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4.1 De la iglesia al transporte colectivo
from Conocoto
4. LUCHA COMUNITARIA Y CIUDADANA
Repican las campanas en la Iglesia matriz de Conocoto a las ocho de la noche, y no es para llamar a misa, sino para convocar a la gente a reunirse en el parque para continuar la lucha por transporte colectivo propio y digno. Es el año 1967, cuarenta años después de que la gente se reuniera aquí mismo, a construir este templo
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Un aspecto importante de la cultura de un pueblo es la organización y lucha de la gente por satisfacer sus necesidades básicas, pero también por alcanzar sus sueños, por ver hermosa su patria chica, porque sea reconocida y nadie la abaje o someta.
Así la lucha de los pobladores significa la participación activa en su propio desarrollo, a la vez que el establecimiento de relaciones y solidaridades, el caminar juntos y compartir valores e ideales.
4.1 De la iglesia al transporte colectivo.
La historia contemporánea de Conocoto se inicia en la tercera década del siglo XX con la construcción de la nueva iglesia (1926-1942), monumental y bella, que fue declarada Basílica de San Pedro de Conocoto en el año 1948, según consta en una placa recordatoria.
Los 16 años que duró la construcción significaron
un grande y prolongado esfuerzo de todos los pobladores con un objetivo común: mingas, trabajo voluntario de muchos artesanos, contribuciones económicas. Todo con el fin de contar con un espacio digno para su fe religiosa. Esto es coherente con el hecho de que Conocoto fue parroquia eclesiástica casi cien años antes de ser declarada parroquia en la división política del Estado ecuatoriano. Según la placa que está al lado izquierdo de la entrada de la iglesia, los párrocos que impulsaron la construcción fueron Antonio Ron, Luis A. Proaño, Gabriel Calderón y Cadena Almeida.
Placa de la Basílica de San Pedro de Conocoto
Bernardo Cerón, en su memoria de un estudio arquitectónico en Conocoto, señala: “…la iglesia de San Pedro de Conocoto y su plaza central forman un espacio reconocible y legible en el tejido urbano. Un aspecto icónico son las dos torres que rematan simétricamente el cuerpo central de la iglesia marcándola como un hito. Sin embargo, esta edificación, de igual forma que sus pares en el núcleo urbano de la ciudad se proyectó como barrera y límite para diferenciar lo cotidiano de lo sagrado”. (Cerón Bernardo 2015 mimeo)
Basílica de San Pedro de Conocoto
La misma energía y unidad comunitaria se aplicó en el período 1930-1970 para ir concretando obras básicas como la luz eléctrica, el agua potable y el alcantarillado en el centro poblado existente, y el camino pavimentado hacia la capital en 1958. Con las reformas agrarias de los años 60 y 70 se liberó la población de las haciendas y se fueron configurando nuevos barrios alrededor del centro poblado.
En los años 70 se inicia un período de migración de pobladores de provincias que, al venir a la capital, encuentran espacios más económicos y acogedores en Conocoto y el Valle de los Chillos. Esto significó un crecimiento poblacional sumamente alto, que no fue acompañado de un adecuado desarrollo de planificación de infraestructura vial, productiva y de servicios.
Una de las aspiraciones presentes en la memoria de quienes nacieron hace 60 a 70 años en un pueblito todavía rural, a pesar de su cercanía a la gran ciudad, fue el anhelo de instalación de una línea de transporte propia, y que se consiguió tras un proceso al que se denominó; “independencia de Conocoto”, en relación a la cercana población de Sangolquí. Conocoto era un pueblito con calles empedradas y estrechas, con cabuyas, chilcas y espinos a los costados. Donde se conocían todas las familias. Donde todavía se hacían mingas y se vivía intensamente la rivalidad con Sangolquí.
En ese proceso, cuyos acontecimientos esenciales se realizaron en los meses de julio a noviembre de 1967, participó la mayoría de los pobladores, de todas las edades y de todos los estratos sociales.
Desde mucho antes de 1967, había un sordo descontento en la población de Conocoto por las malas condiciones en que tocaba viajar a Quito, en la línea de transporte “Los Chillos” de Sangolquí, y por el mal trato que se recibía de choferes y controladores. Los buses pasaban llenos y era común viajar amontonados en el último asiento o de pie, -en un viaje largo y cansado-; primero, por el camino empedrado y luego por el camino pavimentado, ahora llamado camino antiguo.
