ISSN 1902-5815
Nr. 5 -Mayo 2009
AURORABOREAL
Para los amantes del espa単ol
Manifiesto Promover la cultura de la lengua española en el mundo entero. Temas: literatura, arte, música, teatro, fotografía, arquitectura, diseño y cultura en general. Un foro para difundir, discutir y gozar el español entre la gente que lo habla y lo estudia. Artículos de calidad académica. Una ventana abierta a las inquietudes de los artistas.
Sumario
Editorial, Poesía, Estados de Ánimo, Puro Cuento, Mini-Relato, Pintura, Los libros menos vendidos pero tal vez los más leídos una vez, Manuel recomienda leer, Cine, Escritores, Música, Reseña de libros.
Colaboradores
Helena Araújo, Guillermo Alberto Arévalo, Ricardo Bada, Manuel Cabrales, Guillermo Camacho, José Manuel Camacho Delgado, Claudio Cifuentes-Aldunate, Juliana Diaz Baldocchi, Rodrigo Díaz Pino, Alexandra Domínguez, Luis Fayad, Noemí Fernández Cabanillas, Américo Ferrari, Edith Imholz, Miguel Iriarte, Leo Larsen, Joaquín Mattos Omar, Pablo Montoya, Julio Olaciregui, Lina María Pérez Gaviria, Fabio Rodríguez Amaya, Gloria Serpa-Flórez de Kolbe, Álvaro Suescún, Consuelo Triviño Anzola, Under Masken, Myriam Ventura, Diego Valverde Villena.
Corresponsales
Marcel Toro (Alemania). Marcelo Ramón (Argentina), Fernando Perdomo (Colombia), Andrés González (Escandinavia), Angela Trezza (India), Manuel Cabrales (Italia), Edimca (Suiza).
Corrección de textos María Laura Duboux.
Fotografía, Apoyo Gráfíco Laura Camacho, Nanna Boss.
Carátula Foto Myriam Ventura Islandia Abstracto.
Carátula posterior Foto Myriam Ventura Islandia Abstracto.
Myriam Ventura Islandia Abstracto
AURORABOREAL PRÓXIMO NÚMERO SEPTIEMBRE 2009
Cuadros, páginas dos y tres Foto Myriam Ventura Islandia Abstracto.
Contacto & subscripciones info@auroraboreal.dk www.auroraboreal.net Editor Guillermo Camacho La revista no asume las opiniones expresadas por los colaboradores
ISSN 1902-5815
AURORABOREAL® 2009 En web ISSN 1903-8690
Dalvej 15, Gentofte DK-2820
Foto de internet Myriam Ventura Islandia Abstracto
AURORABOREAL Editorial
En este número de AURORABOREAL dedicamos a Jacques Gilard, una buena parte del esfuerzo para rendirle un homenaje in memoriam de recuerdos amistosos de algunos de sus amigos cercanos. Jacques Gilard, un feminista de corazón, como nos lo presenta Helena Araújo. Jacques Gilard, entre la historia y la literatura, del artículo de Consuelo Triviño Anzola. Jacques Gilard, el sabio que amaba a los gatos, que nos regala José Manuel Camacho Delgado. Jacques Gilard, el mayor colombianista que jamás se haya conocido, del artículo que nos envía Fabio Rodríguez Amaya. Jacques Gilard, el investigador enamorado, que gentilmente nos presenta Julio Olaciregui. Jacques Gilard, en el trípode de los interrogados, entrevista realizada a tres voces por Miguel Iriarte, Joaquín Mattos Omar y Álvaro Suescún en 1982. Gracias a la cortesía de Martine Ferrari, estamos orgullosos de poder presentar la obra inédita Pavesas del poeta peruano Américo Ferrari. Generoso, desde Berlín, el escritor Luis Fayad nos regala el primer capítulo de su última novela Testamento de un hombre de negocios. El escritor Guillermo Camacho presenta su cuento El Escondite. Claudio Cifuentes-Aldunate envía su poema La lista y la joven escritora Juliana Díaz Baldocchi nos regala su cuento Una mañana. En pintura tenemos el placer de presentar parte de la obra de la poeta y pintora chilena Alexandra Domínguez. Desde los Estados Unidos nos llega la fotografía de Bárbara Myriam Ventura, que esta vez, ilustra la carátula de este número de nuestra revista. La pintora y escritora argentina Noemí Fernández Cabanillas, nos regala su poema Podría. El poeta Diego Valverde Villena prepara especialmente para este número el ranking de los libros menos vendidos y desde Nueva Delhi, el periodista Manuel Cabrales nos reco-
mienda leer al escritor Aravind Adina y su Tigre Blanco, que se vende por las calles de Nueva Delhi como pan caliente. El escritor y periodista Ricardo Bada nos presenta Vivir en otra lengua, una antología de Esther Andradi mientras Lina María Pérez Gaviria y Gloria Serpa-Florez de Kolbe escriben sobre la novela Las cuitas de Carlota de la escritora Helena Araújo. El escritor Pablo Montoya nos envía un artículo sobre el libro La Ceiba de la memoria, la última novela del escritor Roberto Burgos Cantor, Premio Narrativa José María Argüedas Casa de las Américas, Cuba, 2008. El ensayista y crítico Guillermo Alberto Arévalo nos cuenta cómo Colombia vibra en la nueva novela de Luis Fayad. En música, tenemos el orgullo de presentar nuestro segundo registro musical, un CD de la banda rapera Under Masken (Debajo de la máscara), grupo musical de la ciudad de Århus en Dinamarca. Para cerrar, tenemos el placer de presentar a Albatros, la librería y editorial latinoamericana de Ginebra, donde Rodrigo Díaz Pino, su propietario, muy gentilmente recibe a AURORABOREAL y le cuenta en detalle sobre los proyectos de esta librería y editorial. ¡Esperamos que disfruten de nuestro número de mayo 2009!
Índice Pavesas…………………………………...............................4 Testimonio de un hombre de negocios...............................8 El Escondite.....................................................................14 La lista.….........................................................................16 Una mañana.................... ........................ .......................17 Jacques Gilard un feminista de corazón...........................18 Jacques Gilard entre la historia y la literatura.....................19 Jacques Gilard el sabio que amaba a los animales............21 Jacques Gilard el mayor colombianista.............................24 Jacques Gilard el investigador enamorado........................26 Jacques Gilard en el trípode de los interrogatories…-----..28 Albatros la libreria y editorial de Ginebra……………...…...35 Alexandra Domínguez poesía y pintura…..........................36 Myriam Ventura fotografía………………………….....…….42 Los 10 libros menos vendidos..........................................46 Manuel recomienda leer....................................................47 Vivir en otra lengua……………………………....……….....48 Las cuitas de Zana……………...……………..……………50 Las cuitas de Carlota………………..………………………51 La Ceiba de la memoria………………..…………………...52 Colombia vive en la nueva novela de Fayad……….……...55 Under Masken………………………………………....…….56 Cine del otro lado del charco............................................58 Libros.....................……………........................................59
Américo Ferrari Exclusiva para AURORABOREAL
Cortesía de Martine Ferrari. OBRA INÉDITA Pavesa Américo Ferrari
AURORABOREAL Poesía
PAVESAS
partícula ligera que salta de un metal en combustión y acaba por convertirse en ceniza. (Diccionario de la lengua española- Real academia española)
BORRADURAS
DOLORES
igual que se han ido borrando los sueños se ha ido disipando la realidad las cosas y los seres que decimos que están que decimos que duran y de pronto ya no
el dolor de cabeza -cosa de este mundomortifica un poco el dolor sin cabeza -cosa de otro mundomortifica más
BORRÓN la rea lidad la ex istencia la si es o no es ahí y nosotros quedándonos solos con la rea lidad entes estantes instantes difusos confusos cantantes del silencio final
POEMA TENUE EXTENUADO adiós poema tema del ya no puedo más
MAÑANA mañana de sueños desvanecidos en los desvanes de la luz
PARTO en las entrañas de la diosa pataleando para nacer oscuro y más oscuro morir
HUIDA el poema nocturno se escapó en la noche no ha vuelto aún no volverá ya más
SILENCIADO el hombre sin palabras ya sin habla se quedó solo entre habladores mudo ensordecido vencido pugnando por decir por dejar oír su silencio en el estruendo gregarial
LEJANÍA ahora nos hemos quedado tan lejos de la vida que la muerte tarda mucho en llegar
TRAVESÍA errando por el aire que lo sostiene en el tiempo un pájaro atraviesa la eternidad
FEBRIL vivir con nuestra fiebre bien calientes y cuando llegue el invierno sentirnos mejor que todos los otros los no afiebrados que se mueren de frío
MAL ESTAR estamos estando mal mañana quizás a orillas de un estar bien ya no estaremos
CHUPÓN para crecer y aprender a hablar y a escribir el niño poeta chupa la teta de la nodriza enana que no sabe hablar ni escribir
QUÉ hemos perdido la vida en el vivir no sabremos nada de nuestra muerte al morir entonces qué entonces por qué entonces para qué
INSTANTE LARGO ahora en este instante estamos estando en la hora de ahora sin mañana sin ayer
AMBULA SONÁMBULO el hombre se despierta en su cama siendo ya la hora de levantarse y empezar a morir para que la gente no diga: -pero este hombre que no termina de vivir... entonces el hombre se levanta da unos pasos dice buenos días a quien quede y se vuelve a acostar y se vuelve a dormir
CORTEDAD DEL DECIR cuán corto es el decir cuando uno ya no sabe qué decir y queda todo por decir
FINAL DEL CANTO todos los que cantaban y decían el decir se han ido hundiendo en el pantano del palabrear y ahora a veces por encima del charloteo del vulgo municipal y espeso se oye apenas el canto casi silente de algún humano aspirante a gorrión
IDA Y VUELTA hemos venido al mundo volando por los cielos arrastrados por un viento mortal dejaremos el mundo cojeando por el suelo empujados por el viento inmortal
DESTINO DE GATO qué será un día de la vida de este gato que nunca ha aprendido a ganarse la vida ni a perderla
CAMINO y al fin uno se irá caminando sin prisa como para no llegar adonde nada es
ENTIERRO DE POEMA del sonoro poema cuando llegue la hora de enterrarlo no quedará ya nada sino el eco del estertor de un moribundo y después su silencio recitado que sonará inmortal hasta que en nosotros muera para siempre y de verdad
ENCONTRONAZO despreciaba a la muerte ahora que está por morirse lleno de congoja se muere por vivir la vida que lo despreció
CAÍDA AL REVÉS nos hemos derrumbado desde los sótanos más abiertos de la sombra hasta los patios más cerrados de la luz
muerte: no nos conoces no te conocemos nos hemos cruzado acá pronto quizá nos encontraremos allá Foto archivo AURORABOREAL
POBRE HOMBRE
FUGITIVO
NARCISO AL REVÉS
el poema recién nacido se está ahí en su cueva natal encogido y callado y nadie lo sacará de ahí si no es que él mismo al fin se escape dejando unas huellas negras en la planicie blanca del papel
uno está mirando su imagen en el agua y de pronto la imagen de uno le salta encima lo mete a uno en el agua y lo mira a él
UNO uno se olvida de su vida uno descubre ser sí mismo a cada rato uno se acuerda de ser otro de rato en rato uno descubre ser don Nadie en el rato de ahora que es siempre aunque uno no lo sepa el rato final
LLAGAS se han ido extendiendo tanto por dentro y por fuera que ya no queda sino una llaga
DESPEÑADERO manos desde la sombra vienen a asirnos para despeñarnos quién sabe adónde por los despeñaderos de la luz
CAMINO HOLLADO los que murieron en el camino dejaron sus huellas otros han caminado sobre esas huellas y ahora quién sabe las huellas de alguien de quién serán quién será quién
LA DE AHORA ACABAR que de pronto el mundo se acabe y nos quedemos nosotros en el mundo acabado libres como unos pájaros que añoraran su jaula
LA DE NUNCA ACABAR pero sucede que este nuestro mundo que parece acabarse ahora no acabará nunca de acabar
Foto archivo AURORABOREAL
estoy contemplando a muerte y mi muerte ni me saluda
NOCHE TEÑIDA DE ROJO yo estoy escuchando respirar a una mujer dormida y sus respiros perforan el aire como suspiros de acero que tiñen la noche de rojo y dibujan en el aire gestos de deseo que se apagan lentos en el aire vestido de gris
PER VERSO MUTO pero de pronto se pone a blablablar el perverso en el poema y entonces en respuesta la música callada invade el verso y uno oye tan sólo el eco de un silencio
TÍA IGNORANTE FUTURO AL REVÉS
INGRATA
donde hacen aún señas las luces del alba las aves del origen volando para atrás siempre más atrás al más allá resplandeciendo en el lugar del principio que nace en el fin
venían los pájaros negros del lado de allá se acercaban las sombras latía el silencio y uno entraba en la vida andando para atrás
cayó en el mundo no supo nunca nada de nadie y ahora la largan cargando el peso extenuado de su ignotía y allá se las arregle con el Señor
y de repente cuando el silencio nos asfixia nosotros manoteando asfixiamos la voz
SUSPIROS el viento del tiempo los ha ido amontonando en el traspatio de la muerte
SILENCIO EN LA NOCHE horrísono el sonido que nace del oído en el silencio nocturnal
FINAL DEL CANTO Para Mario Campaña todos los que cantaban y decían el decir se han ido hundiendo en el pantano del palabrear y ahora a veces por encima del charloteo del vulgo municipal y espeso se oye apenas el canto casi silente de algún humano aspirante a gorrión
SURGIR desde lo más hondo del silencio humano y el silente animal surge el poema
MENDIGOS IGNORANTES
SENTIDO INSISTENTE
andan mendigando pero ignoran qué a quién ni para quién
uno entiende al fin el sentido del sinsentido cuando descubre que la nada se sorbe todo el sentido y sola sostiene el sinsentido de nuestro sentir
RAT0S aspirar esperar inspirar respirar expirar
AÉREO por el aire erramos de aire vivimos y aire son los versos que en el aire escribimos
EL POEMA se enciende suena llamea y se extingue y se pierde en el desierto en la sombra en la mudez
HARAPIENTO INSAPIENTE pasea sus harapos por los desiertos del extra mundo por los mares del cielo como un ave sin alas fatigado no todavía fresco como un pez que se ahoga en su agua como un paralítico andando infatigable y sin saber nada de nada ni siquiera volar ni siquiera nadar y ni siquiera andar
ADMIRADO MIRAR el poema mira al poeta y le admira la visión torcida que de él tiene el poeta y qué vachaché qué vachaché con el poeta con su visión
Américo Ferrari (Perú, 1929). Poeta, ensayista y traductor. Autor de libros como Los Sonidos del Silencio. Poetas peruanos en el siglo XX (1990), La Fiesta de los Locos (1991) El bosque y sus caminos (1993). Notable estudioso de obra de César Vallejo y José María Eguren. En la actualidad reside en Ginebra, Suiza.
Foto archivo AURORABOREAL
ASFIXIA
Luis Fayad nació en Bogotá en 1945. Durante los años escolares se desempeñó como guionista en teatro, televisión y radio. En los años 60 empezó a trabajar como periodista de contratos libres y de planta y a publicar cuentos y notas literarias en revistas y periódicos nacionales y extranjeros. Hizo cursos de Sociología en la Universidad Nacional de Colombia. Literatura, periodismo y otras tareas relacionadas con el arte fueron sus ocupaciones hasta su viaje al exterior en 1975. En París continuó con sus ocupaciones, al lado de otras que le proporcionaban el sustento, mientras asistía a conferencias y hacía de oyente en cursos de literatura, arte e historia en universidades, escuelas superiores e institutos especializados. También ha vivido en España y en Estocolmo. En la actualidad vive en Berlín, Alemania, adonde fue invitado por el Programa Cultural de Berlín del DAAD durante un año. Se desempeña por cuenta propia como periodista, traductor del alemán al castellano y lector de su trabajo literario y conferencista en universidades y centros culturales.
Novela reeditada en España por la Editorial Mirada Malva, Colección Mirada Narrativa, Madrid, 2008.
Capítulo I El encargo de mamá Por Luis Fayad
---Las casas de ese barrio son muy parecidas y a cualquier hora es difícil distinguirlas, pero a la que tienes que ir queda a mitad de la calle cuarta, donde hay muchas zapaterías. No es lejos de tu colegio, tú conoces. ---Sí, mamá. ---Te aseguras con un número que voy a darte. No lo escribes, te lo aprendes de memoria. ¿Me estás oyendo, Jacinto? ---Oigo muy bien, mamá. ---Yo te digo el número y tú lo repites. Frente a la casa hay un árbol de eucalipto y al lado una tienda. No creo que te equivoques. ---Claro que no, mamá. ---No estés tan seguro, es mejor que retengas las indicaciones. ---Ya las conozco, mamá. ---Ni siquiera las has oído, Jacintico, deja la prisa y pon atención. ---Es cierto, mamá. ---¿Qué es lo que es cierto? ¿Por qué no quieres oír? ---Ya sé lo que vas a decirme. ---Tú de esto no sabes nada, tu papá me pidió que te lo dijera yo misma. ---Lo sé por Lucio, el hijo de don Lucio. ---No creo que se trate de lo que voy a decirte, Jacinto, este asunto es muy delicado. ---Es lo mismo, mamá, yo sé de qué casa y de qué tienda me hablas. ---Si hablamos de la misma me parece muy mal que lo sepas por Lucio, hablar de esa tienda está prohibido, iba a advertírtelo al final pero te lo advierto desde ahora. ---También lo sé, mamá, Lucio me lo advirtió. ---¿Lucio lo sabía y sin embargo hizo lo contrario?
---Si él me cuenta algo a mí es como si no se lo contara a nadie, y es lo mismo si yo le cuento algo a él. ---¿Y tú qué le has contado? ---Nada. ---O sea que tú sabes guardar mejor los secretos. ---Es que yo nunca tengo nada que contarle. ---¿Y es mucho lo que él te cuenta? ---Todo lo que sabe y le da importancia. Me advierte que no lo repita, que es peligroso. ---Exacto, le da importancia, quizá cree que tú eres más tonto que él. ---Le gusta poder contarme algo y se siente orgulloso. Por ahora él sabe más. ---Quizá un poquito más porque empezó primero, eso es todo, no tienes que hablar en ese tono de admiración. ---Él sabe más de un poquito, mamá. ---En esto hay mucho que aprender, Jacinto, lo primero, no hay que creer nada de lo que te dicen y poco de lo que ves hasta que no lo compruebes bien. ---Lucio me lo dijo igual, pero yo a él le creo, él ha oído y visto mucho. ---Se nota que te tiene obnubilado y tú te dejas engañar. ---Qué va, mamá, él me tiene confianza y respeto. Dice que le gustaría que su hermana Fabiola se casara con alguien como yo.
---¡De qué disparates te habla el tal Lucio!, se está burlando de ti, Jacinto, ten cuidado. ---Si tú supieras lo que me ha contado no pensarías así de él. ---Me importa más lo que yo tengo que decirte. ---Mejor, mamá, así puedo cumplir la promesa de quedarme callado. ---Quieres despertarme la curiosidad, Jacintico, te estás volviendo malicioso antes de tiempo. ---Es que no me gustaría que le cogieras rabia a Lucio. ---Si tú lo dices es porque hay algún motivo, a mí sólo me molesta que quiera divertirse por tu cuenta. ---Nos divertimos los dos, mamá, si tú supieras lo que me ha contado. ---Por la cara que pones debe ser algo admirable. Por desgracia soy yo la que tiene que decirte algo a ti. ---Como quieras, mamá, pero si tú supieras. Él sabe quién mató a las hermanas Tarasona. ---¡Cállate la boca o al menos habla más bajito!, qué tal que alguien te oiga y te tome en serio. ---Lucio sabe más de lo que uno pueda imaginarse. A veces le gusta inventar cuando habla de las niñas que conoce en otros barrios, pero en lo demás no tiene nada que inventar. ---Ten cuidado con empezar a contarme esa clase de mentiras. Lo único cierto que te ha dicho Lucio es que hablar de esto es peligroso.
Luis Fayad Foto de Alejandro Lorente
AURORABOREAL Libros Capítulo I
Luis Fayad Testamento de un hombre de negocios*
--Lo demás también es cierto, ma- nesto y que cómo sentía que por culpa de sus hermanas le hubiera pasado lo ---Quién sabe a qué mentiroso se lo que él creía que le pasó. “¿Cuáles heroyó o se lo inventó él mismo. manas?”, dijo una de ellas. “Que yo ---No se lo oyó a nadie, mamá, él lo sepa, dijo el hombre, él no tiene más de vio y sólo sus papás lo saben. Él vio dos y le traen mala suerte”. “Usted se cómo mataron a las hermanas Taraso- equivocó de casa, señor, nosotras no na. comprendemos sus disparates”. “Puede ---¡Jacinto, mijo, estás hecho un ser, señoras, vamos a verificarlo, y en recién nacido o un descarado! O es cuanto más rapidito mejor. Ustedes verdad que le crees a ese embustero o es recibieron una mercancía que debían que intentas jugar conmigo. entregarle a mi jefe, pero no la entrega---Lucio lo vio todo, mamá, esa ron”. “Le repito que usted se equivocó tarde saltó al patio de las Tarasona a de casa, nosotras no sabemos nada de coger unas brevas del árbol y le dio por ninguna mercancía”. “No empecemos a asomarse a la ventana de la sala. alargar el diálogo, respetables señoras, ---No puede ser, Jacinto, ese día tú y denme la mercancía, yo mismo se la él salieron de paseo con los compañeros llevo a mi jefe y les prometo que ustedes del colegio. Cuando volvieron ya las no vuelven a verme ni hasta el sol de los hermanas Tarasona estaban muertas. venados”. “Salga de esta casa, esto es ---Lucio no fue al paseo, mamá, un abuso, usted nos está irrespetando”. amaneció enfermo. Por la mañana se “Lo que más siento, señoras, no es la quedó en la cama y por la tarde saltó al mercancía. Mi compadre Anatolio vino patio de las Tarasona. La ventana esta- a entregárselas a ustedes y no regresó, ba abierta y él las vio en una mesita desapareció, quizá ustedes puedan arreglando unos papeles. Lo más seguro darme razón de su paradero”. “Aquí no es que hacían las cuentas de sus nego- nos trajeron nada, tal vez su propio cios. Se oyeron unos golpes en la puerta compadre Anatolio se perdió con el y una de las hermanas se levantó y fue a paquete”, dijo la que estaba cerca a él y abrir. Apareció un hombre y ella le pre- Lucio me contó que él no se dio cuenta guntó qué se le ofrecía. “Ustedes espe- cuando el hombre levantó la mano y le ran a alguien”, dijo él. “Nosotras espe- dio a la mujer un cachetadón que la ramos a nuestro hermano. ¿Y usted dejó temblando. Lo oyó decir: “Cuidaquién es, señor?” El hombre entró y do con hablar así de mi compadre Anacerró la puerta: “Ustedes me esperan a tolio, viejas rateras, hijueputas”. mí, aunque no lo sepan”. La otra her---Jacintico, mijo, no repitas las mana también se puso de pie: “¿Quién groserías delante de mí. es usted, qué se le ofrece en esta casa?” ---La que estaba cerca a la mesita “Vengo a comunicarles que su hermano corrió a abrazar a su hermana y le gritó no viene hoy. Nadie me lo dijo pero yo al hombre: “Es cierto que esperábamos lo sé”. Una de ellas le preguntó cómo lo una mercancía y alguien debía traerla sabía y qué le había pasado a su her- pero no llegó”. “Sí llegó, mi compadre mano. “Percances sin importancia. A Anatolio nunca falla”. “Si usted vuelve un hombre honesto como él no le pasa a tocar a mi hermana lo mato”. “Entrénada malo, los males les llegan a los guenme la mercancía y estoy dispuesto deshonestos que no cumplen su pala- a olvidar hasta a mi compadre Anatobra”. “¿Qué quiere usted decir con per- lio”. “Salga de esta casa, nosotras no cances?” “Tonterías, mi señora, se rodó tenemos nada para usted”. El hombre por las escaleras y tocó llevarlo a la clí- volvió a levantar la mano y le dio un nica con una pierna rota, yo no lo vi cachetadón a la otra hermana: “Quiero pero lo supongo y creo que está tran- ver esa mercancía sin más demora”. Las quilo, acostado en una cama”. dos hermanas se pusieron al acecho ---Cómo así, Jacintico, ¿entonces no para mandársele encima. Lucio me dijo fue por una herencia como se dijo, el que por la cara que los tres tenían él se hermano de las Tarasona no fingió el dio cuenta de que iba a haber un mueraccidente para estar lejos de la casa y to. El hombre las esperó y cuando pudo mandarlas matar, no fue una coartada le estrelló la cabeza de la una contra la de él, le pusieron una trampa? cabeza de la otra y las tiró a las dos al ---Tampoco, mamá, no era nada suelo: “Se acabó la paciencia, señoras, contra él, querían mantenerlo lejos. El ni una palabra más o no vuelven a cahombre no conocía al hermano de las minar con sus propias piernas. ¡La merTarasona y dijo que sabía que era ho- cancía!” Las dos hermanas se levantamá.
ron ayudándose la una a la otra y empezaron a caminar hacia atrás hasta quedar cerca a una cómoda. Una de ellas abrió un cajón, metió la mano y sacó un revólver. Pero el hombre ya sospechaba algo y se abalanzó y se lo tumbó de un manotazo. ---¿Un revólver, Jacinto?, yo oí decir que no se encontraron armas por ningún lado. ---El hombre lo recogió y se lo guardó en un bolsillo del pantalón, Lucio lo vio. Después les dio un puñetazo a cada una de las hermanas y con un empujón volvió a mandarlas al suelo. A una de ellas le salió sangre por la nariz y la boca pero ninguna de las dos cedió. Se le lanzaron al hombre desde el suelo y le clavaron las uñas en el cuello y en la cara. Él empezó a dar vueltas con ellas colgadas como banderas y sólo cuando los tres se tropezaron con la mesita y se cayeron pudo zafarse y mandarlas lejos. Lucio dice que de pronto los tres estaban de pie y que el hombre sacó el revólver del bolsillo del pantalón y un cuchillo de alguna otra parte: “Quietas, viejas hijuetales, les dijo, entréguenme la mercancía o las mato”. Pero Lucio dice que no se veían tan viejas y tenían fuerza. ---Claro que no eran viejas, Jacinto, eran como yo, tendrían unos cuarenta años. ---Según Lucio se veían más jóvenes y parecía que sus dientes habían crecido. Se le tiraron al hombre cada una por un lado, lo agarraron de los brazos, lo mordieron donde pudieron y lo hicieron revolverse como si tuviera electricidad en el cuerpo. El hombre se zafó de una de ellas dándole con el revólver en la frente y de la otra con una patada y agitó el cuchillo para mantenerlas lejos. Se notaba que no quería matarlas antes de saber dónde estaba la mercancía, pero ellas volvieron a agarrarlo y hechas un nudo con él rodaron por la sala. Cuando se soltaron, a ellas les sangraban los brazos por las cuchilladas y a él le sangraba la cara por los mordiscos y los arañazos. Lucio vio que una de ellas cogió algo, una porcelana o una jarra, y se lo lanzó al hombre y le dio en el pecho. El hombre no sintió el golpe. Se echó el revólver en el bolsillo y con el cuchillo extendido se les acercó lento y les dijo: “La última oportunidad, o la mercancía o la vida”. Una de ellas intentó distraerlo para que la otra lo atacara por la espalda, pero Lucio se dio cuenta de que el hombre se hacía el
descuidado. De pronto le lanzó una cuchillada a la que venía detrás y le dio en la barriga y no hizo más pausas, les dio con el cuchillo a la una y a la otra hasta que las dejó muertas y él quedó salpicado de sangre. Lucio no se explica cómo pudo salir así a la calle. ---¿Y la mercancía? ---El hombre la buscó en la sala y en los otros cuartos pero Lucio lo vio salir con las manos vacías. ---Pero las Tarasona se la robaron, Jacinto, es lógico, al comienzo negaron que hubieran oído algo de una mercancía y luego reconocieron que la esperaban. Es mentira que no les llegó. ---Yo creo que la enterraron en el patio, mamá. ---¿Lucio te lo dijo? ---Se me ocurre a mí ahora que me pongo a pensar. ---Bien pensado, Jacintico, el que las mató caerá en cuenta y vendrá a escarbar la tierra, o algún día la encontrarán de casualidad, cuando ya no valga nada. ---¿Y qué le pasaría a ese compadre Anatolio, mamá? ¿Quién sería ése? ---Algo me está dando vueltas en la cabeza, mijito. Esto me hace acordar del muerto que encontraron hace tres días en una cuneta al pie del cerro. Llevaba otros tres días ahí y a las Tarasona las mataron hace cinco, o sea que todo concuerda. Todavía se murmura que fue una venganza de la Tropa o de la Insurgencia o de los paratropas, lo que hubiera podido ser con las cosas que se hacen por todas partes, y resulta que el asunto se resuelve por este lado. ¡Las hermanas Tarasona, ahora está claro! Al muerto lo encontraron con dos disparos en el pecho y tú me dijiste que las Tarasona tenían un revólver. ---Pero el muerto apareció muy lejos de la casa de ellas, mamá. ---No tan lejos, Jacintico, y acuérdate que el comisario dijo que no lo mataron en ese lugar, que lo arrastraron después de muerto. Seguro que las Tarasona le pusieron la cita ahí cerca y no en su casa y él se dejó engañar. Llevó la mercancía pero ellas no llevaron la plata sino el revólver. Ese era el compadre Anatolio, no lo dudes. ---¿Y por qué nadie dijo nada, mamá?, nadie lo identificó. ---Seguro que no tenía familia y ni su jefe ni el hombre que mató a las Tarasona quisieron comprometerse y dejaron que lo echaran en una fosa común.
---Y pensar que nosotros lo sabemos y no podemos decir nada. ---Nada, Jacinto, eso ya está arreglado. El compadre Anatolio pagó por tonto y las hermanas Tarasona por traidoras. ---Pobre del hermano, mamá, que crean que él las mandó matar. ---Sería por lo único que valdría la pena decir la verdad, pero a lo mejor el que la diga se hace sospechoso. Eso ya está arreglado, contra el hermano no hay pruebas y lo único que va a quedar es la calumnia. ---Si yo fuera él me vengaría. ---No pienses en venganzas tan pronto, mijito, de todos modos más tarde va a entrarte la tentación. Y en
este caso, ¿de quién se vengaría el hermano? Si él no está metido en el negocio no puede pensar en nadie, y ni Lucio ni tú van a darle pistas. ---Qué tal, mamá, nosotros ni sabemos quién las mató. Lucio me lo describió pero para mí puede ser cualquiera. ---¿Y crees que para Lucio también, o lo había visto antes? ---Nunca. Quizá su papá lo conoce. Se hizo describir hasta el último detalle. Le dijo a Lucio que si el hombre pudo vencer a las Tarasona debía ser alto y robusto y le preguntó por el color del pelo y si tenía la cara cuadrada o alargada, si los ojos redondos o achinados y cómo era la nariz. ---¿Y don Lucio por qué estaba tan interesado? ---Lucio no me lo dijo, me dijo que recuerda mejor al hombre cuando habla conmigo que con su papá.
---Qué raro, qué puede importarle a don Lucio la descripción exacta. ---Se preocupó mucho y Lucio no pudo confesarle que yo también lo sabía. ---Eso no está bien, Jacintico, los papás tienen que saber todo lo de sus niños para poder ayudarlos. ---Esta vez Lucio no podía decirle la verdad, hubiera sido peor si le habla de mí. El papá no quiere que nadie lo sepa. ---Así y todo, no está bien. ---Creo que esta vez sí, mamá. Un día te oí decir que hay mentiras mejores que la verdad, que son mentiritas piadosas. ---¿Te lo dije yo, Jacinto? ---Se lo dijiste a papá y yo lo oí. ---¿Y cuántas de ésas me has dicho tú a mí? ---Contigo no hay necesidad, en cambio Lucio hizo bien, el papá estaba bastante preocupado y le pidió que no se lo contara a nadie y que si se lo había contado le dijera que era un invento. ---Para nosotros esa historia termina aquí, Jacinto, voy a contársela a tu papá a ver qué piensa él de don Lucio. ---No, mamá, por favor, yo le prometí a Lucio que nadie más la sabría. No quiero que me pierda la confianza. ---Haces bien, te felicito, mientras cumplas tu palabra saldrás ganando. ---Y creo que Lucio también le cumple a su papá. A mí no ha vuelto a contarme si le ha hecho más preguntas ni si ha vuelto a preocuparse. ---Se me ocurre algo, Jacinto, dile a Lucio que como si fuera idea suya, sin mencionarte a ti, le diga a su papá que quizá la mercancía está enterrada en el patio de las hermanas Tarasona. ---Se lo digo ahora mismo. ---Hoy ya es tarde, va a oscurecer y todavía tengo que hablarte del encargo de tu papá y tú tienes que hacer las tareas del colegio. ---Lo del encargo ya lo sé, cuando papá regrese el sábado va a ponerse contento de lo perfecto que salió todo. ---No hables con esa seguridad, mijito, no te fíes así ante nada, vas a ver que las indicaciones son otras. ---Como quieras, mamá, pero me hiciste dar ganas de ir ahora mismo a hablar con Lucio. ---Lo que quieres es andar por la calle y no me importaría si fueras a comprar dulces y volvieras pronto. Me parece que lo dejas para mañana.
