ÓSCAR COAQUIRA ALÍ
Los cuentos del Ch’otoj!
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© Óscar Coaquira, 2008 © Editorial Yerba Mala Cartonera de Bolivia, 2009. Proyecto social cultural y comunitario sin fines de lucro. yerbamalacartonera@gmail.com http://yerbamalacartonera.blogspot.com Tel. 79533978, 72262533, 73505781, 71208058.
Proyectos análogos: Eloísa Cartonera (Argentina), Sarita Cartonera (Perú), Animita Cartonera (Chile), Ediciones la Cartonera (México), Dulcinéia Catadora (Brasil) ______________________________________________________ Impreso en: Imprenta ―Río Seco‖, patio 2, mzno. P, No. 214, El Alto. Derechos exclusivos en Bolivia Hecho el depósito legal: 3-2-1109-08 Impreso en Bolivia ______________________________________________________
Esta publicación ha sido posible gracias al apoyo desinteresado de los residentes bolivianos en Boston-EEUU
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PRÓLOGO
Los cuentos del Ch’otoj! funcionan como mezcla de voces, creación de espacios festivos, ejercicio de técnicas literarias (variaciones, subtextos, idiolectos), como cantos citadinos de seres extraviados y como generador de psicologías estudiadas a través del lenguaje. Los personajes que recorren este libro salen de cada esquina, calle o local de las ciudades de La Paz y El Alto trayendo, al mismo tiempo, un tanto de su visión rural a estas cosmópolis del caos y la mixtura. Hay también un sudor de dolor, una gota de amargura lúcida y atisbos de una oralidad desbordada, como aquella del personaje de Versiones y perversiones a quien le interesa tanto la memoria como el qué dirán: a ambos los tiene olvidados. Estos mismos personajes se desprenden de otras textualidades; mediante guiños y el uso de epígrafes, van recobrando situaciones clásicas de autores que han trabajado en los mismos espacios, tal el caso de Jaime Sáenz o Adolfo Cárdenas. Asimismo, la intertextualidad de Los cuentos del Ch’otoj! vence la palabra escrita para sumergirse en la oralidad, el canto, la danza y la habladuría. El uso de leyendas semiurbanas, la constante repetición del dice, propio del chisme, así como la narración boca a boca hacen de la oralidad y sus variantes la principal fuerza de esta selección de relatos. Los cuentos del Ch’otoj! también funcionan como una muestra condensada de lo que se escribe y se ha escrito en los márgenes paceños/alteños, pero sobretodo de aquello que se vive y habla en estos lugares. El autor: Óscar Coaquira Alí –desde hoy y para nosotros: el Ch’otoj– recrea con humor, profundidad humana y una amplia gama de lenguajes sobre la convivencia de más de una forma de asimilar y narrar la realidad, con sus festejos y sufrimientos. 3
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Ă?ndice
El Ch‘otoj Versiones y perversiones Juntos hasta la muerte La despedida Baila conmigo Los Antucos
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El Ch’otoj Pfffff! Ch‘otoj! Glub, glub, glub, Así caen las piedras en mi corazón. EL CH’ULLA
Ni se imaginan cómo empezó todo esto. Lo cierto es que, hasta hoy, nadie sabía de mi existencia. Ni siquiera ustedes; sí, ustedes, los que me miran desde una lejana distancia. No se preocupen ni extrañen por mi conducta, más bien, les contaré pues lo que hago. Pero cuidadito que después se estén alaraqueando con sus cuates, así diciéndoles: —Hemos conocido al Ch‘otoj, parecía gil, pero buen chango nomás había sido. —Uta cuate! le he conocido a un tal Ch‘otoj y parece que el boludo vende buena pasta. —He hablado con un cojudo, creo que es ilusionista –¿Qué?– Pajp‘aku pues sonsa; cuidadito que ese perro te esté engatusando para pedirte chichis. –¿Y qué se llama el ñato?–. Pucha, bien burra siempre eres ché, ya te dicho también que le dicen Ch‘otoj. —Oye Donata, ese ñato que hemos visto esta tarde… –¿Quién? ¿el feo?–. Para mí es lindo… –¡Dejá de hablar macanas changa, qué va a ser lindo ese chato!–. No seas así pues Donata, además, a vos quién te dice algo sobre el Gerucho, que está gordo y calvo. 7
Dejámelo en paz a mí Ch‘otoj y punto. —Edgar, acercáte a ver –¿Para qué?–. Vos ven rápido –Puta, qué jodido ¿y habla? –Este pampeño es un mamón, yo lo he visto en la plaza de Alto Lima la anterior semana y boca no más es. –Ya no te emputes Camello; vamos a esperar que todos los ganapanes se vayan y después lo huayqueamos los ducal; ¿de bolas? –¡De bolas! ¿Se dan cuenta? Yo sé todo lo que van a pensar o decir. Nada, ningún detalle se escapa de mí presentimiento: todo me tinkha. Además, a ustedes les puedo leer más rápido la mente, porque ustedes se mueven lento, anunciando sus pasos alegremente a las personas, son predecibles pues. Ah, no entienden, les voy a hablar en idioma sencillo. Haré a un lado mis palabras perfectas, que tanto estudio y dinero me han costado en el exterior. Voy a parlar sin adornos, sin nada de ampulaciones, ¿cachan? A ustedes fácilmente se les puede conocer a fondo. Yo puedo adivinar lo que van a hacer y pensar hoy y quizá mañana. Y se preguntarán cómo adquirí este don fenomenal; seré franco, les diré mi gran verdad y aunque no me crean y digan que soy un farsante que charla con el hígado y no con el corazón, el de la sinceridad… Saben, sufro mucho con esta vaina así que quiero deshacerme de todo esto: Para empezar, hagan a un lado todo aquello que es ofensivo para mi pobre espíritu: que el rayo le ha caído, que ha nacido con seis dedos en el pie. ¡Debe 8
ser isph‘alla! por eso sabe tanto. Que yatiri o chamakh‘ani debe ser… y no sé qué vainas más. Esas cosas no sirven para describir lo que yo poseo. Mi conocimiento viene de otro lugar, un sitio que no es inaccesible; no necesitan de sortilegios divinos ni de dones genéticos –pucha che, otra vez se me ha salido el gallo académico–. Lo que yo tengo lo puedo compartir y ¿saben cómo? Facilito. Aquí está el gran amuleto que los convertirá en maestros en el arte de la exploración interna de los hombres. Este trozo de roca volcánica, sacada de las entrañas del Chacaltaya, les servirá para saber todo acerca de la mente humana; serán videntes, adivinos y apóstoles del tinkhaso. Y cuánto les vale, lo mismo que cuatro chelas en el bar La Alpaca Oprimida: 20 lucas, esito no más cuesta. A ver, cuántos van a querer… Ah, y les advierto: el amuleto no sirve para explorar el corazón. Muchas personas han tratado de hacerse los capos; han pensado meterse dentro el corazón de las ñatas como pumas, sigilosamente y sin ruido, para enamorarlas. Pero no les ha servido de nada. El talismán los volverá ch‘ullas para siempre. ¡Acaso no me ven a mí! solito deambulando por estas calles, sin pareja, sin warmi… Pero yo puedo arreglar esas cosas de otra manera, mejor les repartiré mi tarjeta para cualquier consulta.
