La naturaleza de la armadura de dios

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Efesios 6:10, 11 “10 Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor. 11 Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo.”


Era común que el autor terminara su carta con una apelación que rescatara su mensaje central e hiciera hincapié en él para impresionar los corazones de los lectores y su voluntad de apoyarlo. Esto es lo que Pablo hace aquí. Esta sección debe leerse a la luz de toda la epístola de Efesios, como un llamado a vivir en la práctica el evangelio de la reconciliación cósmica, no como un apéndice para aquellos que tienen un interés especial en demonología y guerra espiritual. Obsérvese que Pablo ha elegido reformular su mensaje como un llamado a la batalla: eso es, se dirige a toda la iglesia en forma corporativa como a un ejército, no a cada santo en particular. ¡Los soldados que andan solos son fáciles de eliminar! Obsérvese también que Pablo tiene en mente una clase de batalla en particular: la batalla por defender una plaza fuerte. Su exhortación no prepara a los soldados para efectuar un ataque de movilización rápida (faltan las dos armas clave de ataque de los soldados romanos, las jabalinas gemelas), sino para hacer frente (11), resistir (13), y permanecer firmes (14). Es como si ellos controlaran la parte alta de la colina, y el enemigo debe cansarse atacando constantemente colina arriba.

La armadura divina Aunque en Efesios Pablo no sigue el bosquejo normal retórico habitual, el pasaje de 6:1020 funciona como una peroratio, una conclusión alentadora. A veces los filósofos describían su conflicto con las malas ideas como la lucha en un torneo atlético o una guerra; también usaban listas de virtudes, idea general que Pablo incorpora aquí. Algunos aspectos de la conclusión de Pablo se parecen a las exhortaciones que los generales daban a sus tropas antes de la batalla. El AT tiene muchos cuadros de Israel como tal con toda su armadura, estableciendo su justicia: Isaías 59: 17 “Se pondrá la justicia como coraza, y se cubrirá la cabeza con el casco de la salvación; se vestirá con ropas de venganza, y se envolverá en el manto de sus celos.” Pero aunque Pablo toma su lenguaje del AT, a la mayoría de sus lectores la imagen de sus palabras en este párrafo les hubiera evocado la de un soldado romano y podrían haber relacionado esta imagen con su lucha espiritual contra los poderes demoniacos que actúan en el mundo. Dios que luchaba en su favor, les había proporcionado su armadura. El pasaje de efesios 6 donde se describe la armadura de Dios es una metáfora usada por el apóstol Pablo para ayudarnos a entender algunas cosas relacionadas con nuestra manera de defendernos de las fuerzas de las tinieblas. Para analizar debidamente en qué consiste la armadura de Dios necesitamos hacer dos cosas:


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Remontarnos al primer siglo y pensar cómo lucia el uniforme de un soldado de aquel entonces para lograr entender la función de la armadura. Identificar claramente las piezas de la armadura.

Efesios 6:12 indica claramente que el conflicto con Satanás es espiritual, y por lo tanto ninguna arma material puede ser empleada con efectividad contra él y sus demonios. No se nos da una lista de tácticas específicas que él usará. Sin embargo, el pasaje es muy claro en que cuando seguimos fielmente todas las instrucciones, podremos permanecer firmes y obtendremos la victoria, a pesar de sus ofensivas. 1 Tesalonicenses 5:8 “Nosotros, en cambio, que pertenecemos al día, vivamos sobriamente, armados con la coraza de la fe y del amor y con el casco protector de la esperanza de la salvación.”

