Un mundo de cuentos

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Un mundo de cuentos Selección de textos literarios Taller de Escritura Creativa Valeria Muñoz Vásquez Julio a septiembre, 2020


Un mundo de cuentos © 2020 Selección de textos literarios Taller de Escritura Creativa Valeria Muñoz Vásquez Julio a septiembre, 2020 Primera edición digital: noviembre, 2020 Todos los derechos reservados © 2020 © De los autores © Del prólogo © De los textos El Farolero Ediciones De las Brevas E9-20 y Av. El Inca Editora: Valeria Muñoz Vásquez Corrección de estilo: María Eugenia Delgado Ilustración: archivo digital Diagramación: El Farolero Ediciones Diseño de portada: El Farolero Ediciones No se permite la reproducción total o parcial de este libro sin permiso previo y por escrito de su autor.


Prólogo El trabajo literario que se presenta en este libro digital responde a un proceso creativo desarrollado en los Talleres de Escritura de El Farolero Ediciones, cuyo principal objetivo ha sido promover un espacio de acercamiento a la literatura desde el desarrollo de la imaginación y la libre escritura. Estamos convencidos de que la lectura y la escritura constituyen herramientas fundamentales para el desarrollo del pensamiento crítico, la apropiación de la realidad (de manera intuitiva) y para la vida misma. Los textos trabajados durante los tres meses, que ha durado este proceso, han fortalecido los talentos e iniciativas artísticas propias de un grupo de niñas que ha sucumbido a la pasión por la escritura y que hoy, fortalecen lazos a través de sus creaciones. En este libro encontraremos variedad de textos: cuentos, fábulas, poemas vanguardistas y contemporáneos, mitos, relatos de terror, cuentos fantásticos, diálogos teatrales: un sinnúmero de propuestas estéticas auténticas y bien trabajadas. Los chicos han ido generando un gusto estético por diversos estilos y aplicando variadas técnicas de escritura, que les han dado herramientas para crecer con sus historias y la posibilidad de construirse en su humanidad plena. Como todo en la vida, la escritura es una habilidad que demanda dedicación y perfeccionamiento continuo. Así lo ha asumido este comprometido grupo de niñas escritoras que, a través de esta publicación, ven materializado su universo creativo. 5


En el trayecto, hemos descubierto, que más allá de las diferentes oportunidades de acceder al aprendizaje, más allá de lo invasivas que, a momentos, pueden ser las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, la lectura y la escritura aún motivan y calan en la sensibilidad de estas nuevas generaciones. Y esto nos ofrece esperanza. La producción literaria de este taller deja una huella imborrable en la vida de todos quienes hemos participado, no solo por la magia que nos produjo cada historia, cada vivencia y cada texto escrito, sino porque emerge en un momento crítico de la historia de la humanidad, en medio de una pandemia que nos obliga a replantearnos el mundo que conocíamos. Sin duda, recordaremos esta, como una nueva oportunidad para renacer junto al arte y la literatura: medios maravillosos que nos dan vida. Valeria Muñoz Vásquez

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María Antonia Suárez (Quito, 2008)

Mi nombre es María Antonia Suárez. Nací el 26 de junio de 2008, en Quito. Desde pequeña siempre me han gustado varias cosas, entre ellas, la escritura. Aunque mi verdadera afición por la escritura no llegó hasta después de mi obsesión con la lectura.

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Poesía Autorretrato Soy un lobo bajo la lluvia. Soy el viento soplando tranquilamente por las estrellas, pero cuidado, porque un huracán me puedo volver. Soy un paseo por la noche con mi manada. Soy un lobo independiente. Soy el invierno para salir a dar caza a las pequeñas gotas de lluvia. Soy la madriguera donde puedo ser yo misma. Eso es lo que soy hoy… y lo que siempre seré.

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Cuento con dos finales El otro Príncipe Feliz Había una vez un Príncipe Feliz. Pero no el de la historia de El Príncipe Feliz. Él era una hermosa fuente de un príncipe risueño; estaba hecho de oro y se alzaba en el centro de un gran parque. Pero no todo puede ser siempre felicidad, pues nuestra bella fuente tenía un problema, en verdad, un grave problema: las aves iban a diario a pararse sobre él, pero eso no era lo que le molestaba. Lo que realmente le fastidiaba era que todas se sabían de memoria la historia de la golondrina que murió ayudándolo, y siempre que él abría la boca para pedirles algo, ellas huían. La gente opinaba que esa era una gloriosa fuente, pero preferían no caminar por allí, porque corrían los rumores de que estaba embrujada. Final 1 Un buen día, cuando el príncipe de la fuente había perdido toda esperanza de que alguien lo escuchara, llegó su salvación. Un hombre con ojos almendrados, pelo negro recogido en una coleta y traje elegante pasó por ahí, tarareando. Traía a una pequeña cacatúa encerrada en una jaula. Al ver a la estatua, se paró en seco y murmuró algo que sonó como: “cefedehepingsidi”. Puso la jaula en el suelo junto a la estatua y se fue. La estatua esperó a que se hubiera ido el hombre y susurró: —¡Pst! La cacatúa dio un respingo y se volteó. Luego, abrió la boca y dijo: —¿Qué pasa? —Necesito que me hagas un favor —dijo el príncipe. —¿Y qué recibiré a cambio? —Oro. —No lo necesito. 11


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—Joyas. —Tampoco las necesito. —Entonces, ¿qué quieres? —Libertad. —Bien —dijo el príncipe. —Bien —dijo la cacatúa. —Necesito que lleves esta joya que tengo aquí —se señaló el ojo— y se la des a la primera persona pobre que encuentres. —Pero debes liberarme primero —repuso la cacatúa. —Bien. Se levantó y abrió la jaula de la cacatúa. Esta salió de la jaula. —¿Qué querías que hiciera? —Que lleves mi ojo a una persona pobre. —¿De qué hablas? —preguntó la cacatúa sonriendo— Ya no hay gente pobre. Todos tienen el dinero suficiente para todo. Y dicho esto, se alejó riendo. Final 2 Un buen día, una bandada de aves pasó volando sobre su cabeza y se posó sobre un árbol cercano. El príncipe, que no podía creer en la suerte que había tenido de que eso sucediera, les dijo: —¡Hola! Ellas no respondieron. —¡Hola! —repitió él. Siguieron sin responder. Un ave se adelantó, y dijo: —¿Qué quieres? 12


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—Necesito que me hagan un favor. —No caeremos en esa trampa. —Por favor —pidió él, desesperado. —No. —Por favor —rogó él, tratando de moverse. —No lo haremos. El príncipe siguió forcejeando para poder moverse, mientras les decía: —Les aseguro que no van a morir. —¿Cómo podemos creerte? —dijo otra de las aves. —Se los prometo de verdad —respondió él. Pero las aves no le hicieron caso. En su desesperado intento por moverse, se arrancó de la fuente y cayó inerte en el suelo, sabiendo que su último deseo nunca se cumplió.

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Cuento de terror Un fantasma en el espejo Esa noche todo estaba muy oscuro. Un día soleado y caluroso había pasado. Un niño de pelo corto y oscuro se hallaba durmiendo, apaciblemente, en su cama. Su nombre era Colin. Le alegraba poder dormir, porque al hacerlo, se olvidaba de todos sus problemas y, ese día en especial, había estado lleno de conflictos. Primero, había llegado tarde a la escuela y la profesora lo había regañado, además, en el recreo unos niños se habían peleado con él. Luego, al regresar a casa había descubierto que su mascota había muerto y que su madre se hallaba muy enferma. Eran muchos los problemas con los que tenía que lidiar, demasiados para un niño. De pronto, se escuchó un ruido parecido al de un pistoletazo que rompió el silencio de la noche. Colin se despertó sobresaltado y se puso, rápidamente, de pie. Luego, un grito desgarrador y agudo perforó el ya muy dañado silencio. Colin empezó a temblar y palideció. Sabía que algo estaba pasando en la habitación de al lado y quería ir a ayudar a sus padres que dormían allí, pero el miedo lo paralizó. Salió despacio de su habitación, procurando hacer el menor ruido posible y posó su mano en el picaporte de la puerta del dormitorio de sus padres. Hizo ademán de abrirla, pero se detuvo. No quería ver lo que pasaba allí. Dentro de su mente, se empezó a librar una batalla: —Alguien está herido —pensó en voz alta—, ¿y si yo también termino así? Mis papás podrían estar muriendo —continuó con sus elucubraciones—, ¿y si yo también lo hago? 14


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Finalmente, Colin tomó una decisión y apretó firmemente el picaporte. Empezó a girarlo, lentamente, y lo abrió. Pero antes de que pudiera poner un pie dentro de la habitación, volvieron a oírse los gritos que traspasaron a Colin como una daga. Él se alejó asustado y decidió llamar a la policía. Saltó los escalones de tres en tres y llegó a la sala de estar. Corrió al teléfono y se paró frente al magnífico espejo con un marco de oro y joyas incrustadas. Marcó el 911 y esperó. Pero en vez de sonar la cancioncita de espera, se escuchó un jadeo. Un jadeo espeluznante que susurraba algo: —He esperado… demasiado tiempo… —dijo la voz jadeante. Colin se quedó helado—. No… Aunque… Tal vez… —siguió diciendo frases sueltas e incomprensibles. —¿Al… Aló? —preguntó Colin de manera entrecortada—. Mi nombre es Colin, Colin Abbott. Y necesito ayuda. Se oyen unos gritos provenientes del cuarto de mis padres y también se escuchó como el sonido de una pistola. Mi dirección es: casa número 5 de la avenida Madison. Vengan cuanto antes. —Ja, ja, ja —rio la voz—, niño tonto… nos has revelado… tu ubicación… —Perdone, ¿qué dijo? —se extrañó Colin. —Mira… el espejo… Mira… el espejo… Colin, obediente, se dio la vuelta y en el espejo solo se vio a sí mismo, pálido y con cara de asustado. Pero había algo raro, había una neblina en el fondo. No, no era neblina, era una silueta. La silueta de un hombre transparente y cubierto de motitas de sangre. 15


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El hombre miró a Colin y él pegó un grito de horror y una gran sombra cayó sobre él. El fantasma rio. Colin sintió como si le trataran de arrancar cada extremidad y gritó de dolor. Pero de pronto, el dolor paró y todo se oscureció. La policía fue a la casa a las tres de la madrugada y encontraron a Colin y a sus padres muertos, aunque sin señales de haber sido envenenados, apuñalados o asfixiados. Cuando los examinaron, vieron que aunque estaban muertos, no habían fallecido, aparentemente, por un problema de salud, excepto por una cosa: sus cuerpos parecían estar llenos de un vapor como neblina…

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Diálogo teatral De reyes y duendes Puck: ¡Mi señor, mi señor! Oberón: ¿Qué pasa? Puck: El señor Norberto, rey de los dragones, le envía muchos saludos. Oberón: ¿Que Norberto me envía monos velludos? Dile que no los necesito. Solo con tenerlo a él como mono velludo ya me basta. Puck: (Confundido) Emmmm… Yo… Yo… Bueno. Hablé con él ayer en la noche. Oberón: (Radiante de felicidad) ¡Qué buen hombre! ¿Enviarme un coche? Agradécele de mi parte, Puck. Qué buen hombre, qué buen hombre… Puck: (Aún más confundido) Señor… ¿Está usted bien? Oberón: Claro. Puck: ¿Seguro? Oberón: ¿Por qué no habría de estarlo? Puck: (Sonríe) Buen punto… También tengo otra noticia importante: su esposa, Titania, se cayó ayer en el cemento y está en el hospital. Oberón: ¿Qué Titania creyó que yo no estoy contento? Hombre, la situación no es perfecta, pero… Puck: (Enojado) ¿Me está tomando el pelo? Oberón: ¿Te estoy aumentando el sueldo? Pues no, y no lo haría aunque mi vida dependiera de ello. Puck: (Irritado) Eso es una injusticia, y aunque es verdad que mi sueldo es un fiasco, de ello no me he quejado nada. Oberón: ¡Mi muchacho! ¡Qué encantador eres! ¡Invitarme a una empanada! Pues claro que acepto. Puck: Yo no lo he invitado a una empanada, precisamente, porque el sueldo que me paga no alcanza ni para comprar vino. 17


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Oberón: ¿Hace cuánto vino el vecino? ¿Y por qué no me avisaste? Al menos dime que has dado una buena primera impresión… Puck: (Perdiendo los estribos) Señor, si esto es una broma, y créame que muy pesada, no me causa gracia. Oberón: ¡Pues claro que tengo audacia! Si no la tuviera, ¿cómo crees que habría derrotado a ese trol de Irlanda? ¿O al vampiro de España? Puck: (Preocupado) ¿Señor, seguro que se encuentra bien? Porque además de sordo está pálido… Oberón: Me encuentro perfectamente. Puck: ¿Seguro? Creo que el paseo de la semana pasada no le cayó bien… Ya sabe, el paseo a la montaña… Oberón: ¿Qué pasé con la araña? Hombre, ya sé que Titania no es una esfinge perfecta, pero tampoco es una araña… Puck: (Riendo) Buen punto, buen punto… ¿Qué es eso? Creo que es el almuerzo que le están preparando, mi señor. Huele como a… como a… sopa de olla. Oberón: (Enojado) ¿Qué? ¿Cómo que huelo a sopa de cebolla? ¡Pero si me acabo de lavar los dientes! Puck: (Frunciendo el entrecejo) Yo no he dicho eso, mi señor. No lo diría aunque fuese verdad. Oberón: ¡Pues claro que has dicho eso! ¿O acaso crees que tu rey está sordo? Puck: ¡No! ¡Yo no creo eso! Bueno, puede que el oído le falle un poco, pero no creo que esté sordo. De eso no diría nada. Oberón: Tal vez tengas razón… ¿Quién no compraría una limonada en este calor? Puede que sea una buena idea para ganar dinero y comprarme ese Ferrari que tanto deseo… Bien. ¡Puck! Te ordeno que organices una venta de limonada con las cocineras y el bufón. Haz lo que se te ocurra para 18


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atraer a la clientela: carteles, grafitis o lo que sea. Dile al bufón que se vista de amarillo y vaya al pueblo más cercano para atraer a los clientes. Y diles a las cocineras que preparen tanta limonada como puedan. Puck: Mi señor… Oberón: Y tú, Puck, sacarás la mesa del comedor y la colocarás en la entrada del castillo. Coge algunas de las copas más elegantes y vierte la limonada en ellas. Cuelga un colorido cartel que diga: “Limonadas del rey Oberón”. Y espera a que vengan los clientes. Puck: Pero… Oberón: ¡Sin excusas!

