Vagón de
OSTRAS
REVISTA DE CUENTO Y POESÍA AGOSTO DE 2014
- NÚMERO II -
Fotografía: Rodrigo Maydana
tapa. La Serie de las Casas (acrílico sobre tela / 1,20 por 0,80 mts.). Alejandro Oscar Rodriguez Sarto nació en Paso de Los Libres, Corrientes, en 1962. Es Maestro de Artes Visuales, Profesor de Grabado y Pintura y músico. Ejerce la docencia en artes plásticas desde 1985, tanto en nivel primario comos ecundario. En 1999 expusó la muestra BLANCO en Paso de los Libres. Entre 2000 y 2001 fué convocado para el Proyecto ARTE DEL NEA Teatro Argentino de la Plata – Museo Sívori, para formar parte del libro catálogo que resume los 100 años de ARTE DEL NEA. Participó en la muestra nacional de “Argentina Pinta Bien” en el CC Recoleta. Actualmente integra un proyecto en Brasil llamado FLOR DE PESSEGUEIRO (flor de duraznero) pintando en vivo en un espectáculo audiovisual con actores de teatro-circenses-músicos y en el cual también participa como músico. Como músico participó de grabaciones en co-autoría convocado por músicos de Brasil. En el año 2013 se estrenó el documental “Mais uma Cançao” donde aparece convocado por BEBETO ALVES. Fue semifinalista y finalista en dos ediciones del FESTIVAL CALIFORNIA DE LA CANCIÓN NATIVA de Rio Grande do Sul.
Vagón de OSTRAS
ÍNDICE p1. Nota preliminar / Emiliano Baigorri. p3. De puntín / Ariel Bermani. p5. Tenemos tanto parloteo mental... / Cecilia Inés de Lucio. p7. La curva / Hernán Ronsino. p9. W.F. / Franco Bockzkowski.. p11. El agua de la bañadera / Gabriela Luzzi. p13. Adónde / Silvia Carrero Parris. p14. Talleres literarios / Mario Berardi. p19. Un bostezo americano/ Rafaél Indi. p21. Pata pata/ Pablo Besarón. p23. Meditaciones sobre un cuadro muerto de Van Gogh / Daniel Medina.
Número II, agosto de 2014.
Vagón de OSTRAS
NOTA PRELIMINAR
Se pueden exigir razones para justificar la existencia de una revista. Yo no las tengo. ¿Sirve? No lo sé. Lo digo así, como si fuera Osho: preguntarme por la necesidad de una revista literaria sería, habiendo leído los textos de este Vagón de Ostras Número 2, como preguntarme por la necesidad de los carros de choripán un domingo a las cinco y media de la mañana después de haber consumido varios litros de cerveza y haber bailado hasta transpirarlos gota a gota. Llegado a ese punto, cualquier pregunta se desvanece: me arrodillo ante el tipo del carrito y le digo gracias. Gracias por cortar la lechuga y el tomate, por el corte mariposa de esos choris a todo vapor, gracias señor/a por su hosquedad expeditiva, por el esmero en la variedad de salsas. Pero acá debería estar hablando de ostras y de las redes que las atrapan.
