Nueve musas

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NueveMusas A Arrttee ssiinn ffrroonntteerraass

Literatura Gótica La novela negra Caravaggio, el primer tenebrista

La dama del Imperio Británico

Aga t h a Christie

Revista Cultural Año 2013 Numero 010


Direcci贸n General Valeria Wozniak

Correcci贸n: Victoria M谩rques

Grupo Editorial:

Nueve Musas

Nueve Musas

nuevemusasrevistacultural@hotmail.com

ISBN 978-987-33-2476-5


Sumario/////////////////// Nota Editorial Narrativa: Serie cuentos de Jorge Luis Borges- La casa de Asterión El Romanticismo Dark Literatura Gótica El castillo de Otranto El monstruo de Mary Shelley Edgar Allan Poe La mejor poesía gótica. Fotografía de Sarachmet El horror cósmico de H.P Lovecraft La novela policial Nota de tapa: Agatha Christie Hércules Poirot: Detective Privado Novela Negra El Hard Boiled Millenium: Trilogía de culto Libros de cabecera: “La piedra lunar, Willie Collins Natalie Shau: “Pioneers of now” Caravaggio, el primer tenebrista Artemisa Gentileschi. La sombría genialidad de Eugenio Recuenco Linda Bergkvist es Enayla Galeria Nueve Musas: Malgorzata Maj Portada: “Artemisia” de Linda Berkvist


Nota Editorial ///////////////////

Nueve musas es una dama que me deleita con sus silencios ancestrales.

Nueve Musas

De a ratos me abandona en abismales paisajes, entonces lloro su ausencia y rezo por su retorno como si fuera una novia blanca que sin querer me ha olvidado… Aquellos que me conocen saben que soy una niña de corazón gigante que sueña poesía; aquellos que no me conocen sabrán, sin duda alguna, que vivo deliciosamente cautiva en el corazón de mis musas y en la filosa intensidad de sus miradas que son de otro mundo. Gracias, infinitas gracias por tanto “caos” my fairy Lady, y que sea tu viaje, un buen viaje, como siempre…


Serie: Cuentos de Borges

La casa de Asterión Jorge Luis Borges Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios pero si la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida). Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó en el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera. El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos. Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos). Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocaremos en otro patio o bien decía yo que te gustaría la


Canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás como el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos. No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el sol la enorme casa, pero ya no me acuerdo. Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanza todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo? El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre. — ¿Lo creerás, Ariadna? —Dijo Teseo—. El minotauro apenas se defendió. A Marta Mosquera Eastman


Letra y pensamiento

Romanticismo

Dark



La expresión romanticismo oscuro proviene por un lado de su condición pesimista y por otro de la influencia del primigenio movimiento romántico. Su nacimiento se produjo a mediados del siglo XIX, a partir del trascendentalismo. Éste se originó en Nueva Inglaterra a cargo de intelectuales de renombre como Ralph Waldo Emerson, Henry David Thoreau y Margaret Fuller, y cosechó gran prestigio más o menos desde 1836 hasta finales de los 1840. El movimiento tuvo gran influencia en distintas áreas, como la literatura, a medida que los escritores iban imbuyéndose de su doctrina. Mientras tanto, ciertos autores, entre ellos Poe, Hawthorne y Melville, encontraron las ideas trascendentalistas demasiado optimistas o egoístas, y reaccionaron contra ellas a través de sus obras poéticas y prosísticas; ésta sería la tendencia que daría origen al "Dark Romanticism". El trascendentalismo influyó a los autores del romanticismo oscuro de manera diferente, de ahí que la crítica haya señalado las distintas maneras que tuvieron estos autores de romper con esa corriente. En primer lugar, los románticos oscuros confían muy poco en la perfección como una cualidad innata del ser humano, idea

clave de los trascendentalistas. Como Consecuencia, sus personajes son propensos al pecado y a la autodestrucción, ya que no poseen inherentemente ni la gracia divina ni la sabiduría. G. R. Thompson expresa este desacuerdo, afirmando que mientras que el pensamiento trascendentalista concibe un mundo en que la divinidad es inmanente «los románticos oscuros adoptan imágenes del mal antropomorfizado en forma de demonios, vampiros, fantasmas o monstruos. En segundo lugar, aunque ambos grupos sostienen que la naturaleza es una fuerza profundamente espiritual, el romanticismo oscuro la contempla bajo una luz siniestra, al contrario que el trascendentalismo, que ve en la naturaleza una especie de mediador orgánico y universal con la divinidad. Para estos románticos, al contrario, el mundo natural es sombrío, decadente y misterioso, y sus revelaciones para el hombre son de carácter maligno o infernal. Finalmente, mientras que los trascendentalistas abogan por la reforma social en su caso, sus contrarios con frecuencia proponen personajes que fracasan una y otra vez en sus intentos de mejorar sus vidas.



El término gótico enmarca un estilo de literatura popular surgido en la Inglaterra de finales del siglo XVIII. El renacimiento del gótico fue la expresión emocional, estética y filosófica de la reacción contra el pensamiento dominante de la Ilustración, según el cual la humanidad podía alcanzar, mediante la razón, el conocimiento verdadero y la síntesis armoniosa, obteniendo así felicidad y virtud perfectas. Los filósofos

pesar de las ideas dominantes de orden y sobriedad, la afición por el exceso gótico pronto captaría el interés de los intelectuales británicos. Desde esta afición creció una escuela de literatura gótica, frecuentemente derivada de modelos alemanes. La sucesión de narrativas góticas que proliferaron entre 1765 y 1820, con un nuevo brote a través de la era victoriana (especialmente en la década de 1890) estableció una

de la Ilustración trataron de eliminar los prejuicios, errores, supersticiones y miedos que, según ellos, habían sido fomentados por un clero egoísta en apoyo a los tiranos. Sin embargo, sus teorías sobre el conocimiento, la naturaleza humana y la sociedad eran terribles para aquellos que creían que el miedo podía ser sublime. El énfasis de la Ilustración en la necesidad de racionalidad, orden y cordura no podía menos que reconocer la rareza de estos fenómenos en la civilización. No todos los pensadores defendían el racionalismo tan vehementemente. La generalización de que el siglo XVIII fue la Edad de la Razón en la cual la felicidad humana dependía del dominio de la pasión y de las normas seguras descansa en la otra “media verdad”, según la cual la humanidad necesita pasión y temor. A

iconografía que todavía nos es familiar a través del cine: húmedas criptas, paisajes escarpados y castillos prohibidos habitados por heroínas perseguidas, villanos satánicos, hombres locos, mujeres fatales, vampiros, doppelgängers y hombres lobo. El terror gótico tal y como lo conocemos hoy en día es en gran medida una invención de este periodo. Los quisquillosos árbitros de la Era de la Razón no encontraron ninguna utilidad a los fantasmas y a las atrocidades sádicas que Shakespeare y sus contemporáneos habían explotado, pero para finales de 1700, estos fantasmas, reprimidos pero no “muertos”, retornaron con fuerza en forma de novelas y poesía gótica. Dos siglos más tarde, los films de horror se mantendrían fieles a esta tradición, reinventando antiguas imágenes de locura, muerte y decadencia. El periodo


literario gótico temprano dio comienzo con la publicación en 1764 de El castillo de Otranto. Una historia gótica, de Horace Walpole, denunciada por los críticos y devorada por los lectores, la narrativa gótica emergió como una fuerza dominante desde su inicio con Walpole hasta su cenit en 1820 con Melmoth, el errabundo de Charles Robert Maturin. Estas seis décadas son consideradas por los historiadores literarios como los años góticos en los que una multitud de autores satisfizo las insaciables ansias de terror del público. La novela gótica es sensacionalista, melodramática, exagera los personajes y las situaciones, se mueve en un marco sobrenatural que facilita el terror, el misterio y el horror. Abundan los vastos bosques oscuros de vegetación excesiva, las ruinas, los ambientes considerados exóticos para el inglés como España o Italia, los monasterios, los personajes y paisajes melancólicos, los lugares solitarios y espantosos que subrayan así los aspectos más grotescos y macabros, reflejo de un subconsciente convulso y desasosegado. Los precursores del espíritu gótico los encontramos en los poetas de la “escuela del cementerio” (Graveyard School), quienes expresaron su desagrado hacia la razón, el orden y el sentido común en una mórbida efusión de oscuros versos. Las obras de Thomas Parnell, Edward Young, Robert Blair y Thomas Gray no sólo anticiparon los estados de ánimo y pasiones góticos, sino que reflexionan do

grandilocuentemente sobre la muerte en medio de las más lóbregas de las localizaciones, redescubrieron la relación escatológica entre terror y éxtasis. Esta fascinación se extendería al embellecimiento de la muerte propio de la época victoriana, además de a una atracción hacia la muerte como recargada complacencia en el dolor. Desde sus comienzos, el gótico se impuso como una literatura de estructuras que se derrumban, de recintos horribles, de sentimientos prohibidos y caos sobrenatural. Deleitándose en lo maligno sobrenatural, el gótico trataba de subvertir las normas del racionalismo y del autocontrol apelando a la eterna necesidad humana de elementos inhumanos, una necesidad no satisfecha por el sensato y decoroso arte de la Edad de la Razón. Walpole abrió la puerta a un universo alternativo de terror, de confusión psíquica y social cuya mera existencia había sido negada por el sistema de valores neoclásico. Esplendor en ruinas, hermoso caos, atractiva decadencia, espectáculo espantoso y extravagancia sobrenatural se convirtieron en los rasgos definitorios de una nueva estética gótica que tenía en el alivio de la inanición emocional su meta artística. El recinto fatal, metáfora central de toda la ficción gótica, sirvió al objetivo implícito del gótico como una respuesta a la inseguridad política y religiosa de una época agitada. El empleo de Walpole de la palabra “gótico” en el subtítulo de su novela fue una descripción que pretendía impresionar y excitar a su audiencia. En 1764, las connotaciones del término eran todas negativas, dado que “gótico” había sido utilizado para denigrar objetos, personas y actitudes consideradas bárbaras, grotescas, ordinarias, primitivas, sin forma, de mal gusto, salvajes e ignorantes. En un contexto artístico, “gótico” significaba todo lo que era ofensivo a la belleza clásica, algo fea por su desproporción y grotesca por su carencia de gracia unitaria. Describiendo su obra como “una historia gótica”, Walpole no sólo elevó el estatus del adjetivo, sino que proporcionó una


etiqueta para el torrente de narrativa de terror que le seguiría. De ahí en adelante, las obras góticas confiarían normalmente en decorados situados en un espacio y tiempo remotos para inducir una atmósfera de delicioso terror. La acción gótica solía producirse en localizaciones cerradas donde los lectores se podían sentir tan perdidos y desorientados como los propios personajes. El principal mecanismo de la trama gótica era un decorado sistema de artefactos arquitectónicos, efectos acústicos y accesorios sobrenaturales instalados por todo el castillo gótico, donde retratos itinerantes, armaduras peregrinas y otros objetos inorgánicos o inanimados se comportaban de modo humano. Cada recurso estaba estratégicamente situado para intensificar la atmósfera de miedo, extrañeza, impotencia y peligro sobrenatural. Fue vital para el éxito del gótico alguna forma de entrampamiento por una arquitectura orgánica o animada, cámaras que se contraían, paredes tumefactas o amenazas por parte de otros objetos. El espacio gótico fue modificado más tarde para adaptarse a las especiales preocupaciones de los lectores victorianos, convirtiendo el secuestro en mental y social, además de la detención física, con personajes atrapados por mentes, ciudades, familias y estructuras sociales obsesionadas. Desde Walpole hasta el gótico moderno, el espacio expone una inteligencia y movilidad malignas y es mentalmente más poderoso que sus ocupantes humanos. En la novela gótica el escenario arquitectónico era esencial en el desarrollo de la trama. La importancia fundamental de la atmósfera es un elemento que se trasladará al cine de tendencia gótica y expresionista, donde los decorados construyen sombras para sugerir espacios y estados de ánimo. Los empresarios teatrales se apropiaron rápidamente de la moda del gótico literario. Mathew Lewis, autor de El monje, horripilante novela sobre hipocresía religiosa, también fue el creador de melodramas teatrales como el éxito de 1797 The Castle Spectre. Sin

embargo, la principal inspiración teatral vendría de la mano del Frankenstein de Mary Shelley y El vampiro de John Polidori. El vampiro de James Robinson Planche se estrenó en 1820 y Presumption or The Fate of Frankenstein de Richard Brinsley Peake en 1823. T.P. Cooke alcanzó la fama por interpretar al vampiro y al monstruo en la misma noche, presagiando el vínculo entre Frankenstein y Drácula durante el siglo xx. La popularidad del terror escénico británico culminó en 1888 con la llegada a Londres de una adaptación americana de El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de R.L. Stevenson. A pesar de esta rica herencia de literatura y melodrama teatral góticos, los cineastas británicos fueron notablemente lentos a la hora de perfeccionar un cine gótico equivalente hasta la emergencia de la Hammer a mediados de 1950. La caracterización gótica, especialmente la polarización del bien y el mal en una doncella y un villano, tiene su origen en la novela de Samuel Richardson Clarissa; The History of a Young Lady (1748-49). Los personajes góticos heredaron su naturaleza emocional de Clarissa Harlowe, la virgen atormentada, y de Robert Lovelace, el malvado violador.


Lovelace se convirtió en el prototipo del satánico superhombre de la novela gótica, una criatura misteriosa que persigue sin piedad a la doncella mientras huye de sus propios impulsos oscuros. Esta figura nunca es completamente malvada, sino que es un “atormentado atormentador” hacia el cual la heroína se siente misteriosamente atraída. El gótico fue madurando y en las décadas de 1778 y 1780 siguió dos líneas de desarrollo, una que continuaba el espíritu subversivo de Walpole y otra línea más conservadora, doméstica y didáctica. Estas tendencias se pueden apreciar en las novelas de dos de las figuras más importantes de la escuela gótica: el audaz Mathew Lewis y la más conservadora Ann Radcliffe. Las imitaciones de estos dos autores abarrotaron pronto las librerías. En contraste con la escasa validez de las populares novelas por entregas, la narrativa gótica psicológica de calidad intelectual seria mantuvo la buena salud del gótico durante la década de 1820. Frankenstein de Mary Shelley, Melmoth el errabundo de Maturin y Memorias privadas y confesiones de un pecador justificado de James Hogg demostraron el trágico potencial del gótico y dieron una pista sobre la clase de sofisticación psicológica y metafísica que marcaría las obras de Hawthorne y Le Fanu. La riqueza simbólica y filosófica de estas novelas góticas indica el papel principal que desempeñaría el goticismo durante el siglo XIX, activando los oscuros sueños de muchos grandes escritores que se volvieron hacia el gótico para realzar el carácter trágico de su arte. Durante el periodo comprendido entre 1820 y 1896 encontramos distintos tipos de gótico: 1. La alta (o pura) novela gótica, como El monje de Lewis, trataba de aterrorizar, horrorizar, impresionar, asustar y emocionar al lector más allá de su memoria racional. Lo sobrenatural es siempre maligno e incontrolable. Los exteriores estaban caracterizados por sublimes pero terribles paisajes, frecuentemente nocturnos o subterráneos. Sus interiores

se distinguían por un tono de alta agitación, ansiedades no resueltas, miedos, euforia poco natural y desesperación. 2. Las novelas por entregas: numerosísimos fascículos de horror, muy baratos, con una extensión de entre 36 y 72 páginas y que variaban enormemente en calidad artística. 3. El gótico polémico: varios escritores con conciencia social transformaron la novela gótica popular en un instrumento de protesta social, empleando los decorados y situaciones góticas para llamar la atención sobre horrores sociales o políticos tales como las leyes injustas o la lamentable situación de la mujer. El gótico polémico intentaba edificar además de horrorizar a los lectores combinando el terror gótico con una ideología radical para despertar la conciencia social y cambiar las opiniones de los lectores sobre ciertos asuntos. La confinación en de un castillo encantado se convierte en detención dentro de una sociedad que niega la libertad y la identidad individuales. Este es el caso de la novelas de Dickens y de las hermanas Brontë. 4. El drama gótico: muchas obras de teatro eran adaptaciones condensadas de novelas, especialmente de los trabajos de A. Radcliffe. Un decorado sensacionalista, tormentas falsificadas, dramaturgia espectacular, efectos melodramáticos reproducidos mecánicamente y diálogos operísticos concedieron a las piezas teatrales góticas un periodo de popularidad y de atractivo audiovisual al mismo nivel que las novelas góticas. Un ejemplo lo encontramos en la mencionada Presumption or The Fate of Frankenstein (Richard Brinsley Peake, 1823). 5. La parodia o sátira gótica: el absurdo exceso del gótico estimuló dos clases de parodia o sátira. La parodia crítica o correctiva aceptaba el gótico, pero deseaba elevar su nivel artístico. La sátira destructiva, por el contrario, intentaba erradicar el gótico y reemplazarlo con una narrativa realista y plausible. La abadía de Northanger


