WASHINGTON CUCURTO
Un amor cumbiantero
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© Washington Cucurto © Editorial Yerba Mala Cartonera de Bolivia, 2006. Proyecto social cultural y comunitario sin fines de lucro. yerbamalacartonera@gmail.com http://yerbamalacartonera.blogspot.com
Proyectos análogos: Eloísa Cartonera (Argentina), Sarita Cartonera (Perú), Ediciones la Cartonera (México), Animita Cartonera (Chile), Dulcinéia Catadora (Brasil) y muchos más en casi 20 países. ____________________________________________ Impreso en: Imprenta “Magda I” Av. Oquendo 371 dpto. 2A. Cochabamba Publicación posible gracias a la colaboración de la editorial “Eloisa Cartonera” Impreso en Bolivia Esta publicación ha sido posible gracias al apoyo desinteresado de Magda Rossi.
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Carlitos Balá cumple 80 años Megabardera, ultratrola, imparable, por eso la quiero tanto, por eso amo a mi ticki cumbiantera, lo mejor que me pasó en la vida. LO MEJOR DE LA VIDA, como dice Rodrigo, es ella, ella y ella, y por eso me volví a sentar delante de una máquina, pa recordarla, pa no perderla y para estar siempre con ella, que todo lo que hago y digo es para impresionarla. Me manda un mail y me dice “cucu, vamos esta noche al Picaflor Bailable, que va a actuar Carlitos Balá”. Así de simple, y sin querido, un beso, un abrazo, nada, nada dicen los mails de mi ticki del amor. A veces pienso si ella no ve la realidad, no se da cuenta, no sabe que tengo mil hijos y una familia para alimentar toda la vida y para irme a bailantear al Picaflor Bailable tengo que mentir a morir, tengo que inventar un gran cuento para escaparme de casa, como el cuento que hicimos con Pedrito, bueno, léanlo, está entre estos papeles: “Homenaje a Juanele”. Y así ando día y noche mintiendo, haciéndome llamar por teléfono a casa por amigos para que me liberen y poder meterme en un telo con mi ticki. La invitación es para esta noche, si le mando un mail no sé si lo leerá. La llamo por teléfono a su trabajo. Ella trabaja en una fotocopiadora, es decir, no adentro mismo de la máquina fotocopiadora, sino fotocopiando apuntes en la Universidad de Buenos Aires, pero se entiende la oralidad, es la única salvedad que haré en estos cuentos, básicamente porque la considero importante. Además estudia Ciencias Sociales, una carrera con orientación comunitaria o algo así. Ojo, eh, ella no es de Franja Morada, ni de Quebracho o Prisma u otras agrupaciones de nombres tan poéticos como las cumbres de la poesía latinoamericana. Ella es cumbiantera, pero no lo sabe; ella es cuartetera y no se da cuenta; ella es devota de la Virgen del Valle y no lo sabe. Suena el teléfono; siempre me atiende el mismo perejil, Ernesto, un futuro sociólogo, un tipo que siempre me hace las mismas preguntas, que cuál es el grupo de cumbia que más suena ahora, que cuándo vamos a ir a la bailanta. Y yo lo mismo: cuando quieras, man, Karicia, Metaguacha, man, AmarAzul nunca pasa de moda. ¿Está María, willy? Un abrazo, hermano, y fuerza en la lucha. Y entonces hay un 4
silencio de fotocopias en el tubo, y entra directo a cada célula de mi ser la Voz Dicharachera de mi Ticki: –Hola, Cucu querido. –Hola, Reina. Recibí tu mail y quiero que arreglemos. –Ah, yo pensé que llamabas porque me adorabas... –Por supuesto, mi vida, te llamo para escuchar tu voz, mi amorcito, que me muero, cuando te escucho me sensibilizo todo: se me frunce el que te dije como un tetra en la mano de un borracho, el corazón se me acelera, florecen flores en mi interior, me vuelvo católico, muere Bush... –¡Sos un negro bolasero! Y se mata de la risa y no sabe cuánto bien al alma me hace escucharla reír. Y así nos quedamos hablando pavadas, atontados por el amor. –¿Cagaste bien, mi amor? –Cucu, las cosas que me decís. –¿Qué mentira invento ahora? –Decí que te atropelló una ambulancia, o mejor, no; decile que te llevaron preso por no tener documentos. Esa mentira es infalible, es normal en este país dormir en una comisaria por no tener documentos, sos sospechoso si sos negro o pobre. –¿Tanta pinta de chorro tengo? –Deciles que estabas tomando unas cervezas con unos amigos y por eso te pidieron los documentos, como sólo tenías la cédula te llevaron por averiguación de antecedentes. Les dije que era una atorranta total, una mentirosa incansable, miente tan bien que hace que las mentiras se vuelvan verdad. Baila la cumbia mejor que Dios y mueve el culo como nadie. Cogerla, mirándole el culo de espaldas, que te cabalgue, es lo más en la vida, y siempre pone en el telo su cdcito de cumbia de Los Mirlos o Karicia, a lo sumo Rodrigo, porque le encanta acabar con esta música. No sabe nada de música y cabalga, pero no te lo da, el culo digo, por lo menos a mí no, por bruto, que me vas a lastimar. Pero si vos tenés mas empujones que molinete de subte, tenés mas pijazos encima que negra dominicana del superconsti y no cobrás. Eso me da bronca, se lo entregó a cada negro horrible de Pergamino, y al Rey del Realismo Atolondrado, no. NO y NO, y se acabó. Si será trola que te pone el forro con la boca. 5
Salí de acá la concha de tu tía, dejame de joder con los forros. ¿Ahora te acordás que existen los forros? Coger con forro es como bailar sin bajarte una cerveza. Coger con forro es como drogarse en un fiestón al cual nunca llegará Maradona. Sea como sea, para mí el NO será siempre. Y yo ya sé, cuando se aproxima el temita con el que ella acaba siempre sola, pienso en cualquier cosa, en Julián, por ejemplo, mi amigo el Portero, un fenómeno, una persona de otro mundo, un gran tipo, quinielero, siempre que lo encuentro, que me detengo a conversar con él, me tira: 15, el muerto, 22, los patitos, 32, el dinero, etc. “Hoy vi en Crónica TV que Carlitos Balá cumplía 80 años, un pesito al 80. Y después chocaron dos camiones en ruta 21, los cuerpos ensangrentados, los vidrios, un desastre, le pongo dos mangos a la sangre y uno al muerto”. Me acordé de todo esto porque su vocecita sonó por el teléfono. –Esta noche vayamos al Picaflor que Carlitos Bala cumple 80 años y lo festeja en el Pica, Pica... –Buenísimo –miento. – A mí mentime menos, Cucu. –Pero mi vida, mi amor, mi todo, con vos soy más transparente que la villavicencio. –Que negro bolasero sos, ahora te dejo porque tengo que fotocopiar mil apuntes de Marx. –Haceme una fotocopia de tu boquita pa pegarla en la pared... –Bueno, chau. –Esperá: hagamos así, noche en Picaflor, después telo en Plaza Italia, y mañana vamos a la Boca a comernos una pizza en Doña Rosa. –Ay, Cucu, qué grande sos. Vamos a escupir gallinas. A la noche la esperé sentado en la esquina de Corrientes y Billinghurst. Barrio del Abasto, la cara de Carlos Gardel brillaba a todas luces desde el Shopping Abasto. ¿Me sonreiría a mí o sería otro truco publicitario? Vi que venía por Corrientes repartiendo volantes de la Fuba. Corrí a sus brazos y nos besamos. –Largá esos papeles horribles que te llegó la hora de militar en mi alma. 6
