Carta apologética (adelanto)

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Carta Apologética

COLECCIÓN BIBLIOTECA

FURT



Carta Apologética RAIMONDO DI SANGRO Nápoles MDCCL

Estudio Introductorio José Emilio Burucúa Lucio Adrián Burucúa

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FURT


Colección: Biblioteca Furt Director: José Emilio Burucúa Raimondo di Sangro Carta Apologética del Ejercitado Académico de la Crusca que contiene la defensa del libro titulado Cartas de una peruana respecto de la suposición del quipus / Raimondo di Sangro; con prólogo de José Emilio Burucúa. - 1a ed. - San Martín : UNSAM EDITA, 2010. 204 pp. : il. ; 19x26 cm. - (Biblioteca Furt / José Emilio Burucúa) Traducido por: Lucio Burucúa ISBN 978-987-24731-1-2 1. Filología. I. Burucúa, José Emilio, prolog. II. Burucúa, Lucio, trad. CDD 400

La publicación de este libro ha sido financiada por la Agencia de Ciencia y Tecnología, en el marco del PICT 2004 Nº 20349, “Papeles, Ganados e Ideas. Una investigación global en el Archivo y Biblioteca Furt”, 2006-2010; por la Fundación CEPPA y su presidente, Matteo Goretti. 1ª edición, mayo de 2010 © 2010 Lucio Burucúa © 2010 José Emilio Burucúa © 2010 UNSAM EDITA de Universidad Nacional de General San Martín Traducción y notas al texto: Lucio Adrián Burucúa Estudio introductorio: José Emilio Burucúa y Lucio Adrián Burucúa Revisión técnica: Lucía Bauzá y Nicolás Kwiatkowksi Diseño de interior y tapa: Ángel Vega Edición digital: María Laura Alori Campus Miguelete. Edificio Tornavía Martín de Irigoyen 3100, San Martín (1650), Provincia de Buenos Aires unsamedita@unsam.edu.ar www.unsamedita.unsam.edu.ar Queda hecho el depósito que dispone la Ley 11.723 Editado e impreso en la Argentina Prohibida la reproducción total o parcial, incluyendo fotocopia, sin la autorización expresa de sus editores.


ESTUDIO INTRODUCTORIO

1. Vida del autor 2. La Carta Apologética 2.1. Cartas imaginarias y género novelesco en el siglo XVIII. Las Cartas de una Peruana. 2.2. La cuestión de los quipus en las crónicas de Indias 2.3. Los temas de la Carta Apologética a) Crítica y escepticismo b) Invención histórica y variaciones de la escritura c) Las verdades de la Biblia. El signo de Caín. d) La civilización peruana. Los amautas. e) Lectura y traducción de la canción escrita en el quipu propiedad del autor f ) Los principios silábicos del sistema de los quipus. Universalización del sistema g) Los comentarios marginales y las misceláneas h) Las referencias a la vida y obra del autor en el texto de la Carta Apologética i) La presencia del Iluminismo y de su corriente radical en la Carta Apologética 2.4. La censura eclesiástica y la Súplica 2.5. Discusiones contemporáneas en torno a los quipus, Guamán Poma y Raimondo di Sangro CARTA APOLOGÉTICA

1. Primera apelación de la duquesa al lector 2. Censura literaria 3. Carta apologética del ejercitado académico de la Crusca 4. Segunda apelación de la duquesa al lector 5. Censuras eclesiásticas 6. Aviso del impresor 7. Índice de nombres 8. Índice temático

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ESTUDIO introductorio

1. Vida del autor Raimondo di Sangro nació en Torremaggiore, provincia de Foggia, en 1710. Hijo de Antonio di Sangro y de Cecilia Gaetani de Aragón, fue el retoño de dos de las más grandes casas nobiliarias del reino de Nápoles.1 Su abuelo Paolo, príncipe de Sansevero y duque de Torremaggiore, tomó a su cargo la educación del niño y del adolescente Raimondo y, a su muerte, ocurrida en 1726, dejó aquellos títulos directamente al nieto. Ese mismo abuelo había escrito dos opúsculos filosóficos, Advertencias acerca de las pasiones del alma y Disciplina del Caballero Joven, destinados probablemente a Raimondo, que merecieron elogios de parte de Gianbattista Vico. Su abuela, la duquesa Aurora, había fundado en Piedimonte un conservatorio para las huérfanas de la región y solía también actuar o recitar sus propios sonetos en el teatro anexo al palacio ducal bajo el pseudónimo de Lucinda Coritesia, pastora de Arcadia.2 De 1720 a 1730, nuestro joven noble estudió en el colegio de los jesuitas en Roma. En 1730, fue nombrado “Grande de España de primera clase” y, en 1735, contrajo enlace con su prima, Carlota Gaetani. El matrimonio dio lugar a grandes celebraciones, de las que han quedado las “composiciones” poéticas hechas para la ocasión y, entre ellas, un madrigal bajo forma de soneto escrito por Vico: Ni coronas, ni púrpura o gemas u oro Ya no pueden, oh Brancón mío gentil, Devolverme mi alicaído Abril; Ni como una sierpe de nuevo al Sol me doro. 1 En 1572, Gianfrancesco di Sangro obtuvo el ducado de Torremaggiore por los servicios militares prestados al rey Felipe II, monarca de España, de Nápoles y las Dos Sicilias. Quince años más tarde, el mismo Gianfrancesco adquirió el título de príncipe de Sansevero. Por su parte, los Gaetani dell’Aquila de Aragón fueron una rama napolitana de la rama lacial de la antigua familia longobarda de los señores de Gaeta. Descendientes de Honorato Gaetani, virrey de Sicilia, y de Lucrecia de Aragón, hija natural del rey Fernando I de Nápoles, agregaron en 1606 el ducado de Laurenzana, en el mismo reino partenopeo, a sus posesiones. 2 Pasquale Mongillo, Raimondo di Sangro e i legami con il Medio Volturno, in http://asmvpiedimonte.altervista.org, 1997.