1
Usted ya es un afortunado. Está atrapado en la red y no querrá salirse. Porque al romper el caparazón de alguno de estos textos se encontrará con una de esas perlas que descansan en la profundidad de alguna bahía. Piense, si es ese su caso, en el pescador. Medite sobre las artes de la selección de anzuelos, los cortes, los descartes, la presentación, la envoltura en el papel de diario. Vuelva a pensar en él. Después, póngalo frente al choripanero: tienen que conversar, aunque sea con las miradas. Lea. Siguiendo esta línea de pensamiento discontinuo-aglutinante, me gustaría reafirmar el eje expansivo en el que transcurre Vagón de Ostras. Hay autores de muchas partes: sureños, norteños, del centro, de la capi, de España y de México. Hay algunos experimentados y otros muy jóvenes. Hay chicas y chicos. Hay una fotográfica insistencia que se sostiene
Vagón de OSTRAS
contra la costumbre de un error. Hay alguien que le dice a la muerte “gordita, todo bien con vos” y la convida con un poco de lo que tiene. Está el tono que va y vuelve y se hunde como una avenida luego de una pendiente y una fragmentación demoledora que te impulsa a leer en voz alta. Están la suciedad y la muerte asociadas, sin nostalgia, en el núcleo duro de la memoria. Está lo contenido que descansa inquieto en la base de una garganta, un rugido que juega con los moldes como una fórmula para
romper con un hechizo. Hay una fábula mágica oriental sobre la literatura y el creador-creado que te obliga a suspirar en cada clausura y en cada reinicio. Unas aliteraciones siniestras que te descosen el coco. Está la muerte o un muñeco o un mueble por el que trepa la fragilidad. Hay, finalmente, un devorarse a sí mismo, una meditación y un renacimiento. Todo eso hay. Pero también más. Entonces sé bienvenido. Emiliano Baigorri
2
Vagón de OSTRAS
De puntín _ Ariel Bermani
Al medio y de puntín. Así me enseñaron, cuando tenía nueve años. Mercado, mi primer entrenador, fue el que me enseñó. Cada vez más seguido me acuerdo de Mercado: panzón, con las piernas abiertas y esa mirada de loco que tenía. No hacía falta que te dijera nada. En general no decía mucho, te puteaba nomás. La cara se le ponía roja y los ojos también y parecía que nos iba a romper la cabeza de una trompada si no hacíamos lo que él pedía. Por ejemplo, esto, el penal. Al medio y de puntín. En la cancha auxiliar, que era casi una cancha de potrero, los chicos de la escuela de fútbol de Brown de Adrogué entrenábamos con el aliento de Mercado quemándonos la nuca. Ahora estoy otra vez parado frente a la pelota, mirando el arco, dejando que pasen los segundos, decidido a seguir el consejo de Mercado. Ahora lo veo a Nico, que tiene los ojos clavados en la pelota. Él mira la pelota y yo lo miro a él. No el arco, a Nico, miro. Y él, con la camiseta de Chicago, la que usó el Gomito en el ascenso de 2001, espera que yo me decida de una vez y tome carrera, pero no son los ojos de Nico los que veo, en realidad, son lo de Mercado, y esa imagen me marea, pero tengo que patear porque se está haciendo de noche, el partido se define con este penal y mis compañeros y mis rivales están tirados en el pasto y ya empezaron con la cerveza y creo que sólo Nico y yo, un arquero de cuarenta y ocho años y un defensor de cuarenta y cinco, seguimos con esto. Mientras tomo carrera, pienso que esta vez voy a cambiar, que le voy a romper el arco. No al medio, voy a patear al ángulo. Sólo espero que la pelota no cruce la calle y se pierda en la zanja, como la última vez.
3
Vagón de OSTRAS
Ariel Bermani, narrador y poeta. Nació en el Gran Buenos Aires, en 1967. Desde hace varios años coordina talleres de lectura y escritura en diferentes instituciones. Publicó cuentos, artículos y poemas en numerosas revistas y participó de las antologías de cuentos “Buenos Aires no Duerme”, en 1997, “La Selección Argentina”, en 2000, la “Antología de Narrativa Argentina Siglo XXI”, en 2006 y 2110, y “La Argentina del tercer Centenario”, en 2010. Por su novela inédita Mercado recibió la Segunda Mención en el Concurso de novela corta Julio Cortázar, organizado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en 2004. Publicó las novelas: Leer y Escribir, Buenos Aires, Interzona, 2006 (Segunda Mención en el Premio Clarín de novela 2003; traducida al hebreo y publicada en Israel en 2009 por la editorial Carmel) ; Veneno, Buenos Aires, Emecé, 2006 (Premio Emecé de ese año) y El Amor es la más Barata de las Religiones, hum, Montevideo, 2009. También el libro de crónicas Inochi Wa Takara (”La vida es un Tesoro”); Quinteros japoneses en Florencio Varela, Córdoba, Postales Japonesas, 2010; Y el libro de relatos Ciertas chicas, Buenos Aires, Conejos, 2011. Forma parte del grupo editor del sello “Conejos”.