Le saqué el fajo de volantes universitarios y los tiré al tacho. La agarré del brazo y la metí en un barsito peruca. Mi ticki cumbiantera trajo su remera del EZLN con la cara del Comandante Marcos tapada por un pañuelo. Le dije, mirandole la remera: –Marcos es blanco, mi amor. –¿Y? –Cómo "¿y?". Marcos es blanco. –Ya escuché. ¿Cual es el problema? –me preguntó, apoyando los puños en sus caderas. –Que tiene menos campesinaje encima que Wody Allen. Jamás un blanco dirigirá una rebelión de indígenas. –¿Qué pavadas decís? De hecho la está haciendo. El EZLN es revolucionario. – No sigamos porque vamos a pelearnos. ¿Estás segura que viene Carlitos Balá?... –Sí, lo dijeron en Crónica TV, va a dar un show de media hora. –Uy, entonces hay que ir haciendo la cola ahora porque se va llenar al mango. –Buenooo... tampoco es Lalo y Los Descalzos. –¿Fidel, no es blanco; Guevara, no era blanco; Perón, de qué color era? Le hablé de cualquier otra cosa, más que nada para que mi ticki no se cebe con la política, algo que es muy común en ella. Sobre todo cuando habla de Fidel Castro y de Cuba. Ahora está enamorada de Chaves y de Evo Morales. Que cualquier líder revolucionario es un héroe y el único héroe contemporáneo es Maradona y es capitalista. Pero si le digo estas cosas a mi ticki me mata. Ella cree en los piqueteros, en Aníbal Verón, en la línea no kirchnerista de las Madres de Plaza de Mayo, pero ella dice que ahora las madres son oficialistas y esas cosas... que no entiendo un pomo. Y a mí francamente me importan nada las Madres ni Aníbal Verón, ni Teresita Rodríguez ni los piqueteros, ni nada que esté relacionado con esa forma de política. La gran política es la cumbia, y las cumbianteras y las negras dominicanas y la comida peruana. Pero ella cree, ella ve la cosa con colores y está bueno eso: hay que tener un poquito de fe y dignidad. 7
El mundo está así porque nadie se compromete, a nadie le importa un pomo nada, como a mí. Por eso me pongo a garabatear estas pavadas, pa que no se cometan las mismas tonterías que cometo yo, pa que nadie sufra de más. Con ella creo, loco, porque el amor me enseñó a creer, a no ser tan cabeza e individualista, que nada está perdido, que todo está del lado de la vida y el sol. Guevara decía “hasta la victoria siempre”; yo digo “ya estamos en la victoria”. Entramos nomás al Pica Pica del Amor. Colmadísimo, al dente, infectado de la morochada norteña mas linda del mundo, la mejor cumbia, los litritos de cerveza Condorina zumbaban como coleópteros del Perú en las manos transpiradas. Al fin encuentro un lugar en el mundo en donde respirar hondo, donde desperezarme al ritmo atolondrado de los timbales de la música de la selva. La bailanta es mi casa y la cumbia mi mujer. Unas peruanas petaconas, culonas de lo más lindo de la bailanta, giraban agarradas de las manos. Cada tanto reventaba un botellazo en la cabeza quirquincha, pero la cumbia no paraba y todo seguía girando entre burbujas y eructos. Se hacían unos claros en la pista, se trenzaban entre diez, por una chica. Calmados los ánimos, el público volvía a copar la pista de baile, moviendo culos, tetas, pechos, cabecitas, tirándose pedos, todo al ritmo de la música del sexo y el amor. La música del amor norteño, andino, sucreincaico. Como a las tres de la mañana apareció en el escenario Carlitos Balá en persona. Hizo un show rapidito, qué gusto tiene la sal, y todos, saladooo, qué gusto tiene el azúcar, dulceeee. En verdad, no se lo veía bien, había mucha gente y parecía que estaba igual al que conocimos en Los colimbas se divierten hace cuarenta años. Como sea, estuvo menos de 15 minutos y desapareció. Yo agarré a mi ticki de la mano y le dije que salieramos a buscarlo por una entrada secreta a la vuelta de la bailanta. Dimos la vuelta por Valentín Gómez: –Por esta puerta de auxilio entran y salen los músicos para que no los moleste la gente. A esa hora, las cuatro y media de la matina, en la cuadra no había nadie. Pero por ahí tendría que salir Carlitos Balá sí o sí. –No hay nadie, Cucu. –Nadie conoce esta salida, le expliqué. 8
Y nos sentamos a esperar. A la media hora mi ticki se abalanzó sobre el viejito, tirándolo al piso. Carlitos se paró asustado, pensando que éramos unos chorros, y le pegó un cachetazo. –Maestro Carlitos, queremos saludarte. Le dijimos. –¡Locos de mierda, dejensé de joder! –Perdoname –le dijo mi ticki–, fue la emoción de conocerte. ¡Carlitos, genio del humor! La miré mal a mi ticki para que no se olvide que sé cuánto le encanta la matraca y cuánta debilidad tiene por el semen. La pellizqué con carpa: ojo, adicta al semen, no te zarpés que te vas a ligar un bife... –Creí que el único grande era yo... –Cucu, mi amor, quedate piola, el único grande sos vos, pero acá estamos ante un histórico. Aprovechando que discutíamos, Carlitos se subió al auto y cerró la ventanilla. –¡Qué puto!, grité. –Sí, ¡qué puto! Y nos fuimos caminando a tomar el 168 hasta el Superconsti. –¿Vamos a nuestro telo?, le pregunté. –Dale, sí, mi amor, pero no peliemos. En el telo tuvimos una pelea tremenda, siempre por lo mismo. Mi ticki me acusa de bruto, de torpe, de querer metérsela rápido, sin juegos intermedios. “Me gustan los negros apasionados, dulces, vos sos bruto”. Siempre remata diciéndome lo mismo. Yo no entendía por qué, si era tantas cosas malas, estaba conmigo, se encamaba conmigo e iba a bailar siempre conmigo. ¿Será porque no tiene otro? Mi ticki no sabía que me quería, o mejor dicho, no sabe que me quiere a mí. A veces no entiendo lo que quieren las mujeres. ¿Que sea tierno? ¿Que no se las ponga? ¿Qué pretenden, que no me excite y no me tire encima como un caballo? ¿Que haga todo un juego como si fuera un artista plástico? Y acá se terminó lo que se daba porque me aburro siempre con lo mismo, porque lo que a ella no le gusta a mí me encanta, y eso me mata, porque siempre me quedo dormido en los telos. Como ahora.
