Sobre la situación actual

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La situación actual. Lecciones del proceso electoral. Tareas de la izquierda peruana. Comité Creación Heroica 08/10/2016 En el camino de alcanzar un Perú integral, plurinacional y de nueva democracia, con rumbo al socialismo peruano, venimos atravesando un período político de la lucha de clases donde se enfrentan dos claros campos contradictorios y antagónicos: De un lado, la ofensiva neoliberal y, de otro lado, la resistencia popular. El primer campo es el continuismo del modelo neoliberal, aspecto predominante de la contradicción, cuyo objetivo, en esta etapa, es extender y profundizar la penetración del capital imperialista. Este modelo de saqueo y explotación social lo dirige el BM, el FMI y el BID, en beneficio del imperialismo (burguesías monopólicas de varios países, principalmente el norteamericano) y de la clase dominante peruana dirigida por la gran burguesía. El segundo campo, la resistencia popular a las políticas neoliberales, son las luchas del pueblo por derechos laborales y sociales, contra la explotación social y la depredación del medio ambiente; estas luchas la encabezan los pueblos del interior del país, donde las comunidades campesinas de la sierra y las comunidades nativas de la selva son sus mejores baluartes. Esta contradicción antagónica es la característica principal de la situación política actual y determina el comportamiento político de las clases sociales, tanto del campo de los explotados como la del campo de los explotadores. El proceso electoral último estuvo influenciado y determinado muy fuertemente por esta realidad. En tal sentido, nuestra posición y conducta política respecto de la situación actual, nuestra valoración de las lecciones que nos deja la experiencia de lucha electoral última y nuestra visión de las tareas que tiene por cumplir la izquierda peruana, responden directamente a esta objetiva situación. Consiguientemente, en los diversos temas que abordamos expresamos nuestros puntos de vista conforme lo arriba indicado. 1. EL

RESULTADO DE LA

VUELTA ELECTORAL, PRODUCTO DE LA CONSCIENCIA DEMOCRÁTICA DEL PUEBLO,

CONLLEVÓ A UN ESCENARIO POLÍTICO “MENOS PEOR” PARA LA RESISTENCIA POPULAR.

La izquierda y el socialismo peruano, en la lucha política electoral, enfrentó una situación muy compleja y altamente complicada. Con la desventaja de tener en contra una opinión pública, que miraba con desconfianza a la izquierda en general, y con los serios problemas de no resolver su unidad política, que la coyuntura exigía, los diversos colectivos de izquierda (en el sentido que toman posición en favor de los derechos del pueblo, cualquiera sea su matiz político), tanto partidos como grupos políticos de izquierda, se presentaron al proceso electoral agrupados en tres bloques electorales (El Frente Amplio, Democracia Directa y Perú Libertario). Y durante la campaña electoral, no hubo entre ellos una coordinación frente unitaria, que les hubiera permitido enfrentar la avasallante y demoledora propaganda neoliberal durante la campaña electoral; al contrario, ocurrieron ciertas puyas políticas entre estos bloques de izquierda, pero felizmente no llegó a mayores.

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Perú Libertario, casi al final de la campaña, tomó la positiva actitud que retirar su candidatura y llamó a fortalecer la alternativa de izquierda, aunque sin precisar por quien orientaban la votación. Democracia Directa, a pesar que hubo voces que le aconsejaron declinar, no lo hizo; y, evidentemente, esa no fue la mejor actitud para robustecer un solo bloque popular electoral contra la derecha. No obstante que la agrupación Democracia Directa hizo todos los esfuerzos electorales, incluyendo el obtener permiso para que Gregorio Santos asistiera al debate electoral, no pudo remontar electoralmente y solamente logró conservar vigente su inscripción electoral, porque casi raspando pudo cumplir el requisito de colocar representantes al Parlamento Andino. Solamente el Frente Amplio pudo llegar a convertirse en una real amenaza electoral contra la derecha, superando a varios partidos del campo reaccionario y superando también a su afín de izquierda. Pero, ni con todo esto, la izquierda pudo pasar a disputar el gobierno nacional en la segunda vuelta electoral, pues Verónika Mendoza obtuvo un 18.74% de los votos válidos, ocupando el tercer lugar, detrás del partido PPK quien ocupó el segundo lugar con un 21.05% de los votos válidos, apenas con una diferencia de 2.31% de votos. El fujimorismo, con su candidata Keiko, ocupó el primer lugar, con un 39.86% de los votos válidos, superando a ambos con larga ventaja. Así, el escenario electoral de la segunda vuelta tuvo como protagonistas a dos alternativas neoliberales. Este hecho político, el no pase a la segunda vuelta del Frente Amplio, dio lugar a la especulación política de que sí Democracia Directa hubiera tomado la misma actitud que Perú Libertario, la segunda vuelta electoral hubiera podido ser distinta. En su imaginario calculaban que ese 4% de votos válidos obtenidos por Gregorio Santos, lo habría podido capitalizar Verónika Mendoza y habría podido ganarle a Kuczynski Godard, con una diferencia ajustada de 1.69% de los votos válidos, pero que aun así, el Frente Amplio pudo haber pasado a la segunda vuelta; de haberse producido tal deseo, la elección no hubiera sido entre el “más peor” y el “menos peor” de la representación de la derecha, sino entre Fuerza Popular, una alternativa de derecha autoritaria-fascista, y el Frente Amplio, una alternativa de izquierda que representa un programa patriótico, democrático y progresista. Es posible que eso hubiese podido ocurrir, sí, tal vez, pues todo cabe en la especulación de lo posible. Empero, a la luz de la experiencia, las lecciones políticas no se extraen de nuestros deseos, sino de la realidad de los hechos. La lección fundamental, que nos deja la experiencia electoral, es que la unidad programática, concreta y precisa, siempre ofrece mayores ventajas cuando se evitan prácticas egotistas, sectarias y oportunistas. Sabemos que esas desviaciones surgen cuando no hay la suficiente fuerza para prevenirlas e impedirlas. Esas prácticas erróneas presentan mucho afán de protagonismo individualista y un hinchado espíritu sectario. Y no ofrecen ninguna razón programática de genuina y sincera unidad. Por ello, necesario es decirlo persistentemente, la unidad consecuente, justa y correcta del pueblo se logra poniendo en práctica la política de frente único, de forma genuina y sincera (“sin ningún interés debajo de la mesa” o “sin cartas bajo la manga”). Solo así se puede ligar fructíferamente el interés de una verdadera vanguardia con el interés de las masas. Caso contrario, solo se cosecharán frustraciones y derrotas. Lo oportuno y necesario del frente único no es únicamente una cuestión teórica, sino que la política de frente único se viene practicando cotidianamente en las luchas concretas de nuestro pueblo, sean locales o regionales. Y aunque estas luchas se mantienen todavía dispersas entre sí, es posible unificarlas y centralizar su dirección; pero esta función ya no es responsabilidad de las masas, sino que constituye UNA GRAN RESPONSABILIDAD de la vanguardia, en tanto esta tiene 2


todos los elementos para comprender la necesidad de este salto y tiene que hacerlo efectivo, con la participación activa de las masas, de forma que estas acepten dar el salto conscientemente. La propia experiencia del Frente Amplio nos ofrece la prueba irrefutable de lo importante que es aplicar una política de frente único genuina y sincera. ¿Cómo empezó el Frente Amplio al iniciar la carrera electoral y cómo la terminó? Llegó muy cerca de pasar a la segunda vuelta, habiendo empezado con un porcentaje de intención de voto bastante bajo, menos del 1%. Y pudo lograr tal resultado porque practicó políticas fraternas y selló compromisos sinceros entre sus integrantes, sin desmerecer el aporte específico de sus líderes y dirigentes, por supuesto. Claro, reconocer esto no significa que dejemos de señalar que aún existen prácticas erróneas y desviaciones contrarias a la política de frente único, pero que felizmente no predominan, por ahora, gracias a la dinámica democrática desde las bases del Frente Amplio. Y no es cosa nueva la política de frente único. Ya José Carlos Mariátegui La Chira, fundador del socialismo peruano, en el año 1924, propuso practicar esta política al señalar lo siguiente: “Las masas reclaman la unidad. Las masas quieren fe. Y, por eso, su alma rechaza la voz corrosiva, disolvente y pesimista de los que niegan y de los que dudan, y busca la voz optimista, cordial, juvenil y fecunda de los afirman y de los que creen”. Indicando, al mismo tiempo, lo que deben hacer los activistas de vanguardia para corresponder este espíritu del pueblo: “Tratemos de sentir cordialmente el lazo histórico que nos une a todos los hombres de la vanguardia, a todos los fautores de la renovación”. Mariátegui asumió este compromiso muy en serio y de forma consecuente, pues repetidamente declaró: “Mi actitud, desde mi incorporación en esta vanguardia, ha sido siempre la de un fautor convencido, la de un propagandista fervoroso del frente único”. Ha sido un hecho cruel, pero real, el haber tenido que enfrentar una segunda vuelta electoral entre dos alternativas neoliberales, una de tendencia fascista y otra de tendencia demoliberal. Esta realidad generó un mayor agudizamiento de las contradicciones existentes entre las diversas tendencias de la izquierda en general, y muy particularmente en el Frente Amplio, porque se trataba de una fuerza política que quedó en tercer lugar y, naturalmente, había concitado mucha atención en el pueblo sobre cuál sería su táctica electoral. La todavía débil y poca consolidada unidad, lograda hasta esta parte del camino de la lucha electoral, estuvo amenazada de fraccionarse. La tendencia abstencionista de no votar y las tendencias de ir a sufragar en blanco o viciado cobraron fuerza en su propaganda. Por ejemplo, Democracia Directa se pronunció en favor de votar viciado, lo mismo que diversos colectivos verdaderamente revolucionarios, participantes o no dentro del Frente Amplio, que habían votado por esta alternativa en la primera vuelta, plantearon lo mismo: ¡VOTAR VICIADO! Actuaron así porque recurrieron al “principio” y a la “razón” de un supuesto voto digno y de protesta contra el neoliberalismo. Otros, se sumaron por el voto blanco. La propaganda estuvo muy intensa en los sentidos de asumir la conducta política de “no votar”, “votar en blanco” o “votar viciado”. Y esto, evidentemente, favorecía a Fuerza Popular que obtuvo el 39.86% de los votos válidos de la 1ª vuelta. La realidad cruel para el pueblo de tener que elegir entre dos alternativas neoliberales, ejerció fuerte presión en todos los electores que habían votado por el Frente Amplio; incluso, esta presión alcanzó a las personas de consciencia democrática que habían votado por otras opciones de derecha, diferentes al PPK y Fuerza Popular. La presión política también venía de la propaganda de los que siendo parte del Frente Amplio asumieron votar viciado y votar en blanco, 3


intensificando el dilema entre dos opciones: 1) Votar por Keiko o Kuczynski 2) No votar, votar blanco o votar viciado. Así, la primera opción aparecía como un voto de traición al pueblo y la segunda opción como un voto digno y de protesta. Por tanto, la primera reacción ante este hecho, de algunos nuevos colectivos y personajes, fue sumarse al voto viciado, principalmente. Así actuaron varios colectivos al no descubrir otra actitud política de escape a la opción de votar por las dos “K” neoliberales. Parecía, entonces, que no había mejor alternativa que la táctica del voto viciado. Pero la táctica no solo debe atender la actitud individual para quedar bien con uno mismo. Una táctica justa y correcta debe basarse en principios definidos y buscar metas precisas y concretas, pues con ello se sirve dignamente a las masas en su educación y lucha. Y sí, había una nueva y diferente táctica posible para resolver el dilema de la 2ª vuelta electoral. Se trataba del voto táctico por PPK, favorecer la “K menos peor”, para oponerse y cerrar el paso a Fuerza Popular de Keiko, la “K más peor”. El objetivo de esta táctica fue posibilitar un mejor escenario de lucha contra la nueva ofensiva neoliberal. Se trataba, en verdad, de saber usar el derecho al sufragio para elegir un mejor escenario de lucha dentro de las condiciones dadas por la coyuntura política. Este comportamiento político del voto táctico por PPK la encontró el mismo pueblo, en su necesidad de mantener y desarrollar su resistencia contra el modelo neoliberal y su nueva ofensiva, especialmente contra Fuerza Popular; no solo por todo el pasado genocida y de corrupción que significa esta alternativa, que se remozaba electoralmente para cubrir su verdadero rostro, sino, sobre todo, porque las masas intuyeron el verdadero riesgo que significaba una ofensiva autoritaria-fascista de implementar el modelo neoliberal sí Fuerza Popular llegaba al gobierno, con la ventaja de tener el control absoluto del Estado. Rápidamente, las masas con su conciencia patriótica, democrática y progresista, adquirida en la experiencia de su propia lucha, tomaron la decisión de votar tácticamente por el Partido Peruanos por el Kambio de Kuczynski Godard y cerrar el paso al partido Fuerza Popular de Keiko Fujimori Higuchi. El voto táctico por PPK no solamente nació desde abajo, como una respuesta firme del pueblo contra el fujimontesinismo, sino que tomó variadas formas, tanto en su planteamiento como en su aplicación. Esta táctica fue la que prácticamente predominó en el campo popular. Fue una táctica que hizo posible el actual escenario político “menos peor” para la lucha contra la nueva ofensiva del neoliberalismo. Así, la primera forma del voto táctico por PPK fue su forma natural, el planteado y ejecutado directamente por las masas, espontáneamente, sin “acuerdos orgánicos” de ningún tipo. También el voto táctico por PPK tomó una segunda forma que fue la del “voto crítico por PPK”, que fue planteado y ejecutado desde un sector de la izquierda que impulsó el espacio “no a Keiko” (especialmente el MS, Movimiento por el Socialismo). Una tercera forma del voto táctico por PPK fue la que tomó el sector mayoritario del Frente Amplio con la consigna de “Keiko no va, marcar por PPK y estar vigilantes”. Y la cuarta forma del voto táctico por PPK fue la planteada por un sector del socialismo peruano, del cual forma parte el Comité Creación Heroica. Del voto táctico por PPK, así como de las otras tácticas, nos ocupamos extensamente y al detalle más adelante, en el punto “2” del presente folleto. El hecho real y concreto, tácticas más o tácticas menos, es que la segunda vuelta no la ganó el partido Fuerza Popular, que obtuvo el 49.880% de votos válidos (8’555, 880 votos efectivos), sino el partido PPK, que obtuvo el 50.120% de votos válidos (8’596, 937 votos efectivos). La 4


diferencia es de 41,057 votos, un 0.24% de diferencia porcentual. Un final de infarto, donde Kuczynki gana, raspando la olla electoral, justamente favorecido por todas aquellas agrupaciones que buscaron cerrarle el paso a Keiko y lo pudieron lograr. Podría decirse que este triunfo electoral del PPK no es por su propio mérito, es decir, en lo fundamental no lo fue por la exclusiva acción del PPK, sino porque la conciencia democrática de la ciudadanía, en general, en verdad, determinó ese resultado, en una contienda altamente complicada. Mirando la lucha de clases, resulta clarísimo que el escenario político, resultando ganador el “menos peor” es relativamente favorable a la resistencia popular, por las siguientes razones: 1) El plan de profundizar la ofensiva neoliberal se encuentra trabado por las pugnas entre estas dos facciones reaccionarias que disputan llevar adelante ese plan mediante formas tácticas diferentes, 2) Ninguna de estas dos facciones de la ofensiva neoliberal tiene un control preponderante del Estado; una está fortificándose en el Poder Ejecutivo, la otra lo está realizando en el Poder legislativo, obviamente con las contradicciones que esto conlleva; 3) Hay compromisos electorales del PPK que “limitan” el filo demagógico de esta implementación neoliberal; 4) La necesidad del partido FP de aparentar una “oposición constructiva”, con clara postura electorera, complica la aplicación “sin problemas” de la ofensiva neoliberal de la clase dominante; 5) El posicionamiento político del FA como verdadera oposición a la ofensiva neoliberal que permite desarrollar la consciencia patriótica, democrática y progresista del pueblo peruano; 6) Un pueblo a la expectativa de que el nuevo gobierno cumpla con la llamada “revolución social” que demagógicamente usó el PPK para canalizar la demanda de profundos cambios que exige la sociedad peruana; y 7) La presencia del socialismo peruano, aunque todavía débil y minoritario, que se apresta a cumplir su función de vanguardia, es un factor decisivo en la lucha de clases. Ciertamente, como lo habíamos planteado y advertido, en un folleto anterior: “Este entrabamiento sería solamente temporal, pero aun así, es conveniente para impulsar la lucha del pueblo. La clase dominante resolverá ese trabamiento según su mejor parecer y conforme avance la resistencia popular. Pero, en ese posible escenario, tendríamos un Frente Unido del Pueblo en condiciones de enfrentar a la clase dominante en mejores condiciones que las que hoy se tiene. Por eso, la táctica específica conveniente es promover que “Fuerza Popular” no alcance ganar la segunda vuelta, sin generar ninguna ilusión en la candidatura de ofensiva neoliberal que también representa “Peruanos Por el Kambio””. Y hoy, vamos observando que la clase dominante, en el mismo proceso de su colusión y pugna, muy naturales en su seno, encontrará la forma de hacer viable su unidad para reducir y pretender aplastar la resistencia del pueblo y realizar su política neoliberal en esta nueva etapa. No obstante, del lado del pueblo este escenario permite consolidar mejor la defensa de los derechos del pueblo y elevar las formas de organización y las formas de lucha de la clase trabajadora y pueblos del Perú. El frente único contra el neoliberalismo solo podrá desarrollarse si se despliega la iniciativa del pueblo, si se favorece la dinámica democrática de las bases del Frente Amplio, si se realiza una verdadera “batalla” de ideas contra las deviaciones de sectarismo, caudillismo y de capitulación; sin confundir la contradicción antagónica, que tenemos con el capitalismo neoliberal, con las contradicciones no antagónicas, que existe entre todos los que trabajamos en el frente único, porque los métodos para tratar y resolver la contradicción antagónica con nuestros enemigos no son los mismos que los métodos para tratar y resolver la contradicción no antagónica entre amigos.

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2. Tácticas políticas en el campo popular que nos dejan importantes lecciones. Objetivamente, fuera de nuestras emociones y pretensiones, por muy romántica y revolucionaria que estas sean, la experiencia electoral vivida ha corroborado, con hechos irrefutables, lo correcto y lo incorrecto de las conductas políticas implementadas en el espacio de la lucha electoral, tácticas promovidas por uno u otro colectivo de vanguardia, pertenecientes al campo de la izquierda. Sobre todo, algunos principios de orden táctico se han visto confirmados como válidos, tanto histórica como políticamente. Veamos. Una táctica justa y correcta tiene que cumplir estos principios: a)

b) c) d) e) f) g) h)

Debe corresponder a la correlación de fuerzas en la lucha de clases presente. Los deseos de la vanguardia, de por sí, no determinan la validez y viabilidad de una táctica política. La firmeza en los principios debe corresponderse con la flexibilidad de la aplicación de los mismos. Tiene que establecer claramente el objetivo de la conducta política, de tal modo que se convierta en un medio de elevar la consciencia del pueblo peruano. Tomar en cuenta las condiciones históricas concretas en que la lucha del pueblo tiene lugar, favoreciendo su desarrollo. Tener viabilidad en su aplicación, sustentada en la acción práctica de las masas. Diferenciarse de otras actitudes políticas oportunistas, tanto en la teoría como en la práctica. Combatir consecuentemente la política reaccionaria en los espacios en los que tiene lugar la aplicación de la táctica. Construir el mejor escenario de lucha del pueblo contra la ofensiva de la clase dominante. Saber combinar las más variadas formas de organización creadas por el pueblo y las diferentes formas de lucha que a ellas les correspondan.

Precisamente, en esta contienda electoral, la conducta política del voto táctico por PPK de trabar la ofensiva neoliberal cerrándole el paso al fujimorismo, ha producido un mejor escenario de lucha en favor de la resistencia popular, al mismo tiempo que ha verificado los principios arriba enunciados. Este logro positivo se obtuvo a pesar que se NO SE ACTUÓ el voto táctico por PPK de manera centralizada y dirigida efectivamente por una línea proletaria revolucionaria, reconocida y apoyada en sus funciones. El voto táctico por PPK tomó diversas formas, pero mantuvo un objetivo claramente realizable: evitar que el fujimorismo tome el control político total del Estado. Enseguida, hacemos un balance político y recogemos que lecciones nos han dejado las diferentes conductas tácticas frente a la segunda vuelta electoral. Empezamos con la consigna del “voto táctico por PPK”. A.- El voto táctico por PPK. Esta táctica se expresó en las siguientes formas: a) El voto táctico por PPK en su forma de acción espontánea de masas. El pueblo peruano ha mostrado una rica actividad en este proceso electoral. Si bien, el ausentismo electoral creció a 19.907% en la segunda vuelta, respecto de un 18.20% en la primera vuelta (cuyas razones analizamos más adelante), los que asistieron a sufragar en la segunda 6


vuelta expresaron mayor definición política al momento de elegir frente a dos alternativas neoliberales. Esto revela el alto valor táctico, que contienen los resultados de la votación en esta 2ª vuelta. Los votos válidos subieron en la segunda vuelta a un 93.512%, respecto de un 81.88% de la primera vuelta. Esto se debe a que en la primera vuelta hubo mucha indefinición, pues el porcentaje de votos blancos que en esta se dieron fue de un 11.88%, mientras que en la segunda vuelta el porcentaje solo fue de un 0.815% de votos, dejando en muy bajo porcentaje la conducta de indefinición política. Lo mismo ocurrió con los votos viciados, que en la primera fue de un 6.24%, pero en la segunda bajó a un 5.673%. Este hecho real y concreto revela que el pueblo tomó clara definición frente a las dos alternativas neoliberales que entraron a disputarse en la segunda vuelta. La consciencia democrática nacional se concentró contra el fujimorismo. Esto coincidió con lo que sucedía en el seno de la clase dominante, donde la facción que favorecía a PPK pasó a tomar un papel preponderante respecto de la facción que favorecía a Keiko Fujimori. El crecimiento de la fuerza de esta facción pro Kuczynski, inclusive habría contado con el respaldo del imperialismo norteamericano. El viaje a Estados Unidos que realizó Kuczynsky (con la cobertura de la graduación académica de su hija) podría haber servido para definir y consolidar este apoyo. Un hecho que abona esta presunción es el apoyo que recibió de la CIA-DEA, sobre Joaquín Ramírez, puesto que los medios especularon que las denuncias por lavado de activos que comprendían al secretario general de Fuerza Popular, también involucraba, supuestamente, a Keiko Fujimori, la candidata presidencial. Todo esto fue muy sensible en un ambiente donde la consciencia democrática antifujimorista se resistía al plan demagógico de Fuerza Popular de limpiar su imagen para presentarse como “fujimorismo renovado”. Y estas denuncias, sobre sus posibles vínculos con el narcotráfico, golpearon duramente las pretensiones de Keiko y los fujimoristas. Y fue un buen golpe contra la facción de la clase dominante que apostaba y apoyaba a Keiko. Las primeras encuestas, apenas corría la primera semana hacia la segunda vuelta electoral, ya indicaban que un buen porcentaje de las preferencias electorales fueron volcadas por PPK. Y, en ese mismo lapso, los diferentes partidos y frentes políticos, recién estaban por decidir su táctica por quién votar. En cambio el pueblo, dada su consciencia democrática, ya había tomado el voto táctico por PPK poniendo en práctica su sentido común antes que sesudos análisis políticos. Dadas las condiciones concretas de la segunda vuelta electoral, la cuestión táctica a resolver se presentaba entre elegir un escenario de lucha “más peor” o elegir un escenario de lucha “menos peor” para proseguir y desarrollar la resistencia popular. Y, si el imperante régimen electoral burgués reconocía el derecho del pueblo a elegir, entonces, gran parte del pueblo con conciencia democrática entendió que debía usar su derecho al sufragio en favor de elegir el escenario “menos peor”, porque objetivamente correspondía a la coyuntura política de ese momento. En las regiones del sur del país, la gran mayoría de electores, prácticamente optaron por el voto táctico por PPK para cerrarle el paso al fujimorismo. Inclusive, en otras regiones del país donde finalmente ganó la elección Fuerza Popular, también optaron por el voto táctico por PPK importante porcentaje de electores. Este hecho comprueba que a diferencia de la primera vuelta, donde los electores votan por sus opciones políticas preferidas, en la segunda vuelta, los electores que no están de acuerdo con las dos opciones en contienda, votan contra el que no quieren que resulte ganador, porque ven clara y concretamente, que en el acto de sufragar no existe otra alternativa. 7