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Pedro Tambo Vidente, adivino, ganapán, soplalatas en presteríos, curandero (graduado en Apolobamba), consejero matrimonial, cazador de amayas y anchanchos, espantador de sajras, entre otras cosas… Atiende todo tipo de traumas, delirios de persecución, perseguidoras, makhurcas, impotencia viril, kencherios, remiendos entre parejas, etc. También ofrece sus servicios como amarrador de caitos amorosos. Le aseguramos el 100% del trabajo. (Aunque esa mujer no lo quiera, nos encargamos de que se quede con usted hasta el día de su muerte) No nos responsabilizamos en caso de infidelidad, muerte, suicidio o maltrato familiar. Acérquese a nuestras oficinas y lo atenderemos con mucho gusto. Su pregunta no molesta.
Av. Rosas Pampa, entre calles Rosendo Chacata y Santos Humiri Nº 5 (puerta de calamina morada) El Alto - Bolivia
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Versiones y perversiones Vamos a cañar hasta orinar sangre. Me había chupado hasta las patas. FRASES POPULARES
Tres días le habíamos aplicado cervecita pura, yesque el preste eraps nada menos que de mi compadre el Facundo. Él pues se ha rajado bien lindo, de todo habíaps en la fiesta, desde un whisky Changeller, cervecita Auténtica y hasta wislulito de naranja había. Si pues, él ha botado la casa por la ventana, él se haps endeudado con el banco para acallar los parloteos del qué dirán, pero el Facundo me ha dicho (después de la fiesta) que ha valido la pena gastarse harta platita; dice que le ha dentrado harto cajón de cerveza, más de mil quiñentas, y solamente la cuarta parte de la chela se ha gastado, dice. Yo creo que así siempre ha debido de ser porque harta chela siempre había. Además, yops también he dentrado con diez cajas de ayni y mis dos cuates, el Orlando Rivas y el Sandolfo Salinas, cada uno con cinco cajas ha dentrado. Los trica hemos unido las chelas pa‘ que sea número par, es que no tenía que haber cosas ch‘ullas ese día. Luego de armar una pared con nuestros veinte cajones, hemos recibido el ferrocarril o el carrusel y nosan taqueado de trago. Mis dos cuates bien pollitos siempre eraban y rapidito seán chispeado, en cambio yo eraps taco y nada me había pasado. Bueno, un poquito se me había subido. El día de la fiesta la cervecita bien rica siempre estaba, el garcía nos había dicho "la chela bin kaché shempre está", cuando estábamos arrastrando nuestros cajones de cerveza hacia la mesa. Supongo 11
que esa noche toda la chela estaba dulce para el garcía. Así de lindo estaba el preste que bailongueamos como locos y chupamos como descosidos. Hasta ahurita mi mamá me sigue riñendo de lo que me he farreado tres días; ella dice que me he rayado en la fiesta. Tiene razón, por eso no le digo nada y me quedo como opa callado para que no se altere. Es que me había chupado hasta las patas y no me acuerdo muchas cosas. Qué macanas habré hecho, con quién me habré ligado, qué vainas habré parlado y con quienes me habré peliado. Por eso mestoy leyendo punto por punto la invitación que me dio el Facundo para ver en qué lugares mestaba buscando.
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Facundo Choque Al-azar Severa Mirada de Choque é Hijos. SE PRESTAN DEVOTOS AL GRANDÍSIMO
―TATA SANTIAGO‖ Les saludan muy lentamente y tienen el raro horror de invitarle(s) a celebrar los diferentes sinmotivos de hacer fiesta en honor a nuestro grandísimo patrono ―Tata Santiago‖. Con este espacial motivo le agradecemos de mano su gentil conveniencia.
