Viajes

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ASTROTURISMO

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Profesionales y aficionados de todo el mundo se reúnen en el desierto de Atacama para estudiar y admirar algunas de las mejores panorámicas del universo. El fenómeno es consecuencia de las condiciones climáticas únicas que tiene el norte de Chile, que hacen que sus cielos sean los más limpios y claros de todo el Hemisferio Sur. Por Yelly Barrios. Fotografías: ESO & García TorRes.

Caída del sol en La Silla, a 2.400 metros sobre el nivel del mar, en Coquimbo.

Los nombres técnicos

Desde la inauguración de La Silla al presente, pasó casi medio siglo; un tiempo muy corto en este ámbito en el que se estudian fenómenos que ocurrieron a millones de años luz de la Tierra, pero muy muy largo si lo comparamos con la evolución de la tecnología de los telescopios que ha sido descomunal. En los 60’ estos instrumentos estaban construidos con espejos de 3,58 metros de diámetro como el New Technology Telescope (NTT), el primero en ser controlado por computadora. De ahí a la actualidad se pasó a erigir una de las instalaciones más emblemáticas y punteras de la astronomía óptica europea en el Cerro Paranal, ubicado a 2.600 metros de altura y a 130 kilómetros al sur de la ciudad de Antofagasta, en pleno desierto de Atacama. Este sitio alberga, entre otros, los telescopios que componen el Very Large Telescope (VLT), una especie de súper ojo astronómico con el que se cazaron imágenes de objetos celestes que son cuatro mil millones de veces más tenues que los que se alcanzan a observar a simple vista. Con el nuevo milenio llegó ALMA (acrónimo en inglés para el Atacama Large Milimeter/Submilimeter Array) que se encuentra en el denominado llano de Chajnantor a 5.640 metros de altura, rodeado de montañas y volcanes, en la zona centro del desierto más seco del mundo. Se trata del mayor proyecto astronómico existente en el que trabajan científicos de América del Norte, Asia del Este, Europa y Chile, y está compuesto por un conjunto de 66 antenas gigantes de 12 y 7 metros de diámetro y cien toneladas de peso: los radiotelescopios más poderosos construidos hasta el momento.

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Cazadoresestelares

on las 19:30 horas a 2.400 metros de altura sobre el nivel del mar, en la Región Estrella, en Coquimbo, conocido también como el Norte Chico de Chile. Es entonces cuando comienza la jornada para los operadores y astrónomos que trabajan en La Silla, el primer observatorio que instaló en 1969 el European Southern Observatory (ESO) en el desierto de Atacama; territorio de 1.600 kilómetros de longitud conocido por ser el más seco del mundo y porque allí están los cielos más cristalinos del Hemisferio Sur. Cuando cae la noche en La Silla todo personal externo que carezca de la debida autorización debe abandonar el área. Si alguna vez le toca vivir tal experiencia lo mejor es contar con la ayuda de un conductor experimentado porque para el descenso es obligatorio no encender las luces del vehículo, ni las cortas ni las largas. Los catorce kilómetros de ese recorrido alrededor de la montaña deben transitarse con las intermitentes como mucho. Ahora cuando se llega a terreno plano y se respira con calma es fácil comprender el porqué de la exigencia: cualquier luz puede contaminar las observaciones que se están realizando allí mismo, del centro de la Vía Láctea. Tan brillante como solo en ese cielo se la puede ver. Esta es la característica que atrae a profesionales, aficionados y curiosos que se reúnen aquí para contemplar las mejores panorámicas del universo desde nuestro pequeño planeta. El beneficio es consecuencia directa de la geografía y del clima que, en el Norte de Chile, permite que haya un promedio de 300 noches despejadas por año. Lo que resulta ideal para contemplar las estrellas, puesto que estas no titilan debido a la ausencia de perturbaciones atmosféricas en un clima tan seco. Cuando hay turbulencias, su luz se distorsiona y por eso titilan. Y cuando esto pasa puede que sea romántico e inspire a los poetas, pero para un astrónomo es un dolor de cabeza. El cielo tan cristalino es consecuencia de la corriente fría de Humboldt que llega desde la Antártida y provoca un fenómeno de inversión térmica en el mar que impide que las nubes suban más allá de los 2.000 metros de altura. Eso les dio la excusa a los organismos astronómicos de Europa y Estados Unidos para instalarse allí, después de décadas de analizar las condiciones de los cielos en África, Oceanía y otros países de Sudamérica. Solo para tener una idea, cabe mencionar que los cielos competidores más cercanos, donde se encuentran observatorios comparables con los del país andino, tienen alrededor de 277 noches limpias por año. Son los de Hawai e Islas Canarias, que permiten apreciar otros fragmentos del universo correspondientes al Hemisferio Norte, pero no el centro galáctico, una zona de máximo interés astronómico. Esto explica por qué, según las previsiones para 2025, el 85 por ciento de la capacidad de observación terrestre de los cielos, se concentrará en Chile.


Un próximo nivel ya está en marcha también en Paranal, donde se construye el que será el ojo más grande del mundo para mirar el cielo: el European Extremely Large Telescope (E-ELT) que tendrá un espejo de 39 metros de diámetro. Se proyecta que esté operativo para 2024. Cuando eso ocurra la captación de información que realice será tan revolucionaria como lo fue la invención del telescopio de Galileo hace 400 años. Para los que miran el cielo y solo ven estrellas, tantos nombres técnicos pueden ser confusos e irrelevantes. Sin embargo, con un poco de curiosidad y en manos expertas, es posible aprender y sorprenderse de lo que el universo tiene para contar. Al final, nuestra esfera azul forma parte de él y su Sol es una estrella más del firmamento. En lo que va del siglo XXI la demanda del público general por experimentar y aprender en este sentido aumentó. Atentos a este suceso tanto las autoridades del gobierno central de Chile como las regionales trabajan en conjunto con astrónomos, ingenieros, técnicos informáticos, operadores turísticos y divulgadores científicos para contemplar las necesidades del público mediante el fomento del astroturismo.

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La Región Estrella

Para mediados de la próxima década Chile será la ventana al universo. Lo será porque además de la ESO en este territorio se encuentra el Observatorio Interamericano de Cerro Tololo (CTIO) perteneciente al consorcio AURA/NOAO (Association of Universities for Research in Astronomy/National Optical Astronomy Observatories); el Gemini Sur (consorcio internacional); el SOAR (Southern Astrophysical Research) y Las Campanas (Carnegie Institution of Washington en asociación con la Universidad de Harvard y el MIT). Sin enumerar los observatorios turísticos privados. Tanta concentración atrajo de a poco a los aficionados a la astronomía y a los interesados simplemente en ver las estrellas en los limpios cielos nocturnos. Atentos a esto, fue que los distintos operadores vinculados al tema se convirtieran en parte activa del crecimiento sin pausa que registra el astroturismo. Desde la hotelería, pasando por agencias de turismo, autoridades de gobierno y comunidades científicas trabajan

para fortalecerlo. Solo por citar un ejemplo alcanza conocer que desde 2005 funciona en la comuna de Combarbalá, Cruz del Sur, el observatorio astronómico turístico más grande de Latinoamérica. En las carreteras, otro ejemplo, hay cartelería que indica los distintos destinos a los que acudir para ver los mejores paisajes estelares dentro de la denominada Región Estrella. Entre los más populares de los aficionados están los del Valle del Elqui. En 2016 esta zona se declaró Santuario Internacional de Cielos Oscuros Gabriela Mistral, primero en su especie y cuyo nombre es un homenaje a la poeta que nació y se inspiró en esta zona. Asimismo, se han redactado leyes, unas más efectivas que otras, para controlar la contaminación lumínica, algo de suma importancia para mantener estos estándares de calidad de observación astronómica por las noches. Ahora bien, para los próximos años lo que ocupa a los agentes involucrados ocurrirá a plena luz del día. Se trata de los próximos eclipses totales de sol que tendrán lugar durante tres años consecutivos sobre territorio chileno. Pero el que más les importa es el primero, el del 2 de julio de 2019, porque ese cruzará directamente sobre el cielo de la región. Con un año de anticipación la ciudad de La Serena, capital de la región costera de Coquimbo, se prepara para el fenómeno. Algunas de las previsiones que maneja el gobierno es que llegarán entre 300 mil y un millón de visitantes. Muchos de los servicios hoteleros oficiales ya tienen reservas colmadas para entonces. Es como una fiebre por cazar la sombra que provocará nuestra compañera la Luna cuando oculte totalmente el Sol durante poco menos de cinco minutos. Todo un operativo para apreciar un fenómeno que tendrá su máxima expresión entre las 16:38 y las 16:41 horas. La oficina de turismo de La Serena ya distribuye en espacios públicos de la ciudad, (léase bibliotecas, oficinas de información turística, agencias de viajes o centros educativos), folletos informativos básicos sobre lo que se viene. “Los eclipses ocurren cuando un cuerpo celeste oculta total o parcialmente un astro al haberse interpuesto entre este y su estrella. En nuestro caso, el eclipse solar consiste en la interposición de la Luna entre el Sol y la Tierra”, expresa.

El último eclipse total visto en esta latitud fue el 9 de junio de 1592. Aunque es cierto que habrá dos posibilidades más en 2020 y 2021 de apreciar un eclipse total de Sol en cielo chileno (el 14 de diciembre de 2020 en Pucón y el 4 de diciembre de 2021 en la Antártida). Sobre el Valle del Elqui, Coquimbo y La Serena, donde la amenaza de nubes en las zonas más altas es poco probable, solo se volverá a ver dentro de 146 años. El fenómeno comenzará en pleno Océano Pacífico, al norte de la Isla de Pascua. Desde allí, la trayectoria de la franja oscura ingresará al continente para atravesar Chile y Argentina. Montevideo también cabe dentro de este circuito, claro que los cielos húmedos de la capital uruguaya no compiten con los trasandinos, al menos ante los ojos calificados de los expertos. Las recomendaciones para cuando llegue el día son bastante conocidas, aunque no por eso menos importantes. La información que aporta el gobierno de La Serena recuerda que para no perderse el avance del eclipse se deben usar lentes especiales. Parecen gafas oscuras, pero tienen filtros más especializados que los que se usan a diario. A medida que el día se convierte en noche se podrán apreciar estrellas, algunos planetas aparecerán en el horizonte e incluso se sentirá frío y se verá desaparecer la propia sombra. “Estos eclipses de Sol son visibles cada uno o dos años en diversas partes del mundo, tienen una duración de dos a siete minutos, oscurecen una delgada y larga franja de la superficie terrestre, con un máximo de 270 kilómetros de ancho por 15.000 kilómetros de largo. En promedio pueden

repetirse cada 375 años en el mismo sitio”, según un resumen que se difundió en la revista Astrovida, especializada en astronomía en la región norte de Chile.