(1818), de Jane Austen, es un buen ejemplo de parodia correctiva. 6. La novela gótica francesa (roman noir) reflejó los horrores políticos y religiosos precipitados por la Revolución francesa, como es el caso de la novela del marqués de Sade Justine (1791). 7. La novela gótica alemana (Schauerroman) o “novela de escalofrío” influenció la narrativa de terror inglesa con lo inmoderado de sus elementos sobrenaturales y sus descarados horrores. Fantasmas sangrientos, cuerpos ambulatorios y relaciones sexuales con demonios eran sucesos frecuentes en la Schauerroman. Dentro de esta línea encontramos Los elixires del Diablo de E.T.A. Hoffmann (1815). Cada uno de estos tipos de gótico temprano florecería de nuevo en la segunda mitad del siglo XIX, cuando el goticismo fue subsumido por la historia de fantasmas, la novela histórica, la novela de detectives y las novelas por entregas. En lugar de escapar del gótico temprano, los cuentos de terror de la época victoriana demostrarían la elasticidad del gótico adaptando muchos de sus temas y rasgos formales. En los relatos de terror de 1825 a 1896 los espectros y monstruos se fueron trasladando gradualmente a la psique. El gótico posterior a 1820 retuvo los recursos, los lugares y los miedos a lo desconocido y a lo no conocible, adaptándose a las preocupaciones de su

época liberando, más que los demonios exteriores, los demonios interiores. Aunque la narración gótica se continuaría escribiendo y leyendo en forma de largas novelas en varios volúmenes, la mayoría de los escritores de la época descubrirían el valor de la brevedad inherente al cuento de terror. Novelistas como Dickens en Inglaterra y Hawthorne en Estados Unidos escogieron a menudo la narración breve como vehículo para sus cuentos de terror. Edgar Allan Poe, que añadió al lenguaje e imaginería gótica sus propias obsesiones, limitó casi toda su producción gótica a la narrativa breve al tiempo que insistía en la necesidad artística de la brevedad en sus escritos críticos. Como señala Julia Briggs, “un terror que es efectivo durante treinta páginas rara vez puede ser sostenido en trescientas.”. La disponibilidad de publicaciones periódicas especializadas en el cuento de terror y las editoriales de literatura pulp saciaron la demanda de una audiencia en expansión. El gótico en forma serializada se ajustaba a los gustos de varias clases sociales, incluyendo un proletariado cada vez más numeroso. Las localizaciones góticas tradicionales (la Europa del Este durante una imaginaria Edad Media) dejaron paso a los ambientes más familiares de las granjas, las casas de campo, oscuras calles urbanas, salones, sótanos y áticos. Dado que la audiencia era predominantemente de clase media, los fantasmas operaban frecuentemente en hogares de clase media. El gótico de este periodo tomó una dirección introspectiva en cuentos de enterramientos prematuros o del miedo a ellos, historias relacionadas con el temor a la locura, obras obsesionadas con transformaciones bestiales o la pérdida de la racionalidad y narraciones fantasmales que introducían temas sobre dudas teológicas y confusión erótica. Con la subjetivización del terror gótico se hizo más difícil identificar y afrontar la maldad, dado que ésta reside profundamente en nuestro propio interior. El tema del doble o doppelgängers se convirtió en la fórmula más popular del periodo y el encuentro


con la bestia interior se puede apreciar brillantemente en relatos como Memorias privadas y confesiones de un pecador justificado de James Hogg, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Stevenson y El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde. La confluencia de la bondad y la maldad en el mismo personaje sugiere un cambio en la naturaleza del villano gótico. A excepción del vampiro, el malvado del relato gótico de la época victoriana conserva la naturaleza de ángel caído heredada de la figura del atormentador atormentado de la novela gótica del siglo XVIII. Esta humanización convierte el malvado gótico en un personaje más vulnerable, “más como nosotros”, como el Roger Chillingworth de La letra escarlata de Hawthorne o el Heathcliff de Cumbres Borrascosas de Emily Brontë. Las tensiones en las novelas góticas son claras reacciones a un orden conocido, expresan sentimientos constreñidos y oprimidos por las leyes y prácticas sociales y abordan imperativos psicológicos, emocionales y físicos. La liberación de estos miedos dio lugar a una rica tradición de escritoras dentro del género gótico. Mark Jankovich, citando a Ann Radcliffe, Mary Shelley, las hermanas Brontë, Charlotte Perkins Gilman, Joyce Carol Oates, Angela Carter y Lisa Tuttle, afirma que más que alentar la pasividad, la obediencia y la ignorancia femenina, muchas novelas góticas justificaban la actividad, la desobediencia y la persecución del conocimiento en sus personajes femeninos. Las escritoras góticas se centraron en la figura de la doncella perseguida y confinada, especialmente en el encarcelamiento marital y en la persecución por un autoritario familiar masculino. Las

escritoras se sintieron atraídas por el gótico no sólo porque deseaban satisfacer una fascinación sentimental hacia la muerte y la decadencia, sino también porque el gótico ofrecía una vía de dramatización de los peligros de la condición de la mujer en un mundo de hombres. Un miedo fundamental que asedió a las mujeres, el miedo a la incompetencia social y sexual, se muestra interiorizado en el gótico en general. Esta ambivalencia interiorizada hacia la mujer llevó a sentimientos de autorepugnancia y miedo hacia una misma más que a miedos hacia algo exterior. Para escritoras como Margaret Oliphant, Vernon Lee, Charlotte Perkins Gilman y Luisa May Alcott, el gótico se convirtió en un texto político autorizado. Las obras góticas americanas erigirían sus propias versiones del castillo encantado en sus imágenes de una civilización insegura. Los principales temas serían el terror a uno mismo, al desorden psíquico y social, a la desintegración de las familias, a las contradicciones y conflictos ontológicos y un vivo sentimiento de soledad y carencia de hogar. Todas la variedades de gótico americano, tanto masculinas como femeninas, comparten un rasgo en común: la inclinación a explorar y exponer el lado oscuro de la experiencia americana y sus terribles ironías morales, especialmente la desolación acarreada por el progreso, la división racial y el temor a fracasar en una cultura que tanto enfatiza el éxito. Uno de los maestros del género, H.P. Lovecraft introdujo el mito gótico en el siglo veinte, aunque la vitalidad del horror gótico en este siglo se debe en gran medida a su popularidad cinematográfica.


Horace Walpole Escribió el Catillo de Otranto; novela que es considerada la primera novela gótica. En ella se evidencia la presencia de elementos góticos tales como castillos, una princesa, monjes y sucesos sobrenaturales. Walpole era un aristócrata inglés, el 4º duque de Oxford, quien estudio en los colegios más elitistas de Inglaterra, así como en la Universidad de Cambridge. Emprendió viajes por Europa, como lo hacían muchos jóvenes de esta época, que hacían el “Grand Tour”. Era un hombre bastante culto y sumamente inteligente, quien vivió en Florencia y París por largos periodos, sentía un gran interés por las ideas románticas, pero sobre todo góticas, y fue por ellos que escribió su reconocida novela, en el prefacio de su obra cuenta que el ambiente gótico de su mansión fue lo que le impulsó a escribir la obra

El castillo de Otranto

Puesto que le dio vida a su imaginación hasta el punto de no poder parar de escribir lo que es considerado como una característica bastante romántica. El ambiente es algo de suma importancia en la literatura gótica con ello justifica el haber sido impulsado por fuerzas provocadas por su propia casa para la realización de su obra. Era consciente de que estaba realizando una novela de un género que no se consideraba literatura en dicha época y que por estas razones podría llegar a no ser leída. Dice que no lo ha escrito él, sino que es el traductor de un manuscrito que encontró en Italia que se supone que fue escrito entre los siglos XII y XIII, que es la época de las cruzadas y que se publicó en el siglo XV. Otranto es un lugar real en Italia, razón por la cual dice haberlo traducido del italiano."El Castillo de Otranto" cuenta la

Fuente: http://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero23/gotica.html


Historia de Manfred un príncipe malvado quien había decidido casarse con Hipólita una buena mujer, en su matrimonio trajeron al mundo a Conrad y Matilde, Conrad a diferencia de su padre es un niño bastante débil. Conrad quería que todo el poder que él había logrado robar pasara a su hijo, y para ello organizo la boda con Isabella quien pertenecía a la alta sociedad, por desgracia de Manfred durante el matrimonio un casco gigantesco cayó sobre Conrad provocándole la muerte. Manfred preocupado por la falta de herederos decide él mismo casarse con Isabella, pero ella asustada y preocupada al ver el hombre con el que se casaría decidió huir con la ayuda de Theodore, un campesino quién era acusado por la muerte de Conrad. Cuando estos dos jóvenes huyen Se desencadena una historia de amor y el final de la obra resulta ser feliz. La naturaleza y atmósfera de la obra, se ven marcadas por la casa, la cual es un castillo con características medievales, con muchos pasadizos secretos. En la novela se ven bastantes encarcelamientos, escapatorias las cuales son posibles de realizar gracias a los pasadizos secretos que se ven en el castillo. Theodore es el hijo de Alfonso el bueno, por lo tanto era el único y legitimo heredero del trono, quien con el tiempo logra gobernar. Isabella es una heroína indefensa hasta que se encuentra con Theodore quien también sufre persecuciones. Al final, el orden natural se restituye por hechos sobrenaturales, o justicia divina. El Castillo De Otranto, contiene en sí cantidad de características góticas entre las cuales se destacan la época, el marco escénico, los elementos sobre naturales, la importancia de la superstición y finalmente destino. Como principal característica encontramos la época, la cual en este libro es en la Edad Media, sobre todo la época de las cruzadas, en el marco escénico vemos como por primera vez una obra es llevada a cabo en un castillo el cual es oscuro como principal factor para lograr generar al lector cierto terror. Gracias a dicha obra que fascino a los lectores, cantidad de escritores abrieron sus puertas a este género gótico y millones de obras se sumergieron en los castillos y se encantaron con las princesas, sin embargo hubo unas, mucho más conocidas que otras, que fueron las más destacadas del género.



El monstruo de

Mary Shelley Young Mary Shelley – Esao Andrews


Mary Godwin Wollstonecraft Shelley viene al mundo un día 30 de agosto de 1797, octavo año de la Revolución Francesa y, como sería el resto de su vida, la tragedia pronto tomaría el relevo de la alegría. Sus padres, William Godwin (autor tanto de novelas góticas como St Leon o Caleb Williams, como reputado filósofo y periodista político partidario de la Ilustración y precursor del movimiento romántico inglés, que proponía en sus escritos el ateísmo, el anarquismo y la libertad personal) y Mary Wollstonecraft Godwin (feminista convencida que buscaba la igualdad entre hombres y mujeres en la educación, el trabajo y la política, autora de Vindication of the Rights of Woman,1792, todo un tratado en defensa de los derechos de las mujeres, y Thoughts on the Education of Daughters,1787), habían esperado fervientemente un hijo varón al que poder llamar William, pero Mary tomó su lugar. Habían contraído matrimonio el 29 de marzo anterior en la iglesia de St. Pancras, trasladándose inmediatamente a vivir al 29 de The Polygon, Somerstown. Pese a ser ambos conocidos escritores y pensadores radicales, opuestos a la institución del matrimonio, no era la primera vez que pasaban por vicaria, al menos ella, pues en el momento de contraer matrimonio en segundas nupcias, tiene ya una hija de tres años, Fanny -nacida en mayo de 1794-, cuyo padre fue Gilbert Imlay. Como decíamos, no fue el nacimiento de Mary una premonición de dichas, pues Mary W. Godwin muere diez días más tarde, el 10 de septiembre, a causa de unas fuertes fiebres puerperales. Sería cruel además de ilógico acusarla de la muerte de su madre, pero cierto estigma de culpabilidad, fomentado por su padre, la acompañará durante el resto de su vida, marcando profundamente su obra literaria además de su relación con los demás. Los primeros años de vida de Mary transcurren junto a su hermanastra y su padre, conocido y admirado pensador en la vida pública pero desastroso administrador de sus bienes en el ámbito familiar. Quizás una de las razones por las que un 21 de diciembre de 1801, se enlaza en segundas nupcias con su vecina, Mary Jane Vial Clairmont, una respetable aunque anodina viuda con dos hijos a su cargo; Charles y Jane (más tarde llamada Claire). Mary Shelley nunca llega a congeniar con su madrastra, entre otros motivos por la abismal diferencia intelectual existente entre ésta y su madre natural. Cabe destacar la tendencia de sus futuros personajes (especialmente en su obra cumbre: Frankenstein; or the Modern Prometheus) a ser huérfanos de madre, además de estar marcados emocionalmente por tal desgracia, reflejando así sus sentimientos más profundos. La vida familiar, tras el nuevo matrimonio de su padre, funciona en apariencia siendo fruto de ello el nacimiento el 28 de marzo de 1803 de William Godwin Jr. Dos años después, celebrando el cumpleaños del pequeño, inauguran la librería de corte juvenil que regentarían a partir de entonces, llamada M.J. Godwin & Co. El 7 de junio de 1812, Mary se traslada a Dundee, Escocia, para vivir con la familia de William Baxter, amigo de su padre. El motivo que se argumenta son los problemas de salud que arrastra la joven, aunque no habría que descartar los problemas de convivencia con su madrastra. Allí, en Dundee, Mary descubre la verdadera amistad por primera vez en su vida de la mano de la hija más joven de los Baxter, Isabel. En noviembre de ese mismo año vuelve a Londres de visita, acompañada por Christy Baxter. Es en esas mismas fechas, el día 11 probablemente, cuando Mary conoce a Percy B. Shelley, cuando éste, junto a su mujer Harriet acude a cenar a casa de los Godwin invitado por su padre. El 28 de julio, y sin que William Godwin, padre de Mary, ni Harriet Shelley, mujer del poeta, embarazada de cinco meses, lo viesen venir, la pareja se fuga a Francia acompañados por Claire Clairmont, hermanastra de Mary. A raíz de éste escándalo, William Godwin rehúsa cualquier contacto con su hija durante los dos años y medio posteriores.


Entre julio y agosto de ese 1814, el peculiar trío disfruta de un tour por Francia, Suiza, Alemania y Holanda. Dato curioso es que en su estancia en Paris, olvidan una caja llena de notas y papeles que años más tarde, en 1845, Mary sospecha es utilizada por George "Byron" para tratar de chantajearla. El 13 de septiembre regresan a Londres desde Suiza para mudarse poco después, siempre los tres, al número 2 de Nelson Square, Blackfriars Road. Posteriormente, entre el 23 de octubre y el 9 de noviembre, P.B. Shelley se ve obligado a ocultarse lejos de Mary para desembarazarse de sus acreedores, que no eran pocos. Poco después de su vuelta, Percy presenta a Mary a un amigo de Oxford, Thomas Jefferson Hogg, quien admite quedar encandilado con ella. Si hasta este momento la vida de Mary más parece un folletín romántico, a partir de 1815 sus relaciones, lejos de estabilizarse se complican aún más. El día de Año Nuevo, T.J. Hogg, animado por el propio Percy, de declara su amor a Mary, el

El cual es correspondido por ésta, aunque no físicamente porque está embarazada del poeta. El 24 de enero de 1816, Mary da a luz a su hijo William. En abril de ese mismo año, Mary conoce a Lord Byron en Londres, gracias a que la nueva amante del famoso poeta no es otra que su hermanastra Claire. Un hecho casual, que marcará el resto de su vida, pues la influencia de Lord Byron no tardará en dejarse notar. Sin ir más lejos, el 3 de mayo Mary, Percy, su hijo William y una embarazada Claire, viajan a Italia en persecución de éste, quien había dejado Inglaterra por sorpresa el 23 de abril. Pasando por Paris, llegan al hotel Secheron, en Génova, diez días después de partir. Dos semanas después se conocen al fin P.B. Shelley y Lord Byron en Suiza, donde éste último había llegado acompañado por su médico, el doctor John W. Polidori. El 1de Junio, se mudan todos juntos a la mansión de Byron. Es en éste verano, se gesta la semilla de la obra que hará inmortal a Mary .Shelley.