El Alto, julio de 2007
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PRESTES DEVOTOS DEL ―TATA SANTIAGO‖ 2007 PROGRAMA Pesada la ceremonia religiosa le(s) rogamos que nos acompañe con un k‘aj de fenol y después nos siga, ya picado por el trago, al salón de momentos sociales ―El Kaima con sangrado‖ o era ―El caimán consagrado‖
(Me da bronca leyer cuando mestá dando vueltas la cabeza)
questa en la calle Tantos Giles (debe de ser Santos Siles) Nº 5. El Salto Amenaza su propia banda ―La súper exploshón‖ y los grupos electromecánicos ―Arrebato‖ y ―Sin Control‖. Entrada y Procesión Después de los pactos religiosos…
No sé qué cosas mestoy leyendo, debe de ser por causa del chaqui questoy viendo mal las letras y macanas mestoy inventando. Bien largo es el programa del preste y soy bien jayra pa‘ seguir lecturando. Más bien seguiré acordándome del preste, así solito, sin ningún pretexto. Mi mamá me ha contado que dos de sus amigas biensito me habían visto pues esos días. También me han visto el garcía y el Perkin de una de las orquestas. Como las cuatro versiones las tengo fresquitas sacaréps esos trapitos afuerita pa‘ que se calienten con el fuego de sus miradas. A ver, este es el primer chisme: 14
Versión #1 / la Chota
Resulta que yo mestaba chupando seco con mis dos cuates; dice la chota quel Orlando Rivas al tiro se habia idops, volando arriba y el Sandolfo Salinas se movía como pescado grosero, o que movía su pescado groteshco. No sé che. Bien siempre nos había estado chequeando la chota, bien atentaps había estado memorizando las palabras questábamos intercambiando. Yo diceps que estaba hablando del fútbol, bien lindo siempre mestaba explayando de mi equipo dice y mi cuatacho el Orlando Rivas, Follando Chivas pasus amigos, se había estado sincerando bien rico sobre cuántas ñatitas tenía y el otro, el Sandolfo Salinas, sestaba jachando por la incomprensibilidad de su warmi. Esa chota dice que como almas de visita en pleno día de Todos Santos habíamos estado. No ve que el alma viene ese día y todo lo que hay en el altar de pan y comida se lo traga, asíps estábamos nosotros en la fiesta tragando toda la chela que podíamos. Desa manera hemos bebido, desa manguera hemos bebido bien harto, y nosiemos quedado con la mente en blanco. Los tres borrachines bien siempre le habíamos cascado, hasta nos habíamos kalanchado para mostrar nuestros cuerpos liwi liwis al público dice, uta qué jodido ¿no? Esta chota se habíaps grabado (en la pensadora) un pedazo de nuestra charla, cómo ps así vaser. A ver, se ha pasado. Así dice questábamos parlando. -Oyesss, la mana del Laruta sstá buena. -Noshé bien manito, si la puta ésta suena. -Los dos parecen vergas, ya vesss mis changos son. -Calmate monito ssstamos dialogizando la compensación de nostras negras. -Sips monótono, máss biem cascale un puquito de chevalina. -Chsssssta! los duca sstán yucas y qui hay con la ruta… -Bien chupau sstass gil… vainas ssstarás oyendo -¿Quién es el kh‘aima? mestás provocando Orlancho -¡Yaaa… bien toro este burrasssno…! 15
-A wos quién te ha pedido queee… mets tu wislla susha. -Aveeer los… cálmense un tantito. Parecen wawas… no hemos aprendiu acaso a chupar, cambiemos de dessscushon. -Sí, ya no quero peliar, nové monito??? -Clarines changuito, además sste cabrón esps ley. -Nos brindaremos bien shembre, nos acompañaremos, nos chuparemos y nos abrazaremos. Salud manitos!!! -Nosiá dicho malditos!!! -Ya ves perro, sstás comenzando de huevo… Nosabiámos gritado de todo, dice. Hasta el cumpa Facundo había venido a calmarnos, dice. A mí el Facucho nomiá dicho nada, por esostoy dudando desto. La chota chismosa siempre es y boca nomás es, quéps le voy a estar creyendo. Mi mamá nomás ps se presta para eso. El otro chisme tieneps también su toque, igualiiito quel otro. Les voy a pintar el cuentops:
Versión #2
/doña Cloti
Ya los conocen a mis cuatecitos, los tres bebíamos como perros sedientos de agua. Así diceps doña Cloti. Los tres también estábamos parlando como viejas chismosas, sin causar ps ninguna maldad. A cachos nomás subíamos el volumen de nuestra voz, así como todo borracho, dice. Pero nosiemos empezado a reñir, dice, cuando una ñata bien buenona sabiáps puesto calentona con los tres. Esito había comenzado el líops. A los tres la ñata nos manejaba a su gusto, como con control remoto, dice. Todo hacíamos por ella: desde bailar kalanchos hasta chupar una tella de cheva, seco. Cada uno le hacíaps su mejor esfuerzo para quedarse con ella: el Orlando Rivas se habiaps tajado con vidrio unas palabras en el pecho, ―‖ bien ensangrentado estaba el gil y no se podía leyer sus garabatos dice. A la cocina lo habían llevado para curarlo. El Sandolfo se 16
habíaps hecho al capo!!! Doscientas lucas le había ofrecido a la ñata para que lo escoja a él. Qué hayga pensadops este Sandolfo: con esto me la voy a ganar, con esto me la voy a tirar… Y como la ñata no decía ni chis ni mus, el Sandolfo habiaps creído que el silencio otorga. Y lestaba frotando su cuerpecito a la ñata con el billete, hasta que liá pellizcado un ñuñu, desops un lak‘aso fuerte se había recibido. Y liá gritado dice. Coneja, flauta, perra, puta, zorra, perdida, jugadora, buscona, gata, arrecha,… Se habíaps salido furioso al patio dice. Yo nomás quedabaps y bien siempre me había idops con ella dice. Sips. Le había dicho para relajear estito nomásps: Mamita, en la cancha dentran once jugadores para jugar, no vé. Mientras uno tapa, otros defienden y otros reparten, pero uno nomás mete el gol y gana. Yo quiero anotar contigo mamita, yo quiero meterte un gol en el arco de tu corazón, Con ese charleps había cedido la buenona. Pero cuando yostaba danzando con la changa mis dos cuates me habían jalado para discutirme: Questo, quilotro, que aza y tomá y montá, habla pues, mamón, perro, que timporta, acaso eres mi mamá… Désops nosiemos discutido fuerte, y el cumpadreps había venido para calmar nuestros ánimos de trompeadores. Asíps dice la doña Cloti que nosiemos portau en la fiesta, haciendo bulla y alborotops. Desto tampoco miacuerdo. Bien jodido la confushón. Lo que dice el garcía, el Batman, bien grave es siempre. Esta mañana ha venido para cobrarme las cosas que había roto en el preste, desops mestá contando su versión. Versión #3 / el garcía, barman o Batman
–Premero turitos estababan en selensho, luego como hirmanitos sestaban hablando en la mesa. Bin rico sestaban humantando: Un k‘áj, un zás, un clin, un t‘iliú, un chinchín, un dindón, un rinrín. Un seco, cencuentita, crozadito, cuntigo, conwos, cunmigo. Por ella, por qué ella, entons por la otra, yo también. Salod! Asisito se dicían los tres. Dispués, como yostaba shempre de saleda e intrada no los pudía wer binsito, 17
piru ya numás hiscuchado roedo, harto shempre, yostedes puis sestaban gretando, los tres ben saltones descutían como ch‘ajhuacus. To amego, el alto y liquisito, cómo eraba so nombre… Urgando, Urlando, sí, ísi eraba so nombre. Él pois bin liso sestaba isa noche, ya turitos nus quiría gulpear, hasta ahurita nuintindo so comportamento, y to otro amego, el ch‘iti, el minudito bin terco eraba, al Urlando le dicía matame hijo di pota, di ona wis matame merda, no mi voya muver di aquí hasta que mi pegues, hasta qui mi mates… Bin grave habíaps sidu isti jovena y wos pior ti purtabas en ves di qui luestés calmando la problema di esos dos, vos más ti has loquiado: Mes vasos luás roto, mes jarras lo mesmo y todo la mantel luhas chijhatado. Nadie pudía calmarte, yo numás mestaba lleno di sosto. Ah caray dicía, paquí numás haygan humantado estas jovenas, para quí si rayen asé? Si foran mes hijos, a los tres, checote carajo lis daba. Ase me dicía para me mesmo. Dispués una siñurita sia acircaro a ostidis, ella bin shempre lis ha hablado, lis ha hecho intender pos diá buinitas, desops siánps calmado turitos. Como se nara hobiera pasado dispues sihan qomantado, como hirmanitos; hanps cominzaro a bailar, to con isa checa qui la ha calmado toro y tos amegos con otras. Piru seguían tumando. Yo mido rapedeto al cantina para atenderlo y no losi vesto más.