Programas de visitas ESO

La fascinación por desentrañar los misterios del universo genera a diario más preguntas que respuestas. Los científicos abocados a tal tarea lo saben y con paciencia avanzan en sus investigaciones. Para acercar la ciencia a los niños, jóvenes y adultos interesados, la ESO cuenta con programas de visitas abiertos. Los sábados son los días extraordinarios para el equipo de La Silla. A este observatorio, a 600 kilómetros al norte de Santiago de Chile, se accede sólo en vehículo propio o con excursiones programadas desde La Serena, una ciudad de veraneo, popular entre chilenos y argentinos. El recorrido guiado que se ofrece en La Silla es una ventana al trabajo astronómico para conocedores y principiantes. El servicio lo ejecuta la empresa Astronomy Adventures, que dirige Hernán Julio, periodista experto en astronomía y editor de Astrovida. El estudiante de astronomía, Felipe Zurita, integrante de este equipo, fue el guía que acompañó la visita de prensa que realizó PAULA en el mes de abril, y es uno de los más experimentados en este tipo de visitas a través de todo el predio del observatorio, incluido el corazón mismo de las instalaciones: nada menos que las cúpulas que albergan los telescopios. “Yo soy un astrónomo estelar, literalmente veo estrellitas. Aquí en La Silla todo me parece fascinante, desde lo que ocurre a nivel científico hasta lo que se aprecia

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La anticipación en las reservas, sobre todo para acudir a las visitas abiertas en los observatorios profesionales, es un dato a tener en cuenta. Las direcciones para solicitar la debida autorización e investigar más sobre el tema son: www.eso.org, www.almaobservatory.org, www.turismoastronomico.cl. También la publicación especializada www.astrovida.cl ofrece información actualizada para profesionales y amateurs.

Tras décadas de perfeccionamiento y evolución, la astronomía es aún para muchos una materia extraña. Hay quien piensa que todavía se estudia el cielo mirando a través del telescopio. Hoy en día los instrumentos de investigación de los astrónomos son como poderosas cámaras fotográficas en alta resolución.


del paisaje, que es distinto en todas las épocas del año. En pleno invierno toda la montaña que sostiene el observatorio está cubierta de nieve, en primavera de flores, en verano está despejada y permite apreciar mucho mejor la fauna salvaje que la habita”. Zurita está familiarizado con el terreno, hace cuatro años que trabaja aquí. Para él, tener la oportunidad de conocer este observatorio es asistir a un museo operativo de la astronomía. Un “museo” activo en el que se encuentran diecinueve telescopios que podrían señalarse como los padres de los más modernos de la actualidad. Además, durante el recorrido da cuenta de lo que se ha logrado gracias a ellos. Uno de los hitos de este sitio fue el hallazgo en 2007 de Gliese 581c, el planeta extrasolar más cercano a la Tierra en el que se cree que podría haber oxígeno e hidrógeno en la atmósfera, elementos clave para la existencia de agua en ese lugar. Para encontrar a Gliese 581c, el astrónomo suizo Stephane Udry y su equipo, utilizaron un telescopio de 3,4 metros conectado al espectrógrafo HARPS, un buscador de planetas. “La Silla es como una gran caja de herramientas del cosmos. Hay instrumentos que operan como un martillo, otros como destornilladores, otros como pinzas. Son utensilios para avanzar en el estudio de lo inconmensurable, como por ejemplo, conocer el origen de la galaxia que habitamos”, agrega el guía. Cada año se reciben alrededor de 1.800 propuestas profesionales para uso de los telescopios de la ESO, solicitudes que exceden hasta en seis veces el número de horas disponibles para su uso. Por esa razón un astrónomo puede llegar a esperar hasta un año para tener una respuesta positiva a su petición y, si la obtiene, podrá usar los instrumentos entre dos y tres noches. En ese proceso del trabajo, y durante el recorrido guiado, el visitante aprende que quienes manejan los telescopios son tan significativos como los astrónomos.

Su lugar de trabajo no luce extraordinario. Visto desde arriba es una gran sala rectangular con puertas en ambos lados. De un lado hay un pasillo de unos cincuenta metros de extensión, que conduce a las oficinas de directores y astrónomos. Del otro lado, primero se encuentra la cocina y después los despachos para su uso. En el espacio central está el cerebro informático del observatorio: la sala de operaciones propiamente dicha. Las ventanas allí están orientadas a poniente con persianas venecianas plisadas para evitar el impacto directo del sol. Los escritorios son como mostradores dispuestos en U. Hay tres iguales uno al lado de otro. Cada uno de estos sectores controla un par de telescopios y cuenta con un operador responsable por turno, quienes a su vez responden a un jefe de operaciones general. Su trabajo es resguardar la integridad y buen funcionamiento de los telescopios todos los días del año. Los turnos de trabajo pueden ser muchas veces tediosos. La paciencia es una pieza fundamental para llevar adelante una tarea que, además, requiere persistencia y buen manejo de las relaciones humanas, sobre todo buena onda. El ambiente de trabajo es fundamental y cada miembro del equipo lo sabe y lo cuida. Alcanza saber que sus turnos laborales no se dividen en ocho horas y regreso a casa. Los trabajadores se instalan en La Silla en regímenes de ocho días y recién ahí pueden volver a casa y tomarse los francos que les correspondan. Javier Velasco es uno de los jefes de operaciones. Hace una década que trabaja allí y está acostumbrado a esos ritmos. No podría tener un trabajo mejor. De formación es ingeniero de sistemas y eso le ayuda a complementar sus exigencias cotidianas con metas que él mismo se traza año a año, para superarse a sí mismo y para ofrecer mejores condiciones que aporten al desempeño del observatorio. Mauricio Martínez es otro de los jefes. Cuando estudiaba ingeniería no imaginaba que este sería su rumbo profesional. Le apasiona, le ha cambiado su manera de concebir el universo, aunque a veces estar tantos días lejos de su familia le insume el doble de esfuerzo. “Mi trabajo diario tiene varias responsabilidades. Por ejemplo hago el start up de los telescopios que tengo a mi cargo. Apagar la electrónica del instrumento, reiniciarlo, chequear los ejes, me puede tomar una hora diaria. Calibrar el instrumento antes de que comiencen las observaciones cada noche me insume unos treinta minutos más”. Las visitas abiertas a La Silla son de índole científica, no son un tour como los que se preparan para ver estrellas con un telescopio o el eclipse solar. Por eso es más completo armarse un itinerario con ambos y amalgamar experiencias. Aquí los profesionales a cargo, como los guías, se encargan de mostrar el lado profesional de la astronomía. También el lado amigable. Es más, durante la charla divulgativa previa al inicio de la caminata por los telescopios, se menciona la importancia de que las nuevas generaciones sepan que aquí hay un gran campo de desarrollo laboral. Los más jóvenes, sobre todo, los escuchan con los ojos llenos de ilusión.

Subir a los 5.640 metros

ALMA, en tanto, por sus propias características tecnológicas y extremas, opera de otra manera su circuito de visitas guiadas. El observatorio se ubica a cincuenta kilómetros de San Pedro de Atacama siendo uno de los más aislados y también uno de los más altos del mundo. Pero una visita al desierto amerita la coordinación de un turno para aprender lo que hacen los científicos allí con antenas instaladas en un llano de la montaña a 5.640 metros de altura desde donde recopilan información de los rincones más impensables del universo. “Hoy vemos lo que durante décadas solo nos pudimos imaginar”, comparte Cristian López, astrónomo chileno de 37 años, integrante de ALMA desde el inicio de las investigaciones en 2011. Sus primeros temas de investigación en el observatorio coincidieron con su doctorado que se centró en la evolución de las estrellas masivas, es decir aquellas cuya masa es mayor a diez veces la del Sol. López no puede ocultar la fascinación y el orgullo que siente por lo que hace y la relevancia que tiene para él estar allí y colaborar en investigaciones que cuentan con el apoyo de las mentes más brillantes del planeta. En ALMA las jornadas también son de ocho días de servicio y una semana de descanso en la que cada miembro del equipo suele regresar a casa a reencontrarse con sus familiares y amigos. Sin embargo, a diferencia de La Silla, aquí no es preciso esperar a que llegue la noche para iniciar el trabajo. Operan durante el día ya que allí se analizan ondas que están por fuera del espectro visible. Con eso y todo, acceder a este espacio demanda rigurosos permisos previos y pruebas médicas in situ. Una de las razones, más allá de la seguridad propia del predio, es el bienestar de los visitantes debido a la altura. Ocurre que las antenas se encuentran a una posición extrema donde la

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Los operadores

El observatorio La Silla, el pionero de entre los tres grandes observatorios que tiene la ESO hoy en Chile, queda por encima de las nubes y también sus observatorios más modernos: Paranal, a 2.600 metros y ALMA, a 5.640 metros, ambos sobre el nivel del mar próximo a San Pedro de Atacama.


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La posiblidad de observar el centro de la Vía Láctea atrae a profesionales, aficionados y curiosos al Norte de Chile, donde se contemplan las mejores panorámicas del universo.

presión atmosférica es mucho menor que la del nivel del mar, y por tanto también es menor la concentración de oxígeno en el aire, lo que dificulta la respiración normal y se necesita inspirar más para recibir la misma cantidad de oxígeno. El organismo que no se aclimata sufre el llamado mal de altura o mal de montaña que ocasiona malestar físico, debilidad muscular, dolor de cabeza, náuseas e incluso, en casos extremos, puede provocar embolias. Por eso acceder a la zona de las antenas en ALMA es un gran privilegio. Para dar ese paso es imperioso cumplir con los protocolos establecidos, uno de ellos es llevar siempre una mochila que contiene la garrafa de oxígeno durante toda la visita. También caminar despacio, beber agua e intentar respirar normalmente. La claridad de la mente y la concentración son otras claves que vienen prescritas en letra chica. Arriba del todo, tras treinta kilómetros de ascensión en círculos, el paisaje es árido y rojo, dominado por las blancas antenas. Llegar allí requiere un vehículo cuatro por cuatro que solo conduce personal autorizado que también debe llevar el inhalador de oxígeno permanentemente conectado. Una de las curiosidades para no aficionados es que el lugar donde se ubican las antenas, esta planicie sobre la montaña, se denomina en lengua kunza chajnantor, que significa lugar de partida. Los más místicos lo entrelazan con la posibilidad de conexión con “habitantes” de otras partes de la galaxia. Para los científicos no es más que una anécdota sin justificación empírica. Lo que sí es demostrable es que para estar ahí han de superarse pruebas de presión arterial y oxígeno en sangre. No es una instancia fácil, uno está nervioso por tantas advertencias y controles constantes. Una de las anécdotas que cuentan en el observatorio, y que es vox populi en San Pedro de Atacama, vincula a un personaje famoso del rock mundial con estas operativas. La historia es así: se supo que David Gilmour, ex guitarrista de Pink Floyd estaba

alojado en el pueblo, descansando. Integrantes del equipo de coordinación de visitas gestionó que el músico se acercara al lugar y este accedió. Pero por mucha fama que se tenga es responsabilidad del médico que pase el control antes de permitirle el acceso a la parte más exclusiva del observatorio. El primer chequeo médico no lo pasó. Así que le dieron un rato para que retomara un ritmo cardíaco normal, y recién al segundo intento tuvo éxito. Las ventajas de ser famoso: las segundas oportunidades. Las visitas habituales, que no son ni científicos, ni prensa, ni celebridades, también pueden conocer ALMA, aunque solo las instalaciones donde se encuentra el Centro de Apoyo a las Operaciones a 2.900 metros de altura. Las visitas al público salen todos los sábados y domingos a la mañana desde la plaza central de San Pedro y son gratuitas. El observatorio dispone un ómnibus que les traslada ida y vuelta. El único requisito imprescindible es inscribirse previamente en la web. Como los cupos se llenan rápido hay una lista de espera de semanas e incluso meses, aunque lo habitual es que cada fin de semana quede algún hueco. Vivir la experiencia y conocer el trabajo de las mentes científicas que viven en pos de descifrar los misterios que nos rodean, es un reto. Es posible que la parte romántica de la astronomía se haya perdido con la digitalización, pero es justamente eso lo que permitió avanzar en el conocimiento sobre el origen del universo en las últimas décadas, descubrir nuevos planetas, comprender más acerca de la formación de estrellas o desentrañar el origen del Big Bang. Lo que queda claro es que recién se está saliendo de la prehistoria en materia de astronomía y queda mucho camino por andar. Mientras tanto, con o sin agua en la atmósfera, con estrellas como puntos de luz finos o tintineantes, mirar el cielo seguirá siendo una razón para recordar lo pequeños que somos y lo mucho que nos queda por comprender.


