Julio- agosto 2020
No. 41
Proyecto apoyado por el Ministerio de Cultura Programa Nacional de Concertaciรณn Cultural
ES HORA DE CONTAR
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CrÊditos Contenido Revista N° 41Julio- agosto 2020
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MarĂa Teresa Agudelo VerĂłnica Madrid Betancur
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Editorial
Walter Alonso GarcĂa
De Festival
Entre Cuentos y Flores 2020
Cuenteros en la Mira
Homenaje PĂłstumo Mayra Navarro
Érase una vez
CorrecciĂłn de estilo MarĂa Teresa Agudelo
Julio- agosto 2020
No. 41
Editorial
Por: Walter Alonso García
CUENTERÍA
EN LOS TIEMPOS DEL COVID En medio de la cuarentena las cosas han empeorado para casi todos, pero entre los más afectados están los artistas, en general, y en el caso particular de este artículo: los cuenteros. Y no es que antes las cosas estuvieran bien. En Colombia, el DANE, cada que se instalaba un semáforo reportaba al menos un nuevo empleo, y a veces hasta dos: el vendedor y el artista callejero. Incluso existen rumores de que el Ministerio de Cultura estaba contemplando aumentar el tiempo de espera de algunos semáforos para que aumentara la calidad de las representaciones artísticas que se presentan en el intervalo que permanece la luz roja y así apoyar la cultura. Sí, es un chiste. No obstante, la realidad no está muy lejos. Ya antes, cuando el miedo al coronavirus comenzaba a esparcirse, pero no se había declarado la cuarentena, llegué a leer en redes sociales mensajes que decían, más o menos: “Si no quiere contagiarse vaya a los teatros. Nunca encontrará más de 10 personas”. El presente es peor. Los teatros de casi todo el mundo se cerraron. Hay un colapso económico y la mayoría de las personas ven sus ingresos disminuidos, y aunque no solo de pan vive el hombre, la gran mayoría piensa en gastar en pan antes que en cultura. Es por eso que los que viven de la cultura se enfrentan a la verdad: “no solo de arte puede vivir el hombre”. Para algunos, como es mi caso, significa vivir del trabajo “de verdad”, del que nos mantiene. Para otros, que viven solo del arte, significa buscar otra opción de vida, otro ingreso o, cual quijotes, seguir luchando contra los molinos de viento. Pero el tema de esta editorial es otro, es la cuentería en los tiempos del COVID. La cuentería en los tiempos del COVID se da en el mundo virtual. Eso implica, en primer lugar, que no le narro al público sino a una cámara. Eso significa que si me salgo de cuadro mi imagen se pierde. Que no puedo saber cómo
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Editorial reacciona mi público, por lo que hay que construir en la mente, de forma imaginaria, ese público que hay detrás de esa cámara. Hay que imaginarse la sonrisa, la tristeza, el enfado, para sentir que mi historia logra una respuesta en el otro. Aunque ese otro es una falsa otredad. Ríe cuando pienso que va a reír. Llora cuando pienso que va a llorar. Es decir, sigo siendo yo. En cambio, el público real es distinto, puede reaccionar de mil formas, y eso uno lo sabe mientras le narra a la cámara, pero tiene que olvidarlo para tratar de que la narración se vea real. Claro que algunos hacen trampa y detrás de la cámara sientan a personas de carne y hueso para tener a quién narrar. No obstante, la trampa no funciona del todo, porque el público al que debo mirar es al que está detrás de la cámara. En el mundo virtual puedo elegir si narrar en vivo o grabar mi narración. Si elijo narrar en vivo está la opción de usar una sala de reuniones virtuales, así puedo ver a algunas personas del público proyectadas en una pantalla y establecer una interacción con ellas. Pero ojo, que cuando miro a la pantalla dejo de mirar a la cámara y esto crea la paradoja de que si trato de mirar al público en mi pantalla en verdad lo que estoy haciendo es dejar de mirarlo, porque es solo a través de la cámara que se pueden encontrar nuestras miradas. Narrar en vivo conlleva otros problemas y es que cualquier fallo hay que solucionarlo en el momento. En cambio, si uno graba previamente puede estar seguro, por lo menos, de que la grabación ya está hecha y ocuparse de los otros aspectos. En lo que he visto y en las experiencias que he tenido, pienso que la mejor opción es hacer una grabación con público real (unos cuantos familiares o amigos) y la cámara en medio, para luego transmitir la grabación y aprovechar para interactuar con el público a través del chat o de los comentarios. Otros aspectos que hay que tener en cuenta son la convocatoria y el costo de la función. ¿Transmito para todo el mundo y que quien desee me haga un aporte de manera voluntaria? ¿Utilizo una herramienta para que solo me pueda ver quien previamente y de forma virtual haga un pago? Sé que existen otras inquietudes que no he tratado en esta editorial y que las que he expuesto dan todavía mucho de qué hablar, pero el espacio es corto y es hora de que termine para que puedan deleitarse con el número 41 de la revista de cuentería “Contante y Soñante”.
CUENTERÍA EN LOS TIEMPOS DEL COVID
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De Festival
Por: Jota Villaza
Entre Cuentos y Flores Como todas las artes escénicas, la narración oral requiere del otro para ser, necesita de la complicidad del público para co-construir entre cuentero y escuchas el mundo donde es posible el cuento. Ahora, en medio de la emergencia sanitaria, estamos haciendo una exploración de otras formas de llegar al público y mantener encendida la llama de la pasión por la cuentería. Debemos aprender a hacer nuestro arte con la ayuda de herramientas tecnológicas, para llegar al otro, que deberá elegir entre un mar de opciones y dar clic a estas propuestas. Con este panorama, el Festival Internacional de Cuentería Entre cuentos y Flores ha debido transformarse en una propuesta virtual, debido a la pandemia de COVID 19, siguiendo las instrucciones gubernamentales de salubridad, lo que implicó el cambio de cronograma y actividades, reducir el trabajo de voluntarios, y convocar a un equipo de trabajo con otras características, pues se necesita esencialmente personal altamente calificado en comunicación virtual. Buscando minimizar los problemas en las conexiones de internet que se presentan, los cuenteros participantes enviaron sus videos. Para esto contamos con un equipo de cuatro personas que están encargadas de la edición, el control, transmisión y seguimiento de cada evento, manteniendo un contacto permanente con el público.
