Un soplo de cuentos

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Un soplo de cuentos Selección de textos literarios Taller de Escritura Creativa Valeria Muñoz Vásquez Agosto a octubre, 2020


Un soplo de cuentos © 2020 Selección de textos literarios Taller de Escritura Creativa Valeria Muñoz Vásquez Agosto a octubre, 2020 Primera edición digital: diciembre de 2020 Todos los derechos reservados © 2020 © De los autores © Del prólogo © De los textos El Farolero Ediciones De las Brevas E9-20 y Av. El Inca Editora: Valeria Muñoz Vásquez Corrección de estilo: María Eugenia Delgado Ilustración: archivo digital Diagramación: El Farolero Ediciones Diseño de portada: El Farolero Ediciones No se permite la reproducción total o parcial de este libro sin permiso previo y por escrito de su autor.


Prólogo El trabajo literario que se presenta en este libro digital responde a un proceso creativo desarrollado en los Talleres de Escritura de El Farolero Ediciones, cuyo principal objetivo ha sido promover un espacio de acercamiento a la literatura desde el desarrollo de la imaginación y la libre escritura. Estamos convencidos de que la lectura y la escritura constituyen herramientas fundamentales para el desarrollo del pensamiento crítico, la apropiación de la realidad de manera intuitiva y para la vida misma. Los textos trabajados durante los tres meses que ha durado este proceso, han fortalecido los talentos e iniciativas artísticas propias de un grupo de adolescentes que ha sucumbido a la pasión por la escritura, y que hoy estrechan lazos a través de sus creaciones. En este libro encontraremos una variedad de escritos pertenecientes a distintos géneros: cuentos, fábulas, poemas vanguardistas y contemporáneos, mitos, relatos de terror, cuentos fantásticos, diálogos teatrales, es decir, un sinnúmero de propuestas estéticas auténticas y bien trabajadas. Los chicos han ido generando un gusto estético por diversos estilos y han aplicado variadas técnicas de escritura, que les han brindado las herramientas para crecer con sus historias, así como la posibilidad de construirse en su humanidad plena. Como todo en la vida, la escritura es una habilidad que demanda dedicación y perfeccionamiento continuo. Este comprometido grupo de jóvenes escritores lo ha asumido de esa manera y ahora, a través de esta publicación, ven materializado su universo creativo. En el trayecto hemos descubierto que más allá de las diferentes oportunidades de acceder al aprendizaje, más allá de lo invasivas que, a momentos, pueden ser las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, la lectura y la escritura aún motivan y calan en la sensibilidad de estas nuevas generaciones, y esto nos ofrece esperanza.

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La producción literaria de este taller deja una huella imborrable en la vida de todos quienes hemos participado, no solo por la magia que nos produjo cada historia, cada vivencia y cada texto escrito, sino porque emerge en un momento crítico de la historia de la humanidad, en medio de una pandemia que nos obliga a replantearnos el mundo que conocíamos. Sin duda, recordaremos esta época como una nueva oportunidad para renacer junto al arte y la literatura: medios maravillosos que nos dan vida. Valeria Muñoz Vásquez

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Ariana Torres (Quito,2004)

Me llamo Ariana Torres. Nací en Quito el 3 de abril. Actualmente, tengo 16 años y curso Segundo de Bachillerato. Algunos de mis pasatiempos son la lectura, pintura e historia, que me permiten comprender a la sociedad y expresar lo que pienso. La escritura es mi mayor pasatiempo desde hace años, porque pienso que es la forma más bella de expresar mis más profundos pensamientos e ideas.

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Imaginando un personaje Alfredo es una persona introvertida que no suele resaltar sus sentimientos, es alguien frío, calculador, de clase alta, originario de un pequeño pueblo. Para poder sobresalir, decidió abandonar su hogar y trasladarse a una ciudad grande para, de esta forma, convertirse en un gran empresario reconocido internacionalmente. Tiene un recuerdo que lo marcó totalmente e hizo que se volviera tan perfeccionista hasta el punto de tener todos los aspectos de su vida controlados, incluso aquellos que no pueden serlo. Tiene una moral cuestionable, dado que él mismo creó un concepto de lo que es bueno y malo para la sociedad. Para él, la gente vaga, poco productiva o poco habilidosa no debería existir, porque piensa que este tipo de personas no llega a aportar nada a la sociedad, motivo por el cual, en algún momento, él mismo se encarga de eliminar de alguna manera a todas esas personas. Físicamente no es nada especial y luce como muchas otras personas: tiene cabello castaño, ojos marrones y piel blanca. Esto lo beneficia para poder realizar todas sus acciones sin que nadie lo recrimine, puesto que en la calle, la gente no llega a identificarlo.

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Diálogo

(Los personajes se encuentran en un parque de Italia, viven el cambio de estaciones de verano a otoño, por lo que las hojas de los árboles son naranjas y verdes. Sentado en un banco está Leonardo.) Leonardo: Es hora de seguir con mis actividades, necesito una nueva musa con una radiante belleza que merezca ser parte de mi catálogo artístico, pero me pregunto dónde podré encontrar alguien así.

(Diana pasó caminando al lado de Leonardo, mientras este se preguntaba diferentes cosas.) Diana: Buenas tardes, ¿acaso es usted el famoso pintor? Leonardo: El mismo.

(Él queda enmudecido ante tanta belleza.) Leonardo: Mi musa… ¿será esta una señal de que debo seguir con mi arte? Diana: Me halaga, pero no puedo ser parte de algo sin conocer bien sus orígenes. Leonardo: Te haré parte de mi vida si así lo quieres, te contaré todo, incluso hasta de lo que me avergüenzo, lo único que te pediré es que me dejes pintarte. Diana: Señor, no estoy segura de lo que me dice, sin embargo, me tendrá que esperar.

(Diana se retira, Leonardo la sigue para poder descubrir qué es lo que oculta. Llegan al aeropuerto.) Diana: Sé que me ha seguido, pero déjeme ir, tengo que viajar a Grecia con mi familia. Debe entender eso. Leonardo: No lo puedo entender, porque soy un bastardado inteligente que salió adelante solo.

(Diana solo hace un gesto de decepción y se va rápido porque su vuelo está por salir, Leonardo trata de detenerla, pero un guardia de seguridad se lo impide.) Guardia: Señor, no puede seguir, los visitantes ya no pueden pasar a partir de este punto. Leonardo: Pero necesito seguirla, no puedo dejarla ir así como si nada… Guardia: Señor, la verdad es que la chica siempre está viajando y siempre hay un hombre que va tras de ella sin poder hacerla cambiar de opinión y quedarse, sus intentos serían en vano Leonardo: De todas formas yo no me rendiré…

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(Leonardo regresa al parque donde comienza a dibujar diferentes trazos de Diana, pero no los puede completar, puesto que su recuerdo es difuso.) Leonardo: Tengo que intentar recordar, no puedo quedarme sin hacer nada, eso no es posible, si es necesario, iré cada día al aeropuerto, la esperaré.

(Leonardo va cada día y noche al aeropuerto durante dos años esperando a que Diana regrese, mientras él sigue dibujando los pocos rasgos correctos que recuerda. Un día, se acercó el guardia que lo detuvo hace ya tanto tiempo.) Guardia: Señor, veo que jamás se rendirá, pero créame que ella ya tiene una vida hecha lejos, donde usted no podrá encontrarla… además, quién podría estar con un hijo bastardo como lo es usted.

(El guardia se gira, mientras Leonardo mira una figura femenina junto a un bebé.) Leonardo: Acaso ella es…

(El guardia se va junto a su familia, mientras Leonardo tira los bocetos que había hecho de Diana.)

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Desahogo Mira cómo se van las personas todos los días, aunque no lo quieran y sean las que les brindan apoyo cada noche. Reciben todos los sentimientos acumulados y negativos que tienen, están llenas de lágrimas, saliva, golpes o, incluso, de cabellos; son el dulce confort que muchos reciben al final del día, donde todo lo sucedido deja de importar y las personas reposan para recobrarse. Ellas las abrazan, aunque lo único que las personas hacen es darles pelea; sin embargo, ellas siempre estarán ahí para todos. Seguirán con la toxicidad que las personas siempre les dan y dejarán que reposemos la cabeza sobre ellas todas las noches.

El maxipaís En el Maxipaís todo es grande, desde la ropa hasta las ciudades. Todo lo que puede ser (y también lo que no se puede), lo agrandan. La comida es tan grande que un plato llega a cubrir las calorías de un día. Las personas llegan a maximizar su figura hasta necesitar casas aún más grandes de las que ya tienen. Siempre están felices, porque sus emociones están al límite y hay ocasiones donde no llegan a controlarlas, llegan a un punto donde su ira y coraje los cubre completamente e inician guerras por doquier, una guerra al otro lado del mundo o una guerra al lado de ellos. Su maxi patriotismo los llevó a proclamarse con el nombre de todo un continente y ni ellos llegan a saber su verdadero nombre. Toda su vida está al límite, tienen una maxivida que todos envidian, pero lo que ellos nunca pueden observar son sus países vecinos, los mini países que sueñan con ser una mínima parte de lo que es el Maxipaís.

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Haikus La gota sobre la gélida ventana cae sin rumbo El pájaro canta mientras se alza por las copas de los árboles La nube se impone sobre el cielo protege al humano Suave cae durante el invierno la blanca nieve Brilla por siempre cubriéndonos con su manto estrella gigante

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Cuento de un monstruo Saliendo de su clase de Química, Alex tenía una sonrisa envidiable que no era común en él. Nadie se explicaba la razón por la que él sonreía, dado que, recientemente, se había producido un incendio gigante en una casa de acogida en la que él había estado hace algún tiempo, y de la que había salido cuando tenía nueve años. Desde entonces, él había pasado de ser un pobre niño sin hogar a ser un burgués de las clases más altas, gracias a sus padres adoptivos, quienes lo llenaron de amor y de dinero. Nadie en su clase sabía a ciencia cierta el porqué de su mancha en el brazo, que siempre trataba de cubrirla y que, a simple vista, era el único defecto que poseía; él era guapo, musculoso e inteligente y eso hacía que todas las chicas trataran de acercarse a él, pero ninguna lo lograba hasta que llegué yo, que a diferencia de él, no lo tenía todo, pero con una familia amorosa, me bastaba. Desde el primer día que llegué, Alex me miraba de reojo, porque no quería dañar su reputación de inalcanzable que había mantenido por tanto tiempo. Debo admitir que Alex me atraía, pero había algo en él que me resultaba muy familiar y que no podía comprender. Pasaron varios meses y decidimos salir después de tanta tensión que existió entre los dos, fuimos al parque a caminar por la noche, porque a los dos nos resultaba mejor, sin embargo, pasamos cerca de una calle que dejó a Alex helado, se puso pálido y se quedó parado como una estaca por varios minutos, me quedé junto a él hasta que decidió irse a su casa y yo me quedé ahí sin saber cómo reaccionar. Desde ese día Alex me dejó de hablar, así que decidí indagar más en su pasado, en medio de esa búsqueda, un día llegué a una casa quemada en la calle donde aquella noche Alex se quedó paralizado, entré y descubrí fotos cubiertas por toda la ceniza que nadie decidió limpiar. En ellas encontré a Alex junto a dos personas muy felices y que tenían rasgos muy similares a los de él. El hombre tenía la boca y las orejas de Alex, mientras que la mujer tenía los ojos y el cabello de él. De pronto entendí por qué Alex me parecía tan familiar, hace veinte años hubo un incendio en esa casa, donde mi padre rescató a un niño de las llamas, que por suerte se quedó con una cicatriz en el brazo que lo acompañaría de por vida. Con lágrimas en los ojos salí de aquel lugar, sin embargo alguien me cogió del brazo, era Alex quien tenía la misma sonrisa que aquel día que salió de la clase de Química y, entonces, entendí que esa sonrisa no era por 15


