Vulva Estelar Femzine ma(u)rciana - número 8
jGraciasi por apoyar la autogestión y los feminismos de provincias. Gracias a todas las autoras por vuestro tiempo y cuidados. Fotografía portada: Juan López. Esperando la procesión de Viernes Santo Portada, contraportada y maquetación: Irene Bebop © de los textos e imágenes sus autoras. Edición, diseño y maquetación: Irene Bebop @akane_kendo Correo: vulvaestelar@gmail.com Facebook: www.facebook.com/VulvaEstelar/ Twitter: @vulva_estelar Instagram: vulva_estelar ISSN: 2530-7509 Depósito legal: MU 246-2017 Impreso y editado en Murcia tropical Barrio del Carmen - mayo 2022 Este femzine está y seguirá estando dedicado, especialmente, a nuestras abuelas. Comparte, difunde y pasa este femzine para que llegue a más feministas.
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Vulva Estelar nº 8 Ithaca Chasma
s jIthaca Chasma es la gran grieta de la luna de Saturno, Tetis. Este inmenso cañón glacial que tiene 100 km de ancho y cerca de 2000 km de largo ha sido nuestra parada recurrente a lo largo de estos ya dos años de pandemia. Este número está recorrido por lo que nos ha pasado, lo que nos está pasando y las resistencias al secarral-glacial que se nos ha quedado. Abrochen sus cinturones, aterrizamos en Ithaca Chasma.
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ANTIDEPRESIVOS Y SU FATÍDICA RETIRADA sMalika
iLa palabra antidepresivos está muy instalada en nuestra sociedad, ¿quién no sabe lo que son? Pues deberían levantar la mano incluso médicos, médicas, psiquiatras, psicólogos y psicólogas. Recetar un antidepresivo no es darle una bolsa de sugus al paciente para que se le pase el berrinche, esos sugus crean adicción y si los intentas dejar te contraatacan y te susurran día y noche que si quieres estar equilibrada tienes que comerte mínimo uno al día, ¡qué rico el sugus este, oye! Y si tú te pones rebelde y le dices que no, que paso de ti, les pasa como a algunos tíos que no entienden el NO y se lo toman como mensaje de una chica dura que les está pidiendo a gritos un abrazo en su idioma de “bad girl”. Estos sugus son así, si los rechazas te hacen maltrato psicológico y un poco físico, a veces notas que se te va a salir el corazón por la boca simplemente cuando te levantas de la cama, que sientes que está a 40 metros del suelo... Pero eso es lo mínimo, en tu cabeza hay un caos que te recuerda a cuando montabas en la olla de la feria, con 8 años, e ibas de una hostia a otra intentando incluso acomodarte en alguna de ellas, pero era imposible y suplicabas que parara o
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vomitabas. Así es dejar los sugus. ¿Y sabéis lo peor? ¡La sociedad! Que como no estás sangrando por la cabeza no entiende una mierda que puedas encontrarte mal, pero “si andas de un sitio a otro sin caerte y puedes hacer la compra y pasear a la perra! ¡Venga ya, drama queen!” Los odias y las odias, no quieres saber nada de la gente, más que nada porque te da hasta un poco de repelús oír tu propia voz a veces, por no decir que tienes que andar disimulando todo el tiempo para que no piensen que te has metido medio gramo de speed del más barato. Pero tienes que seguir tu vida porque ¡joder, no estás manca, mujer! Tienes que seguir yendo al trabajo, a clases, a tus reuniones sociales…Y optas por centrarte en respirar e intervenir lo menos posible. De vez en cuando sientes que puedes contar lo que estás pasando y te encuentras con frases como: “ay, es que ahora os las tomáis a la primera de cambio” y le contestas de una mala hostia importante. No recuerdo el momento en que me preguntó mi trayectoria personal como para saber si las pastillas fue lo primero a lo que recurrí.