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De Festival
Desde el festival local de cuenteros MEDELLÍN SÍ CUENTA se implementó la transmisión de videos y también se hará desde el 1 de agosto, tanto en las presentaciones de los cuenteros locales como de los cuenteros nacionales e internacionales, por el Facebook live de @Vivapalabra Cuentos, con horarios de 9:00 a 10:30 p.m. El presentador estará conversando en vivo y en directo con los espectadores.
Código Pulep: XYN780/ Diseño: Wilmar Tovar
Las narratones de apertura y clausura se realizarán a las 3:00 y 4:00 p.m. respectivamente, con la trasmisión de cuentos breves de todos los participantes, a través del mismo canal de Facebook.
Narratón inaugural
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De Festival
2 Agosto
Inauguración Oficial 4 p.m. Facebook live, Vivapalabra Cuentos/Vivapalabra Cuenteros Abby Sofía Macías:
Ganadora en la “categoría infantil”. Con la motivación y apoyo de su mamá, quien también es cuentera, se ha presentado tres veces al festival. Estudia en el colegio Pablo VI, grado quinto de básica primaria, tiene diez años y es una niña alegre, divertida, inteligente, le encanta la música, el patinaje y leer. Su cuento se titula “Cinco enfados”, de Gabriela Kelesman, autora española nacida en Argentina.
Jorge Álvaro Acuña:
Ganador en la categoría “abuelos cuenteros”. Nacido en el barrio más bogotano de Bogotá: Belén. Vive en Compartir, del corregimiento San Antonio de Prado. Jorge es artesano y además escribe cuentos. “Los traídos son para los niños buenos” es un cuento de su propia autoría.
Stultifera Navis
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Ganadores del primer puesto en el festival local de cuentería MEDELLÍN SÍ CUENTA, categoría “profesionales”. Grupo de narración oral contemporánea, conformado por Yovanny Torres, cuentero egresado de la Escuela de Cuentería y Oralidad de Medellín y profesor en la misma, rapero, artista plástico y diseñador, ha sido ganador en varios años en diversas categorías, incluyendo ésta; y Melisa Pinzón, actriz, cuentera y estudiante de teatro en la Universidad de Antioquia, quien también ha sido ganadora en las categorías “aficionados” y “novatos”. En este montaje utilizan diferentes herramientas escénicas y audiovisuales a favor de las historias. Su espectáculo se llama “Palabras para el encierro”, con adaptación de textos de Mario Benedetti, Eduardo Galeano y textos propios.
De Festival 2 Agosto 4 p.m.
Facebook live, Vivapalabra Cuentos/Vivapalabra Cuenteros Elicabeth Popow Tokarev
Ganadora en la categoría “novatos”. Cuentera argentina radicada desde 2019 en Medellín, ciudad a la que llegó con el fin de estudiar en la Escuela de Cuentería y Oralidad de Medellín. Migrante por vocación, que adora conocer la diversidad humana y lo que nos une en medio de las diferencias. Graduada en Pedagogía y Educación Social (Argentina). Se inició en la cuentería con el grupo Semilla Cuenteros (Perú) en 2015. Ha recibido talleres con diferentes narradores. Ha participado en varios festivales en Colombia, Perú y Venezuela. Es cofundadora del colectivo AKElarre. Su cuento “Historia del abuelo” es de su propia autoría (y la memoria de sus abuelos).
Beatriz Quintana
Discípula de Mayra Navarro, se inició como narradora en los talleres que ésta impartía en el Gran Teatro de La Habana. En 2005 comenzó a trabajar como narradora profesional. Actualmente es la directora de NarrArte, del foro de narración oral “Mayra Navarro” y del festival “Primavera de cuentos”. Con veinte años de experiencia en la narración oral, ha recibido innumerables premios, imparte talleres en escuelas para instructores de arte y ha participado en diversos eventos en América y Europa. Narra cuentos de la literatura universal, cuentos folklóricos cubanos (patakies), cuentos de la tradición oral popular. Voces viejas que nos inculcan valores como la solidaridad, la amistad y el amor. Presentará el espectáculo “Cuentos y cantos de abuelas”.
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De Festival
3 Agosto 9 p.m.
Facebook live: Vivapalabra Cuentos/Vivapalabra Cuenteros María José Cano
Soy estudiante de 5 grado del Colegio Jesús María. Tengo 11 años y además de jugar con mis amigas, me gusta pasear y leer mucho. He leído bastante desde los 3 años y empecé a narrar cuentos desde que empezó la pandemia, lo que me ha gustado.
Mariano Martínez (España) “Y
descubrí que la vida es más real cuando se la cuenta, que cuando se la vive”, frase que resume muy bien la filosofía de vida de Mariano. Nacido en 1972 en Cartagena (España), se considera lector voraz. Especializado en adaptaciones actualizadas de cuentos clásicos infantiles, de tradición oral, de terror (siempre con humor), y muy variado repertorio para adultos, mitología greco-romana y autores españoles contemporáneos. Presentará el espectáculo “Quijotadas”.
Iveth Hernández
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Es directora de un colectivo de niños y jóvenes narradores de tradición oral. Docente, facilitadora de procesos pedagógicos, gestora cultural y hacedora del carnaval de Barranquilla. Ha participado en diferentes festivales nacionales e internacionales en Cuba, México y Perú. Ha escrito cuentos y poemas para niños y adultos, publicados en proyectos como “Cultulab” y en acuerdos con otros países como Perú. Entre su repertorio incluye cuentos de tradición oral, patakies africanos, anécdotas y cuentos de espantos. Presentará el espectáculo “Cuentos de la abuela en las noches de tormenta”.
De Festival
3Agosto 9 p.m.
Facebook live: Vivapalabra Cuentos/Vivapalabra Cuenteros María Paula Rubiano
Fidel Ceballos
Ganadora en la categoría “aficionados”. Desde hace dos años se enamoró de los cuentos, en el colegio, y narró varias veces en púbico, tanto para estudiantes, como profesores y padres de familia. Pero solo hasta este semestre tuvo acercamiento al arte de contar historias, gracias a un curso de cuentería que ofrecía la Universidad de Antioquia a los estudiantes. Sin embargo, debido a las circunstancias de la pandemia, no ha sido posible contar a grandes públicos. Su cuento es “¿Hay algo más aburrido que ser una princesa rosa?”, de Raquel Díaz Reguera, escritora e ilustradora española.