---Y tú lo que quieres es que yo te ayude a arreglar el cuarto de atrás. ---Mejor para ti, cuando el cuarto esté listo una de tus primas podrá quedarse ahí y te libra de ayudarme todos los días. Ya lo hablamos con tu abuelita Nicolasa. ---Tampoco es mucho el oficio, mamita. ---Porque no lo haces tú, y ya verás cuando nazca tu hermanito. ---Entonces será más fácil, me van a dar ganas de cuidarlo y cualquiera puede venir a ayudar. Fabiola me dijo que si tú le dabas permiso ella venía por las tardes. ---Otra vez Fabiola, da la impresión de que no quieres ir a ver a Lucio sino a su hermana. ---No, mamita, yo casi nunca la veo, con Lucio jugamos afuera. La última vez que me la encontré fue en misa y me dijo que a ella le gustaría cuidar al niño. ---A la iglesia se va a rezar, Jacinto, no a hablar. ---Fue a la salida, antes de irme con Lucio y Marcelo a jugar fútbol. A ella no la llevamos porque es muy chiquita y de pronto le damos un balonazo. ---A ese Marcelo nunca te lo he oído mencionar. ---Ese es de otro colegio y tú no puedes conocerlo de nada. Viene por las tardes a buscarnos al parque con otro que se llama Régulo. ---Ya tienes muchos amigos, Jacintico, y no lo cuentas. ---Y eso que antes venían otros dos pero ya no los dejamos meterse. Marcelo los sacó corriendo. ---Tú no te pongas a buscar pelea, te lo pido por favor. ---Yo no empecé, fue uno de esos pendejos que me dijo unas cosas y Marcelo lo amenazó. ---Acuérdate de que dos no pelean si uno no quiere. ¿Cuáles fueron las cosas que te dijo? ---Nada más que mentiras, por eso no quería decírtelas. Dizque papá tuvo que ver con el contrabando grande que interceptó la Tropa y con el tiroteo en la estación de trenes. ---¡Qué absurdos está inventando ese pendejo, como le dices tú y se lo tiene bien merecido. ¿De dónde sacó esa barbaridad?, ¿tú de qué lo conoces? ---De ninguna parte, lo que te conté, una tarde se apareció con otro a jugar fútbol y se puso bravo porque le di dos canillazos.
---¡Qué majadero, entonces para qué juega! ¿Y de pronto te dijo todo eso? ---Primero me empujó y yo le mandé una patada, no le di y cuando él se me vino encima Marcelo se puso en medio. ---¿Y por qué Marcelo, por qué no te defendiste tú? ---Ellos eran más grandes que nosotros, Marcelo tuvo que sacarles cuchillo. ---Está bien que me lo cuentes para decirte que no me gusta nada lo que me estás contando. ¡Cuchillo! ¡Cómo así! ¡De cuándo acá andas tú con cuchilleros! ---Fue una casualidad, mamita, nadie sabía que Marcelo cargaba un cuchillo y él no sabía que iba a tener que usarlo. ---¿Y acaso fue que llegó a usarlo? ---No del todo pero ganas no le faltaron. Los mantuvo a raya lanzándoles cuchilladas. A uno alcanzó a rajarle una manga de la camisa y les gritó: “Sí, el papá de Jacinto estuvo en el tiroteo y en todo lo bueno y si ustedes siguen jodiendo él los mata”. ---No sé, Jacintico, no me gusta nada ese enredo de bocones. Esos no conocen a tu papá o sabrían que no está como para meterse en semejante cargamento, ni es de los tontos que se aturde y se pone a disparar a lo que sea, esta vez al aire. ¡Dizque la estación de trenes! Esos que se agarraron a tiros con la Tropa eran unos babosos y la Tropa lo sabía y sobre todo lo sabía la Agencia Central de los extranjeros. Fue una jugada suya. ---Yo no recuerdo mucho, mamita, ni Lucio me contó nada ni Marcelo dijo nada más. ---Después entenderás mejor. ¿De dónde iban a sacar esos pobres inexpertos tamaña cantidad de mercancía? Se la vendieron baratísima acompañada de la trampa. La jugada resultó una chambonada de los agentes de la Agencia Central y todo el mundo se dio cuenta, pero a ellos no les importó. Ya entenderás, se murmura que participan en el negocio y para limpiarse y demostrar lo contrario montan shows como el de la estación de trenes. Anunciaron que el cargamento cayó gracias a sus pesquisas. ---Lo entiendo todo, mamita, pero no recuerdo bien lo que pasó y Lucio no me ha contado lo que dijeron en su casa.
---No pudieron decir nada, nadie le dio importancia, lo único que ganaron los agentes extranjeros fue poner a la Tropa a matar a cuatro pistoleritos. Lo demás se queda para que los niños inventen juegos que no deben jugar, como esos dos que se aparecieron en el parque. ---En el colegio también, mamá, los niños no juegan a indios y vaqueros sino a la Tropa, los negociantes y los paratropas. A la Insurgencia no la nombran porque es lo único que el rector no aguanta. ---Se lo toman a chiste y después pasa lo que pasa. Tú no te metas en esos juegos. ---A mí no me gustan, ni en el parque ni en el colegio, y cuando hablo con Lucio nos vamos a otra parte. ---Ojalá hablen los dos solos sin otros niños. Ni siquiera con Marcelo y con Régulo aunque te defiendan y te quieran tanto. ---Lo del cuchillo fue una casualidad, mamá, Marcelo no es un pandillero y Régulo es más chiquito, nosotros no hablamos con él. ---Tampoco deberías hablar con Lucio del negocio ni de lo que se murmura por la calle. Nosotros estamos empezando pero somos gente seria, Jacinto, tú conoces a tu papá, a él no puedes contarle que en vez de jugar como niños decentes se insultan y se atacan con cuchillo. Tú sabes lo que te diría, que esas pequeñeces dañan las ideas grandes, que el que se quedó afuera del progreso juega a lo que nunca va a ser y saca su rabia contra el que hizo su camino. Si tu papá decidió hacer plata a su modo, es para que tú y el nené que esperamos salgan adelante y no les toque como a nosotros, y si por ahora quieres ayudarnos tienes que evitar las debilidades que entorpezcan lo que te propones. Si en el parque otro niño te dice groserías y te nombra a tu mamá o a tu papá, tú tienes derecho a defenderte. Pero si te habla de esto que me has contado, tú no debes responder o dices que no has oído nada. Para ti es el tema más serio y lo recuerdas sólo con quien se arriesgue contigo. No puedes sacarlo en juego ni en serio y mejor contestas que no entiendes y que es mentira, que en este país nadie se dedica a ese comercio, y que en caso de ser verdad, es la primera vez que tú lo oyes. No sé si tu papá te lo ha dicho pero es así. Supongamos que tú eres boxeador y quieres llegar a ser campeón y alguien
en la calle te busca pelea. Tú no debes contestarle sino seguir adelante, no le dejas saber que eres boxeador, tus contrincantes no son los que te encuentras en cualquier esquina. ---Es lo que yo haría, mamá, yo sé más de lo que tú crees aunque papá no me lo haya dicho, por eso va a ser fácil el encargo que vas a pedirme. Si por mí fuera y no tuviera que ir todos los días al colegio, estaría haciendo algo más importante, con los planes que imagino yo mismo. ---Es inútil que imagines nada por ahora y ojalá no te toque hacerlo después. No olvides que tu papá y yo procuramos que tu ayuda sea pasajera y no me obligues a hacerte jurar que por encima de todo terminarás tus estudios. ---No hace falta, mamá, me basta con ver las ganas de papá de que yo saque el título de bachiller. Pero mientras tanto podré combinar mis planes con el colegio. ---Déjanos esa decisión a nosotros y para librarte de tentaciones júrame que irás todos los días a clases. ---Sin jurarlo no he dejado de ir sino cuando estoy enfermo, o sea una vez al año. Por eso creo que puedo faltar otros días con esa disculpa y aprovecharlos mejor. ---Jacintico, júrame que estarás presente desde la primera hasta la última hora en el salón de clases y que cada tarde harás las tareas que te pongan los profesores. ---No hago más que eso, que es el problema que no me deja pensar en mis planes. Si te juro lo del colegio y las tareas es para que te sientas mejor aunque yo no pueda olvidar lo mío. ---Con tal de que me cumplas eres libre de recordar lo demás, pero ojalá cuando estés solo, sin mí y sin nadie más adelante. ---Yo no lo comento ni con los que van a estar metidos conmigo. ---Y ojalá no olvides que nada de planes que no sean por cuenta de esta casa, como el encargo que vamos a pedirte. Y no tienes porqué hacer mala cara, esto ya es mucho. ---Para mí no es nada y además sé de qué se trata. ---Por pequeño que sea, agradécelo a que es un caso de necesidad. Conoces la casa, según me dices tú mismo, pero quiero que escuches con atención. La casa queda pegada a una tienda. ---Ya lo sé, mamá, pero me callo.
---La casa queda después de la tienda, de acuerdo a la dirección en que caminas. En esa calle hay dos tiendas. ---Pronto habrá tres, mamá, lo oí en el colegio. En ese barrio hay una escuela pública y todos los niños pasan por esa calle y hacen fila para comprar dulces. ---La cantidad de niños es lo importante, nadie va a fijarse en ti, parecerá que eres uno de ellos con el mismo morral del colegio y las mismas ganas de comer dulces. En este caso tú pides un helado. ---Lo mismo me dijo Lucio, así uno puede lamerlo un rato al lado de la casa sin que nadie se imagine lo que está haciendo. ---Tienes que pararte al lado de la puerta, no sólo de la casa. Tú dejas el morral abierto en el suelo, recostado en el marco, donde nadie lo vea, y te distraes quitándole el papel al helado. Cuando la puerta se abra tú estás de espaldas a ella y no debes volver la mirada. Alguien saca los tres talegos y cuando tú oigas que la puerta se cierra recoges el morral, te lo cuelgas y te marchas comiéndote tu helado. ---Son dos talegos, mamá, ¿por qué dices tres? ---Hay cambios, Jacinto, yo hubiera preferido que no supieras nada y aprendieras sólo mis instrucciones. No dejes que se te confundan. ---Pero no entiendo porqué tres, mamá. ¿Fue que el hombre subió la comisión? ---Yo no sé de qué hombre ni de qué comisión me preguntas. ¿Acaso se lo has oído a tu papá? ---Es fácil adivinarlo, mamá. Desde que Lucio me contó que a él le sacaban los talegos del morral y no le ponían billetes, supe que era una comisión y no una venta. Me imagino que el hombre ayuda a pasar los cargamentos o a lo mejor recibe el pago por callarse lo que sabe. ---Nunca te habías equivocado tanto, Jacintico. Imaginaste lo contrario, pero no es lo que vamos a aclarar hoy. ---Entonces es una venta, eso es lo contrario. Me gustaría saber cómo nos llegan los billetes. ---Sigues igual de frío y al final no vale la pena que aciertes con algo. ---Los billetes me dejan intrigado, mamá. ¿A quién le entrego yo la mercancía y con qué billetes nos paga? ---Yo prefiero que no nos desviemos. Pasado mañana, bien temprano,
preparamos el morral con los tres talegos adentro. Para poder acomodarlos tú sacas algunos cuadernos y la lonchera de las mediasnueves y los llevas en la mano. Sales de la casa más temprano que los otros días y antes de ir al colegio pasas por allí con la mercancía. Luego te devuelves por la misma calle, no la atraviesas, y llegas al colegio por el camino de siempre, y si le has oído decir a alguien, por ejemplo a Lucio, que en este encargo no hacen falta más previsiones, no se te olvide que hay cambios. ---Me imagino una cosa, mamá, no sigo por la misma calle porque más adelante viven los parientes de papá y van a intrigarse de verme por ahí, con Lucio no importa porque a él no lo conocen. ---Todavía no pero ya empieza a figurar y van a tenerlo en cuenta. Eso dijo tu papá y todos estuvimos de acuerdo. --Yo no sabía que papá y el papá de Lucio tenían este negocio juntos. ---Tenían dos y con éste tres, es el más reciente. Hasta ahí puedes saber aunque no sea necesario. Por ahora te aprendes bien las instrucciones. ---No estoy de acuerdo. Si yo hago un encargo tengo derecho a saber más. Yo llevo la mercancía y no sé cómo llega el pago ni sé si los billetes son los del país o son los verdes. ---De verdad que andas que ni sabes lo que dices, te precipitas y no te detienes a comprobar lo que vislumbras en el primer momento. Mientras vas creciendo me voy dando cuenta y te lo hago notar. Si te hubieras detenido, hubieras recordado que ya no menudeamos la mercancía y por lógica sabrías que si estuviéramos en ese caso, no nos pagarían con los verdes. ---Y si no menudeamos, ¿por qué se despachan sólo tres talegos? ---No le pones lógica, así no vas a poder hacer tus propios planes, no aprendes a deducir lo que saben los demás. ---Entonces, aunque todavía no entienda lo de los tres talegos, deduzco que no menudeamos y que recibimos el pago en los verdes. Yo los he visto en cantidades, una vez que bajé al sótano a buscar un repuesto para la bicicleta y me encontré abajo con papá y con otro hombre. La puerta del armario donde papá esconde la caja fuerte estaba abierta y cuando abrieron la caja vi el arrume de billetes. ---¿Te pusiste a espiar a tu papá?
---Yo estaba delante de ellos. El otro hombre me miró a mí y miró a papá con preocupación y hasta con rabia pero papá le dijo: “Jacintico es mi socio”. ---Mucha confianza te tiene tu papá, no le importó y se le olvidó contarme que tú habías visto la caja fuerte por dentro. ---Entre nosotros no hay secretos, mamá, él me cuenta algo y yo imagino lo demás. ---De acuerdo, puedes ponerte a hacer las tareas del colegio y después me ayudas a correr los muebles del cuarto de atrás. Es todo lo que hay que preparar para pasado mañana. A ti no tengo que repetirte nada y sólo voy a pedirte un favor. Cuando estés parado junto a la puerta comiéndote el helado, espera sin impacientarte, no vuelvas la mirada atrás, no creas que ha pasado mucho tiempo y que ya debieron sacar los talegos del morral, el ruido de la puerta al cerrarse es claro, es una señal, si no estás seguro de haberlo oído significa que no tienes porqué haberlo oído. ---El encargo no me preocupa, mamá, lo más claro que tengo es lo que voy a hacer, pero no porqué. ---Otro cambio, o en realidad una información, es posible que desde la próxima semana te mandemos dos veces a entregar los talegos. ---Me alegra, mamá, eso quiere decir que nos está yendo bien. Lo único que me falta saber es el truco para que nos manden los billetes. Me imagino que van amontonando los talegos y nos pagan todo redondeado. Y sé lo que pasa después, esto me ayuda en mis planes, vas a ver, mamá. ---¿Puedo pedirte el último favor, Jacintico?, todavía es temprano pero te recuerdo que antes de que te acuestes te laves los dientes, el dentista notó que te los lavas sólo una vez al día y dijo que se te van a dañar. No sé si prefieres hacer las tareas del colegio primero o me ayudas con los muebles. ---Las tareas son corticas y las hago en cualquier momento, pero como quieras. ---Haz las tareas primero, con eso no estás cansado después. ---Mamá, ¿tú has pensado en el nombre que le vamos a poner a mi hermanito cuando nazca? ---Todos los días y me toca pensarlo a mí sola, tu papá dice que ese trabajo me lo deja a mí. Pero sé que si es niña le pondremos Juana Inés, como tu bisa-
buela. El problema es si nace un niño, tú tienes el nombre de uno de tus abuelos y el otro no me gusta. ---Esa es una señal de que va a ser una niña, como todos queremos. Yo voy a encargarme de cuidarla, voy a hacer mucha plata para que no tenga los problemas que tú dices que tuviste. Yo pienso en mis planes y me imagino que aparte de mí y de Lucio hay más como nosotros que llevan talegos en el morral y así se va preparando el cargamento. ---Hay uno más aparte de Lucio y de ti, y lo del cargamento es más o menos como imaginas. Sin preguntar tanto vas aprendiendo lo que saben los demás. ---Si por mí fuera, yo llevaría los talegos dos veces al día y pondría a Lucio y al otro a hacer lo mismo. ---Otra vez empiezas a fallar, Jacintico, dedúcelo tú mismo, al final todos llamarían la atención, la táctica hay que cambiarla de vez en cuando por si alguien le está siguiendo la pista. ---Mala táctica, mamá, lo que hay que hacer es cambiar a los que llevan los talegos. ---Casi estás en lo cierto. Con este paso nosotros entramos al organigrama del tres, somos tres que proveemos a uno que pertenece a tres que proveen a uno. El sistema se mantiene y se inventa otra táctica, pero no olvides que este caso va a durarte unos dos meses, por la necesidad, no se sabe si después tu papá vuelve a utilizarte. ---Lo que me dices del organigrama del tres me sirve para imaginar mejor mis planes, ya verás, y pronto. ---Recuerda que me juraste ir todos los días a clases hasta el último curso del colegio. ---Tú crees que por una cosa no puedo hacer la otra, y yo creo que si papá no terminó el colegio no fue por hacer algo distinto, sino porque mi abuelo no tenía con qué mantenerlo. ---Vamos a arreglar el cuarto de atrás, Jacintico. Cuando tu papá venga el sábado se va a llevar esa sorpresa. Hace mucho que quiere despejar el cuarto del pasillo y tenemos que pasar la cómoda y la cama al cuarto de atrás. Él quiere más espacio para la televisión y una poltrona y una mesita. ---Todo lo que él quiera, mamá. Desde este año me he dado cuenta de que si papá no está de viaje se pasa en la casa más tiempo que antes. ---Él mismo cumplió un deseo que yo ya había pensado para él. No vale la
pena dedicarle tantas horas al almacén sólo para que parezca el trabajo más productivo de la casa. ---Yo lo había pensado, mamá, yo sé cómo se hacen las cuentas en los cuadernos de contabilidad y me voy a encargar de ellos un día. Hay que escribir que se vendieron diez neveras en vez de una y veinte radios en vez de uno, así nadie pregunta de dónde sale la plata. Y después abro otro almacén. ---Todavía no es tiempo, por ahora tu papá y tu tía tienen ganas de montar una tienda de cosméticos. La idea es de tu papá para ayudar un poco a tu tía. ---A ella no le hace falta, mamá. ---Es por tus primas, no quieren estudiar nada y no les gusta cocinar ni tejer. Tu tía y tu abuelita Nicolasa dicen que sólo piensan en los cosméticos y hay que ponerlas a hacer algo. ---La idea de papá es buenísima, mamá, la tienda también va a servirnos a nosotros. --- Jacintico, no importa que mañana comentes todo esto con Lucio, lo más seguro es que él lo sepa y mañana o pasado mañana tú ibas a saberlo por él mismo, pero no se te olvide decirle que hable con su papá de la mercancía que se robaron las hermanas Tarasona y que le diga que a lo mejor está enterrada en el patio. Si se descubre algo nuevo, vamos a recibir a tu papá con otra sorpresa. ---Son tres, mamá, con la del cuarto del pasillo y el encargo mío que va a salir perfecto.
Otras publicaciones de Luis Fayad: Novela: Los parientes de
Ester (1978), Compañeros de viaje (1991), La caída de los puntos cardinales (2000), Testamento de un hombre de negocios (2004).
Relato: La carta del futuro
(1993), El regreso de los ecos (1993), Un espejo después (1995).
Cuento: Los sonidos del
fuego (1968), Olor de lluvia (1974), Una lección de la vida (1984).
Guillermo Camacho escritor y economista colombiano. En la actualidad reside entre Dinamarca y España.
Por Guillermo Camacho
Guillermo Camacho. Foto Michael Ellechammer
AURORABOREAL Puro Cuento
El Escondite
Para mis hermanos: Alberto y Ricardo que me regalaron esta historia una tarde en Barranquilla y para mi querida hermana Edith que generosamente me regaló sus comentarios de corrección y valiosa inteligente asesoría.
Al Escondite se llegaba bajando por una avenida de urapanes. Quedaba en uno de los sótanos de aquellos edificios tristes de oficinas en pleno centro de la ciudad. Durante el día, el sector estaba lleno de empleados. Por las noches, era un moridero. Los oficinistas regresaban a sus hogares después de las seis de la tarde. Por la calle del Escondite cientos de autos emergían de los sótanos y congestionaban el sector durante algunas horas, pero luego, como una bruma que vislumbra brizna de realidad, un estado de abandono invadía la zona, que escasamente se perturbaba con los clientes del Escondite. A lo lejos, se lograba escuchar el rumor de la avenida que cruzaba la ciudad de extremo a extremo. Había una librería y un almacén de porcelana sanitaria a la entrada del edificio del Escondite. Un par de comederos baratos con esporádicos clientes completaban la fisonomía de la calle. Para poder acceder al Escondite, se tenía que entrar a un garaje subterráneo. Al final de la bajada al garaje, había una puerta discreta, que a pesar de ser de acero macizo, pasaba completamente desapercibida y permanecía cerrada durante el día. En las noches, con excepción de los lunes, la puerta de acero se abría y una escalera con tapete rojo conducía a un local que dejaba escapar un aire viciado por vapores alcohólicos. Unos negros, delgados y altos como varas, se paraban en la puerta a custodiar la entrada de los clientes
que por lo general comenzaban a acercarse alrededor de las nueve de la noche. Los martes eran algo tristes pero los miércoles y jueves eran con seguridad las mejores noches, porque la clientela fiel copaba el local hasta altas horas de la madrugada y no se iba hasta que las orquestas de guaracha y son no dejaran de tocar. La primera vez que vi a Apolinar Palma, estaba, como siempre, con su inseparable vaso de ron con hielo y limón en una mano y el cigarrillo encendido en la otra. A su lado, estaba la gorda más hermosa y monumental que hubiese visto en mi vida. Belén Rico debía pesar fácilmente como ciento cincuenta kilos. Cómo hacía para bajar las escaleras del Escondite, fue tal vez el secreto mejor guardado de la historia del local. Belén Rico era una parte importante de la vida del local. Con seguridad era una de las primeras clientes en llegar y una de las últimas en salir en compañía de los administradores. Su rostro semejaba el de un ángel de cabello lacio con un corte perfecto que le caía un poco por debajo de las orejas. El cutis era fresco y casi irreal pues daba la impresión de ser un cutis de ángel y bebé. Era definitivamente hermosa. Como sacada de una historia mitológica. Tenía su lugar sagrado donde la barra daba la curva. Aquella esquina era suya desde siempre. Jamás la vimos fumar o beber y casi siempre estaba con Apolinar Palma, charlando entretenidamente. Cuando la gorda Belén salía a
la pista de baile, era un espectáculo alucinante ver toda aquella masa moviéndose al ritmo más sabroso y contagioso que se pueda uno imaginar. Belén Rico era simpática por naturaleza, excelente conversadora como buena Caribe, tomadora de pelo excepcional y tal vez la mejor contadora de chistes que haya conocido en mi vida. Sabía de Historia Universal lo que no sabe nadie, tenía buen juicio para sus observaciones políticas y jamás le decía no a los esporádicos parejos que se atrevían a sacarla para que los rumbeara hasta el agotamiento mientras que a Belén Rico no se le veía correr ni una sola gota de sudor. ¡Increíble! decía Apolinar Palma, y con razón, pues su nombre sí era Rico pero más correcto hubiese sido llamarla Belén Rico Sensual. No cabía duda. Su ritmo endemoniado servía como de musa inspiradora a un preámbulo erótico para todo el local. Ella se burlaba diciendo que el preámbulo para el burdel eran las escaleras con tapete rojo de la entrada del Escondite. Eran horribles pero las legitimaba, arguyendo que eran el filtro indispensable para que el local no se llenara de clientes hipócritas y señoritas finas de barrio alto, que definitivamente hubieran transformado al Escondite en otro más de los bailaderos exóticos de la ciudad. El Escondite era único. No era sólo su geografía oculta y sicalíptica. Era su clientela estrafalaria como sacada de otra galaxia lo que le aportaba al baila-
Apolinar Palma me contó que había conocido a Belén Rico treinta años atrás en Cartagena, cuando una tarde de domingo caminaba haciendo hambre por la ciudad amurallada y especulando sobre un róbalo en salsa de maracuyá con mariscos y arroz con coco. Recordaba que cuando estaba contemplando un balcón colonial lleno de buganvillas de todos los colores en plena Calle de los Suspiros, una hermosa mujer en cueros y apenas cubierta por una sábana, corría y gritaba como loca… - ¡Atrápenlo, atrápenlo que el hijueputa se me voló sin pagarme el polvo! Apolinar Palma lo vio venir. Era un gringo gigante como un roble, probablemente bajado de algún barco militar anclado en la famosa Base Naval. Corría con el placer marcado en el rostro por habérsela jugado a la pobre mujer, que ultrajada y humillada, lo perseguía casi sin esperanza y echando chispas de la furia. Una escena indescriptible. El rico robando al pobre, decía Apolinar, mientras sorbía un trago de ron y recordaba que la mujer parecía de verdad una divina
diosa cobriza de cuerpo mágico que corría por la calle prácticamente desnuda arrastrando la sábana que trataba de usar como túnica para cubrirse las partes púdicas pero que en realidad la tela era más un estorbo que no le permitía alcanzar al cínico ladrón.
restaurantes de lujo del sector. Apolinar fue el invitado de honor. De postre, la Diosa Divina se lo llevó a las profundidades de su lecho. Apolinar llegó magullado pero de sólo ver aquel cuerpo maravilloso y el recuerdo del rostro angelical de Belén Rico, olvidó que estaba aporreado y adolorido como resultado - ¡Esto me pasa por no cobrar por de su inútil intento por detener al roble adelantado, ¡atrápenlo! que lo arroyó sin ninguna compasión. Apolinar se le cuadró al gringo en frente, para cerrarle el paso, pero éste le pasó por encima como un tornado. Prácticamente lo aplanó sin compasión y los brazos enclenques de Apolinar Palma, crujieron como cuando descuartizan pechugas de pollo. Desde entonces, cada vez que hacía frío, el dolor en los huesos de las manos le recordaba aquella tarde surrealista. Pero también recordaba cuando la vio pasar a ella y vio las nalgas más hermosas que jamás hubiera soñado y que vibraban a cada paso detrás del pillo. Se levantó, iluminado por aquel cuerpo celestial y la siguió con los ojos como a una estrella fugaz, hasta que la vio detenerse y agarrar a ladrón por los cabellos y abofetearlo con ira. Entonces apareció Belén Rico, la gorda de ciento cincuenta kilos de peso que ayudó a parar al gringo en su huida. Entre las dos, la Diosa del Amor y Belén, le dieron una tunda al gringo que seguramente recordaría hasta el día de su muerte. A física trompada le sacaron la billetera al ladrón y además de la zurra que le dieron, se cobraron, no sólo lo del polvo mal habido, sino un almuerzo en uno de los
- Cómo fuiste de valiente, le dijo la mujer desnuda a Apolinar Palma, mientras se ajustaba y amarraba la sábana en el omoplato. Belén Rico, quien había visto toda la escena desde atrás, agregó que el de Apolinar, había sido un gesto noble pero de una ingenuidad y una estupidez sin precedentes. ¡Un flacuchento como él, pretender frenar a semejante roble. Jamás se debe subestimar al enemigo, ¡lección de Historia Universal número uno! Terminaron los tres en uno de los restaurantes de lujo del sector, el Portón del Santo Ángel. Comieron, rieron y bebieron hasta el amanecer. Una estrecha amistad había nacido entonces y continuaría por casi toda una vida en la barra del Escondite, donde cada noche, Apolinar y Belén se encontraban. Apolinar estuvo enamorado de la cobriza Diosa de la Noche por algunos años pero fue Belén, la que lo hizo caer en cuenta de que aquella diosa, siempre sería una mariposa de la Calle de los Suspiros, que lo respetaría como a un amigo pero que jamás cambiaría su vida por un Apolinar Palma enclenque
Foto en el Caribe colombiano. Archivo AURORABOREAL
dero esa dimensión absurda. Cuando se bajaban las escaleras, se encontraba la gran barra y la pista de baile. Pero detrás de ésta, una serie de mazmorras subterráneas se abrían paso, y daban la ilusión que uno estuviese en unas catacumbas obscenas. De aquellos huecos negros surgían los personajes más irreales posibles - antropólogos que pretendían explicar la historia de la humanidad. Músicos espontáneos que tocaban instrumentos jamás vistos, se trepaban a la tarima y con sus improvisaciones fabulosas, se integraban a las orquestas de pachanga. Mariposas de la noche que enloquecían durante sus eróticos y sensuales bailes que por lo general los iniciaba la gorda Belén Rico. Filántropos de nuevas especies que platicaban con satanes de ademanes afables. Políticos que discutían con alzados en armas. Diplomáticos japoneses, elegantemente trajeados con vestidos de hilo y zapatos blancos que tomaban vodka semi congelado. Profesoras de Historia Universal, que sabían mucho de historia, y lo que no sabían, lo inventaban, y lo sustentaban aludiendo a textos de algunos miles de años de antigüedad.
y aburrido. Sin embargo, la noche cuando lo asesinaron, Apolinar Palma se despidió tranquilamente de este mundo, gracias a la visión que tuvo de aquella mujer en cueros de cuerpo despampanante que le permitió amarla en secreto las tardes de los domingos cuando pasaba por Cartagena.
entre la librería y el almacén de porcelanas sanitarias. Quedó tirado en el piso y la sombra de un inodoro de la vitrina, le tapó el cuerpo mientras moría desangrado.
A su entierro, sólo asistieron Belén Rico Sensual y la Diosa del Amor de la Calle de los Suspiros. Las dos mujeres - Sólo por aquella visión, mi vida que lo amaron perdida e incondiciovalió la pena - alcanzó a pensar Apoli- nalmente y con las cuales compartió nar mientras agonizaba por los tres tiros toda su vida. que le dispararon en una esquina treinta años después. Había descubierto el Después de su muerte, El Escondite desfalco en la compañía cervecera don- no volvió a ser el mismo. Belén Rico se de trabajaba como auditor. fue a vivir a Cartagena donde compartió la casa de la Calle de los Suspiros, a Belén Rico lo supo con lujo de de- la vuelta de la calle de la Media Luna, talles, cuando Apolinar le contó, que con la Diosa de la Noche hasta que las había descubierto un fraude suculento dos murieron de muerte natural, tranen las bodegas de la compañía cervece- quilas y felices, con el recuerdo siempre ra, en el cual, estaban involucrados los presente de Apolinar Palma, el único y grandes jefes de la misma empresa. Be- verdadero amor de sus vidas. lén trató de persuadirlo – que renunciara y se dedicara a enseñar Historia Universal, su pasión de toda la vida. Pero Claudio todos los esfuerzos fueron inútiles. Apolinar Palma había descubierto y recolec- Cifuentes-Aldunate tado evidencias con la paciencia de una hormiga, durante meses. No hubo poder humano que le hiciera cambiar idea. Era más terco que una mula. Va a volar mierda al sarzo, porque hasta ministros y políticos hay involucrados en el desfalco - le comentó Apolinar a Belén una noche, entre trago y cigarrillo. - Ay, mi flaco, - le dijo Belén mientras le acariciaba el rostro de forma maternal. Casi treinta años han pasado y todavía no aprendes la lección. Hay Claudio Cifuentes Aldunate chileno polvos que es mejor no cobrarlos por el de nacimiento y danés de adopción. bien de todos. Doctorado en literatura hispanoameriPero Apolinar insistió en que estaba cana por la Universidad de Friburgo, bien documentado y le entregó a Belén Suiza, con un doctorado sobre Mario dos cartas, una para un periódico na- Vatgas Llosa publicado en Odense Unicional y otra para la Diosa del Amor de versity Press en 1983, con el título Conversación en la Catedral, Poética de un Fracaso. la calle De los Suspiros en Cartagena. Ha tenido como foco central de interés la semiótica y el análisis literario. Una - Por si me llegara a pasar algo - le dijo a Belén, y su cara expresaba reso- parte de su investigación se centra en la escenificación de la verdad en la historia lución absoluta. y en la literatura. Actualmente es A ti ya te lo he contado todo de miembro de LEIA (Laboratorio de estudios italianos ibéricos e iberoamericaviva voz. nos) de la Universidad de Caen, Baja Aquella fue la última noche en la Normandía, donde se ha ocupado espeque Belén Rico lo vio con vida, porque cialmente del micro-relato. Esta trabaal salir del Escondite y caminar hacia la jando en un proyecto sobre las últimas tendencias en el cuento argentino y esquina, a la gran avenida, lo acribillaron de tres tiros cuando se encontraba chileno.
La lista C l a u d i o C i f u e n t e s - A l d u n a t e
John B Brown (1989-2005) James M. Arévalo (1988-2005) Carlos R. Peña (1987-2006) Yta. N. Tosmás (? -2008) Tuspa Drestell Oran (?-2008) Enam Erica (2001-2007) Yento Doelm Undo (?-2008) Lalis Tanoa Kaba (?) Teman Daro Nallí (2001-?) Conprom Esade (?) Leg Aliz Acion (2001-?) Ytu Serab Atido (2008) Sobrelde Sierto (2008) Esper Ahon Ores (2008) Deroi Cidad (2008) Unpre Sid Ente (2008) Senri Kesenger (2001-2008) Depet Róleo (2001-2008)
Karl Pedersen (1986 – 2005) Stig Andersen (1986-2006) Ulrik Larsen (1983-2008)
Unpri Mermi Nistro (2007) Tenvioala Guerra (2006) Tuspa Drestell Oran (2008) Elmi Nistronó (2007) Yotea Punto (2008) Enmil Ista (2008) Inter Min Able (?) Kesev Uelve (?) Nomb Res ... Infin Itos... Nomb Res... Kelsi Glo... Nok Rit Ika... Porm Iedo... Alosnom Res... Tod Osev Uelve... Nomb Res... Yalg Unas... Fe Chas.
es Literata egresada de la Universidad de los Andes en Bogotá, Colombia. Ha participado en talleres de escritura y su participación en diferentes proyectos sociales le ha permitido intervenir en el campo educativo y literario. Fue ganadora del Concurso de Cuento Club El Nogal 2008 con su cuento “Una mañana.” Actualmente cursa una Maestría en Literatura Infantil en Roehampton University en Londres.
Por Juliana Díaz Baldocchi
En el parque hay dos caminos: el izquierdo delineado a ambos lados por acacias moradas cuyas ramas se unen como adolescentes cogidos de las manos; el derecho delimitado por postes negros con faroles como lunas. Entre los caminos un río atrapado entre piedras. Nada suena en el pavimento. Se alcanza a ver la sombra de una mujer muy pequeña que no habla. Nunca habla. Vende flores. Abre los ojos el hombre que se sienta en la banca al frente de la iglesia con un vaso rojo en la mano. Rocío matutino. Pesa el cielo.
Foto archivo AURORABOREAL
Despierta. El canto del canario se ha convertido en una queja desesperada. Tiene sed. Retira la jaula del lado de la ventana y llena el bebedero. Se ducha rápidamente; se mira al espejo: pálida, ojeras horrorosas, pelo crespo, esponja-
El ventarrón se vuelve mojado. Pesa el cielo, y al avanzar, el aire es denso, el blazer se humedece, medias veladas se humedecen...
Juliana Díaz Baldocci
Juliana Díaz Baldocchi
do e inmanejable. Quizás hoy conozca parejas volando cometas. Sopla el al hombre de sus sueños. viento, mucho viento, un vendaval v i i i e n n n n t t t o o o o , Despierta. vieeeeeennntttoooooooo, viento, viento, Alcanza a oír el ladrido agudo del viento, cada vez, más fuerte, más fuerte, perro del apartamento del frente. El más fuerte, más fuerte, más fuerte… El diminuto french poodle también dejó el cabello ya peinado y recogido lucha por periódico hecho trizas ayer. Va a tocar mantenerse en su lugar,. El vestido rojo llamarle la atención a la vecina. Se se levanta pero sus manos lo aplanan ducha rápidamente, se mira al espejo: sobre los muslos. El portafolio se cae y barba carrasposa, pasa la lengua por los vuelan papeles que no alcanza a recodientes, peluquería necesaria. Quizás ger. El ventarrón se vuelve mojado. hoy conozca a la mujer de su vida. Pesa el cielo, y al avanzar, el aire es denso, el blazer se humedece, medias velaCierra la puerta, baja las escaleras. das se humedecen. La ráfaga no permiCierra la puerta, se monta al ascensor. te avanzar. Vestido rojo, blazer gris, zapatos de tacón, corbata de rayas, crema antiarrugas, barba afeitada, perfume, coloAl final de los caminos hay un nia, labios rojos, billetera, pelo recogido puente donde se unen. El puente los y ordenado, dientes cepillados, portafo- espera. Tempestad; aguacero. Una lio, llaves en el bolso pequeño de cuero, mirada se encuentra con la otra. Los celular. Mira a ambos lados, no vienen ojos se iluminan. Se detienen las acacarros, llega al camino izquierdo. Ve a cias, los coches, las parejas, el río atrauna mujer muy pequeña que no habla y pado entre las piedras. Sonríen. Ella vende flores. Mira a ambos lados, no sigue a la izquierda y él a la derecha. vienen carros, llega al camino derecho. Llegaron tarde y empapados al trabajo. Echa una moneda en el vaso rojo del señor que se sienta siempre en la banca al frente de la iglesia. Bailan las acacias. Pesa el cielo. Personas caminan, madres arrullan bebés, niñeras empujan coches, parejas de mano en mano, parejas de brazo en brazo, parejas de dedos entrelazados… y todavía no vuelan cometas. Podría haber millones de cometas,
Foto archivo AURORABOREAL
AURORABOREAL Puro Cuento
Una mañana
Helena Araújo Nació en Bogotá en 1934. En la actualidad vive en Suiza. Algunas de sus obras: La M de las moscas; Fiesta en Teusaquillo (novela, 1981); Las cuitas de Carlota (novela, 2003). El universo de Araújo está fuertemente centrado en la crítica social sutil.
Por Helena Araújo
¿Olvidar a Toulouse? Imposible. Su legendaria catedral y su río de nombre femenino me acapararon la imaginación desde que estuve allí… ¿En los años ochenta? Quizás… Antes, mucho antes, recién llegada a Suiza, había conocido en un viaje a París a Jacques Gilard, lúcido y afable catedrático, aficionado a las letras caribeñas. Para mí, cachaca renegada, su fervor por la Costa Atlántica resultaba tan misterioso como fascinador. A Gilard, si mal no recuerdo, me lo presentó Flor Romero, entonces funcionaria en la Embajada Colombiana, autora de un par de novelas considerables. ¿Quién lo hubiera creído? en esa época, Flor, fundadora en Bogotá de la revista cultural Mujer, se empeñaba en hacerme conocer un francés occitano, interesado en nosotras, las escritoras. Bueno, Gilard brillaba en la Universidad de Toulouse, había recorrido la Colombia costeña y proyectaba investigar o publicar la obra periodística de García Márquez y la obra narrativa de quien los barranquilleros apodaban “El Sabio Catalán”. ¿Confesarlo? con Gilard simpatizamos en seguida y principiamos a cartearnos de Lausana a Toulouse ida y vuelta en primavera, estío, otoño e invierno. Además, él me mandaba textos suyos sobre puertorriqueñas como Rosario Ferré o cubanas como Nancy Morejón. Y claro, yo le mandaba cuentos míos sobre bogotanas inconformes o militantes izquierdistas. En 1978, la revista Caravelle que dirigía publicó un cuento titulado “El Veraneo”, que Jacques traduciría tiem-
Marvel Luz Moreno Abello nació en Barranquilla el 23 de septiembre de 1939 y falleció en París el 5 de junio de 1995.
Helena Araú´jo
AURORABOREAL In memoriam
Jacques Gilard un feminista de corazón
po después con gran esmero, tal como pretendí recordarle un trágico día de noviembre de 2008 en que mi llamada telefónica quedó sin respuesta… Caramba, hubiera querido mencionarle a Jacques también los cuentos míos incluidos en Caravelle durante treinta años, y mis textos publicados en otra revista que dirigía: L’Ordinaire Latinoaméricain. Bueno, hubiera querido repetirle, además, que en el pasado nuestra correspondencia se había hecho más intensa cuando comentábamos obras de Marvel Moreno, la escritora barranquillera residente en París. ¿Creerlo? Desde siempre, Jacques era su albacea y traductor, aconsejándola e intentando guiarla en los laberintos del mundo editorial parisiense y madrileño. Bueno, sin su asesoría, quizás Marvel Moreno no hubiese logrado consumar lo realizado con su primera novela, vertida a varios idiomas y merecedora de premios internacionales. ¿Proclamarlo? Por su lealtad a las escritoras, ¡Jacques era un feminista de corazón! Sí, sí, durante un coloquio en la Universidad de Toulouse (FEMMES DES AMERIQUES, 1985), sorprendería al cuerpo académico con una ponencia sobre narradoras costeñas, analizando cómo y cuándo Marvel Moreno lograba emanciparse del clasismo y el racismo de su casta, hallando una identidad por fuera de todos los prejuicios. Ahora bien, si en esa ocasión no alcancé a oír a Jacques por estar ausente de Francia, sí pude apreciarle posteriormente, celebrando con
él en Toulouse los “25 años de Caravelle” en 1988 y atreviéndome a disertar allí sobre el feminismo latinoamericano. ¿Feminismo? Sí, un feminismo que ya no asustaba al Profesor Gilard de la Universidad de Toulouse, ni al Profesor Rodríguez Amaya de la Universidad de Bergamo, ni al Profesor Roland Forgues de la Universidad de Pau. ¿Negarlo? uno y otro aprobaban congresos sobre ficción femenina y reivindicación de género. Virgen Santa, en esos tiempos el feminismo proliferaba con deliciosa intensidad. Para celebrarlo, nos reuniríamos todos y todas otra vez en Toulouse, cuando Gilard y Rodríguez Amaya organizaron en 1997 un Congreso Internacional para analizar la obra narrativa de Marvel Moreno, recién fallecida. Sí, sí, allí y entonces, la ponencia de Gilard sobre las cronologías de la escritora barranquillera, resultaría tan impactante como la de Rodríguez Amaya sobre su “relojería literaria”. ¡Cuánto recuerdo a Jacques en esa primavera! Y cuánto lo recuerdo años más tarde, en la universidad pirenaica de Roland Forgues, dando otra conferencia sobre las genealogías de Marvel Moreno. Carambas, en esa ocasión le escuchaba yo en compañía de una colombiana discípula suya, Yohainna Abdala Mesa, ganadora de una Beca de Investigación Literaria. Con Yohainna, por molestar, nos chanceábamos llamándole Monsieur le Professeur, pero sabiendo que siempre había sido y sería un feminista de corazón…
Consuelo Triviño es doctora en filología románica por la Universidad Complutense de Madrid. Reside en España, donde ha sido profesora de literatura hispanoamericana. Está vinculada al Instituto Cervantes. Colabora con la crítica de libros del suplemento cultural «ABCD las Artes y de las Letras», del diario ABC. Obtuvo el primer premio en el Concurso Nacional de Libro de Cuentos de la Universidad del Tolima con Cuantos cuentos cuento (1977) y fue finalista del Premio Nacional de Novela Eduardo Caballero Calderón (1997). Ha publicado Siete relatos (cuentos), El ojo en la aguja (cuentos), Prohibido salir a la calle (novela) y La casa imposible (cuentos), Una isla en la luna (novela) además de libros de ensayo sobre autores como José María Vargas Vila, Germán Arciniegas, Pompeyo Gener y José Martí, entre otros.
Por Consuelo Triviño Anzola
Jacques Gilard llegó a Colombia seducido por la obra de García Márquez que desvió la atención de los europeos hacia esa otra orilla exótica y cargada de leyendas. Al igual que Asturias y Carpentier, éste señalaba los aspectos mágicos de una realidad detenida en un tiempo mítico y con una historia marcada por la violencia. Por tanto, el trabajo crítico de un investigador riguroso, como Gilard, no podía quedarse en los procedimientos literarios, ni en las imágenes y metáforas. Entrar en ese mundo “mágico” requería un trabajo de campo, vivir en la propia piel la experiencia de esa “realidad” y acaso cotejar la ficción narrativa con los distintos relatos sobre la historia del país. Con ello intentaba desentrañar lo ocurrido en ese pasado mitificado y relacionar los hechos históricos en una región del país, la zona bananera, cuyo esplendor y caída dio lugar al caudal de leyendas que García Márquez escuchó en su infancia y que inspiraron su novela. La primera vez que vi a Gilard fue en 1981 en Bogotá en la oficina de publicaciones de Colcultura, organismo que más tarde se convertiría en el Ministerio de Cultura y donde empecé a trabajar llevando una revista que apoyaba un programa de desarrollo cultural promovido por la UNESCO. Jacques charlaba con Juan Gustavo Cobo Borda, asesor de la Dirección y Director de publicaciones de ese organismo. Desde la oficina éste tejía su red de relaciones por los distintos centro de cultura de América Latina, ofreciéndonos una visión continental de nuestros procesos literarios, ya que el Caro y Cuervo parecía un coto cerrado de filólogos encerrados en un concepto rancio de la tradición, de espaldas a la más reciente producción literaria hispanoamericana -como se ve en los sumarios de su revista y en sus publicaciones-. Quienes allí trabajaban se ocupaban del léxico y los usos idiomáticos, sin ir más allá de los autores canónicos: Isaacs, Rivera, Carrasquilla, Caballero Calderón, etc. Era lógico que Gilard se citara con Cobo Borda, pues todo crítico o
investigador local o extranjero que quisiera ponerse al día, en lo referente a la cultura colombiana, lo consultaba. En la década de los ochenta la Literatura Hispanoamericana estaba a la orden del día, convocaba a menudo congresos internacionales, tanto en Europa como los Estados Unidos y se consolidaba como disciplina académica en los centros universitarios. Los autores del boom gozaban de un reconocimiento internacional que los convertía en protagonistas de estos encuentros. Al mismo tiempo, investigadores y profesores universitarios cambiaban sus habituales destinos turísticos y se desplazaban hacia el lugar donde se inscribían aquellas ficciones que hacían tan atractivo un continente plagado de dictadores, con una revolución que exportaba al mundo el azúcar del ideario comunista. De hecho, Cuba fue uno de los itinerarios del viaje americano de Jacques Gilard que vivió una experiencia no tan dulce. Allí pudo constatar que la revolución no había podido resolver problemas seculares como el asunto racial, algo que algunas vez me comento en nuestras conversaciones. Alrededor de ese vasto campo de trabajo conocido como Literatura Latinoamericana, giraban autores, editores, profesores universitarios y alumnos de doctorado, a la caza de temas para sus tesis. El ambiente era de gran vitalidad y entusiasmo porque en aquellos congresos podías conversar con figuras míticas como Ángel Rama o Emir Rodríguez Monegal, lo que ocu-
rrió la segunda vez que vi a Gilard, en Madrid, en 1984 en un Congreso del Instituto Internacional de Literatura. Entonces intentaba escribir mi tesis sobre José María Vargas Vila y participaba con una ponencia sobre el tema. A ese encuentro también acudieron los críticos colombianos Elena Araújo, residente en Suiza, Armando Romero, residente en Cincinati y Fabio Rodríguez, residente en Milán. Como todos sabemos, sin las charlas con los colegas los congresos serían aburridos e inútiles. Entonces, fue muy grato compartir con Jacques Gilard momentos distendidos, conocer su lado más humano, darme cuenta de que amaba la vida y se entregaba a la gente con gran generosidad. Maestro como pocos entre los de su rango, por lo general celosos de los temas e incluso mezquinos a la hora de reconocer la deuda contraída con otros, te daba pistas, te ofrecía bibliografía y compartía sus hallazgos. Por todo ello, el encuentro en Madrid fue muy productivo. Además, los compatriotas colombianos sellaron con Jacques esa amistad transatlántica que que tenía sus predilecciones, como la escritora caribeña Marvel Moreno y su paisano Álvaro Cepeda Samudio, Álvaro Mutis o Fernando Charry Lara, cuyos libros ellos tradujeron o hicieron traducir. En cuanto a mí, lamento no haber continuado ese encuentro, pues tras recibir una carta de Jacques, que conservo como un tesoro, nunca más volví a saber de él. En aquel
Consuelo Triviño Anzola
AURORABOREAL In memoriam
Jacques Gilard entre la historia y la literatura
verano de 1984 también asistían al congreso escritores invitados con cierta fama, entre ellos, y el que más expectativas despertaba, era Rafael Humberto Moreno-Durán, residente en Barcelona, quien apoyado por el crítico también colombiano, Rafael Gutiérrez Girardot, pretendía con su literatura socavar todo aquello que sonara a “realismo mágico” o a telurismo mundonovista. Con ese fin suscitó una polémica en la revista Quimera que no prosperó, primero porque “la fórmula” ya se había instalado en el horizonte de expectativas del lector europeo y segundo porque una buena parte de la ficción “posmoderna” de Moreno Durán se quedó a medio camino entre la erudición libresca y el juego de palabras. Pero es una lástima que no se difundieran otras estéticas, con versiones menos estereotipadas del continente, pues sin duda se hubiera dado cabida a muchos de los autores que quedaron rezagados. En cualquier caso, Gilard no se dejó cegar por lo “real maravilloso”, sino que quiso hacer su personal trabajo de campo. Quería ir hasta el final en sus suspicacias, de modo que viajó hasta las fuentes, escarbando en la prensa local los indicios que le permitieran ahondar en sus intuiciones. Lo primero que descubrió fue la impresionante diversidad del país y las diferencias abismales entre la región de las Costa Atlántica colombiana y la empinada capital andina prepotente y cargada de prejuicios. Ese fue el choque que sufrió como europeo, lo que le abrió un vasto campo de trabajo en un terreno tan virgen como el descubierto por el propio fundador de Macondo, la historia del Caribe colombiano, el esplendor y la caída de la zona bananera, el cosmopolitismo de una ciudad como Barranquilla en la década de los veinte, la rica tradición oral, las leyendas que se volcaron en aires musicales como el vallenato y su relación con la obra de García Márquez. Gilard se propuso desandar el camino del escritor, perseguirlo desde sus primeros escritos, buscarlo en sus crónicas periodísticas para explicar su proceso creador. Esto lo llevó a sus conexiones con compañeros de generación, los escritores del llamado Grupo de Barranquilla, tema de su tesis doctoral. Lo primero que nos desveló fue la tendenciosa construcción de los discursos sobre la historia de Colombia en torno a lo ocurrido en la zona bananera en 1928,
la matanza de los trabajadores en huelga, que se rebelaron contra el trato recibido por la United Fruit Company. Éste capítulo eludido por muchos de los historiadores colombianos, es una pieza clave para entender no sólo la historia de la Costa Atlántica, sino la del sindicalismo en el país. Pero la única referencia que quedaría para las generaciones posteriores, a juicio de Gilard, sería la versión de Cien años de soledad, que de todas maneras dejaba en la sombra algunos aspectos de gran complejidad, como la relación entre colonos, trabajadores y agricultores, oriundos de la zona, con la compañía norteamericana. Lo que Gilard subrayaba no eran sólo las omisiones en Cien años de soledad, que al fin al cabo es una obra de ficción, sino el silencio y el olvido de un tema, pese a todo, de gran repercusión en la prensa de la década de los cuarenta y los cincuenta en el país. Imposible para Gilard separar su interés por el proceso creativo de García Márquez de la historia del país. Para entender su obra abordó cuestiones sociales y políticas, además de dar cuenta de los primeros escritos del autor, las columnas del diario El Heraldo de Barranquilla. Estas crónicas, que le dieron algunos quebraderos de cabeza, se publicaron en 1981 en España bajo el sello de Bruguera como Textos costeños y Entre cachacos y De Europa y América. Así empezó una tarea que abarcó otros aspectos relacionados con la literatura colombiana como el exilio, las revistas literarias, las traiciones populares, los cancioneros, mitos y leyendas, y sus vinculaciones con el cancionero tradicional español. Todo esto lo trajo los últimos años a España, en busca de la literatura de cordel que le inspiraba unos cuantos corridos improvisados en las notas que enviaba a los amigos. Pero Jacques crítico, investigador, era una persona de principios, y no se mantuvo indiferente a fenómenos tan deplorables de las sociedades latinoamericanas como la exclusión social, que también afectaba a ámbitos como el de la cultura. Por eso rescató autores marginados por la oficialidad, bien fuera por las precarias condiciones en las que trabajaron o porque su obra había sido ignorada por cuestionar las versiones oficiales de la historia o por ofrecer una imagen diferente de la que se quería dar del país. Su trabajo crítico en torno a Marvel Moreno, que también le ocasionó quebraderos de cabeza -que
no viene al caso mencionar - se enmarca dentro de esa línea. A esta tarea deben sumarse ediciones críticas y traducciones al francés de un importante número autores colombianos, algunos más conocidos que otros, junto con su labor docente en la Universidad de Toulouse, a lo que se sumaba la dirección de las revistas Caravelle y L'Ordinaire Latinoamericaine. Pese a su dilatado campo de intereses, la obra del Novel colombiano fue el eje de sus indagaciones: Cien años de soledad, que sugería la existencia de zonas oscuras en la historia colombiana, sucesos silenciados por los poderes: la matanza de las bananeras, y el siniestro proceso de exterminio que a los colombianos nos enseñaron a designar como “la violencia” y que en realidad fue un genocidio perpetrado por el Estado contra el campesinado. En resumen, Gilard sospechaba que lo relevante había sido ocultado. Para él, muchos autores que ofrecían una visión incómoda y comprometedora de la historia y que cuestionaban el discurso oficial, habían sido borrados de los manuales de la literatura y de la historia, por un nacionalismo romo y reaccionario. Esta actitud, a su juicio, había abortado un proceso literario que prometía un corpus de obras acaso más novedosas e impactantes que las que se consideraban canónicas. Las fuentes de Gilard fueron los archivos municipales, las bibliotecas y sobre todo la prensa de la época. Él sabía que pese a la manipulación de la información, al investigador le quedan los documentos para contrastar los discursos hegemónicos, pues como señalaba cierto historiador: “la prensa miente, pero miente con fecha”. Con disciplina germana Gilard revisó, día a día, los periódicos de esa década oscura, la de los años cuarenta, que en Colombia fue de una violencia y brutalidad insólitas. Se sabe que el movimiento popular liderado por Jorge Eliécer Gaitán, por entonces era sofocado desde la periferia con matanzas y asesinatos de campesinos. Sin duda, el magnicidio ocurrido en 1948 había sido planeado desde las altas esferas del poder, pero el acoso a la población civil, que le siguió, empezó mucho antes. El Tiempo, tradicional órgano de expresión del poder, tenía y tiene el predominio de orientar o desorientar a la opinión pública y Jacques siempre encontró datos que cuestionaban sus versiones. Precisamente en ese periodo descubrió
autores que anticipan a García Márquez, tanto en su temática como en cierta visión de lo que se entenderá por “realismo mágico” y de cuya obra da cuenta en diversos artículos. Su método de trabajo empezaba por rastrear la biografía del autor, para llegar a la génesis de una postura vital y estética, desde sus orígenes regionales y sociales, pasando por su educación formal, desplazamientos, vida laboral, relaciones con el poder: apoyos políticos, cargos burocráticos, circunstancias personales que podían darle o quitarle libertad, a la hora de expresar sus opiniones, además de su conocimiento de otras culturas y de otras ramas del saber, referentes que podrían permitirle, o impedirle, vislumbrar una indagación estética, o la búsqueda de soluciones formales a su trabajo creador.
Fascinado como estaba con la riqueza cultural de esta zona, cuya capital llegó a situarse a la vanguardia de la cultura del país en los años veinte, Jacques no dejó de señalar las incertidumbres que padecían sus gentes: su desconocimiento de los procesos históricos regionales, sus vacilaciones a la hora de asumir la cuestión negra, así como su desconfianza hacia la cultura de las Antillas, para concluir que la conciencia de pertenencia al mundo caribeño sólo sería formulada con vigor por García Márquez que señalaba, a su juicio, un antes y un después en los procesos identitarios en su región. En resumen, mucho le aportó García Márquez a Jacques Gilard, nada menos que la materia prima para trazarse un proyecto de vida, a lado de otras aficiones más cotidianas, y motivos de satisfacción, pero acaso más le deba Gabo a Jacques Gilard en cuanto al esclarecimiento de su obra, que él difundió desde el asombro de lector seducido, hasta la hondura del crítico sumergido en las preguntas que el texto le planteaba. Por eso no dudé en buscarlo cuando en el año 2000 me correspondió organizar el monográfico dedicado a García Márquez en el Centro Virtual Cervantes donde me he ocupado de los contenidos relacionados con la Literatura hispanoamericana. Así retomamos nuestra amistad vía correo electrónico y empezó para mí un diálogo enriquecedor que considero un privilegio.
Influido por las corrientes de pensamiento francesas: marxismo, existencialismo y posestructuralismos, Gilard trazaba una cronología y señalaba los logros y limitaciones del autor en el campo de la estética, pero también lo que que le permitía, o impedía, ver un aspecto de la realidad circundante. De otro lado, nos proponía la historia como variable, pero más allá de la cronología, para establecer una relación con los procesos políticos, con las polémicas que convocaba el debate de ideas, que en realidad era ideológico, es decir, esa tensión que, en el caso de Colombia, ponía en circulación consignas del poder: regionalismo, costumbrismo, apertura o cerrazón antes las novedades, o ¿Qué nos deja en herencia un ameinfluencias externas, que exaltaban los ricanista como Jacques Gilard? Nada ánimos. menos que sus admirables trabajos críticos concluidos y otros tantos por conRastreando en la prensa de los años cluir, pero, sobre todo, su legado, porcuarenta Gilard tropezó con la polémi- que la aventura del conocimiento y de ca en torno al “Nacionalismo literario” la comprensión de los temas, puede ser que, a su juicio, demostraba el escaso un asunto de caballeros andantes como rigor en Colombia de una intelectuali- él, que generosos y desinteresados endad poco informada y demasiado limi- tregan su vida a un ideal, y que en el tada por tópicos y clichés respecto a camino hasta puede que encuentren Europa, o a la propia noción que cada una dama inspiradora con quien comuno tenía de lo americano. Por todo partir sus afanes, como le ocurrió a él ello, fue un crítico, hasta cierto punto con Monserrat Ordoñez, quien introduincómodo, pues era poco complaciente jo los estudios de género en el campo de con las posturas hegemónicas y acaso la Literatura Hispanoamericana, en demasiado independiente, y también Colombia, con su polémica interpretavisceral, para algunos, a la hora de so- ción de La vorágine y a quien Gilard le pesar y formular sus teorías, respecto a rindió tributo y admiración incondiciolos procesos literarios en un país como nales, algo de lo que pude dar fe, pues Colombia y en una región como la del me correspondió darle la noticia de su Caribe. muerte. La verdad es que en Gilard
vivía un poeta tímido, que daba explicaciones “real maravillosas” en torno a hechos como la muerte. Cuando le transmití la triste noticia, enseguida la elacionó en la visita de una paloma mensajera. Las últimas conversaciones telefónicas con Jacques fueron muy emotivas. Tras conocer su estado de salud empezó a buscar la forma de organizar el material, ese campo de trabajo abierto, con tantas ramificaciones que muy a su pesar quedó inconcluso. Es de desear que quienes lo siguieron en esta aventura, como el colombiano Fabio Rodríguez Amaya, compañero y cómplice y el español José Manuel Camacho Delgado, con quien compartió proyectos que lo hicieron viajar a Sevilla en más de una oportunidad, continúen su tarea, pues Jacques tenía una gran ilusión de sacar adelante la edición de La casa grande con éste último. En cuanto a mí, que dejé pasar tantos años sin contactarlo, lamento no haber estado más cerca durante el tiempo que realizaba mi tesis doctoral, porque estoy segura de lo mucho que hubiera influido en ella. Intentando reparar ese descuido, cada vez que Jacques venía a la Biblioteca Nacional de Madrid, aprovechaba para conversar con él sobre literatura colombiana. Tras la jornada, nos reuníamos con Juan Manuel González Martel, interlocutor de lujo, cómplice de hallazgos y de aventuras y nos íbamos a cenar los tres por los restaurantes cercanos a la Puerta del Sol. Echaré de menos nuestras conversaciones telefónicas, porque él siempre te escuchaba sin polemizar ni imponer su criterio. Con gran elegancia te regalaba datos que modificaban tu punto de vista, arrojando luces y trazando otras líneas de investigación. Por todo eso, considero un regalo de la vida haber disfrutado de su amistad. Gracias a él se tendieron puentes con otros compatriotas, asistí a coloquios y encuentros que hicieron posible ese diálogo necesario entre quienes lejos del solar patrio, carecemos de un espejo donde mirarnos. Jacques Gilard fue, sin duda, ese punto de unión que te conectaba con París, Lausana, Bolonia, Poitiers, Berlín, Barranquilla, Madrid y Sevilla. Confío en que estos lazos no se rompan con su desaparición, sino todo lo contrario, que su legado nos lleve más allá, al margen de las mezquindades humanas que levantan muros, crean divisiones, excluyen y marginan.
José Manuel Camacho Delgado Profesor Titular de Literatura Hispanoamericana en la Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla. Entre sus libros destacan Césares, tiranos y santos en El otoño del patriarca. La falsa biografía del guerrero (2007), Comentarios filológicos sobre el realismo mágico (2006), Magia y desencanto en la narrativa colombiana (2006); la edición con prólogo de Los infortunios de Alonso Ramírez y Alboroto y motín de los indios de México de Carlos de Sigüenza y Góngora (2008) Piratas, marinos y aventureros en Cien años de soledad. De las crónicas de Indias a la novela de aventuras (Sevilla, Arcibel) y coordinador del volumen homenaje: Gabriel García Márquez, la modernidad de un clásico (en prensa).
Por José Manuel Camacho Delgado
Fueron los barranquilleros quienes primero me hablaron del gran Gilard. Lo describían como un francés racionalista y tozudo, trabajador de hierro, inmune al calor y a los mosquitos, paciente como un relojero, duro en su oficio como el pedernal y con la tenacidad de un picapedrero, capaz de ordenar las hemerotecas imposibles del caribe colombiano. Sólo les faltó decir que tenía una personalidad fascinante. Mi primer contacto con él fue por teléfono –“Hola, soy Jacques Gilard–”, me dijo, con su voz grave y profunda, ante mi desconcierto y asombro, porque aquel profesor que me llamaba a mi casa desde Toulouse era ni más ni menos que el recopilador y organizador de la monumental obra periodística de García Márquez y quien había dado forma y sentido al cacareado “Grupo de Barranquilla”. Me quedé perplejo porque además conocía mis trabajos, me había leído y seguido con verdadero mimo intelectual en mis investigaciones sobre el Nobel cataquero y me proponía publicarme una cosilla escrita a propósito de la novela del escritor samario Ramón Illán Baca, titulada “Maracas en la ópera”. Meses más tarde, en 1996, vino a verme a Sevilla. En un gesto entre sarcástico y admirativo, Gilard elogió mis rizos caóticos e irreverentes, que tanto “epatarían” a los burgueses, a los curas y a los militares, porque él, desde muy pronto se había quedado con la cabeza pelona y admiraba con una devoción inocente y casi infantil el recurso de las melenas contraculturales. Llegó a Sevilla buscando pliegos de cordel y otras perlas de la tradición oral, algunas de las cuales llevaban ya varios siglos durmiendo en alguna gaveta universitaria tan difíciles de encontrar como el propio genio de la lámpara en Las mil y una noches. Sin embargo, nada le espoleaba más la curiosidad y le abría tanto el apetito filológico como estas empresas imposibles donde lo épico y lo humano se trenzaban con una resolución y una energía dignas de admiración. Muchas veces a lo largo de los años le busqué cosas
inencontrables, casi invisibles, de las que él tenía siempre una noción precisa y certera, como si esos documentos estuviesen a la vista de todos, colgados en algún escaparate de librería. Gilard había llegado a este universo bibliográfico lleno de documentos misteriosos que hablaban de otra España y de otro Nuevo Mundo, huyendo de las decepciones que le habían zaherido a lo largo de su trasiego académico, en el que no faltaron ni el colega desaprensivo ni el escritor convertido en dios que decidió fulminarlo con su indiferencia. En los catorce años que duró nuestra amistad nos vimos unas cuantas veces, en Sevilla o en Toulouse y siempre con un montón de proyectos sobre la mesa. El último de ellos fue el intento de publicación de una edición definitiva de La casa grande de Cepeda Samudio. Con el pretexto de trabajar en la idea, me invitó a Toulouse para impartir un doctorado a comienzos del 2005, en colaboración con el IPEALT y fue, creo recordar, la última vez que estuvimos juntos en su tierra. Él se encargó de cotejar todas las ediciones importantes que se habían hecho de la novela, para fijar un texto único, lo más limpio posible, donde cada cosa estuviese suficientemente anotada y clarificada para los lectores de habla hispana. Me consta que en los meses siguientes llamó con frecuencia a nuestros colegas barranquilleros Ariel Castillo y a su padre, el viejo y coqueto profesor Castillo, para preguntarle por la última pipirigaña
encontrada en el texto. Yo, por mi parte, me encargaría de redactar el prólogo, condicionado siempre a la editorial destinataria del mismo. Dada la magnitud del proyecto me planté en Madrid y se lo ofrecí a Cátedra, pero la insensibilidad de su director y los criterios mercantiles que utilizó para decirnos que Cepeda no vendería nada en la España actual, fue para él otro jarro de agua fría en su trayectoria académica y para mí la constatación de que muchos editores en vez de alma tienen cajas registradoras. A la espera de lo que pueda ocurrir con la edición de la obra de Cepeda, guardo como un verdadero tesoro el trabajo que hicimos juntos durante los últimos años. Aquel viaje a Toulouse fue muy intenso en lo profesional y definitivo en lo personal. Gilard nos llevó en su coche no sólo por los pueblos del Sur de Francia, sino sobre todo, por los pueblos que cartografiaban su pasado sentimental. Con una memoria prodigiosa y un español tan perfecto como delicioso, el sabio occitano iba dándonos a Cristina y a mí datos de las iglesias y de los pueblos, de los ritos y costumbres de sus gentes, de la ganadería, de la agricultura, de la climatología, sabiéndolo todo sobre las flores, los insectos, los disparates urbanísticos que se estaban haciendo o la maravilla que era ver pasar por esas carreteras de provincia alguna etapa prólogo de las clásicas del ciclismo francés. Era evidente que ese viaje no sólo era espacial, sino tam-
José Manuel Camacho Delgado con su perro
AURORABOREAL In memoriam
Jacques Gilard el sabio que amaba a los gatos
bién temporal, de introspección, de reconocimiento del terreno, en un intento desesperado por zurcir con el hilo de su memoria todos los retales familiares perdidos en las refriegas y los escobazos de la vida cotidiana. Después de comer y beber como sólo él podía hacerlo, en un restaurante popular y vacuno, donde todo hacía referencia a las vacas y hasta el más mínimo detalle (el cenicero, la tapa del váter, las sillas, los manteles, las fotos de las paredes, la caja de cerillas) era una reivindicación gastronómica y política de la ganadería autóctona, siempre amenazada por las arbitrariedades y cacicadas de las directrices económicas de Bruselas, Gilard decidió llevarnos al pueblo de sus padres, a donde había transcurrido parte de su infancia. Me sorprendió su gesto adusto y solemne cuando se dirigió hasta la plaza del pueblo, un lugar sombrío y atravesado por una tristeza de las que terminan anidando en las paredes, como ha retratado magistralmente el escritor Philippe Claudel en algunas de sus novelas. En el centro de la plaza se encontraba un monolito con muchos nombres grabados en la piedra, a modo de epitafios, entre los que se encontraba su abuelo, caído en la Gran Guerra cuando apenas había cumplido los dieciocho años. “Estos pueblos son pueblos de viudas. Nunca han podido levantar la cabeza” me dijo, antes de llorar en silencio como un exorcismo contra las canalladas del pasado. Esa es la última imagen que conservo de él, la de un gigante grande y bueno, sabio y gruñón, hedonista y trabajador espartano, un nieto sesentón de la Francia republicana y culta, arrasada por la ponzoña nazi de comienzos de siglo. Un nieto que está a punto de jubilarse y que llora con desconsuelo al abuelo muerto con la edad de sus propios hijos, como unas décadas antes lo hiciera el propio Albert Camus ante la tumba de su padre. Al año siguiente vino a visitarnos junto con Elena (o Helena), la gran mujer que había soportado con estoicismo occitano los excesos del hispanista caribeñizado, inculcándole un respeto casi místico por las cosas de la ecología y habiéndolo metido en cintura con los atracones pantagruélicos derivados del placer sin límites que le proporcionaba siempre una mesa generosa en la que nunca faltaron ni la hogaza de pan, ni el buen vino, ni los quesos ni el buen jamón de pato. Tengo que decir que verlo comer era un espectáculo
digno de admiración, como lo era oírlo durante horas y horas disertar sobre cualquier tema en un arco de posibilidades en el que los asuntos más trascendentes de la vida actual compartían espacio con su pasión por el ciclismo, su preocupación por la selección francesa de fútbol o su amor sin fisuras y casi paternal por los gatos de la casa, a los que hablaba en un francés cariñoso y culto, como si pudieran entenderlo. Es más, el apego que les tenía a sus felinos fue determinante para que cada vez fuera más reticente a salir de su tierra natal, y fue, hasta el final de sus días, muy grande su preocupación por la suerte de su trupe minina. La noticia de su enfermedad me llegó como un calambre y una extraña coincidencia, mientras velaba a mi padre moribundo en un hospital de Sanlúcar. A pesar de las sesiones de quimioterapia que le dejaban el cuerpo estragado, Gilard había puesto todo su empeño en sacar un número de la revista Caravelle, dedicado a las relaciones entre la Literatura y el Periodismo. A pesar de que el trabajo que me encomendó resultaba inabarcable –El boom y su narrativa en el diario El País- no sólo por las dimensiones del mismo, sino también por mis propias circunstancias familiares, debo decir en su honor y en su memoria que leí como un poseso día y noche y conseguí escribir mi ensayo entre pasillos de hospital, olor a cloroformo y los delirios de un padre que se me moría a chorros. En tales circunstancias no se le pueden pedir peras al olmo, pero Gilard se puso muy contento porque su discípulo en la distancia, “su hijo académico”, como me llamó más de una vez, había entregado el encargo a tiempo. Ahora que han pasado los meses tengo la impresión de que aquel trabajo frenético y delirante fue una terapia para frenar los efectos abrasivos de la enfermedad y la muerte. Muerte del padre biológico y muerte del padre académico, dos alfileretazos en la conciencia y en el corazón para recordarme lo solos que a veces nos quedamos los vivos. Consideraba Cicerón en su obra De senectute que llegado el hombre a la edad en que todos envejecemos, debía dedicarse éste a cultivar las artes y las letras sin la tiranía de las obligaciones cotidianas, debía ahondar en las relaciones familiares, estrechar los vínculos con los amigos y tener tiempo libre para dedicarlo a la agri-
cultura, como así pretendía hacerlo Jacques Gilard, una vez que se había jubilado de la parte más farragosa de la vida académica y andaba metido en mil trajines propios de la investigación y la publicación de Caravelle, la importantísima revista en la que navegó durante muchos años, lleno de ilusión y entusiasmo con la casita de verano que se había comprado en una población muy cerquita de sus ancestros. A Gilard le faltó tiempo al final de su vida laboral para recordar a los hombres ilustres, como aconsejaba Cicerón, siendo él mismo parte importante de ese panteón de las glorias americanistas que ha dado lo mejor de la cultura francesa y europea. Yo por mi parte no voy a esperar a la vejez para recordar y alabar al honorable amigo muerto. Lo hago todos los días, porque en mi cotidianidad hay mil cosas que se refieren a él, mil bromas que nos hacen sonreír a los que lo conocimos y quisimos y todos, de alguna manera, somos cómplices de un sinfín de anécdotas que revelan su grandeza y su humanidad. Para mí Jacques Gilard fue más que un maestro. Fue un guía, un amigo, un apoyo incondicional, un espejo en el que mirarme más allá de la tacañería y las zancadillas de nuestra vida académica. Su muerte me deja atravesado por un rayo de dolor y amargura, como escribió Miguel Hernández en su “Elegía”, arrastrando un luto que me ha de acompañar mucho tiempo, tanto como el tiempo que voy a necesitar para drenar todo este llanto que llevo dentro. Descansa en paz, querido maestro.
José Manuel Camacho Delgado también es el autor de los capítulos “La narrativa colombiana contemporánea: magia, violencia y narcotráfico” y “La narrativa chilena contemporánea. Criollismo, vocación urbana y desencanto” en la Historia de la Literatura Hispanoamericana (Cátedra). Además, ha publicado una sesentena de artículos dedicados a la narrativa hispanoamericana contemporánea, con especial atención a la novela de la dictadura, novela de la violencia, novela del exilio, el pinochetismo, el fujimorismo, la memoria histórica y las representaciones del mal en la narrativa moderna. Sus artículos han sido publicados en revistas norteamericanas, francesas, colombianas, méxícanas, peruanas y españolas.
Fabio Rodríguez Amaya
Jacques Gilard el mayor colombianista que jamás se haya conocido
Colombiano naturalizado en Italia. Pintor y escritor. Profesor titular de Literaturas Iberoamericanas en la Universidad de Bergamo. Master en Bellas Artes, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. Doctor en Filosofía y Letras, Universidad de Bologna. Premio Nacional de Arte en Colombia 1971. Es asesor de las mayores casas editoriales italianas en el sector Iberoamericano (Einaudi, Feltrinelli, Giunti, il Melangolo, Adelphi, Mondadori, etc.). Ha preparado la edición italiana de más de 45 autores latinoamericanos entre los que se destacan Gabriel García Márquez, Marvel Moreno, Alvaro Mutis, Pablo Armando Fernández, Elena Poniatowska, René Depestre, Macedonio Fernández, José Emilio Pacheco, Lezama Lima y Rosario Castellanos. Colaborador de El Tiempo de Bogotá y de periódicos y revistas literarias en Italia y Europa.
Por Fabio Rodríguez Amaya
Jacques Gilard nos ha convocado hoy 4 de noviembre de 2008, aquí en Launac, su pueblo natal y el de sus ancestros por muchas generaciones, no para que lo celebremos o adulemos sino para que declaremos y se sepa que, desde su ocultamiento el pasado sábado primero de noviembre, de él no queda el recuerdo sino, por el contrario, su memoria viva en la fresca aljaba que reúne en sí la inteligencia, la humanidad y el amor que él encarna. Hoy aquí represento al grupo selecto de aquellos a quienes nos honrara con su amistad, su sabiduría, su magisterio y su ternura. Hablo a nombre de lo más granado de la comunidad científica internacional de hispanistas e hispanoamericanistas y la de los escritores, artistas y literatos. Pronuncio estas palabras a nombre de colombianistas y colombianos, de latinoamericanistas y latinoamericanos de los que él, desde hace muchos años, es uno entre los mejores que se conozcan en el mundo. De Jacques Gilard, el ‘sabio occitano’ —como lo bautizara afectuosamente alguno de nosotros— queda una obra inmensa que comenzó a realizar a edad temprana mientras realizaba simultáneamente estudios en Burgos y Toulouse y hacía su debut en el ciclismo y la tauromaquia. Poco tiempo fue necesario para verlo convertido en el estudioso de alto vuelo, de principios y valores inquebrantables, el lector agudo de las letras de nuestra América, el implacable
y minucioso crítico de literaturas, ideologías y sociedades, el entusiasta animador de proyectos culturales y revistas literarias. La bibliografía de su obra ensayística es interminable: lo sabemos todos aquellos que bebemos de esa linfa que son sus estudios siempre densos y cada día más actuales, así como reconocemos que los nombres de los autores a cuyas obras dedicó lo mejor de su saber crítico son de la más alta alcurnia de las letras contemporáneas. Y no solo obras, en sus más variados géneros y modalidades, sino argumentos y temas neurálgicos para la comprensión del mundo americano, estimularon siempre su curiosidad y agudizaron su visión universal y a trescientos sesenta grados: el exilio, las revistas literarias, los nacionalismos culturales, el cancionero popular, la música vallenata, el bolero, la literatura escrita por mujeres, la literatura de pliego y de cordel, los sistemas coloniales, los espacios urbanos, las identidades nacionales, la guerrilla, cultura y contracultura, guapos y maleantes, movimientos artísticos y literarios, carnavales. No obstante, su trabajo mayor, más compacto y amplio lo dedicó a Colombia y su aporte a la cultura colombiana es inconmensurable. El mayor legado que deja como obra consiste en los amplios trabajos dedicados al Grupo de Barranquilla, del que él, como pensador, y Marvel Moreno, como narradora, son sus últimos exponentes.
Baste recordar que Gilard realizó a comienzos de los ochentas el trabajo titánico de investigación, compilación, estudio, análisis y edición de la obra periodística y de los primeros cuentos que constituyen la génesis de las obras, respectivamente, del Nobel colombiano Gabriel García Márquez, de Álvaro Cepeda Samudio y del sabio catalán Ramón Vynes. Obras que él ha colocado –estudiando, analizando, traduciendo, comentando, prologando– con exactitud como propulsoras del cambio más radical de la literatura colombiana y que ven el triunfo de la modernidad y la universalidad en el ámbito anquilosado y retrógrado de las letras de la república criolla. A él se debe que la obra de Marvel Moreno hoy ocupe el lugar que merece en la historia de la literatura y que escritores como Félix Fuenmayor, Héctor Rojas Herazo, Manuel Zapata Olivella y Julio Olaciregui y de periodistas como Alfonso Fuenmayor y Germán Vargas —para citar solo pocos nombres — no hayan caído en los territorios del olvido. Con ese mismo ímpetu descubría talentos, promovía escritores, traducía obras hasta hacer del idioma español y del Caribe colombiano su verdadera patria. No olvidemos que si hay alguien que haya conocido a fondo la música popular de la Costa y el vallenato (sin olvidar el tango y el bolero) es Jacques Gilard y si alguien ha contribuido con planteamientos y reflexiones originales a estimular el debate y despejar los ho-
Fabio Rodríguez Amaya. Foto Henry Gualoto ©
AURORABOREAL In memoriam
Una pérdida irreparable
rizontes de la cultura y la literatura colombianas del siglo más atormentado de su historia es él. Es Gilard quien asimila pronto las enseñanzas de esos príncipes de la intelectualidad del país, Jorge Zalamea y Eduardo Zalamea Borda y uno de los primeros a colocarlos, junto con las publicaciones que dirigían, Crítica y Fin de Semana (Magazín Dominical de El Espectador de Bogotá) en el sitio del que son merecedores. Es Gilard quien ha recogido los certeros testimonios de Álvaro Mutis a este propósito para echar luces y despejar ambigüedades y mistificaciones oportunistas y falsas. Toda la vida trabajó con la generosidad que lo contradistinguía en una obra que resulta estructurada con originalidad y rigor, indispensable para la comprensión y construcción de la cultura latinoamericana. Los últimos años lo han visto ocupado en sus pesquisas sobre la décima popular y, como albacea literario, en fijar los textos definitivos y en la preparación del proyecto de la edición de la Obra completa de Marvel Moreno. No ha sido una aventura sin obstáculos: solo el primero de los tres libros, Cuentos completos, apareció por Norma de Bogotá en 2001, debido al veto puesto por las hijas de la escritora barranquillera, Carla y Camila Mendoza Moreno, y su ex marido, Plinio Apuleyo Mendoza, que en 2005 hizo publicar por el mismo editor una edición mutilada y arbitraria de En diciembre llegaban las brisas, de la que eliminó hasta el 'Epílogo de Lina'. Jacques se ha marchado seguro que, a pesar de la prevaricación y la violencia, esas páginas van a ser cada día leídas por miles y miles de personas y a rendir justicia a su autora. Sobre este asalto de piratas dejó un testimonio publicado en Caravelle, revista que dirigiera por más de veinte años. La última fatiga que lo había motivado hace un año, mientras terminaba la reestructuración de su futuro estudio —acá, en las campiñas de la Alta Garonne— a tomar la decisión de iniciar la redacción del que se prospectaba como su gran libro, la dedicó a reescribir algunos de sus ensayos y a preparar otros nuevos e innovadores, con inéditos planteamientos, para el último de los proyectos de investigación conjuntos que realizó en los últimos veinticinco años con la cátedra de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Bérgamo. Resultados que están por ver la luz en la inminente publicación de los
dos libros intitulados Plumas y Pinceles, enteramente dedicados a las expresiones artísticas y literarias del Grupo de Barranquilla y donde aparece, íntegramente revisado, su trascendental e imprescindible alegato ‘Para desmitificar a Mito’. En estas tareas y con varios proyectos ambiciosos lo sorprendió el implacable mal que hoy lo separa de nuestros ritos cotidianos. No hubo campo explorado en el que no vertiera toda energía y capacidad a disposición a costa de cualquier renuncia o sacrificio. No hubo idioma que dominara, género o argumento con que se midiera del cual no saliera bien librado. Moderado y conciliador, nunca fue hombre de odios mas sí de pasiones fuertes. Su timidez y su pudor no tenían límites y nunca quiso ponerse por delante de nadie y tampoco ser protagonista de nada. Valores sólidos y principios anclados en el conocimiento celaban el espíritu del poeta que conserva sus versos en la memoria. “Proletario” de la cultura se definía y como tal vivía. En encuentros de amigos, pues era entrañable, fiel y sincero amigo de sus amigos, terminaba siempre cantando viejas canciones en occitano o catalán, mostrándonos a todos su memoria maravillosa. Y qué decir de su español, que hablaba y escribía como pocos: era de una delicia suculenta como un maravilloso festín dionisíaco. Si fuese necesario expresar en síntesis la personalidad de alto rango como es la de Jacques Gilard se podría intentar hacerlo así: 1. De su extensa obra y sus casi cuarenta años de actividad académica cinco aspectos resaltan: exactitud y precisión ejemplares en la investigación científica; curiosidad intelectual y amplia apertura de visión como demuestra la vastedad de sus intereses; capacidad enciclopédica y saber inmensurable; autonomía e independencia en su forma de pensar; perseverancia, disciplina y rigor ético. Elementos que confluyen todos en la metodología de trabajo siempre actualizada y jamás segmentada, ortodoxa o de parte. 2. Por sus rasgos personales Gilard ha sido un ser dotado de capacidades y valores de una humanidad inmejorable, de inteligencia natural insólita, de conversación brillante, y una melancolía acompañada de una rara ternura en el trato personal, siempre atento y delicado, prudente y agudo, severo y generoso, rasgos todos que confluyen
en la gentileza de su persona y en la capacidad de indignarse ante componendas, traiciones, ofensas, prevaricaciones y, sobre todo, ante el ejercicio del poder sin distinción de bandera o color. 3. Mucho deja inconcluso o esbozado y en esto se centra lo que nos dona como herencia. Solía decir en los últimos tiempos que con la decantación que de sus ideas le concedía el paso de los años estaba en grado finalmente de apersonarse para escribir lo que sabía sobre el Caribe, sobre Colombia, sobre América Latina y sobre el mundo. Quedan en el tintero muchos proyectos algunos esbozados, otras escritos a medias y los más discutidos verbalmente. Su herencia mayor consiste quizás, en que a los colombianos nos enseñó cómo ser colombianos y a los latinoamericanos a ser mejores latinoamericanos aplicando el principio de valorar con mesura y justicia lo que había que valorar y a desechar con fuerza y sin desmedros lo que había que desechar. Jacques no está más en nuestra rutina diaria, mas su figura se yergue como un faro que indica, señala y guía. Jacques sostuvo desde siempre correspondencia con la vida aunque no pasara a diario el cartero a llevarle una respuesta. Y la sigue sosteniendo, con sus aciertos y sus límites, con sus cualidades y defectos, desde su condición de ser humano: imperfecto, simple pero perdurable. Por lo mismo no será un recuerdo, sino memoria fresca en una vieja aljaba.
nació en Colombia en 1951. Sus libros “Vestido de bestia” (1981), “Los domingos de Charito” (1986), “Trapos al sol” (1991) y “Dionea” (2006). Ha ejercido el periodismo en Colombia (El Heraldo, El Espectador) y París (AFP), donde estudió literatura y donde reside desde 1978. Olaciregui adaptó “La
Por Julio Olaciregui
Mansión de Araucaima” de Álvaro Mutis para la película que filmó Carlos Mayolo en 1985. Tiene obras de teatro inéditas como “La novias de Barranca”, “Talía y el garabato” y “El callejón de los besos”, así como un libro de reportajes.
Desde el primer momento Jacques Gilard fue para mí sinónimo de un intelectual europeo, socialista, orgulloso de sus milenarias raíces campesinas —en su caso occitanas, del sur de Francia— abierto, atento a nuestra mestiza cultura caribeña. No tenía nada que ver con ese ambiente de los círculos literarios parisienses del siglo XIX —al estilo de lo que cuenta José Asunción Silva en su novela De sobremesa, traducida por él al francés— que podíamos imaginar mientras comenzábamos a frecuentar la Alianza Francesa, situada entonces en una casa solariega, a una cuadra del hotel Majestic. Cuando se apareció en nuestra ciudad, por ahí en 1975, ya enseñaba en la Universidad de Toulou-
Toni Morrison y Julio Olaciregui. Foto Philippe Laffite
Julio Olaciregui
se, pero aún no era profesor titular, y estaba investigando para su doctorado en literatura sobre El Grupo de Barranquilla. Nos hicimos amigos de inmediato. Yo acababa de dejar la redacción de EL HERALDO, donde tuve la suerte de iniciarme como periodista al lado de Alfonso Fuenmayor, pero debí esperar como todo el mundo sus investigaciones para acceder a los tesoros guardados en los archivos del diario. Años después, el propio Gabriel García Márquez se admiraría al recibir los volúmenes de su obra periodística, anterior a Cien años de soledad, compilada por este francés que dejaría salir a flote siempre, en sus prólogos, traduc-
ciones y rigurosos textos académicos, ‘La obsesión del investigador enamorado’. Ahora que se ha ido tan de repente al cielo de los buenos recuerdos —uno es lo que es y los recuerdos que va dejando— pienso que en mi decisión de viajar a Francia a estudiar literatura influyó mucho el haberlo conocido en la oficina de El Espectador en Barranquilla, a un paso del llamado Centro Cívico. Él salía de los archivos de EL HERALDO, en ese entonces en su vieja sede, a un costado de la Plaza Colón, y llegaba hasta mi oficina al caer la tarde y me contaba exaltado lo que había encontrado. No habían pasado aún diez años desde la publicación del libro que nos reveló a Gabriel García Márquez y él estaba desenterrando los cimientos, los planos, los ensayos, las cábalas, los juegos imaginativos del creador de Macondo, antes de su cristalización en la gran obra, contenidos en aquellas columnas llamadas ‘La Jirafa’. Jacques había sido jugador de rugby en sus años mozos. Era alto, fuerte, de manos y brazos pecosos, y su perfume francés, su calva incipiente de intelectual, su seguridad al hablar, recreando nuestra historia literaria en un castellano sin acento, pero con matices habaneros, rioplatenses, madrileños, mexicanos o paraguayos, lo hacían atractivo, interesante, seductor, cualidades que él, aun cuando era tímido, iba descubriendo y aprovechando. Lo que
Julio Olaciregui. Foto Philippe Laffite
AURORABOREAL In memoriam
Jacques Gilard el investigador enamorado
Toni Morrison y Julio Olaciregui. Foto Philippe Laffite
más le gustaba era exponer ante un auditorio sus reflexiones y luego invitarnos a cenar y a tomar vino, rodeado por muchachas, colegas o simples estudiantes.
En defensa de nuestra vocación Han pasado más de 30 años desde entonces. “El tiempo vuela ligero”, como dice Totó la Momposina en una canción, y ahora estamos orgullosos, aunque tengamos ‘cenizo el pelo’, no solo de tener hijos cumbiamberos, sino de nuestros amigos y del entusiasmo que nos contagian para leer y escribir libros. Puedo dar fe que la fraternal y alentadora presencia de Jacques Gilard en la Universidad de Toulouse, su interés constante por la cultura latinoamericana —literaria, musical, política, deportiva— nos dieron un gran impulso. El ejemplo más palpable de su generosa recepción aquí en Francia es sin duda lo ocurrido con la obra de Marvel Moreno (1939-1995). En un texto suyo de 1997 que puede leerse en Internet, ‘Las tres casas de Marvel Moreno’, él describe con humor esa obsesión suya de investigador enamorado, capaz de decir cuántas veces habló (38) con esta escritora, “la mujer más bella que yo había visto, un milagro de adolescencia y madurez, y con su blue-jean, su suéter, su largo pelo suelto y esas huellas leves de un sutil mestizaje (que ya no disimulaba) mucho más bella que la reina de belleza que había sido a finales de los años cincuenta”.
En ese entonces Marvel Moreno estaba casada con Plinio Apuleyo Mendoza, agregado cultural de la Embajada de Colombia en París que deseaba ser escritor, pero a quien Jacques Gilard consideraba como “un atolondrado”. En una carta del 6 de diciembre de 1979, al enviarme ‘el mamotreto’ que era su prólogo a los tomos de la obra periodística de García Márquez, dice “Creo que escribí muchas páginas pensando en Plinio: el problema de la vocación que él desatendió. Eso está como en filigrana: la alternación de pesimismo y optimismo que sentí con relación a él”. Entre el 3 y el 5 de abril de 1997, en una inolvidable primavera, Jacques Gilard y su gran amigo y colega colomboitaliano Fabio Rodríguez Amaya, de la Universidad de Bérgamo, organizaron un coloquio sobre la obra literaria de Marvel Moreno. Fue un gran momento para todos, quizás la cumbre, el máximo rendimiento y placer intelectual y amistoso de todos aquellos años de apasionadas lecturas, encuentros y textos.
que esté allí (en Cuernavaca, en Barranquilla) me tenga que desvivir preguntándome qué estará pasando acá y sienta la urgencia de regresar a dar clases y a lavar platos. Por ahora nada: empiezan las vacaciones, y esto ya me entristece. Quisiera vivir, y solo el trabajo me da la impresión de que estoy viviendo; descansar también va a ser un remedio peor que el mal. Por lo pronto creo que aprovecharé esta noche de final de trimestre para emborracharme dignamente (...) Para el coloquio en la Sorbona, tengo la intención de llevar una vida muy desordenada. Así que probablemente iré al hotel y no a tu casa”. Era un hombre de amistades firmes y durante años, antes de la invención del correo electrónico, se carteó con Tita Cepeda, con Ariel Castillo, con Monserrat Ordóñez, con Beatriz Manjarrés, con la poeta habanera Nancy Morejón. Le gustaba el ciclismo y seguía el Tour de Francia día tras día y llamaba por teléfono cuando algún ciclista colombiano ganaba una etapa.
Toni Morrison Premio Nobel de Literatura 1993
Libros
Un pedagogo ético un hombre tierno Jacques siempre nos daba buenas sorpresas. En una época, entusiasmado por la obra de Manuel Mejía Vallejo, se dedicó a componer coplas, muchas de ellas de corte erótico, “yo que no escribo con mis tripas sino con mi pobre cabeza”. Y cuando no estaba en su escritorio, en su cueva llena de libros, estaba en la ciudad universitaria de Toulouse-Le Mirail, enseñando, hablando sobre Álvaro Cepeda Samudio o la poesía gauchesca y el Martín Fierro, de vallenato o de Julio Cortázar, de José Félix Fuenmayor (Barranquilla, 1885-1966) o de Nicolás Guillén. Soñaba con viajar a seguir investigando, pero con el tiempo ya solo se desplazaba en tren a Barcelona o a Madrid. “Quiero irme de aquí, aunque una vez
The Bluest Eye (Ojos azules), 1970. Sula, 1973. Song of Solomon (La canción de Salomón), 1977 Tar Baby (La isla de los caballeros), 1981. Beloved, 1987. Jazz, 1992 Playing in the Dark (Jugando en la oscuridad), 1993. Paradise (Paraíso), 1999. Love (Amor), 2003. A mercy (Una bendición), 2008
Entrevista a tres voces realizada a Jacques Gilard por Miguel Iriarte, Álvaro Suescún T. y Joaquín Mattos Omar en Colombia en 1982.
Jacques Gilard.
AURORABOREAL In memoriam
Gilard en el trípode de los interrogados
A mediados de 1982 la periodista Beatriz Manjarrés nos invitó a su casa con la intención de presentarnos al profesor francés Jacques Gilard, que por aquellos días culminaba su investigación de varios años sobre García Márquez y sus amigos del denominado Grupo de Barranquilla. Congeniamos desde el primer momento, al punto de que en lo sucesivo continuamos reuniéndonos por varias tardes, una vez culminaba sus agotadoras jornadas de trabajo, para intercambiar ideas o simplemente para hablar de los asuntos cotidianos. Una de esas jornadas vespertinas decidimos, en común acuerdo, hacerle una entrevista a tres voces, Y cumplimos, después de un largo interrogatorio que alternábamos con suculentas tazas de un humeante chocolate, con el inevitable fondo que hacían el atareo del tráfico urbano y el pregón dulce de una palenquera que abarataba el trópico a las cuatro de la tarde. Por supuesto hablamos de muchas cosas. Pero nos cuidamos muy bien de que la charla no se convirtiera en una dilatada divagación carente de sentido y de coherencia. Esto último resultó fácil por una razón sencilla: cada uno de nosotros llegó a la entrevista con unas preocupaciones temáticas específicas y definidas. Por ello, a la larga, cada uno terminó haciendo su propia entrevista, a pesar de que en ningún momento el diálogo perdió su carácter comunitario de tertulia, con todo el clima de cálida rituali-
dad que ésta implica. De modo que el resultado que se logró fue tener a Gilard hablando de tres asuntos literarios diferentes. Esos asuntos fueron: García Márquez, la nueva narrativa colombiana, y los escritores latinoamericanos exiliados en Europa. De lo primero, se tocó la presencia de la poesía en el autor de Cien Años de Soledad, y las dos últimas salidas editoriales de éste; de lo segundo, la problemática de los nuevos autores colombianos y el papel de la crítica nacional y los especialistas extranjeros, así como los suplementos literarios del país; y de lo tercero, la importancia y las implicaciones del exilio en la literatura latinoamericana. He aquí, pues, a Jacques Gilard sentado gravemente en el trípode, no en el de la Pitia, sino en el de los interrogados. — Sea lo primero preguntarle acerca de las circunstancias que suscitaron ese interés investigativo por nuestras letras de hoy. J.G. — Yo hice mi primer viaje a Colombia por allá en 1975, y lo repetí varias veces, todas comprometiendo mi propio pecunio, por el afán de conocer las raíces del árbol de guayaba —nos dijo—. Muchos años atrás, en el transcurso de mis estudios universitarios, había empezado a estudiar español, quería enseñarlo, yo, que tenía una formación profundamente clásica, sumamente prosaica y cerebral (antie-
mocional) como lo es la educación que se imparte en mi país, —en literatura, fuera de Grecia, Roma y Francia no había nada, un francés puede terminar su bachillerato hoy sin haber oído de Shakespeare ni de Cervantes, desconociéndose así la literatura extranjera. Felizmente no estudié lenguas griegas porque mi papá no lo quiso, sino estaría hoy investigando pasajes de la historia griega y romana de la antigüedad o más seguramente estaría manejando un buque griego— me llegué a deslumbrar por la literatura latinoamericana de este siglo. Eso lo debo en gran parte a un profesor peruano, quien en una época en que yo era más latinista que hispanista, me dictó un curso sobre Alejo Carpentier. También nos hablaba de "Martín Fierro", César Vallejo, Nicolás Guillen, etc. Mis compañeros de curso se referían a él como a un pendejo que nos enseñaba idioteces salidas de tono. Hoy es el jefe del Departamento de estudios hispanos de la Universidad de Berkeley. Otra circunstancia personal muy importante es que, en enero de 1965, cuando estaba terminando la carrera, oí una conferencia de Carpentier, es una conferencia que hoy se encuentra en su libro "Tiempos y diferencias". Allí me conmoví profundamente. A partir de esos meses del 65 decidí olvidarme de la literatura clásica y dedicarme a la literatura latinoamericana. Dado que había superado cierto nivel de formación pedagógica y profesional, tocaba pasar a la etapa de la investigación. Para mí ya estaba claro que la cosa sería investigación de la literatura latinoamericana. Ahora bien. No son las letras de hoy exactamente el aspecto que más me interesa, en realidad la parte investigativa se la dedico a una época de la literatura colombiana ya superada, sobre todo la correspondiente a los años comprendidos entre 1940 y 1960. Tam-
— Miremos un poco de lo que se hace hoy. Mucho se ha hablado, y se continúa hablando, respecto de si la nueva narrativa colombiana constituye o no una fuerza auténtica de renovación dentro de la tradición pobre de nuestra novelística o nuestra cuentística, que no han logrado -a juicio de algunos- sacudirse el peso afortunado de la herencia garciamarquiana, nuestra aislada cumbre literaria. Por una opinión así, aparte de ser un punto de vista de vigencia algo gastada es, además, excluyente e injustamente pesimista; pues en Colombia es verdad que existe una nueva corriente de escritores, con señas propias y trabajos de responsable calidad, que progresan en la creación por vías tal vez diferentes, pero buscando la orientación de la altura ya marcada por el deicida macondiano. Este puñado de creadores representa lo que en realidad podría llamarse la nueva o novísima narrativa colombiana, en términos generales. Los mismos que curiosamente son prácticamente desconocidos y/o ignorados por los críticos nacionales y por los medios de difusión, en este caso, las revistas y los suplementos literarios del país. Profesor Gilard, con base en sus conocimientos acerca de la literatura colombiana, ¿podría Ud. decirnos cómo ve la circulación de esa literatura en Europa y en nuestro, propio país? J.G.- Bueno, hablemos primero de la literatura colombiana en general. Aún cuando yo creo que es un tópico decir que la literatura Colombiana no circula afuera desde el siglo pasado, la verdad es que se conoce muy poco. Existe una traducción de La María, otra de La Vorágine, muy buena; existe una traducción de Zalamea, no sé si de La Metamorfosis de su Excelencia ó El Gran Burundun Burundá; y dicen que hay una traducción de Silva, pero no sé de qué ni dónde. — ¿Y pasando a los escritores de hoy? J.G.- A ese respecto, considerando los autores de hoy, traducidos, y tomando siempre el caso de Francia (que no es muy buen ejemplo porque existe menos curiosidad en Francia que en Italia, Alemania u Holanda), uno se da cuenta que a nivel de traducciones al francés
existe muy poco. Sin embargo, está García Márquez, Flor Romero de Nohra, Oscar Collazos, traducido este último por una editorial de provincia que no ha difundido el libro, y más recientemente a Plinio Apuleyo Mendoza a quien traduje al francés. Por ejemplo, hay tres casos que me parecen notables: que un poeta como León de Greiff no se conozca afuera; que un poeta y narrador tan importante como Álvaro Mutis tampoco se conozca, lo cual es increíble y, un último caso que nos resulta muy cercano, el de Álvaro Cepeda Samudio cuya obra apenas va a empezar a circular afuera. Ahora bien, aunque ese aspecto de las traducciones es un criterio muy discutible, da una idea de la pobre circulación de la literatura colombiana. En el caso español es lo mismo, yo recuerdo que en una nota que escribí para El
y sus problemas editoriales ¿Qué puede decirnos del libro de autor colombiano editado en Colombia? J.G.- Yo creo que hay buenos libros de autores colombianos editados en el país, pero que no han tenido buena suerte presentados ante editoriales extranjeras; y en este momento pienso en las de Barcelona, porque uno se encuentra allá amigos que le comentan acerca de obras colombianas rechazadas en tales o cuales editoriales. En ese caso puede jugar algún papel el criterio comercial de los editores, ya que al fin y al cabo el sector comercial es el que decide si una obra se publica o no, aún cuando haya recibido grandes elogios del sector literario de determinada casa editorial. Y sin embargo es rechazada. Conozco casos. Allí está el viejo problema de saber como promociona Colombia sus buenos autores. Y vuelvo a hacer mención de Álvaro Mutis que me parece el caso más increíble. Es cierto que hay buenos libros que han salido, novelas y cuentos, sobre todo, pero no son muchos. Como hay otros buenos libros colombianos enfrentados a la barrera de cruzar la frontera, y no la cruzan. Sólo los conoce un grupo de especialistas extranjeros a nivel de investigadores de la cosa literaria colombiana.