sCollage:Malika
Nada, que no hay manera de recordar en qué momento ella se preocupó por saber que llevo desde los 18 años haciendo mil ciento cuarenta y siete tipos de terapia, clínica, alternativa, espiritual...si os cuento todo lo que he hecho no cabe en la nube. Si no sabes la historia personal de alguien cállate la puta boca, bonita, porque no ayudas. Con todo esto, agradezco infinito los dos años de equilibrio que me han dado los sugus estos, aunque a veces echaba de menos mis “modo intensita ON”, que ¡oye, también tienen su punto! M
Nadie nunca nada / me cuesta respirar / me faltan los alientos / espero los cantos/ los cuantos/ los/ me llevan los vientos Laura Sam
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EN MODO AVIÓN sSilvia Marte
iMás de 50.000 pensamientos al día, ¿te parece normal? Pues esto es así, cada día, cada una de nosotras. Una barbaridad. Un despropósito. Para qué necesitamos pensar tanto. No hace falta. Este caudal constante de pensamientos que se enlazan unos con otros, viajando non stop del pasado al futuro, que se superponen sin dejar ni una mínima grieta entre ellos, protagonizan nuestra vida en gran medida y son responsables de nuestra salud. Sin ser una experta en el tema, escribiré estas líneas a raíz de mi propia experiencia con la intención de que a alguien le sea de utilidad. ¿Qué es la espiritualidad? ¿Es tener fe? Para mí la espiritualidad es sinónimo de esperanza y de poder. De autopoder. Y eso me hace sentir libre. Llevo más de 2 años practicando meditación de forma habitual y discontinua. Quiero decir que intento realizar la práctica a diario pero que a menudo no lo consigo y es ahí cuando puedo observar claramente la importancia que tiene en mi percepción del mundo y la forma de estar en el. Si tuviera que decir una afirmación diría que la meditación es la herramienta más revolucionaria y poderosa que conozco/hay para ser feliz. Y eso, es mucho. Por supuesto, esto no me lo he inventado yo, ya que hay miles de años, expertos y estudios que aproximándose desde distintos lugares, científicos y espirituales, llegan a esta misma conclusión. Y desde que yo lo sé, ando pensando en cómo poder compartir este conocimiento con más personas, con más mujeres. Este puede ser un buen lugar para ello.
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Puede que si no habéis tenido un contacto previo con todo esto que os voy a contar os suene extraño, que aparezcan resistencias, puede que el ego os diga que dejéis de leer y que vayáis a las RRSS a ver que pasa por ahí, que esto es una perdida de tiempo. Y es que me río, porque en el mundo loco, enfermo y frenético en el que nos encontramos, meditar es una bendita pérdida de tiempo. Meditar es… … una cura para la ansiedad, para el insomnio, un antídoto al estrés, una alternativa a la medicación, un descanso para el alma, un encuentro contigo misma, con tu yo real, con tu esencia. Meditar es… gratis, es para todo el mundo. Una opción que tienes siempre que quieras, es desconectar con el ruido del mundo, es conectar con tu ritmo, con tu respiración. Meditar es presencia, salud, dicha. Es agudizar tus sentidos, ampliar tu capacidad de amar y de amarte. Es abrazar tu intuición, mirarla a los ojos. Es dejar de ocultar tu creatividad y voz para mostrarlas al mundo. Es una auténtica delicia. Meditar es volver al útero de mamá. Al origen, a ser parte de un todo. A estar mecida por el mar. Al aire limpio de la montaña. A la paz de tu corazón y tu cama. Meditar es una droga y puede ser adictivo. Ver cómo te liberas de tus pensamientos, domarlos, acallarlos, ignorarlos. Hacer que dejen de protagonizarlo absolutamente