4
Vagón de OSTRAS
Tenemos tanto parloteo mental... _ Cecilia Inés de Lucio Tenemos tanto parloteo mental que a veces lo único real es la muerte. La mía me acompaña desde que nací o antes me vio crecer, reírme estar en calma y en peligro. Me escuchó llorar por otras desubicadas como ella que se llevaron a mi gente no sé a dónde, pero lejos mío. Sé que me anda rondando se sienta cerquita y me disfruta como hacen las abuelas. Yo le tuve terror igual que a los fantasmas de las películas le esquivaba la vista y pataleaba fuerte cuando la presentía. Pero a ella no la intimidan mis berrinches es más, parece que le dan cierta ternura. Unos domingos atrás la avancé sin histrionismo y era igual que yo exactamente como yo
5
Vagón de OSTRAS
me miró con mis ojos. No pude parar de reírme ¿Tanto huir para esto? Ahora la siento si se pone a mi lado por ejemplo en la plaza y le digo; gordita, todo bien con vos pero no me jodas que estoy escribiendo. Sé que un día se va a acercar para siempre. Sólo espero que cuando eso pase ella también haya disfrutado mi vida.
Cecilia Inés de Lucio, poeta cordobesa.
6
Vagón de OSTRAS
La curva _ Hernán Ronsino
1 Tiene las piernas largas como si fueran dos ríos que se tocan al nacer, en la profunda laguna: oscura, húmeda, misteriosa. Pero también tiene dos palabras que repite siempre, y un tatuaje en la espalda, y unas manos que acarician como si hicieran pan. Y dice que mató al tío. Y camina descalza porque siente a la tierra creciéndole por dentro: dice que la tierra se le mete por los talones, y que le crece al costado de las venas, como los cables, o las rutas, crecieron a los costados de las vías del tren. La tierra la vuelve fuerte, dice, le permite enfrentar los ojos de la gente. Que si no fuera por la tierra, ella, ahora, estaría quebrada como un ombú: loca, dice. Y dice que dejó un hijo recién nacido en un campito de Benítez, hace como cinco años. Las marcas del tiempo las tiene claras. También tiene claras las notas de la cumbia que silba por el medio de la avenida Güemes, cuando la avenida Güemes entra en un declive que parece enterrarse, y no sólo deja de estar asfaltada sino además se llena de recortes de ladrillos, que se supone deben emparejar los pozos de los alrededores de la Cerámica. Entonces ahora me contás un cuento vos, me pide siempre, cuando termina de narrar su historia. Siempre me cuenta su historia. Y después se pone un tronquito de pasto en la boca, sentada junto al arroyo que lleva los desperdicios de los chiqueros y de la Cerámica, que está atrás nuestro, y que en esta tardecita calurosa, la Cerámica, parece un imperio derrumbándose. Y le invento una historia. Le gustan las aventuras de los guerreros y de las princesas.
7
Vagón de OSTRAS
Le gustan los castillos y las brujas. Le gustan los paisajes que, más lejos de estas ruinas, la transporten. Le gustan los tigres. 2 No es de acá, dicen los remiseros de la curva. Vino con los bolitas que levantaron los edificios de la Federación, y se quedó. Vive atrás de la Cerámica, en una tapera impenetrable. Se la ve con perros (les habla a los perros), y se junta con los chicos del monte, que son mucho más chicos que ella, dicen. Ella seguro hijos todavía no debe tener, pero en cualquier momento, de seguir así, ligera, alguien la emboca, dicen los remiseros, sentados en los sillones de mimbre en la vereda de la curva, ignorando la verdadera historia de la chica; ni siquiera pueden imaginar la escena entre las chapas del rancho, en una quinta de Castilla, el tío agarrándola de los pelos, arrancándole la ropa, penetrándola con un oscuro placer en los ojos, y un susurro áspero, constante entre los labios; no pueden imaginar, por ejemplo, los remiseros, cómo fue que, a los seis meses, embarazada, una noche de lluvia en que el tío reincidió, ella, certera, le enterró una cuchilla en el abdomen, con la frialdad con que cualquiera corta un pan al medio; no pueden, tampoco, los remiseros, ver en la cara de la chica, la imagen que la persigue cada vez que cierra los ojos en ese colchón viejo de la tapera, dejando a su hijo – porque le parecía que no era de ella, que había nacido sucio – entre fardos secos en un campito de Benítez; no pueden imaginarla, aunque digan, inventen otras historias, aunque la vean perderse, ahora, silbando por el medio de la avenida Güemes, mientras se bambolea sobre esas piernas largas, como si fueran dos ríos que se tocan al nacer.