Reunidos todos los presentes en torno a la chimenea, se proponen Percy, Mary, Byron y Polidori, escribir cada uno un cuento de fantasmas que sea capaz de helar la sangre. Y sin duda resulta ser Mary Shelley con su Frankenstein quien se lleve el honor de lograrlo plenamente, siendo también loable la obra de John W. Polidori que titularía The Vampire, a tale y que publicaría en 1819. Parece ser que la idea

de un ser creado a base de retazos de cadáveres toma forma en su mente a raíz de una pesadilla, comenzando de inmediato a darle forma con la pluma, tomando prestadas ideas, parajes y costumbres de sus subsiguientes viajes. El 1 de enero de 1818 Frankenstein: or the Modern Prometheus (London: Lackington, Hughes, Hauding, Maror and Jones), es publicado en tres volúmenes, con una favorable acogida por parte de la crítica. Antes de esta publicación, había sido rechazado tanto por el editor de P.B. Shelley, Charles Ollier, como por el de Lord Byron, John Murria. No resulta particularmente extraño que un escritor pase a la posteridad por una sola de sus obras, o incluso más concretamente por uno solo de sus personajes. Tampoco nos parece reseñable en exceso que se trate curiosamente del primero de sus libros después de todo, no deja de ser cierto que hay autores que se vuelcan tanto en su primera novela que no dejan nada de sí mismos para posteriores trabajos, condenados al efímero éxito de quién anteriormente ha roto moldes con otra obra-. Lo curioso en éste caso, es que una muchacha de clase aburguesada de principios del siglo XIX, en plena época álgida del Romanticismo Inglés, llegara a escribir una de las obras cumbres en la literatura de terror. La obra cumbre de


Mary W. Shelley, Frankenstein; ó el moderno Prometeo en sus orígenes no era más que un relato surgido de una especie de apuesta entre amigos, retándose a ver quién era capaz de crear la más terrorífica de las narraciones. En una velada junto al calor de la chimenea leyendo cuentos clásicos de fantasmas en Suiza, Lord Byron, P.B. Shelley, Polidori y la propia Mary se embarcaron en la aventura de escribir un "cuento de fantasmas" adaptado a la tradición que ellos mismos entre otros estaban gestando. De aquella célebre velada surgió uno de los monstruos más populares de la vida moderna, no en vano Brian Aldiss lo califica como "el primer gran mito de la era industrial", en el que la ciencia moderna (el Hombre) toma el papel de creador (Dios), relegándole a éste a un papel secundario, más quimérico que protagonista. Aunque no sólo Frankenstein fue el fruto de semejante reto. Del mismo modo que conviene recordar que ni Lord Byron ni P.B. Shelley llegaron a escribir nada, al menos publicable, John William Polidori escribió al igual que Mary W. Shelley una obra maestra que pasaría a la historia de la literatura de terror: El Vampiro, un relato que sentó las bases de infinidad de relatos y novelas posteriores centrados en la figura del vampirismo. Tanto ésta, su gran obra, como el resto de su producción, está enmarcada profundamente en el propio ambiente que ella respiraba, tanto histórico, como social o literario. Un ambiente dentro de un mundo cambiante, en plena Revolución Industrial. En Frankenstein, sin ir más lejos, vemos reflejada a la perfección la influencia de una sociedad en plena Revolución Industrial, aunque para la autora eso no es más que elementos sin importancia donde cimentar la verdadera historia; una historia de sentimientos y emociones. El doctor Víctor Frankenstein utiliza no ya la ciencia, tanto la conocida como la supuesta, sino máquinas que le ayudan a dar vida a la

muerte. Pero la autora en ningún momento se detiene a explicar dicho proceso. ¿Defectos de una escritora novel? No. Simplemente esos detalles carecen de importancia. Lo que trata de narrar, y lo consigue con éxito, es la pléyade de emociones que es capaz de generar un ser humano, incluso uno construido con retazos de otros y que sólo vive gracias a los poderes de la electricidad. Mary W. Shelley no es una escritora de terror, tal y como hoy en día lo entendemos. Cierto que los elementos fantásticos en sus relatos y novelas son acusados, pero son sólo medios para llegar a un fin. Si dijéramos que escribió dramas, en la más popular tradición griega quizás acertáramos más al definir su obra. No olvidemos el título de su obra cumbre,


Frankenstein, ó el moderno Prometeo. Si Prometeo fue castigado por Dios por traer el fuego a los hombres, Víctor Frankenstein lo fue por ocupar el lugar de Dios. Cierto que buscaba un beneficio para la humanidad, desterrando la muerte al olvido, pero su arrogancia le castiga. De igual modo, en el resto de sus obras, sus personajes se ven castigados continuamente por sus actos. Actos románticos que chocan frontalmente con la necedad o la intolerancia de los poderosos. Príncipes, castillos, doncellas confinadas, amores negados, y cómo no, sátiros, demonios tentadores u otros arquetípicos elementos tentadores de la debilidad humana que al final hacen caer

en los más despreciables actos a los héroes románticos. Alegrías y miserias de la condición humana. Con un estilo no demasiado recargado para la época en que se encuentra, Mary W. Shelley, nos deleita con cuentos y novelas "góticas", en las que los fantasmas aún llevan cadenas y se arrastran por castillos abandonados, centrándose siempre en el hombre, en las desgracias y las luchas internas de todo ser humano. Contribuye con su obra a crear las bases de lo que será la literatura de terror, más que la de ciencia ficción, pero sin salir por ello del estilo que reinaba en su época. Una lectura inevitable para entender el proceso natural de la literatura posterior.

Ilustraciones: Frankenstein by Lynd Ward


Edgar Allan Poe


Una vez, al filo de una lúgubre media noche, mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido, inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia, cabeceando, casi dormido, oyóse de súbito un leve golpe, como si suavemente tocaran, tocaran a la puerta de mi cuarto. “Es —dije musitando— un visitante tocando quedo a la puerta de mí cuarto. Eso es todo, y nada más.”


¡Ah! aquel lúcido recuerdo de un gélido diciembre; espectros de brasas moribundas reflejadas en el suelo; angustia del deseo del nuevo día; en vano encareciendo a mis libros dieran tregua a mi dolor. Dolor por la pérdida de Leonora, la única, virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada. Aquí ya sin nombre, para siempre. Y el crujir triste, vago, escalofriante de la seda de las cortinas rojas llenábame de fantásticos terrores jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie, acallando el latido de mi corazón, vuelvo a repetir: “Es un visitante a la puerta de mi cuarto queriendo entrar. Algún visitante que a deshora a mi cuarto quiere entrar. Eso es todo, y nada más.”...


para entender las metáforas y la estética del poema es necesario comenzar el análisis de su estructura externa. “el cuervo” fue desarrollado en 108 versos los cuáles siguen un ritmo único debido a su esquema poco clásico. aunque pueden encontrarse algunas formas métricas que recuerdan los antiguos poemas latinos, tales similitudes son consecuencia de las intenciones del autor, quien buscó la creación de un efecto sonoro. de acuerdo con este objetivo el poema comienza presentando un estudiante solo en su recámara, leyendo libros antiguos de “sabiduría ancestral” alrededor de la medianoche. afuera está lluvioso y oscuro. un ruido aparentemente de alguien llamando a la puerta lo distrae de sus estudios. pero después de percatarse de que nadie está tocando la puerta, regresa hacia el aleteo tras la ventana, la cual abre permitiendo a un misterioso cuervo sentarse en el busto de la diosa palas. el solitario estudiante empieza a preguntarle al cuervo acerca de un amor perdido “a quien los ángeles Leonor podrán llamar”. en respuesta sólo recibe la fatídica palabra “nunca más”. aunque el poema luce como una narrativa corta, ciertamente las imágenes son presentadas como una pintura que puede ser contemplada. la soledad y el ambiente entero de misterio imprimen en el poema su naturaleza estática. dentro de estos detalles superficiales puede ser descubierta la riqueza de las sensaciones humanas de esta obra maestra. Poe conectará al lector con la sensación de la lluvia, la oscuridad y especialmente la soledad a través del ritmo del poema; también, con la sensación de miedo representada en la figura del cuervo. el elemento sobrenatural es un aspecto muy importante en el poema. Poe consideró que la figura de un loro graznando “nunca más” no produciría un efecto de

horror en el lector, pese a las habilidades naturales de este pájaro para imitar la voz humana. así pensaría en un cuervo el cual es comúnmente asociado con la maldad y el misterio. aparte de esto, consideró una opinión propia respecto de la psicología en la cual aseguraba que el alma humana busca la auto-tortura. Poe conectaría este deseo sediento del ser humano por conocer que es lo que está más allá de la tumba y la verdad fatal que es imposible obtener tal conocimiento. basado en estos principios, crearía un ritmo que daría la sensación de tortura. el poema entonces va de menor a mayor sensibilidad, lo cual es reforzado por la palabra “nunca más” colocada al final de cada estrofa. y más aún, es necesario reconocer el genio del poeta cuando decidió dar al cuervo el poder de semejante palabra que comunica no sólo tristeza y muerte, sino además la imitación verdadera del graznido de un cuervo. Poe demuestra sus grandes habilidades produciendo la mímesis requerida para llenar el alma del lector con el miedo y la melancolía que implica la pérdida de un amor, tema universal que cada hombre y mujer puede entender y sentir como propio. más allá de este escenario Poe lleva la mente humana al éxtasis. la muerte de una mujer hermosa apela a la idea de lo inalcanzable, de lo que está fuera de esta realidad material. y desde el elemento inalcanzable dentro de esos versos Poe expone su idea acerca de la poesía: la belleza suprema más allá de nosotros mismos. sin embargo ¿estaba Poe escribiendo acerca de su perdida Virginia? ¿era él el estudiante hablando al cuervo posado en el busto de palas? indudablemente era capaz de hablar acerca de un amor perdido pues él mismo lo había experimentado. pero de acuerdo con su filosofía de la composición el personaje es sólo “un estudiante” lo que


Implica, en cierta manera, una figura independiente de la naturaleza de Poe. ¿qué proceso siguió a fin de comunicar tales pasiones sin ser parte del universo que creó? La respuesta: un interesante procedimiento psicológico que implica extraer algo de la realidad subjetiva poniéndolo fuera como realidad objetiva. Para algunos académicos esto es muy similar a la creación de un tótem. Pero ¿quién fue realmente Edgar Allan Poe? de acuerdo con southall (1959) la figura de Poe conocida en la actualidad es el resultado de la forma en que las contradicciones de su vida fueron interpretadas. en primer lugar debe considerarse a Poe como un caballero. los talentos naturales que tuvo para la poesía desde niño fueron desarrollados a través de los años y remarcados por las situaciones lamentables en las que se viera inmerso. así, el adulto en el que se convertiría sería uno sensible, cortés y reservado. sin embargo, la falta de dinero que enfrentase luego de que su padre adoptivo decidiera dejar de darle apoyo financiero, lo cual lo conduciría a abandonar la universidad, forjaría su personalidad de caballero llevándolo a vivir diferentes experiencias que lo impactarían profundamente, por ejemplo, el servicio militar que lo volvería un hombre disciplinado. las crisis económicas estuvieron presentes durante toda la vida del escritor, quien tenía que pedir ayuda a sus conocidos aun cuando no quería hacerlo, gracias a su orgullo de poeta. sin importar estos problemas, sus conocidos recordaban “la belleza refulgente y cambiante de sus ojos, una vez que su conversación los despertaba – de una quietud como silenciosos estanques, y la dulzura de su gentil, modulada y exquisita voz” (southall, 1959) aunque la primera idea que viene a la mente es la de un artista víctima de las circunstancias, no sería conveniente olvidar la otra cara de la personalidad de Poe la cual es mayormente conocida. southall la describe como sigue: (…) en contraposición pueden presentarse las descripciones ocasionales y a menudo menos auténticas del hombre poseído por su demonio; salvaje y violento, repentinamente perseguido por enemigos imaginarios, o irritablemente combativo e incontrolable. Ilustración: Luis Scafati


El mismo Poe daba la mejor explicación de estas escenas contradictorias. Uno era su yo habitual, casi el único conocido para su criada y amigos cercanos; el otro era aquel que mostraba al mundo cuando estaba ebrio, cuando para las naturalezas superficiales parecía revelarse más íntimamente de lo que lo hacía en cualquier otra ocasión. “el deseo de socializar”, escribiría el 29 de febrero de 1848, “viene a mí sólo cuando he sido perturbado por la bebida. sólo entonces voy –eso es, que en tales ocasiones- sólo he acostumbrado a ir entre mis amigos. Quienes raras veces, o de hecho nunca, me han visto sin estar alterado, dan por hecho que siempre lo estoy. aquellos que realmente me conocen, me conocen mejor” esto, desde luego, fue escrito por Poe como una defensa y podría ser completamente descartada, si no fuera la única explicación que reconcilia las opiniones encontradas proporcionadas por gente igualmente confiable e incuestionablemente conocidos por él. Una embriaguez temporal en el escritor puede inferirse de este pasaje. Esto puede explicar la razón por qué Edgar Poe presentó varias contradicciones durante La inspiración de Poe provenía de sus propias experiencias relacionadas con el

toda su vida. Por ejemplo, es bien conocido que había aprendido la disciplina militar cuando se enlistó en el ejército estadounidense. Así, su trabajo en el mensajero literario del sur es recordado como eficiente. Entonces ¿cómo puede explicarse el caos en su trabajo como editor, que fue irregular por lo menos tres veces? la respuesta es la embriaguez ocasional del poeta, quien cambiaba completamente su comportamiento sólo con una copa de vino. no obstante, esos lapsos de crisis repetidos en varios episodios durante su vida lo llevarían a deteriorar su salud hasta su muerte fatal. la paradoja de su carácter, por tanto, puede establecerse a partir de una serie de contradicciones, en parte por los resultados de su propio mal genio, en parte por la síntesis de su retorcida fortuna – o bien mala fortuna. Era un hombre de una enorme energía y fuego creador como sus diecisiete volúmenes de escritos en poesía, ficción, ensayos y crítica pueden probar. Algunas veces, decía, durante días tenía períodos en los que no podía escribir nada. (Southall, 1959)


Miedo, la muerte y el dolor. Su vida entera estuvo rodeada de diversas dificultades. La muerte de su madre y la ausencia de su padre podrían ser consideradas el primer episodio doloroso en la vida temprana del poeta. en estas condiciones su poesía tomaría un carácter melancólico. Además, los tímidos modales de Poe influirían en su proceso creativo. De acuerdo con él mismo los temas más hermosos y poéticos de todos para escribir poesía son la belleza y la muerte. De ahí que la más alta expresión de melancolía sería la muerte de una mujer hermosa (Poe 1846). Así el lector puede inferir que su filosofía estuvo profundamente remarcada por el episodio de la temprana muerte de su madre. Y más aún, la muerte de su esposa Virginia Clemm recordaría y reforzaría ese temprano sufrimiento en el alma del poeta. La vida de Edgar Allan Poe estuvo rodeada por la muerte, situación que su habilidad artística transformaría en poesía pura. El miedo fue otro componente que remarcó la vida del autor. Asegura que ya sea que su trabajo fuera seriamente

influido por el alcohol o no, Poe no era tan vicioso después de todo. Ciertamente el lector puede encontrar emociones fuertes y escenarios llenos de miedo. Aunque no puede negarse que tenía predilección por la bebida, puede descubrirse que el poeta no podía crear sus obras maestras en completa ebriedad. Esas emociones fuertes son la evidencia, así como también las intenciones literarias del autor. Lo que es más lógico argumentar es que Poe escribió sus poesías y relatos después de experimentar los efectos del alcohol. es sabido que una persona bajo los efectos de la bebida puede tener visión doble, así como también sentir sus propias emociones más intensas de lo que realmente son. Otro efecto colateral de la embriaguez –si es demasiado crónica- es la posibilidad de ver visiones o figuras que una persona normal no podría. De aquí puede inferirse que Poe no escribió su poesía bajo los efectos del alcoholismo, sino que reconstruía las emociones que experimentaba cuando estaba ebrio durante su trabajo literario.


