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2.3 Espacios de la vida diaria

Conocoto es más que el Parque Central, el parque recreacional la Moya o las comidas típicas y las fiestas. Conocoto es una cartografía cambiante, diversa, heterogénea, que responde a diferentes construcciones de significados, de acuerdo a las experiencias de sus pobladores: sus historias, identidades, lugares que ocupan en la estructura social. Las personas mapean (Flores, 1998) a Conocoto a través de sus prácticas sociales cotidianas.

En referencia al uso de espacios, la investigación ha seguido el análisis realizado por Fernando Carrión y retomado por Ortiz en la investigación sobre Espacio Público y Patrimonio, el cual confluye en cuatro componentes: lo simbólico, lo simbiótico, el intercambio y lo cívico.

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Lo Simbólico: es el espacio que construye identidad. En la observación participativa y en las entrevistas realizadas a moradores de Conocoto se encuentra que hay cuatro formas de lo simbólico:

1) La pertenencia de las personas que han nacido, viven, sienten y expresan ser parte de Conocoto;

2) La habitabilidad de personas que viven sin haber nacido allí y que podrían sentir, o no, ser parte de ese terruño, como el caso de migrantes;

3) La pertenencia fragmentada de las personas que habiendo nacido y vivido en el territorio tienen

identidad enfocada con su barrio o comunidad y no con el global de Conocoto; y,

4) La inversión económica de las personas que han invertido en Conocoto para la obtención de ganancia. Estas formas simbólicas en el diario vivir conocoteño se combinan (Ortiz, 2010).

El espacio simbólico se refiere a la construcción del espacio de interacción social, al vínculo en la comunidad y entre las familias; al significado para las personas que lo habitan o lo visitan y para las personas que lo mencionan como referente.

La gran mayoría de entrevistados se identifican con el centro de Conocoto, no así quienes nacieron y viven en la periferia, quienes sienten que no son de Conocoto a pesar de que su barrio hace parte de su división geográfica territorial. Ellos se perciben en el centro de Conocoto como de paso, sea para retirar a sus hijos de las escuelas, sea para oír misa o responder a las regulaciones sociales, o, como es pagar los servicios públicos.

A la pregunta ¿Cuáles son los espacios considerados como culturales para la Junta Parroquial de Conocoto? la ex presidenta Náthaly Gallardo, -entrevistada en diciembre de 2019-, responde: “La iglesia, la guitarra, la Moya, el Parque Metropolitano y el Cachaco. También la Iglesia, -considerada como Basílica- que fue construida entre 1922 y 1940”. Aclara que “según los archivos históricos parroquiales que datan de 1741, la primera iglesia de Conocoto era un chozón grande con techo de paja”.

El centro de Conocoto, la iglesia, el parque y la Moya, son percibidos como el único sector de Conocoto que es de todos. Siendo estos el escenario de las fiestas y ceremonias importantes, de los momentos cívicos, de la representación de la mayoría de expresiones culturales y de las ceremonias o ritos. Particularmente el parque, es percibido y usado como el espacio tradicional de circulación, juegos, ritos cívicos, de servicios y escenario de enamoramiento. La Moya, como el símbolo de la salud física, de encuentros de vecinos y amigos, de eventos artísticos; y la iglesia, como espacio de recogimiento y encuentro y de ceremonias de bienvenida y despedida.

Antes existían otros sitios de importancia: Turucucho, lugar de nacimiento del fútbol de Conocoto, y usado también como plaza de toros de pueblo. Mariana Paredes y Martha Sosa suman otros lugares simbólicos como “Las cochas azules, (pequeñas lagunas), Quebrada Upayaku, Barrio Aguapillo, o la Hacienda San José”. Patricio Gallardo agrega las haciendas: la Siria y Cornejo en el norte de Conocoto, y “la quebrada Punguhuaico, que es la quebrada más significativa para los pobladores del centro. En esta quebrada se encontraban las Cochas azules”.

Algunos lugares simbólicos fueron los lugares preferidos de los enamorados: las calles angostas bordeadas de vegetación o el antiguo potrero de San Pedro, que también era el lugar de descanso de los yumbos.

Ahora, la iglesia católica abre las puertas a expresiones culturales artísticas. El Sacerdote Fabián Vázquez, anterior párroco de Conocoto, señala que “a partir del Concilio Vaticano II, la iglesia se abre al

mundo y pasa a ser una iglesia comunitaria en donde las manifestaciones espirituales se hacen presentes” Lo simbiótico: relacionado con la accesibilidad a los espacios de todos, que le da sentido colectivo, de interacción social, de encuentro, de socialización, de alteridad; lugar de la simbiosis donde las relaciones como el trasporte, la comunicación, la educación se diversifican. Lo simbiótico es también el lugar donde las diferencias se respetan.

El Conocoto de los últimos años está inmerso en una dinámica, donde el uso del espacio público como la calle y la plaza, han sido reducidos por la dinámica del mercado. La Moya, a decir de Ramiro Sosa, era un “potrero grande de bajada larga usada por los jóvenes para deslizarse con los coches de madera; también fue espacio de pasto para los animales. Lugar de descanso, de recuerdos valiosos, ahora es el lugar donde se reúnen para ver el fútbol, presentaciones artísticas, oír discursos políticos, u otras actividades, pero ya no se la siente como parte de la vida de las personas. Ahora tiene un valor utilitario”, un valor de cambio.