TURISMO SOSTENIBLE

Perú es un destino conocido por su gastronomía, sus tesoros ancestrales, y sus playas. Pero hay tantísimo más entre las escarpadas montañas. Esta crónica de cuatro días por el país profundo recorre su geografía con la guía de pobladores locales.

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Un paseo

entre volcanes

ora Uchuquicaña Álvarez, Dorita, aprieta el paso. Tiene unas cuantas llamadas perdidas en su celular. Dos viajeros y un chofer la esperan en la plaza central de Andahua, su pueblo natal, para conocer con ella el corazón del Valle de los Volcanes. Camina tan rápido que casi parece que corre y su pollera ancha de terciopelo rojo gastado con guardas de colores, típica de las mujeres locales, hace un bamboleo gracioso. Trae puesto un chaleco de la misma tela, un par de trenzas largas y apretadas que caen a los costados de sus hombros, un sombrero negro de fieltro y ala ancha, medias cancan y championes. Saltan a la vista no porque sean estridentes, sino más bien porque no es usual ver a las mujeres con ese tipo de calzado. Pero Dorita tiene algo que la diferencia y que va mucho más allá de su apariencia: su carácter. –¿Cuántas personas viven en el pueblo? le pregunta uno de los viajeros. –¿Aquí en Andahua? Somos unos 600 sufragantes. –Mayores de edad quiere decir. –Sí, votantes. Los demás son jóvenes, que hay poco más de cien y preescolares que deben ser unos quince. Como mínimo es una manera peculiar de responder a una pregunta tan sencilla que cualquier otro subsanaría con un número estimado y punto final. Desde hace unos años Dorita es parte del grupo de pobladores que, asesorados por la Organización de Gestión de Destino Valle de los Volcanes (OGD) (que encabezan el ingeniero Mauricio de Romaña, asesor principal, y Faviana Deglane Salaverry, directora de promoción), se mueve para convertir a la región en un punto atractivo del mapa turístico de Arequipa, en el sur de Perú. La OGD es una entidad autofinanciada que integran autoridades locales, empresas regionales, como las mineras, además de representantes de organizaciones civiles de las comunidades.

Pero la historia reciente no comienza aquí. Hace ya 87 años que dos exploradores, Robert Shipee y George Johnson, sobrevolando la zona del Colca, descubrieron un área con volcanes que no aparecía en los mapas de la época. Decidieron visitarla y tras cuatro días de periplo en mula llegaron al valle. Lo fotografiaron y lo registraron en sus libretas. Antes de partir prometieron enviar a los pobladores, que tan bien los recibieron, los periódicos del 26 de julio de 1931. Así lo hicieron. Tres años después, en The National Geographic Magazine publicaron el artículo que mostró al mundo anglosajón ese valle hasta entonces ignorado, su geografía, su fauna, su flora y las costumbres de sus gentes. Pasaron décadas y recién en los 80' Mauricio de Romaña puso en marcha un proyecto que revitalizó toda la región. De hecho, él es el responsable de que el Cañón del Colca sea uno de los grandes destinos de turismo en Perú. Un pionero. Mientras esperaban la llegada de la guía local, los viajeros terminaron el almuerzo en el almacén y restaurante Lucerito, en la calle Jerusalén, sin número, de Andahua. Una casa de comidas con tres mesas cubiertas con manteles de colores y seis sillas cada una, piso de cerámica roja, un televisor plasma, paredes decoradas con juncos y madera, y una carta única. Este día: sopa de quinoa, timbal de arroz con pollo y papas fritas naturales (en tiempo de deshidratadas, vale la aclaración), y ensalada de remolachas. De beber, agua de manzana. A las 13:00 horas el lugar estaba repleto de comensales esperando su turno para ser servidos. Dentro de la sencillez de la zona, Andahua tiene algo aún más distintivo: la plaza principal es una exposición de arte vivo donde los cipreses adquieren las formas de corazón, niños trepando a un árbol, un conejo, figuras geométricas y hasta una guitarra. Cada una, recortada a la perfección por las manos del jardinero local, la envidia de los demás poblados cercanos que se atreven a copiarle con resultados menos exitosos. Allí esperan los viajeros a Dorita, que llega agitada, se presenta, saluda y se explica.

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Por Yelly Barrios. Fotografías: García Tores.


A futuro la Organización de Gestión de Destino Valle de los Volcanes aspira a que la Unesco declare a la zona como Geoparque dadas sus características únicas en el mundo.

Cómo llegar

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El Valle de los Volcanes, de una topografía singular e impresionante, está estratégicamente integrado al corredor turístico más importante de Perú, conformado por los grandes atractivos del sur del país: Machu Picchu (una de las Siete Maravillas del Mundo), el Lago Titicaca, las Líneas de Nazca, la Reserva del Manu y el Valle del Colca. El Valle de los Volcanes se encuentra al pie del Coropuna (6.400 mts), uno de los doce más altos del mundo. Está situado entre dos cañones, posiblemente los más profundos del planeta, el Colca y el Cotahuasi. Desde Uruguay lo más práctico es tomar un vuelo a Lima con conexión a Arequipa en una hora. Desde allí hay opciones diferentes, dependiendo de las exigencias y pretensiones. Por más información: www.vallevolcanesperu.pe

–Disculpas, estaba en mi chacra que queda camino a Soporo, el pueblo de al lado. No tenía cobertura y cuando venía me cayeron todos los mensajes perdidos –dice mientras guarda el teléfono en un bolsito pequeño de cuero que lleva cruzado en el pecho y en el que un smartphone no cabría. Esa mañana Dorita aprovechó que un veterinario fue a examinar a los animales de un vecino y le pidió que mirara también a los de ella. El mismo veterinario fue el que la trajo de regreso al pueblo en moto, para llegar más rápido. Lo usual para ella es hacer el camino de ida y vuelta, lo que lleva una hora a pie por cada tramo. –¿Están listos para salir? Vamos entonces, ya pasamos del mediodía y me preocupa un poco el viento de la tarde. El sol brilla en un cielo completamente despejado. Es la temporada seca, pero así y todo el frío pega. A 3.587 metros de altura y en lo alto de un volcán, lugar al que se dirigen los viajeros y su guía, todavía sopla más. Por eso hay que tratar de llegar antes de que avance la tarde. En camioneta 4x4 desde el centro de Andahua hasta la base de los volcanes Mellizos, también conocidos por el nombre de sus descubridores Shipee y Johnson, hay unos diez minutos. Para subir a una de estas cimas, se demora

Dorita, la guía.

El Coropuna.

bastante más. Es una media hora de marcha a pie con intensidad moderada, en la que Dorita, a sus cincuenta, marca el paso con firmeza. Durante la caminata se detiene para hacer descripciones de las plantas autóctonas como el chic chimpu (en quechua), una planta aromática del lugar, que se utiliza para sazonar la ocopa (plato típico que consiste en una salsa especial servida sobre papas hervidas) o el airampo, fruto típico que se aplica como medicina en casos de anemia. Estos pequeños reconocimientos de terreno son una manera lúdica de darle un respiro al grupo que la acompaña en la ascensión. –¿Estuvieron alguna vez ante el cráter de un volcán?, pues estamos acá –dice y alza el brazo para mostrar el paisaje. El otro Mellizo se ve al costado. Es algo más alto y tiene un camino más empinado. Está reservado para visitar en los días de fiesta del pueblo, que son varios a lo largo del año. En uno, la gente desarma la cruz que está allí en la cima, la adorna con flores y la vuelve a erigir. Luego, entregan ofrendas, celebran con música, bebida y comida. Bailan a su alrededor y luego bajan y siguen con sus vidas. Aunque hay matices, la mayoría de las comunidades que componen el valle tiene características parecidas. Las poblaciones se dedican a la agricultura, a sus animales y los que no, a la minería. La explotación del turismo está aún en fase inicial, por eso, para los más aventureros y también para biólogos, antropólogos, topógrafos, geólogos, arqueólogos, y por supuesto vulcanólogos, esta región es un paraíso que ofrece opciones para conocerla en una escala de contacto muy próxima con la gente del lugar. En los pueblos son varios los que ya han construido sus casas vivenciales para recibir a las visitas. Pero también hay propuestas más completas, como el Hotel Turista de Chilcaymarca, que se puede tomar como base para recorrer con comodidad todos los rincones del valle. El gerente del lugar, Hernán Swayne, tiene décadas de experiencia en hostelería con trayectoria previa en puestos similares, como en Casa Andina, cadena cinco estrellas famosa en Perú. Las opciones que manejan los gestores turísticos contemplan las inquietudes de distintos públicos, aunque saben, y así lo prefieren, que este no es un destino pensado para masifi-

carse. Ante los ojos de muchos viajeros eso es exactamente como el néctar que atrae a los colibríes. Por cierto, para los fanáticos del avistamiento de aves, aquí habita el Patagonas gigas peruviana, el picaflor más grande del mundo que puede llegar a medir 18 centímetros. –Estamos en un lugar rodeado de minas de oro. En otros pueblos se explotaría ese recurso; aquí la comunidad no quiere que se abran más. Ya hay suficientes. Nosotros apostamos al turismo porque es para siempre. La mina viene, se lleva el oro y se va, y la gente de acá se queda pasando hambre. Eso con la agricultura no sucede. En el pueblo como ven no hay mercado. Nosotros cultivamos todo lo que necesitamos en nuestros jardines y siempre tenemos qué comer. El que no, es un vago. Cuando recupera el aliento, la voz de Dorita es suave y pausadísima. Modula y elige muy bien las palabras que usa. Está alegre porque la visita de la prensa significa la posibilidad de llegar con su historia lejos e invita a los viajeros a recorrer un poco más el área que rodea a su pueblo. Durante el camino cuenta que estudió la primaria en Andahua y que para la secundaria se fue a la capital regional, Arequipa. Para cuando tuvo edad de ir a la universidad se trasladó a Puno donde estudió Derecho. Luego, ya cuando sus padres fueron mayores regresó para cuidarlos y se quedó. Ahora se ocupa de sus animales, de su chacra y de su casa en la que, cada tanto, recibe a los turistas. Su sueño es tener un hostal para albergar más visitas, cocinarles y guiarlos por los volcanes, por el cañón Paccareta y el puente de piedra, por la ciudad perdida de lava o por el cráter del Kanallamauras, que está partido como una vasija de barro y en cuyo domo aún se aprecian los restos de una de las contadas plazas de toros construidas dentro de un volcán. Allí, asegura Dorita, si se cierran los ojos y uno se concentra es posible escuchar un tuc

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Yaretas al borde del camino.