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felicidad sino por el placer provocado por las llamas, un placer que inexplicablemente contrajo desde el día en el que murió su madre en su casa y en el que obtuvo esa cicatriz. Seguía con mis lágrimas y, sin decir ni una palabra, me soltó. Decidida fui a la policía a contar lo que había descubierto, sin embargo, el incendio de una casa me impidió hacerlo, era la casa de mis padres que se encontraba en el camino y que en ese momento ardía. Sin pensarlo dos veces entré sin importarme el dolor que me producía el fuego; vi a mi madre y a mi padre juntos en el cuarto principal abrazados casi sin respirar y con todas mis fuerzas los saqué hasta la vereda, minutos después llegaron los bomberos, policías y paramédicos que nos llevaron al hospital más cercano y es todo lo que puedo recordar. “Gracias por su testimonio” dijo el juez encargado de llevar el caso de Alex y casi sin fuerzas me levanté del estrado para poder irme, ya no quería ver a ese monstruo que mató a mis padres y que me dejó con una cicatriz en la cara. Me fui corriendo hasta encontrar el baño y me tiré en el piso a llorar, más que por tristeza por la rabia que él había despertado en mí. Esa noche no pude dormir, así que salí a caminar, pasaron las horas y me encontré frente a la casa de Alex. Él tenía dinero, y por eso pudo pagar para que en vez de ir a la cárcel estuviera preso en su casa, pero la grandiosa vida que él llevaba no iba a durar mucho. Dentro de la casa ya todos estaban dormidos, por lo que coloqué unos trapos empapados de barniz de madera junto a una pared que estaba en la planta baja, en unas horas se daría una combustión espontánea que quemaría toda la casa. De pronto, sentí unos escalofríos y el miedo me inundó, el mismo miedo que me llenó aquella noche que estuve con Alex. Cuando me di la vuelta, lo vi ahí, parado con la misma sonrisa que tenía cuando salió de la clase de Química. “Ahora ya sabes que el fuego me produce placer”, me dijo, “ahora sabes que no importa lo que hagas siempre estaré rondando en tu mente, ahora moriremos juntos aquí y resurgiremos cual ave fénix de las cenizas”. Sin previo aviso, sacó un mechero y prendió los trapos que había colocado en la pared, yo misma definí mi destino y moriría junto al ser que tanto daño me había causado. La gente pensaría que yo estaba igual de loca que él y no se haría justicia por mis padres. Es así como nos volvimos uno dentro de las llamas que los dos provocamos.

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Cronanguis Cuando Cronos murió, Medusa decidió beber la sangre de él para poder conseguir una mínima parte de su poder, pero se debilitó aún más hasta morir, no sin antes dar a luz a una niña, Cronanguis, quien tiempo después, se convirtió en una mujer muy hermosa de cabello negro que contrastaba totalmente con su piel blanca; tenía una esbelta figura que fascinaba a muchos y unos grandes ojos verdes penetrantes que hipnotizaban a cualquiera. Todos en Grecia sabían los orígenes de la niña que incluso llegaba a tener un aspecto similar al de una serpiente, por eso, llenos de miedo, la rechazaron. Ella aprendió a sobrevivir sola, y gracias a su ingenio no le fue difícil vivir en diferentes lugares hasta que no pudo más con las humillaciones de las personas y arrasó con un pueblo entero. Desde ese día, Cronanguis decidió vengarse de todos aquellos que humillen y denigren. Se vistió con una toga blanca con una cinta negra para que contrastara con el resto de su cuerpo y para dar la apariencia que necesitaba para que las personas empezaran a respetarla. Al indagar un poco más en sus orígenes, ella se dio cuenta de que venía de un titán y de una mujer muy poderosa. Aprendió a usar sus encantos y poderes para lograr su cometido. Viajó por diferentes líneas temporales para seducir a los hombres y mujeres más importantes de cada época, a quienes hipnotizaba con sus grandes ojos y, de esa manera, lograba congelar la línea temporal. Con cada línea que congelaba se agregaba un brazalete a su muñeca para apoderarse de uno de los elementos más importantes para todos: el tiempo, sabía que sin él las personas no podrían seguir un rumbo. Está consciente de que cuando ella logre ese objetivo, derrotará a su medio hermano Zeus y, por fin, podrá conseguir todo el poder que ella tanto ha anhelado, ese poder que podrá llenar ese vacío en su interior que nadie ni nada lo ha llenado en siglos.

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Cada vez más cerca La ambición y el poder corrompen cualquier tipo de posibilidad de paz en la Tierra.

El apocalipsis a punto de llegar… La mujer solo oculta el secreto sufriendo por su deslealtad, mientras el pecado la seduce. La insignificancia de sus palabras sale a la luz para que sus dos personalidades dejen de pelear, pero el pecado la envuelve en sus mentiras, mientras que el pueblo es abandonado. Las grandes olas dirigidas por los jinetes cada vez más cerca están. La torre se impone a lo largo del pueblo, mientras las lágrimas de la mujer salen. La luz trata de no perder su brillo cuando la torre destrona los tonos azulinos del pueblo. La mujer nunca tuvo oportunidad de ganar. Ella perdió ante el pecado y la luz se quedó sin su amarillento fulgor.

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El cristal se rompe como el alma El cristal se rompe como el alma, paseando por las solitarias calles sin rumbo alguno, deja de estar atado a la realidad. El cristal se rompe como el alma, ilusionado de poder obtener la libertad, inocente, cual niño, acepta el dulce de la esperanza. El cristal se rompe como el alma, atraído a la idea, se acerca a su cazador pensando que puede ser su salvador. El cristal se rompe como el alma sin saber cuál será su final, cegado por su sueño e hipnotizado por la expectativa. El cristal se rompe como el alma en mil pedazos, cuando es arrastrado a la verdad y su libertad deja existir.

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Las ratas excavadoras El grupo de ratas se encontraba adentro de la casa en busca de comida. La mayor se dirigió a la cocina, la mediana, al comedor y la menor, a la sala. Dispersas, buscaban en cada rincón todo lo que podrían llevarse a casa, pero después de horas no habían conseguido nada. De pronto, la rata mayor se dirigió a la habitación donde una caja de golosinas se encontraba a su entera disposición. “Vengan todas”, gritó la mayor, mientras las otras dos corrían hasta el lugar donde ella se encontraba. “Descubrí este gran festín, disfrutemos mientras podamos”. Las tres ratas procedieron a coger todo lo que pudieron y lo que alcanzara en sus mejillas para poder regresar a casa sin las manos vacías. Una vez en su hogar, pudieron comer por días, pero ellas decidieron regresar a por más. Los días pasaron, la caja de golosinas se iba vaciando hasta que no quedó nada de ella y el olor a descomposición se hacía cada vez más evidente. Cuando se acabaron la caja y el olor era insoportable, decidieron las tres abandonar la casa, pero la menor entró a la bodega donde finalmente dejó de excavar.

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Cazador a la orden El hombre con su rifle apuntaba fijamente a un conejo que se alimentaba del pasto cerca de la laguna y lo mató al instante con un tiro perfecto. Pudo alimentarse por días con su carne y con legumbres que encontraba alrededor de su cabaña. Una semana después, el cazador volvió a salir para atrapar y matar a un ciervo que se encontraba en el mismo lugar en el que había hallado al conejo la semana anterior y, por ende, no le fue difícil cazarlo. Pasaron los meses y el cazador tenía más carne de la que consumía, por lo que decidió ir a un pueblo cercano para venderla. Todas las personas se le acercaban a pedirle carne para diferentes eventos, y pronto se ganó el respeto de todos como el mejor cazador. Los años pasaban y el cazador seguía consiguiendo más carne de lo que las personas podían llegar a consumir. Los animales empezaron a esconderse cuando lo veían pasar y el cazador tuvo que adentrarse cada vez más en el bosque. No tuvo suerte para encontrar más animales, por lo que decidió regresar. Se dio la vuelta y alcanzó a observar una imponente sombra que de un solo golpe lo dejó inconsciente. Desde entonces, el pueblo dejó de consumir aquella carne.

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Carta a mi padre Padre: A veces pienso en lo enojada que estoy contigo, en la ira que me ha ido consumiendo estos últimos meses desde que tu último suspiro abandonó la Tierra y me dejaste inmersa en los pensamientos que compartíamos y que ahora son solo para mí. No dejo de pensar en tu espalda encorvada por el dolor que sentías, pero que callaste por tanto tiempo, lo que terminó consumiéndote. No dejo de pensar en qué fue lo último que te dije antes de que cruzaras el marco blanco. Desde ese día, mi corazón supo que era la última vez que te vería y latiría por ti, pero mi cerebro, a diferencia de él, pensó que en dos semanas te tendría de vuelta como si nada hubiese pasado. No dejo de pensar en aquel martes en el que mi corazón se fue contigo para ya no regresar más y en el que todos mis pensamientos se centraron solamente en ti. Tú ya te habías ido y tu cuerpo frío yacía en la morgue seis horas antes de que yo recibiera la noticia. Desde ese día, siento tu calidez abrazándome o tus susurros rodeándome siempre que escribo. Treinta días habían pasado de tu partida y recién tu urna pude visitar, entre tantas otras con la cifra 2020. El velorio no fue lo que esperaba, puesto que sentía las risas y la incomodidad por parte de las personas que atendían, mientras que mis lágrimas caían por mi cara sin consuelo. Ese día traté de continuar con tranquilidad, pero el día de tu cumpleaños la felicidad del anterior año se convirtió en un vacío emocional que traté de cubrir con una foto y una vela por la noche, para que no pasaras solo. Varios meses han pasado desde que me has sido arrebatado sin piedad. He tratado de seguir con mi vida, aunque en mis pensamientos sigas rondando. Tu padre ha tratado de cubrir todos sus errores con un parche verde que a mí no termina de convencerme. Ahora lo que me queda de ti son los valores y los recuerdos. Estos ciento doce días me la he pasado sumida en el dolor, en la tristeza y, ahora, en la aceptación de que tu partida no ha sido en vano y pensando que, como tú siempre quisiste, pasaste a la historia cumpliendo tu mayor deseo: convirtiéndote en el padre que siempre quisiste tener. Hasta el martes. Con amor, Tu hija 22


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El hombre y el niño El hombre y el niño estaban refugiados en su cueva pensando en el dinero, sin saber qué podrían hacer. Su foco estaba apagado; de pronto, una idea surgió del niño: él rompería las ventanas, mientras el hombre se las arreglaría para mantener el foco prendido. El niño corrió hasta la casa de la señora y rompió la ventana. Corrió y corrió hasta quedar escondido detrás de una pared, mientras el hombre, disimulado, pasó caminando al lado de la señora, la que sacaba humo de las orejas, sin saber muy bien qué había sucedido, pero el hombre, con el vidrio en la mano, arregló todo en un dos por tres. Como su vida, la situación se pondría oscura, puesto que el policía, que estaba escondido detrás del niño, notó sus intenciones y paró sus ideas, mientras que el pobre niño, como si fuera un fantasma, quedaba igual que el hombre al notar, segundos después, al policía detrás de su espalda. La señora, confundida, intentó pagarle al hombre, pero él rechazó el dinero para evitar más problemas. Lo peor llegó cuando el niño llamó al hombre por su nombre delante del policía. El hombre y el niño lograron huir de la ley cual político latinoamericano respaldándose en sus ideas. Corrieron mucho para evitar al policía. En un momento, el niño y el hombre se separaron por la carretera y se encontraron en el redondel donde giraron y giraron hasta que el policía los detuvo y su foco se apagó de tanto pensar.

