Sin saber muy bien por qué

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22 Entonces Moisés guió al pueblo de Israel lejos del mar Rojo, y se internaron en el desierto de Shur. Viajaron por este desierto durante tres días sin encontrar agua. 23 Cuando llegaron al oasis de Mara, no pudieron beber el agua porque era demasiado amarga. Por eso llamaron al lugar Mara (que significa «amarga»). 24 Entonces la gente se quejó y se puso en contra de Moisés. «¿Qué vamos a beber?», reclamaron. 25 Así que Moisés clamó al Señor por ayuda, y él le mostró un trozo de madera. Moisés echó la madera al agua, y el agua se volvió potable. Fue allí, en Mara, donde el Señor estableció el siguiente decreto como una norma para probar la fidelidad del pueblo. 26 Les dijo: «Si ustedes escuchan atentamente la voz del Señor su Dios y hacen lo que es correcto ante sus ojos, obedeciendo sus mandatos y cumpliendo todos sus decretos, entonces no les enviaré ninguna de las enfermedades que envié a los egipcios; porque yo soy el Señor, quien los sana». 27 Después de salir de Mara, los israelitas viajaron hasta el oasis de Elim, donde encontraron doce manantiales y setenta palmeras. Y acamparon allí, junto a las aguas.


Un hombre se perdió en un bosque, aunque pidió con desesperación ayuda, nadie vino a su rescate, en vista de ello construyó una pequeña choza para sobrevivir y algunas cosas para su utilidad, sin embargo, hizo un viento muy fuerte que provocó que el fuego de la fogata terminara incendiando todo el lugar, aquel hombre decepcionado, se enojó con Dios, y se entristeció mucho. Después de unas horas llego un barco directamente al lugar donde se encontraba aquel hombre para rescatarlo, y sorprendido le preguntó: ¿Cómo me encontró? A lo que el dueño del barco le dijo: “Es que vi la señales de humo que hiciste y rápidamente pudimos dar contigo” El pueblo de Dios estaba caminando ya tres días por el desierto, sin tener lo más básico para vivir que es el agua, a la distancia divisaron un pozo e imagino la gran desesperación que tuvieron de saciar su sed, lo negativo fue que aquella agua no se podía beber porque era amarga, tal fue su decepción que comenzaron a murmurar contra Dios y contra Moisés. ¡Qué cambio tan repentino del sonido del pandero a la voz de la murmuración! Hace tres días ustedes vieron a las doncellas que danzaban, y poco se imaginaron que ellas formarían parte de aquella turba clamorosa que rodea al siervo de Dios y clama: "¿Qué hemos de beber?" Tan veleidoso y voluble es el hombre, que así son los cambios de nuestros sentimientos internos por nuestras condiciones externas. Éxodo 15:22 “Entonces Moisés guió al pueblo de Israel lejos del mar Rojo, y se internaron en el desierto de Shur. Viajaron por este desierto durante tres días sin encontrar agua.” 1. Si hay algo que cada creyente debe saber, es que en el caminar con Dios siempre habrá momentos difíciles (Jn. 16:33) “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tenéis tribulación; pero confiad, yo he vencido al mundo”. 2. Después de haber visto el mar Rojo partir en dos y haberlo cruzado en seco, el pueblo de Israel se desanimó porque en vez de confiar en Dios; ellos pusieron su mirada en Moisés. 3. Muchas personas han probado la libertad en Cristo, pero han vuelto al mundo porque en el camino cristiano experimentaron problemas. 4. Nosotros debemos conocer que a través de los problemas, Dios pone a prueba nuestra fidelidad a Él. El texto dirige la atención suya, antes que nada, a LOS MALES DEL DESIERTO. No necesitamos pasar mucho tiempo pensando en estos males, porque ellos se arrojan en nuestro camino con la suficiente frecuencia; y la propensión de nuestra mente es a exagerarlos indebidamente. Éxodo 15:23 “Cuando llegaron al oasis de Mara, no pudieron beber el agua porque era demasiado amarga. Por eso llamaron al lugar Mara (que significa «amarga»).” Israel apenas acababa de atravesar el Mar Rojo, y habían andado tres días por el desierto de Sur sin hallar agua; y al tercer día, cuando llegaron a una fuente, descubrieron algo peor


