CONTENIDO
En la naturaleza hay cuatro fuerzas: gravitacional formulada por Newton, electromagnética desarrollada en el siglo 19 y cuya síntesis fue planteada por Maxwell, nuclear débil y nuclear fuerte formuladas en la primera mitad del siglo XX. Esta ultima, la fuerza nuclear fuerte, se postula a los fines de explicar la existencia del núcleo de un átomo donde se presentan fuerzas electromagnéticas repulsivas al descubrirse que éste está conformado por protones (carga eléctrica positiva) y neutrones (carga eléctrica nula). La carga eléctrica es una segunda característica de la materia. La primera característica es la masa.
Se teorizó que su alcance no podía ser mayor que el propio radio del núcleo para que otros núcleos cercanos no la sintieran. Por esa razón se la denominó, en ese entonces, Fuerza Nuclear Fuerte. Al respecto, el modelo de Yukawa (1935) explica satisfactoriamente varios aspectos de la fuerza nuclear fuerte o llamada también fuerza fuerte residual. Propone la existencia de mesones como portadores de partículas para la Fuerza Nuclear Fuerte y predice la existencia de una partícula con una masa del orden de 100 millones de electrón volts (100 MeV) (un eV es igual a 1,6 x 10-19 Joule). Es adecuado puntualizar que la masa del Protón es del orden de 0,9 mil millones de electrón Volts( 0,9 GeV). Esta teoría sobre mesones llevó al Dr. Yukawa a recibir el premio Nobel de Física en 1949.
iniciado). La trayectoria del pión se reconoció por generar una doble trayectoria emergente de su decaimiento en otro mesón.
Es así como se da inicio en Bolivia, con un premio Nobel, a la Física de Partículas Elementales a nivel mundial
En este contexto, hasta la década de los sesenta del siglo XX, el protón y el neutrón eran consideradas partículas fundamentales.y se conocía que la fuerza nuclear fuerte es la responsable de la cohesión del núcleo como consecuencia de la comprobación de la existencia del mesón π.
Se inicia con ello un giro en la física atómica hacia la física de partículas elementales que lleva a la formulación de la teoría de Quarks (con un Spín o momento de giro fraccionado), que presentan una nueva propiedad de la materia que se llama Carga Color con tres valores: rojo, verde y azul, elementos estos, los Quarks, constitutivos de Protones y Neutrones (hoy esta probada su existencia y hay seis de ellos, denominados: arriba y abajo, encanto y extraño y, finalmente, fondo y cima), partículas que se mantienen unidas por fuerzas nucleares que son mayores a las que mantienen a protones y neutrones, fuerza que es intermediada por partículas denominadas gluones, combinaciones de carga color y carga anticolor. Hay 8 tipos de ellos.
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Posteriormente, en 1947, se demostró en un experimento realizado en Chacaltaya, Bolivia (4° Magnéticos Sur y 5200 msnm), la existencia del mesón pi o pión formulado por Yukawa (hoy se conocen tres de ellos, positivo, negativo y neutro. Se representa con la letra griega π y explica las propiedades de la Fuerza Nuclear Fuerte).
El experimento lo realizan tres científicos que trabajaban juntos en emulsiones nucleares en el Laboratorio Wills de la Universidad de Bristol: Cecil Powell (Reino Unido), Cesar Lattes (Brasil) y Giusseppe Ochiallini (Italia). Utilizan para ello una pila de placas de plomo y emulsiones fotográficas (otorgan en el año 1950 el premio Nobel de Física al Dr. Powell por diseñar y aplicar esta técnica en el descubrimiento del pión), en los que impactaban rayos cósmicos de energías altas cuyas trayectorias eran determinadas mediante la existencia de puntos de luz en los sucesivos negativos fotográficos (la tecnología de aceleradores de altas energías aún no se había
Se establece también que la Fuerza Nuclear Débil involucra el intercambio de otras partículas que hoy se conocen como Bosones. W y Z que presentan masas del orden de 80 GeV con alcances del orden de 0,1% del diámetro de un protón (10-15 metros) Al presente, hay dos tipos básicos de partículas probados en la naturaleza:
• Bosones con Spín (momento de giro) entero (1,2,..) constituidos por: Fotones, Bosones W y Z, Bosón de Higgs, la madre de las partículas (cuya existencia se probó en julio del 2012), Gluones, Gravitones (aún no demostrada su existencia), Mesones que responden a la Interacción nuclear fuerte (piones, formados por un Quark y un antiQuark) cuya existencia fue demostrada en Chacaltaya, Bolivia, en 1949.
• Fermiones con Spin semi entero (1/2, 3/2....). Se dividen en dos grupos: Quarks (seis tipos) y Leptones (seis tipos, entre ellos, el electrón y el mesón μ, cuya existencia se probó en forma previa a la del mesón π).
Del Mesón Pi – Bolivia al Boson Higgs - Suiza
Resúmen de las interacciones entre las partículas del modelo estándar.
