Había una vez dos almas.
La de Alma y la de Ella .
La de Ella era dulce y valiente.
La de Alma curiosa y lista para aprender.
Había una vez dos almas.
La de Alma y la de Ella .
La de Ella era dulce y valiente.
La de Alma curiosa y lista para aprender.
una y otra vez.
Y Ella respondía…
una y otra vez.
Alma no sabía cantar, ni bailar, ni escribir, ni dibujar.
Y Ella le enseñó canciones, le leyó cuentos y le regaló los colores.
Alma a veces quería estar sola.
Y Ella respetaba su silencio, su espacio y también disfrutaba del suyo propio.
Alma un día decidió volar . Y Ella decidió entonces… cuidar sus alas para que su vuelo fuera alto. Sin importar si ella no podía venir en el viaje.
Estando Alma lejos, volando alto… como Ella le había enseñado.
Volteó a verse.
Y solo pudo pensar:
“Hay tanto de Ella en mi”
Porque Ella siempre había estado, y la luz de Alma era un reflejo del brillo de Ella.
Y sobre todo…
Porque donde Ella estaba, Alma podía encontrar siempre un hogar .
Porque no habría Alma sin Ella.
Y no habrían colores, ni vuelos, ni canciones, si Ella no se los hubiera regalado.
Ahora que crecí…
me veo y me doy cuenta que: