Extra-Editada- Concurso de poesía 2013

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Extra-Editada Ganadores del concurso de PoesĂ­a Yerba Mala 2013

Y erba M a l a

Cartonera


©Extraeditada 2013 © Editorial Yerba Mala Cartonera. 2013 Proyecto social cultural y comunitario sin fines de lucro.

yerbamalacartonera@gmail.com

http://yerbamalacartonera.blogspot.com

yerbamalacartonera

Telfs. 70751017, 70727847 Proyectos análogos: Eloísa Cartonera (Argentina), Sarita Cartonera (Perú), Ediciones la Cartonera (México), Animita Cartonera (Chile), Dulcinéia Catadora (Brasil) y muchos más en casi 20 países.

Impreso en: Imprenta “Magda I” en algún rincón de Cochabamba Impreso en Bolivia Esta publicación ha sido posible gracias al apoyo desinteresado de Magda Rossi


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Índice Extra• 5 Yamil Escaffi • 9 Gabriel Chávez Casazola• 19 Lucrecia Bertoni• 33 Pamela Nicole Santa Cruz Melgarejo • 43 Marc Delcan Albors • 53 Gabriela Vargas Aguirre• 61

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Extra

Lograr realizar una convocatoria para un concurso de poesía no es trabajo fácil, y mucho más si se lo hace con la intención de que esta editorial en cuestión, vuelva al ruedo, que la maquinaria vuelva funcionar y sus engranajes aún sirvan para transmitir movimiento de un eje a otro. Nada fácil, como tampoco lo es el hecho, de premiar sin premiar; no ofrecer sumas exorbitantes de dinero al ganador, por el contrario, en esta convocatoria lo que escasean son los billetes. Se escribe por el honor. O algo parecido. El objetivo de la convocatoria era que ésta sirva de red para pescar a los poetas -léase peces- que andan boqueando con sus escritos en medio de las branquias esperando una chance. Pues sí, esta fue la chance, donde el pez se comió al pescador. El jurado escogido para esta faena estuvo compuesto por Vilma Tapia (La Paz 1960), Francisco Ide: (Santiago 1989), Daniel Rojas Pachas: (Lima 1983) quienes cazaron a Yamil Scaffi como ganador del concurso, bajo el seudónimo de Noctivoro. La red trajo consigo tambien Gabriel Chávez Casazola, Lucrecia Bertoni (¿?), Pamela Nicole Santa Cruz Melgarejo, Marc Delcan Albors y Gabriela Vargas Aguirre. Que los resultados de esta pesquisa estén a la altura de su paladar, sírvase el pescado de su agrado con mucho limón ante la inmensidad del mar.

Yerba Mala Cartonera 2013 Año de la mudanza 5


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Obra Ganadora


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Yamil Escaffi

Autor del poemario “Jaula Elemental” de la Yerba Mala Cartonera. Participó en exposiciones colectivas con creaciones experimentales cómo ser “La Noctancia” (Poesía visual, Espacio mARTadero 2008) y “El infierno es musical” (Escultura, Espacio mARTadero 2010) e inauguró su primera exposición individual titulada “Tarde” (Instalación arte/ Poesía, Centro Boliviano Americano 2011). Actualmente participa en lecturas poéticas de diversos espacios culturales de la ciudad y trabaja un nuevo poemario con soportes alternativos.

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Olvidar

Yo sé algo animal del lenguaje, cuando hablo, espinas de algarrobo se entran a mi voz. La tierra cuando se mueve es un estruendo, la tierra no se duerme cuando tú te duermes. Un reloj de alambres salpica escarabajos a mis ojos. Yo no quiero morir de cosas de miedo, de silencios inútiles, de actos de ira. Es que ya han muerto especies más hermosas que sus parpados, y el mundo sigue, la escritura continua, pero pálidos, entre dos paredes, con todo oscuro, mirándonos con el tacto, siempre hurgamos los panales de la muerte.

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Fósiles

Un insecto, bajo una piedra, puede dominar la forma de las nubes si sueña un sueño más que verde porque sabe que el sol cambia el diseño de un árbol y las lluvias no mojan la tumba de los gatos.