todo para dejar paso al ser, algo tan elemental y tan olvidado. El ser, el estar. Vive el presente. Carpe Diem. Eso sí nos suena a todas y nos suena bien la verdad. Pero cómo llegar a experimentarlo, cómo educarnos para vivir más presentes, cómo aumentar la capacidad del disfrute, de ser felices haciendo lo que sea que toque hacer. Estar en alta vibración. Sentir dicha plena mientras friegas los platos o haces la compra en el Lidl, a mí me ha pasado os lo prometo, felicidad absoluta en pequeñas rutinas sin Murcia, toda la Región de Murcia, me parece la zona de sacrificio más fuerte que tenemos dentro de la península. Yayo Herrero
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importancia. Pues esto tan bonito es lo que yo he experimentado, creo conocer y deseo compartir. La meditación, el mindfulness, tiene el poder de hacer transformar tu realidad. Y es que esta práctica te enseña a que el cambio no depende de nadie más que de ti. El cambio es interno y eso es realmente empoderante. Es decir, la meditación no va a hacer que tu jefe deje de ser un idiota o que llegues a fin de mes con dinero en la cuenta. Pero si puede ayudarte a gestionar conflictos y darte el poder de vivir en equilibrio y armonía, a pesar de tus circunstancias. Ayudarte a estar bien contigo misma, quererte y comprenderte. Y estoy segura de que eso sin duda va a hacer que muchas de las cosas que no te gustan o no van bien de tu vida comiencen a transformarse. Y no queda ahí, la práctica de la meditación es la puerta a un camino maravilloso de conocimiento. Al abrirla me he visto descubriendo una enorme cantidad de sabiduría ancestral que ignoraba por completo, un universo paralelo. Aprendizaje que aunque sea leído por primera vez, es familiar, resonando en mí como lecciones que la vida me ha dado o me ha susurrado al oído en algún momento. Toda esta maravilla para mí solo tiene un pero, y es que cuando estas jodida es muy complicado sentarte a meditar y acallar tu mente. Justo cuando más lo necesitas es cuando es verdaderamente difícil, el ego se apodera de ti y te lleva por otros derroteros. Ahí es cuando, para volver a la luz son necesarias grandes dosis de voluntad. Yo misma este último año me he visto sin energía, creyendo que no podía con todo, muy cerquita de un profundo pozo, cuando he reunido las ganas de superar los acontecimientos y he vuelto a sentarme a meditar las mismas paredes oscuras que me rodeaban se han vuelto a pintar de colores y las ventanas a irradiar una bonita luz. Y he podido con todo. A efectos prácticos, cómo empezar o cómo empecé yo en su día. Necesitar, solamente necesitas el móvil y unos cascos, easy. Hay apps que tienen contenidos en abierto que están muy bien, yo probé Petit Bambú y Siente. En Spoty hay infinitas meditaciones guiadas, para todos los gustos. Yo estoy in Love con “medita con Pilar” y “medita con
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Paz”. En YouTube están los programas de Deepak Chopra traducidos al español sobre la abundancia y salud perfecta. Ya cada cual debe encontrar lo que más le vaya. Una vez que empiezas verás cómo va llegando a ti como por arte de magia lo que vas necesitando en ese momento. Entiendo este texto como algo introductorio ya que podría profundizar casi en cada una de las cosas que aquí comento. Me parece esencial aprender a utilizar esta herramienta y enseñarla así a nuestros jóvenes y les niñes. Como acción política para mejorar nuestra sociedad y nuestros niveles de satisfacción y felicidad. Si tenéis cualquier duda y os puedo servir de guía de alguna forma podéis poneros en contacto conmigo, estaré encantada de hacerlo.
