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3.2 Las huertas de Conocoto
from Conocoto
La agricultura era una actividad generalizada, tanto en las pequeñas parcelas de los habitantes del centro poblado como en las grandes haciendas que rodeaban la población.
En cuanto al trabajo agrícola, se sembraba principalmente maíz de Chillo (Zea mays), “jatum sara” en lengua quichua, muy apreciado por su grano grande, suave y sabroso, y otras variedades de maíz como morocho, canguil, chulpi y maíz morado. El cultivo del maíz se combinaba con el fréjol que se enredaba a las dulces cañas de maíz y habas que se intercalaban en el surco (“guacho”). No era inusual encontrar frondosas matas de sambo y zapallo que cubrían el suelo con sus frutos. Había un proceso definido que comenzaba con la siembra en octubre, el deshierbe y colmado en diciembre y, la cosecha como choclo, en marzo y abril (coincidiendo con Semana Santa) o como maíz seco en junio y julio. Era clásico saltar la chamiza hecha con cañas secas de maíz (“ishigshas”) en la noche víspera del 29 de Junio al grito de “San Pedro y San Pablo mataron al Diablo”.
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Es indudable que el cultivo del maíz no solo era el predominante en Conocoto y el Valle, sino que también influía significativamente en su economía y en su cultura, especialmente en las costumbres alimenticias y en las fiestas. Las “choclotandas”, luego humitas; las tortillas de maíz hechas en tiesto y el tostado seco, que luego se convirtió en tostado de manteca; los tamales de masa dulce con un trocito de carne de chancho; la empanadas de morocho;
la colada de choclo y otros más eran, y son todavía, platos de todos los días y de todas las familias. Julio Pazos realizó en el 2012 un sabroso estudio del maíz de chillo, referido a Sangolquí, pero en realidad la información consignada se puede aplicar a todo el valle de los Chillos
La transformación del grano en harina, por encargo o por propia iniciativa, se realizaba en dos molinos ubicados en el centro de Conocoto, propiedad de dos familias Sosa y, a veces, se expendían en el mismo lugar. Era conocida la bodega de Cristina Zurita.
El cultivo de maíz se alternaba con el de las “alverjas” (sic) (arvejas) en verano y con el de las papas, cuya variedad preferida era la “chola”. Los cultivos de hortalizas existían en cada casa que contaba con terreno y los excedentes salían al mercado de Sangolquí, que empezó a centralizar la producción del Valle.
Los frutales se cultivaban en pequeña escala. Los más abundantes eran las guabas que se cosechaban al mismo tiempo que los choclos. Las extensiones grandes eran visitadas por jóvenes quienes acostumbraban cosechar las guabas sin permiso del dueño. El aguacate criollo se daba en árboles inmensos y frutos pequeños. Luego se aclimató el aguacate “guatemalteco” con árboles más pequeños y frutos más grandes. Otros frutales que se cultivaban eran el capulí, chamburos, chigualcanes, taxos, tunas, plátanos; el tomate de árbol y la chirimoya. En los cercos y quebradas se encontraba mora silvestre. Debido a su clima templado se daba también caña de azúcar y café y muchas plantas