Hernán Ronsino (Chivilcoy, Buenos Aires, 1975) es sociólogo, docente de la Universidad de Buenos Aires y escritor. Ha publicado tres novelas: La descomposición (Interzona, 2007), Glaxo (Eterna Cadencia, 2009, traducida al francés, al italiano y al alemán) y Lumbre (Eterna Cadencia, 2013).
8
Vagón de OSTRAS
W.F. _ Franco Boczkwowski
Disculpe, señor, si le digo, como una confesión, que pienso en usted cada tarde, cuando empieza el verano y llega, desde los días pasados o el pasado de los días, un aire lleno de partículas de polvo que se ven en una línea de sol, alocadas, como bailando, idiotas, trayendo cuentos, dirá usted, o algún otro, y usted repetirá, con la sintaxis amplificada de su voz, acallando cualquiera que, como yo, le confiese que conservo, aquí, de usted, una foto en la que se lo ve, si uno se detiene y presta, tranquilo, o entrega, directamente, con paciencia desprendida, la atención a la que nos obliga el artificio de su frase, sentado, inclinado severo, con su actitud de creador, sobre la máquina de escribir, no esperando, sino yendo a buscar, como un minero en su trabajo del oro, la idea que lo lleva a crecer, sin pausa, desde la mínima anécdota hasta el más sinuoso camino que recorra, de la mano, como un ciego, de una niña, por allí, un estudiante con vocación de suicida y espíritu incestuoso, que hizo, a pesar suyo, vender la tierra y el juego para pagar su educación.
9
Vagón de OSTRAS
Disculpe, otra vez, señor, si lo convoco de nuevo esta tarde, e interrumpo, inoportunamente, su fruición de whisky, para ver, como espiando, indiscreto, el instante trabajoso de su creación, y buscar de usted, si no consejo, al menos sí una mínima ración de su desdén, la mano que me empuje y que golpee, expulsando pretensiones, obligándome, atinada, a finalmente asumir, en este momento que espanta y la prepara, una derrota como cuando, implacable, ninguna palabra para ninguna voz llega ni siquiera vanamente a la garganta.
Franco Boczkwowski nació en Presidencia Roque Sáenz Peña, provincia del Chaco, en 1983. Reside actualmente en Córdoba, donde trabaja como docente. Su primer libro de poemas, Razones Personales, ha sido publicado por Editorial Nudista (Córdoba: 2013).
10
Vagón de OSTRAS
El agua de la bañadera _ Gabriela Luzzi
La única luz prendida es la del baño. Por lo que hay que ver, dice el abuelo, pasando su mano por mi cabeza. La abuela, parada a un lado de la puerta del baño, me dice que entre, que tengo que bañarme. Voy arrastrando los pies, dejando caer los hombros hacia delante. Cuando estaba en mi casa, mamá sólo me hacía bañar los sábados, llenaba la bañadera y yo me metía por horas. Después ponía una banqueta frente al televisor y me sentaba ahí. A mí no me gustaba ver la tele. Me tapaba los ojos para no verla, pero no me movía. La abuela ve en mí un tipo de suciedad que los demás no ven. Me dice que tengo que restregarme y me enseña cómo hacerlo. Me meto desnuda sobre el primer charco que se forma en la bañadera y ella pone un dedo en mi tobillo, lo pasa hasta que se forma un gusano grande y otros más chicos. Esto tenés que hacer, me dice, sacar todo esto, ahora pasate vos los dedos. Me siento y paso los dedos mientras el agua sigue saliendo. Voy buscando las partes de mi cuerpo donde puedo producir gusanos y las que van quedando sumergidas. Algunos gusanos se escapan de mis dedos y salen a flote, rodean mis rodillas. Las muevo y ellos se alejan. Al agua de la bañadera se le va haciendo un bordecito. Cuando sacamos el tapón, queda dibujado. La abuela lo ve y protesta. ¿Cómo es posible que no me bañe cada día y ensucie así la bañadera? Me da ropa de ella y pone la que yo tenía en un balde. Su ropa es varios talles más grande que la mía. Me ata un cordón en la cintura. Que espere en el living, dice. La abuela cambia muchas veces de casa. En la anterior había dos perros dogos en el patio. Tenían el pelo blanco, igual que un nene con el que no me dejaban jugar.