Miembro fundador de la Unión de Narradores Orales Escénicos de Venezuela, UNO/ES, con quince años de experiencia como titiritero, clown e improvisador teatral. Ha participado en distintas ediciones del Festival Internacional de la Oralidad, de Barquisimeto, y el festival de cuentos “Abrapalabra”, en Bucaramanga. Tiene cuentos para niños y adultos, participativos y llenos de humor. Presentará el espectáculo “¿Yo? Yo no hago stand up”.
De Festival
4 Agosto 9 p.m.
Facebook live: Vivapalabra Cuentos/Vivapalabra Cuenteros Carmen Rosa Jaramillo
Rubén Corbett
Sara Maya
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Ganadora en la categoría “abuelos cuenteros”. Ha sido una mujer inquieta por las artes en general, activista política por la defensa de los derechos humanos y especialmente de las mujeres, sufragista y miembro de la Unión de Ciudadanas de Colombia. Hace teatro, música y danza, estudia en la Escuela de Cuentería y Oralidad de Medellín. Ha sido ganadora en otras ocasiones de la categoría “abuelos”. Presentará su cuento “La tejedora”, de la escritora chilena Juanita Urrejola. Nacido en Panamá y naturalizado en México. Doctor en Medicina. Narrador oral desde el año 1995. Director Adjunto y profesor del Foro Internacional de Narración Oral FINO, México. Ha participado en algunos de los festivales más importantes de las artes escénicas de Iberoamérica. Ha impartido numerosos talleres de narración oral, crítica de repertorio, montaje, improvisación, oralidad insólita y anécdotas. Ha participado en la grabación de cinco discos compactos de cuentos de tradición oral, mitos grecolatinos, leyendas y literatura, en Ciudad de México. En su repertorio incluye cuentos de humor, amor, literatura, tradiciones orales y anécdotas personales de humor. Presentará su espectáculo “Cuentos a manos llenas”. Ganadora del segundo puesto en la categoría “profesionales”. Cuentera, comediante, bailarina de danza árabe y tribal fusión, estudiante de periodismo de la Universidad de Antioquia. Egresada de la Escuela de Cuentería y Oralidad de Medellín. Comenzó su camino en la cuentería en el año 2012 junto al Teatro Experimental de Jericó, con quienes participó como narradora en Antioquia Vive el Teatro del mismo año. Ha participado en tres versiones del festival internacional de cuentería “Entre Cuentos y Flores”. En sus narraciones va dejando ver diversas vivencias en medio del conflicto. El espectáculo que nos trae es “Mujer elemento”, adaptación de cuentos de Diego Palacio, Jaime Restrepo y una crónica de Lorena Machado.
De Festival 4 Agosto 9 p.m. Facebook live: Vivapalabra Cuentos/Vivapalabra Cuenteros María Alejandra Arango
Maíra Domundo
Ganadora en la Categoría “Aficionados”. Cuando tenía tres años ya les pedía a todos que le contaran historias, a los cinco años hacía sus propias historias y su juego favorito era que todos en la familia se sentaran a improvisar. Su amor por la oralidad, la lectura y el humanismo la llevaron a estudiar derecho, mejor dicho, a contar historias reales y defenderlas con mucha pasión. El amor a todo lo anterior, al arte y la expresión, la llevaron a contar cuentos. Cada vez que empieza una nueva historia se convierte en esa niña de cinco años que se enamoró profundamente de la cuentería. Presentará “Jack y la muerte”, cuento popular anglosajón, en la versión de Tim Bowley y Natalie Pudalov. Érase una vez una hija única que se divertía escuchando lo que los adultos contaban. Tanto le gustó el juego que lo hizo profesión. Como psicóloga conoció diversidad de géneros de la experiencia humana. De tanto escuchar, tuvo ganas de contar. Desde 2015 Maíra se dedica profesionalmente a la narración oral e investigación de la tradición oral contemporánea, además de los efectos terapéuticos de los cuentos. Ha participado en festivales de cuentacuentos en Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Colombia, México y Guatemala. En sus espectáculos incluye cuentos de tradición oral que buscan rescatar sabidurías ancestrales con mirada feminista. Usa un tono intimista con toques de humor. Presentará su espectáculo “Cuentos y otras verdades”.
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De Festival
5 Agosto 9 p.m.
Facebook live: Vivapalabra Cuentos/Vivapalabra Cuenteros Mónica Granada
Ganadora en la categoría “aficionados”. Estudiante de diseño de modas, amante de los animales y la naturaleza. Presentará su cuento “A Gato lo mató la puntualidad”, de Juan David Monsalve Ospina, joven escritor de Medellín.
Paola Rivadeneira
Comunicadora social de la Universidad Mariana y actualmente periodista deportiva. Cuentera desde hace once años del colectivo “Galeras Cuenta”, y ahora hace parte de “La butaca azul” de la universidad Mariana. Cuenta cuentos porque lo más lindo es imaginar nuevos mundos, hacer que el público juegue un poco con su imaginación y llevar la palabra adonde quiera que sea para llenar corazones. Ha participado en diferentes eventos de cuentería. En sus espectáculos incluye cuentos de tradición oral, participación del público, amor, e infantiles. Presentará su espectáculo “Amor tricolor”.
Jorge Andrés Machado
Ganador en la categoría “novatos”. Es un profesor de filosofía que ha entendido el poder de las palabras y que el amor por su familia le da la energía suficiente para seguir avanzando por los senderos de la existencia. Ha sido ganador en años anteriores en la categoría “aficionados” y “novatos”. Hace sus narraciones especialmente a sus alumnos, por medio de grandes personajes. Presentará el cuento “Mil grullas”, de la escritora argentina Elsa Bornemann.
Presentación de: Mariano Martínez (España) Fidel Ceballos (Venezuela)
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De Festival
6 Agosto
9 p.m. - 10:30 p.m.
