“Nuestras oraciones son para el fortalecimiento espiritual y madurez cristiana, también para la permisión de Dios a que en su nombre, en su voluntad y en su tiempo pueda darnos las bendiciones, peticiones y necesidades que a él le presentamos. Entonces siendo así nos preguntamos constantemente; ¿Estamos orando para que Dios nos responda ciertamente? O ¿Hace falta más tiempo para que Dios cumpla con su voluntad?”
Obstáculo 1: PEDIMOS MAL Santiago 4:3 “Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastarlo en vuestros placeres.” Las oraciones egoístas son siempre aquellas que tienen como intención, gratificar nuestros propios deseos egoístas, y no podemos esperar que Dios responda a tales oraciones. “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” “Las oraciones judías típicamente pedían a Dios suplir las necesidades genuinas. Santiago piensa que tales oraciones serán respondidas (Proverbios 10:24 “Lo que el impío teme vendrá sobre él, y el deseo de los justos será concedido.”) las peticiones basadas en la envidia por los bienes o la posición de otros, solo eran con el propósito de satisfacer sus pasiones.” Oraciones con objetivos egoístas ¿Qué es ser egoísta? El término egoísmo hace referencia al amor excesivo e inmoderado que una persona siente sobre sí misma y que le hace atender desmedidamente su propio interés. Por lo tanto, el egoísta no se interesa por el interés del prójimo y rige sus actos de acuerdo a su absoluta conveniencia. El concepto proviene del ego que es, de acuerdo con la psicología, la instancia psíquica mediante la cual un individuo se hace consciente de su propia identidad y se reconoce como yo. El ego es aquello que media entre la realidad del mundo físico, los impulsos del sujeto y sus ideales. El verdadero propósito de toda oración es la gloria de Dios. Si meramente pedimos recibir algo que nos otorgue placer o para nuestra propia gratificación de una u otra manera, pedimos equivocadamente y no necesitamos esperar por lo que pedimos. Esto explica por qué muchas de nuestras oraciones permanecen sin respuesta.
Las causas de que las oraciones no sean provechosas están en nuestro interior, en el texto más arriba (versículos 1, 2) está la aplicación bien detallada de cuales cosas son obstáculos para orar.
Santiago 4:1, 2 “1¿De dónde vienen las guerras y los conflictos entre vosotros? ¿No vienen de vuestras pasiones que combaten en vuestros miembros? 2Codiciáis y no tenéis, por eso cometéis homicidio. Sois envidiosos y no podéis obtener, por eso combatís y hacéis guerra. No tenéis, porque no pedís.” Lo triste es que haya guerras y pleitos entre cristianos. Sugerir que este párrafo no es de aplicación a los creyentes es una negación de la realidad, y priva al pasaje de todo su valor para nosotros. ¿Cuáles son las causas de todas estas luchas? Surgen de las intensas pasiones dentro de nosotros, que están constantemente debatiéndose para ser satisfechas. Hay el anhelo de acumular posesiones materiales. Hay el empuje en pos del prestigio. Hay el anhelo del placer, de la satisfacción de los apetitos físicos. Estas poderosas fuerzas están obrando dentro de nosotros. Nunca nos damos por satisfechos. Siempre queremos más. Y sin embargo parece que estamos constantemente frustrados en nuestros deseos por conseguir lo que queremos. El incumplido anhelo llega a hacerse tan poderoso que pisoteamos a aquellos que parecen estorbar nuestro avance. Dice Santiago: Matáis. Emplea la palabra mayormente en un sentido figurado. No matamos literalmente, pero la ira, los celos y la crueldad que generamos son homicidio en ciernes. Nos dice: Ardéis de envidia, y no podéis alcanzar. Queremos tener más y mejores cosas que otros. Y en ello, nos encontramos peleando y devorándonos los unos a los otros. 1. Juan y Juana acaban de casarse. 2. Juan tiene un buen trabajo con un salario suficiente. 3. Juana quiere una casa tan buena como las otras parejas jóvenes de la iglesia. Juan quiere un auto del último modelo. 4. Juana quiere muebles finos y buenos electrodomésticos. Algunas de estas cosas se tienen que comprar a plazos. 5. El salario de Juan apenas si es suficiente para soportar la tensión.