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Fábula La gata Mavis Mavis es uno de esos animales cuya belleza se halla muy oculta en las profundidades de su corazón. Esta gata no parece muy atractiva a simple vista, pero lograrás descubrir, con una simple palabra o caricia, su belleza interior. Es una gata como cualquier otra: independiente, ágil, juguetona y solitaria de vez en cuando. Aunque también, como todo animal, tiene una vida algo diferente cuando sus humanos no los ven. Su sueño siempre ha sido ser reconocida por algún mérito, alguna habilidad especial o cualquier cosa. El problema es que se veía como cualquier gato callejero, y eso (según ella) era algo que la frenaba en su camino a la fama. Un día, mientras merodeaba por las calles de una hermosa ciudad pensando que nunca sería alguien conocida, se encontró con una horrible escena: una paloma tenía un ala atascada en la fuente y, como daba a entender con sus desesperados gritos, estaba a punto de ahogarse. Lo más fácil y seguro hubiera sido ignorar al ave como toda la gente en esa calle; pero Mavis tenía un buen corazón y, dejando de lado sus pensamientos sobre la fama, se abalanzó sobre la paloma.

La paloma gritó aún

más fuerte porque creyó que la gata la atacaría, pero Mavis esquivó a la paloma y se sumergió en la fuente completamente. Un escalofrío recorrió su cuerpo porque, como todo gato, odiaba el agua. Ignorando la horrible sensación que le causaba el contacto con el agua, alargó una pata y desatascó el ala de la paloma.

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paloma dejó de gritar y salió arrastrándose de la fuente, seguida de la gata. La gata se estremeció y se recostó en el suelo junto a la paloma. La paloma retrocedió recelosa temblando de frío y horror. —No te voy a hacer daño —dijo la gata malhumorada lamiéndose una pata. —Pero… pero… eres una gata —dijo la paloma con curiosidad. —Sí, ya lo sé —repuso la gata bañándose con la lengua. —Digo… digo que… ¿No me atacarás? —No —respondió ella como si fuera normal que los gatos no ataquen a las palomas. —¿Se… segura? —Completamente. Odiaría sentir las plumas resbalar por mi garganta. La paloma sonrió. —Gracias —dijo. —No hay de qué. Y desde ese día se hicieron amigas. La paloma personalmente se ocupó de que fuera famosa entre las palomas como señal de agradecimiento. Y así, desde ese día, la gata se dio cuenta de que escoger entre lo que es correcto y lo que es fácil siempre tendrá su recompensa. Moraleja: Tenemos que escoger entre lo que es correcto y lo que es fácil.

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Biografía imaginaria El inicio de “Eso” Isaac Torres era un niño pelirrojo y risueño, que nació un atardecer rojo sangre en 1927, en las afueras de Maine. Sus padres eran Amelia Torres y Tom Torres. Eran personas normales, que vivían en una casa normal y llevaban una vida normal; las últimas personas de las que se sospecharía que estuvieran criando a un asesino. El niño se reía tan a menudo que sus padres lo llamaban: “payasito”. Por lo tanto, cuando lo arrullaban, en vez de cantarle la canción: “Duérmete mi niño”, le cantaban: “Duérmete mi payasito”. Sus padres estaban preocupados, porque el pequeño Isaac ya tenía dos años y no había pronunciado ni una sola palabra. Por eso, fue una gran alegría para ellos cuando el niño dijo: “payaso”. Ellos supusieron que esa había sido su primera palabra y decidieron llamarlo muy a menudo por ese apodo. ¡Qué equivocados estaban! Su primer juguete fue un peluche de osito color marrón con un lazo de adorno rodeándole el cuello. ¡No duró más de un día! Al despertar, los padres de Isaac fueron a ver a su hijo y encontraron algodón por todos lados y el peluche en el suelo, sin un brazo. Ellos se alarmaron un poco, porque un bebé no tendría la fuerza suficiente para destrozar un peluche, pero se calmaron cuando pensaron que podía haber sido el gato, Fred. Cuando Isaac entró en la escuela, se interesó, inmediatamente, por la Ciencia. Le gustaba experimentar y divertirse; pero, sobre todo, le gustaba explotar las cosas. Sus profesores no lo regañaban, porque creían que eran pequeños accidentes, pues, ¿quién podría sospechar del dulce Isaac? También le gustaba la clase de Música, porque era el cantante en su banda y amaba los raps. Le gustaba enfrentarse a otras personas en batallas de

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rap, y nadie le ganaba, porque era muy bueno. Uno de sus más memorables estribillos fue el siguiente:

Miedo, pánico, terror, ¿cuál de ustedes es el peor? Atacan a pobres víctimas y las hacen llegar al horror. También era muy ayudador. Cuando estaba en quinto de básica, Isaac ganó el premio de “Servicios especiales” por limpiar toda la escuela una calurosa tarde. Sin embargo, lo que nadie sabía era que solo lo había hecho para robar unas cuantas cosas de la clase de Ciencias. Era muy atlético, su deporte favorito era el atletismo. Corría más rápido que nadie en toda la escuela. Cuando le preguntaron cómo había llegado a la meta media hora antes que el resto de los participantes, él se limitó a decir: “Solo debes imaginar que estás persiguiendo a alguien que quieres alcanzar y ya. Toda la adrenalina que llena tus venas te hace correr más rápido y sentirte imparable”. Los compañeros que lo habían interrogado, se alejaron alarmados después de semejante declaración. Pasaron los años e Isaac llegó a la etapa donde empezó a sentir atracción por las chicas de su escuela. Ellas también sentían atracción por él, ya que era bastante apuesto. Había una chica, Katie, por la cual Isaac demostraba gran interés. Una tarde se armó de valor y la invitó a salir. Katie se sonrojó mucho y aceptó radiante de felicidad. Empezaron a salir durante unos meses hasta que Katie rompió con él. Isaac se encogió de hombros con una sonrisa burlona y se fue. Algunas chicas le preguntaron a Katie por qué había terminado su relación con él. —Tiene gustos muy raros —les respondió Katie—. Le gusta molestar a niños menores que él, y en nuestras citas solo hablaba sobre gente 23


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perdida… Le pregunté a los policías sobre las desapariciones de algunas personas y me dijeron que no habían encontrado el menor rastro de ellas. Isaac aseguraba que una vez las escuchó gritar y que ya habían muerto. Isaac llegó a la edad adulta y decidió adoptar un nuevo nombre combinando las iniciales de su nombre y su apellido: IT. Murió el 4 de octubre de 1999, al afectarse de una letal enfermedad cuya cura no había sido descubierta aún. Los médicos no se molestaron en tratar de curarlo, porque creyeron que una criatura tan terrorífica como esa, era mejor que estuviera muerta.

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Mito El mito de la condera La condera es una pantera a simple vista, pero al acercarse más y enfocar el resto de su cuerpo en la oscuridad, se van distinguiendo poco a poco unas gigantescas alas, de dos metros cada una, que le salen de la espalda. Suele estar en las afueras de las ciudades más transitadas y solo se presenta a los solitarios viajeros cuyo corazón está roto. Tiene una extraña habilidad: cada vez que un viajero con el corazón lastimado ronda por esos lares y logra verla, siente y observa la presencia de su alma gemela a solo unos metros de la condera. Entonces, ella se vuelve invisible para ambos. La condera apareció el día en el que los dioses crearon la Tierra y a sus habitantes. Uno de los dioses llamado Momo, tomó a un felino negro muy grande y al ave más grandiosa que encontró. Los subió, cuidadosamente, hasta donde él se encontraba y los miró extasiado. —Qué bella creación —dijo Momo, dios del sarcasmo y las burlas—. Supongo que el felino y el ave habrán sido obras de Artemisa. Frunció ligeramente el entrecejo y añadió para sí mismo: —¿Pero, qué he hecho yo? ¿En qué he ayudado para lograr la creación de este mundo? Helio ha creado el sol y Dionisos, la vegetación. ¿Y yo? ¡Me he quedado sentado mientras los otros hacían el trabajo! ¡No señor! ¡Me rehúso a ser un vago inútil! Le lanzó una mirada inquisitiva a los animales que sostenía y murmuró: —Tal vez… Tal vez… 25


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Apuntó a los animales con un dedo enorme. Hubo un destello de luz, un chillido y los dos animales quedaron fusionados.

Momo

sonrió satisfecho y los devolvió a la Tierra. La condera quedó temblando en el suelo sin saber muy bien qué hacer y mirando a todos a su alrededor. Pero ningún animal miraba a la condera. Todos comían pasto y jugaban alegremente sin fijarse en el monstruo que se hallaba junto a ellos. La condera fue caminando lentamente hasta donde estaba una pantera y la saludó: —¡Hola! Sin embargo, la pantera pareció no escucharla. La condera interpretó eso como un mal signo y le preguntó: —¿Qué? ¿No te gusta mi nuevo look? La pantera siguió jugando alegremente. La verdad cayó sobre la condera como un balde de agua helada: nadie podía verla ni oírla. El animal se alejó de los otros y fue caminando a la aldea más cercana con el corazón destrozado. Desde ese día, la condera aprendió a ser independiente y solitaria, aunque no le gustara nada, dejándose ver solo una vez al año por una persona con el corazón roto, al igual que ella.

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Ilustración de María Antonia Suárez

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Poesía del absurdo Limerikcs Alejandro es admirable, a diferencia de Tomás, que es asustable, le teme mucho a la noche, y si lo espantas, te lanza una mirada de reproche. Suele ser una persona muy agradable.

Ayer cuando subimos a la colina, mi mamá me riñó con voz cansina, pero tanto me distrajo, que tropecé con una roca, y ella cayó detrás de mí al ver una oca. Nos miramos y riendo llegamos a la cima.

Don Enrique, el de la esquina, al cocinar confundió el helio con la harina, y su esposa, al comer la cena, se alejó flotando hacia una colmena, e hinchada y sonrosada, huyó a la colina.

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Cuento fantástico El país del semi Ignacio Loaiza es un chico muy alto para su edad, rubio, risueño y muy curioso. Tiene un pasado muy extraño, que solo ha relatado a la gente muy cercana a él, como yo. Ha pasado ya algún tiempo desde que me contó su historia, pero sigue siendo mi favorita. Todo empezó hace no más de diez años, cuando Ignacio tenía nueve años, en un lugar en donde nadie creería que podría suceder algo interesante. Su historia comienza en un cuarto pequeño, en el cual apenas cabía una cama, y que estaba completamente desordenado. Había envoltorios de caramelo por el suelo, papeles arrugados en la cama y ropa vieja y desgastada en el aparador. Ignacio no había arreglado su cuarto desde las vacaciones; mas no por pereza y arrogancia, sino por cumplir con sus responsabilidades. Ignacio venía de una familia muy pobre y, por lo tanto, salía a vender cosas a la calle después de clases. La gente le compraba lo que él vendía por pena o porque lo conocían y sabían que era muy simpático y que necesitaba el dinero. Una lluviosa noche, después de un largo día de vender empanadas de pollo y carne, Ignacio llegó arrastrando los pies, calado hasta los huesos, pero inexplicablemente, sonriente. Corrió hasta donde estaba su madre, que se encontraba tejiendo un suéter verde horrendo, y extendió su mano en la cual llevaba tres billetes de diez dólares. —¡He conseguido treinta dólares! —exclamó. 29


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—¡Bien hecho! —dijo su madre—. Con esto lograremos comprar pan y huevos para mañana. Ignacio le dirigió una sonrisa y subió por las escaleras sin dejar de sonreír. “He logrado conseguir algo, y mis padres están orgullosos de mí por ello. Por fin dejo de ser una carga para ellos”, pensó. Se recostó en su cama sin desvestirse y se quedó ahí, esperando que su padre llegara. De pronto, un sonido parecido a un pistoletazo rompió el silencio de la noche. Ignacio se levantó de un salto mirando al centro de la habitación donde una mujer alta y hermosa había aparecido. —Hola, Ignacio —lo saludó con naturalidad. Ignacio no respondió. Miró a la mujer con desconfianza, sin atreverse a hablar. —Tienes razón al desconfiar —repuso la mujer sonriendo abiertamente— . Soy una extraña que ha aparecido en medio de tu habitación. —¿Quién?… ¿Quién eres? —preguntó él con la boca seca. —Mi nombre es Eliana. No es necesario que te presentes —añadió al ver que Ignacio abría la boca—. Ya te conozco. Ignacio no preguntó de qué forma ella se había enterado de su nombre, porque le pareció que sonaría grosero y, en vez de eso, le preguntó: —¿Qué haces aquí? —Vengo a llevarte. La gente exigió verte para poder aclarar algunos asuntos. 30


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—¿Qué quieren aclarar? ¿Qué he hecho? ¿A dónde me llevas? —Ya verás. Dicho esto, se acercó a Ignacio y lo cogió del brazo. Antes de que Ignacio pudiese soltarse, se oyó otro pistoletazo y dejaron su habitación atrás. Al instante, se dio cuenta de que se encontraba en una ciudad muy pequeña y extraña. —¿Ves eso? —preguntó Eliana señalando algo parecido a un árbol, pero cortado por la mitad—. Eso es un semiárbol. De ahí cosechamos las semifrutas y hacemos la semicomida. —¿Qué es…? —empezó a preguntar Ignacio, pero Eliana lo interrumpió: —¿Y ves eso… lo que está comiendo ese semianciano? Es un semihelado. —¿Qué…? —¿Y esos semizapatos que está usando esa mujer? —lo interrumpió de nuevo señalando a una mujer que caminaba resueltamente con unos zapatos cortados por la mitad. —¿Qué son…? —¡Ah! Mira eso de ahí —dijo, señalando una casa cortada por la mitad—. Eso es una semicasa. —¡¿Quieres hacer el favor de escucharme?! —gritó Ignacio enfadado—. ¡¿Que rayos es eso de semicomida o semizapato?! ¡Yo no conozco nada de aquí! —¿No lo entiendes todavía, Ignacio? —se lamentó Eliana—. Es tu nuevo hogar. 31


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Y sin más, lo arrastró a un grupo lleno de gente que tenía semianimales.

Cuento de animales La trompa del elefante Hace algunos siglos, un elefante se hallaba en la orilla del lago; miraba decepcionado su reflejo. No eran sus orejas lo que le molestaban ni su pelaje gris y áspero. Era su nariz. La llamó nariz y no trompa porque en esos tiempos los elefantes no tenían trompa. En lugar de ella tenían una nariz chata y feúcha, parecida a la de los cerdos. Para poder beber agua del río, debían agacharse hasta que su estómago tocara el suelo y luego, debían alargar el cuello y beber lentos y refrescantes sorbos de agua. El elefante bufó al mirar de nuevo su nariz. Para desviar la vista de aquella horrible imagen suya, se levantó con dificultad y se encaminó al centro del bosque. Ahí vivía el león, rey de la selva, y todos acudían a él para pedir consejos. Después de cinco minutos llegó a su destino. Una alta cueva (en la que hubieran podido caber tres elefantes sin problemas) se erguía en medio de la espesura del bosque. El elefante vaciló un instante y entró. Era la primera vez que lo hacía. Su primera impresión fue que había entrado en un castillo de piedra. Las paredes estaban adornadas con toscas pinturas de leones y leonas con coronas y, a su alrededor, se hallaban cebras, jirafas y elefantes haciendo torpes reverencias. El elefante frunció el entrecejo El león se hallaba acostado en lo alto de una roca bostezando con descaro. Al ver al elefante, compuso una sonrisa burlona. —¿Qué te trae aquí el día de hoy, elefante? 32


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—Disculpe, su señoría —dijo el elefante, torpemente—, le quería hacer una petición. El león arqueó las cejas. —No es nada muy difícil —aclaró el elefante—. —Habla, hijo —repuso el león, sin dejar de lado aquella sonrisa. —¿Me puede decir en qué lugar conseguir una nariz alargada, una nariz que combine con mi rostro? En seguida, el elefante se dio cuenta de que había ido demasiado lejos. El león pareció pensar lo mismo, porque rugió enojado. —¿No estás contento con tu aspecto? —No, a decir verdad —respondió con sinceridad el elefante. El rostro del león se ensombreció. —Bien —susurró borrando su sonrisa—. Tú lo has pedido. El elefante alzó la vista, expectante. —Te diré dónde puedes conseguir lo que deseas —dijo el león—. A unos cuantos árboles de aquí, vive una bruja. Una bruja de verdad —añadió al ver la expresión del elefante—. Ella te dará lo que deseas, pero a cambio de un precio, de un precio muy alto. —¿Cuál es el precio? —preguntó el elefante. El león negó con la cabeza, bufando. El elefante no se detuvo a pensar en el terrible precio y salió dando tumbos hacia la casucha de la bruja. 33


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Alzó una pata y llamó a la puerta, pero sus patas eran tan grandes que la casa entera tembló. Se escuchó un grito dentro de la cabaña y una bruja de sorprendente belleza abrió la puerta. —¿Pero, qué rayos te propones con eso? —preguntó enfadada— ¿Acaso quieres derrumbar mi casa? —Lo siento —se disculpó el elefante—, pero me recomendaron que acudiera a usted. Me dijeron que podría ayudarme. La expresión de la bruja se aligeró. Abrió la puerta de su casucha y quedó muy claro que iba a decir: “Pasa, pasa”, pero se fijó en el tamaño del elefante y volvió a cerrar la puerta. —Sígueme —le ordenó. El elefante la siguió hasta un lugar donde los árboles eran muy frondosos. —¿Qué necesitas? —preguntó ella, amablemente. —Quisiera una nueva nariz —confesó el elefante—. Esta es muy corta y fea, y yo quiero una un poco más adecuada. La bruja se llevó una mano al sombrero y sacó una varita mágica de él. —Bien —repuso ella—. Pero deberás darme algo a cambio. —Le daré lo que sea —aseguró el elefante. La bruja lo miró a los ojos durante unos segundos. Luego alzó su varita y pronunció lo siguiente: “alargatrompariz”.

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Y la transformación comenzó. No era dolorosa, pero sí un poco incómoda. Sintió como su nariz se alargaba más y más. Cerró los ojos con fuerza y solo los abrió cuando la transformación había terminado. La bruja se había ido. Pestañeó durante un momento, aturdido. Luego, tomó una decisión y echó a correr para ver qué opinaban los otros elefantes de su nuevo aspecto. Sin embargo, al verlo, estos soltaron un grito y huyeron. El elefante, muy confundido, se acercó al lago para ver su aspecto. Al ver su reflejo, también soltó un grito. Ya no tenía una nariz chata, sino una trompa larga que le llegaba hasta los pies. Trató de llamar a alguien, pero el único sonido que salió de su boca fue uno parecido al de una trompeta. Y ahí se dio cuenta: la bruja se había llevado su voz. Muy triste y deprimido, se alejó de la orilla. Y desde ese día, los elefantes ya no tienen voz, sino un sonido parecido al de una trompeta, y tienen una larga trompa que les llega hasta los pies.

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Caligrama Caligrama a mi padre

Mi padre, Felipe, tiene el cabello negro y una nariz aguileña. Tiene un don especial para hacerme reír. Ama pasar tiempo en familia y odia vernos tristes Solo él es capaz de hacer que yo ría cuando estoy triste. No es un superhéroe, pero tiene poderes para motivarnos cuando perdemos la esperanza. Por eso, hablar de mi padre es hablar de la generosidad.

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Cuento a partir de un cortometraje La tienda de muñecas Un niño rubio y de ojos verdes caminaba por la nieve, tratando de ignorar el frío que le lastimaba el rostro, pero al mismo tiempo, disfrutaba del paisaje. Su nombre era Alma y no era como los demás. No era solo su nombre lo que lo diferenciaba de los otros. Alma era especial, porque no estaba encerrado en su propio cuerpo día y noche, no… Alma era… bueno, eso: un alma libre. Alma sacó una tiza de su bolsillo y escribió en la pared más cercana solo una palabra: ‘‘alma’’. Sonrió satisfecho. Al rato, sintió que alguien lo miraba. Se dio la vuelta y, sorprendido, vio que era un muñeco. Se encontraba frente a una tienda de muñecas. Aquel muñeco, sin embargo, fue el que más llamó su atención. Era rubio, al igual que Alma. Tenía ojos verdes, al igual que Alma. Y vestía exactamente igual que Alma. El muchacho se acercó a la tienda, curioso, y se apoyó en la ventana para ver mejor al muñeco. No sentía miedo. Sabía que el muñeco era inofensivo. Se dirigió a la puerta, pero esta no se abrió. Buscó alrededor, tratando de encontrar algo para abrirla. Se agachó y cogió una piedra. La lanzó contra la puerta y esta se abrió enseguida. Alma sonrió y entró. La tienda estaba llena de muñecas muy lindas y realistas. Se dirigió al lugar en el que antes había estado el muñeco, pero este había desaparecido. Alma miró alrededor, extrañado. Encontró al muñeco en una mesa en medio de la sala.

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Alma se dirigió hacia él y levantó una mano. Sus dedos estaban a unos centímetros del muñeco, cuando tropezó. Miró hacia abajo para ver con lo que había tropezado. Un muñeco agraciado montando una bicicleta yacía en el suelo. Alma se agachó y lo levantó con cuidado. El muñeco enseguida empezó a pedalear en la diminuta bicicleta y se dirigió a la puerta. Chocó contra ella y cayó de nuevo al suelo. Alma lo miró, confundido. Sabía que ningún muñeco le haría daño. Sabía que no corría peligro alguno. Volvió a mirar hacia la mesa. El muñeco había desaparecido. Alma resopló, irritado. El muñeco se hallaba en lo alto de una estantería. Alma corrió hacia allá y empezó a trepar por ella, con la agilidad digna de un mono. Llegó hasta

el

muñeco

y

estiró

una

mano.

La

estantería

crujió,

amenazadoramente, pero era ya muy tarde: Alma había cogido el muñeco con una mano y lo analizaba, extasiado. —¡Ajá! —exclamó triunfante. Miró a los ojos al muñeco. Tenían una pizca de vida, como los de un humano. Los ojos del muñeco empezaron a agrandarse y a agrandarse, hasta que el verde intenso de sus ojos tragó a Alma. De pronto, se encontró parado en la estantería, convertido en muñeco. Recorrió la tienda con sus ojos, de un verde brillante y llenos de vida. Una muñeca preciosa y de pelo castaño surgió de una mesa y se quedó en la estantería, junto a la vitrina. Una niña idéntica montó su bicicleta hasta la vitrina y contempló extasiada la muñeca.

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Alma trató de moverse, pero no lo logró. Había pasado de ser un alma libre, a quedar atrapado en el vacío (que era su mente) y en la cárcel (que era su cuerpo).

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Frida Rubiano (Quito, 2009)

Me llamo Frida Rubiano, nací en Quito, el 28 de junio de 2009. Al inicio del taller, yo no estaba tan segura de si debía inscribirme en él, pero me ha encantado cada clase, cada tema y compartir la escritura, que es tan linda, con Valeria Muñoz y con todas mis compañeras; y ahora también comparto muchas más cosas con mi abuelo Roberto Rubiano Vargas, que es escritor.

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Poesía Autorretrato Soy un unicornio en la cumbre de una montaña muy alta. Soy alguien caminando en la oscuridad del universo. Soy una persona enterrándole, por jugar, a una amiga en la arena, junto con mi primo y mi tío. Soy un conejo miedoso que, cuando toma confianza, logra hacer lo que se propone. Soy una persona que disfruta mucho el verano, porque se puede hacer más actividades al aire libre. Me encanta andar en bici y luego ir por un helado bien frío. Soy una persona que ama estar en el jardín. Eso me hace muy feliz. Todo esto soy yo con cualidades y defectos.

