Vulva Estelar Femzine ma(u)rciana - nĂşmero 6
gGracias por apoyar la autogestión y los feminismos de provincias. Gracias a todas las autoras por vuestro tiempo y cuidados. Fotografía y diseño cubierta: Irene Bebop © de los textos sus autoras. Edición, diseño y maquetación: Irene Bebop @akane_kendo Correo: vulvaestelar@gmail.com Facebook: www.facebook.com/VulvaEstelar/ Twitter: @vulva_estelar Instagram: vulva_estelar ISSN: 2530-7509 Depósito legal: MU 246-2017 Impreso y editado en Murcia tropical. Barrio del Carmen - octubre 2020 Este femzine está y seguirá estando dedicado a nuestras abuelas. Comparte, difunde y pasa este femzine para que llegue a más feministas.
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Vulva Estelar nº 6 Lluvia de meteoritos
gBienvenidas a la nueva (a) normalidad estelar, publicamos este, nuestro número 6, desde la incertidumbre del papel y muy removidas con el nuevo paisaje post-confinamiento. Hemos titulado a este número lluvia de meteoritos ya que es la imagen que vemos desde la ventana de casa. No queremos recurrir a las imágenes de la distopía de manual, aunque lo hacemos irremediablemente. También tenemos que admitir que todo esto nos ha chupado mucha energía. Incertidumbre, amigas, cuidados, trabajos, familias, estrés, bloqueos… ¿a quién no se le ha hecho cuesta arriba algo durante estos meses? Hemos evitado golpes, avistado objetos precipitándose en nuestro día a día, pero queremos resistir, aprender de todo lo que nos está pasando. Esperamos que disfrutéis estas páginas, que os cuidéis mucho y que este virus no carcoma nuestras ganas de hacer, estar, ser y compartir. Ahora más que nunca, gracias por apoyar y ser tripulación ma(u)rciana. Sois rebonicas
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hYo ando por la cuerda floja con facilidad y gracia. Me extiendo sobre los abismos. A ciegas en el aire azul. La espalda entre los muslos, una espalda calentada por mi carne. Ando la cuerda - una acróbata en contrapaso, experta en el Acto de Equilibrio. (...) En el mundo zurdo yo con mis propias afinidades, y mi gente con las suyas, podemos vivir juntos y transformar al planeta.
Gloria Anzaldúa La prieta c hCada cima es un cráter. Ésta es la ley de los volcanes, que los hace eterna y visiblemente femeninos. No hay altura sin profundidad, sin un núcleo ardiente, aunque nuestras suelas de esparto se hagan trizas sobre la lava [endurecida. Adrienne Rich Veintiún poemas de amor c hARTEMISIA: No. No lo voy a decir otra vez. No lo diré otra vez. No lo haré y mucho menos a ti, porque estabas allí y lo sabes. No estoy mintiendo. No estoy mintiendo. Es verdad, es verdad, es verdad.
verdad. Es verdad, es verdad, es verdad, es verdad. Es verdad, es verdad, es
verdad, es
Escena octava del guión de la obra ‘It´s true, it´s true, it´s true’ de la compañía teatral Breach. Basada en las actas del proceso judicial de 1612 contra Agustino Tassi por violar a Artemisia Gentileschi. c
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FotogafĂa: Julia Fullerton-BattenIma -Malaika.
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Collage: Nave nodriza-Irene Bebop
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L o la Rontano
soro
palab s a l e d d rida
sTe nombro, Amanda Y desgajo una naranja, Amanda, amapola y lavanda De los campos de Amarna, Muchacha mujer De la piel de manzana Y el pelo en llamas.
Te recuerdo Amanda, Con tu sonrisa ancha Y ese lado tan british Que me encanta. Amiga Amanda, Fiel de la balanza, Arcana como la salamandra, Tu nombre es un mandala De pipas de calabaza, Una constelaciรณn murciana De planetas de melocotรณn Y estrellas cรกlidas. Amanda, acequia de plata Es nuestra amistad En una regiรณn sin agua. La digna de ser amada Amanda se llama, Mujer muchacha De la piel de manzana Y el pelo en llamas.