Petroglifos en el Complejo Arqueológico Toro Muerto.

tuc tuc tuc, como si fuera el latido de un corazón. Durante el intento, dos vizcachas (un roedor de pelaje grueso y suave muy parecido al conejo pero con cola larga) golpearon con sus saltos en las piedritas, quebrando el silencio y cualquier posibilidad de meditación. Todos estos paisajes están ahí, vivos, para que quien llegue pueda apreciarlos. Cuidarlos y hacer sostenible el turismo es uno de los propósitos de la OGD, cuyos integrantes tienen el compromiso de preservar la región para las futuras generaciones, pero también para proteger lo propio, como los guanacos, los venados, el mirlo acuático, el carpintero peruano o las siete especies de murciélagos. Una de estas, en peligro de extinción, es fundamental para mantener el ecosistema ya que se encarga de polinizar los bosques de tunas de la zona. Los animales no salen al encuentro del visitante porque este lo desee, pero durante los cuatro días por el valle, los viajeros o bien fueron muy afortunados; o bien apreciaron una pequeña muestra de lo que se vive en el lugar a diario. En sus visitas encontraron flamencos andinos, huallatas (aves que mantienen la misma pareja toda la vida), vicuñas, alpacas, colibríes y hasta apreciaron a distancia el poderoso planear de ocho cóndores.

Desde el mirador, diseñado por Mateo Lira Pacheco, arquitecto del grupo, se encuentra una réplica en cemento de los principales volcanes de todo el valle. Además, a partir de aquí comienza a verse a los costados de la carretera, el rastro perfecto de la lava sedimentada desde hace cientos de años. Se encuentran también ruinas, sobre todo en forma de terrazas, que se extienden por kilómetros y dejan en evidencia que fueron muchos los que habitaron este territorio. La carretera es serpenteante y sin mapa, la ubicación de cada lugar es una tarea compleja. Sin embargo, y a modo de orientación, vale decir que el mirador Soporo, está a 1.6 kilómetros, Chachas a 17 y Ayos a 34. Y allí se llega a un tesoro escondido entre las piedras: la laguna Mamacocha, una joya ecológica en medio de un mar de rocas, que es el hábitat de una enigmática familia de huallaques, nutrias que los estudiosos aún no se explican cómo llegaron hasta ahí. Cerca de Ayos también se construye una carretera hacia Humbo, que se espera esté terminada en los próximos meses, la cual comunicará la zona con las rutas que circulan próximas al cañón del Colca, uno de los más profundos del mundo. Otra razón para tener expectativas altas por fortalecer el turismo sostenible en el área de los volcanes. Por eso la OGD trabaja en perfeccionar y asistir a los pobladores para que estén preparados. De ahí que la experiencia en Chachas sea modélica. Allí, entre las 7:00 y las 9:00 horas de la mañana, desde lo alto del mirador Jojoioche, se ve el despertar del pueblo en el que viven y sueñan unas 300 personas de todas las edades. Por un lado están: el pastor que sale a campo con su ganado, el agricultor que entra a su chacra con azada al hombro, la señora con balde en mano para ordeñar su vaca, los niños en bicicleta y a pie camino a la escuela; y por otro, la inmensa laguna que lleva el nombre del pueblo que la bordea. "Hace unos días nos visitó un biólogo español con el que fuimos a recorrer el campo al amanecer, mirando mariposas, pájaros, tunas. Algunas plantas que él reconocía pero que no había visto nunca", cuenta José Rozas, vicepresidente de turismo en la municipalidad de Chachas, quien acompaña a los viajeros en su recorrido. La mayoría de las personas son incapaces de reconocer medio centenar de especies del reino vegetal. En el valle en cambio, es parte del conocimiento general. Como Dorita, José también muestra las que se encuentran por aquí: la Flor de los Andes, la Liga Liga, que crece como un parásito sobre

las tunas y da una flor roja; la Lágrima de la Virgen, que emana aroma solo cuando se va el sol; la Yareta, una especie endémica que se caracteriza por crecer de uno a seis milímetros al año. Durante mucho tiempo se usó como combustible, sobre todo para cocinar. Hoy es una especie protegida. En el bajo, a pie de calle, el pueblo sigue con su ritmo. Esta es una comunidad organizada y solidaria. Los comuneros, como le llaman a los miembros más activos que les representan en reuniones ante el gobierno, trabajan por fomentar el turismo sostenible como nuevo medio de subsistencia. Santusa Cayani es una de las líderes del grupo. En 2010 puso en marcha una casa vivencial en la que ha recibido visitantes, en su mayoría, de Europa. La suya queda cerca de la plaza principal en la que, dicho sea de paso, lo que se destaca es una iglesia colonial de adobe. A las casas que dan alojamiento también se las podría llamar casas de campo. En la de Santusa hay una habitación con seis camas armadas con una buena capa de frazadas para dar abrigo en las noches más frías. Las paredes, de barro pintado de blanco, están decoradas con dedicación. Hay florcitas sobre las mesas de luz y fotos de distintos momentos significativos para la dueña de casa. –Me apasiona esta posibilidad que tenemos. Nos falta mucho por mejorar pero me gusta recibir personas de distintos lugares y conversar con ellas sobre cómo es su vida– dice Santusa. –¿Junto a quién lleva la casa? -Ahora mi marido me apoya y está contento. Al principio tuve que convencerlo porque no quería. Santusa siente con pesar que aún le falta mucho por ofrecer a sus huéspedes. Dice que necesita perfeccionarse en otros idiomas y mejorar su propuesta gastronómica. Quiere que el turismo sea una fuente de sustento para su familia y su comunidad, y se prepara para eso. –Cuando recién empezamos llegaron dos alemanes que no hablaban mucho español. Por suerte traían un diccionario y con eso nos arreglamos. Es la razón por la que me quiero preparar.

Los volcanes enanos

En el Valle de los Volcanes se identificaron 36 conos enanos y 67 cúpulas o grietas eruptivas de menor tamaño. Investigaciones que realizaron Andrzej Paulo y Andrzej Galas de la Universidad de Ciencias y Tecnología de Cracovia, en Polonia, permitieron determinar la edad de estos pequeños. Los más antiguos, según indica la web de la OGD, pertenecen al Pleistoceno, de la época glacial (800 mil a 300 mil años). Estos se distinguen por una mayor altura (alrededor de unos 100 metros), abruptas laderas cinceladas por la erosión en el lado Sur y una cobertura vegetal en las laderas del lado Norte. Los volcanes de la época intermedia corresponden al Holoceno Tardío (menos de 300 mil años atrás) y se encuentran a veces cubiertos de cactus o arbustos. Los más jóvenes, de tan solo unos 400 años, tienen alrededor de cincuenta metros de altura, muestran una superficie áspera y filosa, suelen ser más escarpados y sin vegetación. Sus diferentes formas se deben, en algunos casos, a la lava que se elevó sobre la terraza del valle sin encontrar salida lateral. En otros casos, la ladera del cono volcánico no soportó la carga de lava de su cúpula y se creó un orificio de escape lateral en forma de media luna, por el cual fluyó el torrente. Algunas de estas lenguas de lava llegaron hasta un río sepultándolo a lo largo de 17 kilómetros, desde la laguna de Chachas hasta la de Mamacocha.

Una región inagotable

Al norte de Andahua, en la zona que rodea a la ciudad de Orcopampa (donde se encuentran las minas más importantes), se establecieron poblados pintorescos por los que los viajeros también pasan. Entre esos están Chapacoco, Tintaymarca, Huilluco, Huancarama (con aguas termales habilitadas para el baño), Misahuanca (con su iglesia del siglo XVI declarada Patrimonio de la Nación en 2014) y los dos Panahuas. Es que hay un Panahua de arriba y un Panahua de abajo, dos pueblos que nacieron uno en cada lado de un valle y que, al menos una vez al año, se reúnen en las fiestas patronales en la iglesia que queda, más o menos, a medio camino entre ambos.

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Una comunidad fuerte


unos kilómetros más adelante se pueden observar huellas petrificadas de dinosaurios. La carretera de acceso se asfaltó el año pasado, lo que facilita el traslado a lugareños y forasteros, a quienes se les recomienda planificar el viaje en compañía de guías locales, tanto por seguridad como para aprovechar mejor la experiencia. El recorrido es largo y sinuoso, unas siete horas aproximadamente desde el centro de Arequipa. De todos modos el entretenimiento está asegurado porque en el horizonte hay senderos con rastros de trillos de arrieros; partes de la ruta Panamericana construida sobre el que fue el Camino Inca hace cinco siglos atrás; despeñaderos en tonos ocres y amarillos, que en su base tienen valles ricos y nutridos y más pueblos metidos entre los huecos donde la orografía es más llana. A medida que se avanza hacia el abra -paso a 5.000 metros de altura que comunica un lado con el otro de la montaña-, las variaciones del paisaje van de campo verde a pedregoso. Se puede ver el volcán Coropuna, uno de los doce más altos del mundo. Su pico nevado todavía es imponente, aunque los pobladores están inquietos porque debido al cambio climático se especula que en los próximos años se inicie el deshielo de la cumbre.

La ruta del Pisco

El final del viaje es igualmente estimulante, más si se toma en cuenta que se regresa por la misma carretera. Es todo a la inversa: de los volcanes al desierto y a los valles que están junto a los ríos Majes y Mamacocha, esos que permiten que la zona sea tierra de vides. Así es que se encuentran por aquí media docena de las pisquerías artesanales más famosas del sur de Perú. Una de esas es Cheneaux, que lleva produciendo desde hace treinta años. "La bodega lleva el apellido de mi madre. Heredé la tradición de mis abuelos que comenzaron con la plantación de las varieda-

des moscatel, italia y torontel. Por eso nuestra especialidad es el pisco acholado que se realiza procesando los jugos de los tres tipos de uva a la vez", cuenta Julio César Z. Cheneaux, propietario de la marca y dueño del restaurante Rambo. La parada obligatoria fue para probar el célebre chupe de camarones, el pescadito frito y el pisco. Julio no deja pasar la ocasión y enseña a identificar uno bueno de uno regular. Como muchos de sus compatriotas, cree que el producto de tradición peruana es, sin discusión, el mejor. Lo justifica al explicar que el pisco de calidad no huele a alcohol y al tragarse no quema la garganta. El suyo es así. "No necesitas ser gran conocedor de aguardientes; se trata de tener criterio. Ya cuando pruebas uno bueno, sabes notar bien la diferencia. Este es claro como el agua. Eso ya lo califica. Pero para no dejarte engañar, antes de tomar vas a pasar el pisco por la nariz. ¿Quema? No, ¿verdad?. Ahí te das cuenta de lo puro que es. Cuando lo paladeas, lo pasas un momento de lado a lado en la boca antes de tragar para sentir los aromas de las uvas. Es suave, ideal para después de la comida. Todos los días una copita digestiva. ¡Salud!" La Ruta del Pisco de Arequipa, es reconocida por la presencia de unos 400 productores de vides y un centenar de bodegas de tradición y calidad. Desde hace unos años, la Asociación de Productores de Pisco impulsa acciones para fortalecer al sector. Una de las medidas que tomaron fue declarar que en la última semana de setiembre se celebre el Día del Pisco de Arequipa. Es que esta región es la tercera en producción a nivel nacional en Perú, luego de Lima e Ica. Un repaso muy breve de la historia cuenta que la vitivinicultura representó una actividad muy importante para la región durante la época de la colonia. De hecho, la prosperidad económica arequipeña dependía en gran medida de su desarrollo. La página web Ruta del Pisco de Arequipa narra detalles de la evolución histórica del vino y el aguardiente, que fueron los

principales productos comerciales de Arequipa durante varios siglos. “Los cultivos de vid se implantaron tempranamente en esta región. Su venta en el Altiplano proveía los recursos necesarios para compensar el flujo de los impuestos reales y de las importaciones de las mercancías europeas. En 1555, Bartolomé Terrazas, un miembro de la expedición de Almagro a Chile, obtuvo vides de las Islas Canarias, plantándolas en Condesuyos al noreste del departamento. Al año siguiente los residentes empezaron a cultivarlas en el Valle de Vítor donde encontraron un clima cálido ideal para los viñedos. Según algunos manuscritos coloniales encontrados a inicios de 1550, la primera generación de vecinos que habitó Arequipa, y que conformó la élite política y económica, dirigió sus negocios a la comercialización del vino por su alta rentabilidad”. El vino y el aguardiente fueron el motor de la economía regional y llegaron a sustentar desde 35 familias en el siglo XVI hasta 65 en el siglo XIX. La producción de ambos llegó hasta la ciudad de Potosí, en la actual Bolivia, y se usaba como medio de pago habitual para los mineros.