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Las hormigas han escrito /piel/ sobre las hojas de hiedra Han escrito /amé/ junto a un collar con monedas Han escrito /viento/ en las cascaras de almendra Y un árbol ha de morir de eternidad después del silencio Ya no quepo de raíces y no hay ojos Memorizando mariposas inventadas por la niebla La tierra no tiene suficiente carbón para este milagro Yo solo voy a cerrar mis ojos un rato Y soñar que a la primavera le sigue el invierno Y que al otoño le sigue el verano Y que el sol está saliendo en reversa Y está pasando todo lo que ya ha pasado Aunque solo un rato pero tan despacio Que ahora puedo ver Que las hormigas han escrito /cállate/ y yo sin darme cuenta Las hormigas han escrito /búscalo/ pero tanto me agarraba el miedo Que las hormigas han escrito /fin/ aunque yo siempre rebobine el tiempo. 13


Corazón que te pangeas al contacto separa de mí las especies más letales del viento los pozos más profundos de imposibles ojos petroleros los fósiles del silencio en nuestros lenguajes más endémicos la verdad tiene la forma de la llave que está botada en un parque yo ya no te quiero

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Una canción con fósforos en la niebla, la eterna verdad que envejeció mi boca hasta un silencio. Había un fuerte, una fosa, tanta lava. Todos los animales rascando las piedras. Se ha vaciado el circo de todas las demencias. Vuelve a abrir tus ojos y encontrarme a tu lado. Cómete esta manzana sangrando. Basta de sueños que no acaban. Tu piel esta en todo lado y el mar ha venido a llevárselo. Recuerda que el sabor a sal viene del cabello de tu madre, la difunta enterrada en un árbol que enraíza en el cielo. Recuerda que las serpientes vienen por tu padre, acariciando sus moradas pieles con los bordes de una condena. Hay que sacar oxigeno de la tierra o aprender a respirar de la piedra. Ya no tengo sed de sal deshaciéndose al contacto. Tantas páginas marcadas en el libro de todos los miedos. Hay una pantalla que puede abrirse con mi mano para entrar al sueño, ningún caballo atraviesa la noche con tanta lentitud, desde que la niña del cielo levanta su moneda de plata y duerme de espaldas al árbol que, de repente, sangra.

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Menciones de Honor


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Gabriel Chávez Casazola

(Bolivia, 1972) Poeta y periodista. Publicó los libros de poesía Lugar Común (1999), Escalera de Mano (2003), El agua iluminada (2010) y en Ecuador La mañana se llenará de jardineros (2013). Parte de su obra se halla traducida al italiano, portugués, inglés y rumano. Poemas suyos se hallan incluidos en antologías internacionales y bolivianas. Ha participado en encuentros, lecturas y festivales de poesía en diversas ciudades de México, España. Nicaragua, Colombia, Ecuador, Brasil, Perú, Chile y Argentina. Impartió talleres de poesía en universidades y centros culturales y actualmente ofrece uno en Santa Cruz, ciudad donde reside. Colaborador en periódicos del país y en revistas internacionales de poesía. Tiene a su cuidado la sección de poesía Mirabiliario de Página Siete, donde también publica una columna de literatura. Entre otros premios, ha recibido la Medalla al Mérito Cultural del Estado boliviano.

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Haydeé

En aquella época en que nos conocimos usted pintaba el altiplano con colores intensos, sorprendentes. No recurría a los ocres habituales, a la paleta del viento. Volcaba rojos poderosos, amarillos, anaranjados, violetas, el cuadro como un puesto de frutas el domingo en el mercado de un pueblo. Todo lo pintaba con esos colores: el paisaje, los camiones, la gente, las casas, el camino abierto hacia la nada o el todo. Y sin embargo, pese al calor de los colores, uno sentía que estaba allí, en medio de la puna, entre un frío acerado, mirando nada más ese camino, escuchando –¿por qué?- una música alegre, no un lamento.

