparcimiento, es cuestionable que se publique más información sobre desplazamiento forzado en esta sección que en la sección de Política. Autoría en las piezas informativas

Además de la categoría sección, el indicador construcción de información buscó conocer el volumen de publicación de piezas con autor, encontrando que la mayoría de las piezas no contienen información de autoría. La publicación u omisión de la firma del periodista se determina por las políticas de publicación de los medios. En el Manual de redacción del diario El Tiempo, por ejemplo, se menciona que será el editor de la sección quien autorice en todos los casos la publicación de la firma del autor: “En todos los casos, será el editor de la sección correspondiente quien autorice al periodista para firmar el texto que entrega” (El Tiempo, s. f.).

Figura 3. Porcentajes de publicaciones con autoría y sin autoría en eltiempo.com y semana.com

eltiempo.com

semana.com

Con autor 10% Sin autor 90%

Sin autor 50%

Con autor 50%

Fuente: elaboración de la autora.

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Cuando la información compromete la integridad del autor, los medios suelen ocultar su nombre; sin embargo, la mayoría de la información que hizo parte del análisis se limitó a la descripción de hechos, por lo que no comprometería al periodista. Se intuye, entonces, que son las políticas de los medios las que impiden la publicación del autor. El hecho de que se omita el autor podría influir en que la información no se presentara completa, ya que la responsabilidad recaerá en el medio y no en el periodista, por lo cual pueden presentarse casos de autocensura o de manejo inadecuado de la información.

Indicador de fuentes Tipo de fuentes

Las fuentes se asumen como las voces que aparecen en el texto informativo y que construyen la información. En una misma pieza informativa se pueden citar varios tipos de fuentes. Para este análisis se tuvieron en cuenta fuentes de tipo oficial, fuentes de organizaciones que trabajan con desplazamiento, fuentes de comunidades desplazadas y otras voces que puedan ser nombradas dentro de la información. En las piezas informativas analizadas en el periodo que va desde enero de 2008 a julio de 2010, eltiempo.com consultó en un 48% fuentes oficiales, seguido de la consulta a organizaciones, con el 22%. En semana.com, la mayoría de las fuentes consultadas fueron organizaciones, con un 30%, seguidas por las fuentes oficiales, con un 30%. Las comunidades desplazadas fueron citadas como fuentes en un 11% en eltiempo.com, y en un 13% en semana.com. En ambos medios, el 9% de las publicaciones consultan otro tipo de fuentes. Se hace evidente que la fuente oficial es la más consultada por los medios, dejando de lado la voz de las comunidades (figura 4). Siguiendo la ley de la exhaustividad, que implica que debe entregarse la mayor información posible en un enunciado, y aplicándola al contexto periodístico, puede señalarse que acudir en mayoría a un tipo de fuente ocultaría una información porque no se entrega de modo completo. Además, resulta cuestionable dar prioridad a la fuente oficial y ocultar la voz protagonista del hecho: las comunidades desplazadas.

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Figura 4. Tipo de fuentes en la información sobre desplazamiento forzado en eltiempo.com y semana.com, en el periodo 2008-2010.

Valores porcentuales

60 50 40 30 20

eltiempo.com semana.com

10

a se

no

m

br

s

Tipos de fuentes

N o

id Co

m

un

O tro

es ad

ne cio iza O rg

an

O

cia

s

l

0

Fuente: elaboración de la autora.

Sujetos de información

Además de las fuentes, el indicador buscó identificar los sujetos de información o actores centrales de la noticia. Así, se observó que a pesar de que las piezas consultadas tienen relación con desplazamiento forzado, los sujetos de información no siempre son las personas víctimas de desplazamiento (figura 5). En eltiempo.com, los sujetos de información son, en su mayoría, oficiales, correspondientes al 31% (entidades gubernamentales, Fuerzas Armadas, Defensoría del Pueblo, Acción Social, etc.). Las comunidades desplazadas son sujetos de información en el 27% de las publicaciones, mientras que las organizaciones son el tercer sujeto de información, con 23%. En semana.com, la mayoría de las publicaciones tienen como centro de información a las comunidades desplazadas, con un 43 %, seguida de las organizaciones, con un 21%. En eltiempo.com, los sujetos de información son, en su mayoría, oficiales, correspondientes al 31% (entidades gubernamentales, Fuerzas Armadas, Defensoría

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del Pueblo, Acción Social, etc.). Las comunidades desplazadas son sujetos de información en el 27% de las publicaciones, mientras que las organizaciones son el tercer sujeto de información, con 23%. En semana.com, la mayoría de las publicaciones tienen como centro de información a las comunidades desplazadas, con un 43 %, seguida de las organizaciones, con un 21%. Figura 5. Sujetos de información en las fuentes sobre desplazamiento forzado en eltiempo.com y semana.com, en el periodo 2008-2010. 50 45 Valores porcentuales

40 35 30 25

eltiempo.com

20

semana.com

15 10 5 0

O ciales

Organizaciones Comunidades Sujetos de información

Otros

Fuente: elaboración de la autora.

Sujetos de información visual

En lo referente a los sujetos de información en fotografías u otro tipo gráficas de apoyo (categoría analizada en la revista Semana, pues el portal de El Tiempo no publicó información de este tipo), se encontró que las piezas que contienen estos elementos tienen como sujeto, en su mayoría, a las comunidades desplazadas, con un 29%; aunque en ninguna pieza se identifica con nombre a estas personas, el 14% de los sujetos de información visual corresponden a sujetos oficiales identificados plenamente con nombre y cargo. El 14% corresponde a otros personajes, como columnistas, lugares, etc. (figura 6).

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Figura 6. Sujetos de información visual en las publicaciones sobre desplazamiento forzado en semana.com, en el periodo 2008-2010. 50 45 Valores porcentuales

40 35 30 25 20 15 10 5 0 Oficiales

Organizaciones Comunidades Otros Sujetos de información visual

No se muestra

Fuente: elaboración de la autora.

La revista Semana incurre en una falta a la ley de la exhaustividad, puesto que las imágenes de las comunidades desplazadas no se identifican plenamente, lo cual implica que no se presenta toda la información necesaria para que la imagen cobre el carácter informativo que debiera.

Indicador de mensaje y contexto informativo Este indicador buscaba analizar la contextualización y la construcción de los mensajes a partir de la categorías de contexto, antecedentes y cifras, así como mediante la información contenida como referencia a víctimas, victimarios, lugares de expulsión y de recepción.

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Asunto de información

A partir del análisis de la categoría asunto de información, se pudo observar que en eltiempo.com las temáticas recurrentes fueron los hechos sobre desplazamiento, con un 27%; seguido de las acciones oficiales, con un 19%; las declaraciones de líderes de opinión, con un 14%; información de cifras de desplazamiento, con un 7%; piezas sobre restitución y reparación a víctimas de desplazamiento forzado, con un 5%. No obstante, la mayoría de las piezas correspondieron a temas varios clasificados, para el estudio, como “otros”, con un 28% (figura 7). Figura 7. Asunto de información en el indicador de mensaje y contexto informativo en eltiempo.com y semana.com, en el periodo 2008-2010. 40

Valores porcentuales

35 30 25 20 15 10 eltiempo.com

5

semana.com s O tro

líd

H ec h

os

de

sp laz

am

ien to D er ec es lar de ac op ión in de Po ió n lém ica po rc Re ifr as sti tu ció n de tie rra Ac s cio ne so fic ial es

0

Asunto de información

Fuente: elaboración de la autora.

En la revista Semana, el tema más recurrente correspondió a los hechos de desplazamiento, con un 36 % seguido de las declaraciones de líderes de opinión, con un 22%, y la información sobre restitución o reparación a víctimas de desplazamiento, con un 14%. El 28% restante son informaciones de temas varios.

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Antecedentes y contexto

Asimismo, en la categoría antecedentes se buscaba conocer si la información contenía datos que pudiesen considerarse antecedentes al hecho principal. Con ello se encontró que la mayoría de las piezas omitían este tipo de información, lo cual repercutía en un bajo nivel de contextualización para los lectores. Sumado a lo anterior, la categoría contexto (descripción del entorno físico o situacional en el que ocurrem los hechos) mostró que el 63% de la información de eltiempo.com no presenta información que contextualizara los hechos, mientras que semana.com presenta datos de contexto en un 64% de las piezas analizadas. Figura 8. Antecedentes y contexto en los mensajes de eltiempo.com y semana.com, sobre desplazamiento forzado, en el periodo 2008-2010. 90

Valores porcentuales

80 70 60 50

eltiempo.com

40

semana.com

30 20 10 0 Presenta antecedes

No presenta antecedentes

70

Valores porcentuales

60 50 40

eltiempo.com

30

semana.com

20 10 0 Presenta contexto

No presenta contexto

Fuente: elaboración de la autora.

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Cifras sobre desplazamiento

Otro dato resultante de este indicador fue la mención de cifras de desplazados en las piezas analizadas. Se encontró que el 52% de las piezas en eltiempo.com y el 50% de semana.com registra este tipo de datos. Figura 9. Mención de cifras sobre desplazamiento forzado en las piezas comunicativas de eltiempo.com y semana.com, publicadas entre 208-2010. 53

Valores porcentuales

52 51 50 eltiempo.com

49

semana.com

48 47 46 Presenta información de cifras

No presenta información de cifras

Fuente: elaboración de la autora.

Coherencia entre sección e información en eltiempo.com

En el caso eltiempo.com, se analizó la coherencia de la información y la sección en la que apareció publicada. Así, se encontró que de las 84 piezas informativas analizadas, el 52% tenían coherencia entre la sección y la información publicada; sin embargo, un 48% de piezas parecen no corresponder a la sección en la que se encuentran. Muchas de las noticias publicadas en la sección Nación corresponden a hechos de desplazamiento en Bogotá, pero no se incluyen en la sección del mismo nombre; otras piezas presentan errores notables de concordancia entre la sección y los datos informativos. Como ejemplo, la pieza publicada el 24 de enero de 2008, bajo el titular “CICR rescata 7 muertos de guerra FARC-ELN en Arauca”, se encontró en la sección Cultura y Entretenimiento.

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Mención de víctima y victimario(a)

Otro de los factores analizados en el indicador de mensaje y contexto informativo fue la identificación explícita de la víctima. Se encontró que en las piezas periodísticas analizadas, el 54% de eltiempo.com y el 64% de semana.com identifican explícitamente a las víctimas, mientras que en lo referente a los victimarios(as) se encontró que eltiempo.com la mayoría de las veces no revela la identidad de los causantes de desplazamiento. En caso de nombrarse, se muestra como victimario(a) a los paramilitares en un 13%, a la guerrilla y a las fuerzas armadas en un 11%, cada uno, y en menor medida a las bandas emergentes y la delincuencia común. Por su parte, semana.com nombra en mayor medida a los victimarios: su información no atribuye los desplazamientos en un 27% de los casos, y los atribuye a los paramilitares y a la guerrilla en un 21%. Figura 10. Porcentaje de referencia a víctimas y victimarios(as) en piezas de información en eltiempo.com y semana.com, durante el periodo 2008-2010. Valores porcentuales

70 60 50 40 30

eltiempo.com

20

semana.com

10 Se nombra

No se nombra Referencia a víctimas

No remite a esta información

30 25 20 15 10

eltiempo.com

5

semana.com

m br a ta N in o r fo em rm i ac te ió a n

no

O tro

se N o

Referencia a victimarios

es

ún

D eli

cu

en

cia

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ta

m

ili

as e

Ba nd

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rri

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rm as A rz Fu e

lla s

0

as

Valores porcentuales

0

Fuente: elaboración de la autora.

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Lugares de expulsión y recepción

El análisis de la categoría lugares de expulsión y de recepción se llevó a cabo teniendo en cuenta que en una problemática de desplazamiento forzado es clave identificar los lugares en los que se producen los desplazamientos y las zonas que acogen a las personas obligadas a migrar. Figura 11. Porcentaje de referencia de los lugares de expulsión y recepción del desplazamiento forzado en eltiempo.com y semana.com, durante el periodo 2008-2010.

Valores porcentuales

50 40 30 eltiempo.com

20

semana.com

10 0 Se nombran lugares de expulsión

No se nombran lugares de expulsión

No remite a esta información

60

Valores porcentuales

50 40 30

eltiempo.com

20

semana.com

10 0 Se nombran lugares de recepción

No se nombran lugares de recepción

No remite a esta información

Fuente: elaboración de la autora.

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Los datos indicaron que eltiempo.com omite información de lugares de expulsión en un 44 %, mientras que semana.com lo hace en un 35 %. En lo referente a los lugares de recepción, el porcentaje disminuye y se cubre apenas en un 22% por eltiempo.com y en un 14% por semana.com. Causas de desplazamiento

Para el análisis de la categoría causas de desplazamiento, se tuvo en cuenta la definición de desplazado que proporciona Acnur, que entiende como desplazada a toda persona que se ha visto obligada a huir de su hogar para escapar de un conflicto armado, de situaciones de violencia generalizada o de violaciones de los derechos humanos. “También se consideran desplazados a muchos otros millones de civiles que han perdido sus hogares como consecuencia de desastres naturales” (Acnur, 2006: 6). El análisis se basó en esta definición, puesto que la legislación colombiana solo reconoce como desplazados a las personas que debieron migrar forzadamente por causas de violencia. Figura 12. Porcentaje de comunicación de las causas de desplazamiento en eltiempo.com y semana.com, durante el periodo 2008-2010. 80 Valores porcentuales

70 60 50

eltiempo.com

40

semana.com

30 20 10

br a No rem it in e a e fo rm sta ac ión

om

No se n

O tro

ral Fu m cu igac lti ión vo s i de líc ito s

atu str en

D esa

Co

n

ict

oa

rm

ad

o

0

Causas del desplazamiento

Fuente: elaboración de la autora.

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Además, se buscó conocer cuáles eran las causas de desplazamiento que aparecían en las piezas informativas publicadas en eltiempo.com y semana.com. Se encontró que eltiempo.com publicó el 33% de sus piezas en relación con el desplazamiento por conflicto armado. Se destacan los bajos porcentajes de publicación de piezas relacionadas con desplazamiento por desastres naturales, con apenas el 2%, y desplazamiento por fumigación de cultivos ilícitos, también con el 2%. En las muestras analizadas de semana.com se encontraron publicaciones relacionadas con desplazamiento por conflicto armado, con el 72 %. Las demás piezas no remitían a la información o no se nombraba. El 8 % de las piezas consideraban diferentes causas de desplazamiento, catalogadas para el estudio como “otras” (figura 12).

Indicador de palabras clave El indicador de palabras clave buscó analizar, a partir de la repetición de términos relacionadas con desplazamiento forzado, el tratamiento que dan los medios a los hechos y los imaginarios que se crean a partir del lenguaje del mensaje. En este indicador se tuvieron en cuenta los datos en conjunto de la revista Semana y el diario El Tiempo. Se encontró que la palabra más común para referirse a las personas en situación de desplazamiento dentro de las piezas analizadas fue desplazados (se incluyeron todas las variaciones de la palabra: desplazado[a], desplazados[as], desplazamiento, etc.). Además, se notó la poca información de las personas refugiadas, encontrando apenas ocho piezas en las que se nombran, así como pocas piezas que trataron la situación del despojo (solo el 2%). En pocas ocasiones se considera a los desplazados como migrantes, pues solo se hizo referencia a este término en el 2% de las piezas analizadas (figura 13).

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Figura 13. Porcentaje conjunto de palabras clave en eltiempo.com y semana.com, sobre desplazamiento forzado, en el periodo 2008-2010. 100

Valores porcentuales

90 80 70 60 50 40 30 20 10 0

Migrantes

Despojados Refugiados Palabras clave

Desplazados

Fuente: elaboración de la autora.

Análisis particular de piezas por temáticas de información En la segunda parte del análisis, se procedió a realizar una mirada detallada de algunas piezas bajo la técnica de análisis de contenido. Este apartado fue conformado por doce piezas: seis piezas sobre hechos de desplazamiento (tres piezas de eltiempo.com y tres de semana.com), dos piezas sobre la polémica en la cifra de desplazados (ambas piezas de eltiempo.com, puesto que no se encontraron publicaciones con esta temática en la semana.com) y cuatro piezas sobre restitución de tierras o reparación a víctimas de desplazamiento (dos para cada medio). Este segundo análisis permitió trascender las cifras y adentrarse en la composición y conformación de los textos informativos. Se tuvo en cuenta como factores de análisis la construcción del titular y la información que allí se refería, la coherencia de la información de la pieza y la sección en la que apareció publicada, así como la aparición o no del autor. Además, se analizó la estructura de la información y los

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datos que se presentan en el cuerpo de la noticia, así como el lenguaje con el que se relatan los hechos. Este segundo análisis permitió trascender las cifras y adentrarse en la composición y conformación de los textos informativos. Se tuvo en cuenta como factores de análisis la construcción del titular y la información que allí se refería, la coherencia de la información de la pieza y la sección en la que apareció publicada, así como la aparición o no del autor. Además, se analizó la estructura de la información y los datos que se presentan en el cuerpo de la noticia, así como el lenguaje con el que se relatan los hechos. Así, pudo observarse que en los medios objeto de análisis se presenta información incompleta, publicada en secciones que no son las más pertinentes o con lenguaje inadecuado, lo que se constituye en faltas a las leyes del discurso. Se notó que a pesar de que eltiempo.com publicó un volumen de piezas considerablemente mayor al de semana.com en el periodo del análisis, el diario se enfocó en un cubrimiento sin muchos datos de contexto, mientras que las publicaciones de la revista presentaron datos complementarios a la información central. Además de lo anterior, la organización y presentación de la información es diferente en ambos medios: mientras que eltiempo.com publicó las piezas en secciones con la intención de organizar la información por temáticas, semana.com no publicó en su información el tema principal de la pieza con la primera palabra de la información que aparece señalada en letras mayúsculas y en negrita. El análisis demostró que la palabra que aparece en semana.com se constituyó en un mejor contexto de información que la sección del eltiempo.com, puesto que esta última caía muchas veces en incoherencias con respecto a la información. Otro de los hallazgos de este segundo análisis mostró que eltiempo.com recurrió frecuentemente a lenguaje emocional, y que algunos hechos se presentaron con términos inadecuados que no aludían a la migración forzada, sino a movilizaciones consentidas. Por su parte, semana.com presentó, en muchas ocasiones, titulares que no mostraban información completa o con sentido, debiendo recurrirse al sumario (si la pieza contiene) o al desarrollo de la nota para entender a lo que se refiere.

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Conclusiones Después de la revisión, organización y análisis de las piezas informativas sobre desplazamiento forzado publicadas por eltiempo.com y semana.com, en el periodo enero de 2008 y julio de 2010, la conclusión más notable es que el manejo informativo de los medios no atiende a la gravedad del fenómeno. Los datos que se presentan en los textos informativos no son lo suficientemente amplios, profundos y conexos para mostrar la compleja realidad del desplazamiento forzado. A pesar del volumen de publicaciones, el cubrimiento meramente informativo en el que se enfocó eltiempo.com deja de lado datos de contexto que permitirían conocer la circunstancia en que ocurren los hechos. La poca relevancia que se da a los sucesos antecedentes, nexos con otra información y el mínimo contraste de diferentes tipos de fuentes en una misma pieza permiten concluir que el desplazamiento forzado, para este medio, es un tema de hechos fragmentados y no de una realidad histórica y compleja que ubica al país entre los mayores expulsores de población interna en el mundo. En comparación con el diario, semana.com registró un bajo volumen de piezas sobre el tema de desplazamiento, pero desarrolla la información más profundamente, mostrando datos de contextualización recogidos a lo largo de la semana. En lo referente a las fuentes, se pudo observar que eltiempo.com prefiere acudir a la fuente oficial, en detrimento de la voz de las comunidades desplazadas, verdaderas protagonistas de los hechos sobre desplazamiento forzado. Cuando se citan varias fuentes en la misma pieza informativa, se privilegian las fuentes oficiales y de organizaciones, dejando fuera la voz de las comunidades desplazadas. El cubrimiento a las fuentes de comunidades solo se representa por sus líderes y dejan de lado la opinión de las víctimas. En la misma vía, semana.com privilegia la voz de las organizaciones sociales y de las fuentes oficiales. La comunidad desplazada se cita en menor medida, acudiendo solamente a los líderes. En cuanto a los sujetos centrales de información, el análisis dejó ver que aunque la información analizada se relacionaba con el desplazamiento forzado, los medios no conciben siempre a las comunidades desplazadas como actores protagonistas

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del hecho. En ocasiones, las acciones de organizaciones civiles o gubernamentales se convierten en el centro de la información. En eltiempo.com se privilegió como sujeto protagonista de la información a las organizaciones oficiales. En esta vía, la información publicada por la revista muestra como actores centrales del relato periodístico a las comunidades desplazadas, y señalan al lector la situación de las víctimas. A pesar de que los hechos de desplazamiento son el tema principal registrado en el diario, en Semana la disparidad en el porcentaje de publicaciones por fechas evidencia que no se registran los mismos hechos; el cubrimiento informativo de cada medio pareciera atender a realidades distintas. En semana.com no se muestra información sobre polémica de cifras de desplazamiento, lo que repercute en una falta de información acerca de la disputa entre las acciones registradas por organismos gubernamentales y las denuncias de las organizaciones civiles. Las piezas sobre reparación o restitución a víctimas de desplazamiento se constituyen en una minoría en los medios analizados. Se evidencia que para el periodo de estudio, esta información no fue relevante en sus publicaciones. Los lugares de expulsión y recepción representan un dato de contexto clave para entender temas como desplazamiento, refugio y despojo. Los medios analizados, en la mayoría de sus piezas, no publican información sobre los lugares de expulsión, lo cual no le permite a los lectores reconocer las zonas críticas del fenómeno. Pudo observarse también que los medios analizados privilegian el desplazamiento por causas de conflicto. La mayoría de las piezas publicadas en semana.com menciona como causa de los desplazamientos al conflicto, omitiendo información sobre otras causas. Asimismo, en el diario se presentan mayoritariamente hechos sobre desplazamiento por causa de conflicto y se muestran pocas piezas con causas diferentes. Este tratamiento de la información obedece a la situación que se vive en el país, pero desatiende definiciones amplias de la noción de desplazado(a), que incluyen causas como desastres naturales y contextos históricos que muestran otras posibles causas de migraciones forzadas.

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En cuanto al uso de recursos comunicativos que pueden presentar información adicional o complementaria, se notó su escaso manejo por parte de los medios. Eltiempo.com no presenta información de tipo visual que complemente los hechos sobre desplazamiento forzado. Fotografías que registren hechos de desplazamiento, infografías en las que se comparan cifras de organizaciones civiles y gubernamentales, mapas donde se identifiquen las principales zonas de expulsión y recepción, o gráficas de otro tipo son recursos que el medio omite y que pudiesen ser importantes para que el lector reconozca ampliamente la situación de desplazamiento en el país. Semana.com presenta información visual en las piezas sobre desplazamiento forzado, la cual corresponde únicamente a fotografías que en la mayoría de los casos tiene como sujetos de información a las comunidades desplazadas; sin embargo, se incurre en un hecho de desinformación o información parcial, pues estos sujetos no se identifican plenamente a pie de foto. Cuando la fotografía muestra sujetos oficiales o periodistas de opinión, en la mayoría de los casos son identificados. Otros recursos característicos de los medios digitales, como hipervínculos, otra información, recursos sonoros o visuales, no se presentan en las piezas analizadas. La información analizada permitió notar graves faltas a las reglas del discurso, que a su vez se constituyen en notables faltas a la ética periodística: información incompleta, publicada en secciones que no son las más pertinentes, o lenguaje incorrecto se presentan como muestra de estas. Los medios existen para brindar información completa y veraz sobre temas de interés, amparados en el principio de la libertad de prensa. Aunque son precisamente los medios de comunicación la fuente más común de los ciudadanos para mantenerse informados, los hechos que se presentan atienden más a un interés mercantil que a un deber ético y social.

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La construcción discursiva de un genocidio en Colombia: una aproximación a la versión de las Fuerzas Militares en el caso de la Unión Patriótica The discursive construction of a genocide in Colombia: an approach to the version of the Military Forces in the case of the Patriotic Union Liliana A. Silva Bello

Socióloga, Universidad Santo Tomás Coordinadora de Planeación y Participación Ciudadana, Alcaldía Local de Fontibón Miembro del Equipo Nacional de Constituyentes por la Paz con Justicia Social en Colombia lilianandreasilva@gmail.com

Mauricio Poveda Pineda

Sociólogo y economista, Universidad Santo Tomás Estudiante de la Maestría en Estudios Políticos y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México maopove46@hotmail.com

Artículo de investigación Fecha de recepción: 17 de noviembre de 2010 • Fecha de aprobación: 19 de enero de 2011

Resumen En la década de los ochenta, frente al conflicto político y social entre las guerrillas y el Estado colombiano; la Unión Patriótica se consolida como una alternativa negociada que rompe con el tradicional bipartidismo y comienza un importante ascenso electoral en todo el territorio nacional. Esto marcaría el principio de una de las más grandes olas de violencia política y represión que llevarían a su posterior exterminio. En este genocidio, las Fuerzas Armadas desempeñaron un papel preponderante tanto por su acción como por su omisión, pero también —y en particular para el interés de este trabajo— en la construcción de un discurso políticomilitar que identificó a la Unión Patriótica como un enemigo y legitimó su aniquilación. Palabras clave: violencia política, Colombia, Unión Patriótica, discurso militar.

Campos / Vol. 1, N.° 2 / Julio-Diciembre de 2013 / Bogotá, D. C. / Universidad Santo Tomás / pp. 279-298

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Abstract In the 80s, during the political and social conflict between the guerrillas and the Colombian state, the UP grew and consolidated as a negotiated alternative different from traditional two parties. It also started to improve in the electoral landscape all over Colombia. Simultaneously, this was the beginning of one of the biggest waves of political violence and repression that would result in the extermination of this group. In the context of this genocide, the Armed Forces played an important role, by action and omission, and helped to construct a political discourse that described the UP as an enemy and consequently, they contributed to legitimize their annihilation. Keywords: political violence, Colombia, Patriotic Union, military discourse.

Exclusión sociopolítica en Colombia En el trascurrir de su historia política en la década de los años ochenta, Colombia tuvo una historia que la ha impulsado a desarrollarse en escenarios políticamente excluyentes y tendientes hacia la uniformidad ideológica, en la cual se hallan procesos institucionales, culturales, políticos, entre otros. Después de sucesos como el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, la presidencia del general Rojas Pinilla, la Junta Militar en la década de los años cincuenta, entre otros, se establecen procesos de reforma política de largo plazo a cargo de los partidos Liberal y Conservador, que negaron la posibilidad a un tercer elemento político que difiriera de las dinámicas implantadas hasta el momento. Ante tal espectro, surgen tendencias institucionales organizativas y políticas; unas más radicales que otras, pero igualmente reformistas ante el escenario excluyente y absolutista por parte de las dos fuerzas presentes hasta el momento. Grupos como la Alianza Nacional Popular (Anapo) o el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) figuran como alianzas entre diferentes sectores de la política colombiana, en búsqueda de reformas y nuevos espacios, animados y formados por el descontento en el plano político nacional, e impulsados, a su vez, por el contexto sociopolítico latinoamericano de cambio, lucha y revolución. Paralelamente, el descontento y la

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falta de escenarios de participación política por las vías institucionales dieron paso a la génesis de grupos guerrilleros en diferentes zonas del país, como alternativa al modelo implantado e intentando entonces por la vía armada derrocar el poder bipartidista que hasta el momento imperaba. Es así como en un escenario exclusivo de participación ciudadana surgen, en resistencia armada, grupos guerrilleros (Ejército de Liberación Nacional [ELN], Ejército Popular de Liberación [EPL], Movimiento de Resistencia Quintin Lame [MRQL], Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia [FARC], entre otros) de variadas directrices ideológicas y reivindicativas, que reconfiguran, a partir de su nacimiento, el escenario social y político en las zonas en donde harían presencia. El grupo subversivo FARC hace su aparición en 1964, posicionándose como actor armado con fines políticamente establecidos en la lucha por la toma del poder, que durante ese momento lo detentaban la élites hegemónicas liberal y conservadora. Finalizando la década de los años setenta, el país se encontraba sumergido en una gran lucha de confrontación y reconocimiento social y popular frente a un Estado que no satisfacía las demandas del sector social; reclamaciones que empezaban a encontrar cierta afinidad en los diferentes escenarios de los movimientos sociales (estudiantes, sindicalistas, trabajadores, campesinos, entre otros) y guerrilleros (FARCEP, ELN, M-19, EPL) y encontraban respuesta violenta por parte del Estado, el cual se fortalecía ideológica y militarmente en la represión de dichas manifestaciones y en la conservación de los objetivos de seguridad nacional. Durante la historia de conflicto armado en el país, se posicionan luchas de carácter reivindicativo esencialmente en los sectores más desprotegidos por el Estado colombiano, en donde se ubica el sector rural y popular. Reclamaciones hacia la mejora en las condiciones de subsistencia y bienestar social hacen parte de un cúmulo de experiencias de represión, control y dominio por parte de la hegemonía institucional instaurada durante años. Tal carácter hegemónico ha logrado deslegitimar y obstruir salidas en procura de un Estado participativo como generador y garantista del bienestar colectivo en la sociedad colombiana, excluyendo de la escena a sectores sociales como estudiantes, sindicatos, indígenas, campesinos, negritudes, entre otros.

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Dicha extrapolación, como síntoma y reflejo del manejo del poder en Colombia, hizo posicionar históricamente, en la esfera pública global e institucional, al Estado colombiano como gran transgresor en la garantía y generación de los derechos humanos, al supeditar a la población a fenómenos como el desplazamiento forzado, la expropiación de tierras, la desaparición forzada, el genocidio político, el etnogenocidio, la persecución al pensamiento crítico, las ejecuciones extrajudiciales, entre otros. Tales violaciones, además de poner en vilo al sistema de la justicia colombiana, han sido legitimadas de una u otra manera, justificando su existencia y generando la configuración social de nuevos sistemas de valores basados en la exclusión como factor que ha generado representaciones sociales de estigmatización en los planos político, social y cultural. Estas representaciones han sido, y son, reflejo del dominio y monopolio del poder, donde tan solo algunos pocos acceden a los beneficios que genera un sistema basado en la exclusión y militarización de sus valores sociales históricamente consolidados.

Surgimiento de la Unión Patriótica A finales de la década de los años setenta, el surgimiento de nuevas salidas dialogadas al conflicto armado que vivía el territorio colombiano enmarca el escenario en el que grupos alzados en armas, como el M-19 y las FARC-EP, inician los acuerdos con las fuerzas estatales para poner fin a las décadas de conflicto y guerra vividos en la sociedad colombiana. Mediante el Acuerdo de los Diez Puntos, establecido en marzo de 1984, se presenta el carácter propositivo de las FARC-EP, el cual daría formación y génesis al partido político Unión Patriótica (UP) y generaría transición del movimiento guerrillero a la acción de masas y a la apertura democrática por medio del escenario parlamentario. A partir de los acuerdos se generaron compromisos tanto del Estado como de las FARC-EP, en aras de conseguir la anhelada paz. Por una parte, el Estado se comprometía a realizar reformar políticas, económicas y sociales, mientras el movimiento guerrillero se comprometía a regresar progresivamente a la vida civil por medio de los instrumentos políticos ofrecidos en el acuerdo, como la creación y participación de un nuevo partido político llamado UP. De igual manera, ambas

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partes asumían el compromiso de un cese bilateral del fuego y la búsqueda conjunta de una salida política al conflicto. Aunque desde su nacimiento el movimiento político UP se posicionó como el producto de los acuerdos, este se configuró como un movimiento independiente del grupo insurgente; sin embargo, a raíz de las múltiples problemáticas generadas desde diferentes sectores sociales, el argumento sobre su origen presuntamente vinculado a la ilegalidad se utilizaría posteriormente para deslegitimar, estigmatizar y reprimir su accionar político y popular. De esta forma, la UP hace su aparición formal en el escenario político el 28 de mayo de 1985, a través del Primer Congreso Nacional, en donde continúa con la lucha política por establecer la tregua e instaurar de manera incluyente sectores populares y políticos que reunieran las distintas insatisfacciones generadas durante años. Solicitaron al gobierno que se levantara el estado de sitio y se combatiera efectivamente a los grupos armados paramilitares, desmilitarizando las zonas en donde se presentaban los conflictos y generando un espacio que garantizara la supresión de la violencia como recurso de acción política tanto estatal como social y popular. Establecido entonces el acuerdo y, con él, la formación y consolidación del partido UP, se proyectaban los escenarios para el posible logro consecutivo de la paz. Al respecto señala Ortiz (2007): El objetivo de la paz no se desvanecía aún pese a las posiciones de las élites políticas, las FF. AA. y las acciones de los paramilitares; por eso, en 1985 se registra el nombramiento de Comisiones Regionales de Verificación de los Acuerdos.

Sin embargo, aunque el proceso de paz siguió su curso como la expresión máxima de que durante años no había logrado reunir las diferentes tendencias políticas en torno a la materialización de los ideales, el acuerdo en sí mismo contaba con grandes opositores de diferentes sectores institucionales, económicos, políticos y sociales, los cuales generaron presión no solo sobre la legitimidad de los acuerdos, sino también sobre la misma existencia de la UP.