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Homenaje a Juanele "Trainganle el guante a quien le caiga, al que tenga dos quereres, pero a mí me tienen rabia, porque tengo dos mujeres...” Envidiosos, Los Mirlos
1. Dos mujeres y un camino Tengo seis hijos y una mujer. Y estoy quemándome el coco pensando cómo zafar, cómo borrarme un fin de semana con mi amor cumbiantero y meterme en un telo una noche entera. Pernoctar de lo lindo abrazado a ella, que es lo único que quiero, que es la única fortuna a la cual puede aspirar un muñeco como yo en este mundo de Al Qaeda y el Señor Texas y su títere del Sur, una letra horrible, kiosquera: el Señor K. Mientras escribo esto, ¡cuántos deseos tengo de volver a nuestro telo Magnifique del cumbianterísimo, polilingüe y multifacético rioba del Once! Vivir con ella y mis hijos y mi mujer es mi sueño, eso le pido cada día a la Virgencita del valle chipaguaceño de Caacupé, distrito de mi lenguaje, país de mi invención. Aunque rece y funde e inaugure países, bailantas o editoriales de cartón, mi ticki no quiere saber nada de vivir conmigo y mi familia. “Vivamos todos juntos en un rancho, pimpolla, compremos un barro de horno e inventemos una nueva forma de vivir, todos felices”, trato de explicarle, pero ella no quiere saber nada. Cómo le digo, cómo le explico que lo único que tengo en la vida son ocho personas, mis seis hijos, mi mujer y ella. Y quiero dedicar mi vida a todos. Quiero compartir con estas ocho personitas mis 180 cds de cumbia y bachata y boleros. Los del Bohio, Los Leales, Los Palmeras, Los Alfiles. ¡Qué linda es la cumbia! Para todos los que estén bajoneados porque los dejó una mina, los engañó un amigo, se 10
les murió alguien, no tienen trabajo o cualquier drama (¡qué dramas hay en la vida!) y de casualidad leen esto, les recomiendo pegarse un buen baño de cumbia. No me vengan con la güevada que la infidelidad es cosa seria. ¡La infelicidad es cosa seria! No me bajen la línea de engañar a la mujer se paga caro, ni me lean como el cura Farineli o Monseñor Laguna. Karicia dice en una cumbia que no se puede amar a dos personas, bien sabes, pero ahora me estoy muriendo de amor por las dos y cada día las amo más. La infidelidad no es una tragedia, de hecho no le soy fiel a mi mujer, sino que hago que mi amor se transporte mas allá de casa. ¿Cómo le digo? Lo jodido de la infidelidad es que me tengo que andar escondiendo, escapándome a la siesta, encerrarme con ella como si fuera un preso. Lo mas triste de la infidelidad es que no podemos dormir juntos. “Mientras no te apure ni te exija, dale para adelante, disfrutá al máximo”, me dijo mi amigo el Lobizón Endemoniado. Cuando puedo corro a la facultad de Sociales, en Marcelo T, y bajo a la fotocopiadora del centro de estudiantes donde ella trabaja y nos vamos caminando de la mano por las calles oscuras del Once hasta la estación donde se toma su tren hacia Santos Lugares. ¡Son tan lindas esas caminatas onceanas! El amor, aunque no goce de consenso social, es tan lindo, es tan puro en su suciedad, tan justo en su injusticia de bardeo carnal. Lo único que le agradezco al Che es que mi ticki es guevarista y a mí Fidel nada, pero si ella lo admira, yo lo admiro... ¡Gracias Che, por este amor revolucionario! Ahora estoy en casa leyendo un hermoso poema de Urondo y soportando al favorito de mis seis hijos: pelo carpincho, ojazos de Meteoro, piel oscura de serrano andino. Cuatro años, un monstruo que no escucha ni ve, ni tiene corazón, un destructor del orden, la limpieza, los nervios, la paz, todo lo que caiga en sus manos, camino o vida. Podría ser un genial discípulo de Bin Laden. La otra vez me llamó su señorita del jardín de infantes, me dijo que había manoseado a una compañerita. ¿Cómo puede ser?, le dije, tiene cuatro años. Su hijo es un sexópata infantil, señor, me respondió y cortó. ¡A los cuatro! Y eso que no saben nada de los otros: More, Augusto, Sofia, Flopi, Dalia, Stefhie y no sé cuántos mas. 11
Pienso como zafar de mi familia e internarme en un telo con mi ticki y suena el teléfono. Es Pedrito. –Cucu, maestro, ¿te enteraste la última? –No, ¿que pasó, Pedrín? –El finde le van a hacer un homenaje a Juan Gelman en el Congreso, ¿y sabés quién lo va a recibir? –¿Quién? –Tu amigo Kirchner. – No me lo nombres que estoy de ultimas... –¿Qué le pasa al Gran Agitador de la Cumbia letrada? – No me gastés Pedrito, estoy para atrás total. – Bueno, dale largá, qué te pasa. – Pedrito, quiero zafar el fin de semana para internarme con mi ticki. Ayudame, ¿qué puedo hacer? Pedrito es un as, el mejor pornosonetero del mundo. Un gran amigo, me enseñó muchas frases en inglés para decirles a las alemanas: Guachita lets dance till we make the floor shine: Señorita, bailemos hasta sacarle viruta al piso. I want to see you naked lets go to my room: Te quiero ver en pelotas y calladita la boca vamo’ pal catre. I'm hotter than a postmans foot: Estoy más caliente que talón de cartero. What do you prefer, my hand or my monster cock?: ¿Qué preferís, la mano o el bicho feo? I love your german slutty tetis: Amo tus tetas de teutona recontratrola. I'm going to make you argentinean triplets: Te voy a hacer trillizos argentinos Dress up and get the hell out of here: ¡Rajá, turrita, rajá! Pedrito, mi amigazo querido, siento mucha felicidad cuando lo recuerdo, gran manejador del inglés, putañero como yo y como ustedes son en el fondo. Pero no lo saben o no lo quieren dar a conocer. Y me parece muy bien que no sean bocones como yo y Pedrito. 12