Ese descontento existía y crecía pero no se hallaba una vía de solución, hasta que a inicios de 1967 vino a operar la ruta Conocoto - Quito la cooperativa urbana “10 de agosto”, con unidades nuevas (los colectivos) y un trato mucho mejor, y sin aumentar el pasaje. Toda la gente comenzó a usar y preferir esas unidades frente a la reacción de los integrantes de la cooperativa “Los Chillos”, quienes gestionaron y apedrearon a los colectivos de la cooperativa “10 de Agosto” ¡con la gente dentro! No querían renunciar a su monopolio.
Entonces explotó el descontento de la mayoría de la población. Se dio una acción de masas que comenzó defendiendo el nuevo medio de transporte y luego atacando a los buses de “Los Chillos” que seguían pasando por Conocoto.
Según el testimonio de Abdón Pérez, fue la época en que, al ser tocadas las campanas de la iglesia por la madre Trinidad de las Marianitas, a cualquier hora del día o la noche, se llenaba la gente en el pretil y en el parque. La Junta Parroquial de ese entonces, presidida por Lucho Aulestia e integrada por: Abdón
Pérez, Manuel Albán, Gabicho Vargas y Segundo Darío Sosa, encabezó la gestión con el apoyo de Lucho Aráuz. Junto a la participación activa y colectiva de la gente y líderes espontáneos como Nelson Taco -se autocalificó la voz del pueblo- y los de acción directa y decidida como Juana Pinto, se instaló la nueva cooperativa de buses y la creación del nuevo mercado.
Fueron varios meses de lucha entre la población de Conocoto y los propietarios de los buses “Los Chillos”. Un episodio de esa lucha fue llamada “Batalla de San Pedro”. Se inició con el apedreamiento de los buses de Sangolquí que intentaban pasar en caravana por Conocoto, y finalizó con la salida de la cooperativa “Los Chillos”. Fue en esas jornadas, donde se originó y popularizó el grito de combate de ¡CONOCOTO TIESO!, tieso por duro y decidido para la defensa de sus derechos.
Ramiro Sosa cuenta que el autor de este grito fue Luis Alfonso Fernández Quilago, apodado “Tupamaro”, quien lo lanzó para dar ánimo al grupo de conocoteños que, armados de picos y palas, cavaban una zanja en la Bocatoma, para impedir el paso de los buses de Sangolquí por el centro de Conocoto.
Se consiguió la ruta Conocoto – Quito, con una cooperativa propia, la “San Pedro de Conocoto”, financiada con el aporte de cientos de socios de la población; se estableció la feria semanal los días sábados, para no depender de la feria dominical de Sangolquí, y poder comprar y vender aquí mismo lo que producía Conocoto: maíz de chillo, fréjol,
habas, verduras, guabas, quesos, huevos y carnes de chancho y vacunos, a más de frutas y otros productos venidos de otros lugares de la provincia y del país.
Después, vino la lucha por la construcción del Colegio Nacional Conocoto en la Moya, la lucha por el terreno para el Coliseo de Conocoto por parte de la Liga Deportiva Parroquial y la legalización del terreno para el nuevo mercado.
Posteriormente los barrios se han movilizado para conseguir su regularización, adoquinado de calles, casas comunales y alcantarillado; desafortunadamente, lo hicieron cada uno en su barrio, sin visualizar las necesidades comunes a toda la parroquia; como son: atención médica, educación, cultura, protección ambiental, etc.
Se han presentado otras reivindicaciones de infraestructura. Por ejemplo: en la ciudadela Hospitalaria, se hizo la legalización de terrenos y luego los trámites para cubrir las necesidades de salud y educación. Recuerda Luis Chaluisa que la Hospitalaria en 1977 “era solo terreno, donde sembraban maíz y zapallos. No contaba con servicios básicos. No había la autopista General Rumiñahui”. Luis cuenta que caminaba todos los días 2 km desde la “calle del bosque” (entrada al INNFA), hasta llegar a su casa. Dice que a base de mingas lo primero que hicieron fue la cancha de fútbol. Por su lado, Chachas aún tiene disputa sobre la figura legal de comuna y lucha por lograr servicios básicos. Ontaneda alta, urbanización reciente, ha gestionado su casa comunal y ahora busca la salida directa a la carretera a Quito.