Esto mea hecho temblar de meyo, bien siempreps mea hecho reflexionar sobre el asunto. Pero todavía falta el ultimito, lo quea dicho el Perkin. Me tranquiliza un poco lo que dijo el Perkin sobre mí.
Versión #4
/ el Perkin
–No te preocupes hermanito, de duros todo pasa y los problemas de fiesta se quedan en la fiesta, no ves qué. Ustedes, uta, fiero le estaban echando en su mesa. Yo desde arribita les 18
estaba mirando cuando se han empezado a gritar. Tu carnal, el alto, chispas estaba y el otrito medio lloroncito y, vos güey, como con gusanera te movías, pero no estabas molestando. Creo que todo el problemilla ha empezado por una vieja, los tres discutían como cualquier borracho entonado en nota glu-glu por culpa de ella. Pero después se han alivianado las cosas y el cuate alto se haps caído al piso sobre unos vidrios rotos y tenía heridas en el pecho, tu otro amigo se lo haps llevado al centro de salud para que lo curen. Tú, hecho al tigre, viéndote solito, te has lanzado a la ñata sin ningún problema. Yo te he visto bailando bien apegadito con ella. Eso nomás es. Relajate hermanito, seguí roncando, ya se te va a pasar... Así cuentanps mi historia del preste, qué nomás sestarán imaginando. La gente pa‘ chismear y alterar las cosas nomás sirve, quién de los cuatro diráps la verdad. Solamente dios sabe lo que haps pasado. Pero yops confío que este asuntito pase de boca en boca directito al olvido. Además mi chuyma se siente tranquilita ante este problema. No ves que cuando se te borra la mente, por estar farruqueando, tu chuyma se pone en On para manejar tus pasos, verdad es siempre. Por ésops cuando despiertas tu mente está hecha mierda, no te acuerdas nadita de nada, pero tu corazónps siente lo que has hecho, él te dice lo bien o mal que te has portado. Pucha che! Bien jodido es el cha‘ki y paqué hablar de mi perseguidora: esops mestá fregando la cabeza ahurita. La perseguidora mestá haciendo doler la barriga, más bien tomaré el matesito de wira wira que mi mámá mea traidops pal dolor de barriga. Ya se va pasar esto, cuando me sienta bien voya estar pensando en la próxima fiesta para de nuevo buscar, en el delirio de la perseguidora, las versiones o perversiones que luego dicen.
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Juntos hasta la muerte Amar es ser dos sin dejar de ser uno. Morir es ser uno sin dejar de ser dos JAIME SAENZ (de Los papeles de Narciso Lima Achá)
Queríamos huasquear duro toda la cheno con mi dorima, pero como no teníamos el quivo loco, compramos dos t‘alpas y uyuni nomás le íbamos a cascar. El Tancara (que era el mote de mi dorima) no quería chupar sólo los duca, así que el mamón se ha ido a buscar a sus tecuas. Habíamos elegido farruquear cerca de las antenas, porque por allí no habían muchos tombos que jodan el jolgorio. Llegamos a ese lugar junto a la k‘umunta de artilleros pesados de la Ceja y, junto a esos putos, también venían tres lorchas: más ñojas que el culo de la jamona de mi hermana. Odio a la chota de mi hermana, con ella se murió la flor. Esa cojuda me ha deschapado ante los rucos de mis papás, diciéndoles que yo era una flauta. La chontana esa me ha choreado a mis dos fetitos, dizque soy desviada y soy mal ejemplo para mis tofes. Me ha emputado y un día bien siempre le he chasqueado, hasta la cuca le he partido de un culazo. Eso se merece por hacerme botar de mi cantón y por voltearme a mis fetos. Los tecuas y el Tancara ya estaban volviéndose idos. Al pelotudo del Tancara le he dicho que no se haga al Batman y ahorita está chupando con todos. Cruzadito. Los artilleros estaban chupando tupido junto a sus jamonas. El Tancara estaba camote de mí desde la primera chequeada. Siempre me cuidaba, en las jaranas, de los gilachos 20
que querían manosearme y de cualquier otro huevón que quisiera cabalgarme. Cuántas veces aflojé en agradecimiento a sus cuidados. Y él, a cambio de los cachos felicianos que le daba, me trataba como si fuera una cerradita primeriza. Después de que todos ya no recordaban ni su chapa, pasamos a la etapa donde todas comenzamos a ponernos cachilas y cachilos. Yo agarré a mi clavo de la palmira para hacer empanadas, luego le di un chape de luca tan largo que empecé a chorrearme. El Adobe (artillero de la plana mayor) empezó hacer una vaca loca para comprar misiles y pichicata. No tardó mucho en llegar el Adobe con la k‘umunta de pichicata y misiles, y rápidamente servimos un turno de samapa y A con A; también preparamos los pitillos para billar hasta quedar satucos. Nos fuimos al pedo en dos segundos y uno de esos cabrones se emputó con su jermu, luego me estaba chequeando todo el rato con ojos de caballo queriendo plantar la yuca. No soy boca, pero soy la wambra exacta del Tancara, tengo pinta; no soy como esas jamonas champosas y kauqueras que están aquí, por eso los cojudos quieren cogerme a la fuerza. El Tancara no era tan taco como los de la plana mayor, y por estar chupando cruzadito con todos se había quedado ronqueteando a moco tendido en el piso. Y como yo era chancaca ante esa bola de ñojas, los tecuas del Tancara se querían rayar conmigo. Me di prisa de levantarlo a mi dorima, pero el muy satuco estaba roncando como fiambre, le di dos lapos en la carátula y nada, por último le apreté las cachinas hasta que se quede arrecho, el muy pendejo quería apircar ese rato. Le conté lo que estaba pasando, reaccionó como gregorio y de un quecazo lo tumbó al Adobe y a los otros les quiso también dar de baja. Pero ya era tarde, entre dos agarraron al Tancara por las manos. Fue la última vez que el Tancara tapó como un gran arquero mi chonono. Fue el k‘encherío y los artilleros de la plana mayor quienes mataron a mi clavo. Antes de que pase mi clavo al otro lado con abrigo de 21