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Diome sombra en el Pindo el laurel verde Envidiosa niebla, al malvado veneno semejante: De la mano temblorosa cae la pluma; Y de pensamientos se ha cerrado mi tesoro. Donde falta la Naturaleza, es enfermo el arte: Porque el ingenio es el gran Padre feliz De bellas obras admirables excelsas y claras. A Tí, a quien Febo inspira nuevas y raras Formas de alabanza, bien conviene alojar A la gran Pareja de todas las otras apartada.3

En 1737, el rey Carlos III designó a Raimundo Gentilhombre de Cámara en Ejercicio y, tres años más tarde, le otorgó la distinción de Caballero de la Suprema y Real Orden de San Jenaro. Aristócrata, pues, de las estirpes más rancias de Italia y noble de gran figuración cortesana y militar nuestro Sangro, quien participó con brillo en la guerra de la sucesión austríaca entre 1743 y 1746. En ese contexto, escribió un Diccionario Universal del Arte de la Guerra, interrumpido en la letra “O”, y una Práctica más sencilla y más útil de Ejercicios militares para la Infantería, publicada en Roma en 1760.4 Los primeros experimentos practicados por Raimondo, sobre la fórmula de la pólvora y la pirotecnia, nacieron de sus preocupaciones militares. En 1739, el príncipe habría descubierto la manera de lograr varios tonos de verde en los fuegos artificiales: el verde mar, el esmeralda, el color del prado: muy pronto agregó el turquesa, el blanco leche, el rojo rubí, el violeta, el color del cedro y el naranja. Se le atribuyó asimismo la invención de teatros pirotécnicos, es decir, de una serie de fuegos en sucesión que figuran templos, fuentes, flores y paisajes. Lo cierto es que presentó un proyecto extraordinario de un “teatro” semejante para los festejos por el nacimiento de la infanta María Isabel, hija de Carlos III: se trataba de un “Templo de la Felicidad” con escalinatas, balustres, vasos y dos elefantes que llevaban sendos obeliscos, al que habían de seguir unos “jardines de Chipre” con plantas, flores y una máquina que reproducía el canto de los pájaros. El estallido de la peste en 1743 impidió que el festival de fuegos de artificio se llevara adelante.5 El 22 de julio de 1750, nuestro príncipe ingresó en la masonería y, apenas un mes después, fue elegido Gran Maestre para todo el reino de Nápoles. Pero, el 18 de mayo de 1751, el papa Benedicto XIV condenó la 3 Varj componimenti per le felicissime nozze dell’Ilustriss. ed Ecell. Signori D. Raimondo di Sangro, e D. Carlotta Gaetani dell’Aquila d’Aragona. Nápoles, 1735, p. 74. 4 Vocabolario Universale dell’Arte della Guerra y Pratica più agevole, e più utile di Esercizi Militari per l’Infanteria (Roma, Eredi Barbiellini, 1760). Véase Sangro, Oderisio de, Principe di Fondi, Raimondo di Sangro e la Cappella Sansevero, con una presentación de Alvar González Palacios. Roma, Bulzoni, 1991, pp. 36-39. 5 Oderisio di Sangro, op. cit., pp. 63-64.

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masonería mediante su bula Providas Romanorum Pontificum, que el rey Carlos III transformó, el 10 de julio del mismo año, en edicto de cumplimiento obligatorio en sus dominios. Sangro abandonó de inmediato el movimiento de los Libres Masones y, el 1º de agosto, dirigió una carta de arrepentimiento al pontífice, escrita en un latín muy elegante, donde declaró haber actuado sin malicia, no haber percibido ninguna contradicción entre los ideales de aquella Sociedad y el catolicismo, pero sí haberse sentido disgustado por la proliferación de logias en el reino y la presencia de rituales algo tontos. De todo ello, Raimondo había mantenido informado al rey. Su renuncia a la presidencia de la masonería se había producido de inmediato tras la publicación de la bula. No obstante, al aclarar sus buenas intenciones en el asunto, Raimondo expresaba muy bien el espíritu que muchos ilustrados buscaron y encontraron en el proyecto masónico: Deliberé entonces que perseveraría por algún tiempo, y sobre todo porque en medio de tantos delirios y de chácharas tan pueriles una cosa me parecía muy recomendable, esto es, que los hombres de cualquier origen, hechas a un lado la nobleza del nacimiento y la gravedad del cargo, debían conversar familiarmente entre sí y prometerse un socorro mutuo en caso de caer en la necesidad: y esta me parecía una cosa óptima en principio, respecto de los Nobles y de los Jurisconsultos quienes, al manejar todos los asuntos del reino, se hicieron una guerra grande y perpetua entre sí, de la que nacieron todas las discordias y las calamidades de los Napolitanos, y también su descrédito en las Naciones extranjeras. Por todo lo cual juzgué que se podía aportar un beneficio enorme a la Patria si se unieran los ánimos de los Ciudadanos más Poderosos y los de los Jurisconsultos.6