En aquella época en que nos conocimos usted pintaba el altiplano y leía La lujuria de vivir. Le habían dicho que estaba enferma, que la paleta, que el olor de la trementina, que cosas inexpresables, que se dejara de pintar para sanarse de una vez por todas 21


y usted, entre cocinar y fregar platos, leyendo ese libro seguramente pensaba en aquel otro pintor enfermo, incomprendido, recuperando en Arles y pintando con colores insólitos, cayendo en la miseria, en la turbación, en la lujuria de dejarse morir abrumado por la vida sencilla. Pero usted no se dejaba morir. Era yo, que en aquella época en que nos conocimos, mientras su mano pintaba con colores intensos, sorprendentes, quería matarme por una mujer mientras otra mujer quería matarse por mí, todo un pobre estúpido al que usted, mi Theo entonces, socorrió con sopas de papa liza y marraquetas también inexpresables.

Cómo recuerdo los colores de sus cuadros. Esos rojos poderosos, amarillos, anaranjados, violetas, el cuadro como un puesto de frutas el domingo en el mercado de un pueblo. Era, decían, la paleta de la enfermedad. Usted y yo sabíamos que no. Que era la paleta de la memoria que no olvidaba cómo eran 22


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las cosas verdaderas cuando eran verdaderas, la paleta de la vida sencilla, abrumadora, a la que usted me recuperó mientras la enfermedad se la iba llevando por un camino anaranjado, con una caldera en la mano, y yo comenzaba a saber que un día usted se perdería dentro de los pueblos en domingo de uno de sus cuadros para no salir más, por cosas inexpresables bajo una música alegre y no el lamento del yaraví.

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Harry & Sally

Pienso en aquel cincuentón inflado por el botox que alguna vez encontró a Sally. Pienso en Sally. Pienso en las Sallys que encontré y perdí en mi vida. Pienso en Harry cuando era Harry. Pienso en el botox. Pienso en esa comedia de agua fresca. Pienso en la inminencia de los cincuenta años. Pienso en los encuentros. Pienso en las comedias. Pienso en los últimos sorbos que bebí de agua, digo, en los últimos sorbos que bebí de Sally. Pienso en Billy Cristal. Pienso en el frescor de la edad, de la risa, de los encuentros. Pienso en el terrible frescor de la jeringa de botox. Pienso en Meg Ryan, cuya risa se parecía al apellido de Billy. 24


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Pienso en la Sally que se me viene a la cabeza cuando pienso en aquello de los sorbos de Sally. Pienso que alguna vez tuvimos todos, Billy, Harry, Meg, Sally, yo y mis Sallys, veinte años como agua fresca entre los labios. Pienso en Luis Eduardo Aute y una canción que un amigo escuchaba a los 20: No pienso en ti, pienso en ti, en ti. Pienso otra vez, con más tristeza, en aquel cincuentón inflado de botox que ya ni siquiera reparte premios Oscar. Pienso en la escena aquella en la que Harry encontró a Sally, en la que yo encontré a Sally, en la que yo dije adiós a mi Sally. Pienso que Sally quiere decir los veinte años. Pienso que ella está al doblar la esquina. Pienso que la película está casi terminada. Pienso que hoy veré la película por primera vez como realmente es. Pienso que Harry nunca encontró a Sally, que todo fue mentira. Pienso que eran dos desconocidos, que las Sallys eran y siguen siendo unas desconocidas y yo casi un cincuentón hinchado por el botox de la melancolía, su fresca aguja en el cuello, escribiendo sin pensar en lo que pienso, también apenas un desconocido que le regala este poema a Meg Ryan como se lanzan -pienso- los aviones de papel bajo la lluvia.

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He nacido en los confines de un imperio inasible rodeado por líneas imaginarias y huidizas.

Desde niño quise conocer el corazón de la comarca, acudir a su norte que era también su centro.

Después de muchos años de soñar con caminos Me resigno a saber que no he partido.

Esta mañana un hombre enfrente mío conversa con los pájaros. Les instruye la forma de llegar al palacio de jade.

Yo lo escucho pensando en el norte, en el centro, en mi viejo deseo.

Pero ya estoy cansado y los días me pesan. 26


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He de conformarme con aprender ese idioma de aves Y, ya solo, en mi cuarto, planear sobre las sรกbanas.

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Los patios son para la lluvia

Cuando ella cae despiertan sus baldosas, abren los ojos del tiempo sus aljibes.

Y entonces los patios cantan.

Un canto hondo, en un idioma arcano que hemos olvidado pero que comprendemos cuando cae la lluvia sobre los patios y volvemos a ser niĂąos que oyen llover.