cajón, yo me planté como verga delante del Adobe puesta de espaldas y moviendo el chonono, todo por salvar a mi dorima, pero ya era tarde. El Adobe ya había firmado con barreta cargada de sangre la charqueada del Tancara, uno de los huevones le había pasado un cuetillo al Adobe, otro sacó una punta. Primero le dieron cuatro balazos, después le afeitaron la carátula y charquearon todo su cuerpo. Me agarró el Adobe de la ch‘asca y de jinchu a jinchu me dijo: ¿Quién es tu macho ahora? Luego uno por uno me comenzaron a doblar por todas partes hasta que me dejaron con el maíz hinchado y el pan partido. No sé cuánto tiempo estaba roncando al lado del fiambre de mi clavo. Me levanté y me quedé bisneando el cuerpo ancho de ropero que estaba todo tajado, sus ojitos brillantes de tapas de cerveza chequeaban al cielo y aún su boca sabía a misil de luca. Adolorida y yesca, ni siquiera me quedé con la ropa del Tancara, se lo habían llevado todo, hasta sus gambas rotas. Solana, sin mis amigas ni nada, me fui a k‘arapampear sin saber qué hacer, por último, me armé de bolas para ir a la choza del Tancara; sin más remedio soné la puerta y escupí lo sucedido a las k‘alinchas hermanas de mi dorima. Ellas me dieron de moquetazos hasta que la carátula me quedara hinchada y la cuca rota. Por lo menos sus familiares compraron un abrigo de madera y una ratonera junto a los héroes de la guerra del chanchito. No me invitaron al funeral, me quedé en mi choza junto a mis cuatachas de ley. Esa cheno armamos una chupa fatal para despedir al Tancara, chupamos como descosidas y billamos un montón de jales. Me recordé del Tancara, de los ratos que pasamos los duca. Me tiré en la cama y me quité la vitrina y empecé a consolarme pensando en él. Hubo un cacho que armé un despelote y sólo me acuerdo que estaba plantoneando frente a la ratonera del Tancara. Más cacho estábamos sacando el abrigo de madera de la ratonera. Media hora más tarde entrábamos a nuestro cantón en compañía del fiambre de mi clavo. Luego lo boté a mi chole y lo bisnié más 22
limpio que nunca, le di la vuelta al morti de mi dorima. En mi palmira agarraba una punta, inmediatamente agarré con mi otra palmira su culo y afeité un pedazo de su cuero y me lo morfé. Después me paré como chanchito duro y le grité en la jeta: Juntos hasta la muerte Tancara.
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La despedida Me voy, me voy, ya no he de volver palomitay, así siempre me canto cuando mestoy triste. Es que mi mujer cada vez mestá sermoneando, de todo se enoja, de cualquier macana se altera. Una vez bien tarde siempre me había llegado a mi casa y la Huacana se ha calentadops y desito me ha reñido, como k‘atera me ha gritado de todo y de nada. Nops, ella bien conoce mis mentiras. Para ella no hay nada oculto, todo se puede saber, dice que los hombres somos tan giles que ni sabemos mentir bien, además siempre estamos repitiendo las mismas farsas. Mamita, vas a disculpar, manifestación había habido, por eso mey tardado. Chatita, mis amigos me han agarrado y me han hecho tomar a la fuerza, yo no quería chupar, pero había sido el cumpleaños del Lorenzo. A ver warmi, hoy he chupado porque mi jefe me ha invitado, no lo puedo rechazar pues al jefe, así nomás es la pega hija. Las vainas que me grita mi warmi bien siempre me hacen doler la chuyma. Cuando mestá gritando fuerte, se acuerda de todo y tonteras me dice. Me insulta y hasta me pega. Cuando arroja sus palabras como si fueran piedras con veneno, jodido me lastiman el alma. A veces pienso que la Huacana mucho se raya conmigo y, pa‘ qué mentirles, quisiera irme a vivir a otro lado. Pero no quiero abandonar a mis wawas. Esos dos chisllys y ñojitos, igualitos a su padre, pueden sufrir harto con la tremenda Huacana Huchani. Ella se puede vengar con mis wawas pues. Además, la gente puede pensar que yo soy el malo y, clarops, la Huacana puede salir libre de toda la habladuría. Para la gente sólo los hombres somos los desgraciados, y no las mujeres. Ellas son pues las más sufridas, las más santas. No me da pena contar a la gente lo que me hace la Huacana, es que bien confundido está todito: lo que piensan de mí. Además nadie me creye, poquitos son los que me escuchan en serio. Sus amigas, cada vez que vienen a la casa, siempre están hablando mal se sus esposos: que perros, mujeriegos, 24