En 1747, Sangro comenzó a interesarse en el arte de la tipografía y del grabado. Sus ensayos lo llevaron a perfeccionar un método de impresión de imágenes en varios colores sobre planchas de cobre. En 1711, el tipógrafo y grabador Jacob-Christof Le Blon había propuesto un modo de colorear grabados mediante el uso de una plancha por color y, en consecuencia, de tantas planchas cuantos colores se pretendiera presentar. Una misma hoja de papel pasaba de una plancha a otra las veces que fuese necesario hasta producir la totalidad cromática deseada. El procedimiento era muy caro, lento y difícil a la hora de hacer coincidir con precisión la hoja en las impresiones sucesivas. Le Blon redujo el trabajo a tres planchas preparadas como aguatintas, una por cada color primario, pero así y todo el costo de los materiales y el tiempo empleado resultaban excesivos.7 El método de Raimondo, en cambio, parece haber conseguido colocar todos los colores en una sola plancha y, por lo tanto, la imagen 6 Fragmento de la carta al papa Benedicto XIV, citado en Oderisio di Sangro, op. cit., p. 41. Los avatares del conflicto fueron narrados, con gran detalle de comentarios y una cita completa de la carta al pontífice, por Gian Giuseppe Origlia en su Istoria dello Studio di Napoli (Nápoles, 1753-1754, volumen II, pp. 320-389). 7 A. Hyatt Mayor, Prints & People, a social history of printed pictures. Princeton (N.J.), Princeton University Press, 1971. El volumen no tiene paginación, excepto en el índice. El capítulo correspondiente a estas noticias se llama “Color Printing”.

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coloreada podía obtenerse a partir de un único golpe de la prensa. Se ha dicho que nuestro príncipe habría sido entonces el inventor de la cromolitografía, pero esto no es cierto pues, según su mismo nombre indica, esa técnica requiere una piedra, una plancha litográfica como soporte de las operaciones de grabado. La litografía fue inventada y patentada por Alois Senefelder en 1799. En 1819, comenzaron los experimentos con colores y solo en 1839 se logró imprimir una serie de litografías coloreadas de gran calidad en el Picturesque Architecture editado para niños.8 De manera que debemos suponer que el método di Sangro, fundado en el viejo arte del grabado sobre metal, implicaba una concentración intensa y un largo trabajo a la hora de preparar la plancha con varios colores y proceder a la impresión de la imagen sobre papel. Es posible que cada golpe de la prensa requiriese un control riguroso y una corrección precisa del entintado. Como quiera que sea, hemos realizado un examen óptico con lupa de muestras obtenidas de los grabados originales coloreados por el método del príncipe. A partir del primer examen, centrado más que nada en el estudio de la muesca rectangular que produce alrededor de la imagen la prensa al grabar, se observa que, en efecto, no hubo más que un golpe en las tres láminas con las que pudimos trabajar. En conclusión, Raimondo dio con una forma de obtener grabados en color a partir de una sola plancha de metal, pero no podemos saber cómo era realmente el procedimiento. El célebre astrónomo Lalande escribió a propósito del asunto en el relato de su viaje a Italia, realizado entre 1765 y 1766: “parece que las láminas en colores que el señor Gauthier hace en París no tienen las mismas ventajas”.9 Por otra parte, el príncipe di Sangro instaló en su palacio de la ciudad la primera imprenta en la historia del reino de Nápoles. Los caracteres de la máquina fueron fundidos y preparados por Nicolás Kommareck y Nicola Persico en 1750; el taller tipográfico pasó a ser dirigido por Gennaro Morelli y, poco más tarde, por Carlo Salzano y Francesco Castaldo.10 Aquel mismo año, fue editada allí nuestra Carta apologética con sus grabados en colores, un “libro –según la opinión de Pietro d’Onofri en 1789– sumamente aplaudido por el papel, por sus caracteres y la impresión de varios colores”.11 En 1753, la Súplica, mediante la que Raimondo se dirigió al papa Benedicto XIV para solicitar el levantamiento de la condena eclesiástica que había merecido la Carta, también fue elegantemente impresa en el taller privado del príncipe.12 Otros dos textos salieron de esa prensa: una 8 Ibídem, capítulo “Early Litography”. 9 Cit. en Oderisio di Sangro, op. cit., p. 53. 10 Ibídem. 11 Ibídem. La cita se refiere al Elogio extemporáneo por la gloriosa memoria de Carlos III, obra de d’Onofri. 12 Todos los detalles de los efectos, las consecuencias y los textos a que dio lugar la publicación de nuestra Carta Apologética se encuentran en la segunda parte de esta introducción.