Las calles del centro ya no son interrumpidas para dar paso a los guambras y convertirse en escenarios lúdicos de la niñez o de la juventud: “san Benito nos coge el diablito”; “el florón que está en mis manos” etc. Las calles fueron los principales lugares de reunión, de encuentros, enamoramientos y serenos. Eran la extensión de la casa. Los “cinco arcos” o “las cochas azules” fueron lugares de paseo, de aventura. Las quebradas ofrecían la posibilidad de cuidarse unos a otros mientras se pasaba por el agua o por las

piedras.

Para Diana Párraga, “Conocoto tiene hoy una gran diversidad, y muchos espacios pasan invisibilizados, como el Parque Metropolitano, donde las personas van a pasear y buscar plantas para remedios, y otros lugares como la Armenia o la Hacienda El Deán”.

El lugar público se ha constituido en un espacio de memorias, un lugar donde están los que no tienen en donde estar, los que no tienen qué hacer, los que esperan. El papel de la plaza y las calles, se ha “diluido en el espacio de flujos” comerciales, en la sobrevaloración del mercado, en la mirada de lejos de las autoridades cuando se piensa en recuperarlo. El lugar público ha sido disminuido a un área de intercambio comercial, a la ausencia de sentir y percibir las interacciones (Ortiz, 2010).

Ahora, las calles de Conocoto, sin personalidad ni identidad, son usadas básicamente para actividades de mercado o de paso, para pasar el rato mientras se encuentra trabajo. Conocoto también es sujeto y testigo del problema económico. El uso de espacios está determinado más por los intereses personales o familiares que por los intereses de la comunidad. En esta dinámica, el espacio privado tiene mayor valor. Conocoto, dice Ramiro Sosa “ahora es un pueblo de pocos conocidos y la mayoría desconocidos que corren de un lado para el otro siempre apurados”.

Intercambio: es un espacio donde se intercambian bienes y servicios. La centralidad concentra la

mayoría de espacios de intercambio en los pequeños negocios, ferias, servicios como el comercio, información y comunicación.

Uso de espacios públicos. Ventas ambulantes en Conocoto 2019

Uno de los ejemplos de intercambio en el Conocoto de antes podría ser el alquiler de las duchas de baño al público en el Centro de Conocoto, o en el barrio de la Paz. O los sitios de alquiler de revistas que servían para que los muchachos busquen nuevos números de Tarzán, Kalimán, Llanero Solitario, Pequeña Lulú, Chanoc, entre muchas otras. El lugar clásico de intercambio era la plaza en lo que hoy es el parque. Ahí se intercambiaban productos agrícolas,

animales, artesanías y también ventas para las fiestas y ceremonias puntuales.

Civismo: es el espacio donde se forma ciudadanía. Lugar de confrontación de ideas e intereses políticos, culturales, económicos. Es el espacio donde se revelan fuerzas, partidos políticos y movimientos sociales, que interrogan o interpelan sobre la permanente construcción social, cultural y económica. (Mejía y Enríquez, 2012).

En Conocoto, las calles y plazas han sido escenarios de formación de ciudadanía, tanto en los desfiles y manifestaciones sociales como en la presentación de candidatos. En este último caso, el balcón de la casa del parque, propiedad de la familia Vizcaíno fue considerado como el lugar en que “candidato que lo usaba, era candidato elegido sin importar su partido”

Otra fuente de civismo según varios entrevistados fue y es la institución educativa, sobre todo la escuela. Según la Profesora Martha Sosa, “con la salida obligatoria de reconocimiento del terruño, del lugar natal, del amor al sitio donde nació y pertenece” en que los guaguas (niños) aprenden a querer a su tierra.

Para Ramiro Sosa, la principal pérdida en la cultura de Conocoto se cifra en la importancia que tenía la palabra, “Los compromisos de las personas se convertían en oro, la palabra era inquebrantable, significaba ética y honor. Las dos cosas ahora han perdido valor”. Añade, “El padre de familia era el portador de la palabra” También, continúa, “se han perdido algunas manifestaciones culturales, pero no se trata de reeditarlas, porque eso significaría

quedarse en otros tiempos”. Concluye diciendo: “hay personas que han venido de afuera trayendo su propia cultura, debemos tomar en cuenta esa cultura y debemos acogerles, asimilar para enriquecer”.

Mariana Paredes y Martha Sosa añaden a la práctica del intercambio, esta opinión: -como parte del civismo-, “hay mucha diferencia entre antes y ahora; las familias antes eran bien llevadas, se vivía cerca y se compartía muchas cosas. Cuando se cosechaba se compartía con los vecinos, ahora no se les conoce, todo se hace por celular, ya el terruño no tiene significado”. Diana Párraga considera que hay que apropiarse de esos espacios públicos y darles vida. “Un espacio que no debe ser para la delincuencia, sino un espacio de recreación para la familia”. Como antítesis del civismo y la identidad, las motos de los pollos KFC encabezaron uno de los desfiles cívicos de Conocoto.

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