sFotografía: David Flores
Espero no haber sido muy rollera, siempre te queda la duda :) un abrazo enorme compañeras, os deseo muchos ratitos en modo avión. M
No pido gente guapa, pido gente normal / Si puede ser, gente normal Pájara Rey
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Estoy harta de esta puta pandemia sCris Abellán
iHarta, de tener que llevar mascarilla, de no querer llevar mascarilla, de cabrearme cuando alguien no lleva bien puesta la mascarilla. Harta, de que se me empañen las gafas, de no acordarme de beber agua, de que me duela la garganta. Harta, de ser constantemente demandada, de sentirme frustrada, de estar cansada. Harta, de la falta de espontaneidad, de las continuas quejas de los otros, de las mías propias, de la tristeza de los otros, de la mía propia. Estoy harta, de la precariedad emocional, de esta puta pandemia. M
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sFotografía: Cris Abellán El derecho ambiental ha fracasado, necesitamos una nueva conciencia ecológica. Teresa Vicente
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SER BUENA GENTE ES EL NUEVO PUNK sAna Andújar
iSí, el mundo se ha vuelto raro. Hay cosas que no han cambiado: la gente sigue tirando las colillas al suelo, tu perrete menea la cola cuando te ve entrar, el sol sale y se pone cada día como si no pasara nada. Eso sí, alguien ha colocado un filtro smog sobre nuestros corazoncitos, que aprieta un poquito al levantarse. El sistema no ayuda: junto a la precariedad, la injusticia y la soledad sorteamos las corrientes de intentar vivir sin dejar cadáveres detrás. Pero hay personas a las que no les parece suficiente, y aspiran a llenar la ciénaga. Insultos, desprecio, mofa, agresividad, violencia y odio es solo una muestra de lo que nos encontramos cada día, desde la política hasta el trabajo, pasando por la comunidad de vecinxs, tu grupo de colegas y a veces, una misma. Es fácil y aletargador entregarse al pozo de la mierda. Culpar al resto, certificar tus ganas de quedarte solx cuando nadie te entiende, saberte un poquito mejor que nadie. Rata Negra lo canta genial:
Mi forma de pensar es única, No puedo evitar emocionarme, Al escucharme hablar Mi forma de pensar Es única
Por qué iba a escuchar si podría solo hablar Por qué iba a escuchar lo que tengas que contar Por qué iba a mirar lo que me quieras mostrar Por qué iba a cambiar si mi forma de actuar Es única
La “amabilidad” y la “bondad” pueden ser dos de los términos con menos “punch” de la historia del marketing. Además, a menudo parecen unidos a cierta verborrea religiosa que nos hicieron tragar desde bien pequeñas, en aquellos tiempos en los que los jueves de invierno teníamos que ir a catequesis en las aulas heladas de San Mateo.
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Joder, es que suenan a parábola, con menos gracia que un plato de brócoli. ¿Cómo no querer quitarse de encima esa pátina de buenismo cuando se está fraguando una semillita punki dentro de un corazón teenager? Siendo chica, lo de ser “buena” estaba más que calado en los huesos. Las niñas debíamos ser buenas (así nos querrían más) por nuestra naturaleza maternal. Pero un día miras a tu alrededor y te cansas. ¿De qué le había servido a Amy March? Siempre intentando mediar entre sus hermanas, y por poco la espicha de tuberculosis (algo que no le importaría a nadie, porque era un coñazo). ¿Y Melanie Hamilton, con la sempiterna sonrisa aguantando el porsaco de Scarlett O’Hara como una monja tibetana? Otra a la que el storyline manda bajo tierra. No, cuando despiertas no quieres ser buena. Sin embargo, la realidad es que cuando la amabilidad y la empatía son parte de una personalidad, nada se puede hacer: te gustaría ser una mala perra, que los problemas del resto no afectaran tu tranquila vida, ser capaz de mandar a la mierda sin reparo. Bueno: esto también forma parte del autocuidado, de la protección que nos debemos, de la supervivencia. Pero el creer que merecemos más que otrxs