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traducción de El conde Gabalís o Conversaciones sobre las Ciencias Secretas, obra del abate Montfaucon de Villars publicada en Ámsterdam en 1671, a la que se agregó como anexo el poema El rizo raptado de Alexander Pope, y el Adeisidaemon o reivindicación de Tito Livio en contra de la superstición, escrito latino publicado por John Toland en La Haya en 1709. El conde Gabalís había sido prohibido por la Iglesia católica en 1712 y de nuevo lo fue en 1751 a raíz de la versión italiana publicada por Raimondo, aunque este había pretendido disimular el origen de la edición mediante el recurso clásico de un pie de imprenta falso, asignado en este caso a la casa Pickard de Londres y fechado en 1751. Se decía que el duque de Heldernesse, embajador inglés en Venecia y amigo del conde de SaintGermain, había facilitado al di Sangro el texto de El conde Gabalís. Sin embargo, en una carta dirigida a Ludovico Gualtieri, nuncio apostólico en Nápoles, el príncipe intentó justificarse con una mentira: “en cuanto a la impresión del libro susodicho, es verdad, por lo que he podido averiguar más tarde, que la hicieron con mis caracteres los jóvenes de mi imprenta en las horas perdidas, pero no bajo mis órdenes”.13 La aparición de la pieza de Toland colmó la medida y las autoridades eclesiásticas prohibieron cualquier publicación futura de la imprenta del príncipe. El di Sangro tuvo una inspiración generosa para salir de la situación de sospecha en el que sus audacias lo habían colocado y decidió donar su máquina y sus tipos al propio monarca Carlos III quien fundó, sobre la base de tal regalo, la imprenta real de Nápoles. D’Onofri escribió: “Habiendo hecho aquel producto tanto estrépito, él estimó bueno regalar a la Majestad del Rey Carlos, entonces Rey de Nápoles, todos los plomos y todo cuanto formaba su imprenta. Su Majestad aceptó complacido el don y decidió situarlo bajo el Palacio Real, lo puso al cuidado de P. della Torre, clérigo somasco,14 y lo llamó Imprenta Real”.15 El año de 1753, el del traspaso del taller tipográfico a la propiedad del monarca, fue también el que marcó el giro definitivo de la carrera de nuestro personaje como investigador de las ciencias naturales e inventor de ingenios múltiples, imposibles algunos, realizables otros, estrafalarios y ubicados todos en el límite difuso entre los saberes antiguos del tipo de la alquimia o de la técnica de los autómatas y los saberes técnicos nuevos de la metalurgia, la mineralogía y la química. De modo equivalente al de su prosa italiana, que está tejida a partir de los modelos latinos del 13 Oderisio di Sangro, op. cit., p. 54. 14 Es decir, miembro de la Orden de los Clérigos Regulares de Somasca, fundada por el noble veneciano Girolamo Emiliani (santo) como “Compañía de los Siervos de los Pobres” en 1538. Somasca es una pequeña ciudad del Bergamasco. Muy atacada en el siglo XVIII, la orden estuvo a punto de desaparecer en los tiempos de Napoleón. Renació a fines del siglo XIX, pero su nuevo impulso se debió más que nada a la instalación de sus misiones en El Salvador a partir de 1921. El Seminario Somasco en esa república lleva hoy el nombre del obispo Oscar Romero, asesinado por paramilitares en 1980. 15 Citado en Oderisio di Sangro, op. cit., p. 54.

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hipérbaton y de las concatenaciones e inclusiones barrocas de oraciones subordinadas, al mismo tiempo que despliega argumentos en busca de la iluminación y del desvelamiento de lo real en la actitud propia de un escritor de la era de las Luces, así procede la mente de Raimondo, que ora aplica categorías cognitivas y conceptos cualitativos de la filosofía natural del Barroco –fuegos inextinguibles, cenizas portadoras de la esencia vital–, ora observa, mide, pesa, calcula y arma mecanismos a la manera de un científico moderno posgalileano. De 1753 son las primeras noticias de la inverosímil “lámpara perpetua o eterna” y otros “descubrimientos químicos”, hechos e informados por Sangro al caballero Francesco Giraldi y al abate Jean-Antoine Nollet de la Academia de Ciencias en París.16 En los últimos días de noviembre de 1752, una noche, el príncipe había prendido fuego por casualidad a la porción de un polvo, contenido en una ampolleta, con el que acababa de realizar varios experimentos. La sustancia ardió durante seis horas hasta que Raimondo decidió apagarla, pesó el remanente y comprobó, estupefacto, que ni el peso del polvo ni sus proporciones se habían modificado un ápice. Por fortuna, había otras tres porciones iguales del material en otras tantas ampolletas. Raimondo repitió el fenómeno de la combustión y se pasó largas horas observándolo. Su comunicación a Giraldi decía: “Quedé yo tan contento de este nuevo y extraño descubrimiento que permanecí algunas horas sentado y haciendo el amor, por así decirlo, con mi nuevo fenómeno (...). No puede creerse con cuánta frecuencia iba a visitar a toda hora el objeto amado, siempre con el corazón que me latía pues temía encontrarlo extinguido”. La sustancia volvió a apagarse y ya no fue posible reencenderla. Raimondo se mostró incapaz de reproducir la fórmula que, según él reveló a Giraldi, se basaba en una ralladura de hueso de cráneo humano: “La materia, que es la razón principal de este fenómeno, la forman los huesos del animal más noble que hay en la Tierra; y los mejores son precisamente los de la cabeza, de los que me he servido”.17 No sabemos si espontáneamente inducido por el descubrimiento o bien involucrado personalmente por una maniobra astuta de nuestro príncipe, el conde Walkerbart de Dresde requirió el parecer de los eruditos napolitanos sobre el hallazgo reciente de una lámpara antigua, considerada también de luz perpetua, acaecido en el curso de unas excavaciones en Munich. La coincidencia suscitó ciertas dudas, 16 Lettres écrites par Monsieur le Prince de S. Sevère de Naples, à Mons. l’Abbé Nollet de l’Académie des Sciences à Paris, contenant la relation d’une découverte qu’il a faite par le moyen de quelques expériences Chimiques, et l’explication Phisique de ses circonstances. Première Partie. Nápoles, Joseph Raimondi, 1753. Jean-Antoine Nollet (1703-1770), discípulo de Réaumur, investigó acerca de la electricidad en los vegetales y del comportamiento del fluido eléctrico en los tubos. En 1734, ingresó a la Royal Society y, en 1739, lo hizo a la Académie des Sciences. 17 Lettera del Signor Don Raimondo di’Sangro, Principe di Sansevero, al Signor Francesco Giraldi Fiorentino, per informarlo di alcune sue esperienze che ha fatto nel campo della Fisica Sperimentale. Nápoles, 1753.