Ante esta realidad, para describir los bloques fundamentales del edificio del universo, se formula el Modelo Estándar de Física de Partículas Elementales. Describe el universo usando 6 quarks, 6 leptones y algunas partículas “portadoras de la fuerza” (ver cuadro). Hay cuatro fuerzas conocidas (o interacciones), cada una mediada por una partícula fundamental, conocida como partícula intermediaria o portadora. Tres de ellas son los fotones (interacción electromagnética), los gravitones (interacción gravitatoria), y los gluones (interacción fuerte) que no tienen ninguna masa, mientras que las partículas W± y Zº, portadoras de la fuerza débil tienen una masa de 80 a 90 GeV/c2. Finalmente prevee la existencia del Bosón de Higgs, formulada teóricamente en 1964, en forma independiente, por tres grupos de físicos, uno de ellos, liderizado por el Dr. Peter Higgs, que explica la
masa como resultado de una interacción de las partículas con un campo hoy denominado Campo de Higgs que permea el vacío, que justifica la ausencia de masa en fotones y gluones por un lado y la masa enorme de los bosones por el otro.
Este mecanismo implica que debe existir una nueva partícula asociada con las vibraciones de dicho campo, el bosón de Higgs (masa de 126 GeV y vida de 10-22 seg.) con la que interaccionan las partículas, y obtienen su masa, cuya existencia se acaba de demostrar en el Acelerador Colisionador de partículas del CERN, Suiza, por dos grupos de científicos, en forma independiente, en Julio del 2012.
A pesar de los logros alcanzados, aún hay preguntas sin respuestas: a) ¿qué pasó en los primeros instantes de la formación del universo?, b) el Modelo Estándar explica la existencia de la materia como la conocemos, materia que constituye alrededor del 5% del universo observable, pero no explica la materia oscura (20%) que condiciona la estructura de las galaxias ni la energía oscura (75%) que está forzando al universo a expandirse.
Esto nos lleva a formular la pregunta final, ¿cuál es el destino del universo?
La Vivienda Prehispánica en las Zonas Bajas de Bolivia
Durante los tiempos prehispánicos, en el norte, el oriente y el sudeste de la actual Bolivia, coincidieron dos grandes troncos culturales sudamericanos: el arawac y el tupi-guaraní. Un tercer tronco cultural de escala continental, el andino, también sentó presencia en la periferia occidental de esa enorme región del corazón de Sudamérica. Durante milenios, las diferentes naciones que conformaron históricamente estos tres grandes grupos culturales establecieron diverso tipo de relaciones de intercambio, y por supuesto, se enfrentaron violentamente muchas veces. Los dos troncos dominantes de las zonas bajas, sean de las pampas o sabanas, bosques o selvas, llanuras y pantanos, circularon arbitrariamente por las cuatro quintas partes del continente sudamericano, en sendos procesos hasta ahora poco conocidos.1 Los primeros testigos europeos, así como los estudios posteriores, muestran que las diferentes naciones o pueblos que habitaban-aún lo hacen-estas regiones presentan una complejidad organizacional variable, con comunidades de cultivadores organizados en diverso grado por un lado, y por recolectores, pescadores y cazadores por el otro.2 Naturalmente, en todos los casos, la pesca, la caza y la recolección arbitraria pudieron coexistir con la agricultura y hasta con la ganadería, cuando ésta se hubiese manifestado.
La arquitectura, al mismo tiempo producto cultural e instrumento de cohesión social, coincide con el carácter sedentario, nómade o semi-nómade de la comunidad que la construye. Por esta estrecha
relación, se encara el tema de la vivienda prehispánica de manera articulada con los aspectos que definen el asentamiento urbano en el que se insertan las unidades residenciales.
La carencia de fuentes gráficas dificulta la comprensión de algunas de las características espaciales del entorno precolombino o prehispánico, pero las crónicas coloniales y la permanencia material de algunas comunidades hasta bien entrado el siglo XX, permiten reconocer y sistematizar en forma global las experiencias arquitectónicas y urbanas anteriores a la conquista o a la posterior evangelización (reducciones, cristianización). Condicionada, y al mismo tiempo, sobrepuesta al medio ambiente, la cultura material precolombina se desarrolló gracias a los intercambios culturales previos a la invasión europea, respondiendo a las particulares estructuras sociales y productivas de cada nación.3
Aunque es posible afirmar que la mayor parte de los asentamientos de las llanuras y los bosques se constituyeron como conjuntos residenciales precarios, de tecnología simple y carente de pretensiones simbólicas, por su carácter esencialmente efímero, existen evidencias de asentamientos estables, como el caso de las culturas de los llanos de Moxos, las que construyeron un entorno material más elaborado, aunque no llegaron a desarrollar una tecnología constructiva a nivel residencial o edilicia capaz de soportar el paso del tiempo.4
La relativa sencillez estructural y la poca durabilidad de las edificaciones prehispánicas en las zonas bajas, tiene que ver tanto con los materiales de construcción disponibles, como con la predominancia del sentido de subsistencia, que determinaron una ocupación del territorio proyectada a corto o mediano plazo. Para estos pueblos nómades y semi-nómades de las zonas bajas, las viviendas y otras edificaciones, al abandonarse luego de cierto tiempo, no motivaron la búsqueda ni el desarrollo de sistemas constructivos durables, especialmente en las zonas donde no existía piedra y donde las inundaciones podían exigir eventualmente el abandono total de la aldea.5 En este sentido, no se preocuparon por construir conjuntos ceremoniales de tecnología durable, limitándose a destinar una choza para las actividades ceremoniales, la que en algunos casos podía presentar características de escala y calidad superior a las viviendas comunes.