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Nicolás Parra (Quito, 2004)

Nicolás Parra nació en Quito el 14 de agosto. Quiere estudiar Física, Matemática y Biología en la universidad. Es una persona muy curiosa y tiene varios pasatiempos. Su sueño es cambiar al mundo con sus ideas y ser recordado por ellas. Le gusta aprender de las cosas que pasan, ya sean buenas o malas. Le gusta estar en la naturaleza viendo las plantas y animales. Siempre está perdido en sus pensamientos, pero eso no impide que sepa lo que pasa a su alrededor. “No importa ser mejor que los demás, lo que sí importa es estar de más”.

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Nänthril Caminando por el bosque es posible encontrarlo, se dice que su nombre es Näntrhil, pero, sinceramente, nadie lo sabe con certeza. No vive en ningún lugar, y muy rara vez se lo encuentra en una posada o en una taberna. Se esconde en los bosques como si fuera una planta. Su cabeza tiene un gran precio, pues se ha metido en problemas con gente poderosa. Una vez lo vi, entró a esta misma taberna. Es alto y fuerte, su pelo es largo y castaño. Tiene poca barba y sus ojos son grises con verde. Lleva siempre su espada y su arco, no falla ni un tiro con él. Solo lleva puesto una cota de malla y su ropa de elfo del este. Tiene una capa gris verdosa y un cinturón de cuero trenzado con la insignia de su reino. Se dice que su padre era el rey de ese reino perdido. Siempre está haciendo algo y llega a la ciudad a pedir trabajos pequeños, como alejar tropas de orcos de la ciudad y cosas por el estilo. Algunos dicen que es pobre, pero hay quienes aseguran que es rico, pues dicen que derrotó a un dragón en las colinas al sur de Rëdor y que se quedó con su tesoro. Un gran guerrero, sin duda, pero muy peligroso si quieres algo de él. No habla mucho, pero les aseguro que domina al menos cuatro lenguas. No es una buena idea molestarlo, ya que no tiene miedo a matar si algo va en contra de sus principios.

Haikus Sol de invierno despierta a las flores todo lo alegra Con vida nace la rosa de un campo crece sin lluvia

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Pasteles de cumpleaños Jorge llegó al edificio en el que vivía con un regalo entre las manos. Entrando al elevador, lo saludó el guardia del edificio. —¿Un día importante? —preguntó el guardia al ver el regalo. —Claro que sí —respondió— es mi cumpleaños. Se cerraron las puertas del elevador. Salió del ascensor y abrió la puerta de su departamento. Recostado en el sillón estaba su compañero de piso mirando la televisión. —Hola, Dingo —saludó a su compañero—, a que no recuerdas qué día es hoy. —Claro que sé qué día es hoy —respondió, irritado—, es nuestro cumpleaños. Así que déjame en paz, ahí hay un pastel que nos dejó tu madre. —¡Qué bien! —exclamó, dejando el regalo sobre la mesa de la sala—. Los pasteles de mamá son los mejores. Y justo en nuestro cumpleaños. —Tal vez por eso nos lo envió —respondió Dingo con amargura—. ¿Qué traes en ese paquete? ¿Es un regalo para mí? —Es para los dos, ya lo abriremos más tarde. Ahora comeremos el pastel que nos envió mamá. —Pero tu madre sabe que yo no como esas porquerías. —Sí, lo sabe. Por eso envió solo un pedazo. Jorge empezó a comer su pastel, tranquilamente, mientras Dingo miraba su programa de televisión. Al terminar el pastel, Jorge agarró el regalo. —Dingo, ¿no te importa que abra nuestro regalo? —Ya sabes que no me importa lo que hagas. Jorge se levantó, se quedó parado frente al espejo del corredor y empezó a abrir el regalo. Dingo lo interrumpió. —¿Por qué abres el regalo frente al espejo? —se burló. —Porque así podré ver mi cara al abrirlo. Jorge abrió el regalo y sacó de adentro un pequeño objeto metálico. Dingo dejó de ver la televisión y miró extrañado a su compañero de piso. Jorge estaba muy contento, volteó la caja y cayó algo parecido a una pila de color dorado. Jorge, mirándose al espejo, metió la bala dentro del revólver y se la puso en la cabeza. —¿Por qué lo haces, Jorge? —preguntó Dingo sin levantarse del sillón. 26


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—Ya no lo soporto, Dingo. Ya no te soporto, nunca me tratas bien y siempre me reclamas por todo —le contestó, mientras se miraba al espejo y se le borraba la sonrisa. Cargó el revólver. —¿Y qué pasará con tu madre? —seguía acostado en el sillón mirando a Jorge. —Tendrá que dar a otras personas sus pasteles. Nosotros ya nos cansamos. Se escuchó un ruido ensordecedor que recorrió el departamento. Jorge cayó al piso. Dingo, que seguía recostado en el sillón, tenía una herida de bala en la cabeza. El guardia del edificio llegó al piso de Jorge y abrió la puerta. Solo vio a Jorge muerto y la televisión encendida.

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Diálogo de tres

(Diana entra al avión y se dirige a su asiento.) Diana: Buenas noches (Se sienta junto a un señor que mira por la ventana.) Da Vinci: Buenas noches (Mira, nerviosamente, por la ventana.) Diana: ¿Primera vez que vuela? (Deja una maleta grande debajo de su asiento.) Da Vinci: Sí, ¿y usted? (La mira detenidamente.) Diana: No, ya he viajado varias veces. ¿Por qué me mira así? Da Vinci: Creo que ya la he visto antes, pero no recuerdo dónde. Diana: Yo no lo conozco, mi nombre es Artemisa. Da Vinci: Mucho gusto. Soy Leonardo Da Vinci.

(Diana se sorprende al oír eso.) Diana: ¿Leonardo Da Vinci? ¿El pintor? Da Vinci: Sí, soy yo. Diana: ¿Y por qué está nervioso de volar? Se supone que usted inventó los aviones. Da Vinci: Sí, eso hice, pero resulta que me aterran las alturas.

(Los interrumpe un guardia de seguridad.) Guardia: Disculpen, ¿me permiten sus pasajes e identificaciones, por favor? Diana: ¿Por qué? Ya los han revisado. Guardia: Por favor, señora, solo deme su identificación. Diana: Tenga (Le entrega su identificación de mala gana.) Guardia: ¿Su nombre es Artemisa? Diana: Así es. Guardia: ¿Y por qué aquí dice Diana? (Le muestra una imagen de una fugitiva con su

foto.) Diana: Bueno, seguimos en Grecia, ¿no? Guardia: Muy graciosa, acompáñeme por favor. Diana: No pienso hacerlo. Guardia: Señora, me temo que tendré que hacerla descender de este avión. Recoja sus cosas y vámonos. Da Vinci: Disculpe, oficial, pero no entiendo qué pasa aquí. Guardia: Esta señora es una traficante de animales, es muy buscada en Italia. Nos informaron que regresaría a Roma esta noche y me han pedido arrestarla. 28


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Diana: No se preocupe, señor Da Vinci, yo me iré con el amanecer.

(El guardia y Diana salen del avión y Da Vinci se queda pensando, mientras mira por la ventana.)

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El jardín de los saberes La gente se sorprende del jardín de mi casa. No es muy grande, pero les llama la atención los extraños árboles que en él crecen. Son todos muy diferentes entre sí y tienen colores muy llamativos. Siempre que estoy en mi jardín, la gente que pasa no logra disimular su impresión. —¡Qué hermosos árboles!, esos colores, esas formas. Son únicos —exclaman algunos. —Qué árboles tan interesantes, ¿de dónde los habrá sacado? —se preguntan otros. —Qué horrendos árboles, no tienen ningún sentido con esas hojas, esos troncos, esos colores y esos frutos —dicen ciertas personas. Siempre que estoy afuera y escucho sus comentarios, me acerco para responder sus inquietudes, pero ellos no quieren ninguna respuesta y siguen su camino. La verdad es que muy rara vez se encuentra gente a la que le interese escuchar la historia de mis árboles. Como esa vez en la que le conté a alguien más el secreto de mis curiosos árboles, cómo olvidarlo. Una mañana calurosa, noté la presencia de una niña que al pasar frente mi jardín, como muchas personas, se sorprendió al mirarlo. Pero esta vez fue diferente, ya que al no tener un muro o alguna valla que impidiera el ingreso de las personas, la niña entró a ver de cerca los árboles. Yo no me acerqué a la niña, solo la observaba. —Buenos días, señor —dijo la niña muy alegre e interesada, mientras se aproximaba hacia el sitio en el que yo me encontraba—, ¿me puede decir de qué son estos árboles? —Buenos días, pequeña —le contesté— estos no son árboles, son saberes. La niña no dijo nada, solo me miró y le echó una ojeada al pequeño jardín. —¿Cómo que saberes? —preguntó, un poco confundida, después de mirar el jardín con detenimiento—. En la escuela no me han enseñado acerca de esos árboles. —Claro que no lo han hecho —le contesté un poco molesto—, ya que piensan que son peligrosos. —¿Peligrosos? —se extrañó la niña, un poco asustada. —Sí, ya que su fruto es adictivo —respondí, mientras señalaba un fruto azul que colgaba de la rama más cercana—. En algunos países está prohibido cultivar saberes. Pero, por suerte, aquí no. —Pero si en nuestro país no está prohibido, ¿por qué no hay más de estos árboles en las casas de las personas? 30


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—Porque es complicado y muy largo el proceso de cuidado de los saberes. —¿Y cómo se cultivan? —Lo primero que hay que hacer es preparar la tierra. —¿Y cómo se prepara la tierra? ¿con una pala? —No —me reí un poco—. Para cultivar saberes no hace falta ninguna de esas cosas. Lo que se necesita es curiosidad. La niña estaba un poco confundida, pero se notaba su interés por la forma en la que miraba al jardín. —Y para hacerlos crecer, ¿se necesita agua? —No, para que crezcan sanos y no se enfermen necesitan aprender. —¿Y se les pone abono? —No, a los saberes se les nutre con dedicación. —¿Y qué tan alto puede llegar a ser un saber? —Tan alto como el aprendizaje que se le ponga. —¿Y no se caen? —Solo si se enferman de ignorancia. Una enfermedad terrible, de las peores que les pueden dar a los saberes, es muy difícil de tratar, pero hay formas de lograrlo. —¿Y se pueden enfermar de algo más? —Claro que sí, los saberes son muy frágiles y delicados si no se les cuida bien. Por ejemplo, está el hongo de la procrastinación, que evita que crezcan los saberes. O también está el bichito del orgullo, que te hace creer que tus saberes ya están muy grandes y crecidos cuando recién están madurando. Y los que yo más detesto son los topos de la impaciencia, que se comen las raíces de los saberes y se dedican a crecer para arriba más rápido de lo normal, pero no hacia abajo. No asientan raíces, por lo que se pueden caer. —Y ese saber —señaló al otro lado del jardín a un saber que estaba muy torcido—. ¿Qué enfermedad tiene? —No tiene ninguna enfermedad, lo que le pasa es que se equivocó. Pero eso con aprendizaje y dedicación se puede enderezar, todos los saberes pasan por esa etapa para poder llegar a ser altos. Por eso, si ves un saber muy alto y recto es porque se equivocó varias veces, pero después de varias caídas, finalmente, aprendió. —¿Y el fruto que cuelga de las ramas qué es?