El pueblo reaccionó de esa forma porque los resultados de la primera vuelta, lo hicieron ver más claramente, que Keiko Fujimori representa una real y peor amenaza política contra la resistencia popular al modelo neoliberal. Amenaza política de manera directa, porque la ley electoral le había permitido obtener el control total del Congreso con 73 parlamentarios a su favor, y que evidentemente podía llegar a ser gobierno. Como se sabe, Keiko obtuvo 6’115,073 de votos en la primera vuelta electoral, que la colocó en el primer lugar, pero no pudo hacerse del gobierno central, porque solo alcanzó el 39.86% de los votos válidos. No obstante, con ese porcentaje se hizo del 56.15% la representación en el Congreso de la República (73 congresistas de los 130 en total). De hecho, pues, el actual régimen electoral burgués favorece claramente a quien tiene la mayor ventaja. Y esto, en cierta forma, fue intuido por el sentimiento popular. Por ello, pudiendo haber votado masivamente en blanco o viciado, prefirió el voto táctico por PPK. Y en verdad, las noticias, las críticas y los comentarios con relación al tema electoral estuvieron muy intensas y bastante incisivas, lo que naturalmente influyó fuertemente en la reacción popular para dejar las posturas de indefinición, lo que se evidenció más tarde, en la segunda vuelta electoral, con la reducción, en gran medida, del voto en blanco; y, en menor medida, del voto viciado. Observemos en los cuadros siguientes este escenario luego de la primera vuelta electoral. PARTICIPACIÓN ELECTORAL 1ª VUELTA. ELECTORES HÁBILES

CIUDADANOS

AUSENTISMO:

QUE VOTARON

CIUDADANOS QUE NO VOTARON

22,901,954

18,734,130

4,167,824

100%

81.80%

18.20%

RESULTADO POR TIPOS DE VOTOS 1ª VUELTA. VOTOS VÁLIDOS

VOTOS BLANCOS

VOTOS NULOS

TOTAL

15,340,143

2,225,449

1,168,538

18,734,130

81.88%

11.88%

6.24%

100%

RESULTADOS DE LA 1ª VUELTA ELECTORAL GRUPOS POLÍTICOS

VOTOS OBTENIDOS

%

FUERZA POPULAR

6’115,073

39.86%

PPK

3’228,661

21.05%

FRENTE AMPLIO

2’874,940

18.74%

ACCIÓN POPULAR

1’069,360

6.97%

ALIANZA POPULAR

894,278

5.83%

DEMOCRACIA DIRECTA

613,173

4%

FRENTE ESPERANZA

203,103

1.32%

PERÚ POSIBLE

200,012

1.30% 8


PROGRESANDO PERÚ

75,870

0.49%

P. POLÍTICO ORDEN

65,673

0.43%

TOTAL VOTOS VÁLIDOS

15’340,143

100%

Claramente se puede comprobar como de una “voluntad democrática” de un total de 22’ 901,954 electores (100% del Padrón Electoral), la ley electoral burguesa descarta la “voluntad” de 4’ 167,824 electores que no emitieron su voto (18.20% del Padrón Electoral). Así, se queda solamente con los electores que acudieron a sufragar, 18’ 734,130 ciudadanos (81.88% del Padrón Electoral). Pero viene una segunda poda de la “voluntad democrática”. La ley electoral considera como no válidos los 2’225,449 votos en blanco y los 1’168,538 votos viciados; votos que son excluidos para determinar los votos válidos en el cómputo general. Por lo tanto, la “voluntad” del 100% del Padrón Electoral (22’ 901,954 electores) queda reducida tan solo a una “voluntad” del 66.98% del Padrón Electoral (15’340,143 electores). En esta forma de valorar la “voluntad democrática”, prácticamente de facto, se excluye la “voluntad” de 7’561,811 electores (un 33.01 % del Padrón Electoral). Por ello, en relación al total del Padrón Electoral, Fuerza Popular solo representa la “voluntad” de un 26.70% del electorado, pero la ley electoral y la propaganda burguesa resaltan el total de los votos válidos, que fue de 15’340,143 votos, de cuyo total los votos obtenidos por Keiko representan el 39.86%. Como se puede apreciar, 26.70% no es lo mismo que 39.86% de la “voluntad democrática”. Y es lógico, pues medir los resultados de representación jamás puede ser lo mismo si se toma en cuenta lo que piensan y quieren 22’901,954 ciudadanos que si se toma en cuenta lo que piensan y quieren 15’340,143 ciudadanos. El pueblo peruano captó intuitivamente esta trampa de la burguesía. De esto se puede leer en el alto porcentaje de ausentismo, el firme porcentaje de votos viciados y en el conglomerado del voto táctico por PPK. De todas estas conductas políticas, la del voto táctico resultó la más viable, por ser justa y correcta, por eso es que masivamente, en forma espontánea, la consciencia democrática nacional se opuso firme al regreso del fujimorismo. b) El voto táctico por PPK en su forma de “Keiko no va, marcar PPK, estar vigilantes”. Verónika Mendoza fue la que expresó esta conducta política de la mayoría del Frente Amplio. Luego, esta consigna fue popularizada por otros líderes del frente, como Marisa Glave, por ejemplo. Pero, para llegar a la consigna “Keiko no va, marcar PPK, estar vigilantes”, tuvieron que vencer presiones egotistas y prejuicios políticos; solo así tomaron esa determinación táctica. A pocos días de conocerse que Keiko y Kuczynski disputarían la segunda vuelta, el Frente Amplio tomó el conocido acuerdo del “ni, ni”, o sea, que “no apoyaran a ninguno de los dos candidatos, pero que el peor resultado sería la vuelta al fujimorismo”. Esta táctica no se debatió amplia y profundamente entre sus bases, aunque hay que reconocerlo, el acuerdo del “ni, ni” sintonizaba con el sentimiento de las bases, pues ninguna podía APOYAR la posibilidad de votar por “K-K”, en el sentido de elegir una alternativa de gobierno neoliberal y apoyarlo en su gestión. Pero, para la mayoría de las bases estuvo claro que ¡KEIKO NO DEBÍA GANAR! No obstante, la táctica del “ni–ni” abrió dos tendencias tácticas al interior del FA. Una tendencia fue la de los colectivos que propugnaban la táctica del voto viciado, porque entendieron que el “ni–ni” prácticamente era votar viciado como una obligación para todo el FA y que este no tendría otra opción sino que llamar a sus electores a viciar su voto. Creyeron, tal 9


vez, en la posibilidad de alcanzar los 2/3 de los votos válidos y lograr anular la elección; o en todo caso, tal vez, entendieron que votar viciado vacunaría al pueblo contra la nueva ofensiva neoliberal. Alguna propaganda de esta tendencia anunciaban estas posibilidades. Pero lo que no quepa ninguna duda es que la táctica de esta tendencia reposó totalmente en un “principio” no negociable: votar viciado se trataba de un “voto digno”, porque la moral revolucionaria así lo determinaba. Otra tendencia fue la de los colectivos que entendieron que la táctica del “ni–ni” no los obligaba a votar en blanco ni viciado, y mucho menos a no usar su derecho a sufragar contra la alternativa Keiko, porque comprendieron que el problema de frenar a Fuerza Popular implicaba favorecer al partido PPK, no de manera directa, sino desplegando todo una vasta campaña contra Keiko Fujimori. Por ello, de la consigna del “ni, ni” avanzaron a otra consigna que fue la de “votar contra Keiko Fujimori” y precisaron que el Frente Amplio “no promueve el voto blanco o viciado” porque podría “favorecer el retorno del fujimorismo”. De este modo, la Comisión Permanente del FA, que concentró la representación de esta segunda tendencia, pensaría que bastaba con enfatizar su conducta política de “Votar contra Keiko Fujimori” para que la opinión pública desborde votando por Kuczynki en contra de Keiko. Claramente, se puede deducir que en la consigna “votar contra Keiko Fujimori”, el llamamiento a votar por Kuczynki era tácito (los dirigentes del Frente Amplio, incluyendo a la propia Verónika, que fueron entrevistados por la prensa, hasta pocos días antes del sufragio del 5 de junio, al ser interrogados si votarían por PPK, dijeron: “¿no está claro –acaso– por quién votaremos?”). Comprendieron que la tendencia de votar viciado aprovechaba mejor el acuerdo del “ni–ni”, dado que esa consigna era muy directa y concreta, pues lógicamente, si no estás “ni con Keiko ni con Kuczynski”, entonces no tienes otra que votar viciado. Además la propaganda de votar viciado y de votar en blanco se hacía intensa y, de hecho, debilitaba la decisión de votar contra Keiko, lo que prácticamente equivalía a favorecerla. Por ello, esta segunda tendencia afinó su posición de “votar contra Keiko Fujimori” al plantear su deslinde con un supuesto apoyo al gobierno elegido (que podría ser Kuczynski), aclarando que el voto por PPK, de hecho solo significaba una cuña para evitar que el fujimorismo se haga del poder ejecutivo y tenga todas las ventajas de su parte. Es así que, previo al vencimiento legal del plazo final de realizar toda propaganda electoral, esta tendencia resolvió llamar, de manera directa y precisa a “marcar PPK”, aunque todavía con una voz tibia, debido a que existía la presión, que estuvo muy fuerte, del falso argumento que el votar por cualquiera de las “K” neoliberales sería una actitud indigna. Solamente, casi al límite del vencimiento legal de realizar toda campaña y cuando las encuestas revelaban la ventaja preferencial de intención de voto a favor de Keiko, esta tendencia llamó claramente a “votar por PPK”, actitud que tuvo su base e influencia en las dos movilizaciones antifujimoristas (la del 5 de abril y la del 31 de mayo), pero que se consolidó con la marcha “Keiko no va”, que se realizó previa al 5 de junio, día del sufragio. Naturalmente, esta situación de controversia, entre estas dos tendencias sobre la táctica en la segunda vuelta electoral, dentro del frente Amplio, generó una atmosfera política áspera al interior del Frente Amplio, donde, inclusive, hubo algunos fuertes puyazos políticos entre estas. Felizmente, no hubo explosión alguna en las filas del Frente Amplio, como alegre e interesadamente lo habían vaticinado politólogos de derecha. Sobre esta experiencia, está pendiente un balance que permita sacar lecciones y continuar el avance de la construcción del frente político de masas para afrontar la lucha electoral. Esta forma del voto táctico (“Keiko no va, marcar PPK, estar vigilantes”), que expresaba votar por el PPK, con tal de evitar el triunfo electoral de Fuerza Popular, sin que esto significara 10


un compromiso de apoyar su posible gobierno, sino más bien definía mejor su línea de oposición, fue la que tuvo mayor cobertura mediática. Esta conducta fue enarbolada por los principales líderes del Frente Amplio, a excepción de Marco Arana, quienes le dieron un contenido reformístico, pues no ejercieron un deslinde permanente e intensivo contra el PPK, limitándose únicamente a señalar que el fujimorismo constituía el riesgo mayor y pusieron todo el peso de su propaganda contra Keiko. Habían logrado definir mejor su posición a solo pocos días del 5 de junio; no obstante, eso contribuyó de manera efectiva a impulsar y afianzar el movimiento democrático contra Keiko y contra el fujimorismo autoritario-fascista. Si bien, Verónika Mendoza encarnó mejor esta forma del voto táctico por PPK y pudo amplificar la campaña “Keiko no va”, a decir verdad, no determinó la tendencia antifujimorista que era ya un hecho macizo en la consciencia de la ciudadanía, pues antes de este llamamiento una gran mayoría de electores habían decidido cerrar el paso al funjimorismo. Sin embargo, es justo reconocer que su intervención alentó y evitó que disminuyera este impulso democrático del pueblo, porque, es verdad también, que Fuerza Popular venía desarrollando una campaña demagógica para mejorar el rostro político de esta alternativa neoliberal y restar el voto antifujimorista. Cabe señalar que esta lavada de imagen de Keiko estuvo facilitada –claro está– por una inercia política electoral casi suicida del PPK. Cabe decir también que la posición del voto táctico por PPK de un sector del Frente Amplio, con las características que se ha dejado anotado líneas arriba, demoró en soltarse del “ni-ni” a secas, que mejor uso le había dado la tendencia del voto viciado. Es pertinente reiterar que “votar contra Keiko Fujimori” fue la expresión o resultado del ánimo mayoritario de las bases del FA y que fue una reacción, casi automática, frente a los que usaban el acuerdo del “ni-ni” para favorecer su táctica de votar viciado, que por lo demás, esta táctica del voto viciado, tampoco fue un acuerdo desde las bases del FA. La lección que nos deja está táctica es, por lo positivo de esta experiencia del frente Amplio, que es muy importante que una táctica sea viable y cuente con la fuerza social que la lleve adelante; y en lo negativo de esta experiencia del Frente Amplio, es que fijada la táctica esta tiene que ser clara y sin ambigüedades, y debe ser implementada sin titubeos ni vacilaciones. c) El voto táctico por PPK en su forma de “voto crítico”. Esta ha sido otra forma en que se implementó el voto táctico contra el fujimorismo, contra su retorno y contra la nueva ofensiva neoliberal por medios autoritarios y fascistas. Ya se ha dicho que la conciencia democrática del pueblo cumplió un rol fundamental. Pero en la conciencia democrática, también hubo sectores de la burguesía que se mostraron contrarios a Fuerza Popular. Es el caso de Julio Guzmán, el candidato que fue excluido de la carrera electoral por ya no serle útil a la clase dominante, pero pese a que su exclusión se realizó para favorecer al candidato del PPK, éste sector se pronunció por el voto táctico por Kuczynsky. Así en una entrevista Julio Guzmás declaró: “Yo no participe en las elecciones de la primera vuelta, no fui a votar por defender los principios de la democracia, y voy a ir a votar con mi voto crítico por las mismas razones”, dijo en entrevista con Ideeleradio, resaltando que votar contra Keiko es defender la democracia. Incluso, pidió a Verónika Mendoza que haga un pronunciamiento oficial para hacer un voto crítico en favor de PPK: “Espero que la lideresa del Frente Amplio, Verónika Mendoza, reflexione sobre su posición en la segunda vuelta, y defina explícitamente un voto crítico por Pedro Pablo Kuczynski”. Como vemos, el voto crítico por PPK arrancó primero desde un sector de la burguesía que representa Julio Guzmán, quien dijo: “Al menos él [Kucxynsky] es un adversario en la democracia, mientras que el fujimorismo amenaza la democracia". 11


Por el voto crítico por PPK se sumó también Alianza para el Progreso, el partido de Cesar Acuña, el también excluido candidato, revelando el hecho que la clase dominante sabe ordenar sus filas en favor de una de sus facciones, que concentró su respaldo a Kuczynsky. Más no fue solamente algunos sectores de la burguesía que, de manera definida, optaron por el voto crítico por PPK, sino que también sectores de la pequeña burguesía, en su condición de independientes, se pronunciaron por esta forma de votar contra Keiko y Fuerza Popular. Así, por ejemplo, la periodista Sigrid Bazán escribió: “Puede que las numerosas investigaciones no afecten a Keiko Fujimori en las encuestas. A ella misma parece no afectarle salir a declarar desde el inmueble de Joaquín Ramírez, un investigado por presunto lavado de activos y desbalance patrimonial. Pero quienes no estamos tranquilos frente a esto, sabemos que el voto blanco o viciado ya no es una opción. La democracia está en juego. No es momento de lavarse las manos, toca hacernos responsables y hacer un llamado al voto crítico por PPK”. (Diario La República, edición del 24.05.16). Por el voto crítico también se pronunció Augusto Álvarez Rodrich que escribió en el mismo diario: “‘Voto crítico’ equivale, en esta temporada 2016, al ‘mal menor’ de antes, en un contexto en el que muchos olvidan que votar por un candidato no implica tener que endosar necesariamente ni asumir la responsabilidad por lo que pase en su gobierno, sino, simplemente, la obligación de elegir por uno de los dos que, al final, quedaron en la vitrina” (26.05.16). Y, así, varios independientes se pronunciaron contra Keiko y Fuerza Popular, revelando el hecho que un importante porcentaje de la clase pequeño burguesa, definió su voto por la democracia contra el riesgo fascista. El diario El Comercio publicó la noticia que la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) confirmó su “voto crítico” a Pedro Pablo Kuczynski (PPK) en la segunda vuelta de este domingo 5 de junio. Informaba que Carmela Sifuentes, presidenta de la CGTP, saludó que PPK haya tenido un acercamiento a los sindicatos de trabajadores y haya firmado una serie de compromisos con la confederación que ella dirige. Publicó un resumen del comunicado de la CGTP: “No queremos una herencia de dictadura. No queremos más muertes, no queremos más mártires. Vamos a ser la resistencia contra ese modelo y no pararemos de luchar ahora ni nunca”. “El fujimorismo ha querido y quiere desaparecer a la gran Federación de Construcción Civil, que lidera Mario Huamán. Eso no lo vamos a permitir en honor a los mártires, en honor a Pedro Huilca”. La noticia indicaba que la representante de la CGTP también llamó a los trabajadores de todo el país a trabajar el día de la elección como personeros para prevenir un eventual fraude en las urnas. Este hecho revelaba que un importante sector de los trabajadores no solo tomaba el voto critico por PPK, sino que los movilizaba a jugársela por esa alternativa en contra del fujimorismo, debido también a que había celebrado compromisos por escrito con el candidato Kuczynsky. El Partido Socialista llamó a dar un voto crítico por PPK para cerrarle el paso a lo que llamó "el fujimorismo corrupto y violador de los derechos humanos". En una carta pública, el PS señaló que "lo peor que puede pasar es la elección de Keiko por significar la reivindicación de la dictadura corrupta y asesina de Fujimori-Montesinos y la liberación de estos delincuentes". "La alianza de Keiko-FP con sectores vinculados al narcotráfico, la minería ilegal y los sectores ultraconservadores de las iglesias deja de lado todo el maquillaje con el que ha querido desligarse del fujimorismo tradicional, corrupto y autoritario". "Frente a estas amenazas no cabe la abstención. Somos plenamente conscientes de las diferencias programáticas con el proyecto que representa PPK, sin embargo consideramos que a estas alturas representa la alternativa de mantener vigentes instituciones y usos de nuestra precaria democracia. En consecuencia llamamos a la ciudadanía democrática y progresista a votar críticamente por PPK". Este hecho demuestra que desde la izquierda reformista hubo sectores que se pronunciaron contra Keiko votando por Kuczynski, mediante el llamado “voto crítico”. (https://redaccion.lamula.pe/2016/05/30/) 12


El grupo político “Movimiento por el socialismo”, llamó a “luchar para impedir el triunfo de Keiko Fujimori. La única manera de hacerlo es votando por PPK. El voto blanco o viciado en las actuales circunstancias no sirve para luchar contra el fujimorismo. Tampoco es útil el voto escondido, el “caleta”, el voto vergonzante. Porque no se trata sólo de votar pasivamente el día de las elecciones, sino de retomar la campaña política y la movilización de las masas”. Indicaba que “El 5 de junio debemos cerrarle el paso a Keiko Fujimori. Pero la única manera de hacerlo es votando por PPK No es suficiente lo conseguido hasta ahora, para asegurar la victoria contra el fujimorismo y crear mejores condiciones en el nuevo escenario político (posterior a las elecciones), es necesario que la izquierda y el movimiento popular se movilicen activamente”. “Levantando las propuestas democráticas progresistas del pueblo, emplacemos a PPK, profundicemos y extendamos la movilización popular que se inició en la primera vuelta”. Y su grito de lucha fue: “¡El 5 de junio, el fujimorismo no debe pasar!”. Este hecho demuestra que desde posiciones de un socialismo marxista moderado también defendían el “voto crítico por PPK”. Lo singular de este grupo político fue que su consigna táctica tuvo una conexión importante con el movimiento “No a Keiko”; movimiento que se pronunció así, luego de convocar a una asamblea general de coordinadores: “‘Keiko No Va’ en esta segunda vuelta ha decidido dar un voto crítico por PPK, sabiendo que esta es una propuesta neoliberal que se inscribe en el marco de la democracia representativa, pero que consideramos como la opción que podría plantear una condición mínima para la convivencia pacífica entre peruanos”. El colectivo que convocó a miles de ciudadanos a marchar contra la candidatura de Keiko Fujimori, instó a la población a asumir una postura contra lo que consideran una garantía al “retorno de a las barbaries cometidas contra los derechos humanos y sociales”. “Este retroceso está garantizado con la lideresa del fujimorismo, Keiko Fujimori; quien ahora se apoya en la minería informal que atenta contra la vida; en un 24x24 que acentúa la inseguridad ciudadana en la calles”. Además, los representantes del grupo invocaron al candidato Kuczynski a asumir compromisos firmes que garanticen “abrir un periodo de cambios, en democracia y que atiendan las grandes demandas nacionales por justicia, dignidad y progreso”. Importante es recordar que este colectivo No a Keiko movilizó la conciencia democrática el 5 de abril, previo a la primera vuelta electoral, en una súper masiva concentración ciudadana contra el autogolpe del 5 de abril de 1992 que llevó a cabo Alberto Fujimori; asimismo, el 31 de mayo, previo a la segunda vuelta electoral volvió a movilizar la conciencia democrática para una concentración, mucho mayor que la anterior, contra la hija del tirano autoritario, que competía para imponer el fujimorismo autoritario y fascista. Este hecho demuestra que en efecto sí existe una firme conciencia democrática en la gran mayoría del pueblo peruano. Como se ha podido apreciar, mediante los hechos arriba expuestos, el voto táctico por PPK, en su forma de “voto crítico”, fue asumido por importantes sectores sociales, de diferentes clases sociales. Lo positivo de esta conducta política es que expresó el nivel de avance de la conciencia democrática del pueblo, así como su definición contra uno de los sectores de la nueva ofensiva del neoliberalismo. Incluso, en esta forma táctica podemos interpretar como en el seno de la burguesía hay facciones que luchan entre sí por tener la hegemonía de su dominación sobre el pueblo, y de como una de esas facciones logra imponerse sobre la otra, eso es lo que ha sucedido con la facción que apoya a Kuczynski, que se ha impuesto sobre la facción que apoya a Keiko. Y ahora, estas dos facciones, si bien están en pugna, finalmente habrán de coludirse para enfrentar la resistencia del pueblo, para implementar su nueva ofensiva neoliberal. Una lección, que nos permite asimilar el balance de esta conducta táctica, es que el “voto crítico” si bien ha tenido expresiones consecuentes de rechazar el regreso del fujimorismo, abrió 13


las condiciones para el surgimiento de una perniciosa tendencia que se encubrió con el “voto crítico” para acercarse a Kuczynski y sacar alguna “tajada política”, lo que vemos y veremos mucho más cuando se acomoden en sus asientos aquellos que se exhibieron como una “mercancía política” ante el hoy Presidente de la República. Otra lección es que también el “voto crítico” ha sido una conducta táctica bastante laxa, elástica y hasta podría decirse oportunista. Esto especialmente en relación a los que se consideran de izquierda, y con mayor razón para los que se consideran socialistas, porque, desde estás posiciones políticas, qué le íbamos a “criticar” a Kuczynski. ¿Acaso su neoliberalismo? No, porque eso se combate, no se crítica. ¿Acaso su lobismo pro imperialista? No, porque eso se denuncia y desenmascara. ¿Acaso su tecnicismo? No, porque eso se emplaza como un tecnicismo sobrexplotador contra los trabajadores. ¿Entonces, qué se le puede criticar? La izquierda consecuente y los socialistas en especial nada tenemos que criticarle, sino mucho que emplazarle, denunciarle y combatirle. ¿O es que acaso, para citar solo un ejemplo, vamos a “criticar” su programa de saneamiento, eso de que al terminar su gestión ya no habrá familias sin agua potable? ¡NO!, pues eso hay que desenmascararlo como política capitalista demagógica y reaccionaria. Y lo mismo podríamos decir sobre su fórmula de “revolución social” y sobre el mito de su falso “humanismo”, porque en sí mismas estas frases tienen un contenido hueco. Finalmente, el “voto crítico”, si bien sumó de manera bastante importante para cerrar el paso a Fuerza Popular, por la forma en que se presentó el “voto crítico” por PPK , como alianza y compromiso programático con el candidato Kuczynski, incluso con celebración de compromisos políticos y reivindicativos bajo documentos, esta forma táctica expresó su lado negativo de generar ilusiones en favor del Kuczynski neoliberal, desarmando políticamente al pueblo frente a uno de sus enemigos de clase; cuando en verdad, el voto táctico por PPK consistía en deslindar con ambas alternativas neoliberales y generar un mejor escenario en la lucha de clases para la resistencia popular, combatiendo toda ilusión en el gobierno neoliberal de PPK, al mismo tiempo que se desenmascaraba y combatía la alternativa de Keiko. d) El voto táctico por PPK desde la posición del socialismo peruano. El Comité Creación Heroica, una organización política del socialismo peruano, asumió la política del voto táctico por PPK desde la concepción y método marxistas, que estuvo concentrada en la siguiente línea táctica: “Promover la derrota electoral de “Fuerza Popular”, desenmascarando la esencia burguesa de ambas candidaturas neoliberales que corren en esta segunda vuelta electoral, denunciando sus planes contra el pueblo y no haciendo ningún pacto con ellos; al mismo tiempo que orientamos a las fuerzas democráticas, que en el sufragio nos vemos obligados a votar por “Peruanos Por el Kambio” para no dejar ganar a Keiko, a no hacernos ilusiones con la facción burguesa que representa Kuczynski, generando conciencia de que nuestro voto no es apoyo a su programa y posible gobierno, sino que votamos así para bloquear el autoritarismo-fascista de “Fuerza Popular” y trabar la ofensiva neoliberal de ambas facciones de la burguesía, posibilitando un relativo mejor escenario de lucha para el pueblo, para fortalecer y desarrollar la resistencia popular que conviene a nuestra lucha por el programa patriótico, democrático y progresista por un nuevo Perú”. Asimismo, para la etapa post segunda vuelta, nuestra conducta política quedó definida en: “Defender y popularizar el programa patriótico, democrático y progresista por un nuevo Perú frente al nuevo gobierno neoliberal; fortalecer el Frente Amplio como espacio de lucha electoral para las elecciones Municipales y Regionales del 2018 y las elecciones generales del 2021; promover la unificación de las luchas populares y la centralización de su dirección frente unitaria, como condición fundamental de fortalecer y

