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La pobreza detrás de las lentejuelas

Bajo

@EMontalbanRios

A sus 17 años, Nicolee D’Royce Minaj descubrió el transformismo y una probada bastó para decidir: “Esto es lo que quiero hacer”.

Seis años después, la extrovertida bailarina ‘drag’ se enfrentó con la realidad de que el negocio de los ‘drags shows’ carece de normas laborales que garanticen una justa compensación económica, por lo que bajo la identidad de “Gio”, trabaja como anfitrión en una cadena de restaurantes.

“Si yo no tuviera un trabajo (aparte), yo estuviera ahora mismo en la calle, porque el transformismo no me lo paga todo”, admitió Nicolee.

Aquí es donde el trillado dicho “por amor al arte” se vuelve tan liberador como doloroso, porque convierte el éxito en juego de azar, una tómbola que Nicolee olvida cada vez que sale a escena.

Comienza el espectáculo y toda la atención está en ellas; las casi 300 ‘drag queens’ que se presentan en la Isla, con vestuario, maquillaje y peluca extravagante. Toda una producción que, además de asombrar y entretener, llena los establecimientos de público, quienes convierten estos ‘shows’ en un flujo creciente de dinero para los negocios, pero no así para estas artistas.

VOCERO que te falten el respeto en el trabajo”, expresó la transformista. todo.

“En este ámbito de negocio como el transformismo, la mayoría de nosotras lo hacemos por amor al arte, porque son más los lugares que no nos pagan lo adecuado, que los que sí lo hacen”, señaló Nicolee. “Hay lugares que te pagan $100, $75 y hasta $50, por hacer cosas que al final del día cuestan más de lo que nos están dando”, puntualizó.

De acuerdo con Alejandro Santiago, trabajador social y especialista en temas sobre la comunidad Lgbttq+, el transformismo — además de ser catalogado como un arte— es un trabajo regido por acuerdos contractuales, escritos o verbales, en los que se determina la remuneración.

“Cuando tú miras, lo que es el transformismo de los años 80’, versus lo que tenemos ahora, han tenido avances, han cambiado muchísimo, desde el maquillaje hasta las pelucas que se utilizaban, versus los vestuarios y las técnicas que hay ahora para, de alguna manera, poder refinar el rostro o hacer que los pómulos luzcan más elevados”, explicó Santiago.

El especialista definió el transformismo o el ‘drag’, como un arte que representa — muchas veces de forma exagerada— lo que puede ser lo femenino y, a su vez, se incorporan destrezas básicas, como el doblaje de las canciones que estén en tendencia.

Según el recuento del trabajador social sobre la historia del ‘drag’ en Puerto Rico, en los inicios del transformismo se requería una inversión más económica de tiempo, dinero y esfuerzo.

En Puerto Rico no hay ninguna organización, unión o sindicato que represente a las ‘dragas’, informó Santiago.

Una de las pioneras del transformismo en la Isla es Rudy Martínez, mejor conocida como Mama Rudy, quien a sus 61 años continúa presentando espectáculos, con más de 45 años de carrera como artista.

Mama Rudy expuso a EL VOCERO la injusticia salarial con la que se enfrentan las ‘dragas’ en muchas ocasiones, porque la remuneración se mantiene igual a la que recibían en 1980, aun cuando estos espectáculos generan miles de dólares por noche, por el atractivo que representan.

Año tras año los espectáculos ‘drag’ en Puerto Rico han cobrado más visibilidad y alcance. Aunque representa un logro para la comunidad Lgbttq+, los ‘drag shows’ se han comercializado tanto de día, como de noche, exponiendo a las ‘dragas’ a pésimas condiciones de trabajo como artistas, y con poca o ninguna remuneración económica, según los transformistas y expertos consultados por EL

Nicolee

D’Royce Minaj drag

Según datos de la Cámara de Comercio Lgbttq+, cada espectáculo puede costar a estas artistas unos $500 —cifra que Nicole elevó a $800— lo que resulta en pérdidas monetarias para las transformistas, quienes recurren a presentarse más de una vez en diferentes negocios, con cambio de vestuario, todo en un mismo día.

Además, se indicó que muchos negocios no tienen el espacio adecuado para que las ‘drag queens’ se puedan preparar, teniendo que hacerlo en covachas, armarios y hasta en la cocina del establecimiento, relató Nicolee.

“Por compromiso uno lo acepta, pero no está bien, porque finalmente, al tú aceptarlo le estás permitiendo a ellos (los negocios)

“Es un trabajo cuando usted mide la cantidad de tiempo y esfuerzo que invierte una de mis compañeras transformistas. El ‘show’ de transformismo no es simplemente una hora antes de presentarme en la escena, implica mucho más tiempo. Por ejemplo, puede implicar que haya maquillaje, vestuario, peinado desde cinco horas o seis horas antes; claro, eso va a depender del grado de espectáculo que se vaya a presentar”, expuso Santiago.

La historia de este arte

De acuerdo con el trabajador social, el arte del transformismo como fuente de ingreso se remonta a más de 40 años atrás —1980—, en lugares exclusivos de la comunidad Lgbttq+, y se presentaban particularmente en la madrugada, con las áreas de Santurce, Condado y Miramar como epicentro de estos espectáculos.