11
Vagón de OSTRAS
A esta casa me trajeron de noche. Mantienen los postigos cerrados y no puedo ver bien lo que nos rodea. Me siento en el sillón, donde voy a dormir, mientras ella se baña. Imagino que se pasa los dedos, haciendo el trabajo que me enseñó. Después se baña el abuelo. Siempre está limpio y perfumado. La abuela le cose ropa de entrecasa con retazos de tela que consigue en una fábrica. Para él, dice, eligió color naranja. A mí me prometió una tela floreada.
Nació en Rawson, Chubut, en 1974. Publicó cuentos y poesías en revistas y antologías, entre éstas últimas: 9 Textos intrusos, 2012; Plumas al viento - Escritores de la Patagonia, Neuquén, 2013; Vivan los putos, Eloisa Cartonera, 2013. Lleva adelante el sello de plaquetas literarias “Paisanita Editora”. Escribe en los blogs _losescritosvuelan.blogspot.com.ar y _gacetaluminosa.blogspot.com.ar Presenta una selección de poesía (una por día durante un año) de distintos autores. Su libro de poesías Liebre, saldrá en 2014 por Ediciones VOX.
12
Vagón de OSTRAS
Adónde _ Silvia Carrero Parris
fondos de inversión encajes bancarios guerreros ecologistas rescates y subsidios déficits fiscales fascistas irreductibles índices de desempleo tributos impagos asambleístas biológicos más que PBI mucho PVC estándares disociados surfistas eternos grado inversor tasa demográfica planeadores sin tren de aterrizaje Dónde quedó el silencio
Silvia Carrero Parris nació en Montevideo, Uruguay.
13
Vagón de OSTRAS
Talleres literarios _ Mario Berardi
1 El primer Taller era un fracaso. No había aprendices, ni nada que aprender, ni tampoco la necesidad de hacerlo. Harto de semejante soledad, el Maestro intentó jugar, pero no existía juego alguno. Probó entonces con el canto, pero escucharse a sí mismo no tiene ninguna gracia. Lo mismo con el dibujo, la pintura, la escultura. Se descubrió capaz de crear infinitas formas que no significaban nada. Hasta que se le ocurrió su mejor idea: iba a crear un Aprendiz. A falta de otras referencias, lo hizo a su imagen y semejanza. El hombre se tocó las costillas y lo miró confundido. —Toma nota —ordenó el Maestro— probaremos con la literatura: “Al comienzo fueron las tinieblas, etc., etc., etc. Y todo termina con una gran devastación apocalíptica”. Ocúpate tú de los detalles, yo estoy muy cansado. Al haberse cumplido sus objetivos, el primer Taller fue cerrado para siempre. 2 —Homero, definitivamente no sirves para esto, te falta imaginación. El Maestro se restregaba la cabeza, como si pudiera así borrar de su vista a ese ciego impertinente. Homero sonreía como un tonto en las penumbras. —Pero Maestro, deme otra oportunidad, soy su único Aprendiz. —Necio —masculló el Maestro—, nunca lo lograrás, no sabes escribir. —¿Escribir? Nadie sabe escribir. La escritura no existe.
14
Vagón de OSTRAS
—¡¿Qué no existe?! ¡¿No existe dijiste?! ¡Eso es porque no te lo puedes imaginar! Sólo sabes repetir y repetir esas tontas leyendas que se cuentan por ahí. —¡Las puedo repetir las veces que quiera, Maestro! —replicó Homero, entusiasmado—, es como si pudiera verlas. —Te lo ruego: basta ya de sirenas, de diosas vengativas enamoradas, de monstruos de un solo ojo. Ya te escuché miles de veces. ¿A eso llamas literatura? Es solo buena memoria. Homero, dedícate a otra cosa. De ese modo, el Taller fue cerrado provisionalmente, hasta que se inventara la escritura.
