C U A D R I T O S
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D I B U J A D O S
15 Historietas de Ayer, de Hoy y de Siempre
HISTORIETAS CLASICAS
XANADU-AÑO1-Nº 15 -DICIEMBRE DE 2016 - REVISTA MENSUAL EDITADA EN MONTEVIDEO, REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY. DIRECTOR: OMAR DE LOS SANTOS. PUBLICADA POR EDICIONES DEL ALTILLO, INTEGRA LA COLECCIÓN «HISTORIETAS CLÁSICAS» JUNTO CON BALAZO. SE DISTRIBUYE POR DESCARGA GRATUÍTA POR INTERMEDIO DE INTERNET. DISEÑO Y ARMADO: WILLIAM GENINAZZIO. COLABORADORES PERMANENTES: CARLOS M. FEDERICI, MARTHA BARNES, WILLIAM GEZZIO. COLABORADORES INVITADOS: HERNAN SCHAMBER, GIULIANO LORCA. BLOG OFICIAL DE LA REVISTA: http://revistaxanadu.blogspot.com.uy/ FACEBOOK: https://www.facebook.com/revistaxanadu/ EMAIL: omar.santos.delossantos0@gmail.com
REVISTA DE HISTORIETAS CLÁSICAS
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COMIGRAFIKA
Milton Caniff
‘‘El maestro del claroscuro’’
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Milton Caniff nació en Hillsboro, en Ohio, el 28 de febrero de 1907. Después de haber colaborado, de muy joven, con el Journal de Dayton y haber realizado dibujos y caricaturas escolares, en 1925, publicó en el Daily News de Miami y después, en el Dispatch, de Columbia. Recibido en 1930 en la Ohio State University, se mudó a Nueva York en el 32, donde compartió estudio con Noel Sickles, quién lo ayudó en la realización de ‘‘Terry and the pirates’’, el comic que, distribuído por el New York Daily News, le daría la consagración como el maestro del chiaroscuro.Terminada la guerra, abandonó Terry y creó ‘‘Steve Canyon’’, en 1947, para el Field Enterprises. Infatigable guionista y dibujante, su dibujo se destacó por su línea preferentemente a pincel, el contraste de luces y sombras y por el empleo del zoom, tomado del cine, del que era apasionado. Caniff recibió el Reuben de la National Comics Society en el 46 y en el 71. Milton Caniff murió el 3 de abril de 1988, en su casa de Manhattan.
EL PRIMER Steve Canyon
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‘‘Lecciones del maestro’’
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no de los más grandes errores que cometen los jóvenes historietistas, es el no tratar de escribir sus propias historias. Depender de un texto ajeno, generalmente lleno de textos en los que no sabe uno con cual trabajar, es terrible. Yo estoy convencido que toda persona capaz de traducir en dibujo un texto escrito, puede inventar sus propios diálogos y situaciones. Desde el momento en que es más fácil dar consejos partiendo de la propia experiencia, voy a tratar de hablar de mi trabajo. Al preparar una historia, pienso primero que nada, en una idea que pueda desarrollar durante dos o tres meses, usando media plana todos los días. Una historia larga y completa. Después tomo el papel en el que voy a dibujar, ya trazado en cuadros ejecutados con lápiz suave. Previamente, en hojas cualquiera, voy escribiendo los diálogos que se me van ocurriendo, de acuerdo a la trama elegida. Después empiezo a poner en la cartulina los diálogos, con una pluma Esterbrook Probate, dejando el espacio para el dibujo posterior. Muchos historietistas prefieren hacer los diálogos en otra hoja, y ponerlos después sobre el dibujo; yo prefiero lo contrario: trabajar sobre el espacio que me dejan los diálogos ya colocados en su globo. Sobre los personajes. Bueno, yo los pienso mucho. Trato de ponerlos en situaciones cómicas pero factibles, con un humor diríamos natural. No forzado, ni absurdo. Hay que dejar bien establecida la personalidad de cada personaje. En una historieta hay que esperar del lector un adelanto a la acción: que en un momento determinado sepa el lector qué le puede pasar a determinado personaje, porque ya lo conoce, ya sabe cómo es, cómo va a reaccionar. Después viene el problema de la ambientación. Si la acción se desarrolla, digamos, en Argelia, voy a mi archivo de recortes y veo las fotos de paisajes, gentes, trajes típicos, etc. Entre paréntesis, nunca uso dibujos de otros artistas; sólo fotos. Revistas como el National Geographic, Life, son estupendas fuentes de documentación. Con todo lo necesario a la mano, empiezo a dibujar. Primero con lápiz, sin poner demasiada atención a los fondos, excepto con los propósitos de composición. Después entinto las cabezas, manos, objetos que los personajes tengan en las manos, con una plumilla Gillot Crow Quill N° 659. Después trazo con lápiz los fondos, y con un pincel W&N del número 3 entinto los negros de las figuras, los fondos, las sombras, etc. Si necesito meterle tramas, indico con azul muy suave las zonas en donde las quiero. Una de las cosas más importantes para un historietista, es tener un ojo crítico hacia su propio trabajo. Exigirse, ser severo consigo mismo, no caer en lo fácil y rápido que puede engañar al público, o al mismo editor, pero no a uno. Milton Caniff