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pero Raimondo saludó con entusiasmo el descubrimiento arqueológico en una Disertación, publicada en 1756, que pretendía continuar las cartas dirigidas al abate Nollet.18 El arte textil llamó la atención del Sangro ya a fines de los años 40, cuando inventó una tela impermeable de la que hizo confeccionar capotes para el rey. Carlos III los usó con frecuencia a partir de 1748 en sus largas excursiones de caza. Raimondo ensayó una segunda forma de tejido resistente al agua mediante la combinación de un lienzo de lana y de un terciopelo de seda y logró resultados tan extraordinarios que sus invitados solían disputarse retazos de esa tela para mostrar el prodigio en sus países de origen.19 Inventó también una técnica para producir una tapicería no tejida, sino hecha de lana coloreada sobrepuesta, que trazaba naturalezas muertas, paisajes y escenas mitológicas o religiosas, por ejemplo, una danza de Salomé que parecía casi una pintura al óleo. El método le permitió simular la existencia de un velo sobre la representación y así realizó una Virgen cuyo velo, “por más fingido que sea, está tan bien formado sobre la imagen que llega a engañar a los Contempladores más perspicaces, pues les parece que se separa y se superpone en verdad a ella (...); por lo que no hubo hasta ahora Nadie, profeso o no en el arte de pintar, que no haya caído en el engaño buscado y no haya podido dominar el ímpetu natural de moverse para levantarlo o sentirse por lo menos a punto de hacerlo”.20 Entre 1749 y 1751, Sangro se ocupó de perfeccionar las telas chinas de lino llamadas “Pekín” y consiguió estamparlas con un color blanco de tal suerte que, al ser plegadas, no se producían grietas ni separaciones de la seda coloreada. Muy pronto, ese lienzo fue conocido por el nombre de “Pekín partenopeo”. Desde 1752, el príncipe produjo seda vegetal a partir de la brassica canina; esta planta subleñosa posee unas bolsas pequeñas en el extremo de sus tallos, de las cuales se extrae un filamento que Raimondo logró hilar y tejer. Obtuvo de ello telas de colores, semejantes a las piezas de lino, fieltros y papel muy apto para la escritura y el dibujo.21 En el terreno de la metalurgia y la orfebrería, nuestro inventor extrajo de una noticia transmitida por el embajador napolitano ante el Gran Turco un método de limpieza y restauración de los objetos de cobre que no tenía necesidad de pulirlos o rasparlos. Produjo también hojas de latón de un grosor tan pequeño que nada de ese material en la Europa cristiana podía comparárseles. De la fundición de vidrios y esmaltes instalada en 18 Dissertation sur une lampe antique trouvée à Munich en l’année 1753 écrite par M. le Prince de St. Sevère pour servir de suite à la première partie de ses lettres à M. l’Abbé Nollet à Paris, sur une découverte qu’il a faite dans la chimie avec l’explication phisique de ses circonstances. Nápoles, 1756. 19 Oderisio di Sangro, op. cit., p. 64. 20 El testimonio es de Origlia (ver nota 6 de esta introducción): citado en Oderisio di Sangro, op. cit., p. 64. 21 Oderisio di Sangro, op. cit., pp. 64-65.