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Las amigas estupendas Ana Andújar
s¿Puede tu mejor amiga convertirse en tu peor pesadilla? La cultura pop y la literatura (sí, esa tan seria y de volúmenes gruesos) se han encargado desde el principio de los tiempos de tergiversar, ridiculizar y hasta criminalizar la amistad entre mujeres. Ya el magnífico “Comadres. La demonización de la amistad entre mujeres” de Antorcha Ediciones y compilado por Raquel Machado retrataba el esfuerzo del patriarcado durante toda la historia para “separar y vencer”: solas no podíamos, con amigas sí, y lo sabían. Volver a ellas era volver a hacernos fuertes.
Lo que las amigas sienten y cómo viven sus vidas va en paralelo entre la realidad y la ficción y siempre ha sido parte de la -a menudo menospreciada-“literatura para mujeres”. Son las cartas de Conchita Ferrer con Carmen Laforet y esta con Elena Fortún en medio de la España más rancia;
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son las ¡por fin! famosas “Dos amigas” de Elena Ferrante, viviendo su renacer millenial en forma de serie de Netflix, son Tracy y la narradora sin nombre del “Tiempos de swing” de Zadie Smith añadiendo a las dificultades de la amistad las tribulaciones de género y raza, es Virginia Woolf lamentándose con la muerte de su amiga y rival Katherine Mansfield, pues escribir sin una némesis a la altura se le hacía insoportable. Hay un momento en el que la amistad femenina empieza a forjarse, y es tan importante y tan íntimo que requiere espacio aparte, sobre todo porque a veces no solo no sale bien, sino que causa un auténtico cataclismo en lo que luego seremos: la amistad en la infancia, con toda su pureza, toda su pasión y también, toda su violencia. Tres libros retratan este proceso de crecimiento como pocos. La trilogía “Las chicas de campo” de Edna O’Brien (1960 el primer volumen) coloca a Kate y Baba en
la represiva Irlanda de posguerra. Una, fiel a su amiga hasta el dolor, la otra, libre y cruel, pero totalmente dependiente de su amor incondicional. Sorprende ver cómo las putadas de Baba forjan el carácter de Kate: en ocasiones, las hostias que llegan desde tu campo son con las que aprendes. La apuesta subirá con “Ojo de gato” de Margaret Atwood (1988), esta vez regodeándose en lo destructivo que puede ser ese contrato de lealtad incluso entre dos pequeñas niñas. Como decía la propia Atwood, en la infancia a los chicos se les permite luchar para ser respetados; a ellas solo les queda la palabra para lograr ese estatus, y lo maquiavélico, en manos inadecuadas, por muy diminutas que estas sean, puede causar estragos. “Panza de Burro” de Andrea Abreu (2020) fascina: otra vez son dos pequeñas las protagonistas, pero aquí no seguiremos su camino a la vida adulta sino que la infan-
cia lo ocupa todo, una infancia que conocemos bien, de bocadillos humildes, apuntar lo “debido” a la cuenta de la tienda, jugar en la calle junto a perros sarnosos y sentir debilidad por otra persona, sobre todo si eres como Isora: como si hubiera vivido dos vidas antes que esta. La narradora y su “pepe” la anhelan e Isora va a aprovecharlo. Shit, así es la vida, diría ella. Esta es la manera que la amistad en la infancia puede perturbar, y no es ni más ni menos que la antesala a lo que vamos a enfrentarnos en las relaciones de nuestro futuro. Capear el espectro de esa compañera que marcó nuestro carácter nos hace darnos cuenta de la pérdida de la inocencia, pero también de cómo los lazos entre mujeres siempre serán especiales. Si fuimos abusonas o abusadas o si sois aquellas niñas que todavía seguís de la mano; todo lo aprendimos juntas, al igual que saber que ya no aceptaremos esa hostia, ni aunque venga de nuestro equipo. M
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Poema anónimo
la nada sLevitando en tremos Viajando entre ex do lugar Expulsada de to misma Extraña para mí nte, mi vida Una lucha consta de referencias Falta incesante nfusa Una identidad co fusa Una sensación di todo Estoy fuera del tmo habitual Todo sigue su ri sde fuera Yo lo observo de mo podré entrar Me pregunto có ir me No sé cómo defin ir me No sé cómo sent que escribo Simplemente, lo es lo que soy encajar No necesito más cia ni falsear mi esen lo ni sufrir por el tento ni morir en el in a cárcel Ya no vivo en es eptación Ya no busco la ac misma Me acepto a mi ensión. desde la incompr
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Collage: Andrea AvilĂŠs Torres y Carolina LĂłpez Tortosa
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Imagen: Galaxia Shuri-Irene Bebop
sEs otoño, lo siento en la piel Junio, junio, junio Las ganas de recogerse, la manta y un té Desgana y melancolía absolutas
No importa el lugar y el idioma Las buenas y malas costumbres de sus gentes No importa el lugar y el idioma Viento, oscuridad y nubes Tormenta y milagros de sol Naturaleza desconcertante Costumbres dérmicas opuestas Naturaleza reconocible Recuerdos de infancia tropical.