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—El fruto es el conocimiento, la sabiduría, que tanto tiempo esperaste para adquirirla. Si comes el fruto de un saber alto y recto va a saber a lo que más te gusta en el mundo, es refrescante, es delicioso y es muy bueno para tu salud. Pero si, por el contrario, comes un conocimiento de un saber inmaduro y equivocado, entonces sabrá refrescante, pero no tan delicioso y será muy malo para tu salud, porque puede tener cualquiera de las enfermedades que les afecta a los saberes y que te puede afectar a ti. Esos conocimientos malos son los que son adictivos. Cogí dos frutos del saber más cercano y le di uno a la pequeña niña. Saqué dos cucharas de mi bolsillo y con mis manos abrí por la mitad al fruto. —¡Es gelatina! —exclamó la niña, sorprendida al ver el interior de mi fruto. —Sí, es lo que más me gusta en el mundo. Abre tu fruto para ver qué es lo que más te gusta en el mundo. La niña cogió con las dos manos el fruto y lo abrió. —¡Chocolate blanco! —dijo, emocionada, la niña. Cogió la cuchara que le di y empezó a comerse el gran chocolate blanco. Cuando terminó de comerse su fruto, empezó a conversar más animada que antes. —Hoy he aprendido un montón de cosas que no sabía acerca de los saberes. No entiendo por qué en la escuela no nos hablaron de los saberes o de sus frutos o de las enfermedades que les da. Los saberes son lo mejor que existe en el mundo. Cuando crezca voy a tener campos llenos de saberes. —No necesitas crecer para tener tu cultivo de saberes. Tú tienes todo lo que se necesita para criarlos. Tienes curiosidad y muchas ganas de aprender, lo que les falta a varias personas. —Y, entonces —me miró pensativa—, ¿cómo puedo sembrar un saber si en el fruto que me tocó no vino ni una semilla? La mañana llegaba a su fin y el sol comenzaba a descender. Metí mi mano en el bolsillo de mi chaqueta y saqué un libro. Se lo entregué a la niña, ella me miró un poco confundida, pero emocionada. Nos despedimos y ella se fue muy contenta hacia su casa con el libro abrazado al pecho.

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La multiciudad La multiciudad tenía forma triangular, todos sus lados tenían una geometría similar. Fue construida por Sierpinski, el audaz. Su atracción turística más popular era la plaza central, era tan grande que ocupaba un cuarto de toda el área. En el centro de la plaza estaba plantado un árbol muy singular: de la tierra nacía un tronco, de ese tronco crecían dos ramas y de cada rama que del árbol salía, siempre dos ramas más aparecían. Al sur del gran árbol había un edificio rectangular y alargado que sobresalía por arriba del césped, era el palacio de Cantor, desde donde el alcalde gobernaba. En el mismo palacio los multiancianos trabajaban todo el año. Su objetivo principal era solucionar los multiproblemas que a la multiciudad hacían daño, para eso usaban la multisabiduría que acumulaban con el paso de los años. En medio de su plana terraza de cemento, un trapezoide multicolor ondeaba con el viento, era la bandera de la multiciudad con su escudo: el multiárbol de nogal. A los turistas les gustaba mirar cómo el árbol de color cambiaba y, siempre que podían, preguntaban al alcalde: —¿Por qué el color del árbol cambia? A lo que él siempre contestaba: —El árbol de color no cambia; el árbol, como es natural, siempre crece en relación uno a dos y por eso parece que cambiara de color. Nadie entendía muy bien lo que él decía. El actual alcalde no tenía fama de orador, pero sí de ser un gran inventor. Mandelbrot, que así se llamaba, era el mejor alcalde que ha tenido la multiciudad, ya que al caos logró dominar, también devolvió la paz a la multiciudad. El exalcalde Koch creó la multivenganza, que consistía en inventarse varias excusas para poder conquistar las ciudades vecinas y lograr alcanzar el poder. Al lado opuesto del palacio de Cantor se encontraba el multihotel de Hilbert, encima de sus puertas de cristal se podía divisar el siguiente escrito: “El Multihotel de Hilbert, en el que siempre tenemos una cama para usted”. Para ser recepcionista no se contrataba a cualquiera, ya que la persona tenía que ser buena con los teoremas. Ser psicólogo en la multiciudad no era cosa de comer y cantar, ya que las personas tenían diversas cualidades o tenían multipersonalidades. Otra atracción turística muy famosa era la playa arenosa. Como los lados de la multiciudad eran todos iguales, desde cualquier punto en el que se encontrara una persona, podía llegar allá en tiempos similares. Entre los turistas, el juego más popular 33


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era intentar adivinar en cuánto tiempo iban a llegar. La playa arenosa era muy curiosa, porque tenía varios climas, no se podía predecir bien qué clima habría en un día, había veces en las que sol y la nieve aparecían en un solo día. Vista desde arriba, parecía un helado doble con una cereza en la punta, lo más extraño y curioso, al menos para mí, es que los multiconejos corrían por ahí. Nadie se explica cómo se hacían las calles de la multiciudad, porque parecían relámpagos. Cada vez que un carro pasaba, una nueva calle-relámpago aparecía. La multiciudad estaba dividida en tres grandes distritos triangulares que rodeaban a la plaza central, cada distrito tenía una plaza en su centro y la rodeaban tres subdistritos que entre ellos se parecían. Toda la ciudad tenía una geometría triangular y en su centro había siempre una plaza o un parque que ocupaba un cuarto del área total. Hasta las casas de la ciudad tenían forma triangular con tres cuartos principales y una fuente central, por eso, también se conoce a la multiciudad como la ciudad fractal. La curiosa historia de la multiciudad nunca acabará, porque depende de quién la cuente y siempre tendrá un multifinal.

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Mito de Mânëu

Fragmento sacado del diario de viajes de Puffin.

8 del mes de Shidrë, día del conejo Después de varios días en las ruinas del bosque, antiguamente habitado por Nârmots, he logrado descifrar otro fragmento para reconstruir su mitología. Los jeroglíficos dicen:

"Mânëu tiene la cabeza de un águila harpía, el cuerpo de jaguar, las alas de dragón y la cola y la lengua de la serpiente. Cuando vuela, todo lo quema porque que él es destrucción, él es veneno, él es caos. Con sus garras, desgarra; con su pico, devora; con su lengua envenena; con su presencia, mata. Habita en los confines del mundo, pasando la oscuridad de la noche. Tuvo dos hijas con la diosa de la noche y la oscuridad, representada normalmente por una lechuza o búho. Su hija mayor es la luz y la menor es el fuego. El gigante de tierra y piedra (el mundo) lanzó una flecha al cielo diurno, traspasándolo y dejando un agujero en este. Con este acto liberó al caos de su prisión. Al mundo bajó por el oeste, y con él bajó su hija Jëu, diosa del fuego, trayendo guerra y

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destrucción, quemando los bosques del oeste y dividiendo al pueblo de los Nârmot en dos: los Nârmots y los Juëtidos". Según he logrado descifrar, los Nârmots se extinguieron hace unos 1500 años. Por lo que solo puedo intentar reconstruir la historia de esta civilización con la ayuda de un Juëtido.

Jeroglífico Nârmot representando a Mânëu.

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Alma El alma vuela, si con otros se encuentra, cuando por otros piensa, te puede abandonar. El alma vuela a otro cuerpo, si en ĂŠl tĂş no te encuentras, si te quedas, ella se va. El alma vuela y no regresa. Nunca lo hace. Aunque la busques, no la encuentras. El alma vuela si piensas en ella, pero si no la miras, ella se queda.

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La torre del mago se va a destrozar

“El sol se oscurece, se hunde la tierra en el mar, se agitan del cielo las brillantes estrellas; surge vapor furioso, el fuego se alza, y llega el calor del mismo cielo”. Völuspá, Profecía de la vidente. Rägnarok, Mitología nórdica.

Un extenso desierto con una torre en el centro rodeada por una larga cadena de montañas muy altas. El caos y el tiempo devoran al mundo, ningún héroe los podrá enfrentar. La sabiduría del hombre ignora el final. Ya es tarde para recordar todos los manuscritos. Es mejor gritar. El hada de la esperanza huye del final, se regresa al huevo del que nació, porque ningún hombre la va a recordar. La noche con el desierto se va a juntar: ya no habrá marcha atrás. El día llega a su fin y la luna muestra su verdadera identidad, una gran serpiente de hielo, con ansias, espera la muerte del mundo. Su presencia hace a los humanos olvidar las montañas y con su gélido aliento cubre al mundo. La niebla del final se apodera del mundo. 38


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La torre del mago se va a destrozar y, asĂ­, el mundo se va a acabar.

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Carta a mi hogar Querido hogar: Llevo más de dos meses muy lejos de ti. El recuerdo de los árboles de alrededor, el sonido del lago, el olor de las flores y mis estanterías llenas de cosas viejas, todos esos recuerdos parecen tan distantes. Me asusta saber que nunca más podré descansar en mi cama ni divisar las lejanas montañas desde el jardín junto al sonido de los pájaros, sentir el viento que pasaba cada tarde sobre la colina. Pero me siento más cercano y más unido por cada paso que me aleja de ti, por la memoria, los recuerdos y por los buenos tiempos que pasamos juntos. El miedo y la tristeza que tengo en este momento son tan grandes como la distancia que nos separa. No creo que regrese a verte muy pronto, mi hermoso hogar. Me estoy muriendo. Me iré a otra parte, en donde estaré mucho más lejos de ti, pero estaremos más cerca de lo que nunca estuvimos. Pasaré a una mejor vida, pero no lo será si tú no estás junto a mí. La muerte se convertirá en mi nuevo hogar, pero será igual al que teníamos los dos: lleno de verdor, con árboles cargados de jugosos frutos dos veces al año; rodeados de flores, en donde las abejas zumban y revolotean, con las que se puede hacer miel para el té de la tarde; cálido en la noche y fresco en la mañana; con hermosas vistas al lago en donde se puede pescar para las comidas de la noche; el vuelo de los pájaros, que por sus sombras, se podía ver a través de las ventanas. No me olvidaré nunca de ti, de mi silla mecedora y de tu cálida chimenea, frente a la cual podía leer cuentos fantásticos de héroes y sus épicas batallas; tampoco de tu techo de teja que se divisaba a lo lejos y que, cuando salía de viaje, me alegraba tanto de verlo; no importa lo cansado que me sentía, siempre corría hacia la colina rodeada de frondosos árboles. No olvidaré el olor al pan recién horneado ni mi cómoda cama con sus almohadas de plumón ni las estanterías llenas de libros y mapas que me llevaron a donde estoy. Parecerá que nunca me fui y que yo nunca te abandoné. Será como si me volviera a despertar para otro día en el jardín, para ir a pescar, para leer. Pero solo quedará el eco de mis palabras, de las risas, de las canciones y de los cuentos que nunca te abandonarán, se quedarán encerrados en ti; será lo único que te podré heredar. Nos volveremos a encontrar del otro lado y en ese lugar nadie nos podrá separar.

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Romper ventanas es lo que hay que hacer En una ciudad alejada del mar, un hombre y un niño idean un plan. No tienen dinero para comer, por eso, romper ventanas es lo que hay que hacer. El hombre se alista, coge vidrio y cemento, mientras el niño corre donde el vecino. Con piedras recogidas por medio camino, rompe la ventana del vecino. El niño corre para que nadie lo vea, y se aleja sin levantar sospechas. Una mujer de poca estatura, sale a ver qué pasó con su ventana, el hombre aprovecha para acercarse a la vecina y ofrecerle sus servicios. La mujer, un poco enfadada, acepta la oferta del hombre para reparar su ventana. El niño ya rompió otra ventana, pero un policía lo descubre cuando estaba en media cuadra. Un poco asustado, el niño disimula y suelta la piedra. Para que no lo atrapen, distrae al policía y así se aleja del peligro que lo acecha. 41


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El hombre contento, termina su trabajo, pero a sus espaldas aparece el policía. El hombre se altera y no cobra por el reparo. Se aleja alterado, pues lo tienen acorralado. El niño encuentra al hombre para escapar juntos, pero ya es tarde, el policía los persigue. Corriendo se alejan a su punto de partida, la casa del hombre es su única guarida. Cansados y exhaustos llegan a la casa, ya no los pueden atrapar. Pero al momento de sentarse a descansar, el policía aparece en la cocina. El hombre y el niño ahogan un grito, no alcanzaron a respirar y ya estaban en el mar.

