4 minute read
P
ara Kate no fue fácil integrarse a la familia real británica cuando se casó con el príncipe William aquel 29 de abril de 2011. Muchos miembros de alto rango de los Windsor tenían dudas de su unión. Y fue Camila, quien en 2007 le metió la idea al actual rey Carlos III de que Middleton no era la candidata ideal para su hijastro. Los motivos de Camila eran que su origen plebeyo no iba de acuerdo con los del futuro rey de Inglaterra. Carlos presionó y la pareja rompió ese año. Pasaron seis meses para que William se diera cuenta de que en verdad amaba a Kate y retomaron su noviazgo; no obstante, el permiso para casarse llegó tres años después.
La actual princesa de Gales –cuyo trabajo humanitario se concentra en la salud mental de los niños, a través de The Royal Foundation Center for Early Childhood–, trabajó mucho para ganarse a su familia política, en especial a la reina Isabel II, y es que a la distancia podemos ver que la monarca fue menos condescendiente con ella en comparación con Meghan Markle. Middleton tuvo menos privilegios que la estadounidense y se le exigió más. La diferencia de su éxito fue su carácter. Ella siguió las reglas y a pesar del furor que levantó como nueva integrante de la familia real, se colocó en un segundo discreto plano. Siempre supo cuál era su lugar y ese fue su gran acierto.
Advertisement
Y Carlos, quien nunca fue fan de la esposa de William, con el tiempo se rindió ante los encantos de su nuera; hoy día la quiere como a una hija y lo mismo le pasó a Camila. Además, Kate es una gran esposa y una madre siempre pendiente de que sus hijos George, Charlotte y Louis reciban una buena educación para el futuro, y su infancia sea lo más normal posible.
La nuera de la princesa Diana ha sabido equilibrar muy bien su vida y sus deberes. A ella le encanta cocinar para la familia cada vez que puede y ama la fotografía, de hecho, es una profesional, y durante la pandemia lanzó el libro Hold Still, que recopila las imágenes más conmovedoras del confinamiento. Un best seller.
Kate también es muy familiar. Sus padres, Michael y Carole, así como sus hermanos, James y Pippa, son los pilares en los que se apoya en sus momentos bajos.
Tras la muerte de Isabel II, Kate recibió el título de princesa de Gales, un cambio en el organigrama real que implica mayor responsabilidad e iniciar de modo más formal su preparación como futura reina consorte. Los Windsor coinciden en que ella es un gran activo, el futuro de la monarquía y la mejor compañera para William. Pues sí, la verdad es que todo iba muy bien… hasta que reapareció Meghan Markle.
Cu Adita Querida
Son como el agua y el aceite, eso ya lo sabíamos, así como también sabíamos que habían tenido sus desencuentros y eso había detonado la ruptura de su relación parental. Kate de Gales y Meghan de Sussex son muy diferentes, por un lado Kate es una mujer tradicional, serena y familiar, y por el otro, la estadounidense es moderna, feminista, ambiciosa en el buen sentido de la palabra, pero también en el malo. Meghan nunca está dispuesta a negociar porque siempre se hace lo que ella quiere, así tenga que pasar encima de quien sea. Tanto en la serie de Netflix Harry y Meghan, donde los duques de Sussex cuentan su historia en primera persona, como en el libro Spare, del príncipe Harry, publicado en enero, los Sussex plasman su resentimiento por Kate y William con la intención de desprestigiarlos. Pero ¿han logrado su objetivo?
Desde su primer encuentro, las nueras de Lady Di no hicieron clic. Su presentación ocurrió en 2017, en la pequeña casa Nottingham Cottage de 123 m2 ubicada en el palacio de Kensington. Esta construcción, enclavada a un costado del palacio, ha hospedado a empleados como Marion Crawford, niñera de Isabel II, y a miembros nior de la familia real, como los príncipes de Gales en su época de recién casados, y los duques de Sussex.
Kate y William fueron a Nottingham Cottage para conocer a Meghan y mientras ella los recibió descalza y con jeans rotos, Kate destilaba elegancia hasta por los poros.
Meghan abrazó a Kate, pero ella, al parecer, no respondió con el mismo entusiasmo por el hecho de no estar acostumbrada a ello.
Culturalmente, los estadounidenses y los ingleses son diferentes al demostrar sus emociones, y no había que tomarse nada personal. Además, debido al protocolo, los royals suelen contenerse. Esa actitud sorprendió a Meghan: “Yo soy de abrazos y no sabía que eso era raro para muchos británicos. Entendí rápido que la formalidad exterior se trasladaba al interior. Parecía que había una forma de ser hacia afuera, pero que luego cerrabas la puerta y ufff, qué bien, ya podemos relajarnos. Pero esa formalidad va por dentro y me sorprendió”. La actriz tomó como desaire ese detalle.
Sabemos el cuidado que la princesa de Gales pone en su estilo, por ello es una de las mujeres más elegantes del mundo. Así que al ver el vestido de su hija mal confeccionado para la boda de Meghan, se preocupó. De ahí que le escribiera para platicarlo. Aquí vemos cómo el largo está disparejo.
Otro suceso que los Sussex han mencionado sobre Kate es el “Lipstick Gate”, ocurrido el día del primer acto público de ambas parejas, cuando la prensa los bautizó “Los Cuatro Fantásticos”. Faltaban unos minutos y Meghan había olvidado su lipstick: “Meg le pidió prestado a Kate el brillo de labios... A Kate la tomó por sorpresa, pero abrió su bolso y sacó un pequeño tubo a regañadientes. Meg puso un poco sobre su dedo y se lo aplicó... Kate hizo una mueca. ¿Un pequeño choque de estilos, quizás? Algo de lo que tendríamos que estar riéndonos. Y luego la prensa presintió que pasaba algo y lo intentaron convertir en algo más grande”, así lo contó Harry en su libro.