786 La arcilla respondió: “Soy tan sólo un pedazo de arcilla sin valor, sin embargo a una rosa me he asociado De ese modo la virtud de mi compañera produjo su efecto sobre mi Aunque yo soy sólo la arcilla que siempre fui.” Saadi de Shiraz
Enseñar a través del ser Muchos de los seres humanos más sabios no han sido personas muy célebres ni muy poderosas, ni líderes
con un gran número de seguidores. Gran parte de la curación y transformación profunda que ha tenido lugar en cualquier época proviene de personas a las que no se les conoce por sus extraordinarias facultades ni por sus hazañas milagrosas. Con frecuencia, de las personas más humildes, aquellas cuyas vidas expresan amor y sinceridad, irradia una gran misericordia y transformación. Es muy cierta la siguiente afirmación: «Si quieres conocer a un maestro, debes preguntar a su marido o a su mujer». Se nos conoce por nuestros actos, atención, palabras y sentimientos más personales. Vivir en armonía y paz interior significa incluir cada pensamiento y acción en la expresión orgánica de esa armonía y paz. Las personas arraigadas en la verdadera sabiduría y compasión no sienten necesidad de proclamarlo desde un pedestal. Saben que el único modo significativo de vivir es practicar el espíritu de sabiduría y compasión cada día. Nos sentimos conmovidos por las historias de los grandes sabios y maestros espirituales porque son vivos ejemplos de una sabiduría profunda que también podemos sentir en nuestro interior. Han descubierto cómo encontrar una extraordinaria tranquilidad en medio del caos, cómo asumir los problemas y el escarnio con indulgencia y aceptación. Viven una vida de profunda fe y confianza en medio de la indiferencia y el atrevimiento. Su misión no es cambiar el mundo ni imponer sus propias verdades a los demás, sino vivir de acuerdo a las verdades que han llegado a comprender, y expresar esa armonía interior en todos los aspectos de su vida. El ejemplo de los protagonistas de las historias nos invita a que expresemos y hagamos realidad esta misma armonía en nuestras propias vidas. Se dice que el milagro más extraordinario de la vida espiritual es cambiar los sentimientos. Nuestro modo de vivir y de compadecernos de los demás, el modo en que hablamos y actuamos son nuestras aportaciones al mundo. El hecho de expresar sabiduría y cariño no se consigue realizando unas actividades específicas, ni por la lealtad hacia una religión o una comunidad en concreto. Es mucho más sencillo y elemental que esto. Lo expresamos mediante el modo en que tratamos a nuestro prójimo, a nuestras familias, a nuestra comunidad, a nuestro entorno y a nosotros mismos. La fuerza de nuestro corazón es contagiosa, el espíritu de vigilia e integridad es contagioso. Si deseamos tener paz, debemos ser paz; si deseamos tener amor en este mundo, debemos ser amor. Nuestros hijos, amigos y vecinos se beneficiarán al máximo cuando nos hermanemos con ellos, uniendo nuestros cuerpos y corazones, nuestra integridad y despertar. Cuando preguntaron a Gandhi si tenía algún mensaje para el mundo, dijo: «Mi vida es mi mensaje». ¿Qué mensaje transmite nuestra vida? ¿Qué cualidades de nuestro ser utilizamos en las situaciones difíciles de nuestra vida? ¿De qué modo conmovemos a nuestros amigos, familiares y vecinos sin palabras? ¿Con qué espíritu nos preocupamos de ellos y cómo nos recuerdan? ¿Cuándo vivimos expresando nuestros mejores valores, inteligencia y cariño? ¿Cuándo no lo hacemos? En el caso de vivir nuestra vida con verdadera atención y compasión, ¿cómo viviríamos? (Soul Food - Jack Kornfield)
La Piedad no consiste en que volváis vuestros rostros hacia Levante o hacia Poniente. Piadoso es quien cree en Dios, en el Último Día, en los Ángeles, el Libro y los Profetas. El que da de su riqueza, a pesar del apego que siente por ella, a los prójimos, huérfanos, pobres, hijos del camino, mendigos y para liberar esclavos. El que hace la oración y da el azaque. El que es fiel a los compromisos cuando los contrae. El paciente en el sufrimiento y la adversidad en los momentos más dificiles; esos son los veraces y esos son los valerosos de Dios. (C. 2:177)
786 - F.J.G.