http://revistaonline.bligoo.com.mx/content/view/1290465/El-verdadero-horror-detras-de-Nunca-mas.html#.UfV1UdIvSQo

Si hubiera vivido episodios periódicos de embriaguez sus habilidades artísticas innatas habrían sido gravemente afectadas. El miedo para Poe vendría luego de aquellos “trances” en los cuales los demonios más profundos del poeta eran desatados. Además del miedo y la muerte está el dolor. Durante su vida no sólo tuvo que enfrentarse al dolor de las dos primeras, sino también a las críticas y a la pobreza. La intención de vivir exclusivamente del ejercicio literario era una completa odisea en el siglo XIX. Aparte de ello, la crítica consideraba sus escritos como poco serios, horribles y en contra del ideal de belleza que perseguía la poesía de la época. Pese a que sus relatos y poemas fueran publicados en el mensajero literario del sur y diferentes periódicos de estados unidos, no fue sino hasta la publicación de “el cuervo” que fue respetado como escritor. Sin embargo, esas situaciones problemáticas no detendrían las intenciones del autor, quién creó su propia ars poética que le permitió vivir para siempre en sus escritos. Edgar Allan Poe (19 de enero de 1809 – 7 de octubre de 1849) fue un escritor norteamericano, poeta, editor y crítico literario, considerado parte del movimiento romántico americano. Mejor conocido por sus relatos macabros y de misterio, Poe fue uno de los primeros practicantes americanos del cuento corto y es considerado el inventor del género de detectivismo. Además de ello, se le atribuye haber contribuido al surgimiento del género de ciencia ficción. Fue el primer escritor norteamericano reconocido en tratar de ganarse la vida poesía sólo a través de la literatura, lo que desembocó en una vida y carreras financieramente difíciles. Nacido como Edgar Poe en Boston, Massachusetts; quedó huérfano siendo muy joven cuando su madre murió luego de que su padre

abandonara a la familia. Fue adoptado entonces por John y Frances Allan, de Richmond, Virginia, aunque nunca lo hicieron de manera formal. Asistió a la universidad de Virginia por un semestre, pero se retiraría debido a carecer de dinero. Después de enlistarse en el ejército y luego de fracasar como oficial cadete en West Point, rompió sus lazos con los Allan. Su carrera literaria comenzó humildemente, con una colección de poemas anónimos, tamerlane y otros poemas (1827) atribuidos sólo a “un bostoniano”. Poe se enfocaría en la prosa y dedicaría varios años a trabajar para periódicos literarios y semanarios, volviéndose reconocido por su estilo propio de crítica literaria. Su trabajo lo forzó a desplazarse en diferentes ciudades, incluyendo Baltimore, filadelfia, y nueva york. En 1835 en Baltimore se casaría con Virginia Clemm, su prima de 13 años de edad. En 1845 publicó su poema “el cuervo” con un éxito instantáneo. Su esposa moriría dos años después de la publicación. Empezaría a planear la producción de su propio periódico, the penn (luego renombrado the stylus) aunque murió antes de que pudiera publicarlos. El 7 de octubre de 1849 a la edad de 40 años, murió en Baltimore; la causa de su muerte es desconocida y ha sido atribuida al alcohol, congestión cerebral, cólera, drogas, ataque cardíaco, rabia, suicidio y tuberculosis entre otras. Poe y sus trabajos influyeron en la literatura de estados unidos y de todo el mundo, así como también en campos especializados tales como cosmografía y criptografía. Su producción aparece a través de la cultura popular en literatura, música, películas y televisión. Varias de sus viviendas son museos temáticos hoy en día.


poesía

oscura belleza

Fotografía: Sarachmet


A la Espera de la Oscuridad. Alejandra Pizarnik.

Ese instante que no se olvida, Tan vacío devuelto por las sombras, Tan vacío rechazado por los relojes, Ese pobre instante adoptado por mi ternura, Desnudo desnudo de sangre de alas, Sin ojos para recordar angustias de antaño, Sin labios para recoger el zumo de las violencias perdidas en el canto de los helados campanarios. Ampáralo niña ciega de alma, Ponle tus cabellos escarchados por el fuego; Abrázalo pequeña estatua de terror. Señálale el mundo convulsionado a tus pies, A tus pies donde mueren las golondrinas Tiritantes de pavor frente al futuro. Dile que los suspiros del mar Humedecen las únicas palabras Por las que vale vivir. Pero ese instante sudoroso de nada, Acurrucado en la cueva del destino Sin manos para decir nunca, Sin manos para regalar mariposas A los niños muertos.


La Caricia Perdida. Alfonsina Storni.

Se me va de los dedos la caricia sin causa, se me va de los dedos... En el viento, al pasar, la caricia que vaga sin destino ni objeto, la caricia perdida ¿quién la recogerá?

Pude amar esta noche con piedad infinita, pude amar al primero que acertara a llegar. Nadie llega. Están solos los floridos senderos. La caricia perdida, rodará... rodará...

Si en los ojos te besan esta noche, viajero, si estremece las ramas un dulce suspirar, si te oprime los dedos una mano pequeña que te toma y te deja, que te logra y se va.

Si no ves esa mano, ni esa boca que besa, si es el aire quien teje la ilusión de besar, oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos, en el viento fundida, ¿me reconocerás?


Mi Musa Triste. Delmira Agustini

Las flores se abren más, como asombradas. Los cisnes de marfil tienden los cuellos en las lagunas pálidas. Selene mira del azul. Las frondas Tiemblan... y todo! hasta el silencio, calla... Es que ella pasa con su boca triste Y el gran misterio de sus ojos de ámbar, A través de la noche, hacia el olvido, Como una estrella fugitiva y blanca. Como una destronada reina exótica de bellos gestos y palabras raras. Horizontes violados sus ojeras Dentro sus ojos (dos estrellas de ámbar) Se abren cansados y húmedos y tristes Como llagas de luz que quejaran. Es un dolor que vive y que no espera, Es una aurora gris que se levanta Del gran lecho de sombras de la noche, Cansada ya, sin esplendor, sin ansias Y sus canciones son como hadas tristes Alhajadas de lágrimas...


Sé Bella y sé Triste. Charles Baudelaire

¿Qué importancia tiene vuestra bondad? Se Bella y se Triste, las lágrimas agregan encanto a tu rostro como la lluvia al paisaje, La tormenta rejuvenece las flores.

Te amo más cuando la alegría huye del balcón de tu frente, Cuando tu corazón se hunde en el horror, Cuando sobre tus cejas se despliega La temible nube del pasado.

Te amo cuando tus grandes ojos derraman Un agua tibia como sangre, Cuando a pesar de mi mano acompañante, El peso de la angustia horada tu voz Como un quejido agonizante.

Y aspiro, divina voluptuosidad, Himno de profunda delicia, Todos los sollozos de tu pecho, Y creo que tu corazón se ilumina con las perlas que caen de tus ojos.


Lovecraft


El horror Cósmico de H.P Lovecraft La vida de Lovecraft es, en cierto sentido, tan fascinante como su obra. No precisamente porque la suya haya sido una vida aventurera. En todo caso, la aventura de Lovecraft transcurrió en su mundo interior, en su alma de soñador torturado por profundas contradicciones, en su dolor por sentirse un ser ajeno al mundo en que vivía. Howard Phillips Lovecraft nació en Providence (Rhode Island, Estados Unidos), el 20 de agosto de 1890. De sus progenitores no hay mucho para elogiar. Su padre, Winfield Scott Lovecraft, era un viajante de comercio pomposo y dictatorial que practicamente nunca convivió con su hijo y que murió cuando este tenía ocho años. Su madre, Sarah Susan Phillips, de la que él fue el vivo retrato, era neurotica y posesiva y volcó todas sus muchas insatisfacciones en el pequeño Howard. Continuamente le decía que era muy feo, que no debía dar un paso lejos de sus faldas, que la gente era mala y tonta, que, como sus padres provenían de Inglaterra, él era de estirpe británica y, por tanto, ajeno al terrible país en que vivían. Como era de esperar, se crió medroso y superprotegido, siempre entre personas mayores, solitario, fantástico y reprimido. En su "Introducción a la literatura norteamericana", Jorge Luis Borges nos dice que Lovecraft, «muy sensible y de salud delicada, fue educado por su madre viuda y sus tías. Gustaba, como Hawthorne, de la soledad, y aunque trabajaba de día, lo hacía con las persianas bajas.» Se crió sobreprotegido

y solitario, leyendo en la gran biblioteca de su abuelo. Apenas jugaba con otros niños y, cuando lo hacía, le gustaba representar escenas históricas o imaginarias. Los otros niños no le querían y él se refugiaba en los libros de la magnífica biblioteca de su abuelo materno. Desde muy pequeño sintió una morbosa aversión al mar ( según Wandrei, a partir de una intoxicación por comer pescado en malas condiciones). Se alimentaba de dulces y helados y desde niño sufrió terribles pesadillas. Siempre fue ateo. Hablando de sí mismo en tercera persona, dice el propio Lovecraft: "A pesar de que su padre era anglicano y su madre anabaptista, a pesar que desde muy pequeño estuvo acostumbrado a los cuentecillos de rigor en un hogar religioso y en la escuela dominical, nunca creyó en la abstracta mitología cristiana que imperaba en torno suyo. En cambio fue un devoto de los cuentos de hadas y de las Mil y Una Noches, en los que tampoco creía, pero los cuales, pareciéndole tan ciertos como la Biblia, le resultaban mucho más divertidos". Su afán de maravillas indica, sin embargo, que, tal vez por el ambiente, en que se educó, Lovecraft, radicalmente ateo, siempre sintió un profundo anhelo religioso que él mismo reprimió y sublimó. A los seis años descubrió las leyendas del paganismo clásico y se entusiasmó, llegando incluso, como juego, a construir altares " a Pan y a Apolo, a Atenea, a Artemisa y al benévolo


Saturno, que gobernaron el mundo en la Edad del Oro". A los trece años, influído por las novelas policíacas, fundó una "Agencia de detectives de Providence", que obtuvo cierto éxito entre los chicos del vecindario. Pero pronto se cansó de este juego y volvió a su soledad, a leer cuentos fantásticos y terroríficos, y también a escribirlos. Su primer relato, La bestia de la cueva , imitación de los

cuentos terroríficos de la tradición "gótica" , fue escrito a los quince años de edad. En su adolescencia, racionalista y lógico cien por cien, se dedicó a imitar a los escritores del siglo XVIII. Sentía predilección por todo lo antiguo, pero en especial por este siglo. Lovecraft era un reaccionario terrible. Sentía un miedo visceral por todo lo nuevo, e incluso deploraba la independencia de su país ( a la que denominaba " el cisma de 1776"). El se consideraba británico cien por cien y adoraba todo lo que le recordase el pasado colonial de su patria. Educado en un santo temor al género humano (exceptuando de éste a las "buenas familias" de origen anglosajón), creía que nadie es capaz de comprender ni de amar a nadie y se sentía un extranjero en su patria. Para él, "el pensamiento humano... es quizá el espectáculo más divertido y más desalentador del globo terráqueo. Es divertido por sus contradicciones, y por la pomposidad con que intenta analizar dogmáticamente un cosmos totalmente

incógnito e incognoscible, en el cual la humanidad no constituye sino un átomo transitorio y despreciable, es desalentador porque , por su misma índole, nunca alcanzará ese grado ideal de unanimidad que permitiría liberar su tremenda energía en provecho de la raza humana". Unas líneas más abajo escribe: "El conflicto es la única realidad ineludible de la vida". Y él, incapacitado para la lucha, se encerró en el pesimismo de su soledad impotente, entre dos viejas tías solteronas, rodeado de muebles antiguos, y empolvados. Hasta los teinta años no pasó una noche fuera de su casa. Filosóficamente, se consideraba "monista dogmático" y "materialista mecanicista" y era en realidad un esceptico radical, absoluto, autodestructor. Para él, el colmo del idealismo era pretender mejorar la situación del hombre. Y así fue su vida, que luego se convirtió en leyenda: una vida de penuria económica, de represión y soledad, de amargura y pesimismo. Odiaba la luz del día. Pero en las noches revivía para leer, para escribir, para pasear por las calles solitarias - sin enemigos ya - y, sobre todo, para soñar. Lovecraft vivía por y para sus sueños. En ellos experimentaba "una extraña sensación de expectación y de aventura, relacionada con el paisaje, con la arquitectura y con ciertos efectos de las nubes en el cielo". Este goce estético fue el que, según Derleth, le impidió suicidarse. A los veintitantos años, Lovecraft abandonó su estilo dieciochesco y adoptó el de su gran ídolo de entonces: lord Dunsany. Los Cuentos de un Soñador, El Libro de las Maravillas y Los Dioses de Pegana se convirtieron en sus libros de cabecera. Y en 1917, a los veintisiete años de edad, publicó su primer relato fantástico: Dagon, en la revista Weird Tales. A éste siguieron otros, la mayor parte de los cuales se publicó en la misma revista. En 1921 sucedieron dos que habrían de cambiar la vida del joven Howard. La pequeña fortuna familiar se había ido agotando y, por fin, cayó por debajo del mínimo vital. En el mismo año que falleció su madre, que hasta entonces lo había tenido poco menos que secuestrado. Howard se sintió


en el vacío, perdido en el mundo, solo ante la sociedad hostil. Pero reaccionó en forma positiva. El sólo sabía una cosa: escribir. Y decidió ganarse la vida como escritor de cuentos de miedo, como crítico, como corrector de estilo, como lo que fuese, con tal que tuviera relación con la pluma. Y así, entre su flaca renta, y sus magros ingresos profesionales, fue tirando con más duras que maduras. El trabajo, sin embargo, abrió notablemente su panorama social. A la fuerza tuvo que relacionarse con gente y, aunque sus cuentos pasaron inadvertidos para el gran público, hubo quienes se interesaron por ellos y escribieron al

corresponsales y amigos con nombres sonoros y exóticos: Frank Belknap se convirtió en Belnapius, Donald Wandrei en Melmoth, August Derlet en al Conde d`Erlette, Clark Ashton Smith en Klarkash-Ton, Robert bloch en Bho-Blok, Virgil Finlay en Monstro Ligriv, Robert Howard en Bob-Dos-Pistolas. El mismo firmaba sus cartas como "el sumo sacerdote Ech-pi-El" (transcripción fonética inglesa de sus iniciales H.P.L.), como Abdul Alhazred o como LuvenKerapf. "Sus fórmulas de despedida - dice Ricardo Gosseyn - son casi siempre como éstas: Suyo, por el Signo de Gnar, Abdul Alzared; Suyo, por el Pilar de Pnath, Suyo,

autor. Y este hombre tosco y aburrido que decía aborrecer al mundo - cuando lo que le pasaba en realidad es que se sentía o se creía rechazado por él - se convirtió de pronto, en sus cartas, en un muchacho alegre y entusiata, capaz de escribir larguísimas epístolas a cualquier lector adolescente y desconocido. Y entre sus corresponsales - escritores conocidos, noveles o aficionados - se fue creando el que más tarde se llamaría "Círculo de Lovecraft". Lovecraft exultaba. Sus cartas eran realmente prodigiosas y en ellas hacía gala de una gran cultura, de inagotable fantasía e incluso de un magnífico humor. Bautizó a sus

por el Ritual Gris de Khif,Ech-Pi-El". Los que sólo lo conocían por carta lo pintan como un hombre afable, bondadoso, cordial. Los que llegaron a viajar para conocerlo en persona corroboran esta impresión. "Era un hombre inteligente y objetivo"(Robert Bloch). "Era uno de los hombres más humanos y comprensivos que he conocido en mi vida" (Clifford M. Eddy Jr.). "Poseía un encanto y un entusiasmo juveniles" (Alfred Galpin). "Jamás y de ninguna manera fue un hombre solitario y excéntrico. La lógica y la razón gobernaban todas sus actividades" (Donald Wandrei). Robert Bloch dice que, si bien es cierto que