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Tales inconformidades de sectores ligados al poder hegemónico se vieron reflejadas en el posterior exterminio o genocidio del partido UP. Puede partirse del hecho de que desde el principio de los acuerdos, mientras se negociaban, eran asesinados miembros de las organizaciones subversivas que estaban en tregua, al punto de que cuando dicho movimiento político se presenta a la contienda electoral ya habían sido asesinados aproximadamente trescientos de sus miembros (Ortiz, 2007, p. 17). Uno de los mayores cuestionamientos al gobierno y a las propuestas del entonces presidente Betancur radican en que, como jefe máximo del Estado, no fue capaz de lograr que se legitimara institucional y socialmente la estrategia de diálogo por medio de los acuerdos firmados en la Uribe, si se tiene en cuenta que a su vez desde el mismo gobierno se habían implantado medidas represivas y soluciones militaristas en medio de los diálogos de paz. Contraponiéndose a la propuesta de diálogo, la estructura institucional hegemónica colombiana cumplió un papel fundamental en la legitimación de la desaparición y genocidio del partido político UP en los años posteriores a su creación. Fenómenos de acción y omisión directa frente a los más de cinco mil asesinatos selectivos perpetrados durante la existencia y posterior desaparición parlamentaria del partido político involucran a diferentes sectores institucionales y gubernamentales de poder en Colombia1.

Doctrina de la seguridad nacional: influencia y desarrollo En medio del contexto de polaridad mundial en la década de los años setenta y ochenta, cuando se ponen en marcha mecanismos de control geoestratégico al servicio de las tendencias políticas e ideológicas marcadas por la guerra fría, se activaron herramientas de adoctrinamiento sociopolítico que orientaron el desarrollo y el establecimiento de patrones de control en diferentes naciones como Colombia. Uno de ellos, conocido como la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN), configuró la generalización de 1 Al respecto véase el Informe 5/97, caso 11227 sobre admisibilidad, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (1997), Corte Interamericana de Derechos Humanos, Sentencia del caso Manuel Cepeda Vargas, 26 de mayo de 2010.

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nuevas representaciones sociales e ideológicas que enmarcaron la implantación de procesos de exclusión y exterminio frente a las consideradas amenazas que pudieran poner en riesgo el mantenimiento del orden. La DSN puede ser considerada como una tendencia de control geopolítico y estratégico mundial: sentó sus cimientos principalmente en la década de los años sesenta, cuando la estructura militar va a desempeñar un papel decisivo para su efectiva consolidación frente a los fenómenos calificados como subversivos, que empezaban a visibilizarse durante esta época, especialmente en varios países de América Latina. A partir de allí, la seguridad nacional se reafirma como columna vertebral y necesidad primaria de los Estados que se vieran amenazados frente a los peligros globales. De esta manera, como expone Sohr (1991) en su análisis sobre la seguridad y la defensa, “la seguridad es una condición deseada universalmente por toda la población. Presentarse como el proveedor y custodio de la seguridad es hacerse acreedor al reconocimiento público” (pp. 17-24). Por tanto, la intervención de la DSN se convertiría, a su vez, en una característica fundamental de la lucha contra el enemigo, lo que empezaría a visibilizarse locamente en los países del cono sur. En medio de tal estructura global, dirigida racionalmente por el elemento simbólico de la violencia como forma de hacer y defender la política y con apariencia de legalidad de un Estado de derecho, se asume en tal escenario el poder legítimo de la fuerza —y su componente institucional y militar con mayor fuerza—, posicionándose como institución relevante en la política colombiana: “Su inmersión en la nueva violencia política que retaba al sistema aceleró ese proceso y les permitió llenar el vació ideológico que se presentaba” (Leal, 1992). El principal componente de la DSN, en Colombia, tiene en su plataforma a la institución militar como eje de dirección, donde desde diferentes escenarios se le otorgan elementos de poder para el establecimiento de tal doctrina. De esta manera, el Decreto 3398 de 1965, conocido como el Estatuto Orgánico de la Defensa Nacional, subordinó los cuerpos de seguridad del Estado al control de las Fuerzas Militares (Organización Mundial Contra la Tortura [OMCT] et al, 1992). Por otra parte, el surgimiento del Plan Laso (Latin American Security Operation), como parte de la estrategia contrasubversiva —como otros de los planes que hacen parte de las reproducciones de

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la DSN en el país—, se convierte en uno de los planes más influyentes en Colombia, por su orientación marcadamente anticomunista que se logrará incorporar en la estructura militar colombiana. Leal (2006) lo explica del siguiente modo: El objetivo de fondo era la erradicación del comunismo, pues se suponía que esta ideología propiciaba las guerrillas y la subversión, siempre y cuando existiera el caldo de cultivo de la pobreza (p. 64).

El Plan Laso es, entonces, uno de los más fuertes rezagos de la DSN en el país; sus prácticas violentas y altamente anticomunistas serían muy reconocidas en la institución castrense por sus aportes potencialmente ideológicos y simbólicos. Es fundamental, por consiguiente, reconocer cómo en la realidad social colombiana la DSN permitió a la institución política y militar proyectarse con más fuerza, generando prácticas y acciones concretas que se reflejarían en las políticas de represión, estigmatización y señalamientos constantes a los diferentes sectores sociales del país, los cuales buscarán reivindicar y promover movimientos democráticos, pluralistas y participativos. De igual forma, el anticomunismo como elemento cumbre en la DSN va a influir en gran medida la concepción del enemigo interno, lo que derivó en la tendencia de la estigmatización y diferenciación. Asimismo, el establecimiento sistemático y estructural de políticas doctrinales implementadas, al igual que sus rezagos, han ocasionado profundos daños al tejido social, ya que la vulneración a la integridad de los seres humanos se ha visto legitimada ampliamente por la misma institucionalidad hegemónica, por medio del uso de la violencia cuando el enemigo interno o la amenaza comunista se hace latente para el establecimiento y mantenimiento del orden social impuesto.

Posicionamiento institucional y político de las Fuerzas Militares Las Fuerzas Militares (FF. MM.) de Colombia, en su recorrido histórico, se han caracterizado por ser protagonistas fundamentales en el proceso sociopolítico del

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país. Analizar la participación y formación que las FF. MM. han adquirido con el tiempo implica señalar algunas situaciones que indican la manera en que ellas se ha involucrado de manera muy particular en el escenario político nacional e internacional. Vale la pena anotar que la creación y consolidación del ejército en función del Estado-nación se concibe a mediados del siglo XIX, cuando se observa un ejército carente de profesionalismo y autonomía como institución, formado al calor de las luchas de la guerra misma y cuya jerarquía se establecía a partir del padrinazgo político y los diferentes lazos de parentesco existentes en la sociedad de entonces. Solo hasta entrado el siglo XX se fomentan las bases jurídicas para el funcionamiento de las FF. MM. como un ejército en función del Estado centralizado y como garante del mantenimiento del orden permanente para la defensa de la nación, aunque sin carácter deliberante en la situación política nacional; sin embargo, la promoción y el padrinazgo dentro de la institución militar, en cuanto garante de ascensos y jerarquías, significó el casamiento con la clase política hegemónica, elemento que ha permitido que su acción político-militar se desarrolle en función de intereses partidistas y hegemónicos establecidos en el territorio nacional. Teniendo en cuenta la consolidación de su papel dentro del espectro político colombiano, los militares fueron considerados por tendencias como la DSN como garantes permanentes en el control del aparato político estatal y del proyecto político integral de seguridad, encargados del mantenimiento y estabilidad del país (Blair, 1993). A principios del siglo XX, los militares entran en la profesionalización militar como consecuencia de la creación de las escuelas superiores de guerra, lo que los convierte en actores politizados en la realidad del país, capaces de asumir la construcción nacional no como militares sino como actores vinculados a la defensa del poder estatal2 (Tapia, 1988: 241).

2 La concepción de las fuerzas armadas como nation building, o constructoras de nación, es una teoría ampliamente desarrollada en los Estados Unidos tanto por sectores de cientistas sociales como por círculos y escuelas alrededor de estas fuerzas.

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Durante los años setenta se generarán diversas estrategias jurídicas que sustentarán la labor de apoyo de las FF. MM. en pro de la seguridad interna de América Latina. En Colombia, la implantación jurídica y reglamentada se da en 1974 a través del Decreto 1365 de la Seguridad Nacional, y en 1978 con el Decreto 1923, conocido como el Estatuto de Seguridad Nacional, a partir del cual se abre mucho más el espacio de acción coercitiva por parte de las fuerzas militares en el país y hacia su población. Con ello se configuró el caso más palpable, para Colombia, de aplicación de la DSN implantada para Latinoamérica: la defensa de los objetivos nacionales prima sobre cualquier otra dinámica política del momento, y se presenta la guerra antisubversiva como un elemento unificador de factores de dominio estatal; dinámica ejercida en el plano militar, político, económico y psicosocial. Debido a instrumentos legales propios del Estado de sitio “por parte de las Fuerzas Armadas, en la década de los ochenta estas tomarán una relevancia sin precedentes y se constituirán en un actor de primer orden en la vida política nacional” (Tapia, 1998: 129). Durante este periodo se hará evidente la injerencia militar en el manejo del orden público, lo que deja ver el papel que habían llegado a desempeñar las FF. MM. en la sociedad: “El orden público también se relacionará con todas las protestas sociales, ‘criminalizadas’ por el gobierno por considerarlas base de la subversión y a las que se les va a tratar militarmente” (Tapia, 1998: 131) . De esta manera se otorga el manejo exclusivo militar de las problemáticas sociopolíticas a las FF. MM., consideradas como el adalid de la seguridad interna y garantes como institución de la estabilidad social del país, para lo cual contaban con el respaldo institucional y de algunos sectores, además de los recursos legales propios de un estado de excepción para desarrollar sus acciones. Así, las FF. MM. se configuran periódicamente como un ente estatal ampliado en sus atribuciones, como muestra de su autonomía militar en la injerencia del manejo del orden público y recrudeciendo su acción militar, con el fin de desterrar cualquier señal de comunismo, focalizada en los movimientos guerrilleros, bases subversivas, estructuras políticas, educativas, universitarias, rurales y urbanas. De acuerdo con lo anterior, se puede denotar la manera en que las FF. MM. asisten legítimamente a escenarios en los que la política y la concertación democrática

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presentes en la resolución del conflicto armado generaron, en la institución castrense, incursiones ideológicas y políticas que transfiguraron el accionar y el horizonte hacia donde se dirigieron las FF. MM. colombianas en el desarrollo de historia.

El discurso de las FF. MM.: una herramienta de exterminio sistemático en

Colombia

En Colombia, la construcción del discurso político militar de las FF. MM. se ha convertido en un modelo trasversal a la estructura política. Esto ha servido como sustento para que la homogeneidad, el orden y el pleno rechazo a la diferencia y al conflicto en su conjunto sean características que permeen el plano de las relaciones sociales e institucionales. En este sentido, puede pensarse un sistema de signos expresados en el lenguaje, frente a lo cual Berger y Luckman (2001) explican: [El sistema de signos lingüísticos] objetiva las experiencias compartidas y las hace accesibles a todos los que pertenecen a la misma comunidad lingüística en lo que se convierte en base e instrumento del acopio colectivo de conocimiento (p. 89).

De acuerdo con este planteamiento, según el alcance social que tenga la relevancia de dicho esquema transmisor y productor de conocimiento y su complejidad e importancia en una colectividad particular, tal modelo tal vez “tendrá que reafirmarse por medio de objetos simbólicos y/o acciones simbólicas” (p. 95); pero también por procedimientos para que tales significados sean recordados y replicados, si fuese necesario, por medios coercitivos y, por lo general, desagradables, con el fin de que tales sucesos no sean prontamente olvidados y, por el contrario, tengan una recordación y legitimación prolongada a través del tiempo. Lo anterior nos permite situar a las FF. MM., desde su institucionalidad, como agentes que históricamente han configurado importantes elementos en la construcción de representaciones e imaginarios sociales dentro de la conciencia colectiva de los

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colombianos. Por ende, hablar del discurso político militar de las FF. MM. convierte a la DSN, a la lucha contrainsurgente y a toda la avanzada anticomunista en Colombia en elementos presentes en las dinámicas de reproducción del lenguaje, en el ejercicio de instrumentalizar la legitimidad de su institución castrense desde acciones directas contra ciertos sectores de la sociedad colombiana.

Tres mecanismos de legitimación del discurso de las FF. MM. La UP, como corriente que reunía múltiples sectores de la sociedad colombiana, visible como partido opositor de la década de los ochenta, va a ser uno de los principales focos de acción directa y de persecución constante desde el discurso de las FF. MM., como una estrategia para legitimar ante la sociedad colombiana una arremetida dirigida a la eliminación sistemática de sus militantes en las diferentes regiones del país. En primer lugar, el elemento de la democracia liberal va a ser uno de los ejes verticales presentes en el discurso de las FF. MM., como reflejo de las creencias ancladas en los valores y mecanismos tradicionales de la paz, la armonía, el control y del pleno rechazo al conflicto. Con ello se desata claramente la concepción del enemigo como aquel que desvirtúa en cualquier sentido el modelo hegemónico que plantea la democracia liberal para las sociedades. Fundamentalmente, la categoría de la democracia liberal responde, entonces, a los mecanismos por los cuales las diversas construcciones de sentido y de significado en la historia de la democracia, desde una concepción occidental, se han caracterizado por el ejercicio pleno del orden y de la homogeneidad que va a ser reflejo del poder de los Estados. Este poder es ejercido a partir de la justificación de los valores universales y abstractos de la ilustración, regidos bajo los lineamientos de la uniformidad racional del hombre y de la negación de la pluralidad social, cultural y política existente en las sociedades. Un claro ejemplo práctico que orienta la democracia liberal, desde la discursividad castrense, corresponde al siguiente apartado pronunciado por el capitán Luis Alberto Villamarín (1990):

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El bandolerismo politizado que azota el país consta de dos elementos perfectamente definidos, a los cuales denominan tareas de carácter políticomilitar. La teoría marxista-leninista cataloga a nivel general dichas partes como la vanguardia y la retaguardia del proceso revolucionario, que lleva las masas a la construcción del socialismo, la eliminación del capitalismo y la dictadura del proletariado, ahora denominada “poder popular revolucionario”. Los detentores del desorden y la violencia marxista-leninista orientan la lucha revolucionaria desde los dos ángulos (p. 103; las cursivas son agregadas).

Dicha afirmación no solo responde a una reflexión militar, sino que a su vez hace parte de toda una maquinaria discursiva que representa políticas estatales materializadas en construcciones sociales, en las que confluyen diversos actores de la sociedad colombiana catalogados como enemigos y amenazas a causa de sus concepciones comunistas o revolucionarias. Elementos como estos son un vehemente reflejo de las aplicaciones de la DSN Colombia, en cuanto un sólido mecanismo para el señalamiento de ciertos sectores que irrumpen con el modelo capitalista tradicional, el orden social establecido y, por ende, el carácter democrático en su concepción clásica liberal que caracteriza a las FF. MM. y al Estado colombiano. El segundo elemento que subyace en la construcción discursiva de las FF. MM. con relación a la UP es el de enemistad, entendido como la configuración del enemigo desde el plano de lo político y de lo moral. Es importante señalar la forma en que se establecieron adjetivos y calificaciones de carácter negativo ante la posibilidad de un pluralismo político que rompiera la hegemonía que durante años venía manejando la estructura política del país. Se caracteriza de esta manera como “enemigo político” al desarrollo generalizado de las actividades sociales y políticas que desplegaban la UP a nivel nacional, popular y parlamentario. La legitimidad de las FF. MM. en relación con el ambiente político del momento es un componente desde el cual se lograron generar criterios de validez respecto al poder y accionar contrario de la institución castrense establecido en el momento, a pesar de que el gobierno de Belisario Betancur dispusiera instrumentos políticos

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y democráticos para el establecimiento de la paz y el desarme de la guerrilla de las FARC. Esto se constituía como elementos de negación puntual al trabajo político que pudiera llegar a desarrollar la UP, relacionando con su accionar político y la evolución y estrategia armada de las guerrillas presentes entonces en Colombia: No se trata, pues, como se ha aducido en otros casos, de actitudes díscolas de subalternos guerreristas, sino de órdenes de quienes invocaron la paz, fundaron un partido de pantalla para que los represente y jamás pensaron en nada distinto de reanudar hostilidades una vez hubiesen sacado del fementido convenio todas las ventajas posibles (Valencia, 1987: 5).

Se establece, entonces, el desarrollo —en términos de Schmitt (1932)— de fronteras entre amigos y enemigos, convirtiendo en este caso a la UP en un intenso enemigo político, con lo que esta relación dirigida se amplía, con base en la enemistad, hacia el interior de la nación y, más específicamente, hacia el interior de la institución militar. Esto otorgó un carácter peyorativo en la escena social y política colombiana, y logró, de esta manera, caracterizar de forma negativa la existencia y nacimiento del nuevo partido político en contienda. Se puede observar, en el análisis, que la expresión de lo político bajo lineamientos morales fue ejercida constantemente por la institución castrense en escenarios de carácter democrático, en los cuales, en lugar de ser catalogado tal adversario bajo categorías políticas, se estableció en términos morales su existencia y confrontación dicotómica entre lo “bueno y lo malo”. Con referencia en lo anterior, se observa que dicho desarrollo y utilización inadecuada de la moralidad imposibilitó los mecanismos de aceptación social y debate en términos políticos frente a la UP, y con ello se estipula una definición moral del adversario, en donde tal actor no pudo ser legítimamente reconocido, sino que, por el contrario, se convirtió en un enemigo “maligno” que debía ser destruido. Una de las características fundamentales expresadas por Mouffe (2007a: 10) es la expresión de lo político desde los lineamientos morales, que constantemente son ejercidos en escenarios que se denominan democráticos:

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En otras palabras, aun consiste en una discriminación nosotros/ellos, pero el nosotros/ellos, en lugar de ser definido mediante categorías políticas, se establece ahora en términos morales. En lugar de una lucha entre “izquierda y derecha” nos enfrentamos a una lucha entre “bien y mal” (p. 12).

Un claro ejemplo de esta moralidad de la enemistad corresponde al siguiente fragmento señalado por Guerrero (1989): Porque en las actuales circunstancias de la nación, los oficiales que se han identificado con la savia fecunda de las lecciones del instituto constituyen el soporte fundamental para enfrentar los embates de la subversión, del narcotráfico y de todos los gérmenes de descomposición que amenazan tan altanera como cruelmente el régimen democrático del Estado colombiano (p. 5).

La moralidad de la política no solo pone en peligro la democracia en todo su espectro, sino que va a impedir un desarrollo de la lucha agonística planteada por Mouffe, con lo que se coartan las posibilidades de reconocimiento legítimo de la diferencia del otro. Así, se da paso a una definición rígida y casi inamovible de enemistad en escenarios homogéneos de rechazo colectivo a ciertos sectores que sean señalados como “malos”, en contraposición con el sector correspondiente de los “buenos” que será aceptado socialmente. En tercer lugar, el elemento de legitimación de la violencia reflejado en la caracterización del discurso político militar va a ser también una constante en la consolidación de representaciones sociales, que configurarían un universo de aceptación en la sociedad colombiana, de frente a la aniquilación sistemática del partido político Unión Patriótica. Dicha legitimación va a tener previamente una construcción de enemistad como condición primera que justifique el uso mismo de la fuerza. De este modo, la violencia resulta ser, entonces, un elemento articulador sustentado en el ejercicio de haber señalado previamente un adversario. No obstante, el enemigo ya definido tiene que estar públicamente presente en la sociedad misma, pues el accionar del Estado como soberano puede disponer de diversos instrumentos que respondan con el ataque o la eliminación de esa amenaza latente,

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previamente edificada y sustentada bajo la premisa del desequilibrio al control generalizado del orden y la seguridad de los conciudadanos. En este sentido, el instrumento de poder va a ser legítimo cuando se genere una aceptación como generalidad que determine que dicho uso de la violencia sea completamente necesario. Según lo anterior, un ejemplo del uso de la legitimación de la violencia desde el discurso castrense se puede visibilizar con el siguiente fragmento, en el que el ministro de Gobierno Carlos Lemos Simmonds (2010), durante el periodo de Virgilio Barco, enuncia: El país ya está cansado, y una prueba de ese cansancio es que en estas elecciones votó contra la violencia y derrotó al brazo político de las FARC que es la Unión Patriótica. Se van a enojar porque les estoy diciendo esto, pero ellos saben que es así.

Al justificar las acciones violentas de manera generalizada contra la UP no solo se está afirmando categóricamente la derrota del brazo político de las FARC, sino que el discurso militar plantea toda una apertura a la persecución y exterminio del partido político, como acciones de aprobación que muestran que efectivamente el país está cansado de la violencia y, por ende, de la subversión. Se afirma, entonces, que la derrota de la UP es una muestra de legitimidad de la violencia aprobada de manera generalizada. Allí, al establecer una definición clara de enemigo político, no solo se justifica su derrota, sino que a su vez se va a legitimar el genocidio político de sus dirigentes y militantes del partido, al ser definidos como aliados del brazo armado y de las causas que generan violencia en el país, y que, por tanto, deben desaparecer en nombre del bien común de la nación.

Conclusiones El reflejo generalizado de la construcción de características trasversalmente presentes en las dinámicas discursivas de las FF. MM. en Colombia no solo permite encubrir y legitimar socialmente acciones criminales y organizadas en contra de la UP, sino que también, como agentes garantes de la seguridad de los ciudadanos y ciudadanas, son responsables por la acción y omisión de uno de los mayores genocidios en la historia de Colombia. Por su parte, se puede asegurar:

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En varias regiones de Colombia —Urabá, Meta, Antioquia, Santander, Arauca, Cundinamarca— la UP logró representación en los consejos y asambleas, y por primera vez en la historia de los movimientos políticos de izquierda en Colombia alcanzó una significativa representación en el Congreso de la República. Perdió su personería jurídica en el año 2000 tras el asesinato de miles de sus miembros y dirigentes, incluyendo dos candidatos presidenciales y buena parte de su representación parlamentaria (Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, 2010).

Por otro lado, en relación con el gobierno de Álvaro Uribe Vélez se puede asegurar que Se han perpetrado, por lo menos, 136 homicidios contra los sobrevivientes de la Unión Patriótica y el Partido Comunista Colombiano (PCC), 38 casos de desaparición forzada y 28 intentos de homicidio. Esto sin contar con las cientos de familias desplazadas y víctimas de montajes judiciales. Pese a estos graves hechos, las autoridades no adoptaron medidas efectivas para prevenir nuevas violaciones (p. 86).

Dentro de los discursos político-militares se concluye que la apreciación de la institución militar frente a la UP se dirigía a entender al partido político no solo desde el plano de la desmovilización y participación política parlamentaria, sino que tal partido fue entendido como un movimiento político y popular de carácter negativo y amenazante hacia el orden establecido, capaz de dirigir sus acciones, deslegitimadas por la institución militar, hacia amplios niveles de la sociedad, logrando la trasformación del modelo tradicionalmente democrático constituido en el país. De esta manera, el análisis del discurso político militar de las FF. MM. de Colombia, con relación al partido político de oposición UP, permite de manera acertada afirmar que efectivamente, dentro de un contexto más holístico de la sociedad colombiana entre los años 1987-1990, la constitución de la democracia liberal y tradicional colombiana fue el eje inquebrantable para impedir el desarrollo político y social de un partido político opositor con propuestas trasformadoras y

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cambiantes posibles para el país. Esto se enmarcó claramente en la explicación sustentada del establecimiento del orden social del poder hegemónico vigente y bipartidista, construido y fortalecido bajo la figura del enemigo como elemento de amenaza al statu quo predominante e indistintamente homogéneo. Se puede concluir también que el sistema democrático colombiano, inscrito bajo unas lógicas unificadas y centralizadas en las esferas del poder político, ha tenido como eje trasversal la negación generalizada de la pluralidad política y social, como elementos indispensables en la trasformación y desarrollo de las estructuras democráticas convencionales. Esta negación implica el desconocimiento de múltiples expresiones y reivindicaciones de diversos sectores sociales que se fundamentan en la diferencia como un instrumento posibilitador de la creación de nuevos escenarios en los que tales sectores puedan confluir y construir nuevos lenguajes, en función de hacer posible la aparición de múltiples perspectivas y formas de comprender la realidad social no únicamente desde un vértice unidireccional e inamovible, no desde los postulados de la homogeneidad y del pensamiento racional y abstracto del universalismo clásico. Solo entonces se podrá hablar de una historia reconstruida desde el pleno reconocimiento por el otro, y no desde el aniquilamiento físico y moral que se ha venido incorporando durante décadas en Colombia, como una práctica regular e inherente al sostenimiento de la estructura política, social y cultural de nuestras sociedades resistentes a la trasformación y al cambio social. Por eso, la posibilidad de recorrer caminos alternativos que han planteado nuevas perspectivas en el país sitúa, en esencia, la posibilidad de estructurar la multiplicidad de existencias como un verdadero sentido para construir genuinas colectividades desde una democracia ampliamente pluralista.

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Patrimonio cultural y turismo en San Pedro de Atacama, Chile Cultural heritage and tourism in San Pedro de Atacama, Chile Andrea Hurtado Quiñones

Socióloga, Universidad Santo Tomás andrapoli@gmail.com

Artículo de investigación Fecha de recepción: 11 de septiembre de 2010 • Fecha de aprobación: 19 de octubre de 2010

Resumen El presente artículo observa las dinámicas sociales y los efectos que produce el turismo en la comunidad de San Pedro de Atacama, Chile. ¿Cómo se construye, se apropia y valora el patrimonio en función del turismo? ¿Cómo se muestra y modifica el paisaje adaptándolo a las dinámicas del circuito turístico? ¿De qué manera los pobladores modifican los usos y las formas de reconocimiento de la tierra y los recursos? ¿Cómo los visitantes se apropian del espacio? Estas son algunas de las preguntas que orientan este trabajo. Palabras clave: etnoturismo, etnodesarrollo, turismo, turismo rural, San Pedro de Atacama, patrimonio, pueblo tiwanaku.

Abstract This article observes social dynamics and the impact tourism has over the community of San Pedro de Atacama, Chile. How is cultural patrimony constructed, appropriated and valued as a function of tourism? How is the landscape transformed and adapted to the dynamics of tourism? How does population modify the use and ways in which land and resources are recognized? How do visitors appropriate space? These are some of the questions that motivate this article. Keywords: ethno-tourism, ethno-development, tourism, rural tourism, San Pedro de Atacama, heritage, Tiwanaku people.

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Introducción Mi visita a San Pedro de Atacama en enero de 2010 fue guiada por la pregunta sobre el patrimonio en el turismo rural y el etnoturismo. Me alojé en una casa familiar y recorrí sitios como los géiseres del Tatio, las dunas del Valle de la Luna, el salar de Atacama, el Camino del Dinosaurio; caminé por las calles principales y lugares aledaños; visité los restaurantes y bares de turistas; asistí a espacios de los pobladores, como la Fiesta Clandestina, las caminatas por los valles con los vecinos; asistí al turno de riego1 y visité a los animales en las fincas; conversé y entrevisté a pobladores y turistas. Igualmente, como turista y socióloga, visité los blogs de viajeros, las páginas de agencias de turismo, e identifiqué en las descripciones testimoniales y visuales una frecuente exaltación de los entornos natural y cultural; en este sentido, la oferta corresponde a las orientaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) que exalta el paisaje físico del desierto y el salar y las especificidades de la cultura atacameña-tiwanaku. Autores como Pedreño Muñoz (1996) definen el turismo rural como “la actividad que se desarrolla en el medio rural y cuya motivación principal es la búsqueda de atractivos turísticos asociados al descanso, paisaje, cultura tradicional y huida de la masificación” (p. 143). A partir de esta definición del patrimonio cultural y natural y del trabajo de campo, analizo la experiencia de San Pedro de Atacama. San Pedro de Atacama está ubicado en uno de los oasis del desierto atacameño al norte de Chile, en una de las cumbres de la cordillera de los Andes. Tiene aproximadamente 2.500 habitantes, muchos de los cuales son migrantes que visitaron la región como turistas y se quedaron. Este pequeño poblado es considerado capital arqueológica de Chile y valorado por su entorno geográfico “extremo”. En las últimas dos décadas, marcadas por la transición a la democracia en Chile, el turismo se convirtió en el centro de su economía, gracias al impulso del gobierno de Eduardo Frei y al

1 Cada casa tiene un turno de riego: se abre compuertas de agua que humedece los cultivos y jardines de las casas de los pobladores. San Pedro es un oasis en la mitad del desierto de Atacama; las tierras son secas y hay escasez de agua; solo se acumula agua de lluvia cuando llega el “invierno boliviano”, como lo llaman los pobladores, en los meses de enero y febrero.

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reconocimiento de la Unesco, en 1998, como “patrimonio de la humanidad” por su paisaje cultural; así, por ejemplo, se amplió y mejoró la oferta de alojamiento, restaurantes, agencias de turismo, mercados artesanales; se implementaron avances tecnológicos como internet y redes telefónicas; progresivamente el turismo como actividad económica desplazó a la agricultura y la ganadería. El reconocimiento de la Unesco pone a San Pedro de Atacama en las agendas y ofertas turísticas de Europa y Estados Unidos. Pedro Castaño, dueño de una agencia de turismo local, describe la forma como los turistas llegan: Los que vienen buscan lugares que les ofrezcan paisajes, diversidad en el medio ambiente y comodidad; encuentran a San Pedro en las ofertas que se hacen en las agencias de cualquier lugar del mundo; les venden el pasaje en avión directamente a Calama y después los traen en tours hasta acá, y acá nosotros les mostramos lo que tenemos (entrevista personal).

En este punto, el reconocimiento como patrimonio asignado a San Pedro pone su nombre en las ofertas de turismo global y genera interrelación con las ofertas locales. La globalización posibilita múltiples interacciones entre lo local y lo global (Robertson, 1996; Bueno y Aguilar, 2003) y entre la homogeneización y la heterogeneización (Friedman, 1990). Es posible observar estas dinámicas en el escenario de la cultura y su valor económico en la escala local que representa San Pedro de Atacama como destino global de etnoecoturismo. Torres (s. f.) señala que “en la cultura occidental el sitio privilegiado de producción simbólica es la economía, que establece la acumulación del valor de cambio como creación del valor de uso: los bienes deben venderse (p. 13)”. Y San Pedro de Atacama ha aprendido en estos veinte años a “venderse” y “abrirse al mundo”.

El entorno natural Las ofertas2 dicen que se necesita, mínimo, de cuatro a cinco días de estadía para conocer San Pedro de Atacama y sus alrededores. Esto nos indica que los viajes se 2 Algunas páginas oficiales y privadas de las ofertas turísticas de la zona son las siguientes: http://www. sanpedroatacama.com/novedades_30.htm, http://www.sanpedrochile.com/ y http://www.explore-atacama.com/

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hacen en un tiempo corto; que las estancias, los intercambios y las relaciones que se puedan dar entre los pobladores y los turistas son mínimas en tiempo, pero el contacto es intenso. Carolina, una visitante, antes de terminar su viaje me dijo: Sencillamente hermoso, y maravillosos los paisajes, pero más la gente de todo San Pedro de Atacama. Estuve cinco días y la pasé muy pero muy bien. La gente es maravillosa y el lugar también. Vale la pena.

Y Juan, uno de los guías que me acompañó en un tour, me dijo: San Pedro es una de las zonas más bellas de nuestro Chile, su belleza es la gente. Ojalá todos tuvieran la suerte de conocer. Cien por ciento recomendado, tenemos los paisajes, los planes y las personas más bacanes de día y de noche (entrevista personal, 2010).

Uno de estos paisajes agrestes, exóticos, es el Valle de la Luna, ubicado en la zona de la cordillera de la Sal, a diecisiete kilómetros de San Pedro. Su atractivo es la idea de que es como la superficie lunar. Desde una gran duna es posible apreciar el entorno de esta zona; también se observa el atardecer con una amplia gama de colores, por lo que las excursiones convergen en ese momento del día, lo que posibilita el intercambio entre turistas. Paulina Tiznado, una visitante argentina, narra su experiencia: Uno llega del estrés de la ciudad, la monotonía de la ciudad y se encuentra con el Valle, abierto y pleno. Es un hermoso lugar, da tranquilidad; su simpleza lo hace un lugar mágico. Sus alrededores son lugares maravillosos. Cuando vi las fotos de los atardeceres por internet, me parecieron maravillosas, pero estar allá fue sobrecogedor, te hace pensar. Sin duda, regresaré3.

Otro de los recorridos son los géiseres del Tatio4, un campo geotérmico ubicado en la cordillera de los Andes (a 4.200 metros de altura). Está compuesto por cerca de esp/excursiones.htm 3 Véase: http://www.sanpedroatacama.com/libro.htm 4 Véase: http://www.explore-atacama.com/esp/atractivos/geysers-del-tatio.htm

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nueve fumarolas de distintos tamaños, que presentan una impresionante actividad de vapor producida por las altas temperaturas de los cráteres (superior a los 85° C). Acá las cualidades de la naturaleza que se ofrecen al turista están más cercanas a lo “exótico”, la aventura que supone estar cerca de un fenómeno que sorprende por su “majestuosidad”5. Cada uno de estos paisajes se ofrece por la subversión de los valores del imaginario: la adecuación física del territorio a esa imagen-idea y el paisaje modelado por la interacción de esa actividad económica y la sociedad transciende el concepto de territorio para configurarse “un hecho cultural” (Martínez de Pisón, 2004). En este sentido, las imágenes que ven los turistas obedecen a un modelo iconográfico que representa un paisaje rural estereotipado y simplificado —dentro de lo exótico o lo maravilloso—, con el fin de atender los “gustos” de la demanda. Cuando se pueden cruzar las fronteras imaginarias que dividen las actividades de los turistas y la vida de los pobladores, se pueden ver las resistencias, los rasgos e imágenes que muchas veces difieren de las estéticas que se muestran al turista, como el caso de la construcción de las casas de los pobladores, que son espacios pequeños donde se privilegia el cuidado del agua y los sembrados. Mientras tanto, en muchos hoteles hay un uso desmesurado del agua, incluso con piscinas; sin embargo, los pobladores han puesto la discusión sobre la escasez del recurso y han logrado negociar con algunos dueños de hoteles y la municipalidad para que se privilegie el riego de los sembrados. El patrimonio rural ha tenido una nueva valoración. Desde la década del noventa, los Estados europeos han invertido en sus campos para generar actividades recreativas que “recuperen los paisajes” y los hagan mostrables, vendibles, intercambiables; y es que el patrimonio rural es valorado por su carga simbólica de nostalgia, de formas, sabores y texturas perdidos en aras de la modernización, demandados por consumidores que encuentran en los bienes rurales una experiencia que los saca de 5 Frente a los géiseres se abre la problemática de las concesiones entregadas a las empresas mineras para explotación geotérmica, lo que abre debates sobre el patrimonio, el cuidado del agua y de los recursos. Aunque esta situación es importante para la región, dada la escasez, la movilización social que ha despertado y las estrategias de participación política que ha usado la comunidad frente al Estado, las limitaciones de este artículo no me permiten abordar la temática.