LAS ARMAS DEL CRISTIANO EL CINTURON Efesios 6:14 “Estad, pues, listos para el combate: ceñida con la verdad vuestra cintura, protegido vuestro pecho con la coraza de la rectitud” El primer elemento de nuestra armadura es la verdad (vs. 14). Esto es fácil de entender, puesto que Jesús dice que Satanás es “el padre de la mentira.” (Juan 8:44). Es muy sorprendente la lista de las cosas que Dios considera como abominaciones. Una “lengua mentirosa” es una de las cosas que Él describe como “aborrecibles para Él” (Proverbios 6:16-17). Él establece claramente que ningún mentiroso será admitido en el cielo (Apocalipsis 22:14-15). Por lo tanto, somos exhortados a basarnos solo en la verdad, para nuestra santificación y liberación, y para beneficio de aquellos ante quienes somos testigos. En la época del Imperio Romano. El soldado tenía por costumbre vestir una túnica larga y un cinturón que sostenía toda su armadura en posición. Cuando iba a la batalla, tenía que levantarse en contienda. El cinturón sujetaba en cierta manera el resto de la armadura. La espada colgaba de éste y la coraza que protegía el tórax también estaba conectada con el de tal forma que si no estaba bien colocado, había una gran posibilidad de que la armadura, en vez de ayudarle, constituyera un obstáculo para el soldado y le impidiera su buen desempeño en la batalla. El cinturón de la armadura representa la verdad en nuestras vidas, si no caminamos en la verdad, no podemos contar con la protección de Dios, ni con sus bendiciones. Lamentablemente, muchos de los hijos del Señor quieren tener victorias espirituales, aun teniendo áreas de su vida que no se conforman a la verdad, y la razón es que el interés de la mayoría no es vivir conforme a los patrones de Dios, sino más bien no ser encontrado en


pecado. En tanto que nadie los descubra, viven tranquilos, porque muchas veces para ellos lo más importante es no pasar vergüenza y no necesariamente andar en integridad de corazón; de manera que siempre y cuando ellos puedan lucir bien ante los demás, sus conciencias no le molestan. Consideremos algunos versos que nos ayudan a entender la importancia de la verdad contenida en la palabra de Dios: Salmos 51:6 “Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría.” Salmos 86:11 “Instrúyeme, Señor, en tu camino para conducirme con fidelidad. Dame integridad de corazón para temer tu nombre.” Salmos 145:18 “El Señor está cerca de quienes lo invocan, de quienes lo invocan en verdad.”

LA CORAZA Efesios 6:14 “Estad, pues, listos para el combate: ceñida con la verdad vuestra cintura, protegido vuestro pecho con la coraza de la rectitud” La “coraza” normalmente consistía en un cuero revestido de metal y protegía el pecho en las batallas; como el yelmo, solo se usaba en combate y no comúnmente. Los soldados romanos debían avanzar hacia adelante en la lucha, lado a lado, de modo que la armadura debía protegerles el frente. Isaías 59:17 “Se pondrá la justicia como coraza, y se cubrirá la cabeza con el casco de la salvación; se vestirá con ropas de venganza, y se envolverá en el manto de sus celos.” Esta justicia no se refiere a las obras de justicia hechas por los hombres—aunque éstas ciertamente son una buena cobertura de protección, cuando las usamos contra los reproches y acusaciones que sufrimos a manos del enemigo. Sino más bien, se trata de la justicia de Cristo, imputada a nosotros por Dios y recibida por fe, la cual guarda nuestros corazones contra las acusaciones y cargos de Satanás, y protege nuestro ser interior de sus ataques. Frecuentemente, cuando la palabra “justicia” es usada en referencia a Dios, representa su perfección moral. Cuando se refiere al hombre, es rectitud moral. En la época en que Pablo escribe esta carta se tenía la idea sobre todo entre los grandes filósofos de la época, de que el corazón era el asiento de la mente y la voluntad; y que los intestinos eran el asiento de las emociones.