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A cargo de CARLOS M. FEDERICI
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e creía eterno…, indestructible, como tantos otros se creyeron. Pero a todos nos llega la Parca,mal que nos pese. A mí me llegó a fines de los ’50s…, cuando mi mundo comenzó a tambalearse, y una cajita «boba», con pantallita perlada, irrumpió en medio de la sociedad, amenazando arrebatarme a la vez mi público y mi trabajo…, en el que tan metido estaba… Quizás mi mutis obligado fue piadoso. Entonces ocurrió el prodigio, por llamarlo de alguna manera. No había sido tan malo como para terminar en el Hades, pese a lo que de mí y de mis colegas dijera el Dr. Wertham… Entonces, por lógica, fui al Cielo, con los bienaventurados, para supuestamente ser dichoso por el resto de la Eternidad. Pero allí fallaron los cálculos: no logré ser feliz sin mis queridas revistas de historietas y mi labor de editor. Y tanto se me notaba, que finalmente San Pedro habló con su superior, y crearon para mí este Limbo Editorial, en el que se me permite seguir editando historietas, de las muchas que me quedaron en el armario, pero con la condición de que so-la-mente las ofrezca a públicos selectos… Y es por eso que ahora estoy aquí, en las páginas virtuales de «Xanadú», para seleccionar lo mejor entre lo mejor de mis archivos y deleitar a sus lectores. ¡Adelante! ¡Prepárense a regalar sus ojos con las más escogidas creaciones de los maestros de la Historieta de los Gloriosos Cincuentas! ¡Satisfacción garantizada! ¡No se van a arrepentir…, antes bien, volverán por más y más! ¡Palabra del Viejo Editor!
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ÓMO se encuentran, mis estimados retrohistorietófilos de élite?... ¡Tan feliz me puso la perspectiva de verlos de nuevo, que, en su honor, hasta pensé en sacudir el polvo de esta guarida!... Y lo hubiese hecho, créanme, de no temer un fatal acceso de tos (¡Cof-cof-cof!), porque aun aquí, en este sector del Limbo, se sufre de decrepitud. En fin, para ir a nuestro tema: sabrán ustedes que las historietas de temas bélicos distaron por lo general de figurar en la lista de mis preferencias, sobre todo porque la carga propagandística de las mismas («chauvinismo», dirían ahora) inhibía a las historias de desarrollar un buen argumento, ya que siempre las pautas serían idénticas: heroísmo y simpatía de un lado; bellaquería y ruindad de intenciones, del contrario… Y era comprensible, porque, ni bien finalizado el segundo gran conflicto bélico internacional, los EE. UU. se vieron comprometidos, casi sin haber recobrado el aliento, en el «incidente» de las Coreas. ¿Qué les quedaba a los editores, sino cumplir con su misión de «alentar a los Buenos» y denigrar al «Enemigo», aunque más no fuese en una guerra de cuadritos dibujados? Sin embargo, superada esta segunda confrontación militar, «gangrena surgida sobre la cicatriz de la Segunda Guerra Mundial» (como muy atinadamente la motejara un autor sudamericano), hubo un guionista de historietas que se atrevió a ser menos conformista y más sincero con sus propias convicciones. En efecto, Hank Chapman, escritor del sello «Timely» —convertido, décadas más tarde, en el célebre «Marvel Comics»—, quien llenaba los huecos que el multifacético y prolífico Stan Lee no alcanzaba humanamente a abarcar, firmó una serie de historietas bélicas signadas por un mayor dramatismo y una notoria imparcialidad (hasta los límites de lo aceptable en esos tiempos, se entiende) por los bandos en conflicto, centrándose más bien en los acentos trágicos y en los pequeños grandes dramas del soldado común. Privilegiaron estas creaciones los magníficos dibujos de varios grandes del medio, como Joe Maneely y Russ Heath. A este último, precisamente, debemos la historieta presentada a continuación, «Caravana Motorizada». Y la misma viene acompañada (¡doble programa, amigos!, ¡provéanse de pop corn!) de otra notable narración gráfica, brotada de la pluma de un verdadero genio de la historieta, el argentino Héctor Germán Oesterheld, de cuya obra solo tuve conocimiento, lamentablemente, cuando ya estaba en mi lecho de enfermo terminal, «sin querer saber nada más de historietas», pero accediendo, por fortuna, a la enfática recomendación de un amigo, estudioso del tema, que se molestó en traducir en mi obsequio la magnífica historia que hoy les ofrezco, «Un Teniente Alemán», ilustrada por el pincel maestro del veneciano Hugo Pratt, en el que fuera, en mi modesta opinión, su período más brillante.
Y no dilataré más su festín. ¡Disfrútenlo, mis amigos! ¡Pero sin abusar de las «rositas de maíz», eh!
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Hugo Pratt, con su hija Silvina.
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GUIÓN: HERNAN SCHAMBER DIBUJOS: GIULIANO LORCA
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Dibujos: Alberto Giolitti
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