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sus dinámicas de vida cotidiana (Aguilar, Merino y Migens, 2003). Para los visitantes chilenos, como Sabrina, joven proveniente de Santiago de Chile, su visita la acercó a “las raíces de su país” y a esa memoria del desierto: “Nunca me había sentido tan chilena; me gustó ver que el paisaje muestra cómo somos”. Por su parte, John Hennessy, inglés que recorrió Suramérica, dice: San Pedro me dejó maravillado y con muchas ganas de volver y por más tiempo. Tiene mucho encanto su artesanía, lo simple, lo rústico de sus calles, las casas y, sobre todo, sus paisajes. Ya hace casi un año que fui y siempre lo recuerdo en mis conversaciones. Volveré esté año para ver. Quedé enamorado del lugar6.

San Pedro de Atacama es un destino para turistas extranjeros. Los turistas locales prefieren otros destinos dentro del territorio chileno. Este no es un dato menor, pues resalta la idea de que es un destino vendible para ver lo diferente, al otro, lo desconocido, lo exótico. El investigador Alejandro Bustos plantea lo siguiente: Actualmente, la comuna de San Pedro de Atacama es una de las localidades de Chile que, en términos absolutos, recibe anualmente más turistas extranjeros que nacionales, lo que le da ese perfil característico y enriquecedor de una sociedad multiétnica y multicultural (entrevista personal).

También porque el turismo de los extranjeros termina siendo más lucrativo. San Pedro de Atacama, como una mercancía, se ajusta a las dinámicas del capital transnacional y privilegia en su apuesta aquellas construcciones de imaginarios que atraen mayores recursos.

El entorno cultural San Pedro de Atacama pertenece a la tradición cultural tiwanaku, y esta herencia de los pobladores está en constante tensión con el Estado y las políticas de expansión y 6 Véase: http://www.sanpedroatacama.com/libro.htm

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fortalecimiento del turismo. La tradición se ve afectada por el tránsito de personas ajenas a las prácticas. Desde esta perspectiva, el Estado chileno creó las Áreas de Desarrollo Indígena (ADI), que surgen a partir de la aplicación del artículo 26 de la Ley 19253, o Ley Indígena, aprobada en octubre de 1995. En caso de San Pedro, esta idea de desarrollo está íntimamente ligada al fortalecimiento del turismo. Conjuntamente se comienza a vislumbrar a las poblaciones indígenas como portadoras de una cultura vendible o transable7; el mercado produce diversidad como un recurso económico, como un bien consumible por su carácter simbólico, consumible dentro de la lógica capitalista que profundiza la relación antes señalada entre productos y valores; y crea nuevas necesidades que entran en la oferta. Kleis, un hombre de 54 años que llegó a San Pedro para tomar fotografías y comprar tejidos, contó: Desde que vi las fotos del tour que me ofrecieron, pensaba en las fotos que podía tomar, del volcán, los pájaros, las dunas, el salar; por eso decidí venir, y acá me encantaron los tejidos y los sombreros que son parte y muestra de la tradición de los indígenas.

Para él, el viaje a San Pedro de Atacama fue la posibilidad de aproximarse a la multiculturalidad de la que hablan los políticos y los medios cuando se refieren a la idea de la chilenidad. El patrimonio cultural hace referencia a la exaltación de los valores locales, lo singular, lo diferente. En diálogo con el panorama global, conduce hacia culturas más homogéneas (Aguilar, 2005). Estos valores locales entran en diálogo con las dinámicas del mercado, que aprecia los rasgos auténticos que ofrece el patrimonio cultural. Estos rasgos se manifiestan en las prácticas turísticas, en la oferta de servicios que posibilitan al turista interactuar con “las tradiciones y costumbres” locales que se exaltan. A veces estas prácticas son una pose, un simulacro, un servicio creado en pro del consumo. La categoría de patrimonio ha generado en la comunidad una suerte de expresión performática que difiere de la esencia de lo simbólico; cada objeto adquiere 7 Es importante nombrar que para la cultura tiwanaku, el territorio, entendido como la tierra y el espacio físico, es parte fundamental de sus rasgos culturales, la casa de los hombres.

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la exaltación de un valor que antes no era tenido en cuenta por los pobladores, la lógica del mercado impregna las formas de mostrar lo que se es con lo que quieren ver los otros. El intercambio de estos valores locales se recrea para generar rentabilidad económica, dinámica que termina creando una imagen de los locales, un estereotipo de los rasgos culturales de las comunidades. Así como el Valle de la Luna y los géiseres representan el paisaje exótico y el valor de la naturaleza, la caminata por el pueblo habla del componente cultural que se le ofrece al turista. Está la plaza principal, luego la iglesia, el museo arqueológico del P. Le Paige, la calle Caracoles y la zona comercial de San Pedro, punto de encuentro entre los turistas y los habitantes del pueblo. En esta oferta de caminata se hace el recorrido que busca mostrar el pueblo, la vida de los nativos. Los lugares del recorrido están marcados por las imágenes propias de la región, como las paredes en adobe, los techos de paja y los cactus, con una arquitectura convencional de espacios amplios y colores claros que contrastan con la arena. Estos detalles responden a una lógica de negociación de las formas de mostrar lo que el turista quiere y busca ver y los rasgos propios de la región. Por esta razón, es de vital importancia, para el flujo del turismo, la conservación de los escenarios. Para ello, la administración local exige a los pobladores seguir unos requisitos para hacer reformas que puedan afectar fachadas y espacios. En este caso, el interés general se impone sobre el particular, como le ocurrió a Juan Cantero, un sampedrino que hace cinco años quiso construir una casa en la aldea Quintor, ubicada a cuatro kilómetros del centro del oasis: Yo quería hacerla con material, pero me dijeron que no podía porque había una ley que decía que todas las casas se tienen que hacer de adobe, con piedra y circulares, nada de cemento y tabletas, para guardar la misma arquitectura8.

El viaje a Toconao y al salar de Atacama, al sur de San Pedro, mezcla el atractivo de la naturaleza con el de la cultura. Allá se llega al centro del salar de Atacama; en el 8 La Alcaldía de San Pedro ordenó, mediante decreto público de 2011, que las casas deben guardar los mismos rasgos arquitectónicos, y las licencias de construcción solo son otorgadas en esas condiciones.

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camino se ven los volcanes Licancabur y Lascar, entre otros; luego se puede conocer el poblado de Toconao y el salar; uno de los principales atractivos es la laguna de Chaxa, habitada por flamencos. En mi caso, el salar fue “una novedad, un paisaje desconocido, la experiencia de ver y sentir nuevas formas y colores” (diario personal, 2010). Como lo describo, estar en medio del salar, ver los volcanes y participar de las impresiones de los otros turistas fue sentir la experiencia del turista, al que se le ofrece ver, pero no participar de las lógicas y menos de los significados. Luego se da un intercambio con la población de Toconao, pero está limitado a la compra y venta. Como describió abiertamente el guía turístico en Toconao: “Acá los habitantes se dedican a las artesanías. Ellos los están esperando para que ustedes conozcan y compren”. Los tejidos y las tallas de cactus en su mayoría estaban marcados con frases como: “Recuerdo de San Pedro de Atacama, Toconao, Chile”. Las artesanías tenían estéticas de recordatorio, de artículos para esa memoria del turista que necesita reafirmar que “estuvo”.

Lo uno y lo otro El término patrimonio se ha convertido en un referente de lectura para la antropología y la sociología; se ha clasificado como patrimonio cultural, histórico, natural, arquitectónico. Esta emergencia se debe, en gran medida, a razones económicas, pero también a cuestiones políticas, culturales y tecnológicas (Aguilar, 2005). En el marco del modelo neoliberal, el principio rector del mercado transnacional está caracterizado por una alta movilidad de recursos de toda índole: capital, productos, tecnologías, personas y conocimientos (Beck, 1998). El paisaje, la arquitectura popular, las fiestas y rituales, las artesanías o la gastronomía han sido inutilizados como producto en las dinámicas económicas y revalorizados para el mercado. El turismo y el patrimonio amalgamados se impulsan uno al otro; en las dinámicas de la oferta de viajes, vende la dicotomía entre el nativo y el foráneo, el otro y la diferencia como valor; dicotomía inteligible cuando se conceptualiza la globalización. Las comunidades expuestas a neocolonialismo y sus relaciones de poder intrínsecas se convierten en un objeto y sus tradiciones quedan inscritas en lo exótico. En San Pedro, las instancias estatales no ofrecen a la comunidad un mecanismo para su

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participación en la negociación de cómo se oferta turísticamente a la zona o cómo se distribuyen los recursos que esta actividad produce. El turismo rural y el turismo cultural buscan la conservación, transmisión y formación de la imagen rural (Barrado y Castiñeira, 1998). Ofrecen a los visitantes entrar en contacto y conocer modos de vida diferentes, directamente vinculados con la naturaleza, con territorios y paisajes. Los habitantes de las regiones obtienen bienestar económico. Bonfil Batalla (1982), a través de su idea de etnodesarrollo, respecto a la integridad de los pueblos originarios al Estado-nación manifiesta que estas comunidades cuentan con un potencial que debe ser develado: La capacidad de un pueblo para construir su futuro, aprovechando para ello las enseñanzas de su experiencia histórica y los recursos reales y potenciales de su cultura, de acuerdo con un proyecto que se defina según sus propios valores y aspiraciones (p. 468).

Desde esta lógica, el autor plantea la paradoja del control cultural que se ejerce en las comunidades; por tanto, lleva la discusión al plano político, ya que el control de los Estados está en la capacidad de decidir sobre los recursos con que cuentan los pueblos originarios, ya sean estos culturales, naturales, simbólicos, religiosos, entre otros, versus las necesidades y capacidad de negociación de los mismos pueblos. Uno de los escenarios turísticos que describe esta confrontación son las Termas de Puritama, unos pozones de aguas termales (30 °C) que se producen por la aparición del río de aguas calientes Puritama. Actualmente, estas termas fueron adjudicadas por la administración territorial al Hotel Explora9, como inicio de actividades de privatización del paisaje. Esto sucedió pese a las acciones de resistencia de los pobladores y la resolución de la Unesco, donde marca como fundamental la participación, gestión y propiedad de los recursos por parte de las comunidades de los espacios turísticos:

9 Véase: http://www.explore-atacama.com/esp/hoteles/explora-atacama.htm

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Las comunidades locales deben participar en la gestión y toma de decisiones del sitio. También deben participar los descendientes de las comunidades originarias, cuyos puntos de vista en la gestión del arte rupestre han de ser tenidos en cuenta. Si bien la participación de las comunidades locales es algo positivo, debemos favorecer que la población local sea independiente y llegue a ser “propietaria” de los sitios (Unesco, 2009).

Aunque existe esta resolución de la Unesco a la que Chile se adhiere, que favorece la administración y uso de los recursos por parte de los pobladores, estas termas aun están en mano de foráneos, empresarios turísticos. Sin embargo, los procesos de resistencia de comunidad se mantienen, aunque con pocos resultados. Los proyectos de etnodesarrollo buscan que las comunidades decidan sobre sus recursos y sobre la organización de estos, en un eje participativo, pero no con una participación exclusivamente interna, sino con representatividad para los diferentes actores sociales. Por lo tanto, el desafío está en fortalecer y extender la capacidad de autonomía de los pueblos originarios. Estos niveles de autonomía implican un proceso a largo plazo, ya que requieren de la recuperación de los propios recursos, fortalecimiento de las organizaciones y aumentar la posibilidad de acceder a los recursos que se manejan en los Estado-nación, o en palabras de Bonfil (1982), los recursos ajenos. Alejandro Bustos (2005), investigador de la cultura lican antai o atacameña, señala: Debido a su histórica marginación social, los atacameños exigen mejores condiciones de vida, en un medio socioeconómico caracterizado no solo por una cultura distinta a la del resto del país, sino por tener a gran parte de sus habitantes sumidos en la pobreza. Ante esta situación, diferentes grupos atacameños buscan, por caminos diversos, integrarse adecuadamente al proceso de modernización y, también desde distintos enfoques, fortalecer y/o revitalizar su propia identidad.

Es importante reconocer en San Pedro de Atacama un foco de análisis de etnodesarrollo, donde los puntos de negociación circulan en la tensión del uso de las

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características de geografías y las tradiciones culturales frente a la expansión del turismo, por ejemplo, de cómo las prácticas de los turistas ponen en riesgo este paisaje. Doña María me cuenta que “el sandboard ha modificado la duna del valle de la muerte”. Desde este punto se puede ver que la degradación de los recursos naturales, como el uso indebido del agua, la práctica de deportes que afectan al ecosistema o la modificación del paisaje natural nativo por uno mas atractivo para la explotación del turismo dejan de lado la visión hacia futuro que propone la idea central del desarrollo, por una concepción momentánea y no sostenible. La pregunta es si el etnoturismo como una actividad económica, social y cultural afecta a las comunidades y sus cosmovisiones, cómo se produce el intercambio más allá de las dinámicas del mercado para que las comunidades no se conviertan en simples receptoras de recursos, al tiempo que en una mercancía valorada por su condición. Esta pregunta adquiere mayor validez cuando se reconoce la capacidad de un intercambio amplio para potenciar el conocimiento cultural y renovado el autoconocimiento de la identidad y la revitalización de las prácticas, lo que ha generado, en muchos casos, el mejoramiento en la calidad de vida y de los ingresos. Sin embargo, es necesario reconocer que mediante la apropiación de los recursos por parte de la ciudadanía es posible mejorar las condiciones vitales de la población. La dificultad que se presenta está dada por las relaciones de poder existentes en la sociedad chilena, ya que los discursos hegemónicos sobre la realidad de los pueblos originarios y el poder político de la institucionalidad filtran los intentos por ganar espacios de decisión o reconocimiento político.

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Hermenéutica de los cuerpos Hermeneutics of the bodies Constanza Gómez Gavilán

Socióloga, Universidad de Buenos Aires amolli@hotmail.com

Artículo de revisión Fecha de recepción: 8 de agosto de 2012 • Fecha de aprobación: 19 de octubre de 2012

Resumen Aunque la mirada de las ciencias sociales sobre la corporeidad es bastante reciente, ya se sabe que durante la historia el cuerpo ha sido como el papel de las escrituras sociales. He aquí un recorrido por los roles más significativos que ha asumido el cuerpo durante las cuatro etapas convencionalmente definidas de la civilización occidental —Antigüedad, Medioevo, Modernidad y Contemporaneidad—, los usos que las diferentes sociedades han asignado al cuerpo y algunos alcances sociales que a los sentidos se atribuyen. Palabras clave: cuerpo, Antigüedad, Medioevo, Modernidad, Contemporaneidad, sociología.

Abstract Even though the social sciences’ approach to corporeal nature is very recent, we already know that through history the body has served as the paper of social scriptures. Here we go over the most significant roles the body has played during four stages conventionally defined by the western civilization: Antiquity, Medieval times, Modernity and Contemporary times. We examine the use different societies have assigned to the body and the social scope given to senses. Keywords: body, Ancient History, Middle Ages, Modernity, Contemporary History, sociology.

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El cuerpo en la Edad Antigua El cuerpo humano ha sido objeto de diversas significaciones a través de los tiempos. El proceso de simbolización corporal está relacionado íntimamente con el contexto sociocultural y el universo ideológico particular; por ello, el concepto de cuerpo sintetiza la comprensión del universo de una cultura. En el caso de las sociedades complejas, divididas en clases y etnias, el concepto de cuerpo varía en razón de cada una de ellas. (Aguado, 2004: 31) Debe aclararse inicialmente que el aludir a particularidades presentadas por la corporeidad, en el marco de saberes no concernientes a la sociología, responde a intereses contextuales que pretenden dar cuenta, de manera general, del proceso que siguió esta primera como objeto de estudio, previamente a su desembocadura como interés propiamente dicho de la ciencia social. La Antigüedad, el periodo convencionalmente comprendido entre la aparición de la escritura (alrededor del 3500 a. C.) y la caída del Imperio romano de Occidente (476 d. C.), ofreció los primeros acercamientos al cuerpo humano en términos académicos, especialmente gracias a la medicina, que pretendió dilucidar ya para entonces el funcionamiento corporal; sin embargo, debe resaltarse que en el transcurrir de la Antigüedad pueden identificarse características heterogéneas de magnitud tal que en dos de sus civilizaciones —la civilización asiria y la civilización griega—, solo para ejemplificar, la misma unidad (el cuerpo) fue asumida desde perspectivas tan diferentes como la astrología y la biología, respectivamente1. Ni siquiera las creencias religiosas y, por ende, las prácticas a ellas subyacentes evidencian, en el marco de la temática de interés aquí, la homogeneidad que se esperaría en la observación de una misma época. Prácticas científicas son rechazadas al asumirlas como acciones de profanación al cuerpo en las mismas civilizaciones 1 Añádase a este hecho, por supuesto, la mediación de más de dos mil años, pero tómese en cuenta para comprender la imposibilidad de identificar un común denominador con referencia al cuerpo que permita establecer un único patrón de postura en la Antigüedad.

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en las que la esclavitud se admitía como indispensable para el regular curso de las estructuras sociales (caso de las sociedades grecorromanas)2. De las civilizaciones más representativas de este periodo de la historia pueden exponerse grandes avances en materia corporal. A la civilización egipcia, por ejemplo, se deben los principios de la conservación del cuerpo humano antes y después de la muerte, ya que, a propósito de las creencias religiosas, las sociedades egipcias de la Antigüedad asumían no solo la certeza de la vida después del deceso terrenal, sino la relación directa de la calidad de esta con el estado post mortem del cuerpo, lo que explica la costumbre de la momificación. A esta civilización se atribuiría, además, en la posteridad, los alcances de la escuela de los anatomistas alejandrinos —siglo III a. C.—, que con prácticas como la disección y vivisección en humanos determinarían la relegación de la concepción griega clásica del cuerpo y de las respectivas consideraciones de profanación. Cabe resaltar aquí que el mayor precursor de las prácticas mencionadas en el marco de esta escuela fue curiosamente un griego, el médico Herófilo de Calcedonia (335-280 a. C.), quien merece la mención en el desarrollo de esta observación sociológica si se tiene en cuenta que promovió la realización pública de los procedimientos y que, según la historia, para ello se valió de los cuerpos de criminales, lo que sugiere entonces vastas implicaciones sociales. Ahora bien, la importancia del cuerpo, que recae esencialmente en funciones sacrificiales en el caso de la India, siendo el sacrificio, como lo dijera Pujol (2003), “la forma de explicar la creación del mundo y de entender la relación que los distintos niveles de la realidad guardan entre sí” (p. 302), permite inferir aproximaciones a formas mucho más actuales de asumir el cuerpo, al desglosar el mentado que a este tipo de ritos daba lugar.

2 No se ahonda aquí en la práctica de la esclavitud, ya que a pesar de considerársele un fenómeno inherente a las estructuras sociales antiguas, no se asume su capacidad de dar cuenta de la relación de la sociedad con la entidad corporal, pues a los esclavos se les asume como objetos, sus cuerpos no son admitidos como cuerpos humanos, y entonces su mención implicaría el estudio de temáticas que divergen de la línea de interés de este artículo.

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La corporalidad es asumida en esta sociedad como un estado material tosco pero máximo, al encerrar en esa solidez las dimensiones no tangibles y realmente importantes de la existencia. En el marco de esta corriente de pensamiento se distinguen básicamente cinco niveles con relación al cuerpo, cuatro de los cuales son entonces no visibles y están encargados en su orden: de la vitalización y el metabolismo por medio del aire, de las comunicaciones entre el cuerpo y el mundo exterior por medio de percepciones sensoriales, del conocimiento a partir de la capacidad para construir proposiciones teniendo como base esas impresiones sensoriales que ofrece el cuerpo anterior, del gozo al que se llegaría por medio del sueño profundo, y un nivel adicional, asumido como incorpóreo, que trasciende todos los niveles anteriores, hacia una dimensión que va más allá de la forma y lo diferenciado. Sin embargo, aunque esta clasificación deje en evidencia la importancia de la unidad corporal y de su conceptualización ya en épocas antiguas, lo que específicamente interesa de ella a esta mirada sociológica es la forma como las representaciones sociales fueron construidas teniéndole como base, aun cuando para entonces no fueran teorizadas como tal. La interdependencia entre las dimensiones mencionadas anteriormente hizo pensar a las sociedades de la época, a partir de la danza y de las artes marciales, en cuestiones como la de la correlación entre movimientos corporales y emotividad, que terminarían manifestándose en un plano real simplificador, dirigiendo, entonces, la atención a las mismas temáticas que serían abordadas muchos años después por científicos sociales de la Contemporaneidad. Las posturas corporales y la forma como estas estarían determinadas por los roles que socialmente debiera asumir el cuerpo eran ya objeto de atención en prácticas específicas de la India antigua. En cuanto a la civilización griega, puede decirse que a ella se debe la comprensión de la salud como uno de los pilares fundamentales en el culto al cuerpo, a pesar de las disonancias también existentes entre sus exponentes con referencia a las conceptualizaciones de este, que principalmente giraron en torno a la dicotomía filosófica entre cuerpo y alma y a la composición física del cuerpo como materia. Platón, por ejemplo, aun como exponente significativo de la civilización griega, mantuvo una visión plenamente antihedonista que postulaba al cuerpo como obstáculo en la realización humana del hombre; una vida virtuosa solo podría lograrse con la disciplina

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del cuerpo y con la primacía de la razón por encima de las pasiones a las que el hombre es propenso por su existencia física. De esta manera, el cuerpo sería simplemente el albergue impuro de un alma3 con virtudes e inmortal, y la purificación, por consecuencia, sería el resultado de su separación (abstracta). Este mismo filósofo introduciría, además, basándose en la concepción del macro- y microcosmos, la asignación, luego aceptada también por Aristóteles, de cualidades celestiales a la parte superior del cuerpo y de cualidades terrenales a la parte inferior (Aguado, 2004: 107). Sin embargo, de la visión platónica divergen otras múltiples, incluso la de Epicuro, que aun defendiendo la superioridad de los placeres espirituales ante los placeres corporales y la prudencia, no consideraba estos últimos como impedimento para una vida virtuosa: afirmaba la necesidad del bienestar corporal admitiendo para su realización la consecución de los placeres físicos. Ahora bien, en la filosofía de esta civilización no se puede pasar por la teorización del cuerpo omitiendo los aportes de Hipócrates, a quien se le atribuye el gran paso de la medicina griega, que consistió en asumir la enfermedad a partir de leyes naturales y de requerimientos higiénicos. Hipócrates intentó dilucidar las causas naturales de la salud y la enfermedad, abandonando la relación supuesta de todos los sucesos patológicos pertinentes al cuerpo con disposiciones divinas e intentando puntualizar la composición de este mismo, a partir, eso sí, de la dualidad de la unidad. Para los hipocráticos, el cuerpo es materia, función y forma, cuerpo y alma, y solo es separable en la abstracción. Hipócrates distinguió cuatro elementos componentes del cuerpo: sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema, directamente relacionados con los elementos asumidos como componentes del cosmos: aire, fuego, tierra y agua. Por último, una política urbanística que incluye la construcción de termas, cloacas y acueductos, promovida en la antigua Roma por la priorización del saneamiento a propósito de los cuidados del cuerpo, evidencia la importancia adquirida por este último ya para el 2000 a. C., al igual que su capacidad de incidencia en la configu3 De Platón es sobresaliente la concepción tripartita del alma, tres diferentes formas de esta, cuya ubicación establece formalmente en puntos corpóreos. Esteban y Aguirre (2005: 25) definen un alma apetitiva situada en el abdomen, un alma irascible que se encuentra en el tórax, y un alma racional ubicada en la cabeza.

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ración de estructuras sociales. A esto se suma el hecho de que la tendencia hacia la homogenización del concepto tuvo lugar justamente a raíz de la transformación del Imperio romano hacia comienzos de la era cristiana, cuando se hace ineludible la subordinación de las clases económicamente poderosas ante el imperio. El protagonismo del poder y de las relaciones que a partir de este se generan resultan determinantes en la construcción del imaginario del cuerpo como unidad. En síntesis, en la Edad Antigua se expresaron las primeras preocupaciones del hombre por dilucidar su origen y composición basadas en la razón, y, además, por entender el funcionamiento orgánico de su dimensión física. Claramente, las incidencias del contexto social no eran abordadas para la época de manera directa, pero como puede verse en los ejemplos dados, de manera implícita el cuerpo fue asumido, en algunas civilizaciones antiguas, en consideración con roles y relaciones de poder, aun cuando estas categorías no fueran definidas y asumidas como tales.

El cuerpo en la Edad Media Por su parte, la Edad Media, el periodo comprendido comúnmente entre los años 476 d. C. y 1492, cuando ocurre el descubrimiento de América, estuvo caracterizada por la intervención académica de mentes brillantes, como es el caso de Galeno de Pérgamo; por el feudalismo, con el predominio del maltrato como expresión de autoridad de las capas superiores de la jerarquía; por el auge del cristianismo, que implicaría no solo cambios doctrinales, sino también la configuración de toda una cultura; y, entonces, por el enfrentamiento entre los saberes científicos y las instituciones eclesiásticas. La Edad Media reviste gran importancia para este artículo, no solo porque presenta un cambio sustancial en la concepción del cuerpo, sino porque en sí introdujo los pilares de los conceptos asumidos en esta materia hasta la Contemporaneidad. De Galeno (130-200 d. C.) puede decirse que fue su capacidad por conceptualizar, organizar y clasificar al cuerpo en términos orgánicos lo que haría posible la repercusión de su obra; describió las estructuras que definía no solo en términos de su composición o ubicación, sino en términos funcionales, presentando los primeros acercamientos al complejo anatómico conocido hoy.

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Asimismo, refirió al alma sin la intención manifiesta de postularle como corpórea o incorpórea, pero adoptó la posición platónica sobre sus formas, mientras dirigió fuertemente su mirada hacia la capacidad que le es propia al hombre de sostenerse y caminar en sus dos extremidades inferiores, a propósito de la analogía de los cielos y la tierra con las porciones superior e inferior del cuerpo humano, respectivamente. Para Galeno, desde una perspectiva no social, el hecho de que el hombre mantuviera dicha capacidad le ubicaba de manera ineludible en cabeza de la jerarquía ante otras especies: En la obra científica de Galeno de Pérgamo (s. III d. C.) alcanza su máxima expresión la cultura médica clásica. Sus más de un centenar de trabajos sistematizaron un modelo biológico-médico que estuvo vigente no solo durante toda la Edad Media, sino también durante los primeros siglos de la Edad Moderna (Barona, 1991: 12).

Sobre la forma como las sociedades medievales asumieron al cuerpo debe decirse que estuvo fuertemente influenciada, además, como en el caso de la Edad Antigua, por la tendencia religiosa a propósito del surgimiento del cristianismo como doctrina dominante, y por el feudalismo como sistema económico apoyado en tal doctrina. Del feudalismo cabe subrayar, en este punto, la introducción de la figura de la servidumbre, que, según la historiografía, remplazaría a la esclavitud de la Antigüedad (aunque sea bien sabido que, en rigor, la abolición de la esclavitud tardaría muchos años más) y que determinaría sin lugar a dudas el imaginario social de la corporeidad y las acciones que entonces emergerían en correspondencia con el trato cotidiano de los individuos. Para seguir el aporte de Marc Bloch (1989), la figura del “siervo” en contraste con la del “esclavo” permite distinguir vastas semejanzas a nivel social, encubiertas por algunas diferencias de tipo jurídico. Se trata de la misma discriminación que padecía el denominado esclavo, de los mismos impedimentos en términos de participación política y de las mismas vetas para el ingreso a círculos de “linaje”, como lo era para entonces el complejo clerical, mas esta vez disfrazadas por la “obediencia” propia de “hombres libres”, licenciados para la tenencia e intercambio de tierras.

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En cualquier caso, la injerencia de la estructura económica en la manera de asumir al cuerpo se hace insoslayable; las disposiciones en la materia son resultado (y no necesariamente explícito) de la interacción que ocurre en el marco de las relaciones de poder, que a su vez tienen lugar a partir de las circunstancias específicas de los procesos productivos. Dichas disposiciones tienen la capacidad para formular lo que es o no aceptable en el trato de los segmentos trabajadores de la sociedad, e incluso para legitimar el lenguaje implícito de las formas y posturas físicas en relación con el aspecto del dominante y del dominado —lo que representa gran importancia desde un punto de vista sociológico—: […] Con el feudalismo, y en una época en que la moneda y la producción están poco desarrolladas, se asistiría a un brusco aumento de los castigos corporales, por ser el cuerpo en la mayoría de los casos el único bien accesible (Foucault, 2004: 31).

Ahora bien, del cristianismo es necesario resaltar el carácter ambiguo de su discurso: se declara la igualdad de todos los hombres ante Dios y la existencia física como imagen y semejanza de él, mientras se justifica en simultáneo la servidumbre y el maltrato físico que esta conlleva, con la existencia del pecado original, o mientras sus exponentes promueven la pena de muerte y la flagelación de cuerpos de los denominados herejes. A través de la palabra del supremo, que según la creencia se halla expresada en la Biblia, se inculcó el respeto por un cuerpo sagrado, el rechazo por las pasiones que de este son propias, la glorificación de la entidad y, de alguna forma, el juzgamiento de su naturaleza: ¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios, y que ustedes no se pertenecen a sí mismos? (1 Corintios 6, 19). […]

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Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de vida, no proviene del Padre, sino del mundo (1 Juan 2, 16)

A partir de las disposiciones cristianas, la concepción del alma abandona el nivel de materialidad corporal que los estudiosos de la Antigüedad le habían asignado al especular sobre su ubicación en el organismo, mientras ahonda en su separación, hasta ahora abstracta, de la entidad corpórea, al afirmar, en cohesión con algunas de las creencias previas, la inmortalidad del alma y conjugarle con la consideración del cuerpo como albergue de deseos impuros. Justamente, es a partir de esta última consideración que toman protagonismo las cuestiones de la sexualidad y el paganismo que desde entonces son blanco de múltiples disciplinas. El cristianismo introdujo por el testimonio de su fundador san Pablo (entre los años 5 y 10, y 67 d. C.) —según el aporte de Aguado (2004)— la idea de la castidad como la vía para alcanzar la plenitud en Cristo, con una acogida tal que las comunidades radicales cristianas la priorizaron relegando a la institución familiar y al sacramento del matrimonio, rescatados posteriormente por san Agustín (372-430). En torno a los órganos reproductivos se alimentarían, partiendo de estas discusiones, múltiples connotaciones relacionadas con el pecado que encontrarían justificación en la historia del Génesis. Los órganos desobedecerían a la voluntad del hombre en analogía con la desobediencia del hombre a Dios en el Paraíso. Además, es en la Edad Media, gracias a la filosofía tomística del cuerpo, como se “demoniza” la figura femenina, adjudicándole la responsabilidad del pecado del hombre, mientras la anatomía de este último se relaciona con la espiritualidad. Por último, es válido mencionar como características de la época las divergencias entre los principios del cristianismo y los principios procedimentales de la ciencia, que a partir del auge de este primero tuvieron lugar. Las nuevas acepciones del cuerpo humano condenaban las prácticas de disección y, mucho más, las de vivisección, tanto en seres humanos como en animales; cualquiera que fuera el procedimiento, sería cuestionable si pretendiera la ejecución de funciones que a la naturaleza corresponden o si trasgrediera la integridad de la dimensión física del hombre, siendo esta templo del alma e imagen y semejanza de Dios.

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El cuerpo en la Edad Moderna En coherencia con la línea de tiempo asumida en este artículo en los apartados anteriores, se entiende entonces por Edad Moderna el periodo de la historia occidental comprendido entre 1492 y 1789 (año en el que estalla la Revolución francesa). Dentro de las particularidades de la época, se resaltan principalmente la existencia de una monarquía autoritaria, debido al retorno de los reyes al poder que habían cedido a la nobleza durante el feudalismo; el establecimiento del capitalismo como sistema económico central; la división del cristianismo en dos esferas: la católica y la protestante; la evolución del Renacimiento como movimiento cultural, y el aporte del artista y científico italiano Leonardo da Vinci, que sin duda representaría un gran progreso en la temática corporal. La existencia de una monarquía autoritaria sugiere necesariamente un grado de concentración de poder, que para el caso determinaría la forma como las sociedades modernas occidentales asumirían la entidad corporal. El apartado con el que Foucault introduce al lector a su obra Vigilar y castigar4 fue considerado conveniente en este documento no solo debido a su capacidad para ilustrar la forma como el sistema penal moderno asume al cuerpo, sino por la exposición metódica de acciones puramente simbólicas que a este se dirigen y que tienen indudablemente implicaciones en el colectivo: Damiens fue condenado, el 2 de marzo de 1757, a pública retractación ante la puerta principal de la Iglesia de París, a donde debía ser llevado y conducido en una carreta, desnudo, en camisa, con un hacha de cera encendida de dos libras de peso en la mano; después, en dicha carreta, a la plaza de Grève, y sobre un cadalso que allí habrá sido levantado [deberán serle] atenaceadas las tetillas, brazos, muslos y pantorrillas, y su mano derecha, asido en esta el cuchillo con que cometió dicho parricidio, quemada con fuego de azufre, y sobre las partes atenaceadas se le verterá plomo derretido, aceite hirviendo, pez resina ardiente,

4 Apartado que según aclaraciones bibliográficas es construido a partir del documento original del juicio al autor de la tentativa de homicidio contra Luis XV, Robert François Damiens, a quien se condenó a muerte y ejecutó en 1757 acusado de “parricidio”, imputación en virtud de la cual el Rey es asumido como “padre”.

