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Ramiro Ordoñez Flor
SEÑORA MUERTE Irma María Magnani Valdez
Eres para mí la gran certeza en este mundo de amor, de duda y de vileza. Estás ahí, agazapada compañera, mientras yo vivo persiguiendo una quimera.
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Eres la que me espera en la última vuelta del camino, después que recogí el trigo de la era final de la espiral de mi destino.
Ya llevo tanto trecho recorrido; luego de cada acierto cuánto desatino. Más vivo y valoro lo vivido tratando de dejarte en el olvido.
Sé que vendrás, aunque no quiera desollando a tu paso mi quimera, te espero, nadie escapa de esta suerte; pero, por favor, no vengas todavía Señora Muerte.
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RAMIRO ORDOÑEZ FLOR (Bolivia)
Nació en Potosí, Bolivia el 28 de septiembre de 1963. Ingeniero civil, poeta, narrador, ensayista, crítico literario y gestor cultural. Publicó artículos en la prensa nacional e internacional. Considerado uno de los escritores más prolíficos de la literatura boliviana. Promotor de grandes actividades culturales. Ocupó cargos culturales importantes instituciones. Fundador de varias organizaciones de escritores y gestor de la declaración de Potosí como Patrimonio Mundial. Presidente de la Sociedad Boliviana de Escritores. Filial Potosí. Organizó eventos literarios presenciales y virtuales para valorar el gran aporte de la organización cultural de fama internacional: Gesta Bárbara. Creó el grupo literario Gesta Bárbara siglo XXI con escritores nacionales e internacionales. Es editor y coeditor de libros digitales internacional. Libros recientes. Cuento: Espigas subliminales (2013). Poesía: Sombras del silencio (2010) y Versos para una gitana (2018).
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DIALEXIS SOBRE LA MUJER (Prosa poética) Ramiro Ordoñez Flor
La mujer es como una hechicera que yergue sobre su figura donaire y encanto, y en el pináculo de su voz se destila ternura, gracia, bondad y delicadeza. Es la sonrisa que enaltece y embruja a la vida, es el canto todavía inocente que resplandece en su corazón. Son los brazos cálidos que abrigan el alma, aún en los momentos más difíciles extraviados e la tormenta. La mujer semeja un jardín de espléndidas rosas, de terciopelo y jazmín empilados en cada palabra naciente de sus labios de seda. La mujer es la gran idea por la vida, es el motivo de mil razones y mil fundamentos para deleitarse con su presencia. La mujer es el grito del triunfo, es la primera alborada que ilumina el espacio, el canto por el cual se conquista los grandes objetivos. Jamás, nadie ha llegado a la plenitud del embeleso de la mujer, encima de ella no hay más que Dios. La mujer es la mensajera del bien, de la paz y de la vida, distingue a lo lejos los peligros y las amenazas, guía el destino y siembra esperanza. La mujer es un panal en el tiempo, un trozo d algodón en cada amanecer, ella tiene alma de palmeras donde canta el ruiseñor y brilla el sol, las aves que modulan no lo hacen con la misma dulzura ante la presencia de una mujer. La mujer es nuestro cielo, nuestra noche, nuestro verano es nuestro arcoíris donde brillan nuestras emociones por ella. Es nuestro perfume que pone en fragancia cada uno de nuestros pasos. La mujer es el amor en nuestra vida.
La mujer posee fulgores que impulsan a la meditación y a la reflexión, es el ensueño resumido en una sola palabra MUJER. Sus encantos son ondas de ángeles que duermen en el mar, en el infinito y que tiemblan y palpitan bañados en crepúsculos, son ángeles que brillan sonriendo en su lecho de espumas. La mujer es decoro, delicadeza y respeto, atención y diplomacia, es plenitud de vida alegría y emoción.
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! ¡Ah!, cuando se escucha la voz de una mujer, los mares se agitan y los vientos se aminoran. ¿Por qué la mujer es tan sublime?, porque en el latir de su corazón está el hijo querido y el ser amado, dulzuras y ternuras en el suspiro de su alma, como el niño en su seno maternal y el amor en el deseo sentimental. Por eso, en tanto la vida conserve de alegría al mundo, será por la mujer, por el divino encanto de saberle querida y adorada, su nombre inspirara siempre razón de lucha, será como un rocío caído al corazón.
Por una mujer se avivan las montañas, los ríos, los bosques, los cielos y los mares, y por una mujer se enciende la vida como una chispa al mundo. Por una mujer he descubierto las praderas de la vida y los bosques de mi sentimiento, por una mujer he sabido vivir la vida divisando la dulce brisa de un celaje adormecido y por una mujer he hipotecado mis besos al condominio de su frente lúcida de ternura. Por una mujer he desgranado mis besos al paraje de sus dulces labios. Por una mujer he aprendido a solfear cada minuto de mi existencia desde el primer minuto de vida. Por una mujer he comprimido mis cálidos quereres en cada latir de su corazón. Por una mujer he llegado al mundo y también por una mujer me he olvidado del mundo. Por una mujer mi vida se inventó en una sola palabra ROSALÍA. Y por una mujer cada amanecer me despertaba en un solo pensamiento: María Elena.
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