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¡Escribir o combatir! ¡Combatir o escribir! O combatir escribiendo
¡ESCRIBIR O COMBATIR! ¡COMBATIR O ESCRIBIR! O ¡COMBATIR ESCRIBIENDO!
A Miguel L. y a Cosme P.
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Lenin, cuando terminó de escribir el libro: El Estado y la revolución, dijo: “Es mejor vivir la revolución que escribir a cerca de ella”.
¿Pero qué hacer si no hay revolución? Hacerla, no la puede hacer uno, ni siquiera muchos sino millones de seres humanos conducidos por líderes nuevos.
Una crítica militante ha borrado la tranquilidad de la noche.
Me siento perdido sin luz y sin fuego de lucha.
La mirada de ira, la ausencia de militancia con ideales y acciones. me hace agua de despeñadero y caigo al fondo del abismo de la inactividad escribiendo.
El vacío de espadas se hace luz y brilla como un Sol en cada noche rara que amanece, que incuba en cada desesperación de codificar y decodificar
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la vida y sus tendencias.
Hoy que la noche es menos larga que en invierno y me arroja a la luz sin reparar si estoy preparado con el lápiz y la hoja que me viste aunque con un fondo de profunda tristeza de no agarrar el arma de combate de los días de yunque y cincel de verdad, intento combatir escribiendo y la historia irredenta dará el veredicto de los aciertos y los desvaríos.
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A LOS AMIGOS
A Orlando, Celso, Julián, Rubén, César, Gonzalo, Igor, René, Juan, Nelson, Fernando, Humberto, Nicolás, Marcelo, Max, Julio y la UPEQ
La mañana recorre el firmamento. La tarde con toda su luz discurre en mi piel con el agua.
La noche se ha adueñado de mis locuras y escribe, no sé qué, pero escribe en nombre de la poesía.
Los amigos, nos recuerdan las grandes acciones y yo, perdido entre cuatro paredes moviéndome pero sin salir.
Un libro, me devela el camino recorrido. Otro libro, me enfrenta conmigo mismo y estoy a punto de desafiar a duelo o a la ruleta rusa a mi enemigo, que soy yo mismo,
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y me detengo.
Una esperanza me arroja a la calle y camino, y camino y no descubro ninguna luz que me haga otro, y sigo siendo el niño triste que ayer gritaba su verdad y ahora calla con la madurez y se suelta en signos y giros poéticos.
La amistad, una mano que me impide destrozarme el alma y despedirme en los días aciagos y sin nombre.
La amistad, un océano de olas gigantes y grandes desafíos.
La amistad es el mar bravío que se alza incontenible en los días
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de conflicto y siente una paz en la convalecencia de heridas de ideales y sueños con los oasis de amores y locuras.
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