POPULISMO EN AMÉRICA LATINA

Page 1

POPULISMO EN AMÉRICA LATINA Ensayos sobre política latinoamericana Víctor Marcos Hernández textosdebabel.ediciones


LA INVENCIÓN DEL PUEBLO Y EL POPULISMO UNA PRÁCTICA SOCIAL EN AMÉRICA LATINA Introducción El presente trabajo intenta una reflexión en torno a la cuestión de “pueblo” y “populismo”. La intención es comprender, etimológicamente, los anteriores conceptos, y de ese modo llegar a tomar una posición con respecto a lo analizado y criticado. Como primer momento, encontramos la pregunta, ¿Qué es el pueblo?, e intentaremos una respuesta, complementando la información con elementos de la teología de liberación. Nuestro segundo momento se encuentra al observar el Populismo: práctica social y legitimación. Aquí tocaremos algunos puntos sobre la forma en que Hugo Chávez legitima su poder populista. En cuanto al tercer momento, vemos que surge una nueva pregunta, ¿Qué es el populismo?, donde mostraremos un análisis parecido al que hemos realizado sobre el pueblo. Por último, encontramos la Conclusión, y en ella intentaremos proponer una nueva investigación, y esta sería ¿Qué es el hombre latinoamericano? Es en la conclusión donde tomamos una posición con respecto a lo que hemos planteado en todo el transcurso de nuestro ensayo.

¿Qué es el pueblo? Según Jürgen Moltmann, en su texto “La Iglesia del pueblo”, el “pueblo” es aquel del que se habla generalmente desde la distancia de los gobernantes. El rey tiene su pueblo, a quien manda. Cuando hay guerra, hace un llamado “a su pueblo”. Él mismo no pertenece a él. Si se desciende en la estratificación social, uno se da cuenta de que las clases y las castas hablan de “pueblo” cuando se refiere a aquellos que están por debajo de ellos. Es el pueblo sencillo, el pueblo inculto, el pueblo pobre. Finalmente, son aquellos que no tienen rango, poder, influencia: que están tan abajo que no pueden ver con menosprecio a ningún pueblo debajo de ellos: la masa desorganizada, informe, aquellos con quienes los demás pueden hacer lo que quieren, la plebe, el vulgo, el proletariado1

1

Jürgen Moltmann, “La Iglesia del pueblo”, en Historia de la Iglesia III, Desafío de la ciencia moderna y desarrollo de la teología protestante: Europa y EE. UU., siglos XVII-XX, Arturo Piedra S., Ediciones SEBILA 1991, San José Costa Rica, pag. 143

1


¿Cuál es nuestro motivo al transcribir una cita tan extensa? Intentamos mostrar la perspectiva de la teología de liberación con respecto al concepto de “pueblo”. Moltmann muestra lo que es el “pueblo”, pero su definición se encuentra en función de dos términos griegos, a saber ethnos y ojlos. Por un lado encontramos Ojlos, que designa a la muchedumbre desordenada, la turba, el pueblo, la plebe, el populacho, y aun puede ser traducida como molestia e importunidad. En tanto que Ethnos nos habla, también de pueblo, pero como banda, grupo, cuerpo, escuadrón, rebaño, enjambre, pueblo, raza, linaje, nación, clase y casta. La diferencia entre las dos formas de traducción de “pueblo” se encuentra en su significado. Mientras que ojlos está en la línea de aquellos que han sido marginados, que no tienen una identidad, que no poseen un lugar firme, la muchedumbre desordenada, como señala el significado, ethnos se refiere a nación, es decir, un pueblo con leyes, civilizado, con identidad colectiva. Una gran diferencia que no se podría notar a simple vista en nuestra pronunciación, porque para nosotros “pueblo” es “pueblo”, y podríamos decir que “pueblo es igual a sí mismo”. Pero entendiendo la etimología de “pueblo”, sabemos que “pueblo” no es igual a “pueblo”, y como sostiene Moltmann, “Los pueblos (ethne) no quieren transformarse en pueblo (ojlos)”2 En cuanto a lo que nos dice Juan José Sebreli, en su artículo “Pueblo con mayúscula”, encontramos la postura filosófica sobre la palabra “pueblo”, pues nos recuerda al “prerromántico alemán Herder”, utilizando dos términos alemánes, Volk –voz alemana que designa al pueblo, pero que también se refiere a la nación– y Volkgeist – el “espíritu del pueblo”. Sobre este último fundamentó sus ideas del pueblo como entidad metafísica con capacidad para originar el lenguaje, la religión, el arte, las costumbres, y exageró las cuestiones sobre la peculiaridad de cada pueblo, considerándola incomunicable, inexpresable, inmutable y sólo comprensible a través de la intuición3