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desarrollar la resistencia popular contra la ofensiva neoliberal; todo lo cual dentro de la estrategia de construir un Perú integral rumbo al socialismo”. Con esta posición, aplicamos una campaña de propaganda selectiva y sistemática, dada nuestras limitaciones de vinculación a la inmensa masa del pueblo. Y es probable que hayamos contribuido, al igual que puedan haber contribuido las otras formas del voto táctico por PPK, al logro del actual escenario político, donde la resistencia contra la nueva ofensiva neoliberal tiene la ventaja de luchar contra el modelo capitalista dominante, que se encuentra entrabado por la pugna de dos facciones de la clase dominante, una autoritaria-fascista y la otra demo-liberal, controlando cada una de ellas un poder del Estado, el Ejecutivo por el PPK y el Congreso por Fuerza Popular, pero ninguna de estas facciones como tal tiene el control de todos los poderes del Estado, aunque –vale reconocerlo y advertirlo– la clase dominante, en tanto clase dominante, sí tiene el control de todo el aparato estatal, pudiendo usarlo, como ya lo ha hecho anteriormente, a su exclusivo beneficio. B.- El voto viciado. Esta táctica es la que más ha influido en la izquierda, especialmente en la tendencia socialista. Ya en la primera vuelta electoral la cantidad de votos viciados tuvo una presencia importante, pues alcanzó 1’168,538 de votos (6.24% de los votos emitidos). Y este resultado, no obstante que muchos votos nulos no fueron viciados deliberadamente, sino que por error material vició sus votos, es un porcentaje que demuestra, de todos modos, que una cantidad significativa de ciudadanos emitió un voto de rechazo a las elecciones burguesas. Esta es, obviamente, una presunción porque no existe estadística que haya contabilizado la razón de cada voto viciado. Esta presunción resulta de interpretar el significativo porcentaje de los votos viciados que se produjeron en la primera vuelta electoral. Entre todos aquellos grupos políticos, y también algunas personalidades, que optaron por la táctica del voto viciado, encontramos varios argumentos que son necesarios evaluar. El argumento subyacente en la mayoría de ellos fue la posibilidad de que “cuando los votos nulos o en blanco, sumados o separadamente, superen los dos tercios del número de votos válidos” [subrayados nuestros] podrían producir la nulidad, parcial o total, las elecciones (según los artículos 364 y 365 de la Ley Orgánica de Elecciones); es decir, para el caso concreto de las pasadas elecciones, la nulidad total de la elección habría requerido un 67% del total de los votos válidos (de los 15’340,143 en el caso de la 1ª vuelta y de los 17’152,817 en el caso de la 2ª vuelta). Pero, los hechos indican que los votos blancos y nulos en la 1ª vuelta sumaron 3’393,987 de votos, o sea un 22.125% de los votos válidos; y para la 2ª vuelta sumaron 1’190,079 votos, o sea un 6.93% de los votos válidos. En ninguno de los dos casos se llegó al 67% de los votos válidos. Esto nos revela, de una parte, que la nulidad de las elecciones, como una posibilidad, alcanzó mayor porcentaje en la primera que en la segunda vuelta electoral; y de otra parte, que para hacer realidad la nulidad con el 67% de los votos válidos se requiere de una amplia voluntad popular, que, incluso de existir, mejor sería que presentase candidato propio, el que obviamente ganaría largamente las elecciones en primera vuelta. No obstante esta especulación, cabe señalar que la Ley electoral entiende la nulidad de las elecciones de ocurrir un hecho excepcional, donde la voluntad de los electores no consiente el proceso de elección que se realiza, por eso su abstención de votar por candidato alguno, sumado a ello los votos nulos por error material (en el sentido de haber marcado mal su elección). Y, como esta voluntad es abrumadora y mayoritaria, entonces no queda otra salida que anular las elecciones. Naturalmente, se

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realizarían nuevas elecciones subsanando las causales que provocaron la nulidad y mejorando el proceso electoral para evitar una nueva nulidad. El argumento fuerte de la táctica del voto viciado es que concibe el voto nulo como un voto digno, de protesta y como voto consciente, emitido deliberadamente y no como un error material. Al malograr la cédula de votación, ya sea con una consigna política o con un garabato cualquiera se da una señal de protesta y se expresa una actitud contestataria al sistema electoral y al sistema político imperante. Y esta conducta política, evidentemente, revela un alto grado de consciencia política del pueblo, que al verse impedido de poder boicotear las elecciones –por razones objetivas mayores a su voluntad– resuelve acudir al sufragio para dignamente viciar su voto. Entonces, si este es el verdadero sentido que quiere conservar y prevalecer la táctica del voto viciado, conviene resolver la siguiente pregunta: ¿Por qué entonces, los votos nulos fueron un porcentaje menor que los votos en blanco en la primera vuelta (6.24% versus 11.88%) y, en vez de subir, cayeron a un 5.673% en la segunda vuelta? Es evidente que la táctica del voto viciado, como voto consciente, que debería reflejar masivamente una actitud política contra el proceso electoral y el sistema político imperante, ha resultado inviable porque no correspondía a la realidad de la lucha de clases, donde objetivamente el movimiento popular todavía está concentrado en la lucha política legal y reivindicativa, y cuya fuerza organizativa y de movilización aún se mueve dentro del estrecho marco de la reivindicación económica. Y, cuando el movimiento popular le entra a temas políticos electorales, todavía lo hace con marcada desconfianza al proceso electoral (ya veremos más adelante porqué el ausentismo subió de 18.20% a 19.907%, de la 1ª a la 2da vuelta electoral). Lo mismo podemos decir cuando sobre los electores que se van acercando a las alternativas de izquierda, pues también lo hacen muy desconfiadamente; pero, en cambio, un gran porcentaje todavía siguen embaucados por la propaganda demagógica de los partidos de derecha. Esto es lo que nos revela la estadística de la 1ª vuelta electoral: La izquierda acumuló un 22.74% de los votos válidos (Frente Amplio 18.74%, Democracia Directa 4%); en cambio, la derecha acumuló 77.26% de los votos válidos (suma de votos de seis partidos políticos). Ante la carencia de mayores argumentos, para muchos de los que propugnaron el voto viciado, solo quedaba un recurso: refugiarse en la ética revolucionaria. Y dijeron que el voto viciado es un voto digno en razón que tiende a evitar el voto por una u otra alternativa neoliberal. Sostenían que lo último a defender es la dignidad revolucionaria, palabras más o palabras menos. Para un marxista está totalmente claro que la lucha de clases no se reduce a un tema de moral o de ética. Más bien, ocurre que la moral y la ética son determinadas por la lucha de clases. Así, este argumento de supuesto “purismo” cae como cualquier otro que no tenga base correcta. Llamó nuestra atención un artículo de un militante del socialismo peruano, que traía cuatro nuevos argumentos, todos muy sugestivos y hasta podrían pasar no solo como razones correctas, sino también como verdaderamente marxistas. No mencionamos al autor, sino directamente vamos a las ideas que nos propone para sustentar el voto viciado. El referido artículo basa su contenido que en la segunda vuelta la disyuntiva no era entre Keiko o PPK, sino entre el “continuismo neoliberal” y el “programa reivindicativo del pueblo peruano”; rechaza también que la táctica del voto viciado pretenda la nulidad de las elecciones, y en ese sentido critica de injusto el decir que el voto nulo es un “voto perdido”, ya que en el fondo se trata de un “derecho al VOTO NULO”. Al respecto, en verdad, si somos objetivos y no pecamos de subjetivismo, tendríamos que aceptar que en la segunda vuelta, en razón del sufragio, solo habían dos opciones neoliberales; otra cosa es nuestro deseo que hubiera estado compitiendo una alternativa contraria. Por lo tanto, la actitud correcta no se centraba a cual alternativa neoliberal “apoyar” o “criticar” sino 16


qué ventaja política sacar para la resistencia popular, precisamente contra el neoliberalismo. Y el pueblo, con una importante mayoría, optó por el voto táctico por PPK a fin de generar un mejor espacio de lucha contra la nueva ofensiva del neoliberalismo, cosa que se logró cerrando el paso a Fuerza popular y su plan autoritario y fascista. Y con relación al argumento del “derecho al VOTO NULO”, en realidad se trata del derecho a sufragar, porque “NULO” es la invalidación de la cédula de votación, cuando se verifica que el derecho a sufragar cometió un error material, ya sea marcando fuera del recuadro, usando una marca distinta a la que se le indicó o al borronear la cédula; de tal manera que en la cédula no se comprenda por quién votó el elector. Y, obviamente, ningún elector querrá tener derecho a que declaren NULO su voto. Por ello, hablar del “derecho al voto nulo” es un contrasentido. Mejor entendible sería decir “uso del derecho a sufragar para viciar el voto”. Ahora veamos como el militante del socialismo peruano argumenta lo que él llama “ejercer, en esta oportunidad, el derecho al VOTO NULO”, pero que, como por arte de magia, en sus cuatro razones, junto el voto nulo también coloca el voto en blanco al decir: “Entonces ¿para qué, y porqué, Votar Nulo o en Blanco? 1. (…) por qué es necesario expresar y reivindicar la independencia política de clase del pueblo peruano. 2. (…) para continuar, mantener y desarrollar la identidad democrática de todos los que hemos apoyado a los candidatos del pueblo en la gran victoria del 10 de abril 3. (…) para mantener la continuidad de la oposición democrática poblana que se ha ido gestando en los últimos quince años. (…) Si el 5 de junio, en las elecciones presidenciales alcanzamos un regular porcentaje de Votos Nulos y de Votos en Blanco, digamos si logramos entre un 15% a un 20% del total de votos emitidos, o sea un total de 3,0 o 3,5 millones de Votos Nulos y Blancos, será la mejor expresión del rechazo de amplios sectores del pueblo al actual orden social, será el mejor compromiso y la mejor garantía de la continuidad de las luchas del pueblo, y a la vez, será la mejor advertencia y el mejor freno al desborde de los planes anti democráticos que viene maquinando la clase dominante. 4. (…) nos permitirá evaluar y conocer cuántos somos los que estamos realmente dispuestos a persistir en la lucha por las reformas democráticas y por el cambio social”. [Las negritas en el original]. Sobre el punto 1, no es exclusivo para los que votan nulo o en blanco “expresar y reivindicar una independencia política de clase del pueblo peruano”; es decir, la independencia política de clase no necesariamente se puede expresar con tal o cual táctica, en este caso con el voto nulo, sino que se expresa indistintamente en diferentes frentes de lucha y en diversas conductas tácticas. Pero, para la realidad concreta que analizamos, dado los hechos que los votos blancos bajaron drásticamente en un 11% (de 2’225,449 votos en la 1ª vuelta a solamente 149,577 votos en la 2ª vuelta) y que los votos nulos en vez de subir bajaron, aunque poco, pero bajaron cuando deberían haberse incrementado significativamente de la primera a la segunda vuelta electoral, la forma errónea de razonar que la reclamada independencia política de clase debería necesariamente expresarse en el voto nulo o votos en blanco tendría que aceptar haber sufrido una aplastante y fulminante derrota. Más, lo cierto es que la independencia política de clase del pueblo peruano se expresó más en la actitud política del voto táctico por PPK para cerrarle el paso al fujimorismo, que fue la táctica correcta y viable a la lucha de clases en esa coyuntura política electoral. 17


Sobre el punto 2, es recurrente el subjetivismo al sostener que para “continuar, mantener y desarrollar la identidad democrática”, que se expresó en la 1ª vuelta, necesariamente tendría que haberse votado nulo o en blanco. Al contrario, el pueblo que resiste y lucha contra el modelo neoliberal y consciente de lo que significó el fujimorismo y de lo que puede significar ahora en la nueva ofensiva neoliberal, optó por el voto táctico por PPK y pudo generarse un espacio de lucha favorable para “continuar, mantener y desarrollar la identidad democrática”. La consciencia patriótica, democrática y progresista del pueblo es una identidad democrática que no se ha dejado vencer por Fuerza Popular ni ha caído tras la cola del PPK. Y está ahí, firme con grandes posibilidades de avanzar. Sobre el punto 3, fue un exceso de voluntarismo creer que con el voto nulo y en blanco se podría “mantener la continuidad de la oposición democrática poblana”. Si el mismo autor rechazaba que lo crean ingenuo de pretender la nulidad de las elecciones y rechazaba que critiquen el voto nulo como “voto perdido”, y a la sazón proyectaba que los votos nulos y blancos deberían llegar al 15% o 20% (“o sea un total de 3,0 o 3,5 millones”), debería reconocer, a la luz de los resultados, que la táctica del voto nulo no fue correcta para la “mejor expresión del rechazo de amplios sectores del pueblo al actual orden social”; tampoco sirvió para “el mejor compromiso y la mejor garantía de la continuidad de las luchas del pueblo” ni sirvió para “la mejor advertencia y el mejor freno al desborde de los planes anti democráticos que viene maquinando la clase dominante”, porque toda esa pretensión, en verdad, se expresó en la conducta política del voto táctico por PPK para lograr mejor espacio de lucha contra la nueva ofensiva neoliberal. Y finalmente, sobre el punto 4, saber “evaluar y conocer cuántos somos los que estamos realmente dispuestos a persistir en la lucha por las reformas democráticas y por el cambio social” no se verifica por la cantidad de votos nulos o blancos. Si fuera así, tendríamos que aceptar que los que luchamos por un nuevo orden social estamos disminuyendo considerablemente, lo que evidentemente se contradice con la realidad de los hechos. Si no lo cree, entonces vea dos resultados alentadores: el tercer lugar alcanzado por el FA en la 1ª vuelta electoral y la derrota del fujimorismo en la 2ª vuelta. Una buena lección que podemos sacar de la experiencia de aplicar la táctica de viciar el voto es que una conducta política no solo debe ser correcta en términos de principios abstractos, sino que debe ser conveniente en términos de principios que se combinan con la lucha de clases concreta, y sobre todo que tengan viabilidad de implementarse con éxito. Y, esta táctica en general, jamás puede desvincularse de la acción de las masas, sea cual fuere el estado de avance de las masas, tanto de su consciencia como de su movilización. De no hacerlo, entonces la “táctica” será bien intencionada, que va en correspondencia con nuestros deseos, incluso que satisface nuestros prejuicios, pero en nada será útil a la lucha de las masas, no solo en términos concretos de lo que las masas quieren, sino que tampoco será útil para la lucha por el socialismo, en términos de que en cada acción, en el conjunto de nuestra conducta política, nuestra tarea es conectar el socialismo con las masas y hacer consciencia en las masas para que se empoderen del socialismo. Así es como se entiende que la táctica sirve a la estrategia, y que esta sirve de guía a aquella. Esta es la lección que queda por ser asumida por 1’04,502 electores que en la segunda vuelta viciaron su voto, en el supuesto que todos votaron contra las dos alternativa neoliberales y en rechazo al sistema imperante. Y, claro, en especial por aquellas vanguardias que motivaron e impulsaron esta conducta política electoral.

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C.- El voto en blanco. Esta conducta política tuvo un significativo porcentaje de votos en la primera vuelta electoral, pero cayó en la segunda. Casi total fue la caída, pues de 11.88% cayó a un 0.815% (de 2’225,449 a solamente 149,577 votos). En la primera vuelta electoral el voto en blanco casi fue el doble que los votos viciados (11.88% versus 6.24%), pero en la segunda los votos nulos fueron casi siete veces más que los votos en blanco (5.673% versus 0.815%). Verifiquemos estas relaciones en el cuadro que sigue. COMPARACIÓN TIPOS DE VOTOS EN 1RA Y 2DA VUELTA PROCESO

VOTOS VÁLIDOS

VOTOS BLANCOS

VOTOS NULOS

TOTAL

PRIMERA

15,340,143

2,225,449

1,168,538

18,734,130

VUELTA

81.88%

11.88%

6.24%

100%

SEGUNDA

17,152,817

149,577

1,040,502

18,342,896

VUELTA

93.512%

0.815%

5.673%

100%

ELECTORAL

Nuestra interpretación es que, en la segunda vuelta electoral, hay una disminución de los votos nulos en un 0.567% (128,036 votos menos), que podría significar que hubieron menos errores materiales que invalidaron cédulas de votación, o que también, en menor probabilidad, podría haber sucedido que algunos electores cambiaron su decisión de votar viciado por impedir que el fujimorismo sea el ganador; incluso, muchos miles hayan decidido no acudir a votar en la segunda vuelta. Pero lo que indica la estadística es que el voto consciente, el acto de viciar el voto, estuvo firme como clara expresión de protesta, porque se trataba de un voto en señal de rechazo a las elecciones burguesas y al sistema social imperante. O sea que podría decirse que 1’040,502 electores habrían emitido sus votos de protesta en forma consciente. Aunque, como ya lo dijimos anteriormente, el voto viciado habría tenido que crecer, en el caso que esta hubiese sido la forma principal en que se expresaría la tendencia objetiva del rechazo popular, luego de la primera vuelta, en el entendido que ese 18.74% (2’874,940 votos) alcanzados por el Frente Amplio habría tenido que sumarse a la táctica de viciar el voto, pero los votos nulos no crecieron; pues al contrario, su porcentaje bajó. El condicionante principal fue que la definición del escenario político que se presentó en la 1ª vuelta electoral no fue el mismo escenario político que se presentó en la segunda. Este punto lo revela claramente el alineamiento de los votos válidos de la primera vuelta electoral y el movimiento de los votos en blanco más el movimiento de los votos nulos en la segunda vuelta; todos ellos con respecto a los candidatos Keiko y Kuczyunski. Al radicalizarse la competencia electoral en la segunda vuelta, donde solo quedaron dos alternativas neoliberales, entonces esos votos debieron definirse por una de las dos alternativas en la segunda vuelta. De ahí que prácticamente, el voto en blanco se desinfló, señal de que la tendencia de indefinición electoral quedó extremadamente reducida a un 0.815%. Además, esta definición de los electores se puede ver en que habiendo aumentado el ausentismo en un 1.707% (de 18.20% a 19.907%, que representan 391,234 electores que no fueron a votar en la segunda vuelta electoral), también aumentó el porcentaje de los votos válidos, de un 81.88% a 93.512%. Para valorar acertadamente el índice de madurez política de los electores y de cómo se configuró la correlación de fuerzas en el escenario político electoral pasado, procedamos a ver 19


los cuadros que vienen e interpretaremos en sus datos la forma como se ha expresado la lucha de clases en esta contienda, especialmente para valorar la validez de las diferentes tácticas implementadas. ALINEAMIENTO POSIBLE EN FAVOR DE KEIKO Y KUCZYNSKI PARA LA 2DA VUELTA EN RAZÓN DE LOS RESULTADOS DE LA 1ª VOTOS OBTENIDOS POR KEIKO KUCZYNSKI GRUPOS POLÍTICOS % % FUERZA POPULAR 100 6’115,073 0 0 6’115,073 (39.86%)

PPK 3’228,661 (21.05%)

0

0

100

3’228,661

2’874,940 (18.74%)

0

0

100

2’874,940

1’069,360 (6.97%)

30

320,808

70

748,552

894,278 (5.83%)

70

625,995

30

268,283

613,173 (4%) FRENTE ESPERANZA 203,103 (1.32%) PERÚ POSIBLE 200,012 (1.30%) PROGRESANDO PERÚ 75,870 (0.49%) P. POLÍTICO ORDEN 65,673 (0.43%)

0

0

100

613,173

0

0

100

203,103

0

0

100

200,012

0

0

100

75,870

90

59,106

10

6,567

FRENTE AMPLIO

ACCIÓN POPULAR

ALIANZA POPULAR

DEMOCRACIA DIRECTA

TOTAL VOTOS VÁLIDOS 1ª VUELTA

15’340,143

TOTAL KEIKO PROYECTADO

7’120,982

TOTAL PPK PROYECTADO

8’219,161

El cuadro “Alineamiento posible…” indica una interpretación de cómo pudieron haberse definido los electores en la segunda vuelta electoral. Tomando en cuenta los votos obtenido por el candidato a quien respaldaron en la 1ª vuelta y verificando el interés de clase que este defiende, se puede deducir por quién habrían votado los electores en la 2ª vuelta. Así vemos que cinco grupos políticos, tomando en cuenta que mostraron su crítica y temor a la vuelta del fujimorismo, podrían ser la expresión política de que sus electores votaron contra Keiko, marcando por PPK. Y en esta presunción estimamos que habría ocurrido al 100%. Otros tres grupos políticos (Acción Popular, Orden y Alianza Popular), considerando las declaraciones de sus líderes que señalaron que sus electores quedaban en libertad de votar por uno u otro candidato, y por el interés de clase que representan tales líderes más su conducta política oportunista, presumimos que sus votantes, en mayor o menor porcentaje, dieron votos ya sea para Keiko o ya sea para PPK. Por ejemplo, Antero Flores Araoz si bien en forma expresa y directa no declaró que votaría por Keiko, por sus actos y gestos políticos y por el interés de clase que representa, la de un sector conservador de la burguesía, la gran mayoría de sus votantes (90%) habría votado por Keiko. En el caso de Alan García, de Alianza Popular, presumimos que sus votantes se habrían definido en 20


un 70% por Keiko y la menor parte por PPK; esto debido a los sectores sociales que abarcó su proselitismo electoral, que en su gran mayoría son de la pequeña burguesía, y en menor proporción de la gran burguesía. Además, la conducta política ambigua de García y de varios líderes del PPC, su aliado electoral, mostraban su simpatía por Keiko, ante una débil oposición de algunas de sus bases partidarias, especialmente el sector juvenil encandilado con la democracia liberal, que supuestamente debería barrer la corrupción y no apostar por el fujimorismo. Para el caso de Alfredo Barnechea, de Acción Popular, considerando que su postura fue algo parecido a la de García, es decir ambigua, pero con la diferencia sustantiva, que líderes y bases de Acción Popular claramente se expresaron que no votarían por Keiko y que sí lo harían por PPK, presumimos que sus votantes habrían votado en un 70% por PPK y un 30% por Keiko. Si la interpretación realizada podría corresponder, lo más cercano, a reflejar la voluntad de los electores, entonces ambos candidatos proyectaban una intención de voto para la segunda vuelta de 53.58% para PPK y de 46.42% para Keiko, o sea de 8’219,161 y 7’120,982 votos respectivamente. La experiencia vivida y observada en la campaña de la lucha electoral en la 2ª vuelta abona a que estas proyecciones tengan alta probabilidad de corresponder a los hechos. Sectores de la derecha, a través de sus medios de prensa, criticaban la cuasi “parálisis” de la campaña de PPK y presionaban para que Kuczynski no se confié en la suma de los votos de la 1ra vuelta que podrían serle favorable, y que enfrentara a la arrolladora campaña de Keiko, que buscaba manipular a los indefinidos, ganarse a los que votaron en blanco y evitar votos nulos por error material. Ya hemos dicho que la mayoría de las empresas encuestadoras revelaban que Keiko superaba en varios puntos a PPK. La solución de esto vino con el resultado de la segunda vuelta: Keiko perdió con 8’555,880 votos (49.880%) frente a un Kuczynski con 8’596,937 votos (51.120%). Pero, el cómo se resolvió esta contradicción lo podemos encontrar en la misma lucha electoral. Y ello nos revelará lo acertado o no de las tácticas desde la izquierda. FUDEPP fue el grupo político que promovió con mayor fuerza la táctica del voto en blanco. Y dentro de este frente político electoral lo impulsó con mayor compromiso el MOVADEF, siendo parte de dicho frente. Lo hicieron tanto en la 1ª como en la 2da vuelta electoral. Realizaron movilizaciones, plantones, pintas-murales, difundieron volantes y cubrieron buena parte de la red virtual. Con un 11.88% (2’225,449 votos) contabilizados en la 1ra vuelta electoral, podría decirse que “su táctica no estuvo nada mal”, pues ese resultado se coloca a solo 7 puntos del Frente Amplio, que quedó en tercer lugar, y deja a siete grupos políticos detrás suyo. Aunque a ciencia cierta no se podría decir que ese 11.88% fueron votos de respaldo al FUDEPP, es seguro que contiene los votos de sus militantes o simpatizantes, que fueron la minoría de los votos blancos emitidos, pues la gran mayoría de los electores que votaron en blanco son ajenos y contrarios al FUDEPP. Esta presunción cobra mayor evidencia, si vemos que ese 11.88% cayó estrepitosamente a un 0.815% en la segunda vuelta. Además, hay que decir que el FUDEPP llegó a la actitud de promover el voto en blanco solamente luego que no logró su inscripción electoral ni tampoco logró integrar ninguno de los tres bloques de izquierda que se activaron durante la 1ª Vuelta. Este hecho revela una actitud oportunista frente a las elecciones burguesas. Si esta es histórica y políticamente una farsa, y que participando o no en el proceso electoral no cambia su naturaleza o carácter de clase de ser una farsa, ¿cómo, entonces, puede llamarse al “voto en blanco en rechazo y protesta a la farsa electoral” por la circunstancia que no participamos en ella porque no se logró la inscripción del partido o movimiento? ¿Y, si participaban, inscritos o no, ya no hubiera sido “una farsa electoral”? Las elecciones son una farsa de la clase dominante, que la usa como instrumento de dominación política; solamente una participación revolucionaria puede aprovecharla para desenmascararla, educando y movilizando al pueblo.

