que parte de la teoría literaria, empleando también la idea de que el cine obtuvo sus características narrativas de la novela, pero sin preguntarse a profundidad qué implicaciones teóricas incluye dicha apropiación del concepto. Esta necesidad de interrogar desde otro lugar las implicaciones que trajo consigo la teoría literaria a la cinematográfica, se hace más evidente debido a las mediaciones que la digitalización ha traído consigo, ya que si bien la teoría plantea ciertas premisas y paradigmas, las prácticas y usos narrativos —y por ende autorales y espectatoriales— han sufrido claras modificaciones y se encontrarían en una posible necesidad de reconceptualización.
La narración cinematográfica sensu stricto Si bien no todas las propuestas de análisis narrativo refieren a la poética aristotélica, encontramos que la mayoría de las propuestas respecto a la narrativa cinematográfica contemporánea, principalmente las de Syd Field, David Bordwell o Janet Staiger, claramente preocupándose por que el relato tenga un principio, medio y final, parten en gran medida del texto canónico de Aristóteles. Casi cualquier análisis de la narrativa de una cinta parte de esas premisas, así como infinidad de escritos sobre guion cinematográfico. Como ejemplo bastaría recurrir a los canónicos libros sobre el tema de Syd Field, Robert McKee, Phillip Parker o Lew Hunter. Esta constante proviene en buena medida de Screenplay: The Foundations of Screenwriting, de Field, publicado en 1979. Sin realizar un aporte profundamente significativo a las técnicas de escritura de guión para cine, lo que Field hizo fue adaptar de manera accesible los principios aristotélicos básicos utilizando el largometraje de ficción como ejemplo principal. Estas premisas siguen siendo hoy parte fundamental de la teoría narrativa cinematográfica, y gracias a la cual se ha fortalecido la idea de que cualquier relato cinematográfico «bien escrito», y que se considere digno representante de la narrativa cinematográfica, debe tener presentación, nudo y desenlace; o en términos aristotélicos: inicio, medio y final (claramente establecidos). Como lo plantea Kvernbekk: «La frase estructura narrativa se refiere frecuentemente a una historia que tiene inicio, medio
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