Lumbalú

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LUM BA LÚ


Este book, es el resultado de la exploración de una iden-­ tidad latinoamericana que muestra el trabajo realizado a partir de la creación de un personaje. Basándonos en las técnicas artesanales más cercanas al contexto que plan-­ teamos con el personaje de María Lucrecia, una palen-­ quera de San Basilio en el atlántico colombiano, desarro-­ llamos una colección conceptual, lumbalú, que pretende reunir la dirección creativa junto con el diseño de vestua-­ rio aplicado en la Universidad de los Andes. Este proyecto es desarrollado por Ana María Becerra, Valerie Cure, Mauricio Cobos y Juan Sebastian Cáceres, estudiantes de la carrera de Diseño de la Universidad de los Andes. Su realización fue posible gracias a la aseso-­ ría de las profesoras Luz Mariela Gómez y Carolina Agudelo del departamento de textiles. A continuación se podrá observar el proceso desde la historia, el universo estético (moodboard), la propuesta de diseño, la exploración material y la colección final (photoshoot).


HIS TO RIA


S A N B A S I L I O D E P A L E N Q U E Tierra bendita de la melancolía y el olvido, sumergido en el pasado como muestra de la emancipación africana en América es todo trizas, fracturas, desgarro de una población que se desprende de lo terrenal y su miseria por medio de tradiciones africanas rebosantes de encantamiento, misticismo y fascinación para sentir en lo más adentro de sus entrañas, los ritmos ancestrales, los movimientos desaforados e insistentes y los ademanes ritualis-­ ticos que hacen parte de un lenguaje cimarrón descolonizador.


R I T U A L D E L L U M B A L Ú Como parte de una tradición africana el lumbalú es forzadamente cristianizado para en el incul-­ car el bien y el mal religioso. Cada persona en San Basilio merece su propio lumbalú, una vela-­ ción al muerto por 9 días en los que se comparte el duelo con los demás, con celebración, dolor, risas, llanto, baile y canto. El lumbalú es la muerte y su transición al más allá, la ilumina-­ ción a la dimensión espiritual.


MARÍALUCRECIA LUMBALÚ Crecí en un pueblo influenciado por las tradiciones africanas, de casas pequeñas y temperaturas altas,. En donde la amabilidad de sus habitantes es el alma del pueblo. Estoy hablando de San Basilio de Palenque. Ubicado en la costa norte de Colombia. Me críe oyendo la música Africana que poco a poco se fue convirtiendo en la champeta de Palenque, escuchando tambores que hacían latir mi corazón fuerte cada vez que los empeza-­ ban a tocar. Y así en este pueblo empezó mi historia hace 30 años. Corría entre las calles empolvadas, cantando y alegran-­ do las mañanas de mi gente. Me bañaba en un arroyo muy importante para las tradiciones de mi pueblo, allí, como casi todos, fui bautizada, allí se comienza una vida y se termina, ya que en el arroyo también se lavan las sabanas de los difuntos. De esa tradición del lumbalú siempre huí ya que me parecía una tradición triste de la cual no quería hacer parte. Eran 9 días en donde trataba de estar lo más alejada posible, me refugiaba en los maizales y en los cultivos de frutas. En estos mismos cultivos en donde mi mamá y mi hermana iban a sem-­ brar y a recoger las frutas con las que hacían los dulces. Me gustaba ver a mi madre hacer esos dulces, el olor del millo y la panela derretida me atraían y me tentaban a estar ahí, al lado de mi mamá. Veía revolver el dulce en la paila hasta llegar a su punto, y cuando por fin pasa-­ ban, estallaba de alegría ya que sabía que en unos cuan-­ tos minutos probaría la delicia de dulce. Una de mis experiencias más gratas era tan simple como meter las manos al coco rayado antes de que lo revolviera con la miel de panela.