Fin del viaje

No es una estadística, pero sí es factible que la primera idea que se asocia con Perú, sea Inca y luego, Machu Picchu. En tiempos del turismo globalizado, las visitas a esta tierra para ver las ruinas de la ciudad redescubierta en 1910 por el estadounidense Hiram Bingham, se cuentan por millones. La oficina de turismo del gobierno, iPeru, trabaja a la altura de los mejores destinos del mundo. Pero el país es muchísimo más que ruinas incas y preincas; es la suma de estos paisajes de belleza dramática entre los cuales muchos aún están casi vírgenes, sin explotar. Llegar hasta el Valle de los Volcanes es para espíritus aventureros. Sin embargo, hay propuestas que se preparan a medida de cada viajero. Esto lo convierte en un destino ideal para conocer el alma de Perú.

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A esta altura se incorporan al grupo, Mabel, de la oficina de turismo de Orcopampa, y Betty, asistente social que se suma para hacer algunas visitas que tiene pendientes. Mabel es de Cuzco y hace unos meses que está radicada aquí, así que quien guía por los caminos de trocha es Betty, nacida en la zona. Es habitual aprovechar las oportunidades de hacer el recorrido por los pueblos en automóvil, porque la movilidad es limitada. Los habitantes de los sitios más remotos caminan horas hasta llegar a un centro poblado y muchas veces, cuando tienen niños en edad escolar están obligados a abandonar la vida en el campo. El recorrido se orienta ahora hacia el Valle Encantado de Hielo, en las afueras de Panahua, compuesto por tres cascadas que en pleno invierno quedan totalmente congeladas. Para llegar hasta ellas hay que caminar veinte minutos. Ahora se encuentran a medio congelar. Es un paisaje hermoso en el que además hay bloques de hielo multiformes, puros y translúcidos como una burbuja. Es un lugar casi virgen, tanto que algunos pobladores todavía no lo han visitado. Betty recuerda que cuando era niña se subía a los cerros con sus amigos para ver las vistas al bofedal (humedal de las zonas altoandinas). Se reían, contaban historias o escribían mientras pasaba el tiempo. Hoy, dice, ya no se dedica tanto a estas cosas porque tiene trabajo y familia que atender. Todas estas son postales generales del Valle de los Volcanes, porque es tanta la riqueza y diversidad que incluso en el camino hay paradas con más atractivos. Parece que a cada momento algo nuevo espera para sorprender. Alcanza decir que próximo al poblado de Corire Uraca se encuentra el Complejo Arqueológico Toro Muerto, un área desértica que contiene más de dos mil petroglifos grabados entre los años 500 y 1300 después de Cristo. Es el más grande de Sudamérica y contiene representaciones geométricas y antropomórficas de danzarines, sacerdotes, reptiles, camélidos, batracios y aves. Por si el asombro no resulta suficiente,


FALKLAND ISLANDS

Viento del Sur Entre la latitud 51º S y la longitud 59º W, donde se sienten hasta cuatro estaciones en un día, residen los kelpers. ¿Quiénes son y qué hacen estas casi 3.000 personas cuyo hogar se encuentra en el umbral del fin del mundo?

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os automóviles se conducen por la izquierda, los edificios públicos tienen la omnipresente figura de la reina Isabel II, los pubs están decorados con banderines de la Union Jack, el idioma oficial es el inglés, la amabilidad es una costumbre ciudadana y los relojes marcan la hora extacta. De no ser por las coordenadas geográficas podría tratarse de cualquier pueblo en Gran Bretaña, sin embargo está relativamente próximo a Uruguay, se la conoce bastante como escenario del conflicto con Argentina en 1982 durante la Guerra de las Malvinas, pero se sabe poco de su vida cotidiana. Welcome to the Falkland Islands. Si existiera la posibilidad de realizar un vuelo directo desde Carrasco con destino a Mount Pleasant Airport, se llegaría allí en dos horas y media, pero en los hechos es bastante más largo. Cada sábado la compañía LAN opera un servicio que despega en Santiago de Chile a primera hora de la mañana,

efectúa una escala en Punta Arenas, en el extremo sur del país trasandino, y aterriza al mediodía en la base aérea militar que oficia de aeropuerto civil en las islas. Para llegar desde Montevideo es inevitable detenerse una noche en la capital chilena, con lo que el traslado se concreta en unas 24 horas, si el tiempo acompaña. Una vez al mes este mismo servicio aéreo realiza una escala extra en Río Gallegos, Argentina. Perder estos viajes significa esperar otros siete días. El periplo es debido a la prohibición del gobierno argentino -vigente desde 2003- de sobrevolar su espacio aéreo en dirección a las Falkland. Solo en casos excepcionales como emergencias médicas, y con previa autorización, los aviones atraviesan los cielos argentinos. Para quienes llegan o parten hacia Europa también hay un vuelo militar de frecuencia semanal a Gran Bretaña con una escala en la isla de Ascensión, en el corazón del océano Atlántico. Estas dificultades de conexión no impiden que cada año arriben unos 8.000 visitantes al archipiélago. Algunos

vienen a reencontrarse con sus familiares, otros son ejecutivos de negocios atraídos por la industria de la pesca y el sector petrolero, científicos y hasta turistas amantes de la vida salvaje. Para un visitante primerizo todo es llamativo, empezando por el aterrizaje en una base aérea militar teñida de color verde musgo, donde se ve el trajín de los soldados en plena faena junto a helicópteros y naves de las FF.AA. La curiosidad se mantiene alerta al salir del predio y constatar que el taxi es una camioneta todoterreno, que el largo camino de tierra que conduce a la ciudad solo puede recorrerse a 40 kilómetros por hora, que no hay árboles y que varios de los campos linderos a la ruta tienen señales que advierten sobre la presencia de minas antipersonales. El paisaje es árido y uniforme, y sólo si las nubes lo permiten se aprecia un cielo prístino, libre de contaminación. Sobran los dedos de una mano para enumerar las viviendas que hay en este recorrido que conduce a Stanley, la capital donde habita el 75 por ciento

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Por Yelly Barrios


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Rasgos de identidad • Stanley tiene un diseño cuadriculado trazado a orillas del mar porque se sabía que todos los bienes para la construcción llegarían por barco. • En los inviernos más crudos los niños bajan en trineo cruzando las calles desde la parte más alta hasta Ross Road, la rambla costanera. • Los edificios religiosos son la catedral anglicana de 1982 y la iglesia católica romana abierta en 1873. • Durante décadas Fox Bay fue el único médico. Su trabajo fue arduo ya que pasaba días trasladándose de un lugar a otro para atender a sus pacientes. • Para educar a los niños había profesores viajeros que tenian a su cargo a tres o cuarto familias. Después se dictaron clases por radio. • En 1950 se introdujo la primera red de radio que facilitó las comunicaciones y en esa misma década llegaron las Land Rover que en la actualidad dominan el parque automotor isleño.

de los 2.932 kelpers, gentilicio que reciben de las kelp, unas abundantes algas marinas que rodean sus costas.

El día a día

La movida cotidiana en las calles es lenta y apacible, la mayor parte corresponde a niños en edad escolar o adultos que van y vienen de sus trabajos. Los ausentes son los jóvenes que por regla general están en el exterior gozando del privilegio de tener una formación paga por el gobierno en universidades de Londres. Asimismo es común que la secundaria se curse en otros países como sucede con los que se matriculan en el British School de Carrasco. Durante el viaje a las islas, al que acudió PAULA invitada por la Embajada Británica en Montevideo, un grupo de ex alumnos recordó su paso por este colegio entre las décadas del 80' y 90', con anécdotas de lo compartido en las aulas y en una casona de la calle Arocena. “Fue un tiempo muy alegre, visitábamos estancias turísticas, escuchábamos la radio local, mirábamos Martini Pregunta en la tele, tomábamos hela-

dos de Las Delicias o cervezas Norteña en los bares del barrio. Era maravilloso". Los pasatiempos de los isleños son diversos y muy brit: equitación, golf, cricket, football, darts, pool, estos últimos ideales para jugar al amparo de los pubs en los días más inhóspitos del año. En los 70' supieron disfrutar de una sala de cine que ya no existe, aunque en ocasiones se programan películas taquilleras en la base militar a la que asisten algunos civiles. Con el teatro pasó lo mismo, no hay auditorios y a veces el ayuntamiento comparte su escenario con compañías artísticas que traen sus musicales. En la convivencia social los principales problemas se relacionan con el alcoholismo y la violencia doméstica, sobre todo en el campo. Las estadísticas carcelarias reflejan esta realidad, porque los ocho presos existentes están acusados de cometer esa clase de delitos. La inseguridad no es un problema y es fácil adaptarse a la ausencia de sistemas de alarma, a que los autos se estacionen con las llaves puestas, que las puertas de las casas estén abiertas

El gobernador más extraordinario para los isleños fue William Allarddyce, nacido en India en 1861, fue miembro de las fuerzas armadas coloniales y un gran ecologista. Comenzó su mandato en 1904 y durante su período abrió el hospital King Edward VII Memorial y la municipalidad, que incluía biblioteca, museo y la escuela secundaria. El actual gobernador es Nigel Haywood, un diplomático británico de carrera.

conflicto bélico de 1982 como el 14 de junio, Día de la Liberación, también el cumpleaños de la Reina el 21 de abril o el Boxing Day del 26 de diciembre, durante el que se organizan eventos deportivos para recaudar fondos y entregar regalos a los menos favorecidos. Los agasajos de Navidad dependen de cada isleño. Para los extranjeros con permiso de residencia laboral el 25 de diciembre o el 1 de enero son como un día más, en el que ocasionalmente se contactan por teléfono con sus seres queridos. Los kelpers por su parte se van de vacaciones o se reúnen en familia para compartir una cena.