M Mariflower
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Almax en pena (a bolso abierto) Lola Rontano sHay que dar con la pastilla, Con la píldora exacta Para volver a ser una con el Universo.
Doctora, hoy me siento fractura múltiple. ¡Todo me trauma! ¡Me hace falta un vademécum! Por favor, Una pastilla Para no trastabillar Con el entendimiento. Una peladilla Para acoplarme cabeza y cuerpo, Para no sentirse peón frente A los bolos que nos manda El Multiverso. Una pastilla para el mareo, Una pastilla para menguar Y otra para no embarazar. Una pastilla que me haga crecer Y creer que la vida tiene recetas, Que el páncreas Es una creación De homeópata, Que la facultad de sentir no se agota.
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Una pastilla, por diola, Una pastilla, Doctora, Una peladilla Blanca o celestita. Una pastilla para el deseo, ese Micro-onanismo definido Por la Organización Mundial de la Salud Como agente polivalente, Una pastilla para el amor Cuando no sale bien. Una pastilla para que cierre los ojos Sin que la cabeza me dé vueltas y vueltas, Muy lejos de mí, Una toma nocturna para que el corazón No me susurre en el oído izquierdo, Una pastilla contra el mal aliento. ¡La mucosa y el plexo! ¿Esa es la cuestión? ¿Controlar El plexo Y protegerse la mucosa? ¿Hidratarla siempre, Siempre y en todo lugar? ¿La solución pasa por Tener mucho plexo? ¿Y lavarse bien las manos, Por cualquier causa?
Toda hermenéutica Es farmacéutica. Doctora... Una pastilla postcoital, Una pastilla posreuniónfamiliar, Posgénero y poscolonial. Blanca o celestita Da igual. Una pastilla con millones De contraindicaciones. Y una dosecilla para la tos. Una pastilla, Doctora, Una pastilla, ¡por diola! Una pastilla para el confinamiento. Una dosis para enderezarme El tercer chacra, Para atizar la pavesa, Para dormir sin riesgo. Una pastilla y al calcio. Una pastilla y al hierro. ¡Seré la dueña del Multiverso! ¡Navegaré llanuras de serenidad Y silicato, bosques de cervicales! ¡Manejaré los remos del espacio! Una pastilla, Doctora, Para mi pastillero. ¡Me hace falta un vademécum Y una dosis diaria Para vivir Con el anticuerpo!