Estos dos términos pueden ser complementados con los términos griegos, comparando el significado, pues encontraríamos que la palabra volk se encuentra más unida a ethnos, ya que ambas significan al pueblo como grupo u organización, nación, clase, etc. Ahora, encontramos una diferencia radical entre volkgeist y ojlos, dado que la primera significa el aspecto metafísico del pueblo, es decir, "el espíritu del pueblo”, como lo señala Sebreli, y la 2

Ibid., pag. 144 Juan José Sebreli, “Pueblo con mayúscula”, en http://www.letraslibres.com/interna.php?num=75&sec=3&art=10276 25 de noviembre de 2005

3

2


segunda, tal como lo explicaría Moltmann, el aspecto despectivo, como lo es muchedumbre desorganizada, masa informe, el vulgo, etc. El manejo de estos cuatro términos puede enriquecer nuestro análisis del “pueblo”. La búsqueda de lo que es el pueblo en sí se vuelve una problemática de enormes proporciones, pues en sí mismo, el “pueblo” es una entidad inexistente. Dirá Sebreli, El concepto de Pueblo, considerado como una esencia supraindividual, una entidad ontológica, dotada de unidad y conciencia, es el punto central de las confusiones del populismo y de sus nefastas consecuencias políticas4

Con la anterior cita, podríamos decir que el populismo se encuentra falto del conocimiento que se requiere para lograr entender lo que es el “pueblo”. El texto de Sebreli contiene una fuerte influencia filosófico-política dentro de la línea nietzscheanafoucaultiana, pues, como lo ha señalado el filósofo alemán Nietzsche, en su ensayo “Sobre la verdad y la mentira”, Todo concepto se forma por equiparación de casos no iguales. Del mismo modo que es cierto que una hoja no es igual a otra, también es cierto que el concepto hoja se ha formado al abandonar de manera arbitraria esas diferencias individuales, al olvidar las notas distintivas, con lo cual se suscita entonces la representación, como si en la naturaleza hubiese algo separado de las hojas que fuese “la hoja”, una especie de arquetipo primigenio a partir del cual todas las hojas habrían sido tejidas, diseñadas, calibradas, coloreadas, onduladas, pintadas, pero por manos tan torpes, que ningún ejemplar resultase ser correcto y fidedigno como copia fiel del arquetipo5

Según lo que leemos en Nietzsche, “la hoja”, como “arquetipo primigenio” por medio del cual trazan todas las demás hojas de la naturaleza, no existe; entonces, tal como lo señala Sebreli, “el pueblo”, como “arquetipo primigenio”, como “esencia supraindividual”, como “entidad ontológica”, es inexistente. Y la problemática política se muestra en estas palabras del mismo autor, En el afán de encontrar una entidad concreta, una existencia empírica del “Pueblo”, los populistas lo confunden con las masas congregadas en una manifestación política, en un tumulto callejero, en un acto de protesta o en un estallido social. Pero ninguna multitud abarca a todo el pueblo, sino sólo a una parte; igualmente numerosas pueden ser las demostraciones en una plaza pública para apoyar causas opuestas. Las muchedumbres, por 4

Ibid. Friedrich Nietzsche, “Sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral”, en http://www.nietzscheana.com.ar/sobre_verdad_y_mentita_en_sentido_extramoral.htm, 25 de noviembre de 2005 5

3


otra parte, no tienen voluntad propia: siempre son individuos dentro o fuera de ellas quienes toman las decisiones. Son efímeras, se organizan tan pronto como se deshacen; las pasiones de los grandes estallidos sociales se enfrían y, no bien los integrantes se dispersan, vuelven a encerrarse sobre sí y retornan a la vida privada. Difícil es negar el hecho de que, cuando el individuo forma parte de la muchedumbre, modifica su comportamiento como consecuencia del contagio, de la imitación, del contacto con quienes lo rodean, de la influencia mutua, de las acciones recíprocas, del clima de excitación que está viviendo6