Museo de la historia

Leona Roberts, directora del único museo local, publicó el libro Nuestras Islas, Nuestro Hogar, donde repasa parte del proceso fundacional de las Falkland comenzando por las anécdotas de su propia familia que llegó en barco

desde Inglaterra en 1842. Según su narración el asentamiento poblacional comenzó en el siglo XVIII y solo fue continuo en el XIX. “La comunidad maduró en todo ese tiempo adoptando la influencia de muchas naciones y manteniendo siempre una afinidad con el Reino Unido. Esta cercanía y lealtad a la Corona Británica aún permanece, por eso son muchos los que declaran con orgullo tener hasta nueve generaciones nacidas aquí”. En su repaso histórico, Roberts también menciona la importancia de la economía en los primeros tiempos, y lo reflejó con igual esmero en las vitrinas del museo donde existe un nutrido acervo de billetes, monedas, elementos de contabilidad y fotografías que muestran cómo fue la subsistencia de los isleños al instalarse allí por primera vez. Las guerras también son parte de la historia. Hay rastros de la participación en los dos conflictos mundiales del siglo

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este territorio británico, como casi todos los de ultramar, posee a sus propios representantes. Sus normas se ajustan a derecho isleño y los jueces dictan veredicto en base a su propia Constitución.

o que los padres dejen a sus niños solos en el parque. Entre los contratiempos más complejos se cuenta la escasez de productos. En las grandes superficies comerciales hay variedad de ingredientes para cocinar, góndolas con paquetes caducados a precios de rebaja, leche, pan, arroz, pastas, productos de limpieza, que en general tienen precios similares a los de Montevideo. Los huevos, frutas, verduras y carnes son los que tienen costos más elevados. En los exhibidores se encuentran naranjas y manzanas importadas de Uruguay a unos 20 pesos cada una y un lote de ocho frutillas envasadas a 180 pesos. Estas circunstancias obligaron a los isleños a ingeniárselas para aprender técnicas de cultivo y crear huertos en sus propios hogares. Como ocurre en la residencia de Larissa Fava Blake, una gibraltareña que reside en este paraje tras enamorarse de su marido kelper en Londres. En su predio sembró canteros e invernaderos con plantas aromáticas, zapallos, zanahorias, papas, cebollas y un cerezo que, asegura, aún no ha dado lo mejor de sí. La cotidianeidad de Larissa es un reflejo de las experiencias en otras casas donde todo tiene aroma a casero, como las cookies que ella misma hornea para agasajar a sus invitados. Aquí los días festivos se respetan a rajatabla. Los acontecimientos más celebrados son las fechas clave del


Durante décadas Orissa fue el nombre preferido entre las niñas, un tributo a Orissa Dean, una benefactora nacida en India en 1840 que adoptó niños y realizó diversas obras de caridad.

XX e incontables referencias al combate de 1982 entre Argentina y Gran Bretaña. En la exposición se reproducen las trincheras en las que se resguardaban los soldados durante las batallas, se pueden leer los documentos de la rendición y algunas cartas manuscritas. Aún es frecuente que ex combatientes argentinos regresen a recuperar su historia, tal es el caso de un grupo de doce bonaerenses que recorrieron este año el museo y visitaron las zonas donde tuvieron posiciones militares durante los 76 días de conflicto. Se trata de una búsqueda íntima para rememorar experiencias colectivas con el intento de sanar heridas y rendir tributo a sus muertos.

Buen vivir

Dos siglos atrás muchos aventureros llegaban atraídos por un empleo mejor o por amor; y en la actualidad casi no hay diferencia. Así es el caso de las propietarias de dos de los emprendimientos locales más modernos: la galería de diseño Studio 52 y Bittersweet, una chocolatería con verdaderos manjares caseros. La propietaria del primero es Julie Bellhouse, una fotógrafa y diseñadora neozelandesa que conoció a un isleño y formó familia en Stanley. En su local sobre la costanera Roos Road se adquieren presentes exclusivos que eligen tanto los habitantes como los turistas. Es casi la única oferta que escapa del made in China. La delicadeza es su sello de presentación, y la creación artesanal la marca de toda la familia ya que su esposo es el fabricante de la cerveza casera, Falkland Beerwork. En cambio en Bittersweet todo huele a chocolate. La tienda es administrada por la isleña Julie Clarke y su pareja canadiense, Leslie Knight. Todos los productos que ofrecen son orgánicos y el emprendimiento forma parte de la corriente internacional de comercio justo. En la parte superior de esta casona hay un pequeño chill out donde asistir a conciertos acústicos al resguardo de cuadros y fotografías de artistas locales. Verdaderos tesoros de esta Gran Bretaña del Sur.


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Destino predilecto

Encontrar en un ecosistema elefantes y leones marinos, delfines, numerosas especies de aves, pingüinos y orcas es un privilegio que se puede experimentar en el archipiélago. Un viaje de ensueño para hacer ligero de equipaje. Por Yelly Barrios

Sobrevolar el conjunto de islas es sumergirse en un océano de aguas turquesa con arenas brillantes, a las que se acoplan los pastizales verde seco que abundan en todas las áreas. Desde la altura también se encuentran corderos pastando y restos de buques marinos de otros siglos. La monotonía no existe, cada kilómetro revela un nuevo detalle. Próximos al destino, un equipo de científicos saluda desde la playa a los nuevos visitantes, son italianos que exploran las riquezas de esta tierra todos los veranos desde hace 20 años. En el punto más austral de las Falkland y al pie de la pista de pasto y tierra, aguarda Jenny Luxton, la propietaria del lodge -un hotel rústico de campo- construido en el corazón de Sea Lion Island. Tres periodistas, el nuevo jefe de la Falkland Conservation, David Dockford, y Joe Thompson, un médico estadounidense aficionado a la ornitología, hacen allí su parada. Lo primero que debe hacer el forastero es limpiar su calzado introduciéndolo en una batea con un líquido especial que elimina el rastro de cualquier potencial peligro para la biodiversidad de la zona. El lugar es hermoso y luce excelentes condiciones de cuidado, sin lujos pero muy adecuado para hospedar

a visitantes de todas partes el mundo. Uno de los más celebres fue el príncipe Carlos en 1999, quién también dejó en el vestíbulo sus zapatos e ingresó descalzo a la casa siguiendo las normas de convivencia del lodge. En la comodidad de un salón con calor de hogar, el equipo de trabajo del hostal se alegra de escuchar un par de oraciones en español ya que la mayoría de ellos son chilenos. Como Paola Sandoval, la más antigua de las empleadas, quien mientras conversa dispone sobre la mesa unas galletitas de avena y chocolate, té y café, para dar paso a la clásica introducción de Jenny Luxton.

Saber convivir

Cuidar del entorno es la prioridad, pese a que existen otras reglas mínimas que debe aprender el visitante antes de iniciar su exploración. Es entonces cuando la anfitriona toma en sus manos un mapa y revela que no hay que acercarse demasiado a los elefantes marinos que están en etapa de apareamiento. “No todos los machos pudieron conseguir compañera y su humor no es del todo bueno”. Tampoco se pueden arrojar residuos y se pide explícitamente recoger los que traiga la marea para mantener la pureza del territorio. Tras esto, comienza la aventura. Capaces de asombrar hasta a los más incrédulos, los pingüinos son los primeros que se presentan. Regios en el entorno, marcan su espacio para proteger a sus crías, pero se dejan observar desde escasos metros de distancia. Son cuatro las especies que se encuentran aquí: el de Penacho Amarillo o Rockhopper que vive en los acantilados;

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Wildlife

a balanza marca 63 kilos que se suman a los veinte de la capacidad máxima de la mochila. Ésta es la situación a la que se enfrenta todo aquel que se adentra en los confines de las islas ya que el taxi aéreo que realiza los traslados controla rigurosamente el peso de los pasajeros y su equipaje. Si es de los que visita las Falkland por una semana se recomienda iniciar el recorrido en los primeros días de estancia, ya que es usual que los vuelos se pospongan por las continuas adversidades meteorológicas. Si se toma en cuenta que los arribos a las Falkland son los sábados, partir un domingo es lo ideal.


más cuando se topa con dos machos en plena disputa.

Gran fortuna

Inspirados por las crónicas de viajeros anteriores y con la experta guía del biólogo David Dockford la jornada siguiente comenzó antes del amanecer. El sol apenas asoma por el horizonte cuando los exploradores se preparan para una vivencia única: presenciar la posible visita de orcas. “Nunca se

Otros parajes

En las aguas territoriales de las Falkland se han contado 14 especies de mamíferos marinos, y una excursión de treinta minutos en lancha hasta Kidney Island ofrece la oportunidad de encontrar varios ejemplares. Los que visitan el barco en esta ocasión son delfines y con la ayuda de binoculares se aprecia una comunidad de lobos de mar descansando sobre las rocas en la

No abundan los turistas. En su mayoría son ecologistas o científicos que llegan atraídos por la vida salvaje. Para muchos de los kelpers esto constituye el equilibrio perfecto que permite mostrar sus riquezas y a la vez conservar la flora y fauna autóctonas. costa. Nick Rendell, responsable de la oficina de Medio Ambiente del gobierno isleño, narró que en tierra firme nidifican distintos tipos de aves, como el Cobb´s Wren, un pequeño pájaro endémico y vulnerable que prospera gracias a la ausencia de gatos y roedores. Otro paseo posible es contratar una excursión en Land Rover con destino a la reserva Volunteer Point; una zona perfecta para ir en el día y convivir con la comunidad más numerosa de pingüinos Rey. El contacto con los animales no es el único atractivo, también atrapa la atención la vegetación con coloridas plantas. A lo largo y ancho del territorio

hay unas 178 especies nativas entre las que se cuenta la emblemática y rara flor isleña conocida como Lady`s Slipper; la Pale Maiden, flor nacional de las Falkland, y el Tussac grass, el pastizal que cubre casi todo el archipiélago y posee una suave y comestible pulpa próxima a sus raíces. Al final del día el viajero repasa fotografías, lee sus apuntes, conversa un poco más con los isleños y cuando el motor de la avioneta resuena en el horizonte entiende que llegó el momento de despedirse de la isla fijando en la memoria los pormenores de una estadía inolvidable.

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el Gentoo o de Papúa que habita en llanos costeros; el de Magallanes que ocupa madrigueras tierra adentro; y el Rey, el más gentleman de todos. Unos kilómetros hacia la costa empieza el encuentro con los elefantes marinos. La comunidad está formada por decenas de ellos, cada uno con su nombre escrito con spray por los investigadores. Su presencia en la arena parece pasiva, aunque el caminante nunca olvida las advertencias,

puede garantizar que suceda”, advierte un equipo de reporteros de la BBC que las esperan cada día desde hace varios meses. Esa madrugada ocurrió. La paciencia y la contemplación son esenciales para vivir esta experiencia que posee los ritmos de la naturaleza. La mejor posición para observar las orcas es un acantilado frente a una piscina natural sobre el océano Atlántico. Pasan unos minutos de absoluto silencio hasta que emerge una hembra estudiando a sus potenciales presas: los cachorros de elefante marino que a las 6 de la mañana suelen darse baños en la costa. Avanzan las agujas del reloj y cuando parece que no habrá más con lo que sorprenderse aparece el resto de la familia, tres hembras más y un macho

haciendo gala de su majestuosidad. El sol se despega del horizonte, las aves se acercan a los espectadores y las orcas a menos de 100 metros de distancia siguen procurando su alimento. La caza dura lo que un suspiro. Es un instante silencioso en el que se siente la vida en su estado más puro. La marea inicia el descenso y con ella la partida de estos colosales habitantes del Atlántico. Con la piel helada por el contacto con el ambiente lo imperativo es regresar al lodge para tomar un típico desayuno inglés con panceta, huevos revueltos y porotos, aunque para los estómagos sensibles hay opciones más livianas.


Puente Zubizuri conocido como “puente de Calatrava” por el arquitecto que lo construyó. Semeja ser un barco de vela a diez metros de altura sobre la ría. Una pasarela lo comunica con la Puerta Isozaki, dos torres del ganador del Pritzker 2019.

EUSKADI

Olore del ea atetum adigna ad eu faccumsan exerostio odolor sequis aliquip susciniam, qui Olore del ea atetum adigna ad eu faccumsan exerostio odolor sequis aliquip

Vistas panorámicas de Bilbo, como se nombra a la ciudad en euskera, desde el mirador de Arraiz uno de los parques forestales municipales que forman parte del llamado Anillo Verde.