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violencia doméstica en las islas Mariflower
sVi en un hospital en Brexitlandia un folleto lila que me cabreó muchísimo: ¿Tienes miedo de tu pareja?, ¿Te fuerza tu pareja a tener relaciones sexuales?, ¿Te amenaza a ti o a tus hijos? Al final del folleto aparecían varios teléfonos y links de ayuda, entre ellos algunos para ayudar a hombres víctimas de esa violencia doméstica que describían. On fire me puse! Pregunté a varias profesoras de Inglés sobre el término domestic violence en inglés y lo que hay detrás de él. Me contó una de ellas, que en los años 80 se usaba el término wife-battering. (wife: esposa/ Battering: paliza). Si alguien usara gender-based violence, según otra profe, la gente no lo podría reconocer al principio, así que se tendría que ayudar a clarificar el asunto. ¿Perdón, clarificar qué? La expresión violencia de género es la traducción del inglés gender-based violence o gender violence que se empezó a usar a raíz de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer auspiciada por Naciones Unidas (Beijing, 1995), donde se manifestó que esta forma de violencia responde a “una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre hombres y mujeres, que han conducido a la dominación de la mujer por el hombre, la discriminación contra la mujer y a la interposición de obstáculos contra su pleno desarrollo”. ¿Cómo es posible que si en España hemos adaptado ese término del inglés para identificar esa violencia estructural en el entorno privado (llamémoslo así) lxs brexitlandxs en su propio idioma no lo consigan incorporar del mismo modo? Lxs inglesxs se empeñan en seguir denominando a la violencia ejercida sobre mujeres por parte de sus parejas y exparejas, domestic abuse y domestic violence. Si entráis en esta página* leeréis: “Domestic abuse can happen to anyone, regardless of age, background, gender, religion, sexuality or ethnicity. However, statistics show most
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* https://www.nationaldahelpline.org.uk/What-is-abuse
dom and estic Sí, expe abuse por es mu rience is ca Cua que e y estú d by w r ried o Ext tro he s una pida e omen ut by i me act nction r vore obvie sta af .” n ivis d i s r a R m ebe falta d co ac Vio t a p pañ lencia oper llion y n aqu mo u ión, tan í po n pia seg a aun de gé o. to c r m n n q ú ool uch o. que n lin ue e ero, o i sm hab en o güista l tér m lo usa o t i s m r l n a dice n ca os p expe o no os e intr n vio stella aíses r tos. es co n Esl Hon afami encia no no donde Ya sa r recto l b i a lo q estam r o v domé lo usa tamb emos s i u é i tér e se ente olenc tica, n, en n m imp ino, ha he me pa ia de violen camb io sem or tan pésele cho e rece pareja cia m min ántic un pe a qu n Esp uy v . á a i y u o deb s y li pino en le aña co lido n l sar p a e par el e ría se güístic s inco ese. M n el a r s n a El t hac pec usa s, o gr u e e par ér min r refe ífico v do só que encias e o e j est a, o dom renci iolenc lo en l téra r c g i é a u u e sim ctur lta l stico al ám dom ner bem ple he al con a viole , intra bito éstica al p pon os. N cho d tra las ncia e familia rivad e o s e r en r tod me ser muje pecí , de o. seg el mis as las vengá mujer res po fica y m e i u viol ir invi o sac agres s con s ya lo r el c s enc o io ia: ibiliza , al m nes y uento sael s s ndo ism iste o n violen de l a iv ma r c pat aíz de el par ias riar a cal. dicha
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Arte estelar Inkieta
sDescubrir a la pintora Hulya Ozdemir ha sido un regalazo. Cada cuadro suyo me parece fascinante. Me puedo pasar largos ratos mirándolos. Me transmiten fuerza, belleza, serenidad... diversidad de mujeres como las que me rodean en mi vida. Mujeres con las que disfruto con su compañía, aprendo de su sabiduría y me reconforta su complicidad. Grandes amigas de las que me siento muy orgullosa. Nos necesitamos porque nadie mejor que nosotras sabemos lo que hay, y tengo clarísimo que tenemos que seguir unidas escuchándonos y cuidándonos. M
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espacios en resistencia ¿Dónde empieza y dónde termina una persona? Pillqu & Pirka
“Ella es su cueva y su cueva es ella”
El confinamiento ha apuntillado lo vital de cada una de nosotras, nos ha mostrado