algunas aldeas pequeñas contaban con 15 familias, otras podían tener hasta 800, con más de 3.000 habitantes.6 En 1635, el soldado español Juan de Limpias estimó en 3.000 habitantes uno de los once pueblos de los Toros, con 400 casas, 190 cocinillas y 9 bebederos.7 En los pueblos de mayores dimensiones, los cronistas mencionan la existencia de “barrios”. De ahí la existencia de varios bebederos o casas de los hombres en algunas comunidades.8 Los conjuntos urbanos de “casas-galpones”, como también se denomina a las tabas, estaban constituidos de un número reducido de éstas. Grabados del siglo XVI muestran 4 viviendas comunales en un pueblo sudamericano (Tupinambos), y hasta 14 en un conjunto de Norteamérica (Pomeiock).9 Sin embargo, Hernando de Loma Portocarrero, en una expedición de 1597, contó 610 tabas en una sola comunidad.10 En ese caso, el número de familias que albergaba cada una de estas viviendas plurifamiliares no debió ser alto, pues de ocuparse esas tabas bajo criterios hoy conocidos, la ciudad debía contar con varias decenas de miles de habitantes, y las descripciones no señalan semejante cantidad de habitantes en una sola ciudad.
El escribano Juan de Limpias, refiriéndose a la Gobernación de Moxos, ofrece un panorama más amplio y detallado al respecto del tamaño variable de las aldeas, señalando en su informe de 1617:11 …salimos 20 hombres por orden del dicho gobernador a correr la tierra y descubrir los pueblos, que hallamos 11 y el principal tenía 400 casas y 90 cocinillas y nueve bebederos, donde se juntan a sus borracheras. El segundo pueblo tenía 60 casas o 66, y 33 cocinas y cinco bebederos grandes,… y los demás pueblos de a 30 y de a 20 y de 15 y de diez algunos de ellos…
Tupinambos - Brasil oriental - Von Stade, 1557
Aunque no se puede descartar completamente el uso de materiales de construcción elaborados o durables, como la piedra, la inexistencia de ésta en la mayor parte de las zonas bajas es un factor crítico en la adopción masiva y dominante de tecnologías madereras. En aquellos lugares donde si existía piedra o rocas, su uso no alcanzó un grado de desarrollo tecnológico capaz de definir la arquitectura, sea pública o residencial. Los raros ejemplos de construcción en piedra, que se encuentran en los límites de la zonas bajas con las estribaciones andinas (caso de Samaipata y otras), así como los incrustados en medio de la selva (caso de Las Piedras, cerca de Riberalta o el “Corral de Piedra” por Chiquitos) no ofrecen una clara incidencia en el entorno boscoso o pampeano, estando aún sujeto su análisis e interpretación a evaluaciones posteriores, los que, en todo caso, no implican impacto urbano o arquitectónico. A pesar de que existe evidencia del uso de cimientos de piedra en algunos pueblos cercanos a afloramientos rocosos, esto no marca una tendencia general, de la misma manera que los ejemplos aislados mencionados previamente.
URBANISMO
Los pueblos, sean estos constituidos por viviendas unifamiliares o plurifamiliares, variaban en dimensiones y población. Mientras
Bajo esta descripción, se puede reconocer aldeas pequeñas de entre 100 y 300 habitantes, otras medianas que podían llegar a 1.000 habitantes, y finalmente, en el caso del “pueblo principal” o capital de la región, una ciudad de 3 a 4 mil habitantes, distribuidos en 9 “barrios” si se asume que cada bebedero implicaba una plaza. En términos de la superficie o mancha urbana ocupada solamente es posible especular, considerando las dimensiones de viviendas mencionadas y la separación que entre ellas se
puede apreciar a partir de grabados y aldeas sobrevivientes. Las pequeñas aldeas mencionadas por Limpias podían ocupar desde menos de una hectárea, y las ciudades mayores podrían haber ocupado más de 10 hectáreas. La densidad estimada a partir de estas proyecciones varia entre 100 a 40 habitantes por hectárea, lo cual supone una densidad urbana media, bajo los criterios actuales.
El ordenamiento urbano presentaba algunos elementos comunes. Un espacio abierto central, flanqueado por el bebedero y casa del cacique, constituía en núcleo espacial del conjunto. Era de hecho, una “plaza” ceremonial. Dependiendo de la cantidad de viviendas y número de habitantes, podían existir plazas menores, con sus respectivos bebederos, generándose barrios dentro de la ciudad.
Las viviendas comunes se ordenaban en forma aparentemente arbitraria. No existiendo comentarios explícitos al respecto de los criterios de ordenamiento de las viviendas, solamente se puede especular al respecto de la posibilidad de que haya existido algún tipo de criterio ordenador, como los reconocidos en comunidades de escala y nivel de organización similares, sea de carácter familiar, origen o actividad principal de los pobladores. La existencia de menor cantidad de cocinillas sugiere algún tipo de diferencias sociales, como se comenta posteriormente.
