Cinegrafía

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revista de cine y literatura

Selección de textos literarios Taller de Escritura Creativa 2021

Valeria Muñoz V.


Cinegrafía Revista de cine © 2021 Selección de textos literarios Taller de Escritura Creativa Valeria Muñoz Vásquez 2021 Primera edición digital: julio 2021 Todos los derechos reservados © 2021 © De los autores © Del prólogo © De los textos Editora: Valeria Muñoz Vásquez Corrección de estilo: El Farolero Ediciones Concepto gráfico, diagramación, portada: Esmeralda Bolaños El Farolero Ediciones De las Brevas E9-20 y Av. El Inca No se permite la reproducción total o parcial de este libro sin permiso previo y por escrito de su autor.


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revista de cine y literatura

Selección de textos literarios del Taller de Escritura Creativa 2021

Valeria Muñoz V.


La lucidez de lo

irracional

Un perro andaluz Título original

Un chien andalou

Año

1929

País

Francia

Guion

Luis Buñuel, Salvador Dalí

Dirección

Luis Buñuel

Reparto

Pierre Batcheff, Simone Mareuil, Salvador Dalí

Género

Drama, cine experimental, surrealismo

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Las imágenes de un perro andaluz Por: Ariana Valenzuela

“Me encantan los sueños, incluso cuando son pesadillas, lo cual suele ser lo habitual. Mis sueños están a rebosar con los mismos obstáculos, pero no importa. Mi pasión loca por los sueños la compartía con los surrealistas. “Un Perro Andaluz” nació del encuentro entre mis sueños y los de Salvador Dalí…” Luis Buñuel

El ojo de una mujer cortado por el medio (al mismo tiempo que una nube) es la metáfora perfecta de la existencia de más de una sola realidad. A partir de esta primera escena con la que se abre Un perro Andaluz, su director Luis Buñuel involucra al espectador con un submundo: el mundo de lo surreal, del sueño, aquella otra realidad que existe y a veces está oculta en lo más profundo del ser humano. Aunque la película podría tener muchas interpretaciones, este filme es la representación de la mente contestataria y que rompe los esquemas tradicionales de la narrativa visual y de la ética que rige el espacio social, no solo de inicios de siglo, sino también de nuestros días. En cada escena presentada, sin aparente orden, se habla de los grandes males del hombre y de la mujer: el amor (porque Un perro Andaluz, puede ser considerada una historia de amor truncado); los prejuicios sociales respecto a la sensualidad y los deseos sexuales; la carga pesada de la religión y la ignorancia (sino basta ver la escena en que un hombre arrastra el peso de un piano con un burro muerto, y a dos sacerdotes, entre muchos otros pesos sociales); e incluso, puede ser considerada la película de los sueños más profundos que brotan del inconsciente de los que nos pasamos parte de la vida durmiendo para ser más felices. La irracionalidad es la constante en toda la película, esa irracionalidad heredada del surrealismo y que a momentos es abrumadora por tanta imagen que desconcierta. Si aún, en la actualidad esta obra de arte causa conmoción y desconcierto, en la época de su estreno debió haber movido el piso en lo político, social y religioso. Los simbolismos son variados en medio de toda esa trama inusual. Las hormigas que aparecen en la mano (constantes en la obra de Salvador Dalí) también vinculan al receptor con la angustia, el nerviosismo y la intranquilidad; la polilla como símbolo de la muerte; el piano como

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símbolo, tal vez, de lo clásico o de la aristocracia; o los mismos burros que aparecen como símbolo de la decadencia e ignorancia. Igual que en un sueño, el espectador se enfrenta a varios espacios y personajes que se entrelazan y nos llevan a la construcción de una posible historia, pero que luego se difuminan para deconstruir todo lo posible. En ese sin razón radica precisamente la fortaleza de una película que se ha convertido en un clásico del cine (de seguro eso no es lo que quisieron Buñuel y Dalí), y ahora en una de las películas que más estudios o análisis propicia. Este filme da una bofetada a los convencionalismos sociales establecidos desde épocas remotas y tal vez siempre sea considerada una obra de arte polémica; pero ante todo una obra que obliga a ver más allá de la realidad conocida, que empuja al espectador a verla una y otra vez para tratar de entender la vida.

Me quedo con las imágenes surrealistas, subversivas y provocativas para siempre.

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Textos desde la irracionalidad El suspiro optimista de un payaso pesimista Por: Santiago Ederer

Salía sangre menstrual sin cesar del tubo de escape del bus. Las camillas hechas de papel incomodaban a Aureliano que al voltearse veía a una mujer metiéndose toda la pierna de su novio a la boca. Del hueco salieron escorpiones que lo picaron hasta el escenario. Los actores se escupían leche y el guionista paseaba su dedo por su ano mientras suspiraba de placer. La ginebra se agotó de la caja y solo quedaban rastros de olores. Aureliano salió del bus y en la plaza había huelguistas entrando al desagüe mientras la policía orinaba en la zona azul. Aurelio sacó un queso de su bolsillo que se tornó en una petaca llena de aire. EXTERIOR. DÍA Los soldados detienen a Aureliano y lo llevan a las afueras del desierto. AURELIANO: Olvidé la petaca. SOLDADO 1: ¿Dónde? AURELIANO: En la playa. EXTERIOR. DÍA PLAYA Aureliano está frente a la mujer que tiene ropa interior de látex que es devorada por bolas amarillas. INTERIOR. DÍA. DEPARTAMENTO Un señor camina, un carro lo atropella. El señor se eyecta a la ventana y Aureliano ríe. SIRVIENTA: Yo no limpio eso. Aureliano entra a su cuarto y se escucha un coro en su closet. Del closet salen veinticinco niños desnudos perseguidos por un cura. El teléfono vibra. Aureliano sale del departamento. INTERIOR. SALA DE CINE La explosión de Hiroshima es proyectada y todos los espectadores están dormidos.

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INT. SALA DE PROYECCIÓN Aureliano ve a cuatro hombres desnudos corriendo en círculos y gritándose mientras se amenazan con un puñal. Aureliano sale y se olvida de su nombre. EXTERIOR. DÍA. PATIO ESCOLAR Cinco mujeres que tienen en el pecho la calcomanía de rechazado, persiguen a Aureliano gritando amenazas. Aureliano tropieza con el cemento y mira desde arriba los pantalones de látex en el suelo. INTERIOR. CAFETERÍA. Los pantalones son arrojados al inodoro por un viejo que se dedica a ver el inodoro del baño de mujeres con un hueco. Aureliano pide un ceviche y una cerveza de azufre. Los asesinos desmenuzan el cuerpo de unos turistas y hacen batidos. EXTERIOR. PLAZA. NOCHE Los vagabundos besan el suelo. AURELIANO: ¿Por qué? VAGABUNDO 1: Es el piso 15. INTERIOR. CUARTO DE AURELIANO Aureliano ve cruces baratas llenas de semen y sangre. EXTERIOR. ESPACIO Los meseros preparan el omelet de brazos.

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Color miel Por: Ariana Valenzuela

El sol alumbra y las estrellas se ponen. Un día anochecido se deja ver y cae como las hojas de un manantial en la oscura selva del goce. Los destellos de árboles emanan agua. Por su corteza se deslizan y se vislumbra una pequeña sonrisa que, muy de vez en cuando, sana. Sana a todo aquel que ríe a todo aquel que llora, pero nunca calla. ¡Oh pequeña voladora! Llega ya a este lugar de viento que no corre si no es tras la brisa y que no ama si no es al momento. ¿Qué se hace ahora? Los ríos cesaron y los cielos de miel se teñían. No cabe duda del suceso, pues un muchacho de pie mantenía las trabas duras de un camino que dejaron sin piso a la cordura que no encontraba retorno: simplemente, se perdía. Y así con el caminante, la montaña aparecía. No eran mares, no eran selvas, solo personas escondidas. Sin más, así es la vida, o el simple día a día, llevando pasajeros robustos en andenes de la difícil maestría.

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La colérica paciencia, parecía ser una amiga, entre subidas de bajada y bajadas para arriba. Contadas eran las ganas que nuestro muchacho mantenía: apurado y sin prisas la muerte lo seguía. Lo seguía desde que los ríos cesaron, y los cielos de miel se teñían, desde que no cabía duda del suceso, pues el muchacho de pie mantenía, un camino sin retorno, y el amor de su vieja amiga.

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Ocaso de oscuridad Por: Arlet Cabrera

Un lunes, dentro de una taberna, su piel se derretía a fuego vivo, dejando a plena vista su hueso, mientras su compañero se lo comía, cual cerdo con vegetales podridos, sin conciencia, cegado por el hambre y el vicio a querer más y más. Una mujer pegó un grito retumbante, desperté y la vi corriendo desnuda por las calles del pueblo, cuando de repente cayó, se golpeó la cabeza y en seguida se levantó, maldiciendo al mundo, a las personas de su alrededor, a la vida y a la muerte por no habérsela llevado ese mismo instante, esas fueron sus últimas palabras ya que el gobernante del pueblo se había pegado un tiro. En la noche, Ivette regresaba a su casa sola, por los callejones desolados y obscuros, sintiéndose extrañamente cómoda. Cuando llegó, se quitó los zapatos, encendió la tele y se dispuso a ver su programa favorito, sin embargo, ella no sabía que su esposo iba a llegar borracho como siempre, y esa sería la última vez que lo haría. Hasta que lo vio en el programa declarando que había mantenido relaciones con el cadáver del hermano e Ivette empezó a desesperarse ya que la sustancia que tenía en su sistema empezó a hacer efecto. Mientras el jinete iba vestido con suma elegancia y con una nariz de payaso, el barro y estiércol de caballo salpicaban sobre su terno, su pelo y su cara; así fueron desvaneciéndose repentinamente las capas de maquillaje que llevaba puesto. Tras leer el poema que su nieto le había escrito, sintió un asco hacia la sociedad en la que vivía, de repente, vio cruzar la calle inquietantemente a una niña, pues se trataba de su padre que había sido atacado por un civil, cuyo bebé fue abandonado en un carruaje guiado por perros. Al entrar al pozo del ayuntamiento, los huérfanos se percataron que las ratas salían por docenas de la casa de su abuela, de los baúles, de los barriles sin fondo, donde estaban los restos de la comida desperdiciada del mes. El gato trepó por las cortinas y se agarró de un estante de madera que yacía en medio del terreno, la abuela agarró la cuchilla de afeitar y poco a poco empezó a remover sus cejas y vellos faciales como era costumbre en aquella posada.

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Se olvidó de todo, de quien era hasta que acabó, había quedado completamente calva. Abrió el cierre de la espalda de su nieto y salieron insectos. Un señor que pasaba por el lugar vio a los insectos y se los empezó a comer hasta que se apoderaron de él y empezaron a salir de su boca, oídos y nariz, todo esto mientras el abogado pintaba una mariposa.

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Una desquiciada equivocación Por: Julieta Troya

Me siento atrapado, es una caja de fósforos. Todo es muy oscuro y opaco. Mis manos sienten el violeta del frío penetrando los agujeros. Pero, extrañamente no quiero salir de aquí, no quiero. Fue el peor día de la noche de mi vida. Mis pulmones se habían cerrado y no podían reaccionar, No concebía lo actual. Los vestidos, todos negros, empezaban a caminar. Las calles se inundaban rápidamente, con las lágrimas incesantes del cielo, que lamentaban su desquiciada equivocación. Él bajaría las escaleras a aquel ardiente sótano del universo. Pequeños saltamontes corren por mi nariz, mucha tierra cae sobre mí, quiero gritar, ver sangrar mi voz, pero escuchar mi verdad. Pero me arrepiento al recordar. Se cierran las persianas de mi rostro, Ya estoy en otro lugar. Corro encima de los trenes infinitos. No quiero parar nunca más.

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Significado Por: Francisco Canchig

¿Qué es lo que define la infinidad? La oscuridad siempre estará definida por la luz, y la luz siempre estará definida por la oscuridad. ¿Qué es la vida? La conciencia es la parte fundamental del ser humano que no entendemos cómo o dónde se encuentra hasta la actualidad ¿Qué es la muerte? ¿Cuándo fue que el ser humano se volvió un ser que piensa? ¿Por qué pensamos? ¿Qué es lo que hace lógico a un pensamiento? Las religiones dicen que Dios creo el mundo y al ser humano. Los seres humanos dudamos y tememos. El temor es una reacción natural ante lo desconocido. ¿Qué es lo desconocido? Los seres humanos viven en grupo y dejan de lado lo desconocido. ¿Qué es lo “conocido”? Los libros de historia narran todo lo que ha pasado y lo que han hecho los seres humanos en el pasado. ¿Qué es el pasado? Actualmente la mayor cantidad de gente ha sufrido un cambio drástico cambio en su estilo de vida. Siempre es posible encontrar una solución, pero ¿qué es una solución? Los problemas siempre son planteados para que alguien resuelva. Darle sentido a la respuesta a un problema genera conflictos. ¿Por qué?, ¿cuándo? ¿dónde? Futuro, presente, pasado. Planetas, estrellas, asteroides. Personas, animales, plantas. Volvamos, las personas con escaso conocimiento son llamadas “tontas”. ¿Qué es un sabio? Todos somos tontos, el tonto es como el cero. Todos iniciamos en cero. ¿Entonces que es la infinidad?

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Evitando el foco del final Por: Ariana Torres

Gritos insonoros brotan de la ciudad, silencios oscuros del pasillo arrastrando su túnica evitando el foco del final. Llorando sale de la puerta, las semillas caen en sus pies. Corre y corre mientras el pasto crece; en segundos llega al foco. Detrás del marco se queda. Los fuegos pirotécnicos salen, la chispa lo busca, él no lo logra. Acostado en el pasto descansa, el gato ronronea a su lado. El frío viento le llega. Se acabaron las oportunidades.