Lovecraft fomentó su propia leyenda, también lo es que viajó, que se escribió con mucha gente, que estaba al corriente de la filsofía, la política y la ciencia de su época. "El cuadro del hombre retraído y solitario que persigue sombras y pasea de noche en antiguos cementerios-dice Bloch - no es completo". Y añade: "La rareza de Howard Phillips Lovecraft - si es que hubo tal rareza - residió en que su torre de marfil estaba mejor construída y era más bella que la mayoría de ellas; y que invitaba al mundo a compartir sus riquezas". He aquí un Lovecraft radicalmente distinto del que conocieron los vecinos de su calle. ¡Curioso personaje!. Pesimista y entusiasta, amargado, amable, bondadoso, misántropo, utópico y soñador, vulgar, gris, avaro, generoso, ocultista y racionalista a la vez, amigo fiel y comprensivo, racista, materialista, humanitario, realista y fantástico, simpático, abierto, ateo, degenerado, loco, prodigio de inteligencia, creador de mundos, fracasado y triunfador, aficionado a los helados como un niño, y a los gatos como una solterona; ¿cómo era en verdad este hombre, alto y desgarbado, feísimo, de enorme mandíbula, ojos de pez, y voz chillona?. Pues es seguro que era todo eso y más. El hombre es siempre una estructura dialética de elementos contradictorios y, según unos ambientes u otros, según la gente que lo rodea, o su situación social,

son unos u otros elementos los que predominan o son percibidos. Entre sus amigos se sentía admirado y querido, se sentía seguro y volcaba en ellos todo su amor reprimido. Ante la sociedad pragmática y violenta de su país era un hombre aterrado y retraído que soñaba con vagas utopías pacifistas. En contacto con los inmigrantes pobres, brotaba su orgullo aristocrático y los odiaba. Sin embargo, Lovecraft, como todo ser humano, posee una riqueza que no puede reducirse a un esquema simplista. La amistad postal y multilateral del Círculo de Lovecraft pronto se reflejó en su obra literaria. Sus corresponsales empezaron a salir en sus cuentos. El Conde Derleth correspondía a Derleth. Dicho Conde aparecía como el autor de un horrible libro titulado " Cultes des Gules"; también como Danfort en Las Montañas Alucinantes o Wiltmart "El que Susurraba en las Tinieblas". Ashton Smith, como autor de abominables esculturas y de poemas cósmicos (lo que era en la realidad); Robert Bloch como Robert Blake, ocultista victma de sus propias magias... Por su parte, sus amigos hicieron aparecer a Lovecraft- como Echpi-El, como Luve-Kerapf, como Ward Phillips o bajo cualquier otro nombre - en sus propios relatos. Frank Belnap Long y Donald Wandrei despertaron también su interés por la fantasía científica. Y sobre todo, - cosa curiosa aunque lógica- esta apertura de horizontes hizo de él un


escritor realista. Pues, sí. El ha descrito con exactitud y convincentemente, a las zonas rurales de su Estado. El ha sabido pintar con suma claridad la decadencia de las gentes y de las costumbres de esa región. Por esa época Lovecraft se declara realista "Estoy plenamente convencido de que, en esencia, toda gente creadora es fruto que crece del humus de su propia tierra natal y de que ningún material literario se adapta a aquélla tan perfectamente como el rico colorido y los antecedentes históricos de ésta. Ya habrán observado Uds., que en mis cuentos he puesto mucho de mi propia Nueva Inglaterra". Fue historiador, economista y sociólogo de Nueva Inglaterra. "Las viejas calles de Providence, escribe W. T. Scott, han sido visitadas duarante generaciones por el mágico recuerdo de la intensa y oscura figura , a veces vacilante de Edgard Allan Poe. Creo que ahora podemos ver al fin, que otro caballero más delgado, ascético y alto se ha unido a él, se pasea con él y es más especialmente nuestro". De ésta,

su época de apertura, datan los Mitos de Cthulhu. El primero de sus relatos perteneciente a éste ciclo es La Ciudad sin Nombre (1921), que todavía conserva el estilo dunsaniano de su juventud. En El Ceremonial (1923) aún quedan algunos ecos dunsanianos, pero la acción transcurre ya en Nueva Inglaterra. Sus cuentos, aun los no pertenecientes a los Mitos, se sitúan ya indefectiblemente en su región natal, casi siempre en sus zonas rurales. A partir de La Llamada de Cthulhu (1926), los mitos adquieren su forma adulta y definitiva, en colaboración con todo el Círculo de Lovecraft. Cada uno de sus amigos puso su granito de arena: uno se invento un nuevo Dios; el otro un nuevo libro de oscuro saber olvidado; el de más allá, una situación, un detalle, un ambiente. Los Mitos de Cthulhu son una obra colectiva que cristalizó en torno de un hombre solitario. También de esta época de apertura social data su amistad con Sonia Greene, diez años mayor que él. Lovecraft era entonces un asiduo colaborador de revistas de aficionados y ella trabajaba en la United Amateur Press Asociation. Lovecraft, ante ella debió haberse sentido de nuevo un niño superprotegido y asustado parece haber visto en ella la imagen de su madre perdida, secretamente anhelada. Lo cierto es que se casarón en 1924, yendose a vivir a Brooklyn. Lovecraft sentía verdadero horror por el sexo. A los dos años decasados y se divorciaron tres años más tarde. Tras la separación, lovecraft regresó a Providence y se dedicó a escribir, leer e investigar la historia de Nueva Inglaterra. Hizo algunos viajes pero, con el tiempo, se fue hundiendo en un creciente pesimismo y misantropía. Lovecraft murío de cáncer intestinal e insuficiencia renal el 15 de marzo de 1937. Tenía cuarenta y siete años.


D E T E C T I V E


La novela policial

o detectivesca es una clase de textos o género literario dentro de la novela, que es a su vez un género de la épica y narrativa. Su principal móvil lo constituye la resolución de un caso. Por tanto, se trata de una estructura novelística cerrada. El protagonista, un policía o detective, resuelve el caso usando la razón (siglos XVIII - XIX), basándose en la indagación y observación, o usando la intuición (novela policíaca estadounidense o novela negra). Mientras al principio solamente se mostraban los hechos y las investigaciones del detective, luego se fue poniendo mayor énfasis en la vida y motivaciones del delincuente, y las raíces socioculturales de la delincuencia. La novela negra evolucionó y se vulgarizó gracias a su éxito en colecciones populares hacia el subgénero del thriller (suspense), donde se mezclan la novela policíaca y la novela fantástica. Las novelas policiacas poseen todas ellas una línea común que otorga cohesión a esta modalidad literaria, pero, al mismo tiempo, son tan diferentes entre ellas como distintos son los numerosos autores que han cultivado, y cultivan, este tipo de narrativa. Siempre existe en estas novelas un detective o un policía que investiga un hecho o una serie de acontecimientos (especialmente crímenes, robos, chantajes, etc.) que se han producido con claro quebranto de la ley. Por otro lado, estas novelas a menudo presentan ambientes convulsos, con graves problemas sociales, y en los que las normas éticas de convivencia entre los ciudadanos se encuentran reducidas a su mínima expresión. Además, la novela negra posee una habilidad especial para retratar problemas colectivos, en la mayor parte de las ocasiones con un elevado nivel de conciencia crítica. Es fundamentalmente tan moderna como la misma literatura de

ciencia-ficción, y se desarrolló principalmente durante los siglos XIX y XX; en sus inicios fue calificada como "literatura barata" o "subliteratura", porque el crimen era de por sí un tema antiestético y que se pensaba no tenía trasfondo moral ni artístico. Entre las obras que dieron origen a este tipo de escritos se encuentran varias manifestaciones literarias, como la novela gótica o de horror (siglo XVIII), en donde se presentaban hechos terroríficos, como El Monje (1796) de Mathew Lewis, o como Frankenstein (1818) de Mary Shelley. Este tipo de novelas aportó al género una explicación lógica al final del relato. Otra interesante manifestación literaria fue la llamada novela de aventuras, que consistía en un relato que describía un difícil o accidentado viaje. Su protagonista generalmente era un héroe que representaba al ser humano como debería ser, un hombre lleno de virtudes. Un antecedente histórico importante para el desarrollo de la novela policial fue la creación de la institución policial en Prusia (1822), y luego en Londres (1829) con la Policía Metropolitana en Scotland Yard. En esos años fue también que se prohibió la tortura para la confesión de los criminales, y que comenzó a buscarse indicios para que un sospechoso confesara su culpabilidad por medios menos cruentos, por ejemplo, enfrentándole a los hechos y pidiéndole explicaciones. Aunque el género policial comienza cerca de los años 1840, se han encontrado textos de hace más de 2000 años que se asimilan a este estilo. Un claro ejemplo es la obra de Sófocles Edipo rey, la cual trata de la tragedia griega en la que Edipo lleva a cabo una investigación en la que se da cuenta de que él es el culpable. La génesis de la novela policíaca tiene cabida gracias al estadounidense Edgar Allan Poe, con sus cuentos Los crímenes de la calle Morgue (1841), El misterio de Marie Rogêt (1842-1843), La carta robada (1844) y El


escarabajo de oro (1843). Los tres primeros fueron protagonizadas por Auguste Dupin, el primer detective de ficción, que sirvió de modelo a uno de los personajes arquetípicos del género, el detective Sherlock Holmes de Sir Arthur Conan Doyle, quien considera dos aspectos al resolver un crimen: se fundamenta en deducciones y se obliga a no adivinar nada. Finalmente llega a conclusiones razonadas, como una máquina lógica perfecta. Doyle, junto a Agatha Christie y otros autores, llevaron el género a su madurez, formando la llamada escuela inglesa de novela policíaca, caracterizada por un desarrollo casi matemático de la trama, centrada en la resolución del enigma a través de pistas y piezas que deben encajarse, fórmula intelectualizada y psicológica en sus mejores momentos, que es desenvuelta casi siempre en espacios interiores y en estratos sociales de clase alta. Entre los ingleses merece también citarse a Wilkie Collins quien, con La piedra lunar (The Moonstone, 1868) es considerado como uno de los precursores del género (T. S. Eliot). Se puede decir que el origen de la novela criminal o de misterio tiene una fecha concreta. En 1844, Søren Kierkegaard publica El concepto de angustia, e inmediatamente después ve la luz El cuervo, del propio Poe. No hay una coincidencia fruto de la casualidad. Hay un estrecho margen de tiempo, más bien, en el que la causalidad hace su trabajo. ¿Por qué aparece la novela policíaca? Es el miedo, la “filosofía de la angustia” o “de la inseguridad” de la que habla Kierkegaard, quien reina en el alma de la gente. En una época convulsa aparece la neurosis de la sociedad industrial. Algunos autores aprovecharán incluso este hecho para opinar sobre el origen social de la novela policíaca desde un enfoque marxista.


En sus comienzos, el género policiaco no fue bien recibido en la sociedad, las personas que eran críticas del cine y también las que no, decían que era literatura barata o cine barato, cerca de 1910 a 1950 se consideraba así, pero cambió al llegar las guerras, en especial la segunda guerra mundial. El género se transformó en algo parecido a la crítica, y la gente comenzó a través de la literatura y el cine a darse cuenta de lo que pasaba. Varios escritores o cineastas comenzaron a incluir escenas de la guerra en sus producciones, haciendo que las personas tomaran conciencia de lo que estaba sucediendo. Posee dos vertientes principales: La primera, cronológicamente hablando, fue la escuela inglesa, centrada en la resolución puramente intelectual de un crimen, sin que el análisis de los aspectos sociales y morales del crimen tengan en ella una preponderancia clara; suele ambientarse en los sectores altos de la sociedad y su autor característico es Agatha Christie; las intrigas de este tipo de escuela son muy elaboradas y complejas. La segunda es la escuela estadounidense, centrada en la llamada novela negra que en parte es una evolución de la escuela inglesa pero donde se considera el crimen en su verdadero contexto social y moral, y describiendo el entorno donde más se suele dar, las clases bajas y marginales de la sociedad. Sus maestros son escritores como Dashiell Hammett y Raymond Chandler. La novela negra concede importante papel a la agresividad y la acción, su tempo es rápido, mientras que la escuela inglesa posee un tempo moroso y un estilo más meditativo y tranquilo. Como un subgénero puede destacarse lo que se llama la novela negra invertida, narración en donde el criminal y su crimen son descritos bien al principio de la obra, y sin esconder elementos. La escuela inglesa se diferencia por tener aspectos más tranquilos y el personaje principal (el detective) se encuentra en un rango social más alto que el de la novela negra. Trata los casos con paciencia y los resuelve con un gran análisis que lo llevará a saber quién es el culpable sin tener que recurrir a la violencia o al uso de armas. Fue fundada por Arthur Conan Doyle, Agatha Christie, Dorothy L. Sayers, y P. D. James. La escuela norteamericana, de novela negra o hardboiled, por el contrario, se engendra y desarrolla en unas circunstancias sociales específicas a raíz de la Gran Depresión, que marca en la literatura policial: Un apartamiento de la intención evasiva y el surgir de una honda preocupación social y retorno al realismo en ambientes, fondos, personajes, temas y estilo. Aparición de nuevos escenarios tocados por la crisis y la corrupción. Un público proletario, trabajador, de clase baja y escaso poder adquisitivo, que pedía un lenguaje y unos fondos poco floreados, claros, entendibles y directos, impresos no en libro de tapa dura, sino en revistas, en forma de relatos cortos y papel económico o de mala calidad, el "papel de pulpa" o pulp.

La primera novela policial en lengua castellana es de 1877, La huella del crimen, de Raúl Waleis, y es reeditada por Adriana Hidalgo Editora. La huella del crimen fue publicada por primera vez en Buenos Aires en 1877 y desde entonces permanecía oculta. Raúl Waleis, autor de esta extraordinaria y encantadora novela, es un anagrama de Luis V. Varela (18451911), jurista, político, poeta, dramaturgo y novelista argentino, hijo de Justa Cané (tía de Miguel Cané, el autor de Juvenilia) y Florencio Varela. En el célebre Bois de Boulogne –donde son hallados los primeros cadáveres de la literatura policial (Poe, Gaboriau) – aparece el cuerpo de una persona joven de la nobleza parisina, degollada con un cuchillo de cocina. Ese crimen conmueve a la sociedad francesa, que será aún más sacudida por la resolución del misterio. Andrés L’Archiduc –el primer detective de la literatura en castellano, descendiente de Lecoq y de Dupin, y antecesor de Sherlock Holmes– dilucida este asesinato a partir de sutiles deducciones, y persiguiendo rastros y testigos por Lyon, Marsella y Aviñón. Raúl Waleis es el nombre de pluma del escritor y jurista argentino Luis V. Varela (1845-1911), considerado uno de los representantes destacados de la Generación del 80 e iniciador de la novela policial en castellano. En este género, siguió las huellas del folletín policial francés. Nació en Montevideo, pues su familia había huido exiliada a Uruguay. Regresó a Argentina luego de la caída de Rosas y estudió leyes en la Universidad de Córdoba. Pronto comenzó a publicar artículos en La Tribuna, diario de sus hermanos Héctor y Mariano, se volcó a la política y ejerció diversos cargos públicos: presidente de la Corte Suprema de Justicia de Buenos Aires, diputado constituyente, etc. Su obra literaria comprende la lírica, la dramática y la narrativa. Entre sus escritos, hoy inhallables, se cuentan Amor filial (1867), El ciego (1871), Capital por capital (1872), La huella del crimen (1877), Clemencia (1877), El gato blanco (1879), Mis dos patrias (1905), Entre dos almas (1908).