solo porque así nos respetaremos más no siempre tiene que ser verdad. El individualismo también refleja el egoísmo (y coño, la pereza, porque vivir en comunidad es agotador de narices) y nuestra manera de transmitirlo en forma de “honestidad” puede esconder crueldad y algún que otro traumilla. Porque tampoco es tan malo ser buena gente, pararse a pensar si lo que va a salir de nuestra boca puede hacer más daño que bien, ponerse en el lugar de la otra persona. Te puede sonar a patraña mrwonderfulera, pero la verdad es que tú también vas a necesitar un abrazo, y eso sí que es revolucionario. Que como canta la amiga Cindy Lauper, si te caes, te cojo. M Generamos víctimas a diario y muchas de ellas continuarán llegando a nuestras orillas, no sólo en Lesbos, pero las islas tienen eso de parecer micromundos a los que observar a través de una mirilla. Begoña Iriarte
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Hiperproductividad sIsis Brand
iUn fantasma recorre nuestras cuerpas y nuestras casas. Puede que algunas todavía no le hayáis puesto nombre, pero seguro que muchas ya lo habréis notado, habéis sentido su aliento en la nuca y un susurro que te recuerda permanentemente algo olvidado, una tarea por hacer, un mensaje por contestar. A veces también te presiona el estómago o te aprieta las mandíbulas. Algunos expertos lo han llamado ansiedad, yo la llamo Hiperproductividad. Lady Hiperproductividad. Cero sexy but very real. Esta señora ya nos rondaba desde hace tiempo, pues forma parte del Team Capitalismo, junto a la eficiencia, la competitividad, las todolist, los objetivos prefijados, los horarios contreñidos, las citas con hora de principio y fin, los madrugones para que-dé-tiempo-a-todo… Incluso si echamos la vista atrás Lady Hiperproductividad nos acompañaba a las extraescolares, a los deberes para casa, ella expedía los cuadernillos de Vacaciones Santillana y los innecesariamente exigentes exámenes de
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conocimiento del medio allá por cuarto de primaria. Parecía una ingenuidad entonces, ¿eh? “Las criaturas es que se agobian por nada” “Ya tendrás tiempo para jugar”. Y parece una ingenuidad ahora: “qué falta me hacen unas vacaciones” “no nos podemos ver hasta dentro de tres fines de semana” Habíamos normalizado, hemos normalizado, el ir corriendo a todas partes. Pero hace dos años algo vino a dar otro giro de vuelta esta salvaje a la situación: hemos estado confinadas. El trabajo, los estudios y las obligaciones en general habían marcado nuestros horarios vitales, determinando qué hacer y cuándo. Pero llegar a casa era señal de descanso, de parar lo de afuera, bajar el volumen al mundo exterior y limitarte a tocarte el papo. Pero cuando el confinamiento llegó el hogar ya no era un sitio separado del trabajo. Ahora estar en casa también podía -y debía- ser productivo. Teletrabajo, yoga online, videollamadas, menéate con Patry Jordan, batch cooking, incluso el autocuidado, la lista de X series que ver antes de que se acabe el mundo, estar
totalmente actualizada de cómo va el fin del mundo… Todo puede ser agendado, trackeado, calendarizado… Cualquier momento puede ser un momento para estar-haciendo-algo. Nadear ya no es tan fácil, no hay lugar para el esparcimiento. La hiperexigencia ya no es un susurro en la nuca: no es la profesora de primaria pidiendo los deberes, ni la de la universidad exigiendo entregas, ya no es ni un jefe traicionero y errático pidiendo esto es para ayer. La autoexigencia ya es una voz que emerge de dentro, recordándonos que hay algo más que hacer, que esto podría ser mejor, que falta todavía alguna cosa por completar, que no-eres-suficiente. La prisa por hacer cosas (¡COSAS!), la marcada tendencia agónica hacia la acción está tan presente actualmente porque dialoga y empuja a una parte importante del sujeto contemporáneo: la insuficiencia. Nos atreviesa a todas, a todos, a todes. No nos sentimos suficientes. Suficientemente buena amiga, suficientemente guapa, suficientemente inteligente, suficientemente fuerte, no ser suficiente en algún aspecto importante o incluso