6. Entonces nace un bebé; esto significa gastos adicionales y un presupuesto desequilibrado. 7. Al ir aumentando las demandas de Juana, Juan se vuelve gruñón e irritable. 8. Juana reacciona con peleas y lágrimas. Pronto las paredes de la casa están vibrando con el fuego cruzado 9. El materialismo está destruyendo el hogar. 10.Por otra parte, puede que Juana sienta envidia. Piensa que Roberto y Susana Ferrer tienen un puesto más destacado en la asamblea que ella y Juan. 11.Pronto hace observaciones sarcásticas a Susana. Al irse enconando la hostilidad entre ellas, Juan y Roberto se ven envueltos en el conflicto 12.Luego los otros cristianos toman partido y la congregación queda dividida —debido a la codicia de una persona por un puesto destacado. En lugar de llevar estas cosas al Señor en oración, intentamos conseguir lo que queremos mediante nuestros propios esfuerzos. Si queremos algo que no tenemos, deberíamos pedírselo al Señor. Si lo pedimos y la oración no recibe respuesta, ¿qué entonces? Significa sencillamente que nuestros motivos no son puros. No queríamos estas posesiones para la gloria de Dios ni para bien de nuestros semejantes. Las queríamos para nuestro goce egoísta. Muchos oran para despertar su fe. Este tipo de oración está en línea con la voluntad de Dios; pero muchas plegarías por este reavivamiento son puramente egoístas. Las iglesias desean estos reavivamientos para que aumente la cantidad de fieles, para que la iglesia tenga una posición de mayor poder e influencia en la comunidad, para que se llene el tesoro de la iglesia, para que se haga un buen informe en la conferencia. ¿Por qué debemos orar por un reavivamiento? Para la gloria de Dios, porque no podemos soportar el hecho que Dios continúe siendo deshonrado por la frivolidad de la iglesia, por los pecados de quienes no creen, por la orgullosa falta de fe de hoy; porque se hace de la palabra de Dios algo vacío; debemos orar para que Dios sea glorificado por el torrente de su Espíritu sobre la iglesia de Cristo.
Obstáculo 2: PECADOS Isaías 59:1-2 “1He aquí, no se ha acortado la mano del Señor para salvar; ni se ha endurecido su oído para oír. 2Pero vuestras iniquidades han hecho separación entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados le han hecho esconder su rostro de vosotros para no escucharos.” El obstáculo más obvio para la oración efectiva es la presencia de iniquidad y pecados inconfesos en el corazón del que ora. Porque nuestro Dios es santo, hay una barrera que existe entre Él y nosotros cuando venimos a Él con un pecado inconfeso en nuestras vidas. El pecado obstaculiza la oración. Muchos oran y oran y no obtienen respuesta alguna a su oración. A lo mejor están tentados a pensar que no es la voluntad de Dios responderles, o creen que se acabaron los días en los que Dios respondía las oraciones, si es que alguna vez existieron dichos días. Y eso parecería ser lo que pensaron los israelitas. Creyeron que la mano del Señor era demasiado corta, que no podía salvarlos, y que su oído se había vuelto sordo y que ya no podía oír. "No es así -dijo Isaías-, el oído de Dios está justo tan abierto como para oíros como siempre, su mano tan poderosa como para salvar; pero hay un obstáculo. Ese obstáculo es sus propios pecados. Sus iniquidades los han separado de su Dios, y sus pecados les han escondido el rostro de Dios, por eso no los oirá." Esto es lo que sucede en la actualidad. Muchos imploran a Dios en vano, simplemente a causa del pecado en sus vidas. Debe haber algún pecado inconfeso y sin juzgar en el pasado, debe haber algún pecado en el presente que es algo que la persona atesora, y muy probablemente no lo considera pecado; pero tal pecado existe, escondido en alguna parte, en el corazón o en la vida, y Dios "no oirá".
Quien encuentre sus oraciones sin efecto no debería concluir que aquello que pide de Dios no es acorde a su voluntad, sino que debería orar en soledad a Dios junto con el salmista:
Salmo 139:23-24 “23Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes. 24Y ve si hay en mí camino malo, y guíame en el camino eterno.” El pecado es algo horrible, y una de las cosas más horribles del pecado es la manera en que obstaculiza la oración, la manera en que rompe la conexión entre nosotros y la fuente de toda gracia, de toda fuerza y bendición.