Nota de tapa

Agatha Christie


Es la escritora de misterio más leída y vendida de todos los tiempos en cualquier género, con excepción de William Shakespeare. Creadora de dos grandes detectives literarios, Hércules Poirot y Miss Marple, y autora de novelas, relatos cortos, obras de teatro, guiones de radio y un sinfín de colaboraciones en publicaciones, Agatha Christie es, sin duda: La Reina del Crimen. Nació el 15 de septiembre de 1890 en Torquay (Devon), Inglaterra, como Agatha Mary Clarissa Miller. Hija de una familia de la burguesía medianamente acomodada, vive una infancia plenamente feliz en un escenario campestre encantadoramente británico, sin duda reflejado posteriormente en muchas de sus novelas. Infancia, que, por otra parte, discurre por los cauces más anárquicos en lo referente a enseñanza, ya que nunca fue al colegio, de hecho, aprendió a leer por ella misma a los cinco años, siendo educada en casa. Su padre, al que adoraba, falleció cuando ella tenía once años, dejando a la familia en una no muy buena situación económica, por lo cual su madre decidió alquilar la casa familiar durante los inviernos y trasladarse ellos a Egipto, lo que resultaba mucho más barato, de modo que ya desde muy jovencita Ágata empieza a viajar y a conocer mundo. A la edad de 16 años marcha a París a la escuela de la señora Dryden para estudiar canto, danza y piano, pero descubre que realmente no está dotada para ello y regresa a casa. Se casó en primeras nupcias con Archibald Christie en la Nochebuena de 1916, pero, el esposo que parecía fiel, se enamoró de otra. La crisis provoca el mayor enigma de la vida de Agatha: su desaparición, durante once días, en diciembre de 1926. Tras el divorcio en 1928, la escritora residió dos años en las Islas Canarias, donde escribió El enigmático Mr. Quinn y El misterio del tren azul. Después de este matrimonio, emprendió una lucrativa carrera de asesinatos, iniciada con El misterioso caso de Styles, que la llevaría a la fama, la convertiría en millonaria reina del crimen e induciría a Bertrand Rusell a manifestar que, “desde Lucrecia Borgia, ninguna mujer ha ganado tanto dinero con el delito como Agatha Christie”. Luego, Agatha conocerá a Max Mallowan, un arqueólogo que se le declaró así: “¿Quieres compartir el futuro con alguien cuya profesión consiste en desenterrar muertos?”. Agatha dijo: “Me encantan los cadáveres. Vivo de ellos”. Y se casaron.


Durante la II Guerra Mundial se quedó sola en Londres, y si bien triste por la ausencia de Max, su actividad no decayó. Volvió a una farmacia militar, donde puso al día sus conocimientos y escribió sin cesar. Su hija Rosalind se casó y enviudó, pero tuvo tiempo para darle su único nieto, su adorado Matthew. Sobre el conflicto bélico, en el que murió su yerno, Agatha Christie comentó que uno se queda con la horrible sensación de que la guerra no arregla nada, que ganarla es tan desastroso como perderla. En septiembre de 1960, celebró sus 70 años yendo a la ópera y regalándose una gran cena, sus dos pasiones, junto con su familia. Poco después, la UNESCO anunció oficialmente que era el autor más vendido del mundo. Y aunque al cumplir años su producción disminuyó en cantidad, no lo hizo sin embargo en calidad ni en ventas. Su marido Max Mallowan, ya un insigne arqueólogo, fue ennoblecido por la reina y Agatha Christie pasó a ser entonces Lady Mallowan. En 1961 fue nombrada miembro de la Real Sociedad de Literatura, así como doctora honoris causa en Letras por la Universidad de Exeter. En 1970, la conmemoración de su 80 cumpleaños fue magnífica: la pintó el célebre Oscar Kokoschka, posó para el Museo de Cera de Madame Tussaud y fue agasajada de forma memorable. Tras las fiestas, entró en una etapa de deterioro físico. Su corazón empezó a fallar y sufrió dos grandes caídas, aunque su mente siguió despierta y aún tuvo fuerzas para publicar seis novelas y estrenar dos obras teatrales. En 1971 se le concedió el título de Dama del Imperio Británico en reconocimiento de su obra, de modo que disfrutó de dos títulos nobiliarios, uno por su marido y otro por ella misma. Agatha Christie se sentía feliz y, siempre irónica, comentó: "¡Es un triunfo para la mala literatura!", en alusión a aquellos críticos que siempre la menospreciaron como escritora. Agatha Christie Mallowan murió de causas naturales el 12 de enero de 1976, a la edad de 85 años, en Winterbrook House, Cholsey, cerca de Wallingford, Oxfordshire, y está enterrada en el cementerio de la iglesia de St. Mary, en Cholsey. Fue una mujer que disfrutó plenamente de la vida, sin seguir los mandatos de la sociedad a pesar de que fue criada bajo las rígidas costumbres victorianas de la época. Agatha Christie Mallowan murió de causas naturales el 12 de enero de 1976, a la edad de 85 años, en Winterbrook House, Cholsey, cerca de Wallingford, Oxfordshire, y está enterrada en el cementerio de la iglesia de St. Mary, en Cholsey. Fue una mujer que disfrutó plenamente de la vida, sin seguir los mandatos de la sociedad a pesar de que fue criada bajo las rígidas costumbres victorianas de la época.


Christie desapareció el 3 de diciembre de 1926, cuando disfrutaba del éxito de su sexta novela, “El asesinato de Roger Ackroyd”. Salió de su casa en Styles (condado de Berkshire, al oeste de Londres), cerca de la medianoche, no sin antes subir al piso superior para darle un beso a su hija, Rosalind. Su automóvil, un Morris Cowley, fue encontrado horas después no muy lejos de la casa, abandonado en una cantera cerca de Guilford, con las puertas abiertas, su chaqueta olvidada en el interior, y el tapado y las valijas de la escritora adentro, pero sin rastro de la novelista. Esta repentina e inexplicable desaparición causó una profunda inquietud al Gobierno británico, quien movilizó a la Policía; ocupó además primeras páginas en los periódicos más importantes del país; y sumió en la perplejidad a sus familiares, amigos y lectores. ¿Dónde estaba Agatha Christie? Como en una historia de suspense de la propia autora, no tardaron en aflorar hipótesis y diversas conjeturas macabras sobre su suerte. Unos decían que había podido morir ahogada en un manantial próximo al paraje donde se halló su coche. Otros opinaban que Christie había muerto o que, por una de esas ironías del destino, había sido asesinada su infiel marido, Archie Christie, un ex piloto que combatió en la I Guerra Mundial. Dándole la vuelta a la tortilla, también se la tachó a ella de infiel, y llego a decirse que había abandonado a su marido y a su pequeña hija para fugarse con otro hombre. Para parte de la prensa pensaba incluso que se trataba de un excelente truco publicitario ideado por la escritora para mejorar las ventas de su sexta novela, quien además intentaba demostrar de manera práctica lo que sostenía en algunas de sus novelas: que se podía desaparecer sin dejar huellas. Ante semejante incertidumbre, el entonces ministro del Interior, ordenó a la Policía británica que acelerara sus investigaciones a fin de aportar luz al enigmático caso. Hasta el célebre novelista Arthur Conan Doyle), padre de Sherlock Holmes, el detective más famoso de la literatura, intentó ayudar en las pesquisas, aunque sin éxito. Era un misterioso caso que habría apasionado sin lugar a dudas a Hércules Poirot, ese belga puntilloso y un tanto pedante que es su personaje más famoso y el detective más popular del mundo, después de Sherlock Holmes. Tras once días sin conocerse su paradero, Agatha Christie fue encontrada finalmente en el Hydropathic Hotel, un hotel de lujo de Harrogate al norte de Inglaterra, sola y haciéndose llamar Theresa Neele. Llevaba diez días instalada tomando baños terapéuticos, jugando a las cartas e intercambiando irónicamente con otros huéspedes teorías sobre la desaparición de Agatha Christie.

Preocupada porque no recibía cartas ni llamados de sus parientes y amigos, publicó en The Times un curioso anuncio: [Amigos y parientes de Theresa Neele, pónganse en contacto con ella. “Hydropathic Hotel, Harrogate”]. Al onceavo día de reclusión un desconocido se acerco a ella a la hora de la cena, mientras se dirigía al comedor. Theresa le permitió que la acompañara hasta su mesa: el desconocido era Archie Christie, su marido, y, por supuesto, Theresa era la famosa escritora, quien aparentemente había perdido la memoria en una cruel paradoja del destino. Agatha nunca explico ese “episodio en blanco” de su vida. Pero ni la misma Agatha que pasó su vida ideando distintas maneras de realizar el crimen perfecto, pudo dar una explicación sobre su perfecta desaparición. Ni siquiera lo aclaró en la autobiografía, publicada después de su muerte. Para decepción de admiradores y críticos, solo se refiere oblicuamente a “días muy tristes “y al acoso de la prensa que la llevo a recluirse en su casa. Hasta ahora, muchas teorías han tratado de explicar el extraño suceso. Una argumentaba que la novelista sufrió una pérdida de memoria tras un accidente de coche. Otra, que el comportamiento de la escritora respondía a un “estado de fuga”, un raro trance amnésico generado por un trauma, o una depresión, debido a que encajaban a la perfección los extraños síntomas que mostró Christie durante su irónica estancia en Harrogate. Y otra, algo más maliciosa, sostiene que todo el episodio fue ideado por la propia Christie con el fin de desbaratar un plan de su marido para pasar un fin de semana con una amante en una casa cercana al paraje donde dejó su automóvil. La verdad solo la sabe ella y se la llevó a su tumba.



Hércules Poirot Detective Privado Es un detective belga creado por Agatha Christie, que junto a Mrs Marple, es uno de los personajes más famosos creados por la escritora y el protagonista de 33 novelas y 50 relatos cortos publicados entre 1920 y 1975. La primera aparición de Hércules Poirot fue en "El misterioso caso de Styles", publicado en 1920, y su última aparición fue en "Telón", publicado en 1975, el año anterior a la muerte de Agatha Christie. Hacia 1930, Agatha Christie encontró a Poirot "insufrible" y hacia 1960, ella sintió que él era "detestable, ampuloso, pesado, egocéntrico". Sin embargo, el público lo amaba y Christie rechazó matarlo, alegando que era su deber hacer lo que al público le gustaba, y lo que al público le gustaba era Poirot. Según la información esparcida en las diferentes obras escritas por Agatha Christie, Poirot podría haber nacido en Spa, ciudad perteneciente a la provincia de Lieja, Bruselas. De familia numerosa pero con pocos recursos económicos, fue en esa ciudad donde pasó su infancia. Ingresó en el cuerpo de policía belga en 1893, destacando por sus métodos poco habituales: Poirot rechaza las pistas evidentes y se decanta por la psicología mediante el análisis del comportamiento a partir de sus extensos interrogatorios. Por las fechas citadas en algunos casos, alrededor de 1904 trabajó en varias ocasiones junto al Inspector Jefe James Harold Japp, de Scotland Yard. Más tarde también lo haría, no sin cierta rivalidad, con el comisario Giraud, de la Sûreté. Durante la Primera Guerra Mundial abandona Bélgica y se instala en Gran Bretaña como refugiado. Es allí, en 1916, cuando se reencuentra con un viejo conocido, el capitán Arthur Hastings, quien vive con su esposa en Argentina pero que, cuando se encuentra de visita

en Inglaterra, acompañará a Poirot sirviéndole de narrador en muchas de sus investigaciones. Ese reencuentro se produce en la mansión de los Styles, donde Hastings está disfrutando de un permiso tras haber sido retirado del ejército por invalidez. Poirot y su amigo deberán investigar el asesinato de la propietaria de la mansión. Después de resolver el caso, el detective será reclamado por los servicios secretos británicos. Al finalizar la guerra, Poirot se convierte en detective privado. Entre las dos guerras mundiales, viajará por toda Europa y Oriente Medio, resolviendo misterios en los que están involucrados personajes de la alta sociedad e, incluso, de la realeza. Se dice que llegó a mantener un romance con la condesa Vera Rossakoff, famosa ladrona de joyas a la que permitió huir de la justicia cuando descubrió sus delitos. No sería la única ocasión en la que el célebre investigador se pusiera de parte de los criminales si las circunstancias le parecieran justas. Tras su periplo en Oriente Medio, regresó a Londres y no volvería a viajar salvo en contadas ocasiones. Aunque hay cierta confusión en las fechas, fue alrededor de 1935 cuando decidió cerrar su agencia para disfrutar de un merecido retiro cultivando calabazas, aceptando participar en la investigación de aquellos sucesos que le parecieran interesantes, como los recogidos en Los trabajos de Hércules, en 1947, o el muy popular caso de Roger Ackroyd. Sin embargo, sus métodos y cierta apatía hacia las nuevas modas y generaciones, le hacen mantenerse en un segundo plano. Tampoco está clara la datación de su muerte, debida a una afección cardiaca, que fue dada a conocer en 1974.


La Novela Negra


La novela negra es, como la definió Raymond Chandler en su ensayo “El simple arte de matar” en 1950, la novela del mundo profesional del crimen. Debe su nombre a que originalmente fue publicada en la revista Black Mask de Estados Unidos y en la colección Série Noire de la editorial francesa Gallimard, pero también al carácter oscuro de los ambientes en que transcurre, lejos de las casas señoriales que ambientaban las novelas policiacas típicas de la época. El término se asocia a un tipo de novela policíaca en la que la resolución del misterio no es el objetivo principal y los argumentos son habitualmente muy violentos; la división entre buenos y malos de los personajes se difumina y la mayor parte de sus protagonistas son individuos derrotados y en decadencia en busca de la verdad o, cuando menos, algún atisbo de ella. La novela negra presenta una atmósfera asfixiante de miedo, violencia, injusticia, inseguridad y corrupción del poder político que refleja las primeras décadas del siglo XX en Estados Unidos, cuando la crisis económica desatada tras la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión de 1929 da lugar a historias policíacas inspiradas por la entrada en vigor de la ley seca (1920-1933) y el subsiguiente desarrollo del crimen organizado y el gansterismo. Se difunde originalmente a través de revistas en papel barato o pulp a un público trabajador o proletario, por lo que su lenguaje no abunda en florituras y existe una genuina preocupación social y ambientación y descripciones naturalistas y urbanas en ambientes marginales como el hampa y los suburbios, pero también en los aparentemente más vistosos de la corrupción política y moral. Por otra parte, el desarrollo de la acción es rápido, movido y frecuentemente violento, no tan intelectual e inquisitivo como en la narrativa policiaca inglesa. Al contrario que en ésta, el crimen se devuelve a los ambientes degradados donde se comete más frecuentemente y la resolución del crimen no es un objetivo primordial, sino la elucidación no explícita de su motivación moral. Tanto el detective como los criminales cruzan a menudo la barrera entre el bien y el mal, pero el detective se muestra muchas veces como un personaje fracasado y cínico que termina salvándose apenas por los pelos al final merced a un rudimentario sentido del honor personal. La motivación o móvil de los crímenes es siempre alguna debilidad humana.


