opinión | ernesto san martín
la libertad absoluta que nos regala la encarnación Ernesto San Martín
esanmart@mat.puc.cl
Doctor en Ciencia por la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, profesor de la Facultad de Matemáticas UC
«La ampliación de la razón es posible, entre otras cosas, gracias a este ensanchamiento del mundo, el cual está volcado, en tanto donado, a nuestro logos, don del Creador para interpretar sus obras».
C
ada rincón del universo tiene su origen en Dios. Esta es una intuición religiosa que el Cristianismo no solo comparte sino que precisa: ese origen es el logos, la razón (Jn 1, 3a). Sin embargo, hay una novedad que completa de manera inesperada esa primera intuición: ese logos se hizo carne, plantó su habitación entre nosotros; se ensanchó a tal extremo que voluntariamente se limitó para con-vivir con nosotros. ¿Qué puede significar para nosotros esta novedad? La irrupción de Dios en nuestra historia significa la manifestación de nuevos fenómenos que sin esta irrupción no se manifestarían. Así, para nosotros, «intérpretes de la naturaleza», se trata de un ensanchamiento de los fenómenos donados a la mirada múltiple del ser humano. La ampliación de la razón es posible, entre otras cosas, gracias a este ensanchamiento del mundo, el cual está volcado, en tanto donado, a nuestro logos, don del Creador para interpretar sus obras (Sir 17, 5). Por lo tanto, un camino que asegura el despliegue del ethos propio de una universidad católica (el dialogo entre fe y razón) es el intuir estos nuevos fenómenos que problematizarán, en grados diversos, nuestros desarrollos disciplinares. Estos nuevos fenómenos quedarán ausentes del mundo si este esfuerzo no se realiza. Esfuerzo que corresponde a miembros concretos de una universidad católica, en diálogo pluridisciplinar e interdisciplinar. A medida que hemos avanzado, intentamos hacer un esfuerzo fenomenológico de comprensión de nuestra tarea, nos topa-
mos con una pregunta que Adolphe Quetelet, fundador de la Estadística Social, se hizo hace unos 150 años: ¿Cómo es posible una ciencia social si está basada en el estudio de fenómenos humanos que, en principio, son intrínsecamente libres?1 Ciertamente podríamos responder, como Quetelet, que se trata de una libertad limitada, aunque esta respuesta necesita una reflexión pues hay que preguntarse el por qué de ese límite. Para Quetelet ese límite permite proteger los designios del Creador. Otra respuesta se relaciona con el hecho social, que trasciende el grupo humano (bases de la definición moderna de educación). ¿Cómo pensar la relación entre hecho social y libertad humana? Está en juego el estatuto de ciencia de la Estadística Social, y con ello todas las decisiones de política pública que permanentemente se toman sobre la base de esta disciplina. Merece este problema ser pensado, pues el logos encarnado que asumió nuestra misma carne pecadora (Rom 8, 3b) actuó socialmente como hombre libre. Las palabras del poeta Machado son decidoras a este respecto: «El Cristo, muriendo en la Cruz para salvar al mundo, no es lo mismo que el mundo crucificando al Cristo para salvarse. Aunque el resultado fuera el mismo… no es lo mismo». La libertad absoluta es un nuevo fenómeno que nos ha sido donado con la Encarnación. Existe y por tanto problematiza cada comprensión sistemática del ser humano. Dejar a un lado esta problematización significa estrechar la comprensión que vamos construyendo de nosotros mismos.
1. Bulletin de la Commission Centrale de Statistique, 1847, volumen 3, págs. 135-155.
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