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cera y azufre fundidos juntamente, y a continuación, su cuerpo estirado y desmembrado por cuatro caballos y sus miembros y tronco consumidos en el fuego, reducidos a cenizas y sus cenizas arrojadas al viento (Foucault, 2004, p. 11).

Aunque la tortura, la pena de muerte y, en general, la agresión sistemática y “legal” del cuerpo no son prácticas nuevas en la Modernidad, la importancia de hacerle mención en este espacio recae justamente en que a esta época correspondió llevar el proceso de desaparición del espectáculo y de anulación del dolor que hasta entonces eran, por su carácter público, herramientas de coerción implícita de los sistemas judiciales. Se necesitó el escarnio público de centenares de individuos, la tortura, la mutilación, el descuartizamiento y la incineración de incontables cuerpos para que los taumaturgos de las condenas dirigieran su mirada al real fin de la pena capital, que es ciertamente la privación de la vida, contemplando, entonces, que a tal fin se puede llegar por vías más humanas a propósito del desarrollo de la ciencia y la medicina; lamentablemente, la abolición de la pena de muerte en su totalidad no se logró en la Modernidad, y no se logra aún en la Contemporaneidad. El apartado tomado del texto de Foucault evidencia la existencia de un fenómeno que sin dificultad podría alegóricamente ser definido como una ciencia —quizás la ciencia social del dolor—: la tortura racionalizada y sistematizada de la época implica, por lo menos por parte de quien diseñaba el procedimiento, el conocimiento previo de las facultades del dolor físico y de esa simbología, lo cual solo cobra sentido en un contexto con connotaciones bien definidas en relación con el cuerpo. El hecho de dirigir ciertas acciones a hemisferios específicos del organismo, a porciones u órganos expresos, sugiere la doble intención del procedimiento público: por un lado, la sanción del criminal; por otro, la diseminación del temor en su contexto social. Durante el trascurrir de la historia se ha hecho evidente que las situaciones más temidas por el hombre son aquellas en las que su propiedad física y, por ende, la dignidad a ella inherente se ven afectadas (privación de la libertad, recepción de dolor, etc.). Con respecto al capitalismo, puede afirmarse que es el vehículo más popular de desmitificación del cuerpo. La cosificación de todos los aspectos de la vida humana,

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la necesidad aceptada del librecambismo y la globalización a este inmanente han desembocado inevitablemente en la reconceptualización de un cuerpo ahora “útil” y apto como elemento de mercado: El capitalismo es el sistema de la total cosificación o enajenación, sistema dinámico, cíclico que se dilata y reproduce en la crisis; sistema en el que los hombres se presentan bajo las máscaras características de funcionarios o agentes de este mecanismo, es decir, como partes o elementos suyos (Kosik, 1987).

En cuanto a Leonardo da Vinci (1452-1519), sus aportes a la cuestión corpórea giran en torno a la forma como desarrolló un análisis topográfico de la anatomía, es decir, un estudio de las regiones en las que podría estar dividido el cuerpo y de las relaciones que podrían mantener los órganos en el interior de estas. La aplicación de las habilidades artísticas de Da Vinci en el campo científico permitió, entre muchas otras cosas, según algunos autores, la compilación, por medio de disecciones, de un conjunto de investigaciones sustentadas en dibujos que expresaban de manera gráfica la apariencia de los diferentes órganos que componían el cuerpo humano, incluyendo aproximaciones a la apariencia de aquellos órganos a los que para entonces se atribuían ya las diferencias de género: El genio universal desarrolla la anatomía practicando disecciones en cadáveres, con láminas anatómicas con mucha exactitud y belleza, ilustra los grandes vasos, corazón, pulmones, vísceras abdominales y sistema muscular; siguiendo los principios de Galeno. […] Los cadáveres en sus dibujos parecen cobrar vida con excelentes bosquejos anatómicos (Arévalo, 1969, p. 26).

Sin embargo, no son estas acciones las que más interesan del artista a este recorrido; Da Vinci se ocupó de dibujar las expresiones faciales, los gestos y las posturas que según su percepción se imprimían sobre la fisiología como efectos de las emociones humanas, ofreciendo así —si se tiene en cuenta que la mayoría de estas se engendran en el marco de relaciones sociales— una primera aunque indirecta alusión académica sobre el influjo del contexto social en la corporeidad individual.

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El cuerpo en la Contemporaneidad En efecto, el cuerpo es hoy la sede de la metamorfosis de los tiempos nuevos. De la demiurgia genética a las armas bacteriológicas, del tratamiento de las epidemias modernas a las nuevas formas de dominación en el trabajo, del sistema de la moda a los nuevos modos de nutrición, de la glorificación de los cánones corporales a las bombas humanas, de la liberación sexual a las nuevas alienaciones. (Le Goff y Troung, 2005, p. 32)

Por Edad Contemporánea se entiende, en el marco de este recuento histórico, la época comprendida entre 1789 y la actualidad. El anterior recorrido permite inferir una idea general del proceso que ha seguido históricamente la corporeidad humana, desde las épocas y sociedades que le rindieron culto y le tomaron como objeto de estudio en pro de conocimientos que permitieran el entendimiento suficiente del organismo para el goce de la salud, hasta las épocas y sociedades que le asumieron como blanco de ataques y torturas, acudiendo al dolor, al sufrimiento y a las cargas simbólicas que las sociedades asignan a esta unidad a partir de sus prácticas culturales, sus creencias religiosas y sus concepciones científicas. Son innumerables los factores que han emergido en esta época y que mantienen afectación sobre la entidad corporal; no solo se modifica la forma como las sociedades asumen al cuerpo, sino que en gran medida el sentido mismo del concepto presenta cambios sustanciales. De las ciencias clásicas se desprenden permanentemente ramas dirigidas que a su vez establecen diálogo constante con otras disciplinas. Las ciencias naturales han hecho avanzar la tecnología hasta un punto tal que hoy se habla de robótica, del genoma humano, de clonación y de un sinnúmero de alcances que dibujan un cuerpo de dimensiones impensables. Los estudios que se creían magnos al lograr la descripción de órganos fueron sobrepasados por el análisis microorgánico de sus componentes y, hoy por hoy, por el de la composición de esos microorganismos; parece no haber nivel que la ciencia no pueda alcanzar en su alianza con las innovaciones tecnológicas.

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En el campo médico, los trasplantes de órganos, la cirugía reconstructiva, la cirugía de reasignación sexual, la cirugía plástica y los implantes funcionales, entre muchos otros procedimientos, desafían la lógica de cualquiera de los estudiosos precedentes y de las mitificaciones clásicas que en torno a la anatomía algún día fueron legítimas. Ahora bien, en el campo de interés, acá todos los aspectos mencionados mantienen ciertamente gran influencia, mas se hace necesario hacer mención de los medios de comunicación, por los cuales, según la postura de este artículo académico, tiene lugar la configuración del imaginario contemporáneo del cuerpo, siendo la globalización determinante absoluto de la cotidianidad de la época. Esto no se limita al mercado o a las relaciones económicas, sino que puede asumirse también la globalización de costumbres, de ideologías, de prácticas y, en general, de todos aquellos aspectos que en alguna época se distinguieron por características que les hacían autóctonos. Debe considerarse que la aprehensión y la configuración actual de los imaginarios sociales (incluyendo el que respecta a la corporeidad) tienen lugar solo por la intercesión de las sugerencias ya bien implícitas o explícitas que realizan constantemente este tipo de medios, a la que es necesario aludir aun cuando no es de interés de este artículo el análisis de los diferentes fenómenos que se suponen promovidos por la televisión, el internet o cualquier medio de difusión. La edad contemporánea es en sí la edad de los adelantos científicos, de las innovaciones tecnológicas, de la medicina estética, del body-art, de las subculturas, del homosexualismo, del transgenerismo, de las modificaciones corporales5, del fisiculturismo y de los desórdenes alimenticios a propósito de la persecución de estándares de belleza definidos por los medios, entre muchos otros; pero es también la edad del cuerpo como símbolo, la edad en la que ciertamente se atribuyen a los sentidos de manera manifiesta impactos sociales, la edad en la que el reconocimiento de estos impactos incursiona en la academia. Es, entonces, la edad en la que se define expresamente la influencia de los sentidos en la cotidianidad y, por ende, en la configuración de estructuras. 5 Por modificaciones corporales se entiende acá, siguiendo la definición proporcionada por Francisco Ortega, un inmenso espectro de prácticas que incluye tatuaje, piercing, branding cutting, implantes subcutáneos, etc.

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En esta edad se asume como requerimiento para interpretar de manera adecuada la simbología corporal el reconocimiento de un relativismo cultural no débil que hace de esta última un fenómeno cambiante y, entonces, supuestamente evolutivo, lo que expresamente manifestarían los constructivistas al rechazar la idea del cuerpo como identidad biológica. De resaltar es la complejidad que emergió en torno al análisis del cuerpo, al considerar que gestos, formas y posturas corresponden a situaciones, condiciones y jerarquías, y que por estas últimas los sujetos pueden dar cuenta de las primeras a sus semejantes, quienes por medio de códigos aprehendidos realizan interpretaciones no necesariamente conscientes. El estudio pertinente en la Contemporaneidad ofrece una visión de un cuerpo por medio del cual no solo se mantienen las relaciones sociales, sino que se determinan sus características fundamentales; se trata de un cuerpo con habilidad implícita para determinar, a través de su presentación (formas, movimientos, posturas y gestos), el lugar que ocupa el individuo representado en cada una de las situaciones en donde interviene; un cuerpo capaz de generar jerarquías inmediatas, valiéndose de connotaciones construidas socialmente; sobre todo, un cuerpo que dispone cada una de las acciones de un sujeto sin que hasta ahora se haya visto como tal. Es la academia de la época la que conceptualiza el hecho evidente de que el sujeto actúa de acuerdo con la interpretación que construye de cada escenario exclusivamente a partir de lo que ve, oye, siente, olfatea o toca. Se resalta que dichas acciones son las que dan lugar a las relaciones sociales y, entonces, por un silogismo lógico, puede afirmarse que los sentidos son responsables del establecimiento de dichas relaciones sociales, lo que evidenciaría que el cuerpo no es un influyente, sino un determinante del devenir social y competencia casta de la ciencia que a este se dedica. A los órganos como contenedores de sentidos se atribuye indirectamente el dibujo del escenario social de cada individuo y a las acciones que en estos encuentran punto de partida las relaciones que configuran a la colectividad.

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Escucha una cosa, Luis Trochón6. Despierto. Pienso en el laburo, pero por la calma sonora del barrio, indudablemente, es domingo. Más precisamente, deben ser las diez de la mañana: el grito del diariero es “mi señal indicará”. Sigo acostado, remoloneando un poco más. Por el silencio que hay, mi mujer fue a hacer un mandado. Si bien no lo escucho, sé que mis hijos están en la casa durmiendo. No sé el porqué de mi certeza. Quizás sea porque hay silencios y silencios. Una cosa es el silencio de Estela, mi mujer, y otra cosa es el silencio de Estela y los gurises. Escucho que un auto se detiene cerca de casa. Por el ruido del motor, es un taxi. Si el ronroneo del taxi dura mucho, debe ser el matrimonio de viejitos que viven frente a casa. Si es más o menos corto, entonces será Raúl, el vecino que vive al lado. Son los viejitos. Lejanos, resuenan los pasos de Estela, viniendo del almacén. Estoy seguro que es Estela. Tiene una manera única de tocar la vereda. Camina acompañada por el tintineo de las aguas salus. Tose mi hija, que tiene un año y medio. No me preocupo. No por insensible, sino porque ya conozco las distintas toses de Sandra. Hay, por ejemplo, una tos profunda, como granulosa, que aparece cuando está resfriada. Otra, es una tos seca, taponeada, fea, que esa sí es la más embromada: hay que ponerle enseguida el vaporizador o llevarla al baño y abrir el agua caliente de la ducha. Pero ésta de ahora es una tos con una textura tal que parece decir algo más o menos así: “Che, estoy despierta, denme bola”. Siento cerrarse una puerta. Por la dirección desde donde proviene el sonido, sé que es la puerta del baño. Por el estruendo, es Martín, mi hijo de seis años, que los domingos se despierta siempre alunado.

6 Este apartado del músico Luis Trochón ilustra la forma como un sentido dirige las reacciones del sujeto en su entorno, de las situaciones que se asumen por presupuestos, y de cómo se construyen relaciones sociales a partir de la influencia de este.

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Poco a poco, se va dibujando el mapa sonoro de nuestra casa, de nuestra familia. Martín en su cuarto, vistiéndose con su madre y Sandra en el comedor. De pronto, aparece un elemento desestabilizador de esa armonía sonora y hogareña. De pronto aparece un silencio que viene del comedor. También conozco ese silencio. Es el silencio de Sandra cuando está tocando algo, que ella sabe que no puede tocar. Me voy a levantar para saber qué está haciendo. Estalla un sonido que no he escuchado nunca, irrepetible, y que me doy cuenta que no voy a volver a escuchar jamás: la bailarina de cerámica contra el piso. Ahora, ya estoy en el baño. Se acerca Martín y me dice: “Papá...”. Le respondo interrumpiéndolo: “sí Martín, sí, podés ir a jugar a la pelota”. Sé que era eso lo que me quería decir. Será porque hay “Papás” y “Papás”. Cada uno de esos “Papás” tiene un sonido y una interpretación precisa, según sea para contarme algo, o para decirme que Sandra lo está jorobando, o para pedirme algo que él piensa que va a ser muy difícil que le deje hacer, o para preguntarme ese tipo de cosas a las cuales uno no sabe bien cómo responder. Mientras me baño, canto un tanguito. Pienso que me hubiera gustado mucho aprender a cantar o saber tocar algún instrumento. Cuando era joven una vez estudié seis meses de guitarra, con una profesora del barrio. Pero enseguida dejé. Me di cuenta que no tenía oído para la música.

Consideraciones finales ¿Acaso el cuerpo no es considerado bajo el velo de sus representaciones? El cuerpo no es una naturaleza. Ni siquiera existe. Nunca se vio un cuerpo: se ven hombres y mujeres. (Le Bretón, 2002, p. 25) Después de haber realizado este recorrido histórico general, queda entonces claro que hacer mención del cuerpo implica la interacción entre diferentes disciplinas, pues, como dimensión física del ser humano, es, a su vez, línea transversal en todo

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conocimiento que se pretenda ciencia. El cuerpo está implicado desde diferentes perspectivas en todas y cada una de las acciones humanas; por ello, pertenece como objeto de estudio a todos los saberes. Como se dijo en el apartado introductorio, el hecho de que las ciencias sociales hayan volcado su mirada hacia la cuestión corpórea es relativamente reciente, ya que dicha entidad como objeto de estudio se había limitado a cuestiones puramente orgánicas, omitiendo los efectos de su inmersión en contextos políticos y sociales. Claramente, los esfuerzos que desde la filosofía antigua emprendieron pensadores como Platón pueden ser considerados esfuerzos desde la ciencia social, mas son análisis de tipo ontológico que responden a intereses metafísicos y que están muy lejos de ocuparse de la descripción de las afectaciones de la pertenencia a un grupo sobre la fisiología, o de precisiones sobre el lenguaje corporal, sobre posturas determinadas por roles, etc. En términos de Foucault (2004): Por lo que a la historia del cuerpo se refiere, los historiadores la han comenzado desde hace largo tiempo. Han estudiado el cuerpo en el campo de una demografía o de una patología históricas; lo han considerado como asiento de necesidades y de apetitos, como lugar de procesos fisiológicos y de metabolismos, como blanco de ataques microbianos o virales; han demostrado hasta qué punto estaban implicados los procesos históricos en lo que podía pasar por el zócalo puramente biológico de la existencia, y qué lugar se debía conceder a la historia de las sociedades y de los “acontecimientos” biológicos como la circulación de los bacilos, o la prolongación de la duración de la vida. Pero el cuerpo está también directamente inmerso en un campo político; las relaciones de poder operan sobre él una presa inmediata; lo cercan, lo marcan, lo doman, lo someten a suplicio, lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas ceremonias, exigen de él unos signos (p. 32).

Puntualmente, para esos intereses que son campo explícito de la sociología, se cuenta esencialmente con los aportes de teóricos (algunos filósofos) como David Le Bretón, Bryan Turner, Michel Foucault e incluso con algunas concepciones de Karl Marx, quien, puede decirse, dio origen a la discusión del cuerpo en esta línea de análisis, al plantearle como producto del suceder social.

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El aporte de Le Bretón es quizás el más representativo de la sociología, específicamente dirigida a la entidad corporal: no solo presenta un bosquejo del recorrido que ha seguido el cuerpo como unidad de análisis de la ciencia social, sino que define al cuerpo como obra de la sociedad e induce a pensarle como una construcción hábil en el albergue de indicadores con capacidad para reflejar las circunstancias sociales que le rigen. Le Bretón explica el vuelco de la mirada hacia la corporeidad, afirmando que el cuerpo sirvió a los discursos emergentes de una crisis del sistema de valores antiguo como caballito de batalla, como punto central para justificar la represión e imponer así modificaciones a la estructura. La contribución de Turner, por su parte —más de naturaleza antropológica que sociológica—, interesa en este marco por la definición de cuatro razones con orientaciones teóricas que explican la razón de ser del cuerpo como unidad de estudio pertinente. Turner distingue, en primer lugar, la antropología filosófica, que relaciona directamente a la cuestión corpórea con la inquietud ontológica del hombre; en segundo lugar, la antropología fenomenológica, que, inscrita en la tradición del romanticismo no capitalista, retoma los interrogantes sobre la existencia humana; en tercer lugar, una visión sobre sociobiología —la más importante para esta mirada—, que pretende señalar conexiones entre las cuestiones biológicas de la especie y las cuestiones de comportamiento e índole social; y en último lugar, la antropología social y cultural, que alude al cuerpo como el medio técnico por excelencia del hombre para “ser” en el sentido social. En cuanto a Foucault, aun como filósofo, no puede desconocerse el gran aporte que realiza al estudio social de la corporeidad, a propósito de su interés por las particularidades que presenta la dominación en términos de especie. A Foucault se deben no solo los más impresionantes relatos históricos explicativos en cuanto a la simbología de las prácticas dirigidas al cuerpo en importantes periodos históricos, sino la precisión académica del carácter “dócil” del cuerpo humano; y con “dócil” se refiere sí a una sumisión, mas es a una sumisión de la que el sujeto mismo no es necesariamente consciente. Foucault describe cómo los cuerpos ofrecen permanentemente signos sobre su lugar dentro de una sociedad, signos que dan cuenta de los roles que el

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individuo asume en su cotidianidad y que van cambiando la apariencia física como si se tratase de la obediencia del cuerpo al contexto. El cuerpo es bastante moldeable por su sociedad, por la sociedad de cuerpos que se manifiestan al implicar hombres y mujeres. Entonces, el análisis en cuestión es pertinente a la sociología, única disciplina idónea para discernir entre los efectos que sobre el cuerpo del sujeto recaen al existir justamente como eso, como un sujeto, un miembro activo de una sociedad que establece y mantiene relaciones sociales, y que padece las emociones que en el marco de esas relaciones se engendran, independientemente de la connotación positiva o negativa que sobre ellas haya construido. La sociología proporciona las herramientas necesarias para analizar en simultáneo la forma como una sociedad asume al cuerpo en función de un imaginario y la forma como ese cuerpo inmerso en esa sociedad apropia e inscribe en su suceder físico las impresiones de su exterior. Solo la ciencia social puede captar sistemáticamente esas impresiones fisiológicas, extraídas de asignaciones biológicas: “Nuestros cuerpos no son solo el lugar desde el cual llegamos a experimentar el mundo, sino que a través de ellos llegamos a ser vistos en él” (Merleau Ponty, 1976, p. 5).

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A la zaga de una propuesta para la combinación de metodologías de investigación Chasing the proposal for the combination of research methodologies María Victoria Rugeles Gélvez

Magistra en Comunicación, Universidad Santo Tomás mrugelesgelvez@yahoo.com

Eliana del Rosario Herrera Huérfano

Magistra en Comunicación, Corporación Universitaria Minuto de Dios rhhuerfano@yahoo.com

Carlos Andrés Muñoz Sandoval

Sociólogo, Universidad Santo Tomás camsfun_@hotmail.com

Artículo de investigación Fecha de recepción: 8 octubre de 2012 • Fecha de aprobación: 18 de noviembre de 2012

Resumen Fuera de sus resultados, pocas veces las investigaciones exponen el proceso creativo de definir y poner en marcha una estrategia metodológica. Este artículo presenta una descripción y reflexión sobre la propuesta metodológica diseñada para el proyecto “Experiencias de comunicación y desarrollo sobre medio ambiente en la región andina de Colombia”. Inicialmente se detalla el contexto del proyecto, seguido por las referencias conceptuales, la descripción del diseño metodológico y los procesos de recolección y sistematización en cada fase, con sus respectivas dificultades, a partir de lo cual se derivan aprendizajes que ocupan la parte conclusiva del artículo. Palabras clave: investigación social, metodologías, comunicación, desarrollo, medio ambiente.

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Abstract Research tends to show results and only in some specific instances, it exposes the creative process and the implementation of a methodological strategy. This article presents a description and an analysis of the methodological strategy designed for the study “Experiences on communication and development of the environment in Colombia’s Andean region”. Initially it explains the context of this project, then it highlights conceptual references, it describes the methodological design and the processes of gathering and classification of information in each phase, it mentions the difficulties, and the lessons derived from this project are also discussed at the end of this article. Keywords: social research, methodologies, communication, development, environment.

Contexto del proyecto Este documento se originó a partir del proceso de investigación “Experiencias de comunicación y desarrollo sobre medio ambiente en la región andina de Colombia”, apoyado institucionalmente por la Universidad Santo Tomás, la Corporación Universitaria Minuto de Dios y la Universidad Nacional Abierta y a Distancia. Los autores agradecen y reconocen la participación, mediante discusiones, del resto del equipo, integrado por Ana María Guerrero Martínez, María Isabel Noreña Wiswell, Andrea Sotelo Carreño, Patricia López Preciado y Germán Sáenz; así como los aportes, en su momento, de Álvaro Herrera Arango y César Rodríguez Charry. La mencionada investigación continúa un trabajo iniciado en el 2006, cuando se llevó a cabo un primer proyecto denominado “Estado del arte de la investigación en comunicación y desarrollo”. Este trabajo compendió los estudios realizados y recapituló la forma como se ha abordado, desde la academia, la relación comunicación-desarrollo. El segundo proyecto, del cual surge esta reflexión, directamente confrontó la relación con trabajos específicos gestionados por organizaciones sociales, medios de comunicación e instituciones públicas y privadas que buscan la transformación social de problemáticas medioambientales en una región de nuestra geografía nacional: la región andina.

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De esta forma, surgió la investigación “Experiencias de comunicación y desarrollo sobre medio ambiente en la región andina de Colombia”. En las discusiones preliminares del diseño se tenía clara la idea de comprender la relación comunicacióndesarrollo desde experiencias cotidianas. La propuesta se originó en una presentación del proyecto “Estado del arte de la investigación en comunicación y desarrollo”, en el marco de la Cátedra Unesco sobre Comunicación, Desarrollo y Cambio Social, organizada en 2007 por la Pontificia Universidad Javeriana. Una vez concluida la presentación, un activista de la comunicación, bastante comprometido con la generación de transformaciones sociales a través de procesos comunicativos, interpeló a los investigadores sobre la búsqueda del sentido de esta relación en la interpretación que hacen los académicos desde las universidades, y no desde la experiencia de quienes hacen la comunicación. Desde ese momento, la propuesta fue acogida. Dado que el universo de experiencias en comunicación y desarrollo puede resultar desbordante, los investigadores decidieron tratar de acotar los alcances del proyecto y revisar experiencias que se autorreconocieran como tal (es decir, en el marco de propuestas de comunicación y desarrollo) y estuvieran enfocadas en una temática en particular: el medio ambiente. Para establecer la delimitación desde el tema, se contemplaron los resultados arrojados por el estado del arte, a partir de lo cual se evidenció que tres de las treinta y nueve investigaciones analizadas trabajaban sobre lo medioambiental como eje central. Junto al problema del medio ambiente se pensaron otras posibilidades de temas que contribuyeran a acotar el objeto de estudio: inclusión y exclusión étnica y desplazamiento. Finalmente, el grupo decidió trabajar con experiencias de comunicación y desarrollo sobre medio ambiente, por las implicaciones futuras que la situación ambiental impone a la humanidad. Una última definición se centró en pensar el cuerpo de la investigación: se contempló que abarcar todo el territorio colombiano podría ser bastante ambicioso, por lo que se determinó trabajar en la región andina de Colombia, en consideración con que es la más densamente poblada: según el censo del Departamento Nacional de Estadística (2005), en ella se ubica el 74 % de la población colombiana; por esta razón, también es la más activa económicamente. La región andina ocupa una gran extensión del

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territorio nacional: va desde el suroccidente del país, donde la cordillera de los Andes se divide en otras tres cadenas montañosas, hasta el nororiente colombiano. Su relieve está conformado por valles, nevados, mesetas, páramos, volcanes y una gran riqueza hidrográfica, lo que en conjunto representa un privilegio para el país, por la diversidad de recursos naturales. Esa diversidad se encuentra amenazada por el uso irresponsable de los recursos, bien sea desde la cotidianidad de la sociedad en general o desde los macroproyectos avalados por el gobierno local, regional o nacional, con una visión de la producción en términos meramente económicos y sobre los cuales no se publica información clara en los medios de comunicación. En contrapeso, se encuentran también múltiples experiencias de comunicación y desarrollo que surgen en respuesta a ese uso irreflexivo de los recursos naturales, cuyos objetivos van desde crear una conciencia ecológica colectiva, hasta generar proyectos educativos e informativos sobre problemáticas medioambientales concretas, como el manejo de basuras, la contaminación, el manejo de agroquímicos y la deforestación. En este contexto, la investigación pretendió mapear, aprehender y dar a conocer estas experiencias de comunicación, centrando la comprensión de la relación comunicación-desarrollo sobre medio ambiente en diez estudios de caso.

Referencias conceptuales de partida Inicialmente fue preciso un ejercicio de grupo de estudio para abordar la reflexión y discusión conceptual sobre desarrollo, comunicación y medio ambiente, con el cual se llegó al reconocimiento, desde diferentes miradas, de las relaciones entre comunicación-desarrollo, desarrollo-medio ambiente y comunicación-medio ambiente, para lograr construir una propuesta de visiones sobre la relación comunicación-desarrollo-medio ambiente. Desde la perspectiva de la relación comunicación-desarrollo, se partió de la propuesta de Gumucio-Dragon (2004) y Waisbord (2001) sobre las tendencias que explican esta relación: 1) el paradigma dominante sustentado en la visión de la teoría de la modernización, en el cual la relación se construye desde el marketing social, la

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promoción de la educación y la salud, y el eduentretenimiento; 2) las críticas al paradigma dominante, en las que se destaca la teoría de la dependencia, desde la cual se dio lugar a las experiencias de comunicación para el desarrollo, de corte más institucional, y a las experiencias de comunicación alternativa desde los excluidos; 3) en la última etapa histórica de estas críticas al paradigma de dominante, se ha potenciado la perspectiva de la participación y la movilización social en el marco de lo que hoy se reconoce como comunicación para el cambio social. Estas tendencias permitieron proponer, desde el estado del arte, tres categorías para abordar la relación: comunicación para el desarrollo, comunicación alternativa y comunicación para el cambio social (Herrera y Uruburu, 2009: 120). La puerta de entrada en la reflexión sobre el tema ambiental fue la ubicación histórica en la segunda posguerra, cuando la preocupación por los recursos naturales se agudiza con la crisis del petróleo y el marcado interés que paulatinamente va surgiendo sobre el control (principalmente económico) frente a la apropiación, explotación y manejo de recursos no renovables en el mundo. Para el proceso de discusión, el equipo consideró diferentes fuentes: los aportes conceptuales sobre valor utilitario (económico) y valor no utilitario (sociocultural, intrínseco y ecológico) que permiten develar diferentes relaciones entre medioambiente y desarrollo (Penna y Cristeche, 2008); las reflexiones sobre la espectacularización y fragmentación en el tratamiento informativo del tema medioambiental (Cimadevilla, 2005); el cuestionamiento sobre la ausencia del tema en la esfera de lo público (Seoanez, 1997); la propuesta de relaciones entre economía ecológica, ecología política y conciencia ecológica (Leff, 2003), y las reflexiones sobre comunicación y participación en el manejo de los recursos naturales, promovidas desde los documentos de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) (2003, 2004, 2008). En esta medida se reconocen, desde la propuesta de Michael Colby (citado en Penna y Cristeche, 2008: 18), cinco paradigmas básicos: 1) economía de frontera, centrada en la defensa del progreso como crecimiento económico; 2) protección ambiental, fundamentalmente preocupada por despertar la conciencia frente a las situaciones ambientales y la búsqueda de conciliación entre la conservación y el crecimiento

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económico; 3) economía de los recursos, cuyo interés está en determinar la incidencia del daño ambiental en los procesos económicos y en analizar el establecimiento de sanciones de mitigación centradas bajo la premisa “el que contamina paga”; 4) ecodesarrollo, que busca armonizar la relación hombre-naturaleza desde la perspectiva de la prevención del daño ambiental como un proceso rentable, y 5) ecología profunda, que reconoce la igualdad de las especies, la promoción de la biodiversidad y la pluriculturalidad, y la autonomía biorregional. En el marco de estas discusiones se clasificaron las formas de concebir la relación comunicación-desarrollo-medioambiente en dos vías: desde las visiones históricas y desde los agentes que promueven estos procesos. En cuanto a las visiones históricas se establecieron tres: 1) una visión originaria de los tiempos de la guerra fría, cuando lo medioambiental se remite directamente al desarrollo rural, y la comunicación se equipara con una información al servicio de la productividad económica; 2) una visión originada en los años ochenta, que plantea miradas alternativas frente a los procesos de comunicación y el medioambiente: la sostenibilidad y el papel de los países del “tercer mundo” en la definición del desarrollo; 3) una visión relacionada con el desarrollo, originada en la última década del siglo XX, en la que prima el respeto por las identidades y particularidades de los pueblos a través de modernidades alternativas y el respeto por la autodeterminación, lo que se extiende a la autodefinición de lo que conciben o no como desarrollo y su relación con el medioambiente.1 Desde los agentes que generan dichos procesos de comunicación-desarrollomedioambiente, también se pensó en tres grandes tendencias que apuntan hacia la comprensión y el vínculo con perspectivas e intereses distintos: 1) una tendencia que establece la relación comunicación-desarrollo-medioambiente desde la perspectiva de la comunicación y la participación social y comunitaria; 2) una línea en la que se encuentran las propuestas desde la comunicación de organizaciones estatales,

1 Una explicación más detallada de toda la propuesta conceptual puede consultarse en el siguiente vínculo: http:// experienciascomunicacionyambiente.blogspot.com/

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empresariales e industriales; 3) una tendencia focalizada en las agendas mediáticas y el posicionamiento del tema en la esfera pública, a través de los medios2.

Diseño metodológico Desde la formulación del proyecto, la investigación buscó identificar y caracterizar experiencias de comunicación y desarrollo que aportaran a la gestión y transformación social de problemáticas medioambientales en la región andina de Colombia, así como la comprensión, desde los contextos históricos y culturales, de la relación comunicación-desarrollo-medioambiente en una muestra de dichas experiencias. Por esta razón, se estructuró un diseño metodológico que incluye el cruce de estrategias cuantitativas y cualitativas, así como la reflexión complementaria entre un proceso empírico-analítico y otro histórico-hermenéutico, desde un análisis macrosocial y un análisis microsocial, respectivamente. Por la dificultad que representaba ubicar una base de datos única que identificara las experiencias de comunicación y desarrollo sobre medioambiente en la región, el equipo vio pertinente proponer un cruce metodológico macro- y microsocial, consecuente también con los hallazgos del estado del arte, que señalaban: Muy pocos trabajos se inscriben dentro del enfoque empírico analítico positivista. Esto sugiere la necesidad de tener en cuenta este tipo de estudios, pues en gran parte de las investigaciones se hace evidente la ausencia de un mapeo general que permita hacer inferencias y que ofrezca pistas precisas y cuantificables que sirvan de base para los análisis de tipo cualitativo (Herrera y Uruburu, 2009: 129).

El fin específico del análisis macrosocial fue mapear experiencias de comunicación y desarrollo en la región andina, a través de un instrumento de observación estructurado con base en variables de nivel ordinal y nominal (la mayoría de ellas) y cualificado con preguntas abiertas. La reflexión conceptual contribuyó a la definición de los aspectos necesarios para que el mapeo brindara una identificación y descripción 2 Para ampliar las características de cada una de estas tendencias, véase: Herrera (2009: 29 y ss.).