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Irracional Por: Lorien Beltrán

Una mano delicada, una perilla ensangrentada. La mujer fuerza aquella puerta, pero no consigue que esta ceda. Llega un doctor y la observa: se presta para ayudarla. La mujer lo mira desconcertada y pronto aquel vestido que ella llevaba cae al piso como si nada. La alta figura de la mujer ahora es algo que nunca fue. Se empiezan a escuchar unos llantos de bebé y debajo de aquella tela se ve una pequeña criatura. El doctor la desenvuelve de su cobertura y la carga dándole la bienvenida a esta nueva aventura. Pero la pequeña no para de llorar y el doctor no aguanta más. Afortunadamente, llega una señora: acompañada de un hombre que el esposo podría ser. Ella toma a la bebé y el doctor vuelve a su trabajo inicial. El de esa cerradura poder destrabar mientras el esposo de aquella señora mira a la bebé con una seriedad que no tiene inicio ni final. Pronto la criatura para de llorar y de los brazos de la señora logra escapar. La señora la busca sin cesar y el esposo no hace nada más que observar hasta que se escucha algo proveniente de un rincón: una risa llena de amor y comprensión. Todos se quedan envueltos en aquel escenario y un triciclo rojo sale de aquel lugar desolado. El esposo lo mira con desaprobación. El triciclo debía ser de color rosado, pero deciden ocuparse del objetivo inicial: aquella puerta poder destrabar. Afortunadamente, un hombre llegará y de la misma edad de la primera mujer parecerá. Ahora él se encargará de que el triciclo sea rosado

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mientras que los demás intentarán destrabar aquel misterio encerrado. El hombre tiene una gran oscuridad en su mirada, pero la sabe disimular más que nada. Nadie más que la mujer desaparecida lo podrá conocer como realmente es. Se aproxima sigilosamente al triciclo sin que nadie lo pueda ver, pero cuando se lo va a llevar, el triciclo deja de ser lo que alguna vez fue y aquel brillante material se convierte en un lago de lágrimas que a todos quiere arrastrar de aquella perilla se sujetarán y con más fuerza la intentan destrabar hasta que en aquella puerta una mariposa negra se logra posar. Su mal augurio tensa a todos los que están que conocen su significado espectral. Así que los tres hombres la deciden asesinar. Cada uno la golpea sin cesar y a pesar de que ya se escucha un crac. Lo hombres no quieren parar. Un líquido negro sale del pequeño ser y pronto pequeñas hormigas la empiezan a carcomer. Entonces aquellas lágrimas de mar a un toro rojo se empiezan a tornar y la mariposa fallecida es arrastrada por esa corriente que baila sin cesar. Todos se empiezan a alarmar porque saben que aquella corriente se los llevará. El doctor, la señora, el esposo y el hombre se justan para la cerradura poder liberar. Con todas sus fuerzas empiezan a jalar y cuando piensan que ya es su final, la puerta se abrirá y ante un increíble escenario se encontrarán coronado por un suave relieve y forrado de un brillante verde. El prado muestra su encanto y encima de la copa de un árbol yace la mujer del inicio riéndose y disfrutando de su libertad la que ya nunca más perderá.

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Colores en la nada Por: Zoe Parra

Todo está al revés. No hay gravedad en la Tierra, pero hay gravedad en el espacio. El cielo no es celeste, es como el color de la galaxia. La galaxia es naranja rojizo como los atardeceres en la Tierra. Siento que mi corazón se sale de mi pecho. De repente abro los ojos y no veo nada. Todo es negro. Han pasado unos minutos y veo luz. Desorden y catástrofe. Veo piezas que salen volando por la ventana. Pero veo que caen. Hay gravedad. Estamos en el espacio. Ahora siento que me jalan y, bruscamente, me empujan. Caigo. Otra vez no veo nada. No hay nada. Solo colores cálidos. No sé a dónde caigo. Nada. Sombras. Luces. Negro.

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Escribiendo desde los

sentidos

azul Título original

Trois couleurs: Blue (Three Colours: Blue)

Año

1993

País

Francia

Guion

Krzysztof Piesiewicz, Krzysztof Kieślowski

Dirección

Krzysztof Kieślowski

Reparto

Juliette Binoche, Benoît Régent, Florence Pernel, Charlotte Vêry, Hélène Vincent, Philippe Volter, Claude Duneton, Emmanuelle Riva

Género

Drama

Banda sonora

Zbigniew Preisner.

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Un ensayo de tres colores Por: Santiago Ederer

Los tres colores de Kieślowski que, suponen, representan la bandera de Francia, irónicamente tocan temas universales desde diferentes países. Sí, es cierto que la primera película está ambientada en Francia, pero cabe recalcar que Color Blanco ocurre en Polonia y que Color Rojo ocurre en Suiza (la última también está en francés y que lo único usado para distinguir ambas naciones, es el color rojo con la cruz blanca, diferentes menciones a Suiza como localidad y las tiendas que tienen a la bandera entre sus estantes). Las ideas que toca Kieślowski son las siguientes: la muerte, el deseo y la intimidad. Las ideas van en el mismo orden de las películas: Azul (1993), Blanco (1994) y Rojo (1994). En este texto se explorarán las ideas planteadas en las películas y se plantearán sub ideas de cada película. Algunas ideas serán apoyadas por el filósofo Jean-Francois Lyotard en la primera de sus cuatro conferencias de ¿Por qué filosofar? Finalmente, Kieślowski es capaz de tocar las tres ideas mencionadas a través de una manera técnica y estilística a lo largo de sus tres metrajes. El color azul ha sido retratado como un color asociado a la tristeza, a la decepción y a sentimientos sin palabras que van de la mano con el anhelo y la nostalgia. Julie, protagonista de la primera película, es una madre que pierde a su hija y esposo en un accidente de tránsito. A lo largo del metraje se ve su lucha con su pérdida y sus intentos de realizar una vida cotidiana. Lo curioso de esta película es que no hay una historia explícita porque después del accidente, el espectador se ve hundido en una vida cotidiana llena de problemas que a veces son más interesantes que otros. Desde tratar de evitar que saquen a una prostituta del edificio, hasta el intento de terminar la última composición de su marido. Entonces, la idea de la nostalgia se ve en el estilo de la narrativa que muestra un peso en la vida cotidiana de Julie. Pero también se ve la manifestación de la nostalgia a través del color azul que en un nivel técnico es usado en todas las oportunidades que tiene como la monótona niebla, la blusa de Julie, la piscina en que se ahoga e incluso en la tinta del esfero con que es terminada la sinfonía. Finalmente se ve que Julie supera cualquier obstáculo ya que lo ve mucho más leve que la muerte, como su encuentro con la ex amante de su marido a la que no le tiene ningún rencor y a la que incluso le otorga la mansión que tuvo con su marido.

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El color blanco es uno de los que tienen un potencial oculto porque no se le analiza seguido e incluso se le determina como a un color sin fuerza. Pero Kieślowski logra dar un significado muy fuerte en el blanco que es el deseo (el deseo está generalmente asociado con el rojo, pero esto se debe a la sexualización que se le ha dado a la palabra al punto de volverlo un sinónimo de erotismo) y este deseo se mezcla con la idea de la pureza absoluta. Platón decía que hay apariencias e ideas y que algo bello no es tan puro como la idea de la belleza. Es así que, el protagonista Karol retrata a su poderosa ex esposa Dominique como la belleza pura. Cuando Karol se divorcia y tiene que volver a Polonia, su país natal, comienza a tener un deseo extremadamente fuerte hacia Dominique. “Mi mujer me ha puesto la maleta en la puerta… y aquí me tienes. Y sigo queriéndola, aún más que antes” (Kieślowski, 20:15). Estas palabras de Karol muestran lo que es el deseo más puro y nítido. “Quien desea ya tiene lo que le falta, de otro modo no lo desearía, y no lo tiene, no lo conoce, puesto que de otro modo tampoco lo desearía.” (Lyotard, p.4). Por lo tanto, Karol cumple con las características dichas por Lyotard al querer más a su ex esposa cuando está ausente. Parece que cuando Dominique no está junto a Karol, su belleza está por todas partes como la estatua encontrada en la estación de metro que es robada por Karol y que lo acompaña en su vida cotidiana desde Polonia. También se ve que Polonia es un país puro y a la vez sucio (como Eros que está muerto y vivo al mismo tiempo: “No es por naturaleza ni inmortal ni mortal, sino que en el mismo día unas veces florece y vive, cuando está en la abundancia, y otras muere, pero recobra la vida de nuevo gracias a la naturaleza de su padre. Mas lo que consigue siempre se le escapa, de suerte que Eros”. (Lyotard, p.5) ya que la nieve representa la pureza en sí, junto a la ciudad que se desarrolla después de haber salido del comunismo; mientras que el humo, el crimen organizado y las tranzas hechas por los personajes muestran una impureza total. También se ve a un personaje que ayuda a Karol que muestra tener deseo por la muerte, pero cuando siente el disparo de una pistola descargada, se retracta a seguir vivo y en vez de morir, seguir anhelando la muerte. De hecho, este personaje ni siquiera es capaz de realizar el acto y por eso contrata a Karol para que lo haga.

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Un aspecto técnico que muestra al deseo no solo es el uso de los colores, sino planos como el de la maleta del principio que no muestra lo que hay adentro o el intercambio final de miradas entre Karol desde sus binoculares, hasta un primer plano de la cara de Dominique desde los barrotes de la cárcel que dibujan una sonrisa o incluso un sometimiento nunca visto en la película. Se puede concluir que el color blanco representa el deseo más puro en el ser humano y que este está lleno de contradicciones al tener esa condición de presencia que al mismo tiempo es ausencia. El color rojo (como se ha mencionado en el anterior párrafo), ha sido muchas veces conectado con el erotismo y el deseo, pero ¿cuál es la sensación que causa? El rojo puede ser visto como un color desnudo, que destapa a cualquiera y que es atractivo, pero al mismo tiempo, el rojo es un color que oculta; por eso va conectado con el erotismo porque lo muestra todo al no mostrar todo. Este color puede parecer contradictorio, pero no lo es; la palabra que encapsula todas estas interpretaciones es la intimidad porque la intimidad significa una posibilidad de mostrar o de no mostrar. La película Rojo es una constante condición de intimidad. Desde el juez retirado que interfiere en las llamadas de sus vecinos, hasta las infidelidades sospechadas y actuadas dentro de la pareja principal. El rojo está presente en el color de los carros, en una mayoría de locales, en el teatro donde Valentine desfila y en el magno ferri que termina en un accidente que casi mata a los personajes principales de las dos películas anteriores junto a Valentine. Lo más destacable del metraje es que la intimidad no se limita a lo sexual, sino que está presente en la toxicidad que tiene el novio de Iréne, el desamor secreto que el juez trata de ocultar y la falta de intimidad que tiene Valentine para mostrar su cara en diferentes anuncios (que es rechazada desde la extremista perspectiva de su novio). Uno de los aspectos técnicos que más se destaca entre toda la trilogía es un plano de Valentine después de sobrevivir al accidente en el que es capturada en las noticias con la misma cara y fondo que fue mostrada en uno de sus anuncios más grandes; ese simple plano pudo haber mostrado un presagio discreto e innovador.

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Se puede concluir con que Rojo no solo muestra una intimidad marital (que es lo más simple y usado), sino que muestra a la intimidad como a un aspecto universal que puede estar presente en todo momento. En conclusión, Kieślowski demuestra que un metraje no tiene que ser necesariamente actuado de manera excesiva, sino que las imágenes y sus combinaciones pueden decir más que los diálogos y que incluso esta manera de comunicar es más discreta y misteriosa. También se puede apreciar que los valores de la bandera francesa han pasado de ser un significado nacional basado en la historia francesa, a ser un símbolo universal que explora el deseo humano junto a sus derivados.

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Neblina Por: Ariana Torres

La sala con paredes blancas estaba en silencio absoluto cuando el teléfono comienza a sonar. La señora atiende con calma mientras que escucha el canto de un ave por la ventana. La señora grita desconsolada mientras su hija se acerca pálida temiendo por la respuesta. —¿Qué pasó? – pregunta la hija, mientras sus oídos se llenan de un sonido agudo. La señora regresa a ver a su hija mientras las lágrimas brotan de sus ojos y la hija pálida se tira al piso gritando de impotencia. Una niebla comienza a cubrir la habitación mientras que la hija escucha otros gritos desconsolados a lo lejos. Su cuerpo deja de funcionar mientras la niebla cubre por completo el lugar. El canto de las aves se vuelve más fuerte mientras todos los teléfonos de la casa comienzan a sonar. Los viejos amigos llegan a la sala llenos de lágrimas y sudor. Alejados de la realidad comienzan a platicar del gran hombre mientras que la hija sigue envuelta por la niebla con los gritos de las aves alrededor. La sala abandonada queda mientras todo el ruido se disipa y la familia se queda inmóvil. Sus cuerpos sólo son impulsados por espasmos. Pasó un mes cuando y todo se creía superado. Las aves volvieron a cantar en la ventana anunciando otro día con neblina.

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Memorias de dolor Por: Zoe Parra

Siento que ya no circula sangre y empiezo a entrar en calor. Siento mi cara arder y creo que está roja. Se me dificulta respirar. Sé que mi hermana puede oír mi corazón y respiración acelerados. Empiezo a inquietarme un poco y luego entro en pánico. Mis pensamientos vuelan por mi cabeza, pasan todas mis memorias, frente a mis ojos y yo solo trato de observarlas con atención. Puedo oír las risas de esos recuerdos alegres, pero con los sollozos y gritos desesperantes de fondo de mi hermanita y pronto me desespero y me lleno de culpa y me arrepiento. Me toco la cara y siento mis frías manos y luego las miro llenas de sangre de un rojo brillante. Miro por última vez a mi hermana y se oye mi último respiro.