borrachos, que el otrito, que aquellito y no sé qué cositas más. Y ella, al ver el momento oportuno, lanzaps su charle. Bien orgullosa se poneps ella en frente de sus amigas. Les dice que yo camino bien rectito, con la cola entre las piernas, como cachorro manso, sin causarle problema gracias a sus amorosos cuidados. Bien alharaca se pone la chota con sus amigas. Hasta les da consejos matrimoniales. Nops, ella debe saber mentir biensito, porque sus amigas como burras le creyen las sonseras que dice. La gente y sus amigas piensan que la Huacana es una buena socia porque me cuida biensito y a mis hijos también. A ella siempre le creyen, pero yo que convivo con ella cada día, de lunes a domingo, feriados inclusive, me cago en sus mentiras. Todo lo que dicen de ella es mentira. Si fuera verdad lo que hablan, yops sería el marido más chocho. Qué siempre les hayga dicho la Huacana pa‘ que piensen de esa manera los demás. Semejante k‘alincha, qué va ser pues tierna y amorosa. Porque soy humilde y huérfano ella me friega con sus insultos, otro hombre hace rato ya le hubiera puesto en su lugar. Yo nomás le aguanto todo por no separarme de mis wawas. Por eso me lloro bien harto siempre, pa‘ que nomás Diosito me habrá criado tan solito. Cuando yo era soltero andaba como gallina sin huato, de aquí para allá, como perrito kala. Dormía en cualquier parte. En vano trabajaba, todo mi quivo se iba a la farra. Nadie me decía nada, no me reñían por las cosas que hacía. No tenía a quién responder por mis actos. A veces, eso me ponía triste, no tenía ni familia ni perro que me ladre. Creo que por eso mey conseguido socia, para estarme un poco alegre. Así ya no mestaba solito, pero todo me ha ido mal. No tengo suerte para nada. El yatiri me ha dicho eso y así siempre había sido la cosa. Pero ahora estoy preparando mi despedida. Ya no aguanto más estar viviendo con la Huacana. Les hey dicho a mis wawas que nos vamos a ir los tresitos de viaje. Los changos se han puestops felices. Nos vamos a kach‘arpayar biensito antes 25
de irnos, les hey dicho. Nadie tiene que llorar por nuestra partida. Tienen que ponerse alegres y hay que estarse tranquilitos nomás, les hey recomendado a las wawas. Es que las wawas se entusiasman rapidito pues, y eso hay que controlarlo paque no sufran desilusiones. Ni siquiera se han preocupado de su mamá cuando les hey dicho del viaje, más bien me han insistido para que nos vayamos al chan chan, al toque, antes de que llegue. Nos hemos cambiado de ropa para estarnos bien pitucos; hay que irse bien vestidos para no volver. Después les hey mandado a la tienda por una Cocaquina para brindar por nuestro viaje. Para mí, les hey pedido que traigan un litrito de alcohol, para mezclarlo con mi refresco. Más bien no se han dado cuenta de nada. Bien rico siempre se han servido el refresco, inclusive yapa me han pedido. Pero mey puesto bien triste cuando los hey visto arrojarse y botar espuma verde por la boca, eso pues me ha hecho doler harto la chuyma. Ni modops me decía, tenía que llevarlos conmigo siempre. No podía dejarlos sin padre que los proteja ante las situaciones que la Huacana siempre arma. Yo les gritaba a mis ch‘itis: Es lo último que van a sufrir en esta vida. Aguántense como valientes carajo. Los niños no chillan, y ellos me miraban con una expresión rara. Sentía que sus ojitos me expresaban una satisfacción que no podían decir con palabras. Así han partido mis wawas con algo de dolor. Solamente faltaba yo: el Porfirio Pocoaca. Mestaba tomando mi alcoholcito para disminuir el dolor del viaje, mestaba despidiendo de mi casa y mis cosas, cuando he tomado el k‘aj definitivo, y he pensado cómo iba a enfrentar todo esto la Huacana. Lo único que va encontrar van a ser nuestros cuerpos tiesos y ya no a nosotros. Vamos a estar lejos pacuando la Huacana se sienta bien dolida. Aunque ella no va a llorar mucho. Solito mey vivido pero ahora me voy feliz, en compañía de mis wawas, ya no me duele la chuyma como antes… Me voy, me voy, ya no he de volver palomitay… 26
Baila conmigo
Ya son las nueve de la noche y todavía mi changuita no aparece. Siempre le he dicho a mi negrita que deje de laburar hasta tarde, pero la changuita me hace ladrar como perro que ha visto almas. Me hace hablar al aire, en vano. Mientras la esperamos, te contaré cómo me he conocido con ella. Bien lindo ha sidops… Un día estaba caminando por las calles de la Ceja, con las manos puestas en el bolsillo. Trataba de calentarme, pero sabes, ni con eso me calentaba. Ese día hacía un frío matador que hasta la cara se te ponía morada. Entonces, como el frío de la calle trataba de seducirme con su aliento fresco, de menta, como la propaganda de Halls, comencé a buscar una guarida para resguardarme del frío polar que recorría la ciudad. Como buen catador de músicas y negritas busqué pues lugares que estén de moda; en esos momentos quería bailar apegadito con una ñatita y también quería escuchar los temas: ―Todavía tienes derecho, tienes derecho a enamorarte, para no llorar‖ o el otrito, ―La pagarás, este dolor, la pagarás con lágrimas, la pagarás este dolor mira lo que has hecho de mí‖. Canciones que además de hacerte recordar a la ñatita ingrata también te recordaban la dulce venganza que iban a recibir tarde o temprano. Y así nomás, tras ir caminado de un lado a otro, decidí pues quedarme en un lugarcito para bailar y oír musiquillas. Tras ojear el recinto me puse casi satisfecho, además los huesos me empezaban a crujir por el helado frío de la calle. Empecé a calentarme, a entonarme con una jarrita fulera, después pedí de golpe dos y empezaba a sentir los efectos –no defectos– del alcohol. Me estaba moviendo como gusano en la silla, tenía ganas de bailar. A mí no me gusta ir donde las ñatitas mostrando mis dos dedos, dibujando un conejito, ¿amiga dos? no usaba esa técnica tan chapi, nica. Yo siempre charlaba con la changuita, como dicen, para aflojar el nudo, para que no haya tensión entre los dos. Para qué, siempre 27