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general, con la mayor cantidad de pistas posibles sobre las características de las experiencias, en tres sentidos: ubicación espacio-temporal, comunicación (visión, procesos, estrategias) e implicaciones sociales (problemas ambientales, actores vinculados, procesos de participación, relación con redes, dificultades, legalidad). Dicha descripción permitió plantear criterios de selección de experiencias con miras a la realización de la etapa microsocial. El análisis microsocial indagó por los actores, las creencias, las tradiciones, los conocimientos e imaginarios de unas comunidades frente al medioambiente, al igual que su concepción de este, sus hábitos y sus costumbres, las estrategias como técnicas, planificación y articulación de los recursos que implementaban; las concepciones que se tienen del desarrollo y la comunicación, sus lenguajes, sus procesos, los escenarios, las formas de participación, las redes y las relaciones, entre otros tantos aspectos que surgieron en el trabajo de campo. Aquí los instrumentos de observación para el trabajo de campo y los estudios de caso fueron los mismos para las tres universidades, y se definieron a partir de jornadas en las cuales se operacionalizaron los objetivos, como se explicará más adelante. De esta forma, el desarrollo del proyecto contempló cuatro etapas o momentos: 1) etapa macrosocial, para hacer el mapeo de las experiencias, con el fin de identificarlas (cuántas y cuáles) y hacer una descripción general de esas experiencias; 2) análisis microsocial, mediante el desarrollo de diez estudios de caso, con el ánimo de comprender y profundizar las experiencias; 3) sistematización de la información y triangulación de los resultados cualitativos y cuantitativos; 4) diálogo de saberes, para socializar los resultados y hallazgos con la comunidad académica y con las comunidades de las subregiones, lo que incluyó estrategias de visibilización, construcción de redes y trabajo interactivo.

Mapeo de experiencias La finalidad del análisis macrosocial es lograr una aproximación a la realidad sociocultural, a través de la identificación de actores, eventos y situaciones para obtener un cuadro completo del fenómeno analizado (Sandoval, 1996). Con esta

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lógica, el proceso de mapeo se desarrolló a través de la convocatoria, búsqueda e identificación de experiencias de comunicación, desarrollo y medioambiente en la región andina, para lo cual se establecieron contactos virtuales y telefónicos desde bases de datos de diferentes orígenes3, recolectadas por el equipo de investigación. Después de un intenso trabajo de llamadas telefónicas y envío permanente de correos electrónicos, entre febrero y julio de 2009, el equipo logró identificar cerca de 250 experiencias, a las cuales se les solicitó diligenciar una encuesta. Así, se logró una muestra autogenerada de 112 casos, los cuales constituyen el cuerpo de este análisis macrosocial. El instrumento de observación se elaboró pensando en aspectos que fueran claves para la ubicación, identificación y tipificación de las experiencias en términos generales o macrosociales. La encuesta constaba de 21 preguntas y contempló: datos específicos de la experiencia (8); preguntas sobre sus procesos y actores con opciones cerradas dicotómicas (2) y cerradas de opción múltiple (2); y preguntas abiertas sobre su origen, visión sobre el medioambiente, visión sobre comunicación, actividades, estrategias, dificultades y procesos de participación (9). Las dificultades en la recolección de la información obligaron a la modificación del cronograma inicial, lo que significó que en lugar de dos meses se requirió hacer un trabajo de cinco. Estas dificultades se derivaron del diseño mismo del proyecto, de las condiciones administrativas institucionales y de las circunstancias externas que se fueron detectando en el camino, producto, en algunos casos, de experiencias de investigación que las comunidades han enfrentado en el pasado. Dichas dificultades constituyen un primer aprendizaje de orden metodológico muy útil para experiencias posteriores. Las bases de datos de diferentes instituciones que sirvieron de apoyo para la recolección de la información, que requerían el uso de tecnologías de la comunicación como telefonía e internet, presentaron inconsistencias que demandaron un largo proceso

3 Se utilizaron bases de datos de radios y televisiones comunitarias, grupos juveniles, grupos sociales, comunidades de base, grupos ambientales, así como informaciones de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales relacionadas con el tema medioambiental. La convocatoria de búsqueda de experiencias se publicó en diferentes boletines virtuales, como el de la organización Medios para la Paz.

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de depuración de los datos. El aprendizaje de este proceso demuestra que la vía de comunicación a través de la red, en términos de su diseño, es de limitada utilidad, por lo que se estableció contacto telefónico; sin embargo, aun así no se obtuvo respuesta en, por lo menos, 140 casos. Una dificultad institucional se asocia con la disponibilidad de líneas abiertas para hacer llamadas de larga distancia o a celular, situación que demandó una gestión administrativa que prolongó más de lo previsto este proceso. Dentro de las circunstancias externas, se cuenta con la identificación de experiencias coyunturales conformadas para proyectos puntuales, pero que en el momento de contactarlas ya no eran vigentes, por lo cual sus líderes no vieron pertinente compartir la información. En otros casos, la dificultad estuvo en los “intermediarios” entre las comunidades y los investigadores, pues aquellos obstruyeron el acceso a la información argumentando desinterés, cuando en algunas ocasiones lo que existía era una desconfianza o temor de compartir sus experiencias con las universidades, porque estas no retribuirían, de alguna manera, la cooperación y dedicación de la comunidad. Para el proceso de sistematización, una vez concluida la recolección de las encuestas, se realizó una lectura general con el ánimo de proponer categorías inductivas. En varias jornadas de trabajo, el equipo fue puntualizando y definiendo las categorías a partir de las mismas respuestas, para orientar la posterior sistematización de la información. Desde este proceso inductivo, se establecieron las categorías de la tabla 1, donde los aspectos corresponden a las variables planteadas desde las preguntas de la encuesta, y las categorías, a posibles agrupaciones de las respuestas según sus definiciones. Esta categorización inductiva se codificó y se tabuló para tipificar las experiencias de comunicación y desarrollo sobre medioambiente en la región andina de Colombia, a través del análisis de los datos y lecturas estadísticas de proporciones (porcentaje), de jerarquía (percentílicas), descriptivas (promedio) e inferenciales (desviación estándar, coeficiente de asimetría). Esta caracterización de las experiencias no fue producto de relaciones espurias entre los datos, sino de procedimientos que permitieron establecer percentiles de la cobertura de una variable con respecto a las otras, facilitando así su jerarquización y permitiendo establecer referentes para comparaciones ulteriores con experiencias de otras regiones del país.

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Tabla 1. Categorías inductivas Aspecto

Categoría

Organizaciones sociales Origen de la experiencia (agente gestor inicial)

Institucional

Mediático Protección y manejo de recursos naturales

Problemáticas ambientales

Concientización, sensibilización y empoderamiento

Territorio

Ambientales

Tipo de redes

Sociales y comunitarias

Comunicativas

Definición Experiencias propuestas por habitantes y líderes de la comunidad para abordar alguna problemática ambiental particular, o varias de una localidad o región, cuya motivación posibilita la contextualización natural, social y cultural, a la vez que genera procesos de solución. Experiencias cuyo proceso se gesta en una o varias instituciones públicas o privadas en el contexto de sus intereses de responsabilidad social o de comunicación externa (convocatorias, convenios, campañas y capacitaciones). Experiencias originadas en los medios locales y regionales, producto del deseo de poner en la agenda mediática el tema ambiental. Actividades relacionadas con la manera en que se trabaja sobre el cuidado y manejo de recursos específicos, como el agua, el suelo y el aire. Acciones en pro de visibilizar o generar cambios de actitudes y valores solidarios significativos sobre las situaciones ambientales vividas, para favorecer la búsqueda de soluciones. Dinámicas de recuperación y fortalecimiento del entorno local y regional, a partir de las diferentes problemáticas ambientales en un espacio y tiempo concretos, donde se reconoce de manera específica las condiciones sociales, económicas, políticas o culturales propias del contexto. Experiencias en las que participan actores (sujetos y entidades locales, regionales y nacionales) interesados en la resolución de problemáticas ambientales y agrícolas. Experiencias desarrolladas en el marco de un trabajo conjunto, vinculadas por su carácter social y comunitario. Actividades de interacción con otros grupos u organizaciones que desarrollan procesos de comunicación, medios informativos comunitarios, mesas de trabajo, etc. Continúa

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Aspecto

Categoría Mediáticas

Educación ambiental Estrategias comunicativas

Investigativas

Lúdico-artísticas

Visibilización externa

Sensibilización Actividades participativas Capacitación

Diálogos

Definición Implementación de medios en el desarrollo de la experiencia; uso de la radio comunitaria, audiovisuales, prensa, internet, carteles, periódicos murales, etc. Acciones educativas y de capacitación que contribuyan a comprender las relaciones de interdependencia con el entorno, a partir de un conocimiento reflexivo, crítico y aplicado desde su realidad biofísica, social, política, económica y cultural, a fin de generar un cambio de actitud, valoración y respeto por su ambiente. Estrategias de observación y recolección de información pertinente para la experiencia; registro de la memoria audiovisual; búsqueda de testimonios y personajes que puedan aportar a la experiencia; reinterpretación de experiencias metodológicas; reconocimiento de saberes provenientes de otras lógicas (indígenas), y recuperación de la historia ambiental de los espacios. Actividades de socialización de las temáticas ambientales, a través de acciones culturales y artísticas (canto, danza, teatro, etc.). Participación en concursos, encuentros, ferias, foros, seminarios y festivales, en los cuales se comparte la experiencia con otros y esta se hace visible ante la sociedad. Acciones tendientes a concienciar e influenciar a las comunidades, para invitarlas a recapacitar frente a la situación ambiental; desarrollo de campañas para generar conciencia sobre el problema. Actividades de formación y capacitación formal e informal en las comunidades; realización de talleres, caminatas y actividades lúdico-pedagógicas; vinculación de instituciones educativas a la experiencia. Estrategias de integración y realización de tertulias, asambleas, reuniones informativas y encuentros, para tratar las temáticas ambientales de la localidad o la región. Continúa

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Aspecto

Dificultades u obstáculos

Categoría

Definición Falta de recursos y apoyo económico; las Económicas experiencias no son autosostenibles. No hay credibilidad en las instituciones (no estatales); hace falta apoyo por parte de estas Institucionales organizaciones en las experiencias; ciertos compromisos se establecen y luego se incumplen. Desinterés por parte de actores de las comunidades e instituciones para trabajar el tema; falta de conciencia por asumir la responsabilidad social Responsabilidad ambiental de cuidar el entorno; carencia de agendas de información educativa, y acceso reducido a la información. Indiferencia por parte de autoridades o instituciones Apoyo estatal estatales frente a problemáticas ambientales locales y regionales. Desconocimiento de manejo adecuado de recursos; falta de acompañamiento profesional Respaldo técnico (comunicativo o medioambiental) adecuado a las iniciativas.

Fuente: eleaboración de los autores.

Por otro lado, la pregunta por la visión de la comunicación presentó, para el equipo de trabajo, una dificultad y un reto en el proceso de categorización, a causa de la tendencia de los investigadores a proponer categorías provenientes de las teorías de la comunicación sin tener en cuenta la construcción de las comunidades. Este proceso se resolvió inductivamente a través del software Atlas.ti, para conocer el sentido que las experiencias atribuyen a la comunicación, identificando seis categorías emergentes (Coulon, 1988) producto de las interpretaciones a la pregunta abierta “Para ustedes, ¿qué es la comunicación?”. Los hallazgos en esta etapa de la investigación fueron fundamentales para diseñar el análisis microsocial. Inicialmente se pensó en tomar solo experiencias con origen en organizaciones comunitarias, pero a partir de los resultados del mapeo se escogieron experiencias (tabla 2) con más de cuatro años de labor, ubicadas en diferentes subregiones de la región andina, con un aspecto relevante respecto a la vinculación y participación de diversos actores sociales, la relación con redes y la incidencia social de su trabajo mediante la movilización de la comunidad.

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Tabla 2. Experiencias seleccionadas Tiempo

Departamento y municipio

20 años

Procesos de reconstrucción y Cundinamarca, Altiplano recuperación de memoria histórica Sibaté cundiboyacense de largo aliento

7 años

Huila, Pitalito

Macizo colombiano

Desarrollo de acciones educativas y participativas que evidencian la movilización de la comunidad

4 años

Huila, Neiva

Alto Magdalena

Trabajo con grupos juveniles de comunidades vulnerables

6 años

Boyacá, Tibasosa

Altiplano Trabajo comunitario en red con cundiboyacense comunidades campesinas

10 años

Antioquia, San Antonio del Prado (corregimiento de Medellín)

Montañas antioqueñas

5 años

Cauca, Popayán

Altiplano de Popayán y la cordillera central meridional

Cátedra de Educación Ambiental y Centro de Investigaciones Bioecológicas

5 años

Valle del Cauca, Guadalajara de Buga

Emisora San Vicente Estéreo

10 años

Santander, San Vicente de Chucurí

Experiencia Sibaté, 12.000 años de historia Programa de radio Magazín Agenda Ambiental Escuela de Comunicación Minga del Sol Federación de Prosumidores Agroecológicos Corporación Ciudad Rural

Fundación Planeta Azul y Vida

Subregión

Aspecto relevante

Rescate de la ruralidad con integración de diferentes medios

Trabajo en red con radios y canales de televisión comunitaria, como Balboa Estéreo, Piendamó Estéreo, Voz de Belalcázar y Ondas de Ibagué; canales locales en Popayán, Piendamó, Santander de Quilichao y El Bordo Educación ambiental con procesos de investigación. Recibió el Premio Nacional al mérito científico en el área Valle del Cauca Divulgación de la Ciencia, otorgado por la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia Miembro de la Asociación Red de Magdalena Emisoras del Magdalena Medio Medio (Aredmag) Continúa

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Experiencia Programa de radio Radioambientalitos Asociación Amigos de la Cultura y la Comunicación de Montenegro

Tiempo

Departamento y municipio

10 años

Norte de Santander

Macizo de San Turbán

Trabajo con niños de colegios en la emisora comunitaria Nuestra Señora de las Mercedes de Mutiscua

Quindío, Montenegro

Cordillera central meridional, zona del eje cafetero

Emisora comunitaria Montenegro Estéreo, con acciones participativas de reforestación y preservación de especies

10 años

Subregión

Aspecto relevante

Fuente: eleaboración de los autores.

Estudios de caso Una vez culminada la fase de mapeo, se continuó con el análisis microsocial, que pretendió comprender las visiones sobre comunicación y desarrollo que inspiran estas experiencias de gestión medio ambiental. Esto se realizó de una manera más detallada y estableció lecturas intermedias y profundas sobre las prácticas y redes sociales construidas en torno a estos procesos de comunicación y desarrollo sobre medio ambiente en la región andina de Colombia. El método central fue el trabajo etnográfico, apoyado fundamentalmente en las técnicas cualitativas de investigación, donde se presenta un contacto directo con las comunidades. Así, se trasciende al trabajo de campo, “que tiene como eje fundamental la observación, pues este es el instrumento por excelencia para aprehender la totalidad de lo social que se manifiesta en la experiencia” (Tezanos, 1998: 22). En primera instancia, el equipo de investigadores trabajó en la operacionalización de los objetivos, es decir, a partir de los objetivos específicos identificar conceptos del campo temático, las unidades de análisis y, luego, las categorías observacionales, para lo cual se tomó como punto de partida los hallazgos del mapeo que explicitaran los aspectos sobre los cuales se debía orientar la experiencia etnográfica (tabla 3).

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Tabla 3. Ejemplo de operacionalización de objetivos Campo temático

Objetivo

Reconocer las visiones sobre comunicación que subyacen a los procesos y estrategias comunicativas que adelantan estas comunidades

Categorías observacionales Concepción de comunicación Concepción de medios de comunicación Procesos

Comunicación

Lenguajes Estrategias Propósitos Escenarios

Aspectos Visiones, significaciones, sentidos sobre comunicación Visiones, significaciones, sentidos sobre los medios Descripción de rutinas y dinámicas de producción comunicativa Forma de expresión verbal, no verbal, mediáticas, artísticas, narrativas y construcción de sentido Planificación, técnicas utilizadas en términos comunicativos Razones, fines e intenciones comunicacionales Espacios de liberación mediáticos y no mediáticos

Fuente: eleaboración de los autores.

Desde este proceso se establecieron cinco categorías axiales: comunicación, medio ambiente, desarrollo, incidencia y agentes, que se constituyeron en el primer momento para la escogencia de unidades de análisis “a través de un proceso deductivo, es decir, se selecciona qué se va a observar en función de investigaciones pasadas, hipótesis previas de investigación o unidades anteriormente observadas” (Rodríguez, Gil y García, 2002: 163). Estas categorías orientaron la definición y aplicación de técnicas e instrumentos para el trabajo de campo: observación participante y no participante con registro en diario de campo, entrevistas en profundidad y entrevistas colectivas, relato de vida sobre el líder de la experiencia y talleres con grupos de la comunidad definidos por los mismos líderes de cada experiencia. En lo concerniente a las directrices para la recolección de la información, se tenían lineamientos desde el trabajo analítico desarrollado con los objetivos: tanto los asistentes como investigadores deberían llevar un diario de campo detallado con las

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respectivas descripciones de sujetos, acontecimientos, tiempos y espacios en la experiencia de comunicación. En primera instancia, el diario contemplaba una narración abierta del caso mediante descripciones que pretendían registrar, de manera amplia, todo lo que podía parecer de interés para el objeto de estudio, y luego una breve interpretación desde cada una de las cinco categorías definidas. Esto permitía que la observación y su registro no quedaran cerrados a los elementos de campo temático, sino que sirvieran de guía para la observación. La experiencia evidenció que dichos instrumentos permitieron guiar a los asistentes de investigación en el cómo registrar, mediante el ordenamiento de los procesos de generación de conocimiento de los asistentes de investigación y de los investigadores propiamente dichos. Igualmente, la experiencia hizo posible reflexionar sobre el qué registrar, lo que logró acotar las observaciones para aprovechar la profundidad y pertinencia de los registros. Por otra parte, se programaron cuatro talleres: uno de cartografía social para diagnosticar, de manera participativa con la comunidad, las problemáticas medioambientales; otro para aproximarse a las visiones de desarrollo; y en los otros dos talleres se atendieron las sugerencias que hicieron los líderes de las experiencias, pues la idea era responder a algunas necesidades teórico-prácticas específicas. De esta manera, se buscó que en los espacios de los talleres se permitiera un contacto participativo de los agentes vinculados a la experiencia. Además, las técnicas de investigación incluyeron entrevistas en profundidad tanto de los líderes de cada experiencia como de otros agentes involucrados en el trabajo de comunicación en medio ambiente. Esta técnica ofrece la ventaja de la interacción cara a cara “con sus componentes emocionales y empáticos, facilita la fidelidad del registro y aumenta el grado de comprensión e interpretación de los datos” (Gaitán y Piñuel, 1998: 111). Asimismo, este tipo de entrevista permite profundizar en las respuestas, pedir ampliación o explicación al entrevistado, pero también se complementa la información a través de la observación no solo del contexto, si esta tiene lugar en un espacio cotidiano del entrevistado, sino de la combinación del lenguaje no verbal, que se contrasta con la narración verbal para mirar si el uno contradice a la otra o la reitera (Gaitán y Piñuel, 1988).

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La pauta para la selección de la muestra de sujetos para entrevistar fue su vinculación con la experiencia de comunicación. En este sentido, no había una muestra definida previamente, sino que la selección se hizo en el transcurso del trabajo de campo; por esta razón, cada caso reportó diferente número de entrevistados. Finalmente, la apuesta metodológica concluyó con un relato de vida de los líderes principales de cada experiencia, pues desde los diferentes momentos de acercamiento se apreció la dedicación, constancia e incidencia del trabajo de estas personas en cada una de sus comunidades. De acuerdo con las exigencias de la investigación, se buscó que el contacto con la experiencia fuera el más prolongado posible, de ahí que inicialmente se pensó en un trabajo de campo de sesenta días que se haría en dos momentos diferentes, cada uno de treinta días, con un intervalo de un mes, para, en el primer momento, tener una visión general de la experiencia que se profundizaría en el segundo viaje al lugar de la experiencia; sin embargo, la revisión de los costos de dos viajes en estas condiciones mostró un incremento que superó el presupuesto en lo referente a trabajo de campo, razón por la cual se estableció que este se haría en la mitad del tiempo, es decir, treinta días de permanencia en cada uno de los diez sitios ya referidos. Así lo hizo el equipo de investigación de la Universidad Santo Tomás, que pudo enviar, durante treinta días, a los asistentes de investigación al lugar de la experiencia, y los investigadores permanecieron allí por una semana. La Universidad Nacional Abierta y a Distancia, por condicionamientos académicoadministrativos, realizó su trabajo etnográfico el mismo tiempo, pero en dos momentos diferentes, y no contaron con asistentes de investigación. Por su parte, el equipo de investigación de la Corporación Universitaria Minuto de Dios, que sí contó con asistentes, ejecutó esta etapa de trabajo de campo en quince días, compensados con el hecho de tener, durante todo el tiempo, dos personas recolectando la información en cada lugar. Durante este tiempo, la comunicación entre investigadores fue constante para enriquecer las experiencias de un equipo de investigación con las de los otros, al mismo tiempo que se compartieron angustias pero también importantes hallazgos.

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Al concluir el trabajo etnográfico, el equipo de investigación logró reunir una buena cantidad y calidad de registros fotográficos, sonoros e impresos pertinentes para el análisis hermenéutico que se hizo con apoyo del software informático Atlas.ti, desde las cinco categorías axiales (agentes, comunicación, medio ambiente, incidencia y desarrollo); no obstante, el hecho de haber recolectado tal volumen de información representó una riqueza para la investigación, pero al mismo tiempo un reto para su sistematización, teniendo en cuenta, precisamente, el tiempo de permanencia en cada lugar y las técnicas de investigación de la estrategia metodológica. Este análisis partió, para cada uno de los casos, de la interpretación individual desde los campos temáticos; análisis compuesto por las categorías observacionales y la emergencia de otras nuevas, con lo que se desarrolló el segundo momento de selección de unidades de análisis, a saber: “La selección mediante un proceso inductivo, a través del cual extraemos unidades de análisis más definidas y ajustadas al propio acontecimiento observado, precisamente a partir de los propios registros” (Rodríguez, Gil y García, 2002: 163). Una vez realizado este proceso de análisis e interpretación de los estudios de caso, del cual se derivan informes de casos individuales, se dio paso a un análisis transversal por campo temático, a través de lo cual se mostraron los resultados en conjunto de las concepciones que dichas comunidades tienen sobre el desarrollo; las visiones sobre comunicación que subyacen a los procesos y estrategias comunicativas; la relación de las comunidades con el medio ambiente; las preocupaciones medioambientales que inspiran estos proyectos, y las implicaciones e incidencia que tienen estos procesos de comunicación y desarrollo.

Reflexiones para el aprendizaje Cruce de metodologías La apuesta por una doble metodología amplía los tiempos básicos para el desarrollo de los proyectos previstos a un año; sin embargo, este ejercicio ratifica la pertinencia del cruce y el vínculo de enfoques investigativos, porque la combinación de análisis

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macro y micro proporciona una visión más completa de la complejidad social, con datos nomotéticos sobre tendencias y rasgos generales y datos ideográficos que acercan a características específicas, particulares, que permiten entender matices a partir de aspectos históricos y culturales (Del Río, 1996). Esta combinación o triangulación posibilita el reconocimiento de elementos objetivos y subjetivos de la realidad, asumiendo la propuesta de Bonilla y Rodríguez (1997): El reto del investigador social debería ser el desarrollo de su capacidad analítica y de sus conocimientos para emplear los métodos de manera integrada que le posibiliten comprender la realidad social en sus dos dimensiones esenciales, a saber: la cuantitativa y la cualitativa.

En este sentido, el mapeo proporcionó una contextualización para ubicar los casos dentro de la aproximación a una posible tipificación de las experiencias; a su vez, los estudios de caso permiten comprender, más allá de la tipificación cuantitativa, las vivencias cotidianas de la relación comunicación y desarrollo sobre medioambiente desde la perspectiva de los sujetos.

Manejo y tratamiento de la información La primera reflexión para compartir con los lectores en torno al tratamiento de los datos se relaciona con el diseño de los instrumentos de observación de la investigación, pues en su estructura se buscaron subsanar los constantes vacíos que se presentan entre la recolección de los datos y su sistematización. Este momento de diseño del instrumento es concebido como una subfase del proceso de investigación que suele menospreciarse en los proyectos. Por lo anterior, lo que deja esta experiencia es que al ser prevista esta subfase, es posible potenciar significativamente los análisis e interpretaciones ulteriores, puesto que las estrategias implementadas guiaron con éxito la fase de recolección de datos durante el trabajo de campo; posteriormente, también coadyuvaron con la optimización de la sistematización o segmentación inicial de los registros de campo.

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Pero esta subfase no terminó en estas posibilidades procedimentales, sino que también disminuyó la distancia que caracteriza a los datos recolectados de fuentes secundarias entre el analista de la información y el etnógrafo, quienes no suelen ser los mismos por razones generalmente exógenas a los propios investigadores. Esta distancia se devela en el inevitable filtro que dejan los otros participantes del proceso investigativo, como los auxiliares de investigación, los representantes de las experiencias y, por supuesto, los participantes de las comunidades. No obstante, desde la formulación de los objetivos, las posibles consecuencias de esta distancia fueron contempladas durante las etapas de definición operativa de las categorías, pero sobre todo fueron pensadas con base en la concepción del análisis de los registros de trabajo de campo como una posibilidad para reelaborar lecturas y reconstruir los datos cualitativos (Hammersley y Atkinson, 2006), puesto que la mayor bondad de los datos cualitativos es su constante construcción. Empero, para hacer justicia a la realidad de los procesos investigativos, no todo fue tan diáfano como se describe; a algunos de los asistentes, pese a su compenetración con el proyecto de investigación, se les presentaron dificultades (menores a las que emergen en investigaciones en las que no se atiende la subfase mencionada) como el ingente cúmulo de información, sin orden aparente, sobre todo para su análisis, porque su procesamiento sobrepasa aun las posibilidades organizacionales del software de apoyo y las condiciones materiales de los investigadores.

Experimentación y descubrimiento Desde la perspectiva del instrumento implementado en el mapeo social, debe señalarse que la inscripción de las encuestas en el paradigma empírico-analítico no demanda necesariamente de un análisis y de unas lecturas exclusivamente estadístico-matemáticas, si se observa desde el punto de vista de los actuales discursos sobre la investigación. Por el contrario, lo que se evidenció en el instrumento diseñado es que al llegar a preguntas abiertas imprescindibles en el sustento epistemológico del proyecto, fue necesario recurrir a varios procesos para analizar partes del mismo instrumento, en razón de la diversidad de tipos de variables mencionadas y del

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sustancial número de preguntas abiertas que lo constituyeron; preguntas sobre las cuales difícilmente puede saberse con anterioridad un camino para su sistematización. El experimento sirvió para descubrir las bondades transversales de los métodos de análisis, al franquear los límites que imponen las técnicas y los instrumentos de investigación. Una de las preguntas importantes fue la que indagó por el sentido de la comunicación para las 112 experiencias de la región andina. Para abordar su interpretación, primero el equipo debió deshacerse de los paradigmas de la comunicación, parte constitutiva del habitus de los investigadores, para permitir que de la autoorganización de la información se pudiera develar la acepción de comunicación que han elaborado las experiencias encuestadas. Posteriormente, se implementó un análisis booleano conjuntivo, con base en categorías emergentes, producto del método inductivo, que se asociaron con categorías a priori como las que definen el origen de las experiencias (organización social, institucional o mediática). Este aprendizaje culminó con el descubrimiento de las bondades y las posibles interacciones entre diversos métodos analíticos y adaptaciones en los instrumentos de registro, con lo cual las concepciones del grupo de investigación se alejaron de las fronteras que establecen las definiciones sobre diseños metodológicos o, incluso, más importante, sobre la concepción de comunicación.

Usuarios informáticos: apropiación del Atlas.ti La apropiación tecnológica previa a todo el trabajo de sistematización e interpretación surgió por el requerimiento técnico de profundizar en el manejo del programa informático para análisis de datos cualitativos Atlas.ti. Dicha apropiación comenzó con la más típica de las inquietudes de los advenedizos al campo de la investigación, con apoyo de programas informáticos (Carvajal, 2002), que puede resumirse en el reconocimiento de los alcances del programa. Lo primero que debió establecerse enfáticamente fue que el software es tan solo una herramienta como lo fueron —y aún lo son— el lápiz, el papel, los colores y las fichas clasificatorias de antaño.

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La práctica del conocimiento y reconocimiento del programa Atlas.ti durante la experiencia de capacitación permite identificar las disposiciones de los investigadores, desde diferentes posturas. Siguiendo la perspectiva de Valles (2002), podría señalarse que durante las primeras sesiones, la mayoría del grupo correspondía a tecnoentusiastas, es decir, investigadores que venían de prácticas manuales de análisis de datos cualitativos, pero que pasaron a las prácticas asistidas por computador de una manera profundamente emotiva, sufriendo lo que se denomina una tecnotransición. Sin embargo, en algunos momentos se escuchaban las exclamaciones de otro subgrupo de asistentes, los tecnoarrepentidos, aquellos investigadores que fueron usuarios, en el pasado, de programas informáticos para analizar sus datos cualitativos, pero que ahora retomaron las prácticas manuales porque no tuvieron éxito con las utilidades computacionales y, de hecho, se lamentan por haberlo intentado. Otro grupo identificable de investigadores fue el de los tecnovanguardistas, que han sufrido la postransición; es decir, son investigadores que comenzaron a trabajar y seguirán trabajando con programas informáticos en sus procesos investigativos. Evidentemente, al tratarse el tema de la aproximación de un usuario a la informática, deben contemplarse sus características etarias y sus trayectorias profesionales, pues los programas informáticos para análisis cualitativo, o Computing Assisted Qualitative Data Analysis Software (CAQDAS), como se conocen por sus siglas en inglés, solo llevan treinta años en el campo científico, y las olas de la “revolución metodológica” continúan arremetiendo en la actualidad, cada vez con más fuerza, dado el vertiginoso crecimiento de la tecnología. Debe resaltarse que lo más importante de esta tipologización de los asistentes, basada en la capacitación brindada por un investigador del mismo equipo interinstitucional con amplia experiencia en el programa —es decir, por un tecnovanguardista, en términos de Valles (2002)—, es que en la práctica cada investigador logró conjugar sus habilidades pasadas de análisis de datos cualitativos, basadas en estrategias eminentemente manuales, con la adopción de algunas ventajas ofrecidas por el Atlas.ti, particularmente en la sistematización. A manera de ejemplo, algunos investigadores apoyaron manualmente sus análisis sobre los reportes del procesamiento que ofrece el programa, o generaron sus

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interpretaciones sobre la base de la representación gráfica de las categorías. En general, se articularon ambas posibilidades, manuales y tecnológicas, para dar cuenta de la interacción de todos los atributos durante los análisis categoriales. Esto, por supuesto, no dejó en riesgo la integridad del análisis e interpretaciones de los datos, porque, por fortuna, los computadores no tienen la facultad de razonar, así que los investigadores continúan siendo los analistas de la información, actividad que se despliega sobre todos los momentos de los proyectos de investigación (Valles, 2005)4 y hace parte constitutiva del capital teórico y metodológico de los investigadores. Esto es muy importante para la integridad del proyecto y de sus supuestos epistemológicos y éticos, dado que, como puede observarse, no se ajustaron los objetivos del proyecto de investigación a la herramienta informática disponible, lo cual ha sido una práctica común en el auge de los programas informáticos para análisis de datos cualitativos en la región (Carvajal, 2002). Contrario a la percepción generalizada, el lugar del Atlas.ti fue el de una herramienta de apoyo durante la investigación, papel que cumple cualquier otro tipo de herramienta que posibilite a los investigadores, en la práctica, dar cuenta de sus logros, descubrimientos y aportes al campo científico.

Comunidad de aprendizaje Sobre la base de los aprendizajes del grupo de investigación, se destaca que las apuestas metodológicas se convierten en el instrumento comunicante entre el que conoce, el que es conocido y lo que es conocido, de allí que estas se muestren como el lenguaje para interrogar y conocer la realidad en un primer momento, para luego traducirla, recrearla y darla a conocer.

4 Valles (2005) considera que esta actividad, a la cual adjetiva como omnipresente, se produce desde la formulación del problema de investigación y de algunas consideraciones sobre el diseño metodológico (análisis proyectado), pasando por la fase del trabajo de campo (análisis preliminares), hasta finalizar el proyecto, cuando se escribe y presenta el informe final de investigación (análisis intenso final).

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En este sentido, las distintas apuestas colectivas desde la primera versión de este proyecto, así como las ulteriores discusiones conceptuales en torno a la comunicación, el desarrollo y el medio ambiente, hicieron del grupo de investigación interinstitucional una comunidad de práctica, una red de práctica (Wenger, 2004) o, para señalar un concepto más adecuado, un sistema social de aprendizaje (Wenger, 2006). Sistema social de aprendizaje es un concepto que alude a aquellos grupos de personas que comparten un interés por algo que hacen, y que aprenden cómo hacerlo mejor a través de su constante interacción (Wenger, 1998). Por ello, los individuos que conforman estas comunidades llegan a tomar la responsabilidad de administrar el conocimiento que necesitan; de hecho, se estructuran para ello, permitiendo la circulación de información, alimentación y explicitación analítica del conocimiento. Esta explicitación hace más asequible el conocimiento en determinados objetivos prácticos y, además, no tiene limitaciones estructurales ni formales para poder existir, con lo cual se beneficia a cualquier individuo y se amplían los impactos. En este contexto, el trabajo de los integrantes del grupo de investigación interinstitucional ha generado una red de conocimiento que ha permitido el logro de los objetivos de investigación. Con ello, los investigadores se protegen de los problemas institucionales caracterizados por tramitologías y dilaciones, aúnan esfuerzos profesionales y personales y, a su vez, optimizan los recursos personales e institucionales. Una red a salvo de las falacias informacionales y de los discursos unidireccionales acerca de las redes de conocimiento. Esto surgió desde la investigación “Estado del arte de la investigación en comunicación y desarrollo en Colombia, 2002-2006”, pues se fue consolidando el grupo de estudio a partir de la apertura a los diversos intereses de los investigadores, que van desde intereses por el nivel o grado de participación de las organizaciones sociales en este tipo de experiencias comunicativas, pasando por las revisiones teóricas exhaustivas de las relaciones entre comunicación y desarrollo, hasta llegar a la reflexividad como concepto y práctica transversal al proyecto de investigación. En síntesis, el grupo de investigación interinstitucional devino en una comunidad de aprendizaje que ha desarrollado el proyecto de investigación haciendo caso omiso a

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las restricciones formales de los convenios interinstitucionales. Así, un proyecto de investigación basado en una comunidad de aprendizaje siempre tendrá un impacto de mayor alcance que los constituidos con base en formalismos, pues estos terminan cuando los objetivos de los proyectos son cumplidos, mientras que los primeros permanecen en la medida en que sus investigadores, en un trabajo colectivo, mantengan vivo ese vínculo del placer por develar aquello que hay más allá de lo evidente.