Bajo la lluvia todas las cosas son renovadas en los patios y cuando escampa el mundo huele a reciĂŠn hecho, a sĂĄbado de Dios, a primavera.

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El canto de los patios en la lluvia borra el dolor del universo y susurra el dolor del universo por las lluvias perdidas, por los patios perdidos, por los cantos perdidos, por ti y por mĂ­ que bailamos bajo la lluvia de Bizancio arcanas danzas con movimientos hondos e indescifrables en los patios de la memoria.

Por ti y por mĂ­ que bailamos que llovemos que despertamos las estaciones mientras el patio canta

porque la lluvia es para los patios, esos indescifrables.

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Cuando desciendo al valle

me nacen alegrĂ­as de valle razones de valle hojas de valle

Cuando desciendes al valle, oh hermosa, florece el valle y tĂş

con areolas de valle coplas de valle pĂŠtalos de valle

danzas 30


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y todo el valle danza contigo

mientras el รกrbol de los deseos

resplandece.

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Lucrecia Bertoni

Soñó con Polanski hasta entrados los quince. Convencida que morirá de cáncer espera pasar los últimos días leyendo su libro de cabecera “El diablo es un magnífico”. Cuando escribe, gusta de beber Martini y de utilizar seudónimos, entre los que destacan: Elizabeth Báthory y Juan Malebrán.

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K.O

Cuídate de la lengua y de la yegua que merodea subterráneo y bacanal, de las trenzas de aquel que parte, de aquella que se aventaja y se traiciona haciéndose la zancadilla, del cuchillo de aquel que engorda en la distancia (ojo por ojo: Sordo el cascabel)

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Recuerda el festín del mongolo -Las intenciones en su murmullo-

Fue al calor de la cocina que tragaste el cardán de la caballa Eras la misia del cliché! pero antes no más que el novillo que estrellaban en los domingos monocordes de la patria aquellos que sobre sus lomos danzaban como indios en la cresta de los andes con las sobras de sus dientes en el nervio:

chorreante la enagua, el sostén y el cierre jugosos como piernas abiertas a las brasas o al aceite con que frota el devoto su cascabel.

(Recuerda, que era ella la que siempre te tomaba la foto: de frente, perfil y a doble cara, con la misma jeta magra del 33) 36


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Mucho tiempo después serías otro Y nos revolcaríamos como hermanas en la sangre hasta sacarnos la costra y los becerros desde sus corrales nos llamarían: Maracas.

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Becerro en el fondo llorando bajo la cruz ponzoña en el fondo, por eso becerro

La invertida no soy yo es el pescuezo colgando dispuesto al degüello o las tripas que afuera revuelven el miedo a modo de arcada a dos metros sobre el suelo girando la que antes fuera una más entre las bestias bajo el sol pastando.

(¿Y si la carne fuese solo carne -te digoy la sangre tan solo una espesura más?)

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Soy una sola catarata amarga cayendo garganta abajo

me dijo: la más astuta en el degüello y luego:

Tuvimos hígado y corazón y una olla negra teñida por el tizne en el que fuimos revolcadas desde el minuto mismo en que nos parieron Tuvimos olla, fuego y sudamos bajo un sol que no dejó de recordarnos nunca la fiebre con que desvarían los perros en las pampas: Nuestras tristes conversaciones: solo tacha y deformidad Nuestras madres escolióticas vagaron

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con el espinazo cargado con los huesos de los perros que el hambre les enseñó a matar Atravesando afiebradas el desierto Atravesando afiebradas las canteras Atravesando el desparpajo y la desvergüenza Regresaron siempre con la sangre entre las piernas a tragar rabiando de este mismo barro.

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Desde entonces los disturbios al interior del gallinero Eras misia, o sea, el colgajo en la caballa

Una noche las pájaras despertaron y vieron que sus huevos eran hueros y una gran llanura se iluminó a lo lejos Desde entonces no somos más que este diminuto monolito Símbolo fálico de lo infértil sobre el que reposan los restos empalados de nuestras madres Un adorable espejismo- repitesque algún día será tupropioestertor.