No existían calles en el sentido occidental, pero los cronistas reconocen el concepto en los accesos del exterior hacia el espacio central, incluso sugieren que existía una especie de boulevard o paseo adornado. Es particularmente interesante el comentario que hace Schmidel, cuando menciona que los Jarayes contaban con un camino de ocho pasos de ancho, bordeado de flores y pulcramente limpio, que llegaba hasta la casa del cacique. Coincide en la existencia de esta especie de avenida de ingreso el escribano Juan de Limpias, quien comenta que en los pueblos que visitaron entraban por “…una calle o calzada que tenían para división de las sementeras, que cabían tres hombres de a caballo por ella…”.12
Los cronistas coinciden en señalar que todos los pueblos estaban rodeados de una empalizada, con una o más puertas de ingreso controladas, al margen de la predisposición guerrera de los habitantes. Al respecto, en 1635, Alonso Soleto Pernía escribe:13 ...era un cerco de la manera de un fuerte, muy reforzado, y estaba en cerco por temor de sus enemigos que tenían... Era el fuerte de árboles de higuerones, y de cedros y cedros, plantados alrededor para edificar su ciudad...
Al respecto de si los cercos mencionados eran vivos o empalizadas de troncos cortados, resultan ilustrativos los diferentes grabados que realizaron algunos cronistas, donde no se reconoce una arboleda protectora, sino un muro maderero seco, y por ello, europeos como Soleto establecen un vínculo con los fuertes que conocían. De todas maneras, y aún a pesar de que en términos de seguridad un cinturón verde de grandes árboles alrededor de la ciudad no parece plausible, la posibilidad de ese tipo no debe excluirse, más aún considerando la diversidad cultural implicada. Exterior al cerco, que podía ser doble, se construían fosos que ocultaban lanzas envenenadas y se plantaban setos vivos de plantas también venenosas. Ello aseguraba una mejor protección contra los ataques de pueblos enemigos y contra predadores de la selva y serpientes. Ulrico Schmidel los describe:14
Su ciudad... está rodeada de dos cercas de palos del grueso de un hombre, hincados una braza en la tierra. Lo que sobresale tiene la altura de un hombre con la espada alzada. A quince pasos delante de la valla tenían hechos unos fosos de una profundidad del tamaño de tres hombres, y en ellos habían clavado unas lanzas de una madera dura... Los fosos estaban cubiertos de paja, ramitas y un poco de tierra y hierbas para que nosotros cayésemos en ellos al perseguirles o quisiésemos asaltar la ciudad...
Esta sofisticación en los mecanismos de defensa urbana, por las labores que implicaba su ejecución, señala que varios asentamientos eran relativamente estables, especialmente en aquellos de mayor población, como la capital o “pueblo principal” que menciona Juan de Limpias.
Además del sistema defensivo, la existencia de criterios de ordenamiento urbano consolidados, que determinaban no solamente una plaza central y bebedero principal, sino la conformación de barrios con sus propias plazas y bebederos, así como la construcción de puertas y avenidas de acceso, permiten reconocer que el urbanismo prehispánico de los llanos presentaba una dimensión material mucho más compleja que lo que generalmente se le había reconocido.
ARQUITECTURA
Los pueblos de origen arawac y tupi-guaraní presentaban una variedad tipológica coincidente en todo el continente. Tipologías de viviendas similares, sean colectivas o unifamiliares, se encontraban a lo largo y ancho de Sudamérica. Salvo algunas excepciones notables-e.g. Yanoamas, Makiritare, Piaroas-los modelos se repiten, independiente de su carácter arawac o tupiguaraní. La organización espacial de los pueblos era algo más rica en diferencias que la variedad tecnológica.
Las viviendas podían ser unifamiliares, colectivas o comunitarias globales. En los llanos orientales no se conoce de tipologías de vivienda comunitaria global, es decir, de comunidades que habitaran una sola gran vivienda, como en ejemplos amazónicos conocidos (Yanoamas, Makiritare). Los conjuntos de viviendas colectivas reunían entre dos y cinco grandes galpones comunitarios. Por su parte, las poblaciones fundamentadas en viviendas individuales podían estar constituidas por grupos de una decena o de centenares de pequeñas viviendas, en una diversidad ya comentada en la primera parte.
Vivienda unifamiliar
Las viviendas unifamiliares eran regularmente de planta circular. Si las construían con paredes, la cubierta era cónica simple, pero si no tenían paredes, una estructura c-nica curva hacía las veces de paredes y cubierta. Su tamaño variaba pero era de reducidas dimensiones, con diámetros de 2,50 metros hasta 4,00 metros y de altura similar. La familia entera habitaba allí.
Éder escribe en forma genérica la “casa de los bárbaros”, dando buen número de detalles de la vivienda unifamiliar con paredes:15
Las etnias todavía bárbaras construyen sus casas más para alejar los mosquitos y cínifes que para su comodidad. Su estructura es circular, de cuatro o, a lo más, cinco varas de diámetro, viviendo en ella toda la familia, es decir hasta doce personas. Su altura es la misma que su anchura; el techo es de hierba; la puerta se hace de la misma hierba, atada a palos: es tan pequeña, que se lo pueden entrar gateando de pies y manos. No hay ventana alguna. Las paredes apenas llegan a una vara de altura y son de empalizada recubierta de barro...