— Usted es uno de esos especialistas extranjeros. A su juicio, ¿cómo Espectador hace algunos años, que se llama cumplen los investigadores extranjeros Narrativa Colombiana en Barcelona, yo hacía su función? una enumeración de lo poco que se encontraba de Colombia en las librerías barcelonesas, y de J.G.- La cuestión en este caso es saber si lo mucho que no se encontraba. Era realmente esos especialistas extranjeros cumplen con su desalentador para quien se dedica a leer y a trabajo; es decir, si tienen un buen sentido crítibuscar libros de autores colombianos. co. Y desgraciadamente, incluyéndome a mí en — Profesor Gilard, hablando de ese sector, creo que los críticos extranjeros que autores posteriores a los últimos ya nos interesamos en la literatura colombiana la mencionados …. hemos promocionado muy mal, y a veces con graves equivocaciones. De eso podría seguirse J.G.- Esa sería la novísima literatura hablando más tarde. colombiana, con la que ocurre un problema muy serio, cual es el de que autores publicados fuera — Hablemos de la crítica nacional del país (México o España) aquí prácticamente y de los suplementos literarios, para no circulan. Al principio pensaba que la razón profundizar en las deficiencias de la podría ser el alto precio de los libros; pero ya ese promoción de la literatura colombiana. argumento no es válido porque la verdad es que comprar un libro colombiano editado en el país J.G.- En Colombia no se puede hablar de viene a ser tan caro como un libro colombiano falta de editoriales; casi que puede decirse que se editado en España. publica demasiado y con insuficientes criterios de rigor estético. El sector de producción literaPero hablando de la calidad literaria, a mí ria nacional que corresponde a novela y cuento, personalmente me preocupa que autores publi- dejando de lado la poesía que, en mi opinión, es cados fuera del país como Luis Fayad, Rafael abundante y mediocre, y que ciertas editoriales Humberto Moreno-Durán o Rodrigo Parra han publicado mucho de ella últimamente, ese Sandoval, sean autores casi desconocidos en sector es el que llama la atención a los críticos Colombia. Entonces, quedando eliminado el nacionales y es el que aparece “excesivamente” argumento del precio de los libros, lo que sale en en los suplementos literarios, a nivel del apoyo claro es una falla notoria de la crítica nacional. al amigo y con mucha falta de juicio crítico. Es — Ampliando un poco más la idea decir, todo se elogia, todo es bueno, todo es imsobre la circulación de nuestra literatura portante. Yo entiendo que hay que hacer una
Álvaro Suescún, Jacques Gilard, Joaquín Mattos y Miguel Iriarte
bién me intereso por lo que está saliendo ahora para mantenerme informado de lo que se hace hoy. La nueva narrativa colombiana
seriamente la difusión de la literatura colombiana dentro y fuera del país. Y es que los suplementos mismos circulan muy poco afuera. Yo afortunadamente cuento con buenos amigos que me los mandan con bastante regularidad y mucha fidelidad. Pero la verdad es que no merecen circular afuera, porque levantan una especie de pantalla de humo promoviendo, evocando y analizando valores que no sirven. En cambio, lo nacional que es bueno y que ha logrado salir del país es ignorado.
Miguel Iriarte
— ¿Podría Ud. hablarnos de esos verdaderos valores ignorados aquí por los suplementos y los críticos nacionales?
historia, un repertorio de lo que está apareciendo, pero hay que poner en el desván lo que no sirve y destacar lo realmente valioso. Yo mismo incurrí en ese defecto en una época en que escribía demasiadas reseñas de libros. Mi experiencia investigativa me demuestra en forma desalentadora que los suplementos literarios colombianos, en general, mantienen sus defectos de hace cuarenta años: el lagarteo, el excesivo material historicista mediocre, las fiestas patrias, etc. Por ejemplo, un señor que tiene un papel político se dedica a escribir sobre Bolívar, desde luego no aporta nada nuevo y ocupa páginas que en mi opinión podrían servir para otros casos. Y no tengo nada contra Bolívar, soy un gran lector de él y de otras figuras libertadoras de América. Pero a ese nivel de beatería patriotera no tiene importancia. Por otra parte, el amiguismo de "yo escribo sobre tu libro y tú escribes próximamente sobre el mío", gira alrededor de los mismos, cambiando uno que otro nombre, que responden a las mismas encuestas, asisten a las mismas mesas redondas para hablar de los mismos temas de hace cuarenta años: ¿Existe una novela colombiana? ¿Cómo anda el cuento colombiano? ¿Existe una crítica literaria en Colombia? Esos son los mismos interrogantes de siempre, a veces formulados y respondidos por los mismos autores. Es un círculo vicioso. — ¿La severidad de su juicio cobija a todos los suplementos del país o podría hacerse alguna salvedad? – J.G.- Todo esto es un reproche que en sentido general hago a todos los suplementos literarios colombianos. Pero con más énfasis a los bogotanos; porque los de provincia últimamente demuestran más búsqueda, más voluntad de promover valores nuevos. Lo importante es que ese problema de los suplementos afecta
J.G.- Yo creo que es importante mencionar un libro como Los Parientes de Esther de Luis Fayad, no por mi amistad con el autor, que sí existe. Es, en mi opinión, lo más serio que se ha hecho en novela colombiana después de las novelas de García Márquez. Ese libro no ha recibido prácticamente ninguna atención por parte de los suplementos literarios del país. Eso hay que decirlo. Yo tengo el orgullo de haber escrito la primera nota que se publicó sobre la novela de Fayad, y salió en El Espectador hace algunos años. Hay otro ensayo sobre los aspectos urbanos en la narrativa de Fayad publicado en el suplemento de Vanguardia Dominical de Bucaramanga, y luego una entrevista que se le hizo a Fayad en El Espectador. Pero no más.
Pienso también en Que Viva la Música, de Caicedo, a pesar de que en mi opinión no es una obra muy lograda, pero que podría circular bien afuera. — ¿Qué otros nuevos autores consideraría Ud. que deben ser tenidos en cuenta? J.G.- Pues Rodrigo Parra Sandoval con su Álbum Secreto del Corazón de Jesús, que se editó en México, que no ha tenido mucho impacto aunque pienso que pudo haberlo tenido y que tampoco ha sido muy bien recibido acá en Colombia. Habría que hablar también de Carlos Perozzo y de su primera novela Hasta el Sol de los Venados, porque, para ser sincero, no he leído la segunda, Juegos de Mente. Pero de esa primera novela de Perozzo que se editó en Planeta de Barcelona, y se reeditó en Oveja Negra de Bogotá, no se ha hablado como debería. Aunque yo pienso que a pesar del estupendo planteamiento la novela no es un verdadero logro. Creo que Perozzo fracasó allí. Pero, de cualquier forma, a ese libro hay que concederle mucha importancia dentro del contexto de la novelística colombiana actual.
— Ud. decía que hay buenos libros colombianos que no se conocen, y que por el contrario hay malos libros que se conocen demasiado. Esa es una falla de la crítica nacional y en parte de la crítica extranjera. Sobre esta última prometimos seguir hablando. ¿Qué más puede Otro autor sería Rafael Humberto More- decir al respecto? no-Durán, del que habría que hablar mucho porque está haciendo cosas valiosas por la liteJ.G.- En realidad yo me pregunto si somos ratura colombiana afuera y es un autor sobre el críticos, o si en verdad somos unos profesores que se han publicado algunas cosas en suple- universitarios dedicados a una investigación y/o mentos colombianos, como la primera entrevista simplemente curiosos. En mi caso, la investigaque le hizo Harold Alvarado Tenorio, publica- ción no es sino curiosidad por lo que se está da aquí en Barranquilla en el suplemento del haciendo ahora. Yo creo que en el fondo fallaCaribe. O sea, que se nota que los suplementos mos, tal vez por insuficiencia de criterio estético de provincia cumplen o cumplían decorosa o de sentido crítico. De todas formas yo creo que mente con su papel. Pero el resto de publicacio- no somos más de tres los extranjeros que nos nes sobre Moreno-Durán en Medellín, Cali y hemos interesado en la narrativa colombiana tal vez en Bucaramanga son refritos de periódi- actual: Seymour Menton, Raymond Williams cos y revistas españolas. Por ejemplo, lo que y yo.... salió en El Espectador bajo la firma de Julio Olaciregui fue tomado de la revista Viejo Topo, — ¿Y el inglés Gordón Brothersde Barcelona. Eso demuestra que la crítica ton? nacional no se interesa en estos autores y sí en otros, y demasiado. J.G.- Sí, efectivamente, pero él estuvo de paso y no creo que haya tenido la constancia de Hay otro autor en el que pienso muy espe- Williams y Menton. Aunque en mi caso la cialmente, es Pedro Gómez Valderrama y en su constancia la aplico a la investigación docunovela La Otra Raya del Tigre, que es una mental, de la que podríamos hablar después. Yo obra decente y digna de ser traducida a otros no he cometido la osadía de publicar libros. idiomas, y que ha circulado muy poco, aún Sólo notas, y eso fue en una época. En cambio, cuando se publicó en Siglo XXI que es una prefiero dedicarme a darles duro a los que sí editorial mexicana, colombiana, argentina, han cometido libros. El libro de Menton, por española. ejemplo, no me parece bueno. Y lo digo públi-
camente porque yo se lo he dicho al propio que los buenos valores circulen poco o circulen Menton. No hay problemas. mal. Gabo Poeta Piedracielista Esas referencias obligadas a García Márquez nos permiten considerar un aspecto sugestivo de su narrativa: Su dimensión poética. Este aspecto, aunque sin ser estudiado con mucho rigor, ha sido reconocido ya por varios críticos literarios del país. Andrés Holguín, por ejemplo, decidió incluir la obra de Gabo en su Antología Crítica de la Poesía Colombiana; Harold Alvarado Tenorio hizo notar alguna vez que El Otoño del Patriarca, más que una novela, es un largo poema en prosa, y el propio García Márquez admitió que escribió ese libro con el mismo procedimiento con que se escribe la poesía: Verso a verso; por último, Cobo Borda formuló un aserto que es algo más que una simple boutade y según el cual el autor de Cien Años de Soledad es el último de los poetas piedracielistas. ¿Cómo ha asumido este tópico dentro del trabajo investigativo sobre la literatura de García Márquez?
J.G.- Bueno, en primer lugar debo señalar que yo tampoco he estudiado con mucho rigor lo poético en la narrativa de García Márquez, de manera que es poco lo que puedo decir sobre esta cuestión. Claro que yo vi que Andrés Holguín incluyó a García Márquez en su antología y, de igual modo, es evidente que El Otoño del Patriarca es un libro que tiene mucho de poemas en prosa. Yo no recordaba el juicio de Cobo Borda según el cual García Márquez es el último piedracielista, pero me parece muy acertado. Cuando se habla de la poesía en la obra de García Márquez, yo creo que hay que pensar, sobre todo, en Cien Años de Soledad y El Otoño del Patriarca, pues todo el mundo está de acuerdo en ello. Podríamos añadir, a fuer de simple historia literaria, que en la prosa de García Márquez siempre hubo elementos poéticos. Es decir, él siempre fue capaz de practicar más o menos el estilo de Cien Años de Soledad y El Otoño del Patriarca, sólo que la necesidad de hacerlo se impuso muy tardíamente. Pero aún en el periodismo inicial suyo, surge de pronto algo que hace que uno piense: "Esto ya es García Márquez". Por otra parte, si generalizamos un poco nos daremos cuenta que la novela no puede progresar sin las conquistas de la poesía. Es así como, por ejemplo, el cultivo de cualquier imagen poética nueva es obra, primero, de los poetas y después de los narradores, de los prosistas. Siempre ha sido así. Los géneros cortos le
Joaquín Mattos Omar
— Y, acerca del libro de Raymond Williams, ¿Cuál es su opinión? J.G.- A Williams y a su libro Una Década de la Novela Colombiana. La experiencia de los 70s, quiero darle más duro porque creo que ese libro profundiza, agrava y prolonga, más allá de las fronteras, los defectos de la crítica nacional. A pesar de que ese libro fue publicado aquí en Colombia, no merece circular en otras partes. Circulará, si acaso, en el medio universitario en el que trabaja Williams. En ese trabajo funcionaron los amiguismos, hay una muy seria falta de criterio estético, y es dañino para la novela colombiana. Un libro que se organiza por años, escoge la novela del año y menciona algunas más, es un libro que despista; y es caer, además, en el mismo defecto de los suplementos literarios de acá, cual es el de hacer balances de final de año. Así es como llegan a escoger como libro del año en 1979 a la novela Las Estrellas son Negras de Arnoldo Palacio. Algo similar es lo que hace Williams en su trabajo, lo que constituye un criterio periodístico demasiado peligroso. Hay más: cuando uno ve que al lado de García Márquez figura un autor inexistente como Fernando Soto Aparicio, uno se pregunta cuál puede ser la seriedad del libro de Williams. Eso es imposible, porque si decimos que Soto Aparicio escribió el mejor libro de tal o cual año en Colombia, habría que decir entonces que Corín Tellado es el principal autor en lengua española de este siglo. El libro tiene otras fallas, como decir por ejemplo que Álvarez Gardeazábal es el mejor autor colombiano después o al lado de García Márquez. Eso es inexacto, aunque yo respeto el trabajo de Gardeazábal por ser profesional, y de quien podría quedarme con dos libros de su obra: los cuentos de La Boba y el Buda, y su novela Cóndores no entierran todos los días. Otra falla de criterio estético es la de mencionar de paso a Luis Fayad como autor de cuentos y de una novela colombiana en los 70s Y punto. No hay más alusiones a Fayad en ese desgraciado libro de Williams. Eso es gravísimo. Creo que estamos de acuerdo bastantes lectores y yo, en decir que la novela Los Parientes de Esther es de lo mejor que se ha hecho en Colombia. Y olvidarlo o desconocerlo es todo un error, como lo es también dedicarle media página a Pedro Gómez Valderrama, media página a Rodrigo Parra Sandoval y media página a Carlos Perozzo; y en cambio, concederles varias páginas a Soto Aparicio y Flor Romero de Nohora. Eso es ausencia total de sentido crítico. Quiero decir con esto, que los extranjeros que nos interesamos en la literatura colombiana actual cometemos errores, y que no es extraño
abren el camino a los géneros más largos, tipo de la novela. — ¿Podría particularizar la relación de García Márquez con el piedracielismo? J.G.- A mí me parece que esa relación es clara. La formación literaria de García Márquez tuvo lugar en una época en la que reinaba en Colombia el piedracielismo. El fue un gran lector de la poesía de ese movimiento. A este respecto, debo recordar que, hace algunos años, un señor con una excelente memoria, quien había sido condiscípulo de García Márquez en Zipaquirá, le repitió a un periodista colombiano algunos poemas de García Márquez, correspondientes a aquella época estudiantil suya, y que eran muy buenos poemas piedracielistas. García Márquez encontró en el piedracielismo una ruptura con relación a la vieja retórica colombiana y a las normas de la literatura continental del siglo XIX, y un intento por forjar una expresión que fuera más universal. O sea que hay efectivamente una deuda con el movimiento de Piedra y Cielo, una deuda que se puede prolongar hasta ciertas metáforas, cierta clase de figuras retóricas, como el oxímoron, que él todavía practica. Y no creo que esto último haya podido venirle de Borges, como me lo señalaba Ariel Castillo. Por ejemplo, García Márquez cultivó excesivamente en su juventud el oxímoron (lo cual se ve muy claro en el periodismo de Cartagena de los años 48 y 49) y yo sé que él no había leído a Borges todavía, pues a Borges lo descubriría en Barranquilla, con e! grupo de Barranquilla, en 1950. De eso no me cabe la menor duda, García Márquez se educó literariamente en un baño de piedracielismo y, lo repito su periodismo juvenil de Cartagena evi-
Jacques Gilard con Álvaro Mutis
dencia una fuerte, una excesiva influencia de ese movimiento, influencia que él fue después decantando mucho más, mientras iba buscando y definiendo su propia retórica. — De modo que podemos decir que en su retórica actual subyacen todavía algunos elementos piedracielistas. J.G.- Me parece que sí. Justamente, en los prólogos que yo escribí para la serie de recopilaciones que hice de su obra periodística, he tratado de mostrar como García Márquez, a partir de esa influencia inicial, fue poco a poco definiendo su propia retórica, hasta llegar al punto notable y tal vez extremo que encontramos en Crónica de una Muerte Anunciada y en la actual columna periodística de El Espectador. O sea que es todo un proceso que ha continuado hasta hoy y que tal vez siga por vías que nosotros todavía no podemos imaginar o intuir. Sin embargo, yo creo que hay una influencia que se ha señalado muy poco y que tiene que ver con la preocupación de estilista, que siempre ha tenido García Márquez. A él le preocupa mucho el estilo; él siempre ha tratado de escribir muy bien. Aunque eso no quiere decir que no tuviera la preocupación por lo que podríamos llamar la forma, porque si nos fijamos en una novela como La Hojarasca, hay que reconocer que esa combinación de tres narradores distintos constituye una extraordinaria audacia en la América Latina de 1950. Esto se ha recordado muy poco y, en mi opinión, cuando se haga un estudio muy serio de la evolución de las formas en la novela latinoamericana podrá verse que García Márquez no ha sido sólo un estilista, sino un autor que realmente he pensado el problema de la novela. Pero volviendo a la cuestión del estilo, hay que decir que él siempre fue un escritor muy cuidadoso, hasta tal punto que esta característica suya es la que ha ayudado a reconocer notas anónimas de él, notas que de pronto uno se encuentra en una colección de periódicos y que probablemente fueron escritas a la carrera, en medio del apremio, el ruido y el desorden de una sala de redacción, pero que revelan un trabajo muy cuidadoso y muy serio. Está claro, pues, que a él le preocupaba mucho el estilo, y en ello influyó, tanto o más que los piedracielistas, un escritor español que hoy está bastante olvidado: Ramón Gómez de la Serna.
Yo señalo esa influencia en el prólogo del primer tomo de las recopilaciones periodísticas, aunque lo hago sólo de paso. Ramón Gómez de la Serna pudo influir en García Márquez no sólo como escritor sino también como periodista. Creo que es muy importante recordar aquí el periodismo de Gómez de la Serna, que García Márquez tuvo la oportunidad de leer abundantemente en la misma época en la que, supongo, estaba leyendo sus primeros poemas piedracielistas, porque Gómez de la Serna se hallaba entonces refugiado en Argentina, a raíz de la guerra Civil Española y desde ''ese país escribía una columna periodística que él mandaba a muchos diarios del continente, entre los cuales estaba El Tiempo, de Bogotá que durante aproximadamente un año y medio (entre los años 40 y 41) estuvo publicando esa columna, que se llamaba La Esquina de Ramón y que era una nota muy breve, como de quince o veinte líneas, estupendamente bien escritas y de un humor magnifico. Yo creo que esa columnita, que García Márquez pudo leer cuando tenía trece o catorce años y empezaba a interesarse por la literatura y el periodismo, constituye un buen antecedente de La Jirafa, y de las anónimas que él publicaba en la sección Día a Día de El Espectador, en los años 54 y 55. Y también un antecedente de su actual columna periodística, con la diferencia de que Gómez de la Serna llegaba a una densidad de expresión que el periodismo de García Márquez, ha tenido muy poco. Por ejemplo, las quince o veinte líneas que tenía La Esquina de Ramón en los años 40 y 41 contrastan con la actual columna periodística de García Márquez, que normalmente es una doble columna de toda una página entera. En conclusión: la influencia de Gómez de la Serna en el estilo de García Márquez me parece fundamental, y yo la quiero señalar al lado de la influencia piedracielista, que también me parece indudable y que es, incluso, perceptible hasta hoy. — Conozcamos ahora su opinión acerca de los dos libros publicados por García Márquez después de su conocida y prolongada huelga literaria. Hacemos referencia a Crónica de una Muerte Anunciada y a El Olor de la Guayaba. Estos libros no fueron muy bien recibidos, pues del primero se dijo que constituía una obra menor dentro de la producción literaria de Gabo, y del segundo, un concepto peor; que era, sencillamente una estafa. ¿Qué piensa al respecto? J.G.- Sobre Crónica de una Muerte Anunciada hay que recalcar primero que el libro salió cuando ya había empezado a aparecer mi recopilación sobre el periodismo de García Márquez; y, en segundo lugar, que cuando se
publicó su libro anterior (El Otoño del Patriarca), yo no había iniciado aún la investigación sobre García Márquez. Es decir, cuando salió Crónica de una Muerte Anunciada, ya yo había concluido esa investigación y estaban entregándose ya al público los resultados de ella. De modo que Crónica de una Muerte Anunciada me llegó como amortiguada por la cantidad de textos de García Márquez que yo había estado recogiendo y analizando a lo largo de cinco ó seis años, lo cual hizo que, en primera instancia, me costara entrar en ese relato. Casi me decepcionó. No lo sentí. Sólo cuando me senté con la intención de rebasar esa primera lectura y de analizar el libro de verdad, fue cuando realmente empecé a saborearlo y a emocionarme bastante con él. Si vamos a tratar de establecer una jerarquía con el resto de las obras de García Márquez, entonces sí se podría decir que se trata de una obra menor. Aunque es difícil determinar qué es una obra menor dentro de la producción de un gran escritor. Yo creo que es un libro importante. Claro que no puede preferir un libro a otro libro dentro de la producción de García Márquez. Para referirnos, por ejemplo, a un libro que tiene mas o menos el mismo tamaño que Crónica de una Muerte Anunciada, yo diría que si me ponen a escoger, prefiero quedarme con El Coronel no tiene quien le escriba. Pero eso no quita que, de todas maneras, Crónica., me parezca un libro bueno e importante. Por el contrario, creo que es un libro que ha sido recibido en una forma un poco injusta, y en ello han influido muchas cosas. En primer lugar está el hecho de que García Márquez todavía tiene que pagar ante ciertos medios el éxito de Cien Años de Soledad, lo cual ya se había visto con relación a El Otoño del Patriarca. En segundo lugar, las circunstancias escandalosas del lanzamiento de Crónica pudieron haber molestado un poco, lo cual no me parece correcto, pues no se debe confundir de esa manera la literatura con lo que la rodea. Pero hay que decir que en otras partes el libro ha tenido mejor acogida que en Colombia, donde hay gente que todavía ignora que García está mucho más allá de ese tipo de críticas. En este aspecto sigue funcionando lo que hay que llamar el provincianismo colombiano, pero, bueno, eso es secundario. En el libro yo veo muchas cosas, a pesar de que, como ya he dicho, tuve que hacer un esfuerzo para verla, porque había demasiadas cortinas entre el libro y mi lectura. Pero, en fin, veo muchas cosas en el libro. En particular su riqueza mítica, dado que es una bellísima historia de amor y de muerte, que pertenece a la tradición occidental, específicamente a esa que se remonta a los trovadores de la Edad Media y que continúa en las comedias del Siglo de Oro y que, más recientemente, se manifiesta en el bolero, el tango, la ranchera, el vallenato, la radio-novela y ahora la telenovela.
— ¿Y El Olor de la Guayaba? J.G.- Sobre ese libro, yo hablo con otra posición, la posición del traductor, ya que el libro se hizo para aparecer primero en francés. Concretamente, la idea de un libro de diálogos entre Plinio Apuleyo Mendoza y García Márquez, partió de la Editorial Belfonde, de París, y conozco el proceso del libro desde adentro porque yo hice la traducción al francés. Tú dices que en Colombia se asegura que el libro es sencillamente una estafa. Bueno, hay que tener en cuenta que éste se anunció, en cierto modo, como una obra más de García Márquez, cuando en realidad no lo es. Se trata de un libro de diálogos, aunque es evidente que el escritor entrevistado es el que justifica la existencia del libro, y por lo tanto, a él se le concede más importancia; pero es un libro que se hace a dos voces o a cuatro manos, así que por ese lado no hay estafa. El libro es simplemente decepcionante, y creo que yo mismo me sentía decepcionado mientras lo iba traduciendo. Se le pueden hacer muchos reproches. En primer lugar, hay que anotar el hecho de ser poco novedoso, ya que allí reconocemos grandes pedazos de entrevistas muy viejas que todo el mundo conoce y se sabe de memoria. Es decir, no es un libro totalmente original. También se puede señalar la superficialidad de algunos de sus capítulos. Plinio Apuleyo Mendoza conoce a García Márquez desde hace mucho tiempo y no se puede decir que ese conocimiento haya influido mucho en el libro. No se trataba, claro esta, de revelar secretos de amistad, pero tal vez por pudor, el entrevistador se abstuvo de tocar ciertos aspectos y ciertos temas que uno siente que hacen falta en el libro. La superficialidad se nota, asimismo, en la insuficiencia de ciertas preguntas sobre el aspecto propiamente literario. A mí, por ejemplo, el capítulo sobre El Otoño del Patriarca y
el capítulo sobre Cien Años de Soledad, me decepcionaron mucho. Y me decepcionó también el hecho de que se le concediera poca importancia a libros como El Coronel no tiene quien le escriba, La Hojarasca y La Mala Hora, lo cual, sin embargo, tal vez pueda explicarse por razones de que el libro se hizo primeramente para una editorial francesa y para salir en un país en donde lo que se ha celebrado de García Márquez son Cien Años de Soledad y El Otoño del Patriarca. Otro aspecto que se puede reprochar lo son esos capítulos que Plinio Apuleyo Mendoza intercaló en los diálogos. Creo que tienen muchos clichés y muchas inexactitudes y no aportan nada a la obra sino que son una especie de reforzamiento de las leyendas de García Márquez cuando de leyendas suyas estamos hasta la coronilla. Ahora, estas acaso habrían resultado interesantes si se hubiese dejado que las contara el propio García Márquez. Otro aspecto indiscutible es esa forma de retomar la actual columna de los domingos en El Espectador, de la cual uno reconoce fragmentos enteros en el libro. Pero, por otro lado, hay capítulos que si son novedosos, lo cual yo mismo pude comprobar al recibir los originales para traducirlos. Recuerdo bien, por ejemplo, el capítulo en el que García Márquez habla de las relaciones con sus padres, eso si me parece interesante y novedoso. Pero, en términos generales, creo que dentro de todo, lo nuevo aparece cuando él empieza a escribir sus falsas memorias El Olor de la Guayaba perderá definitivamente vigencia y será entonces como la escoria de lo que vaya a publicar García Márquez. En ese sentido me parece que hay una continuidad que va de la columna periodística actual al libro que estamos comentando, y de éste las futuras memorias. Puede verse, pues, que El Olor de la Guayaba constituye sólo un momento fugaz y decepcionante dentro de esta necesidad que sentimos los lectores de García Márquez de saber más de él. La Literatura del Exilio — Por estos días corre el rumor que anuncia el retorno del notable ensayista uruguayo Eduardo Galeano, a su país. Como se sabe, se encuentra en el exilio al igual que sus compatriotas Mario Benedetti y Juan Carlos Onetti. Julio Cortázar, escritor argentino, también exiliado, destacaba en un escrito suyo de aquellos días la desesperada situación de algo más de quinientos mil compatriotas suyos dispersos en todo el globo terráqueo a causa de su forzoso destierro. Gabriel García Márquez hacía apenas un año tomó igual camino para proteger su vida. A ello se suma la
Álvaro Suescún T.
En todas esas cosas encontramos el tema del amor y de la muerte, que son los dos polos de la mitología afectiva de occidente. De modo que, al menos en este aspecto, hay que reconocer que ese es un libro que tiene trayectoria. Y si profundizáramos mucho más encontraríamos en él otros aspectos, pero el que más me llama la atención es ese que ya he señalado. Ahora, hablando desde el punto de vista de mí investigación y de las recopilaciones que yo he hecho, cierto es que Crónica... sigue una línea de la producción periodística de García Márquez, que tiene que ver con el gran interés que él sentía por las historias de amor del jet-set, de las princesas y de los actores. Es decir, toda esa vieja línea suya de la cursilería occidental se reconoce en esta historia de Crónica..., que es una historia sumamente banal en América Latina: una desfloración, un machetazo, en síntesis, amor y muerte, simplemente.
reciente aparición en las librerías de la más reciente obra del escritor Ramón Molinares Sarmiento, cuya temática versa sobre las condiciones en que se desenvuelve una familia de chilenos en el exilio. Hay pues suficientes motivos para cimentar una preocupación: ¿Dadas estas circunstancias se podría, a partir de estas experiencias, hablar de una literatura del y sobre el exilio? J.G. — El tema del exilio es cada vez más frecuente en las últimas producciones literarias de los latinoamericanos. Hablar de ello tal vez nos permita teorizar sobre una temática que por sus características adquiere visos especiales: Las vivencias del exilio enriquecen la experiencia latinoamericana; hay quienes, después de haber vivido en México, Argentina, Chile, Puerto Rico, Colombia, Uruguay, salen, y allí, frente a las presiones de un medio como el europeo siguen desarrollando una manera de ser con añoranza, enfrentándose con el racismo, con el problema del idioma, con una comida distinta, con actitudes afectivas o sexuales que son otras, etc. Obligatoriamente están pasando por un trauma, pero también están adquiriendo una experiencia y eso, algún día, vuelve a su forma original de ser, enriquecida. En otras épocas América Latina se comportaba como una especie de esponja que recibía influencias de los países extranjeros y los asimilaba a su manera. Esta vez se da el caso de una generación, tal vez más, eso empezó desde los tiempos de Carpentier (en el caso de los colombianos, con García Márquez en los años cincuenta) de latinos que llegan a Europa y allá mismo incorporan valores (aunque también los critican a partir de los suyos, nativos) enriqueciéndose, filtrando las influencias, asimilando lo que puede ser asimilado.