Facebook live: Vivapalabra Cuentos/Vivapalabra Cuenteros Cristian Arbeláez
Cristian Camilo Arbeláez: ganador del tercer lugar en la categoría “profesionales”. Es psicólogo graduado de la Universidad de Antioquia, lo que hace que se defina a sí mismo como “escuchador de historias”. Es estudiante en la Escuela de Cuentería y Oralidad de Vivapalabra. Su interés es principalmente por historias inspiradoras como El anillo del rey, El corazón más hermoso, etc., y las de culturas ancestrales, así como la combinación de estas con otros elementos como títeres o el uso de instrumentos musicales. Presentará su espectáculo “El Div”, de Khaled Hosseini, escritor de Afganistán.
María Ángel Torres
María Ángel Torres Díaz: ganadora en la “categoría infantil”. Nacida el 6 de mayo de 2008 en Medellín, estudiante de séptimo grado en la Institución Educativa La Candelaria, en el barrio Santo Domingo. Practica porrismo. Tiene un legado de cuentería de la abuela y la bisabuela, cuenta desde los siete años y ha sido ganadora de dos festivales MEDELLÍN SI CUENTA. Narra sus historias con mucha alegría, además escribe sus propios cuentos. Presentará su cuento “La brujita que quería ser princesa”, de Lois G. Grambling, escritora estadunidense.
Presentación de: Beatriz Quintana (Cuba) Rubén Corbett (Panamá)
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De Festival 7 agosto/ 9 p.m. - 10:30 p.m. Facebook live: Vivapalabra Cuentos/Vivapalabra Cuenteros Evento tradicional del festival “Entre Cuentos y Flores”, que quiere destacar los componentes básicos y simples de la cultura antioqueña y la idiosincrasia que la ha ido formando como una sola cultura mestiza del indígena, el español y el africano, y con nuevas influencias modernistas, pero que no olvida sus raíces. Este año presenta a los ganadores del festival en la nueva categoría “departamental”. Silvio Castaño
Isabel Restrepo
Arladys Rivera
Ganador en la categoría “departamental”, de Cocorná. Casado, padre de un hijo, perteneciente a una familia dedicada al arte, al rescate de la tradición oral de su localidad. En mayo de 2020 fue uno de los ganadores de la convocatoria "Unidos por la vida", del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia. Presentará su cuento “De espantos y arrierías”, de su propia autoría. Ganadora en la categoría “departamental”, de Entrerríos. Narradora, declamadora, cuentera, lectora en voz alta, promotora de lectura y gestora cultural que explora diferentes expresiones desde la palabra, buscando que el público pueda recordar los aspectos íntimos de su vida familiar y personal cuando la escucha. Sus cuentos revelan entre líneas que habita en los bolsillos secretos del carriel y procura ser emisaria de la tradición oral colombiana. Estudiante de la Escuela de Cuentería y Oralidad de Medellín. Contará un fragmento de la novela “Los días azules”, del escritor antioqueño Fernando Vallejo. Ganadora en la categoría Departamental. Licenciada en Lengua Castellana. Estudiante de tercer semestre de la escuela de Cuentería y Oralidad. Aunque es oriunda de Palmira Valle, se ha enamorado de la tradición de su pueblo adoptivo, lo que la ha llevado a montar una de las historias más representativas de la literatura Antioqueña y Yolombina. Su cuento DOÑA BÁRBARA, creación propia basada en la Novela La Marquesa de Yolombó, de Tomás Carrasquilla..
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De Festival Lucelly Mejía
Trovadores
Lucelly Mejía: Ganadora en la Categoría Abuelos Cuenteros. Mujer emprendedora, alegre, creativa, de 60 años. Desde muy pequeña, le han gustado las historias maravillosas, porque en ellas se encuentra un mundo por aprender y se ven reflejadas historias cotidianas de vida, para reflexionar; Ejerce un voluntariado con los niños y niñas más vulnerables de su comunidad, y cuenta historias en las tardes en la ludoteca barrial, es la abuela cuentacuentos de su barrio, aunque no tiene ni un solo nieto, muchos niños y niñas de su comunidad esperan ansiosos a su ABUELA CUENTACUENTOS. Le gusta cultivar plantas de y embellecer su jardín con flores de todos los colores, para atraer el canto de los pájaros y las mariposas. Ronald Villalba:Participante en diversos festivales regionales. Protagonista en todas las versiones del Festival nacional de la trova ciudad de Medellín. Semifinalista de diferentes versiones del Festival nacional de la trova de Astrocol. Mono Galeano: De nombre Hernán, es trovador y cuentero, de gran trayectoria especialmente en eventos regionales.
Mario Tierra
Mario Mosquera Mejía: declamador, poeta, escritor, compositor, cantante, actor y creador de las más variadas estampas costumbristas, que reflejan el alma de la idiosincrasia antioqueña, que no se pierde ni siquiera en la ciudad o en las más encumbradas élites culturales.
Canchimalos
Corporación Cultural Canchimalos: Baile Paisa. Fundada hace 40 años por el Maestro Oscar Vahos en 1976 en torno a la lúdica, el arte y la cultura, aportando al bienvivir de las de las comunidades. Nuestras prácticas abarcan expresiones en danzas, teatro, músicas y juegos de las regiones colombianas.
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De Festival
Agosto 8 9 p.m. - 10:30 p.m.
Facebook live: Vivapalabra Cuentos/Vivapalabra Cuenteros Andrea Oyamburu
Julio Cesar Ceballos
Francisco Pacheco
Ganadora en la Categoría Novatos. Mujer de esencias mediterráneas, antropóloga y aventurera, soñadora, viajera de la geografía y esencia humanas. Defensora de que la magia existe, que los abrazos y los cuentos hacen sonreír el alma. Se formó como actriz en la compañía de teatro “Comediarte”, de Barcelona. Estudiante en la Escuela de Cuentería y Oralidad de Medellín. Cocreadora del colectivo de narración oral AKElarre. Presentará “El taller de corazones”, de Arturo Abad. Apodo que aparece en la cédula de Clandestino Rueda, cuentero, poeta, clown y actor, con más de veinte años en este mundo de la palabra. La mayoría de sus cuentos son de su autoría; van desde lo absurdo a lo cotidiano, pasando por lo melancólico y lo nostálgico. Cuenta y escribe a su ciudad, que puede ser cualquiera, ya que ha vivido en muchas partes de este país. “Puedo ser muy mala compañía o el amante perfecto de soledades ajenas. Lléveme que hoy estoy en promoción a precio de nada y le encimo el silencio de mi puerta cerrada…”. En su repertorio incluye narraciones populares, infantiles, tradicionales y urbanas, y cuentos de su propia autoría. Joven cuentero costumbrista que se transforma en un campesino con abarcas y sombrero vueltiao para relatar sus experiencias, que parten de su vida diaria y la de las personas que lo rodean, dándole un toque de humor a cada cuento que narra, impulsado por su pasión artística y por llevar en alto el nombre del costumbrismo y de su región. Es normalista superior y actualmente estudia séptimo semestre de ingeniería civil en la Universidad del Sinú, de la ciudad de Montería-Córdoba. Presentará su espectáculo “El gringo”.
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De Festival Alicia Ossa Granada
Alicia Ossa Granada, Ganadora en la categoría Abuelos cuenteros, Nacida el 1 de junio 1943, y criada en el campo de Caramanta, Antioquia. tuvo 8 hijos. Hace 30 años se vino a la ciudad de Medellín. Vive con una de sus hijas y su nieta en la Comuna 3 y hace parte del hogar gerontológico El Raizal, que junto a los profesores y compañeros le han brindado la oportunidad de despertar nuevamente, sentirse día a día más viva y feliz y darme cuenta que nunca es tarde para aprender. Su cuento: EL QUE SE HIZO SEPULTAR VIVO POR NO TRABAJAR
Presentación de: Maíra Domundo
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Cuenteros en Mira
MAYRA, DEFINITIVAMENTE EN LA MEMORIA En plena adolescencia, Mayra Navarro abandonó los estudios de piano que durante varios años había adelantado en uno de los más prestigiosos conservatorios de la Habana y declaró frente a su familia que quería dedicarse a ser narradora de historias; sin embargo, esta decisión, radical en apariencia, no apartó a Mayra de la música, todo lo contrario, la motivó a explorar sonoridades inéditas, a hacer de su voz y su cuerpo un instrumento capaz de interpretar por medio del gesto, la palabra y la mirada las más sugerentes partituras, resonando en dimensiones sensibles de profunda implicación comunicativa y humana con quienes la escuchaban contar un cuento. Así fue desde los quince años, cuando comenzó a coordinar en la sala infantil y juvenil de la Biblioteca Nacional de Cuba “la hora del cuento”, un espacio amoroso y revelador que fue para Mayra taller permanente, exploración comprometida, búsquedas y encuentros afortunados con otras voces que en Cuba y en otras latitudes indagaban, creaban y compartían sus aciertos y sus dudas en torno al arte de la palabra viva. Desde entonces la narración oral fue el camino que protagonizó su obra como intelectual y artista, enriquecida por una transdisciplinariedad que le permitió
explorar creativamente los lenguajes del teatro, la crítica, la escritura, la investigación, la docencia y de manera muy eficaz la gestión y la promoción cultural, con una capacidad de trabajo extraordinaria, con una pasión y un virtuosismo que solo alcanzan los grandes. La gran mayoría de la voces cubanas de la narración oral de los últimos cuarenta años tienen algo que agradecerle a la Maestra, título que ostentó con humildad. Ella fue gestora del movimiento nacional de narración oral que se expandió por toda la isla y fructificó con el apoyo y la presencia cercana de otras importantes figuras de la cultura cubana que reconocieron en su gesta las señales inequívocas de quien funda horizontes de posibilidad, de quien sabe que una historia contada a viva voz estremece los cauces por donde circulan las energías del alma y muchas veces abre puertas para “ver lo que todos ven, pero de maneras diferentes” (Mónica Sorín). Al narrar un cuento, Mayra tenía la capacidad de liberarse y liberarnos de la simetría del tiempo y del espacio para convocarnos a un viaje donde nadie esperaba encontrarse con verdades absolutas, donde lo fantástico, lo inesperado y el asombro se entrelazaban con las realidades cercanas, cotidianas y tangibles. Todo lo que iba nombrando se tornaba posibilidad; todo lo que sugería podía ser visualizado; decía viento y era ráfaga, decía agua y fluía, decía fuego e inflamaba los cielos de la imaginación, decía tierra y era montaña, verde sereno, camino si¬nuoso. Hace más de treinta años llegué, con una timidez y una inseguridad monumentales, al taller que Mayra Navarro coordinaba en el Gran Teatro de la Habana. Ella me enseñó a contar, pero su labor formativa no solo se concentró en la técnica, en el repertorio, en lo verbal, lo no verbal, lo vocal, entre otros importantes planos expresivos de la narración oral; ella, a través de su labor creadora, me confrontó con la narración oral como emergencia recontextualizadora de realidades políticas y culturales que poseen la capacidad generativa de desplegar estéticas remediadoras capaces de forjar, desde nuevos sentidos y sentires, significativas conexiones entre el mundo físico y el simbólico; espectro de profundas connotaciones epistémicas que me reveló el trasfondo revolucionante de esta profesión tan necesaria en una cultura como la nuestra. La primera vez que subí al escenario ella estaba sentada en primera fila, me sostenía con su mirada, como me sostuvo durante años con sus enseñanzas, con su ejemplo, con su cariño, con su generosidad, con su amistad. Decía José Martí que no es verdad la muerte cuando se ha cumplido bien la obra de la vida, en su caso esto es una verdad irrefutable, Mayra de manera muy merecida ganó un lugar permanente en el corazón y en la memoria de los narradores orales de Cuba y de muchos sitios del mundo. Nuestra obra, nuestros esfuerzos y nuestros logros prolongarán los suyos.
Érase una vez
UNA GOTA
Por:Maíra Domundo Despertó sin aire otra vez. Miró alrededor buscando alguna señal de familiaridad. Lo vio, acostado a su lado. El cuerpo enorme, la respiración de tractor, la mano grande y tibia que la agarraba y traía de vuelta al sueño, pero ya era tarde. Ella nunca más pasaría una noche con él, ni un día, ni un minuto más. Tomó impulso, deslizó su pequeño cuerpo por las cobijas. Él abrió los ojos por un instante y se hizo el dormido. Ella buscó la mochila, ropas, zapatos, cuaderno, un par de fotografías para recordar en el futuro lo que ella no volvería a ser. Puerta cerrada, los pasos por la escalera, el llanto cuatro cuadras después. Necesitó mucho tiempo para curar las heridas. Mi había nacido en un pueblo muy pequeño entre las montañas. No lo hacía pequeño el número de habitantes o la cantidad de espacio que ocupaba, sino el misterioso destino de ser mínimo. Nada crecía mucho, todo era ínfimo y breve. La gente vivía en latas de arveja, usaba botones como platos, los niños trepaban los árboles en la espalda de caracoles y bajaban en las alas de algún pájaro de vuelo ligero. Los dolores de diente nunca duraban una noche entera y las risas y lágrimas también eran cortas. Mi fue bautizada con un monosílabo acorde al lugar. Nació pequeña como todo lo que nace, pero un accidente torció su destino. Fue en la escuela. Los niños hacían competencia de valentía trepando al árbol más alto del patio. Los que habían llegado a la cima, decían que desde allá se veía la nieve de la gran montaña y el mar a lo lejos. La subida no era difícil, los caracoles esquivaban las turbulencias, pero había que ser pacientísimo para soportar la espera del ascenso y pocos conocían superlativos en aquel pueblo. Una curiosidad más grande que sus piernas provocó en Mi una inquietud que solo se calmó cuando encontró el caracol que haría de ascensor. Pocos minutos después la niña se arrepintió. No había llegado a la mitad del camino, pero ya estaba muy lejos del suelo como para volver. El caracol seguía su trayectoria sin dar pistas de que pretendía cambiar el rumbo. La niña sintió un vértigo que la hizo llorar. Con los ojos cerrados contó todos los números que conocía para distraerse de su mala idea, hasta que llegó a una rama y se bajó del caracol. Vio la escuela, el pueblo, las montañas, la nieve y el mar, lejos, una línea de cielo que cubría la tierra.
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Érase una vez Abrió los brazos para medir la distancia entre lo que conocía y lo que ignoraba y justo en ese momento perdió el equilibrio y cayó al vacío. Gritó un poco, cerró los ojos y guardó el aire en los pulmones. Su historia no terminó ahí porque justo uno de los pájaros que conocía los peligrosos juegos de niños, la rescató en vuelo. Tal vez por haber pasado tanto tiempo con el aire guardado en el pecho, su cuerpo comenzó a crecer lentamente. La niña monosílabo fue la más alta de su curso, de su casa, del pueblo. Sus ropas tenían retazos que a duras penas completaban los centímetros de piel que los talles más grandes no cubrían. Mi hacía preguntas grandes como ella, la distancia de su casa a la luna, la edad del viento. El volumen de su voz creció proporcionalmente a su curiosidad y ella tenía que hacerla caber en un susurro para que la gente la escuchase. Hacía años que nadie le preguntaba qué quería hacer cuando fuera grande, tenían miedo a que la interrogante la llevara a transgredir aún más límites. Mi veía el espanto en la cara de la gente y no había vergüenza que fuera suficiente para esconderla. La madre lloraba bajito, sin coraje de anunciarle a la hija sobre el único destino posible. Árbol que crece rompe la acera, y ya se veían algunas grietas por donde Mi caminaba. Ella no se percataba, pero el destino también llega a los distraídos. Fue en la fiesta de año nuevo que lo inevitable sucedió. Mi había comprado largos metros de tela para un vestido que le trajera buenos augurios. La gente en la plaza bailaba con pasos cortos las mismas canciones de todos los años. La noche estaba clara y Mi vio una estrella fugaz que cruzó el cielo y se perdió en el horizonte, sonrió. Esa sonrisa le abrió a una alegría que le tomó las caderas hasta hacerse un baile tan escandaloso como su tamaño. La gente se divertía esperando el momento en que aquella inmensa muñeca tropezaría sobre algún borracho. Ella hacía ventolera moviendo la falda, la gente se divertía, pero la risa fue breve, como todo en aquel lugar. Comenzaron los cuchicheos, inaudibles a la bailarina gigante, pero los oídos de su madre escucharon bien. La mujer corrió a parar la vergüenza, tiró de la punta del vestido de la niña, que se detuvo reconociendo el gesto familiar. La madre abrazó las rodillas de la hija, llorando en silencio. La joven cayó en sí bruscamente, quiso esconderse, pero no había dónde. La madre la soltó. Mi le tocó el pelo con la punta de los dedos.
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Érase una vez
Recordó la dirección del mar y caminó hacia él. Corrió con sus largas piernas para estar lo más lejos posible de la humillación de no caber y antes del amanecer llegó a la playa. Sin detenerse caminó hacia las olas y cuando el agua le cubrió las rodillas, se tumbó. Una corriente la tironeó y ella se dejó llevar. Flotó por horas como una isla a la deriva hasta que quiso volver a tierra. No podría esconderse para siempre. Cuando se puso de pie, la masa de agua la tapó. Sorprendida, manoteó para volver a la superficie. Era la primera vez que se sentía pequeña. Recordó el vértigo de la caída del árbol, llenó el pecho de aire, apretó los ojos y buscando salvarse, vio a lo lejos una ciudad. Estiró un brazo, tomó impulso con las piernas y nadó sin detenerse. Así llegó a aquella ciudad de edificios altos, voces estridentes, horizontes distantes. Mi no se sintió grande ni pequeña, era precisa. Al tercer mes conoció a Mauricio Ricardo, hombre acostumbrado a caber en sus dos nombres, con los pasos arrogantes de quien nunca conoció límites. Bastó que él la envolviera en un abrazo para que ella se derritiera hasta hacerse agua. Suspiros provocaron olas y aquellos cuerpos no se pudieron separar por algún tiempo.