21


Hubo también una tendencia, dentro del campo del socialismo peruano, que también planteó la táctica del voto en blanco, pero para la segunda vuelta electoral. Y nos trajo nuevos argumentos de los ya conocidos en la 1ª vuelta, que los veremos más adelante. El argumento común de quienes promovieron el voto en blanco fue que ante dos opciones, que son en esencia lo mismo, la táctica correcta es abstenerse votando en blanco, y así –decían– mantener la plena libertad de acción y con ello educar al pueblo. Sobre esto, en términos generales, la abstención puede resultar conveniente y hasta necesaria en determinados escenarios, donde la correlación de fuerzas del pueblo está no solo en desventaja, sino en reflujo o retirada, que hace inviable o imposible la implementación de tal o cual conducta política activa. Pero, para el caso de la 2ª vuelta, que venimos evaluando, donde el pueblo se puso firme para cerrarle el paso al fujimorismo, la táctica de abstenerse de votar por una de las opciones que nos permita generar un mejor escenario de lucha para la resistencia popular contra la nueva ofensiva neoliberal, favoreció a Fuerza Popular y hubiera posibilitado que gane el gobierno, por eso, en los hechos, no ha resultado ser la táctica correcta. Hubo otro sustento del voto en blanco. Una tendencia sostuvo: “Puesto que la situación le exige a la izquierda no caer en la trampa burguesa y concentrar su atención y sus esfuerzos en coadyuvar en el desarrollo de la conciencia política de las clases trabajadoras y en la concreción práctica de los dos instrumentos materiales mencionados arriba [se refiere al Partido y al Frente], cae por su propio peso que lo que se impone en la segunda vuelta es el VOTO EN BLANCO”. Y esa tendencia concluyó: “En la presente situación, el VOTO EN BLANCO es la forma de afirmar conscientemente la personalidad de la izquierda y sus deberes con respecto a las luchas del pueblo peruano por la defensa de sus derechos, de sus reivindicaciones inmediatas y de sus objetivos históricos”. Veamos como todos estos “argumentos” en favor del voto en blanco cayeron ante la realidad de los hechos. Habíamos indicado que terminada la 1ª vuelta, la intención de votación por Keiko y Kuczynski, según la lectura de los resultados del sufragio, proyectaba un 53%.58% para PPK y un 46.42% para KFH, pero resulta que los votos de la 2da vuelta fueron un 50.120% a PPK y un 49.880% a KFH. ¿Cómo explicar este hecho de victoria ajustada, luego de ver la holgada ventaja que proyecta PPK? Mucho tiene que ver el movimiento del voto en blanco. Veamos el cuadro siguiente: VOTACIÓN OBTENIDA POR PPK Y KFH EN EL PROCESO ELECTORAL VOTOS VALIDOS

KFH

PPK

1RA VUELTA 100%

39.86%

21.05%

15’340,143

6’115,073

3’228,661

2ª VUELTA 100%

49.880%

50.120%

17’152,817

8’555,880

8’596,937

En la 1ª vuelta, Keiko obtiene casi el doble de votos que PPK; le vence, pero no gana la presidencia; solo pasó a la segunda vuelta. Así lo regula la Ley de elecciones. Y, en la segunda vuelta, Kuczynski le gana a Keiko por escaso margen de un 0.24%, o sea por 41,057 votos. Keiko se reíste a creer esta derrota, pues hasta ahora le dura su trauma político por no haber salido elegida Presidente, pues ella se sentía ganadora y con el mayor apoyo de la clase dominante. Pero hay una realidad que Keiko y sus partidarios no quieren ver objetivamente. Si bien 39.86% 22


fue una votación mayor que cada una de las demás votaciones de los nueve candidatos, no lo ha sido frente a la suma de los votos obtenidos por todos esos partidos. Veamos el cuadro comparativo siguiente: VOTACIÓN POR KFH VS. LOS VOTOS DE TODOS LO PARTIDOS 1RA VUELTA VOTOS VALIDOS

KFH

NUEVE PARTIDOS

1RA VUELTA 100%

39.86%

60.14%

15’340,143

6’115,073

9’225,070

Los 6’115,073 de votos son una cantidad importante pero es minoría respecto a los 9’225.070 de votos, que realmente es una aplastante mayoría. Por eso, la ley electoral norma que en la segunda vuelta se define quién toma el gobierno. Veamos como el voto en blanco y el voto nulo trabajo para Keiko antes que para PPK. Fijémonos en la tercera fila, de las diferencias en el siguiente cuadro: DIFERENCIA DE LOS TIPOS DE VOTOS EN 1RA Y 2DA VUELTA PROCESO ELECTORAL PRIMERA VUELTA SEGUNDA VUELTA

DIFERENCIA ENTRE AMBAS VUELTAS

VOTOS VÁLIDOS

15,340,143 81.88% 17,152,817 93.512% 1’812,674 VOTOS MÁS EN LA 2DA VUELTA

VOTOS BLANCOS

2,225,449 11.88% 149,577 0.815% 2’075,872 VOTOS MENOS EN LA 2DA VUELTA

VOTOS NULOS

TOTAL

1,168,538 6.24% 1,040,502 5.673% 128,036 VOTOS MENOS EN LA 2DA VUELTA

18,734,130 100% 18,342,896 100% 391,234 VOTOS MÁS EN LA 2DA VUELTA

Se puede comprobar que hay más votos válidos sin que aumente la participación de nuevos electores; al contrario el ausentismo aumentó, pues 391,234 electores dejaron de sufragar en la segunda vuelta electoral. Esta situación pudo ser posible porque 2’075,872 de electores dejaron de votar en blanco y 128,036 electores ya no votaron nulo. ¿Entonces, por quien votaron? Veamos el siguiente cuadro: VOTACIÓN OBTENIDA POR PPK Y KFH EN LA 2DA VUELTA VOTOS VALIDOS KFH PPK 1RA VUELTA 100%

15’340,143

6’115,073 39.86%

3’228,661 21.05%

15’340,143

7’120982 46.42%

8’219,161 53.58%

1’434,898

377,776

8’555,880 49.880%

8’596,937 50.120%

PROYECCIÓN DE ALINEAMIENTO DE VOTOS DE LA 1RA PARA LA 2DA VOTOS LOGRADOS POR CAMPAÑA 2DA VUELTA RESULTADOS 2ª VUELTA

100% 17’152,817

Si tomamos como base de acumulación de la intención de votos, para ambos candidatos, la proyección de alineamiento de los votos de la 1ª vuelta, con vistas a la 2ª. Y si comparamos los resultados finales de la 1ª y la 2ª vuelta, podemos apreciar que Keiko realizó un mayor esfuerzo para ganar nuevos votos (1’434,898), que lo logró con una intensa campaña demagógica, 23


comprando votos mediante una “casi nada” disimulada entrega de regalos. PKK, en cambio, se había dormido en su campaña, pero reaccionó luego, cuando sintió la real amenaza de ser vencido, mejorando su campaña que le permitió obtener los suficientes votos (377,776) para ganar las elecciones. Y la ganó ajustadamente, casi raspando, debido a tuvo que enfrentar la arrolladora campaña de Fuerza Popular y porque tuvo que pagar el costo de su pasado negativo, cuando en las elecciones presidenciales del 2011, momento en que Kuczynski había mostrado su abierta simpatía por Keiko, cuando esta compitió con Ollanta Humala, llamando a votar por la hija del “mejor presidente” que en su opinión ha tenido el Perú. ¿De dónde salieron esos votos tanto para Kuczynski y para Keiko? Veamos los dos cuadros siguientes: ELECTORES QUE DEJARON DE VOTAR EN BLANCO Y NULO PROCESO ELECTORAL 2DA VUELTA

VOTOS BLANCOS

VOTOS NULOS

TOTAL

2’075,872

128,036

2’203,908

POSIBLE DISTRIBUCIÓN DE VOTOS 2DA VUELTA

TOTAL VOTOS BLANCOS/NULOS 2’203,908 100%

KEIKO

PPK

1’434,898 377,776 65.1%

17.1%

NO VOTARON

391,234 17.8%

Como ya se ha verificado, los votos blancos y nulos en la segunda vuelta bajaron respecto de la 1ª vuelta electoral, y ambos sumaron la cantidad de 2’203,908 votos. De ese total, presumimos que su movimiento en la segunda vuelta fue de un 65.1% para Fuerza Popular-Keiko y un 17.1% para PPK-Kuczynski. Otro 17.8% no fueron a votar. Esto revela que fue intensa la lucha electoral en esta parte del proceso electoral; revela también cómo se han movido las clases sociales en nuestro país con relación a esta lucha electoral. Y permite ver cómo, en el seno de la clase dominante, la facción que favorecía a PPK finalmente se impuso sobre la otra facción que favorecía a Keiko. Expresa también, como la consciencia patriótica, democrática y progresista del pueblo pudo mantenerse firme, por el trabajo oportuno de diferentes colectivos de izquierda, en especial del Frente Amplio con su ex candidata presidencial, Verónika Mendoza, quienes lograron mantener activo el movimiento contra el retorno del fujimorismo. Puede explicar también, el porqué del comportamiento político-psicológico de la ex candidata Keiko, que todavía cree haber perdido “injustamente” luego que en la 1ª vuelta duplicara el voto que obtuvo PKK y en la segunda habiendo ganado el 65.1% de votos, más que PPK que solo ganó un 17.1%, este haya resultado ser el Presidente, tan solo con una diferencia del 0.24% de votos; es decir, con la diferencia de 41,057 de votos, precisamente una cantidad que fue parecida a la multitud de personas que realizaron la marcha contra el autogolpe del 5 de abril de 1992 y la marcha “Keiko no va”. Los electores que dejaron de votar en blancos se movieron, como se ha verificado objetivamente, en favor de Fuerza Popular y de su candidata Keiko; de los viciados se podría decir que se movieron también en esa dirección, pero en una muy poca cantidad, porque dado su posicionamiento firme y que solo haya bajado levemente, lo presumible es que la mayor parte de esos 128,036 electores no hayan acudido a votar; otra parte de los electores, que en la 1ª vuelta vició su voto por error material, en la segunda habría sufragado bien. El cómo se movieron 24


en la 2ª vuelta, los electores que votaron en blanco en la 1ª, es una contundente demostración de lo incorrecto e inconveniente que resultó la táctica de voto en blanco. Por ello, quienes promovieron el voto blanco como la táctica correcta y conveniente, cayeron fuertemente, porque con esa conducta política no se pudo evitar que los electores fueran embaucados por la “trampa burguesa”, que de hecho impidió el desarrollo de su “conciencia política”. Consiguientemente la conducta del voto en blanco no ha resultado factible ni viable para “(…) afirmar conscientemente la personalidad de la izquierda y sus deberes con respecto a las luchas del pueblo peruano por la defensa de sus derechos, de sus reivindicaciones inmediatas y de sus objetivos históricos”. En una palabra, esta táctica del voto en blanco dejó sus propios propósitos…en blanco. D.- El ausentismo. En la primera vuelta, el ausentismo en el sufragio fue de 4’167,824 electores. Y en la segunda dejaron de sufragar un total de 4’559,058 electores, o sea hubo un incremento de 391,234 personas que tomaron la decisión de no acudir a sufragar. Pero esta subida en nada alteró el proceso electoral. Ninguna fuerza política, como en efecto no la hubo, podría decir que promovió una suerte de “táctica de no votar”. Si alguien lo hubiese planteado, aunque solo sea para alardear, habría tenido mucho mejor argumento que los que promovieron “votar en blanco” y “votar viciado”. Esto se puede verificar en los dos cuadros siguientes: COMPARACIÓN PARTICIPACIÓN ELECTORAL 1RA-2DA VUELTA PROCESO ELECTORAL

ELECTORES HÁBILES

PRIMERA VUELTA

22,901,954 100% 22,901,954 100%

SEGUNDA VUELTA

CIUDADANOS QUE VOTARON

18,734,130 81.80% 18,342,896 80.093%

AUSENTISMO: CIUDADANOS QUE NO VOTARON

4,167,824 18.20% 4,559,058 19.907%

COMPARACIÓN TIPOS DE VOTOS EN 1RA Y 2DA VUELTA PROCESO ELECTORAL PRIMERA VUELTA SEGUNDA VUELTA

TOTAL VOTOS EMITIDOS

VOTOS VÁLIDOS

18,734,130 15,340,143 100% 81.88% 18,342,896 17,152,817 100% 93.512%

VOTOS BLANCOS

VOTOS NULOS

2,225,449 11.88% 149,577 0.815%

1,168,538 6.24% 1,040,502 5.673%

En la 1ª vuelta el ausentismo supera largamente los votos blancos y viciados; incluso supera a la suma de ambos. Y en la segunda vuelta la diferencia es aplastante. ¿Cómo pudo suceder esto si el “no votar” no tuvo nada de promoción, que sí lo tuvieron el “votar en blanco” y el “votar viciado”? Es posible que entre estas personas ausentes en el sufragio haya un significativo porcentaje que por rechazo consciente no ejerció su derecho a sufragar, lo que en verdad muestra la impotencia de tal conducta. Es posible también que se trate de personas, en un significativo porcentaje, que no les importa su derecho a sufragar, por su apoliticismo, lo que demuestra lo infértil y estéril de esta conducta política. Y un gran porcentaje, posiblemente, corresponda a personas que no votaron por verse imposibilitados de ejercer su derecho a sufragar. En general, el ausentismo es, en el fondo, abstencionismo político respecto al proceso 25


electoral, que es una conducta política infecunda, incapaz de compenetrarse con la lucha de clases. En esencia, responde a una actitud reaccionaria, de mentalidad feudal, que rechaza la democracia liberal, porque siente que esta democracia no le da nada, pero en vez de superarlo cae en la resignación rebelde de no acatar el sufragio, sin poder actuar revolucionariamente. El incremento del ausentismo en la 2ª vuelta no significa que haya ocurrido por la acción de una táctica política. Las 391,234 personas que no fueron a votar podrían explicarse por el hecho que muchos electores, que votan en provincia, solo votan en la 1ª, pero ya no lo hacen en la segunda vuelta. Estos serían la mayor parte. Y, en menor cantidad, podría ser que electores que votaron en blanco o viciado hayan decidido no votar. *** Hemos valorado las diferentes tácticas acontecidas en el proceso electoral, incluso valoramos el ausentismo. De lo cual hemos sacado importante lecciones. Y la verdad de los hechos nos demuestra que tanto la táctica del voto en blanco como la táctica del voto viciado no fueron conductas políticas correctas ni convenientes, por lo que fracasaron en la práctica de la lucha de clases. De modo tal que el voto táctico por PPK sí constituyó una táctica correcta y conveniente, por concordar con principios definidos y tener metas concretas factibles de ser implementadas por las masas. Así ha quedado comprobado por la experiencia misma del proceso electoral, al revelar que el voto táctico por PPK permitió un escenario de lucha favorable a la resistencia popular. **** En el Gráfico que sigue, puede verse como informaba el diario El Comercio sobre la definición de varios líderes políticos respecto de su voto en la segunda vuelta.

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3. El campo reaccionario, sus pugnas y colusiones. a) Con 26 años de neoliberalismo el Perú va camino hacia la bancarrota. El Plan Bicentenario para salvar la Vieja República (2021). Cerca de cumplir 200 años de independencia política formal, la vieja República burguesa muestra su total fracaso histórico. La clase burguesa pretende celebrar el bicentenario de la independencia (2021) como si hubiese construido una nación soberana, haciéndola pasar como un gran acontecimiento político, pero no lo es, porque en verdad son dos siglos de incapacidad de la burguesía peruana para construir una verdadera nación. No obstante, como siempre, la demagogia va por delante; hecho que reafirma, una y otra vez más, su minusvalía para resolver el mayor problema histórico del país: la dualidad cultural nacida de la conquista, esa invasión genocida que vino de España y que pretendió exterminar a nuestros pueblos comunitariosoriginarios, dejando su sello de sobreexplotación social, saqueo de nuestros recursos y depredación de la naturaleza, que transcurridos 195 años continúan bajo esta vieja república, que ahora las viene aplicando bajo el modelo neoliberal capitalista. Desde el punto de vista del socialismo peruano, la denuncia y desenmascaramiento fundamental a la clase dominante es sobre su impotencia económica y su mentalidad colonial frente al capitalismo imperialista. Sumado a ello, como complemento no menos importante, es su mediocridad política, que por largos años continúa chapoteándose en la charca del chauvinismo y el asistencialismo, que buscan contener la verdadera revolución social por un Perú integral rumbo al socialismo. De esa posición jamás saldrá la clase dominante. Por ello, no solo es incapaz de resolver la cuestión de forjar una nación soberana y moderna, sino que tampoco dará solución a los problemas fundamentales del pueblo: trabajo, vida digna y paz. Así como es un fracaso histórico total la gestión de la clase dominante durante los 195 años de esta vieja República, que ni siquiera ha sabido construir un capitalismo independiente que pueda, aunque limitadamente, otorgar derechos y beneficios sociales al pueblo; es también un fracaso la gestión del modelo neoliberal capitalista que durante estos últimos 26 años nos muestras la bancarrota del camino capitalista. Como respuesta a esta crisis y bancarrota, limpia y consecuentemente resurge el camino del socialismo peruano, con su meta de un Perú integral rumbo al socialismo, que deberemos construir sin calco ni copia, sino como creación heroica de nuestros pueblos. b) 1ra vuelta electoral: Naturaleza y carácter de las elecciones burguesas. El miedo a la ofensiva electoral de la izquierda. Dentro de este marco histórico, la lucha de clases, como dijimos al comienzo de este folleto, tiene una contradicción principal: La contradicción antagónica entre la ofensiva neoliberal de la clase dominante de un lado y la resistencia del pueblo peruano de otro lado. Y es esta contradicción la que ha marcado el proceso electoral último. Por ello, las elecciones han tenido un carácter y naturaleza burgueses, porque buscan mantener la dominación de toda la sociedad por la clase dominante dirigida por la gran burguesía. Sería totalmente ingenuo creer que la clase dominante convoca a elecciones para ceder el poder al proletariado y pueblo peruano; creer que las elecciones burguesas son genuinas y verdaderas para respetar la voluntad soberana de los ciudadanos es lo más perjudicial para la educación política del proletariado y lo deja inerme 27


frente a la voracidad del capitalista. Por tal razón, es correcto combatir toda esta farsa política. Y solamente tenemos dos formas de realizar esta labor: o bien impidiendo el proceso electoral, con la fuerza de las masas porque ellas no quieren esa farsa y se alistan para abrir un proceso revolucionario que instaure un poder político nuevo; o participando en el proceso electoral con el fin de no abandonar a su suerte a las masas –que acuden a las elecciones sin la fuerza de impedirlo, embaucadas por la prédica burguesa–, cumpliendo con nuestro deber de vanguardia de utilizar las elecciones burguesas con fines de agitación y propaganda, para educar, organizar y movilizar al pueblo, aprovechando el derecho de sufragio como índice de madurez política del pueblo, que marca el punto de ebullición de una revolución social. Esto es lo que nos enseña la experiencia de más de siglo y medio del socialismo, respecto de la lucha contra las elecciones burguesas. No entenderlo es no reconocer un principio básico, como lo es el principio de que las masas hacen la historia, para su bien o para su mal, y que la responsabilidad del partido proletariado es jamás abandonarlas a su suerte. En las elecciones últimas, la táctica correcta fue la de participar revolucionariamente en ella. Que tal táctica haya encontrado al socialismo peruano, no solo disperso, sino dividido, dentro de un marco mayor de división del campo popular de izquierda, constituyó una desventaja enorme. Sumado a ello, tendencias erróneas que promovieron el abstencionismo impotente e infecundo; así como desviaciones oportunistas en la participación electoral, tuvieron, como es obvio, que agravar esas desventajas del proletariado en la lucha electoral contra la clase dominante. Y fue la clase dominante, precisamente, que finalmente aprovechó más y mejor el proceso electoral, pudiendo colocar a uno de sus cuadros políticos como Presidente de la vieja República. Se ha producido una rica experiencia para el pueblo, que si bien no logró una victoria electoral que, dadas las condiciones políticas reales arriba señaladas, tampoco estaba, como quien dice, garantizado el éxito, en cambio, si ha logrado una importante acumulación de fuerzas y un mejor escenario para su lucha. Y esto último es lo que teme la clase dominante. Claro, su miedo principal es al socialismo, porque sabe que el sistema capitalista será superado por el sistema socialista. Y en concreto, en estas elecciones del 2016, la burguesía tenía que evitar que la izquierda pasara a la 2ª vuelta y no dejar que suceda lo de las elecciones pasadas del 2006 y 2011, donde la izquierda, en alianza con el nacionalismo de Ollanta Humala logró pasar a la segunda vuelta. Sin embargo, la clase dominante persigue toda idea progresista, combate la formación de una consciencia democrática-popular y confunde el sentimiento patriótico, porque por necesidad histórica todos esos avances conducirán al socialismo. En esta estrategia de combatir el socialismo, la burguesía recurrió al uso interesado de la experiencia negativa de la izquierda en general, ocurridos durante de las décadas 80-90, principalmente de las desviaciones y crímenes cometidos por la subversión armada que tuvo su expresión en el PC del P-SL y el MRTA; así como también de las desviaciones y delitos de corrupción cometidos por la izquierda legal que tuvo su expresión en lo que fue Izquierda Unida (IU). Y lo acontecido en el escenario latinoamericano (Venezuela, Brasil, Argentina). Recordando estos hechos mediante sus medios de prensa, machacando mentiras con sus partidos políticos y construyendo falsas teorías con los intelectuales de derecha, la clase dominante dejó empañado al socialismo peruano, arrinconándolo; pretendiendo aislarlo de las masas, pero sin poder lograrlo totalmente. Se ha visto en las dos campañas electorales últimas, como la clase dominante arremetió duramente contra los dos bloques de izquierda, especialmente contra el Frente Amplio, en relación a los temas del uso de la violencia y la eficiencia en la gestión pública. Vimos como a Gregorio Santos, candidato por Democracia Directa, se le abrió proceso por corrupción con 28


prisión preventiva y se le hizo tremenda campaña de “izquierda ineficiente”. Vimos también como a Verónika Mendoza, candidata por el Frente Amplio, se le relacionó con el “terrorismo”, fabricando incluso incursiones de emboscada terrorista a pocos días de la votación en la 1ª vuelta electoral, cuando el porcentaje de intención de voto crecía rápidamente en favor del Frente Amplio, y no fue menos los ataques contra esta candidata por su “ineficiente labor parlamentaria”. Y no fueron los únicos ataques, por supuesto, pero si los decisivos para desinflarles la votación. El miedo a la ofensiva electoral de la izquierda fue, en verdad, un hecho objetivo en el seno de la clase dominante, pues de producirse una masiva intención de votos, un bloque de izquierda habría podido ganar la primera vuelta y obtener una mayoría parlamentaria, como lo veremos seguidamente. b.1) Promoción de sus partidos preferidos: Partido Aprista Peruano, Partido Popular Cristiano y Fuerza Popular. Obviamente, la burguesía no convoca a elecciones para perder en ella. Por eso, establece todo un sistema electoral donde la cancha, el árbitro y la tribuna están de su lado. Sostiene también, desde los gobiernos de turno y del sector privado, a una prensa fingidamente “independiente” y a encuestadoras (agencias de opinión) falsamente “autónomas”. Pero todo eso es condicional, y lo sabe muy bien la burguesía. Por tanto, prepara su equipo, o mejor dicho sus mejores equipos, incluso con equipos “outsiders” en la banca, listos para tapar huecos por donde podría irrumpir la izquierda. Sabe que esto es lo medular y determinante para que el instrumento del sufragio electoral burgués no se les vaya de sus garras. Todo esto se condensa en la Ley Orgánica de Elecciones y la Ley de Partidos Políticos. Precisamente, la burguesía basa su confianza en los partidos sólidos e institucionalizados para una buena administración del Estado. Más esto no es suficiente. Deben estos partidos, principalmente, mantener embaucados a los electores. Y en esto no trabajan recién durante las elecciones, sino que lo hacen permanentemente, aunque en el proceso eleccionario intensifican su proselitismo. Entonces, aparato partidario y experiencia en embaucar al pueblo son dos condiciones clave que califica la clase dominante para apostar por tal o cual partido. Por eso, entre los partidos desgastados, cuestionados, denunciados y aislados del pueblo, la clase dominante promueve a los partidos que tienen mayores ventajas para contener el avance del pueblo y que mantienen influencia sobre las masas para una mejor manipulación política de las mismas. Esto explica el por qué, al inicio de la carrera electoral, la clase dominante favoreció la alianza entre el APRA-PPC y al partido Fuerza Popular, quienes durante un breve tramo de la campaña, estuvieron disputándose las preferencias electorales, aprovechando que la izquierda no resolvía su unidad para armar un solo bloque electoral y que otros sectores de la burguesía no definieran su actuación electoral. Casi inmediatamente de haber formado la alianza APRA-PPC, esta fórmula no levantaba cabeza; tenían regulares aparatos partidarios con cuadros bien cuajados en la política del engaño y con experiencia para administrar el Estado, pero no lograban embaucar al pueblo. Y así, esta alianza electoral, perdía su poder de dominio político y no convencía a la clase dominante. Por su parte, Keiko llevaba una larga ventaja, ocupando el primer puesto; sin embargo, tenía acumulado un elevado porcentaje de anti votó, además que su aparato partidario recién 29


