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Mi experiencia vocacional

“El Señor me miró, me amó y me llamó”.

Quisiera comenzar dando gracias a Dios Padre por llamarme, por atraerme cada día más hacia su hijo Jesús por medio de un amor que me impulsa a conocerlo y vivirlo.

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Mi testimonio en esta etapa del discernimiento para elegir una vocación ha tenido un gran enriquecimiento en mi vida, debido a que desde que conocí la comunidad de las Hermanas Misioneras Teresitas hace aproximadamente siete meses, he recibido un crecimiento espiritual de una manera más esencial, y conocer la importancia aún más del amor que Jesús me tiene, siendo un gran tesoro creada a su imagen.

He tenido momentos en esta etapa de compartir con las hermanas que viven en la ciudad de Bucaramanga y Bogotá vivenciando un estilo de vida fraterna, comunitaria, de bondad y alegría que me han servido para crecer y prosperar en mis actitudes y me dan seguridad de seguir en el camino del llamado que Jesús me está haciendo; otro de los momentos fue el escuchar las experiencias vocacionales de las Hermanas, fue muy gratificante porque me enseñan a ser perseverante. El valorar la comunión, la oración personal ha sido una fortaleza para no quebrantarme ante las situaciones y persistir en este camino del Señor, leer y reflexionar la Palabra diariamente, estar en intimidad con el señor, entregar mi vida al servicio de Dios y de la comunidad.

Este proceso ha sido muy valioso porque me ha servido para poder interiorizar y cuestionarme sobre mi misma, también el desarrollo de las fichas que he trabajado me ha servido como clave importante para recordar las etapas de mi vida, esto me ha ayudado en la sanación y liberación de heridas, y he aprendido que de una experiencia negativa puedo sacar cosas muy positivas.

Leer la “Historia de un Alma” me impactó y sigo admirando la grandiosa vida de Santa Teresita, la he tomado como referencia para mí, en llevar un camino de confianza y entrega absoluta a Dios desde la infancia espiritual; en reconocer que desde las pequeñas cosas de mis actividades diarias las ofrezco al Señor para crecer en el amor. Conocer la vida del Padre Fundador Monseñor Miguel Ángel Builes quien profesó un gran amor y en lo que llevo de haber leído pienso que tengo una identificación con él por su celo misionero en llevar el mensaje evangelizador al pueblo y el compartir su amor de una manera gentil y misericordiosa, siempre en presencia del Señor.

Los encuentros que se han realizado de manera virtual en este tiempo de pandemia han sido muy divertidos; el poder interactuar con personas de otras ciudades, países, ha sido muy enriquecedor por el compartir experiencias y conocimientos.

Este aprendizaje que he tenido no solamente lo he aplicado en mi vida sino también a mi familia mis padres y hermanos que han sido un gran apoyo para mí, ellos forman parte de mi formación y aprendizaje y he podido compartir con ellos el conocimiento adquirido.

Estoy muy agradecida con las Hermanas que me han brindado su tiempo y acompañamiento en este caminar.

Muchas bendiciones.

Wendy Vargas Jaimes. Aspirante de Piedecuesta

¿Cuál ha sido mi experiencia en la etapa del Juniorado?

"Los atletas se privan de todo; ellos para ganar una corona que se marchita; nosotros, en cambio, una que no se marchita" (1 Co 9, 25).”

Este tiempo de Juniora ha sido y será siempre un verdadero KAIROS. Una sensación de felicidad y plenitud, un tiempo en el cual he sentido y experimentado cómo la mano del Buen Dios me ha acompañado. Cuando tomé la decisión de jugar para este equipo sabía que no iba a ser nada fácil, pero este tiempo me ha servido para fortalecer cada día más mi opción por el Señor y de convencerme que jugar para Él ha sido la mejor decisión que pude haber tomado en mi vida. Tal vez te responderás, todo en la vida no puede ser color de rosa, y es verdad no todo es color de rosa, pero en esta hermosa experiencia como Juniora me he dado cuenta que todo depende del enfoque que tú le des a un problema o a esos momentos de noche oscura en donde a veces se experimenta la soledad y solo queda en ti el sin sabor. No lo niego, a veces he tenido partidos difíciles, en los cuales he sentido el deseo de quitarme la camiseta porque me he sentido sola y no he sentido el apoyo de mi equipo, y el sentirme sola me ha llevado a tener ese deseo de no continuar más, pero cuando han llegado esos momentos, en mi mente y en mi corazón resuenan con fuerzas aquellas palabras que me dijo mi tía cuando le conté que deseaba ser religiosa, ella me dijo solo recuerda estas palabras: “Quien pone la mano en el arado y mira hacia atrás no es digno de Mí” Esta frase evangélica ha sido una gran fuerza para continuar dando lo mejor de mí en este gran partido. Pero en medio de los momentos en los cuales siento que estoy perdiendo el partido, he aprendido a agudizar el oído para escuchar las indicaciones del TECNICO, a veces no ha sido fácil porque en medio del mucho ruido, no he podido escucharlo con claridad, pero ha llegado ese momento en el cual me he acercado a Él para escuchar cada una de sus indicaciones y cuando esto pasa, todo empieza a fluir de una manera muy fácil, por eso nunca debemos quitar los ojos de nuestro verdadero enfoque, pues cuando esto sucede nunca le atinaras para hacer el gol. Y en medio de esta hermosa experiencia he tenidos grandes personas que me han ido acompañando desde su experiencia misionera y como consagradas, verdaderos tesoros y ángeles que el Señor me ha puesto en este gran partido y cada una de ellas ha permitido centrarme en mi objetivo que es Cristo y el deseo de jugar solo para ÉL. Ahora vivo un gran momento en mi etapa de formación, aunque no fue nada fácil para mi venir a otro país, sentir mi familia tan lejos; pero me abandone en los brazos de mi buen Dios y como un niño pequeño confié plenamente en Él y hoy con alegría y certeza digo: Panamá es para mi y seguirá siendo ese verdadero oasis en medio del desierto, porque cuando sentía que el partido ya estaba terminando Él Señor vino y me dio a comprender que este partido apenas estaba empezando; el estar en otro país, conocer otra cultura, me ha llevado a salir de mi misma y a pensar en los otros, a pensar en todos aquellos evangelizandos que tienen que caminar horas y horas para llegar a la capilla a encontrarse con el AMADO; y ver en sus rostros la alegría porque han recibido al Señor me llena de mucha fuerza y deseos de darme más y más con el único fin de que ellos conozcan cada vez más al Señor, se fortalezca su amor y continúen dándolo a conocer. Panamá me ha enseñado mucho, ver la fe y la experiencia de cada uno de ellos me da a conocer que vale la pena seguir juagando en esta hermosa selección, que vale la pena seguir con la camiseta bien puesta y hacer las mejores jugadas para darle la victoria solo a Él y así cuando suene el ultimo pitazo poder decir como San Pablo: “He combatido bien mi combate, he corri-

do hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida con la que el Señor

juez justo, me premiará en aquel día” Timoteo 4. Sólo debemos tener presente que Dios tiene el poder de inundarnos con la satisfacción, la felicidad y el Amor. Él es el único que nos puede enseñar a ser como Él: desapegados, sencillos, alegres, verdaderamente generosos y felices… juguemos este partido con alma vida y corazón hasta que suene el último pitazo.

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