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Cuentos con dos finales El abogado de la leche Había una vez… un gato con botas. Pero no el de la historia de El gato con

botas. Este gato con botas era un abogado, y casi todos le contrataban porque era muy astuto. Siempre usaba su traje, pero nunca olvidaba sus botas. El problema del gato es que siempre que estaba en medio de un caso importante, le daban muchísimas ganas de beber un vaso de leche muy, muy fría, y eso hacía que se desconcentrara. Algunos de sus clientes dejaron de recomendarlo y de contratarlo, porque no soportaban que su defensor tuviera que pedirle al juez un vaso de leche. Final 1 A raíz de este problema, el gato empezó a llevar siempre su termo de leche con él, y una de esas veces pasó algo que nadie, absolutamente nadie, se esperaba: el gato derramó su leche cerca de donde estaba el juez. “¡Qué bien que nadie lo notó! Lo limpiaré luego”, pensó el gato; pero en el momento en que el juez se levantó, cayo tan rápido como un rayo en el campo, resbaló empujando a todo el mundo y, como si eso fuera poco, golpeó a su paso al conserje que pasaba por ahí y derramó toda una cubeta de agua con jabón. Dio un paseo por toda la corte y la puerta enorme de madera lo frenó. Después de esto, el gato decidió tomar un trabajo más tranquilo, de hecho, se convirtió en conserje de la corte, ya que el otro renunció después de lo sucedido.

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Final 2 A raíz de lo sucedido, el gato decidió dedicarse a hacer caramelos de leche. Un día, en la corte, observó que uno de sus clientes estaba algo estresado, así que le brindó uno. A este le gustó tanto que empezó a hablarles a todos sobre los caramelos que hacía el gato. Poco a poco, comenzaron a llegarle pedidos de todas partes. Normalmente, cada cliente compraba uno o dos de los caramelos, hasta que una vez, uno de ellos le compró una libra entera. De allí en adelante, todos le empezaron a pedir tantos que dejó su trabajo de abogado y se abrió una dulcería.

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Cuento de terror Un cuco bajo mi cama Esa noche todo estaba muy oscuro, estaba lloviendo y me encontraba solo en mi casa o, al menos, eso pensaba. Mi madre era enfermera y se había quedado a trabajar turnos extras en el hospital. Mi padre estaba fuera del país y, la razón, francamente, no me importaba. Todo estaba muy silencioso, lo único que se podía escuchar era la tormenta y el reloj haciendo tic, tac, tic, tac, sucesivamente. Cuando estaba a punto de dormirme, justo antes de cruzar la puerta intermedia del mundo de los sueños y de la realidad, de repente, empecé a oír gritos. Lo que más me llamó la atención es que se escuchaban dentro de la casa. “Esto es imposible”, pensé. Mi corazón se aceleraba cada vez más, todo mi cuerpo empezó a sudar y, de repente, sentí una presencia, pero no era una persona, no, no, no, para nada, entonces pensé que había un cuco debajo de mi cama. Volvieron a oírse los gritos con mayor fuerza, cuando sentí que ese..., bueno, que algo se sentaba en la esquina de mi cama. Finalmente, una gran sombra se vino encima y me dio un gran beso en la cien. Era mi papá que llegaba con todo su equipaje, así que el cuco debajo de mi cama y los gritos, resultaron ser nada más y nada menos que mi padre llegando con una máscara de Halloween con sonido incluido.

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Diálogo teatral Diálogo disparatado Puck: Hola, mi señor. Oberón: ¿Crayola 22? ¿Qué dices, Puck? Puck: ¡Ay, señor!, lo que dije es…, bueno, no importa, le venía a decir que esta noche hay un festín y se perdió la olla de la sopa. Oberón: No, no, Puck, no me gusta la cebolla, y ¿qué tiene que ver el lavarropas con todo esto? Si toda mi ropa está limpia. Puck: Señor, hablo del festín de esta tarde en las montañas. Oberón: ¿Valentín? ¿Qué tiene que ver mi primo con todas estas tonterías de las que estás hablando? A él, no le gustan las arañas. Puck: No, señor. Su primo no está invitado a este festín. Oberón: ¿Cómo que no está invitado? Puck: ¡Ah!, y eso sí me entendió ¿no? Oberón: Eeee... ¿queso? Eso, Puck, muy bien, a Valentín sí le gusta, así que tiene que haber queso, porque él sí está invitado al festín. Puck: (Puck respira profundo) ¡Ay! ¿Dígame cuándo? ¿Cuándo entendió que yo le dije festín? Porque no parecía que me entendió todas las veces que le dije: ¡FESTÍN! Mejor me voy, adiós, señor. Oberón: (Aguantándose la risa) Adiós, Puck. Puck: ¡Aaaa!

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Fábula Guabita Guabita era una conejita blanca y muy chiquita, que vivía en un jardín grande en Nayón. Ella tenía muchas compañeras, había una que se llamaba Guillermina, otra que se llamaba Menta, había dos gallinas y un gallo grande y majestuoso, pero que no sabía cantar, aunque a él eso no le importaba. Guabita no se llevaba bien con nadie. Pensaba que todos tenían a sus amigos y que ella sobraba. Por ejemplo, el gallo, que se llamaba Albaco, tenía a su hermana Albaca y a su amiga Hierbabuena; Guillermina tenía a Menta y Menta a Guillermina. —¿Por qué no puedo tener amigos? —decía Guabita para sí misma—. Tal vez tengo la nariz muy chiquita o mi colita no es tan esponjosa como las de ellas o quizás es más esponjosa. Se pasaba pensando en sus defectos y, simplemente, no veía sus virtudes. Un día Guabita estaba sentada en su refugio, que no era una madriguera, porque Guillermina y Menta no le dejaban meterse en la de ellas. Mientras tomaba el sol, se le acerco Hierbabuena, cojeando un poco, y le preguntó: —¿Qué te pasa, Guabita? —Siento que no puedo ser como los demás, Hierbabuena —contestó Guabita. —Cuando yo llegué, no me llevaba bien con nadie, me pasaba lo mismo que a ti. —¿De verdad? —preguntó Guabita, sorprendida. 47


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—Sí —confirmó Hierbabuena. Después de esa charla, Guabita empezó a pensar menos en sus defectos, y se concentró en sus virtudes de una vez por todas; confío en ella misma y, con el tiempo, se volvió amiga de todos. Conversaba con Guillermina, Menta y Hierbabuena, y hasta le daba clases de canto a Albaco y a Albaca. Desde entonces, todo estuvo en armonía en la granja de Nayón. Moraleja: tienes que confiar en ti para lograr tus objetivos.

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Biografía imaginaria Biografía imaginaria de un fantasma El fantasma de la ópera nació en el año de 1928, un 1 de octubre; lo recuerdo tan bien porque esa noche hubo una gran obra a la que yo asistí. Este señor, en ese momento, era solamente un bebé llamado Fantôme. Tenía la suerte de que sus padres eran los grandes y majestuosos fantasmas del circo. A este niño le cantaban una canción que, si mal no recuerdo, decía así: “Duerme, fantasmita, que mañana despertarás y el circo ya no estará. Duerme fantasmita, duérmete ya, que mañana el circo te comerá”, bueno o algo así. Sus padres, obviamente, querían que su hijo heredara su legado, y se convirtiera en el próximo fantasma del circo y, efectivamente, estaban seguros de que la primera palabra que diría sería “circo”; pero un día muy soleado, que para ellos había sido terrible, porque debido al calor estaban refugiados en su casa, el bebé Fantôme gritó y gritó, fueron a ver qué le pasaba, pensaron que era algo grave, pero cuando llegaron, se acercaron al bebé y le escucharon decir su primera palabra: ópera. El primer juguete de este niño fue un carrusel. Normalmente, uno se imaginaría un lindo carrusel de juguete, pero este era todo lo contrario: era oscuro y viejo. La materia favorita de nuestro amigo Fantôme era la Ópera. También le gustaba el rap y recibió muchos aplausos con esta rima:

Yo estoy ripiando, bailando, tatarateando, todo lo que se imaginan, aquí está pasando. Y ganó con la ópera y con el rap dos premios muy importantes, pero solo uno le importaba: el de la ópera. 49


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A este fantasma no le gustaban los deportes, siempre se lo veía en cualquier cancha sentado devorándose un buen libro y nada más, también hacía anotaciones en algún cuaderno y, de vez en cuando, dibujaba. Con todo lo que hacía Fantôme, no tuvo muchas novias, pero hubo una a quien quiso muchísimo, se llamaba Cirqueeeea y estudiaba para ser una fantasma de circo, lo que a los papas de Fantôme les encantaba; pero tristemente terminaron su relación de una manera muy trágica, creo, bueno la verdad no sé porque no soy un fantasma, pero bueno pasó que ambos habían terminado sus estudios: Ciqueeeea estudió y se graduó de fantasma de circo y Fantôme de fantasma de ópera. Su primera cita de graduados fue en la ópera. Cirqeeeea le estaba mostrando como hacer una maldición para encerrar el talento de los cirqueros en los espejos, pero por un tremendo estornudo encerró el alma de Fantôme en uno de ellos. Su cuerpo físico murió y su alma se quedó toda la eternidad atormentando a los cantantes de ópera.

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Mito Mito de la ardillafa La ardillafa es un ser con un cuerpo de ardilla y un cuello de jirafa. Es lo suficientemente alta para comer las hojas de los árboles y tiene la inteligencia de las ardillas para reconocer las nueces malas y las buenas, las huecas y las que no lo están. Este peculiar animal no tiene una ubicación fija, algunos dicen que la han visto deambulando por el desierto, otros que la han visto en la selva, hasta hay unos que dicen que la han visto saliendo de lagos y ríos; el único dato específico que tenemos es que no soporta las temperaturas menores a 40 grados centígrados. Se dice que fue creada en un día de mucho calor. La jirafa y la ardilla estaban en una zona equis del mapa. La ardilla, ya casi sin saliva en la boca, intentó romper su última nuez de reserva; la nuez empezó a derretirse como si fuera hielo en el sol. Acto seguido, la ardilla fue succionada por la nuez. La jirafa, que había sido espectadora de toda esta escena, se acercó para mirar más de cerca lo que había pasado. Una gota de la nuez derretida, rozó la pierna de la enorme jirafa y la succionó. Se dice que estuvieron tanto tiempo encerradas en la nuez, peleando por el espacio y por su vida, que cuando un turista desorientado no se percató y pisó la nuez, salió de ella una enorme bestia. El mismo sujeto la bautizó como ardillafa.

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Ilustraciรณn de Frida Rubiano

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Poesía del absurdo Limericks Albaco era un gallo que vivía en Quito y odiaba a un mosquito. Un día, Albaco rebeló que tenía un amigo llamado Pico y que pintaba un lindo marquito.

Mi tío es muy admirable y siempre le dicen que es muy asustable. Él es músico y su banda se llama “Noche” y siempre que los perros los oyen, hacen un enorme reproche, pero es un tío muy agradable.

Yo conozco a una cantante de ópera que vivió siempre afuera y siempre reporta con una conversación corta que no sabe de dónde era.

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Cuento fantástico El país del multi Este es el país del multi. Aquí todo viene por multitudes. El supermercado te vende treinta helados y siempre hay promoción de cuarenta pares de zapatos. No puedes comprar una carne, tienes que comprar diez, y si vas a ver una casa te van a sobrar diez. Al momento de aprender, el contenido será infinito; sí, hasta las respuestas vienen en combo: dos por tres no te darán como resultado seis, sino cuarenta y seis. Casi todo se dice en plural: en vez de llamarte Cristina, te llamarás Cristinas (aunque suene raro). Todo el pueblo ya está acostumbrado, y si este pueblo quieres visitar, por múltiples aviones, buses y no sé qué más, tendrás que pasar.