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Francisco Canchig (Quito, 2003)

Me llamo Francisco Canchig. Nací en la ciudad de Quito el 29 de noviembre. Me gusta jugar videojuegos, escribir y leer. Actualmente tengo 17 años y estoy cursando tercero de bachillerato. Pienso estudiar Psicología en la universidad y seguir escribiendo.

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Imaginando un personaje Es una chica joven que trabaja creando programas, siempre lleva una sonrisa en su rostro y es amable con sus conocidos y amigos, además, es muy sociable. Es de Quito. Vive como una chica de clase media, pero antes era de clase alta. Desde niña siempre fue educada y hacía caso a todas las órdenes de sus padres, pensando que así, ellos pasarían más tiempo con ella, pero a medida que crecía, ella dejó de intentar llamar la atención de sus padres, y cuando comenzó a jugar videojuegos se dio cuenta de que quería aprender a programar, así que estudió mucho durante su adolescencia, hasta que llegó a ser aceptada en una empresa famosa. Cuando le dijo a sus padres que quería ir a trabajar, ellos se negaron y le dijeron que ella debía quedarse para heredar la empresa, eso le molestó mucho y decidió irse de su casa cuando cumplió dieciocho años. Tiene una mala relación con sus padres, ya que estos siempre se enfocaron más en el trabajo que en su hija. Cuando ellos trataron de acercarse a su hija, ella ya se había distanciado de ellos y los trataba como simples autoridades. Finalmente, ella decidió irse, ya que además de que nunca la tomaron en cuenta, ellos querían elegir su futuro, así que ella, enfurecida, salió de su casa y juró que no volvería. Ella es una chica que siempre tiene en cuenta a las personas, haría hasta lo imposible por ayudar a sus amigos; también le gusta mucho escuchar a la gente y siempre tiene presente a los otros, ya que no quiere ser una persona como sus padres, quienes casi nunca le prestaron atención y, aunque no quiera admitirlo, ella todavía haría lo que sea por sus padres si ellos le pidieran ayuda. A pesar de ser una persona sociable, en su tiempo libre prefiere estar sola y leer libros o jugar videojuegos; a pesar de eso, ella también disfruta saliendo a la naturaleza cuando se siente triste o molesta. Suele invitar a sus amigos a acampar en la montaña cerca de la ciudad, que es su lugar favorito, ya que disfruta mucho observando los paisajes de manera tranquila. Ella trabaja como jefa de un grupo de programación de una empresa famosa. Cuando está en el trabajo se la pasa creando códigos de programas y corrigiendo errores de otras aplicaciones que ya han sido lanzadas al mercado.

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Ella lo hace para algún día lograr crear una aplicación famosa y exitosa que ayude a las personas, también lo hace para ganar fama y reconocimiento y, de esa manera, demostrar a sus padres que ella siempre tuvo el control sobre su vida. Tiene un rostro delgado y fino, tiene los ojos de color marrón claro, su boca y nariz también son delgadas, pero mantienen una proporción agradable a la vista. Cuando está molesta o se siente apurada, suele golpear el suelo con la punta de su pie, pero, por el contrario, cuando se siente intimidada o piensa que está fuera de lugar, suele juguetear con sus manos, sosteniéndolas y haciendo formas con sus dedos. Generalmente, camina con la cabeza ligeramente hacia abajo, pero sus pasos siempre son firmes; sin embargo, cuando está feliz, suele mirar hacia adelante y se mueve enérgicamente. Ella se preocupa por establecer un entorno sociable en su trabajo y siempre buscará escuchar al otro, no le gusta hablar de sus padres o de su infancia, también le gusta mucho escuchar música cuando está sola en su casa. Toda la gente la ve como una persona amable en la que pueden confiar y con la que se pueden expresar sin ninguna traba, ella siempre se asegura de conservar esta imagen en todos y se puede decir que mantiene una muy buena relación con sus amigos. Yo pude sentir enojo y tristeza mientras me imaginaba la escena en la cual mi personaje discutía con sus padres antes de irse de su casa, también pude sentir un sentimiento de decepción hacia sus padres. Me pude sumergir completamente en la escena e incluso casi se me va una lágrima, ya que tengo la memoria visual espacial muy desarrollada y, gracias a eso, he logrado sumergirme en mi personaje.

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Inspiración divina

(Se muestra un pasillo de centro comercial. Allí se encuentra Da Vinci sentado en un banco frente a un caballete, pegado a la pared hay un letrero que dice: “Dibujo su retrato en diez minutos”.) Da Vinci: (Con una cara aburrida se encuentra contando las monedas que le han dado.) Creo que debería terminar esta investigación por el día de hoy. Diana: (Se sienta en el banco, frente al caballete de Da Vinci.) Por favor, ¿me podrías hacer un retrato? Da Vinci: (Mira a Diana a la cara y empieza a dibujar.) ¿Por qué una señorita como usted desea que este servidor la dibuje? Diana: (Mantiene una cara inexpresiva.) Hace rato vi a un hombre pasar con un retrato a lápiz muy fiel a su rostro, cuando le pregunté quien lo había hecho, me dijo que usted estaba haciéndolos aquí, así que decidí venir a curiosear. Da Vinci: (Continúa el dibujo sin apartar la mirada del lienzo.) Mmm, no muchas personas quieren hacerse retratos hoy en día, muchos usan solo sus teléfonos inteligentes para tomarse fotos. Diana: (Mantiene su expresión, para no dificultar el trabajo a Da Vinci.) En mi familia respetamos mucho el arte y las cosas hechas a mano, tengo una prima que se llama Artemisa, es una pintora famosa, pero en relación con la calidad de sus retratos, creo que usted tiene más experiencia en este campo. Da Vinci: (Mira la cara de Diana y continúa el dibujo.) No estoy seguro de que estemos hablando de la misma persona, pero yo conocí una Artemisa cuando estudiaba en la escuela de arte, una chica de un grado menor, yo le enseñé un par de cosas, porque ayudaba a los profesores de los cursos inferiores, ciertamente, una chica con talento.

(Da Vinci y Diana siguen con la conversación y después de siete minutos, Da Vinci termina el retrato.) Da Vinci: (Quita el lienzo del caballete y le entrega el retrato a Diana.) Muy bien, aquí lo tiene. Diana: (Recoge el cuadro.) ¿Cuánto le debo por esta obra? Da Vinci: (Mira a Diana a la cara.) No es necesario que me pague, lo estoy haciendo como parte de una observación para encontrar la similitud en la proporción aurea de las personas. 46


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Diana: (Saca un billete de 20 dólares y se lo entrega a Da Vinci.) Su trabajo es excelente, así que, por favor, acepte esto como compensación a tan maravilloso trabajo. Da Vinci: (Acepta el billete.) Está bien, ya que usted es la que está insistiendo, aceptaré esta paga. Diana: (Hace una sonrisa un poco forzada.) Entendible, tenga un buen día.

(Diana se aleja y desaparece de la escena. Mientras Da Vinci está recogiendo sus cosas, un guardia de seguridad se le acerca.) Guardia: (Con una mirada fría, le muestra una foto de Diana.) ¿Ha visto usted a esta mujer? Da Vinci: (Mira la foto, detenidamente.) Ciertamente, la he visto, acabo de hacer un retrato de ella. Guardia: (Mantiene la mirada fija en Da Vinci.) ¿Recibió algo de ella? Da Vinci: (Saca el billete que Diana le entregó.) Me dio esto como paga por el retrato. Guardia: (Guarda la imagen, agarra a Da Vinci y lo esposa.) Usted queda bajo arresto y será enviado a una revisión psicológica. Da Vinci: (Hace una expresión de sorpresa y mira al guardia.) ¿Pero, por qué?, no he hecho nada malo. Guardia: (Lo sostiene firmemente para que no intente escapar.) Usted está bajo arresto por perturbar la paz pública y será enviado a una revisión por haber dibujado a una persona que no existe. Da Vinci: (Se sacude un poco.) Pero usted me acaba de enseñar una foto de ella. Guardia: (Saca otra vez la foto.) Para su información, esto es solo un papel en blanco y usted sentado hablándole a la nada.

(El guardia, antes de llevarse a Da Vinci, da la vuelta el caballete mostrando el lienzo a la gente que se había acercado a ver lo que sucedía, y todos observan, sorprendidos, el retrato de Diana que Da Vinci había dibujado.)

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Haikus Sopla el viento sacude los árboles la fruta cae Termina la lluvia el sol deslumbra el arcoíris aparece Las copas se mueven el pájaro llega el huevo se rompe El río fluye las piedras avanzan el salmón regresa Las aves vuelan el viento arremete del árbol cae Esteban

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El semiuniverso Viajando entre dimensiones me encontré con una que era demasiado particular frente a las otras. Era una dimensión donde todo estaba a la mitad, así que decidí llamarlo el semiuniverso. Viajando a través de él, me encontré con un semisistema solar, donde desde el sol hasta Plutón, todos los planetas estaban divididos por la mitad. Decidí visitar la semitierra y me encontré con la sorpresa de que no conocen lo que es un entero, todo está dividido por la mitad. Allí existen los semihumanos y con eso no me refiero a humanos mezclados con otro tipo de seres, sino que son literalmente personas divididas por la mitad. Investigando descubrí que aquí no existen los géneros y que estas personas tienen una mitad predestinada, así que no se preocupan por encontrar una pareja para poder reproducirse. Al parecer, en este lugar las semipersonas son seres pacíficos, ya que no conocen la guerra como la conocemos nosotros, ellos conocen solo la semiguerra, que es una semidiscusión entre los semipaíses implicados: es una semiguerra, porque no hay una pelea armamentística y es una semidiscusión, porque cuando resuelven el semiproblema, hacen una semicelebración. Se puede decir que es un semiproblema, porque saben que pelear no les lleva a ningún lado, así que se dividen los recursos por los que pelean, y que es una semicelebración, porque al final de ella, siempre empieza otra discusión. Este universo me resulto un dolor de cabeza, ya que todo se dividía por la mitad y esta mitad volvía a dividirse en otra mitad, resultando un ciclo infinito de discusión, porque, como expliqué antes, al no conocer un entero, ellos no son capaces de aliarse para formar uno o de destruirse hasta que quede uno.