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El uso de la imagen como herramienta de investigación The use of the image as a research tool Mónica Eliana García Gil

Comunicadora social, magíster en Comunicación Televisiva, Universidad Santo Tomás monicagarcia@usantotomas.edu.co

Fecha de recepción: 11 de octubre de 2010 • Fecha de aprobación: 1 de noviembre de 2010

Resumen Derivado de la investigación “Equidad y convivencia ciudadana en el espacio público de Bogotá: aportes para la pedagogía y la gestión urbana” (universidades Pedagógica Nacional y Santo Tomás, Bogotá, 2007-2009), cuyo objetivo fue caracterizar los aspectos que diversos grupos poblacionales de la ciudad identifican como favorables para la equidad en el acceso, el uso del espacio público y la convivencia ciudadana, este artículo hace referencia particular a la metodología orientada a establecer las narrativas que circulan entre los grupos juveniles de la ciudad de Bogotá y sus aportes para la generación de convivencia y equidad en el espacio público. Palabras clave: imagen, fotografía, narrativas de grupos de jóvenes, espacio público, convivencia, equidad.

Abstract Based on the research entitled “Equity and city coexistence in Bogota´s public space: contributions to teaching and urban management” (universidades Pedagógica Nacional and Santo Tomás, Bogotá, 2007-2009), this article analyzes the methodology that attempts to establish narratives that circulated among youth groups in Bogotá. It also evaluates its contributions to the creation of coexistence and equity in the public space. It is worth to state that the research mentioned attempted to identify characteristics of different population groups in the city, and how they could be classified as favorable to equity in access, use of public space and coexistence among citizens. Keywords: image, photography, youth group narratives, public space, coexistence, equality.

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Introducción En esta investigación, las narrativas son entendidas como representaciones y formas de expresión que abarcan el lenguaje oral, escrito, corporal, visual, sonoro y audiovisual, así como diferentes manifestaciones de los jóvenes a través de medios tradicionales de comunicación y alternativos: la música y sus líricas, la pintura, el grafiti, la cuentería, el teatro, la danza, el baile y los malabares en la calle; también el vestuario, los accesorios, “la pinta” que incorporan en el color del pelo y la ropa, los tatuajes y perforaciones, el peinado, entre otros, con los cuales la estética se asimila a su propio cuerpo y hace parte de la puesta en escena cotidiana de su ser en público.

Aspectos metodológicos La recolección de la información se llevó a cabo a través de cuestionarios y entrevistas semiestructuradas a integrantes de grupos de jóvenes de distintas localidades de la ciudad, principalmente jóvenes entre los 15 y 25 años, con un nivel de escolaridad de bachillerato, en su mayoría, y algunos universitarios, casi todos ellos con trabajo. Otros encontraban su subsistencia en las actividades que realizaban con su grupo. También se realizaron algunos grupos de discusión con base en preguntas abiertas con jóvenes de las distintas localidades de la ciudad. En el periodo comprendido entre el segundo semestre de 2007 y el segundo de 2008, se entrevistaron 24 grupos1, tanto grupos juveniles como organizaciones cuyas narrativas y formas de expresión son principalmente el teatro, el hip-hop, la música, los malabares y el circo, aunque también hay otros grupos ecologistas, educativos y culturales. La selección de los lugares públicos para llevar a cabo las entrevistas basadas en el cuestionario se hizo a partir del estudio previo de Páramo (2007), en el que se identifican los lugares públicos significativos para los habitantes de Bogotá.

1 Esta recolección de información fue posible gracias a la participación de estudiantes de 3.er y 4.to semestres (asignatura Comunicación Visual) de la Facultad de Comunicación Social para la Paz de la Universidad Santo Tomás de Bogotá, previa capacitación por parte del equipo de investigadores.

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Mónica Eliana García Gil El uso de la imagen como herramienta de investigación

Con los grupos contactados en el segundo semestre de 2008, se hizo un mayor énfasis en la relación con el espacio público y se trabajó sobre el mapa de Bogotá en un ejercicio de cartografía social, con el fin de identificar los lugares favoritos y no favoritos, así como sus desplazamientos entre los lugares de vivienda, trabajo o estudio y los lugares de reunión y presentación de sus formas de expresión. Como parte del desarrollo de este proyecto, se utilizó la imagen como herramienta de investigación, a través de videos y fotografías en torno a las experiencias, actividades y formas de expresión de grupos juveniles de distintas localidades de la ciudad, principalmente vinculados a la cultura hip-hop, desde una concepción de la imagen no solo como medio para recolectar información, sino como parte activa del proceso de investigación, donde la fotografía y el video posibilitan diferentes lecturas sobre la realidad social y su análisis.

La fotografía como objeto y herramienta de investigación Abordar la imagen como construcción narrativa y objeto de la investigación social requiere reconocer sus potencialidades técnicas, estéticas y expresivas, en cuanto permite construir relatos que apuntan a profundizar, explicar e incluso cuestionar los hallazgos obtenidos por medio de las imágenes mismas. El uso de la imagen en la investigación permite conseguir evidencias frente a las situaciones o problemáticas estudiadas, obtener distintos puntos de vista frente a un mismo tema, así como observar y comprender comportamientos y hechos a los que de otra manera sería imposible acceder, incluyendo factores ambientales, anímicos y expresivos que pudieran afectar o intervenir en el desarrollo de la investigación. La imagen también permite documentar procedimientos, rituales y formas de desempeño de los individuos o grupos de personas observadas. Trasladada a la investigación, desde que la fotografía y el cine tuvieron aplicación en la antropología y la etnografía visual, la imagen debe entenderse no solo como un simple instrumento que permite almacenar, comprobar y verificar datos, sino también como objeto y estrategia de investigación que posibilita el análisis y la reconstrucción de la realidad, así como diferentes lecturas sobre esta.

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Incorporar la imagen a los procesos de investigación implica, entre otros aspectos, una redefinición de roles tanto de los investigadores como de los participantes en los procesos de indagación, al igual que la observación y descripción de situaciones y comportamientos sociales en los que no se asumen posturas jerárquicas. De esta manera, el investigador pasa a ser un coordinador y un facilitador del proceso, y las personas participantes del estudio asumen el rol de sujetos activos que proponen y establecen sus propias miradas, orientaciones y perspectivas frente a los asuntos tratados. Son las mismas personas las que aportan en la definición del rumbo de las dinámicas propuestas, y a través de las imágenes es posible validar lo planteado por los participantes del estudio y lo observado por los investigadores-facilitadores. Con el fin de evitar que en el proceso prime la subjetividad, ya sea de quien hace el registro visual o de los investigadores, se debe plantear la obtención de la imagen (fotográfica o video) como un proceso dialógico, en el que participan investigadores y actores sociales en autoría conjunta (Buxó, 1999). Esto significa que el investigador, desde su labor como facilitador, es parte de la construcción visual de la realidad cultural, como también lo es el habitante del lugar. Frente al uso de la imagen en la investigación social, se afianza la tendencia que acepta que esta no es una reproducción fiel de la realidad, y cada vez más se reconoce la mediación del investigador-fotógrafo (o videógrafo) frente al hecho que investiga y registra con su cámara. Desde esta mirada, la imagen no es solamente una manera de observar, estudiar y analizar el mundo a través de un soporte icónico, con una cierta distancia del investigador, quien busca transmitir una supuesta “objetividad”, sino que es, ella misma, una creación. Inmersa en el contexto de la comunicación social, vale la pena destacar el carácter de la imagen como creación simbólica, expresada a través de códigos que pueden ser decodificados y susceptibles de ser interpretados e incorporados en el imaginario de individuos y comunidades. La imagen, comprendida desde su dimensión de producto simbólico de una época o cultura, puede ser sistematizada y analizada; de igual manera, puede conducir al estudio de situaciones, relatos y discursos que finalmente sitúan las cosmovisiones y el modelo de mundo que asume un grupo humano para conformar su identidad, expresar su sentir frente a los hechos que lo

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Mónica Eliana García Gil El uso de la imagen como herramienta de investigación

rodean, identificar sus problemáticas y fortalezas, entre otros. En este sentido, es importante reconocer que una imagen nunca es inocente, sino que, por el contrario, va a contener distintos niveles de realidad y se va a transformar de acuerdo con la mirada, según quien la observe y desde donde la observe. El significado de la imagen es, entonces, construido tanto por quien la toma como por quien la observa, ambos como representantes de posiciones sociales e intereses frente al acto fotográfico. La relación entre la imagen y los procesos de investigación debe privilegiar, desde su metodología, la formación de un espíritu crítico para enfrentar la realización de diversos materiales visuales, ya sean de género informativo, documental u otros, a partir de los debates, la recolección de material con distintos enfoques y distintas fuentes y la construcción conjunta de conocimiento entre los investigadoresfacilitadores y los participantes.

Los jóvenes narran su entorno Estudios de caso a partir del uso de la imagen como herramienta de investigación

Abordar el tema de las narrativas de los grupos juveniles de Bogotá en relación con sus aportes a los procesos de equidad y convivencia en el espacio público de la ciudad requiere de un necesario contexto desde dos vertientes, a saber: desde la institucionalidad y las políticas públicas, nacionales y locales, y desde los estudios que consideran a los jóvenes en relación con sus formas de agrupación, expresión y estéticas, así como en su relación y apropiación frente al espacio urbano, enmarcados en unas circunstancias sociales, políticas y culturales que si bien no los determina en todos los casos, influyen en su actuar individual y colectivo. Por su parte, la aparición y consolidación de múltiples grupos y organizaciones juveniles, unos de carácter independiente y otros apoyados por los gobiernos locales, que trabajan por la comunidad desde distintos frentes o se conforman como importantes grupos de expresión (artística, cultural, política, religiosa, entre otros) han hecho que la juventud sea tenida en cuenta y reconocida como un importante actor social, cuyas acciones generan impactos favorables para distintos grupos de

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personas y como sujetos políticos conscientes del momento histórico que viven. Lo anterior ha posibilitado que desde las localidades se adelanten proyectos que reconocen las necesidades e intereses de los jóvenes y exaltan las múltiples y variadas formas de ser joven en la ciudad, desde una perspectiva incluyente. En Bogotá, como en muchas otras ciudades de Colombia y América Latina, las formas de asociación y agrupación juvenil son más de tipo barrial y pueden ser naturales o espontáneas, legales e ilegales. Estas agrupaciones aparecen, o bien como formas de sociabilidad entre pares, de expresión cultural juvenil y de interlocución con iniciativas administrativas y sectoriales, o bien como organizaciones derivadas de dinámicas asociadas a la delincuencia como las bandas, pandillas y el narcotráfico, o las relacionadas con el conflicto armado, como las milicias urbanas. Dentro de la realidad de las organizaciones juveniles de Bogotá está presente la posibilidad de vincular procesos políticos y de trabajo comunitario a formas de expresión artística y cultural a través de diversas manifestaciones. Ello se da como una forma de trascender los espacios tradicionales asignados por las instituciones para la participación o el ejercicio de la política. Por su parte, desde la cultura hip-hop2, varios jóvenes pertenecientes a grupos de escritores urbanos y cantantes de rap demuestran su interés y compromiso por los procesos que tienen lugar en su propia localidad, así como frente a la imagen que se proyecta de ella. Para estos jóvenes, los grafitis y el rap son expresiones que les permiten dar a conocer su visión y su postura frente a hechos de la vida cotidiana, así como de la actualidad local y mundial, al tiempo que plasmar “la dura realidad”, como ellos mismos lo afirman, y contribuir a la transformación, al menos, del entorno inmediato en el que están inmersos. Para algunos escritores urbanos3, el grafiti es un arte urbano que les permite comunicar sus inquietudes sociales. Para ellos, las paredes son galerías de arte y lo que se plasma 2 Con dos grupos de hoppers de la ciudad se adelantó el trabajo de campo y se elaboró un video que recogió algunas de sus experiencias y su relación con la ciudad. 3 Entrevista con Francisco, Nicolás, César y Kevin, integrantes del grupo de escritores urbanos Tag Crew, Bogotá, 20 de julio de 2007.

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sobre ellas es una creación que las convierte en una galería viva, que interactúa con los habitantes de la ciudad. No pretenden que esta expresión sea socialmente aceptada por instituciones estatales; sin embargo, son reconocidas por algunas de ellas. De manera alternativa, buscan la clandestinidad para otras de sus obras. Estos grupos van a dar origen a colectivos de grupos afines en las distintas localidades de Bogotá, generando así nuevas formas de expresión pública a través del grafiti. De igual manera, el aporte de estos grupos a la convivencia y la transformación de los conflictos urbanos se orienta al cambio de las armas por el spray, Ellos mismos lo plantean: Ya no van a ser batallas de cuchillo entre pandillas, sino que va a ser una batalla de grafitis, artística, o sea, usted tiene que hacer su pieza y la mejor gana; así se arreglan los problemas en el grafiti, no es pelea ni nada de eso, para más paz. Arreglar las cosas, resolver los problemas por medio del grafiti4.

Para los raperos5, la estigmatización social es una de las mayores limitaciones al momento de interactuar con distintos sectores de la sociedad. Ellos buscan dar a conocer la cultura hip-hop más allá de los estereotipos negativos que tradicionalmente los acompañan, por medio de la realización de festivales juveniles que reúnen las distintas expresiones propias de la cultura (rap, break dance, skaters, grafitis, conciertos), la apropiación de espacios públicos como calles y parques —los cuales transforman con su intervención—, así como la resolución de conflictos por medio del baile y la música.

Lo que se puede ver del mundo joven a través de sus imágenes El acercamiento al mundo joven debe reconocer en este sus lógicas particulares, sensibilidades y formas de producción de conocimiento a partir de la construcción de relatos y narrativas apoyadas en distintos formatos, como la pintura, la música, el grafiti, el teatro, los medios audiovisuales, los panfletos, las instalaciones, entre otros, 4 Entrevista con César y Kevin, integrantes del grupo de escritores urbanos Tag Crew. Bogotá, 20 de julio de 2007. 5 Entrevista con los integrantes del grupo de hip-hop Concreto en Asfalto. Bogotá, 22 de julio de 2007.

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por lo cual la investigación debe incursionar en procesos de documentación diferentes, tales como el registro videográfico y fotográfico, que permita la elaboración de productos comunicativos que reflejen la cercanía, el abordaje y la comprensión del objeto de estudio desde sus estéticas y lenguajes propios. Al estudiar la relación de los grupos y organizaciones de jóvenes con la ciudad, principalmente en espacios públicos, es necesario ir más allá de asumir a los jóvenes (y sus formas de agrupación) como “seres que entran en conflicto” con el espacio de la ciudad (segregados, rechazados, estereotipados, violentados), sino como seres que actúan e intervienen el espacio urbano con aportes y fines encaminados a lograr transformaciones que posibiliten el encuentro entre extraños, así como la convivencia en los sectores que suelen frecuentar. La creación y la expresión estética deben ser incluidas en la investigación sobre los jóvenes contemporáneos no como algo externo a ellos, sino como algo que constituye el ser y el pensamiento de la juventud que recoge y plasma cosmovisiones, sentimientos, inquietudes, imaginarios y posturas frente al entorno y la realidad local y global, en donde el espacio público urbano se considera escenario para el reconocimiento del otro y lo otro, desde donde se pueda aportar a la construcción de tejido social. El análisis de los resultados obtenidos permite identificar que los espacios públicos que más frecuentan los grupos juveniles de la ciudad son las calles, avenidas, parques públicos de barrios y metropolitanos, parques deportivos, plazoletas, esquinas y plazas públicas, a través de los cuales van a tener incidencia en varias localidades y barrios de la ciudad. En cuanto a las apropiaciones y usos del espacio público por parte de los grupos juveniles, a partir de sus narrativas y formas de expresión se puede establecer que los espacios públicos son considerados escenarios para la acción, es decir, para el actuar de los grupos juveniles, para adelantar actividades y generar dinámicas de trabajo con la comunidad. Se crean espacios incluyentes, en la medida en que las formas de expresión de los grupos juveniles posibilitan el encuentro entre personas de distintas ideologías, posturas políticas, zonas de la ciudad y clases sociales e incluso subculturas urbanas, a partir del reconocimiento y aceptación del otro, aun desde la diferencia.

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Allí tiene lugar la resignificación de territorios y de espacios a partir de nuevos usos y formas de apropiación que van desarrollando los grupos juveniles y que son asumidos también por la comunidad del sector. Se posibilita también la recuperación y reconstrucción de zonas de difícil acceso y el carácter lúdico del espacio público. Los jóvenes aportan a la comunidad capacitación, recreación y entretenimiento. Varios de los grupos juveniles trabajan por el rescate de la identidad colombiana a través del teatro, la música, los relatos orales. Para los grupos juveniles entrevistados, sus narrativas y formas de expresión son consideradas instrumentos de cambio social. Se generan espacios de respeto, tolerancia, pertenencia y convivencia pacífica a través de toques musicales, presentaciones culturales y de entretenimiento. Esta investigación permite constatar que las representaciones, puestas en escena, pinturas y expresiones de los grupos de jóvenes que hicieron parte de este estudio apuntan a generar cambios en el entorno cercano, marcado por tensiones entre lo institucional y lo que no lo es, entre el mundo de los adultos y el mundo de los jóvenes. Es aquí donde la participación y las formas de encuentro aportan a la convivencia ciudadana, y donde la experiencia estética, propiciada por las narrativas y formas de expresión de los jóvenes, es también una experiencia sensible con poder transformador.

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Doscientos años de un periódico no tan feliz Two hundred years of a not so happy newspaper Jaime Alberto Rojas Rodríguez

Candidato a magíster en Filosofìa Latinoamericana, Corporación Universitaria Lasallista jaimealbertonet@yahoo.es

Artículo de investigación Fecha de recepción: 15 de abril de 2010 • Fecha de aprobación: 18 de mayo de 2010

Resumen Era ya tan relevante el periodismo hacia el final de la Colonia que una vez suscrita el Acta de Independencia, al amanecer del 21 de julio de 1810, la Junta Suprema del Nuevo Reino de Granada decidió crear un periódico para divulgar los importantes hechos relativos a la emancipación. Fue así como nació, animado por las ideas de la Ilustración, La Constitución Feliz, el 17 de agosto de 1810, con el imposible desafío de superar los dogmas del catolicismo, la filosofía escolástica y la fidelidad política a la monarquía española. El presente artículo recrea la historia de este periódico. Palabras clave: La Constitución Feliz, independencia, periodismo.

Abstract Journalism was so relevant at the end of the Colony that once signed the Declaration of Independence, at dawn on July 21, 1810, the Supreme Board of the New Kingdom of Granada decided to create a newspaper to divulge important facts concerning the emancipation. Thus was born, inspired by the ideas of the Enlightenment, La Constitución Feliz, on August 17, 1810, with the insurmountable challenge of overcoming the dogmas of Catholicism, scholastic philosophy and political loyalty to the Spanish monarchy. This article recreates the history of this newspaper. Keywords: La Constitución Feliz, independence, journalism.

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Introducción En julio de 1810 ya existían en la Nueva Granada siete periódicos1 que registraban no solamente los principales hechos y la cultura de la vida cotidiana, sino también el pensamiento heterónomo de un puñado de ilustrados criollos, como Antonio Nariño, Camilo Torres, Jorge Tadeo Lozano, Francisco José de Caldas, Manuel del Socorro Rodríguez —considerado el padre del periodismo en Colombia—, quienes con Francisco Antonio Zea, Luis de Astigarraga, José Celestino Mutis, Fray José María Valdés, José María Gruesso, Francisco Antonio Rodríguez y el propio Simón Bolívar habían inoculado, conducido y liderado el germen emancipador a través de sus páginas. Fue tan importante el periodismo en esta gesta que una vez suscrita el Acta de Independencia, al amanecer del sábado 21 de julio de 1810, “una de las primeras iniciativas de los entusiastas integrantes de la Junta Suprema del Nuevo Reino de Granada fue la de publicar un periódico que les sirviera de vocero” (Cacua, 1987: 53). Apareció, entonces, La Constitución Feliz, el 17 de agosto de 1810. La tarea de hacer tal y tan importante publicación la encomendaron a Manuel del Socorro Rodríguez, pues su experticia de haber publicado 265 ediciones de El papel Periódico de la Ciudad de Santa Fe de Bogotá, 48 de El Redactor Americano, 71 de El Alternativo del Redactor Americano, 1 de Últimas Noticias y 7 de Los Crepúsculos de España y Europa, así como su reputada imagen de hombre ilustrado, les ofrecía a los líderes revolucionarios no solamente la seriedad y la confianza, sino también la seguridad para hacer conocer a la opinión pública el discurso de la revolución. Dos fenómenos se articularon en los procesos independentistas del Nuevo Reino de Granada: la imprenta y las ideas ilustradas de quienes configuraron esa relación entre independencia y periodismo.

1 Eran estos: Papel Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá (1791); Correo Curioso, Erudito, Económico y Mercantil de la Ciudad de Santafé de Bogotá (1801); El Redactor Americano (1808); Alternativo al Redactor Americano (1809); Últimas Noticias (1809); Semanario del Nuevo Reyno de Granada (1808), y la Constitución Feliz (17-08-1810).

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La imprenta Si bien la imprenta solo llegó al Nuevo Mundo un siglo después de su invención2, con la aparición de los primeros periódicos en 1785 (Aviso del Terremoto y Gaceta de Santa Fe)3 comenzó a funcionar en el Nuevo Reino de Granada este descubrimiento que cambió la suerte del mundo, permitió al hombre salir de su ignorancia4 y a los criollos les fundamentó su libertad. La imprenta había sido inventada por el alemán Juan Gutemberg en 1450 y fue mejorada por Fust y Shöffer. Como novedad tecnológica se propagó muy rápidamente por Alemania, Italia, Suiza, Francia y España (1474). Irrumpió de tal manera que, como en el caso de España, fue acogida sin recelo y con toda libertad. Pero tanta libertad duró allí solo cincuenta años, pues los Reyes Católicos dictaron un reglamento sobre el ejercicio de imprenta y las precauciones que debían tenerse para su uso. Fue así como promulgaron la Pragmática del 8 de julio de 1502, para que no sufrieran ni la fe, ni la religión, ni las buenas costumbres. Con la Pragmática se inició la censura previa, a la cual se sumó también la establecida por el Tribunal de la Santa Inquisición: censura con pena de muerte. En la Nueva Granada, los jesuitas fueron los encargados de dirigir la primera imprenta hasta su expulsión en 1767. Como su taller tipográfico desde esa fecha estaba improductivo, Antonio Espinosa de los Monteros, con algunos dineros que recibió del virrey, compró el taller y acondicionó la Imprenta Real. Esta produjo en 1778 un almanaque para ese año, con lo que se inició una nueva época para el taller de impresión, el cual fue ampliado con elementos llegados de España, pues por decreto real se ordenó establecer una imprenta en Santa Fe, donde se publicaron desde novenas, hasta libros de derecho. Pero un nuevo grupo de publicaciones hizo su aparición con el antes mencionado Aviso del Terremoto: nacieron los periódicos, comenzó a oler a tinta la libertad. 2 El primer país al que llegó la imprenta fue México (1533); luego llegó a Perú (1581), Guatemala (1660), Paraguay (1680), Argentina (1705), La Habana (1707) y Santa Fe de Bogotá (1737). 3 Los dos primeros periódicos solo tuvieron dos y tres ediciones, respectivamente; por ello, se considera como inicio de la prensa en Colombia la aparición, el 9 de febrero de 1791, del Papel Periódico Ilustrado de Santa Fe de Bogotá, dirigido por el bibliotecario del virrey José de Ezpeleta, el cubano don Manuel del Socorro Rodríguez. 4 Para el siempre bien recordado historiador colombiano Germán Arciniegas, un segundo hito después de la invención de la imprenta, en el mismo siglo, también sacó de la ignorancia a los hombres: el descubrimiento de América.

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Las ideas ilustradas La Ilustración tradicionalmente se ha considerado como un movimiento intelectual y científico que se desarrolló durante el siglo XVIII, principalmente en Europa, a causa de, por un lado, los diferentes cambios socioeconómicos (la administración pública se ensanchaba, lo mismo que sucedía con el comercio y la industria; las ciudades europeas crecían demandando Estados más eficientes) y, por otro, el avance científico-técnico de la época. El movimiento ilustrado se caracterizó por su visión crítica de la realidad, rasgo que se observa en el rechazo “racional” al marasmo suscitado en la época por los constructos religiosos de la verdad revelada (dogmas de la Iglesia católica), la tradición escolástica y la fidelidad a la monarquía, como únicas maneras de progreso. A partir de la Ilustración, la historia parece ser distinta: la construyen los propios individuos, pues ellos son los dueños de su autonomía. Los individuos, buenos por naturaleza, han venido a esta tierra a ser felices. Y esa felicidad, para que sea auténtica, debe estar basada en la propiedad privada, la libertad y la igualdad. En Europa, sobre todo en Inglaterra y Francia (donde la Ilustración tomó el nombre de Enciclopedia), emergen los representantes del movimiento ilustrado. En el campo de la filosofía, Thomas Hobbes y John Locke, en Inglaterra, sustentan su teoría política de la monarquía desde dos riveras opuestas. Hobbes (1588-1679), con su Leviatán, defiende la monarquía absoluta, y Locke (1632-1704) defiende la monarquía limitada. Por otra parte, en Francia, los principales representantes de la Ilustración son Carlos Secondat, mejor conocido como el “Barón de Montesquieu” (1689-1785), propulsor de la división de poderes; François Marie Arouet, Voltaire (1694-1778), quien pregona la libertad política y la libertad religiosa; y Juan Jacobo Rosseau (1712-1778), precursor de la democracia, a partir de un contrato social. En el campo de la economía, aparecen los fisiócratas, una escuela francesa de pensamiento económico liderada por Francois Quenay (1694-1774) y Anne Robert Jacques, más conocido como Turgot (1727-1781). Para esta escuela, la riqueza está asegurada sin mediación del gobierno, pues proviene de la tierra. En contraposición a la teoría fisiócrata francesa, desde Escocia aparece

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Adam Smith (1723-1790), quien en su Ensayo sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones señala, argumenta y sostiene que la riqueza proviene del trabajo. Emmanuel Kant (1724-1804), en diciembre de 1783, reflexiona y responde de manera directa a la pregunta hecha por un diario alemán: “¿Was ist Aufklärung?” (“¿Qué es la Ilustración?”). Y en el primer párrafo de su escrito deja ver una respuesta que no es meramente una definición, pero que tampoco es una mera opinión: La ilustración es la salida del hombre de su minoría de edad. El mismo es culpable de esa minoría. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otro. ¡Sapere Aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la ilustración (Kant, s. f.).

Imprenta e Ilustración Como se señaló en la presentación de este escrito, un grupo de criollos ilustrados comprendieron e hicieron posible el periodismo en el Nuevo Reino de Granada. En sus mentes rugía ese “¡Sapere Aude!”: ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento”, y se dieron a la tarea de recrear la realidad. Primero lo hicieron tímidamente con el Aviso del Terremoto, luego con la Gazeta de Santa Fé, y ya en propiedad con el El papel Periódico de la Ciudad de Santa Fe de Bogotá (1791), El Correo Curioso, Erudito, Económico y Mercantil de la Ciudad de Santafé de Bogotá (1801), El Redactor Americano (1808), El Alternativo al Redactor Americano (1809), Últimas Noticias (1809), Semanario del Nuevo Reyno de Granada (1808), Las Memorias (1810?-1811) y La Constitución Feliz (1810), nuestro objeto de análisis.

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La opinión publicada en la prensa en la configuración de la(s) identidad(es) nacional(es) en Colombia durante el periodo 1791-1810 La opinión publicada como componente de la opinión política aparecida en los primeros periódicos es un hecho que merece la pena investigar desde la academia, con el propósito de explorar su incidencia en la configuración de la identidad de los colombianos, pues es conocido que hasta nuestros días la discusión ha sido si la opinión publicada trasciende o no la suma de opiniones individuales y si promueve el bien común; o si, por el contrario, se queda en la idea del “malentendido periodístico que consiste en identificar las posturas de los editorialistas y comentaristas de la información colectiva, en nombre de un público inasequible, con la opinión pública” (Ochoa, 2000: 8). Rosseau definía este tipo de opinión como la forma de representar la voluntad general; los utilitaristas, como el reflejo de la mayoría de individuos de una comunidad. Desde los años cuarenta del siglo XX se ha optado por considerar la opinión pública como los resultados que arrojan los sondeos de opinión en grupos relativamente delimitados de individuos; sin embargo, como lo afirma Ochoa (2000), según la ubicación de los emisores y receptores, la opinión pública bien puede ser la opinión del público, la opinión pública publicada, la opinión de quienes buscan un interés público, la opinión de los hombres públicos, el debate sobre el sector público, la opinión sobre asuntos de interés público y la opinión pública en la actualidad. Este panorama justifica este tipo de investigación sobre la génesis de la prensa en Colombia; una investigación que ha llevado a analizar e interpretar la realidad con el propósito de transformarla hacia la búsqueda de la libertad; la misma que, cuando se creyó alcanzada, fue divulgada, pregonada y analizada en hechos históricos que incidieron de alguna manera en la construcción de la identidad nacional: La identidad no es pues lo que se le atribuye a alguien por el hecho de estar aglutinado en sentido y valor a la vida del individuo. Es al tornarse expresiva que la identidad depende de, y se constituye en, el reconocimiento de los otros: intercambio en el que los individuos y grupos se sienten despreciados o reconocidos por los demás (Martín-Barbero, 2001: 26).

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El problema La pregunta a la que quiere darse respuesta es esta: ¿cómo ha incidido la opinión publicada en los primeros periódicos colombianos (1791-1810) en la configuración de la identidad nacional? Dar respuesta a esta pregunta invita a reconocer, en los contenidos de los primeros periódicos publicados Colombia entre el periodo 17911810, las ideas libertarias y examinar los principales rasgos de opinión que han incidido en la identidad nacional. Ahora bien, conviene señalar la presentación del curso doctoral Identidad e Identidades, de reciente desarrollo en la Universidad Santo Tomás: La identidad ha tenido un lugar central en el pensamiento filosófico latinoamericano, desde el denominado “descubrimiento” o “encuentro de dos mundos”, hasta nuestros días. En este decurso histórico, la filosofía latinoamericana y la historia de las ideas han asumido como tarea central la dilucidación de lo más propio, del rango esencial del ser latinoamericano y la comprensión de nuestro propio ethos, de nuestro propio modo de ser. En América Latina, según Leopoldo Zea, el problema de la identidad se encuentra estrechamente relacionado con el proyecto y el proceso histórico de integración (Arocena y Antolínez, 2010).

Por ello, la propuesta investigativa se desarrollará, para buscar “dilucidar lo más propio”, desde cinco ejes temáticos o problemas, con el propósito de observar su abordaje por parte de la prensa de la época y analizar la conformación de la identidad nacional: 1) el problema ético, 2) el problema de género, 3) el problema del indio y del negro, 4) el problema social y político, 5) el problema del medio ambiente.

Metodología El alcance de esta investigación es interpretativo con enfoque cuali-cuantitativo, pues: 1) observará, analizará y evaluará el fenómeno de la opinión publicada de los periódicos del Nuevo Reino de Granada entre 1791 y 1810; 2) establecerá las suposiciones o ideas

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que emanen de lo anterior, así como su fundamentación y revisión en la construcción de la identidad como proyecto histórico; 3) será propositiva a partir de las observaciones, al crear foros de discusión y diálogo (como el club de lectura de donde parte este trabajo), que permitan reconstruir o afirmar la identidad de la sociedad actual nacional.

La prensa como vocera de la revolución: La Constitución Feliz La Constitución Feliz es el nombre del periódico que la Junta Suprema del Nuevo Reino de Granada solicitó que se editara para que fuera vocero de la firma del Acta de Independencia y todo lo que en adelante viniera. Lo tenía todo para ser feliz: la imprenta como su cuna, la ilustración como su lenguaje, y al mejor, al más ilustrado y experimentado de los periodistas de la época como su hacedor. En el cabezote del periódico se señala que la publicación está enfocada a dos grandes áreas: la política y la economía del Nuevo Reino de Granada. Como en la época no existía aún la sociología como ciencia, los estudios, la descripción y análisis de las relaciones de individuos en su realidad, desde estas dos variables, compensaban esta carencia. Sin embargo, en el “Prospecto” de La Constitución Feliz, que es la primera información dirigida de manera directa a los lectores de los periódicos de la época, Manuel del Socorro Rodríguez señala dos caminos: el primero con un epígrafe en el que plasma una frase en latín del Libro IV de La República de Platón: “Religio vera est firmamentum reipublice”, que quiere decir: “La verdadera religión es la base de la República”. El segundo camino lo señala más adelante en el mismo prospecto, cuando afirma: Si los gobiernos establecidos por título de conquista son respetados y obedecidos de los hombres, ¿cuánto más deberán serlo aquellos que establecen la razón y la sabiduría para desagraviar la Divina Religión, asegurar la legítima soberanía, abolir el despotismo, honrar la humanidad y perpetuar el bien común? No ha sido esta una obra del capricho humano, sino del poder Divino, si bien se examina por todos sus aspectos; y por tanto debe anunciarse a todos los pueblos por medio de una descripción circunstanciada.