no sentirse suficiente en general. Esta sensación aparece y nos hace repasar nuestros logros y, sobre todo, reparar en nuestros fallos. Siempre habrá algo que podrá ser mejor porque cuando la insuficiencia se ha instalado borra la sensación de capacidad, de logro… Impide la sensación de calma. A quien lea esto, porfa, no te pelees más contigo, no te agotes en esta batalla que la vida no va de eso. Seguramente lo que estés haciendo sea más que suficiente, seguramente no sea cuestión de hacer más cosas, sino de parar, de respirar, de notarte el cuerpo e ir viendo hacia dónde quieres dirigir toda esa capacidad que tienes de hacer hacia algo que para ti tenga más sentido. Si te sientes insuficiente, párate. Take a break. Busca qué tiene sentido para ti. Déjate en paz, que ya está bien. Y struggle capitalism. M
Carecía por completo de la cautela que aquel lugar les había inculcado a las demás mujeres. Bárbara Baynton
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La sabiduría del cuidado, un legado ancestral y poético de María Sabina sPillqu & Pirka
iMaría Sabina nació el 22 de julio de 1894 en Huautla de Jiménez, Oaxaca, perteneció a la comunidad de los mazatecas. Tenía 10 años, cuando Sabina descubrió los poderes místicos de los hongos y hierbas en un hecho fortuito que marcaría ya toda su vida. Después de casarse muy joven, tener tres hijos y enviudar dos veces, se dedicó por completo a la sanación y el uso terapéutico a través de los hongos. Para entrar en trance María Sabina rezaba y danzaba, luego ingería “los niños santos”, así era como llamaba a los hongos. En 1957, la revista Life publicó un artículo de Robert Gordon Wasson sobre el uso de los hongos que dio fama a María Sabina como La señora. Escritores, cineastas, músicos y gente aventurera, querían tener experiencia con la ingesta de los hongos alucinógenos, lo que motivó una peregrinación de corte hippie que desvirtuaba el sentido del uso ritual del los hongos en su comunidad. Los cantos de María Sabina también fueron publicados sin su autorización, provocando su desazón. Pese a su popularidad, María Sabina vivió en la pobreza. Actualmente se le comienza a reconocer por su poesía visionaria. El 22 de noviembre de 1985, a los 91 años de edad, María Sabina realizó su último viaje. En edición digital El Orejiverde, “María Sabina, Mujer Espíritu y Dueña de la palabra”.
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a1.- El cuidado no se piensa de cualquier manera: el cuidado necesita una espiritualidad de la vida total. En las cosmogonías originarias de América el cuidado no es algo aparte, no es una tarea accesoria, sino que se aprende y se integra de forma orgánica al entorno, a las relaciones con todo lo que nos rodea; las plantas, las animales, lo que es orgánico, pero también las piedras, las montañas, las cuevas, los cielos, las aguas, no sólo los seres vivos. Cuando Sabina era pequeña cuidaba el rebaño de sus abuelos y a su vez participaba de los ritos de cuidado, de sanación como una más. a2.- El cuidado no se dice de cualquier manera: el cuidado necesita una expresión poética, un lenguaje que no es artístico solamente sino terapéutico a la vez. Los conocimientos y la práctica de Sabina se expresan de forma poética para dar consejos, para transmitir a través de los cánticos la forma orgánica de ver el mundo, con lo que le inspira, no como algo abstracto, construido desde la intelectualidad, sino como parte del entorno donde vive, siente, huele, se alimenta; por eso su palabra está enraizada a los elementos de la vida, de ahí que su fuerza terapéutica llegue hasta lo más profundo de las personas. Lo extraordinario se reconoce en los sueños, por eso el lenguaje que mejor expresa la verdad de las cosas es el lenguaje simbólico y artístico, en su caso la poesía, la música, la canción hecha palabra. ,Consejo de María Sabina.