Salmo 66:18 “Si observo iniquidad en mi corazón, el Señor no me escuchará.” Mientras continuemos en el pecado o en controversia con Dios, no podemos esperar que El preste atención a nuestras oraciones. Si hay algo que aparece constantemente en los momentos de íntima comunión con Dios, que es lo que nos impide la oración, alejémoslo.
Obstáculo 3: IDOLOS DEL CORAZON Ezequiel 14:3 “Hijo de hombre, estos hombres han erigido sus ídolos en su corazón, y han puesto delante de su rostro lo que los hace caer en su iniquidad. ¿Me dejaré yo consultar por ellos?” Dato contextual: “ancianos que vienen a inquirir. Los ancianos eran la autoridad de los exiliados. Vieron a Ezequiel como suplicantes que buscaban consejo y un oráculo, la actitud de sentarse delante de él (a sus pies) señala que Ezequiel es maestro y vocero de Dios. Está en duda si es que ellos sinceramente aceptaron su autoridad o si solamente sentían curiosidad acerca de lo que él podía ofrecer en cuanto a una palabra de parte de Dios.” ¿A qué llamamos ídolo? Figura, estatua, semejanza, etc., venerada como representación de una divinidad. Un ídolo, en un sentido amplio, puede ser cualquier objeto tangible que se adora como un dios, o como símbolo de ese dios. "Imagen" tiene un sentido un poco más restringido, pues generalmente designa una semejanza fabricada, que supuestamente "retrata" a la deidad que representa. ¿A dónde se introducen los ídolos en nosotros? ¿Qué es un ídolo? Un ídolo es cualquier cosa que tome el lugar de Dios, cualquier cosa que sea el objeto supremo de nuestro afecto. Solo Dios tiene derecho a ocupar el lugar supremo en nuestro corazón. Cualquier otra cosa o cualquier otra persona deben estar subordinadas a Él. 1. Más de un hombre hace de su esposa un ídolo. Ningún hombre puede amar a su esposa más que demasiado, pero sí, puede ubicarla en el lugar incorrecto, puede ponerla antes que a Dios.
2. Más de una mujer hace de sus hijos un ídolo. No quiere decir que amemos a nuestros hijos demasiado. Cuanto más amemos a Cristo, más amaremos a nuestros hijos; pero podemos poner a nuestros hijos en el lugar incorrecto, podemos ubicarlos antes que a Dios, o sus intereses antes que los intereses de Dios. 3. Muchos hombres hacen un ídolo de su reputación o sus negocios. La reputación o los negocios son ubicados antes que Dios. Dios no puede oír las plegarias de dicho hombre. Debemos responder una gran pregunta: si tuviéramos fuerza en la oración ¿está Dios absolutamente primero? ¿Está Él antes de nuestra esposa, de nuestros hijos, de nuestra reputación, de nuestros negocios? De no ser así, la oración elevada es imposible de que sea contestada.
Obstáculo 4: LA TACAÑERIA Proverbios 21:13 “El que cierra su oído al clamor del pobre, también él clamará y no recibirá respuesta.” La tacañería a nivel de la sociedad: No depende de los ingresos de una persona el que ésta demuestre una conducta excesivamente cuidadosa con el dinero sino que es un rasgo de la personalidad promovido desde la infancia por la educación. Si los padres le han escamoteado tanto el dinero como el afecto en la niñez, la necesidad de retener lo poco que le llegaba en esta época generó la tacañería. El tacaño siente que todo gasto es excesivo y este rasgo es parte de su personalidad por lo que es muy difícil cambiar. Esta actitud muchas veces mezquina, puede representar un peligro en las relaciones tanto de pareja como con los hijos así como con socios de trabajo en proyectos comunes. Había un señor tan tacaño que veía los cultos por televisión, y cuando venían las ofrendas cambiaba el canal. Va un tacaño con muchas maletas encima. Hace parar un taxi y le pregunta al chofer: ¿Por cuánto me las lleva al aeropuerto? Por 30 soles. ¿Y las maletas? Las maletas se las llevo gratis. Entones, llévame las maletas, yo me voy caminando. ¡Papá!, ¡papá! ¿Podemos ver la televisión? Sí, pero no la prendan. A la luz de la palabra: Quizás no exista mayor impedimento para la oración que la tacañería, la falta de generosidad ante los pobres y ante la obra de Dios. Es aquel que da generosamente a los demás quien recibe con generosidad de Dios:
Lucas 6:38 “Dad, y os será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante, vaciarán en vuestro regazo. Porque con la medida con que midáis, se os volverá a medir.”