me ganaba buenas ñatas con mi charle, otros en cambio, más frailes, tocaban el producto antes del charle y claro salían como tapas de sidra, volando. Estaba bailando de lo lindo haciendo mis pasos ricos cuando la bisnié a mi actual socia. Bailaba de forma magistral, moviendo su cuerpito como cobra encantada. Yo me acerqué a ella delicadamente con el pasito David Castro para cantarle una canción al oído, ―Amorcito yo te quiero solamente a ti, sin embargo tú te marchas y me haces llorar‖ y ella se volteó a mirarme. Vieras la jeta que tenía, sólo faltaba que me saque la lengua para demostrar su repulsión, sin decir ni una palabra se estaba alejando de mí. Pero yo, más astuto que guapo, insistí y la agarré del brazo y le dije: ―Te robaste mi corazón, mi amor y mi vida, te vas sin decir nada, ni corazón tienes mi amor‖. Al parecer no le gustó que le tome la mano y muy enojada me mandó a volar. ―Te puedes ir, te puedes ir, no esperes que te detenga, te puedes ir, te puedes ir no quiero saber de ti‖, pedazo de mamón, negrero de mierda y conste te advierto que si me molestas nuevamente no respondo, así me había dicho la ñatinga, me había sentenciado. Pero me arriesgué a decirle, mamita ―por tu amor una vez más quiero morir, por tu amor una vez más siento morir, sin ti amor no sé vivir, no sé soñar, no sé qué hacer, quiero morir‖. Después de mi acción heroica, escuché un tremendo grito. Deja de hinchar pelotudo, no quiero bailar contigo para nada. Mi carácter de terco e insistente no me dejó soltarla, además, su soberbia me atraía mucho y continúe con mí propósito. ―Por qué me haces sufrir, por qué me haces llorar, no sé vivir sin ti, regresa junto a mí‖. A cada canción que le cantaba la embarraba más. Una vez más le canté lo mejor de mí repertorio. ―Chica sexy, sexy dame tu cariño dame, dame, dame tu boquita no me hagas más sufrir‖. La ñatita no cedía, no aflojaba a mis encantos. ―Quédate mi amor, quédate por mí, pide lo que quieras yo te haré feliz‖, le iba repitiendo con mi voz de trovador y pensé que me reñiría nuevamente, pero esta vez se quedó callada, me dio la espalda. Me estaba ignorando. 28
Me encontraba en apuros, no sabía qué hacer. ―Me quiero morir, no quiero perderte, cortarme las venas si ya no vuelvo a verte‖, estaba por cantar mí último aliento. ―Dame veneno, que quiero morir por la mujer que quiero y quiero acabar ya con mi vida si es que ya no tengo su consuelo y dame veneno‖. Cuando me di cuenta que la ñatita había torcido su pescuezo para bisnearme. Ucha, ese rato me sentí todo un Johnny Bravo, al parecer le había gustado la cantada. La ñatita habia sidops villerita y no chichero, como yo. En esos momentos no me acordaba de esas músicas, creo que estaba nervioso pues y sin querer se me salió: ―Qué triste es mi destino, no tuve suerte contigo. Qué triste es mi destino te amo y no estás conmigo‖. Esta vez volteó la cabeza hacía sus amigas, me estaba ignorando de nuevo. Otra vuelta comencé a cantar Dame veneno para atraer su atención. Estaba cerrando mis ojos para entonar con sentimiento cuando una mano caliente me tapó la boca. Oye gil, no sabes cantar nada más que esas sonseras, si quieres bailar conmigo tienes que saber las que me gustan a mí, entendido? Yo también tengo mis límites y en ese momento, con mi alma resentida, le grité: ―Estoy cansado de sufrir y llorar por ti, mi vida no puede seguir, no hay razón para vivir‖. La ñata me miraba sonriente y, claro, pensaba que ella se estaba burlando de mí, eso creía y con mucha rabia le cante mí última ilusión: ―Hoy me iré, me alejaré y nunca más volveré. Mi corazón está herido, no quiere saber ni un poquito de ti‖. La negrita me agarró de la mano y me llevó hasta su mesa. Ahí me dijo ¿ves? Si insistías de esa manera, con esas cancioncitas tan bonitas, hubiera estado bailando contigo. Sabes, estaba satisfecho, me había alzado una ñatita bien rica y esa noche bebimos juntos hasta la amanecida. También me había enseñado unas bonitas musiquitas, le decía ―baila conmigo, sólo conmigo‖ y otras más: ―Yo te amo, te extraño, tú eres dueña de mis sentimientos‖, agitando mis dos manos en el aire y bailando con mi negrita. Estaba feliz. Ese mismo día nos arreglamos, me aclaró que dejara las sonseras que escuchaba, nos juramos amor eterno. Sin embargo, no entiendo por qué nos 29
vemos solamente en las noches, y en lugares donde no hay mucha luz. Ella siempre me dice que trabaja todo el día y que las noches me las dedica a mí. A veces no sé si creerle, pero qué puedo hacer, estoy enamorado. Unos cuates me han dicho que me compre lentes para bisnear con más atención a mi negrita porque dicen que la veo distinta. Estoy seguro que ellos me tienen envidia por tener una changuita tan linda, por eso nomás están hablando así. Yo no hago caso a esas cosas. Aunque me hayan dedicado una canción: "No lo pude creer, no pude creer que era la misma cosa. Al oscuro era una diosa y a la luz del día era espantosa". Igual los ignoro. Parece que ya está llegando mi changuita. Sí es ella, si quieres te la presento, le dicen la Tota.