— El exilio es una etapa de enriquecimiento, nos parece que América Latina -a través de sus exiliados de todo tipo- está viviendo una época muy importante que va a generar una buena cantidad de obras. J.G. — El exilio es también una forma de hacer patria. La emigración latinoamericana —sobre todo la forzosa— no incurre en el error que cometió la emigración republicana española con relación a Franco. La gente trata de volver más pronto, sin esperar que caigan los responsables del destierro. En efecto, del exilio forzoso están saliendo obras y ya han empezado a repercutir. Si bien ese inicial alejamiento es una mutilación, es un trauma, prontamente se convertirá en algo positivo. Hay obras. El autor más indicado para mencionarlo es el chileno Antonio Skarmeta quien recientemente publicó en Barcelona una novela que habla de las experiencias de una familia chilena en Berlín. Recordemos también al puertorriqueño José Luis González que tiene cuentos de compatriotas suyos en París. Me parece interesante que un barranquillero como Ramón Molinares Sarmiento, escriba sobre este tema (tengo entendido que lo suyo es una especie de novela testimonial, sé que han publicado algunos fragmentos en suplementos literarios, pero aún no he tenido tiempo de leerlos, o sea que aún no puedo decir nada sobre su obra). Antes Plinio Apuleyo Mendoza lo había hecho con "Años de fuga", "El desertor" y el cuento "El primer día". El mismo tema también está presente en la obra de Carpentier. Es una constante en la obra de los escritores latinoamericanos. — Pero son muchos los casos de los exiliados, casi que se podría hablar de subtemas en relación con estos. J.G. — En efecto, hay muchas situaciones distintas. Está la situación del exiliado político de verdad que si se queda en su país lo matan. Está la de quien estuvo en un campo de concentración (chileno, por ejemplo) y salió al cabo de determinado tiempo. Está el caso del argentino que estuvo encarcelado, torturado y llega destrozado a Europa. Este es la situación más dramática. Hay otros casos de latinoamericanos que, sin ser proscritos, quieren vivir en Europa pues dicen que necesitan tomar distancia con respecto a su propia realidad. Yo creo que este es vel caso que más se encuentra entre los colombianos. Exiliados políticos de este país no creo que los haya hoy. Estuvo el médico Tulio Bayer, escritor y exguerrillero, quien acaba de morir en París. Él tenía un estatuto de refugiado en Francia por motivos ya bastante antiguos. Hay también otros casos menos dramáticos. Entre los que estudian hay diferentes situaciones: el
que viajó con una beca, los que sin beca viven milagrosamente de la caridad de los amigos y que al tiempo que estudian pasan hambre y hacen trabajitos clandestinos, aunque por la crisis económica que-vive Europa dichas labores son cada vez más difíciles de conseguir, lo que agrava las cosas para estos amigos. Está el caso del que vive alejado del país por su oficio de periodista, a veces como diplomático, a veces como exiliado, en fin, la lejanía se vive de maneras distintas, según los casos —hablando de situaciones materiales— y dentro de cada situación puede haber muchas relaciones con la literatura pues está el que escribe sobre el exilio y el que escribe sobre sus vivencias de antes del exilio, desconociendo, o no integrando a su ficción las vivencias de Europa. Ese puede ser un aspecto interesante. Saber cómo se vive en el exilio, y cómo se manifiesta esa vivencia en literatura. — Y ¿cómo se vive en el exilio? Es decir, en los casos que Ud. conoce. J.G. —Los casos que yo conozco no son muchos. Poseo el texto de una ponencia que un escritor colombiano leyó en un congreso en Nueva York, en diciembre del 81, donde le caía a palos a dos categorías de escritores: a los marxistas y a los exiliados, diciendo más o menos que quienes habían salido para Europa eran unos traidores. No. Sobre eso yo diría que cada quien actúa como cree conveniente en su compromiso con su propia obra. El que se quiere quedar que se quede. El que se quiere ir que viaje. Cada quien hace lo que cree conveniente para el desarrollo de su propia creación. Sin más. En cuanto a hablar de cobardía, la verdad es que la mayoría de los que han salido viven muy mal en Europa, les hace falta más coraje para enfrentarse con la vida cotidiana. Lo digo por haberlos visto muy de cerca a veces. Con la última de las humeantes tazas del chocolate que animaron nuestra conversación, pusimos punto final a esta larga conversación. Con Gilard se podía hablar de cualquier tema, a cualquier hora, pero ya habíamos agotado el de hoy que, por cierto, fue bastante variado, aunque él –así nos lo dijo- prefería hacerlo de literatura, sobre todo de la colombiana. Y así lo hizo, en una forma juiciosa y decorosa, sin caer en los dislates o en los excesos que son habituales en nuestro medio. De ahí que creemos haber cumplido con el propósito de no perder la oportunidad que tal circunstancia nos ofreció para disfrutar con él de su conversación que, está de más decirlo, siempre se nos insinuó interesante y sabrosa.
Sobre los autores de la entrevista:
Miguel Iriarte Colombia, 1957. Director de la Biblioteca Piloto del Caribe, codirector de PoeMaRio, encuentro internacional de poetas y de poesía. Director de viacuarenta, revista de investigación, arte y cultura. Ha publicado Doy mi palabra, Segundas intenciones, Cámara de Jazz.
Joaquín Mattos Omar Colombia, 1960. Columnista de El Heraldo, Ganador del Premio de Poesía El Túnel. Ha publicado: Noticias de un hombre, Páginas de un desconocido, La caída de ciudad Quilla, y De esta vida nuestra.
Álvaro Suescún T. Economista, Colombia 1951. Crítico de arte, investigador cultural. Autor de Danza en el recuerdo sobre la obra del folclorista Carlos Franco, De la vida que pasa acerca de la obra periodística y la vida de Jorge Artel y Ceniza salobre análisis crítico de la obra poética de Gustavo Ibarra Merlano.
La entrevista y todo el material fotográfico de este artículo son cortesía de Álvaro Suescún T.
AURORABOREAL Librerías
Albatros La librería y editorial latinoamericana de Ginebra
Rodrigo Díaz Pino propietario de la Librería Albatros de Ginebra.
Por AURORABOREAL
El 17 de diciembre del 2008 nos encontramos en Ginebra con Rodrigo Díaz Pino, propietario de la Librería Albatros en esta ciudad de la Suiza Francesa. Rodrigo nos recibió en su librería donde nos contó: La Librería Albatros de Ginebra ya existía cuando yo llegué. Existe hace 30 años. Fue creada por un grupo de exiliados chilenos. Ellos tenían una agencia de viajes y la librería. La agencia de viajes era el negocio que les proporcionaba dinero para financiar la librería. La librería era pequeña. Sólo abría sus puertas al público en las tardes. Cuando yo llegué en 1989 a Ginebra, empecé a trabajar ahí. Yo llegué ilegal. Limpiaba la librería. Soy peruano pero yo venía de Rusia donde había estado estudiando durante cuatro años medicina. Al inicio, en Suiza, no tenía papeles, trabajaba en negro. Uno de mis trabajos era limpiar la librería Albatros. Así conocí a la gente que dirigía la librería. Dos años después, cuando tuve mis papeles en orden, ingresé a la universidad a estudiar francés y luego Letras. En la librería Albatros me contrataron para trabajar unas horas, y con el tiempo, me dieron más horas. Un día, el chileno que se encargaba de la librería me dijo que la librería no era rentable, que no dejaba dinero. Se fue a buscar otro trabajo. Me ofreció que yo me quedara con su puesto, administrando la librería. Poco tiempo después, la situación económica de la agencia de viajes también empeoró. Los chilenos se aburrieron y decidieron volver a Chile. En ese momento, ofrecieron venderme la librería pero yo no tenía ni dinero ni dónde caerme muerto aunque a mí sí me interesaba comprar la librería. Pedí un préstamo a la Banca Alter-
Albatros la editorial Últimamente me he especializado en organizar actividades con escritores nuevos. Entre los más recientes que he tenido figuran por ejemplo, Franc Dibuasaqui, Jorge Eduardo Benavides, Santiago Roncagliolo, Juan Carlos Méndez Guédez, Héctor Abad Faciolince, Luis Sepúlveda, Andrés Neuman. Hace dos años empecé a editar libros. Me junté con la editorial argentina Malvario y empezamos a editar bajo el sello Colección Extramares, libros de escritores latinoamericanos que viven en Ginebra pero
Albatros también es una editorial joven que ha apostado por los escritores latinoamericanos que viven en Europa.
http://www.libreria-albatros.ch/ albatros@libreria-albatros.ch
nativa. Un banco que existe en Suiza. Este banco hace préstamos para eventos culturales. Me concedieron el préstamo. Yo primero toqué a las puertas de otros bancos pero en todos me las volvieron a cerrar porque todos me pedían garantías o papeles de propiedades. Un amigo me dijo que existía este banco que financiaba proyectos distintos. Los llamé por teléfono. De la Suiza alemana vino un funcionario. Me entrevistó, le gustó la idea y se arriesgaron. Yo le hablé de un centro cultural. Me prestaron el dinero. Pude comprar la librería hace once años. Les pagué el préstamo y les volví a pedir otro préstamo cuando me mudé de local. Me han apoyado en diversos proyectos. Ya dueño de la librería, empecé a moverme. Realizaba actividades culturales, abría todo el día. Lentamente empezó a funcionar muy bien. A los chilenos no les había dado resultado porque ellos nunca le dieron mucha importancia. Su verdadera fuente de ingresos era la agencia de viajes. Yo traje más
libros, prolongué el horario, comencé a realizar de tres a cuatro actividades culturales por semana. Se armó un espacio con la gente local de Ginebra. Organizaba todo tipo de actividades. Un factor a mi favor es que Ginebra es sede de muchos organismos internacionales, de comunidades autóctonas, de organizaciones de derechos humanos, de sindicatos de trabajadores. Y ese público empezó a venir a la librería, a comprar libros. Los métodos de aprendizaje de español se convirtieron en mi fuerte. Pero desafortunadamente, de un tiempo para acá, se ha ido todo al diablo con lo de los métodos de español porque todas las grandes librerías de Ginebra comenzaron también a vender métodos para aprender español. La venta de textos de aprendizaje del idioma se me cayó a la mitad. Afortunadamente la parte cultural sigue marchando viento en popa y aunque económicamente no es un gran negocio, estoy muy satisfecho con el desarrollo.
luego hemos ampliado a otros escritores latinoamericanos que viven en Europa. Hemos editado a Américo Ferrari (Perú), Eduardo Laureiro (Uruguay), Nilo Tomaylla (Perú), Clarisa Pérez Villalobo (Argentina), Dolores Castro (México), Gonzalo Rojas (Chile), Gabriela Sotomayor (México). También los traducimos al francés y hacemos ediciones bilingües. Hasta la fecha, he hecho dos ediciones bilingües con ayuda del Ministerio de Cultura de Ginebra. Les propuse el tema de que acá en Ginebra hay escritores que viven hace más de treinta años, incluso hay algunos con más de cuarenta años, que siguen escribiendo en su lengua materna. No solamente latinoamericanos. Hay africanos, yugoslavos etc. La única manera de conocerlos
es traduciéndolos. La idea les gustó y aceptaron el proyecto. Ya tengo dos ediciones bilingües con ellos y en los próximos meses salen dos más. Con los nuevos escritores que están llegando también quiero hacer lo mismo, por ejemplo con Juan Carlos Méndez Guédez, el venezolano me regaló su novela. Fernando Iwasaki me regaló los derechos de un libro de cuentos. Pienso hacer una edición bilingüe con él. Estoy muy contento con el desarrollo de la librería como editorial joven. En realidad, la librería Albatros además de ser una librería es una editorial joven para escritores latinoamericanos que viven en Europa y que son editados en español y francés. Ya tenemos 10 libros editados. Poco a poco vamos creciendo. Lentamente la gente nos va llamando.
Técnica mixta sobre tela 22 x 12 cm
AURORABOREAL Pintura Alexandra Domínguez
Alexandra Domínguez, nace en Concepción, Chile, en 1956. Desde muy joven sintió proximidad por la creación artística. A la poesía llegó de la mano de su padre que en las tierras de Ninhue fue vecino y amigo de Violeta y Nicanor Parra, con los que compartió aula y adolescencia en el Liceo de Chillán. En el arte fueron su iniciación las manos delicadas de su madre modelando arcilla en un pequeño taller del Parque Ecuador de la ciudad natal. Realiza sus estudios primarios en el Colegio Inglés St John`s y los secundarios en el Liceo Francés Charles de Gaulle, de ahí su fervor por la literatura francesa e inglesa. Rimbaud, Verlaine, Saint John
Perse, Victor Hugo, Proust, Keats, Wilde y Shakespeare fueron sus primeras y apasionadas fundaciones poéticas. Luego llegarían los viajes y junto a ellos el descubrimiento de Kooning, Vedova, Basquiat, Pollock y siempre Miró y la fascinación de Klee. En 1974 viaja a Madrid para estudiar cine en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense y Bellas Artes en la Academia San Fernando. Dos años mas tarde se traslada a Barcelona en donde proseguirá sus estudios en Ciencias de la Información, obteniendo la licenciatura en Periodismo. Asimismo continúa sus estudios de Bellas Artes en la Academia San Jorge de la Universidad Autónoma de Barcelona. En 1982 regresa a Concepción en donde realiza su primera exposición individual, ejerciendo a la vez el periodismo en televisión y radio, actividad profesional que abandona para dedicarse por completo a la pintura. El año 1989 un jurado compuesto por Justo Pastor Mellado, Nemesio Antúnez, Jaime Cruz y Jorge Glusberg le otorga el Gran Premio Salón Sur de Pintu-
ra a su díptico El mar de la utopía. Ese mismo año regresa a España, afincándose en Madrid, donde realiza cursos de grabado en los Talleres de la Galería Brita Prinz, y ciudad en donde reside en la actualidad. Junto a su vocación por la pintura y el grabado está la poesía. El año 2000 recibe el Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez por su libro La conquista del aire, publicado por la Fundación del mismo nombre. De ella ha escrito Gonzalo Rojas: “Alexandra Domínguez apuesta a ver y ve, como difícilmente. Allí está ese texto estremecedor: “El poeta es un asunto allí en lo invisible”. Palabra necesaria, lo que se llama necesaria. Pego el oído fino y oigo tierra de Dios. Loado cuanto escribe.”. El 2006 realiza una exposición individual en el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile. Ha realizado exposiciones individuales y colectivas en Chile, Ecuador,
Técnica mixta sobre tela 22 x 12 cm
Alexandra Domínguez Poesía y pintura
Técnica mixta sobre tela 22 x 12 cm
Argentina, Estados Unidos, España, Francia, Inglaterra, Noruega, Finlandia, Alemania, Italia y Portugal, obtenido premios y distinciones, siendo su obra gráfica catalogada en numerosos certámenes internacionales, Calcografía Nacional de Madrid, Bienal Internacional de Ourense, Feria Estampa, Premios Goya, Caja Madrid, etc.
He visto a los pájaros que emigran, a los pájaros de tinta que salen de los túneles y vuelan al papel del cielo, y allí a semejanza de su voz permanecen en el entorno de los ángeles. He visto pájaros conmovidos por la irrealidad del blanco
entrar en los papeles del invierno donde vive la tempestad de Turner. Y he visto en lo que he visto la misericordia real de lo imaginario, pájaros dibujados por la mano zurda de los naturalistas, pájaros rojos
Técnica mixta sobre tela 27 x 16 cm
Vivo en la casa de los peces donde el hombre es un río lejano donde el profeta de las cenizas está prisionero en sus sueños y en cada pupila quemada el espía de los silbidos vigila una estrella. Vivo, por decirlo así, en la casa de los peces de la transparencia donde todas las escaleras llevan hasta la profunda ciencia del humo el silencio de los que se aman sobre la Tierra. Vivo bajo las lluvias desconocidas que vienen a hablarnos, cerca de las ventanas donde se asoman los que a nadie esperan, vivo entre los que permanecen inmóviles esperando la resurrección de su nada. Vivo en los que desaparecieron y caminan por subterráneos jardines y entre aquellos que aún no han abierto los ojos a los destinos solares, vivo en la imaginación de los que florecerán en sus lechos nocturnos. Vivo en los que viven después de haber respirado su primera mañana, al lado de los que construyen el recuerdo de su concluida aventura, vivo junto a los cuadros borrados por la visión de otra voz absoluta. Vivo en la negación de la muerte donde todo pensamiento es un ángel que huye, donde cada persona se alimenta con alas y mensajero y caballo, vivo en la casa de los peces donde el hombre es un río lejano.
Técnica mixta sobre tela 22 x 12 cm
La casa de los peces
Tú no has nacido para la muerte, ¡inmortal pájaro! ... John Keats He visto una luz posada sobre la línea en que respira un pájaro y he visto al niño cuya palabra azul nombra el canto en cuya respiración lo que dibujo es pájaro de Persia, pájaro de piedra, pájaro de Perse.
Técnica mixta sobre tela 27 x 16 cm
Contra las naturalezas muertas
Técnica mixta sobre tela 1.16 x 1. 42 cm Técnica mixta sobre tela 1.16 x 1.42 cm Técnica mixta sobre tela 1.16 x 1.42 cm
descendiendo sobre el trigal de los concilios, pájaros de las limosnas y pájaros de la importancia sobre los grandes silencios de la duración. He visto pájaros en los lienzos donde permanecen para siempre los gritos, pájaros de Munch en las barandillas de la cabeza de Evardv, pájaros de Goya en la madrugada de los fusilados donde ladran sus lámparas heridas los perros de la consolación. En todo lo que he visto me han visto los pájaros, en Versailles los pájaros que a Versailles llevan una gota de ámbar antiguo, los diminutos pájaros de las constelaciones que encienden fogatas en las islas de Patinir, los que beben las gotas de brea en las alambradas y hacen florecer el laurel de las interrogaciones en los jardines de Klee. He visto a esos pájaros, he pintado esos pájaros hasta adentrarlos en mí, hasta anidarme con ellos en los espacios futuros de lo que ha de ser verdadero. He visto lo que nunca se sabe de un pájaro, el mapa que llevan en el pecho, el silabario de la conversaciones entre los muertos y las estrellas, he visto a todos los pájaros del universo sobre el tejado de albahaca de las sinagogas, a los pájaros durmientes que brotan del violín de nieve de Chagall. He pintado esos pájaros, les he puesto saliva de Ana Karenina para que respiren en el amor, les he dado migas de linterna para que busquen a Mandelstam. La necesidad de los pájaros cruza cada mañana el horizonte de mis bastidores, van hacia La Meca a teñir de amarillo las alcobas de la tiniebla, cruzan las estepas de Mongolia con una pestaña de caballo en el pico. Los pájaros que he visto viven en los lienzos de lino, traen semillas de violetas en el corazón, guían de regreso a la felicidad los trenes con destino a Liberia. Los pájaros que digo dicen palabras al oído, van a Pekín y se acuestan con el emperador, van a Roma y escriben los epitafios de quienes no han nacido para morir. He visto pájaros en el Louvre y he visto pájaros en la aldea donde nació mi padre, pájaros zen y pájaros sufís, pájaros sobre la cruz de Tápies
Mi amigo Eliot tuvo un sueño Mi amigo Eliot tuvo un sueño, yo soñé ese sueño. Era una emigrante de Dakar, en Dakar los emigrantes no tienen equipaje, apenas un manojillo de hierba para los elefantes, apenas un diente de león
Aguafuerte y aguatinta. Grabado. 30 x 42 cm
El agua se descalza, el atardecer arde con timidez de estrella solitaria. La lluvia insiste con sigilo de anciana que quiere pasar. El murmullo de algo que no es su corazón duerme en el gato de los bosques de Noruega. Hablo como si hubiera venido un emisario con una bella lámpara de azufre. A veces el remolino no es otra cosa que un mapa de aire arrugado por una mano desconocida. Algo tiene que ver la poesía con esa zona donde Klee pintó un triángulo que se parece a una niña esférica en vestido de liquen nocturno. Todos los astros viven como olvidados excepto para la los alumnos de la Escuela de la Noche. Las palabras se descalzan, la gente que las pronuncia no debe hacer ruido para que entren en el poema. Algo así como un niño jugando a coger pájaros atrayéndolos con migas de pan. Aquellos que lo han visto hacer saben de la crueldad pero también conocen la inocencia de los hábitos relacionados con la curiosidad. La agonía de algo puede ser tan tímida como el atardecer, una llave transparente que hable lo visible a la oscuridad de los naufragios solares. Escribo como las gaviotas sobrevolando el quebrado contorno de los acantilados desde el que se arrojan los adjetivos al océano de los lugares comunes. Oí un ruido en el piso de arriba, era Emily Dickinson en zapatillas de andar por casa abriendo y cerrando el cajón de hojas alegres de la primavera de 1847.
Técnica mixta sobre tela 1.16 x 1. 42 cm
Emily
Aguafuerte y aguatinta. Grabado. 30 x 42 cm
y solitarios pájaros destinados a la salvación por San Juan de la Cruz. He pintado abismos, esferas, laberintos, he dibujado seres y consultado manchas, he visto lo que he visto: adiós naturalezas muertas, bienvenidos pájaros.
Técnica mixta sobre tela 1.16 x 1.42 cm
Técnica mixta sobre tela 1.16 x 1.42 cm
Abría los ojos y veía el contrabajo de los hipopótamos, cerraba los ojos y le perseguía un cuerno, a veces pensaba: esto ha de ser el National Museum, esto ha de ser Kensington Road esquina Ennismore Gardens. Ciertamente Eliot andaba confundido en ese sueño, confundido como nadie antes se había confundido en otro sueño. En las praderas no había cabinas telefónicas, en los almacenes no había almidón para las camisas, sin exagerar, Eliot andaba bastante confundido en ese sueño. Leía su Tierra Baldía a la tierra baldía, lo tomaron por chamán cuando comenzó a llover, lo tomaron por loco cuando comenzó a nevar. En Dakar nieva una vez cada cuatro mil años, pero tocó ese día, en Dakar un reloj vale lo mismo que la raya de un árbol contra el Sol, unos zapatos lo mismo que un puñado de arena, un violín lo mismo que una cuerda de cáñamo. Mi amigo Eliot tuvo un sueño, yo soñé ese sueño: Hyde Park, los elefantes blancos, Green Park, los rinocerontes negros.
El poeta es un asunto allí en lo invisible
colgado al cuello. Eliot llevaba su hierba de algodón, un pijama viejo como cebra rayada por el peine de la sabana los días de viento. Un paquete de cigarrillos no es gran cosa, pero en Dakar el humo, el humo en Dakar vale lo que la niebla en Londres, un billete con la reina de Inglaterra lo mismo que una piel de búfalo, unas gafas lo mismo que un tambor de adobe y cuero. Mi amigo Eliot tuvo un sueño, andaba confundido en ese sueño, miraba hacia las llanuras y no veía el Támesis, hablaba con los aduaneros, gritaba a las jirafas, ponía telegramas,
las gacelas llevaban de una parte a otra sus recados, las hienas extendían su rumor por cada cabaña de los poblados. Ciertamente Eliot andaba confundido en ese sueño, nadie podía hacer ya nada, el leopardo dijo: yo no puedo hacer nada, Pound mandó recado: Eliot, dicen que estoy loco, no puede hacer ya nada. Yo soñé ese sueño, entraba en el hotel, el jaguar tenía guantes blancos, en Dakar las nueces tienen un gusano turquesa parecido a un labio, los labios en Dakar cantan a Paul Harrison, las avestruces visten de Cartier. Eliot soñaba obsesivamente, soñaba como nunca antes nadie había soñado.
Ese hombre es invisible, su materia de alondra es invisible, anda en lo invisible con pasos que hacen ruido en las calles invisibles, come cosas invisibles, respira lo invisible, paga con monedas invisibles. El poeta es un asunto allí en lo invisible, cruza ríos invisibles, se acuesta con mujeres invisibles, habla con palabras invisibles. Está en Dublín y es invisible, va por el cielo en aviones invisibles, en su corazón la melancolía es invisible, piensa en cosas invisibles, lee a Kavanagh que escribía libros invisibles, por ejemplo esto es invisible: My soul is and old horse offered for sale in twenty fairs. Su furia es invisible, su tempestad también es invisible, trabaja en una fábrica invisible, gasta sus codos en mesones invisibles,
Teillier era invisible, Parra casi es invisible, nadie ha visto a Rojas. Los obreros brindan al final de la jornada con jarras invisibles de cerveza, los solitarios se hospedan en hoteles invisibles, llaman por teléfono a chicas invisibles, esperan en esquinas invisibles a otros invisibles. En el verano la lluvia es invisible, abren entonces un paraguas invisible, se van a provincias invisibles a leer poemas invisibles, se encuentran en un parque con alguien invisible, aman lo invisible. El poeta es un asunto allí en lo invisible, este mismo poema es invisible, un espejo es invisible, la ciudad en la que vivo es invisible, lo imprescindible y lo insignificante, eso es lo invisible.
LIBROS PUBLICADOS
Poemas para llevar en el bolsillo, XIV Premio de Poesía Rincón de la Victoria, in memoriam Salvador Rueda, 2006, publicado por la editorial Renacimiento.
ANTOLOGÍA
Técnica mixta sobre tela 27 x 16 cm
Latitudes Extremas, doce poetas chilenas y noruegas, selección de Gonzalo Rojas e Inger Elisabeth Hansen
Técnica mixta sobre tela 1.30 x 1.20 cm
La conquista del aire , Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez, 2000 publicado por la colección de poesía Juan Ramón Jiménez
Por Edimca
Alumbramiento es el título de esta serie fotográfica. Su significado, “dar a luz”, “nacer”, evoca el concepto de renacer de la antigua lengua aramea así como también la idea oriental de iluminación. Renacer es despertar. Es el despertar de la mente a través de la iluminación a la verdadera identidad del alma que se levanta de las sombras, las cuales semejan un vientre que las expulsa a la luz y a la vida. El fondo espiritual de esta serie de imágenes es la ins- forma masculina, completamente compiración en la que la iluminación per- puesta su naturaleza radiante en el Orisonal y la conciencia colectiva hacen gen. surgir lo actual de nuestro mundo. Los Myriam Ventura, escenarios naturales tomados de los intensa, romántica y soñadiversos paisajes de Islandia, constitu- dora comparte con nosoyen el terreno metafórico del cual brota tros sus recuerdos sobre la Vida. Esta tierra de presiones inten- momentos que marcaron sas y rítmicas es el vientre de donde un hito en su vida artística. emerge la humanidad iluminada, bajo
Bárbara Myriam Ventura
comenzó su carrera artística incursionando en estudios de óleo sobre lienzo, seguidos éstos por estudios de fotografía y diseño gráfico, conocimientos que la lanzaron a trabajar como diseñadora gráfica e ilustradora en aerógrafo. Paralelamente a estas actividades profesionales, su pasión como maestra en temas espirituales le ha proporcionado mucha serenidad y un buen equilibrio para vivir armoniosamente con su entorno. En los últimos años, se ha dedicado a profundizar sus conocimientos en el campo del arte fotográfico bajo la guía de artistas y profesionales de renombre. En la actualidad reside en Coral Springs, Florida.
www.myriamventura.com
Myriam, ¿Cómo te involucraste en la fotografía? Cuando tenía 9 años, les pedí a mis padres de regalo de Navidad una cámara. Recibí una Kodak Instamatic, ¡me parece estar viéndola! A esa edad era el deseo más grande de mi corazón. Lue-
Myriam Ventura,
AURORABOREAL Fotografía Myriam Ventura, Renascence de la serie Alumbramiento, 2008
Myriam Ventura Alumbramiento
Myriam Ventura, UNEARTH de la serie Alumbramiento, 2008
mada en papel fotográfico. Con el pasar del tiempo, terminé estudios de Diseño Gráfico y estuve en esa profesión durante 25 años. Al trasladarme a los EEUU, continué con mis diseños en este cam-
po, donde la necesidad de obtener imágenes fotográficas para mis trabajos era vital. En aquel entonces, las cámaras digitales ya eran una realidad y sentí la necesidad de regresar a mi primer
Myriam Ventura, SURFACE de la serie Alumbramiento, 2008
go, en el colegio, mi pasión por la fotografía continuó. Participé en varios proyectos juveniles y trabajé en mi laboratorio de fotografía, revelando y gozando con la magia de ver una imagen plas-
que yo llamaría una Vida Visible, claro está, a través de las imágenes fotográficas que he ido creando. Hay tantas maneras de manifestarnos: palabras, escritos, actuaciones, vida, infinidad de formas artísticas. La fotografía se ha convertido en otra forma de expresarme.
¿Y tus metas?
Myriam Ventura, EMERGENT de la serie Alumbramiento, 2008
La verdad, he llegado a un punto en el camino de la vida donde tengo la satisfacción de decir que he logrado metas importantes. Con la madurez que he adquirido con el paso de los años y mi incansable búsqueda de los motivos y razones de la existencia, me siento privilegiada de haber desarrollado una inteligencia que vive en mí en toda su plenitud. Eso incluye motivaciones, acontecimientos, logros que me indican paso a paso el camino de mi vida y que están acompañados por una constante espontaneidad. Todo cambia al vivir así y se vive plenamente, en paz y en armonía. La vida se convierte en una manifestación permanente de una fuerza mayor que muchos llaman energía divina.
Y tus imágenes, ¿Qué emociones expresan?
amor, la fotografía. Me dediqué por completo a ella. En el año de 2003, comencé a estudiar con intensidad Fotografía Artística (Fine Art Photography) en el Palm Beach Photographic Center. Luego tuve el privilegio de conocer a un mago de la fotografía que se llama John Paul Caponigro, artista de renombre internacional, que ha sido mi excepcional mentor. Llevo tres años estudiando con él y participo en un grupo exclusivo e internacional de fotógrafos que él dirige.
Como buscadora de tesoros, ¿cuál es el campo que te apasiona más en la Fotografía?
Hay infinidad de campos en los cuales uno se puede desarrollar en este mundo de la “captura de imágenes” y más aún cuando el mundo de la tecnología nos ha llevado a una dimensión ilimitada de posibilidades donde la única barrera es la imaginación. Tengo el privilegio de contar con un jefe que es un artista de primera y con mucho conocimiento que exige excelencia y ésta ha sido la medida que me ha llevado a poder tener el medio donde expresarme. Un medio que me permite comunicar mi mundo interior. Es ésta mi inclinación, tener un medio donde no reconozco el arte de la fotografía como una herramienta externa ya que ella se ha convertido en parte integral de mi ser para permitirme esa expresión espontánea y real de una visión personal o lo
Sé que lo que me he propuesto expresar a través de mis fotografías no se asimila con facilidad pero eso está bien. Como lo dije antes, mi objetivo no es que los demás entiendan todas mis motivaciones. Con que puedan conectarse de alguna forma es suficiente. Aunque sea sólo admirar algo distinto. Todos somos seres únicos que nos complementamos los unos con los otros. Sin embargo, aunque podría parecer contradictorio, me he propuesto expresar temas abstractos, subjetivos, que denotan Unicidad en toda su sencillez. ¿Qué quiero decir con esto? Te doy un ejemplo. Trabajé tulipanes con formas femeninas incorporadas que indican y anuncian la unicidad de la naturaleza y la mujer como la representante más expresiva de la creación. Asimismo trabajé los elementos primarios, aire (nubes), fuego, tierra (rocas) y agua con la forma femenina nuevamente, a fin de expresar la realidad interior de nuestra naturaleza ejemplificada por medio de
Podría estar sentada sobre una piedra, haberme detenido en una página cualquiera intentando descifrar el enigma. Hacerlo sola atravesar una ciudad invisible, quedar en una isla sentir la desnudez involuntaria. Podría dudar, buscar al asesino, encontrar tan sólo un hombre con la mirada adversa. Sorprenderme en medio de la trama, no hallar indicios en el prólogo. Podría desaparecer el instrumento que cercenó el diálogo y dejó trunca la escena. Seguir página, tras página, trastabillando anatemas, hasta llegar a un epílogo que cierre.