El hombre generoso es el orador potente. El hombre tacaño es el orador sin fuerza.
1 Juan 3:22 “y todo lo que pidamos lo recibimos de Él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de Él.” Quizás la promesa más maravillosa de la Biblia respecto a la entrega de Dios para nuestras necesidades, se encuentra en Filipenses 4:19:
Filipenses 4:19 “Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.”
Obstáculo 5: PERDONAR A OTROS Filipenses 4:19 “Y cuando estéis orando, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone vuestras transgresiones.” Un obstáculo mayor para la oración efectiva es un espíritu que se niega a perdonar a otros. Cuando rehusamos perdonar a otros, crece una raíz de amargura en nuestros corazones, que ahoga nuestras oraciones. ¿Cómo podemos esperar que Dios derrame Sus bendiciones sobre nosotros – indignos pecadores— si albergamos odio y amargura hacia otros y una indisposición a perdonar? Este principio fue bellamente ilustrado en la parábola del sirviente que no perdonó en Mateo 18:23-35. El principio en esta historia es que Dios nos ha perdonado una deuda más allá de toda medida nuestro pecado - y Él espera que nosotros perdonemos a otros, así como nosotros hemos sido perdonados. El rehusar hacerlo constituye un obstáculo en nuestras oraciones. El comentario bíblico William McDonald nos ilustra: “Pero una de las exigencias prácticas para la respuesta a la oración es un espíritu perdonador. Si abrigamos una actitud dura y vengativa contra otros, no podemos esperar que Dios nos oiga y responda. Hemos de perdonar, o Dios no perdonará nuestras transgresiones. Esto no se refiere al perdón judicial de los pecados en el momento de la conversión, lo cual es estrictamente una cuestión de gracia por medio de la fe. Se refiere más bien a los tratos paternos de Dios con Sus hijos. Un espíritu implacable en un creyente quebranta la comunión con el Padre en el cielo y obstaculiza el fluir de la bendición.” Un espíritu que no perdona es uno de los obstáculos más comunes para la oración. La oración es respondida sobre la base de que nuestros pecados sean perdonados; y Dios no puede relacionarse con nosotros basándose en el perdón, cuando nosotros albergamos mala voluntad contra aquellos que han sido injustos con nosotros.
Obstáculo 6: CONVIVENCIA MATRIMONIAL 1 Pedro 3:7 “Y vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor como a coheredera de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas.” Una y otra vez las oraciones de los maridos son obstaculizadas por su propia falla en el debido trato para con su mujer. Por otro lado, es sin duda cierto que las oraciones de las mujeres son obstaculizadas por su falta del trato adecuado para con sus maridos. Si marido y mujer buscaran diligentemente encontrar la causa de sus oraciones no respondidas, a menudo la encontrarían en la relación con su cónyuge. Datos históricos importantes: 1. Al igual que el judaísmo y otras religiones no romanas, el cristianismo se esparció más rápidamente entre las esposas que entre los esposos. Los esposos tenían más que perder hablando al convertirse a una religión minoritaria y no una religión muy popular. 2. Si la mujer quería comenzar a darle reverencia al esposo entonces tendría que comenzar con el silencio a toda costa, esta era vista como una gran virtud en las mujeres. 3. Los moralistas normalmente acompañaban sus exhortaciones con ejemplos de las virtudes expuestas para una mujer. Especialmente les gustaba apelar a las matronas (Sara, Rebeca, Raquel y Lea) del pasado distante, quienes eran universalmente respetadas por su conducta casta en contraste con varios de los modelos contemporáneos de la alta sociedad romana. La discordia en el hogar es definitivamente un impedimento para la oración. Pedro menciona específicamente esto como un estorbo en las oraciones de un esposo, cuya actitud hacia su esposa es menos que bondadosa.