Una vivienda bastante parecida a la anteriormente descripta es la de los San Simonianos, aunque en éstas, el muro es de mayor altura. En las zonas más tropicales, la empalizada que hacía las veces de pared no se recubría con barro, permitiendo la ventilación natural del interior.
La vivienda unifamiliar sin paredes, parece haber sido la de los pueblos conocidos como Chiquitos, entre ellos, los Manasicas. En 1702, el sacerdote Lucas Caballero las describió así: “Sus cabañas son de paja, hechas a manera de hornos”.16 Poco después, el padre Patricio Fernández, en 1726, describe así la casa de los Chiquitos:17
Las casas no son más que una cabañas de paja dentro de los bosques, una junto a otra sin algún orden o distinción; y la puerta es tan baja que sólo se puede entrar a gatas, causa porque los españoles les dieran el nombre de Chiquitos, y ellos no dan otra razón de tener así las casas sino que lo hacen por librarse del enfado y molestia que les causan las moscas y mosquitos… y también porque sus enemigos no tengan por donde flecharlos de noche…
Considerando las descripciones de las viviendas de otras comunidades continentales, la vivienda de los Chiquitos encaja en las tipologías comunes al continente. Su particularidad de contar con una puerta pequeña no le es exclusiva, pero si fue lo suficientemente sorprendente para los primeros españoles que las vieron, como para justificar su apelativo. De hecho, cada gran grupo cultural determinó con el tiempo, una solución arquitectónica particular y reconocible para los demás, y en ese sentido, la pequeñez de la puerta chiquitana prehispánica expresaba esa diferencia, mientras que el sistema constructivo y materiales utilizados eran similares a los utilizados por otras naciones.
Casa de los hombres o Bebedero
En el centro de los pueblos también existía una edificación privilegiada, de mayores dimensiones, para albergar al cacique, a los jóvenes solteros mayores de 15 años, a los visitantes, así como para realizar algunos de sus ritos o ceremonias.18 Esta gran choza, mencionada por los indígenas como “casa de los hombres”, es llamada también “bebedero” por los sacerdotes, debido a que en ellas los hombres se reunían para beber. Podía albergar indistintamente las funciones mencionadas y también ser albergue provisional de los forasteros, siendo preferentemente lugar destinado a las ceremonias de iniciación guerrera y adoración de sus dioses.19
La ubicación privilegiada en el conjunto de esta edificación, construida al lado del espacio abierto central, contribuía a fortalecer su sentido simbólico, enriquecido también por la diversidad y constancia de su uso. A diferencia del resto de las edificaciones, era construida por toda la comunidad.
Si el pueblo tenía gran población, podía haber dos o más de estas edificaciones, mencionándose hasta 9 bebederos en una población de 400 casas. No está claro si el bebedero central tenía una jerarquía mayor, lo cual se puede suponer, pero no afirmar. Una excepción interesante a esta costumbre común en la mayor parte del continente la marcan los Araonas, un pueblo del norte amazónico, quienes contaban, además del bebedero o casa de los hombres, con una vivienda especial para el acto del alumbramiento, conocida como “casa de las madres”.20
Oratorios
Marban comenta que “…Sus fiestas se reducen a beber y bailar toda la noche hombres y mujeres a las puertas de sus adoratorios, que son chozas de paja que las adornan con muchas tutumas, mates, chaquiras, plumas, arcos, flechas, adargas; y donde, emplumado, el hechicero brinda a la salud de su Dios y convida a beber aquella chicha, que está ya santificada...” La Descripción anónima de 1754 señala que Chumanos y Ramanos “…tenían especie de oratorio, con algún adorno y a medianoche cantaban ciertas letras y coros.” En coincidencia con esto, Chávez Suárez cita al biógrafo de Barace, quien dice “…En ciertos tiempos del año… estos sacerdotes juntan al pueblo en una colina poco distante del lugar…” para llevar a cabo ceremoniales caracterizados por una ritualidad compleja, descrita en detalle por diversos cronistas y misioneros.
Cocina
En algunos pueblos, las familias cocinaban en una segunda choza abierta, próxima a la familiar. Esta cocinilla, de menores dimensiones que la primera, no contaba con paredes y su planta era cuadrada, a diferencia de la planta circular de la vivienda. La diferencia de la cantidad de cocinillas en relación a las viviendas, marcada claramente por la descripción de Juan de Limpias, podría sugerir dos razones, ambas plausibles pero no explicitadas. Primero, que, dadas las limitaciones del espacio protegido (cercado), no todas las familias tenían “derecho” o terreno suficiente como para construir una cocinilla independiente, debiendo cocinar-como en muchas comunidadesen el interior de la vivienda; y segundo, que la producción de la comida era una actividad plurifamiliar, no siendo necesario que cada familia cuente con una cocinilla. El primer caso sugeriría la existencia de algún tipo de diferencia social, y la otra, una costumbre grupal.