La coraza de justicia hace alusión directa a nuestra vida de santidad, queriendo significar que la santidad abarca a todo el individuo, incluyendo su mente, su cuerpo y su voluntad. Tanto la espada del Espíritu como el cinturón de la verdad están íntimamente relacionados con la vida de santidad y obediencia. La coraza de justicia, que implica rectitud moral, habla de nuestra integridad. Una de las características de la persona veraz es que su integridad es reconocida tanto por creyentes como por incrédulos, algo que fue muy evidente en la vida de nuestro Señor Jesucristo. Marco 12:14 “Al llegar le dijeron: —Maestro, sabemos que eres un hombre íntegro. No te dejas influir por nadie porque no te fijas en las apariencias, sino que de verdad enseñas el camino de Dios. ¿Está permitido pagar impuestos al césar o no?” Incluso aquellos que no eran seguidores de Cristo habían reconocido la diferencia que había entre Él y los demás, pues le dicen: “sabemos que eres un hombre íntegro”. Una persona veraz es íntegra, alguien cuyas palabras y estilo de vida son consecuentes y cuya vida está alineada con la verdad de Dios expresada en su Palabra. Es alguien que no tiene “grietas” en su vida, de ahí que se le considere completo. Un paréntesis de este contexto: “Esta pregunta la hicieron por aquellos que ya habían rechazado a Jesús y sólo lo querían atrapar. Si Jesús consentía en pagar tributo al César, los patriotas judíos lo rechazarían; pero si se oponía los romanos lo arrestarían. Este asunto hubiera sido importante para aquellos en la iglesia que estaban padeciendo persecución, fuera en Roma o en otra parte, pero que querían aparentar que eran ciudadanos ideales. La respuesta de Jesús significaba que si vamos a disfrutar los beneficios de un Estado, tendremos que pagar el precio en la forma de impuestos, etc. Pero la estocada de su contestación dio en el blanco, según la opinión de los fariseos y los herodianos. Si debemos dar al César lo que le pertenece, entonces también debemos dar a Dios lo que es de él, cosa que ellos no estaban cumpliendo.”

EL CALZADO Efesios 6:15 “y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz.” El verso 15 habla de la preparación de los pies para el conflicto espiritual. El soldado moderno necesita prestar particular atención a sus pies, tanto como lo hacía el soldado en la antigüedad, donde algunas veces el enemigo ponía peligrosos obstáculos en el camino de avanzada de los soldados. Esto se parecía mucho a las minas de hoy. También la enfermedad puede dañar los pies de un soldado que carezca del calzado apropiado. La idea de la preparación con el evangelio de la paz, sugiere que necesitamos avanzar dentro del territorio de Satanás con el mensaje de gracia tan esencial para ganar almas para Cristo.


Satanás tiene muchos obstáculos colocados en el camino, para detener la propagación del evangelio. Debe ser muy difícil para un soldado librar una batalla con los pies descalzos. Pablo exhorta al creyente a calzar sus pies con el evangelio de la paz si quiere triunfar en la guerra espiritual. Y la razón es que el evangelio es poder de Dios para salvación. Nuestras palabras no tienen poder, pero su evangelio, sí. Nuestras palabras no pueden cambiar a nadie, pero su evangelio sí puede. La razón por la que el cristiano pierde muchas de sus batallas espirituales es porque sus pies al andar no están calzados con el evangelio de la paz. Dato importante “El calzado más común entre los romanos era la sandalia (solea) atada con unas correas (corrigia) constituyendo el conjunto la caliga. Pero se usaba también el calceus, especie de zapato con algunas variedades y que llevaban los senadores y otros magistrados (éstos, de color rojo y aquéllos, negro) y el campagnus o bota más grande, propia también de nobles. El coturno estaba de uso entre los romanos, lo mismo que entre los griegos.” Muchos tratan de plantar iglesias y de ganar almas para Cristo por medio de estrategias y fórmulas humanas que carecen del poder de Dios. En una gran cantidad de los esfuerzos que hoy en día se hacen para ganar a los perdidos, el énfasis no está en el poder de la oración o de la predicación, sino en las estrategias humanas. 1 Reyes 4:34 “Los reyes de todas las naciones del mundo que se enteraron de la sabiduría de Salomón enviaron a sus representantes para que lo escucharan.” Cuando nos relajamos en nuestras tiendas, caemos en un mortal peligro. Nuestra seguridad debemos hallarla siguiendo los hermosos pies del Salvador por los montes, llevando las buenas nuevas y proclamando la paz. Isaías 52:7 “¡Qué hermosos son, sobre los montes, los pies del que trae buenas nuevas; del que proclama la paz, del que anuncia buenas noticias, del que proclama la salvación, del que dice a Sión: «Tu Dios reina»!” Romanos 10:15 “¿Y quién predicará sin ser enviado? Así está escrito: «¡Qué hermoso es recibir al mensajero que trae buenas nuevas!»”