que la falta de agua, pues el agua era tan salobre, tan completamente inadecuada para beberse, que aunque pensaban que beberían lo que fuese, no podían de ninguna manera beber esta agua. Cómo, en tres días, aquellas personas que entonaban cánticos al Señor porque había triunfado gloriosamente, ¿habrían de sentir náuseas por el agua que su sed les hacía anhelar con vehemencia? En tres días, ¿serían reducidos a tales apuros que tendrían que beber o morir, y, sin embargo, sentir que morirían si bebieran de esas corrientes nauseabundas? Cuando Israel estaba en Egipto, bebían agua del río Nilo. No era esa un agua ordinaria. Hasta este día, los habitantes de las riberas del Nilo aseguran que el agua tiene un sabor peculiar que no puede encontrarse en ningún otro río, y prefieren las aguas del Nilo a cualquier otra agua del mundo. ¡Qué cambio de la dulzura del Nilo a la amargura de Mara! ¿Acaso no brotó la sugerencia en sus corazones: "nos iba mejor en la servidumbre de Egipto que ahora con la amargura de Mara"? El diablo nos tentó a algunos de nosotros desde el propio principio, diciendo: "miren lo que consiguieron por ser cristianos. Mientras eran como los demás, su corazón tenía júbilo; ahora que han salido y seguido al Crucificado, han perdido la vivacidad de sus espíritus, la brillantez de su ingenio, y todo lo que valía la pena en la vida les ha sido quitado. Éxodo 15:24-25 “24 Entonces la gente se quejó y se puso en contra de Moisés. «¿Qué vamos a beber?», reclamaron. 25 Así que Moisés clamó al Señor por ayuda, y él le mostró un trozo de madera. Moisés echó la madera al agua, y el agua se volvió potable. Fue allí, en Mara, donde el Señor estableció el siguiente decreto como una norma para probar la fidelidad del pueblo.” En segundo lugar, estos males asumen diversas formas. Ustedes advirtieron que durante los primeros tres días en el desierto, no encontraron agua; esa es una prueba. Pero al siguiente día, o al fin del tercer día, encontraron agua. Ahora pensaban que su prueba había terminado: ¡ay!, pero solamente había cambiado su forma. Descubrieron agua, pero era demasiado amarga para poder beberse. 

Nos hemos enterado de algunos que se quejaban porque no tenían hijos, y, como Raquel, su clamor era: "Dame hijos, o si no, me muero." Antes de que pasara mucho tiempo han tenido hijos que demostraron ser algo peor que no tener hijos. Es mejor no tener ningún hijo que tener a un Absalón. Hemos conocido a unos que gozaban de buena salud, pero estaban descontentos porque no tenían riquezas; han conseguido finalmente las riquezas, pero por una constitución física menoscabada, no han podido disfrutarlas.

Es un hecho que la inclinación de la naturaleza humana es a murmurar. Ellos murmuraban, se quejaban, criticaban. Se trata de algo muy fácil, pues la propia palabra "murmurar", es sumamente simple, compuesta de dos sonidos infantiles: mur mur. No contiene ningún


sentido, ninguna agudeza, ningún pensamiento: es más bien el grito de una bestia que el de un hombre -mur mur (ar)- solamente un doble gemido. Así como las aguas amargas fueron una prueba para los israelitas, también los problemas lo pueden ser para usted. En vez de murmurar y deprimirse; Moisés clamó a Jehová. Él sabía en quien había puesto su esperanza, y el Señor respondió a su clamor. Salmos 130:1 “Desde lo más profundo, oh Señor, he clamado a ti.” La verdad es que la decepción es una prueba que todos tenemos que pasar, donde vemos que tan fuerte somos en Dios, el pueblo de Dios reaccionó de manera negativa, pero Moisés sabía que Dios podía cambiar lo amargo en dulce, lo negativo en positivo, la pregunta es ¿Crees que Dios puede hacer eso? ¿Cuál es tu actitud? ¿Estás saliendo victorioso de esta prueba? O te estás quejando. Marcos 9:23 “— ¿Cómo que “si puedo”? —Preguntó Jesús—. Todo es posible si uno cree.”  

Primero, si quieren que la amargura de Mara sea remediada, lleven el caso en oración a Dios. Dios comienza haciendo que comencemos. El pueblo se quejó a Moisés; Moisés llevó la queja a su Señor. La oración, que conquista al cielo, nunca será superada en la tierra.

Dios dirigió a Moisés hacia un árbol que arrojó a las aguas amargas que, de inmediato fueron endulzadas. El árbol es un tipo de la cruz de Cristo que endulza las aguas amargas de la aflicción para todos los fieles y les capacita para regocijarse en la tribulación. Cuando un creyente confía en Dios vivirá tranquilo (Sal. 4:8) Jesús había llegado a una casa en donde la fiesta estaba a punto de amargarse por falta de vino, sin embargo el intervino convirtiendo el agua en vino (Jn. 2:1-11). ¡Qué maravilloso Dios tenemos! El convierte nuestras tristezas en alegría. Éxodo 15:26 “Les dijo: «26Si ustedes escuchan atentamente la voz del Señor su Dios y hacen lo que es correcto ante sus ojos, obedeciendo sus mandatos y cumpliendo todos sus decretos, entonces no les enviaré ninguna de las enfermedades que envié a los egipcios; porque yo soy el Señor, quien los sana». 27 Después de salir de Mara, los israelitas viajaron hasta el oasis de Elim, donde encontraron doce manantiales y setenta palmeras. Y acamparon allí, junto a las aguas. ” Es probable que te hayas enojado con Dios, sin embargo, sabes que lo necesitas, que tarde o temprano tienes que volver a sus pies, y mejor que sea temprano, porque tal vez no puedas acortar una prueba, pero puedes alargarla, “Señor, estoy actuando mal y es que estoy decepcionada (o), te pido perdón, y desde ahora quiero confiar, ayúdame a enfrentar esta prueba y salir en victoria” Dios tiene el control y ¡Si Dios te quita algo bueno, es para darte algo mejor!


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