A mis cortos 16 años mi madre me mandó a Cartagena, ella creía que estaba lista para vender los dulces que con mucho esfuerzo hacía diariamente. Para Salir a trabajar me arreglaba mucho ya que esto atraería a los turistas y los curiosos. Me hacía mis trenzas en la cabeza -­que aunque muchos no entienden, significan mucho para nosotras, son muy importantes porque en la antigüedad, con ellas, nuestras ancestras diseñaban las rutas de escape de la esclavitud-­. De mi cuello colgaban largos y coloridos collares, acompañados por pañuelos en mi pelo con flores que combinaban perfectamente con mis largos faldones floreados. Cada vez que iba a Cartagena sentía el contraste de salir de las calles polvorientas, con arena y llenas de piedra, con casas pequeñas y grises. Para encontrarme con bellas murallas, y edificios coloridos. Los carruajes que paseaban a los turistas y a las elegantes señoras de sociedad. En la cuidad vieja yo vendía mis bolitas de tamarindo, el enyucado y mi favorito La alegría. Iba anunciando mi paso por las calles tratando de llamar la atención de turistas y locales, con mi canto y alegría. Una noche cuando volvía a mi pueblo, después de un largo viaje de una hora en transporte publico, que muchas veces no era fácil de encontrar, me sentí muy cansada y sin siquiera comer me fui a dormir. Soñé con el lumbalú. Pensé que sería una pesadilla, ya que no me gusta hacer parte de ese ritual, pero empecé a sentir los tambores y la emoción se apodero de mí, se

me erizaba la piel y entré en una especie de éxtasis, en donde lo único que quería era bailar hasta que el cuerpo no me diera más. Pero me dí cuenta que estaba acostada en una sabana blanca y a mi alrededor habían unas flores de colores. Descubrí que estaba soñando con mi propio lumbalú. Me asuste al pensar que estaba muerta, pero cuando ví a todo el mundo feliz, bailando al ritmo de los tambores de colores, a mi madre y a mi hermana sirviendo ron a las personas que vinieron a verme, me dí cuenta que había cumplido con lo que siempre había soñado, hacer las personas felices. Se respiraba aroma de celebración y felicidad. Las personas rezaban y festejaban al mismo tiempo. Era un lumbalú completa-­ mente diferente, por primera vez no era triste, era colo-­ rido, los gritos no eran de tristeza sino de regocijo. No habían lagrimas sino sonrisas. Mis velones estaban prendidos y el Rosario de mi madre estaba en mis manos. Ví toda mi vida reflejada en las caras de las personas que se acercaban a despedirse de mí.


universo ESTÉTICO mood ( board )


Para plantear este universo estético, se dividió por etapas al personaje de María Lucrecia. Así cada etapa proponía su propio discurso estético basado en texturas, colores, formas y sensacio-­ nes. Este imaginario surge además del contexto donde se desarrolla el personaje, San Basilio de palenque, de donde se rescata y se nutre al mismo tiempo la propuesta de diseño y final-­ mente la colección.


D E L A R R A I G O T E R R E N A L H A C I A L A I L U M I N A C I Ó N D E L A D I M E N S I Ó N E S P I R I T U A L A T R A V É S D E L O S R I T M O S ANCESTRALES...


PA L E N Q U E L A T I E R R A D E L O L V I D O

Es la parte más terrenal del imaginario, donde el polvo de las calles de San Basilio se mezcla con el verde que rodea a la primera tierra libre de esclavitud en América. Es tal vez tal melancolía la que envuelve a este pueblo cargado de tradición e historia africana. Su paisaje árido pero al tiempo cálido, transforma el entorno en un lugar al que no le pasan los años. Las tonalidades tierra de la carretera y algunas empalizadas abruman las casas que intentan sobresalir por sus coloridas fachadas. Las grietas en las paredes como las raíces de los árboles que se asoman en las esquinas del pueblo, adornan el horizonte desolado y aquebrantado.