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Bikoto Tiene forma de ser humano, su piel está llena de escamas que son extremadamente fuertes. Uno de sus ojos es afilado y frío como el de una serpiente, el otro es redondo y tiene la pupila dilatada como un gato travieso. Tiene el pelo como cualquier ser humano, de la parte superior de su cabeza sobresalen unas orejas de gato, las cuales puede usar para escuchar a través de una pared de concreto de 30 cm de grosor. Al abrir su boca, se pueden ver un par de colmillos largos y puntiagudos de los cuales suelta un veneno sumamente letal, también cuenta con garras en las manos afiladas y alargadas que sueltan el mismo veneno. Al final de la columna vertebral tiene una cola que termina en una cabeza de serpiente, esta posee un veneno y está enlazada mentalmente a la cabeza principal, lo que le permite percibirlo todo, en caso de que alguien se le aproxime por la espalda. Cuenta con visión nocturna como los gatos y también siente el calor como las serpientes, incluso cuenta con una increíble agilidad e instinto como los de un felino. Cuando una serpiente dormía, un gato hambriento y desesperado la atacó en su nido, el nido estaba ubicado en un callejón de una ciudad japonesa, dentro de un desagüe. La serpiente de repente se despertó y mató al gato, la sangre de este gato bañó completamente uno de los huevos que la serpiente había puesto justo ese día. A la mañana siguiente, un ladrón atracó a una persona en ese callejón y la mató, la sangre de esta persona se filtró por las piedras de la calle y terminó cayendo en el nido de la serpiente, cubriendo el huevo ya manchado, esta vez de una especie diferente. Mientras pasaba el tiempo, el huevo fue aumentando de tamaño hasta alcanzar el porte de un gato pequeño. Cuando el periodo de gestación terminó, el huevo se rompió, dejando ver a un antropomorfo pequeño de aspecto humano; este ser nació con dientes afilados y lo primero que hizo fue comerse a las serpientes que vivían ahí. Al terminar la caza seguía hambriento y comenzó a devorar a los humanos que pasaban caminando por esa alcantarilla. Se dice que este extraño ser es tan inteligente que logró descifrar su origen y decidió crear más seres de su especie. Pronto, esta población fue tan grande que destruyó la pequeña ciudad en la que aparecieron. Se cree que después de esto, se mudaron y que ahora viven bajo las alcantarillas de todo Japón.

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La batalla por el alma de todos “So lost in the starless night sun don´t rise on the blind mind around and around there goes now waiting for another falling let there be stars to guide him the way in this poor night”. Ying-Yang. Persona 4. The Golden animation

Durante mi viaje me encontré frente a una silueta enmascarada. Sentada sobre la tierra se notaba que ocultaba algo. Una figura grotesca y hambrienta reposa a su lado. La silueta me muestra dos libros y los leo. Contienen diferentes historias, pero comparten el mismo final. Me veo obligado y elijo el de la derecha. La oscuridad se cierne limitando la visión. Cuando recupero mi visión puedo observar una gran torre oscura que guarda un secreto. Parece que he elegido bien, pero algo anda mal. Las nubes se estremecen a su alrededor creando grandes olas que arremeten en contra de la torre. Las estrellas tratan de iluminar el caos para evitar que la torre caiga. En un último deseo, una estrella a punto de perderse entre la oscuridad, implora ayuda a la luna para eliminar este mal y evitar que la torre caiga. La luna se dio cuenta y decidió ayudar: iluminado todo el campo de batalla, las nubes empiezan a retirarse. Después de observar esto, nuevamente, pierdo la visión, vuelvo al lugar donde se encontraba la silueta. La figura grotesca ya no estaba. En su lugar había una silueta similar a la que tengo en frente. 51


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Ambas figuras se levantaron, tomaron los libros y se fueron. HabĂ­a sido puesto a prueba y mi recompensa fue observar la batalla por el alma de todos.

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Dinero fácil Personajes: Niño, Padre, Policía, Señora

(Se muestra en escena un cuarto, en el fondo hay una ventana, debe haber una silla, cristales listos para ser empacados y un traje elegante debe colgar al lado de la ventana. El hombre debe estar sentado en la silla con cara aburrida.) Niño: (Entra a escena y mira al hombre.) Padre, se me acaba de ocurrir la mejor idea para conseguir dinero, mira que si la hacemos bien, podemos incluso comprar el café que te gusta. Hombre: (Se muestra algo curioso.) Pues no esperes más y dímela, que ese café no hace esperar a nadie. Niño: (Se acerca y le susurra cosas al hombre al oído durante unos segundos.) Hombre: (Asiente, cada cierto tiempo, con una cara seria.) Pues haberlo dicho antes. Adelántate, yo te alcanzo, solo deja que me prepare.

(El niño asiente feliz y sale de escena corriendo. El hombre se toma su tiempo y se pone el traje, coloca los cristales en una mochila. Una vez listo, sale de escena.) (El telón se cierra. El escenario cambia, en escena debe haber tres casas con ventanas, el niño sale al escenario con piedras en las manos.) Niño: (Se para frente a una casa y rompe una de sus ventanas con una piedra. Corre

frente a la otra y también la rompe; luego, corre hacia la esquina del escenario y se oculta detrás de las cortinas, solo deja ver la parte superior de su cuerpo y hace el gesto de que va a lanzar, nuevamente, la piedra.) Policía: (Entra a escena y mira al niño al otro lado del escenario a punto de lanzar la

piedra.) Niño: (Observa al policía. Ambos deben mirarse y hacer unos segundos de silencio.

Después, el niño correrá hacia el lado contrario al del policía.) Policía: ¡Alto! (Perseguirá al niño. Luego, sale el niño corriendo y tras de él, el policía

con su uniforme un poco desordenado. Correrán alrededor de las casas. En cierto momento, se detendrán, el policía se encogerá y agarrará sus rodillas mostrándose cansado. Mientras que el niño se detendrá cerca del otro lado de donde salieron. El niño le sacará la lengua y saldrá corriendo fuera de escena. El policía irá tras de él.) (Se cierra el telón. En escena debe haber una sola casa con la ventana rota y frente a esta deberá estar una señora cruzada de brazos, con los pelos llenos de rulos y con la 53


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cara pintada de blanco. Se mostrará indignada.) Hombre: (Entra a escena, tranquilamente y silbando, mira a la casa y habla con la mujer.) Señorita, buenos días, ¿ha ocurrido algún problema? (El hombre siempre muestra una

sonrisa.) Señora: Algún mocoso rompió mi ventana mientras desayunábamos y la piedra cayó sobre la comida de mi esposo, imagínese que el pobre terminó con huevos revueltos en el cabello. Hombre: (Intenta no reírse y saca los cristales.) No se preocupe, si desea puedo cambiar su ventana en este mismo instante. Tengo un trabajo en otra casa, pero me sobran cristales. Señora: Oh, estaría muy bien si pudiera hacer eso. No quiero que mi tratamiento de belleza de las mañanas se arruine por el frío, además, si llamara a otra persona, tendría que esperar demasiado. Hombre: No se preocupe, no tardaré mucho. Le costará diez dólares. Señora: Iré a ver mi monedero, por favor, instale la ventana mientras tanto. (Sale del

escenario.) Hombre: (Comienza a reparar el cristal, mientras silba. El niño pasa corriendo por detrás

del hombre, pero él no se da cuenta. Luego de un minuto, el policía aparece y se queda parado detrás del hombre, mirándolo colocar el cristal.) Hombre: (Termina de colocar el cristal y se acerca a tocar la puerta.) Policía: ¿Señor, me puede decir qué está haciendo? Hombre: (Se da la vuelta asustado y, luego, tratando de disimular, dice.) Oh, oficial, no me había dado cuenta de que estaba ahí; pues mientras iba a reparar los cristales de una casa, me encontré con una señora que quería que le cambiara el de su ventana y, como tengo cristales de más, pues decidí ponérselo para ganar algo extra.

(La señora entra en escena con un monedero.) Señora: Lo ha dejado muy bien. (Le ofrece el dinero al hombre y este lo acepta.) Hombre: No fue nada. (Sale lentamente de escena, mostrándose sospechoso.) Policía: (Comienza a seguir al hombre.)

(Se cierra el telón, el escenario es un parque y hay una pequeña pileta.) (El niño y el hombre entran a escena por lados opuestos.) Niño: ¿Te pagaron, padre? (Se sienta frente a la pileta.) Hombre: Sí, pero tuve que salir corriendo de ahí, pues me encontré con un oficial 54


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cuando terminaba el trabajo. Niño: ¿Tenía un bigote negro y unos ojos que dan miedo? Hombre: Sí, ¿cómo lo sabes? Niño: Eh…

(El policía aparece en escena y mira a ambos.) Policía: Sabía que tenían algo que ver. (Empieza a correr hacia los dos. El hombre y el

niño comienzan a correr alrededor del escenario mientras los persigue el policía; luego, salen por unos segundos en los que se deben escuchar unos ruidos estruendosos. Cuando los ruidos terminan, el policía sale al escenario jalando al niño y al hombre del cuello de la camisa. Ellos logran escapar del policía y salen de escena por el lado contrario de donde aparecieron.)

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Solo un ratón Fue cuando decidí ir a estudiar al extranjero, que me separé de mi novio. Tenía dieciocho años en ese momento y había estado con él por seis meses. Terminé mi relación con él, porque siempre he pensado que no funcionan las relaciones a distancia y porque era tan celoso que me tenía harta. Para ser sincera, yo creí que se lo tomó bien, ya que al despedirme de él, me dijo: “En el fondo sabrás que siempre estaré contigo”. Esas fueron sus últimas palabras antes de que yo tomara mi vuelo a Chile, que era donde tenía planeado estudiar. Me tomé esa frase como un simple cumplido de chico rechazado tratando de mantener su orgullo. Así pasaron cuatro años en los que estudié y dormí en la residencia de la universidad. En ese tiempo logré graduarme con honores y conseguí rentar una pequeña casa a las afueras de la ciudad. No había pasado ni un mes de mi mudanza, cuando mi madre llegó a visitarme. Me trajo de regalo una gata y me dijo que ya que iba a estar viviendo sola, era mejor que tuviera compañía. Acepté tener a la gata y, después de pasar unos días con mi madre, ella se regresó. Comencé a entrenar a la gata y poco a poco me acostumbré a vivir con ella. Habían pasado dos meses desde que tenía a mi gata. A veces encontraba cosas en lugares diferentes a los que los había puesto o la ropa que dejaba doblada antes de irme, aparecía desparramada. No le tomé mucha importancia a estos sucesos y regañé a la gata, ya que lo más lógico era pensar que ella lo hubiera hecho. A los cuantos días de empezados estos incidentes, me di cuenta de que la comida estaba desaparecido, a veces aparecían migajas de pan o galletas en el suelo, así que comencé a sospechar que se trataba de un ratón que estaba desordenado mi casa. Se lo comenté a mis compañeros de trabajo y uno de ellos me recomendó comprar trampas y que las dejara alrededor de mi casa antes de salir. Compré las trampas y programé para que la alarma que uso para despertarme, sonara ese día una hora más temprano. Al despertar, puse las trampas, desayuné y salí a de mi casa a trabajar como cualquier otro día. Al regresar, las trampas estaban vacías, pero no me rendí, y por el resto del siguiente mes, continué poniéndolas. Las cosas se volvían cada vez más pesadas, ya no solo mi ropa estaba revuelta o las cosas aparecían fuera de lugar, también comencé a encontrar mis cosas como si hubieran sido usadas, aparecían toallas mojadas, los filtros de la lavadora tenían pelusa 56


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sin que yo la hubiera usado y, a veces, encontraba vasos adicionales en el lavabo de la cocina, junto con envoltorios de galletas bajo los sillones. Esto se estaba saliendo de control y cada vez me desesperaba más por encontrar una solución a lo que estaba pasando en mi casa. Una noche cuando llegue, no había luz y todo se encontraba oscuro. Con todo lo que me había pasado hasta ese momento, tenía miedo de no poder ver nada, así que decidí ir a mi cuarto lo más rápido posible. Al llegar a la puerta y abrirla, me encontré con una silueta bastante delgada, a duras penas podía distinguir algo en toda la oscuridad, pero estoy segura de que era una silueta humana. Me quedé congelada. De pronto, la silueta se metió debajo de la cama. Al ver que desapareció, salí de mi casa y decidí ir a pasar la noche en la casa de una amiga. Una semana después del incidente, regresé a mi casa por la mañana. Era domingo y con unos amigos del trabajo decidimos investigar para descubrir, de una vez por todas, lo que estaba pasando en mi casa. Al abrir la puerta de mi cuarto nos encontramos con un olor horrible, como si hubiera dejado carne olvidada allí. No lo pensamos mucho y llamamos a la policía. Después de que revisaron toda la casa, descubrieron que debajo de mi cama había una trampilla, la cual dejaba ver un espacio largo y ancho. La puerta del espacio era bastante amplia, lo suficientemente como para que una persona lograra entrar por ahí. Ese espacio no hubiera sido ningún problema si no hubiera sido por el hecho de que adentro se encontraba un ser humano. La policía se llevó el cadáver y me hicieron preguntas, les conté todo lo que había estado pasando en mi casa y después de confirmarlo, me dejaron ir. Estaba muy confundida, no sabía cómo se había podido meter una persona en mi casa. Sin pensarlo dos veces, tomé todas mis cosas y decidí mudarme a un apartamento en el centro de la ciudad. Cuando estaba por terminar la mudanza, me llegaron noticias de la policía, resulta que el cadáver era el de aquel ex novio que había dejado en mi país de origen, aquel que ya incluso había olvidado que existía, él había estado viviendo en mi casa en un agujero debajo de mi cama como un ratón.