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Los Antucos
Esa madrugada la Juana Pacesa Llusco sintió un terrible dolor en el vientre, medio dormida y con náuseas, dirigió sus manos al tercer cajón de su velador y sacó una crema apestosa para untársela en la barriga. Luego se levantó del catre para ir al baño y, entre idas y venidas del baño al lecho, trató de recordar lo que había soñado. Pensó que así el dolor se le olvidaría: estaba en un callejón, cerca de la plaza Azurduy. Perseguía a alguien. En la lejanía, sólo veía a un tipo de sombrero oscuro, también traía una bufanda blanca envuelta en el rostro. El sujeto estaba distante. Ella nota que está sola, detiene el paso y le entra un temor inexplicable. El tipo de la chalina blanca corre hacia ella al verla. Segundos después, el tipo la abraza cálidamente. Ella no siente repulsión, más bien cree ser feliz. El hombre de sombrero le susurra algo al oído. Ella no recuerda las palabras, sólo el instante en que el tipo enrosca sus manos en su cintura y ella siente una picadura en el estómago. ¡Atatau mierda! grita y se despierta. Eso es todo decía ella. No es más que un mal sueño… La Juana Pacesa pensó que sólo era un malestar estomacal. No quiso ahondar más en el asunto, únicamente bebió un mate de coca para calmar el dolor, pero entonces empezó a sudar y a moverse como serpentina y la Juana Pacesa trató de mantenerse firme. A pesar de sus fuertes convulsiones estomacales, ella pretendía hacer sus labores diarias. Esa madrugada, la Juana empezó a alistar sus cachivaches, los puso en un gangocho para llevarlos con facilidad a la Feria. Se disponía a partir y en eso advirtió la presencia de su madre. Ella la había estado mirando desde hace rato. Cuando la Juana estaba a punto de partir al th‘anth‘akathu, 31
su madre le había dicho con voz ronca y cortada: Tan pálida estás mija, parece que el sajra se ha llevado tu ajayu, hoy no vayas a vender. Pero la Juana, terca y sin responderle, se fue a la Feria, sin hacer caso a aquel presentimiento maternal. Caminaba de forma irregular. El frío circulaba por las calles llenas de basura. A esas horas la neblina persistía, todo se ocultaba tras la fría niebla de la mañana. Andaba como mareada por las calles. Se tropezó con un borrachín y con una persona cogoteada, ya nada le sorprendía. Sólo se preocupaba por no k‘arapampear en la venta, y con ese dolor en la panza. Así se internaba en los rincones de la ciudad. Eran las seis de la mañana cuando llegó a su puesto de venta. El th‘anth‘akathu empezaba a llenarse de k‘ateras. La Juana Pacesa se descargó el gangocho de cachivaches, luego los derramó al suelo para ordenarlos de forma caótica. Todo el santo día estuvo como loca sufriendo dolores. Algunas de sus compañeras k‘ateras cuchicheaban cerca: unas decían que el kharisiri la había atacado, otras, algo descreídas por aquellas supersticiones, le dijeron que era colerina nomás. Vas a botar bilis verde, le decían a la Juana Pacesa, pero ella esperaba recuperarse con paciencia, presentía que no era tan grave. El sol quemante golpeaba como un kachaskhanista los rostros de la gente, los que recorrían por las alturas de la ciudad caminaban con la jeta colorada. Era mes de agosto, mes del viento y del fuego. La Juana también recibía los lapos del sol. El dolor en la barriga y el extremado calor del día la hicieron desfallecer por unos minutos. Sus compañeras saltaron de sus puestos para ir a socorrerla, le hicieron oler alcohol, después le frotaron el cuello y la barriga con ese mismo alcohol puro. Al poco rato volvió en sí y, ante la sorpresiva mirada de sus compañeras, la Juana Pacesa parecía estar bien. El dolor se perdía con una sonrisa gentil que ofrecía a todos. Pasaron varios días y sólo le quedaba un vago recuerdo 32
del dolor. Sin embargo, la Juana notó que durante esos días su panza había aumentado de tamaño; como siempre, le restó importancia. Los gases se han de llevar mi panza, le había gritado muy enojada a su madre. Su estómago se inflaba irregularmente y en el vientre sentía caricias suaves, sensaciones a peluche y algodón. Algunas caricias le producían un cosquilleo relajante y con mucha tristeza deseaba diluir su enorme barriga. Pero el bulto insistía tercamente en permanecer en la realidad. Ya las habladurías empezaban a correr en la villa donde vivían. Desde los chismes más sorprendentes hasta las suposiciones más arriesgadas golpeaban al oído de su madre. Pasaron muchos meses de encierro para la Juana Pacesa y su barriga estaba a punto de explotar. Una noche que andaba por el patio de su casa, empezó a sentir dolores de espalda y antojos de preñada. Llevaba una cesta de caitos en el brazo y poco a poco el sueño la iba venciendo. Ella quería llegar hasta su habitación, pero el sueño le cayó en medio patio y se quedó dormida. La Juana Pacesa estaba dando a luz a cinco hermosos zorritos de pelo café. Ella nunca supo de ellos, nunca los vio. Tal vez los haya sentido, pero jamás los vio. Los cinco zorritos, al verse libres, saltaron de alegría. Abandonaron la casa de su madre y se perdieron en las alturas de la ciudad. Sé de muy buena fuente (una señora ‗comunicativa‘ con las gentes de mí barrio), que los zorritos se divierten engañando a las personas. También sé que dos de los cinco zorritos, ahora ya grandes, han tratado de ser felices. Quizás se casen y logren la felicidad. Los otros tres quieren comerse al mundo pero caen por su propia boca, no son muy afortunados. Y de la Juana Pacesa me he enterado que camina muy afligida, sintiendo que ha perdido algo valioso. 33
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Ediciones Yerba Mala Cartonera Para no desesperar en las trancaderas, para dejar pasar las propagandas de la TV, para aguantar las marchas, para caminar subidas sin darse cuenta, para bailar al ritmo de la cumbia del minibús o para cuando tengas simplemente ganas de leer. Un libro cartonero, casero, tu mejor cómplice.
Otros títulos:
Crispín Portugal, Almha, la vengadora Gabriel Pantoja, Plenilunio Vadik Barrón, iPoem Bruno Morales, Bolivia Construcciones Carolina León, Las mujeres invisibles Yancarla Quiroz, Imágenes Rodrigo Hasbún, Familia y otros cuentos Claudia Michel, Juego de ensarte Juan Pablo Piñeiro, El bolero triunfal de Sara Jessica Freudenthal, Poemas ocultos Beto Cáceres, Línea 257 Darío Manuel Luna, Khari-khari Gabriel Llanos, Sobre muertos y muy vivos Santiago Roncagliolo, El arte nazi Fernando Iwasaki, Mi poncho es un kimono flamenco Nicolás Recoaro, 27.182.414 Marco Montellano, Narciso tiene tos Vicky Aillón, Liberalia Banesa Morales, Memorias de una samaritana Washington Cucurto, Mi ticki cumbiantera Crispín Portugal, !Cago pues! Nelson Van Jaliri, Los poemas de mi hermanito 35