renovado no cuajaba institucionalmente y se mantenía –como hasta el final– como un aparato ajustado a la voluntad del caudillaje del clan familiar Fujimori. Y, en esta situación de la coyuntura electoral, ¿cómo le iba a la izquierda? Se venían configurando tres bloques, que daban la imagen de una izquierda dividida en forma crónica, que si es incapaz de resolver su propia administración unitaria, peor será para ejercer un nuevo gobierno, uno que sirva al pueblo y no se repita lo de Ollanta Humala. b.2) Surge Alianza Para el Progreso, con Cesar Acuña y el Partido Todos por el Perú, con Julio Guzmán, como expresión de las pugnas internas en la clase dominante. Se impone la facción tradicional sobre la emergente y desinfla ambas candidaturas para favorecer la de PPK, facilitado por el estancamiento electoral de la izquierda. En esta situación particular de la lucha de clases, aparecen dos figuras electorales, la de Acuña y Guzmán. Ambos tienen ventajas para embaucar al pueblo pero carecen de sólidos aparatos partidarios, más el segundo que el primero. También ambos representan a sectores emergentes de la clase burguesa, que cuestionan el poco cupo de poder que la clase dominante les otorga. Quieren un mayor pedazo de la torta de sobreexplotación social y del saqueo depredador. Al encubrirse con demagogia efectista logran concentrar la mayor simpatía del electorado. Y todo esto causa preocupación en el sector tradicional de clase dominante, que no puede permitirse otorgar el triunfo a estos candidatos, que en todo caso podría aceptarlos de tener al frente una izquierda fuerte, vigorosa y amenazante, con real posibilidad de ganar las elecciones y abrir otro foco de progresismo antiimperialista en América Latina. Ante la ausencia de una izquierda que irrumpa amenazante, y estando dividida en dos bloques, la del Frente Amplio y Democracia Directa, que hasta ese momento no remontaban el 5% de intención de voto y viajaban en los últimos lugares de la competencia electoral, la clase dominante, con su facción tradicional puso luz roja tanto para Acuña como para Guzmán, quedando ambos desembarcados. El Frente Amplio, por los buenos efectos de su praxis renovadora de la política, por la unidad fraterna sin caudillajes que mostró con sus elecciones primarias para elegir las candidaturas del frente, si bien pudo romper ese límite del 1% en la intención de voto y subir algunos puntos más, despertando expectativas electorales, todavía no cobraba la fuerza suficiente que más tarde logró al saber capitalizar la voluntad de los electores que pensaban votar por los dos candidatos sacados de carrera. b.3) Ante el fracaso de la Alianza Popular (PAP-PPC) y fuera de carrera Acuña y Guzmán, la burguesía levanta a PPK, por el elevado antifujimorismo y previniendo la posible crecida del Frente Amplio. Acercándose el día del sufragio en la primera vuelta, la lucha de clases determinaba una coyuntura electoral relativamente complicada tanto para la derecha como para la izquierda. La clase dominante nada ya podía hacer para evitar la caída estrepitosa de la alianza APRA-PPC, solo quedaba ponerle su epitafio de derrota electoral. Una de sus preferencias políticas quedó descartada para que apuesten por ella en las líneas finales. Tampoco estaban conformes con alentar el triunfo de un sector burgués “emergente”, representados por Acuña y Guzmán, que podría debilitar el plan de nueva ofensiva neoliberal, por lo que debían encontrar una alternativa nueva tras desembarcar a los partidos APP y PTP. Esa alternativa fue el Partido Peruanos por el Kambio, que había logrado posesionarse en una buena colocación de intención 30


de votos, demagogia mediante, en la competencia electoral embaucando a un buen sector del pueblo, especialmente a jóvenes muy deseosos de cambios y muy distantes de la izquierda. Si bien no contaba –ni cuenta– con un aparato partidario sólido e institucional, si contaba con una imagen de ser una opción renovadora. El cálculo político de la burguesía fue que los electores que iban a votar por Acuña y Guzmán se pasarían a PPK. Este cálculo que en teoría era “confiable”, en la práctica no correspondió porque la lucha de clases operó inmediatamente un cambio en la voluntad de los electores. Los dos bloques de izquierda tuvieron diferente reacción entre los electores. Gregorio Santos que fue apabullado como violentista y corrupto, supuestamente culpable de todo lo que se le acusaba; la prensa mediática prácticamente lo ajustició electoralmente. Aunque sacó muy buena votación en Cajamarca principalmente, así como en otras pocas regiones del país, donde la campaña en su contra no funcionó al 100%, lo cierto es que no se perfilaba como una real amenaza electoral para la derecha. Si algo pudo capitalizar de la intención de voto de los electores que hubieran votado por Acuña y Guzmán, presumimos que fue muy poco, escaso o casi nada. El caso de Verónika Mendoza, fue diferente y tuvo resultado más positivo. Capitalizó mejor la voluntad de esos electores sueltos, que vieron en el arrojo de sus candidatos de la competencia electoral un hecho totalmente injusto. Supo tender lazos sicológicos con ellos. También supo acercar el programa del Frente Amplio a esa voluntad dolida, por el golpe recibido, de los simpatizantes de Acuña y Guzmán, especialmente de este último. Sus frases y gestos fueron oportunos y sensibles, Verónika Mendoza se convirtió así en el nuevo rostro al cual seguirían aquellos electores cansados de la derecha tradicional, pero cansados también de la izquierda tradicional. Tendió sanamente la red y obtuvo un “milagroso” resultado político, que la convirtió en una real amenaza electoral contra las pretensiones de la derecha. La clase dominante, habiendo desembarcado a Guzmán y Acuña, se vio en la encrucijada de promover a PPK que debía acrecentar el embaucamiento de las masas, pero que ya se posesionaba en un segundo lugar de intención de voto, o de promover a Fuerza Popular, que seguía posesionado en el primer lugar de intención de voto, pero con un fuerte peso del anti fujimorismo, que en una segunda vuelta, de pasar el frente Amplio, Keiko no ganaría las elecciones. Por tal razón, la clase dominante apostó por PPK y puso la cruz al Frente Amplio, dando comienzo a una campaña de elevar por la nubes a Kuczynski y lanzar al infierno a Mendoza. b.4) La demolición contra el FA y abriendo camino para PPK. Convertida en una real amenaza electoral, el Frente Amplio sufrió disparos de demolición por parte de la clase dominante. Disparos de todo calibre y de varios flancos. La consciencia patriótica, democrática y progresista, que pudo canalizar el bloque de izquierda representado por Verónika Mendoza, realmente fue –y todavía lo es– un fuerte dolor de cabeza para la gran burguesía peruana y el imperialismo. No tanto la candidata causa temor real a la clase dominante, sino el programa del Frente Amplio. Este programa refleja la consciencia democrática del pueblo que catapultó a Verónika Mendoza en la 1ª vuelta e impidió que el fujimorismo se hiciera del gobierno nacional en la 2ª vuelta. Es una consciencia que se acerca al socialismo peruano y que esta teoría de liberación, que es el socialismo peruano, puede elevarla a una consciencia revolucionaria contra la vieja República y daría comienzo al proceso de una lucha consciente del pueblo por un Perú integral rumbo al socialismo. Para la clase dominante se convirtió en algo indispensable evitar que el Frente Amplio pase a la 2ª vuelta. Por eso dictó la orden de lanzar la campaña de demolición contra su candidata. No 31


había ningún programa periodístico, en cualquiera de los medios masivos, reales y virtuales, que no se hayan ocupado de “Vero”. Ofensas, mentiras y patrañas fueron lanzadas sin escrúpulos contra ella. Varios candidatos del Frente Amplio también fueron sometidos a esta demolición. Lo más saltante fue que el mismo Kuczynski tildara a Verónika Mendoza de “izquierdista vaga”, así como la difamaron como “apologista de terrorismo” en un montaje burdo, por haber asistido a un supuesto homenaje de sendero luminoso. O sea, la clase dominante, al comprobar y sentir la posibilidad real de que “la tal Vero” podría pasar a la 2ª vuelta puso sus pelos de punta. Por eso mismo, ningún arma podría desestimar de usar la derecha en esta campaña de demolición. Y así vimos, cómo fueron usando todas y cada una de ellas. Y, aunque consiguieron su objetivo, de evitar que pase el Frente Amplio a la 2ª vuelta, de todos modos el Frente Amplio quedó bien posesionado en el escenario político electoral. Obviamente, la campaña furiosa contra el Frente amplio fue para favorecer el repunte de PPK, y así tener dos alternativas neoliberales en la 2ª vuelta, de tal forma, cualquiera que ganara, la clase dominante tendría el poder político en sus manos. Y en todo caso, llegado el momento de la 2ª vuelta ellos podrían decidir por cual apostarían: Keiko o Kuczynski, como finalmente así ocurrió, cuando tomaron la decisión de favorecer a PPK. El Frente Amplio resistió a toda esta campaña demoledora desde abajo, con la fuerza de la unidad de sus bases, cuyos militantes, organizados en colectivos y partidos o independientes, pusieron su escudo común y marcharon a paso firme contra todos esos ataques. De su parte, el pueblo peruano, que había ya logrado una consciencia patriótica, democrática y progresista supo corresponder a esta resistencia en la lucha electoral que se ofrecía contra la clase dominante, tan igual o parecido a como ese mismo pueblo viene resistiendo a la ofensiva neoliberal de la sobreexplotación social y el saqueo depredador de nuestros recursos. Como siempre, las masas –con mayor fuerza aquellas organizadas– están dispuestas y activas a luchar por los actos justos y correctos. No se les debería causar nuevas frustraciones políticas con divisionismo, más aún cuando las contradicciones no son antagónicas ni insalvables y cuando se tiene una unidad programática; hacerlo por prejuicios y ambiciones de cálculo político sectario sería darles una puñalada por la espalda. Esto último es lo que desea la clase dominante y mueve sus fichas para eso ocurra. Es lo que se viene constatando luego de terminado el proceso electoral. El imperativo reaccionario “divide y reinarás” se muestra en todo su señorío político, pavoneando su fuerza y menospreciando a la política de frente único del pueblo. El pueblo avanza, pero todavía con algo de lentitud, en entronizar la esencia de una política de frente único genuina y sincera “unir a todas las fuerzas susceptibles de ser unidas, bajo un programa común”. c) 2ª Vuelta electoral: Los partidos FP y PPK para ganar el mayor favor de la clase dominante, tuvieron que resolver en la campaña y en las urnas quién de ellos tenía mejor embaucado al pueblo. La pugna en la clase dominante, respecto por cuál de sus alternativas neoliberales debería apostar, la resolvieron acordando el mayor embaucamiento político de los electores que deberían conseguir el Partido Peruanos por el Kambio y el partido Fuerza Popular. Y en relación con eso, tanto la facción que favorecía a Keiko como la que favorecía a Kuczynski trabajaron sus planes. 32


Por eso, el voto táctico por PPK para cerrar el paso al fujimorismo, en lo esencial debía mantener la independencia política del pueblo, sin pactar con el PPK, para no caer en ilusiones promovidas por la propaganda de la burguesía. Se ha constatado, con suma claridad, que ambas candidaturas trabajaron la demagogia, que es el proselitismo del engaño político, para desarmar la consciencia clasista del pueblo. Reflejo de ello, como ya se analizó en el numeral anterior, es el movimiento de los electores que votaron en blanco y viciado en la 1ª vuelta, pues esos electores ya no repitieron lo mismo en la 2ª vuelta, sino que definieron su voto por uno de los candidatos. Por eso mismo, por lo intensa de la lucha electoral por embaucar al pueblo que realizaron los dos rivales, hubo tanta presión en el electorado indeciso que, finalmente, también tuvo que definir su voto; y es por eso que de los 2’203,908 electores indecisos, que habían votado blanco o nulo, en la 1ª vuelta, 391,234 electores no volvieron a sufragar, con lo que aumentó la cantidad de electores ausentes; pero, 1’434,898 electores votaron por Keiko y 377,776 electores lo hicieron por Kuczynski, con los cuales aumentaron los votos válidos pese a que el ausentismo se había incrementado. En este contexto de la lucha electoral, como ya se ha visto en el numeral anterior, la conducta política del voto táctico por PPK, especialmente la que promovieron el Frente Amplio y una tendencia del socialismo peruano, contribuyó fuertemente a no dejar a que importantes sectores del pueblo cayeran en la campaña de embaucamiento político de la burguesía. Finalmente, la burguesía resolvió su pugna electoral con la proclamación de Kuczynski como nuevo Presidente, pero está en pie la pugna de cómo implementar su nueva ofensiva neoliberal, porque existe un trabamiento entre dos métodos de hacerlo. El método demo-liberal ganó el Ejecutivo y el método autoritario-fascista ganó el control del Congreso. d) Dificultades de la clase dominante para implementar su nueva ofensiva neoliberal. Como ya lo dijimos, la nueva ofensiva neoliberal se encuentra entrabada por las diferencias tácticas de ambas facciones que pugnan en su seno; por el hecho de que ninguna tiene un control preponderante del Estado, por el hecho que PPK realizó compromisos electorales que “limitan” su filo demagógico y FP debe aparentar una “oposición constructiva” con postura electorera. Pero, necesariamente, la clase dominante encontrará una solución para esta contradicción, porque si crece la resistencia popular y maduran las condiciones para la revolución peruana sus pugnas internas pasarán a segundo plano y predominará su colusión contra el pueblo. Esta es la perspectiva inmediata que se viene constatando, pues ya empiezan a jugar en pared, aunque con algunos puntillazos que de rato en rato ambos se lanzan, lo cual es una actitud para abobar al pueblo y desorientarlo de sus tareas principales. Un posible “cogobierno no declarado” es lo que vienen implementando. Y cuando llegue el momento no tendrán ningún escrúpulo de juntar abiertamente sus fuerzas contra la resistencia popular. No obstante de haber logrado un escenario menos peor con este trabamiento, que tendrá posiblemente poca duración, las fuerzas del campo popular no lo están aprovechando para fortalecer y desarrollar la resistencia del pueblo. También las fuerzas de izquierda se auto enredan tontamente, discutiendo temas intrascendentales, quedándose en la superficie de la contradicción y convirtiéndola en antagónica cuando no lo es. Esto es precisamente lo que viene ocurriendo en las filas del Frente Amplio, donde dos tendencias, una reformista y otra social 33


democrática, discuten inadecuadamente si se inscribe o no se inscribe ante la ONPE la agrupación política. La resistencia popular está palpitando todos los días, un sector cumple con la diplomacia y otro sector ya se vuelca a las calles, pero todos se viene auto canalizando con la exigencia a PPK que cumpla sus compromisos electorales. Y este se refugia en su argumento que recién ha asumido el gobierno y estaría haciendo lo mejor posible, pero que el Congreso no coopera con la velocidad del caso. ¿Y la izquierda? Por lo que vemos, no aprovecha el espacio generado en tomar la ventaja política para fortalecer y desarrollar la resistencia del pueblo. e) La “revolución social” del PPK (el rol de la tecnocracia) y la “oposición constructiva” de Fuerza Popular. Desde un primer momento, en su campaña electoral, Kuczynski utilizó demagógicamente algunas frases que son usadas en el campo de la izquierda. Por ejemplo, cuando al referirse a la problemática de la educación pública, cuya crisis –como se constata– tiene raíces tan hondas, dijo que él haría una “revolución cultural” para resolverla. Como se sabe, la Revolución Cultural significó todo un movimiento político e ideológico, desde las masas, que el Partido Comunista de China, bajo el liderazgo de Mao Tse-tung, llevó adelante desde 1966, para eliminar a elementos seguidores del camino capitalista que habían surgido en las mismas filas de ese partido y que habían tomado el control de gran parte del Estado socialista chino, y trabajaban para que China se convierta al capitalismo. Pero en el caso de Kuczynski, esta frase de “revolución cultural” no solo es hueca de verdadero contenido revolucionario, sino que solo la usaba para congraciarse con el sentimiento de cambio que tienen grandes sectores del pueblo peruano. Su declaración exacta fue: “Voy a revolucionar la educación del Perú al igual que lo hizo Mao Tse Tung en China, y para eso vamos a empezar por hacer que los colegios públicos tengan agua potable y energía eléctrica en una primera etapa, luego mejoraremos la infraestructura e implementaremos internet para un mejor aprendizaje”. ¡Pura demagogia!, pues lo primero que hace una revolución es romper las cadenas de explotación social que pesan sobre el proletariado y los pueblos, eliminando el Poder de la burguesía y estableciendo el nuevo Poder de obreros y campesinos más todo el pueblo revolucionario. Eso es lo que se hizo en China en 1949 y luego se combatió a los que querían volver al pasado, precisamente en 10 años de la Gran Revolución Cultural Proletaria. Aunque los burgueses chinos ganaron la batalla, aprovechándose de los errores y desviaciones cometidos en el proceso de construir una sociedad libre de toda explotación y dominación, no se puede dejar que usen, interesadamente y falseando, esta gran experiencia de la Revolución Cultural Proletaria. Pero Kuczynski, usando burdamente la Revolución Cultural, ofrece primero poner “agua potable y energía eléctrica”, para luego mejorar la infraestructura de los colegios e implementarlos con internet, lo cual no estaría mal (porque es parte de los reclamos que insistentemente realizan maestros, padres y alumnos), pero no ofrece romper las cadenas de explotación, que es la verdadera causa de que los colegios no tengan buena infraestructura y tampoco agua y luz. La verdadera intención del “gringo-lobista PPK” es distorsionar la palabra revolución para ponerla al servicio de un fin demagógico. Eso es lo que desenmascaramos y no podemos dejarlo pasar. Ganada las elecciones y habiendo recibido la banda presidencial, en su primer discurso a la nación como Presidente de la República, Kuczynski habló de una "revolución social" para hacer del Perú un país "moderno, justo, equitativo y solidario". Pero esa pose política, llena de 34


demagogia, es lo que la han hecho también todos los presidentes, de facto o elegidos, que ha tenido esta vieja República durante estos 195 años. Pero la frase “revolución social” que emplea Kuczynski la utiliza para aparentar un “sincero” acercamiento a los sectores populares, porque su imagen de “gringo” y las denuncias de lobista pro imperialista, que pesan sobre su persona, no permitían que su política de embaucar al pueblo funcionara para ganarse la simpatía de los sectores populares, y con ello, lograr sobreponerse sobre su rival electoral Keiko, al tiempo que buscaba conseguir el aval total de la clase dominante. Esta envoltura de “revolución social”, que Kuczynski ha puesto a su política reaccionaria, busca evitar el avance popular, que hoy se expresa en la consciencia patriótica, democrática y progresista de las masas, que resisten la nueva ofensiva neoliberal; busca confundir y desviar la lucha del pueblo que va encontrando el camino de una verdadera revolución social para cambiar el orden social bajo la consigna estratégica de un Perú integral, rumbo al socialismo. La “revolución social” ofrecida por la burguesía no toca para nada los raigones del colonialismo histórico, raigones que marcan nuestra total dependencia económica del imperialismo. La condición de semicolonialidad del Perú, país capitalista atrasado y subordinado a las transnacionales que tiene una independencia política formal, queda totalmente intacto en la oferta de esa demagógica “revolución social”. La única comparación política de esta falsa prédica de “revolución social” que ahora nos ofrece la burguesía, puede compararse con la voluntad del amo esclavista que le ofrece al esclavo subir su ración de agua y darle una antorcha de fuego para alumbrarse, pero sin emanciparlo del yugo de la esclavitud que los mata día a día, con lo cual las cadenas de la esclavitud continúan intactas y los esclavos seguirán soportando el sufrimiento de la explotación social hasta su muerte. Así estamos ahora con la globalización del neoliberalismo que nos impone el capitalismo imperialista. Por más programas sociales que aplican los diferentes gobiernos burgueses, el pueblo sigue esclavo del capital. El gobierno del PPK se presenta como un gobierno tecnocrático de primer nivel (de lujo como dirían algunos burgueses que son sus mentores). Ante el descrédito absoluto de los “políticos” en los gobiernos burgueses, ahora en medio de una crisis de la institucionalidad de los partidos políticos, son los técnicos de “primer nivel” los llamados a gobernar. Ha decrecido casi totalmente la confianza en los “partidos tradicionales”, sea de derecha o sea de izquierda. Por eso, ahora el argumento fuerte es: “El debate es técnico; no politice el tema”. Y si algo se acepta de política, esta tiene que ser una política bien técnica. La “revolución social” de Kuczynski se presenta sí como la panacea y la verdadera garantía para embaucar a las masas. La clase dominante lo aprueba. Pero no es su única carta disponible. Presentándose como una “oposición constructiva”, Fuerza Popular no solo se alista para las elecciones del 2018 y del 2021, sino que quiere cogobernar y dirigir este período gubernamental. Lo necesita, puesto que el neoliberalismo no debe fracasar en su nueva ofensiva. Y este es el punto de la contradicción en el seno de la clase dominante. ¿Cuál de las dos formas de dominación le conviene usar a la burguesía? Ya estamos viendo cómo la realidad de la lucha de clases obliga a la burguesía favorecer al método demo liberal, pero sin descartar el método autoritario-fascista. Y esto se ha convertido en una ley de la política burguesa desde que triunfó la revolución proletaria en Rusia, en 1917. Cuando el método demo liberal no puede enfrentar la revolución surge el fascismo. Así ha ocurrido desde entonces, luego de la I Guerra Mundial, y más durante y después de la II Guerra Mundial. El fascismo aparece para impedir el triunfo de la revolución o para aplastarla si esta triunfa. Y ese es el papel que ha de desempeñar Fuerza Popular, más abiertamente, cuando llegue el momento. 35


