C U A D R I T O S
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D I B U J A D O S
14 Historietas de Ayer, de Hoy y de Siempre
HISTORIETAS CLASICAS
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XANADU-AÑO1-Nº 14 -NOVIEMBRE DE 2016- REVISTA MENSUAL EDITADA EN MONTEVIDEO, REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY. DIRECTOR: OMAR DE LOS SANTOS. PUBLICADA POR EDICIONES DEL ALTILLO, INTEGRA LA COLECCIÓN «HISTORIETAS CLÁSICAS» JUNTO CON BALAZO. SE DISTRIBUYE POR DESCARGA GRATUÍTA POR INTERMEDIO DE INTERNET. DISEÑO Y ARMADO: WILLIAM GENINAZZIO. COLABORADORES PERMANENTES: CARLOS M. FEDERICI, MARTHA BARNES, WILLIAM GEZZIO. BLOG OFICIAL DE LA REVISTA: http://revistaxanadu.blogspot.com.uy/ FACEBOOK: https://www.facebook.com/revistaxanadu/ EMAIL: omar.santos.delossantos0@gmail.com
REVISTA DE HISTORIETAS CLÁSICAS
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FINALIZA EN EL PRÓXIMO NÚMERO
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GUIÓN Y DIBUJOS: WILLIAM GEZZIO
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FIN DEL EPISODIO
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e creía eterno…, indestructible, como tantos otros se creyeron. Pero a todos nos llega la Parca, mal que nos pese. A mí me llegó a fines de los ’50s…, cuando mi mundo comenzó a tambalearse, y una cajita «boba», con pantallita perlada, irrumpió en medio de la sociedad, amenazando arrebatarme a la vez mi público y mi trabajo…, en el que tan metido estaba… Quizás mi mutis obligado fue piadoso. Entonces ocurrió el prodigio, por llamarlo de alguna manera. A cargo de CARLOS M. FEDERICI No había sido tan malo como para terminar en el Hades, pese a lo que de mí y de mis colegas dijera el Dr. Wertham… Entonces, por lógica, fui al Cielo, con los bienaventurados, para supuestamente ser dichoso por el resto de la Eternidad. Pero allí fallaron los cálculos: no logré ser feliz sin mis queridas revistas de historietas y mi labor de editor. Y tanto se me notaba, que finalmente San Pedro habló con su superior, y crearon para mí este Limbo Editorial, en el que se me permite seguir editando historietas, de las muchas que me quedaron en el armario, pero con la condición de que solamente las ofrezca a públicos selectos… Y es por eso que ahora estoy aquí, en las páginas virtuales de «Xanadú», para seleccionar lo mejor entre lo mejor de mis archivos y deleitar a sus lectores. ¡Adelante! ¡Prepárense a regalar sus ojos con las más escogidas creaciones de los maestros de la Historieta de los Gloriosos Cincuentas! ¡Satisfacción garantizada! ¡No se van a arrepentir…, antes bien, volverán por más y más! ¡Palabra del Viejo Editor!
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OLA, HOLA, mis estimados lectores! ¡Leales miembros de mi club de Buceadores de lo Exótico, aquí
les traigo más nutriente para sus nefandas avideces! Desde los estratos de los años 50, época gloriosa, si las hubo, para las historietas «de género», extraigo esta joya que, restaurada como corresponde, exhibo ante sus retinas expectantes… Del Nº 4 de «Cuentos de Brujas», revista editada por la «La Prensa», de México, procede esta historieta, escrita por anónima pluma, y convertida en imágenes por el lápiz de Manny Stallman, uno de los más competentes artistas que agraciaran con su talento los comic books de la Época Dorada, aunque no sea hoy en día tan recordado y justipreciado como lo ameritan sus dotes, debido a la inveterada costumbre de esos años, que vedaba firmar los trabajos de historietas, salvo en contadísimos casos… Más adelante, cuando los comic books, tras efímero auge, entraron en lamentable decadencia, las ventas mermaron y, colateralmente, bajaron los estipendios, se buscó compensar esa carencia con la difusión de los «créditos», y así empezó a hacerse conocer a los dibujantes y guionistas, incluso adjudicándoles epítetos aliterados, sobre todo en las revistas comandadas por el genial Stan Lee, quien siempre camaleónico, sabía ingeniárselas para capear cualquier tempestad que azotase a la industria. Halagar la vanidad a cambio de una prestación de servicios a mitad de precio: eficaz receta para la supervivencia. Pero, a lo nuestro: en esta ocasión les tengo una sorpresa. Como si esto fuese una función de cine, al «largometraje» principal lo precederán tres «cortos». ¿Qué les parece el «plus», estimados amigos? (O la «ñapa», como se le decía en ciertos ámbitos en años idos)… Así, pues, ¡a disfrutar del espectáculo!... Bien repatingados en la butaca, piernas estiradas, «rositas de maíz» en mano…
¡COMO SI ESTUVIERAN EN EL CINE!