Raymond Chandler comenzaba su influyente ensayo, The Simple Art of Murder (1950), con la siguiente afirmación:“Los escritores ingleses son los mejores escritores aburridos del mundo” (Chandler, Raymond: 1950,)Lejos de ser un comentario banal o vengativo, Chandler utilizaba su habitual ironía cínicamente naif para echar en cara los escritores policíacos ingleses, con esa frase lapidaria y falsamente inocente digna de Philip Marlowe, los subterfugios de los que constantemente se valían autores como Agatha Christie, A.A. Milne o Arthur Conan Doyle para engañar al lector de modo que éste pudiera seguir la lógica del detective sin permitirle ver la solución del caso hasta su resolución final. Lo que Chandler criticaba principalmente de obras como Asesinato en el Orient Express, El misterio de la casa roja, o Estudio en Escarlata, era que la lógica de los misterios que en ellas se presentaban ignoraban los más simples hechos de la realidad detectivesca. Para Chandler la novela detectivesca británica presentaba ficciones puramente fantásticas y sin ninguna conexión con el mundo real. Ejemplo de esto era el London Detection Club con sus “asesinatos perfumados con el aroma de capullos de magnolia” Las características del género “hard-boiled” se derivan en buena medida de la línea editorial impuesta por las revistas norteamericanas que publicaban relatos policíacos a principios de los años 20, las llamadas “pulp magazines” por el papel amarillento y de baja calidad (elaborado a base de pulpa) que utilizaban. Dicha línea editorial estaba condicionada por el tipo de lector al que iban dirigidas. Harold Hersey, editor de este tipo de revistas, afirmaba que la mayoría de los lectores eran probablemente “trabajadores de fábrica, soldados, marineros, mineros, estibadores, rancheros y otros trabajadores manuales”. Más allá de los marcados rasgos machistas de los que, en su superficie, hace gala el género (la frecuente presencia de una mujer fatal que responde fetichistamente al canon de belleza femenina marcado por los “pin-ups” de las revistas masculinas, el regodeo con que las escenas de violencia son descritas y las lacónicas réplicas misóginas que los detectives solían regalar a los personajes femeninos, destaca sobremanera la obsesiva preocupación de los escritores de “hardboiled” por las condiciones laborales de sus protagonistas. El protagonista sin nombre de Cosecha Roja no elige cualquier tipo de trabajo y se cuida mucho a la hora de elegir a su jefe; Philip Marlowe, con frecuencia, evita canjear en el banco el cheque entregado por sus patrones antes de comenzar el caso: sólo los cobra cuando tiene la evidencia de que el trabajo no le planteará conflictos éticos. Por su lado, el operativo de la Continental de Hammett resume su ética laboral, en el relato El saqueo de Couffignal, con la siguiente explicación que da al rechazar un intento de soborno: Soy detective porque resulta que me gusta mi trabajo. Me da un salario decente, aunque podría encontrar trabajos que me dieran más. […]


Si bien el mercado laboral y sus condiciones de trabajo, tenía una importante influencia tanto en el contenido como en el estilo de estas narraciones que intentaban reflejar el mundo de los marginados por la Gran Depresión, también otra clase bien distinta de mercado influyó en el estilo de los escritores norteamericanos de novela policial: el mercado editorial. Por un lado, las propias características de las publicaciones de papel de pulpa, concebidas para ser leídas y luego tiradas, promovían una idea de autoría muy diferente al modelo más liberal de autor que caracteriza a otros círculos más literarios. A los escritores de pulp se les pagaba de uno a cinco centavos por palabra. No era de extrañar que estos estuvieran menos preocupados por el aspecto estilístico de su producción que por la extensión de esta misma. Los escritores de pulp solían generar una media de 3000 a 5000 palabras por día, aunque las estrellas llegaban a hacer hasta el doble de esa cifra. Cuando se estudia un género literario en raras ocasiones se presta atención suficiente a los condicionantes sociales y culturales que lo originan y que determinan sus características. En el caso del “hard-boiled” estos condicionantes tienen una fuerza especial debido al momento histórico en el que aparecen. Una fuerte crisis económica unida al auge de la prensa y los medios de publicación paralelos a ésta, son factores decisivos (aunque no únicos) para explicar cómo es posible que un género tan escindido de la realidad como es el policíaco, se convierta bajo la pluma de algunos escritores norteamericanos no sólo en una suerte de estilizado ejemplo de realismo social, sino también un punto de partida para la experimentación. El ejemplo del “hard-boiled” prueba que unas determinadas condiciones económicas pueden originar un fuerte sistema de códigos literarios para un género, pero que, a su vez, esas mismas condiciones que animan a considerar al escritor como un mero trabajador, llevan en su seno la semilla de la verdadera creación literaria: el poso de insatisfacción por lo ya dado, por lo homogéneo, que incita a transgredir las fórmulas pre-existentes y a escribir de forma que, aunque pueda haber sola-mente “treinta y dos maneras de contar una historia”, las palabras hagan ver que “las cosas no son lo que parecen”.


Nieve Negra: “el suspense Nórdico”


Los países nórdicos se han convertido en la mayor cantera de la novela negra actual. Stieg Larsson, Henning Mankell o Camila Lackberg han relanzado una literatura de género con particularidades propias, que compite en ventas millonarias con el género histórico o la novela fantástica. Este género literario revela una serie de fenómenos que bullen bajo la superficie del aparente esplendor de la sociedad escandinava. Las mafias internacionales, el racismo, la violencia de género, el terrorismo o el capitalismo salvaje son algunos de los componentes de ese lado oscuro inherente a las democracias occidentales, que amenaza con trastocar el orden social. Suecia es el país pionero de este fenómeno y el que cuenta con mayores y más exitosos representantes. Los suecos han conseguido crear una escuela propia de novela negra, con un manejo eficaz del lenguaje, preferencia por el procedimiento policial, frecuente crítica política, en sintonía con el descontento de la opinión pública ante la lenta erosión del Estado del Bienestar. La novela negra sueca surge en los años 60 y alcanza importancia con la pareja Maj Sjöwall y Per Wahlöö, cuyas novelas han influido en toda la literatura policíaca sueca posterior. Sin embargo, será Henning Mankell el que dé fama internacional al género con su serie de novelas protagonizadas por el inspector Kurt Wallander. Asesinos sin rostro o Los perros de Riga unen el thriller y la problemática social. La conocidísima trilogía Millenium, publicada a partir de la muerte de su autor, Stieg Larsson, en 2004, es el núcleo principal sobre el que gravita indiscutiblemente todo el boom actual de la novela negra nórdica. Larsson consigue con su saga un acertado fresco de las realidades sociales del nuevo siglo, especialmente sobre el poder de las grandes corporaciones y la progresiva insensibilización de la moral occidental. La repercusión de la trilogía ha sido tal que ya se habla de una "generación Millenium". Es el caso de autores como Asa Larsson, Anders Roslund o Börge Hellstrom. Dejando a un lado la hegemonía sueca, el resto de países nórdicos no se queda atrás en cuanto a éxito y calidad. En Dinamarca, el novelista Peter Hoeg tocó el género en su best seller de 1992 La señorita Smilla y su especial percepción de la nieve, obra llevada al cine en 1997. Y entre los recién llegados, Jussi Adler-Olsen con su trilogía del Departamento Q.Noruega aporta las figuras de Anne Holt, autora de la oscura trilogía que comienza con La diosa ciega, y del prestigioso Jo Nesbo, que narra las aventuras del detective Harry Hole en novelas como Némesis, de fuerte carácter social. Islandia, un país especialmente exótico, aporta también un enfoque crítico y político con autores como Arnaldur Indridason, encumbrado por novelas como La mujer de verde o El hombre del lago. En Finlandia Jan Costin Wagner pertenece a la mejor tradición del género policiaco. Estos y otros autores son sólo unos pocos ejemplos del que ya es el inagotable filón de la novela que llegó del frío.


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Cuando hace nueve años, en 2001, el periodista sueco Stieg Larsson comenzó a escribir novelas policiales en sus horas de ocio nocturno, jamás pensó que estas larguísimas historias se convertirían hoy en día en todo un fenómeno editorial con diez millones de copias vendidas, recopiladas en tres grandes volúmenes conocidos como la trilogía “Millenium”. El éxito de sus obras, llevadas también a la pantalla cinematográfica, cobraron mayor importancia después su muerte en 2004. Unos días antes de su deceso había entregado la última parte de sus manuscritos, por lo que nunca llegó a saborear el éxito de la fama, mucho menos del millonario rendimiento económico que ahora producen cada una de sus obras, algo que su familia se disputa con puños y dientes, y que su viuda no ha visto ni un centavo. La trilogía, con aproximadamente 2100 páginas, está compuesta de “Los hombres que no amaban a las mujeres”, “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina” y “La reina en el palacio de las corrientes de aire”. A medida que el lector aficionado a la novela negra va compenetrándose con cada una de las historias, los nombres de Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander -los protagonistas de Millenium-, se convierten en aquellos personajes que uno quisiera que nunca desaparecieran. Aquí radica el éxito de Larsson, que atrapa al lector con sencillez y encanto para poner de manifiesto un contexto de violencia de género. Mucha de la experiencia de Larsson se impregna en sus novelas. Cuentan sus biógrafos que a la edad de 14 años y estando de camping, fue testigo de cómo sus amigos violaban a una chica; días después se cruzó con ella por la calle y se acercó a excusarse por no haberlo evitado, pero ella lo rechazó; siempre se sintió culpable. Eso lo marcó y desde entonces fue un feminista convencido. En el personaje femenino de Salander, Larsson puede ponerles rostro a las víctimas de la marginación social y de la violencia machista, y cumplir su ideal de justicia social ofreciéndoles la revancha.

Stieg Larsson fue un periodista y escritor sueco. Saltó a la fama tras su muerte, con la publicación de la trilogía de novelas policiacas Millennium, formada por Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire. Larsson creció en el campo con sus abuelos, en el pequeño municipio de Norsjö, unos 100 km al norte de Umea, que aparece en un capítulo de Los hombres que no amaban a las mujeres. Con ocho años falleció su abuelo y volvió a Umea. Insomne desde su adolescencia, dedicaba noches enteras a redactar en una máquina de escribir que le regalaron a los 12 años; no dejaba dormir a nadie y lo mandaron al garaje. Con 14 años y estando de camping, fue testigo de cómo sus amigos violaban a una chica; días después se cruzó con ella por la calle y se acercó a excusarse por no haberlo evitado, pero ella lo rechazó; siempre se sintió culpable. Eso lo marcó y desde entonces fue un feminista convencido. Más tarde, Stieg trabajó de lavaplatos en distintos restaurantes de la ciudad y en una fábrica de papel. Viajó dos veces a África con el dinero que iba ahorrando. Entre 1977 y 1999 trabajó como diseñador gráfico para la agencia de noticias Tidningarnas Telegrambyrå.


La referencia a las mujeres y a las diferentes formas de violencia que las acechan son el eje central de estas novelas. En ellas aparecen diferentes escenas de agresiones a mujeres. Agresiones que podemos encontrar en las sociedades modernas y democráticas todos los días: violaciones, trata de mujeres y prostitución, violencia en el entorno familiar, agresiones sexuales, acoso laboral, doble desamparo de las mujeres inmigrantes pobres, etc… Ahora bien, en las novelas de Stieg Larsson ninguno de los agresores queda impune, para cada uno de ellos el autor plantea algún tipo de sanción. Por otro lado, la protagonista Lisbeth Salander es una heroína, postmoderna y decadente, tremendamente inteligente, racional e irreverente. Es en cierto sentido una anti-mujer por su falta de emotivismo, su independencia y autonomía. Pero Lisbeth, antisocial y distante, porque “el sistema la ha hecho así”, consigue convertirse en la heroína por antonomasia. A pesar de su aparente falta de principios éticos, Salander sabe distinguir perfectamente entre los buenos y los malos. Por poderosas razones que la trama va desvelando, odia a los hombres que maltratan a las mujeres, y no suele confesar a la policía los asesinatos y delitos que descubre. En tanto que duda del sistema, del Estado y de sus leyes, suele ser ella misma quien decide encargarse de ejecutar las sentencias. Al final, esta parece la única forma de evitar la impunidad. ”No hay inocentes; sólo distintos grados de responsabilidad”, sostiene en distintas ocasiones. La visibilización de todos los aspectos y formas en las que la violencia de género se presenta contribuye a luchar contra ella.

Fue uno de los impulsores de las protestas contra la Guerra de Vietnam en la ciudad. Durante una de las manifestaciones conoció a Eva Gabrielsson, su pareja. Militó en la trotskista: Liga Comunista de Trabajadores. Profundamente comprometido en la lucha contra el racismo y la ultraderecha antidemocrática, participó a mediados de los 80 en la fundación del proyecto antiviolencia Stop the Racism. En 1995 fue uno de los promotores de la Fundación Expo, dedicada a "estudiar y cartografiar las tendencias antidemocráticas, de extrema derecha y racistas en la sociedad". Desde 1999 fue director de la revista de la fundación, también llamada Expo. Empezaron con la revista en 1995 cuando siete personas fueron asesinadas por nazis. Él trabajaba de noche para intentar que todo siguiera funcionando, pero según el mismo Larsson, no recibieron ningún apoyo de la sociedad, y en 1998 la revista se vino abajo. Se reorganizaron con una nueva gestión en 2001. Escribió varios libros de investigación periodística acerca de los grupos nazis de su país y de las conexiones entre la extrema derecha y el poder político y financiero. Amenazado por la ultraderecha, no quiso casarse con su pareja, la arquitecta Eva Gabrielsson, para que su nombre no constara en ningún registro oficial. Larsson sentía también un gran interés por la ciencia ficción; presidía la sociedad escandinava de este género. Muy trabajador, fumador compulsivo, bebedor asiduo de café, aquejado de insomnio. su corazón acabó afectado por este modo de vida y falleció de un infarto hora y media después de ser trasladado al hospital.


Los hombres que no amaban a las mujeres.

... ¿Qué le sucedió a Harriet?

Harriet Vanger desapareció hace 36 años durante un carnaval de verano en la isla sueca Hedeby, propiedad prácticamente exclusiva de la poderosa familia Vanger. A pesar del despliegue policial, no se encontró rastro de la muchacha de 16 años. ¿Se escapó? ¿Fue secuestrada? ¿Asesinada? Nadie lo sabe: el caso está cerrado, los detalles olvidados. Pero hay quien sigue recordando a Harriet, su tío Henrik Vanger, un empresario retirado, ya en el final de su vida y que vive obsesionado con resolver el misterio antes de morir. En las paredes de su estudio cuelgan 43 flores secas y enmarcadas. Las primeras 7 fueron regalos de su sobrina. Las otras llegaron puntualmente para su cumpleaños, de forma anónima, desde que Harriet desapareció. Vanger contrata a Mikael Blomkvist, periodista de investigación y alma de la revista Millennium, una publicación dedicada a sacar a la luz los trapos sucios del mundo de la política y las finanzas. Mikael no está pasando un buen momento: está vigilado y encausado por una querella por difamación y calumnia. Detrás de la querella está un gran grupo industrial que amenaza con derrumbar su carrera y destruir su reputación. Así que acepta el extraño encargo de Vanger de retomar la investigación de la desaparición de su sobrina e intentar tirar de algún cabo suelto. Un trabajo complicado para el que recibe el regalo inesperado de la ayuda de Lisbeth Salander, una investigadora privada nada usual, incontrolable, socialmente inadaptada, tatuada y llena de piercings, y con extraordinarias e insólitas cualidades como su memoria fotográfica y su destreza informática. Así empieza una novela que es la crónica de la guerra interna de una familia, un fresco fascinante del crimen y del castigo, de perversiones sexuales, de trampas financieras, un entramado violento y amenazante.


La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina.

Lisbeth Salander es la mujer más buscada del país. Dos colaboradores de Millennium, a punto de sacar a la luz un escándalo sobre el comercio sexual en Suecia, han sido brutalmente asesinados y las huellas de Lisbeth están en el arma homicida. Sin embargo, nadie puede encontrarla. Mientras, Mikael Blomkvist, editor jefe de Millennium, no cree lo que se dice en las noticias y sabiendo que Salander es feroz cuando se siente amenazada, está desesperado por encontrarla antes de que la acorralen. A medida que encaja las piezas del puzzle, Blomkvist se enfrentará a peligrosos criminales. Blomkvist saca también a la luz algunos datos desgarradores sobre el pasado de Salander. Puesta en manos de instituciones psiquiátricas desde los 12 años y declarada legalmente incapacitada a los 18, es una joven deshecha y confundida producto de un sistema injusto y corrupto. Sin embargo, Lisbeth es más un ángel vengador que una víctima indefensa, y arremete con ira sobre los que la han herido.


La reina en el palacio de las corrientes de aire.

Lisbeth Salander lo ha pasado tremendamente mal, y su encuentro con su padre no salió nada bien. Al comienzo de Millennium 3: La reina en el palacio de las corrientes de aire, está hospitalizada, recuperándose de unas duras heridas que podrían haberla matado. Pero no es su único problema, puesto que fuerzas poderosas del gobierno planean cerrar la conspiración que iniciaron tiempo atrás de una vez por todas sin dejar ningún cabo suelto, esto implica acabar con Salander. Por suerte, el periodista Michael Blomkvist está preparado para publicar una revista especial Millennium con la que espera destapar la conspiración y ayudar a que Salander quede libre de todos los cargos. No será fácil, a los dos les esperan duras pruebas por delante.