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el palacio de Nápoles y dirigida por el maestro vidriero Pompeo Serio, salieron porcelanas blancas muy delicadas y cristales finísimos con los que Raimondo ordenó fabricar lámparas y vajilla. Allí mismo se produjo esmalte, falsa plata y un símil oro de París.22 Lalande dejó el registro de otros descubrimientos sorprendentes de nuestro príncipe, i.e., un estuco incuarteable, un método de coloreado del vidrio en frío (“que pasaba por ser un secreto casi perdido, al que el príncipe de Sansevero se aplicó con éxito: así había en su casa trozos de vidrio blanco donde se veían diferentes colores que penetraban en el vidrio y que eran claros y transparentes como si el vidrio hubiera salido del horno con esos mismos colores, y me pareció que su método debía ser tan perfecto como el usado en los antiguos vitrales que admiramos en las iglesias del siglo XV”),23 colores indelebles de pastel que solucionaban el problema de la fijación de las pinturas al pastel sobre papel o tela (un tema candente en el panorama de la práctica artística del siglo XVIII debido al uso entusiasta de esa técnica por pintores de la talla de Rosalba Carriera y Maurice Quentin de la Tour), y una cera soluble en agua con la que obtuvo pinturas de textura semejante y aun superior a los encaustos de Caylus (“el príncipe me hizo ver la cera compuesta con la que mezclaba los colores destinados a esos cuadros; esta composición se disuelve en agua de modo que es posible pintar con ella figuras tan pequeñas como en la miniatura ordinaria”).24 En cuanto al estudio de las ceras, Raimondo produjo una especial y de coloración variable para pavimentos de piedra y una vegetal “sin el concurso natural de las Abejas”, mediante la larga ebullición de ciertas hierbas y flores de las que se desprendía una grasa que, recocida varias veces, adquiría la consistencia y la maleabilidad de la cera animal.25 Sangro encontró además la manera de usar el cinabrio y la laca, mezclados con la cal, en la pintura al fresco y fabricó colores “oleohídricos”, es decir, colores semejantes a los de la pintura al óleo pero solubles en agua y aplicables sin preparación previa sobre madera, tela o metal: tenían “la belleza de las miniaturas y la fuerza de la pintura al óleo”, afirmaba Origlia.26 Se decía que, en su laboratorio, Raimondo había desalinizado el agua de mar mediante un destilador, había extraído los colores de las gemas y se los había devuelto más tarde con la misma intensidad del punto de partida, había compuesto y recompuesto ágatas y lapislázulis; en 1754, un lapislázuli artificial que él fabricó engañó hasta a los peritos joyeros más conspicuos.27 Había conseguido también colorear en profundidad trozos 22 Ibídem, p. 66. 23 Ibídem, p. 68. 24 Ibídem, p. 67. 25 Ibídem, pp. 67-68. 26 Ibídem, p. 68. 27 Ibídem, p. 69.

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de mármol, un tratamiento que otorgaba a esas piedras una consistencia tal que se las podía aserrar hasta alcanzar una fineza inédita. Con esas planchas de mármol era posible representar encajes y telas delgadísimas.28 Es posible que la técnica diese lugar a la idea de que el príncipe había inventado una pasta de mármol con la que se podía alcanzar un efecto sin par de transparencia en las esculturas, como el que vemos en la cabeza velada del Cristo muerto o en la figura del Pudor, enteramente cubierta por una tela translúcida, en la capilla de los Sansevero junto al palacio napolitano de la familia.29 Lo cierto es que Raimondo fue quien encargó los trabajos escultóricos de ese panteón familiar donde trabajaron el veneciano Antonio Corradini (1668-1752), autor del Pudor (1751), el genovés Francesco Queirolo (1704-1762), autor del Desengaño (1754), y, por fin, el napolitano Giuseppe Sammartino (1720-1793), quien realizó el prodigioso Cristo muerto (1753)30 cuya cabeza recubierta fue lograda mediante una tela de lino apoyada sobre la estatua sumergida en una solución de hidróxido de calcio y anhídrido carbónico. Sin embargo, una vez que el público vio esa estatua, circuló la especie de que la cara velada de Cristo había sido tallada por debajo de la superficie del mármol con la ayuda del diablo.31 En el plano de la biología es donde los experimentos de Sansevero se nos muestran más increíbles y extraños. Alrededor de 1754, se dijo que él había producido sangre artificial, del color y del sabor característicos de la sangre animal, que había resucitado cangrejos de río después de haber carbonizado y convertido sus restos en cenizas y que había hecho crecer hinojos a partir, también, de restos incinerados de esos vegetales.32 Realizó además dos “máquinas anatómicas”, conservadas en la cripta de la capilla familiar, que reproducen el sistema circulatorio de un hombre y de una mujer, desde el corazón, las principales arterias y venas hasta los capilares más finos. Las voces de la época señalaron que se trataba de una pareja de sirvientes a quienes el príncipe había suministrado mercurio en vida para obtener luego, por disección, esas imágenes anatómicas tridimensionales. Análisis químicos realizados en 1980 demostraron que la representación del sistema arterial y venoso está hecha con un preparado de hilo de hierro revestido con cera coloreada de abejas.33 Otra calumnia caída sobre la memoria del príncipe se refiere a una presunta intervención suya, de efectos catastróficos, en una restauración fallida de los papiros carbonizados des28 Ibídem, pp. 68-69. 29 Lorenzo Giustiniani, Dizionario Geografico-Ragionato del Regno di Napoli, Napoli, 17971805, tomo VI (1803), pp. 295-296. Reimpresión anastática hecha por Forni, Boloña, 1970. Augusto Crocco y Mario Guarino, La Cappella Sansevero e il suo mecenate. Nápoles, Carlo Martello, 1964. Maria Picone, La Cappella Sansevero, Serie “Le Chiese di Napoli”, Nápoles, Azienda Autonoma di Soggiorno Cura e Turismo, 1959. 30 Maria Picone, op. cit., pp. 27-45, 85-86, 92-95 y 108-114. 31 Pasquale Mongillo, op. cit. 32 Oderisio di Sangro, op. cit., pp. 66-67. 33 Pasquale Mongillo, op. cit.