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Pamela Nicole Santa Cruz Melgarejo

Abogada. Tiene publicado el libro “Entre el Vértigo y la asfixia” -Cuento, ensayo y poesía- (Ed. Kipus. 2007).Participó de la Antología de poesía “Microcosmos”. Ed. Torre de Papel en 2013.

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Candela

Limpia y ordena Candela ve tejiendo tu boca de fuego tus ojos de monta単a

Baila el infinito de la carretera a la luz de los rostros Candela

La carretera y sus vueltas te sostienen golpean tus baches te congelan 45


Eres tĂş el viaje Candela ve a contra ruta en tu caja de piano y no des seĂąales.

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Girasoles

Oye el crujir de las hojas bajo tus pies de otoĂąo, cuando el silencio aĂşn no despierte y ven conmigo a sembrar girasoles en el campo

Son semillas nuestros muertos.

Regresa con el viento y demos vida a la vida antes de seguir viajando junto a la canciĂłn y el verso 47


La espera no Marchitarรก tu recuerdo hasta que por fin volvamos a encontrarnos.

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Soledad

M谩s all谩 de esta piel cay贸 la noche a tus pies de escalera, soledad.

Una mirada tibia roz贸 tu piel al viento y el agua de la fuente fue todo peces.

Soledad, la noche es tuya isla que desaparece y vuelve armada de estrellas. 49


Infinito

Bailan los muertos en la carretera, corren, gritan a contra ruta y sin viento

Muerte extraviada en negro infinito, luces que ciegan, profundo abismo.

Siempre solos en sus nichos, de vasos de agua, flores y un nombre 50


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que dice: Q.E.P.D. Atrรกs, el espejo del que no vuelven.

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Desierto

Esté el desierto cuando tengas sed cuando ya no puedas venir al compás del sol y sea abril

Cuando quieras despertar naufragues en el mar, con tu corazón de arena

Porque el olvido es simún que como tú soplará el viento. 52


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Marc Delcan Albors

(Catarroja, València, Espanya 1986). Escribiente como periodista, historiador y Máster en estudios comparativos. Coeditor de la Revista Ecléctica, Estudios Culturales y parte de la comunidad de la Pensaré Cartoneras (València). Ha vivido dando saltos en Valencia, Berlín, México DF y Barcelona. Por eso el exilio es metáfora.

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San Diego (...) nothing to see without being seen Jean Baudrillard

Fuck the hispanos que limpian cristales. Fuck the negros que ocupan Fourth street. Fuck the fake whites que enseñan sus tatuajes de chicle. Fuck the commuters que compran burritos en Jack in the box. Fuck the WASP que revolotean palomos por la bahía. Get the fuck out of here! Este es mí espejo y mira lo que te dice: Tijuana, eres horrible.

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Que te borre de pronto

Engullirás los bienes como si fueran tuyos criarás a tus gobiernos como si fueran tuyos Lamerás sus cuartos.

Suyos serán tu tiempo y tu esperanza. Comerás política como si fuera tuya hebrarás la desigualdad como si fuera tuya Vivirás la muerte.

Suya será la mancha en tus ideas

¿Dónde? ¿En qué esquina del círculo hueco te perdiste el hecho 55


en que ellos venían y tú decidías quedarte?

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Anda

Del andar caminos al exilio y nunca volver quedarán las huellas donde fuimos felices los libros que te presté resisten al nervio esperando calor en cualquier marzo del siglo. Hogueras de silencio henchido la Dignidad a pie esta luz es un monstruo. Espérame al otro lado de la revuelta, en el revés del exilio.

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Exilio

De lo que hagas y digan que es Revolución, no te creas nada.

Escribe de revuelta del exilio. Escribir devolver. Tener hambre y mascar con lengua ¿qué tienes tú sino palabras?

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Te debo un día

que no sea gris, ni grisáceo, ni negro ni mida su tiempo en plomo; que no construya muros tapando las vistas ni se enmarañe entre mis lenguas. Un presente en tres tiempos, de recuerdos anotados y brazos abiertos. Será un día, como cuando nos descubrimos las nubes el sexo la debilidad la herida Será un día, uno de estos con las horas completas contadas.