vulnerables ante un sistema, en esa vorágine donde sucumbimos... los cuidados, los espacios, las estructuras macro y micro han sido temas de reflexión en algún momento de ese tiempo suspendido, un “tiempo clandestino” lo llamó una amiga. Estar en confinamiento ha sido también asistir al tiempo de los recuerdos, una introspección necesaria, un suspenso en nuestro cotidiano ajetreado. A mí me ha tocado, poco después de aterrizar de un viaje largo, que también fue un viaje al pasado, hasta la infancia. A principios de este año fui a la casa matriz, después de algunos años, ahora vacía, con algunos muebles que aún quedan. La puerta negra, el muro alto, primer patio, luego entrar al salón y recorrer un pasillo hasta llegar a lo que fue mi habitación. La luz natural entraba desde la claraboya y miré alrededor, la habitación estaba vacía, en un rincón una cama recogida y la cómoda de pie, miré en dirección a la ventana que da a otra habitación, me percaté que aún quedan las huellas que dejé con la brocha. Miré con extrañeza, como si mirara por primera vez, la habitación estaba vacía, la casa estaba vacía, sin mi madre todo parecía ruina. He habitado muchos años en ese espacio, algunas veces compartido, otras veces para mí sola, con el tiempo ese sitio fue cobrando vida, poblándose de recuerdos, de historias de insomnio, de deseos... algunas amigas me pedían quedarse a solas en ella y yo les dejaba, me iba al salón o salía a la calle y eso siempre le mosqueaba a mi madre. Mi madre me decía que mi cuarto se parecía a una cueva de bruja. “No sabría que conocería una bruja y su cueva. Inseparables la una de la otra. Lo cual, para empezar, me enseñó una enorme lección de arquitectura antropológica: las personas no acaban en su piel, sino que empiezan en su espacio.” Nunca he vuelto a construir un espacio como ese, cada objeto tenía una historia que contar, nada estaba al azar, para mi madre era un misterio. Cada cierto tiempo movía los muebles y los objetos encontraban otro espacio, algunos se iban y otros volvían transformados, nada se quedaba estático.
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“(...) Al abrir la puerta percibí el aliento vivo de una garganta que me hablaba. Aromas de palosanto, incienso, y voces presentes. Cuando entré dejé de estar en una caja laberinto de ratón de laboratorio, para sentirme en un lugar que cambiaba cada vez que miraba. La piel erizada. El sitio estaba vivo, era un bosque y un recodo, una senda vericueto, y un habitáculo de seres que me miraban desde lugares varios y alturas dispuestas. Una mujer-rama pequeña que me preguntaba quién era yo. Libros que no estaban en estantes sino que eran piedras, caminos y señales. Hitos de conocimientos necesarios. Una vieja cocina de hierro forjado, curtida con entrañas de memoria e historias que contar, y si querías sentarte era... ¿un sillón? No había funcionalidad, eran rincones que aparecían con la posibilidad de acomodar tu cuerpo al deseo del instante. Aquello era un laberinto vital personalizado: un camino hacia adentro y hacia abajo, hacia lo oscuro que no sabemos, hacia la vida real e impredecible, en este caso la suya.” A veces siento nostalgia de ese espacio, del lugar y el tiempo vivido, mi habitación fue más que cuatro paredes era la extensión de mis brazos en un espacio. He tejido y destejido muchas veces. Cuando me inquietaba construía algo nuevo con algún objeto que ya había cumplido su función. De los objetos que poblaban mi habitación, algunos cogieron vuelo, algunas piedras, algunos libros, una vela del siglo XIX, un gramófono que era de mi padre, y una maleta pequeña colonial de mi abuelo, otros se enraizaron en casa de mi hermana y muchos otros por alguna razón desaparecieron. “Y así, las cosas no eran cosas. Mutaban con la mano que teje o pinta, con el cambio de posición. Es como cuando algo lo sacas del lugar donde esperas que esté y se vuelve pregunta. Así eran los objetos, que ya no lo eran, en ese hogar-cueva. Resultaba inquietante saber para qué servían, pero la cuestión no era para qué servían sino qué decían a tu alma, qué tenían para ti que pudieras sentir al tocarlas, al acercarte, al mirarlas. Las cosas se sienten cuando son obras de nuestra vida. El sueño de Marx, tan masculino y tan proyectista, no estaba en un futuro utópico, sino en esa habitación donde nada era producto, donde todo era génesis, que es el nombre que tiene la vida cuando se está haciendo permanentemente.” En estos últimos meses he pensado mucho en los espacios que habitamos; las casas están pensadas para la funcionalidad y si vives de alquiler los muebles son restos de stock, en los salones, un sofá cerca la ventana, frente a un mueble para un televisor, una mesa de comedor. Todo organizado desde una mirada normativa: la cocina, los cuartos de baño; en las habitaciones los enchufes están situados para orientar dónde tiene que ponerse la cama, una entrada para el teléfono, todo queda planificado para