Cúrate mijita, con la luz del sol y los rayos de la luna. Con el sonido del río y la cascada. Con el vaivén del mar y el aleteo de las aves. Cúrate mijita, con las hojas de la menta y la hierbabuena, con el neem y el eucalipto. Endúlzate con lavanda, romero y manzanilla. Abrázate con el grano de cacao y un toque de canela. Ponle amor al té en lugar de azúcar y tómalo mirando las estrellas. Cúrate mijita, con los besos que te da el viento y los abrazos de la lluvia. Hazte fuerte con los pies descalzos en la tierra y con todo lo que de ella nace. Vuélvete cada día más lista haciendo caso a tu intuición, mirando el mundo con el ojito de tu frente. Salta, baila, canta, para que vivas más feliz. Cúrate mijita, con amor bonito, y recuerda siempre... tú eres la medicina. Bajo la higuera / siempre es verano Ángeles Carnacea
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La forma de integrar su conocimiento y vivencia a3.- El cuidado no se hace de cualquier manera: el cuidado requiere una mediación. El acceso al lugar desde el donde se “siente” el cuidado y la conexión al mundo “real” requiere un esfuerzo y una intermediación a través de elementos que “abren” la conciencia y predisponen a ese actuar y pensar desde el cuidado. Don Juan, el brujo Yaqui de las “Enseñanza de Don Juan” llamaba a esto “los aliados”. No se puede acceder a la realidad fundamental sin un rodeo, sin un viaje. A los 10 años, María Sabina descubrió los poderes místicos de los hongos, “los niños”, lo llamaba ella. A esa temprana edad ella se estaba convirtiendo en “la medicina”, en la chamana. Los chamanes, las chamanas en diferentes culturas son “especialistas del éxtasis” dice Mircea Eliade “los magos, los curanderos, los extáticos y los inspirados de toda especie se distinguen del resto de la comunidad por la intensidad de su experiencia religiosa: Viven lo sagrado de una manera más profunda y más personal que los demás”. En Eliade, M.; Mitos sueños y misterios. Ed. Grupolibro 88, Barcelona 1998. Sabina vive intensamente su espiritualidad, incorpora otros aprendizajes del entorno, el uso de las hierbas como remedios tradicionales, también incorpora elementos de la religión católica, como parte de ese sincretismo cultural, y la ingesta de los hongos como vehículo para traspasar los límites de la conciencia y desde ahí interactuar con la gente que le pregunta por la salud, le pide consejos, personas que buscan saber de un familiar que ha desaparecido…. Sabina, “la mujer sabia de los hongos” (Octavio Paz) danza, canta, reza, sus palabras trascienden generaciones y culturas, la abuela sabia; ella, la gran chamana, es “la medicina”.
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Los cantos sanadores de María Sabina Soy mujer que mira hacia adentro Soy mujer luz del día Soy mujer luna Soy mujer estrella de la mañana Soy mujer estrella dios Soy la mujer constelación guarache Soy la mujer constelación bastón Porque podemos subir al cielo Porque soy la mujer pura Soy la mujer del bien porque puedo entrar y salir del reino de la muerte. Soy mujer que hace tronar Soy mujer que hace soñar Soy mujer araría, mujer chuparrosa Soy mujer águila, mujer águila dueña Soy mujer que gira porque soy mujer remolino Soy mujer de un lugar encantado, sagrado Porque soy mujer aerolito. Soy un ciervo: de siete púas, soy una creciente: a través de un llano, soy un viento: en un lago profundo, soy una lágrima: que el Sol deja caer, soy un gavilán: sobre el acantilado, soy una espina: bajo la uña, soy un prodigio: entre las flores,
La ignorancia separa a las personas, genera prejuicios. Un pueblo mal informado es un pueblo sometido. Gloria Anzaldúa
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soy un mago: ¿quién sino yo inflama la cabeza fría con humo? Soy una lanza: que anhela la sangre, soy un salmón: en un estanque, soy un señuelo: del paraíso, soy una colina: por donde andan los poetas, soy un jabalí: despiadado y rojo, soy un quebrantador: que amenaza la ruina, soy una marea: que arrastra la muerte, soy un infante: ¿quién sino yo atisba desde el arco no labrado del (dolmen)? Soy la matriz: de todos los bosques, soy la fogata: de todas las colinas, soy la reina: de todas las colmenas, soy el escudo: de todas las cabezas…
M Poemas extraídos de Aurora Tovar Ramírez, 1500 mujeres en nuestra conciencia colectiva: Catálogo biográfico de mujeres en México. México, DEMAC (Documentación y Estudios de Mujeres A. C.) 1996.
