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Aldo Novarese La tipografía sensitiva La edición en castellano de El signo alfabético acerca por primera vez al público español las lúcidas reflexiones de Aldo Novarese, tipógrafo italiano autor de decenas de fuentes y de una clasificación histórica de tipos alfabéticos. Texto: Eduardo Bravo
“Como es fácilmente comprensible, diseñar caracteres es un arte sensitivo; por tanto no cabe confiarse (y fiarse) completamente de la geometría” advertía Aldo Novarese en su obra Alfa-beta. Lo studio e il disegno del carattere. Una afirmación sobre la que hacía hincapié en su siguiente obra, la magnífica El signo alfabético, un tratado sobre la clasificación y evolución de los alfabetos en el que el tipógrafo italiano exponía que “en la formación de las letras de nuestro alfabeto, más allá de conocer su evolución, cabe disponer de las
nociones ópticas indispensables para poder corregir las aberraciones con las que la retina continuamente impresiona nuestra visión”. Sin lugar a dudas, la percepción es una variable más a tener en cuenta a la hora de desarrollar una tipografía y fue a desentrañar sus trucos y secretos a lo que Novarese dedicó la primera parte de El signo alfabético. La segunda la reservo para narrar la evolución de la escritura desde el jeroglífico egipcio hasta la letra romana y a repasar la evolución de la escritura occidental desde la época romana
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hasta nuestros días. Cerraba el estudio un análisis de los diferentes estilos tipográficos que habían ido surgiendo a lo largo de todo ese tiempo y para lo cual echaba mano de su propia clasificación: Lapidarios, Medievales, Venecianos, de Transición, Bodonianos, Manuscritos, Adornados, Egipcios, Lineales y de Fantasía. Unas conclusiones a las que Novarese había llegado después de años formándose como tipógrafo, no sin penurias y dificultades derivadas, en buena parte, por la
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Segunda Guerra Mundial, que le volvió una persona taciturna y huraña. Desde muy joven cursó estudios en la Scuola Artieri Stampatori de Turín donde aprendió diseño, imprenta artística y comenzó a diseñar carteles de espectáculos y anuncios publicitarios. De ahí pasará a la Scuola Tipográfica Vigliardi-Paravia donde conocerá al profesor de estética de la letra Alessandro Butti, que lo invitó a trabajar en el Studio Artístico de la Fundación Nebiolo.
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Novarese, que por entonces contaba con apenas 16 años, aceptó la propuesta de Butti y, a partir de entonces, le ayudaría en el desarrollo de sus tipografías aunque no tardaría mucho en desarrollar las suyas propias. Durante la Guerra es detenido y encarcelado por oponerse a la política beligerante de Mussolini y, tras ser liberado, se unió a un grupo de partisanos, hecho que tras una nueva detención, provocó que estuviera a punto de ser fusilado.
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Finalizado el conflicto, Novarese regresó a su actividad laboral y, ya en 1952, asumió la dirección del Studio Artísico de Nebiolo donde, además de tipografías, realizó páginas de publicidad y portadas para la revista Graphicus, con la que iniciaría una fructífera colaboración que le permitiría escribir artículos sobre diseño, ofrecer consejos profesionales a los lectores y divulgar las bases de la cultura tipográfica, algo muy interesante teniendo en cuenta que el público al que iba dirigida la revista no eran diseñadores gráficos sino impresores.
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Esa labor de divulgación alcanzará su cénit con la publicación en 1964 de Alfa-beta. Lo studio e il disegno del carattere, ensayo dirigido a estudiantes de diseño gráfico que funcionaba tanto como un manual de diseño tipográfico, cuanto catálogo de los mejores tipos de letra disponibles en el mercado en ese momento. Un trabajo que avanzaría muchos de los temas y elementos que Novarese vertería posteriormente en El signo alfabético, publicado en 1971 y que, recientemente, ha sido editado en español
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por la editorial valenciana Campgràfic, respetando su maquetación original y completándolo con una introducción de Silvia Sfligiotti, ejemplos de la producción de tipos de Novarese y una explicación de su clasificación de los estilos. En dicha introducción, Sfligiotti sostiene que una de las características de Novarese como profesional de la tipografía es su capacidad para resolver problemas tipográficos de su época, razón por la cual, sus diseños “no encontrarían hueco en una
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oferta tipográfica sobredimensionada”. Un hecho que explicaría por qué muchos de sus diseños nunca han sido digitalizados y algo que tal vez el propio Novarese ya intuyera cuando afirmó que “el signo alfabético es una cosa viva. En los últimos 50 años se han creado más alfabetos que en los quinientos anteriores”. Una frase enunciada mucho antes de la aparición de los programas domésticos de generación de tipografías y que da aún más vértigo cuando la analizamos bajo esta nueva realidad. l