Esta cita nos muestra la diferencia de análisis entre el pueblo y el pueblo, es decir, hemos señalado la palabra ojlos para referirnos a la muchedumbre, a las masas desorganizadas, a los que no poseen una identidad colectiva, y todo indica que la cita se encuentra en una línea de análisis al pueblo que no contempla a las masas desorganizadas como pueblo. Pero en este caso, Sebreli utiliza volkgeist para mostrar que eso es lo que busca el populismo y lo confunde con las masas, con la muchedumbre, con los no-grupos, con el ojlos –el otro “pueblo”, aunque Sebreli no reconozca al “pueblo” dentro de este “pueblo”. Como señala Nietzsche, “Todo concepto se forma por equiparación de casos no iguales”, y así surge “El Pueblo”, porque el populismo equipara a cada individuo con los demás individuos, y se rompen las individualidades por el bien del “pueblo”. Alrededor de esta equiparación hace eclosión la “conciencia colectiva”, que se vuelve una invención del populismo, Una grave falacia de esta teoría es, sin duda, la idea de una conciencia colectiva, hipostasiada en una totalidad que no es la suma de las partes, sino más que éstas y algo distinto a ellas. Los holistas populistas asumen este error hasta sus últimas consecuencias, y miran al individuo como parte, y al pueblo como el todo, como una unidad homogénea sin discontinuidad ni divisiones. Los individuos son así concebidos como pasivos instrumentos de ese superindividuo que es “el Pueblo”, y sus acciones como determinadas por las necesidades de ese ente superior7

La grave falacia, que es la teoría del “espíritu del Pueblo”, la esencia supraindividual, y que contiene la “conciencia colectiva”, es la invención del populismo para legitimar su búsqueda de la unidad, del equilibrio, de la subordinación del individuo al pueblo, aquel como parte, y el último como el todo. La “conciencia colectiva”, como hipóstasis del

6

Juan José Sebreli, Op. cit.

7

Ibid.

4


“pueblo”, es la esencia que se busca, pero al no ser encontrada, se inventa, puesto que el “alma del Pueblo” no existe como unidad orgánica, los sistemas totalitarios necesitan inventarla…8 Populismo: práctica social y legitimación El populismo contiene varias prácticas que se encargan de legitimar su existencia. Fernando Rodríguez, en “Hugo Chávez: El caudillo poseído”, nos hablará de esa legitimidad del populismo en manos del gobierno “chavista”, Con los enormes aportes del petróleo que ahora puede manejar a su antojo, crea un verdadero Estado dentro del Estado, suyo, personalísimo y sin ningún tipo de límite ni de control. Aun al margen de las instituciones gubernamentales encargadas de los diversos ámbitos en que va a actuar. Denomina esos operativos paralelos “misiones” –término de connotaciones religiosas y militares–, y las destina, en muy pocos meses, a “solucionar” problemas reales que necesitan años o decenios para su tratamiento. Éstas son llevadas por su directa y continua intervención, la de sus círculos más cercanos y de las fuerzas armadas. Deben acabar con el analfabetismo, la exclusión del bachillerato y la universidad, el desempleo, la falta de identidad de millones de venezolanos, la nacionalización de centenares de miles de extranjeros…, y subsanar el destrozado sistema institucional de salud, y crear una red subsidiada de distribución de alimentos, y multiplicar mediante minicréditos las cooperativas y microempresas9

Esta perspectiva muestra la manera en que Hugo Chávez tiene que legitimar su poder, el poder del populismo. Es una reacción que se dará a partir del 2003 en Venezuela, pues “Chávez entiende que necesita resultados tangibles, que es la hora de la acción populista”10, e inicia la labor. Esta práctica social, como es el populismo, permite que dicho concepto, así como el de “pueblo”, que ya hemos analizado más arriba, mantenga una constante reinterpretación, y en América Latina permite su renacimiento, pues “El populismo aún late en América Latina”11. Foucault habla sobre las prácticas sociales como aquellas que engendrarán “nuevos objetos, conceptos y técnicas”, …las prácticas sociales pueden llegar a engendrar dominios de saber que no sólo hacen que aparezcan nuevos objetos, conceptos y técnicas, sino que hacen nacer además formas totalmente nuevas de sujetos y sujetos de conocimiento12 8