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sCollage:Creacciones Pillqu Y me da que hay cosas que se pueden ofrecer, pero que no se pueden intercambiar. Remedios Zafra
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(No) ver (nos)
iHace un buen rato que intento conciliar el sueño pero no
sIrene Bebop
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puedo, hago scrow down y hay tantas imágenes que continúo zombie asumiéndolas, digiriéndolas, consumiéndolas. Este estado vegetativo, aderezado de una incipiente somnolencia y el calor que irradia la ciudad en verano tampoco ayudan en el inútil intento de dormir. Cuando me he cansado de ver Instagram me paso a Twitter a ver cuál ha sido el temazo de hoy. Tengo la sensación de haberme perdido mucho, alguien ha insultado a alguien y esta última da un zasca sideral al idiota. Lo cual da para una retahíla de tweets a cuál más ingenioso. Nunca deja de asombrarme lo creativa que es la gente en solo 140 caracteres, intento escribir un tweet pero nada me parece lo suficientemente ingenioso. Lo dejo estar. Vuelvo, me paso a Instagram donde comienza la batalla de imágenes, entre las de personas a las que sigo se cuelan las de publicidad. Esa que tal vez son fruto de mi descuido, no he sido los suficientemente hábil y he regalado mis datos. Y ahí es donde comienza el espectáculo de vigilancias, comienza con publicidad de maquillaje, pasa a ropa, plantas, decoración y ejercicios para mantenerme en forma. Instagram parece estar al tanto de mis lorzas y me recuerda que las tengo que poner a raya. La pantalla devuelve imágenes-expectativas con las que hacer algo. Una amiga sube justo en ese momento una historia con una foto suya sin filtros, le mando corazones y al rato me dice que ha recibido mucha hostilidad al subir su foto. Muchas personas conocidas, le han animado a que se cuide más (cuidar, ese verbo cuyo significado parece distorsionado) ¿Qué le hubieran dicho si hubiera subido la foto con filtro? Estoy segura que no hubieran escatimado en elogios. Esto me recuerda a que hay un momento en nuestra vida feminista en el que tenemos que cortar lazos con quienes no nos quieren tal y como somos. La dictadura del filtro ha llegado para quedarse. Entre realidad y filtro nos quedamos con el filtro. Ese con el que no se ven las imperfecciones de la piel, con el que nos parecemos más
a esa imagen que no se corresponde con quiénes somos realmente. Y así parece que el abismo se ensancha, nos alejamos cada vez más de quienes somos. Odiamos nuestros cuerpos y les ponemos filtros en redes sociales. Fuera de ellas, los filtros adquieren otras formas, a veces son dietas, otras moda, esa mirada poco amable hacia propio cuerpo… el caso es no parar de esforzarnos en modelarnos para acercarnos al ideal de algo que solo requiere de consumo para rozarlo. Lo que se desea está fuera. Y así, nos sentimos expuestas ante nuestra imagen sin editar. Criticamos mucho a la zagalería pero hacemos lo mismo como personas adultas. Una alumna me decía hace unos días que no quería que se acabase la pandemia porque no quería que nadie la viera de verdad. De verdad. Insistía en que se sentía más cómoda tras la mascarilla. A día de hoy, cuando ya ni siquiera es obligatorio llevarla puesta, muchas personas adolescentes prefieren no quitársela en el recreo. Las compren-
do perfectamente. La pandemia ha conseguido hacer más grande la distancia entre quiénes somos y quiénes proyectamos ser. ¿Somos narcisos enamorados de nuestro reflejo trucado? ¿Desde dónde nos miramos? Ahora también, dentro de toda esta mierda que nos ha tocado vivir, hay algo maravilloso. Hay gente que no me cae bien y a la que no quiero volver a dar dos besos como saludo en la puta vida. De hecho, no os quiero volver a ver. Igual que veo a mi alumnado refugiándose en el virus, también me veo a mí encontrando en el bicho una excusa para evitar la aproximación a seres indeseables a los que ya hay excusa perfecta para dar esquinazo: “Me duele la cabeza, tengo síntomas”. ¡Zas! Como bala en la recámara para apartarnos de la gentuza que nos acecha. Y como son gente conocida, no les diremos nunca que no les aguantamos. Una cosa te voy a decir Mari Carmen, dejémonos de hipocresías, hay gente a la que no hemos echado de menos ni en una pandemia. Borra sus números de la agenda, no hay nada que hacer. M
El esfuerzo de no reproducir la blanquitud es mayor que el esfuerzo de no desear su reproducción. Sara Ahmed
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