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Cuento de animales Los colores de la guacamaya En el inicio de los tiempos, la guacamaya no tenía colores, era de color

beige y apenas su pelaje brillaba al sol. A la guacamaya no le gustaba para nada no tener colores, era muy gruñona y le disgustaba que los otros pájaros presumieran sus colores. Un día, fue un cardenal rojo, se le acercó y le dijo: —Mira, guacamaya, tengo este color rojo tan brillante y tú ese color tan deprimente. Después se fue volando. Otro día, mientras la guacamaya comía, se colocó al lado de ella una urraca azul, y le dijo: —¡Hola, guacamaya! ¿Cómo te va hoy? No preguntaría, pero es que siempre te ves deprimida con ese color de cortina vieja, y yo con este azul inspirador. Y se fue volando. El 14 de febrero, ya la mayoría debe saber qué fecha es y, por si no lo saben, se los diré: es el día del amor y la amistad donde recibes cartas sin cesar… Ese día, cantaba el pechiamarillo, un pájaro amarillo que además era el cartero. Tocó a la puerta de la guacamaya para entregarle la clásica carta de consuelo de paloma; que, aunque la suelen llamar la rata del aire, esta paloma es muy agradable y le da pena quienes no reciben carta en ese día tan especial. Guacamaya va a abrir la puerta y cuando está a punto de cerrarla, ya con su carta de consuelo en la mano, el pechiamarillo le dijo:

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—¡Aaaa! Ya sé porque necesitas una carta de consuelo, solo mírate, te vez como uno de esos atardeceres en los que nadie quiere salir, en cambio yo tan guapo de este amarillo tan alegre. La guacamaya cerró la puerta de un solo portazo y harta de todos, exclamó: —¡Esos pájaros pesados y presumidos! Por su puesto, dejarán de molestarme de una vez por todas. Yo puedo ser de color rojo brillante, de un azul inspirador y de un amarillo alegre. Miró por la ventana, al ver un enorme arcoíris, pensó en voz alta: —¡Ya sé! Iré volando hacia el arcoíris y me bañaré en él. Se puso a hacer sus maletas y emprendió su viaje. Voló y voló y, sin embargo, no llegó; esperó hasta que hubiera otro arcoíris y, después de aproximadamente una semana y media, se podría decir que llegó y se remojó en el fantástico arcoíris. De repente, todo su cuerpo fue cambiando tono por tono a rojo brillante; luego, colocó la punta de su ala en el color amarillo alegre y, con los lados de su ala, rozó el azul inspirador, luego volvió a su aldea, orgullosa, y dijo: —Miren pajarracos, mis nuevos colores. Ya no soy deprimente. De repente, ninguno de los pájaros se sintió especial y poco a poco se fueron y la guacamaya de rojo brillante, de azul inspirador y de amarillo alegre, se quedó sola. Pero estaba tan encantada consigo misma que no le importaba.

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Caligrama Caligrama a mi padre A mi papá le decimos que tiene cara de caucho y nos da un poco de risa, porque sus pelos parecen hormigas. Mi papá es muy creativo y siempre le gusta aprender cosas nuevas. Él tiene el superpoder de animarnos cuando estamos tristes. Mi papá logra que yo cumpla lo que me propongo. Y por eso, lo amo muchísimo.

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Cuento a partir de un cortometraje Encerrada dentro de ella Me levanté de mi cama y taché el calendario, era 2 de diciembre de 1978. Me fui a lavar los dientes y bajé con un poco de pasta dental en la cara. Mi mamá no estaba, hacía turno extra en el hospital. Me preparé un té caliente, pues hacía mucho frío. Me puse una chaqueta de mi hermano, que ya estaba en la universidad, y salí a dar un paseo. Recorrí parques, cafeterías y hoteles, cada uno de esos lugares estaba lleno de conciencias alegres, de vida. Finalmente, llegué frente a esa pared cubierta con negro mate que se rompía con el sonido de tizas blancas. En ella estaba escrito mi nombre y sabía que en cuanto lo borrara, volvería a ese horrible lugar. Entonces, mis pensamientos se interrumpieron por el sonido de una vitrina vieja ya oxidada (con vitrina me refiero a un delgado vidrio que nos separa) y vi desde lejos mi cuerpo. Intenté huir, pero no lo logré. Antes de que me diera cuenta, estaba encerrada dentro de ella, que es una más en ese mundo de muñecos en la vitrina. Lo único que estos seres hacen por ellos mismos es mover esos ojos de vidrio, que están vacíos por dentro. Otro término para definir a estas criaturas es: humanos.

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María Paz Carrillo (Quito, 2008)

Soy María Paz Carrillo Román, nací en Quito el 9 de julio de 2008. Actualmente, tengo 12 años. Estudio en el Colegio Alemán de Quito. Practico equitación (tengo una yegua y su potra), natación y fútbol. Me gusta el arte y la música, soy parte del coro de mi colegio y de una banda de rock con amigos. Dibujar y escribir me ayudan a liberar mi imaginación y a expresar mis emociones.

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Poesía Autorretrato Yo soy como el mar y sus olas. Yo puedo cambiar mi marea repentinamente. Yo logro tranquilizar a las personas con mi suave marea. Yo me enojo y causo un tsunami. Yo soy un árbol. Yo soy feliz con la paz del bosque. Yo no tengo problema con la compañía. Yo, mientras no me arranquen las ramas, estaré bien. Yo disfruto del sol, al igual que de la lluvia. Eso es lo que soy.

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Cuentos con dos finales La otra Mérida Había una vez una chica llamada Mérida. Pero no la Mérida que todos conocemos. Esta chica se dedicaba al arte. Desde que era niña le apasionaron los caballos, aunque nunca se había subido en uno. Nunca tuvo interés en los deportes, solo en crear arte y en escribir. Un día se inscribió a un concurso y, como era de esperarse, lo ganó. Final 1 Actualmente, ella hace cuadros hasta para celebridades, pero en varias ocasiones le dicen que si montara un caballo, al menos una vez, podría hacer sus cuadros más realistas. Final 2 Después de aquel día, se propuso intentar montar un caballo real, lamentablemente, sufrió un accidente. Después, ya no se sentía igual con los caballos, pero un día encontró un nuevo deporte: el arco y la flecha. Lo practicó sin parar y ahora es una deportista reconocida.

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Cuento de terror El demonio del hielo Esa noche todo estaba muy oscuro, especialmente, el callejón donde Melissa caminaba. Ella era una simple mesera, que trabajaba en un restaurante cercano al mismo callejón. Parecía una santa, luchando duro por una mejor vida, o eso es lo que ella explicaba. Esa misma noche, encaminándose hacia su casa, empezó a escuchar voces que cada vez se hacían más y más fuertes. En un punto, Melissa comenzó a acelerar el paso. Los murmullos se convirtieron en gritos, el corazón de Melissa se aceleró, pero por un par de minutos los gritos y murmullos pararon. Volvieron a oírse con mayor fuerza y fue cuando una neblina invadió todo el callejón. El problema era que esa neblina no era normal, tenía un color celeste, pero lo que menos le preocupaba a Melissa era su color… Su peso y su temperatura eran el problema, Melissa cada vez más sentía un peso en sus hombros y un frío tremendo, al punto en que comenzó a temblar terriblemente. Finalmente, una gran sombra se le vino encima. Melissa pegó un grito y segundos después escuchó una voz murmurando a su oído: —Sabes lo que hiciste, mi nuevo corazón de hielo. Segundos después, ambos desparecieron… A la mañana siguiente encontraron a un muerto en el basurero de la puerta trasera del restaurante donde Melissa trabajaba. Después de un par de horas de examinar el cuerpo, por fin tuvieron la autopsia completa. El cuerpo era de un cliente del restaurante, él había sido apuñalado gravemente, tanto en su espalda como en su pecho. También tenía marcas de cuerda en el cuello como si lo hubieran tratado de ahogar. Revisaron cada casillero de cada empleado de aquel lugar, hasta que dieron con el de Melissa. En aquel pequeño casillero encontraron nada más ni nada menos que un cuchillo envuelto en 62


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un pañuelo, parece que Melissa no tuvo ni tiempo de esconder o al menos limpiar el cuchillo. La policía y varios trabajadores del restaurante se dirigieron hacia la casa de Melissa. En el camino se encontraron con un charco de hielo, pero ese charco no tenía una forma normal, ese charco era la silueta de Melissa. En ese mismo instante, escucharon un murmullo diciendo: —Me la llevé por su corazón frío… Desde aquella ocasión, solo se escuchan murmullos extraños en las noches. Los policías decidieron no investigar más y el tema fue olvidado después de algunos meses.

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Diálogo teatral Oberón y Puck Puck: Mi señor, ya llegaron los Biscobhal. Oberón: ¡¿Ya merendaron los Biscobhal?! Pero si los invitaba, explícitamente, para cenar. Puck: Ay, señor, bueno le aviso que el pavo está listo. Oberón: ¿Cómo que hay un mago previsto? Puck: Nada de magos, su majestad, dejaré pasar a nuestros invitados. Oberón: ¿Por qué vendrían los soldados? Puck: Voy a traer las gotas para que pueda oír mejor. Oberón: ¡¿Traerás botas para fluir pavor?! Puck: Solo siéntese y traeré los bocadillos. Oberón: No, gracias, no quiero corderillo, yo pedí pavo. Puck: Bueno, traeré las bebidas. Oberón: ¿Cómo que freiré las bandidas? Nunca había escuchado eso. Puck: Mejor iré por las gotas. Oberón: ¿Irás por las mascotas? Pero yo no tengo ninguna, Puck.

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Fábula No soy como ustedes La perrita Lacito pasa conmigo todas las mañanas, pero cuando yo me voy a la escuela o a dormir, ella se reúne con sus amigos del vecindario. Entre ellos están el pitbull llamado Sam, la san bernardo, Rosi y el labrador, Bruno. Pero Lacito es la única perrita chiquita en toda nuestra calle. Cada vez que se reúnen, todos se burlaban de Lacito por tener patitas pequeñas y estatura menor. Sobre todo, se burlaban cuando la veían siendo cariñosa conmigo, que soy su dueña, en vez de estar ladrando a los vecinos o insistiendo en jugar a la pelota. Lacito se cansó de tener tantas burlas y se convirtió en una perrita bastante agresiva, sobre todo en las reuniones por las tardes y en las noches. Pero se notaba que ella no era feliz siendo así de agresiva. Lacito se dio cuenta que al ser tan malhumorada y al no mostrar amor hacia su dueña, la estaba perdiendo. Una tarde, se juntó con sus amigos y les dijo: —No sé por qué me preocupo tanto en ser como ustedes. ¡No soy así! Yo soy chiquita, amorosa y no juego bruscamente. Los tres amigos se miraron entre ellos y meditaron un momento. Finalmente, dijeron: —Tienes razón, no debimos de haberte molestado solo porque eres pequeña, no trates de ser algo que no eres solo por nosotros. Moraleja: No trates de ser lo que no eres.

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Biografía imaginaria Debajo del velo La dama tapada nació en México el 17 de julio, no se sabe con exactitud el año, pero fue antes del 1700. Ella era parte de la familia Hernández. Su madre se llamaba Guadalupe Hernández y su padre, José Miguel Hernández. Su nombre, pocos lo conocían, ya que era muy introvertida y todos la llamaban “la chica del velo”, o “la dama tapada”. “Mi bella damita, tan chiquitita, cuida ese corazón, no dejes que te lo dañen por un tropezón…”. La última parte de esta melodía, siempre resonaba en su cabeza antes de dormir. Su primera palabra fue “amor”. Su familia creyó que encontraría su verdadero amor y sería feliz, pero, al contrario, su primera palabra fue su perdición… El primer juguete que a la dama tapada le dieron fue una muñequita, llamada Marcelita. Ella era de pelo rizado y rubio y tenía un bello vestido negro, hecho con una tela muy fina. En su escuela todas la llamaban la niña tapada, por lo tanto, casi nadie sabía su nombre. Su materia preferida era Música, ya que a ella le encantaba cantar. Sentía que poseía a todos con su voz tan melódica. Y con su gran voz, participaba en batallas de rap también. Siempre ganaba recitando esta estrofa;

Yo miro el cielo, con este velo, por la noche salen las estrellas, son tan bellas, que junto a ellas… 66


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¡Soy más bella! Nadie nunca entendió si ella se sentía tan bella porque usaba ese velo que le tapaba toda la cara. Ella ganó el premio a la mejor voz de su escuela. Ese día fue muy importante para ella, porque por primera vez la vieron como alguien más que la niña que nunca se quitaba el velo de la cara. A la dama tapada no le gustaba hacer deporte, prefería cantar o pintar, pero había un deporte que sí le gustaba: el baile. Bailaba hasta el amanecer; para ella era como hacer arte con su propio cuerpo y, cabe recalcar, que era buenísima. Cuando ella acabó la escuela, conoció a un chico, guapísimo y que la hacía sentir especial, su nombre era Marco Antonio Gonzáles. Le gustaba que él no la llamaba la chica o dama tapada, sino que la llamaba por su verdadero nombre: Alicia Hernández. Una noche salieron a caminar por el pueblo, cuando estaban a una cuadra de la casa de Alicia, Marco le pidió matrimonio a lo que ella respondió: ─Sí. Un día antes de la boda, Marco Antonio salió muy tarde a bailar con sus amigos. Entre la medianoche y las cuatro de la madrugada salió del bar, muy pasado de copas, y caminó por la ciudad, perdido. El día de su boda, Alicia lo esperó toda la tarde, pero él no apareció. Así que ella salió y preguntó si lo habían visto. Todos le dijeron: ─Se fue del bar entre la medianoche y las cuatro de la mañana. 67


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La ira abundó tanto dentro de ella, que terminó muriendo con el corazón roto. El día de su funeral, a medianoche su alma salió de la tumba. Alicia se veía como una mujer normal, lo único que la delataba era su cara de calavera, por esa razón, usaba el velo que, técnicamente, era igual al vestido negro de su primer juguete: Marcelita, la muñeca. Por eso, todas las noches salía en busca de hombres que deambulaban por las calles entre la medianoche y las cuatro de la mañana. Los atraía con su bella voz y cuando se encontraban solos en un callejón, ella los asesinaba. Definitivamente, la primera palabra que salió de su boca fue su perdición.

