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BIBLIOGRAFIAS

idiosincrasia de las personas. Museos de arte tradicional, casi no encontramos en todo el país, pese a que las Municipalidades y los Gobiernos Regionales están obligados a la conservación del patrimonio nacional. Las artesanías se estiman como fuente de ingresos económicos, pero no en su cabal dimensión de obras que traducen el sentir de los pueblos donde aparecen esas manifestaciones estéticas.

El Instituto Nacional de Cultura (INC) no cuenta mínimamente con una oficina que pueda iniciar una base de datos respecto a danzas, música, organología, vestuario, cuentos, mitos, leyendas, etc. No es posible entonces tener una información adecuada del enorme tesoro cultural de nuestros pueblos. Los pocos trabajos que se realizan significan esfuerzos individuales de sumo valor, pero que no completan la imagen real de esa producción que debería ser conocida y comprendida por los mismos peruanos.

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Finalmente, debemos hacer presente que la ausencia

de una legislación adecuada, en materia de la propiedad comunal de los bienes pertenecientes a nuestro Patrimonio Cultural Tradicional, hace que fácilmente se puedan presentar por cualquier ciudadano una obra popular como si fuera de su autoría – lo que lamentablemente ya ha sucedido en numerosas oportunidades, varios registros admiten la inscripción de la propiedad individualizada.

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PUNO: CAPITAL DEL FOLKLORE PERUANO

LECTURAS COMPLEMENTARIAS

LA FIESTA DE LA CANDELARIA ANTECEDENTES:

Como resultado de la predica de los misioneros católicos en la región del antiguo Collasuyo, en cuyo ámbito está el departamento de Puno, se propago en esa zona el culto a la virgen. En la época colonial se produjo una simbiosis de ese culto con los de los nativos a las divinidades llamadas “orográficas” como los auquis, apus, o achachilas que no desapareció con la práctica de los misioneros dominicos y jesuitas, que, sin llegar al erostratismo trataron de enseñar la creencia y el culto católico en la forma pedagógica. Asimismo, por un proceso sustantivo, los elementos o complejos de los rasgos culturales nativos se infiltraron y llegaron a reemplazar a algunos de la religión católica manteniéndose dentro de la estructura religiosa de ésta.

Tal es el caso de los grupos del Collao entre los que se ha difundido la identificación de la virgen María con la pacha mama a la que ha sustituido. La Pacha Mama es la “gran madre” en las comunidades andinas y representa el fundamento mismo de la vida, el mundo animado en su totalidad. Es distinto a la “Hallpa” con que se denomina el pedazo de la tierra material. La pacha mama es un espíritu con atributos genésicos, regenerativos y femeninos, una divinidad que simboliza la fecundidad de las plantas, de los animales y las plantas y del hombre. El nativo y el mestizo del campo o la ciudad, acogiendo l prédica de los catequistas.

Identificaron a la Pacha Mama con la Virgen María y le dieron culto reverente, demandado su protección. Este proceso de aculturación religiosa comenzó aproximadamente hace cuatro siglos.

TRADICIÓN

No se conoce exactamente la fecha desde la que se rindió culto a la Virgen de la Candelaria de Puno. su entronización como patrona de ese lugar se enlaza a un hecho considerado milagroso que constituye una tradición puneña transmitida oralmente. Se sitúa el acontecimiento en los primeros meses de 1781, cuando las huestes de los lugartenientes del caudillo aymara Túpac Catari al lado de las del rebelde Azangarino Vilcapaza continuador de la lucha de Túpac Amaru, Pedro Vargas y Andrés Ingaricona, pusieron sitio a la ciudad de Puno.

LA FIESTA DE LA CANDELARIA

La manifestación de fervor y entusiasmo popular más grande del pueblo puneño se festeja oficialmente del 1 al 19 de Febrero, aunque la ciudad se anima mucho más antes con los preparativos, las novenas y la llegada de los peregrinos y turistas.

Narra la tradición que en la mina de plata de Laykakota, hacia 1675, la virgen María se aprecia a los devotos mineros, ayudándoles con su misericordia y bondad, motivo por el que la homenajeaban con gran devoción y pleitesía, siendo venerada como la Virgen de la Candelaria, patrona de Puno.

Otra versión, recogida por Erick Orbegoso, cuenta que en tiempos de los incas el pueblo fue atacado por hormigas, sapos y una gigantesca serpiente. Los sacerdotes invocaron a la “ñusta, diosa del bien” que convirtió a la culebra y a los sapos en cerros y pieddras y a las hormigas en lago. Una versión distinta, esta vez española, también citada por orbegoso, narra que cansados los españoles del sitio de San Carlos de Puno por Pedro Vilca Apaza, sacaron en procesión a la Virgen y los reflejos de su vestido convencieron a los rebeldes de que habían llegado refuerzos, abandonando el acoso desde los cerros Azoguini y Machallata.