“Antes se pagaba más, porque eran los 80’, pero ahora están pagando lo mismo que se pagaba en los 80’, en el 2023”, expresó Rudy, a quien EL VOCERO acompañó a una de sus presentaciones y fue testigo de que el espacio que tenía para prepararse era al final de un angosto pasillo, tapado por una cortina negra y solo cabían dos personas apretadas.

La veterana transformista adjudicó la baja remuneración a las cientos de nuevas ‘drags queens’ que aceptan pagas inferiores, debido al desconocimiento sobre este negocio.

Destacó el discrimen que sufren las artistas nativas contra las extranjeras, a las que pagan miles de dólares por presentarse, además de costearles el traslado aéreo y la estadía. Mientras que el pago a las ‘dragas’ del País ronda los $150 por presentación, en uno de los mejores escenarios.

Dado a la experiencia internacional de Rudy, particularmente en España, resaltó

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que hacer ‘drag shows’ en la Isla resulta más costoso que en otras partes del mundo. Detalló que una tela para vestuario que en Nueva York cuesta menos de $10 la yarda, en Puerto Rico puede costar casi $30.

Rudy Martínez es llamada madre entre la comunidad Lgbttq+, porque dio hogar a más de 20 jóvenes que fueron expulsados de sus casas por ser homosexuales. En esos años les enseñó el arte del transformismo como fuente de ingreso. Este año, el Senado de Puerto Rico reconoció su labor a favor de la comunidad Lgbttq+.

El rechazo

2023 veamos una sociedad intolerante a las diferencias, que no acepta a las personas que son diferentes, que buscan y tienen un trabajo de entretenimiento, al igual que cualquier otro artista, cantante, actor, actriz. Las transformistas y los transformistas son personas que ejercen su arte para simplemente entretener y ganarse el peso”, expresó el psicólogo clínico Miguel Vázquez.

Dato relevante

Según medios nacionales e internacionales, las amenazas contra la comunidad persisten, y en el estado de Tennessee, en Estados Unidos, se prohibieron este mes de marzo los ‘drag shows’ en público, pese a la actividad económica y turística que generan.

Según han reportado, el crecimiento del arte ‘drag’ ha revolucionado la economía del espectáculo a nivel internacional a través de las firmas de maquillajes y la moda.

“Es bien lamentable que todavía en el

El psicólogo incluyó dentro de la escena ‘drag’ a las personas que se presentan como ‘drags kings’ —la contraparte masculina— y fue categórico al explicar que estas personas “no tienen ningún problema psicológico simplemente por ser dragas o transformistas”.

Además, expuso que conoce de negocios que ni siquiera les pagan el equivalente del mínimo federal por hora —$8.50—, sin incluir la propina, que varía según el público.

De acuerdo con el presidente y fundador de la Cámara de Comercio Lgbttq+, Joey Colón, el mínimo que deben ganar las ‘dragas’ por espectáculo sería el 10% del total de la ganancia que obtiene el negocio por el cobro de entrada y la compra de bebidas y comida.

“Hay locales que son muy populares. Si vemos la medida del IVU (Impuesto sobre

Ventas y Uso) —que es la medida que nosotros utilizamos para seguir el ‘tracking’ (registro) de las ganancias— y cuando ves las planillas, un lugar que presenta ‘drags queens’, en un día puede hacer mucho dinero”, aseguró.

“El artista debería ser compensado con el 10% de las ganancias. Yo creo que es un mínimo de lo que deberían ganar”, indicó el también asesor financiero.

Colón aseguró que aunque hay ‘drag queens’ que pueden vivir completamente del transformismo y devengar hasta $300,000 anuales, destacó que para lograrlo tienen que salir de la Isla y darse a conocer en los medios internacionales.

Tal fue el caso de Nina Flowers, primera ‘drag’ puertorriqueña en participar en la temporada inaugural del programa RuPaul’s Drag Race, y que ahora es DJ a tiempo completo gracias al reconocimiento que obtuvo a nivel internacional, al ser primera finalista en esta competencia de ‘dragas’.

“Cuando yo vivía aquí, a mí me daban un salario y ese salario yo tenía que dividirlo en la cantidad de artistas que trabajaran conmigo. Pero aun así, yo personalmente me atrevo a decirte que lo que uno recibía como pago no cubría la cantidad de dinero que uno invirtió para verse espectacular”, indicó Flowers, quien reside en Estados Unidos desde hace 15 años.

Por su parte, la ‘draga’ de 25 años Catalina Tyrell, quien ha logrado dedicarse a tiempo completo al transformismo en la Isla, aseguró que para lograrlo hay que saberse mercadear y puntualizó que “en Puerto Rico las personas no quieren pagar el talento”.

“Lo ven como si fuese un relajo lo que estamos haciendo y a veces nos tildan como de payasas. Pero el arte se expresa de distinta manera y ¡qué lindo que nosotros como personas nos sintamos a plenitud llevando nuestro arte a los corazones!”, expresó la artista.

La escena ‘drag’ en Puerto Rico sigue extendiéndose y el público llena cada negocio que incorpora estos shows, pero queda por responder: ¿Cuánto pueden ganar los negocios? ¿Cómo los ‘drag shows’ benefician la economía del País?, respuestas que podrá encontrar en nuestro próximo reportaje.

Nota del editor: Esta es la primera de una serie de tres reportajes que exploran el negocio del transformismo en Puerto Rico. Pendientes mañana a la edición impresa de EL VOCERO

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