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Mito Mito de la torántula La Torántula es un ser mitad toro, mitad tarántula. Sus patas son como las de una tarántula, pero la punta de cada pata es tan dura como la de un toro; y es tan fuerte que con solo una pisada puede romper un cráneo. Su cuerpo es solo el de un toro, con pelaje negro y brillante, con unos hermosos ojos rojos, pero sus cuernos no son del todo normales: en la punta contienen un veneno más fuerte que el de cualquier otro animal. Y ni hablar de su fenomenal olfato. La Torántula vive en España. Este ser tan misterioso, no se creó muy fácilmente. Una tarde un científico que experimentaba sus inventos en insectos fue a una corrida de toros después del trabajo, y ese mismo día experimentó una poción de crecimiento en una tarántula. Esa tarde el científico olvidó sacar el frasco donde contenía la tarántula de su maleta de trabajo y, sin querer, la llevó a la corrida de toros, que era como una tradición en ese pequeño pueblo. El científico olvidó cerrar bien el frasco que contenía a la tarántula, permitiendo que escapara sin dejar rastro. Cabe recalcar que era la tarántula más venenosa del mundo. La pequeña, pero mortal tarántula se escabulló entre la multitud y, finalmente, llegó a donde se encontraba un hermoso y grande toro. El toro, tan ingenuo, pensó que era comida y se tragó a la tarántula de un bocado. Pasaron los días y a los costados del toro empezaron a salir patas de tarántula, ya que la poción había hecho su efecto. Desde ahí, poco a poco, desaparecieron las bellas patas del toro y terminó caminando con las de la tarántula.

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Poema del absurdo Limericks El mamut tiene un hermano, un elefante muy ufano. Como él no hay dos y nunca le da tos. Tiene trompa, pero no tiene mano. Lola es una perrita admirable y es muy asustable. Toda la noche, por no tener atención, hace reproche, pero, aun así, es muy agradable La esposa de Alberto está en un monte muy abierto. También sabe volar, pero es bipolar. Está un poco loca; eso es lo que he descubierto.

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Cuento fantástico El país del anti El país del “anti” es un lugar en el que todo es lo opuesto a lo normal. Por ejemplo, en este país, si tú tienes hambre, tienes que decir: “Tengo antihambre”. En ese sentido, si dices que tienes hambre, significa que no la tienes, pero si dices antihambre, significa que sí la tienes. En este peculiar lugar todo está patas arriba… ahí se trabaja en la antinoche y se duerme en el antidía, llueve en antiverano y hace un tremendo sol en antiinvierno; en antiotoño todo crece y en antiprimavera todo se seca. Ahí los carros transitan con antipies y por las antiveredas. Los humanos, en cambio, andamos en antiruedas por nuestra linda anticalle, que no es antinegra, es anticolor. Ahí, los adultos van a la antiescuela y los niños a sus antioficinas. Algunos creen que este lugar es raro y muy confuso… Pero lo que algunos no saben es que ahí sí hay algo normal: las emociones. Y por lo que sé, todos en el país del “anti”, todos son muy felices.

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Cuento de animales Las rayas contagiosas En el inicio de los tiempos, años atrás, las cebras no tenían rayas: eran totalmente blancas y vivían todas juntas en un gran campo en África, muy adentro de la selva. Todas las cebras estaban muy felices en su hogar lleno de árboles, arbustos y con una hierba muy alta, tan alta que a la mayoría de las cebras les llegaba a las rodillas. También había una laguna con suficiente agua para toda la manada, alrededor de esta laguna solían conversar, jugar y tener las reuniones más importantes. El agua era cristalina y dulce. Uno pensaría que nadie querría irse de ahí; pero Zeba, la hija de uno de los acompañantes del líder y patrullero también, estaba harta de hacer lo mismo todos los días: en la mañana se quedaba cuidando a su abuela, en la tarde jugaba alrededor de la laguna y entretenía a su hermano, Ced; y, por la noche, iba a la laguna otra vez para escuchar a todos hablar lo mismo de siempre. Su sueño era salir a patrullar y cuidar que ningún animal se acercase al campo de las cebras, pero su padre siempre se lo impedía. En varias ocasiones lo había intentado, pero siempre la descubrían. Una tarde explotó por completo e ideó un plan para escaparse, solo quería ver más allá del muro de ramas, y luego regresar. Entre la una y las dos de la madrugada, Zeba se encaminó directo a la pared de ramas, dispuesta a salir. —¿Qué haces? —dijo Ced esperando la misma respuesta de siempre. —¿Y tú, qué crees? Solo quiero sentir un poco de libertad —respondió Zeba con unos ojos brillantes como estrellas. —¡Siente libertad aquí adentro, ya sabes que no puedes salir! —dijo Ced con una voz de impaciencia. —Si quieres tú quédate en esta cárcel, pero yo me largo. Además, solo quiero ver un poco del exterior, ya regreso. 72


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Cuando Zeba logró saltar la pared de ramas, se quedó impresionada de todas las maravillas que estaba viendo. “¿Cómo quieren ocultarnos este maravilloso mundo?”, pensó mientras el amanecer la iluminaba con su cálida luz. Zeba sabía que tenía que volver, pero no se aguantó las ganas de explorar. Caminó maravillada unos minutos, pero en eso vio unas ramas totalmente negras, y ella siempre muy curiosa se acercó… En el momento en el que estuvo lo suficientemente cerca, fue como si las ramas la hubieran atrapado y en dos segundos estaba totalmente enredada. Después de horas, a lo lejos logro ver algo. ¡Era un halcón! —¿Hola, pequeña, necesitas ayuda? —dijo el halcón con un tono burlón y una sonrisa disimulada. —En primer lugar, no me digas pequeña, y sí, necesito ayuda —dijo Zeba sintiendo como sus patas se entumecían. Después de que el halcón la ayudó, Zeba le preguntó dónde había una laguna para lavarse. Pero el halcón soltó una carcajada. —¿Acaso no sabes que es lo que tienes encima? —dijo el halcón con tono burlón. Lo que Zeba tenía encima era una pintura que se quedaba en la piel, por siempre. Después de saber esto, Zeba quedó en shock. Al volver a casa, todos la miraron sorprendidos y asustados. Días después, a todos les empezó a salir rayas negras, era como algo contagioso. Al final de aquel mes, todas las cebras tenían rayas negras.

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Caligrama Caligrama a mi hermano

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Cuento a partir de un cortometraje El reencuentro Eran ya las 6h42 y como de costumbre fui a la escuela, era una mañana fría, iba caminando por el atajo de siempre, el viento era helado, tanto que se me puso la piel de gallina y sentí como mis piernas empezaban a temblar. Cuando en un momento logré ver con el rabito de mi ojo una tienda… algo dentro de mí me impulsó a entrar y fue cuando vi una sombra que me dio un vuelco el corazón, pero de esos sentimientos de emoción no de miedo. No le presté atención y me dirigí a la escuela. Nunca me sentí parte de nada, no tenía amigos y mis papás se la pasaban trabajando, y a veces sentía que debería estar en otro lugar. En cada clase se hacía más grande el sentimiento de curiosidad. Al oír sonar la campana, corrí más rápido que nunca hasta esa misteriosa tienda. Me parecía cada vez más raro que nunca la haya notado, y justo en ese momento sentí las ganas más grandes de entrar. Al llegar, casi resbalo con la blanca nieve; en ese momento pensé que hasta las cosas más bellas y simples como la nieve pueden hacerte resbalar lastimándote o dejándote una herida de por vida. Era raro, pero ese lugar desconocido y extraño, se me hacía familiar. Una felicidad abundante, inundó toda mi alma, ese sentimiento me impulsó a abrir la puerta… Pero algo o mejor dicho alguien, interrumpió mi momento: —No puedes entrar aquí —dijo un hombre con una barba blanca y larga. —Perdón, no sabía que no se podía, por favor no llame a mis padres, no quería causar problemas. —Sí puedes entrar… —Pero usted dijo que… —en ese momento fui interrumpida drásticamente, por una respuesta que nunca la hubiera esperado. —No puedes entrar en carne y hueso. 75


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Después de esas palabras fue como si se esfumara. Mi cabeza daba vueltas: ¿qué quiso decir?, ¿quién era?, ¿debo despellejarme para entrar a esa tienda?, ¿se habrá escapado del manicomio ese señor? Todas mis preguntas sin una respuesta, daba igual me decía a mí misma, ni quería entrar ahí. Llegué a mi casa y, mientras almorzaba la comida congelada que había dejado mi madre, no dejaba de pensar en lo que había sucedido. Las horas pasaban y ni siquiera pude concentrarme en mi tarea, traté de leer, de dibujar, hasta vi una película… pero nada funcionaba. Esa era una curiosidad y necesidad agobiante insaciable, al mismo tiempo. Eran ya las 20h14, y pues no quedaba más que merendar e ir derechito a la cama. Comí un sándwich de jamón y queso con un vaso de jugo de naranja, con el estómago lleno subí y me acosté en mi cama pensando en que dormir sería lo único que me salvaría de los recuerdos de aquella tarde. Después de un tiempo, logré alcanzar el sueño. En ese momento salí… salí de mi cuerpo, porque sí, soy nada más ni nada menos que el alma de esa niña que no encajaba en ningún lado. Salí por la ventana de mi habitación y volé libre entre las nubes y el sonido de la noche. Al llegar a esa tienda volví a sentir esa felicidad, pero esta vez nadie me impidió entrar a ese peculiar lugar. Al ingresar lo vi… lo vi fijamente y me di cuenta de que era él. Al principio no lo reconocí, aunque fuese muy parecido a mí… él era mi hermano, mi gemelo para ser exactos. Lo abracé y él a mí, en ese momento me sentí completa. Mi hermano me contó la historia de lo que le había pasado: “Vine a esta misma tienda cuando éramos pequeños, por curiosidad. Cuando llegué un hombre me recibió muy cariñoso y me enseñó los juguetes de madera que vendía… Luego me golpeó fuertemente en la cabeza y… pues desperté en un cuarto oscuro. Lo último que escuche fue un disparo, que fue dirigido a mí, y mi alma quedó 76


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atrapada aquí, esperando tu regreso, hermanita�. Luego de contarme su historia, simplemente volamos y subimos hasta las nubes, nos sentamos ahí a conversar y a conocernos mejor, ahora estoy completa y al fin estoy donde pertenezco.

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Paula Victoria Castillo (Quito, 2010)

Vivo en Portoviejo. NacĂ­ el 2 de septiembre de 2010. Mis gustos y aficiones son: el ballet, la pintura, la lectura. Me gusta mucho la ciencia ficciĂłn y la escritura. Mi escritora favorita es: J.K Rowling. Ahora me gusta mucho escribir, pues me ha ayudado a expresar mis emociones.

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PoesĂ­a Autorretrato Soy un lobo en el desierto. Soy un terremoto en este planeta. Soy yo y mi hermano en mi casa. Soy un negro fino en la terraza. Soy la lluvia en pleno invierno. Soy feliz por el ballet. Todo esto soy yo.

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Cuentos con dos finales La mesera y sus papas Había una joven llamada Cenicienta, pero no la Cenicienta del cuento que todos conocemos. Ella trabajaba como mesera para ganar dinero, porque debía pagar sus estudios. Su problema era que se le derramaba la comida antes de entregarla, sobre todo las papas. Lo que sucede es que ella se ponía un poco nerviosa. Las personas pensaban que era muy gentil y amable, pero un poco torpe con sus manos. Por esta razón, algunos se enojaban mucho. Final 1 La dueña decidió despedirla. Ella se quedó muy triste y, con pasar del tiempo, se hizo pobre. Final 2 Un día se le cayeron las papas, se las metió todas a la boca y cuando el cliente le preguntó que dónde estaba la orden que pidió, ella no podía hablar porque tenía la boca inflada. Tiempo después, era una Cenicienta con 80 kilos adicionales.

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Cuento de terror Historia del vampiro al que se le cayeron los colmillos Esa noche, todo estaba muy oscuro, pero muy oscuro. Todas las personas del mundo ya estaban dormidas en sus casas. Era tarde. Entonces, el vampiro salió a la calle, aprovechando que nadie estaba despierto… El viento soplaba muy fuerte y las ventanas se golpeaban. Definitivamente, era un día terrorífico y perfecto para el vampiro. De repente, en la casa se despertaron y sorprendieron al vampiro. Nuevamente, se volvieron a oír los gritos como en la noche anterior y fue cuando el vampiro tropezó. Alocado y aturdido se levantó y salió corriendo a toda velocidad a su castillo, sin darse cuenta de que lo que había perdido eran sus colmillos. Finalmente, una gran sombra se vino encima de él, era su gato que no lo había reconocido y terminó asustando al pueblo con el brutal grito que pegó.