Viviendas colectivas
Las viviendas colectivas o plurifamiliares eran comunes en la región oriental, como lo eran en todas las zonas bajas de Sudamérica. Las dimensiones y capacidad varían notablemente, tal como su nombre: taba, ruka, maloca, shapuno, etc. La Taba era la tipología característica de buena parte de los pueblos tupiguaran’, y se la utilizaba por unos cinco años, tiempo máximo que duraba un asentamiento en los tiempos prehispánicos.22
La vivienda colectiva de la región oriental albergaba normalmente de 10 a 15 familias, o entre 70 y 100 personas, en un espacio con un ancho de 5 a 7 metros, de 30 a 50 metros de largo, y entre 6 y 7 metros de altura, aproximadamente.23 Algunas comunidades amazónicas construían edificaciones de mayor capacidad, como los Pacaguaras, cuyas casas medían hasta 100 metros de largo.24
Se construía la taba con una armazón rectangular de troncos macizos que se constituían en la estructura central. Piezas delgadas se hincaban en el suelo y se curvaban, apoyándose en la estructura central, hasta cruzarse en el vértice superior, donde se amarraban. Una vez esta armazón quedaba fija, se la cubría con hojas entrelazadas de palmeras. En la región oriental, el motacú y el cusi eran las palmeras más comunes. Ante la inexistencia de muros o tabiques interiores, las columnas interiores servían como sutiles elementos divisores entre las familias, aunque sólo perimetralmente, pues el espacio central era común, y allí se cocinaba.
Por su parte, Ciro Bayo comenta ya en el siglo XX, que los Araonas construían sus viviendas colectivas como “…ranchos ovalados, casi tipo embudo, con el pico hacia arriba. Cuatro a cinco familias por casa…” Reconoce que existían casas para el día y para la noche, y también indica que tenían casas para los vivos y para los muertos. Éstas últimas eran redondas, no ovaladas como las otras.
No se conoce con certeza cuál de las dos tipologías mencionadas (unifamiliar y plurifamiliar) era utilizada por los pueblos Chané, Gorgotoqui, Tamacocís y otros antiguos de los llanos de Grigotá. Los restos arqueológicos, encontrados en la misma ciudad de Santa Cruz, no arrojan luces al respecto de la forma de sus viviendas.25
Mobiliario
Aldea guaraní, dibujo de V.H. Limpias, 2001
Refugios temporales
Chozas provisionales eran levantaban por los cazadores en el monte. Estas eran estructuras cónicas sencillas, algunas de ellas dibujadas por cronistas e investigadores amazónicos. Al respecto de ejemplos locales, se destaca la que parece incluirse en las pictografías del Cerro Banquete, cerca de Santiago de Chiquitos, de forma cónica.21 En algunos casos, se utilizaba un hueco en la parte ancha del tronco del árbol Toborochi (ceiba ventricosa) como refugio temporal, tal como se pueden inferir de las tradiciones orales que comentan al respecto.
El interior de las habitaciones no presentaba mayor mobiliario que las vasijas utilizadas en los menesteres diarios y las hamacas de algodón, cuando las usaban. Es posible que algunos adornos totémicos hayan estado colgados de las paredes o el techo, al lado del arco, las flechas y alguna herramienta primitiva. No eran pocas las comunidades que dormían en el suelo, sobre mantas de algodón o sobre arena traída de las riberas del río. Fernández es claro cuando dice que … no tienen otro ajuar que una estera bien débil que al más leve soplo de aire se cae…26
Tecnología
En todos los casos, las edificaciones, residenciales o públicas, se levantaban primero como estructura de piezas de madera, la cual era posteriormente cubierta con hojas de palmeras trenzadas. Sin embargo, la escala e incluso la función de la edificación, debió suponer diversidad en el acabado y características de la
madera de la armazón, así como de la existencia o no de paredes y de las características de la cubierta.
Las tabas colectivas o las casas de los hombres, exigían una armazón maderera compleja, que en algunos casos debió utilizar pórticos centrales de apoyo a la armazón envolvente. Las viviendas unifamiliares requerían una estructura sencilla. En ambos casos, hay soluciones con paredes y otras abovedadas. De haberse definido paredes, éstas podían definirse de dos maneras: como tabique o tapial (estructura vegetal cerrada con barro) o como estera seca de ramas, troncos u hojas entrelazadas. Es posible (no hay descripciones) que cercos vivos de arbustos como el Cuguchi (pereskia sacharosa), hayan sido utilizados.
En la solución abovedada, las paredes y la cubierta constituyen una unidad curvilínea, construida con el mismo material, generalmente ramas no muy gruesas, capaces de doblarse y al mismo tiempo soportar el peso de la cobertura vegetal. Esta cobertura variaba en función a la disponibilidad de palmeras, siendo las más comunes en la región llanera boliviana, las palmeras Motacú (attalea phalerata), Cusi Chico (attalea eichleri), Jatata (geonama deversa) y las Palmas Blanca y Negra (copernicia alba). Dependiendo de la proyección de duración de la vivienda, la cubierta vegetal podía ser trenzada o simplemente asentada, pudiendo en ambos casos, aplicarse más de una capa, asegurando mayor impermeabilidad.
