786 CONSIDERACIÓN INTERNA Y CONSIDERACIÓN EXTERNA I Entre las muchas cosas que es preciso observar en nosotros mismos y sobre las cuales debemos trabajar, según la enseñanza que estamos estudiando, se encuentra el estado psicológico llamado consideración interna. Se refiere a un proceso que extrae gran cantidad de fuerza de nosotros y, como todas las cosas que nos extraen nuestra energía inútilmente, nos mantiene dormidos. La consideración interna es un aspecto de la identificación. Como es sabido, el estudio de la identificación en todos sus diferentes aspectos, es una de las formas más importantes de trabajo práctico sobre sí. Un hombre que se identifica con todo es incapaz de recordarse a sí mismo. Con el fin de recordarse a sí mismo es preciso no identificarse. Pero con el fin de aprender a no identificarse, un hombre debe aprender ante todo a no identificarse consigo mismo. Una de las formas más frecuentes de consideración interna es pensar en lo que los demás piensan de nosotros, cómo nos tratan, y qué actitud muestran hacia nosotros. Un hombre suele sentir que no le atribuyen bastante valor y esto lo atormenta y hace que sospeche de los otros; ello provoca en él una enorme pérdida de energía y hasta puede desarrollar una actitud desconfiada y hostil. Una forma de identificación estrechamente relacionada con ésta es la que se llama saldar cuentas. Un hombre empieza a sentir que la gente le debe algo, que merece ser tratado mejor, que merece más recompensas, más reconocimiento, y anota todo esto en un libro de cuentas psicológico, cuyas páginas da vuelta continuamente en su mente. Y dicho hombre empieza a compadecerse a tal punto de su suerte que es casi imposible hablarle de cosa alguna sin que se refiera inmediatamente a sus sufrimientos. Todas las cuentas de este género, todos los sentimientos que se refieren a lo que nos debe la gente y a que no debemos nada, tienen inmensas consecuencias psicológicas para el desarrollo interior del hombre. En el Trabajo un hombre sólo puede crecer mediante el perdón a los otros. Es decir, a no ser que salde sus deudas, nada puede crecer en el hombre. Lo dice la Oración del Señor: "Perdónanos nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores". El sentimiento de que a uno le deben, el sentimiento de las deudas, pone fin a todo. Es contenerse a si mismo y contener a la otra persona. Este es el significado interior de la observación de Cristo que se refiere a hacer las paces con nuestros enemigos. Dice: "Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, en tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante." (Mateo, V, 25, 26.) Si se exige psicológicamente cada libra de carne o cada "céntimo" del hombre que le debe algo a uno —es decir, si se obliga a todos a pedir disculpas, a dar cumplida satisfacción y a humillarse, entonces se estará bajo la exigente ley a la que Cristo advierte que es preciso escapar. Es ponerse uno mismo en la cárcel —es decir, bajo leyes innecesarias— y no se saldrá de ella mientras no se paguen todas las propias culpas. Pero hay una ley de misericordia —es decir, una influencia más alta que la ley literal de ojo por ojo, que es la ley del hombre violento. Este es un ejemplo de "ponerse a si mismo bajo nuevas influencias". Si se desea ponerse bajo las mejores influencias