3 Antes de leerle su obra, la Aprendiza dejó caer con delicadeza dos gotas de agua de rosas sobre el papel filigranado, pestañeó tres veces y suspiró una. Después leyó: —“Ella lo miró con sus ojos intensos, brillantes y ansiosos...” —Demasiados adjetivos —observó el Maestro. —“Ella lo miró... intensamente.” —Trata de evitar los adverbios terminados en “mente”. —“Ella lo miró” —dijo ella, y lo miró. El Maestro alzó la vista, aferrado a su profesionalismo. —Falta pasión —sentenció—, verdad en los diálogos, sangre en los personajes, aromas del cuerpo, sonidos del alma, locura impredecible. La Aprendiza, sin pestañear, sonrió largamente. Creía haber comprendido. De un solo movimiento se sacó la blusa y la arrojó por el aire. —Hermosas tetas —confesó el Maestro, y enseguida se lanzaron, con furia, a explorar las infinitas palabras del amor. Casi de inmediato, el Taller fue cerrado por exceso de felicidad.
15
Vagón de OSTRAS
4 El Maestro observó las formas perfectas de ese cuerpo que entraba a su oficina, la pollera ajustada, los tacos. La vio sentarse descaradamente, cruzar las piernas, teñir el cigarrillo con rouge. —Adelante —ordenó—, cuéntemelo todo desde el comienzo. —Quiero aprender sobre el crimen perfecto —susurró la mujer. Tenía una voz áspera, inquietante. —¿Y a quién piensa usted asesinar? —Yo no dije eso —protestó ella con un mohín. —Cobro diez dólares la hora más los gastos. Comience a escribir. Al amanecer, el cuento estaba ya terminado. El Maestro apuró su whisky y leyó. El comienzo era bueno, realmente bueno. No resistió la curiosidad y pasó directamente al final, al párrafo en el que la Aprendiza sorprendía al Maestro asesinándolo por la espalda mientras éste leía. —El crimen perfecto —pensó ella mientras le echaba una última mirada al cadáver— no tiene motivo alguno. Cuando los peritos concluyeron su inútil tarea, el Taller fue clausurado. 5 El tipo llevaba días sin decir palabra. A lo sumo tomaba notas a escondidas. Su ojo derecho parecía moverse por cuenta propia, como si fotografiara detalles aquí y allá. Era el Aprendiz más extraño que pudiera uno imaginarse. —No entiendo para qué viene a un taller literario, debería mostrarme lo que escribe. —Vengo a aprender sobre las personas. —¿Y qué aprendió? —Lo que necesitaba. Ustedes sólo tienen una cosa en común. —¿Ustedes? —rió el Maestro, mientras pensaba de qué modo sacarse de
16
Vagón de OSTRAS
encima a ese bicho tan raro. —Una sola cosa: el miedo. Y por primera vez, el Maestro sintió que el terror le estremecía la piel y las vísceras, un segundo antes de que el Aprendiz desplegara su tentáculo mucoso semi-translúcido y lo devorara con un gruñido que no parecía de este planeta. En cuestión de días, el Taller fue cerrado por falta de humanos. 6 —Escriba algo de una vez —gruñó el Maestro—. Lleva una eternidad ahí sentado sin hacer nada. —Disculpe, no sé qué escribir. —¿Y para qué vino, entonces? —Estaba aburrido, nunca hablo con nadie, no he vivido mucho, me asalta el sinsentido… —Vea, esto es un taller literario, no un grupo de autoayuda. —Pensé que podía hacerme bien. El Maestro se rascó la cabeza. Parecía otro de esos tontos Aprendices sin talento alguno, pero decidió darle otra oportunidad. —Intentemos por ahí —aceptó condescendiente—. Cuente la historia de un tipo al que no se lo ocurre nada para escribir. El Aprendiz esbozó una tibia sonrisa y se concentró en su trabajo. Varios días después, despertó al Maestro y le entregó el pesado mamotreto para su corrección. Tras eternas horas paseando la mirada por hojas y más hojas en blanco, el Taller fue cerrado por aburrimiento. 7 —Nuestra especialidad es la literatura conjetural —aclaró el Maestro—. Así que no diga después que no le avisé. —¿Literatura qué? —preguntó el Aprendiz.