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que lo único que tengas que hacer sea poner las cosas en su sitio. Son como cárceles funcionales “hechas para encarcelar lo vital (...) Nada más aburrido y previsible. Nada más vacío e inerte, hecho exclusivamente para la reproducción del automatismo programable de un sistema violento. Está muerto. Nos arrastramos en esas casas buscándonos en espacios que no nos significan y en ellas colocamos a modo de trofeos, y figuras: recuerdos, fotos de un pasado perdido donde los espacios importan poco en un intento posible de salvar en los recuerdos la vida que un presente de 80 metros cuadrados nos roba”. Me he sentido muchas veces agobiada en la casa donde ahora vivo, y he sentido que no era para mí; ese ideario, el de tener una casa propia para habitarla ha hecho que pierda el interés en construirla, ha minado los deseos de prolongación de mi misma, me he dejado atrapar por vivir lo provisional y lo funcional hasta que tenga algo propio y he caído en la trampa del sistema. Cuando vivía en la casa matriz no me cuestionaba el tiempo que iba a vivir en esa casa, lo construía sin esa presión, aunque en teoría nunca quise tener una casa propia, por lo que significa la propiedad como tal; y el miedo al estatismo, porque el movimiento es fundamental en mi vida y el tener un inmueble fijado me paraliza, siempre lo ha hecho. En algún momento he confundido el deseo de tener una casa en común, con el de tener una propiedad en común. Quizá esa presión social que sientes, a una determinada edad, de tener una casa para vivir se convierte en un objetivo en sí, como sentar raíces, asentarte en un lugar. Desde el capitalismo ese deseo nos lo venden como propiedad. La casa es donde uno habita, el lugar donde sueña, vive, come y da igual que sea propia o alquilada... en algún momento de mi vida confundí el inmueble con la casa. El confinamiento me ha permitido recuperar el deseo de construir, pero esta vez desde lo común, desde un diálogo con la persona con la que he decidido vivir desde hace años, pero con el que he vivido de forma provisional. No podemos huir de los espacios impuestos y funcionales, es lo dado.
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Es casi como el mar al que te arrojan cuando entras a ser parte del ideario vital de casas y familias, pero sí podemos darnos cuenta de cómo nos afectan, para construir nuestros propios botes alternativos, nuestros espacios de resistencia a contracorriente que se superponen, y flotan, a los espacios alienantes del modelo patriarcal y capitalista. Además nos permiten poder pensarnos de otra manera. Una esquina seguirá siéndolo mientras no haya alguien que dibuje con una tiza un círculo en su ángulo y la convierta en una curva de retorno a una misma, y una carretera seguirá siéndolo salvo que alguien coloque una rampa que conecta con el camino olvidado donde un día nos encontramos. Y dentro de una casa un salón seguirá siéndolo hasta que una serpiente alfombra lo cruce y lo convierta en una vía de ritos hacia lo desconocido. Todo es cuestión de resistir y transformar cuanto sea posible, ahora que aún nos queda conciencia y nuestras vidas, ojalá, olvidaron el miedo y la vergüenza. P.D. Los entrecomillados son de “Piel frontera, espacio vida. Imágenes de una mujer- cueva”, escrito por Jara, en memoria de mi habitación. El dibujo es de Luz Fernanda Medina H., mi sobrina. La cocina-mesa, máquina de escribir antigua eran parte de mi ensueño, habitantes de mi cueva. M
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eDición o Barbarie Irene Bebop
En mitad de toda la locura del confinamiento
participé en la editatona de mujeres artistas organizada por Wikiesfera. Fue una experiencia muy poderosa en mitad de tanta ansiedad e incertidumbre. La editatona fue facilitada por Patricia Horrillo quien coordina desde 2015 el grupo wikiesfera en Medialab Prado (Madrid). Después de la editatona me vine arriba y he estado aprendiendo a editar este verano. Como soy un poco friki no me sorprende el hecho de estarle dedicando tiempo a algo como Wikipedia. Pero algunas colegas me miran como sorprendidas cuando les cuento que también ellas deberían editar. ¿Por qué? Porque Wikipedia como cualquier espacio de conocimiento es un espacio profundamente patriarcal y por lo tanto, refleja una gran brecha de género. Lo que se traducen en: si nosotras no editamos, editan por nosotras. Algunas voces como Jimmy Wales o la misma Patricia Horrillo ya han señalado esta situación, pero todavía son pocas las mujeres que se animan a editar, aspecto que se traduce en que la información que se ofrece en Wikipedia tenga sesgos machistas o que directamente invisibilice la aportación de grupos fuera de la óptica patriarcal. Las mujeres representan el 10% en la comunidad de edición de Wikipedia.