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Naranja Por: Arlet Cabrera

Un domingo por la tarde, Samuel jugaba con su hermana menor en el prado lleno de hojas de otoño regadas por el suelo, gastadas por el tiempo, corriendo, saltando, disfrutando, mientras el sol se escondía entre las montañas haciéndose notar con su último rayo de luz tinturando el cielo de naranja. Cuando el sol se escondió tomaron sus bicicletas y siguieron rumbo a casa. Al llegar, su mamá preparaba la cena y su padre leía un periódico a los pies del fogón con un tabaco en la boca inundando la casa con su fétido olor. Samuel fue a lavarse las manos y regresó para poner la mesa, el pastel de zanahoria estaba listo; en seguida, preparó té rojo caliente a petición de Victoria, su hermana, como era tradición por su cumpleaños, mientras ella esperaba plácidamente en la mesa del comedor, tomaron el té, y se acabaron el pastel; poco a poco la llama de la hoguera se desgastó hasta que solo quedaron cenizas y carbón. En la madrugada, Victoria se levantó, lavó su cara y salió a caminar por el bosque, a lo largo de su paseo, las hojas seguían cayendo de los árboles, formando una almohada de tonos fuego por todo el piso y cada vez que daba un paso, sentía el crujir de las hojas secas bajo sus pies. Llegó a la frontera, hasta donde le estaba permitido pasar, donde el río dividía el camino entre el bosque y un pequeño y desolado pueblo que se escondía entre la floresta al otro lado. La curiosidad había ganado y fue ahí cuando cruzó el río sin pensarlo. Victoria alcanzó a ver el amanecer y al sol poco a poco saliendo con sus rayos de luz naranja y dorada, ella sentía que su ropa mojada pesaba más y más. Se adentró en aquel pueblo y notaba que todos lucían unos extraños sombreros de copa, decorados con orquídeas naranjas. El comportamiento de aquellas personas era extraño y al instante en que ella entró, la miraron de una manera peculiar, y se agolparon a su alrededor. Victoria escuchaba gritos de los individuos del pueblo hablando en un lenguaje extraño, tal vez nativo del lugar, y pudo distinguir entre tanto murmullo la frase “está aquí”.

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Una extraña formación de nubes se abismó sobre ellos, pintando el cielo de un naranja más intenso y con toques ámbar, guiaron a Victoria, sin palabras, a una extraña choza decorada con hojas secas recolectadas por los habitantes, estaban por doquier, pegadas en las paredes, utilizadas como cortina en las ventanas haciendo que dentro de el lugar esté inundado con matices de fuego otoñal. Victoria estaba asustada, sin embargo, no podía pronunciar ni una sola palabra y, aunque intentaba hablar, incluso gritar, no se podía escuchar a ella misma. Llegó a una habitación y lo único que descubrió fue una cama llena de girasoles con alguien recostado encima y sobre el espaldar, una placa de hierro con un grabado inscrito, 1964-1979. Al leer eso, Victoria se sintió confundida, el primer año coincidía con su año de nacimiento y el otro, era un año antes a la actualidad. Se acercó para observar claramente quién era y percibió un rostro similar, como reflejada en un espejo, ahí estaba ella. Sintió una extraña sensación y un intenso impulso a tocar su mano, al momento en que lo hizo, ahí estaba ella, acostada sobre la cama de girasoles, con sueño, cansada de todo, podía distinguir vagamente las siluetas de gente a su alrededor, el cuarto naranja, las hojas y las orquídeas. Sus ojos pesaban profundamente, poco a poco los cerró, dio su último suspiro y al hacerlo escuchó a todos en un unísono eco eterno: Aquí yace la reina de girasoles.

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Grises Por: Ariana Valenzuela

La mujer de limpieza y un hombre se encuentran hablando frente a una habitación cerrada. —¿Dónde ubicamos los juguetes señor Burdual? La mirada del hombre, al que le dirigía la palabra aquella mujer, parecía ensimismada. De repente una lágrima rodó por sus mejillas. —Fue un accidente ©dijo el señor Burdual. —No tiene que justificarse, no fue su culpa. —Pero… (su voz parecía temblar). He matado a mi hijo. —Señor, no es su culpa. Todos aquí sabemos cuánto lo amaba —dijo la mujer. —Lo amaba tanto que terminé con su vida ¿Curioso no? —No se castigue así, no lo merece. El señor Burdual tomó su arma, la cual reposaba sobre el grueso borde de una ventana. Una segunda lágrima rodó por su rostro, el cual se mostraba envejecido por el paso de los días. La tarde comenzaba a caer lentamente y el cielo poco a poco se tornaba gris. —Estaba limpiando mi arma. De haber sabido lo que sucedería nunca la habría traído a casa. —Señor… —De repente casi cae al suelo. Yo alcancé a agarrarla, pero… -su voz se quebró, mientras sus ojos transmitían el dolor de la muerte- En un abrir y cerrar de ojos la bala cedió, y dio en su pecho. De repente todo en mi se desplomó. —Señor, no diga eso. Usted… El sonido del plomo inundó la habitación. En ella, una mujer con la mirada perdida se mantenía en pie, el gris iba perdiendo su color.

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Cuento negro Por: Lorien Beltrán

Narrador: La noche está inundada en un sueño eterno, parece infinita, tanto que Fiora siente que la va a consumir.

¡Pam, pam pam! (el corazón de Fiora se escucha retumbar por toda la casa).

(Fiora dirige su mirada hacia las estrellas y habla con ellas).

Fiora: Mis luciérnagas nocturnas, siento una mala premonición, ese sentimiento tan insoportable que no me deja cerrar mis ojos en paz, la incertidumbre de la noche me ahoga… ¿Nunca han tenido esa terrible sensación que retumba en su cabeza y no los deja respirar?

(Se escuchan voces en discordia, Fiora inmediatamente se levanta de su cama y sus pies descalzos caminan torpemente por la oscuridad, intentando hallar una luz que la ampare).

Lionel: ¿Qué haces?... se dirige a la persona que se va tras la puerta.

(Lionel mira fijamente a la puerta mientras sus ojos reflejan derrota).

Fiora: ¿Qué sucede?

(Lionel ignora la presencia de Fiora y procede a llamar a René).

Lionel: ¿Aló? René, tú hermana lo hizo, no pude detenerla… Fiora: ¿Papá qué está pasando? Fiora jala los pantalones cafés de su padre intentando captar su atención. Lionel: Ahora no Fiora, ve a dormir a tu cuarto.

(Derrotada Fiora se dirige a la oscuridad de su cuarto con un inmenso sentimiento de soledad. Está a punto de cerrar la puerta cuando escucha a su padre).

Lionel: No René, ¡Magdalena nos abandonó!

(En ese momento el universo de Fiora se derrumba y con Magdalena se van todas sus estrellas y colores)

Fiora: ¿Mamá se fue? (se dice a ella misma). No puede ser, ella no me haría eso, no me abandonaría.

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(Las lágrimas recorren el rostro de Fiora hasta llegar a su cabello negro. La puerta de su habitación se cierra tras ella, la oscuridad la consume, cada color en esa habitación va disolviéndose y se va tras René; al final solo queda una habitación oscura y negra, igual que el interior de Fiora).

Fiora: Mamá…

(Llora hasta que sus parpados están tan pesados que se cierran y la luz de la luna se intercambia por profunda oscuridad)

Narrador: Mientras los días pasan los colores van despareciendo en la casa de Fiora. Primero los de su habitación, después los de la mañana y continua hasta que Lionel se quedó sin colores que ofrecer.

(En la escuela)

Solange: ¿Cómo has estado Fiora? Ya sabes con todo lo de tu mamá… Fiora: No sé qué decirte, es raro. Solange: ¿Raro?¿Cómo? Fiora: Pues cuando cerró la puerta aquella noche fue como si todas las estrellas y planetas que habíamos construido nunca hubiesen existido y todos los colores se fueron con ella… Solange: ¿Los colores? Fiora: Sí, desde hace un tiempo que no los veo. Solange: ¿Cómo es eso? Fiora: Por ejemplo, antes en el desayuno mi mamá y mi papá preparaban pancakes y toda la casa se inundaba con su color. Solange: ¿No querrás decir olor? Fiora: No, color. Toda la cocina se llenaba de luz, mi madre brillaba en tonos amarillos y mi padre estaba envuelto en una especie de manto dorado, hasta la música de la radio de las mañanas transmitía un color anaranjado lleno de vida. Solange: ¿Y ahora?

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Fiora: Lo colores escaparon como mi mamá y la música se fue bailando con ella. Ahora los pancakes se transformaron en tostadas descoloridas con semillas de ajonjolí, la música se remplazó con los bombardeos que se escucha en las noticias y la luz del sol se oculta tras una oscura nube gris. Solange: ¿Y tú padre? Fiotra: ¿Qué? Solange: Sí, tu padre, decías que estaba recubierto con un manto dorado. Fiora: Ah sí, no solo por uno dorado, también siempre tenía una capa roja, como si fuera un superhéroe, solo que nadie más que yo la veía. Solange: ¿Por qué lo dices en pasado? Fiora: Creo que, desde esa noche, el manto dorado se pudrió y la capa roja desapareció, junto con todos sus colores. Ahora solo es una sombra, una sombra que siempre pasa en el teléfono buscando algo que parece no encontrar… Solange: ¡Qué raro, pero un padre sombra sueña cool! Fiora: Créeme que no es “cool”. Solange: Si tú lo dices. Y tú, ¿Qué color eras? Fiora: No tengo un color exacto, creo que era todos ellos juntos. Solange: Wow ¿cómo una explosión de colores? Fiora: Sí, era maravilloso, podía entender a cada color y cada color me entendía a mí. Solange: ¿Por qué ya no los entiendes? Fiora: Ya te dije, se fueron con mi mamá. Solange: No debiste dejar que tú mamá se los llevara. Fiora: ¿A qué te refieres? No fue mi elección. Solange: No estoy tan segura de eso…

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Fiora: ¿Cómo puedes decir esas cosas Solange? Solange: Solo digo la verdad Fiora.

(De pronto Solange se volvió la oscuridad que tanto detestaba Fiora)

Fiora: ¿Sabes qué? Ya no quiero escucharte. Solange: Fiora…

(Fiora empieza a correr sin mirar atrás, escapa de su escuela y no quiere volver a casa con la sombra de su padre; mientras corre todos los colores detrás de ella van apagándose, hasta que los charcos de lluvia tienen un color petróleo, los árboles se quedan sin hojas y sus ramas se vuelven oscuras, el cielo se ve como la galaxia, pero sin estrellas ni planetas. La oscuridad del negro consume todo a su paso, incluida a Fiora. Mientras Fiora se vuelve totalmente oscura suena: lo ti Penso, Amore)

(Mientras anochece Fiora se sienta en la banca de un parque y sus párpados vuelven a pesar).

Fiora: ¿Por qué lo hiciste mamá? Magdalena: No sé qué decir… Fiora: ¡Mamá! ¿Eres tú? Magadena: Soy lo que quieres ver Fiora. Fiora: Pero mamá ¿Qué haces aquí? ¿Volviste por mí? Magdalena: No. Fiora: ¿Por qué eres tan cruel? Magdalena: No soy cruel, solo sincera. Fiora: ¿Por qué me dejaste? Magdalena: No te dejé a ti, solo fui a encontrarme. Fiora: ¿Y lo tenías que hacer de esa manera? Magdalena: Lamentablemente sí, perdóname, pero debes avanzar. Fiora: ¿Cómo me pides eso? Sin ti la vida es un desastre.

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Magdalena: Tú vida se encontrará con muchos desastres, pero no debes dejar que te consuman. Fiora: ¿Cómo, si todo mi universo, mis estrellas, mis colores, todo se fue contigo? Magdalena: No se fue, solo debes hallarlos. Fiora: ¿Y cómo hago eso? Magdalena: Mira dentro de ti, los universos no se extinguen, solo crecen. Las estrellas nunca dejan de brillar y respecto a los colores no se han ido, solo debes hallarlos, y para hacerlo debes aceptar un color. Fiora: Te refieres al… Magdalena: Sí. Fiora: ¡No! Ni pensarlo, ese color solo me ha traído desgracias. Magdalena: Tú lo has vuelto un color de desgracias. Debes encontrar su verdadero significado. Fiora: Pero mamá… Magdalena: Sé que es difícil, pero, aunque no esté ahí contigo, siempre estaré en tu corazón. Fiora: Te extraño… Magdalena: Lo sé, lo siento, pero a pesar de todo te amo. Fiora: Yo tam… Lionel: ¡Fioraa!

(Fiora despierta cubierta en el tul de la noche tras haberse quedado dormida en el parque).

Fiora: ¡Papá! Lionel: ¡Mi vida, aquí estás!

(Fiora corre a los brazos de su padre)

Fiora: Hace tiempo que no me decías así.

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Lionel: Prometo que desde hoy siempre te diré así, pero tú debes prometer que no volverás a escapar ¿Por qué lo hiciste? Fiora: No sé papá, todo es tan distinto, los colores desaparecieron, tú despareciste… Lionel: Lo sé mi vida, pero desde hoy ya no me iré ¿entendido? No sé qué haría sin ti, eres mi universo entero. Narrador: Entonces Fiora comprendió y el negro que la cubría dejó de molestarla y cobró un significado, no uno de miedo o dolor, eso no era lo que representaba. Fiora: ¡Papá! Ya entendí a lo que se refirió mamá. Lionel: ¿De qué hablas? Fiora: Los colores nunca se fueron, solo surgió uno nuevo. El color del fin, pero de un nuevo inicio, el color de una nueva etapa… Narrador: Así fue como el universo de Fiora se amplió, está vez con un nuevo color y un nuevo inicio. Fiora miró al cielo y vio a sus amadas estrellas, esperándola con gran inquietud.

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Dango Daikazoku Por: Francisco Canchig

El sol se cuela a través de la cortina iluminando el cuarto de hospital naranja. Mi madre se encuentra acostada en su cama. Estoy a su lado; ella me abraza con las pocas fuerzas que le quedan. Sus manos están frías, pero aun así estar entre sus brazos es cálido. Mientras me abraza acaricia mi cabeza y con todas las fuerzas me canta la canción de cuna que tanto me gustaba. Poco a poco sus manos se detienen, a pesar de todo, ella sigue tarareando, pero se nota que su voz se vuelve débil. Termina de tararear y me toma la cabeza por los lados he intenta acercarme. Yo me acerco, ella me besa la frente. Yo la abrazo con todas mis fuerzas, escucho un suave “te amo”. La abrazo más fuerte y comienzo a llorar. (Se escucha Dango Daikazoku en el fondo).