Ibid. Fernando Rodríguez, “Hugo Chávez: El caudillo poseído", en http://www.letraslibres.com/interna.php?num=75&sec=3&art=10284 25 de noviembre de 2005 10 Ibid. 11 Álvaro Vargas Llosa, “El renacimiento del populismo”, en http://www.letraslibres.com/interna.php?num=75&sec=3&art=10281 12 Michel Foucault, La verdad y las formas jurídicas, Editorial Gedisa, Barcelona 1978, pag. 14 9

5


La práctica social del populismo “inventa” “el alma del Pueblo”, después dedica todos sus esfuerzos a buscar esa alma inventada, sin lograr encontrarla, y entonces la continúa inventando; es así como el populismo se mantiene en una dialéctica infinita, ficticia. Existen elementos que el populismo permitirá que hagan eclosión al permitir que las prácticas sociales “inventen” un nuevo concepto de pueblo; esos elementos son los que Álvaro Vargas Llosa señala, “el voluntarismo, el caudillismo, el espíritu de la lucha de clases, el “antiimperialismo”, la idolatría del Estado, el nacionalismo económico, el abuso del poder”13. Todos estos son los elementos que surgirán de la dialéctica infinita que existe como hipóstasis al populismo.

¿Qué es el populismo? El populismo, como práctica social, no tiene en sí mismo alguna posición política. Nos dice Sergio Sarmiento, en su artículo “Los temores mexicanos”, que el “populismo puede ser de izquierda o de derecha. Benito Mussolini y Adolf Hitler, cada quien a su manera, fueron populistas. También Juan Domingo Perón, Luis Echeverría y José López Portillo, Alan García y Higo Chávez. Lo son Jörg Haider, el líder de la ultraderecha austriaca, y el francés Jean-Marie Le Pen, con sus populistas políticas de rechazo a los inmigrantes. En el mismo caso se encuentra George W. Bush, cuyas acciones militares y reducciones de impuestos sin importar las consecuencias en el presupuesto de su país o en el derecho internacional son, en buena medida, populistas”14. Lo que nos dice Sarmiento es la muestra de que el populismo se inventa. Las prácticas sociales permiten esta invención del populismo, y es por eso que puede adaptarse tanto a un gobierno de izquierda como de derecha. Vargas Llosa nos dirá que una característica del populismo es su “imprecisión ideológica”, Los contornos ideológicos del populista son difusos. El populismo es una plástica mediante la cual cada creador va moldeando una materia blanda, hasta darle la forma muy particular de su voluntad, que por lo general es también la de esa porción del “pueblo” en cuyo nombre esculpe su dudosa obra. Una definición precisa es, pues, imposible: el populista es un ser providencial, situado por encima de las leyes y los programas, que se debe al “pueblo” antes que a una filosofía o doctrina, y por tanto deja muchos espacios libres para la improvisación15 13

Álvaro Vargas Llosa, Op. Cit. Sergio Sarmiento, “Los temores mexicanos”, en http://www.letraslibres.com/interna.php?num=75&sec=3&art=10285 25 de noviembre de 2005 15 Álvaro Vargas Llosa, Op. cit. 14

6


Según la cita, el populismo es una plástica que se puede moldear, es un concepto que se puede estirar en su significado, dada su maleabilidad, “es uno de esos barriles sin fondo donde se meten demasiadas cosas heterogéneas”16, “Populismo” se dice de ciertas concepciones decimonónicas, bastante estrambóticas por arcaicas, anticapitalistas; de determinadas formas de transición en América Latina hacia la democracia y el capitalismo, de la primera mitad del siglo XX: desde posiciones liberales radicales de todo lo que suena hoy a políticas asistencialistas hasta los excesos del Estado de bienestar o a propuestas de mera distribución de la riqueza –de la socialdemocracia y a fines. En sus usos más corrientes y acríticos, simplemente se hace sinónimo de demagogia. Pero seguramente se pueden agregar otras características más o menos variables del fenómeno: caudillismo, militarismo, “tercerismo” o confusionismo ideológico, desprecio de las instituciones y sublimación de lo tumultuario, políticas inmediatistas e ineficaces por inmediatistas, electoralismo oportunista, uso y abuso de la palabra pueblo manejada arbitraria y acomodaticiamente, retóricas nacionalistas y fundamentalistas, división y enfrentamientos de sectores sociales, etc. Características todas negativas políticamente y aun desalmadas moralmente, embaucadoras17