Los días en aquella ciudad eran rápidos. Mi presumía la fuerza de sus piernas corriendo al ritmo del lugar. Sus largos brazos alcanzaban las ventanas de los edificios, escribían muchas hojas, tenía amistades a la altura de su deseo, la risa se mimetizaba con los cláxones de los carros y la música de todas las fiestas. Distraída con sus pequeñas victorias, no se dio cuenta del momento en que el viento sopló en otra dirección. Comenzó a desconfiar cuando calzó sus sandalias y le faltaron centímetros de pies para cubrirlas y los vestidos estuvieron más largos a cada día. Se espantó el martes en que tuvo que ponerse en punta pies para abrir la puerta de su casa. Todas las veces que Mauricio Ricardo la abrazaba ella sentía alivio, pero aquel día le faltó aire. Los brazos del hombre la envolvían como Caminando con sus pasos pequeñitos, demoró días para llegar al puerto. La grúa que cargaba a un conteiner le pareció más alta que la primera vez. Tal vez fuera porque antes no cabía en sí y ahora sobraba dentro del cuerpo. Se acordó de su madre. Tal vez hoy sí pudiera abrazarla mirándole a los ojos. Tal vez pudiera caminar por las calles de su pueblo sin llamar la atención. Decidió que había llegado el momento de volver. Compró tiquetes y esperó al barco. Tres horas después vio las montañas que había despedido una madrugada años atrás. En tierra tomó un bus. El corazón latía inquieto.
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Érase una vez —¿Qué te pasa, niña? —Es la primera vez que vuelvo a la casa de mi madre. Tengo miedo a no caber… —Árbol crecido no cabe en maceta. No te hagas ilusiones. Vas a volver, estarás contenta un rato y luego vas a recordar por qué te fuiste. Para eso la gente vuelve. —Qué poco alentadora usted —dijo Mi, sin esconder la molestia. —Niña, solo te cuento lo que he visto. Mi bajó del bus, corrió a la casa de la infancia y abrazó a la madre, más pequeña que antes, pero con los brazos largos para recibir a la hija. Lo único realmente descomunal fue la alegría del reencuentro. Mi caminó por el pueblo, reconoció las esquinas, pudo mirar a sus amigos a los ojos sin agacharse. El volumen de su voz estaba a tono con el lugar. Decidió quedarse, vivir sus días en miniatura, respirando poco para no volver a crecer. Por fin cabía en su tierra. Pasaron pocos días hasta que aquel cuerpo la volvió a traicionar. Mi corrió al mar, refugio. A cada paso sus piernas se hacían más grandes, los árboles más bajos. Se lanzó al agua, lloró, gritó, se hundió y volvió a flotar. El mar estaba bravío, sin ánimo de consolar aquel animal perdido. Mi cerró los ojos para desaparecer de sí, pero cuando percibió que todavía existía, encontró una playa tranquila. El agua ya no era el remolino de horas antes: era una planicie líquida, lisa como una sábana tendida en la cama. Ya en tierra, Mi y el mar se miraron. No se puede huir del destino, dijo el agua, repitió la piedra, insistió el viento. Aquel mismo mar la llevó a ciudades grandes y pequeñas. La mujer que no cabía vivió amores de diferentes tallas, encontró sus dimensiones y las volvió a perder. Fue marea alta, baja, tsunami, calmaría, como el mar. Mi se dobló para ser gota, se esparció como charco, entró y salió por las grietas hasta evaporarse y volver a nacer como lluvia, desmedida.
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Érase una vez
NO LE CREAS COMO OPCIÓN
Por: Fidel Ceballos
Él partió, convencido de que al encontrarla todos sus problemas estarían resueltos, que luego de estar con ella todo sería tranquilidad y felicidad. Él no tenía mayor información ni conocimiento de lo que ella era, por eso fue hacia ella con todas las ganas y la ilusión que puede tener quien quiere estar mejor. Al verla cara a cara supo inmediatamente que todo había sido un error y que ella nunca podrá, bajo ninguna circunstancia, construir un mundo mejor. Mambrú jamás volvió.
LOS CUATRO JINETES
Por: Mariano Martínez
Sorprendidos por la escasez de público, los cuatro cabalgaban solos por el mundo. Guerra preguntó: —¿Cuándo les diremos que esto… era otro ensayo general? Y Muerte le respondió: —Hay tiempo. Homenaje a Sir Terry Pratchett, escrito durante el “confinamiento” de 2020 a petición de María Eugenia de Ceballos para el Festival Internacional de la Oralidad de Barquisimeto, Venezuela. Se estrenará de manera virtual en el Festival “Entre cuentos y flores 2020” de Medellín, Colombia.
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Érase una vez
CLORINDA
Por: Francisco de la Lama Gómez
A Clorinda, que era una linda hormiguita nacida en Viena y que toda su vida la había pasado en esa ciudad austriaca, le encantaba bailar, pero tenía un problema: en esos tiempos en Viena solo se bailaba el vals y a ella le parecía de lo más aburrido eso de uno, dos, tres, cuatro, trala la la la la la la, y otra vez lo mismo. Clorinda tenía ganas de moverse, le hervía la sangre. En una ocasión en que se vio de cuerpo entero en una gota de agua, se dio cuenta de que tenía una preciosa cinturita de hormiga, muy parecida a las de las mujeres del folleto de turismo caribeño que cayó en sus manos; desde entonces menos soportaba el famoso vals. Con un pétalo de geranio color fucsia, se confeccionó una falda, larga por atrás y corta al frente, con un chícharo cortado a la mitad se hizo un corpiño, y con un ramito se azafrán, un tocado. Toda jacarandosa pareaba por la prinzstrassen, o sea calle principal en vienés, cuando vio pasar un barquito de papel que era arrastrado por el agua. De pronto, y sin pensarlo dos veces, se arrojó de polizona en el barquito y desapareció por la alcantarilla. Como toda el agua va a los ríos, los ríos al mar, y además era un mes cercano a octubre, mes tradicionalmente propicio para viajar a América en barcos precarios, la hormiguita Clorinda desembarcó en el Caribe. De inmediato comenzó a bailar: uno, dos, y tres ¡qué paso tan chévere!, al retumbar de las tumbas, güiros, quintos y flautas. Con el tiempo conoció a un pulgón de agua, negro y bembón con el que hizo pareja; ambos se integraron a una banda tropical, y uno, dos y tres negro bembón, bembón; uno, dos y tres negro bembón, bembón, ¡qué paso tan chévere!
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Érase una vez Más allá del caminito viejo Por: Francisco Pacheco.