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El patio de la exquisita flora Por: Santiago Ederer

Guillermo camina por las calles nebulosas de Quito en una mañana gris y monótona en la que el paisaje no logra ser deformado por la luz de los autos. Los edificios de ladrillos rojos son apenas perceptibles y después de quemar su garganta con la ginebra de su pequeña petaca, traspasa uno de los edificios para luego subir por las escaleras. Las escaleras son un espiral cuadrado con un hueco al centro. Guillermo sube las escaleras respirando con dificultad de manera fuerte y completamente audible para sí mismo. Logra ver el gris oscuro del sucio concreto de las instalaciones del edificio. El olor a mierda de los caños de al lado es apenas perceptible a causa de su dificultad para respirar. Flashback Guillermo está sentado en un banco mientras escucha desde su teléfono: Todo Está Tan Cerca de Napoleón. En la noche invadida por la niebla quiteña, puede percibir un poco del concreto húmedo por las luces de la calle. Tiene una caja de bombones con una húmeda carta que dice: De: Guillermo Para: Saba. Las letras de la carta se desvanecen por el pésimo y barato material de aquella mugrienta y pequeña tienda de baratijas. Sabrina no llega y Guillermo comienza a sentir gotas recorriendo por su cara para abajo, la cartita pierde toda su forma a causa de las gotas. Saca de su bolsillo una petaca y comienza a reír después de cada fuerte trago. Comienza a apestar y no es el olor habitual de la acera húmeda. El olor es tan perceptible, que lo comienza a saborear con la boca. Se acerca al origen del olor y ve a un cadáver putrefacto. Una luz intensa ciega temporalmente al hombre y se percata de que es la linterna del policía frente a él. En la patrulla que tiene asientos viejos y un poco incompletos, la sirena lo ensordece. El cadáver es metido en una bolsa negra y el forense le dice que se vaya; le da un pedazo de jamón sacado de uno de los grises refrigeradores para cadáveres. Presente Guillermo llega a la azotea respirando con dificultad, saca su teléfono, va a las fotos y ve a Sabrina. La piel se le pone dura junto a sus pezones. Pone Pruitt Igoe de Philip Glass y comienza a sentir fuerza en su cuerpo. Su pene queda erecto luchando contra los calzones y Guillermo tira el teléfono por la azotea.

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Se siente poderoso son el viento azotándolo y pone sus manos en el barandal de la azotea. Va a saltar y lo detiene un cuarentón con la piel café, la cara arrugada y unos lentes que se ven frágiles. –No lo hagas –dice el viejo–, no sé tus razones, pero esta vida es una puta farsa y nada de ella es real. –Todo se siente real –responde Guillermo. –Ven a mi depa. –¿Para? El viejo le dice que no tiene nada que perder ya que va a morir y Guillermo lo sigue sin titubear. Guillermo tararea en su mente Nuevos Planes, Idénticas estrategias mientras ve la amarillenta luz del elevador. El departamento tiene las paredes grises, es pequeño, tiene una mesa con cuatro sillas y más adelante un sillón grande sucio, despellejado y con cachos de esponja verde. El viejo recuesta a Guillermo en el sofá y le hace sentir la frialdad metálica de la aguja de la jeringa de la que sale un líquido amarillo mucho más frío.

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Campanas anunciaban su muerte Por: Julieta Troya

Aquel día llegué al colegio como de costumbre. Parecía un día como todos, bastante monótono. Amaneció nublado, todo era oscuro; apenas se distinguía una lámina de luz que emanaba el sol. Hacía frío y, junto con una amiga, decidimos refugiarnos en el cálido ambiente de la biblioteca. Mientras completábamos problemas matemáticos que nos explotaban el cerebro, sonó la campana del colegio. Ese intenso sonido, veinte campanadas que abrazaban todo a la redonda. Entonces recordamos lo que significaba, nos quedaba solo una hora de clase para terminar, nos empezamos a apresurar. Escuché el timbre que tenía en mi celular para advertirme de los mensajes de familia. No lo pensaba revisar. Seguro era una cadena de esas que te atacan por todos los chats de whatsapp, o tal vez fotos tiernas de algún primo. Sin embargo, algo me llevó a revisarlo. Era mi abuela paterna con un mensaje muy largo que de primer vistazo no entendí muy bien. Nombraba a mi abuelo, repetía varias veces que lo sentía mucho y que todo iba estar bien. Mi mente procesaba rápidamente ciertas palabras, mientras mis ojos se llenaban de lágrimas y mis manos comenzaban a temblar. Tenía que haber una explicación. Seguro era una equivocación, pensaba. Sin terminar de leer bien el mensaje llamé rápidamente a mi otra abuela en busca de una aclaración. Sabía que ella estaba con él cuando escuché su llanto imparable en el teléfono. Entendí que era real, mi mundo se derrumbó y con él también el cielo; la lluvia y los truenos empezaban a invadirlo todo. Estaba en shock, regresé a ver a mi amiga y ella supo que algo andaba mal, corrió a abrazarme y mi llanto brotó como nunca, junto con quejidos de un dolor que nunca había sentido, me desgarraba indescriptiblemente por dentro, solo al recordarlo lo siento hasta mis huesos. Mis piernas no reaccionan, bajaba las escaleras con una profesora, que me sostenía de no desvanecerme mientras tanto mi amiga corría por ayuda. Estaba asustada supongo. De pronto estaba en la enfermería, rodeada de algunas personas cercanas a mí. No recuerdo mucho el trayecto hasta allí, pero sí que entre miles de imágenes que atravesaban mi mente y una sensación de culpa me empezaba a consumir, creía que me iba a desmayar. Mi cerebro procesaba demasiadas cosas, sin embargo, mi cuerpo no lo podía aceptar. Los latidos de mi corazón eran como el tic tac de un reloj viejo en una habitación con eco:

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retumbaba en mi cabeza. Solo escuchaba eso, aunque veía que todos hablaban a mi alrededor. El conducto de mi garganta se había cerrado como las Crocus por la noche, ni siquiera el agua podía avanzar, sentía que me iba a ahogar. Necesitaba estar sola, empecé a caminar por el desolado plantel y el ambiente lúgubre que habitaba en él. Trataba de comprender cómo todo había cambiado en un segundo, me acerqué a las rejas grises que acorralan mi colegio. Aunque ahora que lo pienso todo ese día tiene ese mismo tono opaco con diferentes tonalidades. Mi mamá estaba en camino, quería ver si venía por ahí. Llegaría pronto, pero el tiempo parecía infinito. Las gotas de lluvia chocaban el alambre con el que me quería golpear y de un sacudón poder despertar de aquella espantosa pesadilla. El viento fuerte chocaba las ramas y hojas de los árboles que emitían un unísono melancólico; así mismo, embestía mi rostro y partía mis labios. Otra vez sonaba esa campana, empezaba el recreo y miles de niños invadían la soledad que me acompañaba. Tampoco quería dar explicaciones de la hinchazón evidente de mis ojos, del sudor manifiesto en mis manos y el temblor perceptible al intentar emitir una palabra. Entonces corrí rápidamente al lugar donde me esperaban mis amigas con mis cosas, con el último campanazo llegó mi mamá. Al mirarnos, corrí al abrigo de sus brazos y todo fue aún más real.

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El d a

en que me met en un

cuadro

Sue os Título original

Sueños

Año

1990

País

Japón

Guion

Akira Kurosawa

Dirección

Akira Kurosawa

Reparto

Martin Scorsese, Akira Terao, Mitsuko Baisho, Mieko Harada, Toshie Negishi, Mitsunori Isaki, Toshihiko Nakano, Yoshitaka Zushi, Hisashi Igawa, Chosuke Ikariya, Chishu Ryu

Género

Drama-Fantasía

Banda sonora

Shin’ichirō Ikebe

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Sueños y más sueños Por: Lorien Beltrán Ser un artista significa no evitar tu propia mirada. Akira Kurosawa

El arte siempre formó parte de la vida de Akira Kurosawa, por eso podemos ver que este elemento es fundamental en su filme Sueños. Desde la primera escena, Kurosawa somete su mirada artística a los cuadros de Vincent Van Gogh. El arte desde la visión de Akira Kurosawa se ve reflejado en varios factores como los colores, el guion, los personajes y los escenarios que se involucran con el entorno de la pintura. Desde el inicio de la escena se puede ver a uno de los personajes contemplando distintos cuadros de un mismo artista. Kurosawa ha usado a Vincent Van Gogh como exponente de este elemento a través de una visión más fantástica que contrasta con elementos más reales como las preocupaciones que aquejan a los seres humanos. La importancia del color se da desde el juego de colores encendidos que contrastan con el personaje que queda inmerso en uno de los cuadros de Van Gogh; mientras todas las escenas a su alrededor tienen colores más alegres, aquel personaje es representado en tonos más oscuros que transmiten sus sentimientos predominantes: confusión y miedo. Este personaje viajará por las obras del conocido pintor, el cual ejerce un gran impacto sobre él. Aun así, uno de los elementos más importantes que se usa en esta escena es la representación del arte a través del comportamiento de los personajes, donde sus preocupaciones giran en torno a la pintura, este elemento además de representarse en sus gestos, se presenta en sus diálogos, tal como dice uno de los diálogos del filme: “Ayer intentaba acabar mi autorretrato. No conseguía pintar mi oreja derecha, así que me la corté y la tiré”. ( Kurosawa, 35:15) Aquellas palabras reflejan como los personajes viven para el arte: sus angustias, problemas, dudas, alegrías, miedos. Todo gira en torno al arte y su influencia sobre ellos. Podemos explorar aquellos sentimientos a través de la búsqueda personal de uno de los personajes que cruza por distintos escenarios pintando por Vicent Van Gogh. En este recorrido se acompaña al personaje en su descubrimiento artístico y se conocerá el simbolismo oculto de la obra. En conclusión, la influencia del arte desde la visión de Akira Kurosawa contrasta de manera fantástica con la realidad. Se resalta el peso que

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tiene Vincent Van Gogh para Akira Kurosawa, quien también tenía el sueño de ser pintor y usó la gran admiración que tenía por el genio de la pintura universal en su película. En el tercer sueño, Kurosawa destaca la visión personal del artista, quien muestra que la contemplación entre ser humano y naturaleza es inmediata y que la creación y la destrucción van de la mano. El arte tiene un gran peso entre los dos personajes, mientras a uno le brinda vida a otro se lo quita. El simbolismo de los cuervos al finalizar la escena tiene una fuerte vinculación con la muerte y destrucción de Van Gogh, ya que todas las obras recorridas en el filme son la representación de los dos últimos años de vida del distinguido pintor. La influencia del arte va más allá del filme, esta inicia con su director, quien desnuda su alma y nos deja conocerlo a través de una magnífica experiencia cinematográfica que ahonda en nuestros sentidos.

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Vamos a pintar otra realidad Por: Julieta Troya

Esa mañana el hombre se despertó decidido a encontrar a su maestro, se sentía listo para hacerlo, para conocer todos los misterios que le podía brindar ese encuentro. Caminó por un largo a tiempo hasta que llegó a un pequeño pueblo, y sintió algo extraño que cambió en su interior: una mezcla de emoción y nostalgia como si hubiera llegado al lugar indicado. Era un lugar mágico. Todo lo que habitaba en él se percibía distinto; el aire que respiraba allí era simplemente diferente, se sentía mejor, como si tan solo con una inhalación lo reconstruyera por completo. Los colores eran más fuertes, todo emanaba más vida. Entonces se encontró con unas mujeres que lavaban ropa a la orilla de un río. Cada vez todo se volvía más especial. A pesar de que el agua estaba sucia, se veía tan cristalina que el hombre sentía profundas ganas de beberla. Se detuvo a preguntarles si conocían aquel maestro que él tanto añoraba conocer. Ellas respondieron con una mirada un poco confusa y un tono algo burlón: —Se fue detrás del puente —dijo una. —Muy lejos como siempre —añadió otra. Emocionado el hombre, agradeció por su ayuda e inmediatamente se dirigió a donde le indicaron, entonces otra de las mujeres se acercó un poco tímida y con un voz suave y amable le dijo: —Pareces un hombre bueno, ten cuidado, podría ser peligroso, ese “maestro” como tú lo llamas anduvo en un manicomio, en el pueblo se dicen cosas muy malas de él, desde su llegada todo aquí se ha vuelto oscuro, problemático. El hombre se confundió un poco con ese comentario, pero siguió caminando lentamente. —¿Qué de malo podría tener aquel hombre viejo, sabio y apasionado por la pintura como yo? —¿Qué de malo hay en este pueblo, si el resplandor que tiene podría iluminar todo el planeta? Muchas preguntas le venían a su cabeza, eran tantas que no había tiempo para posibles respuestas. Caminó por largas horas hasta que llegó a senderos gigantes de pastizales y vio un hombre viejo a lo lejos. ¡Es él! —pensó y salió