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cubiertos por el suizo Karl Weber en la villa de Lucio Calpurnio Pisón en Herculano, entre 1754 y 1756.34 El anticuario real Camillo Paderni procuró desenrollar los papiros y fracasó rotundamente. El rey Carlos III habría convocado entonces a nuestro Sangro con parecidas consecuencias. Solo la llegada a Nápoles, en 1758, del padre esculapio Antonio Piaggio, experto vaticano, habría permitido desenvolver los papiros mediante una máquina ad hoc muy ingeniosa que se conserva hoy en el Museo Arqueológico de Nápoles. Lo cierto es que las dificultades de la operación retrasaron el conocimiento del contenido de los documentos hasta bien entrado el siglo XX, en 1965, cuando el vienés Anton Fackelmann los tornó legibles gracias a un tratamiento químico. A partir de ese momento, sabemos que se trataba de una biblioteca riquísima en textos de la tradición epicurea que, de haber sido accesibles en 1756-1757, habrían hecho las delicias de un librepensador a medias oculto como Raimondo de Sansevero. Ya en 1739 se atribuyó a nuestro autor la invención de una máquina hidráulica capaz de llevar a gran altura el agua de lluvia acumulada en los bajíos y, en 1757, se hablaba de un aparato compuesto de ruedas dentadas, poleas, ejes y esferas, para cuya construcción el príncipe había contratado a dos ingenieros de Neuchâtel, Jean-Pierre Racine y Pierre Sandoz, máquina destinada en apariencia a producir el movimiento perpetuo. En 1750, Sangro instaló en el castillo de Torremaggiore una “mesa sin servidumbre”, es decir, un dispositivo que hacía superflua la asistencia de camareros durante las comidas y garantizaba la discreción en torno a las conversaciones intercambiadas con los invitados.35 Poco antes de su muerte, Raimondo concretó una de sus más caprichosas invenciones, una “carroza marítima” propulsada en el agua por marineros que accionaban cuatro ruedas de paletas. Completada por unos caballos de corcho, un cochero y un asistente en la parte trasera, la carroza simulaba desplazarse sobre el mar igual que si se tratase de un vehículo magnífico a través de caminos de tierra. El artefacto despertó tanto asombro que quedó registrado en varias fuentes contemporáneas. El sueco Jacob Jonas Björnstahl se refirió a la máquina como un “automóvil acuático” o “carro neptúnico” en las Cartas de sus viajes extranjeros, publicadas en 1773.36 El 27 de julio de 1770, el Diario ordinario, publicado en Nápoles por Giovan Francesco Chakras, sacó una larga nota acerca del invento del príncipe: NÁPOLES, 10 de julio. Se le había ocurrido al célebre Príncipe de Sansevero hacer

construir una barca en forma de carroza que, mediante el movimiento simple de las cuatro ruedas, sin que se viese la fuerza motriz, y sin velas ni remos, hubiera podido servir de uso muy cómodo para nuestros Soberanos en la gran laguna de la Villa Real de Caserta; pero, dado que luego surgió la duda en algunos acerca del éxito de aquella,

34 Oderisio di Sangro, op. cit., pp. 69-71. 35 Ibídem, pp. 72-73. 36 Cit. en Oderisio di Sangro, op. cit., p. 74.

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Estudio introductorio

pensó el dicho Príncipe en hacérsela construir con capacidad para 10 ó 12 personas para su propia diversión. Quiso el día 7 del corriente mes de Julio probarla en la playa vecina de Marepiano y, al haber visto que funcionaba de acuerdo con sus ideas, en el Domingo siguiente, con algunas Damas y Señores que frecuentaban su casa y su conversación, se entregó al placer de dar un paseo en la dicha carroza por todo este cráter nuestro de la playa de Posilipo hasta la del convento del Carmen, ante la vista de un concurso innumerable de pueblo que, con signos increíbles de alegría y aplausos, no se sació de admirar y de alabar infinitamente la noble, bella y rica estructura de esa carroza marítima, la gran velocidad de la misma y la novedad de una invención tan sorprendente.37