–Ya la tengo, Cucu. Cruzate al Eki Descuento a comprar dos litros de leche. Y cortá que llamo. Pedrito es un as, es el mejor escritor de Buenos Aires. Es un fabulador absoluto. Bajé al super y cuando regresé con mis dos sachet de leche La Suipachense, mi mujer me los tiró por la cabeza. –¡Esto es pura agua! Comprá leche de verdad para tus hijos... La quiero, la amo a mi mujer paraguaya, pero a veces necesito un descanso, no se puede estar todos los días corriendo, y encima nuestros críos son el calco de ella, tienen genes sunildescos por todos lados. Vivimos en un dos ambientes en Almagro y no dejan de prender el televisor, gritar, romper, mearse y cagarse. En especial, mi Preferido de los seis, se tatúa en el hombro a los Power Rangers, es peor que un marine norteamericano, que un soldado argentino enrolado en el Ejército Israelí. Ama a Wini Po por sobre todas las cosas del mundo. Se baja un litro de leche por día. Se rasca los huevos delante de todo el mundo, no le importa nada. Tiene los huevos más grandes que yo. ¿Estará herniado? La madre no deja que le toque un pelo. Es el mas consentido de los seis, ¿ya los nombré? More, Rosita, Nicolasito, Augusto, si no los nombro me matan. Mi mujer siempre me dice; mi vida, ¿por qué nunca me nombrás en tus escritos? Nombrás tantas locas y no me nombrás a mí. Come Corn Flakes a toda hora y ya parece un pato. Les dice negros grasas a los señores colectiveros, a los vendedores ambulantes, a mis amigos del mundo literario. ¡Vamos a matar a estos grasas!, me dice cada vez que lo saco a la calle. Y la madre que lo malcría a toda hora. La madre: –Te llamó Pedrito, dice que tienen que ir el fin de semana a Gualeguay, que van a inaugurar un pueblo que se llamará Juanele, en honor del poeta, y que lo llames urgente para que arreglen todo. Vos vas a cortar la cinta. Te va a recibir el Intendente del pueblo y es probable que esté Kirchner. Ah, y les van a pagar cien pesos a cada uno. Dijo que lo llames para confirmar todo. Lo llamé, por supuesto. –Bueno, el sábado te espero a las ocho de la mañana para que vayamos hasta Retiro a tomarnos un micro. 13
¿No les dije que Pedrito era un as? Pedrito es un grande, un siete de espadas, el gran pornosonetero del mundo. El único poeta que sale de la casa los viernes a la noche con los pantalones cortos y los botines puestos. Sea como sea, llegó el sábado, salté de la cama, me lavé la cara y preparé el bolsito. Desodorante, slip, medias, un rejunte de poemas. Saludé a medio mundo, preparé el desayuno, hice tostadas, me levanté el mejor marido del mundo. Mi Preferido de los seis, me pidió un paquete de alfajores de Gualeguay. Me tocó el timbre el as de Buenos Aires. Me despedí y bajé saltando loco de alegría los tres pisos del edificio donde vivo. En la puerta me estaba timbreando Pedrito. En la esquina de casa nos estábamos separando y yo agradeciéndole por todo. Me gritó: –Echale uno por mí, Cucu y otro en homenaje a Juanele "en la aurora del sauce". –Y se cagaba de la risa. Entonces me acordé de algo. –Pedrito esperá, vení, mi hijo preferido de los seis, me pidió una caja de alfajores de Gualeguay. Pedrito es un as, un astro total. ¿Ya les dije? –Solo vos, Cucu, podés aguantar seis críos caprichosos y sunildescos y encima tenés uno preferido. En Retiro venden unos alfajores mendocinos buenísimos, decile que fueron lo único que encontraste y listo. A Retiro vas a tener que ir sí o sí. Suerte, Cucu, y escondete. Che, qué mal gusto, qué habilidad para mentir, que si lee esto un chico, qué pésimo ejemplo, pa la familia y la clase media. Pedrito y yo vamos de la mano all infierno, porque esto es imperdonable, ni el Papa ni Dios nos absuelven. Los dos, mi papá, Cacho, el marido overlockista de mi hermana, mis seis hijos, mi mujer paraguaya somos todos peronistas de raza, y como decía Borges, “no son buenos ni malos, son incorregibles”. En medio de mi huída, del plan de Pedrito pa zafar un par de días del agobio familiar, cuando me disponía a cruzar la calle más solterito que nunca, oí la voz de mi mujer paraguaya. –Papu, Papu, esperá... –Me aterroricé. 14
–Pedrito, nos descubrió –le dije muerto de miedo, temblando, paranoiqueándome con que todo se iba al diablo. –Seguí caminando, no te des vuelta, hacé como si no oyeras nada. Cuando te diga, rajemos. –¡Papu, Papu, no te hagas el sordo! –me dijo la Mujer del Paraguay, y me soltó al monstruo, mi Preferido. En un segundo lo tenía tirándome los pantalones, diciéndome: "Papá, papá, traeme los alfajores". Me tuve que detener y ella me agarró el brazo. –¿Qué pasa que se van tan rápido, no me escuchás? –Perdemos el micro, Señora –intervino Pedrito, más temeroso que yo. Si la Mujer del Paraguay nos descubría, se vengaría llamando a la mujer de Pedrito. –Tomá mi amor, te olvidaste el Fuji para los mosquitos, que en Gualeguay debe haber muchos mosquitos y no quiero que volvás con la espalda toda picada. Volví a nacer, me alegré y lo alcé a mi hijo y le di un beso. En el oído me dijo: “Papito, no te olvidés de los alfajores”.
2. No te olvidés, papá A Pedrito lo vi más tarde en al Escuelita de Fútbol Marangoni. Me tenía que dar las llaves de su bulo, donde escribió obras maestras como ser Navegá que te empomo, Blogueras sonet's y otros clásicos de entre nosotros, sus amigos de la bailanta y el escabio. Pedrito es nuestro Mansilla de la canchita de fútbol-5 del Open Gallo: corta la orejita de todas las indiecitas que ahora usan internet y andan buscando pijas en los miles de blogs, páginas, mailings y esa chata de esta época ciberespacial. Mi mail es privadísimo, pero acá lo pongo para que me escriban las chicas lindas, sólo ellas, y también toda ticki que por amor quiera aprender a bailar la cumbia y cambie pañales: cucurto@yahoo.com.ar Encontré a Pedrito haciendole un reportaje a su hijo de cinco años después de un partidito. Me dio las llaves y me borré. Sexo, cumbia, alcohol, amor, morfi, lo mejor me esperaba en estos dos dias por 15
delante. Me rajé para Constitución en el 93, que tomé frente a la Plaza Italia. Mi ticki me estaba esperando en La Cubana. Cuando nos vimos nos dimos unos besos bárbaros. Hoy esté en el Bronco Mamboreté Lalo y Los Descalzos, mi amor, podemos ir a verlos. Vamos a tener que hacer la cola. La cumbia sonaba a full este sábado al mediodía en el bar de Constitución. –¿Vamos a buscar un hotel para hacer el amor hasta la noche?, le pregunté. –Dale, vamos, Cucu –me dijo mi ticki cumbiantera. Buscamos, pero estaban todos los hoteles familiares llenos. –Vamos a tener que ir a morir a un telo, no nos queda otra. Me dijo ella. –Y para eso vamos a nuestro telo, calle Ravignani, doce pesos el turno y te quedás las horas que quieras –¿Se acuerdan? Por ahí les hablé de este hotel. –Está en Plaza Italia, mi amor, un poco lejos hay que cruzar la ciudad en el 39 o combinar con subte. Le dije. –El que vos quieras, Cucu. Fuimos a uno cualquiera, Nueva York, se llama. Ya sé lo que va a pasar. Lo que nos pasa siempre, ese es el gran problema que tenemos con mi ticki: sentimos el sexo de manera distinta. Ella me va a decir que se la meto rápido, que no la espero, que no la beso, que soy un bruto y así a ella no le gusta. Y siempre lo mismo, "no soy un objeto". Y nos vamos a pelear, se va a vestir corriendo y va a querer salir, yo la voy a parar en la puerta de la pieza y nos vamos a empezar a besar y todo de nuevo. Ay, no se puede... No se puede olvidar a quien se quiere. Vamos a terminar abrazados, hablando de Fidel, del Che, de la Represión, de Chaves, de los piqueteros, los mismos temas de hace quinientos años. Ay no se puede, ay no se puede, olvidar a quien se quiere. Vamos a hablar de nuestro amor, vamos a llorar, vamos a desesperarnos, vamos a pedirnos perdón y comenzar de nuevo. Me vas a decir: Cucu, ya tenés un nido con un montón de hijos, y no te puedo pedir eso porque ya lo tenés. Repito tus palabras, pa que voy a usar guiones, si tus palabras son las mías, si vos sos yo, estás dentro de 16
mí, me vas a decir que no te puedo dar lo que necesitás, que tenés 17 años, y yo ya tengo mi vida hecha y lo peor de todo es que tenés razón, mi amor, bella de mi vida, que este amor es puro sufrimiento, como ser hincha de Racing, este amor es un amor de un cuarteto de Rodrigo, o una cumbia de Karicia, que no querés ninguna cumbia de nadie, que querés un compañero para vos y no compartido, y lo peor de todo es que tenés toda la razón del mundo. Que no querés esconderte toda la vida, que tu amor es puro, que merecés otra cosa. Mi amor, merecés lo mejor del mundo, y yo estoy muy lejos de ser siquiera lo mejor del edificio donde vivo. La amargura, la realidad, la verdad, la mentira, todo lo vamos a romper mi amor, metiéndonos en el baile a bailantear, a cumbeantear hasta morir que ahí nuestro amor es real y libre como nunca, como no lo es ni lo será nunca afuera. En la bailanta nuestro amor se libera al ritmo de la música, lo único que nos queda. Salto de la cama y me pego un baño con agua fría para olvidar el bajón de este amor. Bueno, termino de contarles todo lo que hablamos con mi ticki en la cama del telo. Y salimos bañaditos, con la cabeza limpia, sin traumas ni dramas más que el de vivir diariamente. Son las nueve de la noche, en este primer día mío en Gualeguay. Vamos directo a la cumbia, que la lluvia nos lleve como un viento, que la cumbia nos mate como un chorro. Bailamos toda la noche hasta las cinco de la mañana, cumbeanteamos a morir. Nos besamos felices, salimos cuando la luz del día está alta, a la altura de nuestro corazón y el champagne inca burbujea en nuestro cerebro. Correamos a los tumbos otra vez a dormir a nuestro telo, a nuestra piecita número 9, pero está ocupada, las palmeras de nuestra pieza están meciendo a otros monos. Vamos a la 11. A la mañana siguiente nos tomamos el 29 a la Boca, en la esquina de Santa Fe y Ravignani. Nos mezclamos con los hinchas de Boca, les tiramos piedras al micro de los jugadores de River y después paseamos por el barrio con los mismos hinchas de River, y nos besamos y nos amamos. A los gallinas los corrió la yuta con sus camiones hidrantes. Me dijiste. – ¿Ves?, en vez de escribir de lo nuestro, tendrías que denunciar esto. No te dije nada, pero acá te lo digo; yo no puedo denunciar ni el robo 17
de un triciclo. Yo estoy a favor del robo. Nos volvimos por la calle Rocha rumbo al Parque Lezama. En la esquina de Pedernera tomaron el Banco Italiano de Bienestar Social. En las paredes había un grafitti del Che. –Lo deben haber tomado los peronistas de Vence o los del Movimiento Evita. –¿Quiénes son los de Vence? –Venceremos, una agrupación de peronistas que ahora los captó Kirchner. En una carpa nos comimos un Choripán de la Sensibilidad, porque empezamos a hablar de lo nuestro y nos agarró un bajón terrible. En el parque Lezama lloramos y habremos sido felices, qué sé yo, de alegría o tristeza, llorábamos, de felicidad, abrazados, pensando que convertiríamos nuestro amor en trabajo. ¿Por qué nos pasan estas cosas, mi amor, con lo que nos costó dejar a mi mujer y la pasamos peleando? La invité a tomar un café con facturas al bar El Británico. Me levanté de la mesa un segundo y le dije: –Voy a llamar a casa. Corrí a un locutorio y marqué los números. Mi mujer estaba preocupada. –¡Cucu, donde estás, qué te pasó! –Nada, mi amor, quedate tranquila... ¿nuestra media docena, están bien? –Sí, ¿pero vos donde estás? –Tuvimos problemas a la vuelta con Pedrito. La ruta estaba inundada, el auto se paró. –¿De dónde me estás llamando? –No te preocupes, muñeca. Te llamo desde la ruta por el teléfono de Pedrito, estamos esperando al Automóvil Club. –Pobrecito, abrigate... –Sí, sí, recién mañana llego. –Cuidate. ¿Cómo te fue en Gualeguay? –De maravillas, más de mil personas aplaudiéndome cuando rompí la cinta de inauguración del pueblo. Van a poner una calle con mi nombre: Avenida Cucurto. ¿Sabés que? –No, ¿qué? –En la ruta, acá, los gauchos pasan en caballo y me reconocen. Me 18
dicen: ¡Vos sos Cucurto! –Deciles que te acerquen a un lugar seco. –Sí, creo que esta noche, con Pedrito, vamos a dormir en un hotel... Me volví al Britanico y mi ticki me dijo: viste que lo están por cerrar. Y en este país cierran todo. Pimpolla, vamos a dormir, ahora, sí, a nuestro telo. ¡Qué grande sos, Cucu! Y así se fue bajo las luces de los árboles del parque mi primer fin de la mentira en Gualeguay, Entre Ríos, tierra del poeta de la aurora del sauce. Todavía tengo en los ojos el aroma y el brillo del río Gualeguay de su conchita, del Río Sanguíneo de mi ticki fatal, que mucho tiene del encanto de los versos de Juanele.