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Diálogo teatral Puck y el sordo de Oberón Puck: Hola, ¿cómo estás amigo? Este es un cariñoso saludo. Oberón: Hola, ¿por qué me dices velludo? Puck: No te dije eso. Solo que hoy te veo muy contento. Oberón: ¿Que quieres cemento? Puck: Ay, nada nada. Oberón: ¿Que quieres empanada? Puck: Lo que quiero decirte y que me entiendas es que vamos a hacer limonada. Oberón: Hablas demasiado para decirme que no vas a hacer nada. Puck: Ay, pásame la olla. Oberón: Aquí está la cebolla. Puck: ¿Qué haces con una cebolla? Yo nunca te pedí una cebolla. Oberón: Ahora quieres una argolla. Puck : (Enojado). Piensa, Oberón, qué voy hacer con una cebolla en una argolla.

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Fábula El conejo que aprendió a ser valiente Había una vez un conejo vergonzoso que siempre se la pasaba en su casa, pero un día tuvo que salir, obligatoriamente, para buscar su alimento. Cuando salió vio que todos estaban con un tapabocas. Eso le asustó mucho más y empezó a temblar. Quiso preguntar a las personas, pero vio que todos se le alejaban, hasta que la perrita Mavilú, le dijo: —No te me acerques, te contaré lo que está pasando. ¿No te has enterado de que hay un virus? ¿Acaso no ves las noticias? —No, es qué me la paso encerrado en mi casa. Después de algunos días, el conejo se dijo a sí mismo: —No voy a tener vergüenza, voy a enterarme mejor de las cosas y voy a salir adelante.

Moraleja: hay que ser valientes y nunca avergonzarnos de nosotros mismos.

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Biografía imaginaria La vida de Frankenstein Frankenstein nació en Australia el 7 de octubre de 2002. Sus padres eran monstruos igual que él. Su madre se llamaba Utalina y su padre, Frank. Ellos le cantaban la canción: “Duérmete mi mostrito” y a él le encantaba. La primera palabra que pronunció fue: monstruo. Y su primer juguete fue un clavito. Su materia favorita era la Medicina, por eso estudiaba mucha Biología y Química, ya que él quería ser doctor. El primer estribillo que inventó en una batalla de rap fue:

Soy imparable y no desmayo y no me miren extraño que aquí vengo con hip hop y hoy comparto lo que hago mi rap con nada lo comparo. El primer premio que ganó en su vida fue el del grito más aterrador. Su deporte favorito era esgrima. La novia que él más quiso en su juventud fue Mounstralina y se separaron porque un buen día dejaron de llevarse bien. Frankenstein murió en su consultorio, invadido por la tristeza.

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El mito de la Monorafa La Monorafa es un ser mitad mono y mitad jirafa. Ellas son muy especiales, ya que si las haces enojar se pueden poner agresivas y pueden destruir todo lo que ven, pero si no, ellas serán muy amigables contigo. Ellas tienen una facilidad para trepar, aman los árboles y viven en la selva. La Monorafa nació el día en el que el mono y la jirafa crecieron. Ellos eran muy gentiles. Todos los animales los querían mucho, hasta que un día un señor fue a visitar la selva y dejó un invento que uniría a todos los que lo probaran. Los dos animales fueron a ver de qué se trataba lo que había dejado el hombre, para asegurarse de que no causara algún daño, así todos los animales podrían dormir en paz. Decidieron probar la poción que había dejado el hombre. De pronto, quedaron unidos. Se asustaron mucho al verse así y desde entonces son una especie única y exótica.

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Poesía del absurdo Limericks Este era un gato admirable con un bigote muy asustable, ya que por la noche salía sin reproche a cazar un ratón muy agradable.

Allá arriba en la colina hay alguien que me fascina, que vuela como el viento y me deja sin aliento. Todo esto el hombre se imagina.

Allá arriba viven los hermanos que son muy ufanos, dos se han enfermado tienen mucha tos y de tan enfermos que están, no pueden mover ni sus manos.

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Cuento fantástico El país del extra Hay un país muy lejano que casi nadie conoce: es el país del extra. En este país siempre te darán más de lo que pides, por ejemplo: si tú compras tres tomates, al momento de pagar, te darán quince tomates de regalo. Si vas a tu escuela y tienes que ir al bar a comprar comida y pides una hamburguesa, no te darán una, sino que te darán siete hamburguesas. Si compras un par de zapatos, no te darán un par, sino que te entregarán cuatro pares de zapatos. Si vas a comprar ropa no te darán cinco o seis prendas de vestir, te darán noventa y seis prendas a tan solo un dólar. ¿Lo pueden creer? Si quieres comprar un carro te darán tres carros adicionales. Por descuento, si quieres ver una película que más o menos dura dos horas, esta película se convertirá en una que dure siete horas. La entrada al cine es gratis. Si vas a comprar un perrito te los darán de acuerdo a cuánto quieras a los perros. Si vas a comprar una computadora no te darán una, te darán cuatro. Si vas a una juguetería, te darán todos los juguetes que tengan y después harán aparecer nuevos juguetes en un instante. Nadie sabe cómo lo hacen. Si deseas ir a visitar a tu familia una hora, te quedarás veinticuatro horas. Si te da tos, te darán la maxitos. Si te da fiebre te darán la maxifiebre. Si quieres hacer tres tareas, terminarás haciendo ocho; si quieres escribir un cuento corto, te saldrá uno de siete hojas completas; si quieres leer tres páginas de un libro, terminarás leyendo todo el libro. Si te quieres tomar una foto, te tomarás muchísimas; si te vas de paseo por tres horas te quedarás seis horas. Si compras un cuaderno te darán cinco por si es necesario; si vas a hacer una obra de teatro haces seis obras; si vas al parque a hacerte tres juegos 88


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terminarás haciéndote todos los juegos; si te compras una casa terminarán dándote dos casas más. Si vas a comprar un jugo, terminarás comprándote cuatro jugos a tan solo dos dólares; si te vas a comprar una televisión terminarás comprándote tres. Si vas a comprar un poco de sal terminarán dándote tres sacos de sal; si vas a comprar frutas y vegetales te darán zanahoria, lechuga, plátano, manzana, tomate, fresas, arándanos, uvas verdes o moradas, etc. Si vas a comprar agua terminarás comprando tres bidones de agua; si vas a comprar un globo acabarás comprando seis globos. Si vas a comprar una parlante, comprarás dos uno más grande y otro más pequeño; si vas a comprar una impresora terminarás comprándote una más; si vas a comprarte un cuadro terminarás comprando dos cuadros hermosos. Si te da jaqueca te dan la maxijaqueca, si vas a un paseo a España terminas yéndote a España, México, Austria, etc. Si vas a comprar un jarrón, terminarás comprando cinco más; si vas a comprar un sillón, terminarás comprando dos más de color mostaza y uno verde. Si vas a comprar una refrigeradora terminarás comprando dos. Si vas a comprar lo que sea y lo que tú quieras te lo darán a lo extra. El país del extra es raro, pero único.

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Cuento de animales El león sin melena Había un león que no tenía melena. No le gustaba que se rieran de él porque era el único sin melena. Vivía en Uruguay. El león se sentía un poco triste y decidió hablar con su único amigo. Le dijo que para evitar las burlas, quería ser el rey del bosque. El amigo apoyó su idea. Entonces, al siguiente día fueron a hablar con el rey. Por supuesto que él no estuvo de acuerdo, porque pensó que el león quería quitarle su cargo, así que lo envió de vuelta a su casa. Al día siguiente, el rey anuncio que el león sin melena quería robarle su puesto. Todos se rieron tanto, que el pobre león salió corriendo y fue a su casa. Su madre le preguntó que cómo estaba, pero el león no le contestó. Se fue, rápidamente, a su cuarto y se durmió. Al siguiente día se levantó, pero no quiso salir a ningún lugar. Su amigo fue a verle y le dijo que debía salir, que no le serviría de nada quedarse solo en su casa, y lo convenció de hacerlo. Cuando salió de paseo, el león se encontró con un sabio y decidió hablar con él para que le diera un consejo. El sabio le dijo que lo más inteligente que él podría hacer es aceptarse tal cual es y no sentirse mal por lo que le dijeran los demás. Al día siguiente, el león se despertó y fue hacer lo que siempre hacía: mirarse en el espejo, para ver si le había crecido la melena. Aunque esta vez tampoco le había salido nada de melena, el león ya no se puso triste. Los animales, al ver que las burlas ya no lo afectaban, no lo volvieron a molestar y, desde entonces, él pudo hacer muchos amigos.

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Caligrama Caligrama a mi primo Elías

Mi primo Elías es muy aventurero y travieso. Tiene 4 años. Él tiene el don de hacerme reír, amar y jugar. Solo él es capaz de hacer que yo sonría cuando estoy triste. No es un superhéroe, pero tiene el poder de hacer reír a todos, por eso hablar de él, es hablar de alegría y felicidad.

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Cuento a partir de un cortometraje Alma Había una vez una niñita llamada Alma que estaba paseando por su casa y, mientras caminaba, pensaba si algún día podría encontrar a una persona o muñeca igual que ella; después pensó que quizás esto no sería posible y esa misma noche soñó que estaba en el parque cerca de su casa y que veía una tienda de muñecas. Las muñecas parecían algo terroríficas, como si fueran malvadas, muy malvadas. Alma no les prestaba atención, porque estaba mirando a una muñeca en especial que era igual a ella. Por un momento se asustó, porque la muñeca tenía una mirada penetrante que se dirigía a Alma, pero luego pensó que las muñecas no te pueden mirar, son solo muñecas. Después quiso entrar a una tienda, pero estaba cerrada. Cuando ya se iba, escuchó que la puerta se abría y entró sin saber quién lo había hecho. De todos modos no le importaba mucho, lo que realmente le importaba era poder tocar a la muñeca que era igual a ella; pero cada vez que Alma se acercaba a ella, la muñeca desaparecía. Hasta que un momento, finalmente, la tocó y Alma quedó dentro del cuerpo de la muñeca. Dicen que si vas a la tienda de muñecas, siempre encontrarás una que se parecerá mucho a ti. No la toques, porque si lo haces, entrarás a su cuerpo y solo podrás mover tus ojos. No querrás que te pase lo mismo que le pasó a Alma en su sueño.

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Rafaela Pisco (Quito, 2009)

Nací en la ciudad de Quito en el año 2009. Mis colores favoritos son el turquesa y el morado. Los postres que más me gustan son la torta de tres leches y los cupcakes. Mis aficiones son: escribir, bailar, pintar y pasar tiempo con mi familia.

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PoesĂ­a Autorretrato Soy un unicornio en la playa. Soy un fantasma en Marte. Soy un paseo por Caracas con mi familia. Soy un perro que emana dulzura. Soy el verano para visitar la playa. Soy la playa porque en ella siento tranquilidad. Soy una persona. Todo eso es lo que soy.

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Cuentos con dos finales La doctora a la que le gustaba conversar Había una vez… Rapunzel; pero no la de la historia de Rapunzel. Ella era una doctora muy valiente y aventurera que no paraba de trabajar todo el día para ayudar a las personas. Rapunzel tenía un grave problema: conversaba tanto con los pacientes que, aquellos que estaban en la sala de espera, se aburrían mucho. Los vecinos opinaban que hacía muy bien su trabajo y que era una muy buena persona, solo que tenía que dejar de conversar tanto con los pacientes, para que los que estaban esperando a que ella los atendiera, no se aburrieran. Final 1 Entonces, Rapunzel intentó dejar de hablar tanto, pero no pudo hacerlo porque siempre había sido muy conversona. La gente ya conocía esta característica suya, entonces siempre esperaban pacientemente a que acabara de atenderles y de conversar con ellos. Final 2 Y Rapunzel tuvo que dejar de ser doctora, porque los pacientes se iban a donde otros doctores, ya que ella no paraba de hablar.

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Cuento de terror La pata de mono Esa noche todo estaba muy oscuro, un niño estaba muy asustado porque escuchó gritos en la casa de al lado. De pronto, dejó de oírlos y se tranquilizó. Luego, se levantó y fue a avisarle a su mamá que el niño de al lado no paraba de gritar. La mamá quedó muy intrigada, a pesar de que ella no había escuchado nada. Sin embargo, calmó a su hijo, le dijo que probablemente, había sido solo un mal sueño. El niño volvió a su habitación. Una vez allí, el niño volvió a oír los gritos con mayor fuerza; en esa ocasión, su mamá también escuchó los gritos y decidió ir a la casa de sus vecinos a ver qué estaba ocurriendo. La vecina les explicó que su hijo estaba muy asustado porque había visto una pata de mono. Ninguno de ellos le creyó. La vecina les dijo que verificaran por ellos mismos, entonces se dirigieron a ver la extraña aparición. Todos empezaron a gritar, porque sí era verdad que había una pata de mono. Nadie sabía cómo había llegado al cuarto del niño. Finalmente, una gran sombra apareció frente a todos, asustándolos. Era la sombra de un mono y nunca se supo de dónde había venido ni por qué estaba ahí.