Obviamente, el fascismo no será para la “revolución social” de Kuczynski, porque no es una verdadera revolución, si siquiera es una caricatura de aquella. Es simplemente demagogia de los programas sociales de la burguesía. Lo cierto, y que ya está en marcha, es el cogobierno de estas dos formas de dominación bajo la dirección de la burguesía. Así resolverán el actual trabamiento entre ambos servidores de la clase dominante. Combinarán un Ejecutivo demo liberal con rostro “dulzón y coqueto” que lo expresa la personalidad de Kuczynski, con un Congreso autoritario “duro y serio” que lo expresa Fuerza Popular en el rostro de Keiko. Esto nos permite entender que el cogobierno será manejado por la clase dominante. Y así resolver el actual trabamiento de la nueva ofensiva neoliberal. f) Los dardos almibarados del PPK para seducir al FA. Durante la campaña electoral de la 2ª vuelta, PPK cambió su táctica ante el Frente Amplio. Ya no los miraba como izquierdistas indeseables y había guardado su concepto que “Vero” era una “roja vaga”. Por conveniencia de acumular votos, hizo uso de sus dardos almibarados para seducir a algunos de los “cuadros” del Frente Amplio; más que por su valía política por su calidad técnica. Así lo había declarado PPK antes de ganar las elecciones y luego de haberlas ganado. Evidentemente, sin los votos de la izquierda y sin la anuencia mediática de las principales figuras electorales del FA, PPK hubiera asistido a su derrota frente a Keiko. Por ello la importancia de la política de acercamiento de Kuczynski a la izquierda, aunque tapándose la nariz. Ofreció soluciones al SUTEP, lo mismo hizo con la CGTP. Así también con los médicos y otras instituciones gremiales; incluso firmó compromisos con gremios cocaleros que políticamente están bastante empañados y cuestionados. Incluso, PPK soltó la idee que de ganar podría nominar en algunos ministerios a personajes del Frente Amplio. Y siguió igual de ofrecedor de ministerios a la izquierda luego que resultó ganador. Y esos mismos dardos almibarados los continúa usando para colocar y mantener a la bancada del Frente Amplio como furgón de cola de su gobierno, minimizándolo a ser una oposición responsable, mesurada y constructiva. El sector reformista y el sector socialdemócrata, que tienen predominancia en el Frente Amplio están bastante atentos a servirse de esos dardos almibarados. En cambio, los colectivos socialistas, que todavía no son una fuerza que pueda poner freno a las que predominan en el Frente Amplio, ya han tomado la debida alerta y denuncian el oportunismo de PPK, criticando también, al mismo tiempo, una política de cooperación con el gobierno desde el Frente Amplio. g) La estigmatización del socialismo y la criminalización de las ideas (escenario Universidades). En la última semana del mes de setiembre 2016, estalló con mucho impacto la denuncia que sendero luminoso habría construido, en un cementerio del distrito de Comas (Lima) un mausoleo para algunas víctimas del genocidio ocurrido en los penales del país el año 1986. En realidad se trataba de un hecho ocurrido varias semanas atrás, pero se presentaba como una noticia “calientita” de actualidad. No entraremos a discutir el tema en sí mismo. Pero diremos que esta propaganda es parte de la campaña de criminalizar las ideas para criminalizar la protesta del pueblo. Es sintomático y nada casual, que esta noticia del mausoleo, que se ha convertido en una campaña mediática, aparezca casi al mismo tiempo de la noticia de la absolución de 52 nativos del caso conocido como el “Baguazo”. Es como si la clase dominante dijese: ¡Cuidado con ser blandos en castigar la resistencia de los pueblos, como el de Bagua, porque miren como 36


sendero aparece con un mausoleo! El ex magistrado de la Sala Nacional de Terrorismo y Bandas Organizadas Marcos Ibazeta Marino, opinó interesadamente, y casi delirando, que sendero luminoso tiene el liderazgo en las luchas de los pueblos del interior del país; cosa que es falso, por supuesto, pero nos da una idea de cómo la burguesía da uso político a este tema. Como se sabe, los que quedan de sendero, luego de su derrota militar y política, ya están acostumbrados que le pongan una raya más. Ocurre todo eso, más bien, como si fuera un favor para ellos, pues se les da cobertura mediática, que los mantiene “vigentes”, listos para ser usados por la propaganda burguesa, como referente negativo de la violencia, para desprestigiar y castigar la protesta de los pueblos que hacen uso de la fuerza en defensa de sus derechos y al reclamar sus demandas. Solo que la noticia del mausoleo ha desplazo el centro de la campaña de estigmatización que se venía haciendo en las universidades a los cementerios. También esto es sintomático, pues permite recordar que las ideas burguesas, y su base económica capitalista, terminarán sepultadas en la historia. Mientras tanto seguirán utilizando las desviaciones del izquierdismo de sendero luminoso para estigmatizar la lucha por el socialismo mediante la criminalización de las ideas. Quieren infundir miedo en las masas para que estas desconfíen del socialismo peruano. Para golpear el socialismo presentan a sendero como si fuera su representante –que por supuesto no lo es– por lo que haciendo una propaganda contra este (sea PCP-SL, MOVADEF o FUDPP) lo que en verdad persiguen es golpear al genuino y verdadero socialismo. Mediante una campaña intensa, sistemática y masiva, sacan a relucir lo crímenes cometidos por sendero para achacárselos al socialismo peruano. Es como si el Amauta José Carlos Mariátegui tuviera que pagar por las desviaciones y crímenes acontecidos bajo la responsabilidad de Abimael Guzmán Reynozo, siendo ambos pensamientos contradictorios. Pues bien, eso es precisamente lo que busca la burguesía. Sabe muy bien de la consecuencia política positiva que recibirían las masas si estas son guidas por el camino de Mariátegui. Es obvio que la clase dominante en el país, jamás querrá ver al pueblo peruano marchando por construir un Perú integral rumbo al socialismo. 4. El campo popular, el estado de la vanguardia y del frente único. El proceso electoral último nos permite medir el índice de madurez política del pueblo. Claramente se puede comprobar que las masas han desarrollado su nivel político, pues es una realidad su conciencia patriótica, democrática y progresista. Y esto es una buena base para el crecimiento de la resistencia popular a la nueva ofensiva neoliberal, generándose las condiciones subjetivas y objetivas para que las ideas del socialismo peruano cumplan su función educadora entre el pueblo. Las masas reclaman cambios, eso se ve, pero también se ve que un buen sector todavía confía en la burguesía, pues cree que esos cambios pueden recibirse desde este sistema. Esto es una cuña contra su propio avance en el camino de fortalecer y desarrollar su conciencia patriótica, democrática y progresista. Pero la única forma de que ellas resuelvan este asunto es experimentando con la nueva ofensiva neoliberal que implementara la clase dominante con el cogobierno de PPK y Keiko. Y en este proceso el socialismo peruano tiene que estar siempre presente para guiarlas correctamente en salir de ese atolladero burgués. En ese sentido, la labor de propaganda es la clave, debiendo de partir del deseo de ellas y progresivamente elevarlo. 37


Una dificultad es la enorme desconfianza del pueblo hacia la izquierda y hacia el socialismo. La propaganda burguesa es una verdadera muralla que aísla al pueblo de su camino de liberación. Una lectura del proceso electoral último nos da un relativo indicativo de este hecho. De una parte, veamos cuantos dejaron de votar (4’559,058), cuantos votaron viciado (1’040,502) y cuantos votaron en blanco (149,577) en la 2ªvuelta; sumados hacen un total de 5’749,137 electores, ciudadanos que de hecho no votaron por ninguna de las alternativas electorales que se presentaron. ¿Podría decirse que confían en la derecha? ¿Confían, acaso, en la izquierda? ¿Sería válido decir que si la gran mayoría son parte del pueblo, entonces deberían confiar en la izquierda? hablando electoralmente, lo cierto es que al no votar algunos y por el cómo votaron otros, no fue la izquierda y menos el socialismo quien salió favorecido, sino la derecha. De otra parte, si sumamos todos los votos de la 1ª vuelta que no votaron por Democracia Directa ni por el Frente Amplio, tenemos 11’852,030 de votos, que nos indica que estos ciudadanos tampoco confían en la izquierda, menos en el socialismo. Ahora bien, la suma de ambos grupos de electores nos indica que son un total de 17’601,167 ciudadanos que todavía no apuestan por la izquierda ni por el socialismo. Esto quiere decir, que del 100% del Padrón Electoral, compuesto por 22’901,954 electores un 76.85% de la voluntad del electorado no están con la izquierda ni con el socialismo. Esta es una interpretación del termómetro del sufragio electoral de las elecciones pasadas, que nos muestra una realidad desfavorable para el socialismo peruano. Las masas que se acercan a la izquierda en general son 3’488,113 de electores, tomando en cuenta la suma de la votación alcanzada por el Frente Amplio y Democracia Directa, que en total sus votos representan solo un 15.23% del Padrón electoral. Se podría argumentar que dentro de los que no votaron y los que votaron blanco y viciado hay personas que puedan tener una posición de izquierda y socialista. En los numerales anteriores ya se analizó que ese porcentaje no sería la mayor parte de aquellos electores, aunque sí un porcentaje significativo, que para el caso de medir la identificación política de los ciudadanos, no variaría sustancialmente el hecho que la gran mayoría de peruanos está embaucada por la propaganda burguesa. Y con mayor objetividad se constata que de esa cantidad de personas, que sí simpatizan con la izquierda, no todos ellos están por el socialismo, lo que revela la gran dificultad que enfrenta el trabajo revolucionario. En este marco, los sectores populares que se acercan a la izquierda y al socialismo todavía mantienen dispersa su organización natural. Y sus luchas, obviamente carecen de una dirección centralizada, lo que constituye una desventaja y debilidad frente a la ofensiva neoliberal. Lo positivo y ventajoso es que estos sectores son los que están en plena y constante lucha directa, desafiando y venciendo el sistema represivo del régimen. Ante esto la conducta revolucionaria es la llave para salir del estancamiento. Hay necesidad concreta e inmediata de dirigir la lucha económica del pueblo, de esto no quepa la menor duda. Más no se debe descuidar y mucho menos abandonar la lucha política, que en la coyuntura actual significa atender la lucha electoral y parlamentaria ligada a desarrollar la resistencia popular. Pero sobre todo, siempre ha sido decisiva la lucha ideológica; tanto en el seno del pueblo como contra los enemigo del pueblo. Es en estos tres planos de la lucha de clases en que debemos trabajar intensamente para elevar la consciencia política del pueblo, fortalecer su organización y movilizarlo unido bajo un programa común. El termómetro electoral va indicando que hay avances, mínimos pero sustanciales. Basta recordar como la burguesía calificaba a las fuerzas opositoras y contestarías del sistema como la “izquierda de menos del 1%”, con relación a las derrotas sufridas en elecciones anteriores, 38


cuando estas se presentaron como alternativa de izquierda sin colgarse de otras tendencias. Esta vez el campo de la izquierda, con el Frente Amplio y Democracia Directa, aunque sin formar un solo bloque electoral, ha llegado acumular el 22.74% de votos válidos. Otra forma de medir el avance del pueblo hacia la izquierda y el socialismo son sus luchas directas, siendo esta forma la más tangible. Ha sido en este periodo de los últimos 10 años que se frenó el avance del neoliberalismo. Casos como Bagua, Conga, Las Bambas, Tía María, entre otras, son emblemáticas de cómo la resistencia popular se opuso a la ofensiva neoliberal de sobreexplotación, saqueo y depredación. Incluso, la misma llegada de Ollanta Humala al gobierno, significó una expresión de este avance popular, pues ese hecho reflejó la consciencia y deseo de cambio de los pueblos, porque hubo grandes jornadas de lucha de masas que jaquearon al gobierno de García y remecieron el sistema. El que Humala haya traicionado las expectativas del pueblo y se haya sumado al neoliberalismo no invalida el avance de la consciencia patriótica, democrática y progresista de las masas. Precisamente, el avance patriótico, democrático y progresista del pueblo se ha visto traicionado o desviado de su verdadero camino, sin alcanzar convertirse en una consciencia revolucionaria dirigido por la teoría del socialismo peruano, porque carece de una verdadera vanguardia que cumpla con su histórica responsabilidad de ser la “fuerza política que asume la tarea de su orientación y dirección en la lucha por la realización de sus ideales de clase”. Reconocer esta limitación de los socialistas es pertinente si se quiere, verdaderamente, resolver la carencia de contar con una vanguardia del proletariado. Por ello, en estas circunstancias resalta la tarea de reconstituir el partido de Mariátegui, mediante un proceso ideológico-político de unificación de los m-l. El Frente Unido es una política genuina y sincera que busca unir al pueblo. Y el socialismo peruano la promueve, la difunde y la defiende. El socialismo que es un programa de liberación del pueblo no puede dividir a las masas. Todo lo contrario. Y para ello debe realizar intensa propaganda de educación política, realizar trabajos para fortalecer la organización popular y favorecer y dirigir la movilización y resistencia del pueblo. Sin hacer todo aquello, y si no lo hace bien, entonces no podrá ganar la confianza del pueblo, consiguientemente tampoco podrá ganar el liderato en el frente unido. En el campo popular no se ha posicionado bien la teoría del frente único proletario; es decir, la propuesta del proletariado respecto de cómo lograr la unidad del pueblo para llevar con éxito sus luchas económica y políticas. Por ello conviene repasar sumariamente los principales rasgos de esta teoría. Veamos. Lo esencial de la política de frente único es “unir a todas las fuerzas susceptibles de ser unidas”; por eso, la base sobre la que se levanta un frente unido es el “programa común y concreto contra el enemigo común”. Y esta base solo puede lograrse mediante un carácter de “objetivos concertados entre sus componentes”. Dicho carácter nace de una plataforma de “convergencias reivindicativas” que se experimentan cada día de lucha concreta. Para lo cual se tiene que establecer la condición de “respeto a la identidad y al trabajo propio, pero dentro del trabajo común solidario”. Sin utilizar el método de “unidad-crítica-unidad” sería imposible lograr todo lo anterior, porque el frente unido no aplica la política de puerta abiertas (donde entran todos sin ninguna evaluación de sus antecedentes) ni la política de puertas cerradas (donde no entra nadie por sectarismo a sus posiciones). Evidentemente, no puede mantener funcionando adecuadamente el frente unido si no se pone en práctica el estilo de “promover la unidad y no 39


la escisión; no urdir intrigas ni maquinaciones; favorecer el espíritu revolucionario y el sentido práctico; cultivar la actitud de autocrítica; y, desear todo esto de manera genuina y sincera”. Si el socialismo peruano, “mediante su vanguardia, lucha por tener méritos suficientes” y cumple el principio de “servir al pueblo de todo corazón” sabrá ser reconocido y logrará el liderato del frente único. La experiencia de la Asamblea Nacional de los Pueblos del Perú y del Tawantisuyo (ANPPT), los FF.DD. coordinando en espacios macroregionales, han sido intentos muy loables para resolver la dispersión de las luchas del pueblo. Sin embargo, se observa una tendencia al exclusivismo en todos estos esfuerzos. Las fuerzas políticas, de los partidos de izquierda llamados tradicionales y de los nuevos colectivos surgidos, todavía manifiestan problemas en cómo entenderse ante la realidad concreta para enfrentar la ofensiva neoliberal. Estos nuevos espacios que pretenden unificar las luchas del pueblo y centralizar su dirección tampoco han podido entenderse con las organizaciones antiguas, bastante controlados por partidos de la izquierda tradicional, como son el caso de la CGTP y el SUTEP, por ejemplo. Todo lo cual agrava la dispersión en el movimiento popular. Si no se aplica la política de frente único de manera genuina y sincera, que en esencia es “unir a todas las fuerzas susceptibles de ser unidas” para lograr la emancipación; entonces, no se podrá vencer la política divisionista, cuyo principio es “divide y reinarás”. Y seguiremos sufriendo en esta sociedad de sobrexplotación, de injusticias y crímenes. Un grave problema, que desde muchos años atrás se viene padeciendo en el campo popular es no comprender qué un Partido no es lo mismo que un Frente. El fallar en esta comprensión conlleva a no pocos líderes a pretender convertir un frente en partido; o viceversa, pretender convertir un partido en un frente. Por eso, cuando un partido llega a controlar un sindicato, cree que ese sindicato es de su partido y no sabe llevar las relaciones diversas que deben existir entre los integrantes del sindicato, especialmente con aquellos que no forman parte de su partido o de quienes, no comulgando con la posición política de tal partido, desarrollan una lucha de ideas al interior del sindicato. Y comienzan las depuraciones-expulsiones que más adelante degeneran en divisiones. Pero también existe la tendencia de querer hacer de una agrupación política, partido y frente a la vez; es decir, nos concebimos partido y actuamos como frente, al mismo tiempo que nos concebimos frente y actuamos como partido. Todo un confusionismo teórico al respecto de la relación correcta que debe existir entre partido-frente. No comprender correctamente la política de frente único, y, a la vez, no comprender correctamente la política de partido son la causa de confundir la función del Partido con la función del Frente. Y esto tiene que ver también con no saber reconocer la correcta relación que deben tener el Partido y el Frente, o viceversa. Por ejemplo, no se trata que el Partido “manda” al Frente, como si este fuera su correa de trasmisión acatando sumisa y seguidistamente las directrices del Partido; o, que el Frente simplemente obedezca al Partido, como si este diera ordenes que deben ser acatadas sin dudas ni murmuraciones por el Frente. Hemos visto la forma errónea de crear movimientos (Frente) que dependían o fueron considerados como su exclusividad del Partido que los generó. Por ejemplo, MNI que dependía del PCP-patria roja, MOVADEF que depende del PCP-Sendero luminoso, MAS que depende del PCP-patria roja, etc. De esta forma, esos Partidos creen tener asegurado y garantizado el control del Frente por su Partido. Y a esa forma errada se le llama, eufemísticamente, “liderazgo partidario”. 40


Obviamente, toda esta negativa comprensión de la función de un Partido y del rol que cumple un Frente, con el agravante de no saber establecer una correcta relación entre PartidoFrente o Frente-Partido, ha conllevado a una serie de errores y desviaciones de sectarismo, caudillismo y divisionismos muy recurrentes en nuestra historia político-sindical, malogrando procesos de unidad del pueblo y manteniendo “eternas vanguardias”, incapaces de entenderse y comprenderse ante la necesidad del día y de luchar unidos contra el enemigo común. La solución para este problema existe, y parte por reconocer la diferencia de lo que es un Partido y lo que es un Frente, de reconocer el rasgo fundamental que determina la calidad diferente de uno y otro. El rasgo fundamental de un Partido es que basa y exige la unidad de su militancia en una misma identidad doctrinal; es decir, que todos se unen adhiriendo a una doctrina determinada (por ejemplo, el Partido de Mariátegui adhirió a la doctrina marxistaleninista); doctrina que se va a expresar en el programa político del Partido, un programa que tiene dos aspectos; uno máximo y otro mínimo. Por tanto, la unidad del partido es ideológica y política. Y sobre esta base edifica su estructura, sistema y trabajo orgánicos, con las que participan y se rigen sus militantes, solidaria y disciplinadamente en su organización. Así son los Partidos. En cambio, el rasgo fundamental de un Frente es que basa y exige la unidad de sus afiliados únicamente en la adhesión al programa político, concreto y común; que son las reivindicaciones mínimas por las cuales lucha todo el pueblo. En el Frente la base de unidad no es ni puede ser ideológica, pues es imposible exigir a todos tener una misma identidad doctrinal; la unidad en el Frente es eminentemente política. Por lo mismo, en el Frente “cada cual debe conservar su propia filiación y su propio ideario”, o sea, que si milita en un Partido no pierde esa condición ni tampoco renuncia a la doctrina y programa máximo que sirve. Y si no milita en un Partido, pero si lo hace en un colectivo no partidista tampoco tiene por que renunciar e ese colectivo ni renunciar a los fines que persiguen. Lo mismo podemos decir del que solamente milita en el frente como persona, pues en el frente no le puede condicionar ni exigir que renuncie a sus creencias filosóficas, religiosas o simpatías políticas. En el Frente no se puede impedir que “cada cual trabaje por su propio credo”; es decir, realizar sus planes, sus tareas que pueden ser diferentes a la de los demás participantes. Todo lo dicho en relación a la libertad ideológica y a la independencia política de los que concurren dentro del frente único, no significa que en el frente no exista orden, disciplina, solidaridad y democracia, porque el frente también tiene fines y objetivos, estatuto y reglamento, planes y directrices que cumplir, obligatorio para todos sus militantes. El frente no es sinónimo de anarquía, pero tampoco de tiranía. Al frente lo que más debe caracterizarlo es la cooperación política y la acción conjunta. Por eso también es plenamente cierto que siendo diversos, en lo ideológico y político, sus concurrentes saben que “todos deben sentirse unidos por la solidaridad de clase, vinculados por la lucha contra el adversario común, ligados por la misma voluntad revolucionaria, y la misma pasión renovadora.” Como se ha visto, el frente debe tener una organización flexible, donde sus militantes puedan participan en él sin renunciar a sus partidos o colectivos, gremios o asociaciones, etc., estando fuertemente unidos por el programa común y concreto. Y todas las relaciones entre los que integran el frente deben ser fraternas y las contradicciones que siempre estarán presentes resolverlas de forma no antagónica, porque las mismas no son contradicciones antagónicas. Encontraremos una síntesis de todo lo arriba expuesto, en la cita que sigue: “El frente único no anula la personalidad, no anula la filiación de ninguno de los que lo componen. No significa la confusión ni la amalgama de todas las doctrinas en una doctrina única. Es una acción contingente, concreta, práctica. El programa del frente único considera 41


exclusivamente la realidad inmediata, fuera de toda abstracción y de toda utopía: Preconizar el frente único no es, pues, preconizar el confusionismo ideológico. Dentro del frente único cada cual debe conservar su propia filiación y su propio ideario. Cada cual debe trabajar por su propio credo. Pero todos deben sentirse unidos por la solidaridad de clase, vinculados por la lucha contra el adversario común, ligados por la misma voluntad revolucionaria, y la misma pasión renovadora. Formar, un frente único es tener una actitud solidaria ante un problema concreto, ante una necesidad urgente. No es renunciar a la doctrina que cada uno sirve ni a la posición que cada uno ocupa en la vanguardia. La variedad de tendencias y la diversidad de matices ideológicos es inevitable en esa inmensa legión humana que se llama el proletariado. La existencia de tendencias y grupos definidos y precisos no es un mal; es por el contrario la señal de un período avanzado del proceso revolucionario. Lo que importa es que esos grupos y esas tendencias sepan entenderse ante la realidad concreta del día. Que no se esterilicen bizantinamente en exconfesiones y excomuniones recíprocas. Que no alejen a las masas de la revolución con el espectáculo de las querellas dogmáticas de sus predicadores. Que no empleen sus armas ni dilapiden su tiempo en herirse unos a otros, sino en combatir el orden social, sus instituciones, sus injusticias y sus crímenes.” (José Carlos Mariátegui, Ideología y política) Terminaremos este numeral señalando que tanto el Partido como el Frente son necesarios para que los pueblos logren una sociedad superior y mejor que la sociedad capitalista. En la sociedad dividida en clases sociales, así como todas las demás clases no renuncian a contar con su partido, el proletariado tampoco puede renunciar a tener el suyo. Pero el proletariado y su partido no surgen para dividir al pueblo, sino para unirlo. Por eso el proletariado y su partido son consecuentes en propagandizar y organizar el Frente Unido del pueblo. Por lo que debe promover persistentemente que todas las tendencias en el campo popular practiquen la política del frente único de manera genuina y sincera. Al mismo tiempo que debe desenmascarar, denunciar y vencer a las desviaciones sectarias, divisionistas, caudillistas hegemonistas; vencerlas ideológica y políticamente en el seno del frente unido. Resolver y practicar una correcta relación entre el Partido y el Frente permitirá avanzar en la unidad popular para hacer una mejor resistencia a la nueva ofensiva neoliberal. Como es obvio, quien incumpla este deber favorece a la burguesía, ya se consciente o inconcientemente. 5. La resistencia popular, sus formas de organización y sus formas de lucha. En el presente periodo, los pueblos originarios y comunidades lideran la resistencia popular frente al capitalismo depredador. Su vínculo directo con la tierra a la vez que los liga indisolublemente con la naturaleza, también les da una base material para sostener su lucha. Además, la contradicción afecta a toda la población y no se focaliza en un segmento de ella (como sí ocurre en otros sectores: obreros, médicos, profesores, etc.); aquí toda la población se involucra porque el problema abarca y afecta a todos sin excepción. El proletariado no logra salir de su reflujo, los sindicatos obreros han sido muy golpeados y la gran mayoría de los proletarios se movilizan tan solamente por beneficios y derechos económicos, de índole laboral y social; incluso, la conciencia clasista se ha visto disminuida. Concentrados en las ciudades y totalmente dependiente de la fábrica la base material de su lucha resulta muy precaria; además, la plataforma de su lucha no se expande fácilmente entre la población en tanto ésta no se siente directamente vinculada a la problemática del proletariado.