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En la cola de Lalo y los Descalzos –Este mexicano de mierda, ¿a quién le ganó? Capitalista del orto que hace plata con los pobres. Puteaba fuerte mi ticki en la cola para ver a Lalo y Los Descalzos, en plena calle Lima, Superconsti, frente a la Estación de Trenes de Constitución. La madrugada hermosa, un espectáculo de la naturaleza que sólo se puede apreciar en el Consti. Las tickis de la cola soltaban un perfumito húmedo a champú y pelo mojado que me hacían sentir en el paraíso artificial del sexo. Más zurda que nunca, furiosa, con el Che en su corazón, entre novios y paraguayos borrachos, la mayoría de Misiones Cambá, de Oberá, de Iguazú, de Encarnación, del Eje del Mal de la Triple Frontera, que se daban vuelta para ver qué le sucedía a mi ticki, que puteaba y puteaba. Y yo tratando de apaciguar los ánimos, que la paraguayada no es violenta, pero enseguida pelan cuchillo y botella. Y mi ticki, en medio de la cola, insultando a morir. –Mamboreté Bronco, botón, vigilante, ¡cómo van a cobrar 20 pesos la entrada! –María, mi amor, relajate, esperemos media hora, si la cola no avanza nos vamos. –Por supuesto, yo no voy a pagar 20 pesos para ver a este mexicano amigo de los yanquis, kirchnerista. ¿Cómo podés vivir en un país que gobierna un tipo llamado Fox? La realidad supera cualquier ficción, ¿cómo es posible que el presidente del Imperio Azteca se llame Fox? Yo sabía que la cola no se movería hasta las dos de la mañana por lo menos, sabía que Lalo tocaría como a las cinco y no tenía apuro, también sabía algo clave, que no iba a pagar los 20 pesos porque conocía al muchacho de la entrada, uno de los de seguridad. Que esto a mi ticki no se lo puedo decir porque me mata, odia toda insignia que represente el orden y la represión, sean policías, gente de seguridad, el padre, un semáforo, mi ticki odia todo lo que no sea cumbia y sexo y cartón. A veces pienso que nuestro amor y nosotros mismos no somos más que dos espíritus en pena por Constitución. En la cola adelante, dos paraguayas de 30 años. Tenía que hacer una fuerza sobrenatural para no mirarlas, que si mi ticki me pescaba 20
mirándoles el culo me rajaba una trompada o un mordiscón en la cara, que por qué tengo la cara así, llena de manchas negras. ... Avanza la cola. Llegamos a la esquina de Pasaje O´Brien y Lima, en la vereda del ex Hotel Cosmos, el Hotel de los Boxeadores, donde se concentraban Látigo, Locomotora, La Hiena, El Puma Arroyo, La Pantera Saldaño... Después de la pelea se bajaban al baile donde se cogían bailanteras a morir, llevándolas al exclusivo Hotel Cosmos, “El Hotel de Los Boxeadores”. En el Bronco conocí a Látigo y una vez tuve una onda con su novia cumbiantera, pero eso, lo de la novia de Látigo, se los cuento después, que no me quiero deschavar y todavía el Látigo me debe andar buscando. Yo sólo quiero escuchar a Lalo, verlo sobre el escenario, pero ya veo que eso será imposible. Así que agarré la mano de mi ticki y le dije vamos a otro lado porque acá nos quedamos sin bailar. Vayamos a bailar al Picaflor Bailable. María me dijo, sí, sí, dejemos a estos explotadores, usureros que hacen plata con los pobres, habría que matarlos a todos. Lalo puto. Así, de esta manera, hacía su retiro triunfal mi ticki idealista, amorosa, ultratrola, bailantera, con la mejor boca de Sudamérica y los brazos mas calientes de la vida, que por eso la amo por eso la idolatro y hago todo lo que ella diga, porque con ella siento la felicidad total. Saludé a los borrachitos que conocí en La Cubana. Uno vivía en el barrio de los Pinos. Berazategui, ¡donde yo nací! ¡Chau paragua de mi corazón, un fuerte abrazo al Barrio de los Pinos! ¡Chau curepicito, amigo del trago, volvé el sábado que viene! –... ¡Y traé a tu ticki que la pinchamos! –me gritaban y se mataban de la risa. Y ánimo en el corazón. Nos metimos a comer chipaguazú en un barcito de la calle Salta, cucha del demonio y la rocola y Charros a morir. Dentro de un rato llegará el Señor Amanecer. Y no es una metáfora, no es la luz del nuevo día, ni los crepúsculos nerudianos; sino un vendedor de cien años, sin dientes, horrible, que se encarga de venderle café a los borrachos en las primeras horas del día. Eso sucederá, pero antes de que suceda disfruto de este momento. –Cucu, me dice mi ticki, antes de dormirse, antes de acunarse al ritmo de lavarropas de los Buguis Paraguayos, mi amor, vos vas a ir al 21
cielo... –¿Te parece, mi amor? –Si, Cucu, vos sos un ángel, sos el ángel salvador de mi vida. Vas a ir al cielo, donde hay cumbia y paraguayas y dominicanas esperandote para bailar a morir, que en el cielo, Cucu, también se muere. Pero vas a tener tan mala suerte que va a estar cerrado y vas a ir directo al infierno, donde sólo hay heavy metal. ¿Te imaginás en el infierno, en la oscuridad escuchando heavy metal toda la vida? Y se durmió, la guacha, sin esperar una contestación, pero yo ya no podía contestar porque también me dormí. Y ahí nos quedamos viendo, en sueños; cómo la vida es más linda cumbeanteando, cómo el mundo cambia redondo con las chicas. Y ya estoy por creer que lo único que cambiará al mundo es la cumbia y la condorina. Pero esto sólo lo pienso, jamas lo digo y menos delante de mi ticki que me mataría al escuchar semejante bestialidad, ella que ama a Fidel, a Evo, a Hugo, para qué todo, si el mundo está bien abajo y lo único que queda es seguir remando y bailando, si es cumbia mejor.