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Gabriela Vargas Aguirre

Guayaquil, 1984.Poeta y Diseñador Gráfico. Divide su pasión por la lectura entre su vocación cinéfila y su deseo insoslayable de explotar en la escritura. Mención en el V Premio Nacional de Poesía Joven Ileana Espinel Cedeño 2012. Textos suyos aparecen en Cerrado por reparaciones (Antología del Taller de Creación DADAIF CARTONERA – Guayaquil 2012), Desembarco Poético, Pleamar I (Rastro de la Iguana ediciones 2012) Desembarco poético, (Pleamar 2 Rastro de la Iguana ediciones 2013) y Poemas Para el Fin del Mundo (Kodama Cartonera, - Tijuana 2012). Ha participado en la Feria Internacional del Libro de Guayaquil y Quito.

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Contemplación

A mi madre, mi primer ejemplo suicida

Siempre estabas mirando por esta ventana el edificio naranja en la mañana que se desarma en distintos tonos naranjas cuando el sol golpea

Siempre, de afuera se acercaba remando un ruido que era casi un silencio que burlaba las espirales del incienso (a veces jazmín, a veces mirra, a veces rosa) que invadía tu cuerpo de nave que se parqueaba siguiendo otros itinerarios con otras familias en una quinta luna celeste luna nombrada en otros dialectos (CHANDRA) 63


mientras yo zapateaba con mis pies chuecos intentando colarme en tu viaje.

Siempre estabas mirando por esa ventana, precisamente,

esa

ventana,

enmarcada, con toda la cabeza envuelta en chales de tonos orientales para amarrarte de alas al nido “Es para no dejar que se salga el cosmos”, me decías encaramada en la persecución de una excusa para matarte(me) para pensar, indagar, creer y aferrarte a un mantra que está detrás del vapor de una nube en el altar de dios con cabeza de elefante a los pies de loto de un avatar con cabeza de árbol lejos, donde las estrellas se vuelven azules se enfrían titilan y mueren.

*** Cualquiera que nos hubiera visto desde la parte de afuera de la ventana habría creído que éramos felices *** 64


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Anochece y sigues pegada a la misma ventana y a veces está cerrada y a veces su reflejo te aclara y me deja verte más adentro aún cuando en lo alto no se ve ni el más mínimo de tus pedazos y te miro por encima de lo que queda de la ventana, y te ves más distante que otro planeta y te miras en el espejo y la cara te cambia como si te hubieran apretado lo que te quedaba de alma en otro pedacito de espacio en el que te deformas y se te caen las manos

y la boca en la contemplación de tu ser de agua que busca fundirse con dioses vestidos de seda (a veces índigo, a veces celestes, a veces azules) de múltiples manos y uñas pintadas (a veces rosadas, a veces rojas, a veces dedos de llamas) que entonan flautas y danzan al ritmo de tambores 65


y mi coraz贸n late y llora porque no contemplas tu sangre derramada en piso, escondida detr谩s de la cuna, y mis manos te buscan y solo siento el sonido primordial que eres y somos: la nada y el blanco.

*** He querido saltar por esa ventana todas tus ausencias todas las veces.

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Viaje al centro

Debajo de, arriba sin, por encima con, girando hacia, desde el centro hasta, un vacío se arremolina hasta parar la noche, escondidos contra, esnifando siempre, se piensa que en la roca pueden deshacerse las carnes, neón color de alba que se escapa de tus ojos de serpiente, maga blanca, aquí existimos porque quieres que seamos otra raza, que lavemos la historia de las paredes. Pare aquí, reencarne lejos, nuestros cuerpos están hechos de alambre y ya se ha oxidado la mueca, las espaldas desviadas nacen de la maña de andar oliendo bajo, donde más apesta, donde la nariz se agacha, donde no se come. Tatuajes de lunares, mordidas amarillas en tu cuello esposado al útero de tu madre que nos enseñó a amar y armar la mañana cuando de la ropa se desprenden los colores.

Encerrarse cada vez que... no nos asegura la calma.