EL ESCUDO Efesios 6:16 “Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno.” Los soldados romanos estaban equipados con grandes escudos rectangulares de madera, de 1,20 m de alto, con el frente recubierto de cuero. Antes de una batalla, en la que podían


ser disparadas flechas encendidas, el cuero era humedecido para apagar cualquier dardo que se lanzara contra ellos. Después de que los soldados romanos cerraban filas, la línea del frente, que sostenía escudos adelante, y los que iban detrás con escudos sobre su cabeza era virtualmente invulnerables a cualquier ataque con flechas encendidas. Uso de los romanos y su escudo “Los romanos tienen varias posiciones tácticas que requerían el uso de muchos soldados de bloqueo con sus escudos juntos. Uno de ellos fue llamado la tortuga, en la que los soldados en una plaza de formación se mantendrían con sus escudos en el aire, excepto para aquellos en la primera línea, que se mantendrían en sus escudos hacia abajo. Esto crearía una caja protegida de gran tamaño. Otra estrategia se utilizó para repeler la caballería. Los soldados se alinean en una fila con sus escudos y sus lanzas hacia abajo apuntando hacia afuera.” El escudo de la fe, del que habla el vs. 16, hace inefectivo el ataque de Satanás de sembrar dudas respecto a la fidelidad de Dios y Su Palabra. Nuestra fe –de la que Cristo es el autor y consumador (Hebreos 12:2) —es como un escudo de oro, precioso, sólido y substancial; como el escudo de poderosos guerreros, por el cual grandes cosas son logradas, y por medio del cual, el creyente no sólo repele, sino conquista al enemigo. Salmos 11:2 “Vean cómo tensan sus arcos los malvados: preparan las flechas sobre la cuerda para disparar desde las sombras contra los rectos de corazón.” La fe es sinónimo de confianza. Un soldado que no tiene fe es un soldado que no posee la confianza necesaria para atreverse a defender su posición, y al menor ataque cederá lo que no sabe, o no se atreve, defender. Tan importante es este elemento para el creyente que la Palabra de Dios nos recuerda que todo lo que no es de fe es pecado (Rom. 14:23) y que sin fe es imposible agradar a Dios (Heb. 11:6). Cuando las tentaciones queman, cuando las circunstancias son adversas, cuando asaltan las dudas, la fe mira arriba y dice: «Creo a Dios». Una reprensión frecuente de parte de Jesús a sus discípulos fue llamarles “hombre de poca fe”, cuando ellos no depositaban en Jesús la confianza que el maestro merecía. La falta de fe nos llena de incertidumbre y de confusión y no hay nada peor que un soldado en combate lleno de miedo e indecisión.

CASCO O YELMO Efesios 6:17 “Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.”


El casco de bronce, equipado con piezas para las orejas, era necesario para proteger la cabeza; aunque era una pieza esencial para la batalla, normalmente no se la usaba fuera de ella. El yelmo del vs. 17 que cubre la cabeza, es, nuevamente para mantener protegida la parte más crítica del cuerpo. Podríamos decir que nuestra manera de pensar necesita ser preservada. La cabeza del soldado estaba entre las partes más importantes por proteger, ya que sobre ella podían descargar los golpes más mortales, y es la cabeza la que ordena sobre todo el cuerpo. La cabeza es el asiento de la mente, la cual, cuando ha sido guardada por la segura “esperanza” del Evangelio para la vida eterna, no recibirá falsa doctrina, o dará lugar a las desesperantes tentaciones de Satanás. La persona no salva, carece de la esperanza de protección contra los embates de la falsa doctrina, porque su mente es incapaz de discernir entre lo verdadero y lo falso. A manera de aplicación, pudiéramos decir entonces que el casco o yelmo tiene la función de proteger nuestra mente. La protegemos porque es allí es donde peleamos la guerra espiritual. De manera que para pelear bien esa guerra lo primero que necesitamos es proteger nuestra mente y nuestros pensamientos, ya que éstos dan origen a las intenciones, a las, a las motivaciones del corazón, y a los diálogos que tenemos con nosotros mismos. Nuestros pensamientos mueven nuestra voluntad para bien o para mal. Filipenses 4:8 “Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio.” Muchos de nosotros a lo largo de nuestra vida hemos tenido pensamientos que no son dignos de Dios y, cuando ese es el caso, no podemos contar con la presencia manifiesta de Dios ni con su paz. Filipenses 4:8 “Pongan en práctica lo que de mí han aprendido, recibido y oído, y lo que han visto en mí, y el Dios de paz estará con ustedes.” Como serpiente, Satanás es un engañador, y como león es un destructor. No podemos dejarnos engañar ni destruir. Tampoco permitir que él nos use para desviar nuestra atención; en las carreras de competencia, si el corredor desvía su atención, terminará tropezando y cayendo. No podemos permitirle que nos use para destruir nuestra persona, nuestra familia, nuestro carácter o nuestra reputación.