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Mito y fantasía de Buffalo Bill
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u legendario nombre era Buffalo Bill. Nombrarlo es imaginar al jinete dominando su cabalgadura por tierras desérticas, con mesetas y algunos blancos esqueletos diseminados bajo un sol alto. Se sabe que aprendió todos los secretos del lejano Oeste, como guía de la Caballería, como conocedor de los pieles rojas y de sus ceremonias, y fue un astuto cazador de bisontes. La dignidad del peligro estaba presente en su profesión. Buffalo Bill, cuyo verdadero nombre fue William F.Cody, había nacido en 1846, y a los veinte años era ya famoso. Tal vez demasiado joven para haber protagonizado las aventuras que se le atribuían, en sus correrías por el salvaje Oeste. Un libro, naturalmente, había contribuído a su fama. Y su aureola fue suficiente para quien en un atardecer de 1864, en St. Louis, la hermosa hija de un rico emigrante alsaciano, se sintiera seducida por aquél hombre. Refinada, un poco snob, atractiva pero no bella, Luisa Frederici se casó luego de la guerra de Secesión, en 1866. Pero, tal como lo imaginaba el padre de la chica, Buffalo Bill no resultaba un marido modelo; ante el llamado de la llanura, pasaba largas temporadas persiguiendo búfalos, como en sus tiempos de scout de la Caballería. Astuto empresario En el pináculo de su fama, pensó que debía utilizar esa celebridad: ¿no era, acaso, el más famoso cazador de bisontes?. Se dedicó entonces, a imaginar una empresa. Y luego la realizó. De romántico aventurero se convirtió en astuto empresario: organizó algunos safaris por el Oeste, que pronto se convirtieron en una moda. De visita a los Estados Unidos, Alejandro de Rusia, tercer hijo del Zar, también cazó un bisonte. Buffalo Bill fue quién le acompañó, dejándo con habilidad, en el ilustre visitante, la ilusión de ser un consumado cazador. Recibió el agradecimiento y la amistad de Alejandro, quén antes de su partida, le obsequió una traba de corbata cubierta de diamantes y un par de gemelos. Hacia 1872, el héroe del lejano Oeste llegó a Nueva York y fue recibido en pleno delirio. Se comportó como correspondía a un héroe rudo y fuerte. Usaba larga melena, barba y bigote, y las ropas de explorador. Así se paseó por la ciudad, asistió a fiestas e incluso a una representación teatral que daba cuenta de su gesta.
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No mucho más tarde, recibió la oferta para interpretarse a sí mismo, en el escenario, repitiendo su vida aventurera y sus correrías con los indios salvajes. Y si bien fue un éxito de público y Buffalo Bill actuó con esmerada dedicación, reconoció que era muy mal actor, pero así nació una nueva idea. El Circo de Buffalo Bill Planeó montar un gran espectáculo donde pudiera ofrecerse, con escrupulosas reconstrucciones, las secuencias más notorias del viejo Oeste. Y de esa forma ideó un vasto circo, poblado de cowboys, bisontes y asaltos a las diligencias por unos desaforados indios sioux. En el centro de esa aventura estaba él. La experiencia fue arrasadora. Paseó sus melodramas de vaqueros en Italia, Gran Bretaña, Rusia, etc. Agregó nuevas secuencias a su espectáculo e incluso sumó a sus huestes al legendario cacique indio Toro Sentado, que había guerreado con Custer. El nuevo siglo cambió al mundo. Buffalo Bill dejó de interesar. Para colmo, fue revocada la decisión de entregarle una medalla de oro del Congreso cuando se descubrió que iba a conferírsele por una hazaña completamente inventada. El 10 de enero de 1917, en su lecho de muerte, Buffalo Bill acaso soñó por última vez que estribaba su caballo blanco para perderse al galope por las praderas
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