No nos miremos los tajos, podrido en, dañado por, culpable de, tengo un remache en la frente en forma de cruz, dejar correr las piernas, descansar el fuste, hay un lugar que no tiene sur y es largo como la espera del enfermo que se odia en el reflejo de la vitrina pero se sigue buscando en la mala noche, y repite el gesto de abrir y tirarse la botella dentro y ya no hay alto que

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valga, circuito recurrente como el agua fresca quemándome la boca. ¿Por qué no escaparnos donde no esté nevando? Agarrar la propia mano y aceptar que se está muriendo pero no andar arrancándose la vida con alfileres que siempre hay alguien que está parado mirándote como tratando de descifrar un cartel ennegrecido Como se mira una rareza en el color de un blanco y fino amuleto de paz, con la mano golpeándose el pecho, con el pechomartillo-amoratado, tosiendo picos de estrellas, retomando el centro, desvistiendo el centro y su decencia.

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Clonazepam 20 mg

Alguna vez el movimiento circular del cielo marcó la medida del tiempo y sobre cada minuto se alzaron cientos de alas como un gran cruce de cometas redentoras Quien mejor para circundar el aire que los pájaros de cartón que dejamos cultivar debajo de nuestras lenguas esas noches de intenso calor de Mayo y ciertamente era Mayo y era tarde y ciertamente los pájaros se llevaban nuestras partes que aún quedaban con vida y tejían una luna borrosa sobre el río, que era la única entrada al paraíso que nos quedaba.

La dormidera avanza como un tropel de aves sin memoria hacia ese nido estelar de glifos desenfocados que es el sueño

Se desinflan los cuerpos como un balbuceo… 69


Y con toda la bandada que se deja morir bajo la sĂĄbanas Dejamos los ruidos alejarse para apagar la luna con un leve movimiento de muĂąeca.

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Minuto de silencio (final de la primera noche clonazepam)

Te agradan también esas noches en las que como cuando éramos niños se está tranquilo Se está triste, No nos hemos olvidado Pero el peso monumental que va tumbando la conciencia encontró también un ombligo en el que recogerse

Te agrada el parar de los temblores Las orejas recogidas de las paredes y las ventanas El aparente deterioro, la lejanía, El Efecto blur de la noche

Nuestros dedos se han tocado más de una vez en otro mundo que ha crecido debajo de esta almohada de libros 71


Nuestros sueĂąos se han reconocido en ese inmenso anhelo que es la poesĂ­a Que nos permite seguir siendo la luz que nos alimenta

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Breve recuerdo de un alumbramiento

Hay una niña-huracán partiendo de tú ombligo Contorsión de colores galaxia que rema centro adentro buscando la textura de tu médium la disección del bang en silabas fotogramas pegoteados en la memoria selectiva, está la niña rasgando intimidades la niña, la niña como un silbido que entra a fusionarse en una tonada de cuna como una estrella errante que traspasa la frontera hacia otro universo Donde se dispara una masa en llamas Como un reguero de vida en las venas EL NOMBRE , Como un poema que se va formando en la medida que se existe Las letras se separan como raíces que cortan a un ser de otro ser

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Separรกndonos, duplicรกndonos Abre el tercer ojo: EL GRITO Como un mantra que se replica en azul hacia el azul en el azul.

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Ediciones Yerba Mala Cartonera Para no desesperar en las trancaderas, para dejar pasar las propagandas de la TV, para aguantar las marchas, para caminar subidas sin darse cuenta, para bailar al ritmo de la cumbia del minibús o para cuando tengas simplemente ganas de leer. Un libro cartonero, casero, tu mejor cómplice.

Otros títulos: Heroinas sin Coronilla, Antología Cuento Viscarra en Cartón, Antología Cuento y poesía Juan Pablo Piñeiro, El bolero triunfal de Sara Pablo César Espinoza, Cantar, reir, olvidar Beto Cáceres, Línea 257 Cuentos desde la masa, Club del cuento “Pan de Batalla” Juan Malebrán, Reproducción en curso Santiago Roncagliolo, El arte nazi Juan Pablo Salinas, Moscardon bistrot Nicolás Recoaro, 27.182.414 Marco Montellano, Narciso tiene tos Vicky Aillón, Liberalia Banesa Morales, Memorias de una samaritana Washington Cucurto, Mi ticki cumbiantera Crispín Portugal, !Cago pues! Nelson Vanm Jaliri, Los poemas de mi hermanito Lourdes Saavedra, Lullaby Gabriel Pantoja, Plenilunio Roberto Oropeza, Invisible Natural Premio de concurso breve Óscar Cerruto, UMSA


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