La ESPADA Efesios 6:17 “Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.”


La espada (gladius, de 60 a 80 cm) era un arma que se usaba solo en la batalla cuerpo a cuerpo, y las pesadas lanzas que llevaban los soldados de la primera línea ya no eran prácticas. De ese modo, Pablo da a entender que la batalla debe ser entablada enfrentando a los que no conocen la palabra de Dios (el evangelio) con su mensaje, después de que uno esté espiritualmente preparado en las otras formas que se han enumerado aquí. El verso 17 se interpreta a sí mismo, respecto al significado de la espada del Espíritu. Mientras que todo lo demás es de naturaleza defensiva, aquí está la única arma ofensiva en la armadura de Dios. Habla de la santidad y el poder de la Palabra de Dios. No es concebible un arma espiritual más grande que ésta. En las tentaciones de Jesús en el desierto, la Palabra de Dios fue siempre Su poderosa respuesta a Satanás. ¡Qué bendición es, que esa misma Palabra esté a nuestra disposición! La espada que usaba el soldado romano, como ya hemos dicho, colgaba del cinturón. En el texto de Efesios 6 que estamos considerando en relación con la guerra espiritual, la espada es definida como “la palabra de Dios” y la palabra de Dios es conocida como SU VERDAD Juan 17:17 “Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad.” A lo largo de la historia redentora, el pueblo de Dios ha sufrido dos grandes males con relación a la Palabra de Dios: 1) Falta de conocimiento: Oseas 4:6 “pues por falta de conocimiento mi pueblo ha sido destruido.”

2) Falta de conocimiento: Es decir, ortodoxia sin ortopraxis. Santiago 1:22-25 “22 No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica. 23 El que escucha la palabra pero no la pone en práctica es como el que se mira el rostro en un espejo 2 4y, después de mirarse, se va y se olvida en seguida de cómo es. 25 Pero quien se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad, y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarla.” La palabra hace algo más en nuestras vidas y es impedir que nos desviemos: Salmos 119:133 “Guía mis pasos conforme a tu promesa; no dejes que me domine la iniquidad.” Una vida desorganizada no es una vida acorde con la palabra del Señor. Otra de las cosas que la palabra hace es que da dominio propio:


Salmos 119:133 “Guía mis pasos conforme a tu promesa; no dejes que me domine la iniquidad.” El salmista está pidiendo que ningún habito pecaminoso se apodere de él, pero la única forma de que eso pueda darse es si la Palabra ordena sus pasos y le da la fortaleza necesaria para resistir en el día malo. Hay cristianos con mucho dominio propio y cristianos en los cuales el dominio propio es extremadamente débil. Lo que se opone al dominio propio son nuestras emociones. Dios tiene que ser el Señor de nuestras emociones porque de lo contrario éstas nos inducirán a tener cada vez más problemas. Hebreos 4:12 “Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón.” La espada corriente es construida por el hombre para ser manejada por el hombre, pero la espada del Espíritu es manejada por el Espíritu Santo mismo. Zacarías 4:6 “sí que el ángel me dijo: Ésta es la palabra del Señor para Zorobabel: “No será por la fuerza ni por ningún poder, sino por mi Espíritu.” Romanos 1:16 “A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen: de los judíos primeramente, pero también de los gentiles.” Orando en todo tiempo Efesios 6:18 “Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos. Manténganse alerta y perseveren en oración por todos los santos. Orar en el Espíritu (esto es con la mente de Cristo, con Su corazón y Sus prioridades), como en el vs. 18, es la culminación de lo que involucra armarnos a nosotros mismos, vistiendo toda la mencionada armadura de Dios. Es significativo que este pasaje de la Escritura es esencial en las prioridades del ministerio, remarcado a través de las epístolas de Pablo; él sostiene que la oración es el elemento más esencial para alcanzar la victoria y madurez espiritual. Cuán sinceramente la solicita también para él mismo (vs. 19-20).



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