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La forma principal de lucha se presenta ahora como conflictos socio-ambientales. La ofensiva neoliberal recurre al saqueo depredador de los recursos naturales del país, eliminando bosques, ríos, hábitat sin ninguna compasión por los pueblos y comunidades que allí viven y dependen del medio natural. Así lo revela una publicación: “Los casos más numerosos, desde hace ocho años, son los conflictos socio-ambientales relacionados a la minería. Son casos complejos por los distintos actores que los integran, el volumen de los intereses que están en juego y los riesgos de posibles afectaciones a los medios de vida de las comunidades” (Rolando Luque Mogrovejo. Defensoría del Pueblo. Hildebrant en sus trece Nº310, 12.08.16) La forma principal de organización, de la actual resistencia popular, son las organizaciones comunales de campesinos de las zonas andinas y las comunidades nativas de la amazonia; además, también están los espacios de coordinación regionales y macroregionales. Las centrales gremiales han perdido su capacidad de aglutinar y dirigir la lucha de los trabajadores y de los pueblos. De allí la necesidad que ellas mismas, así como también las nuevas formas de organización que activan, busquen que centralizar sus esfuerzos en niveles de organización que garanticen la unidad en la lucha y puedan tener una mejor dirección que les permita tener éxito. La Asamblea Popular sería una posibilidad de forma organizativa. En ese sentido la ANPPT podría ser la que trabaje esa posibilidad. La solución correcta y justa de la relación entre la forma de organización y la forma de lucha, pasa necesariamente por comprender la política de frente único y practicarla de manera genuina y sincera. No se soluciona diciendo, por ejemplo, que vengan todos a unirse, pero no me vienen tales o cuales. Es la realidad misma de las condiciones y exigencias de la lucha que está en marcha la que decide y determina que forma de organización asumir para ese periodo concreto y quienes la conformarían. Y será la correcta organización quien favorecerá el éxito de la lucha. El llamado es para todos, sin excepción. La selección se da en el proceso mismo de la lucha, aceptando el programa común y concreto y con la consecuencia en la lucha, resolviendo colectivamente las contradicciones inherentes a todo proceso en marcha. ¿Y los antecedentes negativos de la lucha política, laboral y social dónde quedan? Por supuesto que no se olvidan, sino que se los evalúan como corresponde y según ello se determina. El punto clave es tener presente que las bases se capacitan en su propia experiencia y no únicamente de la propaganda. 6. El socialismo peruano y sus perspectivas. La antorcha del partido de Mariátegui continúa encendida. Su pensamiento marxistaleninista está vigente y su camino de un Perú integral rumbo al socialismo está vivo en la lucha que libran los pueblos y trabajadores del país. Las dos etapas de la revolución planteadas en su teoría del socialismo peruano y el liderazgo que en ambas debe procurar el proletariado, como clase a través de su vanguardia, es una necesidad de la revolución peruana. Así, el principio programático del socialismo peruano está vigente en lo fundamental: “Cumplida su etapa democrático-burguesa, la revolución deviene en sus objetivos y en su doctrina revolución proletaria. El partido del proletariado, capacitado por la lucha para el ejercicio del poder y el desarrollo de su propio programa, realiza en esta etapa las tareas de la organización y defensa del orden socialista.” Esa primera etapa de la revolución peruana todavía está en marcha y se expresa hoy en la contradicción principal entre la ofensiva neoliberal de un lado, y la resistencia de los pueblos de otro lado. La dualidad cultural, el mayor problema histórico, nacida de la invasión genocida que fue la conquista de España, que nos impuso el colonialismo y el feudalismo, a sangre y fuego 43


exterminando a millones de personas, aún no ha sido resuelta. Tampoco ha sido resuelto el problema de la tierra, que es el problema primario del Perú, porque tiene que ver no solamente con el acaparamiento de tierras en latifundios, sino con la explotación y el extermino de la población campesina indígena. La dualidad cultural ha continuado durante estos 195 años de vieja República. El capitalismo no ha resuelto la semicolonialidad del país. El Perú es formalmente un país libre e independiente, pero económicamente es dependiente de las transnacionales, y como país está sometido a la política neocolonial, que de manera global implementa el imperialismo. La dualidad cultural se expresa en la lucha de clases; no solo no se reconoce la cultura originaria sino que se pretende exterminarla totalmente, imponiendo la cultura imperialista. Así, a pocos años del bicentenario de la independencia de España, todavía los burgueses siguen hablando de “ciudadanos de segunda categoría” para referirse a las comunidades y calificando a nuestros pueblos como “perros del hortelano”. La ofensiva neoliberal del capitalismo imperialista no tiene límites. Tampoco el capitalismo nacional ha resuelto el atraso de las fuerzas productivas de la economía peruana. En su desarrollo aletargado, retardado y dependiente del imperialismo, el capitalismo se ha desarrollado en el país, liquidando el antiguo latifundio feudal y dejando empobrecido el campo en una situación de estagnación económica, extremadamente favorable para la voracidad del saqueo de las transnacionales, que hoy mediante nuevos latifundios de carácter capitalista, concentran la tierras, vía compra o concesión, casi absolutamente en manos del capital transnacional con lo que sacan un mejor beneficio de la tierra, ya sea haciéndola producir o extrayendo diversos recursos del subsuelo. No ha producido tampoco empresas agrícolas fuertes e independientes en el campo y tampoco ha desarrollado una industria nacional de producción de bienes de capital y de manufactura de gran escala, dirigidas por una clase burguesa nacional que tenga capacidad de competir con empresas extranjeras. Y, en consecuencia, menos ha producido una mentalidad burguesa de verdaderos “capitanes de industria”, que tenga una posición nacionalista soberana frente a otros países, en especial a los países imperialistas. Esto demuestra que no se ha solucionado el mayor problema histórico de la dualidad cultural que pervive en la semicolonialidad y en el problema primario del Perú, que es el problema de la concentración y explotación de la tierra sin importarles sobre explotar a los campesinos y exterminar a los pueblos originarios. Estos dos problemas continúan, desde el tiempo que los analizó Mariátegui, solo que han evolucionado y ahora se presentan con renovadas formas para cubrir la dominación del imperialismo y de la clase dominante nacional contra los trabajadores, pueblos y comunidades. El gran mérito de Mariátegui fue haberlo constatado desde la posición del socialismo científico y haber planteado el camino de la solución de los mismos. Por ello, la revolución en la primera etapa tendrá su solución con un Perú integral. Así opinaba Mariátegui: “He constatado la dualidad nacida de la conquista para afirmar la necesidad histórica de resolverla. No es mi ideal el Perú colonial ni el Perú incaico sino un Perú integral. Aquí estamos, he escrito al fundar una revista de doctrina y polémica [la revista Amauta], los que queremos crear un Perú nuevo en el mundo nuevo”.

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Es evidente que para lograr un Perú nuevo hay que resolver el Perú viejo; es decir, desde un Perú semicolonial y de capitalismo atrasado ahora hay que ir hacia un Perú socialista. Pero no se puede pasar a ese Perú socialista sin resolver la dualidad cultural y el problema de la tierra, como cuestión previa en la revolución democrática; así el Perú integral es el período de transición entre las dos etapas de la revolución peruana, porque a la vez que contiene la solución de la etapa democrática, une a esta con la realización de la etapa socialista. La propuesta del Perú integral plantea la unión entre nuestra tradición de socialismo andino con el socialismo moderno, donde aquel sirve de base y este cumple el papel de guía en el proceso de construir un “Perú nuevo, en el mundo nuevo”, o sea un Perú socialista dentro de una civilización socialista mundial. Al mismo tiempo, plantea que el proceso histórico de la conquista y la república tienen que ser asimilados por la teoría revolucionaria, principalmente sus factores positivos que coadyuven en la lucha por un Perú integral, rumbo al socialismo. El valor de la cultura occidental y extranjeras no pueden ser desconocidas bajo argumentos chovinistas y de identidad cultural, puesto que de toda cultura debemos asimilar lo positivo y correcto que sirva a nuestro propio desarrollo. Lo mismo ocurre con la tradición del periodo republicano que la burguesía ha renunciado siquiera a cumplirlos limitadamente como son los valores de la libertad, la democracia y la igualdad; en manos del proletariado estos valores deben llevarse hasta sus últimas consecuencias y superarlos con el ideal socialista. Para retomar y continuar la antorcha del socialismo peruano, diversas colectividades políticas que se identifican con el pensamiento y el camino de Mariátegui, dieron un paso en la coordinación para contribuir y resolver la reconstitución del partido de Mariátegui. Es así como se conforma el espacio Coordinadora de Unificación Socialista, CUS. A casi un año de su aparición no ha podido resolver sus propias bases de unidad y tampoco ha podido resolver un plan común para llevar adelante el proceso de reconstitución. No obstante ello, el compromiso de avanzar en este objetivo sigue en pie. Nuestra organización es consciente que los procesos ideológicos y políticos no pueden resolverse con exclusivo voluntarismo ni con medidas de tipo administrativo. Y siendo la reconstitución un proceso de unificación ideológico-político de los socialistas m-l, comprendemos que nuestro deber, así como de todas las demás organizaciones, es aportar la teoría necesaria para lograr definir nuestra base de unidad. Aunque tengamos limitaciones y grandes dificultades que afrontar, con la cooperación entre socialistas podremos superarlas y vencerlas. Y, en este proceso de integración es pertinente orientarnos en el debate con el buen estilo mariateguista, que debe armonizar el intercambio de argumentos entre marxistasleninistas, militantes del socialismo peruano: “La polémica es útil cuando se propone, verdaderamente, esclarecer las teorías y los hechos. Y cuando no se trae a ella sino ideas y móviles claros”. (JCM) Además, considerando que el desarrollo opera en forma dialéctica, mostrándose en grado desigual entre las organizaciones conformantes de la CUS, y que los afines se unen por mandato histórico de la lucha de clases y no en conciábulos académicos, creemos pertinente establecer coordinaciones bilaterales y multilaterales con las organizaciones de la CUS y otras que no forman parte de ella, con el fin de avanzar en la resolución de puntos divergentes. Asimismo, en las organizaciones afines, vemos que todavía hay una falta de consciencia de la necesidad de reconstituir el partido de Mariátegui y la importancia del papel que podría desempeñar la CUS en este proceso. Esto puede explicar el por qué prioricen otras actividades y 45


metas; incluso, el que no correspondan con una relación estrictamente disciplinada en nuestras coordinaciones. Expresamos esto de manera general, sin puntualizar en tal o cual persona u organización, pues eso es materia de un balance al interior de la CUS. Inclusive, nuestra propia organización no escapa ni se desvincula de algunas de nuestras públicas observaciones críticas. El Comité Creación Heroica viene trabajando El Compendio para la unidad Socialista y la reconstitución el Partido de Mariátegui. Creemos que es imperativo afirmar los principios del marxismo-leninismo y el pensamiento y camino de Mariátegui. Del mismo modo, creemos también que es un deber permanente del socialismo peruano expresar su deslinde con el oportunismo, el revisionismo y el dogmatismo. Y el “Compendio” busca cumplir esa responsabilidad. Es un aporte que nace de la escuela ideológico-política que desarrollamos durante los años 2012-2013. Es un proceso que está en marcha, que no es exclusividad de nuestra organización, sino que se ha compartido entre algunos compañeros de otras organizaciones. De forma pública, en abril del 2012, en el folleto “El socialismo revolucionario y sus tareas” se publicó el temario de la Escuela ideológico-política, para que esos temas sean abordados por todas las colectividades revolucionarios y marxistas-leninistas y contribuyeran así con el proceso de reconstitución. 7. El Frente Amplio, como frente político de masas para la lucha político-social. No vamos a presentar un balance del Frente Amplio, pero si vamos a proponer lo que este debe ser para la lucha electoral contra la clase dominante. Y esto, naturalmente se sustenta en un balance que hemos realizado del proceso vivido, hasta ahora, por el Frente Amplio y de otras experiencias parecidas. Así que nuestra propuesta estará acompañada de muchas valoraciones muy precisas respecto del movimiento de las ideas y posiciones que tienen lugar en este espacio de lucha electoral. Desde que se vino abajo el gobierno de Fujimori, en el Perú fue creciendo una consciencia patriótica, democrática y progresista. Ninguna de las clases sociales pudieron escapar a la formación de esta consciencia de cambio, que venía de abajo hacia arriba. Claro, como en todo desarrollo, el avance no viene solo, sino que lo acompañan dos desviaciones que nunca faltan, el oportunismo político y el caudillismo. Además, dada la fuerte presencia de la pequeña burguesía en el movimiento social, la influencia de su posición tenía que marcar la orientación del movimiento social. Así que esa consciencia patriótica, democrática y progresista todavía tiene el predominio de la política pequeño burguesa. Es casi totalmente hegemónica en el Frente Amplio. Al señalar esto no lo hacemos para descalificar al Frente Amplio ni tampoco a sus dirigentes, y mucho menos a todos sus militantes. Solamente nos mueve el método de identificar la posición política predominante. Y en estas circunstancias, las desviaciones de oportunismo y caudillismo son bastante elevadas y poca autodefensa hay contra ellas. En la mentalidad pequeño burguesa, por lo general, “sacar provecho de la oportunidad” no es mal visto, así como tampoco lo es el “deseo de escalar posición”, que en los hechos se convierten en una “base mental” para que el oportunismo político y el caudillismo prosperen, devorando a todos aquellos que rechazan esas prácticas negativas, sean pequeño burgueses o no. Esta es la causa del fracaso de tantas experiencias de construir la unidad en el campo de la izquierda peruana. Y se podrían citar ejemplos, más preferimos no hacerlo porque la memoria del lector recordará automáticamente alguno de esos casos.

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Esa consciencia patriótica, democrática y progresista emplaza a la burguesía a ser consecuente con el ideario liberal. Pero, la clase dominante, incapaz y minusválida ante el imperialismo, no puede defender la soberanía nacional, obedecer la voluntad del pueblo y mejorar las condiciones de vida de la población. La burguesía no puede canalizar este movimiento que se alza y la amenaza. Solo puede confundirlo, desviarlo y dividirlo; y cuando lo crea necesario aplastarlo violentamente. Así ha venido ocurriendo. Recordemos los gobiernos de Paniagua, Toledo y el segundo gobierno de García. La acción del socialismo peruano no tiene todavía la fuerza suficiente para liderar ese movimiento del pueblo. Le falta mucho que hacer al respecto. Han sido los nacionalistas, acaudillados por Ollanta Humala, quienes primero lograron organizarlo en un frente y le sacaron provecho, hasta llegar al gobierno. Luego, inmediatamente, lo traicionaron y enfrentaron represivamente. Ahora último, son las corrientes reformistas y socialdemócratas quienes se benefician políticamente del movimiento patriótico, democrático y progresista. Estas tendencias no están de manera exclusiva en el partido Tierra y Libertad y el movimiento Sembrar, pero ambos las representan mejor. Sabemos que el reformismo no pretende acabar con el sistema capitalista. Lo mismo se puede decir de la socialdemocracia, que cree posible reformar el capitalismo para bien, y hasta cree que puede convertir la clase burguesa al socialismo. No obstante, en la lucha electoral, frente a una ofensiva neoliberal, cabe una alianza con estas fuerzas políticas sobre la base de un programa político común y concreto, que defienda el avance de la conciencia patriótica, democrática y progresista que el pueblo viene desarrollando. Más aún, cuando por parte del socialismo peruano no se tiene, en estos momentos, la posibilidad de hacer la lucha electoral con un movimiento político propio. Por eso, nuestra organización decidió participar en el Frente Amplio para encarar nuestras responsabilidades como socialistas en la lucha electoral. No hemos pedido representación como organización y preferimos ir al trabajo de bases en los Comités territoriales. Tampoco criticamos a los que sí lo solicitaron y pudieron lograr se les reconozca en tanto es su derecho y su opción política. En nuestro caso, confiamos que nuestra independencia política dentro del frente, a través de la acción de nuestros militantes, contribuya en la propaganda socialista. Desde el momento que tomamos esa decisión, sabíamos que no lideramos el frente y que poder hacerlo dependía mucho del avance de nuestra correcta influencia sobre el pueblo, así como tener el reconocimiento de las otras tendencias dentro del frente; de lo cual estamos bastante lejos. Pero practicamos la política de frente único de manera genuina y sincera. Hemos valorado como buenas muchas acciones y resultados del Frente Amplio, como se habrá podido leer en lo expuesto en los anteriores numerales. Lo mismo hemos opinados de sus principales dirigentes. Pero también hemos realizado nuestras observaciones críticas. Y así, muy atentos estamos en todo este proceso. Luego de haber participado en el I Congreso del Frente Amplio, en el mes de julio 2015, constatamos que la consciencia patriótica, democrática y progresista del pueblo peruano estaba representada por el Frente Amplio, espacio político donde predominaba una buena atmosfera unitaria que permitía que las tendencias mantuvieran una positiva química política, identificados contra el oportunismo político de cúpulas y en el rechazo a posturas caudillistas, vengan de donde vinieran. Y se abría a una práctica política honesta y leal entre sus concurrentes. Esto se 47


expresaba, por ejemplo, en la postura de Tierra y Libertad de poner a disposición su inscripción electoral a favor del FA, actitud de desprendimiento político que tuvo el reconocimiento de todos los participantes, aunque le significó a Marco Arana y la mayoría de dirigentes de Tierra y Libertad “lidiar” con algunos dentro de su partido que no veían con buenos ojos la decisión de poner la inscripción electoral en esas condiciones, sin que el “dueño” de la inscripción tuviese prerrogativas y ventajas. Pero se hizo, hasta el mismo partido Tierra y Libertad había ya gestionado, antes del I Congreso, la modificación del nombre legal que tenía su partido, “Tierra y Dignidad” anteriormente inscrito, para colocar el actual nombre legal que su partido tiene hoy: “Frente Amplio, por justicia, vida y libertad”. Y no solo se modificó el nombre legal de su partido, sino que también se cambió el logo anterior por el actual logo que es la flor roja con la palabra “fa” de color verde. Se decía que todo esto se había realizado para favorecer la participación de la alianza electoral de hecho que representaba la confluencia del “Frente Amplio”. Había pues un espíritu unitario sano entre todas las fuerzas y tendencias políticas en el “Frente Amplio”. Por ello, reafirmamos nuestra posición de contribuir al fortalecimiento y desarrollo de este frente político electoral. Todo esto fue tan “lindo” que no parecía cierto, pero sí lo era. Sin embargo, todo lo positivo que significó estos avances, constituyendo una forma orgánica del Frente político social en el FRENTE AMPLIO, la Ley Electoral no permite su formalización bajo esas características. En la práctica, todas las organizaciones políticas, organizaciones sociales y personas (ahora se les conoce como “frenteamplistas”) quedaban dependientes del registro electoral que detenta legalmente Tierra y Libertad, que obviamente, siendo su normal derecho, tiene la última palabra y decisión en cuanto a los cambios y trámites ante las instituciones electorales del país. Así, en los hechos, había una suerte de “veto legal” consentido, pero sobre la base de entendimientos previos que democráticamente debían ser consensuados entre el “Frente Amplio” (el no inscrito, que verdaderamente es un frente político social electoral, del cual también forma parte Tierra y Libertad) y el “Frente Amplio por Justicia, Vida y Libertad” (el inscrito, que es un partido político, fundado en el año 2009, primero como movimiento político, con el nombre de “Tierra y Libertad”; luego, en abril del 2012 logró su inscripción legal como partido “Tierra y Dignidad”, para modificarlo después por el actual nombre que lleva, solo que por tradición se continúa usando su denominación primigenia de “Tierra y Libertad”). De tal modo, el I Congreso del FRENTE POLÍTICO SOCIAL, de carácter electoral no inscrito, que es el “FRENTE AMPLIO”, no pudo resolver su formalización para ser una fuerza política legalmente inscrita; limitándose el evento, básicamente, en adecuar la ALIANZA NO FORMAL del “Frente Amplio” al registro del Partido inscrito “Frente Amplio, por justicia, vida y libertad”. Así, los documentos “debatidos” y “aprobados” por el I Congreso sellaron la unidad para la lucha electoral concreta de las elecciones del 2016 y se pudo elegir un cuerpo de dirección política mediante una “lista de consenso” entre todas las tendencias políticas presentes en el congreso. Ocurrió de esa forma dadas las circunstancias del grado de unidad política alcanzada y porque se afrontaba una coyuntura de apuro electoral, porque el cronograma electoral, sus fechas y plazos estaban prontos a vencer, y no se contaba con el tiempo disponible y la calma política para debatir la naturaleza y carácter de la alianza electoral no formal (“no formal” en el sentido que no está previsto así por la Ley Electoral vigente) que en los hechos se venía forjando. Además, el gran deseo del pueblo siempre ha sido que toda la izquierda se pueda unir en un solo 48


bloque electoral, así que lo avanzado hasta el I Congreso, era considerado como un paso importante, dejando abierta la posibilidad de confluir con las otras organizaciones de izquierda que también buscaban participar en las elecciones. El “Frente Amplio”, así, a secas, es la confluencia política del partido Tierra y Libertad – que cuenta con inscripción electoral–, diversos colectivos y agrupaciones políticas –que no cuentan con inscripción electoral– y organizaciones sociales, gremios y personas independientes. Como se puede apreciar, este “Frente Amplio” –de hecho, sin inscripción electoral– es una forma de organización de frente político electoral. Y este “Frente Amplio” es producto de un realineamiento de partidos y colectivos políticos que habían participado de un espacio político anterior que se había denominado “Frente Amplio de Izquierda”, espacio que quedó disuelto como tal (FAI) al no lograr consenso ni llegar a acuerdos sobre la forma de asumir la lucha electoral en las Elecciones Regionales y Municipales del 2014. Luego de su I Congreso, el Frente Amplio pudo contar con un programa político común y concreto, una plataforma programática que reflejaba la consciencia patriótica, democrática y progresista que el pueblo había alcanzado durante toda su experiencia de lucha. Asimismo, definió la base organizativa para armonizar sus relaciones internas, mediante el documento “Lineamientos Organizativos”. Esta fue la base que le ha permitido vincularse mucho más con nuestro pueblo peruano y obtener el positivo resultado electoral de ser la segunda fuerza política en el Congreso de la República, con 20 parlamentarios, que siendo una de las bancadas en minoría, de todos modos representan un sector importante del pueblo que avanza hacia obtener cambios fundamentales en el país. La nueva situación de la lucha política, en esta etapa superior a la anterior, plantea la necesidad de desarrollar la unidad programática del Frente Amplio, bajo una superior forma de organización, que garantice la participación democrática de todos sus integrantes, sean organizaciones políticas, organizaciones sociales, organizaciones gremiales y adherentes independientes; es decir, exige resolver la integración de todos sus concurrentes, organizando al Frente Amplio como un movimiento político de masas, de frente único electoral ligado a la resistencia popular. O sea, mantener el carácter de frente único del Frente Amplio y no convertirlo en un partido político pluriclasista, como lo es, precisamente el partido inscrito FAJVL. Detallemos en que consiste este posible salto organizativo que podría acordar el Frente Amplio. En la etapa anterior el FA trabajó como un frente político social electoral que en sus Lineamientos Organizativos reconocía “1.1. El Frente Amplio (FA) lo componen ciudadanos y organizaciones políticas, sociales, gremiales y/o culturales. Las decisiones que se adoptan se toman mediante mecanismos democráticos de “un activista un voto” y no por acuerdo de organizaciones y menos de cúpulas”. Y seguidamente: “1.2. Son activistas del FA las personas naturales, hombres o mujeres a partir de 15 años sin límite de edad máxima, residentes en el territorio nacional o en el extranjero, que hayan sido presentados por otro activista, acepten libremente las Bases Programáticas y cumplan con los acuerdos del FA. También pueden ser activistas los extranjeros residentes en el país”. En el numeral 3.1 de Lineamientos Organizativos estipula: “En el plano electoral participa en las elecciones locales, regionales, mientras cuente en su interior con, por lo menos, un partido inscrito legalmente o una alianza si hubiera más de un partido inscrito legalmente”.