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corriendo en su dirección. Al estar a pocos metros de distancia frenó de inmediato, sus piernas temblaban y un fuego recorría de su columna a su cabeza. —¿En verdad estoy listo para avanzar? —se preguntó a sí mismo, pero una fuerza mayor lo empujó hacia adelante, casi hasta chocarse con el maestro y no pudo formular algo más que un seco: “buenas tardes, señor” El maestro lo miró con una mirada profunda y misteriosa por un momento fugaz, porque brevemente retornó su mirada al cuadro que pintaba y le dijo secamente: —¿Hola, que necesitas? El hombre insólito no sabía qué responder. Muchas emociones lo atravesaban, no podía creer lo que estaba pasando. Observó al maestro por varios minutos. En realidad, el no recordaba exactamente cuánto tiempo fue, ya que todo parecía muy efímero allí. Estaba en catarsis hasta que el maestro lo interrumpió con su grave voz: —¿Ya me vas a decir para qué viniste? No tengo mucho tiempo, pronto tendré que partir Mira el sol, el me guía y me ha dicho que es momento de pintar una nueva realidad. El hombre lo obedeció de inmediato, el sol se veía bastante irreal, pero ya se había acostumbrado todo allí era así, tenía un color brillante e irradiante pero un calor tenue y apaciguo. —Quiero ser tu aprendiz —le dijo tartamudeando un poco. Respiro hondo y siguió: —Quiero que me enseñas nuevas técnicas y distintos enfoques, quiero conocer tu inspiración, quiero adentrarme en tu pasión por el arte. Acto seguido el maestro respondió: —No necesitas encontrar nada afuera, todo está dentro de ti, solo es cuestión de observar. ¿Acaso no es maravilloso este paisaje que nos rodea? —Claro que sí — respondió el hombre

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—Pues, eso es, el arte es la vida misma, las montañas por las que caminamos, los ríos que cruzamos, el cielo que miramos, la comida que comemos y el aire que respiramos. Solo es cuestión de observar y te vas a dar cuenta que todo y todos somos arte. Yo pinto la vida y ella atraviesa mis cuadros. —¿Es posible que ahora este en uno? —preguntó el hombre. Siento que todo es muy distinto a lo que conocía. —Puede ser, eso solo lo sabrás tú, tal vez siempre lo estuviste, pero no lo podías ver por tus miedos y limitaciones. Quizá saliste de aquel cuadro en el que viven muchos donde todo es oscuro, tal vez solo es cuestión de percepción. Los humanos acostumbran a vivir en un solo cuadro, temen saltar de uno a otro, pero a lo mejor tú lo puedes intentar. Quién sabe si ya lo estás haciendo. No supo qué responder ante eso. Había buscado tantas cosas en su vida y por primera vez se sentía completo, con tan solo unas palabras de un viejo que acaba de conocer. —Imaginé tantas veces como sería este momento, en el que todo fuese claro, pero esto superó indescriptiblemente todas mis expectativas. ¿Puedo acompañarte? El maestro solo asintió y empezó a caminar.

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Más que solo inspiración Por: Francisco Canchig

Un hombre de aspecto pobre se encontraba parado frente a un cuadro. Llevaba varios materiales de arte y seguramente buscaba inspiración para crear una obra que lo sacara de su situación económica. Mientras miraba pensaba que es lo que quería transmitir el creador del cuadro. Miraba el cuadro fijamente: el cuadro mostraba a varias mujeres lavando en la orilla de un río y un poco más atrás había un puente con una carreta que llevaba cosas. ¿Qué querría plantar el pintor en este cuadro? ¿Quizá incluso era posible que estuviera loco? ¿De conocerlo donde podría encontrarlo? ¿Tal vez en una granja a las afueras de una ciudad? ¿Es posible que haya ido ahí para buscar inspiración? El hombre continúo pensando, y se preguntó cómo sería estar dentro de un cuadro. Se sentó en un banco y decidió imaginar cómo sería el lugar donde vivió ese famoso artista. Se dedicó entonces a penar y crear ese lugar que, según él, era donde se encontraría el famoso artista. Y como también tenía mente de artista recreo, en su imaginación, un campo lleno de trigo dorado que casi parecía reflejar la luz solar, y al fondo un bosque frondoso de un verde bastante oscuro. Se imaginó a un hombre parado en medio del paisaje. Le faltaba una oreja y estaba pintando, incluso podía sentir una brisa agradable pasar por todo el lugar. Ese paisaje en su mente era muy vívido y era una opción digna de ser dibujada, pero antes que él se levantara, decidió experimentar un poco más y exprimir esa inspiración que estaba experimentando. Comenzó, entonces, a recordar los cuadros que había visto anteriormente camino hacia donde se encontraba. Los paisajes aparecían en su mente, un campo de flores, un sendero en medio de un bosque, pero a medida que caminaba el ambiente se volvía más irreal. Cada vez que entraba a un nuevo cuadro, este dejaba de sentirse como un paisaje y notaba más el hecho de que las flores y los caminos eran simples trazos de pincel sobre un lienzo. Poco después un guardia se acercó al señor y le notificó que estaban por cerrar. El hombre simplemente tomó sus cosas y se disculpó por las molestias. Se dirigió a su casa y empezó a hacer los preparativos para pintar el cuadro que hasta ahora deja sin aliento a los críticos.

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El Van Gogh de ayer Por: Ariana Valenzuela

Ojos que observan atentos, buscando atacar cuando sea necesario. Su desorden los absorbe y se sienten víctimas de los afectos. El mundo ha perdido linealidad. Entre los espacios vacíos se divisan manos y pies ¿o son cabezas, tal vez? Nunca nada es certero en el camino y pocos suelen mirar atrás. En medio de este caos perdura el amor: el hombre y la mujer se juntan en uno, un sentimiento apenas conocido, podrían caer al precipicio pero mantienen el equilibrio balanceándose entre los albores del solsticio. Y no caen, Simplemente, tambalean. Son sus recuerdos aquellos que los mantienen, aquellos que no se apagan con una flama que mientras viva, no da rastro de huida. Se dice que el tiempo une caminos, que todo cambia, se transforma. Y dos caminos destinados pueden desviar por más que la vida se aferrase a la idea de una simple posibilidad.

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Perdura la sutileza de un van Gogh escondido como trazos en un lienzo solo curvan cuando se necesita, ni un poco más. Son versos tatuados de nombres, sin destino en su final, son aviones de papel, gotas sin ser lluvia, son eso y mucho más. La esperanza navega entre los rayos del sol, alejándose cada vez más de este mundo contaminado. A la distancia divisa dos figuras brillantes: el hombre y la mujer, el principio y el final.

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La magia de arte Por: Zoe Parra

El hombre admiraba los cuadros desde el cómodo asiento del museo. Después de ver algunos, escogió uno y entró al mundo del arte. Unas lavanderas conversaban entretenidas cuando el hombre se acercó a una de ellas y le preguntó: —Disculpe, ¿sabe dónde se encuentra el pintor? —Subió por el puente y fue a pintar, pero tenga cuidado, está un poco loco. Las lavanderas rieron. El hombre fue por donde le habían señalado y se encontró con el pintor. Estaba todo vacío. El pintor estaba muy concentrado, aun cuando el hombre le hablaba. —Todo lo veo como un cuadro, está en mi cabeza. Trabajo muy duro para lograr los paisajes que imagino. —Dijo el pintor. —Te ves lastimado. —Comentó el hombre. —Ayer estaba pintándome un retrato y no me salía muy bien la oreja, así que me la corté. Estaba atardeciendo y el pintor se fue para pintarlo de algún otro lugar. Mientras el hombre lo seguía, todo se iba volviendo menos realista, era más como una pintura. El sol brillaba, dando un color anaranjado a las montañas verdes. Se encontró con varios paisajes en el trayecto, incluso animales. Unos cuervos que estaban posados en la paja, volaron hacia él y lo rodearon de su color negro. Poco a poco, el hombre sentía que volvía a su mismo lugar donde había empezado. Cuando abrió los ojos, vio el cuarto blanco y vio varios cuadros a su alrededor. Fue la magia de las pinturas que le devolvieron a la realidad

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Alma Por: Lorien Beltrán

Finalmente había llegado, Hoshi observaba asombrado cada rincón de aquel mágico museo, ese museo al que había anhelado ir por años. Mientras caminaba anonadado por el pasillo, las vio: ahí estaban sus pinturas ¡Cómo las había extrañado! un sentimiento de orgullo y melancolía inundaron su cuerpo. Cada una de las obras tenía ese toque mágico que con tan solo un pincel y unos cuantos colores se había podido lograr. El Autorretrato, Los Girasoles, La noche estrellada, todos estaban perfectamente colocados, esperando por él. Recorrió cada una de sus obras, gozoso de poder disfrutarlas, hasta que una llamó su atención: El puente de Langlois en Arles; le trajo tantos recuerdos que su mirada se vio atrapada en aquella pintura, hasta que lo consumió y dejó de ser aquel hombre de cuarenta y cinco años para convertirse en parte de aquella obra tan venerada. Abrió sus ojos y la brisa del campo lo inundó, empezó a correr entre las verdes hierbas para dirigirse a un grupo de mujeres a la orilla del río. Él supo lo primero que debía hacer apenas se acercó a ellas, preguntar por Vicent Van Gogh. —Señor, tenga cuidado, él acaba de salir del manicomio respondió una de las mujeres mientras las demás la acompañaban entre carcajadas. La reacción de aquellas mujeres lo ofendió. ¿Por qué las personas son tan despectivas? —pensó. Corrió entre el dorado trigal. El sol apenas le permitía concentrar su vista en su objetivo, hasta que desde la lejanía observó a un hombre en medio de aquel paisaje. Ese hombre solo podía ser aquel pintor tan perdido y brillante a la vez. Su primer impulso fue acercarse a él, necesitaba entender lo que estaba viendo ¿Acaso era real? —¿Usted es Vicent Van Gogh? ¿Verdad? —Sí… Aquel hombre tan concentrado en plasmar la belleza del paisaje apenas le brindaba atención, hasta que de repente desvío su mirada hacia Hoshi y dijo: —¿Por qué no pinta? este paisaje es increíble. Si observa cada detalle de la naturaleza tiene su encanto.

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Mientras Van Gogh hablaba, Hoshi escuchaba conmocionado. Aquel hombre era el reflejo de quien alguna vez fue. La pregunta retumbaba en su cabeza ¿Por qué no pinta? Hace mucho tiempo que no lo hacía, tenía los materiales, el talento, pero algo le faltaba, debía llenar ese vacío que no lo dejaba hacer lo que amaba y que lo había hecho llegar a aquel museo y ser absorbido por aquella pintura para finalmente poder llenarlo. —Debo darme prisa, el tiempo se escapa, tengo poco tiempo… dijo Van Gogh mientras tomaba sus cosas. Hoshi sentía una explosión de sentimientos encontrados en su interior, al fin lo había hallado, lo que su vacío había buscado consumir tanto tiempo estaba frente a él, pero al mismo tiempo sentía una impotencia, esa sensación que no lo iba a permitir detenerlo. Tensó su mandíbula y lo único que pudo decir fue: —¿Se encuentra bien? Veo que está herido. Van Gogh volteo a verlo. —Ayer intentaba acabar mi autorretrato, no conseguía pintar la oreja derecha así que me la corté y la tiré. Al escuchar esto, el corazón de Hoshi se contrajo, sintió tristeza, no por la oreja de Van Gogh, más bien por lo que tuvo que pasar para tener que habérsela cortado. Entonces los recuerdos se desbloquearon y como si fuera una película lo vio: sus manos blancas cubiertas de pintura y llenas de moretones por contraerlas tanto para pintar, ese sentimiento de angustia, desprecio, odio hacía lo que estaba haciendo, odio hacia el mismo. Se sentía atrapado, tanto que la muerte era una opción fácil; hasta que la pintura en sus moradas manos dejó de ser pintura y se volvió un pesado líquido rojo y la extremidad de su cuerpo que antes había sido el problema de su arte ahora ya no significaba nada para él, solo se encontraba en su escritorio, rechazada e insignificante. Al volver de aquel siniestro recuerdo se sentía distinto, no era la misma persona que llegó al museo. Regresó a ver en busca de su reflejo, pero ya se había ido, entonces el miedo de volver a perderse regresó y corrió en busca de aquel hombre de mirada desconectada y sombrero de paja.

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Buscándolo sin cesar llegó a otra pintura, corrió por calles de piedra, senderos inexplicables, paisajes de distintas formas. Por cada cuadro más recordaba y más buscaba a Van Gogh. Hasta que dejó de correr y empezó a caminar y saborear con sus ojos cada detalle, cada color, cada forma y cada sensación del ambiente. Caminar hizo que vuelva al inicio de su partida, donde todo era un campo lleno de dorados trigales, entonces divisó a Van Gogh, caminando hacia su próximo paisaje. Pensó en alcanzarlo, en preguntarle porque podía ver y sentir lo que le pasaba a Van Gogh, pero en el fondo ya sabía las respuestas, y esas respuestas se alzaron en imponentes cuervos que volaban alejando a Hoshi de su objetivo. Hoshi miró sus manos, su ropa y su persona, ya no era Hoshi el hombre de cuarenta y cinco años. Ahora era lo que había buscado por tanto tiempo, era arte, era la reencarnación de Vicent Van Gogh y de pronto se encontró de nuevo en el museo, admirando el Trigal de los cuervos, pero la diferencia es que está vez ya se sentía completo.: había descubierto de dónde provenía su alma y quién fue entre 1853 y 1890.

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Van Gogh onírico Por: Santiago Ederer

Después de haber estado en la contaminación de rascacielos, luces, automóviles y peatones hablando constantemente, Yasujiro cerró su tripoide y se llevó el lienzo al museo de Vincent Van Gogh. Había datos históricos biográficos en textos negros que ninguno de los turistas leía. Solo veían la pintura durante cinco minutos y se largaban. Yasujiro al estar solo después de algunas horas, quedó como un maniático admirando cada obra del artista. La poca gente que quedaba lo miraba e incluso se reía de él. Yasujiro abrió el trípode y paseó por el museo para ver si había algún objeto más interesante, pero solo encontró al encargado. –¿Me puede dar las llaves por favor? –dijo Yasujiro El encargado respondió extrañado a través de su mirada y en una serie de movimientos lentos y pausados dejó caer el juego de llaves en la mano de Yasujiro. –Procure no llevarse nada –dijo el encargado tratando de inmutarse. El encargado se desvaneció, no se escuchaba ningún paso, el silencio del museo pesaba en Yasujiro y se limitó a dirigirse a los cuadros más famosos de Van Gogh. “Una hora para describir un segundo –decía Yasujiro para sus adentros –un día para describir un minuto, un mes para describir una hora, una década para describir un día, una vida para descibir una semana y una eternidad para describir un año”. Una lágrima brotó de la cara de Yasujiro y agarró su pincel. ¿Era inspiración lo que llegaba a él o lo que estaba delante del lienzo se limitaba a ser un objeto para pintar? Yasujiro soltó el pincel enojado, pero no rompió el lienzo porque esperaba sacar satisfacción de su enojo. Paseó por todo el museo y sabía que todos los cuadros eran una réplica de los originales, que eran inauténticos, todo ahí era falso, incluso el ataúd de réplica en el que había un maniquí de Van Gogh. Yasujiro desesperado por no poder hacer nada, optó por sacar al maniquí del ataúd y se acostó en él. El soporte del ataúd cayó y este se cerró encima de Yasujiro.