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Como artículo de fondo, en la “Relación sumaria instructiva” procede con el desarrollo del hecho: “Las novedades ocurridas en la M. N. y M. L.5 Ciudad de Santafé de Bogotá, Capital del Nuevo Reino de Granada, desde la tarde del 20 de julio de 1810, hasta el día de la fecha (17 de agosto de 1810)”. Antes de hincar su crónica, el periodista hace su profesión de fe y enfatiza su postura ética sobre lo que vio y presenció, con “la verdad, la imparcialidad, la sana política, la buena crítica, la sencillez y la buena fe, [sobre] el incidente que decretaría la libertad de la ciudad y todo su reino y la mutación de un gobierno tiránico y opresor”: La tarde del viernes 20 de julio, día de Santa Librada, era esperado el S. D. Antonio Villavicencio, comisionado regio, por lo cual se encomendó a algún patriota se encargara del adorno de las mesas, quien le solicitó a un español europeo, prestado un ramillete y a cambio respondió con expresiones injuriosas contra todos los españoles americanos. Este hecho sucedió en la Calle Real. Rápidamente este incidente se propagó entre los patriotas de toda clase y condición, lo que produjo un solo grito común que decía “Mueran los malos españoles y vivan los buenos”, y apresaron al agresor y a otros españoles europeos.

Y continúa narrando: El sabio senado supo defender su pueblo fiel y se opuso frente a los tiranos, esa misma noche casi todos los americanos se armaron para defender su patria. Se inició entonces la formación de la Suprema Junta Gobernativa con el apoyo popular, los curas de las parroquias y prelados de las religiones; es así como la noche del 20 de julio de 1810 fue el principio de un gobierno sabio, justo y digno de la fidelidad americana […] Y tú, oh dulce y encantadora elocuencia, rompiendo las cadenas de la cruel esclavitud en que yacías oprimida, recobraste en un momento tu imperio majestuoso, haciendo ver que la ilustre América es también madre fecunda de sabios Demóstenes y Cicerones. Ah! Cómo pudiera yo insertar aquí elocuentísimos discursos por la multitud y gritería, pero bella y feliz por los grandes aciertos que en ella se admiraron. 5 Abreviaturas que significan “muy noble y muy leal” (N. del E.).

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Finalmente, el pueblo y los señores vocales formaron la resistencia contra el tiránico despotismo, se dividieron en cuadrillas para recorrer las calles y evitar desórdenes y para que los vocales de la Junta congregados en la Plaza Mayor pudieran obrar sin recelo. Y siguieron llegando más pueblos vecinos para apoyar la lucha: el corregidor del pueblo de Bosa, Antonio Sornosa, junto con nueve pueblos que comprendían su jurisdicción, y el curato de Bosa, D. D. Juan Joseph Porras, con los hacendados de los contornos de la ciudad: “Y así llegó el amanecer del 21 de julio, día nuevo y faustísimo para la religión, la paz, la justicia y la libertad. Día de la eterna memoria”. Se instaló la Suprema Junta del Nuevo Reino de Granada, en nombre y obediencia del amadísimo Fernando VII, y se procedió a la captura de los ministros y funcionarios públicos que obraron con mala fe y gobernaron con despotismo y arbitrariedad. Asimismo, se dejó en libertad al canónigo magistrado señor Andrés Rosillo, aclamado vocal de la Junta por todos, y entre víctores y aclamaciones lo condujeron a la plaza mayor, después de seis meses de arresto. Al siguiente día, el 23 de julio, se publicó el “Bando de instalación y buen gobierno”. El 25 de julio, día del apóstol Santiago, se “ponen en seguridad” con respeto y consideración al ex virrey teniente general Antonio Amar y a muchas personalidades del gobierno anterior. Y el 29 se publica la proclama o convocatoria circular, dirigida a todas las provincias del reino. Este mismo día se celebró una ceremonia de acción de gracias, con la asistencia del clero secular y regular, los colegios, los empleados públicos, los cuerpos militares, la nobleza y la plebe. El periodista enaltece los sentimientos generosos y compasivos de su pueblo sensible y virtuoso, que se olvidó de la tiránica opresión en la que había vivido, acordándose lo que la santa religión profesa, demostrando clemencia por los enemigos de la libertad que estaban siendo expulsados de la ciudad. Finalmente, escribe sobre cómo el anterior gobierno se negó siempre a convocar un cabildo abierto o a reconocer la Suprema Junta, y habla de la importancia no solo de saber y conocer todos estos hechos, sino de poder reflexionar sobre lo que el reino ha sufrido. También habla de la unión de todos por lograr su libertad y del apoyo de tanta gente que colaboró para que no faltaran víveres en esa revolución tan acalorada,

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o de los pueblos vecinos que vinieron en su apoyo dispuestos a defender los sagrados derechos de libertad. Igualmente informa cómo quedó organizada la Nueva Junta Suprema y da a conocer el nombre de cada uno de los vocales que la componen. La crónica periodística por la que Manuel del Socorro Rodríguez optó para contar el hecho del 20 de julio y los posteriores hasta el 17 de agosto tiene los matices que imprimieron a las suyas los cronistas de Indias, es decir, la narración del hecho con detalles; pero igualmente los de la crónica literaria, pues no demanda tensión dramática.

Colofón Durante el siglo XIX, se produjeron en la Nueva Granada en particular y en América Latina en general diversos cambios de orden político, económico y social. La gran mayoría de las colonias desarrollaron procesos de independencia de la Corona española, pero en realidad simplemente se pasó de una forma de dominio externo a un dominio interno, con las herramientas traídas de afuera: la lengua, la ética cristiana, la nueva cultura. Esto se hace evidente en el relato de Manuel del Socorro Rodríguez en el periódico La Constitución Feliz, donde señala que la independencia fue posible por el poder divino y niega la intervención humana en él. He aquí tres ideas sobre el particular: 1. El problema del no ser para los “descubiertos” —que se originó, primero, con el descubrimiento y, luego, con la conquista— se quiso solucionar con el ser que la independencia pretendía ofrecer. Pero este nuevo ser los criollos no lo tenían claro, pues no era el mismo que se había perdido y que ahora se pretendía rescatar. Este era un nuevo ser construido a partir de la fusión de ideas propias y extrañas: entre las primeras figuraron las ideas raizales de organización y de cultura; entre las segundas estaban aquellas resultantes de las revoluciones liberales emanadas de la Revolución francesa. Por ello, la razón de ser del periódico: se necesitaba difusión sobre el nuevo horizonte que se cernía. 2. Este proceso generó, además, un nuevo orden y comportamiento. El hombre latinoamericano, por ejemplo, pasó de tener una propiedad colectiva a tener una propiedad individual. Un nuevo orden que trajo consigo una pulsión no solamente ética, sino también económica: lo privado en contra de lo colectivo (Cacua, 1987).

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Ya su norte se lo habían cambiado por el oriente, y su sur, por el occidente. De manera análoga, las relaciones sociales se tornaron distintas: la relación social se tornó en relación política; y la relación con los dioses pasó de ser una interacción múltiple con la naturaleza, para tornarse en temor teológico con un solo dios. Igual sucedió con los factores de esa relación con la naturaleza, relación poiética: los insumos, los productos y los símbolos originaron el mercado y el comercio. 3. Las ideas liberales penetraron tenuemente en el continente, pero se impuso de manera importante una mezcla entre lo novedoso de las ideas liberales con el reducto de las ideas medievales. En el periódico de don Manuel se evidencia.La Constitución Feliz, de la cual se publicó solo una edición, encontró pronto su infelicidad, pues fue sustituida a los diez días por el Diario Político de Santa Fe de Bogotá. A partir de allí, la vida de la prensa tuvo un agitado devenir, no solo por las contingencias políticas provinciales y el constitucionalismo de allí emanado, sino por las ideologías políticas, sociales y económicas provenientes de Europa, al igual que por los tires y aflojes entre centralistas y federalistas. El siglo XIX apenas comienza; muchas serán sus pulsiones, pero dejará una abundante y compleja red de constituciones en todos los países de América Latina, felices unas, como el nombre del periódico, e infelices otras.

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Memoria, prácticas artísticas y espacio público: posibilidades frente al conflicto armado colombiano Memory, artistic practices and public space: possibilities in the Colombian armed conflict Santiago Jiménez Mojica

Sociólogo, Universidad Santo Tomás jimenez.sociologo@gmail.com

Artículo de investigación Fecha de recepción: 11 de noviembre de 2011 • Fecha de aprobación: 2 de febrero de 2012

Resumen Más allá de sus propósitos estéticos, el arte y la performancia aparecen como formas alternativas de resistencia, concientización y visibilización de fenómenos políticos y sociales que buscan especialmente generar y construir memoria en favor de las víctimas. Enmarcadas en el espacio público, entendido no solo como lugar de encuentro, sino como escenario de pugnas políticas orientadas a la formación de opiniones públicas contrarias a la oficial, han logrado construir memoria colectiva y reivindicar derechos y demandas tradicionalmente subordinados, como puede advertirse en el caso del conflicto colombiano. Palabras clave: memoria, prácticas artísticas y performativas, espacio público, luchas políticas, relato hegemónico.

Abstract Beyond their aesthetic purposes, art and performance appear to be alternative forms of resistance, consciousness and visibility of political and social phenomena that attempt to generate and construct memory in favor of victims. In the context of public space, defined not only as a space for encounters but also as a scenario for political conflict and for the formation of public opinion that contradicts official opinions, it has constructed collective memory and it has reclaimed rights and demands traditionally subordinated, as the Colombian case demonstrates.. Keywords: memory, artistic and performance practices, public space, political struggles, hegemonic narrative.

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La memoria es, sin lugar a dudas, un tema que ha entrado a ocupar un relevante lugar de indagación tanto en los ámbitos académicos como en espacios políticos y sociales de la realidad colombiana, ya que se ha evidenciado su necesidad para la búsqueda de la verdad, con el fin de conducir al conocimiento de los responsables en los sucesos de la fuerte violencia que ha perdurado durante más de medio siglo en el país. Esto, con la intención de buscar acciones de justicia y la no repetición de hechos degradantes y reiterativos propios del conflicto armado. En este sentido, pensar en la memoria va más allá de la evocación del pasado y los recuerdos de hechos particulares, pues implica un ejercicio en el que repasar el presente y las nociones hacia futuro es fundamental para lograr construir perspectivas en las que la violencia deje de ser protagonista de la cotidianidad. De esta manera, el tema de la memoria gana importancia, especialmente en lugares donde el conflicto y las violaciones a los derechos humanos hacen parte del día a día. A su vez, el arte y las prácticas artísticas, como un ámbito más de la realidad social, han desempeñado un papel importante como alternativa para la configuración de la historia y de la memoria colectiva. Por otro lado, frente a la realidad política y social del país, el tema ha entrado a tener mayor valor en el debate público, y en este, desde el arte y la performancia, se ha intentado dar un lugar a correlatos alternativos frente a las víctimas y los hechos puntuales de violencia; correlatos que aunque a veces se tornan invisibles e incomprensibles frente a la opinión pública, logran explicar, mediante procesos simbólicos, muchos sucesos de la realidad cotidiana de Colombia. Estos correlatos permiten darle otra mirada a aquello narrado por la historia oficial y de esta forma, el arte y la performancia como herramientas alternativas, cargadas de simbolismo, han abierto un espacio para dar a conocer hechos del pasado de una manera diferente (distanciados de aquellos discursos construidos hegemónicamente) para pensar en el presente y construir proyecciones a futuro en las que se evite la repetición de esos sucesos afrentosos. Las formas como se construye la realidad se encuentran vinculadas a cómo los individuos la percibimos, cómo incidimos para transformarla y, desde aquí, cómo recordamos y elaboramos sentidos del pasado. Los individuos no somos aislados, sino que nos encontramos inmersos en un contexto social que hace que esa construcción de la realidad esté influenciada socialmente, enmarcada en un tiempo y un espacio que también es experiencial en los otros. Por lo tanto, el hecho de recordar algo

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no solo corresponde a lo más íntimo de lo emocional, sino que incluye, a su vez, las relaciones sociales, las cuales se encuentran en estos procesos de rememoración y olvido. Es así como la experiencia de otros actúa en la experiencia propia y es determinante en los procesos de configuración de la memoria. De allí la pertinencia de las ciencias sociales en el tema de la memoria y, en particular, la sociología, pues sus herramientas le permiten pensar los escenarios sociales en los que se produce el recuerdo y el olvido, al igual que pensar las posibilidades que se dan entre hechos pasados, presentes y su directa interacción e interrelación entre individuos y colectividades, prácticas vividas y transferidas, y pensar, a partir de aquí, cómo se da la construcción de una historia oficial que se ha hecho legítima a través de diversas instituciones oficiales. De acuerdo con esto, desde el papel de la sociedad y las instituciones en la construcción de recuerdos individuales y colectivos se da cuenta de la pertinencia de una sociología de la memoria. De esta manera, la memoria colectiva se remite a la experiencia que una comunidad o un grupo puede legar a un individuo o grupo de individuos, para que el pasado y los recuerdos que se tienen de este sean un aspecto importante en los procesos presentes y en las nociones a futuro y, a su vez, para que aquellas tragedias o sucesos que han afectado individual o colectivamente a un marco social sean reconocidos, no vuelvan a repetirse y sean un referente para el futuro. El arte y la performancia, como ámbitos de la realidad social y como representaciones simbólicas de subjetividades y colectividades, permiten problematizar la noción social respecto al pasado, desde una tensión con el presente y con una perspectiva hacia el futuro. A su vez, el arte como una forma de construcción de memoria colectiva tiene grandes posibilidades de transformación mediante la performancia o la narración alternativa implícita en esta; es decir, el arte como una construcción social de recuerdos, que tiene un sentido subjetivo y que atraviesa lo colectivo, dentro de un contexto social y cultural y, al tiempo, como un fenómeno que se establece socialmente y posibilita la transformación de realidades. Por esta razón, existen ciertas apuestas artísticas, performativas y publicitarias que se han venido realizando en el país, desde hace algunos años, como forma de resistencia,

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concientización y visibilización sobre el problema del conflicto armado; los cuales marcan el acento en la construcción de memoria en favor de las víctimas, procuran el uso del espacio público no solo como un lugar de encuentros, sino también como lugar de disputas que genere una opinión pública alternativa frente a la oficial, y propugnan así por la reivindicación de derechos y demandas que, a partir de esas narrativas alternativas, se alzan como una forma de lucha por esas memorias ocultas. Jelin (2002) expone cómo en el Cono Sur las transiciones en los conflictos se han dado de manera diferente y singular, pues la forma en que se han generado no ha permitido acuerdos entre quienes participan políticamente de estos problemas; a la vez que los regímenes autoritarios y dictatoriales han utilizado la desaparición forzada como una práctica sistemática que en principio buscaba eliminar cualquier tipo de oposición en este sentido: Las memorias de los conflictos sociales previos a la instauración dictatorial, así como la crudeza e inmediatez de las violaciones a los derechos humanos durante las mismas, crearon escenarios para la manifestación de confrontaciones, en el marco de un difícil intento de generar consensos entre los diversos actores políticos. Las voces censuradas y prohibidas comenzaron a hacerse oír, pero las voces autoritarias no necesariamente desaparecieron del debate público (p. 47).

Ahora bien, sin desconocimiento de sus particularidades, el caso colombiano guarda esenciales similitudes con la experiencia del Cono Sur, pues ambos corresponden a conflictos de larga duración y con manifestaciones de violencia fuerte y atroz. En los últimos tiempos, la violencia se ha recrudecido, los actores y los escenarios han cambiado, lo que ha tenido fuerte impacto sobre la sociedad civil. Estos cambios han permitido evidenciar, de alguna manera, una sociedad civil en ruptura de los silencios frente a la violencia y frente a la hegemonía. Hegemonía que se ha negado al esclarecimiento de la complejidad de experiencias y relatos en el marco de un conflicto armado interno, el cual viene prolongándose durante aproximadamente medio siglo y en el que se han hecho esfuerzos más de tipo bélico y destructivo que de reparación y construcción, que garanticen la no repetición y, de esta manera, permitan un proceso de recuperación de la memoria y vayan más al fondo de los

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hechos, con examen detallado de las causas que han estructurado y le han dado coyuntura a la violencia en el país. De acuerdo con esto, es necesario que se brinden espacios a las víctimas para que cuenten lo sucedido, para que señalen las posibilidades de reconstrucción de todo aquello que la violencia les ha arrebatado. Espacios con el fin de hacer una apuesta hacia futuro para que los hechos de violencia nunca más se repitan y para que todas las representaciones sociales que pueden manifestarse simbólicamente, que no necesariamente provengan de las víctimas, también puedan ser apropiadas como pertenecientes a una historia y a un contexto, mediante formas de expresión y de reconstrucción de la memoria; El pedido del “yo” testimonial no es individual; su intención es hablar en nombre de otros; su experiencia no apela a ser una experiencia individual sino compartida; su historia es también de los otros (Gerassi-Navarro, 1994: 179).

Pese a que el conflicto del país se encuentra abierto, adquiriendo nuevas dimensiones, se han comenzado a operar mecanismos y discursos de justicia transicional; respecto de lo cual ha sido motivo de álgida discusión si dicha transición está realmente ocurriendo en el país y si leyes como la Ley de Justicia y Paz y la Ley de Víctimas contribuyen en verdad a una transformación del conflicto. Sobre esto es importante destacar lo que señala Ceballos Medina (2009): Los temas y repertorios de la consagrada fórmula trinitaria de Jean Joinet —verdad, justicia y reparación— han permeado en un lapso extraordinariamente corto las prácticas y aspiraciones de innumerables organizaciones sociales, instituciones públicas y agencias de cooperación. Colombia se va amoldando así, sin asumirlo en todas sus implicaciones, y casi por inercia, a un nuevo universo mental de posconflicto que convive con las realidades cotidianas de la guerra, sobre todo en las fronteras y en los márgenes de la nación (p. 7).

En efecto, a pesar de que se trata de mostrar que Colombia está en un periodo de posconflicto, en el que los paramilitares ya no hacen parte de la realidad colombiana y en el que se afirma desde el poder que las Fuerzas Armadas están a punto de darle

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el puntillazo final a la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la realidad, no siempre mostrada por los medios de comunicación, es que la guerra y el conflicto armado siguen vigentes y, lejos de su resolución, existe una redimensión del conflicto y un reagrupamiento de los grupos armados ilegales. De allí el cuestionamiento a la llamada justicia transicional, pues su realización supone que los abusos y violaciones a los derechos humanos de sociedades fracturadas deben tomarse en consideración dentro de una política de transformación para la restauración de la justicia, la reconciliación y la no repetición, en función de asegurar el mantenimiento de la paz. Esto resulta importante, en primer lugar, porque nos aproxima al contexto actual del conflicto en Colombia y a algunas respuestas que desde el Estado se le han dado, lo cual permite anticipar las posibilidades que frente al tema de la memoria se pueden dar a la hora de la búsqueda y el esclarecimiento de la verdad y del conocimiento de quienes han sido víctimas, es decir, las posibilidades de tener a la memoria como un referente para la no repetición y en contra del olvido. En segundo lugar, porque permite advertir algunas dificultades existentes en las disputas por darle un lugar a la memoria y a la indagación de la verdad de personas directamente afectadas por el conflicto y del resto de la sociedad colombiana. Por lo anterior, hablar de memoria en lugares donde el conflicto, la violencia y las violaciones a los derechos humanos siguen vigentes deviene en una tarea compleja, debido a que dentro de este marco social la elaboración y el trabajo que debe hacerse para incorporar memorias resulta limitado (dado que hay información que buscará ocultarse) e incluso peligroso, pues las disputas que se dan en el marco político para dar a conocer sucesos velados de la historia y buscar que estos se posicionen mediante diferentes alternativas en escenarios del país, puede traer consigo detracción y problemas que hacen que temporalmente estos relatos pierdan fuerza. De esta forma, la temporalidad tiene un sentido muy fuerte sobre la memoria, pues pasado, presente y futuro se encuentran en juego allí. Jelin (2002) al respecto lo plantea como una temporalidad compleja, pues a esas variables de tiempo se le debe agregar la existencia de múltiples subjetividades, las cuales se van construyendo a través de un proceso histórico en el cual, como lo menciona Aldana (2009), “el presente

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contiene y construye la experiencia pasada y las expectativas futuras” (p. 12). Para tal efecto, las experiencias del pasado se encuentran influenciadas por un horizonte de expectativas, es decir, por una temporalidad futura. Además, esas experiencias del pasado pueden incorporar no solo vivencias propias, sino también las de otros que ya han sido transmitidas, razón por la cual el pasado puede condensarse o expandirse, de acuerdo con la incorporación de dichas experiencias del pasado. La construcción de memoria implica procesos de significación o resignificación de subjetividades en disputa. Esto, si se entiende que a partir de la experiencia de cada individuo, en el diálogo y en el compartir las propias vivencias con los otros, se van construyendo y transformando nuevos sentidos en las relaciones; a la par, el cambio en los procesos de la historia, cambios coyunturales en términos políticos y sociales, pueden ser de gran influencia en la modificación de cómo se interpretan las experiencias del pasado y la construcción de expectativas para el futuro. En este sentido, el problema del actual conflicto armado en el país le impone ciertas limitaciones al trabajo de la reconstrucción de la memoria, ya que si el conflicto armado prevalece y, por un lado, las estructuras armadas ilegales siguen teniendo gran influencia dentro del territorio nacional y, por otro, las violaciones a derechos humanos por parte de estas estructuras, como también de las oficiales, continúan diariamente en la realidad colombiana, entonces acercarse a nociones importantes en la reconstrucción de la memoria —como lo es dar respuesta a cómo han sucedió los hechos, quiénes han sido la víctimas y quiénes los responsables— se convierte en una labor cada vez más compleja, dada la magnitud y continuidad del conflicto en el país. A pesar de las limitaciones que enfrenta la incorporación de las memorias en Colombia, resulta importante mencionar que existen organizaciones, colectivos, movimientos e incluso subjetividades que disputan un lugar para inscribir esas memorias, para evitar que se sigan reduciendo al olvido, para que puedan permitir pensar perspectivas hacia futuro, para impedir la repetición de estos hechos afrentosos y para buscar de salidas al conflicto que aún perdura. Allí, en el lugar de estas disputas, se encuentran diferentes experiencias como apuestas alternativas, incluidas manifestaciones artísticas y performativas, para dar a conocer sucesos de la realidad que muchas veces están ocultos. De ahí el interés desde la sociología por dar cuenta de la inserción de esas

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disputas políticas, por la memoria y por analizar el impacto y la importancia que estas puedan tener en una sociedad que continúa en conflicto. En este sentido, al hacer referencia al tema de la memoria y su relación con el arte y el espacio público, es importante mencionar que, en escenarios como el del país, plasmar memorias cuya interpretación sigue siendo materia de pugnas en el presente resulta ser una tarea que a veces se presenta difusa e incluso peligrosa: La acción de fijar el recuerdo mediante monumentos o inscripciones supone un afán definitivo que a menudo entra en conflicto con una historia que para algunos actores continúa estando viva y no puede, todavía, “sellarse” en verdades últimas (Schindel, 2009, p. 69).

De esta forma, los individuos, grupos, colectivos y movimientos sociales que han querido asumir desde diferentes manifestaciones la construcción de una memoria colectiva lo han hecho a través de diversas estrategias, en diversos escenarios y con diversas intenciones, lo cual entra en fuertes controversias con intereses hegemónicos propios de una historia que no quiere permitir que se conozcan verdades del conflicto ni los correlatos y testimonios ocultos. Estas acciones se presentan como disputas políticas que hacen referencia a un proceso en el que actores sociales entran en conflicto. Estas disputas, en ocasiones, están basadas en demandas que se expresan de manera pública, buscando exigencias y reivindicaciones. Al respecto, Tilly (1998) afirma que las luchas políticas se dan por reclamaciones que buscan la reivindicación de algunos sucesos, derechos o sectores de la sociedad: El conflicto político incluye todas las ocasiones 1) en las que algún grupo de personas realiza reivindicaciones colectivas públicas visibles sobre otros actores (reivindicaciones que si se cumpliesen afectarían a los intereses de estos últimos) y 2) en las que al menos una de las partes afectadas por reivindicaciones, incluyendo terceras partes, es un gobierno. Por lo tanto, el conflicto político abarca revoluciones, rebeliones, guerras, conflictos étnicos, movimientos sociales, genocidio, campañas electorales, la mayoría de huelgas y cierres patronales, parodias públicas, incautaciones colectivas de mercancías, y muchas otras formas de interacción (p. 30).

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Dentro de este concepto de disputas políticas, la cultura cumple una labor social fundamental, pues desde allí es posible comprender e interpretar los significados (proceso simbólico) que supone una lucha entre diversas interpretaciones que buscan dar nuevas definiciones del poder social y dar a conocer nuevos significados, diferentes a los dominantes, como una disputa por la interpretación (Pinto, 2009). De acuerdo con lo anterior, para comprender mejor la noción de “luchas políticas”, es importante señalar que en las disputas por dar nuevas definiciones y nuevos significados desempeñará un papel importante la legitimidad y la hegemonía, pues “son dos formas de analizar la aceptación de la dominación y por ellos hacen parte preferencial de la disputa política, ya que tanto movimientos sociales como partidos políticos ponen en juego controversias políticas y luchas por el significado” (Pinto, 2009, p. 386). En este campo de luchas por las memorias existen personas, movimientos sociales e instituciones públicas que buscan reclamar y llamar la atención del público hacia asuntos afrentosos, para que de esta manera puedan hacerse visibles y a su vez puedan generar en la opinión pública constantes que animen el repudio contra la repetición de estas situaciones. Estas luchas se dan en diversos escenarios y a pesar de ello, para que estas puedan provocar debate y atención frente al público en general, especialmente cuando no existe legitimidad y reconocimiento en estas pugnas (puede ser que para lograr convertirse en una cuestión pública), sea necesario un proceso de larga duración y de mucha perseverancia, es decir, un proceso en el que “tiene que haber alguien que lo promueve, que empuja y dirige sus energías al fin deseado” (Jelin, 2002, p. 49). Ahora bien, la importancia que tienen aquellos que están en disputa por las memorias se da en términos de la dinámica que puede generar memoria y opinión pública, pues a pesar de que no todos los individuos comparten los mismos recuerdos y olvidos ni tampoco la misma ideología, lo que se busca muchas veces en estas pugnas es el reconocimiento y la aceptación de los hechos, la búsqueda por la verdad, por la justicia y por la no repetición. Al respecto afirma Jelin (2005): Las luchas para definir y nombrar lo que tuvo lugar durante periodos de guerra, violencia política o terrorismo de estado, así como los intentos de

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honrar y recordar a las víctimas e identificar a los responsables, son vistas por diversos actores sociales (incluyendo intelectuales y analistas del tema) como pasos necesarios para asegurar que los horrores del pasado no se puedan repetir (Nunca más) (p. 232).

A pesar de las luchas por hacer de la memoria y del pasado una parte esencial del presente y de los esfuerzos de organizaciones y movimientos sociales por obtener justicia y reconocimiento de los hechos, es evidente que para aquellas víctimas de violaciones de sus derechos humanos tales acciones no han tenido tanto éxito, especialmente en el Cono Sur, donde se han propuesto y promulgado leyes convenientes para perpetradores de crimenes y violadores de derechos humanos, quienes, en ellas amparados, terminan muchas veces cobijados por amnistías. Para aquellos “emprendedores de la memoria”1, la no repetición implica, en primer lugar, la investigación y el esclarecimiento de las violaciones a derechos humanos y de los hechos de violencia ocurridos durante un conflicto y, en segundo lugar, el castigo a los perpetradores y responsables de esos crímenes. Estas acciones buscan justicia. Estas luchas políticas, orientadas a generar opinión pública mediante su posicionamiento en el espacio, se presentan como acciones de denuncia, al tiempo que buscan contribuir al esclarecimiento de la verdad, el conocimiento sobre las víctimas y sobre sus restos en los casos de la desaparición forzada. Estas denuncias y búsquedas de la verdad deben conducir a acciones de la justicia que saquen a la luz pública a los responsables y perpetradores de violaciones de los derechos humanos. Por último, estas luchas buscan hacer visibles actos violentos que la gran mayoría de veces están ocultos, para de esta manera ampliar la conciencia sobre estos acontecimientos.

1 Expresión acogida por Elizabeth Jelin, tomada del sociólogo norteamericano Howard Becker, quien la propuso para referirse al tema de la desviación social, sosteniendo que en el proceso de generación y enmarcación de conductas desviadas debe haber alguien que se haga cargo de llamar la atención sobre estas desviaciones, a medida que van surgiendo, a fin de crear una constante. Becker llama a este grupo “moral entrepreuners”, es decir, empresarios morales. Jelin toma la expresión y la usa para referirse a aquellos que son promotores e impulsores para que las memorias sean visibles, y los llama “emprendedores de la memoria”.

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En esas diversas intenciones, uno de los aspectos primordiales de las luchas políticas es posicionar esas memorias en el espacio público; correlatar alternativamente lo que está sucediendo, impugnar los relatos oficiales; por que esa valoración del pasado obtenga el reconocimiento de la opinión pública; por brindarle importancia a su inscripción y permitir su posicionamiento dentro de una marcación territorial. Schindel (2009) lo explica de este modo: La instalación de monumentos, placas o recordatorios, así como el tratamiento que se da a los sitios que fueron escenario de la violencia, son un modo en que se ejercen y plasman las memorias así como los conflictos asociados a ellas (p. 66).

De esta manera es posible evidenciar cómo estas pugnas insertas en el espacio público buscan incidir deliberadamente en asuntos políticos, es decir, van más allá del acto de rememorar un suceso y se enmarcan en acciones e iniciativas para poner en marcha un proyecto con nociones claras hacia el futuro. La producción y reproducción simbólica hacen parte de un ámbito social y, como tales, constituyen un elemento importante para involucrar situaciones en las que la sociedad reconozca y refiera hechos que han ocurrido en su seno. En ese sentido, representar un acontecimiento en palabras, imágenes, performances o cualquier tipo de manifestación artística, que le dé un valor a la construcción de la memoria colectiva y entre a disputar dentro del campo de la legitimidad una lucha política para el reconocimiento de sucesos que son invisibles y pasan desapercibidos frente a la opinión pública, se presenta como una posibilidad de correlatar alternativamente pugnas frente a los relatos hegemónicos. Correlatos en los cuales individuos y colectividades buscan espacios diferentes a los oficiales, para dar a conocer estos sucesos, replantear el pasado y cuestionar aquellos mecanismos habituales que construyen dictámenes de lo que sucede en un contexto particular, a través de medios privados que dan a conocer ciertos hechos desde la perspectiva oficial. Las prácticas y representaciones artísticas han ocupado un lugar permanente durante la configuración de la historia y, en ese sentido, en la configuración de la memoria colectiva. La literatura, las artes visuales, el cine, las artes escénicas y la música, entre otras, han ocupado un lugar central en la construcción de procesos simbólicos; en

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la cultura, debido a lo cual siempre han existido diversas formas de presentación y representación que no solo han llegado a tener reconocimiento y posicionamiento, porque se presentan en museos o en casas de arte, sino también manifestaciones que de alguna manera, más allá de las discusiones sobre lo estético y lo bello en el arte, deben tener un posicionamiento y un lugar en galerías: Recurren a materiales y procedimientos artísticos como parte de una intervención más directamente política. Estas últimas pueden haber sido generadas por iniciativa de artistas, pero el sujeto que efectivamente las produce se torna masivo y anónimo, se instalan en lugares públicos (plazas o calles) y adquieren visibilidad social como parte de movilizaciones por los derechos humanos (Jelin y Longoni, 2005, pp. 11-12).

Este tipo de intervenciones y expresiones que recogen motivaciones colectivas se dan para contar algo frente a los relatos que se posicionan como oficiales generalmente oficiados por quienes tienen la capacidad más amplia de generar opinión pública en la sociedad: los medios masivos de comunicación. Estas intervenciones sobre las que algunos individuos o movimientos sociales buscan relatar de forma alternativa un suceso se dan en el marco de un contexto social; por lo tanto, se realizan por un individuo o una colectividad que no puede ser visto como pasivo, sino como partícipe dentro de un entramado particular. Las formas artísticas alternativas han permitido abordar los hechos de una realidad a partir de formas performativas en las que se narra y, de alguna manera, se ofrece otra mirada de lo que ha sucedido o sucede, buscando posicionarse y generar opinión, acudiendo a las calles, parques, plazas y espacios donde los transeúntes son múltiples, para contar otras perspectivas, otras lecturas, otras sensaciones, en su mayoría contrarias a los relatos oficiales y a las narraciones impuestas desde el poder y determinantes sobre cómo se debe opinar y recordar. De esta manera, las manifestaciones artísticas y performativas se dan como una lucha política frente al olvido y como una forma de resistencia. Sobre este tipo de arte Aldana (2009) señala: Es así como desde el arte, un arte más ligado con lo cotidiano y lo popular que con la estrechez de las reglas artísticas, que se re-configuran recuerdos

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individuales y colectivos que miran de otra forma al pasado, buscando alejarse de construcciones hegemónicas en la proyección de un futuro más cercano a las necesidades e identidades de los grupos que recurren a él (p. 25).