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Como se puede apreciar, se acepta como integrantes a personas naturales (a los que se les llama “independientes” o “frenteamplistas”, pero que en verdad son “activistas” según Lineamientos Organizativos) y también se acepta a organizaciones constituidas; y en el caso de las políticas podrían o no estar inscritas en el Registro de Organizaciones Políticas del JNE, cuya inscripción vigente permite “…presentar candidatos a todo cargo de elección popular”, según la Ley de Partidos Políticos. Interpretando las referidas normas y considerando la experiencia vivida por el FA desde su I Congreso de julio del 2015, se nota un marcado sentimiento contra las “decisiones de las cúpulas” (decisiones que suelen tomarse en los frentes políticos por los representantes de las organizaciones participantes). Y también se nota la restricción a las prerrogativas de las organizaciones; en este caso, más a las de carácter político que las sociales o gremiales. En esto último, de hecho se vulnera el derecho de representación de las asociaciones, pues, si su propia constitución les otorga el derecho de representar a su afiliados, entonces como se les pude restringir con la máxima de “un activista un voto”. De hecho, el voto de una persona natural no puede ser lo mismo que el voto de una organización. Y este caso quedo así, sin resolverse normativamente. Empero, en los hechos, tan reales contra la voluntad de los que legislan, la “decisión de las cúpulas” ha conservado intacto su poder, pues ha podido vencer, en casos de importancia, al radical deseo de “un activista un voto”. ¿Acaso no fue así, cuando se elaboró la “lista de consenso” al Consejo Nacional y al Comité Permanente? Si el poder de las “cúpulas” no hubiese actuado el consenso, ¿cómo entonces se llegó a establecer la proporcionalidad de la composición en el Consejo Nacional y en el Comité Político Permanente? ¿Sino, cómo se explicaría la proporción desigual en la composición del CP, donde algunas organizaciones políticas tienen 5, 3, 2 o solamente 1 como sus “representantes”? Y fue a través de estos dos órganos directivos, especialmente de la CP, que se permitió la decisión democrática de las “cúpulas” y no la decisión democrática de los “activistas” respecto de una serie de temas de importancia política para el Frente Amplio; por ejemplo, el caso de la táctica para la 2ª vuelta electoral. Esto nos revela que las diferentes organizaciones y personas participantes del FA aceptaban, en los hechos, el “veto legal” del FA-JVL inscrito en el ROP. Esta conducta expresaba, en el fondo, una suerte de subordinación de todo el FA ante el partido TyL, porque, también en los hechos, vale reconocerlo, todos respetaban la dinámica democrática de las bases del FA, aunque presentase debilidades y errores. Así se impuso el dicho cierto que para la participación electoral “salvo la inscripción todo es ilusión”. Y es verdad, porque únicamente bajo el registro del partido inscrito se puede “…presentar candidatos a todo cargo de elección popular”; en este caso fueron los candidatos a la Plancha Presidencial, Congreso y Parlamento Andino. Y resultaba del todo evidente que quien detenta la inscripción electoral tiene el derecho y las prerrogativas de validar o no validar lo que, mediante la democracia de sus bases, el Frente Amplio pueda decidir, por supuesto, siempre dentro del marco y procedimientos legales establecidos por la Ley de Partidos Políticos. Por eso, terminada las elecciones generales, el tema de formalizar el FA en el registro electoral pasó a ser la controversia principal del Frente Amplio; tomando peculiar intensidad, porque ya están próximas las elecciones regionales y municipales del 2018 (la cual ha desatado muchas ambiciones políticas, buenas y malas) y porque para el caso de las elecciones del 2021 unos dicen que ya tenemos a la candidata natural (“Vero”) y otros recuerdan el principio “elecciones primarias” y “cada activista un voto”, que se tiene que cumplir previamente a cada proceso electoral, con la participación del voto de la ciudadanía. 50


Así, se entraba a un campo muy complicado de la unidad y lucha que siempre tiene lugar en todo escenario de frente único. Veamos cómo se desarrolló en el Frente Amplio. Terminada las elecciones generales, los diferentes sectores concurrentes del FA, a través del Comité Permanente, iniciaron el proceso del balance de la participación electoral. Y conjuntamente se encaminaron al “fortalecimiento orgánico” del FA a fin de que pueda asumir la nueva atapa de su responsabilidad política mediante un “Plan Político y ajuste programático”. Con la precisión del caso, programaron el Congreso extraordinario ya realizado los días 24 y 25 de setiembre pasado, que debía preparar el consenso político a través de un amplio debate sin necesidad de tomar resoluciones sobre los temas de la agenda (por eso debía ser de carácter extraordinario y solo deliberativo); el avance que allí debía haberse logrado, entre consensos y acuerdos, serían definidos en un Congreso ordinario que está planeado para el verano del 2017. Esto fue pues, en ajustado resumen, lo que se habría convenido en el Comité Permanente. Hasta aquí todo parecía que las contradicciones podían haber sido resueltas de manera correcta y dentro de los mecanismos democráticos, que hasta ese momento se habían procesado, no sin dificultades y errores claro, pero saliendo en positivo. Y como garantía de esta solución tendría que haberse practicado la política de frente único en forma genuina y sincera, porque “todos” tenemos la obligación de “ser uno” frente al enemigo común. Sin embargo, lo que vino fueron actitudes de “encontronazos” y “portazos”. Basta leer las declaraciones de uno y otro “bando”. Ambos tenían la característica de la “amabilidad” en las declaraciones de sus “Jefes”, de un lado “Vero” y de otro lado “Marco”; pero las declaraciones de sus aliados y de sus propios militantes no reflejaban el deseo de querer llegar a un entendimiento cordial y fecundo, sino que parecían aplicar la política de “si no te sometes o no hay trato”. ¿Por qué quieren convertir en antagónica una contradicción que no lo es? Ya hemos indicado el peso numérico que tiene la pequeña burguesía en la composición del FA. Esto no constituye de por sí un problema que lleve a rivalidades. Pero, cuando predomina en el frente una dirección de carácter pequeño burgués y no de carácter proletario, las relaciones en el frente único tienen mayor probabilidad de convertirse en su contrario. No serían las relaciones de solidaridad y de comprensión las que predominarían, sino una relaciones de pugnas y rivalidades, que ni siquiera son sobre temas fundamentales para fortalecer la unidad del frente, sino de temas superficiales y querellas de grupos, movidos por un espíritu egoísta, sectario, sin fe y sin alas. En el FA, si bien su composición mayoritaria es de extracción pequeña burguesa, en su seno predomina una consciencia patriótica, democrática y progresista. También participa del frente la tendencia socialista, que trabaja por coadyuvar a que el FA tenga una mejor dirección. Y, sobre todo, hay una tendencia muy fuerte desde las mismas bases a no permitir fraccionamientos. No obstante estos factores positivos, en la dirección del FA predominan la tendencia reformista, que no combate el método y estilo de trabajos erróneos del sectarismo y divisionismo en las filas del frente, sino que deja pasar, debido a la influencia del egoísmo político e individualismo ideológico provenientes de la clase burguesa. Y frente a esta corriente negativa se alzan las bases del FA que hartadas de tanto oportunismo despliegan una dinámica democrática, que incluso ha llegado al exceso formal de “suprimir” toda acción de la representación de los partidos y grupos políticos, confundiéndola con la vieja y negativa práctica de la “decisión de cúpulas”. Todos en el FA saben que las decisiones políticas deben tomarse de cara a la dinámica de las bases, inclusive los actuales problemas tienen que ser resueltos con la práctica democrática desde las bases. Por eso se acordaron los dos Congresos, uno extraordinario solo deliberativo y otro ordinario necesariamente resolutivo. Respetar esto constituía respetar a las bases y al 51


conjunto del FA. Pero ni Tierra y Libertad ni Sembrar fueron consecuentes con aplicar cabalmente la política de frente único. Y naturalmente, todos aquellos que estuvieron de furgón de cola de ambos bandos políticos, tampoco cumplieron con la política de frente único genuina y sincera. Ambas posiciones, si bien exponían sus razones, los métodos y estilos que utilizan para resolverlos no son los correctos. La contradicción, por su forma se presentó así: ¿Quién de las dos tendencias del reformismo tendría las prerrogativas y ventajas dentro del FA para sacar los beneficios políticos en las próximas elecciones del 2018 y luego en la del 2021? Y por su contenido: ¿El FA debe convertirse en un partido pluriclasista o debe fortalecerse y desarrollarse cómo frente único para la lucha electoral? Y si se opta por una u otra alternativa, ¿debe tener una propia inscripción ante el Jurado Nacional de Elecciones? Respecto de la elecciones, en un probable inventario de los beneficios alcanzados por cada una de las tendencias reformistas, protagonistas de esta contradicción negativamente llevada al extremo del antagonismo, Sembrar y Tierra y Libertad, se podría anotar lo siguiente: Por el lado de Sembrar, de ser un movimiento político nuevo, rápidamente se hizo conocido y se posesionó políticamente en el escenario mediático a través de la figura de “Vero”, una de sus figuras más representativas a quien consideran el “principal capital político” del FA logrado en la elecciones pasadas; además, ha podido crear nuevas bases en diferentes zonas del país, aunque ello no signifique que haya alcanzado ser una organización de carácter nacional compacta y fuerte; ha colocado a su militante Indira Huilca como congresista al Parlamento; y, ha posesionado a “Vero” como la supuesta “candidata natural” para la presidencia de la República en las futuras elecciones del 2021. Y en esto último ha logrado consensuar un apoyo, para la “candidata natural”, de importantes grupos y sectores políticos, tanto dentro como fuera del FA. Por el lado de Tierra y Libertad, los beneficios logrados podrían ser que mantiene su registro electoral vigente, pero con mayor posicionamiento político, especialmente en que su inscripción partidaria tiene la ventaja del logo y del nombre del FA, frente político no inscrito, que son coincidentes con el logo y el nombre del partido FA-JVL que sí está inscrito. Ha logrado también colocar once militantes de su partido como congresistas, que le da una mayoría en la bancada parlamentaria del FA, lo que ya se revela en haber designado a Marco Arana como el vocero de la misma. Ha podido fortalecer y hacer crecer su organización partidaria a la vez que pudo superar conflictos partidarios internos con el sector que no había visto con buenos ojos la política de Tierra y Libertad de ofrecer su inscripción como partido FA-JVL al frente político FA. Además que ahora dispondrán del recurso financiero que el Estado otorgará a los partidos políticos. Sobre la base de estos beneficios logrados, podría decirse que Tierra y Libertad tuvo mayores frutos. Y obviamente estos resultados han consolidado la posición de Marco Arana como la facción predominante y dirigente dentro de su partido. De ahí que la mayor parte de sus dirigentes haya cerrado filas con él en el debate respecto de si el partido Tierra y Libertad, inscrito como FA-JVL debe abrirse o no todavía a todos los adherentes al frente político FA y convertirse en el partido pluriclasista único. En este sentido, la facción liderada por Arana considera que todavía no es el momento de dar ese salto y que su partido debe mantener la hegemonía en el FA facilitando el desarrollo del frente político social, para que en una etapa próxima, cuando se haya derrotado la influencia de los partidos llamados tradicionales, pueda tenerse asegurado la constitución del partido pluriclasista, sobre la base de Tierra y Libertad, por supuesto. En cambio, la posición de la otra facción, liderada por Marisa Glave y Pedro Francke, consideran que el momento político propicio es ahora, dadas las nuevas condiciones creadas por el trabajo político desplegado por el FA. Este debate, que ha sido un tema central en Tierra y Libertad, no lo pudieron mantener al interior de sus instancias partidarias, sino que ha trascendido hacia afuera, 52


estimulado por la coyuntura política, tan parecido a como sucedió en el periodo 2013 y 2014, y les ha provocado casi un “cisma” partidario, que no ha llegado, por lo menos hasta ahora, a fraccionarlos como sí ocurrió en el 2013, donde más de un centenar de militantes de TyL renunciaron a su partido para irse con una confluencia de partidos tradicionales de izquierda que postulaba a Susana Villarán para la alcaldía de Lima. La “lucha interna” en el seno de TyL sobre qué convenía más al FA, si al formalizarse legalmente debería hacerlo como un Frente o como un Partido, fue convertida en otra lucha interna dentro del espacio del FA, produciéndose, como es natural, una serie de tendencias ya sea por una u otra posición. La facción de Glave-Francke, supo canalizar el dinamismo democrático de las bases del frente Amplio, donde también muchas bases de TyL formaban parte de esta dinámica democrática, con la consigna “no somos activistas o militantes de segunda categoría” y lograron articular un sentimiento de presión para que el partido FA-JVL abriera sus padrones a todos lo “frenteamplistas” que quisieran inscribirse para tener iguales derechos y deberes que los militantes de TyL. Dura fue la “lucha interna” en TyL, que sus órganos dirigentes convinieron en convocar un Congreso de su partido para el mes de noviembre-2016 a fin de resolver estas diferencias. Esta facción aperturista hacia un partido pluriclasista, como lo es TyL, pretende que todos los frenteamplistas se enrolen al partido inscrito FA-JVL. Y así, creen, se solucionaría la contradicción, quedando listos para las contiendas electorales venideras. Esta facción tuvo el respaldo de Sembrar, el Partido Socialista, la nueva agrupación política creada por Manuel Dammert, Patria Ciudadana, y probablemente la de algunos partidos tradicionales de la izquierda que desean afiliarse al FA. Del lado de la facción de Marco Arana, reaccionaron con medidas administrativas chocantes con la democracia interna del FA. Repitiendo el error cometido por el partido Pueblo Unido, la cúpula de TyL tomó el acuerdo de “separar” a tres de sus militantes del Comité Permanente del FA, Masisa Glave, Pedro Francke e Irma Pflucker, creyéndose con el derecho de colocar nuevos militantes suyos en el CP del FA sin pasar por el principio de elecciones y un militante un voto. El argumento de que los tres “separados” votaban en contra de las propuestas de TyL no podía cubrir que la medida disciplinaria no se tomada desde el interior del FA, sino que venía impuesta desde TyL. Y obviamente, lo que se buscaba con esta medida fue restar fuerza a la presión política que desde fuera de TyL se viene ejerciendo contra la facción de Marco Arana para que acuerden abrir los padrones de su partido. Remarcamos que ambas facciones de TyL tienen el proyecto común de organizar un partido pluriclasista. Y que este partido deberá organizar a los movimientos sociales y sus organizaciones. Justamente, la estrategia pacífica de llegar al gobierno mediante elecciones para producir las reformas del sistema, es una idea común que ambas facciones comparten; entonces, no hay diferencia sustantiva en cuanto a lo principal de su unidad. No obstante, en cuanto a la táctica común de construir la unidad del pueblo y de conformar el partido pluriclasista si hay desacuerdo. Repetimos, la facción de Marco Arana cree que todavía no es el momento porque falta resolver con los demás partidos y colectivos políticos temas estratégicos y tácticos, mientras que la facción Glave-Francke cree que ya es el momento más propicio, porque con los resultados electorales del FA, que expresa una amplia unidad programática, y con el rostro carismático de “Vero” es posible vencer en las elecciones presidenciales del 2021. Con toda esta carga en la discusión, el FA se convirtió en el espacio amplificado de este debate, generándose el riesgo de rupturas, que felizmente desde abajo, con su dinámica 53


democrática, que la consciencia patriótica, democrática y progresista del pueblo influye, las bases del FA y todos los “activistas” o “frenteamplistas” luchan por mantener la unidad y rechazan todo intento de ruptura. Y, por supuesto, el II Congreso del FA, del pasado mes de setiembre, tuvo que reflejar estas discusiones bajo la forma de institucionalización, formalización o inscripción del Frente Amplio. TyL cometió el error de no participar en el II Congreso, limitándose a expresar sus reparos y observaciones, solicitando además la suspensión del evento, la misma que se la denegó el CP. De esta forma, dejaba la cancha libre a quienes pretendían presionarlos para que abran su padrón y se formara ya el partido pluriclasista. Desde fuera del movimiento pro II Congreso, la facción de Arana fue tajante y construyó el mensaje que podría resumirse en “no abriremos nuestro padrón a la fuerza, tenemos que resolverlo internamente en TyL, pero si tanto les urge formalizarse, entonces inscriban su propio partido”. Del otro lado, apurados en una formalización sin antes discutir el contenido de fondo, tomaron el guante y procedieron a planificar para que el II Congreso acuerde la inscripción de un nuevo partido pluriclasista con el nombre de “Frente de la gente”. El movimiento Sembrar, que erróneamente valora que el máximo capital político de FA es el carisma político de “Vero” y por tanto es la “candidata natural” para la presidencia de la república el 2021, entiende que la inscripción del FA tiene que garantizar este bien súper apreciado por ellos. Y sobre esta base transaron alianzas tácticas con otras fuerzas. El lema de Sembrar es que le da igual si se inscribe un Frente-partido, un Partido-frente o solo como Partido, todo vale, con tal que no se malogre el gran capital logrado de “Vero presidenta”. Esta tendencia estuvo bastante fortalecida porque aglutinaron fuerzas de algunas agrupaciones y partidos, pero sobre todo porque canalizaron el sentimiento de las bases de tener una inscripción propia que les permita no depender de ningún partido o grupo político. Y sobre esta base “arreglaron” la preparación del II Congreso, contando con el dominio del Comité Permanente y de la Comisión Nacional de Organización. Así, con toda esta preparación, la tendencia de inscribir al FA cualquiera sea su calidad organizativa, se dio todas las ventajas del caso. Más si en la cancha del congreso no aparecía la representación oficial de TyL. Enumeremos alguna de ellas y las más notorias y significativas: a. Al ingreso del I Congreso, entregaron una carpeta donde en todas las hojas aparecía un nuevo logo y una nueva denominación: “Frente de la gente”. b. No se eligió una Mesa Directiva del Congreso desde el plenario como es regular en estos casos, sino que el CP hizo de Mesa Directiva inconsultamente al plenario. c. Manipularon la agenda de la convocatoria inicial, el cual habían tratado las bases en sus congresos territoriales, introduciendo el tema de “institucionalidad y legalidad”. d. Se repitió el error del I Congreso, en que todo el debate quedó reducido en las Comisiones Temáticas, sin el debate fundamental que es el Plenario del congreso, que debe aprobar punto por punto la agenda de la convocatoria. El argumento de siempre: “todos los aportes serán tomados en cuenta”. e. El CP presenta una moción fuera de lugar y extemporánea con el propósito de sorprender al Congreso y moverlo a que acuerde la inscripción legal del FA, sin antes definir qué tipo de organización será la que va a inscribirse y sin haber resuelto con TyL acerca del uso de su inscripción en favor del FA. f. Se dice que hubo representación “inflada”, que nosotros no podemos demostrar si así fue el caso; pero fue sorprendente escuchar el coro de la consigna que gritaban algunos delegados: “Este es el Frente, estas son sus bases”, como si los delegados dejaran de ser representantes y por arte de magia se convertían en las bases mismas, algo así como “el Estado soy yo”. Sintomática fue esa consigna porque se coreaba en 54


el preciso instante en que numerosos delegados de base reclamaban que no se podía tomar el acuerdo de inscribir el FA si previamente no se sometía a debate el contenido de qué tipo de organización se formalizaría, y mucho menos sin que ese tema haya sido debatido previamente en las bases del frente, como debería ser si nos atenemos a la democracia participativa. g. El CP arregló el asunto con una “moción de consenso”, de cuatro puntos, pero redactada de manera ambigua, que favorece a la tendencia de inscribir el frente sin la previa discusión desde las bases de qué tipo de organización vamos a inscribir: un Partido o un Frente. La participación de los grupos y colectivos socialistas tuvo alguna influencia para que el Congreso no fuera manipulado por la tendencia de apurar la inscripción legal del FA. Y debido a su persistente reclamo, importantes delegaciones de bases asistentes respaldaron esta posición y evitaron que nazca "El Frente de la Gente” sin previa consulta y sin definir bien las posiciones, pues mirando bien las cosas, algunas personas “líderes” del frente ya estaban, calculadora en mano, haciendo cuentas de cuantas firmas recoger, cuando su verdadera responsabilidad no es deshacerse de un aliado como TyL así como así, sin importar los principios éticos y mucho menos de llevar a una división insensata y sin motivación de fondo que claramente se haya expuesto ante las bases. Nosotros planteamos la salida política de persuadir a Tierra y Libertad que reafirme su compromiso de reestructurar el FA inscrito y lograr la unidad e integración de todas las fuerzas políticas y sociales, tomando como base los “lineamientos organizativos” (ahora con la propuesta del Reglamento, Declaración de principios y Lineamientos programáticos) y la rica experiencia de la lucha política electoral última. Evitar que las contradicciones no antagónicas se conviertan en antagónicas por un mal tratamiento de las mismas. Esto implica asumir el proceso de mejorar la forma de organización del FA como un frente político de masas para la lucha electoral de cara a fortalecer la resistencia popular contra la nueva ofensiva neoliberal. Esto implica impulsar la unidad programática como centro de la unidad del FA restructurado, donde el rechazo a la decisión de “cúpulas” no restrinja el papel que deben cumplir los partidos y grupos políticos dentro del FA, concibiéndolo como frente único y no como partido. Llevar adelante la más amplia unidad político-social no significa reproducir el estilo sectario y el método autoritario del manejo desde las cúpulas, sean de partidos o de colectividades. Cada quien mantiene su identidad y trabaja por su credo, pero unidos con un programa común sobre la base de la democracia popular. Y este es el gran desafío que debe resolverse desde las bases, con la participación activa, cordial, armoniosa y sincera, haciendo del debate una verdadera arma que fortalezca la unidad, para lo cual nos puede ayudar este consejo del Amauta Mariátegui “La polémica es útil cuando se propone, verdaderamente, esclarecer las teorías y los hechos. Y cuando no se trae a ella sino ideas y móviles claros”. 8. El qué hacer del pueblo peruano y su vanguardia. Fortalecer la organización popular y elevar su resistencia. Necesitamos fortalecer la consciencia patriótica, democrática y progresista del pueblo con un trabajo persistente de levantar sus reivindicaciones y ligarlas a la lucha política. Para los socialistas la tarea no queda solamente en este nivel, sino que deben realizar los máximos esfuerzos para elevar esa consciencia a una consciencia socialista de cambiar el sistema capitalista. 55


Realizar una correcta relación Partido-Frente. La situación acontecida en el FA nos demuestra que todavía hay fuertes tendencia que no distinguen correctamente la positiva relación que debe funcionar entre el Partido y el Frente. El Partido no manda al Frente, sino que debe dirigirlo logrando se la vanguardia “reconocida y apoyada en sus funciones”. Y todas las tendencias tienen derecho a competir por esa función; si todas lo hacen correctamente, entonces sus caminos se juntas y pueden hasta lograr mayores niveles de unidad entre ellas sin afectar el Frente. Educar, organizar y movilizar al pueblo por la consigna de un Perú integral rumbo al socialismo. El neoliberalismo y su nueva ofensiva no está fuera ni al margen del capitalismo, es más bien una expresión del capitalismo imperialista que en la época actual aplica una política neocolonial para someter a los países coloniales, semicoloniales e independientes. Incluso, el neoliberalismo pretende imponerse hasta en los países que son altamente desarrollados y tienen un sistema político diferente al tradicional parlamentarismo burgués. Para nuestro caso, acabar con el neoliberalismo implica resolver las tareas democráticas de superar la dualidad cultural y solucionar el problema de la tierra, que son dos problemas fundamentales que la vieja República no puede ya resolver. Pero esta lucha democrática tiene una base en el socialismo andino y una guía en el socialismo moderno, cuya expresión en el Perú es el socialismo peruano aportado por Mariátegui. Y tiene que nutrirse de todo lo positivo que nos dejó la conexión con occidente y de la epopeya emancipadora del proceso de la independencia, que no solo tiene lo positivo aportado por la burguesía peruana, sino también, y lo más importante incluso, lo aportado por la masa indígena. El Perú integral no es un país moderno e independiente solamente, sino que siéndolo tiene una clara meta que es el socialismo peruano, como la contribución del proletariado y pueblo peruano al socialismo mundial. 9. Solidaridad con los procesos nacionalistas y democrático-populares. a) Desenmascarar y denunciar el Plan Cóndor II, instrumento del imperialismo para preservar su dominio en América Latina, pasando a la ofensiva neocolonial contra los procesos nacionalistas democráticos y progresistas, promoviendo “golpes de estado legales” o golpes de estado clásicos, según las circunstancias y según más le convenga al imperialismo. b) Contraponernos a la campaña de la clase dominante peruana pro “golpe de estado legal” en Venezuela, expresando nuestro respaldo al gobierno bolivariano, democrático y constitucional, que preside Nicolás Maduro, presidente de extracción obrera, indicando a la vez nuestra crítica a su falta de ofensiva contra la burguesía venezolana, verdadero soporte de la política neocolonial del imperialismo. Oponerse a la campaña de desprestigio contra el proceso bolivariano, y al mismo tiempo, señalar nuestras críticas a ciertas imposturas del Presidente. c) Denunciar el golpe político contra Dilma Rousseff, producido dentro del marco del proceso democrático brasileño, que desde su inicio fue conciliador con el capitalismo y no previno prácticas de corrupción y enriquecimiento de importantes funcionarios del gobierno. d) Rechazar la campaña contra la revolución ciudadana que busca minar el avance logrado por Rafael Correa y desacreditar una vía diferente al modelo neoliberal. e) Resaltar las medidas de corte nacionalista en el desarrollo de la economía y la participación del pueblo indígena llevadas a cabo por el gobierno progresista de Evo Morales. Oponerse a la campaña de empañar el liderazgo de este Presidente de extracción indígena. 56


f) Resaltar el carácter progresivo de los espacios de integración latinoamericana promovida por UNASUR, el ALBA y MERCOSUR. Todos estos procesos nacionalistas, democráticos y progresistas son acontecimientos de mucha importancia que la lucha por el socialismo no puede dejar de valorar y ayudar en su progresiva evolución al objetivo socialista desde el marxismo-leninismo. 10. La solidaridad con las reivindicaciones de la mujer peruana. a) Resaltar la movilización del movimiento de mujeres y social de la campaña “ni una menos”. Este hecho es una manifestación de la consciencia patriótica, democrática y progresista del pueblo peruano, que se involucra con las reivindicaciones feministas en general, especialmente con la lucha de las mujeres contra la criminalización de las ideas y de las protestas populares. b) Enfilar la posición proletaria sobre la cuestión femenina. Resaltar que el movimiento feminista debe actuar unitariamente, pero que en modo alguno ello signifique la claudicación de las diversas tendencias de feminismo en su seno. Muy en especial de la tendencia del feminismo proletario, que tiene la gran tarea y misión de hacer avanzar la lucha feminista a ser parte de la lucha social por un Perú integral rumbo al socialismo. Y aquí, en este campo de la lucha, es importante también aplicar una política de frente único genuina y sincera. c) Criticar la postura burguesa de montarse en este movimiento. El uso de los medios y de las ONGs. Es inevitable que estas afectaciones tengan que suceder, porque la burguesía sabe del importante rol que les corresponde a las mujeres organizadas, por ello, busca que confundirlas y desviarlas de camino al socialismo. No será la primera ni la última vez que desplieguen toda su maquinaria propagandística para evitar que las mujeres tengan una consciencia de clase proletaria, democrática y revolucionaria. Por lo que la lucha en este terreno será permanente, intensa y a veces muy aguda. Por eso mismo, es fundamental la educación clasista y revolucionaria de las mujeres y crear, cada vez más, mejores condiciones para su desarrollo. d) Resaltar la intervención de los colectivos feministas proletarios, marxistas. Su propaganda y acción. En un inmenso mar de movilización estuvieron presentes los colectivos de mujeres clasistas, revolucionarios y socialistas. Muchas expresiones en diversas partes del país mostraron que las mujeres ven en el socialismo una de las mejores alternativas de romper las cadenas de su doble explotación. Y cada vez avanza mejor, la comprensión de que el “machismo” no será vencido correctamente si no se vence al capitalismo, que es, ahora, el sistema que lo entroniza en la sociedad. 08.10.2016 Comité Creación Heroica.

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