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Todo era oscuro, no había ninguna imagen en la mente de Yasujiro. Forcejeó un poco para salir, pero fue inútil. Era imposible dormir porque el ataúd no estaba acolchonado y era un poco ajustado para Yasujiro. Hubo tambaleos repentinos y Yasujiro salió viendo una vegetación completamente vacía de modernidad, lo único artificial era un puente de madera que no tenía ni rieles de tren y tampoco estaba cubierto de asfalto. Había mujeres que lavaban la ropa sumergiéndola en el agua y que no parecían ser japonesas ni de alguna ascendencia asiática. El paisaje se le hacía familiar y, en efecto, lo era: muy similar a La puesta en sol de Ambajur. Por lo que Yasujiro optó con más impulso que razón a preguntar: –¿Conocen al señor Van Gogh? –¿Al del manicomio? –respondió una. –¿Ese fracasado de los pinceles? –respondió otra. –Se fue para allá –dijo la última apuntando hacia el otro lado del puente Encontró a Van Gogh con una gran cantidad de lienzos en blanco y pintando la vegetación con uno de los lienzos sobre un trípode. Yasujiro se le acercó y Van Gogh le dijo: –Rápido, agarre uno y pinte –No tengo ideas –contestó Yasujiro –¿Quién necesita ideas en las maravillas de la naturaleza? –¿Y la técnica? –¿De qué me habla usted, está loco? El lienzo siempre cuadra con la realidad mire –le muestra la cortada del oído –, me lo tuve que sacar porque no aparecía en la pintura. Yasijiro agarra un lienzo y pinta junto a Van Gogh. Viajan por todos los cuadros mientras pintan y se mueren de hambre al tratar de venderlos. –Yo te compro uno –dice Van Gogh y le da el dinero del único cuadro que le compraron.

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La tapa del ataúd se abre y el encargado le hace indignado a Yasujiro una señal apuntando a la salida del museo. Yasujiro sale y comienza a pintar rincones solitarios de la ciudad al darse cuenta de que la vegetación no tiene que ser siempre natural. Es ignorado y hasta el día de su muerte, es considerado loco. Décadas después, se hace un museo en Holanda de las obras de Yasujiro y se pone un maniquí en su ataúd falso. Un pelirrojo sin inspiración visita el museo de Yasujiro.

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Mi abuelo Ivar Por: Arlet Cabrera

Llegué al bosque como lo dictaba la rutina. Llevando el libro de poemas que tanto le gustaba que lea, una manta para ponerla en el piso para usarla como alfombra y una cesta de frutas. El venía conmigo y me guiaba. —Llegamos —me dijo. Y acomodé el lugar para que sea de nuestro agrado mientras él me esperaba sentado cortando las manzanas en rebanadas. —Listo, ¿Qué poema quieres que te lea hoy abuelo Ivar? – pregunté —Esta vez elige tú —respondió volteando su cara hacia donde estaba yo y asentí con la cabeza. “La luna, opaca las almas de las personas, con su sutil manto de luz plateada ocultando todo, a todos. El resplandor que emana sobre las aguas, llenas de sufrimiento, envidia, dolor…”

Me detuve al escuchar algo moviéndose por los troncos de los árboles. —Espera un momento —me dijo y permaneció en silencio por un rato atendiendo a los sonidos que emanaba el bosque hasta que interrumpió el silencio— llegó, por favor Tiut, tráemelo, ya sabes que hacer. —Por supuesto abuelo, ¿lo hago yo o lo haces tú? —pregunté. No supo responder nada así que simplemente fui al encuentro con visita que habíamos tenido en el bosque. Era un señor alto, con una peculiar barba rojiza, llevaba puesto un saco de lana que hacía notar ese simbólico tatuaje en el cuello. Sin más dudarlo lo ataqué por la espalda dejándolo noqueado y lo capturé, tal como mi abuelo Ivar me había pedido. Aquí está dije, hizo un gesto y asintió con la cabeza. Puse el cuerpo del hombre sobre el mantel de picnic que teníamos, mi abuelo empezó a pasar sus dedos por su barba y su cuello hasta que sintió el tatuaje. Se detuvo ahí por un momento intentando decifrar su forma hasta que lo dedujo. Poco a poco el hombre iba tomando conciencia y despertando. Una vez recuperado, alzó a ver a mi abuelo y se abrieron sus 0jos de espanto,

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gritó desesperadamente con una angustia de premonición de su destino, como si lo conociera o hubiera escuchado de él. —¿Qué te pasa? ¡suéltame! ¿quiénes son ustedes? ¿que estoy haciendo aquí? —nos lo dijo gritando. —Cállate, tú, ser despreciable no mereces vivir debes pagar por lo que hiciste, por todo lo que has hecho, por tus crímenes y por todo lo demás —respondió mi abuelo. El hombre se quedó callado y no decía nada, sólo forcejeaba para que lo soltemos. Mi abuelo Ivar sacó su cuchillo que tenía en mano, apretó el cuello del hombre y lo dirigió hacia sus ojos. El visitante gritó aún más, exasperado, arrepentido de todo, suplicando por su vida, su perdón. Sin embargo, mi abuelo sabía lo que hacía y lentamente empezó a hundir la cuchilla en sus lacrimales, intentando no dañar mucho la forma del ojo. El hombre gritaba cada vez más fuerte revelando su dolor, la sangre brotaba, y poco a poco el ojo iba saliendo de su cuenca. Abrí el frasco con formol que habíamos llevado y mi abuelo colocó en el líquido su preciada pieza. El hombre dejó de moverse, quizás se había desmayado. Mientras Ivar sostenía el envase, yo me encargaba de limpiar el cuchillo y de doblar el mantel, tomé el frasco y lo puse con los otros similares que mi abuelo llevaba en su maleta. Alzamos el picnic y nos alejamos del lugar. Encontramos un área confortable y nos sentamos allí a descansar. Saqué el libro de poemas, abrí en la página que nos habíamos quedado. —Listo, ¿Qué poema quieres que te lea hoy abuelo? —pregunté —Elige tú —respondió volteando su cara hacia donde estaba yo y asentí con la cabeza. “La luna, opaca las almas de las personas, con su sutil manto de luz plateada ocultando todo, a todos. El resplandor que emana sobre las aguas, llenas de sufrimiento, envidia, dolor…”

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Fulgor extinto Por: Ariana Torres

Iluminado por la noche estrellada que mantenía la habitación con vida, el hombre la recorre hasta llegar a un puente vibrante por sus huéspedes. Estos le mencionan la ubicación del enigmático artista de trazos fuertes. El hombre bajo el sol impulsado por sus deseos encuentra al artista vendado observando unos pastizales. El hombre ilusionado se acerca al artista que lo ignora por unos secos pajares mientras el hombre lo persuade con su admiración. El artista, cual esclavo de su mente, continúa su obra, fundiéndose las pestañas y esperando su tan deseado toque. El perfeccionismo se adueña de la atmósfera que ciega al hombre mientras el artista se disipa en el campo. El hombre tratando de convertirse en el gran maestro, se cubre de óleo y tela, embelesado por las pinceladas tan fuertes como su fascinación o los finos trazos de un boceto que jamás ha de acabar. Continúa con la carga de su fracasado arte intentando compensarlo con su deslumbramiento al verdadero maestro. Seducido por los pastizales, termina observando al artista sumiéndose en su obra, asustando a la enigmática parvada. El hombre rodeado de los fríos cuervos negros, se sume en la aceptación y se retira, sin más, de la habitación donde una vez encontró el fulgor que creía extinto.

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Escribir desde la

cr tica social

Los ni os de Chern bil Título original

Chernokids

Año

2010

País

Francia

Guion Dirección Género

Marion Petegnief, Matthieu Bernadat, Nils Boussuge, Florence Ciuccoli. (Estudiantes de cinematografía). Marion Petegnief, Matthieu Bernadat, Nils Boussuge, Florence Ciuccoli. Animación-ciencia ficción

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Chernokids Por: Arlet Cabrera

Los niños de Chernóbil es un cortometraje donde se muestran las mutaciones que los niños sufrieron en un accidente nuclear. El cortometraje abarca cierto toque artístico que hace que los personajes tengan vida y personalidad; además los escenarios transportan al público. La elaboración y redacción del video tiene una perspectiva interesante. Al inicio del video se muestran los niños que están en una escuela y cada uno es diferente; a uno lo llaman Caleidoscopio por la exuberancia de ojos en su cabeza, a otro T-Rex por una extraña deformación en las piernas (que parecen de dinosaurio); otro es un cuerpo con dos cabezas. Además de tener problemas físicos, los niños también tenían problemas mentales y emocionales. La historia se desarrolla el Día de la Madre y los niños preparaban un regalo único para la de ellos. También hace mención indirectamente a que los animales habían sufrido mutaciones genéticas ya que uno le iba a regalar a la madre un pez y menciona que este antes era cuadrado. Ellos caminan desde la escuela dirigiéndose hacia la bomba nuclear donde había pasado la explosión de Chernóbil. Van al reactor y, una vez dentro, empiezan a ver formas de truchas, delfines y peces. A medida que avanzan, se nota que los niños se ponen más felices y cuando llegan al centro de la bomba dejan aquí los regalos. Fue interesante el hecho de que la bomba nuclear sea su madre y ellos la adoraran tanto, puesto que en su pared estaba dibujado una pintura interesante: una forma humana que reflejaba símbolo de maternidad. También es digno de mencionarse el hecho que el productor haya querido transmitir al espectador la relación extraña que tienen los niños con la planta nuclear, hasta el punto de pensar que ella es su madre y que sus deformidades físicas son herencia de esta. Cuando entran los soldados o los expedicionistas, se nota como ellos tratan de pelear y en su mente imaginan batallar contra ellos luchando por sus derechos o por su igualdad, pero los tratan con indiferencia. Como si ellos fueran más y los niños fueran menos o tuvieran menos oportunidades. A los soldados en los ve con mascarillas, con trajes especiales y con

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máquinas para demoler el lugar (queriendo destruir todo). Ellos atrapan a los niños y los votan en la escuela donde estaban antes como si fueran cosas. Se notaba que los niños estaban tristes como que de verdad hubieran tenido una conexión con aquella bomba. Ahí en la escuela, se había quedado un niño, un niño diferente a ellos porque él decía que no tenían madre, que eran huérfanos. Este es el personaje que ubica a los niños en su verdadera realidad y por eso es agredido. Al final, se ve que el pequeño había quedado sin dientes gracias a la violencia de sus compañeros, Me gusta como el director del cortometraje hace notar la verdad que algunos de estos niños sufrían en los orfanatos o en los hospitales que atendían a niños con estas patologías. Es interesante el hecho de ver como él hace que los niños tengan un amor hacia la bomba que prácticamente los destruyó y que viven encapsulados en una realidad que quieren creer; y, sin embargo, no existe. El filme logra que el espectador tenga afinidad con los personajes y desarrolla de manera eficaz una historia bien trabajada en torno a un tema tan duro como es el de las consecuencias de la explosión de una planta nuclear.

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El desafío a la ciencia Por: Francisco Canchig

Hoy es un gran día, he venido con mi padre al Centro de Operaciones de la NASA para observar el lanzamiento de la misión espacial “Challenger”. Es una mañana fría y está un tanto nublada. En la sala de control todos parecían preocupados por el clima, pero estoy seguro que un cohete no puede perder contra nada. Mi padre y sus compañeros me explican para que sirven los botones de colores y las palancas que están por el lugar. No entiendo mucho, pero al parecer todas estas cosas son muy importantes. Escucho a varios de los presentes quejarse porque este lanzamiento debió haberse realizado ayer, pero por algo sobre el frío y hielo en la zona del cohete tuvo que posponerse para limpiarlo. Parece que todo está listo para empezar. Todos comienzan un conteo regresivo. Muy entusiasmado comienzo a contar con ellos. Poco después del lanzamiento algunos ponen cara preocupada, aunque todo pasó muy rápido. Los presentes en la sala no lo sentimos así, una vez despega el cohete yo me pongo muy feliz. Estoy emocionado, pero el ambiente es diferente, varios de los que se encargaban de ver el estado del cohete se preocupan y le dicen al supervisor que algo no estaba bien. Poco después, uno de los tripulantes da un aviso acerca de que se acercan a Max y cuáles son las órdenes. Todos regresan a ver al supervisor y este se limita a decir que aceleren, mientras mantenía una cara seria. Poco después de la orden el cohete comienza incendiarse. Todos en la sala comienzan a gritar sus lecturas y se torna un caos. El supervisor trata de sobreponerse al bullicio mientras grita que aborten la misión. Al poco tiempo de esto, el cohete estalla y forma una gran bola de fuego. El sonido retumbante característico se puede notar apenas en algunos lugares. El silencio reina en la sala. El supervisor trata de mantener la compostura, pero ya es muy tarde. No quería que el proyecto se siguiera aplazando y según me enteré después mientras escuchaba hablar a mi padre por teléfono él quería lanzarlo ese día a como dé lugar porque el proyecto llevaba varios meses aplazándose y cada vez se gastaba más dinero.

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Había sido una orden de los superiores enviar lo más pronto posible el proyecto porque si continuaban aplazándolo terminarían por cancelarlo. Fue una decisión económica que cobro la vida de siete personas y terminó por destruir un proyecto que costo millones de dólares.