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El ratón Una vez que conoces el amor, no puedes dejarlo. Así la otra persona se aleje, tú siempre tienes que estar cerca. Aunque te tome cuatro años, busca a esa persona. Es tu derecho vivir con ella, incluso si su casa tiene muchos cuartos. Es tu deber estar cerca, no importa que ella no lo sepa. Puedes consumir sus víveres, puedes curiosear en sus cosas siempre que ella no se encuentre. No debería importarle al inicio. Seguro que culpará a su mascota. Asegúrate de no salir todos los días, comenzará a sospechar, pondrá trampas para ti. Disminuye tus actos por unos días. Quédate en tu escondite. Cuando ya no puedas con la sed, sal, mientras ella no esté. La noche será tu amiga para este caso. Trata de no hacer ruido. Si escuchas la puerta abrirse, vuelve a tu escondite. Si no escuchas algún grito, es porque lograste esconderte. Repite el proceso cuando sientas que ella se levanta de su cama.

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La debilidad de la espada Es impresionante, nunca hubiéramos pensado tener algo que pudiera vencer a una espada, en especial a aquellas pesadas y afiladas que oprimen. —¿Cómo puedes hacerlo? —Ja, mi buen amigo, déjame explicarte primero sus características. Primero, dependiendo de cómo lo utilices, puede formar desde espectaculares paisajes tranquilos, hasta ser el comienzo de la peor guerra jamás vista en la historia humana. También, gracias a que es increíblemente resistente, tiene la capacidad de crear grandes obras, desde el mejor discurso para elevar la moral de tus tropas, hasta la canción de cuna que le cantaba tu abuela a tu madre. Y eso no es todo, gracias a este maravillo invento hemos podido llevar obras de arte y conocimiento a niveles portables. Estas intrigado, ¿verdad?, ¿quieres saber cómo se llama? Pues si estás leyendo esto en tu escritorio, solo tendrás que mirar a los lados y, seguramente, podrás encontrar un bolígrafo.

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Mateo Segarra (Quito, 2002)

Hola soy Mateo Segarra. Disfruto de la literatura fantĂĄstica y de las maravillas que hay en ella, como la tecnologĂ­a y la simplicidad de las cosas. Me gusta compartir mis conocimientos y aspiro a dejar una huella importante en el mundo como un gran tecnĂłlogo de la ciencia moderna.

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Una noche infinita Las noches son extremadamente abrumadoras, donde cualquier suceso puede ocurrir. Dos niños salieron de la casa, hacía mucho frío en ese preciso momento y había muchos lugares oscuros. —¿Dónde está la lámpara? ─preguntó la niña. Se colocó una manta sobre sus hombros—. Quisiera encontrarla lo más rápido que se pueda. ─No te apresures ─dijo el niño, mirando hacia los costados. ─Es necesario, no se ve nada ─dijo la niña. En ese momento, escucharon ruidos cerca de ellos. La noche los consumía más junto a las sombras. El viento soplaba exageradamente. Miraron el árbol en forma de monstruo, con grandes garras y con deformaciones en cada parte de su cuerpo. Se movía hacia ellos. ─No mires, solo camina ─dijo la niña sin tomar en cuenta a aquella cosa. ─Espero que ya estemos cerca de aquel establo. ─Quédate aquí, iré a revisar. El niño, sigilosamente, se quedó en el lugar en el que la niña le pidió que lo esperara. ─Creo que he llegado al establo ─dijo la niña palpando la puerta─. Ven, de seguro estará aquí la linterna. ─¡Espera! Alguien está detrás de mí —dijo el niño sin moverse. ─Creo que es aquel árbol que estaba observándonos —susurró. No obstante, se sintió el ambiente cálido y de mal olor, las sombras empezaban a moverse. Aquel árbol no se encontraba donde los niños lo vieron. El niño agachó la cabeza y volteó a ver de quién se trataba. La niña lo tomó del brazo y lo metió al establo. ─¡Cállate! No digas nada —dijo la niña viendo hacia la puerta. ─Creo que nos está viendo desde el techo —dijo el niño ─No encuentro la linterna —dijo la niña palpando todos los lugares. El techo hacía ruidos y las cosas comenzaron a moverse de sus lugares. De repente, el techo se desgarró por completo. Observaron como aquella cosa venía hacia ellos. La luz de la luna entró hacia el establo y pudieron encontrar la linterna. ─Agarré la linterna —dijo el niño sosteniendo un palo. ─¡Despierta! Sino aquel árbol nos comerá —dijo la niña. Los dos se levantaron en ese mismo instante, cogieron abrigos de su armario y salieron 61


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a ver si era verdad lo que soñaron. Abrieron la puerta y observaron que todavía era de noche y que aquel árbol había caído sobre el establo en el momento exacto en el que se despertaron.

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Rapunzel, la artista Había una vez Rapunzel, pero no la que conocemos, sino otra Rapunzel que tenía el talento de cantar en los bares que estaban cerca de su hogar. Su madrastra, Gothel, no le permitía cantar, ya que decía que Rapunzel solo servía para mantenerla joven y para hacer bendiciones con su cabello mágico. Pasaron semanas y semanas en las que Rapunzel, encerrada en su casa, se dedicaba a cuidar de las plantas. Un día, Rapunzel decidió salir de la casa sin permiso, mientras su madrastra dormía. Flynn, quien era su pareja, la acompañó hacia el bar más cercano de allí. Ella le había contado que le gustaba cantar, porque sentía que ese era su talento y su sueño a seguir. —Flynn, me gustaría que entres conmigo al bar para que opines sobre mi voz —dijo Rapunzel haciendo ojitos para convencerlo, ya que Flynn tenía muchos problemas con las personas de ahí. —Bueno, pero espero que me convenzas —dijo Flynn. Rapunzel rio. Entraron juntos a aquel bar. La gente miró a Flynn de mal modo. Parecía como si todos quisieran matarlo, pero Rapunzel les calmó. Subió a una mesa y les cantó una canción muy conocida y popular por aquel lugar. El ruido hizo que su madrastra, Gothel, despertara y saliera a ver de qué se trataba. Por la ventana del bar, vio como Rapunzel se lucía con el talento que tenía y que la gente estaba encantada con su canto. Gothel regresó a su torre y pensó que sería mejor dejarla cumplir su sueño de ser una gran artista del canto. Cuando Rapunzel regresó, se disculpó por salir de aquella manera. Gothel dijo que está bien que hubiera decidido desarrollar su talento, pero le puso una condición para que pudiera salir todas las noches: que la mantuviera joven por el resto de su vida.

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El Demonio Fiddlestick Esa noche todo estaba muy oscuro. Unos campesinos trabajaban en el sembrío de cultivos para saciar el hambre de la gente que pertenecía a su comunidad. Una plaga de cuervos había caído sobre los cultivos de los campesinos. No les quedó otra alternativa que poner en medio de los sembríos un espantapájaros metalizado y de trapos con un caldero en sus brazos. A la madrugada del día siguiente, el campesino Johan escuchó unos gritos. Todos dormían, pero él se arriesgó a salir a ver de qué se trataba. En el cielo una tormenta oscura rodeaba todo el lugar. No sabía qué era aquello. Johan vio que los cuervos chocaban contra las ventanas y se rompían el cuello. El miedo le llevó a despertar a su compañero Lucas. Este, acobardándose, negó lo que había visto y le dijo que era mejor que volviera a dormirse. Otra vez se escucharon los gritos con mayor fuerza y fue cuando ese mismo instante una risa grave y espeluznante les atravesó el alma. Ambos se quedaron sin decir una palabra. Johan observó por la ventana y vio que ya no estaba la tormenta de cuervos, solo veía que el caldero del espantapájaros se movía alrededor de un reloj que rechinaba. Se escuchaba como si unas inmensas garras rasgaran el techo de la casa, las puertas comenzaron a azotarse solas, sentían cómo cada vez más, ese espantapájaros se acercaba a ellos. Finalmente, una gran sombra se les vino encima y los devoró sin dejar rastro alguno. Ahora el maizal no es el mismo, puede sentirse que un viento endemoniado lo ha cubierto para siempre.

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La pasión del amarillo Un juego de figuras construye miradas caídas como una luna descendiendo y como copos de nieve cayendo. El rey del amarillo con su mujer vestida de flores da su amor bañado del oro en una pasión de colores. Debajo del sol de sangre un verano inquebrantable el hombre huyendo del fuego del amarillo campo seco.

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Una carta muy especial No puedo darte soluciones para todos los problemas de la vida ni tengo respuestas para tus dudas o temores, pero puedo escucharte y buscar las soluciones junto contigo. No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro, pero cuando me necesites estaré junto a ti. No puedo evitar que tropieces, solamente puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no caigas. Tus alegrías, tus triunfos y tus éxitos no son míos, pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz. No juzgo las decisiones que tomas en la vida, me limito a apoyarte, a estimularte y a ayudarte si me lo pides. No puedo evitar los sufrimientos en ti, pero hago lo posible para hacerte sentir mejor. No puedo decirte quién eres ni quién deberías ser, solamente puedo quererte tal y como eres y ser tu amigo. Esta noche me puse a recordar las amistades más hermosas y valiosas que tengo en mi corta vida. Soy la persona más feliz, tengo más amigos de los que pensé que llegaría a tener, pero tú eres la amistad más especial. Puedo ver el brillo en tus grandes ojos, la sonrisa espontánea y la alegría que sientes al verme o al encontrarnos cuando hemos estado distantes. Aunque también extraño a los demás del pequeño y humilde grupito que éramos. Sí “éramos” ya que desde que acabamos el colegio, cada uno tomó su rumbo. Espero que el destino sea el que nos vuelva a unir como en las películas, donde todos vuelven a recordar los viejos momentos que pasamos, mientras la vida nos dio aquella oportunidad tan grandiosa. Hoy di gracias a la vida por haberme dado la oportunidad de tener una amiga como tú… Tú y, especialmente, tú, has dado valor a mi vida…

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Casualidad en la parada del tren

(Diana se encontraba en la capital de Alemania, esperaba el tren para poder llegar rápido a casa. Antes de subir al tren tropieza de casualidad con Da Vinci y se cae su cartera al piso, un guardia de seguridad se acerca a ver si todo está en orden.) Guardia: ¿Está todo bien, señorita? Diana: Sí, no se preocupe. El señor no se dio cuenta de que yo tenía prisa por subir al tren. Guardia: ¡Da Vinci! No puede ser, el mismísimo Da Vinci. Da Vinci: Diana no me trates como si no me conocieras, por si no lo recuerdas, fuimos prometidos. Guardia: Por favor, señor Da Vinci, ¿me regalaría un autógrafo? Da Vinci: Con mucho gusto, espero que sea de su agrado. Diana: Sí, pero este no es el momento de hablar de esas situaciones, además, perdí el tren por lo despistado que eres.