Noemí Fernández Cabanillas Escritora y pintora Pertenece al grupo Antimusa Buenos Aires, Argentina
Myriam Ventura, NASCENT de la serie Alumbramiento, 2008
Podría
Myriam Ventura, ERUPTION de la serie Alumbramiento, 2008
esta unificación de elementos y, otra vez, la forma femenina que denota la manifestación creativa. Ahora estoy trabajando en una nueva serie y esto me puede llevar muchos meses hasta que esté culminado este aspecto de mi trabajo sobre el alumbramiento que veo venir en la humanidad y que abarcará sin duda este nuevo milenio. Utilizo en este caso, la forma masculina que personifica el espíritu que surge de la dimensión temporal (la tierra) mediante la crisis, el sufrimiento y el dolor. Es sin lugar a dudas, algo muy diferente de los trabajos que he realizado hasta ahora donde expreso esa culminación por medio de la belleza, la plenitud y el éxtasis. www.myriamventura.comLos 10
pero tal vez los más leí-
Franz Werfel fue poeta, novelista y autor de obras de teatro. Nació en Praga en 1890 y falleció en 1945 en la ciudad de Los Angeles. Publicó, entre otros, El amigo del universo, (1912), Somos, 1913; El día del juicio (1919). Adaptó Las troyanas de Eurípides (1916). A partir de 1920 escribió obras de teatro: Juárez y Maximiliano, (1924), Pablo entre los judíos, (1926), El reino de Dios en Bohemia (1930), La senda eterna (1935) y novelas El culpable es la víctima y no el asesino (1915), Bárbara o la Franz Werfel piedad (1929), Los cuarenta Checo (1890-1945) días de Musa Dag (1933). Escribió también dos biografías noveladas: Verdi (1924) y La canción de Bernadette (1941). Póstumamente se publicó La estrella de los que no han nacido (1946). Franz Werfel conoció durante su juventud a Franz Kafka y Max Brod. Werfel, como Kafka, era un judío que nunca olvidó su origen hebreo. Werfel estuvo casado con Alma Mahler. Los temas centrales de la obra de Franz Werfel son la fe religiosa, la hermandad humana y el heroísmo. La música y la historia también juegan un papel primordial en sus novelas. Werfel defendió la idea de que siempre los valores espirituales individuales terminan triunfando. Esta sección pretende recordar los libros injustamente olvidados.
dos una vez Por Leo Larsen
El ranking de los libros menos vendidos es un sondeo al pasado Por Diego Valverde Villena Nr
Libros injustamente olvidados
1
Una letra de mujer azul pálido, Franz Werfel
2
Los trabajos del infatigable creador Pío Cid, Ángel Ganivet
3
Belarmino y Apolonio, Ramón Pérez de Ayala
4
Cuando el viejo Simbad vuelva a las islas, Álvaro Cunqueiro
5
Moneda de tres caras, Francisco Hernández
6
Los tres impostores, Arthur Machen
7
Vidas imaginarias, Marcel Schwob
8
Helena o el mar del verano, Julián Ayesta
9
Boquitas pintadas, Manuel Puig
10
Fermina Márquez, Valery Larbaud
El editor César Sanz con los escritores Diego Valverde, Guillermo Camacho y Armando Romero
AURORABOREAL Los 10 libros menos vendidos
libros menos vendidos
AURORABOREAL Manuel recomienda leer...
Aravind Adiga
Aravind Adiga Foto de internet
El periodista Manuel Cabrales Foto archivo AURORABOREAL
Nació en Madras, India en 1974. Terminó su educación secundaria entre India y Australia. Estudió literatura inglesa en la Universidad de Columbia en Nueva York y en el Magdalen College de Oxford. Trabajó en India como reportero de la revista TIME del 2003 al 2005; sus trabajos también han sido publicados en periódicos británicos como el Financial Times y The Independent. El Tigre Blanco (Man Booker Prize) es su primera novela. En noviembre 2008 apareció en la India su libro de cuentos cortos Entre asesinatos. En la actualidad vive en Mumbai.
Aravind Adiga
El Tigre Blanco se vende como pan caliente... Por Manuel Cabrales, periodista
En camino hacia la India me tropecé en una librería del aeropuerto de Roma-Fiumicino con El Tigre Blanco primera novela de Aravind Adiga; joven escritor indio que se demuestra un buen narrador sin temores reverenciales. Un libro bien diferente a todos los que logré leer en preparación de mi viaje a la India, una novela de un terrible realismo que me desbarajustó y confundió todas las imágenes que bailaban en mi cabeza sobre este mítico país. Me lo leí de un solo tirón durante el viaje y cuando desembarqué en Nueva Delhi pensaba en el nivel de impopularidad que se habría ganado Aravind Adiga con su primera salida entre la gente de la India actual, la India del esplendoroso desarrollo, la “shining India” de la vanguardia tecnológica. Me equivocaba. Me di cuenta inmediatamente, ya en el taxi que me llevaba del aeropuerto a mi alojamiento, en el tropel del tráfico de Nueva Delhi, en cada trancón o en los semáforos entre pordioseros y vendedores ambulantes que te ofrecen toda clase de chucherías, había muchachos que te ofrecían también ¡El Tigre Blanco! Popularidad que más tarde pude constatar recorriendo las
calles de la ciudad y en mis primeros encuentros con indios y extranjeros: “el libro se vende como pan caliente”, me dicen. Popularidad para mi sorprendente porque Aravind Adiga, con un lenguaje franco y escueto sin decoraciones literarias introduce al lector en las vísceras malolientes y en el ambiente tenebroso que las envuelve en la India luminosa de la nueva economía. En siete cartas escritas durante siete noches en la soledad de su oficina, Balram Halwuai, alias el Tigre Blanco, le cuenta al Primer Ministro chino que se prepara para una visita oficial en la India, su infancia en la miseria, su condición de siervo maltratado al servicio de patrones ricos y corrompidos y el secreto de un crimen que lo convirtió en un próspero empresario sin escrúpulos. En una narración que destila cinismo, sarcasmo y un humor grosero Aravind Adiga culmina dejando al lector desconcertado, deseoso de saber algo más y con la neta impresión de que este autor tiene todavía mucho por contar, que este escritor tiene futuro. El periodista colombiano Manuel Cabrales. Reside entre Roma y Nueva Delhi y es colaborador de AURORABOREAL.
AURORABOREAL Carta de Alemania
Vivir en otra lengua Una antología de Esther Andradi
Esther Andradi nació en Argentina, estudió Ciencias de la Comunicación en Rosario y en 1975 se fue al Perú. En Lima ejerció el periodismo escrito y publicó su primer libro. En 1980 viajó a Europa y se radicó en Berlín donde escribió guiones y reportajes para radio y la televisión alemanas. En 1995 regresó a Argentina y vivió en Buenos Aires siete años. Desde el año 2002 reside nuevamente en Berlín. Publicó libros de cuentos, novela y testimonio en Argentina (”Come, éste es mi cuerpo”, “Tanta Vida” “Sobre Vivientes”) y en Perú (“Chau Pinela” “Ser mujer en el Perú”).
Por Ricardo Bada
Intento meterme en la piel de un español o un hispanoamericano con vocación de escritor o periodista, o ambas cosas, que emigra a los Estados Unidos, a Suecia, incluso Australia, y que quiere salir adelante con esa vocación. Sé de lo que hablo porque llegué a Alemania en febrero de 1963 con el propósito de aprender el idioma alemán, pero de seguir escribiendo en el mío. Tuve la inmensa fortuna de que al poco tiempo de estar en el país me contrataran en la redacción latinoamericana de la emisora Radio Deutsche Welle, y así fue que pude realizar mi sueño... aunque a decir verdad nada más lo conseguí a medias, porque si bien me gané la vida escribiendo en castellano, mi alemán oral deja mucho que desear. Entretanto han pasado ya cuarenta años, y soy abuelo de nietos alemanes, pero sigo pensando en el problema de la vocación, sobre todo cuando me reúno con mi amigo José F. A. Oliver, que es español de pura cepa, español de corazón. Pero nació de padres malagueños nada menos que en la Selva Negra y hoy cuenta como uno de los mejores poetas alemanes de los últimos tiempos. Hasta del mítico Instituto de Tecnología de Massachussets lo han invitado para que vaya a Boston a dar recitales de su poesía. Debe ser porque José vale, ya que en Boston, y sin llamarte Cabot o Lowell, no te invitan tan fácilmente.
Ricardo Badala acerada observación de [Recuerden Nació en Huelva en 1939. Escritor y periodista, JRJ enenDiario un 1963. poeta Tiene reciénen su casado: reside Alemaniadedesde haber dospor antologías literatura–mala españolaamiga «Andan NewdeYork contemporánea, realizadas en colaboración ¿por de Boston, la culta, la Ciucon qué? Felipe Boso. dad-Eje– unos versillos que dicen así:
Here is to good old Boston The town of the beacon and the cod, Where the Cabots only speak to the Lowells And the Lowells only speak to God.
He conocido bien a una Cabot. ¡Cómo deben de aburrirse los Lowell! He leído La fuente de Lowell. ¡Cómo debe de estarse aburriendo Dios!»] Pero volvamos al caso de Oliver. Él fue a la escuela alemana y su idioma materno no es el de sus padres, sino el único que es de a de veras materno: el de la escuela. Y si bien José habla castellano, y no se le da nada mal, cuando se expresa poéticamente la lengua que le sale natural es la de Goethe, Hölderlin y Humboldt. Y no la de Cervantes y Borges, o mejor dicho, ya que estamos en ello: la de Cervorges. Me tomo la libertad de traducir uno de los poemas breves y menos hölderlinianos de Oliver, titulado “De dónde” y que dice así: «Crisis de identidad / se nos achaca / a la segunda generación / Crisis de identidad / Cómo puede hablarse / de una crisis / si nunca / tuvimos / una / identidad». Y a propósito de identidad : Hasta hacerse famoso, José Francisco Agüera Oliver, que siempre firmó José F. A. Oliver, tuvo problemas de ese tipo. Al extremo de que una vez lo programaron en un recital de Berlín como Josefa Oliver: «Cuando llegué –me contó riéndose todavía–, aquello era un mitin de feministas».
Hay otras experiencias, que a su vez provienen de algunas otras bastante traumáticas. Son las de gente muy valiosa en América Latina, que un mal día tuvo que abandonar sus lugares (Chile, Argentina, Uruguay, Bolivia, El Salvador) y debió abrirse paso en el extranjero. Varios fueron los países donde se acogieron en Europa, desde la gélida Finlandia hasta la tórrida Italia. Y el único capital que avalaba su futuro era el machihembraje de una vocación y un idioma: querían ser escritores o periodistas, y querían serlo en español. Increíble o no, muchos de ellos lo consiguieron. Hablaré primero del caso que mejor conozco, el ámbito del idioma alemán, entendiendo por tal no sólo Alemania, sino también Austria y la Suiza germano parlante. Aquí hay una cosecha auténticamente granada de gente que escribe en castellano y ha fundado tertulias literarias, asociaciones y centros culturales, y –¡asombro!– hasta editoriales, donde no se habla ni se publica nada más que en nuestro idioma. Pienso por ejemplo en la tertulia El Butacón de Hamburgo (con más de 30 años de acrisolada existencia) y en el sello editor Lateinamerika Verlag, del argentino Fabián Diez, en Suiza. Todos los años, en octubre, en la Feria del Libro de Fráncfort, la mayor del mundo en su género, se puede ver un pabellón chiquito (pero matón, como Speedy González) en el cuál se ex-
pone la obra de estos escritores latinoamericanos a quienes las tormentas de la Historia hicieron naufragar –hablo metafóricamente– en las playas alemanas. Los organizadores del pabellón intentaron catalogar semejante riqueza, alcanzando a listar media centena de nombres, desde los mexicanos Berenice Ammann y Salomón Derreza hasta la argentina Esther Andradi, pasando por los cubanos Jorge Pomar, Amir Valle y Jorge Luis Arzola, los chilenos Víctor Farías, Hernán Valdés y Mauricio Toro, los españoles Pilar Baumeister, Víctor Canicio y Fernando Aramburu, los colombianos Sonia Solarte y Ricardo Colmenares, los peruanos Julio Mendívil, Leopoldo Chariarse y Walter Lingán, y el ecuatoriano Israel Pérez. And last but not least el salvadoreño David Hernández, quien fue, antes de regresar a su país, algo así como el aglutinador de todos los empeños habidos y por haber en Alemania para que se sepa que de la lengua española no nos arrancan ni con fórceps. Digamos, pues, que a él, “dele Dios buen galardón”, parafraseando –pero en positivo– uno de los más bellos romances de nuestra lengua. Y a quien también habría que darle buen galardón, y ahora me salgo del mero ámbito alemán, es a la ya mencionada Esther Andradi, argentina santafesina pero berlinesa de adopción, por la antología que ha publicado en Buenos Aires, en las ediciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, una antología titulada Vivir en otra lengua (Literatura latinoamericana escrita en Europa) y en la que se agavillan trabajos de una docena de autores: el chileno Omar Saavedra Santis, el panameño Luis Pulido Ritter, la peruana Teresa Ruiz Rosas, el colombiano Luis Fayad y el salvadoreño David Hernández [éste mientras residió acá] escriben en Alemania; la colombiana Helena Araújo en Suiza; la argentina Rosalba Campra en Italia; la uruguaya Ana Luisa Valdés y su compatriota Leonardo Rosiello en Suecia; el ecuatoriano Ramiro Oviedo y la argentina Luisa Futoransky en Francia; y la mexicana Adriana Díaz Enciso en Inglaterra. Se trata de un libro admirable por muchos conceptos, sobre todo porque como dice Esther Andradi cerrando su prólogo, «[es] una aproximación a la literatura en español que escriben quienes viven en otra lengua. Más allá de las
circunstancias que motivaron el extrañamiento, permanecen en el país que los acogió y tienen en común la continuidad de la escritura en la lengua materna. (...) El idioma original se percibe entonces como aquellas casas edificadas en las riberas del río, construidas sobre pilotes, por cualquier cosa. Y aunque reciben el lujo de la ribera y gozan de su humedad, sus alimañas y sus beneficios, se defienden de la corriente, afirmadas en las preposiciones entre y desde y hasta, ahí donde estén. «La escritura es el ancla con la que tejen el vínculo con el país lejano, una suerte de istmo en el mar de otro idioma. Sumergidos en la vida en otra lengua, arrasadas la jerga, el habla cotidiana, el sonido de lo insustancial, las interjecciones y, en fin, todo aquello que es el sedimento de lo literario, estos escritores y escritoras cultivan la lengua original con la persistencia de la grama, que cuanto más se la arranca, con más fuerza crece. Matas salvajes de un territorio indomable. Siempre se vuelve al primer amor, como dice el tango». Por supuesto, y eso lo sabe muy bien Esther Andradi, este fenómeno de la transterración del escritor no es algo novedoso, ni siquiera notable, y así lo dice expresamente en ese prólogo: «Que gran parte de la literatura llamada latinoamericana se ha escrito en Europa, no es nuevo. Los grandes del boom escribieron sus novelas en Barcelona o París, pertenecen al jet set del mundo editorial internacional, son las estrellas de congresos internacionales, y los ecos de su escritura siguen rebalsando los programas de universidades europeas». Pero ella recoge en su antología a los que se realizan fuera del canon, de los grandes circuitos: «La gran mayoría de los autores y autoras de diversos países latinoamericanos radicados en una lengua distinta a la que escriben, viven entre dos aguas, buscando el reconocimiento en el país de origen, destinatario de sus ficciones. “Vivimos en París”, como escribía Darío, pero “París no nos conoce”. No tuve que buscarlos porque están en todas partes; antes bien fue difícil limitar una muestra de esta literatura». Explica luego la razón –evidente desde el título– de haber excluido a los residentes en España («se trata de un
extrañamiento dentro del mismo idioma») y constata que a pesar de que se ha limitado en su antología a la prosa narrativa, tampoco faltan los poetas latinoamericanos en este catálogo del desarraigo: bástenos recordar al venezolano Enrique Moya, en Viena; el peruano Américo Ferrari, en Ginebra; y la uruguaya Martha Canfield, en Florencia, y cómo el también peruano Jorge Eduardo Eielson, «hizo de Roma su residencia definitiva, en todos los sentidos». Sólo se pregunta si los autores que viven de este lado del charco querían seguir manteniendo el español con esa tenacidad, o es que no tenían otra chance. Porque de hecho, Esther Andradi cree que el idioma con que se escribe no es algo que se decide desde la voluntad, sino que son muchas las veces en que las propias historias dictan su lengua. Y así mismo se pregunta si una vez abandonado el territorio donde se nació, se puede abandonar también el espacio del idioma. Quienes lo hicieron (Conrad, Nabokov, Beckett...) continúan siendo excepciones. Como sus mismos compatriotas Héctor Bianciotti y Juan Rodolfo Wilcock, dos escritores tránsfugas, al francés y el italiano, respectivamente. La lectura de Vivir en otra lengua se convierte luego en una especie de juego del escondite con las referencias, o una especie de rara carrera de eslalon entre las biografías de los escritores y el mundo de sus creaciones. Para nada resulta raro que un porteño chileno (de Valparaíso, pues), residente en Berlín, haga protagonista de su cuento a un paisano suyo de visita en Roma; es el caso de Omar Saavedra: o que una colombiana que vive en Lausana, Helena Araújo, haga viajar a otra colombiana de Ginebra a Suiza. Menos raro aún es encontrar personajes compatriotas del autor en su país de origen: es el caso de los cuentos de Ramiro Oviedo, Ana Luisa Valdés, David Hernández, Luis Pulido Ritter y Luis Fayad, aunque si bien en este último caso no se dice expresamente, está claro como el agua que esa ciudad de su agobiante relato no puede ser otra sino Bogotá. La paleta, sin embargo, no se agota en ese juego del escondite de las personalidades, ni en ese eslalon entre biografía y creación. La protagonista del cuento de la peruana Teresa Ruiz Rosas es
una agente literaria islandesa que vive en Reikiavik; el de la argentina Rosalba Campra, un arcángel en el Río de la Plata durante la época de la conquista de América; y el del uruguayo Leonardo Rosiello, nada menos que un enviado del rey de España a la corte de un sultán chino. Tan sólo la mexicana Rosario Díaz Enciso elude los parámetros tópicos: su narración discurre en un No Man’s Land, durante un otoño homicida. Rancho aparte, en todo sentido, el texto de Luisa Futoransky, un ensayo sobre el “mal de ojo” que funciona como un cuerpo extraño en la estructura total de esta antología, siendo ello tanto más extraño si pensamos que su autora tiene buena pluma para la narrativa, demostrada en sus tres novelas publicadas hasta la fecha. Como la pescadilla que se muerde la cola, intento una vez más meterme en la piel de un hispanoamericano con vocación de escritor o de periodista, o de ambas cosas, y que llega a los Estados Unidos, a Suecia, incluso Australia, y quiere salir adelante con esa vocación. Sólo sabría decirle que el alemán es bastante, bastante más inhóspito que el inglés y hasta puede que el sueco, pero hemos sobrevivido a su garra helada. La que cuando se deshiela llega a producir semejantes milagros: «¿Y a mí que más me da?, / digo a punto de llorar». O bien: «De este árbol del Oriente, / a mi jardín venido, / un secreto sentido / su hoja guarda latente. / ¿De un ser vivo se trata, / partido en dos mitades? / ¿O son dos unidades / juntas de forma grata? / Pienso que es lo más noble / aunar dos universos: / ¿no sientes en mis versos / que soy sencillo y doble?» Son poemas de un tal Goethe. Que tampoco era manco. Pero claro está; para manco, Cervantes.
Ricardo Bada escritor y periodista Ricardo Bada (*Huelva/España, 1939), escritor y periodista residente en Alemania desde 1963. Autor de La generación del 39 (cuentos, 1972), Basura cuidadosamente seleccionada (poesía, 1994), Amos y perros (cuento, 1997), Me queda la palabra (ensayos, 1998) y Los mejores fandangos de la lengua castellana (parodias, 2000). Editor en Alemania, junto con Felipe Boso, de una antología de litera-
tura española contemporánea (Ein Schiff aus Wasser [Un barco de agua]), y en solitario, de la obra periodística de Gabriel García Márquez y los libros de viaje de Camilo José Cela. Editor en España de la obra poética de la costarricense Ana Istarú (La estación de fiebre y otros amaneceres, 1991), y en Bolivia de la única antología integral en castellano de Heinrich Böll (Don Enrique, 1995). Colaborador regular de ABC, Letras Libres, Cuadernos Hispanoamericanos y Revista de Libros (España), La Opinión (Los Ángeles/California), El Malpensante y El Espectador (Colombia), Nexos y La Jornada (México), y SoHo (Costa Rica).
Las cuitas de Zana Lina María Pérez Gaviria De la obra de ficción de Helena Araujo leí recientemente dos cuentos: 10, Chemin du Levin publicado en Ardores y furores. Relatos eróticos de escritoras colombianas (Bogotá: Planeta 2003) y El coloquio de Claudia en Cuentos colombianos del siglo XXI (París: Indigo & Côtefemmes èditions, 2005). Ambos muestran la solvencia de una pluma sensible e imaginativa que reflexiona sobre lo femenino desde lo erótico y desde el quehacer literario. En estos relatos la autora logra una poética narrativa en su pluma fluida y vital. En este epistolario detiene su mirada en las paradojas de una mujer capaz de examinar sus dramas y aventuras y de buscar la liberación en las revelaciones de su propio espejo. Las cartas que escribe Carlota a su prima Elisa Ayala se sienten frescas, se leen de un tirón. Sí, por qué no decirlo, uno prefiere que sea Zana, cálida, aguda y graciosa la que cuenta, y no una Carlota, con nombre demasiado tieso y majo para una mujer que sabe mirar con ojo crítico las convenciones de una época en la cual el destino femenino era una camisa de fuerza. Las cartas tejen una historia, la de una mujer que desde la adolescencia intuye que debía abrir ventanas a la vida almidonada y llena de polillas en la que había crecido. Una bitácora vital que registra tedios, temores y deseos. Un registro de las geografías hechas metáforas en jaulas y balcones, cuevas y refugios y que van marcando territorios estéticos tanto de la palabra como de la pintura. Las casas de Teusaquillo, el Chicó, el Coun-
try Club, el apartamento de Álvaro, la clínica Quinta Blanca, las sucursales del 5 y 10, la finca El Refugio, el apartamento de Ginebra, son los puertos de la vida de Zana. Mientras Myriam, Inés y Tita viven para ‘entretenerse’, ella esquiva mandamientos estúpidos como hacer floreros, jugar tenis y portarse bien en las visitas. Se siente impulsada a proteger lo más auténtico de su esencia. Zana observa y examina, y esa observación se transforma en palabra, en trazos y colores. La escritura desparpajada fluye con la naturalidad de esas cuitas que se escriben con afecto, pero también dando un valor expresivo a los episodios; la palabra sincera y coloquial redime. Y leemos las cartas no sólo como si fuéramos la querida Eli, sino como si fuéramos la misma Zana, porque también identificamos en ella a mujeres cercanas, y quizás, a nosotras mismas. Nos hace cómplices y protagonistas. Y el mismo efecto opera para la obsesión por la pintura: pintamos con ella naranjas, toronjas, hojas de otoños lejanos y también ilustramos libros infantiles. Nos embriagamos con su vitalidad en el doloroso proceso para desahogar angustias y miedos, y para sonreír ante sus deleites. Zana va convirtiendo su existencia en materia manejable. Así el amor, el sexo, el matrimonio, la maternidad, la depresión, la militancia política, el feminismo, y el arte se le van revelando en su propio testimonio con sus enigmas y certezas. Zana examina sus relaciones y con fina ironía reconstruye su vida cotidiana, buscando liberarse del lastre de la sociedad bogotana de mediados del siglo pasado en la que no se acomoda. Los hombres que se cruzan en su historia reafirman en ella sus convicciones producto del lento aprendizaje hacia la libertad. Esteban su marido; Álvaro, su amante; Basilio Garzón, Jorge Galindo, Eseoese, el doctor Puig, Felipe...le sirven para medir sus emociones y finalmente, buscar salidas no convencionales. A su vez, Elisa, siempre lejana en el espacio pero tan cerca de su corazón le dará la pauta de un coraje alumbrador. Las cuitas de Carlota, caramba, son un ejemplo certero del género epistolar. Los epígrafes tomados de poemas de Ida Vitale, Martha L. Canfield, María Mercedes Carranza, Anabel Torres y Montserrat Ordóñez, abren el sobre que contiene un testimonio inquietante de ironía y acción.
AURORABOREAL Reseña de libros
sin haber tenido ni la más mínima idea, ni educación, ni aviso que nos pusiera al tanto de la agresividad de la fisiología masculina. El macho, el macho colombiano, el macho bogotano. El “indio comido, indio ido” del chiste que trae a cuento Helena con tanta gracia y en el momento más oportuno. O el hombre oportunista que no solamente considera a la mujer como su utensilio sexual sino que además la explota como trabajadora no remunerada ni sentimental ni económicamente, para su propio beneficio. Esos son los tipos literarios con que Helena trajina en este estupendo libro. En ocasiones pensamos que seguramente Helena siente la nostalgia del desterrado. Cuando su protagonista corre enjaulada entre su auto de su casa en el Chicó al consultorio de su psicoanalista, o cuando desde el parqueadero donde la ha dejado su Celestina, camina por el centro de la ciudad a la cita clandestina con su amante, Helena parece que estuviera reviviendo esas calles todavía pobladas con las mismas acacias mimosas sembradas en épocas del presidente Santos para la celebración del IV Centenario de la ciudad de Bogotá, que en estas épocas ya se han derrumbado carcomidas por el tiempo y la falta de raíces. Las casas estilo californiano o estilo inglés o estilo cualquiera porque somos, hemos sido y seremos siempre colonialistas. Los barrios elegantes, el tejido socio-económico de los poderosos de otrora, puesto que ahora son otros los poderosos que están invadiendo esos mismos barrios, clubes y sitios de diversión. De su ga-
rrote literario nadie se salva, ni los políticos colombianos de turno, ni siquiera la Curia Metropolitana, celosa salvaguardiana de un Concordato que ha mantenido a raya a la sociedad colombiana en contra de la disolución del indisoluble matrimonio católico durante toda la historia del país. Ni aún las instituciones políticas, no sólo de Colombia sino de la impoluta Confederación Helvética “en sus persecuciones a refugiados políticos, actos de inmoralidad administrativa e incorrección bancaria”. Siempre hemos admirado al Yo de Helena, productivo, positivo, que nos ha traído tantas respuestas y tanto linimento a nuestras llagas antiguas que teníamos olvidadas y que al leer este libro con entusiasmo, volvimos a sacar del cajón de los recuerdos.
La carrera literaria de la escritora Gloria Serpa-Flórez de Kolbe abarca cincuenta años de producción y publiAutora de nueve obras. Miembro Correspondiente de cación en libros individuales, tomos la Academia Colombiana de la colectivos de Historia de la Literatura, Lengua. revistas culturales y suplementos literarios de diarios colombianos y alemanes. Experta en el estudio y difusión de la obra del poeta romántico Julio Flórez, coronado en 1923 como Poeta Nacional ha publicado una Trilogía de estudios sobre este poeta colombiano. Miembro Correspondiente Nacional de la Academia de Historia de Santander, Colombia, a partir de 2004, con la cual colabora por medio de conferencias e investigaciones históricas Gloria Serpa-Flórez de Kolbe orientadas especialmente hacia el tema www.gloriaserpaflorez.com de la mujer.
Miembro Correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua desde 2008. Sus columnas periodísticas publicadas desde 1951, han sido básicamente dedicadas a la crítica social. A partir de 1972 el diario “El Tiempo” de Bogotá instituyó su columna El Tejido de Penélope en la cual obtuvieron resonancia sus diatribas en contra de las diferencias flagrantes de las estructuras de nuestra sociedad ultra colonialista. Desde hace treinta años se ha dedicado ininterrumpidamente a hacer conocer la literatura lírica colombiana en Conferencias y Lecturas en España, Colombia y Alemania. Ha trabajado activamente en presentar a los poetas contemporáneos en persona,
Helena Araújo Las Cuitas de Carlota Biblioteca íntima March Editor Barcelona 2003
Por Gloria Serpa-Flórez de Kolbe
155 páginas que se devoran en un santiamén. Estilo ágil, agradablemente narrativo, es la señora bogotana quien está contando sus verdaderas cuitas, que son realmente tragedias, aunque muchas veces estén teñidas con el más sutil humor bogotano. Helena Araújo, profesora de Universidad en Lausana, Suiza; investigadora infatigable de la literatura femenina, se deja ahora venir con una novela encantadora, que seguramente va a sacar ampolla en la rancia sociedad bogotana que no ha cambiado en nada durante este lapso de medio siglo o más en que la trama se desarrolla: la misma vida ociosa, los mismos lugares de reunión, las lenguas desatadas y las miradas curiosas que escudriñan a quien trata de salirse de los moldes que han sido acuñados por la tradición cachaca durante tantas generaciones. Es valiente nuestra escritora colombo-suiza. Con alegre desenfado, describe situaciones aberrantes de esas primeras noches de las lunas de miel de nuestras épocas en que las novias vírgenes mirábamos como espectadoras pasivas aterradas lo que nos iba a suceder,
Gloria Serpa-Flórez de Kolbe
Roberto Burgos Cantor nació en Cartagena de Indias, la bella, en 1948. Allí transcurrió su infancia y buena parte de su adolescencia. En la Universidad Nacional de Colombia se graduó en Derecho, Ciencias Políticas y Sociales. En su etapa universitaria ganó un premio de Cuentos convocado por la Universidad Pontificia Javeriana, en la época que estudiaban allí los hermanos Pizarro León Gómez, Carlos y Eduardo. Fueron jurados Helena Araújo y Policarpo Varón. Después recibió el premio nacional de cuento Jorge Gaitán Durán.
Premio Narrativa José María Argüedas, Casa de las Américas, Cuba, 2009. * Forma parte del libro en preparación "Entre la pompa y el fracaso: la novela histórica en Colombia (1988-2008)".
Ha publicado: Lo Amador (cuentos, 1980), El patio de los vientos perdidos (novela 1984), De gozos y desvelos (cuentos 1987), El vuelo de la paloma (novela 1992), Pavana del ángel (novela 1997), Quiero es cantar (cuentos 2000), Juegos de niños (cuentos 2001), Señas Particulares (testimonio 2002), La ceiba de la memoria (novela 2007) que recibió en el año 2009 el premio de narrativa José María Argüedas de Casa de las Américas, Cuba.