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Comprar una vida Por: Zoe Parra

Recuerdo cuando veía en las noticias cómo muchas personas migraban y tenían que salir de su país. Se veía que necesitaban ayuda y estaban desesperados por tener algo que comer. Pero nunca presté atención a todo esto. Yo vivía muy feliz en mi casa de tres pisos, mis dos hijas, mi esposa y nuestro perro. Teníamos dos carros y una moto. Era dueño de una empresa muy grande que existía en todo el mundo. Todos me conocían y admiraban y hasta me invitaban a charlas y conferencias para hablar de cómo controlar bien una empresa. Muchas personas querían ser como yo y seguían mi ejemplo. Era famoso. Pero después de un tiempo, todo cambió. Salió una noticia de que el dólar ya no valdría nada. Eso significaba que todos nos quedaríamos sin dinero. Todos, incluyendo los que creíamos que nunca se nos acabaría el dinero. La primera semana sin dinero, no nos fue tan mal. Todavía teníamos bastante comida en el refrigerador. Pero muy pronto nos tocaría comer las sobras. Y después no tendríamos nada. Antes, cuando iba por la calle, siempre me encontraba con alguien sin dinero, lástima que ahora somos todos. Y al final, los que no tenían mucho dinero y no dependían de alguien más para vivir, fueron los que pudieron plantar, cosechar y comer como si nada hubiera pasado. En cambio, a mi familia y a mí sí nos costó mucho conseguir comida para seguir viviendo.

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Necrogram Por: Santiago Ederer

Exterior: lago: tarde Sergio y dos amigos están sentados en el bosque teniendo un picnic. Sergio se dirige al lago. En la orilla, orina sobre el lago y ve un teléfono al lado de él. Lo prende y ve un video: Video En el mismo lugar hay dos policías insultando a dos personas parecidas (pelo amarillo, piel blanca, en ropa interior, heridas por todo el cuerpo y uno más alto que otro). Les disparan en la cabeza y patean los cuerpos al lago. Exterior: lago: tarde Sergio agarra el teléfono, se lo pone en el bolsillo y se despide de sus amigos. Exterior: ciudad: noche El auto llega al edificio y entra en el estacionamiento. Santiago sube a su departamento y pone el teléfono en su clóset. Interior: cuarto: día Sergio despierta, abre whatsapp y cita a sus amigos en un restaurante. Interior: restaurante: día Sergio habla con sus amigos de cosas turbias en Internet y uno de sus amigos menciona un foro, un navegador para la deep web y lo que se encuentra ahí. Al terminar de comer, Santiago le dice a José que vaya a su casa. Interior: cuarto: tarde Sergio le muestra el video a José y lo importa a su computadora. Descarga tor onion, busca 4chan y publica el video en una red llamada “Necrogram”. Después de publicar el video ve en la parte de búsqueda fotos y videos al azar de asesinatos, violaciones, etc. El video recibe muchos likes y llega una transferencia a su Paypal de 12000 dólares. Exterior: bosque: día Sergio y José esperan en el bosque con dos palos gruesos. Encuentran a un hombre, lo golpean a muerte, toman foto de su cadáver y lo publican. Esperan. Un hombre camina, lo atacan. El hombre se defiende, los derriba a los dos, los mata, les toma foto y la publica en “Necrogram”.

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Corona del odio Por: Ariana Torres

Diciembre era un mes de alegría. Un tiempo en el que la paz reinaba en el pueblo del que procedía. Las casas eran decoradas por series de luz o árboles de dicha. Mientras estaba en el mercado, observé una persona a lo lejos que tomaba una sopa. Se notaba cómo le fascinaba el sabor o tal vez sólo tenía hambre, pero yo estaba dispuesto a algo más. Lo seguí durante semanas, pero él no se daba cuenta, él iba al mercado, a su hogar o incluso a su trabajo lleno de personas que no percibían mi presencia. Llevaba años observándolo, pero necesitaba encontrar el momento adecuado para atacar. Antes de navidad, ya no pude aguantar y aquella persona del mercado fue ingresada al hospital mientras yo podía ver de cerca el temor de sus ojos y la palidez de su piel al saber qué es lo que le deparaba el futuro. Es así como comenzó todo, tantos años pasando desapercibido o como un simple inconveniente, se convirtió en un problema para todos. Nunca tuve una preferencia al momento de acercarme a alguien, pero ellos me lo permitían. La gente no tiene miedo a las cosas hasta que no se les presentan como algo desconocido. El miedo del humano ante lo incomprensible siempre ha afectado a la sociedad para mal, pero eso me beneficiaba. Estuve tres meses rondando por varios países para evitar ponerme en el ojo público y aunque afecté varias vidas, los grandes jefes no se interesaron por mí. Mis crímenes se extendieron por todo el mundo y visitaba los hospitales frecuentemente observando a mis víctimas. En mis oídos resonaba el sonido de las máquinas que cada día se cortaban para ser conectadas de nuevo con otra víctima. Mi presencia en la población mundial fue inevitable y me llevé a varias personas. Nunca me importó quienes eran, lo hacía por simple satisfacción y ahora nadie me puede parar. Me coloqué una corona que hoy todo el mundo odia.

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Una nube gris Por: Julieta Troya

Una noche de principios de julio, mis papás me dieron la noticia de que iríamos donde mi amiga Catalina, no me explicaron mucho, solo me dijeron empaca tus cosas que vas a pasar unos días allí. Un brillo inocente invadió mis ojos, estaba emocionada al saber que iría donde mi amiga, pero no quería ser egoísta con mis padres, ellos lucían muy serios, así que me quede en silencio, y me limité a asentir seriamente. Pasaron los días y ya eran dos meses que no veía a mis padres, ni a mis hermanos. Me dijeron que estaban muy ocupados y por eso habían tardado un poco más, pero ya vendrían. Llegó el día que escuché el timbre de la casa y bajé corriendo las escaleras tan rápido que casi me caigo en las últimas. Me encantaba pasar con mi amiga, pero extrañaba mucho a mi familia. Al verlos entrar noté que ambos vestían completamente de negro. Mi padre tenía un abrigo largo que le llegaba casi hasta los tobillos y mi madre unas gafas oscuras que me impedían ver sus hermosos ojos celestes como una cascada cristalina. Corrí a abrazarlos y mi mamá se largó a llorar. No entendía que pasaba, enseguida se acercaron los papás de Catalina y su padre me dijo que entráramos un momento a la casa mientras los adultos hablaban. Con esa mirada tierna que tenía ese señor, nos tocaba la guitarra mientras cantaba canciones que te llenaban de alegría, pero la incertidumbre me consumía y quería salir a ver qué estaba pasando. Después de un rato, mis padres entraron y me explicaron que mis hermanos se habían perdido, que trataban de encontrarlos y que por habían demorado en venir. No entendía cómo se habían perdido, siempre salían caminando o en auto y sabían de memoria el camino de regreso a casa, a veces hasta trataban de explicármelo. Estaba confundida e hice una de las peores preguntas que pude hacer en mi vida: —Pero ¿ellos van a regresar no? Seguramente encuentran el camino y vienen. Acto después mi madre se tiró al piso en un llanto desgarrador y tuvimos que llevarla al hospital minutos después. No estoy muy segura de lo que le pasó. Pasaron los años y mis hermanos seguían sin aparecer. Poco a poco fui entendiendo que no se habían olvidado el camino de regreso a casa.

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Cada día todo se volvía más y más oscuro, una nube gris parecía que siempre nos acompañaba nublando nuestras vidas, en especial la de mi mamá. Padre trataba de mantenerse tranquilo, mientras madre poco lograba mantener la compostura, desaparecía a menudo por varios días, no me decían a dónde la llevaban. Con el pasar del tiempo se volvía más común que la casa estuviese vacía, vacía de alegría, de luz, y emoción. Pero sin importar que, siempre estaba aquella nube gris. Todos los miércoles salíamos juntos a las calles con aquellas pancartas con frases que poco a poco aprendía a leerlas más. Eran los días más “familiares”, porque sin importar que, estábamos juntos. Pero también eran los más tristes porque íbamos en busca de algo que nunca obteníamos, respuestas y la frustración era muy grande. A veces llegaban cartas extrañas, de las que mis padres me apartaban, pero creo que ahora entiendo el porqué. Seguían pasando los años y mi madre se ofuscaba más. Su mirada era siempre triste. Sus ojos celestes como una cascada radiante y cristalina se habían vuelto más como una noche oscura nublada y casi siempre estaba más allá que acá. Esa nube que nunca faltaba pronto empezó a rodear más a mi mamá la acompañaba a todo lugar donde iba, parecía que de cierta manera la contenía. Una tarde mi amiga Catalina me invitó a una pijamada con otros amigos. Celebrábamos que por fin habíamos terminado el colegio y teníamos vacaciones. Su madre nos preparó sus comidas deliciosas como de costumbre y nos tomamos un par de cervezas. Entre chachara y chachara, uno de los amigos mencionó que había oído de un juego nuevo que todavía no llegaba a Ecuador, pero él lo había conseguido. Teníamos intriga de cómo funcionaba y aunque nos daba un poco de temor decidimos jugar. Necesitábamos un par de cosas que fuimos a coger de la cocina; velas, copas, fósforos, inciensos y unas cosas más. Ahora la pregunta era, a quién invocaríamos porque de eso se trataba el juego. Entonces yo intervine de inmediato, quería comunicarme con mis hermanos, obtener respuestas, algo que le diera un poco de paz a mi familia. Quería entender qué pasó. Todos me preguntaron si estaba segura, varias veces, si eso no me iba a afectar, pero yo estaba decidida. Entonces entre fuego y humo que le daba un poco de alergia a Catalina

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empezamos a decir ciertas palabras necesarias para conectar con lo que buscábamos. Esa noche transcurrió de manera muy extraña, tengo algunas lagunas de recuerdos en mi cabeza. Pero aquella nube que acompañaba a mi madre estaba allí y nos cubría por completo. Por momentos pensé que había logrado comunicarme con mis hermanos, pero luego me di cuenta que no eran ellos. Era una presencia oscura, no se comparaba en lo más mínimo con el dulzura y alegría que emanaban ellos. En un punto, esa voz gruesa, como de un hombre de mucha trayectoria y tan escalofriante como si nos hablara en el cuello, nos dijo que nos confesaría algo pero que luego no lo podríamos recordar. Nos agradeció por haberlo ayudado a venir a la casa de su infancia, la razón de su felicidad y de su mayor desgracia más tarde. Recuerdo algo relacionado con un asesinato, pero no los detalles de este.

Al día siguiente nos despertamos algo confundidos, pero algo ya había cambiado: el aire y la luz eran distintas. Se sentía más pesado. Nadie quiso hablar mucho del tema y nos fuimos a nuestras casas enseguida. Llegué y como siempre no había nadie, me recosté por un momento porque me dolía mucho la cabeza, y de repente me despertó mi papá, ya era de noche, su rostro era pálido y estaba muy angustiado. Me dijo: —Estás volando en fiebre hijita, ¿qué te paso? Había dormido por horas, sumergida en sueños muy extraños que no los podía relatar en ese momento. Mi madre me trajo una limonada, las ojeras que cargaba y la nube gris que había vuelto a ella me hicieron reaccionar un poco e intente acercarme a verla. Se veía muy lejos, aunque estaba pasos de mí, supongo era por la nube que la rodeaba. Al intentar tocar su brazo, una fuerza mayor me empujó de regreso a la cama. Mis padres se quedaron absortos de como de la magnitud con la que me lancé a la cama y lo primero que se me ocurrió decir era que me tropecé. Era muy tarde así que todos nos despedimos y nos fuimos a dormir, —seguramente es solo gripe y ya—dijeron. Era un lunes y mi madre salió temprano como de costumbre, sin decirnos a dónde iba. Unas horas más tarde sonó el teléfono y nos dijeron que ella había muerto en un accidente de tránsito. Mi padre se cayó al suelo, su llanto era imparable e indescriptible el dolor que

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se percibía. En su momento sentí que debía tomar la postura adulta, así que respiré hondo y lo contuve. Mientras lo abrazaba en el piso acariciando el poco cabello que le quedaba, una sensación de alivio que no entendía entraba a mí. Al principio me sentí muy culpable, no lo quería pensar, menos mencionar en voz alta, pero con el paso de los días fui entendiendo lo que eso significaba. Mi mamá fue la mujer más increíble que conocí, pero la lucha sin resultado que ella llevaba cada instante de su vida no solo en el exterior si no también en el interior la estaba acabando, destruyendo por completo. No daba más, era un martirio para ella. Y de cierta forma creo que era lo que ella buscaba incesantemente. Yo sé que ella no se iba a rendir jamás, pero ya necesitaba descansar. Creo que todo pasa por algo, así tenía que ser y ese lunes ella, por fin, pudo descansar. Con su partida también se esfumó aquella nube gris que ya me estaba atormentando y en cambio llegó un rayito de luz que ahora me acompaña cada día.