La fiesta comienza el 24 de enero, cuando los devotos mandan oficiar las misas de novena para reafirmar su fe. El 1º de febrero se realizan las albas tradicionales, tropas de sicuris y hay quema de castillos. El 2 de febrero se inicia oficialmente la festividad, con el concurso de danzas autóctonas.

El domingo siguiente al 2 de febrero es la “octava” que se empieza a festejar desde el día anterior con albas, a cargo de diferentes conjuntos de luces, en los barrios y cerros que circundan la ciudad. A las tres de la tarde es la “entrada de ceras” y por la noche es la quema de fuegos artificiales en el parque Pino, donde se encuentra el templo de la Virgen de la Candelaria, con participación de conjuntos populares de danzas y del pueblo en general. En la “octava”, a las ocho de la mañana se inicia el concurso folklórico de trajes de luces en el estadio “Enrique Torres Belón”. La danza mas característica de esta festividad es la famosa “diablada puneña“, de tradición aymara, y que simboliza la eterna lucha entre el bien y el mal. A las once se celebra la misa de fiesta, y a las dos de la tarde sale la procesión. La fiesta concluye con los cacharparis o despedidas a partir del cuarto día.

La celebración de la “mamacha Candelaria”, en la que participan cuatro mil danzarines, congrega cada año a aproximadamente 60 mil visitantes y demanda de un gasto promedio de 10 millones de dólares (cabe tener en cuenta que el traje de cada danzarín puede llegar a costar más de mil dólares). En la fecha central de homenaje a la pequeña imagen “mide poco mas de un metro”, además de la misa y los fuegos artificiales, los alferados elegidos el año anterior agasajan a sus invitados con viandas típicas como el rocoto relleno, pepián de cuy, caldo blanco, asado de chancho, etc.

TRADICIÓN DE LA APACHETA SAMAWI

Al sur de la cima del cerro Khapía, hay un camino antiguo que viene del sector de Pomata hacia la comunidad de Choquechaca, en la parte de la cima en el mismo camino existe una Apacheta o Huaca de los antiguos Aymaras, en su alrededor hay una pequeña explanada donde se llevaba y se lleva todavía actualmente el ritual del pago a ala tierra, con restos de construcciones de pequeñas casitas de piedra.

Unos metros más allá, siempre sobre el mismo camino, cuyas huellas profundas cavadas por el trajín de la gente antigua, en piso de roca calcina o Ignimbrita del volcán Khapía, se nota con toda claridad. Este lugar se denomina Alma Samawi, descanso del muerto; en medio del camino hay una piedra grande, que tiene la forma de una mesa y en las inmediaciones hay varias pequeñas cuevas naturales o quizás trabajadas expresamente en la roca con este fin. Esta tradición es parte de la historia de los grupos humanos pertenecientes a la cultura Tiahuanaco. Que se prologaba todavía en la Colonia con implantación de capillas cristianas; que hace muchos años atrás se practicaba esta costumbre de trasladar a sus muertos de un lugar a otro.

Cuenta la etnología de aquella época, que los pobladores de las comunidades de Pomata, cercanas al cerro Khapía, una vez fallecido un familiar, tenían la costumbre de traer al muerto hacía Yunguyo, pero era forzoso hacer descansar y velar al muerto toda la noche; en el mismo camino del cerro Khapía, depositaban el cadáver en esa mesa de piedra que tenía dimensiones de una persona, todos hacían la ceremonia del velatorio, sus familiares y sus acompañantes, masticando la coca en grandes cantidades y bebiendo licor para soportar el intenso frío de la altura y para no ser afectado por kaika. Ratos sollozaban sus familiares más cercanos y ratos pronunciaban tristes cánticos fúnebres, al son de un tamboril, alabando las obras buenas realizadas en vida del finado, las lloronas o plañideras que para el caso no faltaban. Los acompañantes del cortejo fúnebre, se guarnecían en las pequeñas cuevas de las rocas que existían, sobre el camino, soportando las inclemencias del tiempo, ya sea en lluvia, en nevada, ventarrones o en fuertes heladas; al día siguiente continuaban con su marcha hacia Yunguyo por el camino de herradura hasta llegar al destino que ellos tenían para dar sepultura en algún lugar.

BIBLIOGRAFIAS.

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