Al respecto de la cubierta, el uso del tronco de la Palma Negra como tejado a traslape y solape, común en amplias zonas llaneras hasta hace unos años, parece ser mestizo, es decir, consecuencia de la inteligente combinación de la solución de la teja árabe o colonial con un material local de amplia disponibilidad, cuya tecnología era dominada por los pueblos nativos. En todo caso, esta solución, aún siendo aparentemente virreinal, no deja de ser reconocida como un aporte indígena original. Consiste en aprovechar el tronco de esa palmera, cortándolo longitudinalmente en dos piezas de 2 a 3 metros, desbastando su interior o jane y colocándolo a modo de tejado convencional.
CONCLUSIONES
En general, se puede afirmar que la vivienda prehispánica ofrece en las tierras bajas de Bolivia una diversidad funcional, y una inserción urbana relativamente compleja, que expresa en sus particularidades y aspectos comunes, la intensidad del relacionamiento intercultural como el desarrollo propio de cada nación, que simultánea e históricamente, fue definiendo su cultura material.
En términos generales, la arquitectura prehispánica en los llanos, las pampas y las selvas de la actual Bolivia, presenta la diversidad tipológica siguiente:
a) Viviendas unifamiliares
b) Viviendas colectivas
c) Refugios temporales
d) Cocina independiente
e) Casa del Cacique
f) Casa de los Hombres o Bebedero
g) Casa de las Madres
h) Oratorio
Las primeras cinco de estas ocho tipologías funcionales son de carácter residencial, siendo edificaciones públicas las otras tres. La primera y la segunda tipologías con excluyentes, pues cada aldea se construye con viviendas colectivas o con casas unifamiliares. Naturalmente, la existencia de una casa colectiva de los hombres jóvenes en una aldea de viviendas unifamiliares es perfectamente posible. Por las descripciones, en algunos casos, la Casa de los Hombres coincide con la Casa del Cacique e incluso con el Oratorio, la edificación menos común, por lo menos a partir de lo que cuentan los primeros visitantes de estos pueblos. Por su parte, la unidad tecnológica que implicó el uso masivo y prácticamente exclusivo de la tecnología maderera, no impidió que cada comunidad definiera una manera particular de resolver morfológicamente su arquitectura. Contribuyó a ello la flexibilidad y las posibilidades que ofrece la extraordinaria diversidad vegetal existente en las regiones amazónica, chaqueña y chiquitana, con especies de diversas características. De esa manera, fue posible establecer un grado de diferenciación formal necesario para remarcar la personalidad modal de cada nación o grupo, que tiene en la arquitectura una referencia fundamental.
En general, la arquitectura prehispánica de los llanos ofrece un conjunto diverso y soluciones, que si bien presentan diferencias claramente reconocibles entre sí, se presentan, junto a su marco urbano, como un conjunto integrado de expresiones de la cultura material llanera. Su progresiva desaparición, aparentemente inexorable y definitiva, no debe comprenderse como absoluta, una vez que pervivirá por siempre, gracias a que varios de los conocimientos que la generaron, fueron una importante fuente de inspiración para varias soluciones virreinales, tanto funcionales como tecnológicas, muchas de las cuales permanecen vigentes y vitales aún hoy, en pleno siglo XXI, constituyéndose en un legado ancestral valioso y útil.
NOTAS Y BIBLIOGRAFÍAS
1. Asumimos a Sudamérica como un MUG o unidad geográfica masiva, y no bajo el criterio tradicional, geológicamente incorrecto, que la considera un sub-continente.
2. Las definiciones culturales aquí asumidas coinciden básicamente con las de Emma Sánchez Montañés, en Arte Indígena Sudamericano. Madrid: Alhambra, 1985. En menor medida coinciden con Kubler, George. The Art and Architecture of Ancient America. Hardmonsworth: Penguin Books Ltd., 1962 (Versión Castellana: Arte y Arquitectura en la América Precolonial. Madrid: Cátedra, 1983).
3. Sobre la complejidad implícita del análisis de la arquitectura llamada “primitiva”, ver Guidoni, Enrico. Historia de la Arquitectura: Arquitectura Primitiva. Buenos Aires: Viscontea, 1982.
4. Las culturas agrícolas constructoras de montículos y terraplenes en los llanos de Moxos han sido analizadas por Denevan, William M. The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia. Berkeley: University of California Press, 1966 (Versión castellana de Josep Barnadas: La Geografía Cultural Aborigen de los Llanos de Mojos. La Paz: Juventud, 1980). Publicaciones más recientes han adicionado mayores datos, ampliando el horizonte cultural de la región septentrional del país; ver Lee, Kenneth. “Sorprenden vestigios de sociedad que
desarrolló obras hidráulicas” en El Deber (Suplemento Extra). Santa Cruz: abril 20, 1997. pág. 8-9; y Barbery Callaú, Efraín. “Las grandes obras hidráulicas prehispánicas de la Civilización del Río Yacundé”, en El Deber (Suplemento Cultural). Santa Cruz: mayo 17, 1997. pág. 4-5. Con datos científicos y mayor base documental, se destaca el trabajo dl Centro de Estudios Amazónicos CEAM. Moxos: Una Limnocultura; Cultura y Medio Natural en la Amazonia Boliviana: 2003.
5. Guidoni, Ibid. pág. 11.
6. Krekeler cita a Knogler y Hernández para establecer estos límites. Ver Krekeler, Birgit. Historia de los Chiquitanos (Traducción del alemán por Jüergen Riester). La Paz, 1993. pág. 148. El explorador inglés Fawcett, aunque ya en pleno siglo XX, coincide con la cifra máxima, al calcular pueblos de 3.000 habitantes. Ver Fawcett, Percy H. Expedición Fawcett Santiago de Chile, 1954. Parejas cita a Hernando Ribera quien menciona pueblos de “hasta 1.000 casas”. Ver Parejas Moreno, Alcides y Suárez Salas, Virgilio. Chiquitos: Historia de una Utopía. Santa Cruz: UPSA-CORDECRUZ, 1992. pág. 41.
7. Ver Chávez Suárez, José. Historia de Moxos. La Paz: Don Bosco, 1986 [2da ed.], pág. 161-2.
8. Parejas Moreno, Alcides. “Etnografía de la provincia de Chiquitos, Siglo XVI” en Historia y Cultura Nro. 6. La Paz: Sociedad Boliviana de Historia, Octubre 1984. pág. 120
9. Guidoni, Historia… op. cit.. pág. 50 y 56, respectivamente.
10. Parejas, Historia y cultura… op. cit.. pág. 120.
11. Limpias, Juan de. “Relación” incluida en Combès, Isabelle y Tyuleneva (Editoras), Paititi: ensayos y documentos. Cochabamba: Itinerarios, 2011. pág. 266-57.
12. Schmidel, Ulrico. Relatos de la Conquista del Rio de la Plata y Paraguay 1534-1554. Buenos Aires: Alianza, 1944. Tomado de la separata publicada por la Academia Cruceña de Letras. Capítulo 36. Ver también Limpias, Juan de… Paitití…op. cit. pág. 267
13. UAGRM. Cronistas Cruceños del Alto Perú Virreinal. Santa Cruz: UAGRM, 1961. pág. 134.
14. Schmidel, Relatos …op. cit. capítulo 12. La antropóloga alemana Krekeler cita una descripción similar de Pedro Lozano; ver Krekeler, Birgit. Historia … op. cit.. pág. 148 y 195.
15. Éder, Francisco J. Breve Descripción de las Reducciones de Mojos ca. 1772. [Traducción y edición de Josep Barnadas]. Cochabamba: 1985. Ver otras descripciones en Monje Roca, Raúl. La Nación de los Sirionós. La Paz: IBC, 1981; en Riester G., Jüergen. Arqueología y Arte Rupestre en el Oriente Boliviano. Cochabamba: Los Amigos del Libro, 1981. pág. 17.
16. Ver el capítulo de Roth, Hans “La Habitación Indígena en Chiquitos” en Ruiz Hurtado, Juan Carlos [Coord.]. Las Misiones del ayer para los días de mañana. Santa Cruz: El País, 1993. pág. 98.
17. Fernández, Juan Patricio. Relación historial de las Misiones de los Indios que llaman Chiquitos. Santa Cruz: UPSA, 2004.
Pág. 31 (Edición de Germán Coimbra Sanz que reproduce la de Asunción del Paraguay: Uribe y Compañía, 1896, impresa según la edición original de 1726).
18. Al respecto, ver Parejas Moreno, Alcides. Los Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano en su época de contacto con los españoles. Santa Cruz: UAGRM, 1976. pág. 12. Ver también el artículo de Roth, Hans. Las Misiones …op. cit.. pág. 100.
19. Parejas y Suárez. Chiquitos… op. cit. pág.37.
20. Plaza Martínez, Pedro y Carvajal Carvajal, Juan. Etnias y Lenguas de Bolivia. La Paz: IBC, 1985. pág. 24.
21. Arellano López, Jorge y otros. Pictografías del Cerro Banquete (Sitio 8043031) Provincia Chiquitos, Departamento de Santa Cruz. La Paz: INAR, 1976.
22. El tiempo de permanencia de los asentamientos indígenas debió alterarse significativamente conforme el territorio adyacente a los pueblos cambiaba, al ser progresivamente ocupado por los españoles, mestizos, así como por estancias y otro tipo de asentamientos estables.
23. Ver Guidoni, Histori …op.cit. pág. 51. y también en Nordenskjold, Erland. Vida de los Indios (Traducción de Guillermo Pinkert Justiniano). Santa Cruz: UAGRM, 1985. pág. 72.
24. Torrico Prado, Benjamín. Indígenas en el corazón de América: vida y costumbres de los indígenas de Bolivia. Cochabamba: Los Amigos del Libro, 1971. pág. 275.
25. Bustos Santelices, Víctor. Excavaciones arqueológicas en el sitio Grigotá (8011011) Santa Cruz. La Paz: INAR, 1976.
26. Fernández, Relación. …op.cit. Pág. 31 Victor Hugo Limpias Ortiz Vicepresidente Consejo de Investigaciones Científicas - ANCB-SC
Conferencia presentada en el 1er. Taller de Proyectos de Investigación, Programa UPSA - ANCB-SC, el 5 de mayo en Santa Cruz de la SierraBolivia.