ESCAPE O L O R E S , T E X T U R A S Y C O L O R E S

María Lucrecia, encuentra distintas maneras de escapar de la realidad polvorienta que la abruma. En esta parte del imaginario la tonalidad cambia por la más viva que pueda, exponer la naturaleza, algunas paredes y los famosos dulces de la costa colombiana. En este espacio estético entran las texturas rugosas y arenosas de los dulces como la alegría o las cocadas, los tonos verdosos y azulados de las plantas y los olores a miel y coco.


AT R A C C I Ó N D E L O P I N T O R E S C O

Esta etapa estética deja al descubierto su parte más coqueta y misteriosa. Las palenqueras en Cartagena son un misterio que esconde toda la realidad de San Basilio, pero que en cambio llena de color y actitud los frutos y vestidos que deciden llevar. Oculta y camuflada entre las calles coloridas de la ciudad amurallada, a través de la frescura de las frutas, los patrones coloridos de sus vestidos y los turbantes que se alzan sobre su cabeza.


LUMBALÚ E T É R E O Y A N C E S T R A L

El ritual representa esta etapa en la que el movimiento propio de los palenqueros en la celebración del lumbalú, se transforma en la estela que lleva a la dimensión etérea del ritual. El encuentro espiritual y el trance hacia otra dimen-­ sión. Los ritmos ancestrales de los tambores, las formas de las faldas al moverse, la luz cálida de los velones en los altares y el baile como éxtasis de la ceremonia.


DISE テ前S

propuestas


LOOK#1 Ruido rítmico que se intensifica mien-­ tras se llega al clímax del lumbalú. El peso y saturación de cada prenda expre-­ sa celebración, alboroto, escándalo y euforia. Ella carga el ritual y sus explo-­ siones de movimiento que opacan toda tranquilidad que pueda haber en San Basilio antes de la muerte.


LOOK#2 La madera como símbolo de las empali-­ zadas que encerraban y protegían a los esclavos libres. María Lucrecia es protegida por su propia gorguera que la encierra y la ata a la realidad de Palen-­ que. Sus prominentes mangas la hacen caer a lo terrenal;; las cortezas entreteji-­ das le recuerdan estar arraigada a su tierra, contrastada por el colorido de los vestidos que la enfrentan a una Cartage-­ na ambigua y turbia.


LOOK#3 La iraca que la envuelve, es la delgada linea en el trance entre la vida y la muerte, su tonalidad tierra contrasta con los rojos que le agregan drama al ritual. Las fibras deshilachas se mueven con el viento que se lleva su vida a la dimensión etérea y sublime.


LOOK#4 La explosión ritualistica, se dispersa en fragmentos. La cerámica de las paredes de Palenque parecen haber sido quebra-­ das por la exaltación de su propio lum-­ balú. Las ruinas de la historia afrodes-­ cendiente se adhieren a las raíces ances-­ trales de María Lucrecia. El brillo y furor de la ovación celebrada se difumi-­ na entre el verde de la naturaleza.


M AT E R IALES

exploraci贸n


LOOK#1 Bordado de maderas cortadas a láser y pintadas en azul, verde y dorado sobre tela de seda corrugada tinturada. Escamas de chapilla con foil dorado, bronce y cobre, pegadas sobre corteza de cabecinegro.


LOOK#2 Tela base de seda corrugada. Gorguera hecha en guadua con estampacion foil dorado y apliques en metal. Bordado de pedrería fucsia sobre corte-­ za de cabecinegro con tintilla miel.


LOOK#3 Tejido de iraca teñida, con forro de seda corrugada. Iraca deshilachada y previa-­ mente teñida.


LOOK#4 Bordado de cerámica estampada, madera cortada a láser teñida de dorado y verde y de pedrería de diferentes tona-­ lidades sobre tela de seda corrugada.


P H OTO S H O OT

Fotografía: Mauricio Botero Modelo: Nezly Medina Producción: Ana María Becerra, Valerie Cure, Mauricio Cobos, Juan Cáceres.















A n a M . B e c e r r a J u a n S . C รก c e r e s M a u r i c i o C o b o s V a l e r i e C u r e


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