Libros de cabecera

“La piedra lunar” (Alba, 2011), de Wilkie Collins, es una fantástica novela policíaca escrita en el año 1868, pocos años después de que Edgar Allan Poe inaugurara el género policial con “Los crímenes de la calle Morgue”. Collins fue pionero de la novela negra europea, con la creación del sargento Cuff, el primer detective de la literatura británica. La novela tiene una estructura muy original, con un estilo ameno y fresco, rebosante de ironía. Toma como punto de partida la desaparición de una joya hindú, para mostrarnos después el testimonio de varios de los personajes, que nos ofrecerán versiones diferentes, entre las cuales se encuentra la verdad. Además de la trama policial, asistiremos a las intrigas personales y familiares de los personajes principales y secundarios que nos ofrecen un retrato de la naturaleza humana y de la sociedad victoriana, hipócrita y machista. En el año 1799, durante el asalto a la ciudad india de Seringapatam, un oficial inglés roba “La Piedra Lunar”, un diamante de color cambiante de la estatua de un dios hindú. La historia de la piedra se remonta al siglo XI, cuando supuestamente el dios lunar impregnó con su aliento divino el Diamante, encomendando su custodia durante siglos a tres sacerdotes brahmanes. La deidad predijo que un desastre caería sobre “el presuntuoso mortal que posase sus manos en la gema sagrada y también a todos los de su casa y su sangre que la heredaran después de él”. El oficial roba el diamante, asesinando a varias personas, una de las cuales le lanza una maldición, “¡La Piedra Lunar habrá de tomar su venganza sobre ti y los de tu sangre”. Varias décadas después, Miss Raquel, la sobrina del oficial hereda la joya por su cumpleaños. Todo lo que envuelve al diamante resulta un misterio para la familia adinerada de la sociedad victoriana. En la fiesta de su cumpleaños, asistirán familiares y pretendientes, además de hacer aparición tres enigmáticos hindúes. La joya desaparecerá de forma misteriosa, convirtiéndose los presentes en testigos y al mismo tiempo en sospechosos. Comienza así el relato por parte de varios de los testigos para descubrir qué ocurrió realmente con la joya, labor que quedará a cargo del peculiar sargento Cuff. El primero estará a cargo de Gabriel Betteredge, mayordomo de la madre de Miss Raquel. Le encargan que escriba todo lo que sabe en relación con el diamante. Betteredge es un apasionado de “Robinsón Crusoe”, cuyas aventuras lee a todas horas. Una de sus frases será premonitoria de lo que le ocurrirá cuando acepte el encargo, “ahora comprendo, aunque demasiado tarde, lo necio que es dar principio a una operación cualquiera, antes de calcular su costo y de pesar exactamente las fuerzas con que contamos para llevarlo a cabo”. Varios personajes aparecerán a lo largo de la novela relacionados con la familia y el diamante y cuyo testimonio resultará clave para comprender qué ocurrió realmente con la joya. La trama se irá complicando con la aparición de nuevos factores que enredarán la investigación. El caso será todo un reto para la mente del sargento Cuff, un detective de extravagante apariencia, al que se le podía tomar “por un párroco, un empresario de pompas fúnebres o cualquier otra cosa, menos por lo que realmente era”. Sus métodos tan poco usuales terminarán provocando la admiración de todos los protagonistas y también del lector.


Arte y pensamiento

Natalie Shau Natalie Shau es una fotógrafa e ilustradora digital nacida en Vilnius, Lituania que ha vivido en Atenas, Grecia, y que actualmente reside en Paris, Francia. Natalie trabaja principalmente con medios digitales, sus imágenes son una mezcla de fotografía, pintura digital y elementos 3D que ella combina para crear escenas surrealistas y extrañas criaturas de aspecto frágil y poderoso al mismo tiempo. http://natalieshau.carbonmade.com


Caravaggio, el primer tenebrista

“El tenebrismo es un estilo pictórico perteneciente al arte Barroco que utiliza la técnica del claroscuro como elemento principal de expresión”

Michelangelo Merisi (llamado Caravaggio por su ciudad natal), el pintor que dio origen a la tendencia tenebrista era un artista revolucionario y apasionado pero con una vida muy agitada. Hombre de reacciones violentas, siempre estuvo envuelto en altercados, peleas y hasta terminó comprometido en asesinatos lo cual le obligó a huir varias veces. Posiblemente fue producto de la sociedad de su época. Eran los tiempos agitados de la Contrarreforma y eran cosa común las torturas y ejecuciones públicas, las guerras muy sangrientas, enfermedades como la peste asolaban y diezmaban poblaciones enteras. Aunque Caravaggio pasó por muy buenas épocas gozando de fama y prestigio contando entre sus protectores y mecenas a personajes influyentes como el cardenal Francesco del Monte, la familia Colonna y nada menos que a un santo, Carlos Borromeo, quienes siempre lo protegieron en sus constantes reyertas callejeras e incluso le proveyeron escondite cuando se vio envuelto en crímenes. En cuanto al periodo artístico, había terminado el Renacimiento que había llegado a la cumbre de la perfección estética con las obras de los grandes maestros Miguel Ángel, Leonardo y Rafael. Como estos artistas no podían ser superados, los artistas que los siguieron crearon el manierismo. Caravaggio no cultivó ese estilo reinante en el período en que empezó como aprendiz, el prefirió desarrollar su propio estilo, dejarse llevar por sus sentimientos, su pasión y por lo que veía del mundo a su alrededor: El tenebrismo. Este es un estilo pictórico perteneciente al arte Barroco que utiliza la técnica del claroscuro como elemento principal de expresión. El claroscuro acentúa un fuerte contraste entre luz y sombra, casi sin medios tonos, y en el cual los objetos iluminados destacan con mucha fuerza porque la luz los moldea y da carácter a los personajes envueltos en la misma.


Sus temas son reales, impactantes, con movimientos bruscos y captados en el momento de mayor tensión. Las expresiones de los rostros dejan de ser beatíficas como en el Renacimiento para ser humanas y con detalles del día a día. El tenebrismo constituye una contribución pictórica de trascendencia en el arte universal e influye de gran manera como estilo artístico en toda Europa manifestándose el llamado Caravaggismo principalmente en Italia, Francia, España y los Países Bajos y en grandes maestros como Guido Reni, Rembrandt, Georges La Tour, Zurbarán, Murillo y Velázquez. En un principio Caravaggio fue criticado y sus obras rechazadas especialmente por la iglesia que consideraba indigno que los santos no fueran hermosos, que tuvieran los pies sucios, que los modelos fueran gente común y corriente retratados con sus defectos físicos o que para los funerales de la Virgen María usara de modelo a una mujer ahogada en el Tíbet con el rostro arrugado y el estómago hinchado. Pero después este estilo fue utilizado, con las correcciones necesarias, por la misma iglesia para difundir la fe y como elemento ejemplificador en los fieles, sobre todo en el tenebrismo español que llegó hasta las colonias como el Perú. Uno sentiría temor en esa época lejana al entrar a una iglesia de enormes bóvedas y surgiera con gran fuerza y dramatismo desde la oscuridad, la imagen de un Cristo crucificado en toda su crudeza. Posteriormente el tenebrismo cayó en el olvido hasta el siglo XX en que fue rescatado en la pintura y en otras manifestaciones artísticas como el cine y la fotografía que necesitaban el uso fuerte de la luz, dramatismo y realismo como en el caso del Expresionismo alemán y el Film Noir. Y ahora, es un estilo muy usado en nuestros días por los artistas, sobre todo principiantes, que quieren en sus obras el dramatismo y la fuerza que da el uso de la luz.


artemisia


Artemisia Gentileschi, primogénita del maestro toscano de la pintura barroca Orazio Gentileschi, nació en Roma el 8 de julio de 1593. Tiempo de contrarreforma y de peste, de mecenas cultivados, de venenos papales y de dagas. Difícil ser pintora en una época como aquella. Pero Artemisia era una romana libre. Pasó una infancia feliz, siempre en los aledaños de la plaza de Spagna, hasta que en 1605, su madre, Prudenzia Montoni, murió en su séptimo parto a los 30 años. Artemisia tenía 12. En vez de ser virgen, esposa, religiosa o prostituta (los cuatro roles atribuidos a las mujeres de entonces), decidió ser artista. Como su padre. Como aquel genio salvaje llamado Caravaggio, cuya pintura, según dicen sus biógrafos, le volvía loca. Más de cuatro siglos han pasado desde el año de la muerte de Caravaggio (1610), cuando Artemisia, que entonces contaba 17 años, firmó su primer cuadro. Se titula Susana y los viejos, y su mirada delicada, colorista y rebelde a la vez, asoma ya en esa escena viva, inmensa, en la que dos ancianos de mirada torva intentan seducir a una muchacha. Meses después, Artemisia fue violada por Agostino Tassi, un pintor que ayudaba a Orazio a decorar la casa del cardenal Scipione Borghese. Tassi se comprometió a casarse con la joven y a vivir con ella nueve meses. Pero Orazio le denunció ante el papa Pablo V. Toda Roma se enteró de la deshonra, pero a Artemisa no le importó. Se sometió a un proceso público que duró varios meses. Tras ser condenado a cinco años de exilio y galeras pontificias su agresor —penas que nunca cumplió—, Artemisia se casa con el florentino Pierantonio Stiattesi, hijo de un zapatero, y se marcha a Florencia. En la corte del gran duque de Toscana, Cosme de Médicis, vivía Galileo Galilei: bajo su influjo y amistad, la pintora se inscribe en la legendaria Academia del Dibujo. Tiene 23 años, y es la primera mujer de la historia que entra en ese Olimpo. En 1617, Artemisia es madre de tres hijos, pinta asiduamente para los Médicis y tiene un amante noble e intelectual, Francesco Maria Maringhi. Pero el marido se endeuda hasta las cejas y la pareja huye a Prato. Desde allí, vuelta a Roma, donde Artemisia vive entre 1620 y 1626 en una casa cercana a la plaza del Popolo que un visitante describe como “digna de un gentilhombre”. Dos de sus tres hijos han muerto, y en 1622 el marido es acusado de haber herido en la cara a un español que cantaba una serenata bajo el balcón de la artista. Pronto se separarán. Ella se irá a Venecia y vivirá tres años de éxito entre los canales libertinos, antes de marcharse a Nápoles para ponerse al servicio de otro admirador de su pintura, el virrey español Fernando Enríquez Afán de Ribera, duque de Alcalá. En el centro de Nápoles abre un taller en el que trabajan una docena de ayudantes y aprendices. Se hace amiga de Onofrio Palumbo, gran artista partenopeo, y durante 20 años forma a los mejores pintores del futuro, Cavallino, Spardaro, Guarino... Su fama cruzó fronteras, y el rey Carlos I de Inglaterra ordenó contratarla. Pasó dos años en Londres, donde su padre era considerado el mayor maestro de su tiempo, hasta su muerte en 1639. Las crónicas dicen que el funeral de Orazio en Londres estuvo a la altura de los de Rafael y Miguel Ángel. Mientras sus coetáneos pintaban iglesias y capillas, Artemisia trabajó sobre todo para coleccionistas privados: el duque de Módena, los Médicis, los D’Este y el conde de Amberes, banqueros, nobles y príncipes europeos. Sus numerosas cartas y facturas atestiguan que fue una de las firmas más cotizadas de su tiempo. Los aristócratas se rifaban sus cuadros, casi todos de figuras femeninas, muchas veces desnudas y siempre llenas de fuerza. Algunas son de un erotismo dulcísimo. Otras son intensas, impetuosas y dramáticas. No hay una sola escena casera. Hay músicas, pensadoras, y muchos homenajes a mujeres bravas: Cleopatra, Diana, la Galatea, María Magdalena, Judith, Dalila, Betsabé… En 1649 andaba terminando su maravilloso autorretrato: parece una mujer de ahora mismo, con los labios pintados y el pelo corto. Según su biógrafa Alexandra Lapierre, “Artemisia rompió todas las leyes sociales y solo perteneció a su tiempo. A la conquista de su gloria y su libertad, con su talento y su fuerza creadora se convirtió en una de las pintoras más celebres de su época y en una de las más grandes artistas de todos los tiempos”.

Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2012/03/19/actualidad/1332184059_166107.html


La sombría genialidad de Eugenio Recuenco

Recuenco es un fotógrafo español, aunque él prefiere definirse como un creador de imágenes. Sus fotografías son ARTE en estado puro. Son imágenes valiosas en sí mismas con una calidad tanto técnica como interpretativa fascinante. Llaman la atención por sus decorados tan cuidados y significativos, a veces sobrecargados y a veces simplificados al máximo. Muchas de sus fotografías tienen una apariencia muy pictórica, marcada por una iluminación que nos recuerda a la técnica del claroscuro, creando grandes contrastes. Su obra es muy variada, sin embargo, todas sus fotografías tienen su sello personal reconocible

indiscutiblemente.

Eugenio

Recuenco ha trabajado para muchas marcas publicitarias, entre ellas marcas de lujo como Loewe, Nina Ricci, Yves Saint Laurent o Gaultier, y sus fotografías han sido publicadas en los medios más importantes e influyentes del planeta.



El arte digital es una disciplina de las artes plásticas que comprende obras en las que se usan elementos digitales, tanto en el proceso de producción como en su exhibición. Los soportes de este tipo de estilo son digitales, por ejemplo, el ordenador, que efectúa cálculos para crear por ejemplo una imagen o un sonido combinando los parámetros programados con un componente de aleatoriedad. Las técnicas utilizadas para el arte digital son muy diversas, una de ellas es el modelado 3D. La primera exposición de gráficos generados por una máquina electrónica tuvo lugar en 1953 en el Sanford Museum de Cherokee, Iowa (EUA). Desde ese momento, cuando todavía el expresionismo abstracto y el informalismo eran las corrientes estilísticas hegemónicas en el panorama artístico occidental, la realización de gráficos con la ayuda de máquinas empezó a multiplicarse hasta llegar a ser vertiginoso y alcanzar su éxito. Fue a finales de los sesenta y principios de los setenta, cuando esta práctica se extendió a numerosos países. La revolución tecnológica del último siglo ha propiciado un arte digital hecho mediante la innovación de programas

informáticos, y también el surgimiento de un gran abanico de cámaras digitales. Los pioneros del arte digital son Charles Csuri, Robert Mallary, David Em, Herbet W. Franke, Lawrence Gartel, John Landsown, Manfred Mahr y Friede Nake. Charles Csuri es considerado el impulsor del arte digital y de la animación por ordenador por el Museo de Arte Moderno y por la Association for Computing Machinery Special Interest Group Graphics. Creó el primer ordenador de arte en 1964. Su exposición “Más allá de las Fronteras” es una muestra de sus trabajos más innovadores de arte en ordenador. Charles Csuri fue el primer pintor en ganar el concurso de la revista Computer and Automations, con una obra que representaba su propio retrato tratado mediante un programa de ordenador. Otro de los impulsores del arte digital es el escultor norteamericano Robert Mallary quien 1968 realiza sus primero gráficos en ordenador. Además, desarrolló un programa de ordenador con el propósito de realizar una escultura y consiguió su objetivo haciendo ciertas transformaciones en una forma tridimensional.


Linda Bergkvist, nació en Suecia el 5 de septiembre de 1977. Es una destacada ilustradora y artista digital de temas de fantasía. Más conocida como Enayla en muchas comunidades virtuales de arte, Bergkvist se especializa en la ilustración de cuentos de hadas góticos, centrándose en lo sobrenatural e irreal. Linda Bergkvist ganó dos premios EXPOSÉ, un concurso de arte digital organizado por Ballistic Publication: Master (personaje en movimiento 2D) y Master (personaje en reposo 2D). Los dibujos fueron editados en el libro Exposé I y, posteriormente, parte de su obra apareció en Exposé II y Exposé IV. Esta serie de libros está considerada como la más importante de la industria del arte digital. Poco después de ganar los dos premios Master publicó, junto con otros tres importantes artistas digitales, d'artiste Digital Painting, donde explicaba sus técnicas de trabajo. Otras de sus obras, siempre bajo Ballistic Publication, se encuentran en la serie de libros Exotique; además el primero de la serie de libros de posters Ballistic Masters está dedicado íntegramente a ella. Linda Bergkvist participó también como artista conceptual en la película La brújula dorada, de 2007.

"Nightshimmer"



Galería NueveMusas

Sarachmet Malgorzata Maj también conocida como "Sarachmet", es una fotógrafa e ilustradora nacida en Polonia. Se graduó en la Universidad de Warmia Mazury en Olsztyn, Polonia, con el título de maestra de artes plásticas, especializándose en pintura sobre seda, y también estudió los fenómenos de la representación de la mujer en el Pre -Raphaelite art.-un tema que continuó en sus obras y sigue siendo notable en su arte. Fascinada por las antiguas mitologías, el misticismo y los clásicos de la literatura (Shakespeare, Dante, Yeats, Baudelaire, Poe) que ha desarrollado en los dos campos principales de su actividad artística, formalmente su arte está basado en la fotografía y técnicas mixtas, así como técnicas photomanipulation. Sus obras han sido exhibidas en exposiciones en Polonia y Estados Unidos y en revistas artísticas como "la cabra Dirty" o "Fotomat".

http://sarachmet.carbonmade.com/






“¿qué es arte sino la más pura Expresión de uno mismo?


NueveMusas A Arrttee ssiinn ffrroonntteerraass

Revista Cultural A単o 2013 Numero 010


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