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Las princesitas del amor Mi ticki ya fue. Eso es mentira: nunca se irá un gran amor. Sea como sea, ya es pasado. Que se embarre con los del grupo de Anibal Verón. Además hizo un buen cambio, si vas a darle de comer a un montón de chicos, andá con ellos, pero no te quiero ver en la Plaza dando lástima pidiendo planes trabajar. Si vas a laburar laburá, pero no pidas, un trabajador no pide limosnas. No quiero verte de aca a 40 años con una banderita del Che, sola en la plaza sin nadie. La plaza de Mayo es la Plaza de los Sinsentidos, y espero no termines trabajando en una consultora para testear problemas sociales ni menos llena de hijos en un rancho ensartada con un ex revolucionario devenido borracho. Allá vos y mucha suerte, para mí siempre serás solo mi ticki cumbiantera, la inspiradora de mi vida treintañera llena de hijos y obligaciones. Siempre serás mi María, la niña de gran corazón de la cual me enamoré de culo a pesar de sus 17 años. Pero estamos en Argentina y acá no hay lugar para estas cosas, para este tipo de aventuras o infidelidades, porque se te desbarranca la vida por el derriscadero de la miseria y el rechazo general. Como ya no estás me atrevo a ficcionarte, a inventar mil cosas sobre tu figura. En el terreno de la literatura no hay trampas y la letra brilla por sí sola, si tenemos la suerte de que brille. Vos brillás seguro; ahora, que brille esto, ya es otra cosa. Al final de toda esta locura editorial cartonera cerramos la cartonería y pusimos un taller literario con mi amigo Santiago: “El taller de los sueños: la dupla San–San”. Tenemos 20 alumnos y dividimos los días. Domingo seis de la tarde. Mientras vos estás cavando una zanja con Anibal, yo estoy analizando un poema de Gomez Jattin con otro de César Moro, y leyendo los textos de los alumnos. Lo que escribe César Moro es sencillo: una garcha. Y lo del gran Gomez Jattin se salva de a ratos. Creo que está muy influenciado por Pavese, por Constantino Kavafis, demasiado whitmaniano. Aun así, para mí es buenísimo. Raúl Gomez Jattin es un poeta colombiano que recomiendo con todo amor, al igual que a Circe Maia, Fernández Moreno (padre e hijo), Francisco Madariaga y un uruguayo 23
estupendo, Elías Uriarte... Versos sueltos, la literatura, el amor y el mundo no valen más que unos cuantos versos sueltos sin los cuales no podríamos vivir. Este domingo llegaron dos nuevas integrantes al taller San San te la Dan: Las princesitas del amor. Son dos chicas de Bariloche, Vero y Damiana, les gusta la cumbia y están todo el día ensayando obras de teatro y escribiendo poesía. Leen a Michaux y son admiradoras fervientes de Jaime Bayly. Rubiecitas de ojos claros, 14 y 15 años, tienen gestos pizarnikianos. Escriben largos poemas llenos de metáforas y flores y alambiques. Vero leyó un poema de amor a un chico llamado Ernesto, muy lindo, superimaginativo, y Damiana leyó un poema en prosa mezcla de bodeleriano y surrealista, lleno de frases sin sentido pero intenso y con ritmo. Cuando se presentaron en el grupo dijeron: Somos las princesitas del amor. La verdad que la lectura nos dejó atónitos. Entonces, una de las princesitas del amor nos dijo a todos los que estábamos en aquel departamento monoambiente de la calle Aguero: “Siéntense en la cama que voy a leer un poema que acabo de escribir”. Se paró de su silla, le tomó la mano a su parteneire literaria, se dieron un beso en la boca y entre risitas comenzaron a leer un poema de un erotismo único en la historia de la literatura universal, o por lo menos de la historia de los talleres literarios de Buenos Aires, y eso que hay muchos. ¿Cuántos talleres literarios habrá en Buenos Aires? ¡1800!, gritó Enrique Rinaldi. Le decimos el Narrador de los Bares, porque escribe cuentos que transcurren sólo en bares. ¡Mentira, eso es una falacia, hay exactamente 3854, con uno que comenzó ayer dictado por el Gran Walter Camaratta, poeta top de 17 años!, gritó Gema Acevedo, alumna que lo sabe todo. ¡Y vos, vieja bizcacha, cómo sabés que es el mejor! ¿Fuiste acaso?, le respondió Enriquito Rinaldi, y todos nos miramos porque conocemos sus intenciones de cogérsela desde el primer momento que pisó el taller. ¡Por supuesto, yo me recorrí los 3851 talleres de Baires! Mientras todos discutíamos este tipo de cosas características de un yerta literario, el poema de las princesitas tomaba a cada verso mayor espesor artístico. Yo creo que a esta altura sólo era superado por La 24
Isla en Peso o El Odiseo Confinado. Aunque creo que este poema era muy superior a estos dos poemas. Incluso creo que era hasta superior a la Divina Comedia o a la Ilíada y La Odisea juntas. Y no estoy borracho pa afirmar que creo que era el mayor poema oído nunca por orejas humanas de talleres literarios. Creo, lo cual quiere decir que es probable que sea una verdadera garcha como un poema del turco Asís o uno mío. Y, ahora que lo pienso: ¿y si la Divina Comedia es una verdadera garcha, y los versos de Lorca son una auténtica porquería como realmente creo, salvo el de la casada infiel que es una obra maestra? ¿Y si algún vivo onda Jorge Luis Borges nos hizo creer abusándose de nuestra gran ignorancia de que Whitman, Stevenson, José Hernadez, Lugones, Carriego, Coleridge, Robert Browning ¡Robert Browning!, eran unos genios y no son más que unos maderones? Yo a ese viejo atorrantón y zorro no le creo ni la hora. ¡Cómo le voy a creer a un ciego que lee, a un tipo que nunca se emborrachó! Bueno, un lector tiene que estar atento a esto, no dejarse embaucar por cualquier gil que se la da de clásico universal. La literatura no tiene clásicos, porque la literatura es un terreno en el cual no hay leyes ni nada está fijo o es lo que es, la nada absoluta en este mundo capitalista. Sea como sea, las princesitas estaban buenísimas, y por lo tanto el poema estaba más bueno aún, aunque fuera una garcha total. Se titulaba Una gran verga roja o negra, y a cada estrofa el estribillo supra-alejandrino: Quiero una gran verga roja o negra que vuele y suelte semen. “Quiero una gran verga roja o negra que vuele y suelte semen”. Me parece un grandísimo verso, mejor que ese del general Quiroga va en coche al muere, o ese otro que se pegó un tiro Leandro Alem, y ese otro de Buenos Aires tan eterna como el agua y el aire, o Elegía a los portones ¡no!, paremos, ese está bueno, ese es un poema, tal vez El Poema. Sea como sea, el poema que sonaba como una sinfonía de Betoven o una orquesta de Pugliese, en el dos por dos del departamentito de la calle Agüero, estaba genialísimo y más cuando las guainitas de la poetry comenzaron a sacarse la ropa que tenían puesta, que por cierto era bien poca y minúscula; y ya que estaban se manoseaban las tetitas, 25