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Diálogo teatral El duende y el rey al que le fallaban los oídos Puck: Hola, su majestad. El duende Abaturc le manda un saludo. Oberón: Hola, Puck, ¿qué cosa?, ¿que el duende Abaturc está velludo? Puck: No, señor. Ya es de noche, vamos a dormir. Oberón: ¿Qué? ¿Cómo vamos a dormir en el coche? Puck: No, señor, está escuchando mal. También le quería comentar que una pared se rompió y que hay que rellenarla con cemento. Oberón: ¿Cómo me dices que estoy escuchando mal si yo escucho perfecto? Claro que estoy contento. Puck: Señor, no hay nada de comer en el refrigerador. Voy a hacer compras. Oberón: Claro que te puedes comer mi empanada. Puck: Usted necesita ir al médico, y le dejo su cartera en la mesa. Oberón: ¿Vas a seguir con eso?, ya me tienes cansado, como que la leche está en la heladera. Puck: ¡Ja, ja!, su majestad, le repito: debe ir al médico a revisar sus oídos.

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Fábula No tienes que ser así El perro Homero ya no confía en las familias que le adoptan, porque antes de que fuera adoptado por primera vez, lo maltrataban y no le daban de comer. Algunas familias lo habían abandonado después de adoptarlo, porque por algún motivo no podían cuidarlo. Sin embargo, su nueva familia lo trataba bien, lo cuidada, pero él ya no confiaba. Un día, la familia de Homero decidió ir al parque a pasar todos juntos, pero él no quiso ir, porque pensaba que en un descuido lo abandonarían ahí. Entonces, toda la familia de Homero se fue al parque y lo dejaron a él en casa. Al sentirse solo, Homero se puso muy triste; entonces aprendió que hay que aprender a confiar en la familia.

Moraleja: Confía en los que te rodean, las malas experiencias no son para siempre.

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Biografía imaginaria Tin Tin, el duende de Cayambe El duende Tin Tin nació en un pueblo llamado Cayambe, ubicado en Ecuador. Sus padres, Timoteo y Matilde, eran dos duendes encargados de mantener a todo su pueblo con salud. Ellos utilizaban varias opciones para curar a los duendes enfermos. Cuando Tin Tin era pequeño, cierto día se enfermó. Sus padres le dieron las pociones adecuadas para sanar. Una de ellas tenía que tomarse acompañada de una canción de cuna que decía así: “Duérmete niño, duérmete ya, que sino viene el cuco y te comerá”. La primera palabra que pronuncio fue “cuco”. Su primer juguete fue un trébol de cuatro hojas el cual le traía buena suerte. Cuando él era pequeño, asistió a una escuela que era muy especial. Su materia favorita fue la de Encantamientos, ya que en ella él se divertía muchísimo. Se hizo famoso porque a veces le gustaba escribir canciones, su primer estribillo fue:

Esto no tiene que terminar así, daría lo que fuera porque estuvieras aquí. Tin Tin ganó el premio del mejor encantamiento. Sus deportes favoritos fueron el fútbol y el tenis. Tin Tin tuvo una novia a la cual quiso muchísimo; se llamaba Valentina. Ellos dos terminaron su relación, ya que Tin Tin no tenía mucho tiempo para dedicarle. Él murió de un infarto en el corazón, en Roma, Italia.

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Mito El mito del Perrato El Perrato es un ser mitad perro, mitad gato. La mitad perro es de color blanco con manchas negras, y la mitad gato es de color naranja con el pecho negro. Cuando los Perratos se enojan, las colas y las patas se les ponen rojas y amarillas. Ellos son unos animales muy tranquilos y buenos, pero no les gusta que les molesten. Ellos viven en los bosques de Italia y España. El Perrato se creó un día que un científico quiso probar una poción que se suponía que era para que los animales y los humanos se hicieran más grandes. Él probó la poción en el perro y en el gato, pero no veía que esta sirviera; entonces les esparció todo el frasco a los dos animales. Esperó dos horas a que hiciera efecto. De repente, vio que los dos animales se estaban juntando, pero no hizo mayor caso y se fue a comer; cuando volvió, los encontró unidos formando un solo ser, desde ese día existió el Perrato.

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Poesía del absurdo Limericks El gato es un animal admirable y muy asustable. Él duerme de día y caza de noche. Es un animal que hace reproche y puede ser un tanto agradable. Mi primo vive en Quito y le atacó un mosquito. La hermana se rebeló y a ella el mosquito le picó. Su primo se llamaba Marquito. Él sentía amor y ella, desamor. El sintió dolor y ella, rencor.

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Cuento fantástico El país del maxi Este es el país del maxi. En él puedes conseguir la maxivida comiendo los maxihelados: son muy grandes y muy baratos. Los maxizapatos son un poco caros en algunas tiendas, pero si los consigues en rebajas, te puedes comprar muchos. También existe la maxifelicidad, la puedes conseguir yendo al maxizoológico o yendo al maxiparque, que es muy grande y te puede sacar una maxisonrisa. En el maxipaís vivirás maxifeliz.

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Cuento de animales Los primeros tiempos del dromedario En el inicio de los tiempos, el dromedario no tenía ninguna de sus dos jorobas. Él era como un caballo, pero con muy poco pelo y más pequeño. Cuando él no tenía jorobas se le hacía muy fácil comer. No hacía nada más que llevar agua en botellas. Él vivía en el desierto del Asia. Cierto día, el dromedario decidió organizar una reunión con los animales del desierto para nombrarse rey. En esa reunión a cada animal se le asignó una cosa para llevar. Él se ofreció a llevar agua, pero como en el desierto no se consigue agua con facilidad, le tocó caminar hasta la ciudad para buscarla. Cada persona a la que pedía agua, le decía que no se la daría sin recibir dinero a cambio; pero justo ese día, el pobre dromedario se había olvidado de llevar su dinero y no les podía pagar. Todos los animales estaban esperándole en la reunión, pero el dromedario no llegaba. Ellos empezaron a decir que era hora de que cada uno regresara a su casa, porque era muy tarde. Un avestruz dijo: —Tenemos que esperarlo un poco más de tiempo, yo quiero comer y tomar agua; el camino desde mi casa es muy largo. ¿Les parece si empezamos a comer y cuando él llegué le damos lo que sobre? Todos estuvieron de acuerdo y empezaron a comer, mientras tanto el dromedario seguía buscando agua, hasta que un señor le preguntó qué buscaba, y él respondió: —Agua. Entonces, el señor, amablemente, decidió darle agua.

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Los animales se habían acabado la comida y estaban muy llenos y cansados, así que todos decidieron irse a sus casas. Cuando el dromedario llegó a la reunión, ya no había nadie. Él se puso muy triste y la felicidad por su coronación desapareció. Cuando el dromedario estaba yendo a su casa, se encontró con una señora. Ella le dijo que tenía algo que ofrecerle, entonces, el dromedario se paró a escucharle. La señora le dijo que le podía dar agua, comida y el poder de teletransportarse a donde él quisiera. Lo que él no sabía es que la señora, que en realidad era una bruja, le iba a poner dos jorobas para castigarlo por su impuntualidad, aunque de todas maneras, sí le iba a dar las cosas que le había ofrecido. El dromedario se demoró un tiempo en responder. Después de diez minutos, le dijo que aceptaba su propuesta. La señora le dio todo lo que ofreció, después de eso, le puso una crema en la espalda. El dromedario no entendía por qué la gente le miraba raro, hasta que se vio en el espejo con dos jorobas. Él buscó a la señora con quien había hecho el trato, pero nunca la encontró. Desde ese día tuvo que acostumbrarse a vivir con las dos jorobas.

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Caligrama Caligrama a mi tío

Mi tío Andrés es alto y tiene pelo negro. Tiene un don para poder atender pacientes. Ama a la familia, ama su profesión y odia los insectos. Solo él es capaz de hacerme sentir tranquila cuando estoy enojada. No es un superhéroe, pero tiene poderes para tener mucha tranquilidad y paciencia, también tiene el poder para hacerme sentir relajada y en paz. Por eso, hablar de mi tío es hablar de tranquilidad, amabilidad y respeto.

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Cuento a partir de un cortometraje La niña y el payaso embrujado Un día común, como todos, una niña estaba aburrida en su casa y decidió ir a una juguetería para comprarse un muñeco que le gustara. Le agradó mucho un payaso, pero no uno normal, sino uno bastante diferente a la mayor parte de payasos; este era de color azul con la nariz negra y con los pies de pingüino. En realidad era muy raro, pero ella quiso comprarlo. El vendedor le contó que el payaso se movía, pero que no hacía cosas malas. La niña se fue a su casa con el payaso y les mostró a sus padres. A ellos no les gustó nada la idea de que tuviera ese payaso en casa, pero aceptaron que la niña se quedara con el juguete. En todo ese día, la niña jugó con él; en la noche, dejó al payaso en su velador y se durmió. A la medianoche se despertó para ir al baño y el payaso no estaba donde lo había dejado. Ella se asustó mucho por lo que el vendedor le había dicho sobre el payaso, así que se puso a buscarlo por toda la casa, pero no le encontró; sin embargo, no se rindió y siguió buscándolo. En eso estaba, cuando sintió que algo o alguien le perseguía, pero no regresó a ver. De pronto, vio al juguete parado en el velador de los papás. Ella se quedó tranquila y volvió a dormirse. A la mañana siguiente, la niña se despertó y fue a la habitación de los padres, pero el payaso no estaba ahí. Le preguntó a los papas si habían visto a su payaso, pero ellos se mostraron extrañados, pues no sabían de qué estaba hablando su hija y le dijeron: “tú no trajiste ningún payaso”. La niña no sabía qué hacer y decidió preguntarles qué había hecho el día anterior. Un poco extrañados por la pregunta, los papás le dijeron que todos estaban viendo una película en el cine y que después

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volvieron a casa a cenar. Ella estaba muy asustada, porque no sabía qué estaba pasando y si ella había comprado o no su payaso. Después de un buen rato, la niña y los papás llegaron a la conclusión de que todo lo referente al payaso había sido un sueño. Lo que la niña no sabía era que los papás se habían inventado lo del sueño, para hacerle una broma. Entonces, el papá se disfrazó de payaso para asustarla. La mamá llamó a la niña a su habitación. Cuando ella entró, de repente, el papá salió disfrazado de payaso. La niña se asustó mucho, pero luego, al darse cuenta de que era su papá, también se rio. Después de todas las risas, los papás le dijeron que ella sí había comprado un payaso el día anterior, pero lo que le había dicho el señor de la juguetería era mentira. La niña se quedó más tranquila y pidió a sus papás que le devolvieran su payaso. Desde entonces, la niña fue feliz con su juguete.

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Valentina Acosta (Quito, 2010)

Soy de Portoviejo, nací en el 2010. Me gusta la pizza y andar en patineta; también me gusta mucho leer, dibujar y diseñar. Disfruto mucho de la música. Me encanta la escritura, porque puedo usar mi imaginación, es como vivir las experiencias que cuento en las historias y disfruto mucho con eso.

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Biografía imaginaria El miedo a las escobas La bruja Babayaga nació en el campo de flores gritonas. Sus padres eran la bruja de Guatemala y un hechicero llamado Lolo. Antes de dormir, sus padres le cantaban aquella canción que se llama: “Escoba donde estás”. Su primera palabra fue: loca, tal vez porque era muy traviesa. Su primer juguete fue una escobita tan pequeña a la que se la tragó. Su materia preferida en la escuela era la de Hechizos. La bruja Babayaga participaba en batallas de rap, y el mejor estribillo que compuso fue:

Yo soy una bruja y las escobas me asustan, sí me subo en una, me caigo de una. Ganó un premio por ser la bruja más miedosa: le asustaban las escobas. Practicaba un deporte llamado brujabol. Tuvo un novio llamado Olivo y terminaron su relación porque Babayaga era muy rara, porque no volaba en escoba, volaba en barril. Babayaga murió cuando estaba de viaje en París, cuando se chocó contra una escoba que estaba fuera de control.

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Mito Mito del cebrapoamo El cebrapoamo es un ser mitad cebra, mitad hipopótamo. Físicamente, es como un hipopótamo normal, pero con cabeza y patas de cebra. Es muy rápido y, a la vez, muy agresivo. Vive en África. El cebrapoamo se creó un día de tormenta, cuando una cebra estaba corriendo y se chocó contra un hipopótamo que estaba descansando, la cebra vio que caía un rayo, pero no pudo ver nada más, porque quedó inconsciente. Cuando despertó, se dio cuenta de que era una parte hipopótamo y otra parte, cebra.

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Poesía del absurdo Limericks Mi perro es admirable, y tiene un amigo asustable, los dos se escapan de noche, y tuvieron un gran reproche, que no fue nada agradable. Mi tío vivía en Quito, y tenía un amigo mosquito, mi tío se rebeló, y el mosquito le pico. Mi tío se llama Marquito.

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