Donde hay serios conflictos en las relaciones familiares, y la cabeza del hogar no está demostrando las actitudes que Pedro menciona, su oración y comunicación con Dios está seriamente obstruida. De igual manera, las esposas deben seguir los principios bíblicos de sumisión al liderazgo de su esposo, si quieren que sus oraciones no sean obstaculizadas (Efesios 5). Más de un hombre que tiene grandes presunciones de piedad, que es miembro muy activo en la obra cristiana, pero muestra poca consideración por el trato hacia su mujer, y es generalmente ingrato, si no bruto, se preguntará, entonces, por qué sus oraciones no son respondidas. El versículo que hemos citado explica el aparente misterio. Por otra parte, la mujer muy devota de la iglesia que con mucha fe atiende todos los servicios pero trata a su marido con la más imperdonable falta de atención, es colérica e irritable para con él, lo hiere con la brusquedad de sus palabras y con su temperamento ingobernable, y luego se preguntará por qué no hay poder en sus oraciones.
Obstáculo 7: LA DUDA Santiago 1:5-7 “5Pero si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. 6Pero que pida con fe, sin dudar; porque el que duda es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra. 7No piense, pues, ese hombre, que recibirá cosa alguna del Señor,” ¿A qué llamamos duda? Se llama duda a la indeterminación que experimenta una persona cuando se le presenta la situación de tener que escoger entre dos juicios o dos decisiones. La mencionada vacilación puede producirse a partir de un hecho, la recepción de una noticia o de una creencia. Entonces, una duda siempre supondrá un estado de incertidumbre (vacilación, perplejidad, titubeo, dilema), porque donde hay dudas no puede haber jamás certezas, si yo estoy dudando acerca de algo que me dijeron es porque no estoy totalmente seguro que eso sea realmente cierto. Definición bíblica de la palabra duda Aporeo (ἀπορέω), verbo siempre usado en la voz media, significa literalmente estar sin camino, estar sin recursos, en apuros, perplejo, en duda, sin saber qué hacer. Diaporeo (διαπορέω), (dia, aparte, intensivo), significa estar totalmente perplejo, con una perplejidad llegando a la desesperanza. Distazo (διστάζω), estar en dos caminos (dis, doble; stasis, estar de pie), implicando incertidumbre acerca de qué camino tomar. Se usa en Mt 14.31 y 28.17. Se dice de los creyentes de poca fe. Cf. meteorizo, estar en ansiosa inquietud. Las oraciones se ven obstaculizadas por la falta de fe. Dios nos ordena que creamos absolutamente en su Palabra. Si la cuestionamos convertimos a Dios
en un mentiroso. Muchos de nosotros lo hacemos al suplicar sus promesas, y no es de extrañar que no haya respuesta a nuestra oración. No tenemos que hacer frente a los problemas de la vida con nuestra propia sabiduría. Si, en el tiempo de la prueba, carecemos de discernimiento espiritual, deberíamos acudir a Dios y confesarle todo acerca de nuestra perplejidad e ignorancia. Todos los que son así ejercitados para encontrar los propósitos de Dios en las pruebas serán abundantemente recompensados. Y no tienen que preocuparse de que Dios les vaya a reñir; se agrada cuando somos receptivos y dúctiles. Todos carecemos de sabiduría. La Biblia no nos da respuestas específicas a los innumerables problemas que surgen en la vida. No soluciona problemas con respuestas detalladas; lo que nos da la palabra de Dios es principios generales. Nosotros hemos de aplicar estos principios a los problemas según se van suscitando en la vida cotidiana. Por eso necesitamos sabiduría. La sabiduría espiritual es la aplicación práctica de las enseñanzas de nuestro Señor a las situaciones diarias. Hemos de acercarnos a Dios con fe, no dudando nada. Hemos de creer que Él ama y se cuida, y que nada es imposible para con Él. Si dudamos de Su bondad y poder, no tendremos estabilidad en el tiempo de la prueba. En un minuto podríamos estar reposando serenos en Sus promesas, y al siguiente sentiremos que Dios ha olvidado ser misericordioso. Seremos como la ola del mar, levantándose a grandes alturas para volver a caer en los valles —agitada y echada de una parte a otra—. Dios no es honrado por la clase de fe que va alternando entre optimismo y pesimismo.
La condición crucial es que pidamos con fe, no dudando nada.