El 22 de marzo de 1771, Raimondo di Sangro, príncipe de Sansevero, murió en Nápoles. Su existencia había suscitado admiración, asombro y un cierto terror. Tras su muerte, se erigió una leyenda satánica en torno a su figura, dotada de un aura diabólica que todavía perdura en la cultura popular de Nápoles, sobre todo en las inmediaciones de la calle De Sanctis donde se encuentra el palacio de la familia. Un sentimiento reverencial domina la visión que de él nos dejó Origlia: (...) a nadie provoque maravilla si nos extendemos mucho al tratar los asuntos del Príncipe de Sansevero; pues al ser este un nuevo Arquímedes de nuestros tiempos, famoso por tantas invenciones maravillosas y descubrimientos de los que hizo y todavía hace partícipe al público, si no hubiéramos dado cuenta de estas cosas, habríamos sin duda dejado de lado nuestro tema, que consiste en anotar los adelantos de cada Siglo, y los progresos de las Artes y de las Ciencias entre los nuestros. Por ser entonces la vida de tan noble y docto Caballero un estudio perpetuo, nos parece que por más que se diga será siempre poco; es justo entonces que no nos mostremos parcos en alabarlo porque los elogios justos que se le dan podrán servir de estímulo a todos los demás miembros de su mismo y noble Oriente, para que lo imiten; y si tuviesemos muchos como él, más podrían que otros contribuir a la gloria y a la felicidad no solo de nuestro Monarca sino de toda la Nación.38 (...) su Casa es una Academia continua de las Artes más famosas debido a tantos Artífices muy peritos y valiosos que tiene a su servicio, escultores del mármol, Pintores de muchos lugares, orfebres o fundidores de metales, cinceladores, talladores de piedras duras y de joyas, ebanistas que trabajan la taracea, las maderas duras coloreadas y otras cosas de este tipo.39

Algo más equilibrada fue la opinión de otro contemporáneo, el gran Antonio Genovesi, quien, en su Autobiografía, estampó el juicio siguiente sobre Raimondo: Es de corta estatura, tiene una gran cabeza y un aspecto bello y jovial; filósofo de espíritu, muy dedicado a la mecánica; de costumbres muy dulces y amables; estudioso y retirado; amante de las conversaciones de los hombres de letras. Si no tuviera el defecto de poseer demasiada fantasía, por la que a veces es empujado a ver cosas poco verosímiles, podría ser considerado como uno de los filósofos perfectos (...).40

37 Ibídem, pp. 74-75. 38 Ibídem, p. 15. 39 Cit. en Maria Picone, op. cit., p. 25. 40 Ibídem.

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No obstante, el retrato de un personaje esotérico es el que prevaleció hasta hace muy pocos años. La edición reciente de la Carta Apologética en 2002 y el estudio erudito y bello, escrito por Leen Spruit, que precede a ese texto,41 han coronado los esfuerzos de dos décadas de estudios, iniciados por Vincenzo Ferrone y Giuseppe Galasso,42 destinados a restablecer la dimensión histórica de nuestro príncipe. Pero, antes de ahondar en ese mismo sentido en las partes siguientes de nuestra introducción, consagrada al análisis de la Carta y de sus circunstancias, mencionemos algunas notas de la leyenda de Sansevero. Llamado “O’Prence”, brujo, mago, diablo, ateo y “Padr’Eterno”, se decía de él que había envenenado al escultor Corradini, había enceguecido a Giuseppe Sanmartino, con el fin de que nadie pudiese repetir algo semejante al Pudor o al Cristo velado, había asesinado a dos sirvientes para construir sus máquinas anatómicas, había liberado un genio de ojos fosforescentes cuando trabajaba con su luz perpetua, había encontrado el secreto de la inmortalidad y había recibido a Arquímedes en sueños. Respecto de la inmortalidad, una historia digna de los cuentos de Hoffmann o de Poe contaba que se había dado muerte después de impartir instrucciones para su resurrección definitiva. Su esposa, horrorizada ante esas manipulaciones del príncipe, había interrumpido el proceso: Raimondo, el desafiante de Dios, alcanzó a salir de su ataúd, dio un grito desgarrador y se deshizo en un montículo de polvo. El fantasma del “Príncipe” suele aparecerse en las calles de Nápoles y entonces se manifiesta una sombra que es su antagonista, el “Hermanito bastonero” o “Monaguillo”, quien da de palos al “Príncipe” y lo pone en fuga.43 Por el contrario, una extraña inscripción de sabor alquímico en el convento mayor de Santo Domingo en Nápoles era atribuida al señor di Sangro; decía así: “Suplico con la voz / a las glorias supremas y a las luces en el cielo / que, abandonado el vicio, / pueda yo preparar el camino / como el sol que, si penetra las ondas / de nuevo con dardos radiantes, / ara con los fuegos las gélidas aguas”.44 Los dominicos afirmaban que quien pudiese interpretar correctamente esos versos tendría ganado el Paraíso.45 41 Raimondo di Sangro, Lettera Apologetica. Introducción, notas y apéndice documental a cargo de Leen Spruit. Nápoles, alóç, 2002. Este libro es una de nuestras principales referencias eruditas y de él extraemos las citas de los textos de censura eclesiástica y de las prohibiciones a que dio lugar la Carta Apologética. Gracias al trabajo de Leen Spruit, hemos podido orientarnos con éxito en la búsqueda de las fuentes que usó el príncipe de Sansevero en la redacción de su obra. En adelante, citaremos Sangro-Spruit, número de página. 42 Vincenzo Ferrone, I profeti dell’Illuminismo. Le metamorfosi della ragione nel tardo Settecento italiano. Bari-Roma, GLF-Laterza, 2000. Galasso, Giuseppe, La filosofia in soccorso de’ governi. La cultura napoletana del Settecento. Nápoles, Guida, 1989. 43 Oderisio di Sangro, op. cit., pp. 97-99. 44 “Voce precor superas auras / et lumina celo crimine / deposito posse parare viam / sol veluti iaculis itrum / radiantibus undas si penetrat / gelidas ignibus aret aquas”. 45 Pasquale Mongillo, op. cit.

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