17
Vagón de OSTRAS
—Vamos, escriba, no me haga perder el tiempo. —¿Cómo que “perder el tiempo”? En todo caso, uno podría “perderse en el tiempo”. —¿Usted puede hacerlo? Adelante, lo escucho. —Hubo en el principio un primer Taller, con un primer Maestro y un Aprendiz creado por él. —Así fue. Pero también pudo haber sido todo lo contrario. Sólo son conjeturas. —En efecto. Postulo entonces que en el comienzo hubo un primer Aprendiz que, harto de su ignorancia, creó a su Maestro a imagen y semejanza. —De acuerdo, escríbalo. Cuando el Aprendiz terminó su trabajo buscó al Maestro con la mirada, pero sólo pudo ver su propio rostro satisfecho en el espejo.
Mario Berardi es Licenciado y Profesor en Artes, egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, y ha trabajado en los medios de comunicación como guionista, compaginador y realizador de programas televisivos y documentales. Como docente e investigador ha dictado, entre otras, las materias “Semiótica audiovisual” y “Teorías de la Comunicación”. Publicó el libro La Vida Imaginada (vida cotidiana y cine argentino, 1933 – 1970, Ediciones del Jilguero), en el 2006. Además, ensayos breves y cuentos de su autoría han sido incluidos en diversas antologías.
18
Vagón de OSTRAS
Un bostezo americano _ Rafael Indi
Se haría oscuro allí abajo donde enterraste el miedo demasiado hondo pero aún por encima de la cuerda que ata la luz al ojo felino el neón del lavabo frío antes del crimen Oscuro por parte de los vivos bajo su miseria de anzuelo a mediodía pozos que cierran en un bostezo americano Mientras el escritor escribe y el enterrador concibe un túmulo más grande Preciso sería aflojar el dogal para cavar lentos en la rivera, con agonía se mulle la tierra seca
19
Vagón de OSTRAS
Rafael Indi nació en Sevilla, en 1987. Algunos de sus poemas han aparecido en revistas y fanzines como Fábula, Almiar o Cinosargo; en el Cuaderno de Creación número 13 de la Editorial Palimpsesto y en el blog Las Afinidades Electivas. Obtuvo el primer premio del I Certamen de Poesía Erótica Ánima (2012). En marzo de 2013 concluyó su primer poemario, Un aplauso americano (inédito). Ha participado en el libro Poemas al director. 68 miradas críticas en tiempos de crisis (Soypoeta.com, 2013) Mantiene el blog _animalendisturbio.blogspot.com.es.
20
Vagón de OSTRAS
Pata pata _ Pablo Besarón
“Si se preguntara por qué los hombres desean depositar su vida fuera de sus cuerpos, la respuesta sólo podría ser que, como el gigante en el cuento de hadas, piensan que es más seguro hacerlo así que llevarla consigo.” James George Frazer, La rama dorada
¿Acá?....acá, bebito lindo, bebito bueno, mueve el pata pata, pata que te pata, va por los pasillos, arrastra el pata móvil, se detiene frente al baño, reclina las rodillas, de a poco cola en el piso, estira las manitos, toma la pelota meteorito rebota rebota, risa jadeada, se apoya sobre una caja de juguete grandota, salta y baila, y baila, y baila chuli baila… abre el baúl asiento del pata pata, se pone en la boca la meteorito rebota rebota, la levanta como una antorcha, la mete en el baúl asiento del pata pata, lo cierra, lo abre, lo cierra, quiere pararse apoyando las manitos en el baúl asiento, estira las piernas, hace equilibrio, de pie el bebito, para dar un paso hay que despejar el campo, bebé hace llantito, papápapápapápapá no viene, bebito paradito reclina rodillas, sube y baja, sube y baja, llanto de cocodrilo, papápapápapápapá no viene, se sienta el bebito, levanta el libro de hule, se lo mete en la boca, ve el tamborcito con sonidos, alegría alegría, tamborcito con botones, sonidos y melodía tutututututu…ruuuun… sonido del tambor, que por ser tambor tiene hueco, donde puede entrar meteorito rebota rebota, del baúl asiento saca la pelota, la coloca en el tamborcito, rueda que te rueda, tutututututu…ruuuun… hacia el tamborcito, papápapápapá