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Injusticia Por: Lorien Beltrán

¿Libertad de expresión? Un concepto que parece tan fácil de entender pero que conlleva cosas muy profundas y puede provocar acciones que cambian todo. Miércoles, 11:28 de la mañana, 2015. Stéphane Charbonnier está sentado junto a sus colegas en la oficina, se debate de como manejarán su siguiente publicación. Como editor en jefe de la revista satírica Charlie Hebdo debía estar en la reunión editorial semanal. Miró hacia la ventana observando su reflejo y viendo cómo la vida que había en su cabello iba desapareciendo debido a sus cuarenta y siete años, a pesar de que él sentía que aparentaba menos. Pensó lo que haría después, probablemente iría a caminar por las calles de Allée Verte, hasta llegar a algún café con Franck Brinsolaro, su guardaespaldas, y se pondría a hacer lo que más amaba: dibujar. Stéphane no tenía una vida movida tras el trabajo, no tenía hijos con los que ir a jugar o una pareja que lo esperara, ni siquiera tenía personas muy allegadas a él. Desde las amenazas de muerte hacia su persona lo menos que podía hacer era involucrar a alguien en la peligrosa escena que era su vida, pero vivir aquella situación valía la pena para él, su trabajo estaba por encima de todo, tenía un mensaje importante para dar, no solo era su voz también era la voz de muchos otros. Desde las publicaciones de Mahoma y el Islam en 2011, las cosas se habían puesto tensas, a pesar de que Stéphane y sus compañeros firmaban bajo nombres clave como: Charb, Cabu, Tignous y Oncle Bernard. Esto no había salvado a Stéphane de recibir numerosas amenazas por extremistas musulmanes, por eso iría a un café junto con Franck Brinsolaro, el guardaespaldas que ahora lo acompañaba a todos lados. Eran las 11:27 am, tan solo había pasado un minuto y Jean Cabut, uno de los caricaturistas de la revista, ya había presentado varios de sus bocetos para la nueva publicación. Stéphane lo admiraba, aquel hombre de setenta y seis años había vivido una vida de resiliencia, y ahí estaba, luchando por una nueva causa. Observó a Bernard Verlhac, otro caricaturista; estaba sentado frente a él y lo podía observar con mayor claridad, no podía evitar pensar: ¿Cómo conserva su cabello? Era 10 años mayor que él y tenía la cabellera de un joven de 20, su aspecto no mejoraba la situación, claramente parecía más joven y de una forma bastante atractiva para las veinteañeras que seguramente lo rodeaban en las calles.

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—¡ Stéphane! —dijo Philippe Honoré con una sonrisa pícara. Stéphane volvió de sus pensamientos. — ¿Si, Philippe? Respondió. — Hoy estás en las nubes mi joven amigo, me sorprende, ya que tú eres el primero en participar, lo único que se me ocurre que te pueda traer así es que andes bajo el hechizo del “amour”. — Se escucharon unas cuantas risas de los presentes. — Por supuesto Philippe y también tengo una esposa e hijos por ahí. — ¡Jaja! Rió Philippe, tu sentido del humor es fascinante Charb. Philippe Honoré era aquel hombre que lucía descabellado y tenía ideas aún más descabelladas que plasmaba en sus caricaturas. — Bueno caballeros, interrumpió Georges Wolinski, a pesar de que me resulte fascinante oír sobre la vida amorosa de Stéphane ya son 11: 28 y en dos minutos debo ir a encontrarme con mi esposa. — La ingeniosa Maryse Wolinski ¿eh? Dijo Jean. — Leí su última novela: La Passion d’Edith, me deleitó, complementó Bernard. — Debería considerar su participación en Charlie Hebdo, comentó Stéphane. — Se lo diré, no olviden la junta de mañana, ¡haremos grandes cambios! — ¡Qué vivan los cambios! —dijo Philippe. — ¡Qué vivan! —dijeron todos al unísono. Stéphane observó el reloj 11:30 am. — Ya es hora de que vayas Georges. — Eso haré mis amigos, hasta pron… Un grito cortó el aire fresco que se respiraba en aquel lugar, tras eso quedó un silencio sepulcral. Todos regresaron a verse, Stéphane se preguntó si los demás también habían oído ese disparo.

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Franck Brinsolaro, quien había estado esperando a Stéphane afuera de la oficina para escoltarlo se dirigió a la entrada para ver qué sucedía. Tras eso todo cambió. Saïd Kouachi, Chérif Kouachi, dos hermanos extremistas, que fueron a vengar a Mahoma, entraron a las oficinas tras haber asesinado a Franck. Stéphane vio como Georges fue fusilado en tan solo 2 segundos. La sangre se derramó por el pecho de aquel hombre que hace tan solo 2 minutos planeaba ver a su esposa ¿Cómo las cosas podían cambiar en cuestión de minutos? Aquellos hombres mataron a sus otros compañeros uno a uno. Gritos, sangre, dolor, ese era el ambiente en el que ahora se encontraba. Los victimarios disparaban y gritaban: — ¡Alá es el más grande, hemos vengado al profeta! Lo hacían con una facilidad remordedora, el apretar ese gatillo para ellos era como el dibujar para Stéphane. De repente, sus ojos se encontraron con los de aquellos hombres entonces supo que había terminado su trabajo. Pensó en lo que dijo a los medios una vez: “Si empezamos a decir tengo miedo, se acabó”. ¡Pum! Su pecho se llenó de un líquido rojo que se expandió por su camisa, entonces cerró sus ojos y siguió sus palabras, ya no tuvo miedo. A las 11h31, doce personas habían muerto en el edificio Charlie Hebdo.

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Cuerpos Por: Ariana Valenzuela

Somos el todo. Somos la nada. ¿Qué somos en realidad? Somos almas encerradas más que cuerpos divagantes, dos seres divergentes unidos por un lazo inalterable. La sincronía de los pasos, nos marcan un compás, acompañantes de nuestros sonidos nos incitan a levantar. Pero entonces, ¿nos conocemos en realidad? No tenemos certeza del comienzo, ni de nuestro final duradero. Sabemos que somos, Pero… ¿algo más? Como el bien y el mal, como la claridad y la oscuridad. Somos complementarios y nunca opuestos, Sin el uno, el otro, falla: se desvanece. Poco a poco desaparece. El mundo se equilibra cuando ambos se juntan. Un fluir inmutable de tan anhelada armonía, dependiendo entre sí para toda la vida.

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Todo es una figura circular, tal y como la mujer es al hombre, como el sol a la luna como el frío al calor, el retorno a un mismo centro. Son los mismos colores, alterados en los extremos. En este mundo dual en el que abundan las presencias somos aire, somos vida somos agua, Como dos gotas cayendo por la misma rivera, somos dos brisas que chocan, somos el todo. No somos nada.

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008 Por: Arlet Cabrera

Las personas dicen que ser diferente es bueno, que el sobresalir entre los demás es una ventaja y que el ser original es algo único. Pero ¿qué pasa cuando ven a alguien realmente diferente? ¿siguen viendo las cosas desde la misma perspectiva? Yo no tengo nombre, pues mi madre me aborreció desde que nací ;así que decidió desconocerme y no nombrarme. Nací en Three Mile Island, en 1980 después del accidente nuclear. Supe que advirtieron a todos que evacuaran el área donde había ocurrido, sin embargo, mi madre no lo creyó tanto y permaneció ahí. Ella se había embarazado el año del suceso y un año después me tuvo. Yo soy diferente. Mi cuerpo no es del todo normal (al decir del prejuicio de la humanidad); tengo deformidades en los brazos, en las piernas, mi cara es totalmente asimétrica, mi nariz es muy pequeña, casi imperceptible, mis ojos son desproporcionados, mi labio está pegado a la nariz y tengo la dentadura muy frágil, lo mismo sucede con mis órganos internos, no funcionan del todo bien. Al nacer, mi madre me vendió a un laboratorio y desde que tengo memoria he vivido ahí. En ese lugar experimentan conmigo; abstraen sustancias químicas de mi cuerpo, en ocasiones me someten a radiación porque creen que resistiré. Lo que me parece genial es que me hicieron un tatuaje, claro estaba un poco deformado por el pasar de los años, supongo que me lo hicieron de niño. Mi tatuaje es el número 008, mi número de la suerte. Es algo simple, pero me gusta. Aprendí todo por mi propia cuenta o bueno lo que podía con los libros que me daban, me enseñaron a comunicarme, a leer, y a escribir. Hoy es un día especial, es mi cumpleaños, cumplo 18 y por ello me van a dejar salir al exterior por primera vez, me liberarán. Ver el sol, las nubes, la vegetación, los animales y todo lo que conozco solo por imágenes impresas, sé que me dejaré bañar por la verdadera realidad de afuera, estóy muy impaciente. Al fin voy a poder tener amigos, espero que la gente no sea como los científicos, ellos me miran siempre con cara de asco, como un objeto de estudio. Siempre he sabido que no encajo como su par, sin embargo nunca pude hacer nada para evitarlo, simplemente obedecer y seguir sus órdenes.

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Al fin voy a poder salir, conocer a nuevas personas y vivir como alguien normal. Voy a extrañar a Lizeth, la científica que se encarga de mi crecimiento. Siento que ella es la única persona que no me mira como un ente de investigación, me trata como un niño más, me hace feliz, con ella me siento en casa. Tengo un libro favorito, se trata de las abejas. Me parecen seres tan increíbles, admiro la manera en cómo trabajaban en equipo hasta formar un panal y su comunicación mediante ondas me parece asombrosa. Una vez en el laboratorio me dejaron probar su miel, sentí que era glorioso y que necesitaba conocer a una abeja en persona. Lo que más tenía es ansias de salir, de ver un panal de abejas, sin duda, tengo una fascinación con ellas. Me habían dicho que para que salga al exterior van a tener que inyectarme un tranquilizante o algo para regular mis emociones, mis cinco sentidos. Es como una droga qué me va a adormecer hasta que salga y mi cuerpo se adapte al ambiente exterior. Lizeth me explicó que esto me ayudaría y yo confío en ella. Llegado el momento, sujetaron mi cuerpo a una camilla, me amarraron los brazos y las piernas a ella, algo no andaba bien, no se sentía bien. Lizeth estaba llorando en la esquina de la cama, parada, viéndome, creo que me extrañará cuando me vaya, pues yo también a ella. Dejé a un lado esos pensamientos negativos y me puse muy nervioso y emocionado de pensar que en unos cuantos minutos estaré afuera. Sentí la aguja insertándose en mi piel, noté como el líquido sedante se internaba cada vez más profundo quemando a su paso mi cuerpo. Qué emoción al fin voy a ser alguien normal pensé y mientras reflexionaba, mi cuerpo se llenaba de alegría. Poco a poco fui cerrando los ojos, me daba sueño, sentía cansancio y así fue como lentamente mi corazón dejó de latir y ahora siento mi libertad, estoy fuera de todo, fuera de mí.

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Autoras Autores

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Lorien Beltr n mej a (Quito, 2004)

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Soy una chica de diecisiete años con un alma de escritora. Desde mi niñez las historias y la creatividad han crecido conmigo; el arte se ha vuelto parte de mí y me ha hecho la persona que soy hoy en día. ¿Quién soy? Soy una hija, una mejor amiga, una adolescente y una joven escritora que espera cambiar el mundo con sus escritos.

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Arlet Cabrera Bola os (Quito, 2005)

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Soy un dragón, pero no uno cualquiera. Yo no tengo escamas, pero si una armadura de desafíos e ideas. Tampoco creo fuego, lo que creo es una explosión de arte y creatividad. Lo que sí tengo, son alas, alas que me ayudan a cortar cadenas, a dejar volar mi imaginación, a superar cualquier obstáculo, alas que me lleven a tocar las estrellas y lo más alto de mis pensamientos. Todavía tengo mucho que aprender; me espera todo un vuelo por delante y, para decir verdad, tengo miedo de que algún día caiga en medio vuelo, y de olvidar cómo volar.

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Francisco Canchig Cajas (Quito, 2003)

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Me llamo Francisco Canchig. Nací en la ciudad de Quito el 29 de noviembre del 2003. Me gusta jugar videojuegos, escribir y leer. Actualmente tengo 17 años y estoy cursando tercero de bachillerato. Pienso estudiar Psicología en la universidad y seguir escribiendo.

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Santiago Ederer Blanco (Buenos Aires, 2004)

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Soy Santiago Ederer y siempre encontré interesantes historias en la literatura y en el cine que rompen con la vida cotidiana y con narrativas convencionales. Trato de escribir ideas que entran en mi mente en todo momento y que llegan a interrumpir mi vida cotidiana hasta quitarme el sueño por completo.

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Zoe Parra Vizca no (Quito, 2006)

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Soy Zoe Parra, una adolescente de 14 años. Nací en Quito, el 16 de noviembre del 2006. Desde pequeña me ha gustado escribir. Esta y otras artes como dibujar, pintar y actuar, son pasatiempos que me ayudan a desahogarme de lo que siento. En un futuro cercano quisiera estudiar alguna ciencia como Astronomía, Arqueología, Geología u Oceanografía, y poder hacer nuevos descubrimientos. Además, me gusta hacer gimnasia y espero algún día poder participar en las olimpiadas.

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Ariana Torres Puente (Quito, 2004)

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Soy Ariana Torres. Nací en Quito un 3 de abril. Algunos de mis pasatiempos son la lectura, pintura e historia, que me permiten comprender a la sociedad y expresar lo que pienso. La escritura es mi mayor pasatiempo desde hace años, porque pienso que es la forma más bella de expresar mis más profundos pensamientos e ideas.

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Julieta Troya P rez (Quito, 2004)

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Soy Julieta Troya Pérez, ecuatoriana. Me encanta aprender y el pilar de mi vida es mi familia. Amo la música; practico piano y ukulele por mi cuenta, estoy en clases de guitarra y canto. Me apasiona escribir, siento que me expreso mejor y las palabras solo fluyen, también las causas sociales por lo que soy cofundadora de una asociación, llamada Ímpetu, que trabaja por el cumplimiento de los ODS. Por último, el yoga me hace renacer.

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Ariana Valenzuela Mu oz (Quito, 2004)

cinegraf a

Amo estar en constante aprendizaje. Disfruto del ballet clásico, la literatura, los idiomas y la simplicidad de las cosas. Mi mayor aspiración es dejar una marca en el mundo, ya sea en el ámbito del periodismo, la literatura o el activismo. Soy codirectora del Comité Artístico de la Unión Estudiantil. Gozo de pasar tiempo con mi familia, mis mascotas y llenarme de nuevas experiencias.

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Lorien Beltrán Mejía Arlet Cabrera Bolaños Francisco Canchig Cajas Santiago Ederer Blanco Zoe Parra Vizcaíno Ariana Torres Puente Julieta Troya Pérez Ariana Valenzuela Muñoz

Selección de textos literarios

Valeria Muñoz Vásquez 2021


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