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la Gardner (exdirectora de Según el ar tículo de Sue n or qué las mujeres no edita Fundación Wikimedia) “p motivos que daban las en Wikipedia” estos eran los edia: propias editoras de Wikip ilidad con el usuario en la • Una carencia de amab edia para editar. interfaz que presenta Wikip tiempo libre • Poca disponibilidad de • Poca autoconfianza. cio y el desinterés en parti ict nfl co al n sió er av La • ediciones. par en largas guer ras de contribuciones propias • La creencia de que las das. serán revertidas o elimina bal misógina la atmósfera glo • Algunas encuentran de Wikipedia. e ia es sexual en for mas qu • La cultura de Wikiped . les resultan desagradables es como si fueran hombres • Que se dirijan a ellas jeres cuya lengua materdesagradable para las mu l. na tiene género gramatica s no opor tunidades que en • Las mujeres tienen me laciones sociales y para otros sitios para crear re or. encontrar un tono acoged
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fotografía : Ana Gil
Igualmente considero importante que nos animemos a editar desde espacios que no sean grandes ciudades. Hay una tendencia a poner en valor lo que ocurre en la ciudad y a romantizar (y con ello infravalorar) lo que no está en el centro. Si el relato de las ciudades periféricas, especialmente las de los sures, se realiza desde coordenadas que nos miran con verticalidad nuestra memoria se nos cede, no formamos parte de ella. Buena prueba de ello es lo que me ha ocurrido intentando hacer el artículo de Las Culpass, diseñadoras feministas de Murcia y conocidas por su compromiso con la moda sostenible. Pionera sin duda alguna en el ámbito de la moda. Después de publicar su artículo lo tumbaron un mes después alegando automoción y falta de relevancia. Algunas amigas me echaron una mano y editamos entre todas. Pero finalmente, nos eliminaron el artículo. He aprendido que podríamos haberlo hecho de forma diferente y creo que
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así lo haría si tuviera que volver a escribirlo, pero igualmente tengo cierta sensación de impotencia y soledad. Ante el teclado queda cierta frustración al saber que no has podido poner en relevancia algo en lo que crees. Pero también me pregunto…¿Hubieran tumbado el artículo si el premio
hubiera sido del Ayuntamiento de Madrid? ¿Y si fueran jugadores de fútbol de la tercera división española? ¿Qué peso tiene el lugar para establecer la relevancia? ¿El saber enciclopédico no debe también recoger como relevante aquello que ocurre fuera del mainstream? Lo que tengo claro es que dentro de un año volveré a intentarlo. Supongo que tenemos que ponernos mucho las pilas en esto, no esperar a que las cosas ocurran en otro lugar. No podemos acabar siendo consumidoras de los feminismos, si nos creemos que realmente el feminismo es un movimiento para acabar con cualquier tipo de opresión debemos ponernos manos a la obra y poner en valor el trabajo feminista que merece ser reconocido públicamente. Hacer más, consumir menos. Consumir en el sentido más amplio de la palabra, no solo lo hacemos como modelo económico, a veces también lo reproducimos como modelo de activismo. Son muchas las luchas que nos atraviesan, ojalá esta también fuera una de ellas. Una editatona en cada barrio, una editatona en cada pueblo.
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Si te pica el gusanillo os recomendamos el podcast que grabamos en Ruda FM para la primera editatona que organizamos en Murcia tropical.
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