Vista desde el puente Zubizuri con las torres de Arata Isozaki al fondo.

La villa global Gracias a una sumatoria de asuntos sociales, ambientales, políticos y económicos Bilbao recibió la distinción de Mejor Ciudad Europea 2018 que otorga desde hace una década la Academia de Urbanismo de Reino Unido. ¿Qué hace que la ciudad merezca esta consideración? Por Yelly Barrios.

Los contenedores del sistema de reciclaje urbano. En la ciudad el 50 por ciento de los residuos generados se procesan de acuerdo a las máximas normas de calidad fijadas por la Unión Europea.

Conocidas como las caracolas, son la boca de entrada al metro de la ciudad. Un diseño del arquitecto británico Norman Foster.

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E

l mundo entero es un Bilbao más grande. La frase, tomada de un poema del filósofo y poeta bilbaíno Miguel de Unamuno, es un buen punto de partida para comenzar a andar por la urbe y es que según dicen: “el de Bilbao, nace donde quiere”. Arte, gastronomía, letras, tradiciones, deportes. Aquí hay festivales internacionales de cine, de teatro, de danza, de poesía. Hay cocina, buena cocina, muchas Estrellas Michelin. Hay parques naturales, bosques pintados, acantilados con vistas al furioso Mar Cantábrico y el primer puente transbordador del mundo de 1893, Patrimonio de la Humanidad. Pero la ciudad que hoy se asocia casi automáticamente con bonanza y con el Museo Guggenheim de Frank Gehry vivió períodos de altibajos. La ciudad nace el 15 de junio de 1300 como Villa de Bilbao. Pasaron 500 años antes de convertirse en uno de los grandes centros industriales de la península ibérica. Desde finales del siglo XIX se hizo conocida por sus astilleros y sus altos hornos, su aire ennegrecido por el hollín y el silbato de las fábricas. La industria atrae capital y el capital a los bancos. El BBVA nació precisamente aquí. Una parte de la Bilbao restaurada y resplandeciente del siglo XXI viene de esta época. El Teatro Arriaga y el Museo de Bellas Artes son herencia de la sociedad burguesa y adinerada de aquel momento. Pero cuanto más alto se sube, más dura puede ser la caída, y durante 1980, junto a la crisis que afectó al sector industrial, comenzó una fase de degradación urbana y económica.


El turismo reporta a Bizkaia 1.903 millones de euros. De aquí a 2025 se espera un aumento de 85.000 turistas por año procedentes de Japón, Europa y Latinoamérica. Puppy, escultura de Jeff Koons a la entrada del Guggenheim.

Casco Viejo de Bilbao, aquí se levanta la plaza que homenajea a Miguel de Unamuno.

Efecto Guggenheim

Década de 1990. Un tiempo épico si se quiere. El triunfo de la voluntad. Y la voluntad llegó con el propósito común de gobernantes y ciudadanos de devolverle la gloria al gran Bilbao. El ícono de esa convergencia es el Guggenheim. Fue tal el vuelco que dio la construcción del museo que proyectó el arquitecto Frank Gehry que años después comenzó a hablarse del “efecto Guggenheim”. Esto significó que muchas otras ciudades españolas e internacionales intentaron copiar el modelo de éxito y construyeron o proyectaron sus propios grandes centros; pocos con iguales resultados. Pero el plan de remodelación urbanística de Bilbao iba más allá. Más allá de esta obra magnífica que sólo sería la punta del iceberg. Porque se construyó el Palacio Euskalduna, que en 2003 ganó el premio al mejor centro de congresos y música del mundo; el metro con sus entradas con forma de caparazón de caracol translúcido que diseñó el británico Norman Foster; toda una red de modernos puentes para comunicar las márgenes derecha e izquierda de la ría; se restauró la Alhóndiga de Bilbao, donde hace cien años se almacenaban vinos y hoy es un imán cultural: además del Centro Azkuna; y la Puerta de Isozaki, un complejo de viviendas concebidas por el japonés Arata Isozaki, Premio Pritzker 2019. Los barrios mejoraron su acceso a los servicios y sus fachadas se limpiaron el gris del humo acumulado. El plan no se detuvo, las zonas más deprimidas todavía siguen recuperándose. La Sociedad Urbanística de Rehabilitación de Bilbao es la gran impulsora y aquí sobran los datos que reflejan esos cambios: la mayoría de los desplazamientos se hacen a pie, en bicicleta o en transporte público. Hay tranvías, autos colectivos, metro y tren que crean una eficiente red de comunicación terrestre, convirtiendo a esta ciudad en la que tiene el menor uso de vehículos privados de toda España. Además se recicla casi el 50 por ciento de la basura que se genera: lo orgánico, el papel, los envases, el vidrio tienen cada uno su contenedor en la calle y en la cocina de las casas más modernas. Según los informes del Observatorio Urbano de Barrios, la valoración de la seguridad y la vigilancia se llevan buena nota desde 2012 y se mantiene estable la de la convivencia entre la población extranjera y la autóctona. Los bilbaínos consideran que la suya es una ciudad multicultural.

Efecto lumínico que se proyecta sobre las torres de Isozaki construidas en los terrenos del antiguo Depósito Franco.

Hoy y mañana

Llueva o no, aquí la gente sale, disfruta los espacios públicos, muchos en las bicis eléctricas que ofrece el ayuntamiento. Abarrotan los bares que tienen ofertas de gastronomía local, pintxos, chuletón, txipirones en su tinta, o internacionales como los restaurantes de comida india, mexicana, japonesa. Hay mercados de flores los domingos en el Arenal. La gente llega temprano y camina por las calle con los ramos en mano. Los sábados en el mismo punto hay feria orgánica de hortalizas, legumbres y frutas de estación. Hay plazas de juegos para niños, llenas de niños, hay auditorios con programación tan abundante que no alcanzan las horas del día para aprovecharlas, hay bibliotecas ocupadas por familias enteras. Por esta suma de circunstancias sociales, ambientales, identitarias e innovadoras, Bilbao recibió a finales de 2018 la distinción de Mejor Ciudad Europea que otorga desde hace una década la Academia de Urbanismo de Reino Unido. Compitió por este lugar con Ljubljana (Eslovenia) y con Viena (Austria). El alcalde Juan Mari Aburto comentó al recibir el premio que la distinción sirve de impulso para proyectar una Bilbao del futuro como un punto de atracción universitario, museístico y de negocios. La empresa de marketing Primetag realizó meses atrás un ranking de las veinte ciudades españolas más buscadas en Instagram que la puso en el 10º puesto de la lista. Nada mal para una urbe que no llega a quinientos mil habitantes en un país que recibe más de 80 millones de visitas al año. Y es que Bilbao se encuentra en el Eje Atlántico, un corredor turístico europeo que

creció 25,3 por ciento desde 2015. El ayuntamiento puso en marcha un plan de acción para aumentar esta tendencia en los próximos siete años. El programa, que propone 93 actuaciones específicas, no pretende que la ciudad se convierta en un hervidero de turistas. No es lo masivo lo que les importa, es la calidad. Muchos de los visitantes lo notaron porque repiten destino cada vez que tienen ocasión, sobre todo europeos o nacionales. En el caso de los que llegan desde más lejos lo que ocurre es que prolongan su estadía. La gran apuesta es también el desafío: mantener el atractivo, seducir sin que se convierta en una moda, ser un sitio al que llegar, hacerse una selfie ante el monumento popular, publicarlo en las redes sociales e irse. Los involucrados lo saben y por eso planificaron tener presencia este 2019 en los veinte mercados que más les importan: en los países nórdicos, en Portugal, en Japón y en Latinoamérica. Es posible que esta no sea la última vez que tenga noticias de Bilbao y por eso no está de más comenzar a practicar algunas palabras en euskera: ongietorri, egun on, eskerrik asko, agur: bienvenidos, buenos días, gracias, adiós.

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Museo Guggenheim.

Arriba y abajo, edificio de la Sede del Departamento de Sanidad del Gobierno Vasco, en el centro de la villa. Diseñado por Coll-Barreu Arquitectos (2008).


chile bohemio

En Valpo, como denominan los residentes a esta ciudad trasandina, la creatividad es un rasgo de su identidad. Allí cohabitan artistas alternativos, con consagrados y emergentes, quienes muestran su obra en talleres, galerías y calles.

arte a cielo abierto

ay algo en Valparaíso que inspira, con sus cerros desbordados de graffitis y sus casas pintadas de distintos colores, disparatadas y superpuestas entre sí, apreciables de cerca y a la distancia. La ciudad se erige como un anfiteatro con escaleras serpenteantes y subidas agotadoras que los funiculares ayudan a superar. Sin embargo, los porteños, gentilicio de los habitantes de esta ciudad al borde del mar, casi nunca se quejan de las condiciones geográficas del lugar. El encanto de Valparaíso también está en el desorden y la arbitrariedad de su puerto de gran calado, que por un lado, es el punto de conexión comercial entre Chile y el mundo, y por otro, el muro que separa al océano de sus habitantes. Molesto por esta circunstancia, Gonzalo Ilabaca, uno de los artistas plásticos más reconocidos de la zona, generó un movimiento en el que involucró a los porteños para que recordaran su pasado y su vínculo con el Pacífico. El proyecto se materializó como una instalación a la que llamó Museo de la Memoria y la Amnesia del Mar, que se compone de veintitrés testimonios de pescadores, abogados, oceanógrafos, trabajadores portuarios, poetas y estudiantes, algunos locales otros extranjeros residentes, que respondieron a tres preguntas que pretendían, desde una mirada artística,

dar visibilidad a un problema del siglo XXI: "¿cuál es el recuerdo más triste o más bello que tienes del mar?;¿cuándo fue la última vez que te bañaste en una playa de Valparaíso?; ¿cómo te gustaría que fuera el borde costero de la ciudad?" Las respuestas varían por la edad, por la procedencia o por la profesión, aunque en todas permanece la nostalgia y la sorpresa de comprender que naturalizaron la distancia que existe, desde hace décadas, con el océano. “Cuando visualizas la realidad problemática que tenemos en la costa, los pescadores desplazados, los derrames de hidrocarburos, las partículas de metales pesados producto de las cargas y las descargas en los puertos, la contaminación y el virus Isa, entre otros, uno se pregunta, ¿verdaderamente no es necesario crear una institución que se haga cargo de esto en un país como el nuestro, que

Valparaíso se erige como un anfiteatro con escaleras serpenteantes y subidas agotadoras. Llama la atención el colorido de sus casas y el desborde de murales que salpica sus paredes.

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Por Yelly Barrios. Fotografías: García Tores.


La Sebastiana.