21
Vagón de OSTRAS
está ahí, contento el bebito, se acerca a papápapá, que está quieto, en el piso, parece dormido, chulito le levanta y baja un brazo, tira de los pelos de la cabeza de papá, sonrisa y jadeo del bebé, intenta subir al pecho de papápapápapápapá, una rodilla, otra, mejor abajo, estira las manitos sobre el pecho de papápapá, equilibro para estar parado, papápapá que no responde, el ring ring que suena y no responde, y baila, y baila, y baila chuli baila… dónde estará el aparato ring ring, bebito estira las manos, papá tirado sobre el piso, bebito estira una mano y la otra sobre el pecho de papápapápapápapá, hace esfuercito con las rodillas, parado el bebito, papápapápapápapá quieto, chuli paradito, hace un paso con un pie, otro paso con otro pie, sin ayuda, un paso, otro paso, otro más, y otro más, bebito contentito, papá estaría alegre con chuli caminando, aplauso bravo bravo, y baila, y baila, y baila chuli baila… y el ring ring que suena pero nadie atiende, con bebito buscando cosa con sonido ring ring, y papápapá que sigue allí, quieto, en el piso, sin soplo, viejo mueble que alguna vez sirvió para algo...
Pablo Besarón nació en Buenos Aires, en 1974. Es Licenciado en Letras (Universidad de Buenos Aires). Publicó ensayos sobre Homero, Hesíodo, Petronio, Ovidio, Maquiavelo, Shakespeare, Sade, Stendhal, Tolstoy, Conrad, Lascano Tegui, Cortázar y Borges entre otros, en revistas literarias y en publicaciones digitales. Sus escritos sobre elaboración de tesis son una referencia permanente en universidades de España, México, Venezuela, Brasil, Chile o Argentina. Dio talleres literarios y clases de metodología de la investigación. Es asesor de contenidos educativos para diversos emprendimientos universitarios vía Internet. Publicó La conspiración. Ensayos sobre el complot en la literatura argentina (Simurg, 2009) y Efectos Colaterales (Simurg, 2014). _facebook.com/pablo.besaron
22
Vagón de OSTRAS
Meditaciones sobre un cuadro muerto de Van Gogh _ Daniel Medina Rosado Agotados ya todos los sentidos de la espora, toda creciente imaginación azarosa, toda paradoja indescifrable, definida. Acurrucado en dos septiembres sombríos, renazco de las frías crisálidas agonizantes. Renazco una y otra vez en la estación púrpura. Y mis manos son planetas no fundados, de alineadas personas que habitan en los cascarones. Agotado ya El material fluctuoso de la célula. Vidrieras de parásitos y miro al agua curva con su hablar espontáneo. Las hojas no responden al llamado de la bruma. Dicen sus líneas que son mudas o trastadas, que están locas. Locas las hojas, las esporas.
23
Vagón de OSTRAS
Y la luciérnaga de la mañana me intimida tras una noche de espanto. Estoy lejano. Como aletargado en una rama me devora una manzana fresca y me voy haciendo… Creando poco a poco imaginario.
Daniel Medina Rosado nació en Mérida, Yucatán, México en 1996. Cursa estudios en el Centro de Educación Artística “Ermilo Abreu Gómez” en el área de Literatura. Ha publicado Cuando se está solo (microrrelato) en una antología a cargo del sitio Diversidad Literaria.
24
Vagón de OSTRAS Número II, agosto de 2014. Archivo y contacto / vagondeostras.tumblr.com En Facebook / facebook.com/vagondeostras Todos los textos e imágenes aquí reunidos fueron expresamente cedidos por sus autores para esta publicación. No hecho ningún depósito ni registro que exija la ley.
Esta revista está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.