Todos estos elementos, contenidos en el sistema populista, nos muestran que, tanto “el populismo” como “el pueblo”, sean dos elementos de análisis que nos lleven a una reflexión profunda. La plástica que conforma el significado y la práctica social populistas, nos llevan a una visión más real de lo que acontece en América Latina.

16 17

Fernando Rodríguez, Op. cit. Ibid.

7


Conclusión Ante la cuestión del populismo, es difícil tomar, tanto posición, como una distancia que permita un análisis objetivo. No podemos dejarnos llevar, completamente, por los textos que hemos leído, dado que los autores juegan papeles importantes dentro de la política, y sus posiciones son muy marcadas. Podríamos realizar muchas preguntas sobre el populismo, y necesitaríamos recibir respuesta tanto de la izquierda como de la derecha –aun cuando hoy día ya no es fiable calificar posiciones políticas con esos conceptos. Pero ha sido uno de los objetivos de este trabajo, el mostrar la posición de la teología de liberación, en palabras de Jürgen Moltmann, con respecto al significado de pueblo. No era nuestra intensión realizar un ensayo teológico, sino complementar las investigaciones de los teólogos con respecto al populismo y al pueblo. Pensamos que, así como “populismo” y “pueblo” tienen significados no precisos, la palabra “hombre” también ha dejado de tener significado preciso. ¿Por qué tocamos la palabra “hombre” al hablar de “populismo” y “pueblo”? Por el hecho de que, el “hombre” del “pueblo”, aquel que pierde su identidad y su valor a causa de que el “pueblo”, es decir, el todo, lo absorbe, también varía. El “hombre” latinoamericano también debe ser repensado, reinventado, para mantenernos en la forma de pensamiento de este ensayo. Nos dice Foucault que el hombre desaparece como sujeto ya dado, sujeto preexistente18; sostiene que es una invención reciente, y que posiblemente llegará su fin muy pronto 19. Pero no el hombre de carne y hueso, sino el hombre conceptual. El “populismo” permite que el hombre no desaparezca, sino que contenga nuevos significados. El “populismo”, al inventar “el alma del Pueblo”, está inventando al “hombre del pueblo”. Y este podría ser el inicio de un nuevo análisis crítico. ¿Qué es el hombre latinoamericano?

18

Michel Foucault, Op. cit.

19

Michel Foucault, Las palabras y las cosas, Siglo XXI Editores, México 1997, pag. 375

8


Bibliografía

1.- Arturo Piedra S., Historia de la Iglesia III, Desafío de la ciencia moderna y desarrollo de la teología protestante: Europa y EE. UU. Siglos XVII – XX, Ediciones SEBILA, San José, Costa Rica, 1991, pp 149 Friedrich

Nietzsche,

Sobre

la

verdad

y

la

mentira

en

sentido

extramoral,

http://www.nietzscheana.com.ar/sobre_verdad_y_mentita_en_sentido_extramoral.htm

Michel Foucault, La verdad y las formas jurídicas, Editorial Gedisa, Barcelona 1995, pp. 176 Michel Foucault, Las palabras y las cosas, Editorial Siglo XXI, México 1997, pp. 375

Letras libres, marzo 2005, año VII, número 75: 1.- Alfredo Barnechea, “¿Hay una amenaza populista?”, 2.- Álvaro Vargas Llosa, “El renacimiento del populismo”, 3.- Fernando Rodríguez, “Hugo Chávez: El caudillo poseído”, 4.- Juan José Sebreli, “Pueblo con mayúscula”, 5.- Marcos Aguinis, “Perón: el arquetipo”, 6.- Sergio Sarmiento, “Los temores mexicanos”

9


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.