Mientras mis pies chasqueaban la cristalina y helada agua del arroyito que pasa por mi pueblo Bleo Verdinal, pensaba en qué cosas grandes y maravillosas hay más allá de aquel caminito viejo, ¿llevaba hacia algún lado? Ese era uno de los interrogantes que se venían a mi mente, pues a mi corta edad de ocho años aún no podía comprender qué había en las grandezas del mundo. El otro día escuché hablar a mi primo Maño en aquellas reuniones de grandes donde, por ser el más chiquito de la cuadrilla, me hacían a un lado, pero siempre me quedaba detrás de los matorrales para poder escuchar aquellas conversaciones. Mi primo Maño decía que, siguiendo ese caminito de aquel lado, pasando el arroyo había un algo que se hacía llamar “ciudad”. Cómo saber a qué cosa se refería si yo nunca había salido de mi pueblo, no sabía leer ni escribir, apenas sabía hacer con mi dedo líneas torcidas en el suelo. Mi primo contaba que era un mundo lleno de cosas fantásticas, nunca antes vistas. Aquella noche se fue haciendo muy corta, a la luz de la vela, mientras escuchaba la historia de ese mundo maravilloso. Poco a poco mi curiosidad fue aumentando y mis ansias de tomar el caminito viejo hasta llegar a la “ciudad” crecían más y más. Un día, sin que nadie se diera cuenta, tomé mis abarcas y un calabazo lleno de agua. Sin saber a dónde o cómo llegar emprendí mi viaje. Solo llevaba conmigo las ganas inmensas de conocer aquel mundo. Caminé y caminé durante mucho tiempo, horas y días. Cuando mis ojos se empezaban a apagar y mi cuerpo estaba casi desvanecido sentí un olor extraño. Poco a poco noté que el aire se nublaba con una especie de niebla gris que tenía un olor hostigante, parecido al que se hacía cuando mamá Toña prendía el fogón pa´ hacer el sancocho. Seguí caminando y de repente pisé un suelo duro y negro con unas líneas de color blanco pintadas en él, con cada paso que daba sentía que la temperatura de mi cuerpo aumentaba y que mi respiración no era la misma, dos o tres pasos más adelante los arboles ya no estaban y vi personas aglomeradas corriendo como animales para buscar su alimento. No entendía por qué caminaban con tanto afán, parecía que en esta dichosa “ciudad” la tranquilidad no existía.
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Pocos metros después en mi travesía mis ojos se abrieron ante la magnitud de la sorpresa de lo que estaba observando: eran especies de transporte, como los caballos en Bleo Verdinal, solo que estos no tenían vida, eran de lata y en vez de patas tenían una especie de cosas redondas que les daban mucha velocidad. Yo, en mi inocencia e ilusión de encontrar un mundo lleno de vida, encontré una especie de cárcel con mucho cemento y nada de bosques, con un aire espeso y vida agitada. En ese momento extrañé aquel pueblito que se quedó en el camino viejo, lleno de flores, arboles, agua y muchas mariposas. No comprendía cómo vivían estas personas en este mundo gris. No podía ocultar mi rostro de tristeza, entonces no tuve más que sentarme a pensar en cómo devolverme. Con mucha sed y mi pancita sonando, no era mucho lo que podía hacer, sin embargo seguí caminando sin rumbo fijo y vi un lugar con forma de caja gigantesca, trasparente, con muchas personas dentro, que estaban comiendo; arriba tenía un letrero que decía algo, pero solo veían garabatos sin sentido. En ese momento mis ojos se detuvieron y solo caminé hacia el frente, hasta que me atajó una pared trasparente que no me dejó cruzar. Muy triste y cabizbajo me hice hacia la entrada y como buen campesino echado pa´ delante le dije al vigilante que me dejara comer algo a cambio de que yo barriera, trapeara o lavara, lo que quisiera. Su respuesta fue negativa y un tanto burlesca. El tiempo pasaba y cada vez entraban más personas muy elegantes y el olor se hacía más agobiante. Después de tanto esperar y casi caer inconsciente, un señor muy bien vestido se detuvo y me preguntó lo que tenía. Sentí mucho miedo, pues no venía solo, traía muchos hombres a su alrededor. Yo le respondí que tenía muchísima hambre, y de inmediato ordenó al vigilante que me dejara entrar. Nos sentamos en una mesa y se acercó un hombre de blanco que le preguntó:
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Érase una vez —¿Qué plato le servimos hoy, señor ministro? A lo cual le respondió: —El mismo de siempre y a mi amiguito sírvele una buena ración del plato de hoy por favor. Yo, aún sin poder creerlo y muy agradecido con este señor con nombre poco usual y que jamás había escuchado, “ministro”, no pude contener mi curiosidad y le dije: —Tiene usted un nombre muy extraño, señor “ministro”. De inmediato él soltó una carcajada y me dijo: —Qué poco cortés he sido. Mi nombre es Eduardo y soy el ministro de educación. Después de una larga charla con mi nuevo amigo, le conté cómo se vivía en aquel pueblo de donde venía, donde la gente era tranquila y el ambiente muy agradable, donde las personas —sin saber leer ni escribir— tenían muy buenos sentimientos y educación. También le conté por qué me encontraba solo en la ciudad, y él, atento a todo lo que hablaba, dijo que me ayudaría. Saliendo de aquel lugar, detallé a lo lejos a mi primo Maño. Mis lágrimas estaban fuera y entonces grité con mucha alegría: —¡Mañooooooo! Sí, era mi primo Maño, quien muy alegre se bajó del caballo y me abrazó. Le presenté a mi nuevo amigo y conversaron durante un largo tiempo. Claro, mi primo estaba muy agradecido con aquel hombre bueno que me ayudó. Nos despedimos de mi nuevo amigo y juntos salimos de ese mundo agitado para llegar al camino viejo. Mientras estaba de regreso a casa reflexioné que en mi hogar y pueblito siempre había tenido ese mundo fantástico y maravilloso que buscaba. Muchos meses después, me enteré de que a mi pueblo había llegado un hombre con muchas personas y que estaban haciendo una escuela. Salí corriendo de mi casa y me encontré con una grata sorpresa, pues era mi amigo de la ciudad al cual saludé con mucha felicidad y agradecí una vez más porque ahora por fin iba a aprender a leer y a escribir. Tiempo después todos los niños de mi pueblo iban a la nueva escuela, la cual era fantástica, pero esta ya es otra historia que