Por Pablo Montoya
De las novelas que se ocupan de la colonia colombiana sobresale La ceiba de la memoria (2007) de Roberto Burgos Cantor. Su propuesta experimental, la recreación del mundo de la esclavitud del siglo XVII a partir de diversos personajes históricos, su profunda y moderna indagación ética sobre el sufrimiento humano, así como el recorrido poético por diferentes espacios de la Nueva Granada, la convierten en una de las obras cumbres de la literatura colombiana. El propósito de Burgos, de hacer un fresco literario de la esclavitud, sin desconocer sus conexiones con la época moderna, se logra cabalmente. La ceiba de la memoria significa varias cosas. En primer lugar, evidencia la plena madurez de un escritor que ha seguido fiel tanto a su universo literario anclado en el Caribe colombiano como a sus técnicas narrativas que tanto le deben al monólogo interior joyciano, a la puesta en abismo de la nueva novela francesa y a las visiones caleidoscópicas que provienen de la narrativa norteamericana moderna. La ceiba de la memoria, en segundo lugar, es una lúcida continuación de una tradición literaria que se pregunta sobre la presencia de los negros en la conformación de la cultura contemporánea americana. Burgos no sólo dialoga con la literatura colombiana de asunto negro, piénsese en Candelario Obeso, Jorge Artel, Manuel Zapata Olivella y Arnoldo Palacios, sino que sus consideraciones sobre la esclavitud, las mezclas raciales y el racismo establecen puentes con los momentos más
trascendentales del movimiento negro universal. Quien se acerque a La ceiba de la memoria sabrá que la figura de ese árbol tutelar de los trópicos hunde sus raíces en la poesía de Léopold Sédar Senghor, de Aimé Cesaire, de Tchicaya U’Tamsi, de Derek Walcott. El libro conversa, igualmente, con las primeras novelas negras de Alejo Carpentier y con la obra ensayística de Edouard Glissant. Burgos construye un apasionante juego de resonancias literarias donde desfilan atmósferas, tiempos, personajes, consideraciones que remiten a El reino de este mundo (1949), a Changó el gran putas (1983), a El reino del caimito (1977), al Cuaderno de un retorno al país natal (1939) y a El discurso Antillano (1981). Son estas variadas conexiones las que otorgan a la novela un soporte intertextual de matices universales de gran vitalidad. La ceiba de la memoria, en tercera instancia, rompe con el esquema tradicional de la novela histórica creando una zona de intersección donde se unen los finales del siglo XX con los inicios del siglo XVII. Según Amado Alonso y otros teóricos de la novela histórica, esta frecuente presencia de la modernidad, es decir de la intromisión del propio tiempo del autor en el pretérito tiempo recreado, le quitaría a la obra de Burgos su condición histórica. Tal acotación, sin embargo, que los investigadores han respetado a lo largo del tiempo, aquí resulta minimizada, pues resulta evidente que uno de los mayores aciertos de La ceiba de la memoria
son sus deslizamientos de una época a otra. La novela asume una estructura polifónica. Hay, por ello, una múltiple focalización narrativa que favorece la movilidad espacial, temporal y psicológica que presentan los personajes. A través de las voces de españoles y africanos del siglo XVII y de latinoamericanos y europeos en el siglo XX, la novela va desgranando sus dolorosos eventos. Hay un fenómeno de abanico por esta diversidad de personajes a quienes se les da espacio para que hablen y se desnuden íntegramente ante el lector. Desnudez que no es de índole física sino sobre todo ética y moral. Todos los capítulos de la novela poseen un tipo de focalización interna porque sus narradores están involucrados directamente con la trata de los negros. Hablan los esclavos – Analia Tu-Bari y Benkos Biohó- casi siempre en primera persona. Hablan los sacerdotes desde una tercera o segunda persona del singular que termina otorgándoles la palabra – Pedro Claver y Alonso Sandoval-. Habla la española Dominica Orellana, la esposa del escribano de la ciudad. Habla Thomás Bledsoe, el autor que está escribiendo a mediados del siglo XX la novela sobre la esclavitud en Cartagena de Indias y cuyos capítulos fundamentales, aquellos en los que hablan los esclavos y los españoles del siglo XVII, forman parte de La ceiba de la memoria. Y habla una última voz, esa que se pasea
Roberto Burgos Cantor. Foto Pablo Burgos
AURORABOREAL Libros
La Ceiba de la memoria Las voces de la esclavitud *
por el museo del horror de Auschwitz y que es quien edifica el conjunto de la novela desde una perspectiva audazmente contemporánea. Ahora bien, en la medida en que se conocen los hechos, va surgiendo un contorno de permanente requisición frente a los modos en que la infamia humana ha marcado el pasado y el presente. La ceiba de la memoria plantea así otro de sus distintivos: la oscilación incesante entre la acción y la reflexión. El efecto de tal oscilación ética, acompañada por la polifonía narrativa y el diálogo de las épocas es, en definitiva, lo que da densidad y profundidad a la novela. Estos aspectos reclaman, sin duda, la concentración de un lector juicioso. La ceiba de la memoria es una novela de alta complejidad estructural donde fluyen tres ejes temporales: las primeras décadas del siglo XVI y dos períodos del siglo XX. La voluntaria fragmentación de los tiempos y los espacios, la ausencia de una lógica continuidad en la trama, son factores, entre otros, que se desprenden del contorno polifónico de la obra. Por otra parte, están las exigencias estilísticas de una prosa que menosprecia con frecuencia el rigor de la puntuación, acude a proliferación de preposiciones y demostrativos, y presenta sujetos tácitos que exigen del lector volver una y otra vez sobre las frases leídas. Pero esta es la propuesta del autor y él termina ganando ante los aciertos de su poderosa escritura. Una escritura que reproduce con fuerza los matices de la geografía y el clima; las secreciones orgánicas, las heridas, los olores, la mugre y la descomposición generada por la esclavitud; las moradas, los caminos, los ríos y el mar por donde transitó esa humanidad agobiada por los vejámenes; y, finalmente, los encuentros sexuales entre españoles y negros que ofrecen los más desgarradores y simbólicos momentos de este encuentro de hombres distintos y solo fundidos por el ansia amorosa de sus cuerpos. Lo más seguro es que el común lector colombiano, esa extraña criatura que vacilamos en aceptarla en su condición colectiva, termine expulsado de este inquietante universo narrativo que, ante el olvido y la amnesia del presente, opta por volver al ayer para enfrentar las hondas heridas que nuestro mestizaje posee en sus momentos fundacionales. El fresco literario de la esclavitud que presenta La ceiba de la memoria está
adherido a la indagación ética del mal. Burgos Cantor toca las raíces religiosas y económicas que sostuvieron las miserias morales y el dolor físico de la trata del hombre negro. Tzvetan Todorov dice en Los abusos de la memoria (1992), esa lección sobre los rituales de la memoria en los tiempos actuales, que todo acto de reminiscencia es necesariamente un acto de resistencia. Por ello cuando Analia Tu-Bari, una de las voces negras que habla en la novela, exclama: “Mi memoria es dolor”, Burgos está refiriéndose no sólo a la necesidad individual de esa esclava de preguntarse por los motivos que han conducido a un grupo de hombres a despojarla de su familia y su aldea, de sus amores y su tierra, de su lenguaje y sus dioses, sino también a la urgencia que tienen los pueblos de sumergirse en su duelo histórico para sanar las raíces del mal. Y el mal no es que más que provocar sistemáticamente el sufrimiento humano. La ceiba de la memoria recuerda las peores vejaciones que vivieron los esclavos negros. Las bodegas de los barcos de la trata llenas de vómitos, excrementos y enfermedades, la marcada en la piel con el fuego, la revisión por parte de los traficantes de los orificios corporales –la nariz, las orejas, la boca, los genitales, el ano-, el trabajo extenuante de más de 16 horas diarias, las violaciones de las mujeres, la horca, el fusilamiento, la tortura para los cimarrones. En tanto que gira sobre el despojo humano y la extraña unión que realizaron los que torturaron con los torturados, la novela de Burgos es una pregunta constante sobre la alteridad. Pedro Claver, el san-
to, se pregunta qué puede hacer un soldado de Dios en un mundo de locura y de pillaje. Alonso de Sandoval, el filósofo, se pregunta qué puede hacer un hombre de conocimiento en un mundo de expropiación y crueldad. Dominica de Orellana, la esposa del escribano, se pregunta qué puede hacer la esposa de un funcionario en un mundo construido sobre la humillación y el dolor. Benkos Biohó, el negro, se pregunta qué puede hacer un esclavo en un mundo inhumano y salvaje. Thomas Bledsoe, el escritor, se pregunta qué puede hacer la escritura en un mundo que olvida y se ahoga en la desmemoria. Uno de los supremos hallazgos de la novela es que en torno a estos interrogantes van tejiéndose las respuestas. Y todas ellas forman un fondo ético que sólo pretende enaltecer la aplastada dignidad humana. Acaso una de esas repuestas, que más atañe a la literatura, es la que se expresa voluntariamente en las primeras páginas de la novela. “Las palabras son esencia de lo que nombran”, y “nombrar es revelación”. La letra salva porque ella es lo que hace memorables a los seres y a las cosas.
Me he referido al carácter dialógico de la novela. Esto supone uno de los rasgos esenciales de la alteridad tal como la concibe Burgos. Existencia de dos y en este sentido pluralidad que se extiende hasta abarcar la diversidad de los rostros sociales y de las épocas. Dos escritores reaccionan ante al horror: Thomas Beldsoe lo hace frente a la esclavitud en la Nueva Granada y el anónimo narrador frente a Auschwitz en Polonia. Dos monjes reaccionan frente al comercio de los negros: Pedro Claver lo hace desde la compasión y la misericordia y la entrega total al servicio de los dolientes, Alonso Sandoval desde la indagación en las fuentes filosóficas del cristianismo que le permitirá escribir uno de los libros precursores de los derechos humanos: De Instauranda Aethiopum Salute (1627). Dos esclavos reaccionan ante el ultraje: Tu-Bari, que se niega al olvido impuesto por los blancos, y Biohó lo hace desde el grito palenquero que traspasa el silencio. Finalmente, está Dominica de Orellana, la española que siente una fuerte atracción física e intelectual por el mundo de los negros bozales y ladinos. A todo momento Dominica intenta una comunicación desde la distancia con su institutriz austriaca Gudrun Bechtloff, que es como su alter ego, representantes las dos de lo que pudo ser entonces el ideal de la mujer liberada. Lo interesante es que en este permanente dualismo, Burgos no cae en la tentación de darle la palabra al victimario. El coro que se expresa en La ceiba de la memoria está sustentado en el dolor vivido por las víctimas de esta institución que dejó tantos millones de muertos a lo largo de los tres siglos de su existencia. En la novela jamás oímos a los burócratas del estado imperial, ni a los banqueros, ni a los mayores comerciantes de la trata. Apenas se escucha en el vocinglero puerto de Cartagena de Indias los gritos de los marineros que ofrecen las virtudes corporales de algún africano recién desembarcado. En cambio, oímos las conflictivas voces de los misioneros que hoy la historia valora como los apóstoles de los negros. Se oye la voz de Orellana que tiene que esclavizar pero que lo hace con suavidad y tratando de humanizar desde la comprensión y el respeto el infortunado presente del esclavo. Se oyen las voces de los negros que se niegan a olvidar su origen y se resisten a perder su dignidad. Todas las voces saben, en todo caso, que “lo que atenta contra lo hu-
mano crea monstruos, deformaciones, epidemias, más mal, desastres”. Es verdad que a la hora de sentirse víctimas de la Historia, los hombres, o mejor dicho, las comunidades golpeadas, suelen pregonar su malestar como si fuera el peor y piensan que ningún otro desgarramiento podría comparárseles con el que ellos padecen. Pero en La ceiba de la memoria jamás se presenta esta actitud. Burgos no se preocupa por afirmar que el de los negros ha sido el más cruel genocidio de todos los tiempos. No hay exterminio peor que otro. A todos los cubre por igual la ignominia. Es inútil y mezquino comparar a negros con judíos, a opositores soviéticos con armenios, a tutsis con indígenas americanos, para señalar un absurdo primer lugar en los ámbitos de la desdicha humana. En algún momento, sin embargo, uno de los narradores de la novela establece un paralelo entre los campos de concentración nazi y la trata de la esclavitud en Cartagena de Indias. Lo que supone la novela en este punto es provocar un paralelo de crueldad continuada a lo largo del tiempo para que los hombres sepan que nunca están exentos de caer en los pozos del crimen generalizado. Es como si se dijera, a partir de esta permanencia del sufrimiento, que no sólo hay que rememorar a las víctimas del pasado. Es menester también ocuparse de las de hoy. Y esto debe hacerse no desde la práctica de un frívolo y mediático culto de la memoria, sino desde una honda inmersión individual y colectiva en el pasado. La ceiba de la memoria, sin jamás caer en el tono inflamado del panfleto o en la denuncia de ribetes sociológicos, plantea lo que Todorov denomina “uso ejemplar” de la memoria. Con esta expresión el crítico se refiere a aquellos individuos que, a través del recuerdo sistemático de los acontecimientos tortuosos, defienden el respeto por la dignidad humana y no se someten ciegamente a la tiranía del pasado. Y al enfatizar esta necesidad ética de conservar los recuerdos, ellos saben que combaten las injusticias del hoy. La ceiba de la memoria, por este particular trato que da a las víctimas de la esclavitud, es una novela potencialmente liberadora. A lo largo de sus cuatrocientas páginas la escritura, sin desconocer jamás que se está en los terrenos donde la ficción y la historia se abrazan, se compromete con la justicia y posibilita el diálogo con la existencia siempre crítica del otro.
Pablo Montoya (Colombia, 1963). Ha publicado los libros de cuentos Cuentos de Niquía (Vericuetos, París 1996), La sinfónica y otros cuentos musicales (El propio bolsillo, Medellín 1997), Habitantes (Indigo, París 1999), Razia (Eafit, Medellín 2001) y Réquiem por un fantasma (Hombre Nuevo Editores, Medellín, 2006); los libros de prosas poéticas Viajeros (Universidad de Antioquia, Medellín 1999), Cuaderno de París (Eafit, Medellín, 2006) y Trazos (Universidad de Antioquia, Medellín, 2007); el libro de ensayos Música de pájaros (Universidad de Antioquia, Medellín, 2005); y las novelas La sed del ojo (Eafit, Medellín, 2004) y Lejos de Roma (Alfaguara, Bogotá, 2008). Pablo Montoya es Primer Premio del Concurso Nacional de C u e n t o “ G e r m á n Va rg a s ” (1993). En 1999 el Centro Nacional del Libro de Francia le otorgó una beca para escritores extranjeros por su libro Viajeros. El libro Habitantes ganó en el 2000 el premio Autores Antioqueños. Réquiem por un fantasma fue premiado por la Alcaldía de Medellín en el 2005. Ha participado en diferentes antologías de cuento y poesía colombiana y latinoamericana. Realizó estudios de música en la Escuela Superior de música de Tunja. Hizo la licenciatura en filosofía y letras en la Universidad Santo Tomás de Aquino en Bogotá. Igualmente, obtuvo la maestría y el doctorado en Estudios Hispánicos y Latinoamericanos en la Universidad de la Sorbonne Nouvelle (París III). Sus traducciones de escritores franceses y africanos, sus ensayos sobre música, literatura y pintura, han sido publicados en diferentes revistas y periódicos de América Latina y Europa. Actualmente es profesor de literatura y coordina el Doctorado en Literatura de la Universidad de Antioquia, Colombia.
AURORABOREAL Reseña de libros
Colombia vibra en la nueva novela de Fayad Por Guillermo Alberto Arévalo*
Testamento de un hombre de negocios, la más reciente novela de Luis Fayad, constituye un experimento narrativo novedoso en la literatura colombiana. Se trata de un largo relato, de casi trescientas páginas, exclusivamente basado en diálogos. Para apreciar la dificultad técnica de tal recurso estilístico, bástenos recordar que alguna vez García Márquez, explicando la casi ausencia de diálogos en Cien años de soledad, dijo que en lengua española el diálogo suena falso. Son diálogos que además evocan otras conversaciones, de personajes que no aparecen directamente en la novela, y a través de los que el lector se va enterando de los detalles de la narración. Como dirían los teóricos, dialógica de la dialógica, multifocalización y polifonía. Es así como, partiendo de unos pocos personajes centrales, todos conversan con Jacinto, el eje narrativo de la novela: su madre, que inocentemente lo envía a las primeras entregas de los paquetes del "negocio" ocultos en su morral del colegio; su padre, un comerciante de clase media que se va involucrando en el narcotráfico, fanático de las telenovelas y dueño de una serie de negocios de fachada que van ampliándose a medida que avanza el relato; él mismo, Jacinto, que decide no estudiar en la universidad a pesar de haber sido un bachiller brillante, porque lo aturde el dinero fácil; sus amigos, que se integran al narcotráfico (Marcelo, el cuchillero; Régulo, el que finalmente resulta asesinado en su audacia vengativa, y Lucio, el casi hermano del alma). Ellos y sus espacios, como el Bar de la Tongolele o el Bar Selecto, o el Club exclusivo donde Fabiola (hermana de Lucio y futura esposa (de Jacinto) conocerá al senador, al aristócrata venido a menos y a sus hermanas y cuñadas y, a través de ellas, toda la corrupción y las intrigas de la burguesía criolla. Cabe aquí una reflexión acerca de la historia narrativa de Fayad. Desde sus primeros cuentos se hace patente la concentración del núcleo de sus relatos en estructuras familiares. Y qué no decir de Los parientes de Ester, su primera novela, desde cuyo título está involucrada la parentela. Pero se encontrará también en La caída de los puntos cardinales, la novela de las familias inmigrantes del Medio Oriente, en sus otras novelas y, magis-
tralmente, en sus dos novelas cortas, La carta del futuro y El regreso de los ecos. Se trata de familias que involucran a los vecinos, al servicio doméstico, a todo lo que linde con ellas. En la novela que nos ocupa, Testamento de un hombre de negocios, aparecen el padre, la madre, la hermana Juana Inés, la abuelita Nicolasa y las tres primas, amén de la esposa, los hijos, y los cuñados. Pero en esta novela el panorama se amplía, pues al negocio se arriman la CIA (siempre buscando los posibles beneficios para Estados Unidos y las pingües ganancias de cada uno de sus agentes), el clero, con su ingenuo cura y su rapaz obispo, los indígenas, representados por Anepo, quizá el único personaje íntegro y transparente de la novela, los desempleados, los desplazados, la embajadora de la potencia extranjera enredada en envíos de cocaína a su país por la vía de la valija diplomática, los corredores de apuestas hípicas, el industrial, el comerciante, el señor feudal que les niega un vasito de agua a los campesinos, jueces asesinados, concejales que espían a sueldo y, en fin, toda la fauna que nos presenta la realidad del país. Aquí se describe cómo en el gran negocio se involucran las Fuerzas Armadas; la infiltración en los festivales de poesía, teatro y artes plásticas; las consecuentes desapariciones, los asesinatos de sindicalistas; los apagones debidos al mal manejo de los recursos, y las crueles muertes de los delatores. Esta característica hace que no nos encontremos con un narrador ajeno a la historia, sino con múltiples voces que cuentan lo que va aconteciendo —a menudo con saltos temporales que nos omiten ciertos sucesos—, voces que configuran una imagen panorámica de la Colombia de nuestros días, girando alrededor de un personaje cuya vida nos es descrita dialógicamente. Una visión apretada, si se quiere, pero que denota el deseo de su autor de decirlo todo de una buena vez, como si lo llevase contenido dentro de sí y lo liberase con fuerza en este texto, en el que hablan y gritan tantas voces. Tal polifonía solamente encontraría antecedentes en la novela colombiana en buena parte de La casa grande, de Álvaro Cepeda Samudio, y a escala latinoamericana en algunos pasajes de las novelas de Manuel Puig. Pero el manejo que le otorga Fayad al uso cotidiano de la conversación y de los monólogos —sermones en verdad— es todo un hallazgo narrativo. Alrededor de la historia de vida de Ja-
cinto, se va revelando cómo su familia, las familias cercanas, aquellos que emigraron del país, los insurgentes, las "paratropas", las tropas, los senadores, los ministros, los embajadores, la CIA y los indígenas, van conformando un tejido social inexorablemente criminal, una red que a todos envuelve. Y aparece un escritor, contratado por Jacinto ya en su vejez, al que se Ir impone la censura del relato. Escritor que indaga por razones, por hechos, por causas, y que no obtiene respuestas. Contrasta este escritor con los multifocales narradores de la novela. Jacinto, finalmente, sólo estaba jugando con la vida a través del "negocio". Termina siendo un pelele infantil, que únicamente desea que su hermana Juana Inés, la arquitecta, le construya una casa con espacios adecuados para jugar pingpong, futbolín y pistas de carritos electrónicos; y no se da cuenta de que todo el ilusorio imperio que construyó se está derrumbando cuando ya ha sido publicado el libro del escritor. Termina solitario, en su casa de campo, sin que ya lo vuelvan a visitar su mujer ni sus hijos, menos lo amigos muertos o presos, y bajo la sombría amenaza de una nueva tropa que lo va cercando. En esta instancia la novela no aclara el cómo, el por qué ni el cuándo un nuevo gobierno restaura el orden y la equidad. Pero Jacinto sabe que ya no tiene nada material que legar en su testamento. Solamente puede testar la historia de su vida. Los lectores encontrarán en Testamento de un hombre de negocios no sólo una narración apasionante, sino también un motivo de reflexión, un aporte al análisis de nuestra situación histórica y un sentido de admiración por el diálogo. No en vano su autor dijo hace poco que la novela es, simplemente, un diálogo entre el lector y el escritor.
* Guillermo Alberto Arévalo ensayista y crítico colombiano, profesor en varias universidades de Colombia, de la Universidad Laval de Quebec, Canadá, y de Casa de las Américas de Cuba.
AURORABOREAL Música UNDER MASKEN esta compuesto por cinco integrantes: Christian Povlsen alias Poe Daniels rapero y administrador. Nis Gersbøll rapero y d i re c t o r d e a r t e . Michael Eberhard rapero y productor. Tim Hinrichs, productor y Lau Povlsen alias Spindoc quien es el Dj de UNDER MASKEN.
Under Masken La banda rapera de Århus Por AURORABOREAL
Este esfuerzo nos obliga a incorporar experiencias e impresiones que procuramos resolver en nuestros textos en un universo acorde a nuestros ritmos musicales en donde esta mezcla de experiencias, música y textos funcione como una unidad mayor. Empezamos a hacer música cuando cuatro de nosotros nos encontramos en el 2004. Uno tenía un trabajo normal, otros aún iban a la secundaria y uno de nosotros estaba prestando el servicio militar. Una mera casualidad nos reunió en un sector de la ciudad de Århus (Langkær Parken). Aunque recién nos acabamos de encontrar,
teníamos ya un entendimiento común del tipo de música que escuchábamos y de lo que queríamos hacer juntos. Después de casi un año ya habíamos compuesto nuestros primeros diez temas que recogimos bajo el nombre de Blokk 22. En aquel entonces estábamos satisfechos con esta primera parte de nuestro trabajo. A mucha gente de
nuestro alrededor también le gustaba este primer trabajo. Pero eso era todo. Blokk 22 no pasó de ser nada más. Nosotros lo escuchábamos, nuestros amigos lo escuchaban pero el proyecto no era interesante y tampoco era lo suficientemente serio. Decidimos congelar el proyecto Blokk 22 y comenzamos a buscar una nueva identidad. ¿Qué
Povlsen, Gersbøll & Eberhard ® UNDER MASKEN
AURORABOREAL se encontró en la ciudad de Århus, Dinamarca con los integrantes de la banda rapera UNDER MASKEN. Christian Povlsen (alias Poe Daniels) nos explicó que UNDER MASKEN trata de describir con su música las diversas facetas de la vida, tanto las positivas como las negativas.
Hinrichs, Povlsen, Gersbøll & Eberhard ® UNDER MASKEN
hicimos entonces? Los cuatro integrantes nos fuimos a nuestro bar favorito de la ciudad, el UNDER MASKEN, pedimos cervezas a Ludo, nuestro buen amigo, y comenzamos a repensar todo el proyecto, ¿cómo posicionarnos, qué nombre darle a la banda, qué música queríamos realmente hacer? De todo aquello salió una banda rapera con el nombre de nuestro bar favorito de la ciudad de Århus. UNDER MASKEN es un nombre simbólico que captura la esencia de lo que queremos transmitir con nuestra música: todo eso que se
piensa pero que en la vida real jamás Los músicos de UNDER se muestra. MASKEN esperan que los lectores y oyentes de AURORABOUNDER MASKEN está REAL escuchen su música a compuesto por cinco integran- pesar de que los textos son en tes: Christian Povlsen alias Poe danés. Mayor información sobre Daniels rapero y administrador. la música puede ser encontrada Nis Gersbøll rapero y director de en Facebook: arte. Michael Eberhard rapero y “Under Masken Rap” productor. Tim Hinrichs, productor y Lau Povlsen alias Spin- Myspace.com/undermaskenrap doc quien es el Dj de UNDER MASKEN. www.bandbase.dk/undermasken
AURORABOREAL Cine de ambos lados del charco
Roma città aperta Italia.
Slumdog Millionaire India, UK.
Paraíso Travel Colombia.
Obra maestra, una suerte Una épica social filmada en Una película cuyo tema es de símbolo del neorrealis- la India moderna. universal en pleno siglo XXI. mo.
Primer episodio de la trilogía neorrealista de Rossellini, "Roma città aperta" ha sido reconocida universalmente como una obra maestra. Tras una fría acogida en Italia, la película obtuvo un éxito inmediato en el extranjero, venciendo en el Festival de Cannes de 1946. Aún hoy, la escena de la muerte de Pina-Anna Magnani forma parte del imaginario colectivo. Sobre un guión realizado por Rossellini, Sergio Amidei, Federico Fellini y Celeste Negarville, la película se inspira en la historia verídica del sacerdote Luigi Morosini, torturado y asesinado por los nazis por ayudar a la resistencia. En la Roma del 43 - 44, se entretejen las historias de varias personas relacionadas con la resistencia antinazi. Durante la ocupación, el padre Pietro protege a los partisanos y, entre otros, da asilo a un ingeniero comunista: Manfredi. Pina, una mujer de pueblo, está de novia de un tipógrafo que lucha en la resistencia. Cuando la policía lo arresta, Pina corre desesperadamente tras el camión que se lo lleva, pero cae asesinada por una ráfaga de ametralladora ante los ojos de su hijo. Poco después, también el padre Pietro y el ingeniero -éste traicionado por su ex amante drogadicta- son arrestados. Manfredi muere por las atroces torturas que le infligen los alemanes para que revele el nombre de sus compañeros de resistencia. El padre Pietro corre la misma suerte. D ire c t o r: Roberto Rossellini. G u ió n : Celeste Negarville, Sergio Amidei, Federico Fellini, Roberto Rossellini. Re p a rt o : Don Pietro: Aldo Fabrizi, Pina: Anna Magnani, Ing. Manfredi: Marcello Pagliero, Akos Tolnay, Alberto Tavazzi F o t o g ra f ía : Ubaldo Arata. M ú s i c a : Renzo Rossellini. A ñ o : 1945.
Danny Boyle, el director de 28 Días Después colaboró con el guionista Simon Beaufoy, - guionista de The Full Monty en la creación de la película Slumdog Millonaire, una épica social filmada en la India moderna y adaptada de la novela Q&A de Vikas Swarup, en la cual Bombay cambia su nombre al de Mumbai contrastando con la era moderna del exitismo indio en la informática y la pobreza absoluta que se robustece y expande sin esperanza en un mundo dominado por las grandes marcas. La universalidad del film radica en que este crudo drama, contado magistralmente a los espectadores, ocurre en Mumbai, pero igual está ocurriendo en Lima,
Lagos, o cualquiera de las grandes urbes donde viven los restantes cinco billones de pobres del planeta. Jamal Malik, un joven huérfano que vive en una barriada pobre de Mumbai, decide presentarse a la versión india del concurso: "¿Quién quiere ser millonario?". Ante la sorpresa de todos, Jamal responde correctamente a todas y cada una de las preguntas. Cuando Jamal está a punto de responder a la última pregunta, la que le hará ganar 20 millones de rupias, la policía lo detiene y se lo lleva para interrogarle. Podrá discutirse, - y es cuestión de gustos que no tiene caso mencionar, pero Slumdog Millonaire le recuerda al espectador películas donde el mismo tema ha sido también tratado magistralmente como La ciudad de Díos, Pixote, Oliver Twist, y para los amantes del cine de la India, por lo menos en más de media docena de cintas al más puro estilo de los melodramas musicales de Bollywood. Slumdog Millonaire es un gran film que sacude a la audiencia que vive feliz entre las grandes marcas de consumo y los sueños de volverse un millonario de la noche a la mañana olvidando lo esencial de la vida. D i r e c t o r : Danny Boyle. Gu ió n : Simon Beaufoy. Re p a rt o : Dev Patel, Freida Pinto F o t o g ra f ía : Anthony Dod Mantle. A ñ o : 2008.
Basado en la novela del mismo titulo de Jorge Franco “Paraiso Travel” relata el viaje de dos inmigrantes colombianos ilegales Marlon y Reina, quienes sobreviven a inescrupulosos traficantes de seres humanos. Una historia que desafortunadamente es un tema universal en pleno siglo XXI. El deseo y el amor que siente Marlon, un joven de Medellín, por Reina su novia, lo hace convertir en propio el sueño americano de su novia, quien después de convencerlo para robar un dinero a unos familiares y realizar el pago de los billetes a los traficantes de seres humanos, siguen los pasos de los inmigrantes ilegales en Estados Unidos. A través de los ojos de Marlon, conoceremos un matiz de la infamia a la que es sometido un inmigrante ilegal, donde la solidaridad de sus compatriotas, el amor de una mexicana, la suerte combinada con la dura y cruda realidad del verdadero sueño americano en las calles neoyorquinas, hacen que Marlon aguante todo para que finalmente pueda encontrarse a sí mismo.
Dirección: Simón Brand. Guión: Juan Rendón y Jorge Franco. Interpretación: Aldemar Correa, Angélica Blandón, Ana de la Reguera, John Leguízamo, Ana María Sánchez, Margarita Rosa de Francisco, Vicky Rueda. Productor: Santiago Díaz, Juan Rendón. Música: Sigur Ros. A ñ o : 2007.
AURORABOREAL Libros
Una isla en la luna
Tales from the town of widows James Cañón
El crimen del siglo Miguel Torres
Un escritor frustrado, una joven obstinada tras la búsqueda del amor, una hechicera insólita que cura y enferma a la vez; un crítico literario feroz; un antropólogo oportunista que reniega de los valores tradicionales; y un espectador escindido que reseña la vida de tan lastimeras criaturas. Estos personajes, vinculados por hilos secretos, arman lo que podría ser la historia de unos amores fatales, que son también el testimonio de un momento clave en el cual los seres humanos pensaban que era posible transformar el mundo con la voluntad. Así, la joven rebelde que abandona el solar nativo, pretendiendo una vida intensa y apasionada, cae en un laberinto de perversidad, mientras el escritor que persigue la belleza, se estrella contra la página en blanco, víctima de sus delirios de grandeza y de sus abstracciones. Una isla en la Luna indaga en la quimérica búsqueda del amor absoluto y en la cara oculta de ese espejismo. Así, la inmolación del ser que puede resumir el acto amoroso, conjuga felicidad y sufrimiento en una historia que por momentos muestra rasgos de novela gótica. Narrada desde la perspectiva de quien intenta en vano salvar a la muchacha de sus sueños, refiere el fracaso de una generación que quiso cambiar la forma de ver y de sentir, distorsionando las nociones del amor y de la libertad.
Tales from the Town of Widows & Chronicles from the Land of Men (Cuentos desde el Pueblo de las Viudas y Crónicas desde la Tierra de los Hombres), fue escrita originalmente en inglés, el segundo idioma de Cañón, y publicada en Nueva York por Harper Collins en enero de 2007. La novela, construida por 14 cuentos entrelazados, narra la historia de un pueblo colombiano donde los hombres han sido reclutados forzosamente por guerrilleros comunistas y llevados a combatir por su causa.
Juan Roa Sierra, asesino de Jorge Eliécer Gaitán, caudillo colombiano perteneciente al partido liberal es el eje narrativo de El crimen del siglo, una obra escrita por Miguel Torres. La trama pretende dar una versión histórica y fantástica del crimen del caudillo liberal colombiano el 9 de abril de 1948, día considerado por muchos colombianos como el inicio de la violencia colombiana luego del famoso ‘Bogotazo’.
Consuelo Triviño Anzola
James nació y creció en Colombia. Después de graduarse como publicista en la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá viajó a Nueva York a estudiar inglés. James Cañón tiene un MFA en Escritura Creativa de Columbia University. Debuta con la novela Tales from the Town of Widows & Chronicles from the Land of Men (Cuentos desde el Pueblo de las Viudas y Crónicas desde la Tierra de los Hombres) la cual ha sido publicada en más de 20 países. Esta novela ha ganado Le Prix du Premier Roman Étranger 2008 (Mejor Primera Novela Extranjera) y el Le Prix des Lecteurs Vincennes 2008.
Juan Roa Sierra fue arrastrado por la muchedumbre, señalado siempre como el magnicida sin que ya nadie pueda probarlo o desmentirlo. Tanto el trasfondo social como la oscura existencia de Roa Sierra son narrados sobre la base de una documentada investigación de la época y de los personajes, pero con una riqueza imaginativa plena de equilibrio y de hallazgos completamente posibles.
Esta obra de Miguel Torres, quien también es director de teatro, es un trabajo de paciencia y pasión que logra reconstruir la Bogotá de esos años con su bohemia, ambiente, costumbres y personajes. Torres es fundador del prestigioso grupo de teatro colombiano “El Local” que dirige desde entonces. En En la actualidad James Cañón está 1988 publicó su libro de cuentos Los oficios del hombre. trabajando en una nueva novela.
MAYO 2009 LITERATURA
CULTURAL
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