Así, las manifestaciones artísticas como alternativas para hacer visibles hechos relevantes, que ante la cotidianidad pasan desapercibidos debido al poder y a la influencia del relato oficial y de quienes se encargan de contarlo, se dan generalmente en escenarios en los que los sistemas democráticos carecen de fortaleza y en los que en el conflicto se presentan fuertes cargas de poder que, primero, no permiten que se brinde un reconocimiento en la sociedad de sucesos que deberían ser conocidos, segundo, no evidencian los daños ocasionados a las víctimas de este conflicto y, por último, no revelan a sus perpetradores. Esta debilidad democrática, de alguna manera, se convierte en generador de una cultura de la impunidad, del olvido y, por lo tanto, de la invisibilidad de las víctimas y los sectores afectados y vulnerados, ya que abre la posibilidad de que esos hechos puedan seguir repitiéndose en la medida en que se les desconozca. Por ello, es de suma importancia garantizar que los hechos violentos no se repitan y que la sociedad reconozca como imperativo lo sucedido, para poder aprender de la historia y construir sus memorias colectivas sobre los principios de verdad y justicia. Por esta razón, el arte y lo simbólico llegan a ocupar un lugar en la construcción de la memoria, pues “el arte cuestiona los mecanismos tradicionales que obligan a recordar a la mayoría de la opinión pública la forma en que sucedieron determinados sucesos y la responsabilidad de los agentes involucrados en ellos” (Aldana, 2009, pp. 24-31). Ahora bien, al hablar de manifestaciones artísticas concernientes a la memoria, se puede hacer referencia a una noción muy amplia al respecto. Sobre esto existen distintos formatos, modos de presentación y representación y distintos espacios de expresión, divulgación y circulación de dichas manifestaciones, las cuales no se restringen a galerías, museos, teatros, etc., sino que, aunque no legitimadas como arte, encuentran un lugar muy empático dentro de lo popular, al recurrir a materiales y procedimientos artísticos como parte de una expresión política. Estas manifestaciones artísticas han ocupado un lugar muy afianzado en los procesos de memoria y tienen un componente que sobrepasa los límites del arte como

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una expresión individual, pues estas expresiones, al insertarse en las calles, en los parques, en las plazas públicas y en otros espacios, permiten que el alcance sea mayor e incluso masivo, con el fin de adquirir una mayor visibilidad para la sociedad, como una forma de exigibilidad, de denuncia y de no callar, para que hechos afrentosos y violentos no queden en el olvido, para que se organice algún tipo de movilización. Por otro lado, el arte dentro de la construcción de memoria colectiva tiene otra dimensión, en la medida en que el arte puede presentar el sufrimiento y las experiencias en las cuales se ha dado tortura, desaparición, muerte, desplazamiento, persecución y exilio, entre otras formas de violencia; es decir, genera una dimensión sobre los testimonios personales y colectivos que se presentan a través de estas manifestaciones. Esto tiene importancia en cuanto existen obstáculos y trabas para lograr que el testimonio de alguien que se ha visto vulnerado pueda manifestarse para relatar su experiencia. Esto es comprensible porque ante tales situaciones se puede presentar lo que Jelin (2002) denomina como “huecos simbólicos de lo traumático”, los cuales se enmarcan en los límites de lo que una víctima puede decir. En ese sentido, desde lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial, en Auschwitz, el testimonio desde múltiples manifestaciones que no solo se remiten al arte se ha prestado como un vehículo y una forma de contar la tragedia. De esta manera, “el testimonio como construcción de memorias implica multiplicidad de voces, circulación de múltiples ‘verdades’, también de silencios, cosas no dichas” (Jelin, 2002, p. 96). En este sentido, las manifestaciones artísticas, literarias y performativas encaran de una forma particular el relato y el testimonio frente al sufrimiento y la represión. Esto es también una manera de expresar lo que se siente, de procesar el conflicto y el trauma, de volver decibles los sentimientos, que a veces son difíciles de expresar y que pueden materializar algunas necesidades y dificultades que se presentan colectivamente para reivindicar la lucha por las memorias. Ahora bien, una de las mayores contribuciones que puede hacer el arte a la construcción de memoria colectiva es la de representar el mundo de otra manera, narrado desde otras voces, para que esas narraciones y correlatos impregnen la historia y la sociedad. Por tal razón es posible afirmar que desde el arte se puede

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crear una visión transformadora del mundo, pues al igual que otros ámbitos que hacen parte de la realidad social, desempeña un papel que se encuentra conectado con otras esferas. Las manifestaciones artísticas que se toman el espacio público como un medio estratégico de resistencia, de quienes tienen la dificultad de insertar sus memorias en espacios privados, den a conocer una reconstrucción del pasado y propongan, a su vez, un lugar y un espacio en el que la performancia hable de aquellas interpretaciones y sucesos de esas voces silenciadas y ahogadas. Las manifestaciones artísticas como una vía alternativa frente al hermetismo de medios oficiales –que por su condición de privados son de acceso e incidencia restringidos para unos pocos– se presentan como una forma no solo de denuncia, sino también como forma de expresión y de no olvido. Estas manifestaciones buscan posicionarse en lugares de fácil entrada y desean ser generadores de una opinión pública diferente a la producida por los medios; sin embargo, el lograr posicionar estos actos performativos y alternativos resulta ser una tarea difícil para los “emprendedores de la memoria”, más aún cuando el escenario de conflicto es persistente. Al respecto Aldana (2009) afirma: El arte por sí solo no puede cambiar el mundo. Tal vez su mayor contribución sea la de hacer ver el mundo de otra manera, ver lo cotidiano como extraordinario y traer otras voces, diferentes a las ya conocidas, para que hablen sobre sus propias y particulares historias (p. 30).

Dos experiencias exitosas latinoamericanas que pueden ejemplificarlo fueron aquellos ocurridos en dos países del Cono Sur, en los cuales, mediante actos masivos de performancia, buscaron su posicionamiento en el espacio público, emprendieron y ejercieron luchas políticas por la memoria, luchas para narrar alternativa y simbólicamente. El primero de ellos se desarrolló en Argentina en la década de los años ochenta y se denominó Siluetas, pero es más conocido como El Siluetazo; el segundo se llevó a cabo en Perú, en el 2000, y se denominó Lava la Bandera. El Siluetazo surge a partir del Proceso de Reorganización Nacional, que fue como se denominó la dictadura militar argentina entre 1976 y 1983, luego del golpe de Estado que derrocó al gobierno de María Estela Martínez de Perón, para subir al

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poder a una junta militar liderada por comandantes de las fuerzas armadas, quienes implantaron el régimen más violento de toda la historia de Argentina. En esta época fueron frecuentes el terrorismo de Estado, la desaparición forzada, los asesinatos de miles de personas, el robo frecuente y sistemático de recién nacidos, la gran cantidad de violaciones a los derechos humanos y otros crímenes de lesa humanidad propiciados por la dictadura. El 21 y 22 de septiembre de 1983, en Buenos Aires, Argentina, en tiempos de dictadura, mientras se realizaba la Tercera Marcha de la Resistencia por iniciativa de tres artistas plásticos, se llevó a cabo una acción masiva, performativa y de un remarcado carácter político, que en ese momento se dio a conocer como Siluetas y que luego fue más conocido como El Siluetazo. Sobre esta acción colectiva Jelin y Longoni (2005) describen: Miles de manifestantes se abocan a la producción de siluetas de tamaño natural, como forma de representar “la presencia de la ausencia”, la de los miles de detenidos desaparecidos, denunciada y reclamada con las consignas, “con vida se los llevaron, con vida los queremos” y “aparición con vida” (p. 69).

Los participantes de esta acción estética y performativa en la Plaza de Mayo y en sus inmediaciones dibujaron miles de siluetas de hombres, mujeres y niños para rememorar a todas aquellas víctimas desaparecidas en la dictadura. Algunas de esas siluetas venían con inscripciones de nombres de desaparecidos, fechas de desaparición y consignas al respecto. Durante toda la noche “se pegan las siluetas (de pie, nunca yaciendo en el piso, por estricto pedido de las Madres de la Plaza de Mayo)” (Jelin y Longoni, 2005, p. 69), recurriendo a lugares del espacio público como fachadas de casa y edificios, columnas, cabinas de teléfonos, postes, árboles y kioscos, en las cuales no se hizo necesario hablar mucho para enviar un mensaje claro sobre lo que estaba ocurriendo en el país y, adicionalmente, en el que este acto simbólico, que se transformó en acto masivo, se convirtió en denuncia de muchas personas y en un acto de no olvido de los miles de desaparecidos durante una dictadura que seguía en curso. Algo que siempre estuvo presente en El Siluetazo fue la discusión de si realmente esta práctica podía inscribirse en lo que se conoce como arte: “Para justificarlo,

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se puede inscribir El Siluetazo dentro de cierta genealogía de prácticas artísticas contrahegemónicas que cuestionan la carencia de función social del arte moderno” (Longoni y Bruzzone, 2008, p. 41). En ese sentido, esta acción performativa, aunque no fue presentada por los promotores como arte y que, por lo tanto, en el instante en que se desarrolló no fue leída como tal, pues era considerada como una forma visual de lucha y de memoria, puede presentarse, como dice Longoni y Bruzzone, como una acción que pone en cuestión la condición moderna del arte al socializar la producción, al buscar una inserción distinta a los restringidos circuitos artísticos. […] Quizá deba atribuirse a la propia radicalidad artística del proyecto el hecho de que su estatuto artístico haya quedado invisibilizado para la historia del arte durante tanto tiempo (p. 43).

La intervención y participación de tantas personas manifestando mediante este acto de las siluetas —el cual no necesitaba de voz y de arengas para que fuera comprendido en el contexto argentino de la época— fue fundamental en la elaboración de esta performancia, ya que si no se hubiera tornado masiva, entonces no habría tenido la fuerza y la visibilidad necesarias para volverse un símbolo, para entreverse y generar opinión pública. Por otra parte, en otro contexto, se realiza la acción Lava la Bandera, que ocurrió durante el 2000 en Lima, Perú, de doce del mediodía a tres de la tarde, todos los viernes en la Plaza Mayor, donde una gran cantidad de personas se apropiaban del lugar para públicamente lavar la bandera peruana, en un ambiente de denuncia y de protesta, pero también de resiliencia: Con el pasar de los primeros días, las colas fueron incrementándose y mucha gente de diferentes clases sociales asistió a la mencionada Plaza con el objetivo de expresar así su indignación frente al régimen (Vich, citado en Jelin y Longoni, 2005, p. 79)

En frente de la sede central de gobierno peruano, en plena plaza pública, las banderas eran lavadas, exprimidas y luego colgadas en tendederos de ropa, como una forma de

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protesta y de indignación frente a los grandes problemas de corrupción del gobierno del ex presidente Alberto Fujimori2, que se consolidó en un régimen de diez años. Por tal razón, los peruanos salieron a manifestar mediante este emblema de denuncia “una especie de ‘vuelta a la vida’ a partir de un nuevo bautismo ciudadano. Era cierto, en aquellos momentos la patria estaba más sucia que nunca, putrefacta” (Vich, citado en Jelin y Longoni, 2005, p. 79). La manifestación performativa Lava la Bandera se dio como un acto de presión muy fuerte de la sociedad civil a todo lo que sucedía en el país. Se encontró en esta acción una manera de manifestar su inconformidad contra un régimen dictatorial, asociado a las mafias; a su vez, una manera de hacer resistencia a la desaparición forzada, a la corrupción; en otras palabras, era una manera de hacer visible, ante la opinión pública, la realidad política del Perú. Con el transcurso de los días, esta iniciativa fue sumando gente hasta el punto de convertirse en una protesta masiva. En este sentido, el acto de lavar la bandera en la plaza pública, donde se encuentra representada la centralidad del poder, se convirtió en una alternativa para evidenciar la crisis política y social que estaba viviendo el país, como forma de resignificar la nación y, además, de mostrar “que la construcción del sujeto ciudadano se encuentra inevitablemente atravesada por lo simbólico y lo político” (Vich, citado en Jelin y Longoni, 2005, p. 82). Ahora bien, como se mencionó con anterioridad, este artículo es producto de una investigación sobre las prácticas artísticas y performativas como posibilidades para hacer memoria en medio del conflicto armado, que ha sido de larga duración en Colombia. Por ello, se investigó el trabajo puntual de Teatro Efímero, que surge entre 2003 y 2004 en Altos de Cazucá, Soacha, debido a una gran preocupación de los miembros de la Fundación Cultural Rayuela por la violencia y la gran cantidad 2 Fujimori duró en el poder desde 1990 hasta el 2000, año en el cual, al verse acorralado por diversos escándalos durante su gestión, huyó a Japón y desde allí renunció a su cargo. En estos momentos se encuentra cumpliendo condena de veinticinco años de cárcel por crímenes de lesa humanidad y delitos de corrupción. A todos estos delitos se suma la figura de Vladimiro Montesinos, quien se desempeñó como la cabeza principal de los organismos de seguridad peruanos, de quien se dice es responsable en la formación del grupo paramilitar Colina, que efectuó terribles operativos de desaparición y asesinato en el Perú.

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de homicidios que se presentaban cotidianamente en ese lugar. Frente a esta cotidianidad nace la iniciativa de reaccionar ante todo lo que estaba sucediendo en ese contexto, dado que la mayoría de organizaciones de derechos humanos que trabajaban allí solo se limitaban a poner la denuncia frente a las instancias legales. La Fundación Cultural Rayuela, a pesar de sentir que esas acciones eran importantes, era consciente de que estas no tenían la contundencia y la fuerza de visibilización de todo aquello que estaba ocurriendo en el sector, pues era bien sabido que la gran mayoría de denuncias nunca terminaban en nada. De esta reflexión surge Teatro Efímero. Así fue como empezaron a enfocarse en un problema del sector. En 2003 se visibiliza un grupo armado ilegal que hacía presencia en la zona, generando miedo y zozobra dentro de la población, y por medio de amenazas y violencia imponía su propia ley, prohibiendo transitar más tarde de las ocho de la noche, estar en los parques, vestirse con ropa ancha, con ropa negra, etc.; por esta razón, Rayuela empezó a pensar en una acción que fuera colectiva y, además, entendida como un acto de desobediencia y resistencia, en la que se pudiera estar en aquellos lugares prohibidos a las horas prohibidas. Fue así como convocaron a muchos jóvenes de diferentes barrios y sectores populares de Bogotá y de Soacha, jóvenes que en su mayoría habían estado vinculados a experiencias colectivas como el rap, la danza, la ecología, la religión, a quienes se les contó puntualmente lo que estaba sucediendo en Altos de Cazucá y la importancia de la realización de una acción en defensa de la vida. Con esta labor lograron juntar a quinientos jóvenes, con los cuales se empezó a hacer un trabajo con talleres de artes escénicas, en los que se formó incluso políticamente, tratando de que los actos de desobediencia y resistencia fueran una acción con sentido y no solo el hecho de “estar ahí”, ya que para Rayuela era claro que esa acción conllevaba riesgos y que para estar allí, tal y como se los había transmitido la Guardia Indígena, se necesitaba de una fuerte formación espiritual, conocer el contexto, saber qué era lo que estaba sucediendo en Cazucá, al igual de que los jóvenes entendieran muy bien qué era lo que estaba en juego en esa acción. Fue así, después de una larga preparación, cuando sintieron que los jóvenes ya se habían arraigado a esta iniciativa, para al fin decidir llevarla a cabo, tomándose el lugar. Entonces se hizo una primera acción en la que recorrieron los parques y las calles por donde “no se podía andar”; quinientos jóvenes vestidos todos de negro con una máscara blanca, caminando las

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calles en silencio, como una procesión, como inspirada de la secuencia del video musical de The wall, de Pink Floyd, en la que todos están vestidos iguales y marchan en rítmicos y automáticos movimientos hacia una gran máquina de moler que los tritura y los convierte a todos en carne de salchicha. A raíz de que esa acción fue cubierta por la prensa, se abrió la posibilidad de contar lo que estaba pasando en estos barrios por los noticieros, lo cual le dio mayor valor a la acción, pues permitió que esas voces fueran amplificadas. A partir de ello, la labor de Teatro Efímero empieza a llenarse de sentido y su acción empieza a multiplicarse y a ser llevada a otros barrios marginales de Bogotá, en los que también se empezaban a montar pequeños observatorios de conflicto. Estas acciones se generaron en muchísimos lugares; luego, gente de otros lugares del país empezó a interesarse en ese trabajo y poco a poco se fue abriendo la posibilidad de hacer teatro, pero un teatro más cercano al performance. Otra acción muy importante de Teatro Efímero, que con el tiempo se ha convertido en un símbolo de las víctimas en el país, ha sido la de los ladrillos, la cual comenzó en Soacha en el marco de unas iniciativas juveniles en las que se hicieron aproximadamente doscientos carteles funerarios que se pegaron en el suelo y en cada uno de los cuales se inscribía el nombre de una víctima, de algún joven asesinado en las lomas, la fecha en la que murió o desapareció, el barrio en el que falleció y si este había sido víctima de asesinato o desaparición. Esta acción provocó un impacto sobre la población, que al ver los carteles empezó a reconocer familiares, a ponerle nombre a los NN, porque el lugar y la fecha coincidían, y así más gente empezó a dar nombres de familiares que no estaban allí. De esta manera, se hicieron cada vez más carteles, testimonio de la potencialidad de esta acción, pues en primer lugar tienen una fuerte capacidad de demanda y conmoción y, en segundo lugar, se convierten en un modo de documentar lo que estaba ocurriendo con las víctimas y sus historias de vida. De ahí surgió la idea de pegar los carteles a ladrillos blancos por tres razones: primero, porque los carteles, al estar pegados al piso, se despegaban fácilmente; segundo, pensando en la idea de que “si nos descuidamos vamos a ser un ladrillo más en la pared”,

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como dice la aludida canción de Pink Floyd, o también “un ladrillo puede contar de una manera distinta para construir el país que queremos”; y finalmente, porque los ladrillos ganaban volumen, y al hacer algo en la calle es muy importante que tenga mucho grosor para hacer más visible la acción y, también, para hacer algo con estos monumentos. De esta manera, intentaron llevar la acción a Altos de Cazucá y no funcionó, porque a la gente le generaba miedo participar de la acción, así que surgió la idea de llevarla a la Plaza de Bolívar, en el marco del Día Internacional de los Derechos Humanos, y consiguieron el permiso por la Alcaldía Mayor de Bogotá para poner los ladrillos desde la una de la tarde hasta las siete de la noche un 10 de diciembre, con el siguiente eslogan: “Por vida y dignidad, hablemos de verdad”. El evento tuvo tal magnitud y potencia que aproximadamente a las diez de la noche, en la Plaza de Bolívar había cerca de 3.000 personas poniendo velas y haciendo altares; dado que quitar los ladrillos se hacía imposible, hablaron con la Alcaldía y concordaron que no quitarían el monumento en esa noche. A la mañana siguiente fueron nuevamente a la Plaza de Bolívar y los ladrillos seguían ahí; por tal razón, acudiendo a la performancia, empezaron a hacer teatro y a llamar para que enviaran coronas a ese lugar. Así, los ladrillos con coronas y pedestales estuvieron durante treinta y tres días, en los cuales acudieron miles de personas a denunciar, a hablar de sus muertos, a hacer memoria de los hechos de violencia que ocurren en el país, pero también a reflexionar sobre las víctimas y la realidad. Cuando esa acción comenzó en la Plaza de Bolívar, era un 10 de diciembre de 2005 con 600 ladrillos, con nombres de jóvenes asesinados en las lomas de Bogotá, y luego de más de un mes, el 13 de enero de 2006, terminó con un monumento de 1.500 ladrillos, con nombres de víctimas desaparecidas o asesinadas de todo el país. Esto fue posible porque llegaban personas con denuncias, con nombres, con fotos de sus víctimas y les hacían altares. Una acción que se hizo masiva, que contaba la historia de muchísimas víctimas en Colombia, que se manifestaba como una lucha política por la verdad, encuentra en un arte, muy ligado a la performancia, una alternativa para contar relatos ocultos, víctimas en silencio y que, al tiempo, hace memoria de muchos hechos que se dan en el país. Estos hechos llegan a los medios de comunicación debido a su persistencia y masividad y hace que los ladrillos se conviertan en un símbolo de las víctimas del conflicto en el

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país. El uso de lo simbólico tiene fuerza y aún más si su posicionamiento llega a impactar sobre el espacio público. De esta manera, lo simbólico se convierte en masivo y tiene un gran valor sobre la sociedad y sobre la memoria, pues al construir memoria colectiva se hace imperante, por hacer que el dolor callado de los muertos de la violencia tenga circulación, tenga palabra y se convierta en un lugar en el que se pueda contar; un lugar en el que el olvido deje de ser el protagonista, para que esos hechos puedan darse a conocer y no vuelvan a repetirse. La instalación del monumento de las víctimas de Teatro Efímero, más allá del símbolo, se ha convertido en miles de relatos, en miles de memorias que cuentan una parte de la realidad del país: la realidad de las víctimas, de los muertos, de la violencia que sigue persistiendo en todo el país. La iniciativa de los ladrillos con nombres de víctimas ha logrado llegar a diferentes rincones del país e incluso ha logrado ir a tierras extranjeras; es una acción que se ha multiplicado y que sin lugar a dudas se ha vuelto un símbolo de la memoria en Colombia, pues ha sido posible instalar monumentos de este tipo en plazas y parques, una vez al mes, en ciudades y pueblos como Barranquilla, Cartagena, Medellín, Pereira, Mocoa, Líbano (Tolima), Puerto Berrío (Antioquia), la Dorada (Caldas), la Gabarra (Norte de Santander), Tibú (Norte de Santander), Puerto Caicedo (Putumayo), Soacha (Cundinamarca), y en el extranjero ha logrado estar en Jijona y Vélez (España), en donde cada dos meses sacan el monumento con nombres de víctimas de la violencia en Colombia. De acuerdo con esto, es importante dar cuenta, respecto al conflicto armado que enfrenta desde hace varias décadas el país y frente a procesos malogrados como el de la Ley de Justicia y Paz, de que una parte de la sociedad civil colombiana (en su mayoría víctimas) ha entrado fuertemente a reclamar y exigir el conocimiento de la verdad y la superación de la impunidad. Esto es así porque, en primer lugar, no se ha permitido que exista justicia y, en segundo lugar, lo que ha promovido es el olvido, pues dada la larga duración del conflicto, de alguna forma se ha permitido que el país se haya estructurado políticamente por la violencia. Uprimny (2010) señala la complejidad del conflicto en Colombia de la siguiente manera: Entre quienes han analizado el caso colombiano, parece haber un consenso frente a que el proceso que experimenta el país no es un proceso transicional

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similar a los adelantados por otros países, precisamente por la complejidad social, política y económica del país. También coinciden en que no se trata de una transición completa (p. 328).

El proceso de justicia transicional que comenzó en el país con la implementación de la Ley 975, o de Ley Justicia y Paz de 2005, después de más de seis años de vigencia no parece ser una ley efectiva para un proceso de transición de un conflicto. Por el contrario, se ha creado un proceso de justicia transicional fragmentario, pues desde que esta se estableció no se han dado muestras, por parte del gobierno, de negociaciones con más actores alzados en armas; a su vez, ha dado serias muestras de que los paramilitares no se desmovilizaron en realidad y siguen operando con el nombre de bandas criminales (Rastrojos, Urabeños, Paisas, Águilas Negras, entre otros). Ahora bien, si el proceso de justicia transicional tiene por objeto afrontar los abusos del pasado, jurídicamente, para dar cuenta de los responsables, de los hechos y de la verdad, la justificación y la legitimidad que estos deben tener se encuentra anclada en la memoria de lo que sucedió. Sin embargo, la memoria colectiva debe buscar ir más allá de la verdad, pues esta debe conducirnos a garantías de no repetición, y en un contexto como el de Colombia en el que el conflicto y los grupos armados ilegales siguen en vigencia es difícil que se generen nociones diferentes hacia futuro. De acuerdo con esto, se hace evidente que es muy difícil hacer memoria en medio del conflicto; sin embargo, la existencia de lo que Jelin (2002) denomina “emprendedores de la memoria” hace pensar en la posibilidad de hacer memoria en medio del conflicto, pero no mediante leyes como la de Justicia y Paz ni mediante mecanismos institucionales, sino a través de movimientos sociales que disputan luchas por la reivindicación de las víctimas y la memoria, con nociones hacia el futuro, creando conciencia y opinión pública frente a la realidad del país. En ese sentido, la búsqueda por parte de movimientos y organizaciones sociales, como la Fundación Rayuela y Teatro Efímero, ha desarrollado una apuesta desde las prácticas artísticas y la performancia para expresar las inconformidades sociales, presentando al arte como una posibilidad de resistencia y resiliencia.

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El hecho de encontrar en prácticas artísticas y alternativas como estas una vía distinta, en un contexto conflictivo y dejando cada vez más víctimas, es una labor que funciona como recurso para rememorar y no permitir que tantos hechos que ante la opinión pública se hacen invisibles sigan siéndolo; y a su vez, como prácticas con un intensión clara: que la impunidad no siga reinando. Así, el arte es una herramienta muy poderosa, en especial en un lugar donde la verdad y la justicia no han sido privilegiados y, más aún, donde se ocultan muchos de los sucesos violentos que han ocurrido; en un lugar donde no se conocen el nombre de muchas víctimas que aún siguen desaparecidas y que incluso sus familiares, por el temor a una retaliación, no se han atrevido a denunciar, porque grupos armados ilegales siguen gobernando gran parte de territorios del país. Así pues, las prácticas performativas no solo son una forma de hacer memoria, sino también una forma de denuncia, de generación de opinión pública y de resistencia; en especial cuando los canales oficiales tanto jurídicos como mediáticos se encuentran cerrados por intereses particulares y, además, no han demostrado ser muy confiables en su operar. Por lo tanto, el arte para construir memoria tiene una importancia gigantesca, cuando logra ser masiva y funciona, potencialmente, para elaborar memoria colectiva, para instaurarse en lugares públicos y llegar a todo tipo de personas que transitan por las víctimas, pues desde allí, como lo ha demostrado Teatro Efímero alrededor de sus acciones, es posible disputar una lucha política por la generación de opinión pública y por cuestionarse la construcción de un relato oficial, en el que se irrumpe la cotidianidad de las personas para dar a conocer hechos que a veces son invisibles a estos. En el país, la construcción de memoria colectiva a través de manifestaciones artísticas y performativas, en un contexto en el que el conflicto armado y la violación a derechos humanos es continua, tiene un componente transformador, como lo revela Teatro Efímero, pues si a través de estas manifestaciones se logra provocar que la gente hable, que denuncie y que revele la verdad de lo que ha ocurrido en sus vidas frente a la violencia en Colombia, se está logrando que se den pasos para buscar la verdad y para que esa gran cantidad de víctimas que hay en la historia y que no se conocen, empiecen a hacer

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visibles y a hablar mediante estos correlatos alternativos que se proponen y que incita el arte. En estos casos, estas manifestaciones artísticas y performativas van más allá de lo estético y se convierten en una apuesta social y política. Algo más importante aún: este tipo de manifestaciones artísticas y performativas no simplemente se quedan en la denuncia pública; por el contrario, tienen una posibilidad archivística muy grande, pues en acciones como El Siluetazo en Argentina o como Los Ladrillos de la Memoria en Colombia se abre la posibilidad de que la gente hable, de que pregunte por sus víctimas y de que en ese proceso se conviertan los ladrillos en un archivo que da cuenta de las víctimas del conflicto armado interno. Así como la memoria es indispensable para hablar de justicia, los archivos de rememoración son un elemento fundamental para que la impunidad no continúe. De esta manera, la memoria se convierte en una alternativa para que los hechos violentos y afrentosos que vive una sociedad no se repitan, para que esos hechos, al ser reconocidos, no se conviertan en un elemento de venganza, que es lo que también ha ocurrido en el país, pues no darle un lugar a la memoria en la construcción del país es permitir que estos hechos se sigan repitiendo constantemente. En este sentido, la memoria se nos presenta como base fundamental para las luchas del presente, en la medida en que, al pensar en todas las víctimas que existen en el país, toda la impunidad que hay alrededor de estas muertes y lo que ha ocurrido en el pasado quede en el olvido; esto, de algún modo, les permite que los hechos se sigan repitiendo hacia futuro. De ahí la importancia de construir memoria y de buscar alternativas para hacerlo, encontrando una posibilidad aliada, muy fuerte, en el arte y la performancia. En ese sentido, la alternatividad, la búsqueda de correlatos y el posicionamiento en el espacio público son elementos fuertes de expresión y de denuncia, pero también elementos de relevancia para pensar gacia futuro y para llevar a la memoria en frente, lo que posibilita que estos hechos jamás se repitan, especialmente cuando los aparatos del Estado no logran dar respuesta a los actos violentos. A su vez, es importante mostrar la capacidad que tiene el arte para hacer ver el mundo de otra manera, para contar lo que muchas veces es invisible a la opinión pública, para darle un significado a la realidad social y otra mirada a lo narrado por la historia oficial. Sin embargo, es importante aclarar que solo hasta ese lugar

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puede llegar el arte, pues “frente al trabajo que realiza la historia, el arte solo llegaría a ser un dato, otro recurso a las fuentes, que en ningún sentido desplaza el trabajo del historiador en la comprensión de los fenómenos sociales” (Aldana, 2009, p. 30).

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Santiago Jiménez Mojica Memoria, prácticas artísticas y espacio público: posibilidades frente al conflicto armado colombiano

Schindel, E. (2009). Inscribir el pasado en el presente: memoria y espacio urbano. Política y cultura, 31, 65-87. Recuperado de http://www.scielo.org.mx/scielo. php?script=sci_arttext&pid=S0188-77422009000100005&lng=es&tlng=es Tilly, C. (1998). Conflicto político y cambio social. En P. Ibarra y B. Tejerían (Eds.). Los movimientos sociales, transformaciones políticos y cambio cultural. España: Trotta. Uprymny-Salazar, C. (2010, julio-diciembre). Saberse algo de memoria en el proceso transicional colombiano. International Law: Revista Colombiana de Derecho Internacional, 17, 323-353.

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Convocatoria para la próxima edición de la revista ¿Cómo la historia construye nuestra memoria y cómo nuestra memoria define nuestro presente y nuestro futuro?

Recientemente, en las ciencias sociales han cobrado una fuerza significativa los conceptos de memoria, memoria histórica y memoria colectiva, como resultado de los debates epistemológicos y políticos fundamentales en torno, primero, al papel que juega la historia en la construcción del presente; segundo, a la capacidad de las élites de instrumentalizar la historia como medio de legitimación de sus proyectos políticos; tercero, y finalmente, a la comprensión de los procesos de colonización cognitiva a través de los cuales la dominación de una sociedad y la apropiación de sus recursos pasan también —y primordialmente— por la intervención en sus formas de conocimiento. En el contexto latinoamericano, estas discusiones se tornaron centrales en la medida en que surgieron preguntas orientadas a entender los procesos de configuración de identidad de sus distintas comunidades políticas, o a determinar las consecuencias de la violencia allí donde esta quería desaparecer actores, procesos y apuestas políticas, o a enfocar la atención en el patrimonio y en las construcciones de sentido de los objetos en los que se materializa la historia de los pueblos. Estas preguntas partían de unos presupuestos comunes: si la historia de América Latina incluye procesos de desestructuración de sus comunidades ancestrales y de las narraciones culturales ligadas a ellas, entonces aquello que llamamos pensamiento latinoamericano no sería más que el resultado de un proceso colonizador eurocéntrico. Adicionalmente, la configuración y reconfiguración política y cultural en estos países han estado permanentemente atravesadas y performadas por la violencia. Nuestra historia está determinada por las guerras y, con estas, por la estructuración de nuevos órdenes sociales históricos establecidos y contados siempre por los vencedores.

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Todo este riquísimo debate nos estimula a proponer este número monográfico sobre el papel y los usos de la historia, sobre las configuraciones de identidad y patrimonio, sobre la necesidad de las sociedades de rescatar las múltiples historias que las han configurado, y rescatar las voces siempre silenciadas; por ello, proponemos los siguientes ejes para la presentación de artículos: 1. Memoria, identidad y patrimonio 2. Memoria, movimientos sociales y acción colectiva 3. Arte, espacio público y memoria 4. Verdad, memoria y violencia 5. Territorio, desarrollo y memoria En torno a las líneas trazadas por esta convocatoria, la revista Campos recibirá, evaluará, seleccionará y publicará los mejores artículos que se ajusten a los siguientes parámetros: 1. Los artículos propuestos deberán ser inéditos y, en la medida de las posibilidades, exponer resultados de investigaciones en curso o finalizadas. 2. Los artículos deberán remitirse en archivos de Microsoft Office Word 2007, con una extensión mínima de 20 páginas y máxima de 30 (en fuente Times New Roman, 12 puntos y a doble espacio con márgenes de 2,5), incluida la lista final de referencias, en estilo de citación y referenciación APA; estructurado en el siguiente orden: • Título • Nombre(s) del(os) autor(es), máxima titulación académica alcanzada, actual(es) filiación(es) institucional(es) y correo(s) electrónico(s) • Resumen (máximo 100 palabras o 700 caracteres con espacios incluidos) y palabras clave (máximo cinco)

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• Abstract y keywords (resumen y palabras clave en inglés, con similar extensión que en español) • Naturaleza y origen del artículo: si se trata de un artículo producto de investigación —preferible, se reitera—, mencionar la entidad que la patrocinó o, en todo caso, las condiciones institucionales en que fueron obtenidos los resultados allí reportados, por ejemplo: en el desarrollo de una tesis personal para optar por una titulación académica, como avance de una línea de investigación universitaria, dentro de un trabajo de consultoría privada, etc. • Introducción • Metodología empleada • Desarrollo o exposición de los resultados • Conclusiones • Para las referencias debe usarse el manual de la American Psychological Association (APA), en su más reciente edición disponible en español. 3. Las imágenes incluidas en el artículo (fotografías, dibujos, mapas, diagramas o gráficos estadísticos, etc.) se recibirán en archivos aparte (.tif, .jpg o Excel), con mínimo 300 dpi de resolución y con la correspondiente nota al pie que indique la fuente de donde fue obtenida. 4. Los artículos y su material complementario se recibirán hasta el 31 de julio del 2014 en el correo electrónico revistacampos@usantotomas.edu.co 5. En archivo .pdf aparte, los autores deberán enviar carta de cesión de derechos patrimoniales, con firma autógrafa, a favor de la Universidad Santo Tomás, Colombia, lo que no obstará para que el(los) autor(es) verifique(n) y apruebe(n) las correcciones de estilo y demás cambios introducidos al texto durante el proceso editorial.

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