(El guardia se retira y Diana con Da Vinci se regresan caminado.) Da Vinci: Me gustaría volverte a pintar, como lo hacía antes de separarnos. Diana: Pues, la verdad, no lo sé, aunque… me gusta mucho como pintas. Bueno, vamos a tu casa para que pintes la belleza que me cargo. Da Vinci: (La mira con ternura.) ¿En serio? Por eso mismo digo que me gustaría admirar tu belleza otra vez y las habilidades que portas, tú eres mi diosa. Diana: ¡Ja! No seas patético, en este tiempo nadie sabe reconocer a una verdadera diosa que porta habilidades como las mías. Da Vinci: Aparte de eso, ayer te vi en televisión, eres magnífica como atleta. Tus habilidades son impresionantes. Diana: Lo sé. Cuéntame qué has hecho en este tiempo que no nos hemos visto. Da Vinci: He realizado muchos inventos y, por cierto, te escribí este poema esperando el día en que nos encontráramos para mostrártelo.

(Diana fue leyendo en el camino el poema que le dio Da Vinci, mientras llegaban a la casa del pintor. Su casa estaba cerca del bosque junto a un pequeño riachuelo lleno de peces y de aves de todo tipo. Todos los animales del lugar se acercaron a Diana para observar su belleza.) 67


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Da Vinci: Mira, hemos llegado. Diana: ¡Wau! Qué lugar más hermoso ¿Desde cuándo vives aquí? Da Vinci: Desde hace mucho, pero sé que lo encontrarás muy erótico para tu gusto. Diana: Se nota que me conoces bien, pero no me convencerás ahora que sé lo que pretendes. Da Vinci: ¿Ah, sí?, ¿y qué es lo que pretendo, mi diosa? Diana: Pues sí, así fue como me enamoraste antes. Da Vinci: No lo creo, me gustaría volver a admirar tu “belleza”. Diana: Sabes… No puedo creer que nos volviéramos a ver. Da Vinci: Ni yo, ahora quítate todo eso que tapa tu belleza y acomódate en aquel sillón de la esquina que está junto a la ventana.

(Diana se desviste y se acomoda en el sillón, mientras que Da Vinci prepara sus materiales para pintarla en un lienzo muy especial.) Da Vinci: Y… ¿A dónde ibas tan de prisa? Diana: ¡Cierto! Lo he olvidado, iba a encontrarme con mi amado en mi casa. No te lo he contado, no encontré el momento oportuno para decírtelo. Da Vinci: (Sintió dentro que su mundo se desmoronaba.) Diana: ¿Te encuentras bien? Fue casualidad encontrarnos, no era como para decírtelo en ese momento. Da Vinci: ¿En serio me lo preguntas? Diana, he vivido enamorado de ti todo este tiempo y tú has logrado reemplazarme en meses. Diana: (Recogió su ropa y se vistió, inmediatamente.) Da Vinci: He pasado por mucho este tiempo, solo pintándote y recordándote cada momento, escribiéndote poemas desde el día en que te marchaste sin planear la boda. Lo felices que hubiésemos sido. Diana: No podía casarme contigo, yo ya estaba en una relación, pero fui muy estúpida en poder aceptar tu propuesta. Mira, Da Vinci, no puedo ser tu diosa, espero que alguien más lo pueda ser.

(Diana, con lágrimas en los ojos, cogió su cartera y caminó hacia la puerta, pero Da Vinci la agarró del brazo y la besó con mucha pasión. Diana lo apartó y abrió la puerta.) Diana: Adiós, Da Vinci.

(Da Vinci no la pudo contener y se resignó a dejarla ir. Y así continuaron su vida como dos amantes cegados por su propio destino, sin saber cómo estar juntos, esperando a 68


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que el destino los volviera a juntar para que en algún momento pudieran ser felices la diosa de extremada belleza y el pintor cegado por el amor.) Refrescante Pasa frente a todos y casi nadie la nota. Roza su nariz, roza su pelo, pasa hasta por sus cuerpos, refrescándoles y haciéndoles sentir mejor. Además, por las noches es donde más fuerte recorre todos los lugares del mundo, dispersándose por todos los sitios, viajando mucho más lejos. No ha conseguido muchos amigos, pero se lleva con todas las aves, haciéndolas volar más alto en el cielo y dándoles un mejor rumbo a su hogar, junto a las bolitas de algodón. Haikus

Lluvia de oriente cae en la ventana cristal lúcido Árboles frondosos llenos de ardillas descascan nueces Verano abrasador un lobo feroz asecha su presa Bajo la lluvia de verano el camino se nubló Flores de primera las abejas zumban con tu miel

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El País del Ante Este es el país del Ante, donde todo se da con anterioridad. Las personas siempre cuentan las cosas antes de que sucedan, no piensan en un antefuturo que les permita reorganizar sus recursos. Antes pensaban que las cosas se daban por algo y que ya no habría remedio. Entregan todo antes del horario establecido, creen que así es mucho mejor y que no tendrán complicaciones. Así es como piensan las personas de este país, antedicen las cosas para luego no decirlas con malas interpretaciones. Prefieren vivir en el antes que en el ahora, solamente porque pueden prevenir las cosas y arrepentirse antes de realizarlas. Dudan de que las cosas puedan llegar al ahora, pero uno nunca sabe lo que puede pasar. Las personas de este país lo tienen todo a cualquier momento, no como las personas del hoy que tienen que esperar días, meses o hasta años para poder tener lo que desean. Por esa razón, es que vivimos en guerra con ellos. La barrera del tiempo les impide pasar, haciéndoles que se pierdan en el tiempo si traspasan dicha barrera. Estos hechos conocían las personas del país del Ante de antes, pero algunas de hoy no saben de qué trata todo eso, porque su gobierno no les informa. Por eso, las actuales personas del país del Ante, han caído en la pérdida del tiempo y vagan como pequeñas manecillas del reloj que nunca se detienen. Aunque no todo es antefelicidad para las personas del país del Ante, a veces viven solo antepensando en los sucesos antepasados y no pueden huir de ellos. Esperan que algún antemomento se termine su batalla con el hoy y puedan recrear un país donde se unan para formar un tiempo definido y contemplar una vida distinta.

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Muerte para ti Una tarde una pareja gay se mudó al lado de los Wasel. Ello pensaron que sería un excelente lugar para vivir y para apartarse de los estereotipos que los rodeaban. Llegaban camiones de mudanza a dejar sus pertenencias con muchas más personas para que les ayudaran a bajar rápido sus cosas. La tarde cayó y aún no acababan de desempacar, decidieron tomarse un ligero descanso para luego seguir acomodando sus objetos. Mara, la vecina del frente, se acercó a darles la bienvenida a su nueva casa con un pastel recién horneado. Los tres se sentaron en la mesa a tomar un delicioso té con el pastel de fresa con cerezas que había preparado Mara. Carl le acompañó a la puerta cuando Mara se fue. Carl sintió que alguien lo observaba desde la casa que estaba al lado del lago, regresó a ver con mucha intriga y vio cómo se cerró la cortina de aquella casa. No le dio importancia a lo sucedido e ingresó a la casa. Al siguiente día, Bruno salió a acomodar las plantas del jardín de su casa. La señora Wasel vio que había nuevos vecinos, pero decidió no decir nada y entró de nuevo a casa. Carl se había resfriado ese mismo día, el hospital de la ciudad se encontraba a kilómetros de donde ellos vivían. Mara se enteró y les aconsejó visitar al doctor Logan Wasel, el vecino. Bruno tocó el timbre, pero nadie lo atendió. Después de varios intentos salió el hijo de la señora y del señor Wasel. El joven no se mostró muy amable y solo le pidió que se apartara de su casa, cerró la puerta y no les volvió a abrir. La fiebre de Carl aumentaba cada vez más. Bruno decidió hacerle un té caliente y llamó al hospital. Le atendió una enfermera, pero le dijo que el doctor se encontraba en casa y que ya no había más turnos para aquel día. Bruno pidió el número de la casa del doctor Logan y, por suerte, lo consiguió. Llamó a la casa del doctor Wasel, le dijo que eran vecinos y que a su esposo cada vez le empeoraba más su resfriado. Fueron nuevamente a su casa donde les atendió la señora Wasel e ingresaron al consultorio del doctor. Bruno sentía que la casa tenía un ambiente pesado, pero no le dio importancia, solo quería que su esposo se sanara. La esposa se acercó con mucha timidez y le dijo a Bruno que le esperara en la sala hasta que le revisara el doctor. El joven Jack observaba a Bruno desde las escaleras de la casa. Él se incomodó y salió al patio, pero estaba preocupado por Carl, ya que llevaba casi media hora en el consultorio y aún no sabía nada de él. Pasó una hora y el doctor salió 71


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con los resultados. Le dijo que era una neumonía y que debía irse al hospital de urgencia. Le mandó unos medicamentos para mantenerlo estable hasta que fuera al hospital. Esa misma tarde llovió demasiado y había tormentas eléctricas. Carl estaba en reposo, pero ya se sentía mucho mejor. En esa tempestad, Jack se acercó a su casa, Bruno bajó a ver de quién se trababa a esas horas. Asombrado, le hizo pasar para que no pasara frío y para que no se mojara. Jack no decía nada solo lo observaba y esperaba el momento oportuno para apuñalarle. Bruno le dijo que se quedara en la sala, iba a ver si Carl se encontraba bien. Cuando subió, las luces se fueron porque un rayo cayó en los cables de su casa. Carl le pidió a Bruno que se calmara y que esperara hasta la mañana siguiente para llamar a algún técnico del servicio de la luz. Bajó a la sala para ver cómo estaba Jack, pero ya no estaba. Solo escuchó los gritos sofocantes de Carl pidiendo ayuda. Subió rápidamente al cuarto donde vio que la sangre goteaba desde las escaleras. Su cara se puso pálida y siguió subiendo, entró al cuarto y encontró a Carl mutilado en la cama donde reposaba. Los dedos de Carl se encontraban en su boca y la lengua en su trasero. Bruno cayó y no sabía qué hacer, su mente se nubló y no podía ni hablar, cerró la puerta y bajó. Estaba totalmente en shock, solo esperaba que todo fuera algún mal sueño. Jack bajaba por las escaleras con un machete con sangre chorreando, se sentó a lado de Bruno. Alzó el machete y lo decapitó, espero unos momentos para mutilar sus extremidades. Metió los cuerpos en una bolsa que arrojó al lago y no se supo nada más de la tierna pareja que fue mutilada por un joven sin razón del pueblo de Derry.

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Coralyn, la devoradora nocturna Coralyn es la mezcla de una mujer con una lechuza. Sus ojos y oídos son de lechuza. Tiene la piel pálida y bella. Sus extremidades están compuestas de un plumaje blanco cristalino. Sus pies son de humano con garras de lechuza. Posee buena vista y habilidades de caza. Habita en los bosques más profundos. Ella puede sentir la maldad y los malos actos de las personas, entonces, devora sus cuerpos y almas con el fin de purificarlas. Nació cuando las personas realizan actos no apropiados que dañan a los demás. Salió de las faldas de las montañas arboladas para no ser vista constantemente por los humanos. Deja los bosques en las noches para ir a pequeños pueblos y se postra en las ventanas para penetrar su mirada en el alma de las personas. Se las lleva con sus garras lo más alto para hacerlas caer y luego poder devorarlas. Cuando es vista, se asegura de no dejar rastro alguno, para poder escabullirse por los árboles y cazar a su presa. Muchos han ido en su búsqueda, pero no saben cómo es su apariencia.

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