La designación de Patrimonio de la Humanidad de Unesco, como en otros tantos sitios con el mismo sello, es un imán para atraer turistas de todas partes del mundo. Una de las visitas obligadas es La Sebastiana, una de las residencias del poeta Pablo Neruda.

ción del Festival Teatro Container, que organiza todo su proyecto creativo utilizando una decena de estos enormes cubos metálicos como sede para charlas, presentaciones y también como sala de exposiciones.

somos el décimo con más extensión de mar en el mundo y el primero en Latinoamérica?”, concluye el testimonio de Rodolfo Ponce, marino mercante, presidente de la Alianza Marítima de Chile. Luis Álvarez, director del Instituto de Geografía de la Universidad Católica de Valparaíso, opina que “los parques hacen a una buena ciudad, hacen los espacios públicos, el espacio de vida y la sostenibilidad. El gran parque, nuestra gran área verde de Valparaíso es el mar, solo que es azul. Si fuera verde quizás entenderíamos que es nuestra gran plaza. Si no entendemos nuestro mar, difícilmente tendremos sustentabilidad. Mi recuerdo más bello

fue cuando salí de Valparaíso rumbo a la isla Robinson Crusoe en donde está el archipiélago Juan Fernández. El más triste es no poder ver el mar desde mi casa, quemada en el incendio de 2014”, que fue uno de los más devastadores en la región. La disposición de los testimonios de cada uno de los protagonistas del museo efímero que creó Ilabaca se acompañó con un retrato y objetos de valor personal. El geógrafo Luis Álvarez eligió para la ocasión los que pudo rescatar de entre las cenizas: unas cajitas de lata, un estuche de lentes, monedas, un muñeco de metal y un par de fotos tiznadas. Cada objeto contenía en sí la intención de mostrar la diversidad

humana que vive entre los cerros que conforman Valparaíso. Para Ilabaca “La riqueza de Chile es el mar. El sueldo, la billetera, puede que provengan del cobre y el litio, pero, ¿a través de dónde se transporta? A través del mar. Lo tenemos totalmente olvidado. Tú le preguntas a cualquier porteño (de Valpo) ¿cuál crees que es el problema en tu ciudad? y te responderá que la basura, los perros, o la inseguridad, todos problemas derivados de esta distancia que separa la riqueza del del océano de su propia ciudad. Esa es la amnesia del mar”. El montaje de la instalación de Ilabaca se realizó en el interior de un contenedor en el marco de la VI edi-

En 2003 el casco antiguo de Valpo, con la Aduana, la Iglesia Matriz, y las áreas urbanas comprendidas por los cerros Alegre y Concepción, fue designado Patrimonio de la Humanidad por Unesco. Es que Valparaíso es centro histórico, administrativo y universitario de referencia en Chile. Es sede del Congreso Nacional, de la Armada, del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, de la Aduana, y de los servicios de Pesca y Acuicultura. Según un censo realizado en 2012, unas 300 mil personas son residentes permanentes. Si además se considera el área suburbana, es la tercera más poblada de Chile con casi un millón y medio de habitantes. Aunque es difícil explicar cómo, muchos de ellos se dedican a las artes plásticas ya sea como galeristas, creadores, coleccionistas o como

Tres propuestas institucionales Entre las variadas actividades a pie de calle se incluye la oferta museística de la municipalidad y del gobierno nacional. Destacan el Parque Cultural Valparaíso, un antiguo centro penitenciario reconvertido en espacio de arte contemporáneo; el Museo Lukas, destinado a recordar al afamado caricaturista chileno Renzo Antonio Giovanni Pecchenino Raggi, que eligió Lukas como un apodo más práctico para definirse, y el Museo de Historia Natural de Valparaíso, un enclave interactivo y didáctico para aprender y divertirse. Ideal para niños y para adultos con espíritu aventurero.

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El origen de su fama


Izquierda, Bertrand Coustou, fundador de Bahía Utópica, la primera galería de Cerro Alegre. Derecha, Herna Freire, alma máter junto a su esposo, José Martínez García, del Taller de los Alquimistas.

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Cristian Rojo en su casa y galería, Espacio Rojo, un punto de visita obligado. De ahí el gran nivel de artistas que maneja su espacio.

admiradores aficionados. Solo en Cerro Alegre se encuentra una muestra significativa de esta característica local. En la calle Almirante Montt 263, una de las de acceso principal a este cerro, está el taller de Ariel Flores, Ciudadano Arte como firma y como se le conoce en la región. Instalado aquí desde 2014, este cubano trotamundos pasó una temporada en Estados Unidos, otra en España y finalmente, eligió a Chile como país de residencia. Primero trabajó como ilustrador creativo para marcas internacionales como Pernod Ricard en Santiago de Chile. Después, fiel a su inquietud por el cambio, se mudó a Valpo. “En la creación artística me gusta explorar nuevos materiales, nuevas formas expresivas. El cambio es mi definición”, comparte Ciudadano Arte desde su taller tapizado con xilografías. En el presente, su estilo consiste en tomar un ícono del Pop Art como son las latas sopas de Campbell, de Andy Warhol, y redefinirlas para esta ciudad. “La obra no es solo la lata, es la idea completa”. En sus comienzos artísticos exploró otras técnicas, pese a que los temas que invoca en sus obras suelen ser una constante: la identidad y los paisajes de atmósferas fantasiosas en los que un edificio de Brasil, por ejemplo, puede encontrarse en un cuadro con la Patagonia chilena de fondo. Ahora se dedica a darle esta vuelta de tuerca al Pop Art, que en sus orígenes proponía

la industrialización del arte y que en el concreto de Ciudadano Arte pretende volverlo manual. “Yo soy una máquina de trabajar. Hay que tratar de vivir con lo que tiene sentido para uno. En un momento mi inquietud fue encontrar cómo vivir de mi arte. Fue a partir de allí, y de un momento conflictivo de mi vida, que comencé a explorar otros horizontes. En Valpo supe que había mucho por hacer y entonces me aboqué a mi tarea”. Su taller de xilografía da a la calle y las ventanas y la puerta están abiertas todos los días para que quien camine por allí, y sienta curiosidad, entre. Y funciona. Hace un año tuvo un pico de exposición en redes sociales con la llegada de Germán Garmendia y su novia Lenay Chantelle Olsen, conocida como Lele. El chileno es una verdadera estrella de YouTube con más de treinta millones de seguidores. Ella, una cantante, conductora de televisión y actriz estadounidense con un perfil en Instagram igualmente célebre. Tal contacto con un público muy joven, al que poco contemplan los artistas más conservadores, le dio al cubano una visibilidad que no calculó. Si se sigue en dirección ascendente por la misma Almirante Montt, en el número 372, está Bahía Utópica. Sus fundadores, la chilena Nancy Arancibia Moya y el francés Bertrand Coustou, la definen como la primera galería de arte de Cerro Alegre. “Cuando abri-

mos en 2008, habían muchos talleres en la zona, pero nada que reuniera a consagrados y emergentes. En aquel momento comenzamos a trabajar con los creadores más reconocidos de la ciudad. Ellos tenían más que perder que nosotros y apostaron por la propuesta que aquí permanece”, comenta Coustou. Pasó una década desde entonces. Como ayer, lo que los define es la búsqueda de talento. La galería mantiene consigo a los artistas más destacados de la ciudad: Gonzalo Ilabaca, Felipe Quiñones, Pablo Villegas, y mira de cerca a los nuevos creadores. “La elección de qué artistas emergentes inte-

grar a la galería es difícil. Aquí se respira arte, con muralistas que están en el top ten de los mejores del mundo, como Inti Castro. Aquí vienen muchos estudiantes de Bellas Artes atraídos por este espíritu. Llegan a probar suerte, pero entrar en una galería no es tan rápido como parece. A nosotros nos interesa conocer al creador, saber que tiene oficio, cuáles son sus deseos, conocer su pasión”. En la calle Lautaro Rosas entre Miramar y Templeman, está Hiperfocal, el espacio de trabajo y galería del fotógrafo porteño Alberto Lagos, y el Taller de los Alquimistas, de Jorge Martínez García y su esposa ecuatoriana, Herna Freile.

Hiperfocal comenzó en Santiago de Chile en 1994, aunque el formato de trabajo lo inició Lagos bastante antes en París, donde vivió diez años. Desde 2006 el método de trabajo que le caracteriza es la emulsión fotográfica y los temas que le inspiran son los cotidianos para los porteños: el troley, los taxis colectivos, los murales, los puestos de frutas y verduras del mercado El Cardonal. “Estoy súper agradecido porque estas fotos las he disparado todas yo, o sea que lo que está aquí es mi arte y a la gente le gusta”. En el caso de Jorge Martínez García y Herna Freile, la obra se expone en una de las salas de su propia casa. El estilo

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Arriba, Gonzalo Ilabaca en el interior del container que albergó El Museo de la Memoria y la Amnesia del Mar. Abajo a la izquierda, Alberto Lagos, fotógrafo y fundador de Hiperfocal. Abajo a la derecha, Ariel Flores, conocido como Ciudadano Arte, y su obra.


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En otoño el clima en este puerto, fundado en abril de 1536, es variable. Las mañanas amanecen tapadas de una niebla que se dispersa a medida que el sol avanza. La luz más plena empieza a disfrutarse a partir del mediodía. del matrimonio se mueve entre el dibujo, la pintura, el grabado y las aguafuertes. Los temas que les mueven varían desde la poesía y la filosofía en el caso de él, a la soledad, la nostalgia y el concepto de hogar como lugar de creación, en el caso de ella. “Me importa trabajar desde el enfoque positivo de cada uno de estos tópicos. La soledad como punto de encuentro, tan necesario para crear y para conocerse a uno mismo. La nostalgia como una mirada al pasado que cuenta lo mejor que hay en mí”, explica Freile, que suele organizar su agenda entre la atención al público en el tallergalería y la introspección que necesita. Un poco más alocado y alternativo es Apolo 77 Casa de Arte. En este espacio vive el valenciano José Manuel de Belda, un abogado artista que se enamoró de una chilena y después de vivir varios años en India, decidió radicarse con ella para desarrollar su talento relacionado con lo figurativo. En su sala de exposiciones de Apolo 77 concentra artistas de distintos puntos de Chile; uno de ellos es Chávez, radicado en La Serena, al norte del país. Otros son: Gabriel Santander

de Puerto Montt, Reinaldo López o Amaru. “Hace dos años y medio que estamos con esto. Nos identifica la presentación de artistas jóvenes”. En otro de los tantos recovecos de Cerro Alegre, en Pasaje Miramar 175, está Espacio Rojo. La galería lleva el apellido de su fundador Cristian Rojo y es un lugar de encuentro con el arte contemporáneo contingente y con la propia ciudad. Cuando el visitante entra en esta galería es usual que su dueño les reciba. Su propia calidad de anfitrión es una invitación a quedarse y conocer lo que tiene para contar. “Espacio Rojo nace de la idea de promover a los artistas nacionales. Me formé en Estados Unidos, viví unos años en Los Ángeles, y luego quise regresar a mi país para poner esto en funcionamiento. Aquí es donde trabajo y vivo. La curaduría de la galería es mía y hay artistas como José Fernández, Matías Santamaría, Anis, Dalia Karü y José Oyarzún Sardi. Estamos en un punto obligado y por eso tengo que traer talento, es una obligación”. Cristian Rojo hace también un recorrido por la arquitectura del espacio

al que define como “la casa mentirosa”. Primero lo anuncia como un titular, mientras continúa con la visita guiada por las obras y después explica el porqué, desde el balcón que da al patio trasero: “Acá está el estómago de la ciudad. Desde aquí nos damos cuenta que la casa, que parecía de una planta única tiene dos más debajo. Por eso la llamo la casa mentirosa. Es un signo arquitectónico de distinción en Valparaíso. Desde afuera uno tiene una impresión y adentro se sorprende con las superposiciones. Y al mirar desde este balcón, se aprecia todo lo que caracteriza a la ciudad: sus casas abandonadas o quemadas, las construcciones aún en pie con mezclas de estilos arquitectónicos, como el racionalista, con sus formas que emulan grandes buques marinos, con las fachadas color azul cobalto que recuerda el océano Pacífico. Es más, en los días de mucha claridad, desde este balcón se ve el pico nevado del Aconcagua”, añade el galerista en voz baja, como quien revela un secreto que quiere mantener intramuros. Después, sin más, recita un fragmentos de Pablo Neruda.


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