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editorial

CARLOS ALBERTO RAMÍREZ AMAYA El ser humano que acaba de llegar al mundo podría parecer una hoja en blanco: con un destino por venir aún no trazado, sin fisuras en el alma, con los sentidos despertando, sin palabras, sin recuerdos, sin números marcados en el calendario, sin cicatrices, sin marcas en la cara. Podría suponerse que en el instante del nacimiento somos libres. El nacimiento que se celebra en diciembre, sin embargo, es el de un niño que se vincula con una historia, que de algún modo tiene una coexistencia con la paja del pesebre, con el desamparo de los padres, con las estrellas que enmarcaban la noche. Ese niño de la tradición católica, que en realidad es el hijo de un Dios omnipresente y todopoderoso, no se puede concebir como una hoja en blanco, todo lo contrario, parece estar atado a su destino, sujeto al devenir de la humanidad y a la serie de circunstancias que celebran la mayoría de colombianos el 24 de diciembre.

Quizá podría considerarse el pesebre como una imagen de nuestro propio nacimiento, que se vincula con el lugar y el tiempo en el que se produce. Nos reciben al mundo las manos de un médico, de una partera, de la madre. Por el solo hecho de nacer en un lugar se condiciona nuestra nacionalidad, en la mayoría de casos se determina la lengua que hablaremos y nuestros hábitos para la vida cotidiana. Al nacer en determinado año se condicionan nuestras creencias, nuestra forma de ver las estatuas y de entender los héroes.

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La edición número 01 de la Revista VAC nos presenta una parte de nuestras tradiciones, algunos fragmentos del pasado común. Los artículos y la selección fotográfica que el lector encontrará nos acercarán un paso más hacia nuestra

memoria, nos vincularán con los años anteriores a nuestro nacimiento y con la tierra que habitamos.

En esta edición quisimos hablar de la vida desde nosotros, desde los sujetos, las personas, sus vivencias, sus historias, desde lo popular que no solo conlleva años de tradiciones, sino que además envuelve los aspectos profundamente relevantes de nuestras culturas y sociedades. Es así como en estas líneas viajaremos de una lugar a otro y, como en un álbum fotográfico familiar, nos encontraremos con las imágenes de nuestros legado.

Así cerramos este año con una enorme gratitud hacia todos ustedes quienes nos leen, nos ven y nos escuchan, y por quienes día a día trabajamos en mejorar y hacer de VAC un espacio para que hombres y mujeres vivamos la cultura de otra manera.

¡Felices fiestas!

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