la cola, el pelito, todo. Las Infantas Poéticas (dado que todavía les faltaban unos buenos años para entrar en la adolescencia) hacían de todo con sus lenguas, mientras también pronunciaban ruidos guturales y referencias sexuales de todo tipo. Vero, pelirroja, la más grande de edad por meses, creo que tenía 13. Se levantó la pollera y se sacó la bombacha, y nos mostró su conchita roja. El silencio fue absoluto a pesar de que varios grandulones que estábamos en la cama comenzamos a tocarnos, a agarrarnos de las manos. En aquella cama con las sábanas amarillas y azules con los colores de Rosario Central, estábamos Asterix, gran poeta cibernáutico y autor de maquinitas narrativas perfectas, Juliancito González, El Portero (único asistente que no pagaba cuota), Solcito, poeta fina y cleopatresca; Azul Machado, bisnieta de Antonio Machado; Inés Manzano, narradora de blogs, alias Manzanita, pues tenía un culo como un gran manzano y así la habíamos apodado secretamente los varones del grupo. Tres Patas, Mil Pilas, La Que Tiene Problemas de Moral y otros poetas que ahora no me acuerdo, sea como sea, éramos 17 talleristas en la cama.escuchando el espléndido recital poético de las Princesitas del Amor. –Estás locas nos quieren calentar a todos. –¡Y lo están logrando! –me dijo enojado Asterix. –No seas mal pensado –saltó Solcito–, son grandes poetas. –Sí, estamos ante un hecho único en la historia de la Humanidad –dijo Mil Pilas. –Sí, coño, muchacho, respeta el verso libre, la inspiración y el talento que rara vez se ve en talleres literarios –dijo el Puto Chavista. Santiago, nuestro tallerista, referente ineludible de las jóvenes promociones de poetas, quien nos habia dicho que en el taller aprenderíamos a editarnos nuestros propios libros, nos haríamos autobombo promocionándonos, que nos levantaríamos minas fotocopiando nuestros poemas y desacralizaríamos toda forma de poesía culta y formal, comenzó a desnudarse al grito de: –¡Estas guachas son unas genias! Tenemos a las nuevas estrellas de nuestra literatura. ¡Al fin liquidamos al Canon y toda esa caterva de putos, viejos y snobs! –¡Maestras! Maestras de la poronga! –les gritó Tres Patas. 26
En un costadito de la cama, apenas apoyando el culo en la almohada, se quejaba Inesita Manzano. –¡Estas atorrantas a quién le ganaron escribiendo de vergas para calentar a los machos! –Tramposas, sinvergüenzas, mama pijas, putas, pendejas calentonas, tragasables, putarracas de cuarta, trolas de sexta, vayan a lavar pisos –repetía Solcito, quien se levantó con la Manzano y pegando un portazo dijeron chau, nos vamos de este tallercito de morondanga creado para coger pendejas. –Vayansé, feas, egoístas e histéricas. ¡Aprendan a mamar vergas! –les gritamos todos los hombres en la cama. Las princesitas del amor continuaban leyendo el poema más largo y bello y calentón de la historia de la literatura argentina, latinoamericana y mundial, sin exagerar. Se besaban y ahora se besaban todo el cuerpo, paradas en medio de la salita del departamento, que sólo tenía una cama, una mesa y una computadora. En botitas y desnudas, nuestras poetas ahora se lamían la vagina, los dedos del pie, los sobacos, el agujero del orto; se estrujaban concha contra concha mientras seguían interpretando el poema. Cuando terminaron de leer, todos aplaudimos y ellas saltaron a la cama. Éramos 13 hombres. Y ellas dos. “Estamos orgullosas de venir al Taller de San San, donde podemos destruir la tradición y todas las formas poéticas convencionales”. –Sí –dijo Damiana, que tenía uns tetas increíbles–. Y ahora para empezar con la desacralizacion poética, vamos a garcharlos a todos a la vez. –Sí, sí y sí –gritó la otra Princesita del Amor–, para que aprendan. Un gordo del grupo, riéndose un poco, les preguntó por qué se hacían llamar así. Y nos contaron que ese nombre provenía de una famosa cumbia de Los Ávila. Dijeron “famosa” cumbia. Yo que pensé que sabía de cumbia no la conocía ni conocía tampoco a Los Avila. Sea como sea, las dos tenían mucho talento e imaginación. No sólo para escribir sino para arreglarse entre ambas para mamar 13 vergas, incluida la del Puto Chavista. Para ponerse en cuatro, en dos, para hacer el gatito, la boquita de pescado por el culo, el patita al hombro, 27
la gallinita, el colmillito de elefante, el hilito de saliva y otras degeneradeces, más típicas de mis cuentos que de otra cosa. El semen iba saltando y ellas tragando, refregándoselo por las tetas, por el culo, el cuello, las orejas, y cada poro del cuerpo. “El semen es bueno para la piel”, y pedían más y más. Santiago mueve bien la pelvis para ser blanquito, dijo Asterix. Yo era el único negro de la cama y por lo tanto el más deseado tanto por hombres como por mujeres. De alguna extraña manera, la poesía nos había hermanado a todos en una cama de una plaza y media, y ya cogíamos todos contra todos. Mientras yo me enchufaba a la Damiana no sé quien, si Asterix o el Portero, se me subió encima ensartándome sin permiso. Entonces Santiago pegó un grito, más que nada por precaución: –¡Alto, alto! ¡No vale embambinarse al tallerista! Pero qué se puede hacer en una cama con quince personas, sino tirarse al piso y que todo se deforme completamente. Y eso sucedió. Estábamos en un segundo piso y algunos se tiraron por la ventana para garcharse a la mina que pasara por la calle Agüero a esa hora, la más triste de un domingo de mayo. Cuando le acabé adentro, la Damiana me dijo que habia leído Cosa de Negros y se había masturbado leyéndolo. Y bajo el sol de la tarde primorosa del barrio de Palermo fuimos cayendo, vencidos uno a uno todos los poetas y futuros poetas del taller, de la dupla San San, y las Princesitas del Amor seguían en pie trepándose a todo lo que veían con forma de pija. Al final, quedé en pie yo solo, que soy negro y la pija no se me duerme nunca por una cuestión genética, y las dos se me treparon un buen rato Finalmente, yo tambien me quedé dormido, mientras alguien por ahi decía: Adiós tristeza azul de los domingos! Y todos: –¡Adiós tristeza azul de los Domingos! Y ellas, las Princesitas del Amor, lolitas diamantinas de la poesía nacional, seguían chupado las pijas muertas, y leyeron otro poema más sensacional y buenísimo que el anterior. –¡Adiós tristeza azul de los Domingos! 28
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Ediciones Yerba Mala Cartonera Para no desesperar en las trancaderas, para dejar pasar las propagandas de la TV, para aguantar las marchas, para caminar subidas sin darse cuenta, para bailar al ritmo de la cumbia del minibús o para cuando tengas simplemente ganas de leer. Un libro cartonero, casero, tu mejor cómplice.
Otros títulos:
Crispín Portugal, Almha, la vengadora Gabriel Pantoja, Plenilunio Juan Pablo Piñeiro, El bolero triunfal de Sara Jessica Freudenthal, Poemas ocultos Beto Cáceres, Línea 257 Darío Manuel Luna, Khari-khari Gabriel Llanos, De muertos y muy vivos Santiago Roncagliolo, El arte nazi Fernando Iwasaki, Mi poncho es un kimono flamenco Nicolás Recoaro, 27.182.414 Marco Montellano, Narciso tiene tos Vicky Aillón, Liberalia Banesa Morales, Memorias de una samaritana Washington Cucurto, Mi ticki cumbiantera Crispín Portugal, !Cago pues! Nelson Vanm Jaliri, Los poemas de mi hermanito Gabriel Llanos, Sobre muertos y muy vivos Gabriel Pantoja, Plenilunio
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